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SANIDAD DEL ALMA

Introducción: video

Dios es un Dios restaurador, restaura corazones, matrimonios, familias,


restaura relaciones. Cuando Dios lo hace y pone su mano el estado actual
será mucho mejor que el estado anterior.
Para nosotros, ser restaurados implica llegar a ser de utilidad en el cuerpo
de Cristo.
Debemos anhelar ser usados, pero debemos anhelar ser restaurados.

Viene entonces el perfeccionamiento, no por nosotros, ni por nuestra fuerza,


sino por la gracia de Dios.
2 Tim. 3:16: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre
de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”;
Filip.1:6: “Estando persuadidos de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

Dice que nos perfeccionará, o sea que va a llevar un tiempo. No es que


inicia y ya está todo perfecto.

Desarrollo: Cuando llegamos a Cristo fuimos como soldados que regresan


de la guerra, todos traemos heridas, recuerdos y enemigos que están
causando más daño a nuestras vidas. Caminamos heridos con cicatrices de
guerra, corazones rotos y mentes atrofiadas por el daño.
Hay cristianos que no están en pecado, son obedientes a Dios, le aman
sinceramente, pero se sienten mal. Persisten en un estado de angustia o
temores, ansiedad, problemas de relación familiar, en el trabajo, en el
ministerio, pero ¿qué sucede si somos nuevas criaturas?

2 Cor. 5:17. De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

¿qué sucede con las conductas o sentimientos que no podemos controlar,


que quisiéramos deponer, pero que no podemos cambiar como ira,
agresión, malos pensamientos, estancamiento espiritual, autoritarismo,
amargura, respuestas agresivas u ofensivas, y otros tantos desatinos?
Renunciamos a esto y nada pasa; y preguntamos ¿qué pasa conmigo? ¿de
dónde estas reacciones? ¿algo me hace actuar así? Quiero agradar a Dios,
poder tener una vida nueva con mi familia, pero me enojo fácilmente, siento
ira, digo palabras que lamento haber dicho, y me pregunto: ¿qué me pasa,
Señor?

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La clave está en Sal. 19:12: “¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos”

Debemos abrir nuestro “sótano” interior, nuestro corazón, al que hay que
bajar con la luz del E. S., para ver qué hay en la parte más oscura, en la
más oculta; ver qué nos hace actuar así. Debemos encontrar esas cosas
misteriosas a las cuales tememos, y no obstante están en nuestro corazón.
Debemos llegar de la mano del E. S., porque es mejor hacer este recorrido
con Él que ir solos. Podemos hacerle este tipo de preguntas al Señor,
podemos pedirle estas cosas al E. S., de esta manera: “Señor, no puedo
entender por qué estos errores en mí, pero tú sí. Líbrame de lo que no
conozco, ilumíname, porque yo no sé lo que me pasa, pero quiero libertad
de aquello que a Ti no te agrada”

Je. 17:9-10: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso,
¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el
corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus
obras”.

Satanás quiere que nos detengamos en las heridas del alma y las


revivamos PORQUE CUANDO LAS REVIVIMOS Y NO LAS TRATAMOS,
NOS ENFERMAMOS ESPIRITUALMENTE llevándonos al alcohol, drogas,
medicamentos, etc. Cuanto más vivamos sin sanidad, más tiempo podrá el
enemigo arruinar nuestro futuro, esperanzas y sueños, así como destruir
nuestra capacidad de realizar la vida abundante de Dios en el presente.

A menudo, ni siquiera nos damos cuenta de las garras de Satanás y de


cómo nos afecta el pasado. Los síntomas empeoran tanto que el dolor
supera el miedo a abordarlo.

¿Alguna vez te preguntaste por qué ciertas cosas desencadenan sus


sentimientos de tristeza, depresión prolongada, arrebatos de ira o
agresividad pasiva?

Ignoramos el dolor y pretendemos que no pasa nada, por lo que nunca


buscamos la sanidad del alma.
Entonces, ¿Qué hacemos? Pulimos nuestra personalidad, o nos rodeamos
de amigos superficiales, ignoramos el dolor y pretendemos que no pasa
nada. Está enmascarando la profunda necesidad de sanar, de buscar la
sanidad del alma. 

En la Biblia, e incluso ahora, una de las misiones principales de Jesús


es sanar. Es el Gran Doctor. Cuando Jesús caminó sobre la Tierra, hizo que
los ciegos vieran, los cojos caminaran, resucitó a los muertos. Tiene poder
para curar cualquier cosa. Pero tienes que creer. Jesús, si es su voluntad,
puede sanarlo todo, incluso puede darnos la sanidad del alma.

Hay sufrimientos y heridas que no se sanan solo con la conversión en


Jesús. Hay heridas profundas, sentimientos que necesitan una curación
especial por parte del Espíritu, una cirugía.

Hay cantidad de personas que aman al Señor, conocen las Escrituras y, no


obstante, no pueden evitar aquello que hacen.

Ro. 7:15: “Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero,
sino lo que aborrezco esto hago”.

¿Te está pasando a ti ahora? hay Buenas Nuevas. El E. S., es capaz de


develar esta situación, si se le permite llegar al interior, a los recuerdos, a
las emociones sin resistirle. Si las heridas del alma no reciben tratamiento
adecuado, se infectan, se inflaman, provocan más dolor; enferman el
espíritu, contaminan al resto, se dispersan, enferman el cuerpo y contagian
a otros

Heb. 12:15: “Mirad bien, que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que,
brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados”.

Una restauración se produce luego de una -a veces dolorosa- remoción

Hay que estar dispuesto y dejar que Dios remueva lo que infecta nuestra
vida. Una muela –cuya raíz está infectada tiene como solución ser
extirpada, paliativos son soluciones momentáneas. En lo espiritual, esos
paliativos suelen ser actos de religiosidad o sobre esfuerzos o “buenas
obras” que buscan compensar lo que “hacemos y no entendemos”

LAS HERIDAS DEL CORAZÓN NO TENEMOS QUE TAPARLAS, tenemos


un Dios que no nos avergüenza. Delante de Él podemos poner todo tal cual
está, no se trata de tapar o postergar diciendo: “yo siento esto, pero
dejémoslo. No, hablemos del asunto. Prefiero no hablar. Esto es horrible.
Mejor no acordarse”. Cuando una persona puede recordar en paz, cualquier
cosa que le haya pasado en su vida, aún lo desagradable, es porque ha
recibido sanidad, porque ha podido perdonar, porque está en paz. Pero si al
hablar de su vida, de su historia, tiene que dejar espacios en blanco que son
innombrables, que son “irrecordables”, entonces algo pasó y hay algo que
sanar.

Y hay que llegar con el E. S., para que nuestra vida, nuestra historia sea tal
que podamos asumirla; podamos saber que hemos sido de determinada
manera, que hemos conocido al Señor, que hemos tenido una familia en la
que nacimos, que nos ha pasado tal o cual cosa. Si no podemos dar
testimonio de que, aunque hayamos sufrido, el Señor nos permite tener paz
en nuestra vida, no le estamos siendo útil al cuerpo de Cristo. Si vamos
al médico para que nos trate alguna infección, y el médico nos da un
antibiótico, dirá: “Usted debe cumplir con el tratamiento. No se trata de que
tome una pastilla y ya está curado. Puede llevar siete o diez días de
antibióticos, no los interrumpa, para que pueda ser sanado”. Así es la
curación que hace el E. S. Nos dice: “Llegaste a mí, con esta herida,
empecé a tratarla, deja que te siga tratando, no huyas, no la tapes, con el
solo hecho de que yo haya empezado a tratar esta parte de tu vida o este
recuerdo, no quiere decir que ya estés sanado. Vas a iniciar un proceso en
el cual yo te voy a ir sanando.” El E. S., dice que él nos perfeccionará. La
Sanidad Interior va a actuar gradualmente, la obra de sanidad que Dios
hace en la vida de sus hijos es un proceso. Hay que esperar. A veces no es
fácil, pero hay que esperar, dejar que el Señor haga su obra. Muchas
personas no dejan que Dios sea Dios. Por ejemplo, ¿Qué pasa cuando un
miembro de nuestra familia está mal? Podemos confiar en Dios. “Señor, te
dejo obrar en esto que yo no puedo. No puedo manejar lo que está
haciendo mi hijo. Señor te lo doy. No quiero estar ansioso sobre él todo el
día preguntándole qué hizo, con quién estuvo, dónde estuvo, qué pasó, por
eso, te lo entrego a ti.”

LA SANIDAD DEL ALMA ¿CÓMO SANAR HERIDAS PROFUNDAS?

En Juan 4, leemos un ejemplo de cómo Jesús sana heridas profundas que


trastornan nuestras vidas porque traen la sanidad del alma. Después de un
largo viaje, Jesús se detiene en un pozo para beber agua. Se enfrenta a una
mujer samaritana y le revela que él sabe sobre su pasado, sus enredos
sexuales que estaban afectando su vida en este momento. Tuvo
que enfrentarlo, confesarlo y creer que Jesús podía sanarla. Entonces, ella
fue sanada y salió y se lo contó al vecindario, iniciando un avivamiento en
su pueblo.

Claves para la sanidad del alma: # 1 Acéptalo y admite que hay una
herida

El primer paso para la sanidad del alma es admitir que hay un problema y
enfrentarlo. La mujer samaritana sabía que necesitaba ayuda y cuando
Jesús vio a través de su fachada y dentro de su corazón, ella estaba lista.

En otras palabras, tenemos que estar dispuestos a ser llevados a un lugar


seguro. Si preferimos seguir escondiéndonos de la sanidad, entonces Jesús
no puede ponerte sobre Su espalda. “Confesaos vuestras ofensas unos a
otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del
justo puede mucho”.

Claves para la sanidad del alma: # 2 Conoce la herida

Juan 8:32-33. Muchas veces se pasa por alto lo que nos dice Juan donde
dice “...la verdad os hará libres”. Jesús dijo que hay que “conocer” la verdad
antes de tener la libertad. Algunas verdades que no queremos desenterrar,
o simplemente no nos damos cuenta de que hay un problema. Se necesita
esfuerzo para saber algo. Tienes que descubrirlo. Infórmate. 

Claves para la sanidad del alma: # 3 Enfrenta la herida

Después de haberlo aceptado y conocido, no puedes acampar ahí, hay


que enfrentarlo para lograr la sanidad del alma. A menudo, la curación llega
instantáneamente, pero con las heridas emocionales, puede llevar algo de
trabajo y tiempo. Puede sentirse solo, pero no estás solo. Dios está contigo.
Él estaba contigo entonces, y Él está ahora. 

DIOS NUNCA NOS DEJARA SOLOS

Salmo 27:10 dice: “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo,


Jehová me recogerá”. Dios nos toma en sus brazos para llenar esos vacíos,
sanar esas heridas y darnos el consuelo que necesitamos. Quizás hay
cosas que no podemos cambiar, pero si con la ayuda de Dios las podemos
superar y en ese proceso Dios nunca nos dejara solos.
Ej. Cuando Agar fue expulsada por Abraham y Sara, se le dio pan y un odre
de agua con el cual se retiró al desierto. Estaba sola con su hijo Ismael y en
aquellas circunstancias ella pensó que lo que les esperaba era la muerte. 

Cuantas madres solteras han pasado situaciones parecidas, heridas


caminando en el desierto y luchando con sus hijos; sin embargo, Dios nunca
dejo sola a Agar porque cuando ella puso a su hijo debajo de un arbusto sin
tener agua ni pan, Dios escuchó el llanto de Ismael al sentirse abandonado
y sentir alejarse a su madre sufriendo a la distancia para no verlo
morir. Dios nunca los abandonó, abrió sus ojos y les proveyó el agua y el
sustento y les dio promesas que les devolvió el ánimo y el gozo a sus vidas.

Lo que hayamos vivido y el daño que nos hayan hecho o que nos hayamos
hecho nosotros mismos nos dejan resentimientos que nos estancan, pero
perdonar nos impulsa a continuar. 

Una de las cosas más difíciles es perdonar. Dejar los resentimientos del


pasado y por fin sentir el alivio del perdón en nuestro corazón es algo difícil
pero no imposible. José fue vendido por sus hermanos y todos sabemos las
cosas que le sucedieron a raíz de lo que le hicieron, pero en determinado
momento de su vida tuvo que estar nuevamente frente a ellos y no fue fácil.
Perdonar nos ayuda a sanar las heridas del pasado

Jesús te compró como fue escrito unos años antes de que Él caminara
sobre la Tierra. Irónicamente, fue a través de Sus heridas que podemos ser
sanados. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados” - Isaías 53:5

Claves para la sanidad del alma: #4 Comparte lo que Jesús ha hecho por
ti

Después de enfrentar, aprender y lidiar con la herida, comienza la curación


o sanidad del alma y luego sucede algo asombroso. Creces a partir de eso.
Dios está moldeando nuestro carácter como un alfarero moldea el barro. A
través de las imperfecciones, Él puede hacer una obra maestra. Después de
que Jesús sanó a la mujer samaritana, ella salió de su escondite y difundió
la noticia. Muchos creyeron que Jesús era el Mesías después de
escucharla.

Todos caminamos heridos. Pero hay una oportunidad enterrada bajo esas
cicatrices. Oportunidad para una nueva vida en la Tierra y para la vida
eterna. Pero debe creer que una visita al Gran Doctor lo ayudará a
experimentar el
futuro de manera saludable. Busca de todo corazón a Jesucristo
y encontrarás la sanidad del alma y serás útil en sus manos.

José lloró más de una vez después de encontrarse con sus hermanos, los
acuso de espías, los tuvo en la cárcel por tres días, luego puso en prisión a
Simeón, escondió la copa en su costal, hasta que al final José lloró por
tercera vez y sacó todo lo que había en su corazón.

Llorar nos libera poco a poco, más cuando echamos toda nuestra ansiedad
a Dios, nuestros sentimientos y emociones, para que podamos hacer frente
a esas cosas que nos han afectado durante años como a José. 

Puede que era la mejor oportunidad que tenía de vengarse por lo que lo
hicieron pasar y sufrir, pero si hacia eso significaría su estancamiento
espiritual; por tal razón, dejó a un lado sus resentimientos y aceptó ser el
caudillo de Israel. Necesitamos dejar las heridas del pasado para avanzar
en nuestra vida espiritual.

LAS HERIDAS DEL PASADO DIOS LAS SANARA

A veces no hay paz en nuestra alma por las heridas que les hemos causado
a otras personas, sentimientos de culpa vienen a nuestra alma, a tal punto
que a veces nos invade la tristeza y muchos terminan en depresión, pues a
veces no solamente se sufre por las heridas que nos causaron, la
conciencia también nos acusa por el daño que hemos hecho y no hay paz
en nuestro interior. El mismo Judas termino quitándose la vida al ser
acusado por su conciencia por lo que había hecho; sin embargo, sea que
estemos heridos o hayamos herido, Dios sanara nuestra alma.

DIOS QUIERE USAR SU IGLESIA PARA ALCANZAR ESTAS ALMAS


NECESITADAS 

David se juntó con los afligidos, endeudados y amargados y los transformó


en un grupo de valientes. Mefi-boset era un lisiado al cual hasta tenían que
cargar, pero David lo trajo al palacio.

Muchos se sienten inútiles por una enfermedad y se sienten una carga aun


para su familia. Otros se sienten que no valen para la sociedad; pero qué
bueno que hay una iglesia que se preocupa por las almas perdidas
y necesitadas de la sanidad de Dios para nuestra alma. 

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