Documento Metodologico Investigacion Cap 1 y 2
Documento Metodologico Investigacion Cap 1 y 2
Documento Metodologico Investigacion Cap 1 y 2
ORIENTADOR PARA LA
INVESTIGACIÓN EDUCATIVA
INSTITUTO NACIONAL DE
FORMACIÓN DOCENTE
Coordinación de Investigación Educativa.
Pievi, Néstor
Documento metodológico orientador para la investigación educativa / Néstor Pievi y Clara
Bravin. - 1a ed. - Buenos Aires : Ministerio de Educación de la Nación, 2009.
364 p. ; 24x17 cm.
ISBN 978-950-00-0741-2
Corrección de estilo y redacción: Natalia Sternschein, Maria Eugenia Sánchez y Bety Suris
Imprenta: EUDEBA
Capitulo I
1ra PARTE
CAPÍTULO I. EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO
En la era moderna se siente un gran aprecio por la ciencia. Aparentemente, existe
la creencia generalizada de que hay algo especial en la ciencia y en los métodos
que utiliza. Cuando a alguna afirmación, razonamiento o investigación se le deno-
mina “científico” se pretende dar a entender que tiene algún tipo de mérito o una
clase especial de fiabilidad. Pero ¿qué hay de especial en la ciencia, si es que hay
algo? ¿Cuál es ese “método científico” que, según se afirma, conduce a resultados
especialmente meritorios o fiables?
Alan Chalmers1
una señal de algún tipo); dónde está la “parada” y cómo la reconocemos para que el colectivo
se detenga y nos deje en nuestro destino (presionaremos un timbre, avisaremos al chofer, etc.).
De esta manera, podemos ir descomponiendo todo un curso de acciones que no necesitamos
pensar demasiado cada vez que tomamos un colectivo. Ya tenemos un saber sobre esa práctica.
Si, en cambio, nos trasladamos a otra provincia o país, seguramente tendremos que aprender
algunos detalles diferentes que nos demandarán un mayor esfuerzo, hasta que nos habituemos
al nuevo lugar.
Disponemos asimismo de un saber de carácter reflexivo de mayor o menor sistematicidad,
según sea filosófico o religioso; se trata de formas de conocimiento que también detentan un
sistema de normas para su ejercicio. Finalmente, en nuestra cultura hemos desarrollado un tipo
de saber que denominamos conocimiento científico, cuyas reglas y procesos de validación son
diferentes de las del sentido común 2.
Muchos y diferentes estudiosos han abordado estas cuestiones; nosotros expondremos sólo
algunos de estos aportes que, nos parece, sintetizan bien aquello que queremos transmitir aquí,
y sobre los que hay consenso prácticamente generalizado.
1ra PARTE
sujeto también definido como adecuado para tal actividad. Si deseamos consultar sobre las
dificultades que presenta un/a alumno/a en su aprendizaje, quizás recurramos a sus profesores,
a un/a psicopedagogo/a, pero no al arquitecto que se ocupa de la remodelación de la escuela.
El profesor y el psicopedagogo tienen ciertos saberes, ocupan un lugar respecto de la situación
planteada, que es distinto al del arquitecto.
Con el tiempo, estas instituciones adquieren carácter de externalidad objetiva, que preexiste
a los sujetos y se les impone (Durkheim) 6 . Existe entonces un conocimiento práctico que hace
a la existencia misma de la sociedad (instituciones) en la medida en que ella puede existir sólo
a partir del conocimiento que los individuos tienen de los significados que le dan vida, de los
acuerdos y tipificaciones producto de las interacciones que presuponen ya un conocimiento. El
mismo (dicho conocimiento) es la externalización constante del hombre, que se objetiva en
sus producciones e instituciones. Este conocimiento práctico es lo que todos sabemos sobre
el mundo social, que se estructura tanto en el tiempo como en el espacio. Es decir, es una
realidad histórica, que se nos presenta como una realidad ordenada. El lenguaje es el medio
que la objetiva y le confiere significado y sentido. Se presenta también como una realidad
intersubjetiva, a través de compartir con otros el “conocimiento de sentido común” en las
rutinas de la vida cotidiana.
Hay, pues, una dimensión de la realidad que se impone como conocimiento de sentido co-
mún que todo científico debe, en tanto que sujeto humano, deconstruir y reconstruir teórica-
mente, a través de modelos abstractos. Debemos agregar que el hombre necesita legitimar sus
instituciones mediante sistemas de creencias y concepciones del mundo que le confieren estabi-
lidad. No es posible en este momento explicitar los mecanismos ideológicos de estos sistemas,
sin embargo haremos siempre referencia a ello y a lo largo de este trabajo podremos desarrollar
sintéticamente algunos de estos aspectos.
Lenguaje y socialización
“(...) Si yo hablo de los seres vivos, los seres vivos como seres vivos no
tienen deseo del futuro, pero los seres humanos sí.”
Humberto Maturana 8
Bien sabemos que nuestra humanidad sólo existe en tanto disponemos del lenguaje oral y
escrito, médula de la cultura, entendiendo este término en un sentido antropológico 9. Como
lo hemos explicitado anteriormente, el lenguaje es el medio que objetiva y confiere significado
y sentido a la realidad. Cada uno de nosotros va construyendo su realidad en la interacción
6 Al respecto consultar sus obras: Las reglas del método sociológico y Sociología y Educación, de Durkheim
7 Berger y Luckmann, op. cit., p. 41.
8 Conferencia “Salud y Sociedad”, en el sitio de Servicio de Salud Valparaíso - San Antonio, Chile, http://www.ssvsa.cl/cali-
dad.html, http://www.ssvsa.cl/carmen.html, http://www.ssvsa.cl/problemas.html., sitio consultado en mayo de 2008.
9 Cultura en sentido antropológico, hace referencia a todo lo que producen los hombres en sociedad: desde el lenguaje y
las realizaciones superiores de la conciencia y la sensibilidad, hasta los implementos de uso cotidiano, como podría ser un
cacharro o una herramienta moderna.
que lleva a cabo con otros sujetos en diferentes contextos situados de actividad, compartien-
do experiencias, vivencias, creencias, intereses, motivaciones, conocimientos sobre un mundo
concreto e imaginado, haciendo posible la construcción de una red de significados que da lugar
al lenguaje. Es el lenguaje el que permite la comunicación y el conocimiento de los diferentes
campos en donde desarrollamos nuestras actividades, y que nos posibilita la construcción de
nuestros mundos mentales.
Desde la más temprana infancia vamos co-construyendo nuestra realidad en relación con
otros sujetos y objetos en diferentes contextos sociales. Mediante el proceso de socialización
establecemos interacciones con otros sujetos y objetos en diversos espacios sociales: el lugar
donde vivimos, el club del barrio, los amigos, la escuela, etc. Estos espacios sociales se caracte-
rizan por responder a unas metas y estar orientados por unas reglas de juego, por roles y fun-
ciones de sus miembros. Cada uno de nosotros pasa y ha pasado una gran parte de su vida en
la escuela. Aunque podemos sentirnos muy cómodos tal como en el club de barrio, hay normas
y reglas que rigen las interacciones en la escuela que no necesariamente son las mismas que
compartimos en el club. La actividad social se lleva a cabo en el marco de diferentes espacios
sociales institucionalizados.
Así es como se va construyendo nuestra realidad, en interacción constante con esta diversi-
dad de espacios sociales donde coexisten una serie de normas, valores y creencias diferentes.
En este mundo, la realidad puede significar para cada uno un algo diferente y el lenguaje es el
medio que utilizamos para poder comunicarla a otros.
Según J. Bruner10 hay muchas cosas que desconocemos de nuestro propio lenguaje, pero lo
que no podemos negar es que para poder comunicarnos con los demás sujetos, para poder
llegar a algún tipo de “transacción” o “negociación” es necesario compartir un marco de refe-
rencia. Los miembros de una comunidad comparten las mismas reglas sintácticas que permiten
formar y comprender lo que expresan: existe una gramática social que hace posible la interac-
ción con el otro. Referirse a alguien respecto de algo requiere un cierto tipo de “negociación”,
una cierta solidaridad en esa referencia conjunta. En esta interacción y negociación constante,
cada uno de nosotros va construyendo diferentes tipos de conocimientos. Aprendemos a ha-
blar y en este proceso compartimos significados con quienes interaccionamos en nuestra vida
cotidiana. Hay un conocimiento “sensible” que surge de la percepción, de la negociación de
significados con los demás, de la situación y del contexto donde se desarrolla la interacción. En
este tipo de conocimiento está presente prioritariamente la dimensión procedimental por sobre
la dimensión conceptual. Es decir, aprendemos a relacionarnos con nuestros profesores sin que
ello signifique que somos expertos en psicología, sociología, etc. Lo mismo sucede cuando nos
relacionamos en una reunión con personas desconocidas. Las normas aprendidas en el entorno
cotidiano en el marco de una determinada cultura nos posibilitan responder adaptativamente
al contexto. No obstante, este conocimiento que se construye en la vida cotidiana al iniciar la
escolaridad será enriquecido progresivamente con la construcción de otro tipo de conocimien-
to. Aprendemos a situarnos en un nuevo espacio con normas y reglas, aprendemos a escribir, a
leer, a diferenciar entre el recreo y la hora de clase; la realidad va adquiriendo nuevas caracterís-
ticas, pasaremos de la matemática y la lengua a las ciencias sociales en una misma jornada. La
realidad se conforma como un todo donde comienzan a diferenciarse distintos tipos de saberes.
Los saberes que vamos co-construyendo en el contexto escolar con pares y docentes están al-
tamente “institucionalizados”. Por lo general, no asistimos todo el día a la escuela sino durante
una parte de la jornada, la que está organizada témporo-espacialmente en recreos, materias,
etc.11 La realidad se sistematiza de forma bastante distinta estableciendo un marco de acciones
diferentes a las llevadas a cabo en el contexto familiar.
10 Nos remitimos a Bruner, J., Realidades mentales y mundos posibles, Barcelona, Gedisa, 1991.
11 Existen también instituciones educativas de otro tipo, a las que Goffman incluye dentro de lo que denomina “institu-
ciones totales”, donde se suspende la separación de los “lugares” destinados a dormir, trabajar, estudiar, etc., en las cuales
los sujetos “viven” privados del resto de la vida social, como, por ejemplo, los internados. Estas instituciones, sin embargo,
tienen una férrea organización témporo-espacial destinada a las diversas actividades. Ver Goffman, E., Internados, Buenos
Aires, Amorrortu, 1984.
1ra PARTE
En el contexto escolar, los saberes se legitiman mediante instrumentos y procesos adminis-
trativos, pedagógicos y didácticos. La lógica de legitimación de los saberes escolares no es la
misma que la lógica de legitimación del conocimiento científico. Para poder ser profesores, de-
bimos pasar por diferentes instancias de aprendizaje. Estas instancias han respondido a reque-
rimientos administrativos, organizacionales, curriculares, etc. Nuestros estudios de profesorado
han respondido a un plan de estudios elaborado por el Instituto Superior de Formación Docen-
te, supervisado por el Ministerio de Educación de la jurisdicción, legitimados por la práctica y
reconocimiento profesional.
Hasta aquí hemos hablado de lo que llamamos conocimiento práctico, como cons-
tructos cotidianos, negociados e intersubjetivos, cuyo medio es el lenguaje. Cabe ahora
establecer el carácter específico del conocimiento científico, en relación con su carácter
de constructo intersubjetivo.
Los docentes, como miembros de diferentes espacios sociales, comparten una realidad social,
unas formas de interpretar el mundo. Esta forma de interpretar el mundo conforma una realidad
construida y en permanente proceso de co-construcción. En este proceso cultural, cognitivo y
afectivo entra en juego tanto el capital cultural propio del grupo social donde se desarrollan las
acciones como el capital cultural específico de cada uno de los sujetos. Las prácticas configuran,
desde esta perspectiva, un corpus de conocimientos, un conjunto de procedimientos, métodos
y técnicas mediante las cuales los sujetos (actores) operan en sus contextos (escenarios) des-
envolviendo su capacidad potencial de co-construcción, reconstrucción o reproducción de las
prácticas que definen las actividades en las cuales participan. Los conocimientos que resultan
de las prácticas pedagógicas presentan las siguientes características:
tienden a reproducirse por su eficacia en el tiempo;
surgen de la interacción del docente con el medio;
por medio de ellos, el docente le da sentido a su realidad;
surgen como producto de un trabajo pedagógico;
se van construyendo y reconstruyendo en función de los relatos y experien-
cias pedagógicas;
son modelos construidos para comprender y actuar en el campo;
son funcionales y útiles para los docentes y para la comunidad educativa en gene-
ral, y son el resultado de un proceso cognitivo;
forman parte de la identidad común de ese grupo.
En este corpus de conocimientos está presente tanto la dimensión declarativa15 como proce-
dimental, pero con preponderancia de esta última. El conocimiento procedimental es implícito,
generalmente supone un grado de automatización y se manifiesta en el hacer, estando relacio-
nado directamente con los esquemas de acciones de cada contexto situado de actividad. Un
ejemplo de ello es el tomar apuntes. Si debiéramos pensar en cómo escribimos, no podríamos
decodificar la información recibida y elaborar al mismo tiempo una producción escrita. La au-
tomatización del conocimiento procedimental se adquiere mediante la repetición de un mismo
esquema. Según Aparicio, “la activación repetida de una red semántica hace que dicha red se
fortalezca y ese fortalecimiento la vuelve más disponible”16 . Si consideramos el caso de quien
recién aprende a utilizar un retroproyector en el aula, como todos los recursos cognitivos están
puestos en lograr la proyección de las filminas elegidas, quizás no pueda ponerse a realizar
otra operación mental, de allí que le cueste organizar la clase, distribuir las filminas según su
exposición, etc.
Los docentes se van apropiando de las reglas de juego, de las normas y valores en los diferen-
tes espacios educativos donde interaccionan. En dicha interacción desarrollan un aprendizaje,
un entrenamiento en la utilización de los mediadores socioculturales, adquiriendo así destrezas
de acción. Se trata de un proceso complejo de co-construcción de habilidades institucionali-
zadas que surgen en la acción informal de la interacción sociocultural, donde entran en juego
variables intersubjetivas, intrasubjetivas y transubjetivas.
1ra PARTE
Según Casullo:
El término moderno tiene una vieja historia que comienza allá por el siglo V. Dice Jurgens
Habermas, filósofo y sociólogo, uno de los pensadores actuales de mayor envergadura, que
“la palabra bajo su forma latina modernus fue usada por primera vez a fines del siglo V, para
distinguir el presente, ya oficialmente cristiano, del pasado romano pagano”18 .
Los inicios
Nos remontaremos ahora a los orígenes mismos de nuestra tradición cultural, es decir, a Gre-
cia, tradición clásica que alimentó tanto al Renacimiento como a la Ilustración. Un dato podrá
servirnos para comprender en qué medida debemos pensar en la ciencia como una forma de
saber intrínsecamente ligada a las condiciones históricas y sociales:
No obstante, los orígenes de la ciencia actual son un poco más cercanos: siglo XVI. Es la cien-
cia moderna que, a diferencia de la griega, tiene unos nuevos propósitos bien definidos: “(...)
dotar a la vida humana de descubrimientos y recursos nuevos”20.
Tres nombres se destacan en el desarrollo de la ciencia moderna: Bacon, Galileo y Descartes.
En este contexto, cobra sentido una nueva relación entre el saber y el poder. Por un lado, el
desafío al dogmatismo religioso, enfrentando al poder eclesiástico y las formas escolásticas del
saber y, por el otro, la firme voluntad de saber-poder. Saber-poder sobre la naturaleza: voluntad
de dominio que está en los orígenes de un saber que nace para poner a la naturaleza al servicio
del hombre, por medio del descubrimiento de las leyes que la rigen. Develando sus regularida-
des es como puede el hombre dominarla: la ciencia puede triunfar por sobre las calamidades
que asedian a los hombres, perfilando un progreso indefinido hacia la felicidad que el uso de
la razón ofrece.
17 Casullo,N., El Debate Modernidad Posmodernidad, Buenos Aires, El cielo por asalto, 1993, p. 15.
18 En Casullo, op. cit.
19 Flax, J., “Ciencia poder y utopía” en el libro de Díaz, E. y Heler, M., Hacia una visión crítica de la ciencia, Buenos Aires,
Biblos, 1992, p. 19.
20 Bacon, F., Novum Organon, Buenos Aires, Orbis, 1985.
Descartes, postulando la duda metódica, va a iniciar una epistemología que luego hallará su
síntesis con Kant, en el siglo XVIII. Vesalio y Leonardo, para entonces, ya habían iniciado la di-
sección de cadáveres con el objetivo de estudiar el interior del cuerpo humano, progresivamente
desacralizado (el cuerpo, en la Edad Media, no podía ser tocado por los “médicos” clericales) 21.
Sentarían así las bases de la anatomía y la fisiología que luego alcanzarían gran desarrollo, en
especial con las concepciones mecanicistas del cuerpo de Descartes (“el cuerpo máquina”).
Los siglos XVIII y XIX marcarán un hito esencial en esta historia, por varios acontecimientos
principales: la Ilustración, las revoluciones industriales y la revolución política burguesa que
derroca a la monarquía e instaura la democracia. La Modernidad no sólo trajo cambios funda-
mentales en el orden económico, político y social, sino también en la reflexión filosófica que da
cuenta de los mismos, y que expresaron filósofos como Voltaire, Condorcet y Kant, entre otros.
Ellos dieron lugar al pensamiento de la Ilustración. El llamado Siglo de las Luces o Ilustración
se desarrollará entre la Revolución Inglesa (1688) y la Francesa (1789). La expresión alema-
na aufklärung, término que puede significar “aclarar una idea” o bien “ilustrar gráficamente
un texto”, materializa el sentido del pensamiento ilustrado. También puede entenderse como
“educar” y se aplica a aquella persona que posee un cúmulo importante de conocimientos. No
obstante, la acepción más cercana a lo que significó la ilustración es “dar luz al entendimiento”,
en relación con la liberación del oscurantismo medieval, poniendo la confianza en la razón hu-
mana. Es la “era de la crítica”, tal como la denominara Kant.
El programa de la Ilustración comprendía:
1. La aceptación de la investigación científica y sus resultados, contrariando el sen-
tido común.
2. La lucha contra la superstición, contra toda opresión e injusticia.
3. La reconstrucción y examen crítico de todas las creencias básicas.
4. El interés en las reformas sociales basadas en la razón.
En síntesis, con la expresión “razón ilustrada” hacemos referencia a una forma de conocimiento
que opera mediante la experiencia sensible del mundo externo y el razonamiento deductivo.
El proceso de secularización de la razón coloca en el centro del pensamiento las ideas de
progreso y felicidad intramundana. El nuevo orden social requiere nuevas formas de justifica-
ción racional: surgen teorías filosóficas liberales que legitiman el poder mediante la noción de
contrato social (iusnaturalismo). Se seculariza también el saber sobre la naturaleza.
Muy someramente hemos descripto lo que Weber llama el desencantamiento del mundo 22, el
cual se explica a partir de la ciencia.
Tal como lo menciona Hobsbawm en su clásico libro 23 sobre las revoluciones burguesas, la
primera revolución industrial no requirió de innovaciones tecnológicas importantes. La mayor
parte de las tecnologías empleadas en la industria textil durante la primera fase de la industria-
lización ya había sido inventada. Resulta llamativo el hecho de que, en aquellos tiempos, Ingla-
terra poseía un sistema educativo altamente deficiente, más aún si se lo compara con los que
existían en Francia y Alemania. No obstante ello, el crecimiento sin par de la economía requirió
luego de un constante desarrollo científico y tecnológico.
Encontramos en este punto una clara vinculación entre ciencia moderna y desarrollo del
modelo capitalista industrial, en especial durante la segunda revolución industrial, en la pri-
mera mitad del siglo XIX. El crecimiento demográfico y el surgimiento de las ciudades fabriles
traerían, además del enfrentamiento social, graves problemas sanitarios y estructurales, entre
21 Para este tema es de interés el libro de Le Breton, D., Antropología del cuerpo y Modernidad, Buenos Aires, Ediciones
Nueva Visión, 1995.
22 Weber consideraba que la secularización del mundo moderno occidental se manifestaba a través de un proceso de
racionalización creciente de las acciones sociales y de los ámbitos institucionales. Esta racionalidad se caracteriza por su
carácter eminentemente instrumental en detrimento de la racionalidad sustantiva. Las consecuencias de este proceso, con-
comitante con el desarrollo del capitalismo occidental y del aparato burocrático de gestión, la famosa “jaula de hierro”,
es un “desencantamiento” del mundo, un mundo del cual quedan excluidos en gran medida los elementos religiosos que
conferían sentido a la vida comunitaria hasta entonces. Al respecto, puede leerse su obra La ética protestante y el espíritu
del capitalismo .
23 Ver Hobsbawn, E., Las Revoluciones Burguesas, Madrid, Guadarrama, 1962.
1ra PARTE
otros. Grandes sectores de la población tenían bajas expectativas de vida y las enfermedades
infecciosas amenazaban, no sólo a la gran mayoría de una población explotada, sino también
a la burguesía que temía el contagio. Los adelantos en la medicina fueron importantes en este
sentido. Con el desarrollo de las ciencias biológicas se preparó el terreno para el surgimiento del
modelo médico moderno que, entre otras cosas, se caracteriza por la expansión de la medica-
lización a aspectos de la conducta humana que anteriormente no entraban en el campo de la
medicina; asimismo, a mediados del siglo XX, la medicina entró de lleno al mundo de la política
social y la macroeconomía. Éste es el modelo médico que, según Foucault, constituye la matriz
de las ciencias humanas. Esta perspectiva respecto de las ciencias del hombre coloca a Foucault
como uno de los críticos del proyecto moderno, en tanto éste deviene en dominio del hombre
por el hombre. Un proyecto que pasa del dominio de la naturaleza para mayor felicidad de la
humanidad al desarrollo de una voluntad de saber para la dominación: la gubernamentalidad
supone un biopoder, un control sobre las poblaciones que se asienta en la pastoral cristiana y
en las tecnologías del yo que irán acompañadas de los saberes sobre el hombre, en un proceso
de vigilancia, registro y clasificación de los individuos 24 . En este contexto surgen las ciencias
sociales. Según Portantiero:
La investigación educativa
Por otro lado, la Ilustración tuvo como centro la concepción de la iluminación de las masas:
“educar al soberano”, al pueblo, para liberarlo de la tiranía y la opresión 26 . La educación pasa a
ser el eje en torno al cual se piensa al nuevo hombre, liberado del oscurantismo, de la ignoran-
cia y de las tradiciones. La idea de democracia requería de hombres educados, y esta empresa
emancipatoria marcará fuertemente a los sistemas pedagógicos que surgirían hacia fines de la
segunda mitad del XIX y principios del XXI. La relación entre saber y poder estaba ya asentada
en las nuevas sociedades. Saber sobre la naturaleza y los hombres para instituir un mundo más
justo. Sin embargo, el estatuto de esta relación sufrirá cambios decisivos, según las perspectivas
más radicalmente críticas, que desvirtuarán la utopía emancipatoria 27.
Es en este momento cuando se sitúa el origen de la investigación educativa, cuando la pe-
dagogía, a semejanza de lo que anteriormente habían realizado otras disciplinas, en particular
la sociología y la psicología, adopta la metodología científica como instrumento fundamental
para constituirse en una ciencia. La investigación educativa como disciplina de base empírica se
conoció inicialmente como “pedagogía experimental”, término análogo al acuñado por Wundt 28
respecto de “psicología experimental”.
Diferentes factores influyeron en el origen de la pedagogía experimental:
1. la necesidad de afirmar la educación sobre bases empíricas;
2. la vinculación con la psicología;
3. el desarrollo de la paidología;
4. la introducción del método experimental en ciencias afines a la educación.
24 Al respecto pueden consultarse, entre otras obras, La vida de los hombres infames, Vigilar y Castigar y El nacimiento de
la clínica de Michel Foucault.
25 Portantiero, J. C., La sociología clásica: Durkheim y Weber, Argentina, Editores de América Latina, 1997, p. 10.
26 Ver, por ejemplo, Condorcet, Escritos pedagógicos, Madrid, Calpe, 1922.
27 Si bien aquí no avanzaremos en esta discusión, el lector podrá seguirla en las obras de Michel Foucault tanto como en
los trabajos de la Escuela de Frankfurt, para citar dos de los aportes más interesantes a la cuestión.
28 La psicología moderna nació en el ambiente universitario alemán. En este contexto, Wundt sería el encargado de do-
tar a la psicología del estatus de disciplina académica y convertir al psicólogo en investigador científico, posibilitando una
institucionalización de la psicología. La nueva psicología pretendía funcionar con los mismos métodos y técnicas que las
ciencias experimentales: trabajos en laboratorio, análisis de datos, experimentación, técnicas e instrumentales utilizados en
laboratorios de fisiología, entre otros.
Ya en el siglo XX, en la segunda posguerra, logradas las aspiraciones de una educación pri-
maria en franco avance en todo el mundo, la lucha por producir recursos humanos en el marco
de la competencia armamentista y en la carrera espacial, en el mundo bipolar de la Guerra
Fría, pondrá nuevamente a los sistemas educativos y a la educación en el centro de las preocu-
paciones de las políticas públicas, tanto en occidente como en Europa oriental. Gran parte de
las investigaciones científicas en educación, en el marco de los estados planificadores, serán
subsidiadas por éstos y alcanzarán importantes desarrollos 29. Es el momento de una expansión
y masificación de los sistemas educativos, lo que además constituirá una nueva cantera de pro-
blemas para la investigación educativa 30.
En cuanto a la ciencia moderna en general, es necesario tener en cuenta que, en tanto saber
crítico, debe justificar sus conocimientos y dar pruebas objetivas de su verdad.
El modelo científico, en sus orígenes griegos aristotélicos, fue la geometría. A partir de la
modernidad, el modelo de la ciencia será la física, aludiendo a un saber acerca de la naturaleza
(“physis”, en griego) 31.
Ley (“nomos” en griego) significa “todos sin excepción” y por tanto implica universalidad y
atemporalidad, es decir, una ley debería poder explicar un fenómeno particular en cualquier
tiempo y lugar.
Más adelante, veremos los límites de los datos empíricos en cuanto a su validez y confiabili-
dad, dado que los datos son construidos por el investigador.
29 En este contexto es importante destacar el desarrollo de dos grandes conjuntos de teorías y enfoques investigativos en
lo que atañe a la sociología de la educación: las teorías del consenso y las teorías del conflicto. Ver Karabel y Halsey, “La
investigación educativa: Una revisión e interpretación”, en Power and ideology in education, New York, Oxford University
Press, 1976.
30 Autores como Karabel y Halsey plantean el hecho de que la sociología, que había alcanzado ya importante desarrollo
como ciencia, aportaría la base científica para llevar a los estudios pedagógicos y socioeducativos al estatuto de ciencia. Al
respecto, se sugiere ampliar esta perspectiva y consultar el libro Kaplan, C. y Llomovatte, S (coords.), Desigualdad educativa.
La naturaleza como pretexto, Buenos Aires, Novedades Educativas, 2005.
31 Ver Heler, M. “Ciencias naturales: la validación de las hipótesis y teorías científicas” en Díaz, E., op. cit.
32 Heler, loc. cit., pp. 120 y 121.
1ra PARTE
CAPÍTULO II. EL CIENTÍFICO Y LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA.
LOS PROBLEMAS DEL COMIENZO
La “concepción del mundo” sólo es concebida de manera dialéctica cuando se
incluye en su esencia que ella no es un mero reflejo de lo que preexiste como
acciones materiales,sino que ella es parte integrante del proceso de constitución
del ser social. La “concepción del mundo” es, por cierto,“un conjunto de represen-
taciones”: pero no es sólo eso.Es el movimiento por el cual el grupo llega a ser real,
porque ciertos sujetos se constituyen como sus miembros por ese acto de forjar y
compartir tales representaciones, y la realidad de ese ser se le manifiesta al sujeto
con la dignidad de un ser superior.
Samaja1 (1995)
Este proceso de la civilización es lo que define al homo sapiens, en una permanente interac-
ción con el medio social y la naturaleza. En este sentido, la educación es un proceso fundamen-
tal para la propia existencia de las sociedades humanas.
Según la concepción durkheimiana de la educación, ésta consiste, en principio, en una acción
socializadora difusa y espontánea que se da cuando entran en contacto dos generaciones, una
de ellas ya socializada y otra que todavía necesita internalizar las normas, valores y conocimien-
tos existentes. Por este motivo, a lo largo de la historia, siempre ha habido personas dedicadas
a la tarea de educar, con mayor o menor grado de sistematicidad.
En la actualidad, y desde hace apenas poco más de un siglo, nuestras sociedades se sustentan
también, y fundamentalmente, en una educación sistemática, institucionalizada en la figura del
maestro. En el sentido moderno del término, el maestro, hoy, es un profesional con conocimien-
tos especializados obtenidos en el sistema formador docente creado por los estados nacionales
en simultaneidad con los sistemas educativos actuales, instituidos en su mayoría hacia fines del
siglo XIX.
Dada la creciente importancia de la educación formal en el marco de los cambios sociocultu-
rales de las últimas décadas, tanto a nivel nacional como en el concierto de las naciones, el cam-
po de los profesionales de la educación ha alcanzado un desarrollo altamente significativo 3.
1 Samaja, J., Epistemología y Metodología, Buenos Aires, Eudeba, 1995, p. 328.
2 Mencionaremos brevemente la cuestión de las funciones cognitivas en el curso de la filogenia. En los seres vivientes
no humanos, tales funciones sólo están dispuestas para el mantenimiento de la vida; mientras que en los humanos, las
funciones cognitivas a través del método científico tienen como meta general la transición de la adaptación biológica a la
adaptación racional: “transforma el aparato cognitivo de tal manera que en lugar de ponerlo al servicio del mantenimiento
de la vida, lo pone al servicio del conocimiento objetivo”. Ver Samaja, op. cit., pp. 312-313.
3 “En principio hay algo notorio: una porción importante del conocimiento objetivo no se adquiere por mecanismos genéti-
cos, sino mediante procesos psicológicos y sociales. En el seno mismo de la biología, ha surgido esta importante conclusión:
La experiencia
Cuando necesitamos tomar decisiones inmediatas y recurrimos a nuestra experiencia, no
nos planteamos que primero debemos probar empíricamente la validez de nuestras conjeturas.
Procedemos y muchas veces esa experiencia es altamente valiosa para la práctica ya que antes
ha dado buenos resultados.
Los procesos de habituación e institucionalización, a los cuales nos hemos referido en el pri-
mer capítulo, hacen al cúmulo de experiencias, habilidades y conocimientos que los hombres
producen en sociedad para resolver las situaciones cotidianas. No obstante, la experiencia per-
sonal en forma de conocimiento de sentido común puede resultar insuficiente ante cierto tipo
de problemas que requieren de un trabajo intelectual regido por otras normas de producción
y legitimación. Por otro lado, el conocimiento científico se caracteriza por exigir al sujeto que
hace ciencia una prueba empírica de la respuesta que ha pensado respecto de su problema.
Dicha prueba debe, además, adecuarse a una metodología consensuada por la comunidad cien-
tífica, acorde a un determinado paradigma.
En relación con el razonamiento, existen tres métodos para realizar inferencias: la inducción,
la deducción 4 y el método combinado inductivo-deductivo. La disputa entre aprioristas (deduc-
tivistas) y empiristas (inductivistas) del siglo XVII se resolverá en la combinación de ambos; a
pesar de sus limitaciones, esta combinación ha constituido una contribución importante para el
desarrollo del modelo científico de conocimiento.
El razonamiento
Todo razonamiento consiste en un conjunto de proposiciones 5 en el que una de esas propo-
siciones se infiere o “extrae” de las demás: la conclusión. Las proposiciones que posibilitan la
inferencia son las premisas. Cualquiera de ellas podría ser falsa.
Sabemos que el razonamiento no es ni verdadero ni falso, sino válido o inválido, es decir co-
rrecto o incorrecto. Ahora bien, un razonamiento es válido siempre y cuando no sea el caso que
de premisas verdaderas se extraiga una conclusión falsa. Se desprende de lo dicho que pueden
darse los siguientes casos: razonamientos válidos con premisas y conclusión verdaderas; otros
con premisas y conclusión falsas y otros con premisas falsas (todas o al menos una) y conclusión
verdadera o falsa 6 .
La vía inductiva parte de premisas singulares para llegar a conclusiones universales, por lo
tanto sabemos también de las limitaciones lógicas de la misma (que tiene para el científico un
valor heurístico fundamental): el pasaje de proposiciones singulares a una proposición universal
no garantiza que la verdad de las premisas se transfiera a la conclusión.
los miembros de la especie homo sapiens poseen, además de las estructuras biológicas –mediante las cuales transmiten
información genética–, otro sistema para transmitir información de una generación a otra: ‘dicho sistema consiste en el
proceso de la enseñanza y el aprendizaje social, y constituye, en realidad, un segundo mecanismo por medio del cual opera
la evolución, al que denomino sociogenético’”. C. Waddington (1963,31) citado por Samaja, op. cit., p. 313.
4 El razonamiento deductivo fue el gran aporte de Aristóteles a la lógica formal (el silogismo). “El silogismo fue la base
del razonamiento sistemático desde el momento de su enunciación hasta el Renacimiento”. Cohen y Manion, Métodos de
Investigación Educativa, Madrid, La Muralla, 1990, p. 25.
5 De una proposición, sí es posible predicar que sea verdadera o falsa, pues describe hechos cuya ocurrencia puede ser
constatada fácticamente, por ejemplo: la Revolución Francesa es un hecho histórico y una proposición que enuncie su exis-
tencia puede ser contrastada fácticamente.
6 Ver capítulo “Métodos científicos” en Esther Díaz (comp.), La producción de los conceptos científicos, Buenos Aires,
Biblos, 1995, p. 185.
1ra PARTE
Como las dos grandes fallas del inductivismo consisten en apoyarse en
una forma de razonamiento inválida y en pretender que el conocimien-
to parte de la observación, quienes intentan superarlo buscan solucio-
nar esos problemas empleando formas de razonamiento válidas y reco-
nociendo la preexistencia de las teorías con respecto a la observación.7
La investigación científica
Otra de las formas en que el hombre produce conocimiento, como dijimos, es la investiga-
ción científica. Para Kerlinger, la ciencia se basa en la investigación sistemática, controlada,
empírica y crítica de proposiciones hipotéticas acerca de las relaciones presumidas entre fenó-
menos. En esta perspectiva, donde el saber de sentido común se relaciona con hechos casua-
les, la investigación científica trabaja de modo sistemático, controlando condiciones y factores,
basándose en el modelo inductivo-deductivo. El conocimiento así producido es empírico, es
decir que la creencia subjetiva es contrastada con la información procedente de la experiencia
sensorial. El científico está siempre alerta a las fuentes de error que podrían afectar su trabajo
si se basara solamente en sus opiniones, por ello introduce constantemente procedimientos
de validación en todo el proceso de investigación. Dicho con más propiedad: todo proceso
de investigación supone constantes instancias de validación, las cuales serán abordadas en el
siguiente capítulo.
La ciencia es siempre una acción social, y como tal es intersubjetiva y requiere de la considera-
ción de otros expertos. En el caso de los diseños causales, su rigurosidad permite la replicación
del experimento; en otro tipo de diseños, dado que el método científico siempre explicita sus
7 Ver el capítulo “Métodos científicos”, en op. cit., p. 178.
8 Ver loc. cit., p. 179.
1ra PARTE
sabemos que en otras oportunidades ha sucedido lo mismo. Pero si hemos sido informados
de que el ascensor tenía algunos desperfectos, seguramente pensaremos que se ha detenido
debido a la falta de reparación. Puede suceder, asimismo, que si disponemos de otro ascensor
resolvamos la situación rápidamente, mediante su utilización; otra posibilidad sería recurrir a las
escaleras. Hagamos una cosa u otra, buscaremos una explicación a esa situación que nos ha
alterado la rutina, nos ha hecho perder tiempo y quizá perder el colectivo o llegar tarde a algún
lugar, probablemente a nuestro trabajo, donde daremos también una explicación de la llegada
a destiempo. Nos creerán o no, pero difícilmente se produzca una investigación empírica a fin
de comprobar la “realidad del fenómeno acontecido”. Tampoco a nosotros se nos ocurriría ha-
cer una investigación al respecto. Quizás consultemos al encargado creyendo en la explicación
que él nos da. Esa, a los fines prácticos, será la “verdadera explicación para el suceso”, pues
en definitiva nos interesa que el ascensor funcione y, siendo así, no indagaremos mucho más.
Pero supongamos que se produce una desgracia en el ascensor e interviene la Justicia. En este
plano se realizará una indagación judicial para establecer la “verdad acerca de los hechos” y to-
dos estaremos esperando que se haga justicia; lo que equivale a decir que “se descubra lo que
realmente sucedió” más allá de las opiniones, los juicios subjetivos y las mentiras que podrían
decirse en tal situación. Si bien hemos utilizado una analogía entre el hecho judicial y el hecho
científico, en una situación tal nos acercamos bastante a lo que es una investigación científica
ya que esperaremos “objetividad”, es decir, la comprobación de cómo sucedieron los hechos y
que, consecuentemente, se administre justicia no acorde a un estado de ánimo, por ejemplo,
sino a los hechos reales y comprobados.
Si bien no hay algo único que pueda denominarse “explicación científica”, existen ciertas
formas en que los científicos tratan de dar cuenta de los hechos, ya sean naturales o sociales.
Existen diferentes modelos de explicación científica, pero podemos agrupar a los científicos
sociales en dos grandes categorías: causalistas y comprensivistas.
Quienes intentan dar cuenta de las leyes generales de los fenómenos u hechos que estudian,
entran dentro del gran equipo de los causalistas (ya sea que expliquen a partir del modelo
nomológico deductivo –algunos de sus submodelos– o estadístico). Quienes se proponen com-
prender la causa en el sentido de aquellos motivos o intenciones, por ejemplo, que hacen que
las personas se comporten de una determinada manera, son los comprensivistas. En los capítu-
los correspondientes a métodos cuantitativos y cualitativos respectivamente profundizaremos la
discusión. El esquema siguiente, por lo tanto, está simplificado.
Causalistas Comprensivistas
Buscan las regularidades en forma de leyes genera- Buscan la comprensión del sentido y, aunque suelen
les valiéndose del razonamiento deductivo. buscarse regularidades, el investigador realiza un
trabajo de tipo básicamente inductivo.
Aquí encontramos las dos grandes corrientes que dividen aguas dentro del campo de la in-
vestigación educativa. Luego retomaremos este tema.
Supongamos que nos hemos dirigido a la parada del colectivo donde habitualmente toma-
mos la línea que nos deja donde necesitamos. Pero encontramos que, ante nuestra señal, el
transporte no se detiene. Miramos si efectivamente sigue allí el cartel indicador con el número
de nuestro autobús. Efectivamente, está. Queremos explicarnos por qué no se detuvo, es de-
cir, por qué causa el chofer siguió sin detenerse a nuestro pedido. Algo desacostumbrado ha
ocurrido. Conocemos una cantidad de datos que nos indican que debió hacerlo. Está el cartel
indicador, su trabajo es levantar pasajeros, hemos realizado la señal correspondiente en el
lugar indicado, etc. Entonces inevitablemente nos preguntaremos: ¿Por qué siguió de largo?
Algún tipo de explicación intentaremos: porque el colectivero no cumple con su trabajo como
corresponde debido a que no recibe un buen salario, o bien porque no es un buen trabajador;
porque ese día no vio la señal porque venía conversando con un amigo, contraviniendo las nor-
mas; porque estaba disgustado por alguna razón personal y se descargó con nosotros; porque
estaba apurado ya que llevaba retraso y podía sufrir una sanción por parte de la empresa; por
negligencia, etc. Son todas respuestas posibles, conjeturas que tienen buenas posibilidades de
ser ciertas; son hipótesis de sentido común, es decir, respuestas fundadas en nuestra experien-
cia en relación con nuestro problema.
Respecto de nuestro chofer, posiblemente elegiremos aquella explicación que mejor se ade-
cue a nuestro enojo o a la dimensión del trastorno que nos causó, poniendo menor o mayor én-
fasis en buscar el por qué, pero seguramente en ningún caso emprenderemos una investigación
científica para comprobar algunas de esas conjeturas-hipótesis. Ahora bien, si fuéramos inves-
tigadores y tuviéramos que dar una descripción y/o explicación del comportamiento laboral de
los choferes de colectivos, entonces sí tendríamos que recurrir a una serie de pasos con reglas
predeterminadas para probar alguna de esas hipótesis. Pero primero deberíamos quedarnos con
aquellas conjeturas que tienen más solidez. La pregunta es: ¿Cómo hacemos para discriminar
cuál o cuáles son las hipótesis más sólidas, las buenas hipótesis? Es decir, las explicaciones pro-
visorias que doy al problema hasta tanto las someta a prueba empírica.
1ra PARTE
En principio, es necesario advertir que el proceso de llevar a cabo una investigación a menudo
supone comenzar con una hipótesis (o varias) y, llegado a un punto de la indagación, descartar-
las si hemos concluido que no están adecuadamente fundamentadas. El investigador debe estar
preparado, pese a su rigor metodológico, para aceptar un cierto grado de incertidumbre en el
desarrollo de su trabajo. Un elemento fundamental es detectar a qué dimensión de la realidad
corresponde nuestro problema, es decir, cuál es el tema general dentro del cual se encuadra
nuestra pregunta. Pues tenemos un problema cuando tenemos una o varias preguntas. Por
ejemplo, si nuestra pregunta es ¿por qué los estudiantes de secundaria tienen problemas con
la lectura e interpretación de textos? nuestro tema es lectura e interpretación de textos en la
escuela secundaria. El tema detecta un área de indagación con el fin de ir recortando el objeto
de conocimiento.
Probablemente nuestra intuición, experiencia y conocimientos previos I nos llevarían a plan-
tear que se trata de jóvenes que no leen y que no reciben estímulo para esa actividad. Podría-
mos formular nuestra hipótesis (como posible respuesta al problema) de la siguiente manera:
“Los estudiantes de la escuela media presentan dificultades para la lectura e interpretación de
textos debido a que no ejercitan la lectura suficientemente, porque no les interesa y no reciben
estímulos para ello”.
Como podemos apreciar en esta proposición, tenemos varias dimensiones de la realidad
que se combinan. Esto es: las dificultades para la lectura e interpretación de textos estarían
relacionadas con un grado insuficiente de ejercitación de la lectura y ello tendría relación con
la falta de interés y de estímulos. Es necesario, llegados aquí, consultar las investigaciones y los
estudios científicos que se vinculan con nuestro tema. Esta consulta consiste en una indaga-
ción teórica que nos ayude a conocer las dimensiones que pueden estar asociadas al problema,
para que nos aporte nuevas visiones acerca de otros posibles factores y su combinación. Ire-
mos enfocando mejor nuestro problema. Probablemente, luego de un período importante de
revisión bibliográfica desechemos la o las hipótesis, porque encontramos que otros estudiosos
han hallado factores más relevantes para responder la pregunta que nos formulamos. O tal
vez encontremos que la no ejercitación de la lectura está relacionada con otros aspectos de
la realidad de los jóvenes que no habíamos considerado. Quizá descubramos que ya se han
realizado muchas investigaciones sobre el tema y que está resuelto, por lo cual no tenemos
ningún nuevo conocimiento para aportar. A su vez, los resultados de la investigación que lleve-
mos a cabo producirán un nuevo saber respecto de un problema que implicará el surgimiento
de nuevos interrogantes para futuras investigaciones. En el próximo capítulo, abordaremos en
detalle esta parte del proceso, el inicio de una investigación. No obstante, podemos enumerar
algunas características.
La investigación científica:
se basa en el trabajo de otros, no a fín de copiarlos, sino de
aprender lo que ya otros han estudiado al respecto;
se puede repetir (replicabilidad);
se puede generalizar a otras situaciones, dadas ciertas normas
de realización;
se rige por un razonamiento lógico;
está basada en una teoría;
es factible, es decir, está al alcance de las condiciones de rea-
lización con que cuenta el investigador;
genera nuevas preguntas, o sea que es de naturaleza cíclica;
las respuestas que hallemos para nuestras preguntas de hoy,
serán la base para nuevas preguntas.
1ra PARTE
II.4. Enfoques teóricos metodológicos en la investigación educativa
Para cerrar este capítulo veremos sucintamente el concepto de paradigma, ya que en la inves-
tigación educativa existen varias teorías que difieren entre sí desde el punto de vista ontológico,
epistemológico y ético.
Existe un acuerdo generalizado en diferenciar tres modelos o paradigmas dentro de la investi-
gación educativa, aunque las líneas divisorias entre ellos sean difusas y sea prácticamente impo-
sible situar todo un trabajo en uno de ellos. Ahora bien, saber las características fundamentales
de cada uno es de gran ayuda para comprender los aspectos metodológicos y los alcances y
consecuencias de la investigación que estamos estudiando, pues el investigador, al elegir y si-
tuarse en una teoría, toma posición y, al hacerlo, adopta un determinado tipo de compromiso
con la realidad que estudia.
El concepto de paradigma18
En 1962, Thomas Kuhn, físico, publica una investigación que realiza ya no en el ámbito de su
especialidad, sino en el de la historia de la ciencia. En el clásico libro La estructura de las revolu-
ciones científicas, Kuhn cuestiona tanto la concepción inductivista como falsacionista19 de la cien-
cia. El autor discute la imagen que da la historiografía tradicional de las ciencias, según la cual
éstas progresan en forma acumulativa, lineal. Desde esta perspectiva, la ciencia avanza mediante
revoluciones, que hacen que se abandone una estructura teórico-metodológica y se la reemplace
por otra. La imagen se corresponde aproximadamente con el siguiente esquema abierto:
Pre-ciencia ciencia normal crisis revolución nueva ciencia normal nueva crisis...
Khun ha usado el término en por lo menos dos sentidos, pero podemos decir que un paradig-
ma es un conjunto de teorías, métodos, y técnicas que, en un determinado momento histórico,
en el campo de una disciplina particular, los científicos lo consideran legítimo y lo aceptan como
base de su práctica investigativa. Este conjunto de elementos supone además una determinada
concepción respecto de cuáles son las entidades que componen el mundo, y sus características.
Hay detrás, por tanto, toda una forma de pensar acerca de la clase de realidad con la que se
trabaja, en la que influyen también los estados internos y externos al investigador, como el con-
texto político y los aspectos psicológicos. Hay un paradigma y la ciencia que se realiza dentro
de él es lo que Kuhn llama ciencia normal, es decir, cuando la comunidad científica ha llegado
a un acuerdo desplazando o subsumiendo a otras teorías. El paradigma es trasmitido por me-
dio de la producción académica y científica. Una ciencia madura tiene un único corpus teórico
metodológico y, por tanto, consolidado; un paradigma que rige la práctica científica de quienes
deseen realizar investigación científica.
17 Aquí presentamos una perspectiva introductoria que iremos ampliando en la segunda parte a medida que nos aboque-
mos a los diseños de investigación.
18 Introduciremos una conceptualización básica acerca del término paradigma. Quien desee profundizar el tema, podrá
leer el ya clásico libro de Kuhn y otros desarrollos en torno al concepto, del mismo autor y/o de otros comentaristas, como
también las críticas que le han sido realizadas al concepto. La última versión del mencionado libro de Chalmers aborda
también la discusión.
19 Para adentrarse en esta cuestión se recomienda, entre otras lecturas, el libro de Chalmers ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?
20 Recordemos que Comte fue el creador del término “sociología” y que aspiraba a hacer de la moral una cuestión de física
social. Comte sustentó la Ley de la Evolución Intelectual de la Humanidad o Ley de los Tres Estados: teológico, metafísico y
positivo. Ver: Comte, A., Discurso sobre el espíritu positivo, Buenos Aires, Aguilar, 1982.
21 Al respecto se puede consultar, entre otros libros, Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires,
Amorrortu editores, 1990.
22 Durkheim, E., Las reglas del método sociológico, Buenos Aires, Schapire, 1975.
23 “El debate metodológico que se desarrollaba dentro de cada disciplina confluía en un problema de orden más general:
la determinación del procedimiento de ese grupo de disciplinas, en cuanto difería del propio de aquéllas que constituyen la
ciencia de la naturaleza”. Pietro Rossi en la “Introducción” a Weber, M., Ensayos sobre metodología sociológica.
1ra PARTE
El enfoque crítico
Heredero del pensamiento marxista, en el siglo XX el enfoque crítico encuentra su expresión
en el pensamiento de la escuela de Frankfurt 24 , especialmente en Habermas y en la escuela
marxista francesa, particularmente en Althusser. En “Conocimiento e Interés”, justamente, Ha-
bermas hace un “uso entusiasta de métodos interpretativos; no cabe duda de que su posición
se presenta como alternativa al naturalismo”25.
Al investigador crítico le interrogan problemas vinculados con temáticas tales como la ideo-
logía, las estructuras objetivas y subjetivas del mundo social y el conflicto de clases, una tensión
que suele verse como irreductible hasta tanto cambien las condiciones en que los hombres
producen el mundo material y simbólico. Las formas de dominación económica y simbólica
son las cuestiones más presentes en los marcos teóricos que indagan en lo educativo y social,
como es el caso de las teorías reproductivistas neomarxistas, en el campo de la sociología de la
educación, por ejemplo 26 .
En este enfoque, suelen utilizarse tanto métodos cuantitativos como cualitativos, siendo el
elemento histórico un eje fundamental.
24 La Escuela de Frankfurt se desarrolla en EEUU, en la segunda posguerra, como una escuela sociológica crítica, de carácter
teórico, que se aboca fundamentalmente a la sociología de la cultura. Sus más conocidos representantes son Horkheimer,
Adorno, Marcuse, Benjamín y Fromm. Estos pensadores realizaron una crítica a la razón ilustrada, en tanto razón instrumen-
tal que contribuye, no sólo al dominio de la naturaleza, sino al dominio del hombre por el hombre. No es subsidiario el dato
de que la mayoría de sus integrantes fueran exiliados de Alemania, huyendo del nazismo.
25 Klimovsky, op. cit., p. 23.
26 Karabel y Halsey proponen un esquema dicotómico, teorías del consenso y teorías del conflicto (éstas últimas de corte
neoweberiano y neomarxistas) así como una nueva sociología de la educación centrada en los microprocesos de la “caja
negra” de la escuela, en lo que se refiere a las interacciones áulicas entre docentes y estudiantes, la transmisión del conoci-
miento y los procesos comunicacionales culturales dentro de la escuela, que intentan dar una explicación a la desigualdad
educativa en la escuela moderna.