Conflictividad y Desarrollo Colonización e Independencia

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UNIDAD 2.

CONFLICTIVIDAD Y DESARROLLO: COLONIZACIÓN


E INDEPENDENCIA

Tomada de: http://p1.img.cctvpic.com/nettv/xiyu/espanol/special/90aniversario/20110701/images/112601_1309507786173.jpg

Introducción

Desde la misma antigü edad, toda la regió n que va desde el Atlá ntico hasta el Océano
Pacífico, ha sufrido innumerables conflictos que hacen que sea una regió n bastante
golpeada por diferentes problemas lo que la convierte en una regió n inestable
políticamente y en una regió n que constantemente se enfrenta a desafíos sociales tales
como las pandemias. De allí que se deba separar una parte del mó dulo y así estudiar los
principales obstá culos para que esta zona no se haya podido desarrollar de manera similar
al resto del sistema y no pueda tener una inserció n efectiva en el mundo. Sin lugar a dudas,
la colonizació n y la posterior lucha de descolonizació n llevaron grandes traumatismos a
dichas sociedades.

Objetivos

Objetivo general

Conocer las principales tendencias del desarrollo y los principales obstá culos para la
inserció n internacional de la zona afro-‐asiá tica en el sistema político y comercial
contemporá neo mundial.
PROGRAMA DE RELACIONES
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Objetivos específicos

 Analizar los efectos de la caída del ú ltimo gran imperio que controló la zona: el
imperio Otomano.
 Analizar los efectos de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial en el
desarrollo asiá tico.
 Estudiar el conflicto á rabe-‐israelí desde sus diferentes elementos políticos
y econó micos.
 Dilucidar elementos de aná lisis y comprensió n de la compleja situació n social y
econó mica de Á frica.

La caída del gran imperio: el imperio otomano

A partir del siglo XVII, el imperio otomano que ocupaba las regiones á rabes en el medio
oriente, sufrió una sucesió n de derrotas militares, primero a manos de Austria y
posteriormente de Rusia. Con el Tratado de IASI (1792), pierden el kanato de Crimea y los
territorios al norte del Danubio.

Los otomanos ante su inminente declive, vieron la reducció n de su ejército y empezaron a


observar el cambio en el equilibrio de poder en Europa, en donde los Estados habían
logrado avances militares, políticos y econó micos significativos para oponerse a las
amenazas extra-‐europeas que se les presentaban. Durante el siglo XIX el imperio Otomano
intentó recomponerse y tratar de equiparar el desarrollo. Fue sí como se inició un
movimiento de reforma al interior del imperio durante el reinado del Sultá n Mahmud II,
quien intentó reforzar su poderío militar.

Mahmud II intentó sustituir el antiguo ejército con una nueva fuerza al estilo europeo. Para
eso acabó con las divisiones internas y expulsó de sus fuerzas a jenízaros, al ejército sipahi
y a los timariotas. En vez de estas filiaciones, el Sultá n buscó una fuerza reclutada,
profesional y disciplinada que sirviera al poder imperial. Un ejército moderno impulsó las
reformas en otros sectores del imperio sobre todo en materia de comunicaciones, el
objetivo central del Sultá n era lograr un desarrollo otomano al mismo nivel que el europeo
por medio del movimiento reformista llamado Tanzimat que tuvo lugar entre 1839 y 1878.

De igual manera, a través del Edicto de la Cá mara Rosa o jatt-‐i-‐sarif, de 1839, y el Edicto
Imperial de 1856, se buscó darle una organizació n civil al imperio, hacer a sus habitantes
ciudadanos y concederles derechos y amplias libertades, no solamente a los musulmanes,
sino también a quienes no lo eran. En gran medida este segundo aspecto fue impuesto a los
otomanos por la presió n de las grandes potencias europeas en nombre de los cristianos
otomanos.
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Durante el ú ltimo siglo de su existencia, el imperio enfrentó divisiones internas y perdió el
clima de gobernabilidad de sus provincias europeas, puesto que los cristianos no acataban
las autoridades otomanas ya que la ola de cambios no satisfizo a sus ciudadanos no
musulmanes. Gradualmente las provincias se hicieron autó nomas:

Grecia (1830), Serbia (1878) y los principados de Moldavia y Valaquia (actual Rumania)
que se unificaron en 1859. Hacia 1885 los territorios otomanos en Europa se redujeron a
Macedonia, Albania y Tracia. También los otomanos perdieron el control del norte de
Á frica: Argelia fue tomada por Francia en 1830 y Tú nez en 1881. Inglaterra ocupó Egipto
en 1882 e Italia se anexionó a Libia en 1912. Pero los otomanos conservaron las provincias
asiá ticas e incluso aumentaron su poder en Arabia. Aunque había algunas muestras de
oposició n nacionalista en las provincias á rabes, se limitaron a una pequeñ a minoría.

El colapso y la extinció n del Imperio otomano fue consecuencia de la I Guerra Mundial. El


gobierno cometió el error de entrar en la guerra del lado de los Imperios Centrales, y la
derrota de Alemania significó el final de los otomanos. É stos no tuvieron demasiados
problemas durante los dos primeros añ os de la guerra, aunque sufrieron derrotas a manos
de Rusia al este de Asia Menor. Pero en 1917-‐1918, cuando comenzaron en Irak y
Siria nuevas ofensivas britá nicas, las fuerzas otomanas comenzaron a declinar y tras la
firma del Armisticio de Mudros (octubre de 1918) los otomanos habían perdido todo
menos Anatolia (Turquía). Los otomanos tuvieron que firmar el Tratado de Sèvres (1920),
a través del cual no só lo perdía las provincias á rabes sino también sufrían la divisió n de
Turquía. La dinastía fue eliminada en 1922 y el imperio fue sustituido por la Repú blica de
Turquía.

El Imperio Otomano11

1 Tomado de Montesquieu, “El espíritu de las leyes”, citado en BAYART Jean François, El estado en África, Barcelona Ediciones Bellaterra,
2000
2
Cfr, WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 10.
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Independencia y siglo XX en África

Existe en occidente, en general, una imagen que raya en la idea de la miseria de Á frica, la
cual parece sufrir su existencia y padecer injusticias frente al sistema internacional. El
continente constantemente se enfrenta a diversos problemas políticos y humanitarios tales
como el hambre, la guerra civil, la sequía, el apartheid, y las grandes pandemias.

Á frica, la cual contaba entre su historia gran desarrollo en el sistema internacional, a partir
de la conquista y esclavizació n de la que fue objeto por parte de occidente no logra
levantarse y si bien ya no está sometida a grandes imperios occidentales, sí padece la
herencia trá gica de ese pasado, la cual no le ha permitido levantarse frente al mundo como
un continente con capacidades frente a los demá s, sino, al contrario, se ha quedado
relegada en el sistema internacional. Su historia anterior se encuentra cercenada frente a
la historia colonial.

Dentro del devenir de la historia universal, pocas veces fue considerada amenaza real para
los europeos o el resto del mundo, ni siquiera en la antigü edad Egipto llegó a presentar
gran amenaza a Roma como sí lo fueron los pueblos bá rbaros del norte de Europa. La
relació n entre Europa y Á frica negra, de-‐sigual, siempre fue ventajosa para la primera:

“La mayoría de los pueblos de las costas de Á frica son salvajes o bá rbaros. Carecen de
industria. No tienen artes, poseen abundan-‐tes metales preciosos, que extraen
inmediatamente de la naturaleza. Todos los pueblos civilizados está n, pues, en condiciones
de negociar con ellos ventajosamente. Pueden conseguir que aprecien mucho co-‐sas de
ningú n valor, y percibir un precio elevado por ellas”2

Á frica era concebida como una regió n con grandes problemas debido a sus faltas de
desarrollo político frente a Europa, ya que sus formas sociales diferentes implicaban que
fuera sometida por otras regiones que gozaban de un desarrollo tecnoló gico y econó mico
mayor, lo que la dejaba rezagada en la historia del sistema internacional. Las imá genes del
Á frica salvaje y el desierto inhó spito motivó la idea de una sociedad aná rquica que debía
ser “domada” en el sistema internacional.

Es así como se llega a un hecho fundamental de la historia africana: la conquista y


explotació n del continente por parte de potencias extranjeras que generó un proceso
exó geno de inserció n de la regió n en el sistema internacional. Este proceso histó rico generó
un proceso de dependencia en el que Á frica como colonia pasó a ser parte del mundo
occidental.

Posterior a la explotació n esclavista portuguesa que se dio a partir del siglo XVI, Á frica fue
conquistada por parte de Europa de manera rá pida a lo largo del siglo XIX. En la
conferencia de Berlín entre 1884 y 1885 se repartió las zonas de influencia de las potencias

2
Cfr, WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 10.
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europeas sobre el continente negro. La causa que motiva dicha conferencia fue acabar con
el comercio de esclavos. Los franceses, portugueses, ingleses, alemanes y belgas
repartieron el continente y para 1914 eran toda una colonia. Muchos de estos límites se
conservan hasta hoy aun incluso cuando ya son países independientes. De esta manera,
Á frica se convierte en una de las periferias del sistema internacional para el siglo XX. En la
Conferencia de Berlín, las potencias europeas discuten sobre su influencia en el continente
y se buscó afirmar grandes zonas de influencia con la formació n y posesió n de grandes ejes
coloniales que atraviesen a Á frica dejá ndola bajo soberanía colonial. Fue así como Francia
logró establecer su eje entre Senegal y Gabó n; Portugal, entre Angola y Mozambique; y
Gran Bretañ a, entre El Cairo y El Cabo en Á frica Oriental.

Ya para finales de la Segunda Guerra Mundial, los imperios coloniales estaban en su fase de
declinació n y se enfrentaban a los procesos de independencia, no solamente en Á frica, sino
también en el sudeste asiá tico.

PAÍS AÑO DE INGRESO A LA ONU


Botswana 17 octubre 1966
Burkina Faso 20 septiembre 1960
Burundi 18 septiembre 1962
Cabo Verde 16 septiembre 1975
Camerún 20 septiembre 1960
Congo 20 septiembre 1960
Côte d'Ivoire 20 septiembre 1960

Tomado de Naciones Unidas: http://www.un.org/spanish/aboutun/unmember.htm

Países como Inglaterra y Francia dejaban sus antiguas colonias en las dos regiones y les
daban paso a nuevos países en el sistema global. De esta manera, la Organizació n de
Naciones Unidas, para la década de los añ os 1960, contaba ya con países africanos en sus
filas.

Asia y su proceso de desarrollo

Asia se divide para su estudio en Asia central, extremo oriente y el sudeste asiá tico. Cada
una de estas regiones presenta unas características propias que permiten hablar o no de
una homogeneidad en Asia como cultura y como continente. El Asia Central es la regió n que
engloba a las naciones que se encuentran en la parte central de Asia. No existe un acuerdo
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uná nime sobre qué territorios forman esta regió n. Sin embargo, existe un consenso general
sobre algunas á reas geográ ficas definidas que sin duda pertenecen a esta zona. Es el caso
de las actuales repú blicas de Kazajstá n, Kirguistá n, Tayikistá n, Turkmenistá n y Uzbekistá n,
algunos adicionan a Mongolia y a la Regió n de Xinjiang en China.

Antes de la revolució n de 1917 la mayor parte de la regió n era administrada por el


gobierno Zarista por medio de dos gobernadores que establecieron el poder ruso en la
regió n. Previo a la llegada de los rusos, la regió n había sido objeto de invasiones y
conquistas, si bien su paisaje y tierra no permitía el asentamiento de pueblos diferentes a
los nó madas, es cierto que era un corredor estratégico para la comunicació n entre
Occidente y Oriente, sobre este corredor se estableció la ruta de la seda, considerada como
el eje del comercio en la regió n hasta que el comercio marítimo y las nuevas rutas
comerciales abarataron los costos y redujeron los riesgos en seguridad.

La principal invasió n que sufrió la regió n fue de los á rabes en los siglos VII y VIII d.C. y de
los mongoles en el siglo XIII. Ninguno de estos pueblos conquistó de manera significativa la
zona, hasta que los rusos la anexaron a su imperio y la convirtieron en provincias dentro de
su sistema administrativo. Para el momento de la revolució n, había má s de 2’000.000 de
rusos en el llamado Turkestá n y en la regió n esteparia del imperio. Para el censo soviético
de 1959 má s de la tercera parte del total de la població n consistía en rusos y pueblos no
asiá ticos, má s rusos que naciones musulmanas.33

El régimen soviético estableció un sistema de dominació n imperial sobre esta regió n,


doblegando las diferencias culturales. La Unió n Soviética en general, e incluso antes,
durante la Rusia zarista, no le dio gran importancia al desarrollo ya que los veía como
pueblos “bá rbaros” en una acepció n bastante moderada incapaces de sobrevivir como
independientes, sino que debían estar sometidos a una autoridad central y si era rusa
mucho mejor. Si bien la delimitació n soviética de 1924 trajo una nueva forma de
administració n para estos pueblos, también consolidó el poder de la Unió n en Asia Central
y enfrentó a los soviéticos a dos grandes retos: reformar el sistema de tierras de una zona
que por un lado era bastante pobre a nivel agrícola y por otro enfrentarse a los
musulmanes y a la diversidad cultural que suponía la zona.4 El dominio no se hizo sin
resistencia por parte de estas naciones y la fuerza bolchevique no se hizo esperar para
1935 gran parte de la resistencia había sido ejecutada o había emigrado hacia China.

Las diferencias culturales de estos pueblos habían sido mantenidas bajo un manto de
sovietizació n de Asia Central, sin embargo al caer la Unió n Soviética, la zona vuelve a estar
a su suerte y con una autonomía que la deja a merced de otros poderes a finales del siglo
XX.

3 WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 70.
4 NÁJERA David, “Medio Oriente: una reflexión contemporánea” en VARIOS, Asia y África en la historia, México D.F., Universidad
Autónoma Metropolitana. 1996. pág 221
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Mapa político de asia5

Para Djalili y Kellner (ver bibliografía), existe un problema real en la independencia de esta
regió n, sobre el cual hay que llamar la atenció n, y es que su autonomía se logra no por un
movimiento independentista que tuvieran un proyecto de estado independiente, sino por el
hundimiento de la metró poli, lo que deja a la regió n sin un piso político y la atomiza de
nuevo entre sus mú ltiples naciones que habían sido, a lo largo de la historia conquistadas
por diferentes imperio. El asunto aquí es que como ya no existen grandes imperios que
dominen esta regió n, Asia central se encuentra en medio de un juego de intereses de
potencias que no van a entablar una dominació n colonial clá sica, sino que van a establecer
sistemas de alianzas que les permitan mantener un poder en la regió n, dejando así los
problemas internos de Asia central sin resolver de manera real pero tampoco sin una
sumisió n a unos intereses supranacionales.

La situació n de pobreza en la zona es alarmante, la inestabilidad de los sistemas políticos y


el autoritarismo que se genera dejan entrever una sin salida para esta regió n asiá tica, la
cual se aleja de la suerte de sus vecinos como el medio oriente o el extremo oriente, que
han encontrado fó rmulas para el desarrollo econó mico y para levantar sus niveles de
pobreza, como es el caso de la India. Adicionalmente aparte del petró leo que puedan captar
algunos de estos países desde el mar caspio, no existen grandes ventajas comerciales para
lograr una inserció n efectiva dentro del sistema internacional.

La caía de la Unió n vuelve a dejar al descubierto la coexistencia de pueblos diversos con


culturas diversas que no pueden entablar un sistema de estado nacional que los haga
funcionales para el sistema internacional liberal democrá tico occidental, la diferencia
cultural dentro de los proyectos liberales debe ser erradicada para poder estandarizar
mercados y eliminar naciones que eviten o que intenten escaparse del libre mercado.

5 Tomado de 1959 MAGELLAN GographixSM (805) 685-3100 www.maps.com


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Cuando se va al extremo oriente, después de la Segunda Guerra Mundial, el oriente de Asia
parecía estar enfrascado en los mismos problemas estructurales que vienen enfrentando
otros países en vía de desarrollo. Con excepció n del Japó n, país que -‐expandía su
producció n a gran velocidad desde que Estados Unidos se compromete en su
reconstrucció n posguerra.

Japó n abre sus puertos para que entren y salgan bienes y así fomentar cierto desarrollo
financiero y soportar todo el crecimiento industrial de algunos sectores como el
manufacturero. Inicialmente dependía de otros mercados debido a la destrucció n de su
infraestructura en la guerra y a la falta de industrias, sin embargo cuando pudo colocar sus
excedentes agrícolas en mercados internacionales, logró captar capital. Esto sumado a la
inversió n que se estaba haciendo para su reconstrucció n, logró que el país se desarrollara
de manera rá pida y que para finales de los añ os 70 ya se presentara como uno de los
milagros econó micos del siglo XX. Si bien en la reconstrucció n econó mica japonesa
intervinieron estímulos exteriores ante todo es el fruto, de la racionalizació n econó mica,
entendida ésta no como la primacía a un discurso o el celo por defender una determinada
teoría, sino como la forma que adopta una estrategia encaminada al uso calculado y
eficiente de todos los recursos posibles.

El resto de la regió n vivió transformaciones paulatinas, sin embargo antes de terminar el


siglo XX eran reconocidos por sus economías fuertes y competitivas en mercados
internacionales. Asia extrema o extremo oriente se enfrentó al cambio de unas economías
agrarias a unas industrializadas y con gran infraestructura.

Los países asiá ticos que desembocan al océano pacífico lograron vencer la miseria dejada
por la guerra mundial, las guerras de independencia del sudeste asiá tico en los añ os 50, la
guerra de Corea y la guerra de Vietnam. A pesar del enfrentamiento en Corea y pocos añ os
después en la península de Indochina cuyo conflicto duró hasta 1992, la regió n ha gozado
de crecimiento sostenible. Paradó jicamente, el enfrentamiento político en Asia estimuló el
arranque econó mico. Con el destape del conflicto coreano, Japó n se convirtió en importante
fuente de suministros para las fuerzas defen-‐soras de Seú l.

Si al comenzar la década de los sesenta el Japó n sorprendió al mundo con la rá pida


restauració n de su economía, su emergencia no quedó aislada. Por el contrario, Corea,
Taiwan o Singapur -‐países cercanos-‐ empezaron a dar muestras de su capacidad de
convertirse en procesadores y oferentes competitivos de bienes manufacturados. En los
añ os ochenta, al tiempo que esas nuevas economías industrializadas en Asia completaban
su modernizació n productiva, un nuevo grupo periférico a ellas empezaba a emerger como
centro de manufacturació n complementario o sustituto de las ramas que, por costos o des
abastecimiento de insumos, se tornaban má s costosas en los países con industrias maduras.

Esta descripció n de la ola modernizante e industrializante de Asia sería incompleta si no se


revisaran los casos recientes de otras economías inscritas en ese proceso. En conjunto, se
trata del grupo de países del este asiá tico que permanecieron durante décadas alineados al
bloque socialista en cabeza de China. Las reformas de 1978 del presidente Deng Xiaoping,
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empezaron a aplicar una estrategia de modernizació n y de apertura al comercio
internacional y la inversió n extranjera se viene aplicando una estrategia de modernizació n
del aparato productivo y de vinculació n creciente al comercio mundial. Para 1979, el
gobierno chino autorizó el establecimiento de sucursales bancarias extranjeras, tales como
el Hong Kong Bank, Standard Chartered Bank, Banco de Tokio, Credit Lyonnais, Bank of
America, Banque Nationale de Paris. El capital mínimo para abrir una sucursal bancaria era
de veinte millones de dó lares.

En realidad, las primeras reformas econó micas chinas tuvieron lugar en el sector rural
debido a la necesidad de expandir la producció n. La producció n agrícola se amplió en un
promedio anual de 8% entre 1979 y 1984, frente a la tasa promedio de só lo 2% durante los
veinte añ os anteriores de su producció n. Desde 1986, el gobierno central ha dejado
medianamente libres las actividades de las empresas estatales, las cuales se ven en la
obligació n de buscar los recursos financieros en el mercado abierto.

Igualmente, se transformó el sistema de precios fijos, se estableció un mercado de trabajo,


se flexibilizó el tipo de cambio, se abrieron zonas econó micas especiales para atraer la
inversió n externa y, se promovió el comercio exterior, trasladando su manejo a las
autorida-‐des locales. Con el impulso logrado en los añ os ochenta, China entró a los añ os
noventa con indicadores econó micos favorables: el PIB se incrementó en un promedio
anual de 10% entre 1990 y 1993; el auge exportador la llevó a ubicarse entre las doce
potencias comerciales en 1990, con posibilidades de ingresar al grupo de las diez mayores
antes de 1995. Muestra del inusitado despliegue productivo chino es la moderniza-‐ció n de
Shenzhen, ciudad intermedia entre Guangzhou y Hong Kong. Al poco tiempo de ser abierta
a las empresas extranjeras se duplicó su població n, y del milló n de habitantes, el 50%
estaba conformado por contratistas y obreros que construían cientos de nuevos edificios
equipados con avances tecnoló gicos. Entre 1980 y 1989 se instalaron en esa ciudad 2.500
nuevas industrias y 3.900 empresas comerciales.

Los cambios en Vietnam ocurrieron casi una década después de iniciados en China. En
1986, el gobierno vietnamita abandonó el sistema de economía de planeació n centralizada
para dar paso a la producció n, bajo estímulos capitalistas en un régimen abierto al mundo.
El conjunto de medidas se orientó a reformar el Estado, a darle autonomía a las empresas
industriales, a promover la economía de mercado en el campo y a buscar relaciones
internacionales lucrativas. Con el fin de fortalecer las exportaciones, en 1988 la moneda fue
devaluada en un 86%.

En los ú ltimos añ os de la década pasada, el país empezó a obtener resultados positivos de


sus reformas: hubo incremento en el comercio exterior y especialmente, solicitudes
crecientes de inversiones extranjeras. Las inversiones aprobadas durante los cuatro
ú ltimos añ os ascendían, en junio de 1992, a US$3 mil millones.
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Conflicto árabe – israelí

La mayoría de los conflictos locales en medio oriente han escalado su magnitud debido a
las posiciones políticas de la guerra fría. “Partiendo del hecho de que la regió n significó uno
de los má s evidentes escenarios de la confrontació n bilateral pero con actores regionales
tendientes a la acció n unilateral; es decir, que las superpotencias só lo pudieron condicionar
sus políticas pero no determinadas absolutamente, como pudo ser en otros escenarios,
situació n a la que se sumaría, a partir deI factor petró leo”.4

La carrera armamentista en la década de los ochenta se involucró con consideraciones de


interés geopolítico por el control estratégico de la zona. Los Estados Unidos y su doctrina
de intereses vitales se trajeron, en la prá ctica, en el diseñ o de una estrategia de
intervenció n flexible, estructurada en el denominado Comando Central y que preveía la
seguridad regional a partir de alianzas militares con Egipto y Arabia Saudita, bases
militares en Europa y el Índico, todo con el propó sito de controlar la zona de producció n,
refinació n y distribució n de petró leo. Por su parte la URSS, bajo la orientació n de la
doctrina militar de Teatros de Acció n Militar o TVDs, se planteó un hipotético escenario de
enfrentamiento bipolar en el que, en contraparte al norteamericano, buscaba asegurar sus
fronteras con Turquía e Irá n, avanzando sobre este ú ltimo y destruyendo la zona petrolera
á rabe, preservando para sí la irania y la del norte de Iraq.6

De esta manera, la regió n se enfrentó a una carrera armamentista entre los dos bloques, los
cuales, al terminar la guerra fría se lanzaron a asegurar sus intereses en la zona. Por un
lado Rusia, al abandonar la dominació n directa sobre Asia Central, tal y como ya se vio, se
enfocó en lograr tratados de asistencia y cooperació n militar para poder asegurar su
frontera sur. De igual manera Estados Unidos, quien ya venía haciendo fuerte presencia
desde la guerra entre Irá n e Irak en los añ os 80 y ayudó a Afganistá n a repeler la invasió n
soviética de 1979, se lanzó a asegurar sus intereses geopolíticos y las reservas de petró leo.
De esta manera a lo largo de los añ os 90 se interés fue lograr dominar o entablar relació n
con aquellos países que manejaran las reservas de petró leo en la regió n.

De esta manera, la inclusió n de un Estado no á rabe en la zona como se hizo con la creació n
del Estado de Israel en 1948 como compensació n por los crímenes de guerra de los
alemanes, aumentó la inestabilidad de la regió n, ademá s porque Israel se creó alineado del
lado de los Estados Unidos. Así, se convirtió en un estado que defendería ciertos intereses
en la regió n, la cual ya representa un problema en sí por su explotació n petrolera, ademá s
por que la descolonizació n después de las guerras mundiales dejó una zona de altos
conflictos nacionales y religiosos como el de los Kurdos, Chiítas y Sunitas.

La caída del Imperio Otomano, destruyó la mediana unidad que existía y dejó la regió n a las
potencias internacionales, en primer lugar a Inglaterra y en Segundo lugar a Estados
unidos, quien no ejerce un imperialismo colonial clá sico, sino que ejerce presió n sobre la
zona vía militar y por medio del estado de Israel. Después de la guerra de los 6 días en 1967

6 NÁJERA David, “Medio Oriente: una reflexión contemporánea” en VARIOS, Asia y África en la historia, México D.F., Universidad
Autónoma Metropolitana. 1996. pág 222
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Israel se expandió a sus países vecinos y dejó en claro su superioridad militar frente a sus
enemigos musulmanes.

Frente a esta amenaza latente a lo largo de la guerra fría y ahora en el siglo XXI, la zona
sigue padeciendo de conflictos internos y ciertamente es la zona má s peligrosa del sistema
internacional. El delicado equilibrio que el juego de potencias ayudó a mantener, se vio roto
por el aumento de la presencia norteamericana con la primera guerra del Golfo en 1990 y
luego con los ataques del 11 de septiembre y las posteriores guerras que ha llevado a cabo
Estados Unidos en Afganistá n e Irak.

Algunos países se han acercado a una solució n política. Egipto por ejemplo, aparentemente
ha solucionado sus problemas con Israel a partir del tratado de Camp David de 1978, su
interés por participar en una solució n pacífica, son má s de cará cter político. Ciertamente no
conserva aspiraciones territoriales y la paz con Tel Aviv le ha abierto las puertas a la ayuda
norteamericana. Sin embargo, en el centro de todo el problema entre á rabes e israelitas se
encuentra el asunto de palestina, la cual sigue reclamando sus territorios ocupados como
ciertas zonas de Jerusalén y la franja de Gaza en algunas partes. Aunque se han hecho
grandes avances, sobretodo bajo el mandato de Yasser Arafat en los diá logos del 2000
también en Camp David, cuyo garante fue Estados Unidos, aun hay sectores radicales como
el partido palestino Hamas y el ascenso de cierta derecha judía al poder en Israel.

Adicionalmente, los ú ltimos 5 añ os ha visto la radicalizació n del conflicto en el sentido en


que aparece un nuevo actor en la regió n, es decir, el terrorismo llevó el conflicto en el
Medio Oriente al extremo y ya no se circunscribe como un conflicto local sino que pasó a
ser un conflicto internacional porque los intereses se concentraron tanto en la regió n que
desbordaron las fronteras geográ ficas de la misma. Terrorismo se mezcla con religió n, con
petró leo y genera redes de terrorismo a nivel internacional que originan nuevas amenazas
en el sistema global. El conflicto de Medio Oriente ha llegado a los mayores niveles que
puede llegar con los elementos que tiene dentro de su propia diná mica interna.

La “situación africana”: pandemias, pobreza y guerra

La vinculació n de Á frica con la expansió n colonial europea explicará tam-‐bién su prá ctica
desaparició n durante la Guerra Fría, de la mano de la revuelta contra Occidente llevada a
cabo por las sociedades sujetas hasta entonces como colonias. É stas, conforme se
independizaban, conseguían modificar el régimen internacional de soberanía. Ya no se
podía tener en cuenta su grado de civilizació n o atraso, ni el tipo de sistema político,
econó mico o su capacidad efectiva para gobernar.

Todas las sociedades pasaban a ser plenamente soberanas y, por tan-‐to, miembros de la
sociedad internacional con derecho al respeto de su soberanía e independencia. Y al
desaparecer el está ndar civilizatorio, se derrumbaba el régimen intervencionista asociado
que legiti-‐maba la intervenció n humanitaria como título de guerra justa con-‐tra las
sociedades semi-‐civilizadas.
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A partir de ese momento y durante toda la Guerra Fría, se pasa a hacer un uso de fuerza
proscrito y considerado ilegítimo por la Comunidad Internacional. Ello a pesar del
surgimiento del sistema internacional de protecció n de los derechos humanos que
presionaba contra el régimen de soberanía negativo y no intervencionista. Pero las
realidades de la contienda bipolar y la presió n de los nuevos países, en especial de los
africanos para no ser de nuevo víctimas de abusos y nuevos imperialismos, presionaban en
contra de la inter-‐venció n humanitaria.

Los conflictos civiles, el Sida y los niveles de pobreza y hambre que presenta Á frica, son las
má s alarmantes, en su visió n conjunta, en todo el sistema internacional. Las guerras en el
Congo, Costa de Marfil, Sierra Leona o Liberia, dejaban millones de desplazados que
agudizaban aun má s los problemas de salubridad y ahonda la crisis humanitaria en general.
Estos conflictos que se dan prá cticamente desde el momento de la descolonizació n son
originados por problemas internos de choques entre etnias como en el caso de Ruanda,
pero también ante la inestabilidad política y la dependencia econó mica de un continente
que no ha podido descifrar la ruta del desarrollo ni la inserció n adecuada en el sistema
internacional.

Los conflictos en Burundi, el Chad, Somalia, Sudá n, Somalia, el proceso de paz en Angola, o
la senda emprendida por Sudá frica tras desmantelar el apartheid, Mozambique o Etiopía al
finalizar las largas guerras civiles que sufrieron; ahogan al continente negro en una
dramá tica situació n que presenta una encrucijada para los recursos humanitarios del
sistema internacional. De todas formas, el sistema internacional continú a con las imá genes
de bá rbaros incivilizados que ya se había comentado y que hacen mella en las visiones que
se tengan sobre el continente.

Sin embargo, existe una nueva intervenció n de las potencias europeas, solamente que ya no
es en la ló gica colonial clá sica, sino que ahora la intervenció n es para tratar de solucionar la
condició n africana de subdesarrollo e inestabilidad. En los ú ltimos tiempos se ha producido
un nuevo despliegue de tropas internacio-‐nales en los conflictos africanos. En el añ o 2000,
los britá nicos aterrizaban en Sierra Leona para proteger su capital del Frente
Revolucionario Unido. Dos añ os después, en el 2002, los franceses desplegaban 3000
soldados en Costa de Marfil para super-‐visar el alto el fuego entre los rebeldes del norte y
las autoridades gubernativas. Por otra parte, al agudizarse el conflicto liberiano en los
meses de junio y julio de 2003, el gobierno estadounidense se planteaba intervenir para
restablecer la paz tal y como le pedía Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas.

Asimismo, en el mes de junio de 2003, la Unió n Europea, liderada por Francia, desplegaba
con la autorizació n del Consejo de Seguri-‐dad, la Fuerza Multinacional Interina de
Emergencia con 1400 solda-‐dos en el Congo con el objetivo de estabilizar el á rea sacudida
por la violencia tribal y caníbal mencionada. Dicha fuerza, ha sido sustituida por el
despliegue de los cascos azules del MONUC (Misió n de Naciones Unidas para el Congo) en
la regió n. En este caso, la operació n también era aproba-‐da por el Consejo de Seguridad y
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INTERNACIONALES Y ESTUDIOS
recibía autorizació n para usar la fuerza de conformidad con el capítulo VII de la Carta de
Naciones Unidas para proteger a la població n civil en Bunia -‐ Congo.

Reaparece así la intervenció n militar humanitaria que había te-‐nido su momento de


esplendor en los albores de la posguerra fría. Entonces dicha figura irrumpía de forma
espectacular en la agenda política internacional y pasaba a ocupar un lugar central en los
dis-‐cursos de Naciones Unidas, ONG humanitarias, así como de los políticos, académicos y
medios de co-‐municació n.

Igualmente irrumpía en el continente africano donde se produje-‐ron tres de las cuatro


intervenciones humanitarias de la primera mitad de los noventa. En concreto, fueron: la
intervenció n de la Comunidad Econó mica del Á frica Occidental (CEDEAO), en Liberia entre
1990 y 1997; la de una coalició n de estados liderados por Es-‐tados Unidos y Naciones
Unidas en Somalia entre 1992 y 1995; y la de Francia en Ruanda en 1994.

Resumen

Los Imperios dominaban geográ fica, social y políticamente al continente asiá tico y al
africano. Uno de los má s importantes era el Imperio Otomano que má s o menos mantenía
una cierta estabilidad y separaba por la zona euroasiá tica los continentes asiá tico y
europeo, dando estabilidad a Medio Oriente. Por otro lado, la Rusia del Zar y
posteriormente la Unió n Soviética, dieron seguridad en la zona de Asia central. Sin
embargo la situació n de Á frica y el Sudeste asiá tico no es tan amable como se pensaría de
estas otras dos zonas. La influencia de las potencias europeas era la expansió n por medio
de una ló gica colonial de explotació n de los territorios conquistados, de esta manera, Á frica
y el Sudeste asiá tico, se enfrentaron a largas guerras de descolonizació n las cuales
resultaron en una situació n de inestabilidad.

La caída del Imperio Otomano eliminó un “tapó n” político y cultural que evitaba que
Europa chocara con Asia y se produjeran un sin fin de conflictos coloniales y sociales. Por
esta razó n, después de la Primera Guerra Mundial las potencias europeas se lanzan a la
conquista de Medio Oriente y del norte de Á frica, de esta manera, Europa se levanta como
una especie de “imperio multicultural” que dominará desde la costa atlá ntica hasta el casi el
mar Caspio en Asia y por el otro lado desde el Pacífico Sur hasta la India.

Un poco má s al norte, una nueva potencia se expande con gran fuerza y con una forma
econó mica no colonial. Estados Unidos logra expandirse después de la Segunda Guerra
Mundial e influir en zonas como Japó n y lograr establecer un modelo de economía de libre
mercado. El modelo de desarrollo de extremo oriente dio paso a una inserció n exitosa del
subcontinente en el sistema internacional. Por otro lado se ve que las formas de mercado
colonial, es decir una especie de mercantilismo econó mico, dieron al traste con zonas como
Asia Central y Á frica, las cuales no lograron descifrar correctamente una forma de
PROGRAMA DE RELACIONES
INTERNACIONALES Y ESTUDIOS
desarrollo y siguen dependiendo con gran fuerza de las mismas potencias que alguna vez
dominaron.

Es así como se ve la necesidad europea de ayudar con asistencia humanitaria e


intervenciones al continente para evitar una catá strofe mayor y tratar de que Á frica,
después de haber sido un continente de grandes imperios, siga enfrascada en luchas
tribales y se establezcan políticas que evitan la implantació n de modelos de desarrollo que
permitan la estabilidad de la regió n.

El problema de Medio Oriente se divide en dos: Á rabes-‐Israel y Palestina-‐Israel. De


los cuales el primero está encontrando formas de solució n adecuada, aunque amarradas a
las ló gicas del sistema internacional contemporá neo y bajo la vigilancia de las grandes
potencias mundiales. El problema con Palestina es má s complejo ya que apunta
directamente a la supervivencia de un pueblo que en un momento histó rico fue sometido
por Israel. El terrorismo ha servido de catalizador para que la opinió n pú blica internacional
y los estados se preocupen por la zona ya que actualmente representa la amenaza má s
importante en el sistema global.

Bibliografía

 Afrique Index : annuaire, site Internet de l'Afrique http://www.afriqueindex.com/

 Chabal Patrick y Daloz Jean-‐Pascal, Á frica Camina¸ Barcelona, Ediciones


Bellaterra, 2001.

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2003.

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 Observatorio de política, economía y cultura de Asia http://www.asiared.com/

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 Toledo Beltrá n Daniel (Coord.), Asia y Á frica en la historia, México D.F. Universidad
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 Vallart Jean Fraçois, El Estado en Á frica, Barcelona, Ediciones Bellaterra, 1999.


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INTERNACIONALES Y ESTUDIOS

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Rafael Montes Gutierrez.
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La descolonización de África subsahariana


Cuando estalló la guerra en Argelia en 1954, los únicos Estados africanos indepen-
dientes eran Egipto, Etiopía, Liberia y Sudáfrica. Cuando la guerra terminó, en 1962,
casi todas las colonias británicas, francesas y belgas habían obtenido la independen-
cia o iban a obtenerla en los próximos años. A partir de 1965, toda África era inde-
pendiente con la excepción de los territorios gobernados por Portugal y lo que
entonces se conocía con el nombre del Sáhara Español. Los regímenes de las mino-
rías blancas de Rhodesia (más tarde Zimbabue), la República de Sudáfrica y África
del Sudoeste (más tarde Namibia) representaban una forma de colonización local
que desaparecería con mucha más lentitud, pues Sudáfrica no logró tener un go-
bierno elegido por mayoría hasta 1994. Durante el proceso de descolonización se
formaron decenas de nuevos Estados, y con el aumento del número de Estados miem-
bros, comenzó a cambiar el equilibrio en el seno de las Naciones Unidas.
Aunque la independencia se alcanzó de forma pacífica en algunos países, en
otros los nuevos gobiernos tuvieron que afrontar conflictos armados que expulsa-
ron de sus hogares a muchas personas, a menudo más allá de las fronteras. Tam-

50
La descolonización de África

2.1 La huida de Rhodesia, el retorno a Zimbabue

A mediados de los años sesenta, casi


todas las antiguas colonias africanas entrenamiento y sus equipos y distinguir a los refugiados de los
del Reino Unido eran independientes. comenzó a actuar desde bases guerrilleros. En 1978, el ACNUR dejó
La única excepción era Rhodesia, situadas en Mozambique y en de prestar asistencia a los campos
donde el gobierno de la minoría Zambia. afiliados a la ZAPU, aunque sí
blanca se había negado a extender proporcionaba ayuda de emergencia.
el derecho de voto a la mayoría de La huida a Mozambique, Botsuana A causa de los numerosos problemas
sus ciudada- nos. En noviembre de y Zambia políticos y de seguridad asociados a
1965, el primer ministro de Rhodesia, Los principales flujos de refugiados estos campos, la asistencia
Ian Smith, promulgó una Declaración comenzaron a mediados de los años internacio- nal a los refugiados en
Unilateral de Independencia. La setenta, cuando se intensificaron los tres países que acogían a
ausencia de una respuesta militar del los combates. A finales de 1975, el refugiados fue mínima. Muchos de
Reino Unido, la ineficacia de los ACNUR calculaba que había los campos padecieron una escasez
acuerdos negociados externamente y la alrededor de 14.500 refugiados de crónica de alimentos.
brutal represión de las actividades Rhodesia en Mozambique. Este
políticas africanas empujaron al número aumentó con rapidez en los Repatriación y reconstrucción
movimiento nacionalista negro a siguientes años, y en 1979 se En 1976, la ZANU y la ZAPU se
recurrir a la lucha armada. calculaba que había más de 210.000 fusionaron, formando la alianza
refugiados de Rhodesia en del Frente Patriótico y
Los dos partidos de la oposición, la Mozambique, Botsuana y Zambia. aumentando la presión sobre las
Unión Nacional Africana de Zimbabue fuerzas de seguridad de Rhodesia.
(ZANU) y la Unión Popular Africana A lo largo de la frontera oriental
El debilita- miento de la
de Zimbabue (ZAPU) crearon sendos con Mozambique, muchos refugiados
determinación de las autoridades
brazos militares e iniciaron una huyeron sólo a corta distancia, pues
de este país llevó a las
guerra de guerrillas. La policía y el cruzaron la frontera pero se
partes a la mesa de negociaciones
ejército de Rhodesia respondieron sin quedaron a vivir con sus parientes.
en 1978, y en las conversaciones de
piedad. Esa misma década habían Muchos otros se dirigieron a grandes
Lancaster House de Londres,
llegado al país refugiados blancos campos situados en el interior de
celebradas entre septiembre y
del Congo; ahora los blancos de Mozambique, en lugares como Chimoio
diciembre de 1979, se alcanzó un
Rhodesia estaban decididos a no y Nyadzonia, que administraba la
acuerdo que incluía medidas para la
convertirse también en refugiados. ZANU. Estos campos albergaban no
repatriación rápida de refugiados a
sólo a un gran número de
fin de que participasen en las
Al principio, las perspectivas de refugiados, sino también a
elecciones. El ACNUR intervino en
alcanzar un acuerdo negociado eran guerrilleros en fase de instrucción, y
el programa de repatriación, que
escasas. Las fuerzas de seguridad de como consecuencia, se hicieron
costó 140 millones de dólares, con
Rhodesia pudieron contener la vulnerables a los ataques de las
la condición de que dicha
rebelión, mientras que el pequeño fuerzas armadas de Rhodesia. Por
repatriación fuera voluntaria, de que
número de habitantes que huyó a los ejemplo, el 9 de agosto de 1976,
existiera un acuerdo entre el país
países vecinos eran sobre todo murieron cientos de refugiados en un
de origen y los países de asilo
personas que deseaban incorporarse ataque contra el campo de
sobre las modalidades de movimiento
a la lucha por la liberación Nyadzonia. Los campos de Zambia
y recepción, y de que los refugiados
nacional. Pero a finales de los años albergaban también tanto a
pudieran retornar a sus casas y sus
sesenta, las personas huían de refugiados como a guerrilleros, y en
pueblos.
Rhodesia debido a la brutalidad Botsuana había campos de tránsito
sancionada por el gobierno. A partir para acoger a quienes se dirigían a El alto el fuego entró en vigor a
de 1973, las leyes de Rhodesia Zambia. En la propia Rhodesia, miles finales de 1979, y las primeras
cayeron con toda dureza sobre los de personas huyeron de sus hogares elecciones se celebraron en febrero
negros acusados de apoyar la guerra en el medio rural para vivir en de 1980. La República de Zimbabue
de guerrillas. Miles de campesinos campamentos improvisados situados declaró formalmente su independencia
fueron obligados a trasladarse a alrededor de los pueblos y ciudades en abril de aquel año. A principios
«pueblos protegidos» cercados y más grandes. de los años ochenta, habían retornado
sometidos a la vigilancia de las tres cuartas partes de los
La militarización tan ostensible de los
fuerzas especiales de seguridad. refugiados zimbabuenses. Dado que el
campos de los países vecinos hizo
La violencia y los abusos de las que las organizaciones de ayuda de país ya no estaba gobernado por la
fuerzas de seguridad de Rhodesia emergencia y los gobiernos tuvieran minoría blanca, los retornados
eran generalizados. En 1975, dificultades para prestar asistencia a estaban impacientes no sólo por
Rhodesia promulgó una Ley de los refugiados sin ayudar al mismo rehacer sus vidas, sino por
Indemnizaciones y Compensaciones tiempo a los combatientes. La ayuda participar en la construcción de una
aplicable con efectos retroactivos médica y alimentaria enviada a nueva nación. La reconstrucción de
desde diciembre Mozambique para los refugiados las comunidades se hizo con rapidez,
de 1972, para proteger a las fuerzas inevitablemente encontraba también la y el ACNUR y otras organizaciones
de seguridad de la responsabilidad forma de llegar a la guerrilla. Los internacionales de ayuda de emergen-
legal en que hubieran podido grupos eclesiales que trataban de cia prestaron asistencia para la
incurrir al matar y torturar a localizar a los niños secuestrados reinserción. Después, a partir de
personas o al destruir propiedades descubrieron que muchos de ellos se principios de los años ochenta, la
durante la guerra. En respuesta, la habían convertido en combatientes propia Zimbabue se convirtió en país
sublevación se intensificó y muchas bien entrenados. El ACNUR proporcio- de acogida para un número creciente
personas se unieron a la guerrilla. nó asistencia a los refugiados y de refugiados que huían de la
Durante la década de 1970, ésta actuó en algunos de los campos, pero guerra civil de Mozambique. En
mejoró su tenía cada vez más dificultades 1992, había en el país más de
para 230.000 refugiados mozambiqueños.

51
La situación de los refugiados en el mundo

Dominio colonial e independencia en África Mapa 2.1

Notas:
Las cifras indican el año de independencia de cada país cuando es posterior a 1950.
La potencia colonial indicada es la potencia que gobernaba en 1950.
Los nombres de los países y las fronteras son los existentes a 31 de diciembre de 1999.
* Namibia, antes África del Sudoeste, fue administrada por Sudáfrica entre 1920 y 1990, año en que obtuvo la independencia.
** España renunció al dominio del Sáhara Español en 1975. Desde ese año, el estatuto de lo que se suele llamar Sáhara
Occidental está en litigio y ha de celebrarse todavía un referéndum sobre la cuestión auspiciado por la ONU.
Fuentes: ACNUR, Global Insight Digital Mapping, Europa Technologies Ltd, 1998; J. Scott, The World Since 1914, Heineman
Educational, Oxford, 1989; The Europa World Yearbook 1999, Europa Publications, Londres, 1999.

bién provocaron la huida de refugiados el dominio político de un grupo étnico


sobre otro y la agitación que siguió a los golpes de Estado y a las tentativas de
golpes de Estado que sufrieron los nuevos Estados africanos.
A principios de los años sesenta, la violencia que se desató tras la independen-
cia del Congo, Ruanda y Burundi, en la región de los Grandes Lagos del África
central provocó matanzas generalizadas y un desplazamiento masivo de la pobla-
ción. Durante esa misma década, miles de refugiados huyeron de Angola, Mozam-
bique y Guinea-Bissau, administrados por Portugal, y un número más reducido
salió de la República de Sudáfrica, el África del Sudoeste y Rhodesia, gobernados

52
La descolonización de África

por regímenes controlados por minorías. El grupo más numeroso fue el integra-
do por quienes huyeron de los territorios portugueses a los países vecinos para
escapar de las repercusiones de las luchas armadas por la independencia. Los ha-
bitantes del norte de Angola se trasladaron a la República del Congo, donde la
mayoría se estableció de forma permanente. 18 Los procedentes del este y del sur
de Angola huyeron a Zambia y a Botsuana. Los refugiados de Guinea-Bissau entra-
ron en Senegal, donde se integraron con la etnia kin del sur del país. Los refugia-
dos de Mozambique se dirigieron al sur de Tanzania y de Zambia. El pequeño
número de personas que huyó de la República de Sudáfrica fueron a Botsuana,
Zambia y Tanzania. Algunos marcharon más lejos y llegaron a otros Estados africa-
nos, a Europa y a los Estados Unidos.
Durante los años sesenta hubo otros numerosos movimientos de refugiados im-
portantes derivados de conflictos armados internos. Los refugiados ewes de Ghana
entraron en Togo tras la derrota de sus esfuerzos por reunir a los ewes de ambos
países. En los años siguientes a la independencia, la República del Congo sufrió una
prolongada guerra civil que obligó a muchas personas a huir en busca de seguridad
a los nueve países vecinos, sobre todo a la República Centroafricana, Sudán, Uganda,
Burundi y Tanzania. La guerra civil de Sudán provocó sucesivas oleadas de refugia-
dos que llegaron desde el sur a Uganda, el Congo, la República Centroafricana y
Etiopía. El conflicto armado que enfrentó a las fuerzas etíopes con los separatistas
de la provincia de Eritrea se tradujo en la entrada de refugiados en Sudán. Tras la
reafirmación armada de su separatismo religioso, los miembros de la secta Lumpa
huyeron de Zambia y se convirtieron en refugiados en el Congo.
Quizá el conflicto más devastador fue la guerra de Biafra, iniciada en 1967. La
guerra estalló cuando, en junio de ese año, esta región del oeste de Nigeria, de
población mayoritaria ibo, se autoproclamó república independiente de B i a f r a . Al
mes siguiente comenzó la guerra civil, cuando el gobierno federal trató de mante-
ner la unidad de Nigeria. Dos años y medio después, las fuerzas federales se ha-
bían impuesto, pero la guerra costó la vida de al menos 600.000 personas, que en
su mayoría murieron como consecuencia de la hambruna, y desarraigó de sus ho-
gares a dos millones de personas. La hambruna de Biafra tuvo una repercusión sin
precedentes en la televisión y los líderes biafreños utilizaron las dramáticas imáge-
nes de niños escuálidos para galvanizar la acción de la comunidad internacional.
El CICR, el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y un peque-
ño número de organizaciones internacionales no gubernamentales, en su mayoría
de carácter religioso, trabajaron directamente con los biafreños y establecieron un
puente aéreo hasta el sitiado territorio rebelde. En su momento de máxima activi-
dad, este puente aéreo transportó cada noche 500 toneladas de ayuda humanitaria
en 40 vuelos. Es interesante señalar que la persona designada por el CICR como
su «Alto Comisionado para Nigeria» durante la crisis fue Auguste Lindt, que había
sido Alto Comisionado para los Refugiados entre 1957 y 1960. 1 9
Durante la guerra de Biafra, más de 50.000 nigerianos huyeron a los países
vecinos. El ACNUR no intervino en la prestación de asistencia a los desplazados
en el interior de Nigeria, aunque sí se la prestó a alrededor de 40.000 refugiados

53
La situación de los refugiados en el mundo

ibos en Guinea Ecuatorial después de que este país pidió su ayuda, en marzo de
1969. Una vez finalizada la guerra, en enero de 1970, el ACNUR asistió también
en las repatriaciones de refugiados realizadas desde varios países, incluida la de
más de 5.000 niños desde Gabón y Costa de Marfil.

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