Hegel y El Espiritu
Hegel y El Espiritu
Hegel y El Espiritu
II. El espíritu.
a. Las variaciones en el espíritu como un transformador en la historia.
b. Conciencia y voluntad.
c. La lucha del espíritu contra sí mismo.
III. Los cambios.
a. El cambio no es sinónimo de progreso.
b. Diferencia de los cambios en la naturaleza y los cambios en el espíritu.
c. Influencia de los cambios individuales en la sociedad.
IV. Conclusión.
Friedrich Hegel (Stuttgart, 27 de agosto de 1770-Berlín, 14 de noviembre de 1831) fue un
filósofo idealista y dialéctico alemán, su obra más importante es ¨Fenomenología del espíritu o la
mente¨ en esta fundamenta su sistema, el idealismo absoluto. Publicada en 1807, es considerada
como una de las obras más conceptuales y difíciles de la filosofía occidental. En ella se tratan
problemáticas filosóficas anteriores al materialismo histórico alemán, como son el ideal del
absoluto, el espíritu humano como amor a la sabiduría en lo práctico y la dialéctica amo-esclavo,
entre otros. Para Hegel, la fuente del movimiento hacia lo absoluto es la contradicción interna del
espíritu y todos los fenómenos de la Naturaleza y de la Historia son para él formas de
manifestación, de revelación del espíritu absoluto, formas de su autoconocimiento.
Según el sistema del idealismo objetivo (o absoluto) de Hegel, el motivo de todo el mundo es
una determinada “Idea absoluta” objetiva existente previo a la aparición de la Naturaleza y del
ser humano. La “idea absoluta”, por su naturaleza, es un inicio activo: no obstante, su actividad
únicamente podría ser expresada en el raciocinio y en el autoconocimiento. La naturaleza
dialéctica de la iniciativa constituye el fomento hacia su actividad, a su autoconocimiento. La
“idea absoluta” es en sí misma contradictoria, se mueve y cambia, se rehúsa y se transforma en
su opuesto. En el proceso de su autodesarrollo dialéctico, la “idea absoluta” atraviesa 3 fases
primordiales. La primera es la lógica, una vez que la “idea absoluta” actúa aún en su realidad
“premundial”, de “pre-naturaleza” en el “elemento del raciocinio puro”. En esta etapa, la “idea
absoluta” se declara un sistema de conceptos-categorías lógicos, como un sistema de lógica. En
la segunda fase, la “idea absoluta” se transforma en Naturaleza, que es el “otro ser de la
iniciativa absoluta”. La Naturaleza según Hegel, no se realiza en la era, sino que solamente
cambia eternamente en el espacio. El nivel preeminente del autodesarrollo de la iniciativa es el
“espíritu absoluto”. En esta tercera fase, la “idea absoluta” rehúsa la Naturaleza y vuelve a ella
misma; su desarrollo se efectúa otra vez en el lote del raciocinio, empero ya del raciocinio
humano. En este periodo incluye Hegel el nivel de la conciencia personal, el de la conciencia
social y el nivel mayor una vez que la iniciativa a modo de religión, de arte y filosofía llega
finalmente de su autoconocimiento. Hegel estima que la filosofía es una “ciencia absoluta” y
estima a su propia filosofía como el nivel definitivo del autodesarrollo de la iniciativa.
El espíritu.
El espíritu según Hegel se duplica, es decir, se hace reflexionando sobre sí mismo, convirtiendo
su ser en sí en ser para sí. Empero, por una sección, autoconocerse, hacerse objeto de uno mismo,
involucra extrañarse, hacerse otro. Por otra, el espíritu solamente puede reconocerse en el otro si
el otro es además sí mismo. Solamente puede haber autorreconocimiento en el extrañamiento una
vez que éste no es extremista. La meta del espíritu hegeliano es comprenderse y definirse. Dicha
definición total se consigue en la filosofía. La narración de la filosofía es el aumento en la
autocomprensión y ejecución del espíritu. Esta historia y el espíritu se consuman una vez que se
consigue la comprensión filosófica del espíritu. Esto pasa en la filosofía de Hegel.
«El capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por esta; del
mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose
como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no se distinguen entre sí, sino que se
eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, se constituyen al mismo
tiempo otros tantos momentos de una unidad orgánica, en la que, lejos de contradecirse, son
todos igualmente necesarios, y esta igual necesidad es cabalmente la que constituye la vida del
todo». Hegel – Fenomenología del espíritu
Una vez que Hegel menciona el término espíritu no está invocando la idea que el sentido común
concibe. Debemos interpretarlo a partir de las coordenadas del pensamiento romántico, como una
idea cercana a la naturaleza y se concibe como una fuerza fundamental que mueve
ontológicamente lo fenoménico.
El espíritu durante toda la obra de Hegel se autodefine en diversos instantes. Sobre esta base
tenemos la posibilidad de definirlo como pensamiento, sin embargo, además como Ser, empero
además se comprende como un desplazamiento de desgarramiento del Ser al pensamiento y al
revés. El espíritu se expone como una fuerza, como una energía activa, que se exterioriza y se
objetiva. Esta fuerza activa en su proceso de exteriorización crea la cultura y en el proceso de
auto-movimiento se produce todo el cuerpo humano materializado de la cultura humana, junto
con todo el «cuerpo inorgánico del hombre» (Iliénkov, 1977, p. 194).
Este desplazamiento del pensamiento al Ser se muestra como una revelación exterior. Es lo cual
Hegel aseveraría que el espíritu pone en el planeta su corporeidad a modo de finitud. Esta
exteriorización del pensamiento hacia el Ser es un proceso benéfico real que se muestra no solo
en teorías, sino además en la modificación de lo a gusto (Iliénkov, 1977, p. 197). En este sentido
el raciocinio entendido como espíritu no surge primero a modo de iniciativa, sino a modo de
sentimiento, de representación sensible. A partir de la manera más vulgar de sensibilidad, el
espíritu en su forma de pensamiento está contenido, inmerso en la sensibilidad. El ser humano
supone sin percatarse, de su proceso de pensamiento, de la ejecución de su pensamiento en
objetos concretos de técnica, de la ciencia y la moral (Iliénkov, 1977, p. 201). Esto significa que
la fuerza del pensamiento objetivo, el espíritu, se objetiva independientemente de la conciencia
personal que ejecuta la objetivación.
A partir del desplazamiento del pensamiento al Ser, queda una interacción de identidad, el
raciocinio queda sumergido en su exteriorización sensible. El espíritu está contenido en su
objetividad, y se muestra a él mismo como algo exterior que se opone al pensamiento, al instante
inicial del desplazamiento del espíritu. El espíritu funciona exactamente como explica Iliénkov:
«El pensamiento no se puede ver a sí mismo de otra manera como no sea en el espejo de sus
propias creaciones, en el espejo del mundo exterior, tal como lo conocemos merced a la
actividad del pensamiento» (Iliénkov, 1977, p. 202).
En Hegel, el fin de unidad entre el objeto y el individuo se define como un Absoluto, como la
integridad entre los atributos espinozistas de la expansión y el raciocinio. El término de vitalidad
negativa dada por el espíritu le da a la substancia de Hegel desplazamiento, negatividad. Una vez
que el individuo y la substancia se fusionan en un mismo componente (la integridad consciente
de sí) se inicia el proceso de autorrealización del espíritu, el desplazamiento ontológico empieza
su objetivación.
Conciencia y voluntad.
En su libro sobre Freud y en El problema de las interpretaciones, Ricoeur confirma que la
exclusiva filosofía de la conciencia viable luego de Freud podría ser una que estuviera
emparentada con la fenomenología del espíritu hegeliana. En ella, "la exégesis de la conciencia
consistiría en un inventario y en una constitución gradual de las esferas de sentido que la
conciencia debería encontrar y apoderarse con el objeto de reflejarse como un sí-mismo, como
un yo humano, maduro, ético" (Ricoeur 2003: 295; véase 104). Ricoeur rememora que el espíritu
es para Hegel la realidad de la vida. La vida es el espíritu en sí, empero aún no desplegado para
sí. En esta etapa fundamental tiene en sí la negatividad que la hace ser otra, y por medio de este
ser otra llegar a ser sí misma (véase Ricoeur 1970: 408). Como en el psicoanálisis, este proceso
de aumento involucra un descentramiento de la conciencia. Por esa razón la fenomenología de
Hegel no es fenomenología de la conciencia sino del espíritu, entendiendo por tal "una
especificación de las figuras, categorías o símbolos que guían aquel aumento siguiendo el orden
de una síntesis progresiva" (Ricoeur 1970: 107).
Pero aquí viene una pregunta fundamental, como el cambio individual puede afectar o influir en
la sociedad. A esto la respuesta es simple, los cambios individuales tienen un efecto en la
sociedad cuando son masivos, cuando ocurre un fenómeno generalmente este tiende a cambiar la
perspectiva de un individuo, y de ser un fenómeno grande, influirá en la perspectiva o en el
actuar de toda la sociedad.
Conclusión.
Hemos observado que la filosofía hegeliana tiene como máxima su obra Fenomenología del
espíritu, en esta expone sus ideas sobre los cambios en la naturaleza y en el espíritu, siendo estos
pilares de la filosofía idealista, destacando ideas como la duplicación del espíritu, la importancia
del autoconocimiento y la influencia de la voluntad y la conciencia en el individuo, aspecto que
más tarde el filósofo Arthur Schopenhauer ampliaría en su obra y daría como concepto único ¨la
voluntad¨ .