Conflictividad y Desarrollo Colonización e Independencia
Conflictividad y Desarrollo Colonización e Independencia
Conflictividad y Desarrollo Colonización e Independencia
Introducción
Desde la misma antigü edad, toda la regió n que va desde el Atlá ntico hasta el Océano
Pacífico, ha sufrido innumerables conflictos que hacen que sea una regió n bastante
golpeada por diferentes problemas lo que la convierte en una regió n inestable
políticamente y en una regió n que constantemente se enfrenta a desafíos sociales tales
como las pandemias. De allí que se deba separar una parte del mó dulo y así estudiar los
principales obstá culos para que esta zona no se haya podido desarrollar de manera similar
al resto del sistema y no pueda tener una inserció n efectiva en el mundo. Sin lugar a dudas,
la colonizació n y la posterior lucha de descolonizació n llevaron grandes traumatismos a
dichas sociedades.
Objetivos
Objetivo general
Conocer las principales tendencias del desarrollo y los principales obstá culos para la
inserció n internacional de la zona afro-‐asiá tica en el sistema político y comercial
contemporá neo mundial.
PROGRAMA DE RELACIONES
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Objetivos específicos
Analizar los efectos de la caída del ú ltimo gran imperio que controló la zona: el
imperio Otomano.
Analizar los efectos de la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial en el
desarrollo asiá tico.
Estudiar el conflicto á rabe-‐israelí desde sus diferentes elementos políticos
y econó micos.
Dilucidar elementos de aná lisis y comprensió n de la compleja situació n social y
econó mica de Á frica.
A partir del siglo XVII, el imperio otomano que ocupaba las regiones á rabes en el medio
oriente, sufrió una sucesió n de derrotas militares, primero a manos de Austria y
posteriormente de Rusia. Con el Tratado de IASI (1792), pierden el kanato de Crimea y los
territorios al norte del Danubio.
Mahmud II intentó sustituir el antiguo ejército con una nueva fuerza al estilo europeo. Para
eso acabó con las divisiones internas y expulsó de sus fuerzas a jenízaros, al ejército sipahi
y a los timariotas. En vez de estas filiaciones, el Sultá n buscó una fuerza reclutada,
profesional y disciplinada que sirviera al poder imperial. Un ejército moderno impulsó las
reformas en otros sectores del imperio sobre todo en materia de comunicaciones, el
objetivo central del Sultá n era lograr un desarrollo otomano al mismo nivel que el europeo
por medio del movimiento reformista llamado Tanzimat que tuvo lugar entre 1839 y 1878.
De igual manera, a través del Edicto de la Cá mara Rosa o jatt-‐i-‐sarif, de 1839, y el Edicto
Imperial de 1856, se buscó darle una organizació n civil al imperio, hacer a sus habitantes
ciudadanos y concederles derechos y amplias libertades, no solamente a los musulmanes,
sino también a quienes no lo eran. En gran medida este segundo aspecto fue impuesto a los
otomanos por la presió n de las grandes potencias europeas en nombre de los cristianos
otomanos.
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Durante el ú ltimo siglo de su existencia, el imperio enfrentó divisiones internas y perdió el
clima de gobernabilidad de sus provincias europeas, puesto que los cristianos no acataban
las autoridades otomanas ya que la ola de cambios no satisfizo a sus ciudadanos no
musulmanes. Gradualmente las provincias se hicieron autó nomas:
Grecia (1830), Serbia (1878) y los principados de Moldavia y Valaquia (actual Rumania)
que se unificaron en 1859. Hacia 1885 los territorios otomanos en Europa se redujeron a
Macedonia, Albania y Tracia. También los otomanos perdieron el control del norte de
Á frica: Argelia fue tomada por Francia en 1830 y Tú nez en 1881. Inglaterra ocupó Egipto
en 1882 e Italia se anexionó a Libia en 1912. Pero los otomanos conservaron las provincias
asiá ticas e incluso aumentaron su poder en Arabia. Aunque había algunas muestras de
oposició n nacionalista en las provincias á rabes, se limitaron a una pequeñ a minoría.
El Imperio Otomano11
1 Tomado de Montesquieu, “El espíritu de las leyes”, citado en BAYART Jean François, El estado en África, Barcelona Ediciones Bellaterra,
2000
2
Cfr, WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 10.
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Existe en occidente, en general, una imagen que raya en la idea de la miseria de Á frica, la
cual parece sufrir su existencia y padecer injusticias frente al sistema internacional. El
continente constantemente se enfrenta a diversos problemas políticos y humanitarios tales
como el hambre, la guerra civil, la sequía, el apartheid, y las grandes pandemias.
Á frica, la cual contaba entre su historia gran desarrollo en el sistema internacional, a partir
de la conquista y esclavizació n de la que fue objeto por parte de occidente no logra
levantarse y si bien ya no está sometida a grandes imperios occidentales, sí padece la
herencia trá gica de ese pasado, la cual no le ha permitido levantarse frente al mundo como
un continente con capacidades frente a los demá s, sino, al contrario, se ha quedado
relegada en el sistema internacional. Su historia anterior se encuentra cercenada frente a
la historia colonial.
Dentro del devenir de la historia universal, pocas veces fue considerada amenaza real para
los europeos o el resto del mundo, ni siquiera en la antigü edad Egipto llegó a presentar
gran amenaza a Roma como sí lo fueron los pueblos bá rbaros del norte de Europa. La
relació n entre Europa y Á frica negra, de-‐sigual, siempre fue ventajosa para la primera:
“La mayoría de los pueblos de las costas de Á frica son salvajes o bá rbaros. Carecen de
industria. No tienen artes, poseen abundan-‐tes metales preciosos, que extraen
inmediatamente de la naturaleza. Todos los pueblos civilizados está n, pues, en condiciones
de negociar con ellos ventajosamente. Pueden conseguir que aprecien mucho co-‐sas de
ningú n valor, y percibir un precio elevado por ellas”2
Á frica era concebida como una regió n con grandes problemas debido a sus faltas de
desarrollo político frente a Europa, ya que sus formas sociales diferentes implicaban que
fuera sometida por otras regiones que gozaban de un desarrollo tecnoló gico y econó mico
mayor, lo que la dejaba rezagada en la historia del sistema internacional. Las imá genes del
Á frica salvaje y el desierto inhó spito motivó la idea de una sociedad aná rquica que debía
ser “domada” en el sistema internacional.
Posterior a la explotació n esclavista portuguesa que se dio a partir del siglo XVI, Á frica fue
conquistada por parte de Europa de manera rá pida a lo largo del siglo XIX. En la
conferencia de Berlín entre 1884 y 1885 se repartió las zonas de influencia de las potencias
2
Cfr, WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 10.
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europeas sobre el continente negro. La causa que motiva dicha conferencia fue acabar con
el comercio de esclavos. Los franceses, portugueses, ingleses, alemanes y belgas
repartieron el continente y para 1914 eran toda una colonia. Muchos de estos límites se
conservan hasta hoy aun incluso cuando ya son países independientes. De esta manera,
Á frica se convierte en una de las periferias del sistema internacional para el siglo XX. En la
Conferencia de Berlín, las potencias europeas discuten sobre su influencia en el continente
y se buscó afirmar grandes zonas de influencia con la formació n y posesió n de grandes ejes
coloniales que atraviesen a Á frica dejá ndola bajo soberanía colonial. Fue así como Francia
logró establecer su eje entre Senegal y Gabó n; Portugal, entre Angola y Mozambique; y
Gran Bretañ a, entre El Cairo y El Cabo en Á frica Oriental.
Ya para finales de la Segunda Guerra Mundial, los imperios coloniales estaban en su fase de
declinació n y se enfrentaban a los procesos de independencia, no solamente en Á frica, sino
también en el sudeste asiá tico.
Países como Inglaterra y Francia dejaban sus antiguas colonias en las dos regiones y les
daban paso a nuevos países en el sistema global. De esta manera, la Organizació n de
Naciones Unidas, para la década de los añ os 1960, contaba ya con países africanos en sus
filas.
Asia se divide para su estudio en Asia central, extremo oriente y el sudeste asiá tico. Cada
una de estas regiones presenta unas características propias que permiten hablar o no de
una homogeneidad en Asia como cultura y como continente. El Asia Central es la regió n que
engloba a las naciones que se encuentran en la parte central de Asia. No existe un acuerdo
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uná nime sobre qué territorios forman esta regió n. Sin embargo, existe un consenso general
sobre algunas á reas geográ ficas definidas que sin duda pertenecen a esta zona. Es el caso
de las actuales repú blicas de Kazajstá n, Kirguistá n, Tayikistá n, Turkmenistá n y Uzbekistá n,
algunos adicionan a Mongolia y a la Regió n de Xinjiang en China.
La principal invasió n que sufrió la regió n fue de los á rabes en los siglos VII y VIII d.C. y de
los mongoles en el siglo XIII. Ninguno de estos pueblos conquistó de manera significativa la
zona, hasta que los rusos la anexaron a su imperio y la convirtieron en provincias dentro de
su sistema administrativo. Para el momento de la revolució n, había má s de 2’000.000 de
rusos en el llamado Turkestá n y en la regió n esteparia del imperio. Para el censo soviético
de 1959 má s de la tercera parte del total de la població n consistía en rusos y pueblos no
asiá ticos, má s rusos que naciones musulmanas.33
Las diferencias culturales de estos pueblos habían sido mantenidas bajo un manto de
sovietizació n de Asia Central, sin embargo al caer la Unió n Soviética, la zona vuelve a estar
a su suerte y con una autonomía que la deja a merced de otros poderes a finales del siglo
XX.
3 WHEELER Geoffrey, The peoples of Soviet Central Asia, The Bodley Head Ltd, London, 1966, pág. 70.
4 NÁJERA David, “Medio Oriente: una reflexión contemporánea” en VARIOS, Asia y África en la historia, México D.F., Universidad
Autónoma Metropolitana. 1996. pág 221
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Para Djalili y Kellner (ver bibliografía), existe un problema real en la independencia de esta
regió n, sobre el cual hay que llamar la atenció n, y es que su autonomía se logra no por un
movimiento independentista que tuvieran un proyecto de estado independiente, sino por el
hundimiento de la metró poli, lo que deja a la regió n sin un piso político y la atomiza de
nuevo entre sus mú ltiples naciones que habían sido, a lo largo de la historia conquistadas
por diferentes imperio. El asunto aquí es que como ya no existen grandes imperios que
dominen esta regió n, Asia central se encuentra en medio de un juego de intereses de
potencias que no van a entablar una dominació n colonial clá sica, sino que van a establecer
sistemas de alianzas que les permitan mantener un poder en la regió n, dejando así los
problemas internos de Asia central sin resolver de manera real pero tampoco sin una
sumisió n a unos intereses supranacionales.
Japó n abre sus puertos para que entren y salgan bienes y así fomentar cierto desarrollo
financiero y soportar todo el crecimiento industrial de algunos sectores como el
manufacturero. Inicialmente dependía de otros mercados debido a la destrucció n de su
infraestructura en la guerra y a la falta de industrias, sin embargo cuando pudo colocar sus
excedentes agrícolas en mercados internacionales, logró captar capital. Esto sumado a la
inversió n que se estaba haciendo para su reconstrucció n, logró que el país se desarrollara
de manera rá pida y que para finales de los añ os 70 ya se presentara como uno de los
milagros econó micos del siglo XX. Si bien en la reconstrucció n econó mica japonesa
intervinieron estímulos exteriores ante todo es el fruto, de la racionalizació n econó mica,
entendida ésta no como la primacía a un discurso o el celo por defender una determinada
teoría, sino como la forma que adopta una estrategia encaminada al uso calculado y
eficiente de todos los recursos posibles.
Los países asiá ticos que desembocan al océano pacífico lograron vencer la miseria dejada
por la guerra mundial, las guerras de independencia del sudeste asiá tico en los añ os 50, la
guerra de Corea y la guerra de Vietnam. A pesar del enfrentamiento en Corea y pocos añ os
después en la península de Indochina cuyo conflicto duró hasta 1992, la regió n ha gozado
de crecimiento sostenible. Paradó jicamente, el enfrentamiento político en Asia estimuló el
arranque econó mico. Con el destape del conflicto coreano, Japó n se convirtió en importante
fuente de suministros para las fuerzas defen-‐soras de Seú l.
En realidad, las primeras reformas econó micas chinas tuvieron lugar en el sector rural
debido a la necesidad de expandir la producció n. La producció n agrícola se amplió en un
promedio anual de 8% entre 1979 y 1984, frente a la tasa promedio de só lo 2% durante los
veinte añ os anteriores de su producció n. Desde 1986, el gobierno central ha dejado
medianamente libres las actividades de las empresas estatales, las cuales se ven en la
obligació n de buscar los recursos financieros en el mercado abierto.
Los cambios en Vietnam ocurrieron casi una década después de iniciados en China. En
1986, el gobierno vietnamita abandonó el sistema de economía de planeació n centralizada
para dar paso a la producció n, bajo estímulos capitalistas en un régimen abierto al mundo.
El conjunto de medidas se orientó a reformar el Estado, a darle autonomía a las empresas
industriales, a promover la economía de mercado en el campo y a buscar relaciones
internacionales lucrativas. Con el fin de fortalecer las exportaciones, en 1988 la moneda fue
devaluada en un 86%.
La mayoría de los conflictos locales en medio oriente han escalado su magnitud debido a
las posiciones políticas de la guerra fría. “Partiendo del hecho de que la regió n significó uno
de los má s evidentes escenarios de la confrontació n bilateral pero con actores regionales
tendientes a la acció n unilateral; es decir, que las superpotencias só lo pudieron condicionar
sus políticas pero no determinadas absolutamente, como pudo ser en otros escenarios,
situació n a la que se sumaría, a partir deI factor petró leo”.4
De esta manera, la regió n se enfrentó a una carrera armamentista entre los dos bloques, los
cuales, al terminar la guerra fría se lanzaron a asegurar sus intereses en la zona. Por un
lado Rusia, al abandonar la dominació n directa sobre Asia Central, tal y como ya se vio, se
enfocó en lograr tratados de asistencia y cooperació n militar para poder asegurar su
frontera sur. De igual manera Estados Unidos, quien ya venía haciendo fuerte presencia
desde la guerra entre Irá n e Irak en los añ os 80 y ayudó a Afganistá n a repeler la invasió n
soviética de 1979, se lanzó a asegurar sus intereses geopolíticos y las reservas de petró leo.
De esta manera a lo largo de los añ os 90 se interés fue lograr dominar o entablar relació n
con aquellos países que manejaran las reservas de petró leo en la regió n.
De esta manera, la inclusió n de un Estado no á rabe en la zona como se hizo con la creació n
del Estado de Israel en 1948 como compensació n por los crímenes de guerra de los
alemanes, aumentó la inestabilidad de la regió n, ademá s porque Israel se creó alineado del
lado de los Estados Unidos. Así, se convirtió en un estado que defendería ciertos intereses
en la regió n, la cual ya representa un problema en sí por su explotació n petrolera, ademá s
por que la descolonizació n después de las guerras mundiales dejó una zona de altos
conflictos nacionales y religiosos como el de los Kurdos, Chiítas y Sunitas.
La caída del Imperio Otomano, destruyó la mediana unidad que existía y dejó la regió n a las
potencias internacionales, en primer lugar a Inglaterra y en Segundo lugar a Estados
unidos, quien no ejerce un imperialismo colonial clá sico, sino que ejerce presió n sobre la
zona vía militar y por medio del estado de Israel. Después de la guerra de los 6 días en 1967
6 NÁJERA David, “Medio Oriente: una reflexión contemporánea” en VARIOS, Asia y África en la historia, México D.F., Universidad
Autónoma Metropolitana. 1996. pág 222
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Israel se expandió a sus países vecinos y dejó en claro su superioridad militar frente a sus
enemigos musulmanes.
Frente a esta amenaza latente a lo largo de la guerra fría y ahora en el siglo XXI, la zona
sigue padeciendo de conflictos internos y ciertamente es la zona má s peligrosa del sistema
internacional. El delicado equilibrio que el juego de potencias ayudó a mantener, se vio roto
por el aumento de la presencia norteamericana con la primera guerra del Golfo en 1990 y
luego con los ataques del 11 de septiembre y las posteriores guerras que ha llevado a cabo
Estados Unidos en Afganistá n e Irak.
Algunos países se han acercado a una solució n política. Egipto por ejemplo, aparentemente
ha solucionado sus problemas con Israel a partir del tratado de Camp David de 1978, su
interés por participar en una solució n pacífica, son má s de cará cter político. Ciertamente no
conserva aspiraciones territoriales y la paz con Tel Aviv le ha abierto las puertas a la ayuda
norteamericana. Sin embargo, en el centro de todo el problema entre á rabes e israelitas se
encuentra el asunto de palestina, la cual sigue reclamando sus territorios ocupados como
ciertas zonas de Jerusalén y la franja de Gaza en algunas partes. Aunque se han hecho
grandes avances, sobretodo bajo el mandato de Yasser Arafat en los diá logos del 2000
también en Camp David, cuyo garante fue Estados Unidos, aun hay sectores radicales como
el partido palestino Hamas y el ascenso de cierta derecha judía al poder en Israel.
La vinculació n de Á frica con la expansió n colonial europea explicará tam-‐bién su prá ctica
desaparició n durante la Guerra Fría, de la mano de la revuelta contra Occidente llevada a
cabo por las sociedades sujetas hasta entonces como colonias. É stas, conforme se
independizaban, conseguían modificar el régimen internacional de soberanía. Ya no se
podía tener en cuenta su grado de civilizació n o atraso, ni el tipo de sistema político,
econó mico o su capacidad efectiva para gobernar.
Todas las sociedades pasaban a ser plenamente soberanas y, por tan-‐to, miembros de la
sociedad internacional con derecho al respeto de su soberanía e independencia. Y al
desaparecer el está ndar civilizatorio, se derrumbaba el régimen intervencionista asociado
que legiti-‐maba la intervenció n humanitaria como título de guerra justa con-‐tra las
sociedades semi-‐civilizadas.
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A partir de ese momento y durante toda la Guerra Fría, se pasa a hacer un uso de fuerza
proscrito y considerado ilegítimo por la Comunidad Internacional. Ello a pesar del
surgimiento del sistema internacional de protecció n de los derechos humanos que
presionaba contra el régimen de soberanía negativo y no intervencionista. Pero las
realidades de la contienda bipolar y la presió n de los nuevos países, en especial de los
africanos para no ser de nuevo víctimas de abusos y nuevos imperialismos, presionaban en
contra de la inter-‐venció n humanitaria.
Los conflictos civiles, el Sida y los niveles de pobreza y hambre que presenta Á frica, son las
má s alarmantes, en su visió n conjunta, en todo el sistema internacional. Las guerras en el
Congo, Costa de Marfil, Sierra Leona o Liberia, dejaban millones de desplazados que
agudizaban aun má s los problemas de salubridad y ahonda la crisis humanitaria en general.
Estos conflictos que se dan prá cticamente desde el momento de la descolonizació n son
originados por problemas internos de choques entre etnias como en el caso de Ruanda,
pero también ante la inestabilidad política y la dependencia econó mica de un continente
que no ha podido descifrar la ruta del desarrollo ni la inserció n adecuada en el sistema
internacional.
Los conflictos en Burundi, el Chad, Somalia, Sudá n, Somalia, el proceso de paz en Angola, o
la senda emprendida por Sudá frica tras desmantelar el apartheid, Mozambique o Etiopía al
finalizar las largas guerras civiles que sufrieron; ahogan al continente negro en una
dramá tica situació n que presenta una encrucijada para los recursos humanitarios del
sistema internacional. De todas formas, el sistema internacional continú a con las imá genes
de bá rbaros incivilizados que ya se había comentado y que hacen mella en las visiones que
se tengan sobre el continente.
Sin embargo, existe una nueva intervenció n de las potencias europeas, solamente que ya no
es en la ló gica colonial clá sica, sino que ahora la intervenció n es para tratar de solucionar la
condició n africana de subdesarrollo e inestabilidad. En los ú ltimos tiempos se ha producido
un nuevo despliegue de tropas internacio-‐nales en los conflictos africanos. En el añ o 2000,
los britá nicos aterrizaban en Sierra Leona para proteger su capital del Frente
Revolucionario Unido. Dos añ os después, en el 2002, los franceses desplegaban 3000
soldados en Costa de Marfil para super-‐visar el alto el fuego entre los rebeldes del norte y
las autoridades gubernativas. Por otra parte, al agudizarse el conflicto liberiano en los
meses de junio y julio de 2003, el gobierno estadounidense se planteaba intervenir para
restablecer la paz tal y como le pedía Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas.
Asimismo, en el mes de junio de 2003, la Unió n Europea, liderada por Francia, desplegaba
con la autorizació n del Consejo de Seguri-‐dad, la Fuerza Multinacional Interina de
Emergencia con 1400 solda-‐dos en el Congo con el objetivo de estabilizar el á rea sacudida
por la violencia tribal y caníbal mencionada. Dicha fuerza, ha sido sustituida por el
despliegue de los cascos azules del MONUC (Misió n de Naciones Unidas para el Congo) en
la regió n. En este caso, la operació n también era aproba-‐da por el Consejo de Seguridad y
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recibía autorizació n para usar la fuerza de conformidad con el capítulo VII de la Carta de
Naciones Unidas para proteger a la població n civil en Bunia -‐ Congo.
Resumen
Los Imperios dominaban geográ fica, social y políticamente al continente asiá tico y al
africano. Uno de los má s importantes era el Imperio Otomano que má s o menos mantenía
una cierta estabilidad y separaba por la zona euroasiá tica los continentes asiá tico y
europeo, dando estabilidad a Medio Oriente. Por otro lado, la Rusia del Zar y
posteriormente la Unió n Soviética, dieron seguridad en la zona de Asia central. Sin
embargo la situació n de Á frica y el Sudeste asiá tico no es tan amable como se pensaría de
estas otras dos zonas. La influencia de las potencias europeas era la expansió n por medio
de una ló gica colonial de explotació n de los territorios conquistados, de esta manera, Á frica
y el Sudeste asiá tico, se enfrentaron a largas guerras de descolonizació n las cuales
resultaron en una situació n de inestabilidad.
La caída del Imperio Otomano eliminó un “tapó n” político y cultural que evitaba que
Europa chocara con Asia y se produjeran un sin fin de conflictos coloniales y sociales. Por
esta razó n, después de la Primera Guerra Mundial las potencias europeas se lanzan a la
conquista de Medio Oriente y del norte de Á frica, de esta manera, Europa se levanta como
una especie de “imperio multicultural” que dominará desde la costa atlá ntica hasta el casi el
mar Caspio en Asia y por el otro lado desde el Pacífico Sur hasta la India.
Un poco má s al norte, una nueva potencia se expande con gran fuerza y con una forma
econó mica no colonial. Estados Unidos logra expandirse después de la Segunda Guerra
Mundial e influir en zonas como Japó n y lograr establecer un modelo de economía de libre
mercado. El modelo de desarrollo de extremo oriente dio paso a una inserció n exitosa del
subcontinente en el sistema internacional. Por otro lado se ve que las formas de mercado
colonial, es decir una especie de mercantilismo econó mico, dieron al traste con zonas como
Asia Central y Á frica, las cuales no lograron descifrar correctamente una forma de
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INTERNACIONALES Y ESTUDIOS
desarrollo y siguen dependiendo con gran fuerza de las mismas potencias que alguna vez
dominaron.
Bibliografía
Mudimbe, Valentin Yves, The idea of Africa, Bloomington, Indiana University, 1994.
Toledo Beltrá n Daniel (Coord.), Asia y Á frica en la historia, México D.F. Universidad
Autó noma Metropolitana, 1996.
50
La descolonización de África
51
La situación de los refugiados en el mundo
Notas:
Las cifras indican el año de independencia de cada país cuando es posterior a 1950.
La potencia colonial indicada es la potencia que gobernaba en 1950.
Los nombres de los países y las fronteras son los existentes a 31 de diciembre de 1999.
* Namibia, antes África del Sudoeste, fue administrada por Sudáfrica entre 1920 y 1990, año en que obtuvo la independencia.
** España renunció al dominio del Sáhara Español en 1975. Desde ese año, el estatuto de lo que se suele llamar Sáhara
Occidental está en litigio y ha de celebrarse todavía un referéndum sobre la cuestión auspiciado por la ONU.
Fuentes: ACNUR, Global Insight Digital Mapping, Europa Technologies Ltd, 1998; J. Scott, The World Since 1914, Heineman
Educational, Oxford, 1989; The Europa World Yearbook 1999, Europa Publications, Londres, 1999.
52
La descolonización de África
por regímenes controlados por minorías. El grupo más numeroso fue el integra-
do por quienes huyeron de los territorios portugueses a los países vecinos para
escapar de las repercusiones de las luchas armadas por la independencia. Los ha-
bitantes del norte de Angola se trasladaron a la República del Congo, donde la
mayoría se estableció de forma permanente. 18 Los procedentes del este y del sur
de Angola huyeron a Zambia y a Botsuana. Los refugiados de Guinea-Bissau entra-
ron en Senegal, donde se integraron con la etnia kin del sur del país. Los refugia-
dos de Mozambique se dirigieron al sur de Tanzania y de Zambia. El pequeño
número de personas que huyó de la República de Sudáfrica fueron a Botsuana,
Zambia y Tanzania. Algunos marcharon más lejos y llegaron a otros Estados africa-
nos, a Europa y a los Estados Unidos.
Durante los años sesenta hubo otros numerosos movimientos de refugiados im-
portantes derivados de conflictos armados internos. Los refugiados ewes de Ghana
entraron en Togo tras la derrota de sus esfuerzos por reunir a los ewes de ambos
países. En los años siguientes a la independencia, la República del Congo sufrió una
prolongada guerra civil que obligó a muchas personas a huir en busca de seguridad
a los nueve países vecinos, sobre todo a la República Centroafricana, Sudán, Uganda,
Burundi y Tanzania. La guerra civil de Sudán provocó sucesivas oleadas de refugia-
dos que llegaron desde el sur a Uganda, el Congo, la República Centroafricana y
Etiopía. El conflicto armado que enfrentó a las fuerzas etíopes con los separatistas
de la provincia de Eritrea se tradujo en la entrada de refugiados en Sudán. Tras la
reafirmación armada de su separatismo religioso, los miembros de la secta Lumpa
huyeron de Zambia y se convirtieron en refugiados en el Congo.
Quizá el conflicto más devastador fue la guerra de Biafra, iniciada en 1967. La
guerra estalló cuando, en junio de ese año, esta región del oeste de Nigeria, de
población mayoritaria ibo, se autoproclamó república independiente de B i a f r a . Al
mes siguiente comenzó la guerra civil, cuando el gobierno federal trató de mante-
ner la unidad de Nigeria. Dos años y medio después, las fuerzas federales se ha-
bían impuesto, pero la guerra costó la vida de al menos 600.000 personas, que en
su mayoría murieron como consecuencia de la hambruna, y desarraigó de sus ho-
gares a dos millones de personas. La hambruna de Biafra tuvo una repercusión sin
precedentes en la televisión y los líderes biafreños utilizaron las dramáticas imáge-
nes de niños escuálidos para galvanizar la acción de la comunidad internacional.
El CICR, el Fondo de la Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y un peque-
ño número de organizaciones internacionales no gubernamentales, en su mayoría
de carácter religioso, trabajaron directamente con los biafreños y establecieron un
puente aéreo hasta el sitiado territorio rebelde. En su momento de máxima activi-
dad, este puente aéreo transportó cada noche 500 toneladas de ayuda humanitaria
en 40 vuelos. Es interesante señalar que la persona designada por el CICR como
su «Alto Comisionado para Nigeria» durante la crisis fue Auguste Lindt, que había
sido Alto Comisionado para los Refugiados entre 1957 y 1960. 1 9
Durante la guerra de Biafra, más de 50.000 nigerianos huyeron a los países
vecinos. El ACNUR no intervino en la prestación de asistencia a los desplazados
en el interior de Nigeria, aunque sí se la prestó a alrededor de 40.000 refugiados
53
La situación de los refugiados en el mundo
ibos en Guinea Ecuatorial después de que este país pidió su ayuda, en marzo de
1969. Una vez finalizada la guerra, en enero de 1970, el ACNUR asistió también
en las repatriaciones de refugiados realizadas desde varios países, incluida la de
más de 5.000 niños desde Gabón y Costa de Marfil.
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