El Copo de Nieve

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El copo

Solo tenemos un momento,


brillando como una estrella
de nieve
en la mano; y luego se derrite
como un copo de nieve…
Benji Davies
Sir Francis Bacon

Para mi padre, el auténtico abu,


que inspiró este cuento.
En lo alto del cielo, una noche de invierno,
se formó un copo de nieve.

Se puso a girar, saltar y hacer piruetas


entre las nubes.

—¡Yupiiii! —chillaba emocionado.

Sin embargo, pronto empezó a caer.

—¡Pero yo no quiero caer! —dijo el copo de nieve.


—Se supone que tienes que caer —dijo una nube—. El copo de nieve no estaba tan seguro.
Es lo que hacen los copos de nieve. Giró hacia un lado y hacia el otro…
Giró y giró otra vez.
—¡Pero yo no quiero! —suplicó el copo de nieve—.
Ayúdame, nube. ¡Haz que no caiga!

Dando tumbos mientras caía,


el copo de nieve se mareó.

—Ya encontrarás tu camino… —respondió la nube—. ¡Buena suerte!


Muy lejos de allí, en una ciudad acurrucada entre colinas,
una niña que se llamaba Noelle volvía andando
a casa con su abuelo, el abu.

El aliento de Noelle formaba nubecitas en el aire limpio y frío.

«Me pregunto si nevará esta noche», pensó.


El copo de nieve caía sobre laderas salpicadas de árboles.
Impulsado por el viento, pasaba por valles y torrentes.
Esperaba dejar de caer muy pronto…

… cuando llegó a un lugar que parecía prometedor.


Pero cada vez que creía que estaba a punto de aterrizar,

el viento lo empujaba más allá.

El copo de nieve no podía hacer nada.

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