LIII Jornadas de Histotia Maritimas

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INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

LIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA

D. ANTONIO ULLOA
CICLO DE CONFERENCIAS - OCTUBRE 2016
CUADERNO MONOGRÁFICO N.º 74
MADRID, 2016

MINISTERIO DE DEFENSA
INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

LIII JORNADAS
DE HISTORIA MARÍTIMA

D. ANTONIO DE ULLOA

CICLO DE CONFERENCIAS - OCTUBRE 2016


CUADERNO MONOGRÁFICO NÚM. 74
MADRID, 2016
CUBIERTA: Don Antonio de Ulloa. Teniente general de la Armada. José Roldán y Martínez
(1808-1871). Óleo sobre lienzo, 125,5 x 98 cm. Museo Naval de Madrid.

DIRECCIÓN Y ADMINISTRACIÓN:

Instituto de Historia y Cultura Naval.


Juan de Mena, 1, 1.a planta.
28071 Madrid (España).
Teléfono: 91 379 50 50 / 91 312 44 27
Fax: 91 379 59 45.
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EDITA:

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NIPO: 083-17-047-X (edición en línea)
ISBN: 978-84-9091-249-2 (edición en papel)
Depósito legal: M-7360-2017
Fecha de edición: febrero 2017
Imprime: Ministerio de Defensa

Las opiniones emitidas en esta publicación son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. Los
derechos de explotación de esta obra están amparados por la Ley de la Propiedad Intelectual.
Ninguna de las partes de la misma puede ser reproducida, almacenada ni transmitida en
ninguna forma ni por medio alguno, electrónico, mecánico o de grabación, incluido fotoco-
pias, o por cualquier otra forma, sin permiso previo, expreso y por escrito de los titulares del
© Copyright.

En esta edición se ha utilizado papel 100% reciclado libre de cloro.


El sevillano Antonio de Ulloa ingresó como guardia marina en 1733. Dos
años más tarde entró a formar parte en la primera gran expedición científica
registrada en la historia: la Misión Geodésica, organizada por la Academia
Francesa de Ciencias, que tenía como objetivo la medición de un arco de
meridiano terrestre.
Durante la expedición descubrió el platino y sus propiedades, siendo el
primero en darlo a conocer en Europa. Además dio los primeros pasos en el
conocimiento de la electricidad y el magnetismo artificial, facilitó las
primeras noticias sobre el árbol de la canela y el caucho, perfeccionó la
imprenta, el arte de grabar el cobre y la piedra y la relojería. En reconocimien-
to a su trayectoria recibió muchos honores y ocupó numerosos cargos.
La REVISTA DE HISTORIA NAVAL es una publicación periódica trimes-
tral del Ministerio de Defensa, publicada por el Instituto de Historia y
Cultura Naval, centro radicado en el Cuartel General de la Armada en
Madrid, cuyo primer número salió en el mes de julio de 1983. Recoge
y difunde principalmente los trabajos promovidos por el Instituto y
realizados para él, procediendo a su difusión por círculos concéntricos,
que abarcan todo el ámbito de la Armada, de otras armadas extranjeras,
de la Universidad y de otras instituciones culturales y científicas,
nacionales y extranjeras. Los autores provienen de la misma Armada,
de las cátedras de especialidades técnicas y de las ciencias más hetero-
géneas.

La REVISTA DE HISTORIA NAVAL nació pues de una necesidad que


justificaba de algún modo la misión del Instituto. Y con unos objetivos
muy claros, ser «el instrumento para, en el seno de la Armada, fomen-
tar la conciencia marítima nacional y el culto a nuestras tradiciones».
Por ello, el Instituto tiene el doble carácter de centro de estudios docu-
mentales y de investigación histórica y de servicio de difusión cultural.

El Instituto pretende cuidar con el mayor empeño la difusión de


nuestra historia militar, especialmente la naval —marítima si se quiere
dar mayor amplitud al término—, en los aspectos que convenga para el
mejor conocimiento de la Armada y de cuantas disciplinas teóricas y
prácticas conforman el arte militar.

Consecuentemente la REVISTA acoge no solamente a todo el perso-


nal de la Armada española, militar y civil, sino también al de las otras
Marinas, mercante, pesquera y deportiva. Asimismo recoge trabajos de
estudiosos militares y civiles, nacionales y extranjeros.

Con este propósito se invita a colaborar a cuantos escritores, espa-


ñoles y extranjeros, civiles y militares, gusten, por profesión o afición,
tratar sobre temas de historia militar, en la seguridad de que serán muy
gustosamente recibidos siempre que reúnan unos requisitos mínimos de
corrección literaria, erudición y originalidad fundamentados en recono-
cidas fuentes documentales o bibliográficas.
SUMARIO
Págs.

Apertura, por D. Fernando Zumalacárregui Luxán, vicealmirante


director del Instituto de Historia y Cultura Naval ........................ 7

Antonio de Ulloa y la ciencia española

— Don Antonio de Ulloa en el contexto de la ciencia española, por


D. Alfonso Navas, investigador científico del CSIC ................... 11
— Don Antonio de Ulloa y la ciencia española, por D.ª Soraya
Peña de Camús, coordinadora de exposiciones del Museo
Nacional de Ciencias Naturales ................................................... 19

Antonio de Ulloa: su trayectoria como marino, por D. Mariano


Juan y Ferragut, capitán de navío (R) .......................................... 33

Antonio de Ulloa: un ilustrado en la villa de la Real Isla de León,


por D. José Quintero González, doctor en Historia ..................... 45

Antonio de Ulloa y Jorge Juan: disparidad de vidas y desencuen-


tros, por D. Francisco González de Posada, doctor ingeniero de
Caminos, Canales y Puertos, licenciado en Filosofía y Letras .... 67

Antonio de Ulloa. El eclipese total de Sol del 24 de junio de 1778,


por D. Teodoro López Moratalla, capitán de navío, subdirector
del Real Observatorio de la Armada ............................................ 93
CUADERNOS MONOGRÁFICOS DEL INSTITUTO
DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

1.—I JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado) 34.—XIX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado)
ESPAÑA Y EL ULTRAMAR HISPÁNICO HASTA LA ILUS- HOMBRES Y ARMADAS EN EL REINADO DE CARLOS I
TRACIÓN 35.—XX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado)
2.—II JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado) JUAN DE LA COSA
LA MARINA DE LA ILUSTRACIÓN 36.—LA ESCUADRA RUSA VENDIDA POR ALEJANDRO I A
3.—SIMPOSIO HISPANO-BRITÁNICO (Agotado) FERNANDO VII EN 1817
LA GRAN ARMADA 37.— LA ORDEN DE MALTA, LA MAR Y LA AR-MADA
4.—III JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado) 38.—TRAFALGAR
LA ESPAÑA MARÍTIMA DEL SIGLO XIX (I) 39.—LA CASA DE CONTRATACIÓN DE SEVILLA. APROXIMA-
5.—IV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA (Agotado) CIÓN A UN CENTENARIO (1503–2003)
LA ESPAÑA MARÍTIMA DEL SIGLO XIX (II) 40.—LOS VIRREYES MARINOS DE LA AMÉRICA HISPANA
6.—FERNÁNDEZ DURO (Agotado) 41.—ARSENALES Y CONSTRUCCIÓN NAVAL EN EL SIGLO DE
7.—ANTEQUERA Y BOBADILLA (Agotado) LAS ILUSTRACIONES
8.—V JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA 42.—XXVII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA INSTITU-
LA MARINA ANTE EL 98.–ANTECEDENTES DE UN CIÓN DEL ALMIRANTAZGO EN ESPAÑA
CONFLICTO 43.—XXVIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA
9.—I JORNADAS DE POLÍTICA MARÍTIMA LA ÚLTIMA PROGRESIÓN DE LAS FRONTERAS HISPANAS
LA POLÍTICA MARÍTIMA ESPAÑOLA Y SUS PROBLEMAS EN ULTRAMAR Y SU DEFENSA
ACTUALES 44.—LA GUERRA DE LA OREJA DE JENKINS (1739-1748)
10.—LA REVISTA GENERAL DE MARINA Y SU PROYECCIÓN 45.—HISTORIA DE LA ARMADA ESPAÑOLA EN EL
HISTÓRICA PRIMER TERCIO DEL S. XIX: IMPORTACIÓN VERSUS
11.—VI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA FOMENTO (1814-1835)
LA MARINA ANTE EL 98.–GÉNESIS Y DESARROLLO DEL 46.—XXIX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA
CONFLICTO PIRATERÍA Y CORSO EN LA EDAD MODERNA
12.—MAQUINISTAS DE LA ARMADA (1850-1990) 47.—XXX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA
13.—I JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA ANTECEDENTES BÉLICOS NAVALES DE TRAFALGAR
CASTILLA Y AMÉRICA EN LAS PUBLICACIONES 48.—XXXI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. EL COMBATE
DE LA ARMADA (I) DE TRAFALGAR
14.—II JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA 49.—CRUCEROS DE COMBATE EN ACCIÓN
CASTILLA Y AMÉRICA EN LAS PUBLICACIONES 50.—V CENTENARIO DEL FALLECIMIENTO DE CRISTÓBAL
DE LA ARMADA (II) COLÓN
15.—VII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA 51.—XXXII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. DESPUÉS DE
POLÍTICA ESPAÑOLA Y POLÍTICA NAVAL TRAS TRAFALGAR
EL DESASTRE (1900-1914) 52.—XXXIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. EL COMER-
16.—EL BRIGADIER GONZÁLEZ HONTORIA CIO MARÍTIMO ULTRAMARINO
17.—VIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA 53.—VICENTE YAÑEZ PINZÓN Y LA CARABELA SAN BENITO
EL ALMIRANTE LOBO. DIMENSIÓN HUMANA Y (EN PRENSA)
PROYECCIÓN HISTÓRICA 54.—XXXV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA ARMADA
18.—EL MUSEO NAVAL EN SU BICENTENARIO, 1992 Y SUS HOMBRES EN UN MOMENTO DE TRANSICIÓN
(Agotado) 55.—XXXVI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA MARINA
19.—EL CASTILLO DE SAN LORENZO DEL PUNTAL.–LA MARI- EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (II)
NA EN LA HISTORIA DE CÁDIZ 56.—III JORNADAS DE HISTORIOGRAFÍA NAVAL
20.—IX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA LA HISTORIOGRAFÍA DE LA MARINA ESPAÑOLA
DESPUÉS DE LA GRAN ARMADA.–LA HISTORIA DESCO- 57.—XXXVII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. PLAN
NOCIDA (1588-16...) FERRANDIZ: PODER NAVAL Y PODER MARÍTIMO
21.—CICLO DE CONFERENCIAS (Agotado) 58.—XXXVII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. V CENTE-
LA ESCUELA NAVAL MILITAR EN EL CINCUENTENARIO NARIO DEL NACIMIENTO DE ANDRÉS DE URDANETA
DE SU TRASLADO 59.—XXXVI Y XXVIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA
22.—CICLO DE CONFERENCIAS (Agotado) MARINA EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA II Y III
MÉNDEZ NÚÑEZ Y SU PROYECCIÓN HISTÓRICA 60.—XXXIX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. JOSÉ DE
23.—CICLO DE CONFERENCIAS MAZARREDO Y SALAZAR
LA ORDEN DE MALTA, LA MAR Y LA ARMADA 61.—XLI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA EXPULSIÓN
ESPAÑOLA DE LOS MORISCOS Y LA ACTIVIDAD DE LOS CORSARIOS
24.—XI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA NORTEAFRICANOS.
MARTÍN FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, EL MARINO 62.—XL JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA PROTECCIÓN
HISTORIADOR (1765-1844) DEL PATRIMONIO SUMERGIDO.
25.—XII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA 63.—XLII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA ORDEN DE
DON ANTONIO DE ULLOA, MARINO Y CIEN-TÍFICO MALTA, LA MAR Y LA ARMADA (III).
26.—XIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA ÁLVARO DE 64.—XLIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA EMANCI-
MENDAÑA: EL PACÍFICO Y SU DIMENSIÓN HISTÓRICA PACIÓN DE AMÉRICA.
27.—CURSOS DE VERANO DE LA UNIVERSIDAD 65.—XLIV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA INDEPEN-
COMPLUTENSE DE MADRID (Agotado). MEDIDAS DE LOS DENCIA DE AMÉRICA ESPAÑOLA 1812-1828.
NAVÍOS DE LA JORNADA DE INGLATERRA 66.—XLV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. ESPAÑA EN
28.—XIV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA FILIPINAS.
D. JUAN JOSÉ NAVARRO, MARQUÉS DE LA VICTORIA, EN 67.—XLVI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. V CENTENA-
LA ESPAÑA DE SU TIEMPO RIO DEL DESCUBRIMIENTO DEL MAR DEL SUR POR
29.—XV JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA NÚÑEZ DE BALBOA.
FERROL EN LA ESTRATEGIA MARÍTIMA DEL 68.—XLVII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. JORGE JUAN
SIGLO XIX Y LA CIENCIA ILUSTRADA EN ESPAÑA.
30.—XVI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. ASPECTOS 69.—XLVIII JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. EXPEDICIO-
NAVALES EN RELACIÓN CON LA CRISIS DE CUBA NES NAVALES ESPAÑOLAS EN EL SIGLO XVIII.
(1895-1898) 70.—XLIX JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. ESPAÑA Y LA
31.—CICLO DE CONFERENCIAS.–MAYO 1998 LA CRISIS ESPAÑO- INDEPENDENCIA NORTEAMERICANA.
LA DEL 98: ASPECTOS NAVALES Y SOCIOLÓGICOS 71.—L JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. HISTORIA DEL
32.—CICLO DE CONFERENCIAS.–OCTUBRE 1998. VISIONES DE ARMA SUBMARNA ESPAÑOLA
ULTRAMAR: EL FRACASO DEL 98 72.—LI JORNADAS DE HISTORIA MARÍTIMA. LA MARINA DE LA
33.—LA CARPINTERÍA Y LA INDUSTRIA NAVAL EN EL SIGLO XVIII CORONA DE ARAGÓN.

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INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL La misma dirección que para las suscripciones. Además,
Juan de Mena, 1, 1.º - 28071 MADRID Servicio de Publicaciones de la Armada (SPA)
Teléf.: 91 312 44 27 Juan de Mena, 1 28071 MADRID
Fax: 91 379 59 45
APERTURA
Fernando ZUMALACÁRREGUI LUXÁN
Vicealmirante Director
del Instituto de Historia y Cultura Naval

El cambio de la dinastía reinante en España, de los Austrias a los Borbo-


nes, a principio del siglo xvIII, llevó aparejado un cambio importante para la
sociedad española en lo que fue llamado el espíritu de la Ilustración, basado
en el predominio de la razón y del análisis científico como fundamento de la
autoridad.
El racionalista quiere destruir el mundo para erigir un mundo nuevo, más
acorde con lo que le dicta su razón. Sin tener en cuenta este sentido de lucha
―lo nuevo contra lo viejo―, no podríamos comprender el desarrollo históri-
co del siglo xvIII.
Este espíritu se notó pronto en medidas de reforma de la organización
y administración en todos los ámbitos. El exponente máximo del espíritu
de la Ilustración se alcanzó con el impulso del reinado de Carlos III de
1759 a 1788.
Patiño, el marqués de la Ensenada y Antonio valdés dieron un impulso
definitivo a las reformas con la creación entre 1717 y 1770 de cinco institu-
ciones claves en Cádiz: La Academia de Guardias Marinas, el Colegio de
Cirugía, el Observatorio Astronómico, la Escuela de Ingenieros de la Armada
y el Depósito Hidrográfico a las que se añadieron las escuelas de Guardias
Marinas de Ferrol y Cartagena y el Colegio de Pilotos de San Telmo en Sevi-
lla. La labor de directores como Jorge Juan sentó la sólida base científica de
los marinos españoles de aquella época.
Al mismo tiempo se consolidó la industria de la construcción naval.
En esta época vivió nuestro protagonista, Antonio de Ulloa.
Ulloa nace en 1716 y muere en 1795. Entra en la Compañía de Guardias
Marinas a los trece años pero por no tener plaza sale a navegar en galeones y
sienta plaza en 1733. Con diecinueve años es designado con Jorge Juan para
la comisión científica que va a medir el grado del meridiano en las inmedia-
ciones del ecuador.
Ulloa prestó a España grandes servicios en beneficio de la ciencia, arte y
oficios, y como marino llegó al grado de teniente general.
Su vida fue un brillante exponente de la España ilustrada

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INFORMACIÓN PARA LOS LECTORES
La edición electrónica de la Revista puede leerse, en diferentes
formatos, a través de las siguientes direcciones de INTERNET e
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INTERNET ARMADA

www.armada.mde.es
Ciencia y Cultura
Órgano Historia y Cultura Naval
Instituto Historia y Cultura Naval
Revista de Historia Naval

INTERNET MINISDEF

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Revistas
Armada
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Armada española
Ciencia y Cultura
Órgano Historia y Cultura Naval
Instituto Historia y Cultura Naval
Revista de Historia Naval
INTERVIENEN EN ESTAS JORNADAS

Alfonso NAVAS SÁNCHEZ. Investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.


Responsable del Laboratorio Nacional de Referencia para la Identificación de Nematodos fito-
patógenos. Miembro del Governing Board de la European Society of Nematologists (1996-
2000). Head del Fauna Europeae End Users Committee (2002-2004). Miembro de la Comisión
para el Programa de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio
Ambiente desde 2009 hasta 2014. Lleva a cabo su investigación fundamentalmente dentro de la
zoología, en la especialidad de nematología. Tiene 11 contratos I+D de especial relevancia con
agencias públicas y privadas. Ha dirigido ocho tesis doctorales y proyectos posdoctorales, y
participado en 47 congresos, 18 nacionales y 33 internacionales.

Soraya PEÑA DE CAMÚS SÁEZ. Doctora por la Universidad Complutense de Madrid con una
tesis sobre el aprendizaje informal de la ciencia en museos y exposiciones. Su actividad profe-
sional se ha desarrollado desde 1991 en la vicedirección de exposiciones y programas públicos
del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) del CSIC, donde ha trabajado como coor-
dinadora de exposiciones y como vicedirectora (2009-2014). Como vicedirectora de exposicio-
nes y programas públicos ha sido responsable de la renovación de las exposiciones permanentes
del MNCN, y pilotado la incorporación a estas de las nuevas tecnologías. Desde 1992 ha desa-
rrollado el programa de exposiciones itinerantes del MNCN. Profesora de diferentes cursos de
museología, publica usualmente artículos en revistas especializadas en museología y comunica-
ción social de la ciencia.

Mariano JUAN Y FERRAGUT es capitán de navío en situación de retiro. Especialista en Subma-


rinos y en Armas Submarinas, diplomado en Estado Mayor por la Escuela de Guerra Naval, en
Estados Mayores Conjuntos por el CESEDEN y de la OTAN por el Colegio de Defensa de
Roma, también ha sido jefe del EM de la Zona Marítima del Estrecho, jefe de la Unidad de
Política Exterior de DIGENPOL, jefe del EM de Submarinos y miembro de la delegación espa-
ñola en la Conferencia de Desarme de Estocolmo. Director de la Revista General de Marina
(1998-2006), exdirector de la revista Proa a la Mar (Real Liga Naval Española), vicepresidente
de la Asamblea Amistosa y Literaria y de la Fundación Letras del Mar, miembro de la Real
Academia del Mar, consejero colaborador del Instituto de Historia y Cultura Naval, vocal de la
junta directiva de la Asociación de Militares Escritores y miembro del Foro de Pensamiento
Naval, es asimismo socio de la Real Liga Naval Española.

José QUINTERO GONZÁLEZ. Doctor en Historia por la UNED. Pertenece al Cuerpo de Profesores
de Enseñanza Secundaria, especialidad Geografía e Historia. Miembro de número de la Real
Academia de San Romualdo de Artes, Ciencias y Letras (San Fernando). Ha sido reconocido
con el Premio del Mar para libros de los virgen del Carmen (2002) y con el Iv Premio de Perio-
dismo de la Zona Marítima del Estrecho en 1989. También ha sido galardonado en el Certamen
Nacional de Publicaciones Escolares del Ministerio de Educación y Ciencia (1990) y en el
Concurso Joaquín Guichot a la Investigación Educativa, de la Consejería de Educación y Ciencia
de la Junta de Andalucía, en 1991. En el curso 2003-2004 obtiene el premio extraordinario de
doctorado de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED. Es autor, entre otros trabajos, de
La historia urbana de la Isla de León (1990); El Arsenal de La Carraca, 1717-1736 (2000), y
Jarcias y lonas. La renovación de la Armada en la bahía de Cádiz (2003).

Francisco GONZÁLEZ DE POSADA. Doctor ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, en Teolo-


gía y en Filosofía. Catedrático de Fundamentos Físicos en la ETS de Ingenieros de Caminos,
Canales y Puertos de la Universidad de Cantabria (1965-1977), de la que fue rector de 1984 a
1986. Catedrático de Física Aplicada en la ETS de Arquitectura de la Universidad Politécnica
de Madrid (1987-2012). Ha sido presidente de Cáritas Española (1973-1976) y, desde 1983,
está al frente de Amigos de la Cultura Científica (Santander). Medalla de Honor al Fomento de

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la Invención (1995) de la ETS de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid (2012);
Medalla de la Universidad Politécnica de Madrid (2013); Gaditano del Año por el Ateneo de
Cádiz (2015); miembro de honor de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Buenas
Letras de Écija Luis vélez de Guevara (2016); Gaditano de Ley por el Ateneo de Cádiz (2016).
Tiene un centenar de libros publicados, relativos a las más diversas áreas de conocimiento entre
los que destacan: Algebra y análisis, Vectorial y Tensorial (8 vol. matemáticas, Alhambra),
Teorías termológicas (física, Pearson), La física del siglo xx en la metafísica de Zubiri (filoso-
fía, Instituto de España), Teología de la creación del universo y de la relación de Dios con su
obra cósmica (teología), La ciencia en la España ilustrada (historia, Instituto de España), y un
conjunto de biografías sobre Torres Quevedo, Blas Cabrera, Julio Palacios, Arturo Duperier,
Enrique Moles, ángel del Campo, Jorge Juan, etc. Director de 17 tesis doctorales, autor de unas
200 comunicaciones a congresos científicos y de unos 150 trabajos en revistas; ha impartido
alrededor de 800 conferencias y oficiado de presidente en numerosos congresos, simposios y
reuniones científicas, así como de comisario de múltiples exposiciones científicas y artísticas.

Teodoro LÓPEZ MORATALLA es capitán de navío del Cuerpo General de la Armada, doctor en
Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza y, desde febrero de 2017, comandante-director
del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando y de la Escuela de Estudios
Superiores de la Armada. También es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de
Zaragoza y está en posesión de la aptitud de Comunicaciones, el título de Estudios Superiores
en Ciencias Físico-Matemáticas y el máster en Astronomía, Geodesia y Geofísica. Ha desempa-
ñado destinos en la corbeta Descubierta, el destructor Almirante Valdés y el Cuartel de Instruc-
ción de Marinería de Cartagena. Desde 1992 está destinado en el Observatorio de la Armada,
desarrollando su actividad en la sección de efemérides, cuya jefatura ejerció desde 1996. En el
campo de la teoría del satélite artificial, ha presentado numerosas comunicaciones en congresos
nacionales e internaciones y publicado numerosos artículos en revistas especializadas. También
ha participado y liderado acciones y proyectos de investigación del Plan Nacional de I+D+I.
Durante muchos años, una de sus responsabilidades ha sido el cálculo y edición del Almanaque
náutico y efemérides astronómicas, publicación que se editó por primera vez para el año 1792 y
que desde entonces se ha publicado sin interrupción. Está en posesión de varias condecoracio-
nes militares y en 1997 fue premio de la Cátedra Cervantes de la Academia General de Zarago-
za por su tesis doctoral. Es miembro de la Unión Astronómica Internacional, y dentro de esta
pertenece a la División de Astronomía Fundamental, a la de Sistemas Planetarios, a la Comi-
sión de Mecánica Celeste y Astronomía Dinámica y a la de Efemérides del Sistema Solar. Ha
realizado numerosas actividades de divulgación científica, como conferencias y seminarios, en
diversas instituciones.

10
DON ANTONIO DE ULLOA
EN EL CONTExTO
DE LA CIENCIA ESPAÑOLA

Alfonso NAvAS
Museo Nacional de Ciencias Naturales
(CSIC)

D. Antonio de Ulloa y de la Torre Guiral (1716-1795), es un ejemplo extra-


ordinario, paradigmático, de científico de la Ilustración. Cuando se encontra-
ron sus restos en la década de 1880 en la iglesia de San Francisco de la ciudad
de San Fernando, Cádiz, se consensuó una placa de homenaje que sintetizaba
claramente el personaje: «Sabio Marino, español meritísimo y varón insigne
al que deben progresos las Ciencias y las Artes, gloria la Marina y gratitud la
Patria». Cada palabra tiene su perfecto sentido (PAREDES SALIDO).
La sociedad moderna se fundamenta en la tradición científica que surge
en Europa a finales del siglo xvII y que cobra gran impulso en el «Siglo de
las Luces», cultivando las Ciencias de la Naturaleza. La ciencia tal y como
se conoce hoy día y todo lo que representa nace de la necesidad de interpre-
tar la Naturaleza. Los avances en la educación durante este período así como
en la técnica aplicada a las obras públicas fueron los más importantes de la
historia de la humanidad hasta entonces; en términos relativos se cuestiona
si no fue el avance más importante en toda la historia de la Humanidad, por
la ruptura radical que se produjo con las corrientes dogmáticas y el culto a la
razón.
Se considera, desde luego, una de las épocas más renovadoras y de mayor
creatividad de la Historia de España, a pesar de que en la práctica no se
correspondió en proporción al esfuerzo realizado. El geólogo y mineralólogo
alemán Cristiano Herghen que trabajó en el Gabinete de Historia natural a
finales del siglo xvIII escribió en una carta:
«Jamás podrá hacerse idea de este desgraciado país. Las sumas enormes que
España gasta en fomentar la ciencia no se aplican en ningún lugar del mundo a
estos fines. Pero a pesar de tanto gasto, no se ha progresado nada por ahora: falta
una dirección competente y faltan conocimientos en la cabeza de quienes tienen
entre manos el asunto» (BALAGUER PERIGUEL).

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La Ilustración (Siglo de las Luces) motivó todas las actividades culturales y
religiosas del siglo xvIII. Los antecedentes hay que buscarlos en los «novatores»
(inicialmente, término despectivo por su afán de «innovar» pero elogioso para
aquellos que se consideraban seguidores). El movimiento novator se produjo
entre 1680 y 1720, período conocido desde 1935 como «la crisis de la conciencia
europea (Hazard, 1988; cit. por Julián MARíAS en Historia de la filosofía) Fue
una época transcendente para Europa» puesto que se cuestionó su historia cultu-
ral y los fundamentos doctrinales del conocimiento admitidos como dogma.
Locke, Leibniz, Newton, etc., son los más reconocidos y reconocibles gracias al
impacto de su obra que provocó la revolución científica del siglo xvII. La vida de
D. Antonio de Ulloa transcurrió plenamente en el período histórico de la Ilustra-
ción que va desde el primer Borbón (Felipe v en 1700) hasta el final del reinado
de Carlos Iv (invasión napoleónica en 1808). No está ajeno este movimiento a
las inquietudes liberales y burguesas que desencadenan la Revolución Francesa.
La Ilustración representó una ruptura crítica con las ideas de antiguo régimen que
poco a poco se van imponiendo en la sociedad mediante la acción de la incipien-
te burguesía y la capacidad organizativa de las instituciones militares.
Dentro de la Ilustración tiene especial relevancia la corriente que propug-
naba la mejora de la agricultura como fuente de riqueza (Fisiocracia) desta-
cando en esta labor preclaros ilustrados como Jovellanos (1744-1811),
Campomanes (1723-1803), Olavide (1725-1822) y Cabarrús (1752-1810). El
propio Ulloa manifiesta interés en la agricultura, siendo esta una de sus razo-
nes para la Descripción Geográfica-Física de la Nueva España. Se distinguen
tres períodos en la ciencia española del xvIII según MALDONADO y GARCíA
GONZáLEZ. El primero comprende la última fase «novatora» hasta la publica-
ción del Teatro crítico universal de fray Benito Jerónimo Feijoo en 1726; el
segundo comprende el período desde esa fecha hasta 1762, el tercero es coin-
cidente con el reinado de Carlos III (1759-1788) y hasta la Revolución Fran-
cesa.
Durante el primer período se crean las primeras instituciones ilustradas:
Sociedad de Medicina y otras Ciencias de Sevilla (1700), Academia de Cien-
cias y Artes de Barcelona (1704), Academia de Ingenieros Militares de Barce-
lona (1715), Academia de Guardias Marinas de Cádiz (1717) y el Real Semi-
nario de Nobles (1726). El tiempo que transcurre entre 1726 a 1762 se
caracteriza (y esa es la razón de su importancia) por la política naval del
marqués de la Ensenada (D. Zenón de Somodevilla) y por el reformismo que
imponen sus ministros (especialmente Patiño); se crean las siguientes institu-
ciones: Colegio de Cirugía de Cádiz (1748), Colegio de Cirugía de Barcelona
(1760), Observatorio de la Marina de Cádiz (1753) y Colegios de Artillería
(Barcelona, 1750; Cádiz, 1750; Segovia, 1762). El tercer período es ya el de
consolidación de las instituciones científicas. El reinado de Carlos III se
caracteriza por la neutralidad política y por la completa militarización de la
Ciencia a través del Ejército y la Armada.
Muy fundamentalmente debido a las acciones y decisiones que el marqués
de la Ensenada toma como secretario de Guerra, Estado y Hacienda.

12
Hay una gran colaboración con la Compañía de Jesús de tal forma que
cuando esta cae en desgracia lo hace también el marqués («las intrigas de
palacio»), que es desterrado a Granada en 1754. Antonio de Ulloa deja su
cargo como director de la Casa de la Geografía (fundada a propuesta suya) y
junto con Jorge Juan van a acompañar al marqués de la Ensenada durante
varios meses. De aquellas visitas Ulloa hace un «memorándum» sobre el
«palacio moro» de la Alhambra que presenta a la vuelta, en la Sociedad de
Amigos del País de Madrid con unos dibujos del palacio y que de alguna
forma se consideran el inicio de su recuperación histórica.
Es en esta época en que se define una «política científica» basada en la
contratación de extranjeros para enseñar a los nacionales y promover el estu-
dio científico. Así por ejemplo, el químico irlandés Guillermo Bowles es
contratado por el Gobierno, por mediación de Antonio de Ulloa a quien cono-
ció en París en 1752 para que iniciara en el Gabinete de Historia Natural
(dependiente de la Casa de la Geografía) el primer laboratorio químico de
España.
Hasta la Revolución Francesa existen notables iniciativas institucionales
como por ejemplo, la obligación a los boticarios, por real orden (1762) de
asistir a los cursos de botánica del Real Jardín Botánico (RJB); se establece un
Plan de Estudios que acabara con el Escolasticismo (1771), un Plan de Estu-
dios para Matemáticas y Ciencias Físico-Naturales (1786) y refundación del
Gabinete de Historia Natural y RJB (1771-1776). Se produce, finalmente, lo
que se conoce como Institucionalización de la Ciencia Española culminando
el ambiente favorable creado con el advenimiento de la dinastía Borbónica
después de la Guerra de Sucesión (1702-1714), para la regeneración nacional
inspirándose exclusivamente en las instituciones científicas y culturales de
Francia. El fin último de la Ciencia sería la revitalización del Imperio.
De forma aplicada se fomentó la Agricultura, Educación y Cultura, Mine-
ría, Pesquerías, etc. Así, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales del
Consejo Superior de Investigaciones Científicas se conservan las láminas de
las especies de peces del litoral español que fueron inventariadas por el Real
Gabinete de Historia Natural para establecer las primeras piscifactorías y no
tener que depender del bacalao, que era objeto de bloqueo por parte de Ingla-
terra; este bloqueo suponía una gran preocupación para las autoridades pues
en Cuaresma era obligado su consumo y si no se disponía de él era obligado la
dispensa eclesiástica o incurrir en pecado. Por tal motivo el conde de Florida-
blanca ordenó al Gabinete tal inventario. Se trataba de aplicar a rajatabla el
Principio Racionalista de la Ilustración que afirmaba que el conocimiento
científico es la base del progreso social.
Se produce lo que LAFUENTE y vALvERDE llaman la «militarización de la
Ciencia». Es entendible dada la jerarquización y obediencia del estamento militar
con frecuentes servicios, encomiendas y traslados. Al final, se produce una super-
posición de la estructura científica y académica dentro de una estructura militar
no exenta de competición y recelos entre ambos. Por eso la figura de Ulloa es
arquetípica pues aunaba ambas condiciones: militar y científico. Esta estructura

13
científico-militar era la ideal para obte-
ner resultados inmediatos. Era quizá lo
único que le faltaba al Estado para
resultar eficaz en la modernización,
pues como hemos visto en la carta de
Herghen, dinero parece que no faltaba.
En este punto merece la pena recordar
que España fue el primer país que
financió investigaciones en el exterior
(Carlos Gimbernat del Real Gabinete
de Historia Natural realizó el primer
estudio geológico de los Alpes, por
encargo expreso del Gobierno español,
siendo además el primer estudio a
cargo de presupuesto público que se
hace de esas montañas. Fruto de ello
son los Planos Geognósticos de los
Alpes, la Suiza y el Tirol [PARRA DEL
RíO]). La Marina instituye un plan de
estudios reglado y cargado de conteni-
dos teóricos, no solo prácticos. Sus
hombres y sus instituciones están situa-
dos en la cúspide de la administración
política y social siendo capaces de
Reproducción de la página donde se recoge el tomar las decisiones científicas y
nombramiento de D. Antonio de Ulloa como llevarlas a cabo.
miembro de la Royal Society de Londres el 15
de mayo 1746
Como afirma SOLANO, muchos de
los logros de la Ilustración Española
tienen como base los informes y
trabajos de Jorge Juan y Ulloa. Ulloa es responsable de 40 obras (en solitario
o con su compañero Jorge Juan). Con treinta y nueve años es miembro de la
Royal Society de Londres, Real Academia de Ciencias de París, Institución de
Bolonia, Academia Real de las Ciencias y Bellas Letras de Estocolmo, Acade-
mia Real de las Ciencias y Bellas Letras de Berlín y Real Academia de San
Fernando. El resumen biográfico de su vida (WHITAkER, MOORE, SOLANO) da
una idea de lo extraordinaria que fue:

1716 12 de enero, nace en Sevilla.


1734-1744 Expedición hispano-francesa al virrerinato del Perú.
1745-1746 Hecho prisionero, en Londres reconocen su valía y le nombran miembro
de la Royal Society.
1746-1749 Regreso a Madrid, preparación y publicación de los resultados de la
expedición (Observaciones astronómicas y físicas, Relación históri-
ca del viaje a la América Meridional, Disertación histórica y
geográfica sobre el Meridiano de Demarcación).

14
1749-1752 viaja a Francia, Suiza, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Prusia (acom-
pañado por Maupartuis).
1752-1758 Actividad intensa y variada (canal de Castilla, Casa de la Geografía,
Gabinete de Historia Natural, Laboratorio metalúrgico, Jardín de
Plantas de Madrid, minas de azogue de Almadén, fábrica de paños de
Ezcaray, Navarra y Segovia).
1754 Cese del marqués de la Ensenada (desterrado a Granada), planos de la
Alhambra.
1755-1757 Observatorio Astronómico de Cádiz (comandante de la Compañía de
Guardas Marinas).
1758-1764 Gobernador de Huancavélica, Perú (enemistad con el virrey José Manso
de velasco)
1764-1766 Actividades de la Armada (comandante de la Flota de las Indias Orien-
tales)
1766- 1769 Gobernador de la Luisiana; 1766 se casa por poderes con Francisca
Remírez de Laredo (diecisésis años) con quien se reúne en Nueva
Orleans.
1769-1776 Regreso a España, jefe de escuadra. Profesor en la Escuela de Guardias
Marinas. Obras civiles en Sevilla y Cádiz (escribe La Marina. Fuer-
zas navales de la Europa y costa de Berbería y Noticias Americanas
(se considera un precursor de Humboldt).
1776-1778 Comandante de la última Flota de Indias. Diseña los astilleros de vera-
cruz (Descripción geográfico-física de una parte de la Nueva Espa-
ña). Observación del eclipse en alta mar.
1779-1782 Teniente general, Guerra de la Independencia de EE.UU. Campaña de
las Azores. Consejo de guerra (Justa vindicación de mi honor).
1782-1795 Paz y sosiego en Cádiz e Isla de León. Escribe Conversaciones de
Ulloa con sus hijos en servicio de la Marina y «Neptuno Instructivo»
(inédito). Muere el 3 de julio en la Isla de León.

Siendo científico ejerció como Naturalista (fundación del Real Gabinete


de Historia Natural dentro de la Casa de la Geografía), Geógrafo (medida del
arco del meridiano terrestre, Relaciones y Descripciones); Astrónomo (Obser-
vatorio Astronómico de Cádiz, Eclipse); Comisionado a Europa para obtener
información y contratar personal cualificado de prestigio; se interesó y elabo-
ró informes sobre manufacturas de seda y lonas, fundiciones, plazas fuertes,
telares, aceite, fundición, minería, metalurgia, relojería (en persona trajo de
Londres las péndolas del reloj encargado por Floridablanca a Salvador
López), etc. Participó activamente como Ingeniero en el proyecto de limpieza
y saneamiento de las calles de Madrid, canales de navegación (canal de Casti-
lla). Interviene notablemente a través de Bowles en las Minas de Almadén y
gestiona como nunca se hizo desde entonces las minas de Huancavélica, inter-
viene en el arsenal de Cartagena, malecones de la Puerta de la Barqueta (Sevi-
lla), astilleros de veracruz (informe a su amigo y compañero de infancia el
virrey Bucarelli) y la Alhambra. Como Marino, una carrera meritoria que se
inició con 14-15 años en el galeón San Luis (a las órdenes almirante Manuel
López Pintado) a Cartagena de Indias.
Junto a las nuevas instituciones creadas en España: Medicina (1734),
Historia (1738) y Artes de San Fernando (1752), se crea por iniciativa y por
proyecto de Antonio de Ulloa el Real Gabinete de Historia Natural (1752;
Fernando vI), que se considera la primera institución científica moderna que

15
no sea universidad; ese Gabinete fue inicio del que dirigió definitivamente
Franco Dávila en 1771 (Carlos III). El Gabinete de Historia Natural tuvo rela-
ción muy estrecha con el Real Jardín Botánico en las dos fechas de su funda-
ción y refundación de 1755 y 1776. Tal era el reconocimiento que había a
Antonio de Ulloa como naturalista y como iniciador de los estudios de Cien-
cias naturales en España, que Franco Dávila (Guayaquil, ¿1711?-Madrid,
1786) el 1 de enero de 1773 le escribe una carta informándole de que a finales
de 1771 vino a Madrid para ser director del Gabinete y explicándole sus inten-
ciones. Este Real Gabinete de Historia Natural, constituye el principal fondo
inicial de la época de la Ilustración en el Museo Nacional de Ciencias Natura-
les. Fondos y documentos relacionados con la tradicional clasificación de las
ciencias en el siglo xvIII: Matemáticas y Mecánica, Astronomía, Geografía,
Geología, Física y Química, Botánica, Zoología, Técnica e Ingeniería. Se
conservan muchos referidos a las expediciones y viajes del siglo xvIII y prin-
cipios del xIx. El Real Gabinete de Historia natural fue impulsor y garante de
los estudios e investigaciones en las ciencias naturales de la España del siglo
xvIII. A partir de lo que se conoce el inicio período linneano (1750-1850) se
generaliza el latín como lengua franca de la Ciencia, el uso de óxidos de
plomo como agentes de transparencia del vidrio y etanol como conservante, se
publica en 1758 el Systema Naturae por Carlos Linneo y nace la nomenclatura
binomial que es la base del moderno sistema de clasificación biológico.
El 14 de diciembre de 1787 el conde de Floridablanca comunica la institu-
ción en Madrid de los estudios de Ciencias Naturales y que para llevarlos a
cabo se utilicen algunas salas del Real Gabinete de Historia Natural. En 1788
se comienza a facilitar material didáctico a los centros e instituciones que se
lo solicitan. Se destaca la relación del capitán Félix de Azara (único seguidor
de Buffon citado y reconocido por Darwin). Al margen de la Expedición al
Ecuador para la medida de un grado del arco de meridiano o la figura de la
Tierra conocida como «Expedición hispano-francesa al virreinato de Perú»
(Antonio de Ulloa, Jorge Juan, La Condomine y Godin) (1735-1745), sin duda
el aspecto más dinámico de la Ciencia del xvIII que une a la Marina, la Cien-
cia y Antonio de Ulloa, son las expediciones científicas relacionadas con el
Real Gabinete de Historia Natural. Desde la fundación del Real Gabinete de
Historia Natural se enviaron cinco expediciones: 1, expedición a la Guayana
(venezuela) de Loefling (1754-1756 con los marinos Eugenio Alvarado, Anto-
nio de Urrutia y José Solano) para delimitar los territorios que estaban en
conflicto y que quedan delimitados por el Tratado de Madrid (13 de enero de
1750); 2, al Reino de Nueva Granada (1783 y 1791, José Celestino Mutis), los
estudios botánicos eran la razón principal de la expedición pero también los
minerales para depositar en el Real Gabinete; 3, a los reinos del Perú y Chile
(1777 -1787, Hipólito Ruiz y José Antonio Pavón discípulos de Casimiro
Gómez Ortega), durante diez años mandaron herbarios, semillas, animales
naturalizados y minerales para el Real Jardín Botánico y el Real Gabinete de
Historia Natural; 4, a la Nueva España (1787-1797, Martín Sesse, Lacasa y
José Mariano Mociño), su cometido también era conocer, explorar y aumentar

16
las colecciones del Real Jardín Botánico y Real Gabinete; 5, a regiones de
América, Oceanía y Asia (1789-1795, Alejandro Malaspina en la Atrevida y
Descubierta). De menor enjundia pero muy importante está el viaje de los
hermanos Heuland (Cristiano y Conrado, 13 de noviembre de 1794) a Buenos
Aires para colectar minerales y escribir la geografía física de aquellas tierras.
El año que muere Antonio de Ulloa (1795) se reciben en el Real Gabinete de
Historia Natural los primeros envíos de esa expedición. viaje de Juan de
Cuellar (1785-1798) a las Filipinas. Capitán Félix de Azara (al Paraguay para
delimitar la frontera con Brasil entre 1781 y 1801 mediante el tratado de S.
Ildefonso, 1777). Navas (2008) ofrece un resumen de los fondos documenta-
les conservados del Real Gabinete de Historia Natural, en Archivo Histórico y
Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales y que representan parte
de la Historia Natural de la Ilustración española que tanto debe a D. Antonio
de Ulloa.

Agradecimientos

A la Marina española.
Reconocer la extraordinaria labor de M.ª ángeles Calatayud y todos los documentalistas de la
Historia Natural y a todos los historiadores de la ciencia española.

Bibliografía

BALAGUER PERIGUEL, E.: La Ciencia, la Técnica. Historia General de España y América.


Tomo x, vol. 1: La España de las reformas hasta el final del reinado de Carlos IV, 1983,
pp. 177-231.
HAZARD, Paul: La crisis de la conciencia europea (1680-1715). Alianza Universidad, 1988
(ISBN 84-206-2562-0), trad. por Julián MARíAS.
LAFUENTE, A., y vALvERDE, N.: Los mundos de la Ciencia en la Ilustración española. FECYT,
2003 (ISBN 84-688-3907-8), 253 pp.
MALDONADO, J.L., y GARCíA GONZáLEZ, A.: La España de la Ciencia y la Técnica. Dirección
General del Libro, Archivos y Bibliotecas, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
2002 (ISBN 84-483-0615-5), 397 pp.
MOORE, John Preston: «Antonio de Ulloa: A profile of the first Spanish Governor of Louisia-
na», en Louisiana History, núm. 8, 1967, pp. 195-197
NAvAS, A.: «La ciencia y la técnica de la Ilustración en el Museo Nacional de Ciencias Natura-
les», en MARTíNEZ RUIZ, Enrique, y PI CORRALES, Magdalena de Pazzis (eds.): Ilustración,
Ciencia y Técnica en el siglo xVIII. Universitat de valència, 2008, pp. 111-128.
PAREDES SALIDO, F.: Antonio de Ulloa, un marino ilustrado. Fundación Jorge Juan, 2004,
146 pp.
PARRA DEL RíO, M.ª D.: Los «planos geognósticos de los Alpes, la Suiza y el Tirol» de Carlos
de Gimbernat (editado por Pedro M. SáNCHEZ MORENO). Doce Calles, Madrid, 1993.
SOLANO, Francisco de: Antonio de Ulloa. La pasión de reformar. CSIC, 2000 (ISBN: 84-7786-
583-3), 459 pp.
WHITAkER, Arthur P.: «Antonio de Ulloa», en Hispanic American Historical Review, t. xv,
núm. 2, 1935, pp. 155-194.

17
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DON ANTONIO DE ULLOA
Y LA CIENCIA ESPAÑOLA
La Real Casa de la Geografía y Gabinete de Historia
Natural, precursores del Museo Nacional de Ciencias Naturales

Soraya PEÑA DE CAMÚS SáEZ


Museo Nacional de Ciencias Naturales
(CSIC)

En 1752 el marino ilustrado D. Antonio de Ulloa (1716-1795) funda la Real


Casa de la Geografía y Gabinete de Historia Natural que constituyen el germen
del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y son instituciones
pioneras tanto en España como en Europa (HERNáNDEZ PACHECO, CALATAYUD,
1986, QUINTANILLA; LAFUENTE y PIMENTEL; MONTERO; NAvAS; GOMIS y PEÑA
DE CAMUS).

Antecedentes

Efectivamente, desde el Renacimiento el afán coleccionista provocado,


entre otros motivos, por el descubrimiento del Nuevo Mundo, así como los
contactos con áfrica y Sureste de Asia provocaron la aparición de los Gabine-
tes de Curiosidades o Cámaras de Maravillas, donde se reunían piezas valio-
sas sobre todo por su rareza, exotismo y capacidad de sorprender. Dichas
instalaciones pertenecieron en un principio a la realeza y la aristocracia y
posteriormente los comerciantes enriquecidos también se hicieron con impor-
tantes colecciones. En general estas no salían del ámbito privado pero servían
para dar relevancia y esplendor social a sus propietarios (GONZáLEZ BUENO y
BARATAS DíAZ).
El gabinete de Ole Worm (siglo xvIII) fue uno de los más famosos. Worm
(1588-1654), además de recopilar múltiples plantas y animales, fósiles y mine-
rales, también atesoró numerosos artefactos. Utilizando su gabinete como labo-
ratorio llegó a algunas conclusiones científicas importantes, demostrando, por
ejemplo, que el mítico «cuerno del unicornio» pertenecía en realidad a un
mamífero marino: el narval (IMPEY y MAC GREGOR; FEIJó Y PEÑA DE CAMÚS).
Pero fueron los avances científicos de la última parte del siglo xvII y especial-
mente los desarrollados en el campo de la historia natural por figuras como
Linneo (1707-1778), Buffon (1707-1788), Lamarck (1744-1829) durante el

19
siglo xvIII , los que produjeron un
cambio en el diseño y organización de
los gabinetes de historia natural que se
convirtieron en instituciones científi-
cas especializadas y con una definiti-
va utilidad pública. Tal es el caso del
farmacéutico y naturalista holandés
Albertus Seba (1665-1736) que reunió
una importante colección de animales
y plantas que posteriormente publicó
en un catálogo: Locupletissimi rerum
naturalium thesauri accurata descrip-
ti, et iconibus artificiosissimis expres-
sio, per universam physicies histo-
riam: opus, cui, in hoc rerum genere,
nullum par exstitit (ámsterdam,
1734), algunas de cuyas láminas
originales llegaron al Museo de Cien-
cias Naturales en el siglo xvIII
formando parte de la colección van
Berkhey (PEÑA DE CAMUS).
Antonio de Ulloa Museo Nacional de Ciencias Por su parte D. Antonio de Ulloa
Naturales, CSIC. Archivo. Sign.: era ya a mediados de siglo xvIII un
ACN0100A/004/00452 experimentado marino y notable cien-
tífico. Muy joven, con solo diecinue-
ve años, se integró junto con Jorge Juan en la expedición geodésica franco-
española encabezada por los académicos franceses La Condamine y Godin,
para efectuar la medición de un grado del meridiano terrestre. En aquel
momento se discutía si la forma de la Tierra era achatada por los polos o si por
el contrario lo era por el ecuador (GUILLÉN; SOLANO, 1990, 1999). Los resulta-
dos de la expedición, que se prolongó durante más de diez años, desde 1735
hasta 1746, confirmaron que era correcta la primera opción, pero además
durante el viaje los españoles pudieron estudiar las riquezas naturales, la reali-
dad socioeconómica y geográfica de las tierras americanas que recorrieron y
que dieron a conocer en su Relación histórica del viaje hecho de orden de su
Majestad a la América Meridional (Madrid, 1748). En cuanto a la medida del
grado del meridiano terrestre, se adelantaron a los franceses publicando las
Observaciones astronómicas y físicas hechas en los Reinos del
Perú (Madrid, 1748) frente a La Figure de la terre, déterminée par les obser-
vations de M. Bouguer et de La Condamine, envoyés par ordre du Roy au
Pérou pour observer aux environs de lʼÉquateur, avec une Relation abrégée
de ce voyage qui contient la description du pays dans lequel les opérations
ont été faites, par M. Bouguer publicada en París en 1749.
Tales eran el prestigio y conocimientos adquiridos por Ulloa que cuando el
navío francés Deliverance en el que viajaba de vuelta a Europa fue capturado

20
por la Armada británica y sus ocupantes trasladados a Londres como prisione-
ros de guerra, el marino español fue rápidamente liberado y nombrado miem-
bro de la Royal Society (W HITAkER , vALERA , LóPEZ SáNCHEZ Y L óPEZ
FERNáNDEZ, 1998).
De regreso en España la Corona borbónica, representada en ese momento
por Fernando vI, continuaba el impulso dado para la modernización de las
instalaciones científicas y tecnológicas españolas con el objeto de promover la
mejora de las comunicaciones y el comercio interno, la minería, los arsenales
y las fundiciones, las manufacturas, los puertos y la construcción naval. Se
decidió que la forma más rápida de efectuar estos cambios era investigar de
qué forma trabajaban las potencias europeas, acometiendo una suerte de
espionaje industrial, y simultáneamente la contratación de expertos extranje-
ros. Con este motivo tanto Jorge Juan como Antonio de Ulloa fueron enviados
a Europa, el primero a Londres, mientras que Ulloa recorrió Europa con el
objetivo oficial de supervisar la formación de los oficiales Fernando de Ulloa,
su hermano, Alonso Pacheco y Solís, y Salvador de Medina. Así, desde 1749 a
1751, visitó distintas ciudades en Francia, Holanda, Suecia, Prusia y Dinamar-
ca y entabló, gracias a su prestigio, relación con científicos y académicos de
todos estos países (HELGUERA).

Fundación de la Real Casa de la Geografía y Gabinete de Historia


Natural

Nuevamente en España, don Zenón de Somodevilla, marqués de la Ense-


nada, en aquel momento secretario de Hacienda, Guerra y Marina e Indias, el
más importante valedor y promotor de Antonio de Ulloa, y principal artífice
de la política reformista impulsada por Fernando vI, le encargó una serie de
trabajos que incluían la construcción de arsenales, la fundación de la fábrica
de paños de Segovia, la construcción del canal de Castilla y la puesta en
marcha de la Real Casa de la Geografía y Gabinete de Historia Natural. Con
el fin de acometer este último encargo Ulloa presentó al rey un proyecto que
abarcaba la fundación de la Academia de Geografía, con el fin de proceder al
levantamiento del mapa de España y la formación de cartógrafos, un plan de
prospección minera, un centro de formación de especialistas, un laboratorio
siderometalúrgico y un Gabinete de Historia Natural (QUINTANILLA).
El proyecto fue inmediatamente aceptado y para llevarlo a cabo se alquiló,
por 19.000 reales anuales, un edificio de la calle Magdalena 2, 4 y 6 (esquina
a Lavapiés con fachada a las dos calles y a la de la Cabeza) propiedad de don
José Pando que contaba con los pisos principal, bajo y segundo.
Para atender las necesidades de la Casa de la Geografía y Gabinete de
Historia Natural se contrataron profesionales tanto españoles como extranje-
ros. Entre los españoles se encontraban: José Solano, guardiamarina que había
ido con Jorge Juan en su viaje a Londres en 1749; Salvador Medina, guardia-
marina que había acompañado al propio Ulloa en su viaje por Europa; Juan

21
Pedro Saura, experto en minas e
historia natural; Eugenio Reygosa,
administrador y asistente de Ulloa y
encargado de las experiencias de
vinos extranjeros de Castilla la Vieja
y Jerónimo la Puente, asistente de
Reygosa.
Los técnicos extranjeros contrata-
dos fueron Agustín de La Planche,
francés, químico y encargado del
análisis de minerales; Andrés keterlin
y su hijo Juan, alemanes, especialistas
en siderurgia, con el objetivo de dedi-
carse a las fundiciones y Guillermo
Bowles, irlandés, geógrafo, prospec-
tor minero y naturalista. Además la
Casa dispuso del siguiente personal
subalterno: un portero, un barrendero,
dos soldados y un cabo.
Edificio donde se ubicó la Real Casa de la
Para formar las colecciones
Geografía en la calle Magdalena esquina a correspondientes se solicitaron ejem-
Lavapiés de Madrid plares de minerales, producciones
naturales y curiosas a todas las pose-
siones de la Corona (carta circular de Ensenada, junio 1752). Además desde
Palacio se enviaron «curiosidades» fundamentalmente de origen americano.
También se incluyeron los instrumentos científicos adquiridos por Antonio de
Ulloa en Londres y París y para las experiencias de Metalurgia y Química se
adquirieron instrumentos de cobre, hierro, vidrio y barro.
Por otro lado, en una habitación separada se planeó un Estudio de Antigüe-
dades, monumentos, pavimentos... seguramente debido a la influencia ejercida
por las excavaciones y hallazgos que se realizaban desde 1748 en Pompeya y
Herculano, siendo rey de Nápoles Carlos de Borbón, futuro Carlos III de
España. Se completaron las adquisiciones del establecimiento con libros cien-
tíficos y mobiliario.
En cuanto a las actividades que se realizaron en la Real Casa destacan las
de Guillermo Bowles, irlandés al que Ulloa había conocido durante su viaje
por Europa y que fue comisionado en primer lugar en 1752 para reconstruir
las minas de azogue de Almadén que habían sufrido un incendio. El azogue
era imprescindible para la extracción de la plata y el oro de las minas ameri-
canas. Bowles se encargó de mejorar las condiciones de la mina y de hacerla
más productiva contando para ello con mineros alemanes. En Madrid expe-
rimentó con el platino, descubierto por Ulloa durante su estancia en América
y concluye, al igual que él, que se trata de un nuevo elemento. No obstante
este descubrimiento no se traduce en un principio en un uso práctico del
mismo.

22
Bowles además recorre España en todas las direcciones con el objetivo
fundamental de realizar prospecciones mineras y colectar rocas y minerales
para la Casa. En sus viajes le acompañan Solano, Saura o Medina, que le
sirven tanto de conocedores del país como de intérpretes. El periplo queda
reflejado en su obra Introducción a la Historia Natural y a la Geografía Físi-
ca de España (1775), que recoge también los trabajos realizados en la Casa de
la Geografía.
Por su parte el francés Agustin La Planche se ocupó del análisis de los
minerales que llegaban de América, los primeros de ellos procedentes de Perú.
Además, junto con los katerlin, padre e hijo, hacen pruebas con latón y cala-
mina (minas de «La Bienservida») (1).
La Real Casa funcionó también como almacén de ultramarinos para abas-
tecimiento de Palacio y Sitios Reales, Real Botica: tabaco, quina, cacao,
vainilla y otros productos de América (CORELLA).

Un proyecto truncado

A pesar del ambicioso comienzo, los planes para la Real Casa y Gabinete
se vieron truncados anticipadamente debido a la destitución del marqués de la
Ensenada (1754), como consecuencia de las diversas intrigas políticas que se
aceleraron tras el fallecimiento del secretario de Estado José de Carvajal y su
sucesión por Ricardo Wall. Al poco tiempo, y por estar Ensenada indisoluble-
mente ligado al proyecto de la Real Casa y de otros, Ulloa dimitió de todos
sus cargos (1755) y poco después (1757) se trasladó a Huancavélica (Perú)
donde fue nombrado gobernador y puso en marcha los conocimientos adquiri-
dos junto a Bowles para mejorar la explotación de sus minas de azogue.
Mientras tanto Eugenio Reygosa queda al frente de la Real Casa tratando
de mantener la institución aunque, como seguramente Ulloa había previsto,
pronto se inició su desmantelamiento. Así, en 1757 todos los técnicos extran-
jeros habían sido licenciados excepto Guillermo Bowles que hace las veces de
director científico en la institución.
Las autoridades, además, exigen la devolución de los locales del edificio
de la calle Magdalena, excepto el principal. Se inicia también la dispersión de
las colecciones de tal manera que los instrumentos científicos fueron destina-
dos a distintas sociedades. A una sociedad impulsada por el conde de Aranda,
establecida en Madrid en 1757, se entregaron los instrumentos de cálculo.
Posteriormente, en 1761, instrumentos y libros se destinaron a las Academias
de Barcelona y Cádiz y de esta última, en 1763, pasan a disposición del conde
de Cazorla para la Escuela de Caballeros Cadetes de Artillería (Alcázar de

(1)  La mayor parte de las referencias a la Casa de la Geografía y Gabinete de Historia


Natural se encuentran en un documento anónimo procedente del Archivo Histórico del Museo
Nacional de Ciencias Naturales (ACN0054/159) que también es recogido por Joaquín F. Quin-
tanilla en su obra Naturalistas para una Corte ilustrada.

23
Segovia) y lo que no considera de interés lo recoge en 1767 el ingeniero
Agustín de Herrera para el Archivo de Fortificaciones. También en 1763 se
recibe la orden de trasladar vitrinas, armarios y otro mobiliario a los almace-
nes de los reales aposentos detrás de la iglesia de San Martín. Y ese mismo
año muere Reygosa al que le sucede su hijo Francisco que, con la misma
abnegación que su padre, trata de poner en marcha de nuevo la institución sin
conseguirlo.
En 1764 se realiza un último intento de recuperar el Gabinete cuando José
Martínez Larraga, primer médico de S.M. pretende incorporar el legado del
botánico José Quer tras su fallecimiento para relanzar el funcionamiento de la
institución. José Quer y Martínez, médico y militar, dedicó los últimos años
de su vida profesional a la botánica. Fue director del Real Jardín Botánico de
Madrid, fundado en 1755 durante el reinado de Fernando vI en el Soto de
Migas Calientes, cerca de El Pardo, y reunió a lo largo de su vida un impor-
tante Gabinete de Historia Natural, un herbario y una biblioteca con cerca de
mil títulos. No obstante cuando falleció sus propiedades quedaron bajo custo-
dia del Protomedicato, institución de la que dependía el Jardín Botánico con la
que en vida había contraído numerosas deudas.
Las colecciones de Quer se trasladaron a la Real Casa haciéndose cargo de
los gastos de la mudanza el propio Reygosa de su bolsillo, con muchas difi-
cultades para que después el importe le fuera reembolsado. A pesar de esto el
ministro Esquilache ordenó que se mantuvieran separadas del resto de los
materiales y se pidió a Bowles que hiciera una selección de dos de los mejores
ejemplares de cada cajón para que se dispusieran en una sala aparte. En defi-
nitiva, el legado de Quer quedó en depósito en la Casa pero continuó siendo
propiedad del Protomedicato y de esta forma el previsto relanzamiento no
prosperó.
Muy al contrario, la dispersión de las colecciones es continua y en 1766 se
ordena a Reygosa poner a disposición del padre Enrique Flórez todo lo que
necesite para el Gabinete de Historia Natural del príncipe de Asturias, futuro
Carlos Iv, y a disposición de don Luis Camuze para su recreo, lo que también
se ejecutó causando la mayor compasión el abandono y desprecio con que
miraban este Real Gabinete... (2). Finalmente se ordena que se traslade a la
Real Casa de los Aposentos todo lo que queda en la calle Magdalena.

El nuevo Gabinete de Carlos III

Paralelamente a la puesta en marcha de la Casa de la Geografía un comer-


ciante ilustrado, Pedro Franco Dávila (1711-1786), nacido en Guayaquil
(virreinato del Perú) intenta que la Corona española, representada como ya se

(2)  ACN0054/159. A los documentos del Archivo del Museo Nacional se les ha asignado
la signatura actual y están descritos en los Catálogos de los Documentos del Real Gabinete de
Historia Natural (1752-1786 y 1787-1815) que realizó M.ª ángeles Calatayud en 1987 y 2000,
respectivamente.

24
ha dicho por Fernando vI, adquiera una importante colección de Historia
Natural que él había formado en París (1745-1771). En 1754, tiene la inten-
ción de entrevistarse con Ensenada pero por las razones ya explicadas, destitu-
ción y destierro del ministro, abandona la idea. En 1758 sí viaja a España,
pero vuelve a Francia sin haber conseguido establecer contacto con la Corte.
En esta ocasión la reina consorte, Bárbara de Braganza, acababa de fallecer y
el rey había entrado en un estado de profunda depresión, próxima a la locura,
por lo que no era el momento más afortunado para hacer ningún tipo de
propuesta. Dávila de vuelta en París elabora durante tres años el catálogo de
su colección Catalogue systematique et raisonné des curiosités de la nature et
de lʼart, qui composent le gabinet de M. Dávila (ROMÉ DE LʼISLE, 1767),
procediendo entre 1767 y 1768 a la venta de parte de sus ejemplares en Fran-
cia (CALATAYUD, 1988).
Finalmente en 1771 se adquiere en España lo que queda de su colección y
es la base con la que Carlos III funda el Real Gabinete de Historia Natural del
que Dávila es nombrado director vitalicio con un sueldo anual de 1.000 doblo-
nes sencillos (BARREIRO, 1992). Se establece su sede en el segundo piso del
palacio del conde de la Saceda sito en la calle Alcalá 13, donde también se
alojaba la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En su frontispicio
se conserva la inscripción:

Carolus III Rex/Naturam et Artem Sub uno Tecto/in publicam utilitatem


consociavit/Anno MDCLxxIV. (El rey Carlos III/asoció bajo un mismo techo
la Naturaleza y el Arte/para la utilidad pública Año 1774).

Las interacciones y traspasos entre el desmantelado gabinete de Fernando


vI y el nuevo de Carlos III se sucedieron, por diferentes razones, a lo largo
del tiempo. Así, el prestigio de Antonio de Ulloa, jefe de la Escuadra de Cádiz
en aquel momento, hace que en enero de 1773 Dávila le informe de la crea-
ción del Gabinete y le solicite «de entre sus notas históricas de la América,
algunos referentes a curiosidades raras» para poder expedir una orden a virre-
yes y gobernadores y que estas les sean remitidas al nuevo gabinete con el fin
de ampliar las colecciones (3).
Probablemente con igual sentido ese mismo año el médico ilustrado portugués,
Antonio Ribeiro le encarga a Dávila la publicación de la obra de Ulloa Noticias
americanas: entretenimientos físico-históricos sobre la América meridional, y la
septentrional oriental: comparación general de los territorios, climas y produc-
ciones en las tres especies vegetal, animal y mineral. Con relación particular de
las petrificaciones de cuerpos marinos. De los indios naturales de aquellos
países, sus costumbres y usos. De las antigüedades. Discurso sobre la lengua y
sobre el modo en que pasaron los primeros pobladores (1772) (4). Es una obra de
carácter fundamentalmente divulgativo pero que proporciona la visión global del

(3)  ACN0052/106.
(4)  ACN0053/123.

25
mundo americano de su autor y anticipa alguna de las teorías en cuanto a la
influencia del clima en la distribución de las diferentes especies que posteriormen-
te fue ampliamente desarrollada por Humboldt tras su viaje a la América española
(1799-1804) (SELLES).
Otra parte del traspaso de las colecciones de uno a otro gabinete se mani-
fiesta en la orden de Carlos III de abril de 1773 por la que se pone a disposi-
ción de Pedro Franco Dávila lo que se encuentra en los almacenes de la Coro-
na procedente de la Casa de la Geografía para que elija lo que le interese. Por
su parte Dávila ese mismo año solicita un listado de todo lo que fue del anti-
guo Gabinete al Gabinete del Príncipe de Asturias. Son monedas y curiosida-
des pertenecientes a los tres reinos (5). En lo relativo al personal se puede
señalar que en 1775 el barrendero del antiguo Gabinete pasa a ser portero del
nuevo (6).
Asimismo se conservan en el Archivo del Museo diversos documentos
referentes a la correspondencia que mantiene Franco Dávila respecto a ejem-
plares y objetos del antiguo Gabinete (7). Entre ellos destaca un informe que
emite Dávila en 1776 al marqués de Grimaldi sobre la existencia de dos relo-
jes de Julian le Roy, famoso relojero francés, en el antiguo Gabinete y solicita
que se puedan arreglar para alojarlos en el nuevo (8).
Tras el fallecimiento de Dávila en 1786 le sucede al frente del Gabinete el
que fuera su vicedirector, Eugenio Izquierdo (1745-1813). No obstante, es
José Clavijo (1726-1806), el nuevo vicedirector, el que lleva las riendas de la
institución debido a las largas ausencias de Izquierdo, dándole un nuevo
impulso científico en la misma senda que Ulloa. Así, contrata técnicos y espe-
cialistas extranjeros (Cristiano Hergen, Guillermo Talacker); apoya las expe-
diciones de Humboldt y de Malaspina (1789-1794) y organiza la mineralógica
de los hermanos Heuland a Chile y a Perú (1795-1780). Impulsó además el
Real Estudio de Mineralogía y bajo su dirección llegaron importantes colec-
ciones al Museo, siendo el ejemplar más destacado el esqueleto fósil del
megaterio que llegó procedente de Argentina en 1788. Clavijo siempre mantu-
vo la idea de hacer del Gabinete un verdadero centro de ciencia y no un mero
depósito de ejemplares. Todavía en 1792 el conde de Aranda le pide que colo-
que en la sala de lo duplicado todos los efectos de la «Real Casa [almacena-
dos] en el Real Hospedaje de Corte» (9). A lo cual se le responde que ya Dávi-
la retiró lo más valioso destinándose el resto a la Escuela de Química.
Un indicio más de las interrelaciones entre el antiguo y el nuevo gabi-
nete es el elevado número de las obras de la biblioteca de José Quer que
figura en la Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Las más
de 850 obras que la componían habían ingresado en el Real Jardín Botáni-

(5)  ACN0053/129.
(6)  ACN0057/244.
(7)  ACN0053/125 y ACN0056/221.
(8)  ACN0063/345.
(9)  ACN0096/173.

26
Palacio de la Industria y Bellas Artes (1887), acuarela. Museo Nacional de Ciencias Naturales,
CSIC. Colección de Bellas Artes, núm. inv. 0605011100004

co (10) en 1787, cuando ya el jardín se encontraba en su emplazamiento


del paseo del Prado (desde 1781) y como ya se ha visto el legado de Quer
había quedado depositado en la Real Casa tras su fallecimiento en 1764.
Seguramente parte de esta biblioteca pasara del Jardín Botánico al Museo,
cuando en 1942 Museo y Jardín se independizaron después de haber
formado parte de un mismo organismo durante parte de los siglos xIx y xx
(INSÚA).
De todo lo anteriormente expuesto se deduce que una porción importante de
las colecciones y biblioteca del antiguo Gabinete pasaron a formar parte del
nuevo. En este mismo sentido existe una real orden de 1803 en la que se solici-
ta al bibliotecario Manuel Castor que entregue al profesor Louis Proust una de
las tres péndolas adquiridas por Antonio de Ulloa para el antiguo Gabinete y
que pasaron al nuevo en 1776, para su uso en el Real Laboratorio de Química.
En un principio parecía que se encontraban desaparecidas, pero finalmente el
director Eugenio Izquierdo informó que las tenía Salvador López, relojero del
Gabinete, y se le entrega una a Proust (11) (vELASCO).
La historia del nuevo Gabinete, sin embargo, tuvo también momentos
menos luminosos. Así, el edificio encargado por Carlos III a Juan villanueva
en 1785 para albergar su nueva sede fue, tras la invasión napoleónica, destina-
do por Fernando vII a pinacoteca real (hoy Museo Nacional del Prado).
Además, el Real Gabinete fue saqueado por las tropas francesas aunque el
botín reclamado posteriormente por el gobierno español fue devuelto al pare-
cer en su mayor parte.
Durante el siglo xIx sí destaca la figura de Mariano de la Paz Graells
(1809-1898), director del que desde 1815 se llamó Real Museo de Ciencias
Naturales (1845-1867), que incluía también el Real Jardín Botánico y el Obser-

(10)  Archivo del Real Jardín Botánico 1,4,5,11.


(11)  ACN0096/173.

27
vatorio Astronómico. Entre las labores
más señaladas durante su mandato se
encuentran la organización de la Expe-
dición Científica del Pacífico (1862-
1866); su participación en el desarrollo
de la Comisión del Mapa Geológico
Nacional; la puesta en marcha del
Jardín Zoológico de Aclimatación y el
aumento de las colecciones del Museo
(AGUIRRE).
Tras permanecer más de un siglo
en el palacio de la calle Alcalá, en
1895 se ordena el desalojo inmediato
del Museo y su traslado al edificio de
la Biblioteca y Museos Nacionales en
el paseo de Recoletos y se produce
una nueva dispersión de las coleccio-
nes al no disponer la nueva sede de
suficiente espacio.
Pese a todo el Museo se vuelve a
Estatua de Antonio de Ulloa en la fachada del abrir al público en el edificio de la
Palacio de Fomento (actualmente Ministerio Biblioteca en 1902, siendo director
de Agricultura) por José Alcoverro Ignacio Bolívar (1901-1934) y ante la
presencia de Alfonso xIII. Estas insta-
laciones enseguida resultaron insuficientes, por lo que Bolívar busca y consi-
gue una nueva sede en el Palacio de la Industria y las Bellas Artes sito en los
Altos del Hipódromo. Allí se traslada en 1910 y allí permanece en la actuali-
dad compartiendo edificio con la Escuela Técnica Superior de Ingenieros
Industriales. Se inicia en esta ubicación una nueva época de esplendor, muy
unida al impulso de la Junta para Ampliación de Estudios, que perdurará hasta
la contienda civil española.
Así pues, aunque como se ha visto parte de las colecciones del antiguo
Gabinete pasaron al nuevo, también las colecciones de este último se dispersa-
ron después de sucesivos traslados, distribuyéndose en distintas instituciones
museísticas entre las que destacan el Museo del Prado (fundado en 1819), la
Biblioteca Nacional (1836), el Museo Arqueológico Nacional (1867), el
Museo Nacional de Antropología (1910), o el Museo de América (1941).
Curiosamente don Antonio de Ulloa hoy en día nos observa desde el fron-
tispicio del Palacio de Fomento (sede actual del Ministerio de Agricultura) en
el cual o en sus proximidades, a principios del siglo xx, se propuso situar la
sede de la Facultad de Ciencias y el Museo de Ciencias Naturales aunque este
proyecto no llegó a prosperar (12).

(12)  ACN80D/003/00412 .

28
Proyecto de la Facultad de Ciencias de la universidad Central. 1.ª planta. Museo Nacional de
Ciencias Naturales, CSIC. Archivo, sign. ACN80D/003/00412

Epílogo

En la actualidad la colección de geología del MNCN custodia más de


15.000 ejemplares de minerales y más de 1.000 ejemplares de rocas, algunos
como los de aquel primer gabinete en el que había oro, plata, lapislázuli,
plomo, estaño, cobre, hierro, drusas y estalactitas entre otros muchos. En la
exposición permanente «Minerales, fósiles y evolución humana» inaugurada
en 2010 hay una vitrina dedicada al descubrimiento del platino por Antonio de
Ulloa con muestras de este metal del siglo xvIII procedentes del Chocó
(actualmente Colombia). También, con motivo de la conmemoración del
centenario del traslado del Museo al Palacio de la Industria y las Bellas Artes,
se celebró la exposición «Hace 100 años el Museo estrenó sede (1910-2010)»
en la que se dedicó el espacio de apertura a Antonio de Ulloa y La Casa de la
Geografía y Gabinete de Historia Natural. En él se exhibieron piedras bezoa-
res montadas en plata del siglo xvIII ya que en la relación solicitada por Fran-
co Dávila de las piezas de la Real Casa que habían sido integradas en el Gabi-
nete del Príncipe figuraban bezoares. Estas constituyen un tipo de cálculo que
se produce en el estómago de ciertos rumiantes, en este caso de llama, que
pueden llegar a adquirir tamaños notables y tuvieron gran interés en la historia
farmacéutica. También se exhibió en la misma muestra un microscopio fabri-
cado en Londres por la firma inglesa G. Adams (1750) que coincidía con el
que figuraba en el listado de instrumentos prestados por la Casa de la Geogra-
fía al padre Juan Wendlingen jesuita y profesor de matemáticas en el Colegio
Imperial de Madrid (CORELLA).
Por último, y como expresa el profesor Emiliano Aguirre en el prólogo a la
última edición de la historia del Museo de Ciencias Naturales escrita por el
padre Barreiro, «La trayectoria del Museo es sencillamente singular y profun-
damente hispánica, como los aguafuertes y los disparates de Goya. Destellos
de luz sobre figuras casi inverosímiles en un dominio de oscuridades que
impresionan» (BARREIRO). No obstante en la actualidad podemos decir que el
espíritu de Ulloa permanece en el Museo ya que, perteneciente al Consejo

29
Superior de Investigaciones Científi-
cas, en él se realiza una investigación
puntera en el área de los recursos
naturales, se custodia una de las colec-
ciones de historia natural más impor-
tantes de España y se desarrolla un
amplio programa de exposiciones y
actividades que tiene como objetivo
fundamental difundir el conocimiento
científico entre todo tipo de público.

Agradecimientos

Al vicealmirante Fernando Zuma-


lacárregui Luxán, por invitarme a
vitrina dedicada al descubrimiento del platino participar en las LIII Jornadas de
por Antonio de Ulloa en la exposición perma- Historia Marítima dedicadas a D.
nente «Minerales, fósiles y evolución huma- Antonio de Ulloa y poder así rendirle
na» del Museo Nacional de Ciencias homenaje en el tricentenario de su
Naturales. Servicio de Fotografía del MNCN
nacimiento, al capitán de navío José
María Mora y Cayetano, por su entu-
siasta organización de las Jornadas, al capitán de navío Eduardo Bernal
González-villegas y a todo el personal del Instituto de Historia y Cultura
Naval de la Armada española que ha participado tanto en las Jornadas como
en la publicación de esta monografía. A la responsable del Archivo Histórico
del Museo Nacional de Ciencias Naturales, Mónica vergés y su ayudante,
Manuel Parejo, por su siempre profesional y amable atención. A la doctora
Carolina Martín, por sus comentarios y aportaciones. Al profesor Alfonso
Navas incondicional seguidor de la figura de D. Antonio y por supuesto al
almirante José Antonio Ruesta que generosamente nos facilitó el contacto con
el Instituto de Historia y Cultura Naval.
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Ciencias Naturales, núm. 16. Museo Nacional de Ciencias Naturales, CSIC, Madrid, 2000.

30
vitrina dedicada a la «Real Casa de la Geografía de la Corte» en la exposición temporal «Hace
100 años el Museo estrenó sede (1910-2010)» en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Servicio de Fotografía del MNCN

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32
ANTONIO DE ULLOA:
SU TRAYECTORIA COMO MARINO
Mariano JUAN Y FERRAGUT
Capitán de Navío (R)

Antonio de Ulloa está considerado como el científico más sobresaliente de


la Ilustración española y uno de los más reputados de Europa, pues a los trein-
ta y seis años, siendo capitán de navío sus méritos científicos fueron reconoci-
dos por seis de las corporaciones más prestigiosas del Continente: Sociedad
Real de Londres, Real Academia de las Ciencias de París, Instituto de Bolonia
y Academias Reales de las Ciencias y Bellas Artes de Estocolmo y Berlín.
Pero él también se empeñó en ser marino. Y es sobre su historial marinero
lo que vamos a tratar, una de las facetas menos estudiadas y conocidas de su
larga hoja de servicios al Estado.
Pero antes señalaremos algunas facetas sobre su personalidad: físicamente,
era menudo y de constitución endeble; su genio era endiablado e impulsivo, lo
que le ocasionó más de un disgusto; tuvo tres obsesiones: su fama para la
posterioridad, su familia y su situación económica, pues el ejemplo de la ruina
económica de su padre le persiguió toda su vida; y una pasión, la de reformis-
ta, si no conseguía reformar lo que pretendía, renunciaba al cargo.
¿Y a qué dedicaba su tiempo libre? Entretenía sus ocios haciendo trabajos
de carpintería.
Su vida fue un destacado paradigma de la España ilustrada en la que los
oficiales de la Real Armada formaban parte de la Institución más brillante y
prestigiosa de la época.
vivió cerca de ochenta años, sesenta y ocho años al servicio de la Armada,
y sirvió a cinco reyes: Felipe v, Luis I, Fernando vI, Carlos III y Carlos Iv.
La vida de Ulloa abarca casi la totalidad del siglo xvIII, un siglo que viene
marcado por las guerras que España libró contra Inglaterra, con la particulari-
dad de que fueron eminentemente navales, de las que vivió cuatro. La prime-
ra, intento español de recuperar Gibraltar, comenzó en 1726 y terminó en
1728 por el Tratado de Sevilla. La segunda, de 1739 a 1748, la Guerra del
Asiento, también llamada de la Oreja de Jenkins, que finalizó con la Paz de
Aquisgrán. La tercera, la de Los Siete Años, de 1759 a 1765, con final en la
Paz de París, y la cuarta, de 1779 hasta la Paz de versalles de 1783.

33
veamos una cronobiografía en la
que comprobaremos que Ulloa hizo
varias navegaciones a ultramar: cruzó
en dos ocasiones el cabo de Hornos,
en la Carrera de Indias, tanto la de los
Galeones de Tierra Firme, como la de
la Flota de Nueva España, etc; es
decir, un buen número de singladuras
en las que debió adquirir una buena
experiencia marinera.

1713 Nace Jorge Juan Tratado de Utrecht


1716 Nace Antonio de Ulloa
Se crea la Compañía de Guardias
1717
Marinas
Aventurero en navío San Luis,
1730-1732 embarca en la Flota de Galeones de
Tierra Firme
Ingresa en la Academia de Guardias 1er Pacto de Familia. Guerras de
1733 Marinas, embarca en el navío Santa Italia, para recuperar territorios
Teresa perdidos Utrech
Patiño (†), le sustituye Campillo.
Guerra de la Oreja de Jenkins
TN. Medición Arco Meridiano en (1739-1748), fracaso inglés a Carta-
1735-1745 Perú 1742. Comandante de la Rosa gena de Indias. Campillo (†) le
(contra Anson) sustituye Ensenada. 2º Pacto Fami-
lia. Felipe v (†), sube al trono
Fernando vI
Regresa a Madrid, asciende a Capi-
1746 tán de Fragata y en 1748 a Capitán
de Navío. Él y Juan escriben 4 obras.

1749-1751 viaje por Europa (Francia, Holanda,


Suecia, Prusia y Hungría)
Participa en proyectos ilustrados
(Canal de Castilla, minas de Alma- Cae Ensenada (1754. Fernando vI
1752-1758 dén, Gabinete de Historia Natural, (†). Carlos III al trono. Tercer Pacto
reformas hospitalarias. Teniente de Familia
Compañía de Guardias Marinas

34
Huancavélica. Gobernador y supe- Toma inglesa de Manila y La
1758-1764
rintendente Habana
Primer Gobernador español de
1766-1768
Luisiana. Boda
1773 Muere Jorge Juan
Comandante de la Flota de Nueva 1776. EE.UU. Declaración Indepen-
1776
España dencia
Nace su hijo Francisco Javier
1777
(Ministro Marina)
Ascenso Tte. General. Operaciones Guerra Inglaterra. 1ª Campaña del
1779
en Azores Canal
Los procesos y Consejos de Guerra
1779-1782
de Ulloa
valdés Ministro (1788). Carlos III
Ocupa altos cargos en Isla de León y (†). Carlos Iv. Revolución francis-
1783-1795
Cádiz ca. Godoy al poder (1793). Expedi-
ción Malaspina (1789-1794)
1795 Muere Ulloa en la Isla de León Cesa valdés. Lángara ministro
1797 Combate naval de San vicente.

En 1713, nace Jorge Juan, el mismo año del Tratado de Utrecht y el 12 de


enero 1716 nace Antonio de Ulloa; era pues tres años y seis días más joven
que Juan (si señalamos este detalle, es debido a que en publicaciones de
afamados autores dan una diferencia de edad de solo dos años).
A los catorce años presentó instancia al rey para ingresar en la Academia
de la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, pero no fue admitido por no
estar completa la documentación exigida. Acto seguido sentó plaza de aventu-
rero en la Flota de Galeones de Tierra Firme, que mandaba el almirante
Manuel López Pintado, gran amigo de su padre, y el 26 de junio de 1730 salió
de Cádiz a bordo del San Luis, capitana de aquella flota. Hizo escala en Carta-
gena de Indias, Portobello y La Habana. En el viaje de regreso a España, el
San Luis sufrió un fuerte temporal en el canal de Bahamas, lo que le obligó a
arribar al puerto de Guarico (en la costa norte de la isla La Española) para
reparar, rindiendo viaje en Cádiz, dos años después de la salida. Ulloa, duran-
te la estancia de unos cinco meses en Cartagena de Indias, a bordo de una
balandra, practicó el corso en aquellas aguas. También, durante su periodo de
aventurero, dedicó su tiempo libre al estudio de las materias exigidas para el
ingreso en la Academia. En 1733, con diecisiete años cumplidos, superó con
sobresaliente los exámenes de ingreso. Y dados sus notables conocimientos
pudo embarcar enseguida en el navío Santa Teresa, para participar en las
operaciones de guerra en aguas Italianas, para recuperar los territorios perdi-
dos por los Tratados de Utrecht. En 1735, regresó a Cádiz, recibiendo la noti-
cia de que había sido elegido, junto con Jorge Juan, para formar parte de la
expedición hispano-francesa al Perú para determinar la forma de la Tierra.

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Para no desmerecer de los académicos franceses de la expedición, los dos
guardiamarinas fueron ascendidos a teniente de navío, saltándose los empleos
de alférez de fragata, alférez de navío y teniente de fragata. Antonio Ulloa
contaba entonces con diecinueve años, por lo que debe haber sido uno de los
escasos oficiales que a dicha edad alcanzaran el empleo de teniente de navío.
A bordo del Incendio viajó de Cádiz a Cartagena de Indias y allí, junto con
Jorge Juan, esperó a la expedición francesa y, ya reunidos, vía Portobelo-
Panamá, navegaron a Guayaquil, y por vía terrestre hasta Quito para efectuar
las mediciones del arco del meridiano.
En dos ocasiones, por orden del virrey, tuvieron que interrumpir las medi-
ciones y en la segunda Ulloa embarcó, como comandante, durante ocho meses
en la fragata Rosa, mientras que Jorge Juan lo hizo en la Belén. Ambas se
integraron en la Escuadra del Mar del Sur del almirante Pizarro.
Al finalizar las mediciones Ulloa salió de El Callao a bordo del barco de
registro de bandera francesa Deliverance para regresar a España, vía cabo de
Hornos. Su tornaviaje fue muy accidentado. En la isla brasileña de Fernando
Norona fue atacado por los ingleses huyendo hacia el norte, hasta Canadá, en
cuyas aguas fue apresada y llevada a Londres. Como es sabido, en Inglaterra
el trato que recibió Ulloa fue de gran deferencia, a pesar de estar en plena
guerra contra España. Bien pronto fue liberado, se le devolvieron sus papeles
y le nombraron miembro de la Royal Society y a finales de junio de 1946, vía
Lisboa, llegó a Madrid, a tiempo para asistir a los funerales de Felipe v.
En los despachos de la Secretaría de Marina, tanto él como Juan, tuvieron
una fría acogida. Nadie en el ministerio se acordaba de los dos jóvenes oficia-
les, ausentes durante once años. Juan, incluso llegó a considerar dejar la
Armada y volver a su orden de Malta, en cuyos barcos había iniciado su vida
marinera. Pero tuvieron la suerte de coincidir con Pizarro, a cuyas órdenes
habían servido en la Escuadra del Mar del Sur, quien les presentó al marqués
de la Ensenada. Este genial estadista había iniciado la recuperación de la Real

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Armada y estaba buscando a la persona adecuada para que le ayudara en su
empeño. Y se encontró con dos: Ulloa y Juan, a los que ascendió al empleo de
capitán de fragata, permaneciendo dos años en la Corte escribiendo las cuatro
obras firmadas por ambos.

Entre 1749 y 1751, viajó por Europa: Francia, Holanda, Suecia, Prusia y
Hungría, para recoger información de los adelantos científicos de la época,
alternando sus labores de espía con las de cazatalentos y la compra de diver-
sos instrumentos y publicaciones.
De 1752 a 1758, participó en varios proyectos ilustrados: canal de Castilla,
minas de Almadén, Gabinete de Historia Natural, arsenales, reformas hospita-
larias y fue nombrado teniente de la Compañía de Guardias Marinas.
En febrero de 1758, Ulloa embarcó en el mercante San Rafael, para ir a
tomar posesión como gobernador y superintendente de las minas de Huanca-
velica. El viaje fue muy largo, tardando 5 meses en hacer la travesía Cádiz-
Tenerife-isla de la Ascensión-Buenos Aires-cabo de Hornos-valparaíso-
Callao. La mayoría de la tripulación y pasajeros sufrieron escorbuto,
quedando solo treinta de más de 150 personas que se pudieran poner de pie.
Ulloa no se vio afectado, pues tuvo la cautela de tomar «ponche caliente por
la noche y la precaución de rociar de vinagre y perfumar mi camarote todos
los días a la mañana y noche».
Al renunciar al cargo de Huancavelica, en noviembre de 1764, embarcó en
El Callao en una fragata del conde de San Luis, su futuro suegro (la boda con
la limeña Francisca Remírez de Toledo de dieciséis años, se realizaría por
poderes en Lima en 1766 y posteriormente en Nueva Orleans, con ambos
contrayentes presentes), y en febrero de 1765, llegó a La Habana, vía Pana-
má/Portobelo. En la capital cubana le llegó el nombramiento como primer
gobernador español de Luisiana y el 17 de enero de 1766 embarcó en el
Volante, junto con un reducido séquito y una tropa de solo 80 soldados, arri-
bando a Nueva Orleans el 7 de marzo. El 1 de noviembre de 1768, Ulloa tras
renunciar a su cargo, abandona Luisiana junto con su familia, y tras una breve

37
estancia en La Habana salen para
Cádiz.
En 1776, volvería a embarcar
como comandante de la Flota de
Nueva España y en 1779 como
comandante de una división desem-
peñaría una misión de guerra en las
Azores.
Entre 1779 y 1782, se vio someti-
do a unos procesos y consejos de
guerra, por su actuación en las Azores. Y entre 1783 y 1785, ocupó altos
cargos en la Isla de León y Cádiz y fue nombrado director general de la
Armada.
En tres ocasiones ejerció el mando en la mar:

― de teniente de navío, comandante de la Rosa, en la defensa del Mar del


Sur;
― de jefe de Escuadra, comandante de la Flota de Nueva España
(1776-1768);
― de teniente general, comandante una división, que operó en las Azores,
de la escuadra española de Luis de Córdoba, en la guerra contra Inglate-
rra por la independencia de sus colonias norteamericanas.

Comandante de la Rosa

En la Guerra de la Oreja de Jenkins Inglaterra destacó dos flotas. Una,


muy potente, mandada por vernon para conquistar Portobelo y Cartagena
de Indias y la otra de Anson, mucho más reducida, para hacerse con alguna
base en la costa del Pacífico y conquistar Panamá. España tuvo conoci-
miento de los planes ingleses y también alistó dos flotas. Una, la envió al
Caribe bajo el mando de Torres, y la otra, mandada por Pizarro, a la Mar
del Sur. Tanto Anson como Pizarro tuvieron grandes dificultades para
doblar el cabo de Hornos, de hecho de la escuadra española solo consiguió
alcanzar la Mar del Sur la fragata Magdalena, y Pizarro con sus maltrechos
barcos llegó a Buenos Ares y por tierra se trasladó a Lima para embarcar en
la Magdalena.
En este contexto, el virrey del Perú ordenó a Ulloa y Jorge Juan que inte-
rrumpieran, en dos ocasiones, las mediciones del arco del Meridiano para
colaborar en la defensa. Entre ambas llamadas se produjo el fracaso de vernon
en Cartagena de Indias y el ataque de Anson a Paita.
En la primera comisión fueron a Guayaquil (1740/41) donde colaboraron en
las defensas portuarias y en la segunda ocasión (1743) embarcaron durante ocho
meses. Juan tomó el mando de la Belén y Ulloa tomó el mando de la Rosa,
ambos eran mercantes transformados en barcos de guerra. Estas dos fragatas, en

38
unión de la Esperanza, de la escuadra
de Pizarro, formaban la totalidad de las
fuerzas navales españolas en el Mar
del Sur en aquellas críticas circunstan-
cias.
A la Belén y a la Rosa se les orde-
nó patrullar entre El Callao, valparaí-
so, isla de Juan Fernández y
Talcahuano contra las amenazas de la
escuadra del comodoro inglés Anson,
pero no se detectaron naves enemigas
pues este, después de saquear la inde-
fensa ciudad de Paita, tuvo conoci-
miento del fracaso inglés en Cartage-
na de Indias, por lo que desistió de
atacar Panamá, dirigiéndose a
Acapulco con objeto de apresar el Galeón de Manila. Pero al comprobar que
las autoridades españolas estaban al corriente de sus intenciones y al no estar
en condiciones su maltrecha escuadra para regresar a Inglaterra por el cabo de
Hornos, decidió atravesar el Pacífico y en un puerto chino, que fue Macao,
reparó los dos buques que le quedaban. A continuación patrulló en las inme-
diaciones del estrecho de San Bernardino, donde consiguió apresar al navío
Covadonga, que hacía la ruta del Galeón de Manila. Con el botín obtenido se
salvó la cara del fracaso de la expedición, pues de los cerca de los 2.000
hombres que embarcaron en los siete buques que salieron de Inglaterra, solo
llegaron 188 a bordo del Centurion

Comandante de la Flota de Nueva España

Para mantener y controlar el monopolio del comercio ultramarino, en 1566


se establecieron las derrotas de la Carrera de Indias, agrupando los mercantes
que partían de Cádiz/Sevilla para que navegaran en convoy. La Flotas de
Nueva España se dirigían a veracruz y las Flotas de Tierra Firme a Cartagena
de Indias y los puertos panameños de Nombre de Dios/Portobelo. En 1741, se
suprimieron las de Tierra Firme, que fueron sustituidas por los navíos sueltos
o de «registro» o por el establecimiento de las «compañías privilegiadas»,
como fue el caso de la Compañía Guipuzcoana de Caracas. Sin embargo la
Flota de Nueva España se mantuvo hasta 1776, en que salió de Cádiz, adonde
regresó en 1778, y tres meses después, el 12 de octubre, se establecía el
Reglamento de Comercio Libre.
Para el mando de la Flota de Nueva España, se designaba a experimen-
tados hombres de mar, pero para la de 1776-1778, la decimoctava del siglo
xvIII, se eligió a Antonio de Ulloa, con grandes méritos científicos, técnicos
y políticos, además de haber publicado un gran número de obras, pero con

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un muy reducido historial en acciones de guerra y en dirección de convo-
yes. Su único mando en la mar había sido en la Rosa, treinta y seis años
antes.
La última flota de Nueva España estaba compuesta por quince mercantes y
dos navíos de la Armada, el España, la capitana donde embarcó Ulloa, y el
Dragón, que ejerció como almiranta, ambos de 64 cañones. La Flota,
compuesta por 17 buques, salió de Cádiz el 8 de mayo de 1776 y fondeó en la
fortaleza de San Juan de Ulúa, frente a veracruz, el 25 de julio. Allí permane-
ció diez meses y durante dicha estancia, cabe destacar los siguientes trabajos
realizados o dirigidos por Ulloa:

― un importante estudio hidrográfico y cartográfico: la realización de 14


mapas sobre el puerto y costas de veracruz;
― estudio sobre la formación de un astillero en la costa mexicana, cercano
a veracruz;
― estudio para el establecimiento en nueva España de la Matrícula de
Mar.

Ulloa emprendió el regreso a España desde veracruz el 16 de enero. En su


escala en La Habana se le incorporaron el San Lorenzo y el Santo Ángel, que
junto con el Dragón y el España, emprendieron la travesía atlántica. El enor-

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me tesoro que transportaron, el mayor del siglo xvIII, se distribuyó entre los
cuatro buques, como precaución en caso de ataque o de accidente. En este
tornaviaje se siguió una derrota no habitual, pues desde el canal de Bahamas
se arrumbó a Tenerife. Esa derrota había sido ordenada por la Secretaría de
Indias, para evitar cualquier incidente en aquel tiempo de guerra, que enfren-
taba a Inglaterra con sus colonias norteamericanas. En el tramo final de la
derrota se observó un eclipse total de sol. Después de 186 días de navegación
Ulloa entró en Cádiz el 19 de julio de 1778, «felicísimamente sin haber expe-
rimentado avería ni quebranto en este largo viaje».

Campaña de las islas Terceras

En 1776 se inició la guerra de la independencia de las Trece Colonias


norteamericanas. A Francia y España se le presentaba una buena ocasión para
incorporarse a la guerra con el fin de recuperar las pérdidas sufridas en las
guerras anteriores contra Inglaterra, según los tratados de Utrecht, Aquisgrán
y París. Concretamente se pretendía recuperar Gibraltar y Menorca y en
América: Belice, las Floridas, Jamaica, Roatán y otras islas hondureñas.
Francia se incorporó a la guerra en 1778 y España al año siguiente,
después de sopesar la trascendencia que podía acarrear el hecho de apoyar las
reivindicaciones independentistas de unas colonias americanas contra su
metrópoli.
Los planes de guerra fueron detenidamente estudiados y coordinados con
Francia. Las operaciones se programaron en dos grandes escenarios: el
americano y el europeo. En este último, el objetivo primordial era la inva-
sión de Inglaterra, con tropas exclusivamente francesas, en la que se empe-
ñaría una gran armada franco-española. Por su parte la Real Armada desa-
rrolló una febril actividad en astilleros, arsenales, fábricas de municiones y
de armas para el alistamiento de las flotas. Así, el 21 de junio, el día
siguiente de la firma del decreto de ruptura de relaciones, salió de Cádiz la
Flota, formada por cuatro divisiones, bajo el mando de don Luis de Córdo-
va. La primera división estaba bajo el mando del propio Córdoba, a bordo
del Santísima Trinidad; la 2.ª era la de Ulloa, en el Fénix; la 3.ª la de
Gascón, en el Rayo y la 4.ª la de Cantín, a bordo del Monarca. La escuadra
española se reuniría con la francesa en las islas Sisargas, al noroeste de
Galicia y la flota combinada bajo el mando del francés conde de Orvilliers,
embarcaría en Dunkerque, Brest y El Havre a unos 40.000 franceses para
desembarcarlos en Inglaterra.
Para impedir que escuadras inglesas destacadas lejos de su metrópoli
acudieran para oponerse a las operaciones de invasión de la escuadra combi-
nada, se enviarían escuadras a las Azores para proteger las naves españolas
que de las Indias se dirigían a España y al mismo tiempo atacarían a los
buques mercantes y de guerra ingleses, que también recalaban en aquellas
aguas en las derrotas que unían Inglaterra con sus colonias americanas.

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Ulloa fue el nombrado por el rey ―como premio al éxito obtenido en el
mando de la Flota de Nueva España― para hacerse cargo de una escuadra,
formada por los navíos Fénix, Gallardo, Diligente y el San Julián, y las fraga-
tas Santa María Magdalena y Santa Mónica, cuyas dotaciones sumaban unos
3.000 hombres y una artillería de 350 cañones. Ulloa se separó del grueso de
la Flota de Córdova en las islas Sisargas, dirigiéndose a las Azores. Una
segunda escuadra mandada por Juan de Lángara, salió de Cádiz y directamen-
te se dirigió a aquel archipiélago portugués, también con la misión de atacar
los buques ingleses, de guerra y mercantes. Ambas escuadras contribuirían
como retaguardia para el éxito de la invasión de Inglaterra.
El embarco de las tropas francesas se llevó a cabo con lentitud y torpeza. Y el
intento de desembarco fracasó debido al temporal que desbarató la armada
franco-española y al hecho de que el almirante francés cuando se inició el
combate contra la escuadra inglesa, que navegaba hacia la estrechura del
Canal, cambió de objetivo para apresar a un supuesto convoy inglés, que a la
postre resultó que era holandés.
El que sí apresó, al año siguiente, a un gran convoy inglés fue Córdova. El
convoy era doble, uno con destino a la India y otro con destino a América, que
cargados de tropas, pertrechos y armas se dirigían a prestar apoyo a las
guerras coloniales británicas en ultramar. En total, se apresaron antes de que
los dos convoyes se separaran 53 buques armados de transporte, de los
cincuenta y cinco que los componían. Las pérdidas supusieron para Inglaterra
el mayor desastre logístico de su historia naval.
Pero volvamos a las operaciones en las Azores, tanto la escuadra de Ulloa
como la de Lángara también se enfrentaron durante el tránsito a dos fortísimos
temporales, que desarbolaron a la mayoría de los diez navíos y las cuatro
fragatas que formaban ambas escuadras, entre ellos el Gallardo, que Ulloa
logró que llegara a Cádiz, pese a sus malas condiciones de navegabilidad,
mientras Lángara perdió al Poderoso, cuando capeaba un temporal deshecho,
teniendo que izar su insignia en el San Leandro. Las Instrucciones que recibió
Ulloa precisaban que debía dirigirse a las islas de Cuervo y Flores, las más
occidentales del archipiélago de las Azores. El 26 de agosto, más de dos
meses después de la salida de Cádiz, los cinco buques de Ulloa (pues la fraga-
ta Santa Mónica se había separado de la escuadra en el primer temporal del 15
de agosto) comenzaron a patrullar por la parte este de la isla Cuervo, tal como
se le había ordenado. Pero el 8 de septiembre Ulloa decidió, en contra de las
Instrucciones, adelantar su regreso a Cádiz, debido al escorbuto que sufría un
importante número de sus hombres, a la disminución de sus reservas de agua
y pan y a las graves averías en el Gallardo.
Los cuatro navíos entraron en Cádiz el 20 de septiembre, después de
completar 100 singladuras. En cuanto a las dos fragatas, la Santa Mónica, que
se había separado de la escuadra durante un fuerte temporal en el tránsito a las
Azores, fue apresada por una fragata inglesa el 13 de septiembre. Por su parte,
la Santa María Magdalena también se separó de Ulloa, si bien entró en Cádiz,
casi a la par que la escuadra. Los resultados de la campaña de las Azores

42
fueron prácticamente nulos, si bien la escuadra de Lángara apresó a la fragata
inglesa Winchcom, de 26 cañones, en aguas de las Azores, teniendo la desgra-
cia de la pérdida, por temporal, del navío Poderoso. De las vicisitudes de la
campaña, Ulloa informó cumplidamente mediante diez cartas sobre los graves
percances que había sufrido su escuadra, que le obligaron a adelantar once
días su regreso a Cádiz.
El ministro de Marina, González de Castejón, no quedó convencido por las
explicaciones que dio Ulloa y del adelanto de su llegada a Cádiz. Se le acusó
de que no había protegido los buques mercantes españoles, pues más de veinte
habían sido apresados por los ingleses. En octubre de 1779, se separó del
servicio a Ulloa y se le confinó en la Isla de León, hasta que la Junta del
Departamento primero y después en consejo de guerra juzgaran su actuación,
sustanciada en veintiséis cargos que se le imputaban. A todos ellos contestó
con largas explicaciones técnicas. Junto a Ulloa fueron juzgados los coman-
dantes de las dos fragatas.
En total los procesos fueron cinco, los tres primeros fueron en Juntas-
reuniones de las más altas autoridades del Departamento, de carácter reserva-
do y secreto, sin la presencia del encausado, ni defensor, y comunicando sus
resultados al rey y al ministro- y en consejo de guerra los dos últimos. Estos
juicios se celebraron entre 1779 y 1782, y no eran los primeros a que fue
sometido Ulloa. Recordemos el incoado en 1736, a raíz del incidente que tuvo
con el presidente de la Audiencia de Quito y en 1740, mandando la Rosa fue
denunciado por el capitán general de Chile, el conde de Superunda, porque no
cumplió la orden que tenía de entrar en valdivia, plaza que debía socorrer con
los cincuenta soldados que al efecto transportaba. El consejo de guerra no se
llegó a convocar, pues cuando se recibió la orden del rey para celebrarlo Ulloa
había emprendido el viaje de regreso a España.
Pero volvamos al segundo consejo de guerra de 1782, que fue presidido
por el director general de la Armada, y que por unanimidad sentenció que «D.
Antonio de Ulloa había cumplido con su misión y que satisfacía a los cargos»,
lo que mereció la aprobación del rey, que le declaró absuelto.
Esta breve comunicación mereció la siguiente opinión por parte de Ulloa:
«Demasiado pobres para compensar la satisfacción de los desaires y del
descrédito en que, injustamente, se intentó poner a mi conducta». Así, escribió
una carta al ministro, manifestándole su satisfacción por la real resolución que
le absolvía, pero añadiendo «lo mucho que ha padecido mi espíritu en los dos
años y cinco meses que ha durado el examen, sin haber delinquido». En defi-
nitiva su fama había quedado dañada, «su honor, la estimación y la opinión
que siempre [he tenido] tan acreditados en España y fuera de la península»,
añadiendo que «el honor familiar y colectivo de los Ulloa ha quedado en
entredicho, después de haberlo adquirido durante cincuenta años de servicios
distinguidos».
Por lo expuesto, en 1782, y como pliego de descargo para la posterioridad,
escribió el documento, que abreviando su larguísimo título, es conocido por
«Justa vindicación». El título completo dice así: Justa vindicación de mi

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honor y noticia circunstanciada de mi conducta, para inteligencia de mi
posteridad, explicando con los documentos originales, la que observé en la
Campaña que hice a las Islas Terceras, en el año 1779
Tuvo razón D. Antonio de Ulloa, al afirmar que, pese a la absolución del
consejo de guerra, su fama como marino había quedado dañada. Así, los gran-
des historiadores de la Marina, Martín Fernández de Navarrete y Cesáreo
Fernández Duro no lo mencionan como marino, y Julio Guillén escribió: «…
en la deslucida campaña de 1780 no estuvo a la altura de su renombre científi-
co; siendo un sabio quiso también ser un almirante y, como tal, no pasó de
mediano».

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ANTONIO DE ULLOA:
UN ILUSTRADO EN LA vILLA
DE LA REAL ISLA DE LEóN
José QUINTERO GONZáLEZ
Doctor en Historia
Académico de la Real de San Romualdo

Introducción

Este trabajo se centrará particularmente en el período de la vida de Antonio


de Ulloa y de la Torre Guiral vinculado a la villa de la Real Isla de León.
Intentaremos acercarnos a lo que podríamos denominar «relaciones indirec-
tas» con la actual San Fernando y también a su estancia en la propia Isla de
León: vivienda, familia, negocios, publicaciones…, aun siendo conscientes de
que separar rotundamente su vecindad en la Isla con las estancias en Cádiz,
resultan un tanto aventuradas. En todo caso, evitaremos estudiar, al menos
detalladamente, sus grandes realizaciones como marino y como ilustrado
antes de 1769-1770. Es más: ignoraremos prácticamente su currículo antes de
esta fecha.
Para dar esta visión isleña del marino hemos trabajado con fuentes docu-
mentales archivísticas y bibliográficas. Respecto a las primeras, son de desta-
car el expediente del marino, conservado en el Archivo General de Marina
Don álvaro de Bazán, en viso del Marqués, y sus testamentos «gaditanos»,
custodiados en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz. En cuanto a las
bibliográficas, subrayaremos fundamentalmente La pasión de reformar, de
Francisco Solano Pérez-Lila, pero también, entre otras, las Actas del II Cente-
nario de Antonio de Ulloa y el catálogo de la exposición «Antonio de Ulloa.
La biblioteca de un ilustrado».

¿Quién era Antonio de Ulloa?

Antonio de Ulloa procedía de una familia hidalga sevillana. Su padre,


Bernardo de Ulloa, importante economista, habría proporcionado una educa-
ción elitista a sus hijos con el objetivo de encaminarlos a las nuevas fuentes de
progreso profesional y social que estaba implantando la nueva monarquía. Se

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sabe poco de los primeros estudios de Antonio de Ulloa. Sí se conoce a uno de
sus maestros, fray Pedro vázquez Tinoco, de la Academia de Ciencias Exac-
tas, creada en el prestigioso colegio de Santo Tomás. Fray Pedro instruyó a
Ulloa en humanidades, matemáticas y astronomía. En 1730 el joven decidió
ingresar en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Pero, al no haber
cupo, embarcó como marinero de aventura en la Flota de Galeones mandada
por Manuel López Pintado.
Esta enseñanza, unida a sus vivencias en la todavía dinámica Sevilla y en
la cosmopolita y activa Cádiz del primer tercio del siglo xvIII, debieron de
despertar en el joven el interés por el conocimiento en general y una curiosi-
dad desmedida que le integrarían en la élite de los ilustrados españoles.
Tenemos esbozados así los dos elementos que lo definirán en la historia:
marino e ilustrado. Para el presente trabajo, consideramos dos grandes
momentos en su vida tras llegar a Cádiz. Uno caracterizado por su implica-
ción plena en los proyectos ilustrados de la Monarquía, y otro definido por su
estancia en la Isla de León.

La primera etapa. Marino e ilustrado oficial

vivirá la experiencia de su contacto directo con el mar y con la flamante


Real Isla de León, incorporada a la Corona por Felipe v en 1729 (1). A esta
isla nacida como proyecto ilustrado, protagonista del reformismo borbónico
con La Carraca (2) como buque insignia, se la relacionará muy pronto con
Antonio de Ulloa; no en vano, el arsenal era la referencia en las relaciones con
América. El joven llegó a Cádiz con la intención de inscribirse en la Acade-
mia de Guardias Marinas (3), pero se encontró con el cupo cubierto. Tras este
fallido intento de ingreso en la Armada, se enroló como marinero de aventura

(1)  Aunque la vinculación de la Isla de León a los grandes proyectos de Estado estaban


decididos al menos desde 1717, año en el que comienza la construcción del Real Arsenal de La
Carraca, se imponía una gran prudencia para modificar su condición de «señorío». Pero la
estancia de Felipe v en la Isla del 21 de febrero al 31 de marzo de 1729 ―asistió a la botadura
del Hércules en El Puntal y recibió a la flota procedente de las Indias, mandada por López
Pintado― aceleró el proceso. Mediante la real cédula de 31 de mayo de 1729 la incorporó a la
Corona «con la jurisdicción, señorío y vasallaje, oficios, rentas y derechos jurisdiccionales de
estos pueblos, que hoy gozan sus poseedores», aunque de momento la asignaba jurisdiccional-
mente al gobernador de Cádiz. QUINTERO GONZáLEZ, José: «Una villa ilustrada. La creación del
ayuntamiento de la Real Isla de León», en Andalucía en la Historia, núm. 52. Sevilla, 2016, pp.
82-85.
(2)  Para estudiar La Carraca se sugiere: QUINTERO GONZáLEZ, José: La Carraca. El
primer arsenal ilustrado español, 1717-1776. Ministerio de Defensa, Instituto de Historia y
Cultura Naval, Madrid, 2004.
(3)  La Academia de Guardias Marinas fue sin duda otro proyecto ilustrado de hondo cala-
do, con indiscutible relevancia en la creación y desarrollo de la Armada borbónica. Al mismo
tiempo, al proporcionar una salida profesional para la nobleza, contribuyó muy decididamente a
la política de progreso social que fomentaba el rey.

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en el navío San Luis, capitana de la Flota de Galeones (destino Portobelo) al
mando del almirante Manuel López Pintado (4). Se hizo a la mar el 26 de
junio de 1730 de la bahía gaditana. La flota, compuesta por quince mercantes
y seis barcos de guerra, arribó a Cartagena de Indias el día 8 de agosto,
zarpando el 7 de enero de 1731 hacia a Portobelo. Más tarde, acabada la feria,
puso rumbo a La Habana.
El tornaviaje se inició en agosto de 1731 y fondeó en Cádiz el 21 de junio
de 1732. Junto a las vivencias de la navegación en una flota de estas caracte-
rísticas, el joven Ulloa vivió otras experiencias como el fortísimo temporal
sufrido en el canal de Bahama, o los pormenores del proyecto de utilización
del río Chagres para franquear el istmo de Panamá con el ahorro de varios
días de viaje, el estudio de la deficiente defensa de Portobelo y el plan enca-
minado a sustituirlo por San Cristóbal, las negociaciones con los comerciantes
peruanos, la complejidad de la presencia española en América, el control del
navío de permiso…, iniciativas, en fin, de profundo significado reformista.
También cuidó su formación estudiando matemáticas y navegación, o practi-
cando el dibujo y el levantamiento de planos (5).
El 28 de noviembre de 1733 consiguió, con sobresaliente, su ingreso en la
Academia de Guardias Marinas (6). La firma del Primer Pacto de Familia y la
entrada en la Guerra de Sucesión de Polonia ofrece a Ulloa la ocasión de
embarcar en el Santa Teresa, navío de 60 cañones, acabado de aprontar en el
arsenal carraqueño y que tenía la misión de apoyar a las fuerzas de tierra espa-
ñolas en su avance desde Parma hasta Nápoles, en el intento por conseguir la
corona de este reino para el príncipe Carlos.
De regreso a Cádiz, recibió la orden del rey comisionándolo junto a Jorge
Juan para formar parte de la real expedición hispanofrancesa al virreinato del
Perú para la medición del Meridiano en aquellas latitudes. Zarparon de las
aguas de la Bahía el 29 de mayo de 1736. En tierras americanas Ulloa mostró,
por una parte, su compromiso con las órdenes recibidas y su fuerte carácter,
que le ocasionó serios problemas con las autoridades indianas, y por otra,
reforzó de manera extraordinaria su identidad ilustrada al tener ocasión de
aprender de los sabios franceses de la comisión, de agudizar su capacidad de
observación tanto de la naturaleza (flora, fauna, minerales...) como de la
geografía, la medicina, astronomía, sociedad, economía, arqueología…, y de

(4)  Esta era la tercera flota que mandaba el almirante Manuel López Pintado. Todavía
mandaría una cuarta, en 1735, a cuyo regreso Felipe v lo distinguió con el título de marqués de
Torreblanca del Aljarafe.
(5)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión de reformar. Antonio de Ulloa, marino y
científico, 1716-1795. Universidad de Cádiz, 1999, p. 47.
(6)  GONZáLEZ GONZáLEZ, Francisco J.: «Antonio de Ulloa en Cádiz. Los libros de la
Academia de Guardias Marinas y su formación como científico», en MENSAQUE URBANO, Julia,
y PEÑALvER GóMEZ, Eduardo (coords.): Antonio de Ulloa. La biblioteca de un ilustrado. Sevi-
lla, 2015, pp. 65-76 (cit. p. 67). Este trabajo es el catálogo de la exposición del mismo nombre,
organizada por la Universidad de Sevilla en el Archivo General de Indias, cuyo comisario fue
Pablo Emilio Pérez-Mallaína.

47
ejercitarse como militar, ya fuera perfeccionando la flota de apoyo a la Arma-
da del Mar del Sur y las fortificaciones de tierra, ya mandando la Rosa, fraga-
ta mercante a la que se había artillado para hacer el corso frente a los barcos
ingleses que merodeaban las costas del Pacífico sur en el marco de la Guerra
del Asiento o de la Oreja de Jenkins. Esta misión le costaría su primer consejo
de guerra, aunque no se celebró por el inminente final de la comisión del
Meridiano y, en consecuencia, por el rápido abandono de Ulloa de las costas
del Perú, lo que propició que el consejo de guerra se «olvidara» (7).
El 17 de enero de 1745 los científicos españoles zarparon de El Callao
rumbo a España. Lo hacen en barcos diferentes, Ulloa lo hizo en el Delivran-
ce, que en la travesía fue atacado por los ingleses, decidiendo su capitán refu-
giarse en el puerto de Louisbourg. Pero este estaba en manos inglesas desde
hacía meses, así que la embarcación resultó apresada y conducida a Inglaterra.
Allí, sin embargo, Ulloa recibiría un buen trato, hasta el punto de que el 16 de
mayo de 1746 fue nombrado miembro de la Royal Society of Sciences. En
junio del mismo año llegó a Madrid vía Lisboa.
En 1749 Ulloa fue comisionado por Ensenada para visitar diferentes países
europeos (8) con el fin de investigar nuevas formas de mejora y progreso,
esencialmente las relacionadas con obras públicas/infraestructuras (carreteras,
canales, puertos, comunicaciones y transportes) e industria (textil y minera).
Ulloa amplió los campos a investigar, observando los grandes avances conti-
nentales en materias dispares como la forestal, archivística, portuaria, carto-
gráfica, médica, lonas y jarcias de Holanda, sedas, paños, la industria minera
(Alemania, Hungría)…, de todo lo cual informaba constantemente a Ensena-
da. Regresó a España en 1752. Durante los seis años siguientes se vio integra-
do en importantes proyectos reformistas (9) como la reestructuración de las
minas de Almadén, el canal de Castilla, el Gabinete de Historia Natural, la
creación de un laboratorio de metalurgia, la instrucción en la cirugía para el

(7)  Para más información de la real expedición hispanofrancesa al reino de Quito y acerca


de la defensa del Mar del Sur, pueden consultarse: SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión de
reformar. Antonio de Ulloa, marino y científico, 1716-1795, Universidad de Cádiz, 1999, pp. 57-
102; PAREDES SALIDO, Fernando: Antonio de Ulloa, un marino ilustrado, Fundación Jorge Juan,
2004, pp. 31-46; LAFUENTE, Antonio: «Retórica y experimentación en la polémica sobre la figura
de la Tierra», en LOSADA, M., y vARELA, C (eds.): II Centenario de don Antonio de Ulloa, Escuela
de Estudios Hispano-Americanos, CSIC, Sevilla, 1995, pp. 125-140; CATALáN PÉREZ-URQUIOLA,
Manuel: «Don Antonio de Ulloa y la forma de la Tierra», en xII Jornadas de Historia Marítima.
Don Antonio de Ulloa, marino y científico, núm 25 de los Cuadernos Monográficos del Instituto
de Historia y Cultura Naval, Madrid, 1995, pp. 33-63. Interesante y curioso resulta SERRERA CON-
TRERAS, Ramón M., y ELváS HINIESTA, Salud M.ª: «Grabados y grabadores en la relación histórica
del viaje a la América Meridional (1748) de Jorge Juan y Antonio de Ulloa», en MENSAQUE UR-
BANO, Julia, y PEÑALvER GóMEZ, Eduardo (coords.): Antonio de Ulloa. La biblioteca…, pp. 77-86.
(8)  Archivo General de Simancas, Marina, leg. 712. Instrucción reservada de lo que de
orden del Rey ha de observar el capitán de navío D. Antonio de Ulloa. Cit. en LAFUENTE, Anto-
nio, y PESET, José Luis: «Política científica y espionaje industrial en los viajes de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa, 1748-1751», en Mélanges de la Casa Velázquez, vol. 17, pp. 233-262, 1981
(cit. p. 235).
(9)  Se recomienda consultar: SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión, pp. 156-171.

48
Real Hospital de Cádiz, la Casa de Geografía, el Real Jardín Botánico, la relo-
jería, el arte de grabar en piedras y cobre…, el proyecto de mejora del Real
Arsenal de Cartagena, la supervisión de las fábricas de jarcia y lonas en
Santander y Espinosa de los Monteros y del astillero de Guarnizo, la fábrica
de artillería de La Cavada… Sin embargo, con frecuencia su participación se
centraba en la redacción de las instrucciones o en la elaboración de los
proyectos de creación o de mejora, por lo que a veces su autoría era descono-
cida incluso por quienes la hacían realidad.
Son unos años de actividad frenética, de plena integración de Ulloa en el
proyecto ilustrado de la Monarquía. Pero también contemplaron la evolu-
ción desde «el binomio Juan-Ulloa» hasta las vidas absolutamente separa-
das. La coincidencia de destinos y de comisiones terminó, prácticamente,
cuando ambos marinos concluyeron la redacción de las conclusiones de la
expedición al Perú. Se desconoce cuándo pudieron romper las relaciones,
aunque siguiendo a Francisco González de Posada sería en torno a 1751,
cuando Jorge Juan proyectó cambiar el plan de estudios de la Academia de
Guardias Marinas, asumiendo Ulloa que no contaría con él (10). En 1752
sus caminos parecen separados, como puede deducirse de que Juan no
contara con Ulloa para la redacción de las ordenanzas para la creación de la
Academia de Ciencias de Madrid (que elaboró con Louis Godin) (11);
tampoco integró a Ulloa en la Asamblea Amistosa Literaria creada en Cádiz
en 1755; el interesante trabajo del marino sevillano sobre el maremoto de
1755 en Cádiz se publicará en Inglaterra y no en la Asamblea gaditana; la
correspondencia entre ellos después de 1751 es inexistente; y las referencias
de Ulloa a Jorge Juan en sus Conversaciones con sus tres hijos en servicio
de la Marina son prácticamente nulas (12).
En todo caso, la plena colaboración de Ulloa con el proyecto reformista
de la Monarquía tiene continuidad con su designación como gobernador y
superintendente de las minas de azogue de Huancavelica (1758-1764) (13),
donde sus éxitos en la mejora de la producción y sus innovaciones en las
minas se vieron contrarrestadas por su rigidez en el mantenimiento de las
normas, lo que le granjeó la animadversión de los mineros limeños y los
funcionarios reales, que finalmente propiciaron en 1762 la renuncia de Ulloa,
aceptada en 1764.

(10)  GONZáLEZ DE POSADA, Francisco: «Jorge Juan/Cádiz = Ulloa/San Fernando», discur-


so de ingreso como correspondiente en la Real Academia de San Romualdo (San
Fernando), San Fernando, 16 de enero de 2010, p. 8. Puede consultarse on-line en
http://www.academiadesanromualdo.com/noticias/discursoposada.pdf
(11)  El matemático y astrónomo francés Louis Godin formó parte, junto a La Condamine
y Pierre Bouguer, del equipo de científicos franceses que participaron de la real expedición
hispanofrancesa al reino de Quito para la medición del Meridiano. Fue director de la Academia
de Guardias Marinas.
(12)  GONZáLEZ DE POSADA, Francisco: «Jorge Juan/Cádiz…», p. 8.
(13)  MOLINA, Miguel: «El gobierno de Antonio de Ulloa en Huancavelica y Luisiana», en
LOSADA, M., y vARELA, C. (eds.): II Centenario de don Antonio de Ulloa…, pp. 169-184;
SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…, pp. 184-220.

49
El marino salió de Perú prometido con Francisca Remírez de Laredo,
una joven perteneciente a la nobleza peruana (condes de San Javier), de
solo quince años de edad. En consecuencia, no pudo formalizar el matrimo-
nio hasta obtener las preceptivas autorizaciones. Su nuevo destino fue La
Habana, donde permaneció catorce meses en los que superaría el habitual
juicio de residencia y una enfermedad que le persuadió a redactar testamen-
to. Estando aún en la isla caribeña, mediante las Instrucciones de 12 de
mayo de 1765 se le encomienda la gobernación de la Luisiana. De nuevo
emitió excelentes informes y se implicó con rigor en aspectos urbanísticos,
defensivos y económicos (especialmente en los relacionados con los intere-
ses de España y la persecución del contrabando). Sin embargo, de nuevo se
vería obligado a dimitir por la falta de diplomacia con el Consejo Supremo
―colectivo de comerciantes y hacendados; en realidad, una reliquia, pero
con grandes intereses económicos―, la escasa comunicación con las élites
locales y la falta de fuerzas para sostener las importantes revueltas provo-
cadas finalmente por la inflación y la subida de precios. El día 1 de
noviembre de 1768 Ulloa abandonó Orleans con su familia rumbo a La
Habana. Para entonces, se había casado por poderes primero (Lima, 11 de
marzo de 1766) y después presencialmente en Nueva Orleans (24 de junio
de 1767).

Antonio de Ulloa en la Villa de la Real Isla de León

A principios de 1769 Antonio de Ulloa regresa con su familia de América y


fue ascendido a jefe de escuadra. Ese mismo año, la Armada vive cambios
importantes. El 15 de noviembre la Academia de Guardias Marinas y el resto
de dependencias del departamento hasta entonces en Cádiz son trasladadas a
la villa de la Isla de León.
La Isla, que como vimos anteriormente obtuvo la condición de realengo en
1729 por «intereses de Estado», «intereses del reformismo ilustrado», en 1766
había pasado a ostentar la condición de villa. El crecimiento demográfico
experimentado por la Isla de León, el desarrollo del arsenal de La Carraca y
otros proyectos de la Corona propician que el 11 de enero de 1766 el rey
Carlos III decrete la formación del primer ayuntamiento isleño (14) (en 2016,
precisamente, se celebró el 250.° aniversario). Nace así como un proyecto
eminentemente ilustrado, que se plasmará en el trazado de sus calles y plazas
y en su determinación como una ciudad eminentemente funcionarial (civil-
industrial y militar).
Sólo tres años después de la formación del ayuntamiento, el actual San
Fernando se convierte de hecho en la capital del departamento marítimo y
experimenta un crecimiento demográfico y urbanístico espectacular. Es en
estos momentos cuando la Academia de Guardias Marinas se ubicó provisio-

(14)  QUINTERO GONZáLEZ, José: «Una villa…», pp. 84-85.

50
nalmente en el antiguo Caserío de Sacramento, contiguo al convento de la
Enseñanza.
Ulloa, en su regreso a Cádiz, se estableció en la capital junto a sus criados
y dos esclavos, la zamba Manuela y Juan Ignacio Pídalo, que fueron manumi-
tidos muy pronto. vivían en la calle de las Descalzas 62 (en la actualidad,
calle Montañés), en el barrio de La Candelaria. La casa no debía de ser muy
grande. Con motivo del agradecimiento al virrey Bucareli por una colcha de
seda china que le había regalado, Francisca Rémirez la define como un «apea-
dero» (15), es decir, como una residencia ocasional, casi de tránsito.
También vivieron en la Isla. La propia esposa de Ulloa reconocerá que la
casa de la Isla «tiene unas piezas pequeñas» (16), es decir, unas habitaciones y
salones de modestas dimensiones, cosa muy habitual en las casas isleñas, la
mayoría de ellas construidas por o para militares y funcionarios, por lo gene-
ral con unos recursos limitados.
De alguna manera compatibilizaban la estancia en ambas viviendas, lo
que confirma Ulloa en su testamento, si bien todo parece indicar que el
domicilio habitual estaría en la Isla, por varias razones: porque en 1769 el
Departamento de Marina y la Academia de Guardias Marinas, como hemos
visto, se trasladan a la Real Isla de León, y parece razonable que Ulloa
viviera la mayor parte del tiempo donde tenía su destino como profesor de la
Academia de Guardias Marinas (1770 y 1776); segunda, porque excepto
Josefa María, nacida en Nueva Orleans (1768), y María de las Mercedes,
que lo hizo en Cádiz (abril de 1769, fallecida el 23 de junio de 1774), todos
sus hijos, desde Bernardo, nacieron en la Isla (17). Tercera, porque la prácti-
ca totalidad de las cartas y otros documentos que escribió los fecha en la
Isla; cuarta, porque en su Disposición Testamentaria (18) recomienda inscri-
bir a su hija pequeña en el prestigioso Colegio de la Enseñanza (hoy
Compañía de María), en la Isla de León (Punto 24); y quinta, porque Ulloa,
en ese mismo documento (Punto 39) pedía ser inhumado en la iglesia más
inmediata a su domicilio y, efectivamente, fue enterrado en la iglesia
castrense de San Francisco (Isla de León).
Estudiosos del marino, como González de Posada, sostienen que pasó sus
últimos veinticinco años en la Isla de León. Sin embargo, no se conoce el

(15)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…, p. 391.


(16)  Ibídem.
(17)  Bernardo, en 1772 (falleció en la Isla de León en marzo de 1776); Buenaventura, en
1773; Antonio en 1775; Francisco Javier, en 1776; Martín José, en 1779; José María, en 1782,
y M.ª Carmen Concepción, en 1785. SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…, p. 389.
(18)  Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Protocolos Notariales de San Fernando, proto-
colo 120, ff. 92 a 184. Notario, Cristóbal González Téllez, 27 de febrero 1796 (en adelante, Dis-
posición Testamentaria). Hay que citar dos excelentes trabajos de Manuel Ravina relacionados
con la Disposición Testamentaria: RAvINA MARTíN, Manuel: «Protocolización de la memoria
testamentaria de Don Antonio de Ulloa», en íDEM: 23 testamentos del Cádiz de la Ilustración,
Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, Sevilla, 2008, pp. 215-229; íDEM: «Los testamentos
del almirante Antonio de Ulloa», en MENSAQUE URBANO, Julia, y PEÑALvER GóMEZ, Eduardo
(coords.): Antonio de Ulloa. La biblioteca, pp. 87-94.

51
domicilio isleño de los Ulloa (19). Sin duda debió de ser una casa alquilada
(no la cita en sus testamentos y no era partidario de invertir en inmuebles).
Nos inclinamos a pensar que la vivienda se ubicaba entre la actual Alameda
Moreno de Guerra y la iglesia del Carmen, en la Calle Real, cerca de la
Academia de Guardas Marinas y del marqués de Ureña, al que diferentes
fuentes citan como «vecino en las proximidades».
Una faceta interesante es la de Ulloa-padre. Para descubrir este aspecto
puede recurrirse a dos documentos: el testamento y la descripción que
realiza el viajero inglés Townsend. Para este, Ulloa era un padrazo, muy
condescendiente con sus hijos. Es posible que el marino se mostrara muy
cariñoso y «permisivo» con sus niños, lo que no significa dejación. Es
más: fue todo lo contrario, como se observa en su Disposición Testamenta-
ria. Se muestra siempre preocupado por la formación, por el empleo, por
el futuro de sus hijos. Aparece como un padre casi obsesionado por la
formación de sus hijos, para los que recomienda los mejores colegios y las
carreras de esplendor que les dieran ocasión de distinguirse y sobresalir y
de conservar el prestigio de sus antepasados, habiendo cruzado en la
Orden de San Juan a Antonio, Javier, Martín y José. Para sus hijas, aboga-
ba por que cuidaran de casarse con hombres que fueran buenas personas.
Finalmente, el Punto 35 de la Disposición Testamentaria encarga «con el
mayor esmero a mis hijos varones y hembras la mejor armonía y unión
entre sí». La segunda preocupación del marino respecto a sus hijos fue la
subsistencia, aspecto provocado probablemente por la avanzada edad con
la que comenzó a ser padre y, tal vez, por su propia experiencia tras los
problemas económicos padecidos por su padre. Busca albaceas de su
máxima confianza y les encomienda velar por su subsistencia, con instruc-
ciones claras respecto al reparto de sus bienes, a las posibles variantes que
pudieran surgir, etc.
Y así, a modo casi de conclusiones, en el Punto 36 expone: «Entre las
cosas principales que mi mujer y albaceas deben cuidar es de la buena crianza,
educación e instrucción de los hijos, porque sin estos no son útiles ni la cali-
dad ni las riquezas».

(19)  Incluso la excelente biografía de Francisco Solano (La pasión…) no llegará a definir


esta situación. Solano expondrá que la casa en la Isla se deshizo por los destinos palatinos de su
esposa e hija, trasladando los muebles de caoba y la plata del servicio a Madrid (p. 419), cuan-
do previamente los situaba en Cádiz (p. 391). Incluso describía el despacho de Ulloa según
Townsend (pp. 394-395), ubicándolo en Cádiz. Finalmente, sostiene que la casa gaditana de
Descalzas va quedándose sola (p. 420). Estas imprecisiones solo pueden ser producto de las
escasas noticias respecto a la vivienda habitual de los Ulloa, de las dificultades que a veces se
tiene para diferenciar la Isla respecto a Cádiz y, en mi opinión, quizá, del pronto fallecimiento
del profesor Solano, que como bien expone Ravina, no pudo terminar de repasar su trabajo
después de conocer la Disposición Testamentaria, protocolizada el 27 de febrero de 1796. En
todo caso, tampoco este documento aclara la situación, por cuanto Ulloa recomienda a su mujer
que, una vez viuda, «si la residencia la fijase en Sevilla, que es donde debiera estar, con esa
misma cantidad [7.000 pesos] podría mantenerse doble porte y comodidad que en Cádiz y estar
sin comparación mejor servida» (Punto 15).

52
Para los tres hijos mayores, ventura, Antonio y Francisco Javier (que llegó
a ser ministro de Marina), consiguió de Carlos III el privilegio de autorizar su
ingreso simultáneo en la Academia de Guardias Marinas en 1787, cuando
contaban con catorce, doce y once años respectivamente.
Con los pequeños, tenía el proyecto de dirigirlos hacia la mineralogía y la
metalurgia, es decir, las nuevas fuentes de estudio e investigación en las que el
marino tenía puestas las mayores confianzas de progreso laboral y social.
Aconsejaba, además, inscribirlos en el centro de formación de la Sociedad
Patriótica Bascongada de Amigos del País, que se había creado en 1777. Sin
embargo, la vida de estos menores siguió otros derroteros. Martín fue capitán
de Dragones del Rey, falleciendo a la temprana edad de quince años (1794) en
la Isla de León, siendo enterrado el 1 de septiembre en la iglesia castrense de
San Francisco. En cuanto a José, también ingresó en el estamento militar, en
las Reales Guardias Españolas. En 1806, siendo oficial, fue destinado como
subdelegado a la villa andina de Pasco (Perú), que desde el último tercio del
siglo xvIII había experimentado un notable desarrollo a causa del descubri-
miento de la mina de plata conocida como «Gran Túnel de Yanacancha».
Por lo que respecta a sus hijas, Ulloa les recomienda elegir, siempre a su
gusto, un hombre que no tenga vicios, que esté sano, que sea comedido en el
genio, que no resulte extravagante y cuya edad sea proporcionada a la de
ellas. Dos aspectos pueden destacarse, por diferentes motivos, de estos pater-
nales consejos. Primero, el relativo a la edad del pretendiente, por cuanto el
propio Ulloa se llevaba con su esposa más de treinta años (probablemente a
causa de cierta angustia por vivir su ancianidad con buena parte de sus hijos
muy menores y la situación de su esposa, previsiblemente viuda en edad
joven). Y segundo, la recomendación de que se casaran con quien eligieran
según «su gusto, sin cuya circunstancia no se debe dar estado a ninguna
mujer» (no deja de ser una importante novedad en el Antiguo Régimen, y más
en una persona tan preocupada por mejorar su condición social). Los deseos
de Ulloa se vieron en este sentido complacidos, por cuanto su primogénita, a
la que definió como «compañera inseparable desde que empezó nuestro matri-
monio», Josefa María, «Pepita», fue nombrada el 8 de diciembre de 1789
camarista de la reina María Luisa de Parma. Contrajo matrimonio con Luis
Guzmán, primogénito de los marqueses de San Bartolomé del Monte. Su
hermana María del Carmen se casó con vicente Talens, marqués de la Calza-
da. Resulta de justicia citar a sor María Antonia del Espíritu Santo Ulloa, reli-
giosa del convento carmelita de Huamanga (Perú), a la que el marino cita en
su testamento de 1792, y lo hace entrañablemente, encargando a sus hijos y a
sus albaceas ―especialmente a su cuñado, el segundo conde de San Javier,
que vive en Lima― que la atiendan con particular cariño y atención, como
cosa propia.
En su Disposición Testamentaria, Ulloa se preocupa asimismo por su
mujer, con la que se muestra a veces paternalista. Ya en el Punto 4.° dice: «…
estoy seguro que mi mujer si me sobreviviere cuidará con la mayor atención
de la crianza, buena educación, completa instrucción de los hijos» y a conti-

53
nuación expone: «… no puedo desentenderme de este asunto para recomen-
dárselo muy particularmente aconsejándole que no los fie al cuidado de los
extraños dependientes». En la Disposición 5.ª, ante la posible viudedad de su
mujer, le recomienda administrar bien sus bienes para no depender nunca de
los demás, porque «cuanto más vida tiene una señora viuda (…) porque
faltando entonces los atractivos de la gracia y juventud sólo es considerada
por las demás prendas, con la recomendación de no necesitar importunar a
nadie». La Disposición 12 vuelve a aconsejar que «después de mi falleci-
miento conviene reformar en salarios, mesa y demás cosas, debiéndose espe-
rar que lo hará así mi mujer», a la que en todo caso sugiere que tras quedar
viuda cierre casas en Cádiz y se traslade a Sevilla, por cuanto con el mismo
dinero vivirá bastante mejor atendida y servida. El contenido de esta disposi-
ción es un reflejo del nivel socioeconómico de Cádiz a finales del Siglo de
las Luces.
A lo largo de estas páginas el lector habrá confeccionado un retrato de
Antonio de Ulloa. Pero ¿cómo era personalmente? Se ha visto que tuvo
problemas con el virrey del Perú, con el gobernador de Chile, con los funcio-
narios y mineros de Huancavelica, con los habitantes de Nueva Orleans…, lo
que da muestras de un carácter recio, poco transigente, muy cumplidor de las
normas. Esta visión contrasta con la interesante e ilustrativa descripción que
dejó escrita tanto Joseph Jussieu, uno de los integrantes de la expedición al
Ecuador, como el viajero ilustrado inglés Townsend. El primero escribía,
respecto de Juan y Ulloa: «Allí encontramos a los dos oficiales de la marina
española que el rey Felipe v nos ha señalado como adjuntos, son dos amables
caballeros de carácter extremadamente dulce, muy sociables, nobles, y que
conocen muy bien las matemáticas, ambos hablan francés para hacerse enten-
der fácilmente» (20). En cuanto al viajero inglés, expuso: «Hallé en él a un
perfecto filósofo, culto, sensible, de conversación animada y maneras abiertas
y llanas. Este gran hombre de diminuta estatura y extrema delgadez y se
encuentra inclinado por la edad» (21).
También González de Posada hará una curiosa descripción comparativa de
Ulloa con Jorge Juan (22).

Jorge Juan Antonio de Ulloa


Hijo único. El 2.ºde 10 hermanos.
vegetariano, de formas exquisitas. Normal.
Busca tranquilidad, reposo, estudio aunque actúe Acción, mando y también mucha reflexión
Pretende crear un mundo. Quiere vivir elmundo existente.
Sereno, apacible, equilibrado. diplomático, Excitable, vigoroso, aveces imprudente.
apaciguador.

(20)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…, p.78.


(21)  Referenciada en ibídem, p. 393
(22)  GONZáLEZ DE POSADA, Francisco: «Jorge Juan/Cádiz…», pp, 24-25.

54
Acabó en Madrid. Acabó en la Isla de León, corazón de la
Armada.

Antonio de Ulloa tenía una concepción muy elevada del honor, personal y
familiar. Asimismo estuvo siempre preocupado por el estatus de la familia,
como se ha visto en sus planes respecto a la educación de sus hijos. Por ello
no extraña su intención de crear un «vínculo a perpetuidad por juro de here-
dad, bien sea sobre La Hacienda de Palomares propia mía o sobre otra finca si
se encontrare más sobresaliente» (23). La dotaba inicialmente con los 17.920
pesos que restaban de su capital después del reparto establecido entre sus
herederos y otros gastos como su funeral. El vínculo se titularía «Del General
Ulloa» ―si fallecida su mujer y aportaba parte de su herencia, el título sería
«Del General Ulloa y de la General Remírez»―. Objetivo esencial del víncu-
lo era perpetuar la memoria del hombre que junto a los sabios franceses y a
Jorge Juan había conseguido un hecho científico de máxima relevancia. Por
ello, estipulaba preservar la integridad de su biblioteca, así como de los instru-
mentos matemáticos, los manuscritos y todas las cosas de historia natural y
otros. Este deseo del marino, pasado el tiempo se incumplió.
Tal vez pueda concluirse, en estos aspectos, que Antonio de Ulloa era un
ilustrado español, sencillo, celoso de su honor, de pequeña estatura, irritable,
al que le gustaba la acción y el cumplimiento exacto de las normas, con voca-
ción de mando y que siempre se sintió marino.

Acciones de mar

Ulloa tenía cierta experiencia en el mar, pero resulta innegable que su


participación en acciones bélicas era prácticamente nula. Sin embargo, en
1775 recibe el encargo de Julián de Arriaga de dirigir la Flota a Nueva Espa-
ña. Resulta significativo el nombramiento, pues una misión tan compleja
como la dirección de la Flota se encargaba tradicionalmente a marinos muy
experimentados (Manuel López Pintado, Andrés Reggio, etc.) Conviene
recordar que la dirección era una tarea muy complicada, pues resultaba nece-
sario mantener unidos una serie de barcos de diferentes portes y aparejos, con
distintas cargas y maniobrabilidad. Esa concentración debía continuar ante las
variantes condiciones climáticas, averías… y ante la amenaza de embarcacio-
nes extranjeras. Es decir, requería mandos experimentados y solventes. Enton-
ces ¿por qué lo nombró Arriaga? ¿Y por qué lo confirmó José Gálvez tras el
fallecimiento de Arriaga, a pesar de los significativos cambios que introdujo
en su ministerio? La respuesta debe buscarse en dos cuestiones. La primera,
su innegable preparación técnico-marinera, su conocimiento de las técnicas de
la navegación y su capacidad para organizar y observar (Ulloa era marino).
Respecto a la segunda, puede aceptarse la tesis de un reconocimiento a sus

(23)  Memoria Testamentaria, Puntos 29-34.

55
servicios, a su aportación a la Armada ilustrada y a España (cuando partió la
Flota, Ulloa tenía setenta años cumplidos.
La salida de la Flota a Nueva España estaba prevista para abril de 1776. Se
componía de quince embarcaciones mercantes (24) y dos navíos de 60 caño-
nes, el España (25), capitana de la Flota y donde embarcaba Ulloa, y el
Dragón, como almiranta, barcos que como era habitual habían sido acondicio-
nados en el arsenal de La Carraca. Tras recibir las instrucciones, Ulloa preparó
el cuaderno con las Señales, órdenes e instrucciones para el gobierno de la
presente flota, que editadas en Cádiz (imprenta de Espinosa de los Monteros)
conformó una publicación de 60 folios y 5 láminas explicativas. El Plano de
señales para el gobierno de la Flota del mando del Jefe de Escuadra Don
Antonio de Ulloa resumía de forma muy gráfica y sencilla las señales y su
significado.
Zarparon finalmente el 8 de mayo, tardando setenta y nueve días en llegar
a veracruz. Realizaron dos paradas técnicas, la primera en Tenerife y la segun-
da, tras cincuenta y seis días de navegación, en Puerto Rico. Soportaron
calmas y fuertes temporales, pero Ulloa supo conducir su flota hasta veracruz
sin problemas. La capitana, el España, amarró, al cobijo de la fortaleza de San
Juan de Ulúa (26) el día de Santiago (santo de advocación del navío). Hasta el
3 de octubre se prolongaron las tareas de descarga de las embarcaciones y la
evaluación de los daños ocasionados en los barcos de guerra por tan larga
travesía, tarea esta que por lo general era acometida por los carpinteros de
ribera y calafates comisionados en los propios barcos. En caso necesario se
recurría a los astilleros de la zona, pero en el ámbito veracruzano se carecía
de astilleros de la Monarquía y los particulares eran demasiado pequeños y
poco acondicionados para las necesidades de un barco de guerra (27). En
cuanto a los productos para el comercio, una vez puestos en tierra eran
conducidos hasta Jalapa, donde se instalaba la feria, que era responsabilidad
del virrey de Nueva España (28). No resultó una buena feria porque el anti-

(24)  Transportaban 8.176 t de mercancías. SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…,


p. 289.
(25)  El navío España, construido por el irlandés Mateo Mullan en el arsenal de La Carra-
ca, fue botado en 1757. QUINTERO GONZáLEZ, José: La Carraca…, p. 266.
(26)  El puerto de veracruz era muy complicado porque carecía de muelles. Los barcos
debían fondear entre la propia ciudad y el islote sobre el que se levantaba el castillo/fortaleza de
San Juan de Ulúa. Es más, las piedras del murallón y las argollas sobre ellas servían como
amarre de las embarcaciones. Sin embargo, las propias piedras constituían un problema añadi-
do, porque dañaban en exceso los cabos de amarre, que debían ser protegidos con forros de
lonas, esparto… y mantenidos a flote todo el tiempo posible, lo que se conseguía atándoles
maderas a modo de boyas/flotadores.
(27)  El virrey Bucareli ordenó a Ulloa que recorriera los alrededores del ámbito en busca
de un lugar apropiado para un astillero de la Corona.
(28)  El virrey de Nueva España era en esos momentos Antonio María de Bucareli y
Ursúa, sevillano como Ulloa, un año más joven que el marino. Fue militar, alcanzando el grado
de teniente general del Ejército. Desde 1766 hasta 1671 había sido gobernador y capitán gene-
ral de Cuba, cesando este último año en el cargo para ser nombrado virrey de Nueva España,
donde se mantuvo hasta 1779, año de su fallecimiento en Ciudad de México.

56
cipo del libre comercio iniciado en 1765 había facilitado la llegada de
numerosos barcos previos a la Flota, con la consiguiente bajada en la
demanda y en los precios (29).
En México vuelve a surgir el Ulloa más ilustrado al ser comisionado para
realizar diferentes servicios, como la revisión cartográfica de las costas al
norte y al sur de veracruz, lo que realizó con los oficiales que nombró al efec-
to, resultando un excelente trabajo plasmado en catorce planos. También cola-
boró con el virrey Bucareli en aspectos como la búsqueda de un lugar adecua-
do para construir un astillero, ya fuera en la barra del río Alvarado o en la del
Coatzacoalcos (30). Tras inspeccionar la zona, emitió un amplio y completo
informe en el que describía las características de las barras, las maderas
(clases, abundancia, mayor o menor cercanía a la orilla, precios), salubridad
de la zona, población inmediata, defensa. etc. En agosto, tras analizar y expo-
ner al virrey la documentación, se optó por Tlacotalpan en detrimento de
Coatzacoalcos, probablemente por tener una población más numerosa, por
estar más cerca de veracruz y por su fácil defensa. Pero el astillero no se cons-
truyó, quizá por las diferencias al respecto entre los ministros de Indias y de
Marina, José Gálvez y González Castejón.
Otra actuación de Ulloa en Nueva España fue aconsejar al virrey Bucareli
para convertir San Blas en un puerto importante del Pacífico. El marino consi-
deraba fundamental establecer la Matrícula de Mar para garantizar una mari-
nería amplia y cualificada. En sus sugerencias ponía especial énfasis en dos
aspectos: primero, recuperar a los desertores de Marina con el objetivo de
contar con personal experimentado, para lo que debería aplicarse el indulto a
los mismos; y segundo, estimular la matriculación, resultando imprescindible
dotarla de sueldos dignos y facilitarle solares, tierras y otros privilegios, como
la exclusividad en la práctica de las actividades marítimas. Los indultos y estí-
mulos aprobados deberían difundirse de manera muy amplia mediante bandos,
lecturas informativas en las misas, repetición periódica de «campañas», etc.
La iniciativa de Bucareli y Ulloa consiguió que Nueva España se convirtiera
en el tercer espacio americano en adoptar la Matrícula de Mar (1777), tras
Cartagena de Indias (1775) y La Habana (1776).
El tercer acto ilustrado de Ulloa consistió en elaborar y conseguir permiso
para la aplicación de un cuestionario (31) con preguntas muy específicas sobre
física, historia natural, antigüedades, mineralogía, metalurgia y petrificaciones
y testáceos, que fue editado para su aplicación el 22 de enero de 1777 en vera-
cruz. Sin embargo, su éxito fue modesto por la escasa respuesta de los encues-
tados, por no llegar la mayor parte de la información a Ulloa y por el relativo
interés de la Secretaría de Indias en buena parte de las cuestiones.

(29)  De hecho, la de 1776 fue la última Flota de estas características, pues en 1778 el rey
Carlos III rubricó el Reglamento de Libre Comercio.
(30)  Sobre el astillero de Coatzacoalcos de 1720-1735, véase BETHENCOURT MASSIEU,
Antonio: «El Real Astillero de Coatzacoalcos (1729-735)», en Anuario de Estudios America-
nos, t. xv. Sevilla, 1958, pp. 371-428.
(31)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión, p. 319

57
El 16 de enero de 1778 el España y el Dragón emprenden en solitario el
regreso a España porque la Guerra de las Trece Colonias obligaba a tomar las
mayores previsiones y, en consecuencia, había que desvincularse de los
mercantes, por lo general más lentos en su navegar. Además, Ulloa transporta-
ba oro, plata y otros productos por valor de 21.960.002 pesos, una gran fortu-
na. Hizo escala en La Habana, adonde arribó el 13 de febrero, permaneciendo
en la isla hasta el día 1 de marzo, en que zarpó junto a los navíos San Lorenzo
y Santo Ángel, con los que repartió el capital transportado para disminuir el
riesgo. Siguiendo instrucciones de la Secretaría de Indias, tomó una ruta nada
frecuente para el tornaviaje, poniendo rumbo a Canarias, llegando a Santa
Cruz de Tenerife el 20 de mayo y, finalmente, a Cádiz el 29 de junio. Poco
después, en septiembre, tras diez años en el empleo de jefe de escuadra, fue
ascendido a teniente general de la Armada.
El día 21 de junio de 1779 España entró, aliada con Francia, en la guerra
de independencia de las Trece Colonias. Se buscaban tres objetivos: recuperar
Gibraltar y Menorca y algunos territorios americanos; mantener a Inglaterra
ocupada en la defensa de sus intereses en América del Norte, desprotegiendo
los europeos; y, finalmente, resolver el litigio con Portugal, especialmente los
relacionados con Colonia de Sacramento, que con frecuencia ocupaba territo-
rios de la margen izquierda del Río de la Plata.
Declarada la guerra, el primer gran objetivo de la armada hispanofrancesa
era invadir Inglaterra. Resultó un fracaso. Luis de Córdova mandaba la arma-
da española, mientras que al teniente general Antonio de Ulloa, mediante
orden del 2 de octubre, se le otorgaba el mando de la segunda división (navíos
Fénix, Gallardo, Diligente y San Julián; fragatas Santa M.ª Magdalena y
Santa Mónica), en las islas Terceras de las Azores, debería combatir a barcos
ingleses, que según las informaciones reservadas navegarían por la zona, así
como proteger a los barcos mercantes hispanos que transitaran por las islas de
Cuervo y Flores. Además de la escuadra de Ulloa, que zarpó de la bahía de
Cádiz junto a la de Córdova el 21 de junio de 1779, participaría otra mandada
por Juan de Lángara y Huarte, que levó anclas también en Cádiz a finales del
mismo mes. Después de numerosas adversidades, no se consiguieron resulta-
dos destacables ―lo más sobresaliente fue el apresamiento de la fragata
Winchop por Lángara― y no se vio a la escuadra inglesa, regresando Ulloa a
Cádiz el 1 de octubre. De inmediato se destinó su escuadra al sitio de Gibral-
tar. El teniente general informó a las autoridades de Marina de las vicisitudes
sufridas en la misión (separación de las fragatas, averías graves del Gallardo,
escorbuto, escaso avistamiento de embarcaciones, escuadra mal abastecida…)
Sin embargo, desestimadas sus explicaciones, fue separado del servicio y
confinado a la Isla de León.
Entre 1779 y 1782 sufrió tres juntas de departamento y dos consejos de
guerra (32), todos, excepto el tercero, celebrados en la Isla de León. Las tres

(32)  El consejo de guerra del general Antonio de Ulloa en 1780 en Todo a babor,
http://www.todoababor.es/articulos/cam-terceras-ulloa.htm

58
primeras, sin presencia del acusado ni defensa, eran secretas y sus conclusiones
tenían carácter de informes. Las tres resultaron favorables para Ulloa, pero
fueron rechazadas en Madrid, sospechando Ulloa que en realidad se pretendía
responsabilizarlo del resultado de la guerra y desprestigiarlo ante el rey. Esta
preocupación se confirmó, en su opinión, cuando el 7 de diciembre de 1780 el
director general de la Armada recibe la orden para abrir consejo de guerra, que
se iniciaría en junio de 1781. El tribunal estaba formado por: presidente, el
teniente general Luis de Córdova; vocales: teniente general Miguel Gastón,
jefes de escuadra A. Posadas, I. Ponce, A. Osorno, v. Doz, y los brigadieres J.
de Soto, F. Gil de Lemos y J. Araoz; y fiscal, el mayor general de la Armada B.
Moreno. Como defensor actuó el propio Ulloa, pero al ser denegada su presen-
cia en el juicio ―lo que sí aprobaban las Ordenanzas―, basó su defensa en el
documento «Exposición del Teniente General de la Real Armada D. Antonio de
Ulloa hace al Consejo de Guerra sobre los puntos del Interrogatorio en que ha
declarado ante el Mayor General de la Armada D. Buenaventura Moreno y
sirve de defensa». Este primer consejo de guerra, que duró poco más de una
semana, lo declaró absuelto de todos los cargos.
Los veintiséis cargos contra Ulloa fueron exhaustiva y documentalmente
refutados por el acusado con razones científicas, técnicas, de análisis de las
instrucciones y de las Ordenanzas, de teoría naval… Su calidad ilustrada le
estaba facilitando la tarea. Pero aún debería soportar durante un año nuevas
sesiones del consejo de guerra, ordenadas secretamente desde Madrid y
hechas públicas por el tribunal. Por fin, el 11 de marzo de 1782 se comunica-
ba a Ulloa que el rey lo declaraba absuelto.
Mediante carta fechada el 15 de marzo, el marino manifestaba al ministro
de Marina la importancia de la noticia, pero le hacía llegar el sufrimiento de
estos dos años largos y la profunda herida abierta en su honor. Ahí radica
precisamente que Ulloa escribiera, para conocimiento de la posteridad, la
Justa vindicación de mi honor (33). De alguna manera, Ulloa tenía razón. Su
apreciadísimo honor se vio menoscabado para siempre. Su condición de sabio,
pero especialmente de marino mediocre, ha perdurado hasta hace bien poco;
de hecho, los tres grandes historiadores navales casi lo han obviado. Martín
Fernández de Navarrete achacó el juicio a su misión en la Flota de 1776;
Cesáreo Fernández Duro no hace referencia alguna al proceso, y Julio Guillén
Tato ignora su aptitud de almirante.
En realidad, puede acordarse que Ulloa fue un excelente marino, gran
conocedor de las técnicas de la navegación, del manejo y maniobra de un
barco, con capacidad de organización de las flotas, con buenos recursos ante
las adversidades (temporales, averías…), aunque probablemente sus cualida-
des estratégicas en momentos bélicos no estuvieran a la altura de las citadas
anteriormente, quizá por su falta de experiencia.

(33)  GONZáLEZ SáNCHEZ, Carlos A.: «La librería de Antonio de Ulloa. Una aproximación
a través de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla», en MENSAQUE URBANO, Julia, y PEÑAL-
vER GóMEZ, Eduardo (coords.): Antonio de Ulloa, pp. 21-32.

59
Publicaciones

Sostiene Carlos Alberto González Sánchez que «las Luces de Ulloa funda-
mentalmente subyacen en su afán por remediar el atraso científico de España,
su sensibilidad social y su conciencia cultural, didáctica y divulgadora» (34).
Esta definición alcanza su plenitud, probablemente, en la Isla. Este apartado lo
reservamos exclusivamente a las publicaciones que fueron escritas o publica-
das durante la residencia del marino en la Real Isla de León, es decir, durante
los últimos veinticinco años de su vida. En ellos, Ulloa dio forma definitiva y
difundió gran parte de las experiencias, descubrimientos, anotaciones, obser-
vaciones… de tantos viajes y participación en grandes proyectos ilustrados de
la Corona. En este sentido, sin duda nos encontramos ante el período de su
apogeo intelectual.
Tras el regreso de Luisiana (35), Ulloa escribió ―o al menos la terminó―
Noticias americanas. Entretenimientos físico históricos sobre América Meri-
dional y la Septentrional y Oriental. Comparación general de los territorios,
climas y producciones en las tres especies vegetales, animales y minerales:
con relación particular de las petrificaciones de cuerpos marinos; de los
indios naturales de aquellos países, sus costumbre y usos: de las antigüeda-
des: discurso sobre la lengua, y sobre el modo con que pasaron sus primeros
pobladores. Este título tan extenso ―generalmente abreviado como Noticias
americanas― recoge en sus veintidós capítulos una amena descripción del
continente americano, tratando las disposiciones de los territorios de las
Indias Occidentales; su enorme variedad; los climas y su influencia en el
temperamento y en la salud; las producciones vegetales; la fauna, con aten-
ción preferente a aves y peces; los lagos y los ríos y su producción; la mine-
ralogía, con preferencia a la plata, el azogue y la sal, así como su explota-
ción, las principales cajas y la fundición de plata en ellas; los fósiles y las
petrificaciones; los indios, sus costumbres, usos, religión, razas, antigüeda-
des, las fuentes que se conservan, idiomas, sus obras, origen del poblamiento
americano. Un verdadero compendio científico, natural e histórico expuesto
de manera amena, entretenida y muy bien editado en 1772 en la imprenta que
Francisco M. de Mena tenía en la calle Carretas de Madrid. Del éxito cose-
chado es prueba su casi coetánea edición traducida al alemán (1781) y al
francés (1787). La Imprenta Real realizó una segunda edición en 1792.
Otra obra divulgativa de Ulloa, escrita casi simultáneamente a las Noticias
americanas, es La Marina. Fuerzas navales de Europa y Berbería (36). La
comenzó a redactar en 1755, recién terminados los grandes proyectos ilustra-

(34)  Ibídem, p. 29.
(35)  Interesante síntesis de la presencia de Ulloa en América: CERvERA PERY, José: «La
proyección americana de don Antonio de Ulloa», en xII Jornadas de Historia Marítima. Don
Antonio de Ulloa,marino y científico. Madrid, 1995, pp 23-32.
(36)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión…, pp. 264 a 271; y ULLOA, Antonio de: La
Marina. Fuerzas navales de Europa y Berbería (edición, estudio preliminar y transcripción de
Juan HELGUERA). Universidad de Cádiz, 1995.

60
dos que le habían sido encargados, y la terminó hacia 1773. En el tiempo
transcurrido, la situación económica en general había cambiado de manera
importante, desembocando en unos setenta muy complicados, con una infla-
ción al alza. También su experiencia personal era otra, pues había experimen-
tado las vivencias del gobernante. Quizá por esto cambió radicalmente el
prólogo; y así, una obra cuya finalidad original era difundir todas sus observa-
ciones respecto al potencial de las Marinas de los diferentes países que visitó
en su comisión, atendiendo a los puertos, arsenales, tipología y número de las
embarcaciones, etc., queda transformada, casi, en un proyecto político, al
sostener la conveniencia de un acuerdo entre las naciones más poderosas para
reducir drásticamente el potencial de sus Armadas y dedicar los barcos
sobrantes a la marina mercante.
Las siete secciones que componen el trabajo, sin embargo, están magnífi-
camente documentadas. Dedica las cuatro primeras a analizar los puertos y
arsenales de las potencias (España, Francia, Inglaterra, Portugal, Holanda,
Suecia, Dinamarca, Rusia, Estado Eclesiástico, venecia, Toscana, Malta,
Génova, Constantinopla, Trípoli, Túnez, Argel y Marruecos). Las siguientes
analizan las Armadas de cada uno de los países en 1755 y en 1772, las técni-
cas de navegación y las características de la fábrica de las embarcaciones, los
pertrechos y la artillería. Cuando Ulloa presentó la obra a Arriaga, el ministro
pidió los preceptivos informes. Tras su consulta, decidió no publicarla. El
mismo resultado obtuvo el marino en 1791, a pesar de que los protagonistas
políticos y la situación española, en general, habían cambiado (37).
En el tornaviaje de la Flota que mandó en 1776, Ulloa tuvo la oportuni-
dad de observar, por primera vez desde el mar, El eclipse de sol con el
anillo refractario de sus rayos; la luz de este astro vista al través del cuer-
po de la luna, o antorcha solar en su disco observado en el Océano en el
navío El España (38). El eclipse total ocurrió el 24 de junio de 1778. Las
observaciones las realizó con la colaboración de otros oficiales y con las
dificultades propias de tomarlas desde una navío, en movimiento y no
siempre uniforme, con un reloj de a bordo y dos anteojos. El momento de
mayor oscuridad duró cuatro minutos, tiempo aprovechado para observar el
círculo luminoso con amplio movimiento rotatorio (ánulo luminoso) en
torno a la Luna. El segundo fenómeno sorprendente fue el punto luminoso
sobre la cara de la Luna durante la oscuridad. Ulloa pensó en la hipótesis
de los canales o túneles que tendría el satélite, por uno de los cuales había
entrado la luz que ahora se observaba. En todo caso, las observaciones
proporcionaron valiosa información sobre la corona solar, la confirmación
de la atmósfera de la Luna, y, aunque con menor repercusión por la impre-

(37)  Archivo General de Marina Don álvaro de Bazán, leg 620/1225. Isla de León, 25 de
enero, 1791. Respuesta el 8 de abril de 1791.
(38)  ORTE LLEDó, Alberto: «Antonio de Ulloa, astrónomo», en LOSADA, M., y vARELA, C.
(dirs.): II Centenario de don Antonio de Ulloa. Escuela de Estudios Hispano-Americanos,
CSIC, Sevilla 1995, pp. 185-196 (cit. pp. 193-196), edición facsimilar de Google; SOLANO
PÉREZ-LILA, La pasión…, pp. 323-329.

61
cisión de los datos, la corrección de la longitud del cabo de San vicente en
el extremo más suroccidental de la costa portuguesa. El ensayo fue editado
en 1779, en Madrid, por uno de los impresores más reconocidos de la Ilus-
tración en España, Antonio de Sancha, y posteriormente conoció traduccio-
nes al francés y al inglés.
Un trabajo muy interesante resulta las Conversaciones de Ulloa con sus
hijos (39) Antonio, Buenaventura y Javier, es decir, los tres que ingresaron en
la Armada. Son muy didácticas, cercanas, con un incuestionable sello ilustra-
do, divulgativo y curioso. Constituyen prácticamente el legado de sus conoci-
mientos marítimos. El objetivo era instruirlos en los secretos de la navega-
ción, en la técnica del pilotaje y de la maniobra, llamando la atención sobre la
importancia de los vientos, las singularidades de los mares, las corrientes,
significado del avistamiento de pájaros, peces y anfibios, las precauciones a
tomar en los mares fríos del sur, la disposición de las velas y el modo de
marearlas y recogerlas, los peligros y las fórmulas para minimizarlos o de
rehuirlos, las medidas a adoptar ante las vías de agua, el fuego y los varamien-
tos, la higiene y la alimentación a bordo como medios para prevenir enferme-
dades, y el empleo del limón en la dieta para dificultar la aparición del temido
escorbuto. Fue editada, también por Antonio Sancha, en 1795, escasos meses
antes del fallecimiento del marino.
Asimismo interesante, aunque inédita, es La descripción geográfico-física
de una parte de Nueva España (40), amena, casi como un libro de viajes, que
escribió Ulloa en su recorrido desde veracruz hasta México, pasando por
xalapa, Perote, Querétaro, Celaya, Guanajuato y Pachuca. Esta obra quedó
depositada en la Real Academia de la Historia, adonde llegó de la mano de
Juan Bautista Muñoz, a quien le había entregado el manuscrito Martín de
Ulloa, que a su vez lo recibió de su hermano Antonio, quien se lo había envia-
do en 1785 desde la Isla de León.
Las cinco obras citadas constituyen, por sí solas, una importantísima apor-
tación del marino a la Ilustración, pero la producción de Ulloa en su etapa
isleña es bastante más extensa:

― Representación a S.M. sobre impuestos, alcabalas y minas de plata en


Perú (Isla de León, 14, 9, 1771);

(39)  ULLOA, Antonio de: Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la
Marina, instructivas y curiosas sobre las navegaciones, y modo de hacerlas, el pilotaje y la
maniobra: noticias de vientos, mares, corrientes, paxaros, pescados y anfibios; y de los fenó-
menos que se observan en los mares en la redondez del globo. Madrid, Imprenta de Sancha,
MDCCxCV,
https://books.google.es/books?id=YkkrQdOUBzwC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs
_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
(40)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: «valor y significado de La descripción de la nueva
España, 1778, obra inédita de Antonio de Ulloa»,
file:///C:/Users/Jos%C3%A9/Downloads/Dialnet-valorYSignificadoDeLaDescripcionDeLa
NuevaEspana177-574202%20(2).pdf

62
― Observaciones astronómicas y físicas hechas de orden de S.M. en los
reinos del Perú. (impreso en Madrid, 1773);
― Cargos y descargos sobre ocurrencias durante su mando de una escua-
dra de cuatro buques en la guerra contra Inglaterra, 1780;
― copia que mandó sacar, autorizada con su firma, de los documentos que
se presentaron en la causa seguida de averiguación de su conducta
durante la campaña de las Terceras, año 1782;
― Justa vindicación de mi honor y notación circunstanciada de mi
conducta para inteligencia de mi posteridad, explicando con los docu-
mentos originales la que observé en la campaña que hice a las Islas
Terceras, en el año de 1779;
― Táctica naval, 1786;
― Juicio sobre el metal platino, y el modo más económico de explotarlo
en el Virreinato de Santa Fe, 1788;
― Registro hidrográfico de ambas Américas, septentrional y meridional,
por las costas de los mares norte y sur. Años 80 del Siglo Ilustrado;
― Neptuno instructivo o ciencia práctica en la mar, 1791. Este libro,
encaminado a difundir el conocimiento por el mar y la navegación entre
los jóvenes, no contó con la aprobación de las autoridades de Marina
(41), probablemente a causa del negativo informe emitido por Mazarre-
do, que consideraba el Neptuno un trabajo menor, impropio de un mari-
no como Ulloa (42).

Los negocios

La fuente utilizada para estudiar, aunque de forma sintética, los negocios


de Antonio de Ulloa es, fundamentalmente, la Disposición Testamentaria de
27 de febrero 1796 (43). En realidad, se trata de una serie de sugerencias,
recomendaciones, aseveraciones, informaciones y disposiciones escritas por el
marino, casi en su totalidad en 1785, en la Isla de León, que fueron protocoli-
zadas a instancias de sus herederos en la notaría isleña de Cristóbal González
Téllez ―de ahí que la fecha del documento sea posterior al fallecimiento de
Ulloa―. El libro de protocolos que archiva la protocolización adjunta el docu-
mento original completo de Antonio de Ulloa.
Un aspecto interesante en la vida de Antonio de Ulloa son sus negocios.
Carecemos de noticias pormenorizadas de las transacciones mercantiles que
realizó. Sí conocemos por su Disposición Testamentaria que se inclinaba deci-

(41)  Archivo General de Marina Don álvaro de Bazán, leg 620/1225. Expediente de


Ulloa, Palacio, 24 de julio de 1792. A Mazarredo. Las relaciones de Ulloa con Mazarredo no
debían de ser cordiales ,por cuanto reservadamente se advierte a ambos de que en asuntos del
real servicio «no se propasen de los límites de la moderación y del respeto». Ibídem, 13 de
febrero de 1795.
(42)  SOLANO PÉREZ-LILA, Francisco: La pasión, p. 428.
(43)  Disposición Testamentaria.

63
didamente por las inversiones en comercio marítimo. Sostenía que se asumen
más riesgos, pero también es verdad que las ganancias son muy superiores a
las de tierra (punto 7). Casi cincuenta años confió la gestión de estas inversio-
nes a la Casa Juglá, de Cádiz, aconsejando a sus sucesores que mantuvieran la
misma relación, pues ni en años económicos difíciles había tenido problema
alguno.
En la disposición 8 el marino apunta otro de sus criterios económicos: no
invertir en fincas urbanas. Reconoce que, llegado a Cádiz tras su estancia en
Luisiana, pensó invertir un tercio de su capital en inmuebles, pero desistió de
la idea después de constatar que el rendimiento neto no iba a ser superior al
2,5 por 100. Por eso, invirtió en fincas rústicas (punto 9) como la hacienda en
Palomares del Río (Sevilla), ampliando los olivares y mejorando sus infraes-
tructuras. Reconoce la buena administración de la finca que realiza su herma-
no Martín. Se preocupa asimismo por el abonado, innovando, aplicando
nuevas técnicas, como la fertilización de los olivos aplicada en Génova a base
de brozas de marfil, cuero de los peineros, desperdicios de cuero y zapatos
viejos, todo ello mezclado con estiércol de los animales. Reconoce que duran-
te el último año ha aplicado esta fórmula en un tercio del olivar y, consideran-
do muy positivo el resultado, se propone extender la práctica a la totalidad
(punto 10).
Su otra gran inversión fue la salina de Los ángeles Custodios, en la Isla de
León, a la que había aumentado la superficie útil de las aguas, lo que incre-
mentó su valor hasta los 9.000 pesos (punto 8) La salina estaba administrada
por los Juglá, dejando en los buenos años unos beneficios de entre el 15 y el
18 por 100 (de 1.500 a 1.800 pesos), mientras que en lo malos deja entre el 7
y el 8 por 100 (de 700 a 800 pesos). Como con Palomares, en la salina mantie-
ne la prudencia, aconsejando mantener al capataz, Juan velázquez, que
también lo era de la salina contigua de villaverde (punto 11)
Otro recurso de inversión fue el Banco Nacional de San Carlos (punto 20).
Poseía 50 acciones. De ellas, veinticinco estaban a nombre de la casa de
Cayla, Solier, Cabana y Yuglá, aunque era de su propiedad. Habían costado
26.695 reales de plata. Las otras 25 acciones fueron más caras, alcanzando los
29.218 reales de plata y doce cuartos.
El último de los negocios estudiados se refiere a las inversiones en la
Población de San Carlos (44). Llamada a ser la sede de las dependencias y
autoridades del departamento de Marina, surgió con las más ambiciosas ideas
y renombrados ingenieros, como Sabatini. Sin embargo, la situación económi-
ca retrasó el inicio y redujo considerablemente la grandiosidad del proyecto,
debiéndose recurrir, además, a la venta de 631 parcelas a particulares (45).
Estos debían solicitar la compra de la parcela a la dirección de las obras, que

(44)  Sobre la Población de San Carlos remito a TORREJóN CHAvES, Juan: La nueva Población
de San Carlos en la Isla de León (1774-1806), 2 t. Ministerio de Defensa, Madrid, 1992.
(45)  Para más información, TORREJóN CHAvES, Juan: «Los negocios privados de Antonio
de Ulloa y de la Torre», en xII Jornadas de Historia Marítima, pp. 65-89.

64
la tramitaría a la secretaría. Concedida la autorización, se procedería a escritu-
rarla, pero con determinadas condiciones, como comenzar a construir antes de
los seis meses desde la escritura, respetar las alturas según
características/ubicación del solar, dotar a las edificaciones de agua (pozo),
servicios y canalización de las aguas fecales, enlosar el frente de la casa y
contribuir con la hacienda pública en la urbanización general, no revender las
parcelas y respetar el control establecido por la dirección de obras. Además,
los compradores podrían adquirir el material sobrante a la Hacienda y el
excluido de los arsenales. Finalmente, unas elementales medidas de policía
completaban la normativa.
Ulloa, probablemente por la mengua de su capital y pensando en posibles
privilegios invirtió en estas parcelas, cambiando de alguna manera su opinión
respecto a las inversiones en fincas urbanas, quizá porque pensaba conseguir
determinadas dispensas. Su objetivo era la adquisición de 3.667 varas cuadradas
de terrenos distribuidas en tres parcelas diferentes: (número 46 ―los subrogó por
otros terrenos de la parcela 39―, la 60 y la 71). Efectivamente, obtuvo privile-
gios, y así, por ejemplo, por los solares de la parcela 60 pagó la vara cuadrada a
40 reales de vellón, la mitad que su precio ordinario. Además, se le concedieron
los solares solicitados. volviendo a la parcela 60, concluidas las obras de edifica-
ción, se arrendaron por la Real Hacienda para ser ocupadas por los jóvenes de
Artillería, acordándose, una vez fallecido el marino, el precio del 4 por 100 sobre
el capital. A cambio, los Ulloa asumían el coste de unas modificaciones realiza-
das en las casas por indicación de Francisco Javier Rovira, comisario general de
Artillería de Marina. La construcción de las casas fue evaluada en 403.300 reales
de vellón que, junto al coste de los solares (algo más de 1.365 varas cuadradas de
terreno), suponía 457.923 reales de vellón y 4 maravedíes.

Conclusiones

Hay un consenso prácticamente unánime en reconocer a Antonio de Ulloa


como un eminente marino ilustrado, sin duda uno de los grandes patrimonios
de la Ilustración española. Pero Antonio de Ulloa también fue y se consideró
un marino. Su biógrafo Francisco Solano lo definirá como «paradigma del
marino científico» y para Francisco González de Posada es el «símbolo huma-
no de la Armada en plenitud». Hacia 1770, después de innumerables aporta-
ciones a la Ilustración, al reformismo borbónico y a la propia Armada, el
marino sevillano se estableció con su familia en la villa de la Real Isla de
León, que por entonces ya marcaba su identidad ilustrada, era un importante
centro del reformismo ilustrado, núcleo fundamental en la Armada borbónica
y estaba ubicada en el corazón de las relaciones con América.
En la Isla nacieron siete de sus nueve hijos, y aunque todo indica un fuerte
carácter, el trato a su familia presenta grandes muestras de cariño y, especial-
mente, una gran preocupación por su futuro, quizá por la avanzada edad en la
que comenzó a ser padre y por su propia experiencia en la niñez.

65
Como marino, en la Isla vivió su más exitosa experiencia marina con el
mando de la Flota a Indias de 1776, tras lo que fue ascendido a teniente gene-
ral de la Armada, y se llevó un disgusto que lo marcará definitivamente: su
procesamiento por la campaña de las Terceras en las Azores, contrariedad de
la que, a pesar de salir absuelto, arrastrará secuelas vitalicias. Los años de
confinamiento en su domicilio isleño constituyen el prólogo de un período,
desde 1783 hasta 1795, definido por Solano como «los años quietos». Conti-
nuó colaborando directamente en la Armada ilustrada y fue capitán general
del departamento de Cádiz y director general de la Armada ―interinamente,
si bien su aportación en ambos cargos ni está investigada suficientemente, ni
parece que fuera tan decisiva como en la anterior etapa.
Durante estas «décadas isleñas» trabajó con intensidad en la ordenación,
composición y difusión de cuanto había ido recopilando durante sus años de
intensa actividad científica y naval. Y en estos años también obtuvo nombra-
mientos relevantes, como el de académico de honor del Real Gabinete de
Bellas Artes en 1772, en reconocimiento a su informe sobre la Alhambra, que
descubrió con motivo de su visita al marqués de la Ensenada en 1755 durante
su exilio granadino. También fue nombrado académico de las Sociedades
Patrióticas de Sevilla y vizcaya y, tras su comisión con la Flota de 1776,
ministro de la Junta de Comercio y Moneda del Reino. En 1792 obtuvo del
rey el privilegio de comendador de valdecarábanos en la Orden de Calatrava,
sobre la encomienda de Ocaña, que ya poseía en la Orden de Santiago.
El almirante Antonio de Ulloa falleció en la Isla de León el día 5 de julio
de 1795 ―mismo año del fallecimiento, también en el actual San Fernando,
de vicente Tofiño y, en Cartagena, del marqués de Casa Tilly, quinto capitán
general de la Armada―. Ulloa fue inhumado en la iglesia castrense de San
Francisco (46), y en la actualidad se le rinde permanente homenaje en el
Panteón de Marinos Ilustres. La ciudad de San Fernando honra su memoria
con el nombre de una calle a los pies del Real Observatorio de la Armada,
extendida desde la avenida de Pery Junquera hasta Héroes de Simancas, frente
a las aguas de la Bahía.

(46)  Para ampliar información véase BATURONE SANTIAGO, Manuel E.: «Apostilla al


bicentenario», en xII Jornadas de Historia Marítima…, pp. 91-98.

66
ANTONIO DE ULLOA Y JORGE JUAN:
DISPARIDAD DE vIDAS
Y DESENCUENTROS

Francisco GONZáLEZ DE POSADA


Dr. Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

A modo de presentación

Mis primeras palabras deben ser gratitud y satisfacción. Gracias al


Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada española por invitarme,
con la mediación de Carmen Torres, a participar en estas LIII Jornadas de
Historia Naval dedicadas a «Don Antonio de Ulloa» en la ocasión del tres-
cientos aniversario de su nacimiento. Satisfacción por el título sugerido,
«Antonio de Ulloa y Jorge Juan: disparidad de vidas y desencuentros», ya
que ciertamente la consideración de desencuentros me pertenece (1) en
contraste con la idea generalizada por la historia que he denominado santa
dualidad.
Cómo no recordar que este año 2016, año de conmemoraciones cervanti-
nas por excelencia tras el quijotesco 2015, es también año galileano y año
torresquevediano. Pues también lo es, sobre todo en este marco de excelencia
cultural histórica naval, de conmemoración debida al gran marino y científico
Antonio de Ulloa.
Por nuestra parte anunciamos la efemérides precisamente en su natal
ciudad de Sevilla, en respuesta de la invitación que nos hizo el Propeller Club
de Sevilla, ciudad natal de Ulloa, en ocasión tan temprana como el día 21 de
enero, bajo el título de «Don Antonio de Ulloa».
Un tránsito fugaz por los recovecos de la memoria facilita el recuerdo de
nuestra continuada atención a la singular figura del marino: a) en un ciclo de
conferencias en el Museo de América, Madrid, sobre Ciencia e Ingeniería

(1)  Los desencuentros Ulloa-Juan constituyeron el núcleo del discurso de ingreso como


académico correspondiente en la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Artes y Letras
de San Fernando (Cádiz).

67
españolas en América, dedicando la primera de ellas precisamente a «Jorge
Juan y Antonio de Ulloa: física y astronomía en el virreinato del Perú
(Ecuador), 1735-1744»; b) al colaborar en la recuperación de la olvidada
figura de «Blas de Lezo (168¿?-1741): guipuzcoano, de Patapalo a Medio-
hombre en Barcelona 1714, gloria nacional» en Laredo (Cantabria) el 10 de
abril de 2014; c) con el estudio del académico francés «españolizado»
«Louis Godin (París, 1704; Cádiz, 1760). Notas significativas en torno al
relevante papel científico de Louis Godin en Cádiz» presentado en el xII
Congreso de la Sociedad Española de las Ciencias y las Técnicas el 10 de
septiembre del citado año 2014; d) «Los primeros observatorios astronómi-
cos de las Españas» en la Academia de Ciencias e Ingenierías de Lanzarote;
e) en el prólogo del 250 aniversario de la muerte del conde de Superunda el
recientemente pasado 12 de agosto de este 2016. Es difícil tratar del siglo
xvIII con una mínima perspectiva científica sin referirse a Antonio de Ulloa
y a Jorge Juan; esto es lo que he querido destacar en este párrafo: hablar de
Jorge Juan, de Louis Godin, de Blas de Lezo, de Celestino Mutis…, en
síntesis de nuestro siglo xvIII invita a no pasar por alto la figura de Antonio
de Ulloa. En la Bibliografía final puede detectarse fácilmente la atención
concedida en nuestras publicaciones al relevante marino.
Por lo que respecta a la respuesta concreta del título sugerido para esta
comunicación hemos de reproducir, de manera prácticamente mimética, nues-
tro discurso de ingreso en la Real Academia de San Romualdo de San Fernan-
do: «Jorge Juan/Cádiz = Antonio de Ulloa/San Fernando».
Antonio de Ulloa y Jorge Juan fueron las dos personalidades más
importantes de la Ilustración española al ser los dos primeros científicos
propiamente modernos cincelados por el newtonianismo triunfante en el
segundo tercio del siglo xVIII (Ciencia y newtonianismo constituyen, a mi
juicio, las dos notas prioritarias caracterizadoras de la primera Ilustración.
Posteriormente quedarían desplazadas por el criterio de utilidad tecno-
económica).
La metáfora aritmética de aquel título, osadía formal indiscutible, facili-
taba la construcción y la intelección de las ideas que pretendía organizar y
transmitir en aquella ocasión. Metáfora, ¡qué duda cabe!, pero expresión
representativa de realidades ciudadanas (Cádiz y San Fernando) y persona-
les (Jorge Juan y Antonio de Ulloa). La Isla de León se une administrativa-
mente a Cádiz tras ser «liberada» de la condición de señorío en 1729, Ulloa
se une a Jorge Juan para participar en la considerada como primera expedi-
ción científica de la historia: la medición de un arco de meridiano asociado
a un grado en el Ecuador. Posteriormente Antonio de Ulloa se despega de
Juan, la Isla de León se separa de Cádiz. La unidad estructural gaditana inte-
grada por Cádiz y San Fernando aunque unida es separable y fue separada,
no solo con autonomías administrativas sino con radicales naturalezas dife-
renciales que reflejan también de alguna manera los diferentes caracteres
humanos y de actitudes profesionales de Juan y de Ulloa. Así, decíamos, han
leído y oído bien la proporción matemática que nos reúne:

68
Jorge Juan Antonio de Ulloa
=
Cádiz San Fernando

Más adelante concretaríamos el significado preciso de cada uno de los


términos de esta proporción aritmética metafórica.
Los objetivos pretendidos fueron: a) desmontar la piadosa leyenda de la
unidad dual o de la santa dualidad que en torno a las figuras de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa se ha construido y aceptado con práctica generalidad por
historiadores y tratadistas; y b) profundizar en el conocimiento conjunto y
separado de las biografías de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, las dos máximas
figuras de la Ilustración española, que ocupan un lugar de honor en la historia
de nuestra ciencia.

Consideraciones básicas en torno a Jorge Juan y Antonio de Ulloa

He tenido oportunidades reiteradas de hablar y de escribir sobre Jorge Juan


y Santacilia (Novelda, 1713-Madrid, 1773) en numerosas ocasiones y, en
consecuencia, aunque a menudo indirectamente, hacerlo sobre Antonio de
Ulloa y de la Torre-Guiral (Sevilla, 1716-Isla de León, Cádiz, 1795) (2).
Ambas figuras representan, en perspectiva científica, lo primero de lo
mejor de nuestra Ilustración y además lo propiamente mejor de ella.
Jorge Juan no se entiende sin el Cádiz del setecientos ―al menos no lo
entiendo yo―. El que he considerado «decenio intelectualmente prodigioso
de Cádiz, 1748-1757» (3) no habría tenido lugar sin Jorge Juan. Hay entre
Jorge Juan y aquel Cádiz, si habláramos de aplicaciones en teoría de conjun-
tos, una biyección, una correspondencia biunívoca.
Cádiz integraba en ese período las actuales ciudades de Cádiz y San
Fernando: el Cádiz ya amurallado y la población de la Isla de León, incorpo-
rada a Cádiz en 1729 como se ha indicado. Posteriormente se segrega de
Cádiz, en 1766, fecha de importancia para nuestro objeto. En 1813 pasaría a
denominarse San Fernando. Esos procesos de asociación y disociación admi-
nistrativa de las ciudades tendrían ―afirmo― sus análogos personales en las
relaciones Juan-Ulloa.
Confieso que he esperado desde hace algunos años esta honrosa oportuni-
dad académica isleña para dedicar una atención preferente y directa, aunque
de manera correlativa con Juan, a Antonio de Ulloa, símbolo humano de la
Armada en plenitud, y símbolo humano también de la seguridad y el descanso
que ofrecía a la Armada española la Isla de León, y que le ofreció a él los últi-
mos veinticinco años de su vida.

(2)  Puede tenerse presente que en este año 1795 fallece, también en la Isla de León, vicen-
te Tofiño de San Miguel, el «colaborador de Juan». GONZáLEZ DE POSADA, 2007, pp. 153-154.
(3)  véase, sobre todo, GONZáLEZ DE POSADA, 2008.

69
Unas primeras referencias a la leyenda piadosa de la santa dualidad

Con ocasión de escribir sobre Jorge Juan en la conmemoración del 250


aniversario de su Asamblea Amistosa Literaria (1755) quise dejar escrita,
aunque sin elaborar, la tesis que ahora se ofrece con cierto detalle. Reproduzca-
mos, ya que parece conveniente si no necesario por aquello de la primicialidad
personal (a la que hacemos poco caso según nos critican nuestros más próximos
colaboradores) y la correspondiente fijación histórica, aquel primitivo párrafo:

«Si las anteriores son notas estructurales, intrínsecas, de la Asamblea Amistosa


Literaria, hay otras ideas, algunas quizás tesis novedosas, que deseo constatar
aunque sea, aquí, sólo a título de notas complementarias porque son de sumo interés
para la reconstrucción histórica y con el fin de frenar el proceso piadoso o de leyen-
da iniciado: a) La no participación de Ulloa en la Asamblea Amistosa Literaria» (4).

Más recientemente escribimos:

«vengo insinuando como tesis ―¿original?― que Ulloa y Juan rompieron de


hecho relaciones en torno al año 1751 ―o cuando menos que se distanciaron
progresivamente―. Como argumentos, que se desarrollarán con detalles en otra
ocasión, pueden citarse los siguientes: 1) la no integración de Ulloa en el equipo
redactor de las Ordenanzas para la creación de la Academia de Ciencias de Madrid
que formaron Juan y Godin; 2) la no pertenencia de Ulloa a la Asamblea Amistosa
Literaria creada por Jorge Juan en Cádiz en 1755; 3) el hecho de que el interesante
trabajo de Ulloa sobre el (terremoto de Lisboa con la manifestación de) maremoto
en Cádiz de 1755 lo publicara en Inglaterra y no lo presentara en la citada Asam-
blea Amistosa Literaria en la ciudad de Cádiz; 4) la no existencia de ninguna
correspondencia entre ellos posterior a 1951, aunque se presupone un prudente y
respetuoso silencio entre ambos; y 5) La escasa referencia –prácticamente nula y
con un tratamiento enormemente distante- que hace Ulloa de Juan en sus Conver-
saciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina (1795), especie de
testamento en el que se manifiesta Ulloa como auténtico marino hasta el final de
sus días (lo que había dejado de ser Juan desde el regreso de América).
¿Cuándo rompieron? No me resulta difícil, en función de lo expuesto afirmar
que debió ocurrir en torno a 1951, año en que Ulloa deja sus responsabilidades en
la Academia de Guardias Marinas de Cádiz y las asume Juan, que modificará radi-
calmente el plan de estudios (para hacerlo más científico) y buscará nuevos profe-
sores que se adecuen a sus deseos, tarea nada fácil. Esta tesis «revolucionaria» se
enfrenta a la tradición de los panegiristas de ambos, constructores de «leyendas
piadosas» y en consecuencia deformadores de la historia real. Juan se dedica a la
ciencia físico-matemática, a la ingeniería y a tareas de gobierno en la educación y
en la política diplomática, abandonando el mar. Ulloa presta excelentes servicios a
la patria como marino experto y con extraordinarias contribuciones en tanto que
científico naturalista» (5).

(4)  GONZáLEZ DE POSADA, 2005, p. 94. El uso de cursivas corresponde a esta reproducción.


(5)  GONZáLEZ DE POSADA, 2007, pp. 152-153. El uso de cursivas corresponde a esta
reproducción.

70
Una primera luz difusa acerca de esta leyenda me llegó desde la lectura de
los primeros documentos, textos y noticias de la Asamblea Amistosa Literaria.
El sol que inundó el pensamiento y disipó todas las dudas fue la lectura de las
Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la Marina.
Ahora estamos en condiciones de transitar desde la hipótesis de necesaria
revisión a la tesis de su reprobación estableciendo de manera, creemos, defini-
tiva la tesis contraria: la dualidad divergente.

La leyenda de la unidad dual o de la santa dualidad

Quiero hacer, antes de caracterizar la leyenda, sin ambages de ningún tipo,


unas afirmaciones.
Primera. Que Juan y Ulloa no solo fueron propiamente los primeros ilus-
trados españoles ―por su condición de científicos newtonianos― sino que
además, los dos, fueron los más importantes.
Y segunda. Que tuvieron intereses científicos divergentes y vidas, desde el
regreso a España, también divergentes.
Se ha construido con ellos una leyenda, a modo de unidad dual o especie
piadosa de santa dualidad, como si siempre hubieran estado juntos, pensado y
actuado al unísono, comportándose como íntimos amigos, etc., etc. Eran de
caracteres muy distintos y la vida los llevó por sendas diferentes y no parece
que hubiera ningún foco común desde aproximadamente el año 1750, ni
siquiera en su estancia conjunta en Cádiz, donde destaca sobremanera la
presencia de Juan, ni en las separaciones físicas (Juan en España, Ulloa en
América), ni en el recuerdo (que debería ser, en otra tesitura, de sumo cariño y
consideración de Ulloa hacia Juan tras la muerte de este, al que sobrevive
veintidós años).
La aproximación a ambas figuras en lecturas biográficas ajenas nos los
presentan como una unidad solidaria, que he denominado «leyenda piadosa»,
siendo así que no solo eran separables sino que fueron progresivamente sepa-
rándose.
¿En qué consiste la tesis de la unidad dual o santa dualidad? Digo yo que
se trata de una tesis que han construido otros ―prácticamente todos los que
han escrito o al menos todos, y son muchos, los que he leído―. ¿Cómo se
expresa? Basta leer, aquí reproducir, algunos párrafos de los biógrafos de uno
y otro y de historiadores de la ciencia del siglo xvIII que han elaborado y
hecho circular el mito como bola que rueda y crece.
Debo decir, ante todo, que existe una obra de naturaleza histórica de espe-
cial relevancia y que ha constituido fuente primordial, aunque secundaria ―
según el argot usual―. Me refiero al libro de Guillén Tato (1936) Los tenien-
tes de navío Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre-Guiral y
la medición del meridiano, punto de confluencia de una amplia documenta-
ción y sobre todo de salida para los posteriores numerosos hacedores de histo-
ria hasta nuestros días. De él, aunque cabe la incitación a la construcción de

71
esta tesis de la unidad dual, de ninguna manera se deduce esta versión de la
historia.
He aquí, pues, una brevísima selección de citas textuales eludiendo los
nombres de sus autores con la intención de no molestar a nuestros queridos y
respetados amigos jorgejuanistas y ulloístas:

«… lo verdaderamente sorprendente, dado nuestro espíritu esencialmente indi-


vidualista, es la íntima compenetración y armonía que reinó siempre entre ellos, y
que no quebraron los diversos destinos, ni las posiciones distintas que ocuparon
luego»;
«… mutua consideración y estima, (…) del que jamás se apearon quienes,
desde 1735, constituían una sola unidad espiritual»;
«… su mutua comprensión y amistad»;
«… una posibilidad muy verosímil, habida cuenta la estrecha relación científi-
ca, y de amistad, entre tan insignes personajes…»

La leyenda se ha extrapolado como consecuencia de silencios y oscurida-


des en ambas biografías, y así se ha construido a posteriori lo que ha consti-
tuido, quizás, un deseo. Y a mi juicio los silencios de ambos, de Juan y de
Ulloa, los olvidos mutuos son precisamente los que hablan a gritos, tanto o
más que los hechos conjuntos y los disjuntos.
Un objetivo de este trabajo, hemos anunciado, consiste en acabar con esta
especie de beatería hecha leyenda de la santa dualidad Ulloa-Juan constru-
yendo otra lectura de la historia de ambos que nos los presenten de una mane-
ra, según mi juicio, más real y verdadera.
Pueden citarse otras leyendas (aunque propiamente no interesen aquí)
sobre la expedición francesa en la que ambos participaron, tales como las
siguientes:

1. Llamarla «hispano-francesa» (p.e. SOLANO, 1999). Fue francesa, en lo


bueno y en lo malo; los nuestros fueron para aprender y vigilar, pero
incluso continuó ―se desarrolló― la expedición en largas temporadas
sin ellos. Así, por ejemplo, el 24 de julio de 1740 el virrey, marqués de
villagarcía, los llamó para que se incorporaran a la defensa del Mar del
Sur en la segunda guerra contra los ingleses en ese siglo.
2. Considerar que la expedición concluyó en éxito (p.e. MARTíNEZ PRIE-
TO, 2009). Fue un sonoro fracaso en casi todos los sentidos, salvo en
la gloria para España de obtener dos científicos de primera línea
donde solo había ―o había tanto como― una buena formación para
la navegación y la milicia y una magnífica predisposición en el caso
de Juan.
3. Afirmar que Juan y Ulloa «aventajaban a los franceses en manejo de los
instrumentos de medida y observación astronómica y el cálculo mate-
mático habitual» (p.e. CEREZO, 1997). No sabían casi nada, aprendieron
mucho, y acabaron, eso sí, siendo tan buenos medidores y observadores
como los franceses de los que aprendieron. Tenían a su favor en aque-

72
llas difíciles tierras andinas la madura juventud frente a la incipiente y
progresiva senectud de los académicos franceses.

Analicemos, pues, las biografías de Juan y Ulloa y hagámoslo de manera


paralela aunque sea sintéticamente.

Cronobiografías paralelas de Juan y Ulloa

En un cuadro con cuatro columnas cuyas cabeceras eximen de explica-


ciones pueden registrarse de modo esquemático y paralelamente las biogra-
fías de Jorge Juan y Antonio de Ulloa así como unos complementos para la
introducción de otros datos y de unos comentarios ad hoc. El cuadro se
constituye en un elemento contextual de interés relevante al facilitar un
análisis sincrónico de sus biografías mostrando sus trayectorias, coinciden-
cias y separaciones.
He aquí, pues, a mi juicio, una interesante construcción conjunta de las
biografías de ambos marinos científicos como elemento básico de referencia
para la formulación de hipótesis complementarias y concatenadas con los
datos. A modo de advertencia debe considerarse que no todos estos datos
están perfectamente documentados de modo que diferentes autores discrepan
en la datación de algunos. Entiendo, no obstante, que ambas construcciones
biográficas sintéticas, aparte de la novedad de la construcción paralela, consti-
tuyen lo más riguroso que existe hasta el presente.

― Los colores de fondo de las respectivas biografías facilitan aún más la


interpretación de estos datos básicos a los efectos de nuestros objetivos.
• Color verde: estancias en América.
• Color amarillo: estancias (residencia prioritaria aunque estén embar-
cados o en misiones) en Cádiz.
• Color celeste: trabajo en torno a un objetivo conjunto no obligado (de
hecho, sólo escribir acerca de la expedición al Ecuador).
• Color crema: nacimiento y muerte.
• Color morado: estancias en Isla de León (posterior San Fernando).
• Color rojo: manifestaciones de desencuentro (en tanto, solo, que hipó-
tesis harto plausibles) de Ulloa y Juan.
― Los colores de fondo que se destacan en los Complementos se refieren
bien a acontecimientos de excepcional relieve como contextos próxi-
mos de los objetivos de esta comunicación (azul), bien a la etapa del
marqués de la Ensenada en el poder (crema), ya que tanto a Juan como
a Ulloa se les considera colaboradores especiales de D. Zenón de
Somodevilla, y en medida apreciable en esta idea se fundamenta la
leyenda de la unidad dual, o bien para diferenciar (tonos grises de
distintos porcentajes) los sucesivos reinados.

73
Año Jorge Juan (JJ) Antonio de Ulloa (6) Complementos
REINADO DE FELIPE v
1700
(1700-1746)
n. Novelda (Alicante), 5
1713 enero. Hijo de viudos sin
hijos.
1714
1715
n. Sevilla, 12 enero. Segundo
1716 Huérfano de padre.
hijo de diez.
1) Traslado de la Casa de
Contratación a Cádiz.
2) Traslado del Consulado
de Mercaderes a Cádiz.
1717
3) Creación de la Real
Compañía de Caballeros
Guardias Marinas (Acade-
mia), Cádiz.
1718
Llegada a Cádiz de cadetes
1719 rusos para preparación de la
marina imperial del zar.
1720
1721
1722
Zaragoza. Estudia gramática
1723
y humanidades
1724
1725
Malta.Profesa como caballe-
ro de la Orden de San Juan
1726
de Jerusalén (condición de
celibato).
1727 Malta.
1728 Malta.
Felipe v en Sevilla. Ensena-
da, en la escuadra para la
reconquista de Orán (no
1729 parece conociera/coincidiera
con JJ).
Incorporación de la Isla de
León a Cádiz

(6)  Puede verse la Hoja General del expediente personal en AGMAB 620/1225.

74
América. Se embarca el
27.01 como «aventurero»
(voluntario) y en el galeón
Ensenada, en la expedición
San Luis el 26.06 (en la
Cádiz.Participa en la expedi- del infante Carlos para la
Flota de Galeones de Tierra
ción del infante Carlos para toma de posesión como rey
1730 Firme), realizando su primer
su toma de posesión como de las Dos Sicilias (no pare-
viaje a América. visita
rey de las Dos Sicilias. ce conociera, coincidiera
Cartagena de Indias, Porto-
con JJ)
belo y La Habana hasta
1732. Formación marinera
de tipo práctico.
1731 América
América n. José Celestino Mutis en
1732 Expedición a Orán. Cádiz.
El 21.07 regresa a Cádiz. n. Vicente Tofiño en Cádiz
28.11.1733. Ingreso en
1733 Academia de Guardias
Marinas. xvII Promoción.
RRCC de 14 y 20 de agosto de nombramientos como miem-
bros de la comisión hispano-francesa para la determinación
1734 de la figura de la Tierra. Ascendidos de una sentada de guar-
diamarinas a tenientes de navío, saltando tres empleos: alfé-
rez de fragata, alférez de navío, teniente de fragata.

28 de mayo. Salida de Cádiz de la Comisión española de Académicos franceses:


la expedición científica de la Academia de Ciencias de Louis Godin, Pierre
1735
París para calcular la longitud del meridiano asociada a Bouguer, Charles de La
un grado en el Ecuador. Condamine.
Grupo La Condamine-
1736 Grupo Godin-Juan.
Bouguer-Ulloa.
Grupo La Condamine-
1737 Grupo Godin-Juan.
Bouguer-Ulloa.
Grupo La Condamine- Re-creación por Felipe v del
1738 Grupo Godin-Juan. virreinato de Nueva Granada
Bouguer-Ulloa.
(al que pertenecerá el actual
Ecuador, que se desgaja del
Grupo La Condamine- virreinato del Perú, aumen-
1739 Grupo Godin-Juan. tando el problema de Guaya-
Bouguer-Ulloa.
quil en su relación con Quito
y Lima).
El virrey del Perú, marqués de villagarcía, los llama en 24
de julio para la defensa de las costas (trabajos de ingenie-
ría).
1740-
41 Dirección y vigilancia de la Levantamiento del plano de
construcción de 12 galeotas
El Callao y reparación de
en los astilleros de El
cañones.
Callao.

75
Segunda llamada del virrey para defensa del Mar del Sur,
ante las noticias de la presencia de una escuadra inglesa.
Trabajos de marinos de guerra. Por primera vez mandarí-
an barcos, en este caso, mercantes transformados. Las
mediciones y observaciones astronómicas las continúan
los demás miembros de la expedición.
Ulloa manda el Rosa. El
1742 gobernador y capitán gene-
ral de Chile, José Antonio
Manso de velasco, lo
Juan manda el buque Belén. denuncia por no haberle
socorrido en valdivia
(Chile) cuando se lo pidió
(7). Consejo de guerra que
resultaría sobreseído.
Noticias definitivas del éxito de la expedición de Laponia,
1742
dando la razón a Newton (La Tierra, achatada por los polos).
Ensenada, ministro de
Los expedicionarios franceses continúan su periplo prácti-
1743 Hacienda, Marina, Guerra e
camente solos durante los años 1741-43.
Indias (1743-1754)
Regresan a Quito. Concluyen la expedición el 22 de
1744
mayo.
Regresa hacia España desde
El Callao por la ruta del
cabo de Hornos. Capturado
Regresa desde El Callao en La Condamine inicia publi-
por el barco francés
barco de bandera francesa,
1745 Delivrance, es hecho prisio- caciones sobre los trabajos
Lis, llegando a Brest (Fran- en Ecuador.
nero por los ingleses en
cia) el 31 de octubre.
Canadá. Llega a Dolmouth
(Inglaterra) el 22 de diciem-
bre.
En París. Miembro corres-
En Londres. Miembro REINADO DE FERNAN-
pondiente de la Reale
correspondiente de la Royal DO vI (1746-59), Ministe-
Académie des Sciences.
Society of Sciences. Regresa rio bifronte (1746-54): Ense-
Regresa a Madrid en febre-
a Madrid en julio. nada-Carvajal
ro.
1746
Presentación conjunta de los textos de «Observaciones
astronómicas y físicas« y «Relación histórica del viaje a
la América Meridional» con intención de publicarlos. (Se
adelantarían así a las publicaciones francesas). Encuentro
con Ensenada. Capitanes de fragata.
1747

(7)  Manso sería virrey del Perú desde 1744 a 1761, coincidiendo con Ulloa de gobernador
en Huancavélica (1758-1764).

76
Superados los problemas con la Inquisición y los econó-
micos se publican:1) «Observaciones astronómicas y físi-
cas». Madrid, edición de 1.000 ejemplares. Problemas con Paz de Aquisgrán. Real
Inquisición. (1773, 2ª edición). 2) «Relación histórica del Colegio de Cirugía, Cádiz,
viaje a la América Meridional» (se describe la platina, escuela de profesores y
primera descripción del platino como nuevo metal en las origen de establecimientos
arenas aluviales auríferas de Chocó, Audiencia de Quito análogos en Barcelona
hasta 1739, después integrada en el virreinato de Nueva (1764) y Madrid (1780).
Granada), 4 volúmenes. Madrid. Edición de 1.500 ejem- Director: Pedro Virgili.
plares. [Geografía, Historia, Sociología, Etnografía, Completar estudios en Bolo-
Historia Natural]. (versiones extranjeras: París, 1752; nia, Leiden y París.
1748 Londres 1758, 1770, 1772; Dublín 1758;1762; holandés,
ámsterdam 1752, 1772).
Capitanes de navío. Observación (conjunta, se dice) del
eclipse de Sol (eclipse predicho por Euler) de julio.
Primera manifestación de
desencuentro: Publica Ulloa,
solo, en «Philosophical Tran-
sactians»: «Observatio Eclip-
sis Solaris Julii 28, 1748.
Madriti Habitae a Domino
Antonio de Ulloa S.S:R:».
«Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de
demarcación entre los dominios de España y Portugal». Pierre Bouguer: La Figure
Redacción de «Las Noticias Secretas de América». de la Terre.
(Manuscrito. Informe secreto que se publicaría en 1826).
Comisión reservada en
Londres (1749-50). Sale de
Cádiz para espionaje indus-
Comisión reservada por
trial en Londres: «sistema de
Europa (espionaje industrial
construcción naval inglés y
en Francia, Suiza, Flandes,
reclutar personal cualificado
Holanda, Alemania, Rusia,
(…) libros e instrumentos
Suecia, Prusia y Dinamarca:
náuticos». A su regreso se
comunicaciones, Marina,
1749 cambió el sistema de cons- corporaciones académicas,
trucción naval español por el
obras públicas, industrias).
«inglés» (que motivó las
Ulloa distribuye los libros
críticas de los enemigos tras
por las academias europe-
la caída de Ensenada [1754],
as.visita los canales de
y el retorno al sistema tradi-
Francia. Colabora con Cole-
cional). Miembro de la Royal
gio de Cirugía de Cádiz. El
Society (9.xI.1949).Compra
ingeniero hidráulico Charles
de instrumentos para el Cole-
Le-Maur se contrata para la
gio de Cirugía de Cádiz y de
construcción del canal de
libros e instrumentos mate-
Castilla.
máticos para guardias mari-
nas y Colegios de Artillería
de Barcelona y Cádiz.

77
Regreso del «espionaje Europa. Estudia la Acade-
industrial» en Inglaterra. mia de Ciencias de París
Segunda manifestación de desencuentro: coinciden en
París. Ulloa escribe que no es bueno que los vean juntos. La Real Compañía de Caba-
1750
Proyecto y dirección de lleros Guardias Marinas
arsenales. Sistema de Jorge 2.11 Alférez de la Compañía tiene: capitán, teniente y
Juan de construcción de de Guardias Marinas (8) alférez.
buques: «sistema inglés».
Cádiz. Capitán de la Real
Compañía de Caballeros
Guardias Marinas (RO Europa. Holanda. Academia
13.09) (9). Director de la de Ciencias de Suecia. 13.9
Academia, reorganiza sus
1751
estudios y busca y forma Teniente de la Real Compa-
nuevos profesores, dándole ñía de Guardias Marinas
nueva vida. Publica (formal más que real).
«Compendio de Matemáticas
con aplicación a la Marina».
Cádiz. Se dedica al estudio
de Matemáticas y Astrono-
mía. Louis Godin en Cádiz,
director de estudios de la
Academia.
Tercera manifestación de
1752 desencuentro. Comisionado Numerosos viajes por la
por Ensenada para la Península
redacción de unas ordenan-
zas para la creación de una
academia de ciencias en
Madrid (que prepara con
Godin y Carbonell, al
margen de Ulloa).
Informe: «Proyecto General
Observatorio Astronómico
de los Canales de Navega-
de Cádiz, foco de investiga-
ción y Riego para los Reinos
ción y cultura, primero de
de Castilla y León». Carta
las Españas. Dirección de
sobre un observatorio (no se
1753 obras en el Arsenal de
cita Cádiz) desde Madrid, 28
Ferrol.
de abril.
Cuarta manifestación de desencuentro: capitán (Juan) y
teniente (Ulloa, formal más que real) de la Real Compa-
ñía de Guardias Marinas.

(8)  De estos años de destino en Cádiz (1751-1757) no se recoge ninguna noticia en su


Expediente.
(9)  En los brevísimos «elogios» o «currícula» de Jorge Juan siempre se deja constancia de
este cargo. Por ejemplo, en el Elogio de Jorge Juan de Benito Bails, profesor de Matemáticas
de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, para una Introducción de una de sus
obras matemáticas se titula «Elogio de Jorge Juan, Comendador de Aliaga en la Orden de San
Juan, Jefe de Escuadra de la Real Armada, Capitán de la Compañía de Guardias Marinas,
Consiliario de la Real Academia de S. Fernando, Individuo de la Real Sociedad de Londres y

78
Miembro de la Junta de
Comercio y Moneda. Super-
Astillero de Guarnizo.
visión de la construcción
Fábrica de cañones de La
naval en arsenales de Ferrol,
Cavada. Fábricas de jarcias
Guarnizo y Cartagena.
y lonas de Santander.
«Nuevo Método Español de
Construcción Naval».
1754 Arriaga, nuevo ministro de
Marina, se inclina por el
Liberado de todas las activi-
«sistema francés» de cons-
dades encargadas por Ense-
trucción de barcos y rechaza 20.7. Caída en desgracia de
nada.
las ideas de Jorge Juan. Ensenada. Destierro en
Coincidencia formal en
17.9. Visita a Ensenada en Granada.
Cádiz con Jorge Juan hasta
su destierro en Granada. Se
1757.
dedica a enseñanza e inves-
tigación.
Quinta manifestación de
desencuentro: en enero crea
la Asamblea Amistosa Lite-
Cádiz. 13.5. visita a Ense-
raria (AAL, Jorge Juan,
nada en Granada.
Godin, Virgili, Porcell),
1755 academia privada de cien-
cias. No participa Ulloa
Sexta manifestación de desencuentro: terremoto de
Lisboa. Godin presenta en la AAL (Cádiz) y publica en
París. Ulloa, en Londres (10).
1756 AAL Cádiz. Muerte de su madre.
Cádiz. Agosto del 57 desti- 27.9. José de Nájera, médico
nado a Perú: HUANCAVÉ- en Cádiz, miembro de la
LICA AAL, informa que Ensenada
AAL
Designado gobernador de la «necesita cambio de aires».
«Compendio de Navegación
1757 provincia de Angares (Perú) 15.12. Ensenada continúa su
para el uso de los Caballe-
y superintendente de la mina destierro en El Puerto de
ros Guardias Marinas».
de cinabrio (mercurio) de Santa María (con prohibi-
Huancavélica, necesario ción expresa de desplazarse
para las minas de Potosí. a Cádiz).
En febrero sale de Cádiz. 2
de agosto en El Callao.4 de
noviembre en HUANCAVÉ- Muerte de la reina Bárbara
AAL en Cádiz y en El Puer- LICA. Destinado a Gobierno de Braganza.visitas de
1758
to de Santa María y Superintendencia General Jorge Juan a Ensenada.
de Huancavélica (Perú),
enfrentado al virrey desde el
acto de valdivia (1741)

de la Academia Real de Berlín», que es una reproducción de la presentación por Jorge Juan
como autor de su Examen Marítimo Teórico-Práctico. (Se destaca en cursivas la situación de
referencia que, en su caso, no sólo fue administrativa sino real y sustantiva).
(10)  En la Hoja de servicios de Ulloa se hace constar solamente que «contribuyó con
varios papeles científicos a la sociedad Real de Londres de la que era socio, así como de la de
París y Estocolmo».

79
Muerte de Fernando VI.
AAL Puerto de Santa REINADO DE CARLOS III
1759 HUANCAVÉLICA
María. visitas de Jorge Juan a
Ensenada.
Mutis, hacia Bogotá. Indulto
1760 Jefe de escuadra. HUANCAVÉLICA a Ensenada, que abandona
El Puerto.
1761 HUANCAVÉLICA
HUANCAVÉLICA
1762 Pide el relevo, que no se le
concede.
1763 HUANCAVÉLICA
HUANCAVÉLICA
Conoce a Francisca Remí-
1764
rez de Laredo (de 17 años).
Solicita relevo
LA HABANA. Primer gober-
(Inédito: «Estado de la
1765 nador español de LUISIANA
Astronomía en Europa»)
(mayo).
Motín de Esquilache. Segun-
2.12. Embajador ante el do destierro de Ensenada.
1766 LUISIANA
emperador de Marruecos. Segregación de la Isla de
León de Cádiz
LUISIANA
Llegada de Francisca Remí-
Madrid.
rez de Laredo a Nueva
Embajada ante el emperador
Orleans en junio.Encomien-
1767 de Marruecos.Academia de Expulsión de los jesuitas
da de Ocaña de la Orden de
Nobles Artes de San
Santiago. Recibe la Encyclo-
Fernando.
pédie, que le envía La
Condamine.
LUISIANA
Expulsado por residentes
franceses, en noviembre sale
1768 Madrid para La Habana. La conspi-
ración es abortada por el
nuevo gobernador, Alejan-
dro O’Reilly
Traslado de la Real Compa-
Cádiz-Isla de León jefe de
1769 ñía de Guardias Marinas de
escuadra
Cádiz a la Isla de León.
Madrid.
vicealmirante de la flota
1770 Director del Seminario de
española
Nobles
«Examen marítimo teórico y
1771
práctico» (2 vols.)

80
«Noticias americanas: entre-
tenimientos físico-históricos
1772
sobre la América Meridional
y la Septentrional…»
m. Madrid, 21 de junio.
Enterrado en iglesia de San
Martín.Reedición de las
1773 «Observaciones» con el
opúsculo «Estado de la
Astronomía en Europa»
(escrito en 1765)
«Estado de la Astronomía
1774
en Europa»
1775 Destinado en Cádiz
Flota de Indias (última):
1776
comandante.
1777 México
Tornaviaje de Flota de
1778 Indias Eclipse solar 24 julio.
Cádiz
«El eclipse de Sol con el
anillo refractario de sus
rayos, observado el 24 de
julio de 1778 por D. Antonio
de Ulloa» (Madrid, 1779).
Teniente general de la
Armada. («Buen científico,
mal almirante», escribe
1779
Guillén Tato, 1936). Campa-
ña islas Terceras (contra
ingleses al servicio de la
independencia americana).
Separación del servicio.
Confinamiento en Isla de
León (3 procesos y 2 conse-
jos de guerra)
1780 Consejo de guerra
1781 Consejo de guerra Muere Ensenada
Consejo de guerra. «Justa
vindicación de mi «honor…
1782 para inteligencia de mi
posteridad» (Isla de León)
Absuelto.
1783
1784
1785
1786

81
Solicitud a Ulloa de su
opinión sobre yacimientos
1787 auríferos de Nueva Granada
y modo de explotación
rentable.
«Juicio sobre el metal plati-
no y el modo más económico REINADO DE CARLOS
1788
de explotarlo en el virreina- Iv
to de Santa Fe».
1789
1790
Solicita permiso para impri-
mir una obra escrita en dos
partes sobre «La Marina y
1791
las fuerzas navales en la
Europa», que no se le
concede.
1792
1793
1794
Séptima y definitiva mani-
festación de desencuentro:
«Conversaciones con mis
1795 tres hijos al servicio de la
Armada».
m. Isla de León (actual San m. en Isla de León Vicente
Fernando, Cádiz), 5 julio. Tofiño.
Cambio de nombre de Isla
1813
de León por San Fernando
1826 «Noticias secretas de América». Londres, R. Taylor.

La explicación detallada de este extenso cuadro sinóptico exigiría lógica-


mente al menos dos biografías independientes y otra relacional o transversal
unidas al contexto histórico y a los complementos indicados. Por otra parte, en
la exposición oral se precisaría de varias horas. Nos limitaremos a describir a
continuación los singulares momentos de coincidencia geográfica y a comen-
tar brevemente, con su enumeración, las que considero y denomino manifesta-
ciones de desencuentro.

Unas reflexiones relativas a los momentos de coincidencia geográfica

Estas cronobiografías paralelas constituyen un soporte estructural básico


para la comprensión de las vidas profesionales de ambos muy ilustres marinos
científicos españoles. Pero estos esqueletos precisan completarse con órganos,

82
tejidos y sistemas de interconexión. Y también con la caracterización de los
medios en los que viven. Pero, no obstante, ponen de manifiesto tanto las
concretas coincidencias geográficas y profesionales como las separaciones
físicas e incluso también las conceptuales.
Por sus diferentes procedencias, edades, sistemas de ingreso y fechas de
los mismos no parece probable que tuvieran relaciones en la Academia de
Guardias Marinas. A lo sumo pudieron tener alguna referencia el uno del otro
dadas las peculiares condiciones de la Academia y el hecho de estar integra-
dos en promociones distantes.
Haremos hincapié en tres etapas especialmente significativas de sus
conjunciones.

La primera tarea conjunta: la expedición científica al Ecuador

La tarea común que debían realizar en el virreinato del Perú, de hecho, no


era necesariamente tan común en su realización. Digamos que tuvieron clara
la persecución de un mismo objetivo aunque con desarrollo no tan común en
el ejercicio de los trabajos de la expedición. El viaje de ida lo hicieron en
buques diferentes, se integraron en equipos distintos para las mediciones de
campo, ante el llamamiento del virrey para obras de defensa de costas y puer-
tos ante previsibles ataques y para hacer el corso en el Pacífico contra los
ingleses gobernaban barcos distintos, el regreso lo realizaron en buques de
nacionalidades diferentes, etc. Pero los objetivos indiscutibles eran comunes:
el propio objetivo científico de la expedición y el objetivo nacionalista de sus
respectivos aprendizajes.
Durante la estancia conjunta en América ya se estableció un claro parale-
lismo: Juan se unió al matemático y astrónomo Louis Godin, jefe de la
expedición; Ulloa al naturalista La Condamine y al ingeniero hidrográfico
Bouguer. Estas particiones decididas ya en Ecuador posiblemente indicaban
unas predisposiciones de carácter y de aficiones: Juan iría afianzando su
vocación físico-matemática, teórica: Ulloa destacaría como naturalista
observador. Juan: reposado, sensato, responsable, en línea uniforme; Ulloa:
vivaz, explosivo, de difícil carácter, abierto a casi todo. Recordemos como
«primer affaire» del imprudente y exaltado Ulloa en Ecuador su acción
penetrando en la estancia del presidente enfermo y su consecuente ingreso
en la cárcel, problema que resolvería Jorge Juan como muestra de solidari-
dad y de sensatez.
Parece ser que en las tareas de defensa de los puertos del Pacífico y en las
acciones corsarias contra la flota inglesa actuaron simultánea pero separada-
mente a solicitud del virrey. En este hacer el corso se presentó un «segundo
affaire» de Ulloa, que le supuso un enfrentamiento con el virrey que tendría
otras consecuencias muchos años más tarde cuando se le destina a la gober-
nación de las minas de Huancavélica (asunto de primordial interés para la
Corona).

83
Los regresos fueron cruzados. Ulloa en un accidentado viaje acabaría en
Inglaterra donde sería recibido con honores de científico e integrado en la
Royal Society. Juan concluiría su viaje de retorno en Brest y vía París sería
reconocido por la Academie de Sciencies como correspondiente de La Conda-
mine. De ahí sus primeras relaciones académicas internacionales.

La segunda tarea conjunta: sus primeras obras

Al regreso de América debieron recluirse separada e independientemente


para escribir sus respectivas obras americanas que, no obstante, firmarían
conjuntamente como manifestación, aquí sí, de auténtica unidad dual.
No les resultó fácil su edición. Los libros tuvieron que esperar para ello
hasta superar las dificultades económicas y con la Inquisición.
La obra Observaciones astronómicas y físicas la escribió Jorge Juan, y la
Relación histórica la redactó Antonio de Ulloa, pero ambas con la considera-
ción de autoría conjunta. Se editaron en 1748. No parece ―¡perdón!, no me lo
parece a mí― que posteriormente a este magno acontecimiento de la ciencia y
la cultura españolas existieran buenas relaciones entre ellos. Reitero que para
mí estos libros constituyeron la auténtica puerta de entrada para la Ilustración
española ―que para ser auténtica ilustración habían de ser prioritariamente
científicos y newtonianos―. Juan y Ulloa se habían distribuido adecuadamen-
te el trabajo.
Estos años 1746 a 1748 sí debieron vivirlos más o menos próximos en
Madrid escribiendo y esperando las aprobaciones para la edición de sus
obras, que constituyen la máxima expresión de unidad, aunque las escribie-
ran por separado. Tras diez difíciles años en un común destino debían cono-
cerse bien.

La extraña coincidencia en Cádiz, en la Academia de Guardias Marinas,


1751-1757

Juan y Ulloa coincidieron en Cádiz, no solo en la ciudad sino también en


sus respectivos destinos, de capitán (Juan) y de teniente (Ulloa) de la Real
Compañía de Guardias Marinas, durante los años 1751 a 1757.
La venida de Jorge Juan a Cádiz en 1752 como capitán de la Real Compa-
ñía de Caballeros Guardias Marinas y responsable de la Academia revoluciona
la condición intelectual de esta e incluso de la ciudad.
En primer lugar, y sobre todo, la Academia de Guardias Marinas: plan de
estudios más científico, búsqueda de profesores también más científicos
(destacará la incorporación de Louis Godin como director de la Academia y
profesor de matemáticas y astronomía y posteriormente la incorporación de
vicente Tofiño también como matemático), y escritura de nuevos textos más
científicos (su Compendio de navegación será principal referencia escrita de

84
esta época). Estas acciones de Juan se fundamentan en una concepción de la
que se distancia progresivamente Ulloa.
Complementariamente, en segundo lugar, la creación por Juan del Obser-
vatorio Astronómico constituirá otra clara manifestación de la importancia que
según él tiene el conocimiento astronómico para la navegación. Esto se hace
sin ninguna colaboración ni referencia de Ulloa.
Y en tercer lugar, la creación de la Asamblea Amistosa Literaria como
foro de diálogo y foco impulsor de nuevo conocimiento científico. Y esto
sorprendentemente se hace al margen de Ulloa (que, lógicamente, había
roto la buena relación con Jorge Juan) ya que en caso contrario no se
entiende (o yo al menos no lo entiendo), que el proceso que conduce a ella
hubiera marginado a Ulloa: primero, en el encargo a Juan de la preparación
de unas ordenanzas para la creación de una Academia de Ciencias, que
redactará con la colaboración de Godin y Carbonell sin que participara
Ulloa; segundo, la puesta en funcionamiento de la Asamblea Amistosa Lite-
raria sin que exista una sola noticia fundamentada de presencia en ella de
Ulloa durante los años de existencia, coincidentes con el destino en Cádiz
de Ulloa (al margen de lo que hayan querido escribir los constructores y
difusores de la «leyenda piadosa» de la unidad dual); y tercero, el hecho,
harto significativo, de que estando Ulloa en Cádiz durante el terremoto de
Lisboa del 1 de noviembre de 1755, con el asociado maremoto de Cádiz, no
exista ninguna noticia de que Ulloa hablara de él en la Asamblea Amistosa
Literaria, en la que hablaría de ello Godin, y sí enviara un trabajo a la
Royal Society de Londres.
La visión de Juan es quizás obsesiva con la Teórica de Newton (11). En su
revolución docente en la Academia (12) destaca el papel primordial de la
matemática y la física, de las teorías de Newton. Se manifiesta como «intelec-
tual puro»: matemática, filosofía, religión; es decir, se sitúa en el «ámbito de
los principios». Ulloa, como naturalista: la observación, la descripción, el
detalle, el gusto por la Naturaleza toda.
Me atrevo a decir, exagerando poco, que siendo Juan y Ulloa, respectiva-
mente, capitán y teniente de la Real Compañía de Caballeros Guardias Mari-
nas: «ni se veían antes de la caída de Ensenada (que en cierto sentido los
consideraba unidos) ni después de la caída de Ensenada». Ni Juan lo quería de
colaborador, ya que lo conocía perfectamente y no latía ni a su frecuencia ni a
su intensidad, y, por tanto, era más bien un estorbo; ni Ulloa quería servir a
Juan, a sus ideas, claramente divergentes de las suyas. Estos años de mayor
gloria científico-técnica creadora de Juan son los más estériles en la biografía
de Ulloa. Este permaneció al margen de las realizaciones fácticas de Juan:
renovación de la Academia de Guardias Marinas: profesorado, plan de estu-
dios, etc.; proyecto de academia de ciencias, Observatorio Astronómico,

(11)  GONZáLEZ DE POSADA, 2005.


(12)  íDEM, 2008b.

85
Asamblea Amistosa Literaria. Juan trabajó con Godin y sus discípulos en su
Academia, su Observatorio Astronómico, sus planes de estudio, su Asamblea
Amistosa Literaria.
Recordemos el párrafo de Benito Bails en su Elogio de D. Jorge Juan:

«Solo a D. Jorge Juan podía fiarse el plantel de los Oficiales de Marina, sólo él
podía gobernar con éxito cabal la Academia donde adquieren los conocimientos
que les servirán para arrostrar los mayores peligros, y dejar burlada la furia del
inconstante elemento, que tanto ejercicio dará algún día a su inteligencia y su
valor. Notorios son los progresos que ha hecho la Academia de Guardias Marinas
desde que se encargó su gobierno a D. Jorge Juan: maestros, discípulos, libros,
instrumentos todo es sobresaliente y exquisito desde entonces. Sus individuos
perfeccionan días ha con sus observaciones y viajes la Astronomía y la Navega-
ción en competencia de los mayores Astrónomos extranjeros».

En la muerte de Jorge Juan

Tras el segundo largo periplo americano de Ulloa (1758-1768) iniciado


como gobernador de Angares y superintendente de las minas de Huancavéli-
ca (Perú) y concluido como gobernador de Luisiana, con los tránsitos corres-
pondientes por La Habana, permaneció unos años en la Península hasta 1776
en que se le encomendó dirigir la Flota de Indias. No he dispuesto de noticias
fidedignas acerca de posibles encuentros en esos años (68-76) con Jorge
Juan.
Por ello he celebrado con suma alegría la noticia (13), cuyo contenido
anteriormente no había tenido en cuenta, que dice: «... Miguel Sanz realizó
varias gestiones para conseguir una buena lápida. En su opinión debía traerse
mármol blanco de Granada, con lo que el precio de la piedra, el trabajo y el
transporte se habían calculado en setenta doblones, pero si la familia no quería
hacerse cargo de ese gasto: «D.n Antonio de Ulloa tiene escrito aquí se esté a
la mira de si no lo hacen los Parientes, para si no hacerlo él; cosa que no pare-
ce decente dar lugar a ello». Y continúa: «Naturalmente aceptar el ofrecimien-
to de Antonio de Ulloa, el antiguo compañero de Jorge Juan en la expedición
hispano-francesa al Perú para la medición de un grado del meridiano terrestre,
habría supuesto una deshonra para los hermanos; pero es indudable que, al
hacer ese comentario, Miguel Sanz se aseguraba el consentimiento de los
familiares a todas sus propuestas» (14). Admite diversas interpretaciones pero
no afecta a lo expuesto con claridad.

(13)  Indicada por Mariano Juan Ferragut (n. 47, carta de Miguel Sanz a Bernardo Juan,
archivo de la marquesa del Bosch); DIE MACULET y ALBEROLA, pp. 80-81.
(14)  Ibídem, p. 81.

86
Manifestaciones de desencuentro

A la luz de lo sugerido en las Cronobiografías paralelas de Juan y Ulloa


pueden enumerarse y construirse las manifestaciones expresas más significati-
vas que se han relacionado en aquéllas, y he denominado manifestaciones de
desencuentro.
En el virreinato del Perú, durante la estancia conjunta en el Ecuador,
debieron ser frecuentes las tensiones, que serían superadas sin duda por: a) el
espíritu de disciplina asociado a la especial misión; b) la responsabilidad de la
función patriótica; y c) la necesaria acción grupal Juan-Ulloa frente al grupo
expedicionario francés.
A mi juicio, aparte de otras manifestaciones que podrán detectarse y
describirse con más precisión en el futuro, son patentes las siguientes.
Una primera manifestación de desencuentro fue la publicación por Ulloa
como único autor en la Philosophical Transactions del artículo «Observatio
Eclipsis Solaris Julii 28, 1748» justo el año de la publicación conjunta de sus
extensas e importantes obras: las Observaciones astronómicas y físicas y la
Relación histórica del viaje a la América Meridional y más aún teniendo en
cuenta que la observación del eclipse (según diferentes autores) la habían
realizado conjuntamente.
Como segunda manifestación de desencuentro he considerado la decisión
de Ulloa, tras el encuentro de ambos en París al regreso de Juan de la Comi-
sión de espionaje en Londres, de escribir a Madrid dejando constancia de la
inconveniencia de que pudieran verlos juntos.
La tercera manifestación de desencuentro entre ambos llama especialmen-
te la atención. Comisionado por el marqués de la Ensenada, Jorge Juan redac-
ta unas Ordenanzas para la concebida como Academia de Ciencias española
en Madrid con la colaboración de Godin y Carbonell, quedando Ulloa, tan
dual compañero de Juan y con su singular prestigio académico internacional
reconocido, marginado de dicho proyecto.
Una cuarta manifestación, la más llamativa de todas quizás, se desarrolla
durante los años en que formalmente coinciden en Cádiz, 1751-57, siendo
Juan Capitán de la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas y Ulloa
Teniente de la misma. Este último nombramiento, a mi juicio, quedó de hecho
en meramente formal quedando Ulloa al margen de la Academia que goberna-
ba Juan con la colaboración de Godin como Director de los estudios. Esta
desafección aumentaría las distancias conceptuales entre ambos con respecto
a la educación de los marinos, de manera que la revolución teórica matemáti-
ca, astronómica e ingenieril introducida por Juan en su reforma del plan de
estudios sería interna y progresivamente rechazada por Ulloa con concepción
más práctica orientada directamente a la navegación ―dominio del buque y
conocimiento de vientos― como pondría de manifiesto en su testamento
vocacional a sus hijos: las Conversaciones.
La quinta manifestación resulta sorprendente (y mucho más lo resultará
para quienes han creído, construido y/o difundido la tesis de la unidad dual).

87
Cuando Jorge Juan pone en funcionamiento en Cádiz, en su casa, la Asamblea
Amistosa Literaria, remedo, suele decirse, de la nonnata Academia de Cien-
cias de Madrid, proyecto paralizado por la caída de Ensenada, Ulloa, que resi-
de en Cádiz, tiene destino con Juan en la Real Compañía de Caballeros Guar-
dias Marinas y es máximo representante con Juan de la excelencia intelectual
vigente en aquella España y de la adscripción académica internacional, no hay
la menor noticia que indique la asistencia, en ningún caso, de Ulloa a las
sesiones de los jueves.
La sexta manifestación surge en el contexto de la precedente. El 1 de
noviembre de 1755 tuvo lugar el desastroso terremoto de Lisboa con expre-
sión de fuerte maremoto en Cádiz y su entorno (por ejemplo, en El Puerto de
Santa María, de cuya actividad existe una aceptable documentación de recien-
te difusión en la ocasión del 250 aniversario). Godin expondría su visión
sobre el maremoto en reuniones de la Asamblea en Cádiz y publicaría un artí-
culo sobre el mismo en la Academia de Ciencias de París. Ulloa, estando en
Cádiz, y desde Cádiz, al margen de sus colegas, escribiría por su cuenta sobre
el maremoto y publicaría sus reflexiones en la revista de la Academia londi-
nense.
Como séptima, última y determinante manifestación de desencuentro
considero las escasas referencias a Jorge Juan (sólo 2 y frías, distantes y
formales) en su extensa obra final Conversaciones con mis tres hijos al servi-
cio de la Marina, cuyo contenido expresa con nitidez que su concepción acer-
ca de los conocimientos que deben adquirirse en la Armada son divergentes de
los asumidos en la concepción de Juan.
A fin de cuentas Ulloa se retira, piensa y vive como marino y no como
científico, siendo así que Juan había transitado de hecho, hacía mucho tiempo,
de la marina hacia la ciencia y las responsabilidades educativas de mayor
envergadura, como la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando y el
Real Seminario de Nobles.

Aspectos humanos: dos tipologías netamente diferentes

Parece conveniente completar las reflexiones precedentes con unos retra-


tos que reflejen algunos aspectos de índole personal para que la aproxima-
ción a sus respectivos talantes haga más fácil la comprensión de algunos
aconteceres. Los haremos también en paralelo y a la luz de las cronobiografí-
as paralelas.
Primero. La diversidad de orígenes y educación. Juan, huérfano de padre,
se educó «protegido» en Zaragoza y posteriormente además «recluido» en la
isla de Malta, dedicado al estudio de libros, llegando a profesar como Caballe-
ro de la Orden de San Juan. Adquiere así una formación intelectual señorial.
La continúa en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz a partir de 1729
donde prioritariamente se dedica al estudio hasta la salida hacia América en la
expedición geodésica de 1735.

88
Ulloa, segundo hijo de una extensa familia de diez hermanos, a los 14 años
se embarca como aventurero, voluntario, hacia América realizando viajes
marineros durante dos años. Adquiere así en edad juvenil una dura formación
humana en la difícil vida del mar y los puertos, de modo que su preparación es
eminentemente práctica y queda, sin duda, curtido para la vida. Su ingreso en
la Academia tuvo lugar en 1733 por lo que poco pudo estudiar hasta el
momento de ser seleccionado como compañero de Juan en la Comisión al
Ecuador.
De esta manera puede verse que los inicios humanos y las preparaciones
intelectuales fueron extremadamente distantes, pero confluirían en una reali-
dad común: la Academia de Guardias Marinas en Cádiz y desde entonces en
la Armada española: el uno desde el enfrentamiento con los libros, el otro
desde sus transitares por los mares.
Segundo. Se sabe que Juan, en su condición de comendador de Aliaga,
perteneciente a la referida orden de San Juan, debía permanecer célibe, situa-
ción que, tanto en su vida de marino como en la de científico intelectual
gobernante de la segunda mitad de su existencia, era cuando menos extraña y
ciertamente constituye otra nota destacada para el conocimiento de la historia
personal (15) del gran ilustrado español. Por lo que respecta a Ulloa, está bien
documentada su condición de mujeriego, y se casó, digamos normalmente ―
aunque bastante tarde, a los cincuenta años, por poder desde Luisiana en Lima
con una ilustre damita de 19 años que había conocido con 17 durante su estan-
cia en Huancavélica― y fue padre de familia numerosa, nada menos que de
nueve hijos.
Tercero. Se sabe que Juan era vegetariano y de formas exquisitas, lo que
para la época también resultaba chocante. Ulloa fue a estos efectos, digamos,
sólo, normal.
Cuarto. Jorge Juan desea tranquilidad, reposo, estudio, aunque actúe
(ejemplo de esto son todas sus numerosas actuaciones como ingeniero, como
espía, como director de centros y personas y como diplomático). Disfruta al
máximo escribiendo en Cádiz su grande obra, el Examen Marítimo. La
biografía de Ulloa muestra que necesita y desea movimiento, acción, mando,
aunque también ―y mucho― reflexione.
Quinto. Jorge Juan crea o al menos pretende crear su mundo, sale del
mundo que le rodea con la intención de hacer otro. Ulloa está en el mundo
que existe y quiere vivirlo a tope.
Añadamos unas cuantas notas más.
Juan: sereno, equilibrado, apacible y apaciguador, diplomático, lineal.
Ulloa: fácilmente excitable, vigoroso, a veces imprudente, problemático.

(15)  véase para el concepto historia personal la obra de F. ALONSO-FERNáNDEZ Historia


personal de los Austrias españoles. Madrid-México, Fondo de Cultura Económica, 2000; y
como complemento González de Posada (2002): «Francisco Alonso-Fernández, pionero de la
psicohistoria en España», en Francisco Alonso-Fernández. Psiquiatría en la clínica, en la
sociedad y en la cultura, núm. 195 de la revista Anthropos, Madrid.

89
Ulloa desea mando de buques o escuadras, gobiernos de minas o regiones.
Juan busca tranquilidad aunque obedezca… mandando.
Son especialmente significativas sus respectivas concepciones divergentes
sobre la esencia de la educación del marino: el navegar-combatir o el estudiar
con fundamentación matemática.
Estas consideraciones paralelas muestran que las biografías de Juan y
Ulloa exhiben dos talantes, dos espíritus, de modos de entender la vida. Jorge
Juan extraño, excepcional y atípico; Ulloa, bastante normal.
Jorge Juan acabó en Madrid, nuevo centro (con Cádiz) de las Españas del
xvIII; Ulloa en el corazón de la Armada, aquí, en la Isla de León.
De Jorge Juan puede afirmarse que no acabó marino, sino alto funcionario:
Director del Seminario de Nobles, Consiliario de la Real Academia de Bellas
Artes, escritor científico e ingeniero, al margen de la navegación y de la
gobernación de barcos y de las tareas propias de la Marina. Ulloa fue siempre
marino. Al final de su vida, en los 25 años de residencia en esta Isla de León,
«muy marino», si se quiere «más marino» que nunca: Comandante de la Flota
de Indias, participación en las campañas de las Azores y cabo Espartel,…
Almirante,… y antes del descanso definitivo sus Conversaciones con sus tres
hijos al servicio de la Marina, texto que expresa la más clara manifestación de
su esencia de marino.

El necesario tránsito desde la unidad dual a la dualidad divergente

Aunque sea en síntesis muy apretada, tras las múltiples manifestaciones de


desencuentros exhibidas y los retratos de los personajes, es de esperar que
vosotros no tendréis dificultad en rechazar la tesis –mejor, leyenda- de la
unidad dual o de la santa dualidad referida a los dos primeros y máximos
representantes de la Ilustración española, Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
En resumen, en la visión de la historia española del siglo xvIII, de nuestra
Ilustración, de la constitución de la ciencia europea y en las biografías de
estos marinos científicos debemos transitar desde la leyenda de la unidad dual
hacia la realidad de la dualidad divergente en correspondencia con el proceso
vital de ambos que inician conjuntamente como marinos españoles científicos
portadores de unas personalidades muy distintas y tales que sus vidas se sepa-
ran distanciándose progresivamente.

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(16)  Edición de 500 ejemplares numerados y no venales impresa el 17 de septiembre de


1936 en Madrid. He dispuesto del dedicado a Alfredo Salvetti, su suegro, por amabilidad de su
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92
ANTONIO DE ULLOA.
EL ECLIPSE TOTAL DE SOL
DEL 24 DE JUNIO DE 1778

Teodoro LóPEZ MORATALLA


Capitán de Navío, Doctor en CienciasFísicas,
Subdirector del Real Observatorio
de la Armada

Introducción

Sin duda es conocida y reconocida la actividad desarrollada por el ilustre e


ilustrado marino don Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt, durante la famosa
expedición para la medición de un arco de meridiano. Tras esta campaña,
realizada entre 1735 y 1744, Ulloa permaneció «en seco» treinta años, hasta
que en la parte final de su carrera y a petición propia fue nombrado jefe de
escuadra de la Flota de Nueva España, bajo la consigna de «ir y volver con la
presente Flota», con un valioso cargamento de oro acuñado y en barras, plata
acuñada y en lingotes, grana y añil, y cobre que, en su mayor parte, se estibó
en las sentinas como lastre. La campaña, realizada entre 1776 y 1778, fue la
última del sistema de navegación ultramarina con buques navegando en
conserva, antes del fin del monopolio del comercio de las colonias españolas,
que únicamente podían mantener relaciones comerciales con el puerto de
Cádiz (1).
Esta etapa de nuestro marino es analizada en detalle por el almirante Alberto
Orte Lledó en El jefe de escuadra Antonio de Ulloa y la Flota de Nueva España,
1776-1778 (ORTE LLEDó, 2006), libro en el que se describe con rigor todo lo acae-
cido durante el viaje de ida, la estancia en América y el tornaviaje; en la segunda
parte de la obra, el almirante Orte analiza la observación del eclipse solar reali-
zada por Ulloa. Los pormenores de esta observación los describe minuciosa-
mente el propio Ulloa en la memoria que eleva a Carlos III (ULLOA), cuya
portada se presenta en la figura de la página posterior (en lo sucesivo, nos
referiremos a ella como la Memoria). Una edición facsímil de este trabajo se
incluye en el estudio preliminar realizado por Francisco de Solano (SOLANO,
1992), que también es obligado citar aquí.

(1)  El monopolio lo ostentó Sevilla hasta 1717, año en que la Casa de Contratación se
traslada a Cádiz.

93
Como indica el título de estas notas,
nos centraremos en el eclipse solar del
24 de junio de 1778, con el que Anto-
nio de Ulloa puso fin a su actividad
científica. Sin dejar de lado el carácter
histórico que caracteriza esta revista,
abordaremos fundamentalmen-
te los aspectos astronómicos de la
observación del eclipse, con la que
Ulloa pretendía mejorar la longitud
geográfica conocida del cabo de San
vicente.
El cálculo de la longitud en la mar
era un tema aún candente en ese tiem-
po. Con el comienzo de los viajes
transoceánicos surge la necesidad de
mejorar los métodos de navegación,
necesidad que fue sentida rápidamen-
te por los gobiernos europeos, que
promovieron la búsqueda de una
solución para el problema de determi-
nar la longitud en la mar (2). Pocos
Portada de la Memoria de Ulloa sobre la años antes de la campaña de Ulloa
observación del eclipse de sol de 1778 como jefe de escuadra, se habían
obtenido las dos soluciones que
empezaban a difundirse y que convi-
vieron durante todo el siglo xIx: el método de las distancias lunares y el méto-
do de los cronómetros. El Almanaque Náutico británico, con inclusión de las
distancias lunares, había aparecido en 1767 y el español no lo haría hasta
1791, fecha en que se editó el Almanaque Náutico y Efemérides Astronómicas
para el año bisiesto de 1792, primeras efemérides españolas de carácter
nacional y cuartas del mundo.
En tierra, el problema admitía diversas soluciones que eran impracticables
desde la mar, debido a la complejidad de la observación de los fenómenos en
las que se basaban. Desde el siglo xvI, se utilizaron métodos como la observa-
ción de los satélites de Júpiter (3), las ocultaciones de planetas y estrellas por

(2)  En 1598 la Corona española fue la primera en convocar un concurso internacional,


con un premio de 6.000 ducados y 2.000 de pensión anual vitalicia para quien encontrase una
solución al problema de calcular la longitud en la mar. A la convocatoria concurrió el propio
Galileo Galilei, que propuso un método basado en la observación de los eclipses de los satélites
de Júpiter. La iniciativa española fue imitada por otros países como Holanda en 1636, Francia
en 1715 y Gran Bretaña, que en 1714 constituyó el Board of Longitude, que estableció el
Premio de la Longitud para incentivar la resolución del problema de la longitud. El problema
no se resolvió hasta la segunda mitad del siglo xvIII.
(3)  Por ejemplo, en 1724 Louis Feuillée aplicó este método para establecer la posición de
a isla de El Hierro y del pico del Teide con respecto al observatorio de París. Luis Godin y

94
la Luna (4) o los eclipses de Sol y Luna (5). En palabras de Jorge Juan y
Santacilia, «los eclipses de Sol y Luna llegaron a anunciarse por medio del
estudio astronómico y con ello se pudieron medir las diferencias en longitud
que, acompañadas de las de latitud que se anticiparon, dieron el método de
colocar en los mapas los lugares y de perfeccionar aquellos» (6).
Con los métodos e instrumentos de navegación de la época, la observación
desde la mar de un eclipse solar no era el procedimiento más indicado para
calcular la longitud de un punto de tierra que no estaba a la vista. Como
además Ulloa no disponía de los instrumentos adecuados para tal observación,
no se pudo lograr el objetivo de calcular la longitud del cabo de San vicente.
No obstante, la observación del eclipse proporcionó resultados relevantes para
la época, de los que se hicieron eco las principales academias científicas euro-
peas. En cierto sentido, Ulloa fue muy afortunado, pues pudo apreciar lo que
él llamó «el anillo refractario de sus rayos», siendo esta una de las primeras
observaciones científicamente documentadas de la corona solar. Pero Ulloa
también pudo observar un fenómeno al que aún hoy en día no se ha dado una
explicación definitiva; se trata del «punto luminoso» que vio sobre la superfi-
cie de la Luna durante la fase de totalidad y que pertenece a la categoría de
Fenómenos Lunares Transitorios.
Forzosamente limitados en extensión, analizaremos las circunstancias
que rodearon el eclipse y su observación, la justificación que hizo Ulloa de
los atípicos fenómenos observados y cuál es la explicación real o más plau-
sible de los mismos. Para una mejor comprensión de las peculiaridades, el
alcance y la dificultad de la observación realizada por Ulloa, es deseable
conocer, al menos de forma básica, en qué consisten y cómo se producen
estos fenómenos. En el entendido de que muchos de los posibles lectores
pueden no tener estos conocimientos, se han incluido a lo largo del texto las
explicaciones necesarias de aquellos conceptos que se consideran importan-
tes, procurando no ser demasiado exhaustivos. Los cálculos y figuras de este

Jorge Juan también utilizaron los satélites de Júpiter en 1753 para calcular la longitud del Real
Observatorio de Cádiz, año en que comenzó su andadura bajo la dirección de Godin. Traslada-
do en 1798 a la la Isla de León, hoy ciudad de San Fernando, el Real Instituto y Observatorio
de la Armada es el observatorio astronómico más antiguo de España.
(4)  La utilización de las ocultaciones de estrellas y planetas por la Luna fue propuesta por
Edmund Halley a finales del siglo xvII para el cálculo de la longitud. En una adición al Almana-
que Náutico para 1804, el héroe de Trafalgar, Cosme Damián de Churruca, utiliza la observa-
ción de la ocultación de Aldebarán por la Luna, que él mismo realiza en Puerto Rico el 21 de
octubre de 1793, para calcular la diferencia de longitud entre París y Puerto Rico, comparándo-
la con los resultados obtenidos por Lalande, Mechain y Triesnecker.
(5)  Por citar algún ejemplo, en una Adición al Almanaque Náutico para 1806,
Gabriel Ciscar describe la utilización del eclipse de Sol del 11 de febrero de 1804 para
calcular las diferencias de longitud entre Palma de Mallorca, Cartagena, Madrid y la Isla de
León, hoy San Fernando; y en la Adición de José de la Cuesta al Almanaque Náutico para
1807 se comprueba la «diferencia de meridianos entre el Observatorio antiguo de Cádiz y
el Nacional de París», con los datos de la observación del eclipse de Sol del 16 de agosto
de 1803.
(6)  SOLANO (1992), p. vII.

95
eclipse solar que se presentan más adelante, han sido realizados exprofeso
por el autor.

Consideraciones generales sobre eclipses solares. El eclipse total de Sol


del 24 de junio de 1778

En términos generales, un eclipse es la «ocultación transitoria total o


parcial de un astro por interposición de otro cuerpo celeste» (DRAE). Para
que esta ocultación se produzca, debe ocurrir la alineación de los tres astros
implicados. Así, cuando se alinean el Sol, la Luna y la Tierra, y en este orden,
se producirá un eclipse de Sol visto desde la Tierra; mientras que si es la
Tierra la que se alinea entre el Sol y la Luna, tendrá lugar un eclipse de Luna
(7). De lo anterior se desprende que los eclipses de Sol siempre se producen
cuando hay luna nueva y los de Luna cuando nuestro satélite se encuentra en
la fase de luna llena.
Aunque el Sol es unas cuatrocientas veces más grande que la Luna,
también está unas cuatrocientas veces más lejos, de forma que desde la Tierra
ambos astros tienen un tamaño de aproximadamente medio grado, con lo que
la Luna puede llegar a ocultar completamente al Sol.
La Luna describe una órbita alrededor de la Tierra que es aproximadamen-
te elíptica, por lo que no siempre está a la misma distancia y, por tanto, no
siempre la vemos con el mismo tamaño. El mayor tamaño aparente es de unos
34´ y se produce cuando la Luna se encuentra en el perigeo, a unos 356.500
km de la Tierra; si además hay luna llena, se producirá una «superluna»,
término poco científico pero muy utilizado últimamente por los medios de
comunicación. Cuando la Luna se encuentra en el apogeo, a unos 406.700 km
de distancia, su disco aparente será de unos 29,5´, su menor tamaño. Algo
similar sucede con el Sol, aunque su tamaño aparente varía entre 32,6´ y
31,4´. Los tamaños relativos de los discos darán lugar a diferentes tipos de
eclipses de Sol, como se verá enseguida.
Al tapar la luz del Sol, la Luna proyecta el denominado cono de sombra,
que se obtiene al trazar las tangentes exteriores de los limbos (es el cono negro
de la figura siguiente). Si trazamos las tangentes interiores de los limbos, obte-
nemos el denominado cono de penumbra, de color gris en esta figura. La línea
que une los centros del Sol y la Luna se denomina eje de la sombra.
El desarrollo de un eclipse de Luna es el mismo para todos los puntos de la
Tierra y la única condición para observarlos es que la Luna esté por encima
del horizonte y, evidentemente, que no haya nubes. Por el contrario, la visibi-
lidad y la forma en que se desarrolla un eclipse de Sol dependen del lugar de

(7)  En principio, el término «eclipse» también incluiría el caso de un planeta (forzosa-


mente Mercurio o venus) que se interpusiese entre el Sol y la Tierra, fenómeno que se conoce
como tránsito del planeta por el disco solar, o el caso en el que la Luna tapa la luz de una
estrella o planeta, que se conoce como ocultación.

96
observación; en función de donde nos encontremos, el eclipse será más o
menos profundo o incluso no se producirá.
Cuando la Tierra corta el eje de la sombra y las distancias relativas son tales
que el disco de la Luna es mayor que el del Sol, el vértice del cono de sombra
quedará dentro de la Tierra y se producirá un eclipse total de Sol, que es el tipo
de eclipse que observó Ulloa. En un instante dado, habrá una pequeña zona de
la superficie terrestre, la intersección de esta con el cono de sombra, desde la
que el Sol estará totalmente oculto por la Luna. Al mismo tiempo, los puntos
de la Tierra situados en el interior del cono de penumbra verán que la Luna
tapa parcialmente el disco solar, como si le hubiese dado un mordisco. En ese
mismo instante, los puntos del hemisferio terrestre iluminado por el Sol que se
encuentran fuera de los conos verán el disco solar al completo. En la parte
parte superior de la figura de la página 99 se ha ilustrado esta situación.
En la parte central de la figura mencionada se presenta una situación simi-
lar a la anterior, pero con el disco lunar más pequeño que el solar, de forma
que el vértice del cono de sombra es exterior a la superficie terrestre. En este
caso, la Luna no llegará a tapar completamente al Sol y los lugares situados en
el interior del cono de sombra verán cómo la Luna se encuentra inmersa en el
Sol, dejando ver un anillo del disco solar. Cuanto más próximo esté el lugar de
observación al eje de la sombra, más simétrico será el anillo. Este tipo de
eclipse se conoce como eclipse anular.
Finalmente, si durante el desarrollo del eclipse la Tierra no llega a cortar el
cono de sombra, pero sí el de penumbra, el Sol estará parcialmente oculto por
la Luna, como mucho. Hablaremos en este caso de un eclipse parcial de Sol,
que se ilustra en la parte inferior de la figura de marras.
Durante el desarrollo de un eclipse, los conos de penumbra y sombra,
representados para un instante concreto en la figura, se van desplazando sobre
la superficie terrestre. Lógicamente, es el cono de penumbra el primero en
tocar la Tierra, adentrándose paulatinamente en ella. Los conos se desplazan
de oeste a este, debido al movimiento relativo de los cuerpos, hasta que salen
por la parte oriental de nuestro planeta. En la figura de la página 100 se
presenta una sucesión de imágenes de la evolución de los conos sobre la
Tierra durante el eclipse de Sol del 24 de junio de 1778; el cono de sombra es
la pequeña zona negra que aparece a partir de la tercera imagen.
Uno de los elementos que se facilitan en las predicciones de los eclipses
realizadas por las oficinas de efemérides son las denominadas circunstancias
generales del eclipse, que, entre otros datos, contienen las horas de principio
y fin del eclipse (instantes de los contactos del cono de penumbra con la
superficie terrestre), las horas de principio y fin de la fase de totalidad
(contactos del cono sombra con la Tierra) y la hora del máximo del eclipse a
nivel global (8).

(8)  El máximo del eclipse de las circunstancias generales de un eclipse total corresponde
al momento en que desde la superficie terrestre es máxima la relación entre el tamaño aparente
de la Luna y del Sol.

97
Las circunstancias generales del eclipse total de Sol del 24 de junio de
1778 fueron las siguientes:
Principio del eclipse ....................................................12h 59.8m UT
Principio del eclipse total ...........................................3h 55.8m UT
Máximo del eclipse ....................................................15h 34.6m UT
Duración totalidad en el máximo ................................5m 52s
Anchura zona totalidad en el máximo.........................255 km
Magnitud máxima .......................................................1,035
Fin del eclipse total .....................................................17h 13.4m UT
Fin del eclipse .............................................................18h 09.4m UT (9).

Habitualmente también se realizan mapas de visibilidad de los eclip-


ses, que no son sino la superposición de las trayectorias de los conos de
penumbra y sombra sobre la superficie terrestre, mostradas en la figura de
la página 100 El mapa de visibilidad del eclipse total de Sol del 24 de
junio de 1778 se presenta sin rotular en la figura de la página 101 El
eclipse pudo observarse como total en la estrecha franja que cruza casi
horizontalmente desde el Pacífico hasta áfrica; en los lugares situados
dentro de los límites dibujados, el eclipse se desarrolló como parcial,
menos profundo cuanto más alejados de la zona de totalidad; en el inte-
rior de los lóbulos laterales, el Sol salió (lóbulo izquierdo) o se puso
(lóbulo derecho) eclipsado; y para los puntos por fuera de los límites no
se produjo eclipse. El pequeño punto dibujado sobre el lóbulo izquierdo
es el lugar de la Tierra que primero observó el comienzo del eclipse, que
además coincidió con la salida del Sol; análogamente, el punto del lóbulo
derecho es el último lugar que observó el final del eclipse, a la puesta del
Sol. Las líneas de trazo discontinuo corresponden a los lugares en los que
el eclipse comienza (trazo estrecho) o finaliza (trazo ancho) a la misma
hora exacta; no son sino el límite de la penumbra sobre la superficie
terrestre a la hora en cuestión.
Para un observador situado en un lugar en la zona de la totalidad, el eclip-
se comenzó con el contacto exterior de los limbos del Sol y la Luna, el prin-
cipio de la fase parcial; desde ese instante, la Luna fue ocultando cada vez
más el disco solar, hasta que se produjo el contacto interior de los limbos,
que supuso el principio del eclipse total, tras la totalidad, el desarrollo del
eclipse fue el inverso al comentado. La fase de totalidad de un eclipse solar
puede durar desde unos segundos hasta unos siete minutos y medio, como
máximo; durante ella se producirá la mínima distancia entre los centros del

(9)  UT son las siglas de Tiempo Universal, que es el tiempo medio del meridiano de
Greenwich definido por el movimiento aparente del Sol; es lo que en ocasiones se sigue deno-
minando GMT (Greenwich Mean Time), aunque esta notación está desaconsejada por la Unión
Astronómica Internacional desde los años cuarenta del pasado siglo. En el epígrafe titulado «La
observación desde El España» (ver infra) se trata el tema de la hora que solían utilizar los mari-
nos de la época en sus navegaciones.

98
Mecanismo de los eclipses de Sol. Arriba, eclipse total; centro, eclipse anular; abajo, eclipse
parcial

Sol y la Luna, instante que se corresponde con el máximo del eclipse en ese
lugar.
De forma similar a las circunstancias generales antes mencionadas, las
predicciones del desarrollo del eclipse que se realizan para un lugar concreto
se denominan circunstancias locales. Entre otros datos, están compuestas por
las horas de principio y fin del eclipse (contactos exteriores de los limbos), las
de principio y fin del eclipse total (contactos interiores de los limbos) y el
instante del máximo del eclipse.
Como ya se ha comentado, los eclipses solares se producen forzosamente
en luna nueva, pero no siempre que la Luna está en esa fase hay un eclipse de
Sol. Esto se debe a que la órbita de la Luna no se encuentra en el mismo
plano que la órbita de la Tierra alrededor del Sol (el plano de la eclíptica),
sino que está inclinada unos 5° respecto a este. Para que haya un eclipse solar

99
Evolución de los conos de penumbra y sombra sobre la superficie terrestre, durante el eclipse
total de Sol del 24 de junio de 1778. La zona gris es la penumbra y la pequeña zona negra la
sombra

no es suficiente con que sea luna nueva; además, la Luna debe encontrase en
el plano de la eclíptica o muy próxima a él, cerca de los denominados nodos
de la órbita. Las dos condiciones se producen cada seis meses, aproximada-
mente.
Aunque pueda parecer un fenómeno poco frecuente, cada año se producen
al menos dos eclipses solares; como máximo pueden producirse cinco, aunque
esto sucede excepcionalmente (10). Pero debido a que los eclipses de Sol no
se observan desde todos los puntos de la Tierra, sino que su visibilidad se
limita a una zona concreta, hay bastantes años en los que ninguno es visible
desde un lugar determinado.

(10)  El último año con cinco eclipses solares fue 1935 y el próximo será 2206.

100
Mapa de visibilidad del eclipse total de Sol del 24 de junio de 1778

Salida de Tenerife

La Flota de Nueva España había salido de La Habana el 9 de marzo, arri-


bando a Santa Cruz de Tenerife el 21 de mayo con un retraso considerable
respecto a lo previsto. La anómala duración del tornaviaje se debió a la derro-
ta impuesta por el ministro González de Castejón y Salazar que, con el fin de
evitar encuentros con buques enemigos y asegurar el cargamento de la flota,
obligó a Ulloa a atravesar la zona de calmas ecuatoriales y navegar con vien-
tos contrarios, de componente este. Las instrucciones recibidas también impo-
nían recalar en Tenerife, en lugar de dirigirse directamente a Cádiz, y otras
normas como «no hablar con embarcación alguna que descubriese». Con todo,
Ulloa calificó la travesía como «viaje felicísimo», durante el cual la flota
apenas se dispersó y casi no hubo avistamientos de otros buques.
A pesar del retraso acumulado, Ulloa tardó diez días en salir de Tenerife,
ante lo cual, algunos autores se han cuestionado las razones de esta tardanza
(11). Nuestra opinión coincide con la del almirante Orte, que defiende que

(11)  Por ejemplo, el prestigioso historiador José Luis Comellas García-Llera, en el prólo-


go a ORTE LLEDó (2006), dice: «¿Retrasó su salida de Canarias con el objeto de estudiar el fenó

101
Derrota seguida por la Flota de Nueva España desde Tenerife hasta la observación del eclipse

Ulloa no buscó en modo alguno poder observar el eclipse. La salida la había


fijado el almirante para el día 24, pero debido a la lenta aguada del navío
Dragón se vio obligado a retrasarla, primero al 26 y luego al 28. Se habían
previsto dos derrotas: una dejaba la Punta de Anaga por babor y, tomando
resguardo suficiente a levante de Madeira, subía hasta la latitud del cabo de
San vicente, desde donde se debía arrumbar al este; la otra derrota se dirigía
por el sur de las islas, pasaba entre Madeira y Azores y finalmente confluía
con la primera en la latitud de San vicente. El día 28 la flota intentó hacerse a
la mar, pero no lo consiguió a causa de un inesperado cambio de viento, que
incluso puso en riesgo de abordaje a algunos buques. En los días siguientes se
volvió a intentar la salida sin éxito, hasta que el día 31 la flota se hizo a la
mar, pero al tener la corriente en contra, el rumbo hacia la Punta de Anaga
resultó prácticamente imposible, por lo que se decidió efectuar la salida hacia
el sur y seguir la segunda de las derrotas previstas.
En la figura de esta misma página se ha representado sobre una imagen de
Google Maps la derrota seguida por la flota hasta el 24 de junio, fecha del
eclipse (12). Las posiciones se han tomado del gráfico vI de ORTE LLEDó

meno en el punto adecuado (la centralidad tuvo lugar a lo largo de una línea entre las Azores y
el norte de áfrica), o bien se trató de una simple casualidad?».
(12)  A mediados de abril, en el viaje de La Habana a Tenerife, la flota estaba próxima a la
longitud 30° O. Ante los vientos contrarios y la imposibilidad de alcanzar Tenerife navegando

102
(2006), que a su vez las calcula de las posiciones geográficas facilitadas por
Ulloa en las tablas de variaciones magnéticas que presenta en su Memoria (13).
En esta figura también se ha representado en trazo discontinuo la línea de
centralidad del eclipse (trayectoria del eje de la sombra) y en trazo rojo
continuo los límites norte y sur de la zona de totalidad, dentro de la cual el
eclipse se observó como total. Estas líneas han sido calculadas por al autor y
difieren ligeramente de las del gráfico vI de ORTE LLEDó (2006), probable-
mente por haberse utilizado aquí efemérides y métodos de cálculo más
precisos.
La salida de Tenerife se realiza con vientos de componente norte, que van
rolando al noreste en las siguientes singladuras, para volver a rolar al norte.
Alrededor del 10 de junio, el viento pierde intensidad, ralentizándose la
marcha de la flota, hasta que sobre el día 20 se establece viento bastante cons-
tante del oesnoroeste. Ulloa conocía las circunstancias del próximo eclipse,
por lo que a la salida de Tenerife debía saber que este sucedería antes de la
llegada a Cádiz, que finalmente se produjo el 29 de junio. Pero probablemente
no sería hasta el día 20 cuando tuvo una idea aproximada de dónde iba a reali-
zar la observación. Sin embargo, como se verá más adelante, hasta el mismo
momento de la observación no supo que se encontraba dentro de la zona de la
totalidad, hecho comprensible si tenemos en cuenta la incertidumbre en el
cálculo de la posición del buque y de las predicciones de las efemérides astro-
nómicas de la época.

Efemérides e instrumentos disponibles

Ulloa contaba a bordo con las efemérides astronómicas británicas, The


Nautical Almanac and Astronomical Ephemeris, y francesas, La Connaissan-
ce des Temps, ambas para 1778 (14). En ellas se facilitaban las circunstancias
generales del eclipse y las circunstancias locales para Greenwich y París,
respectivamente. Las efemérides francesas también incluían una descripción
somera de la línea de la centralidad: «… cruzará la Luisiana, las Azores,
entrará en áfrica por el Cabo Espartel…». Sin duda que esta información era
insuficiente para conocer si El España se encontraba en una situación adecua-
da para observar la fase total del eclipse.

al sur del paralelo 32° N, tal y como le habían fijado, Ulloa convoca la Junta de Pilotos y
Comandantes, en la que se decide arrumbar al norte para buscar vientos favorables, pasando al
norte de las Terceras. La derrota seguida fue tal que la flota se encontraba a primeros de mayo
en la misma zona que el 24 de junio, por lo que podía haber acortado su viaje en más de un
mes, de no haber tenido la obligación de recalar en Tenerife, en cuyo caso no habría observado
el eclipse de Sol.
(13)  Las variaciones magnéticas de esta navegación se encuentran referidas al meridiano
de Tenerife (pico del Teide) y se presentan en la pág. 37 de ULLOA.
(14)  Como ya se ha indicado, las primeras efemérides españolas, cuartas del mundo, se
publicaron en 1791 con el nombre de Almanaque Náutico y Efemérides Astronómicas para el
año bisiesto de 1792.

103
Es muy posible que Ulloa tuviese más datos sobre el eclipse, obtenidos
durante su estancia en México, donde tuvo contacto con el notable astrónomo
José Antonio de Alzate y Ramírez, con el que probablemente pudo consultar la
predicción del eclipse realizada por Lalande (1774), que incluía el mapa del
eclipse que se presenta en la figura de la página 105; en él se aprecia que la zona
de la totalidad se aproxima bastante a la calculada con métodos actuales (ver
figura de pág. 101). También tuvo relación con Joaquín velázquez de León y
probablemente con Antonio de León y Gama, astrónomos que realizarían la
observación del eclipse desde Ciudad de México. Este último había estudiado el
fenómeno en profundidad, realizando sus propios cálculos sobre el desarrollo
del mismo. Sus predicciones las publicó con posterioridad al eclipse en una
completa obra (LEóN Y GAMA), en la que incluyó una descripción de la observa-
ción realizada desde México. El trabajo de León y Gama contenía una detallada
información de cómo se desarrollaría el eclipse en México, así como un conjun-
to de tablas bastantes precisas, con los límites de las zonas de visibilidad.
Aunque la publicación de esta obra fue posterior a la salida de veracruz, es muy
posible que Ulloa tuviese acceso anticipado a los cálculos de León y Gama.
La flota salió de veracruz el 16 de enero de 1778, más de cinco meses
antes de la fecha del eclipse de Sol. Ulloa desconocía la derrota tan inapropia-
da que se le iba a imponer en las instrucciones que recibió en la escala en
sobre lacrado, y que no abriría hasta unos días después de salir de este puerto.
Es difícil imaginar que en sus planes entraba la posibilidad de observar el
eclipse desde la mar, por lo que, aunque hubiese tenido acceso a las prediccio-
nes referidas en el párrafo anterior, nada hace suponer que dispusiese de ellas
para preparar la observación en la mar.
Algo similar sucedió con los instrumentos utilizados, que se limitaron al
material propio de la derrota de a bordo, que no era el adecuado para este tipo
de observación. La instrumentación disponible era:

― 2 anteojos acromáticos de 3 y 4 pies, respectivamente (91 y 122 cm)


― 3 anteojos de 0,5, 2 y 2,5 pies, respectivamente (15, 61 y 76 cm)
― 1 anteojo de teatro
― 1 octante
― 2 relojes de bitácora sin segundero
― 1 reloj con segundero, averiado.

La única ventaja que presentaban los anteojos de derrota frente a los teles-
copios refractores astronómicos era que no invertían las imágenes, lo que
hacía más sencillo la búsqueda y el seguimiento del Sol. El resto eran todo
inconvenientes, pues los anteojos eran apropiados para la observación de
buques en el horizonte, pero no para el seguimiento en altura de un astro. Los
anteojos acromáticos eran los que tenían mejores características ópticas y
mayores aumentos, pero debido a sus grandes dimensiones y a su menor
campo visual, resultó difícil su manejo, dificultad incrementada por tener que
mantener a mano, por delante del objetivo, el filtro que permitiese la observa-

104
Mapa del eclipse del 24 de junio de 1778, tomado de las Efemérides de Lalande (1774) que se
conservan en el Real Instituto y Observatorio de la Armada (sign. ROA-09787)

ción del Sol. De esta dificultad da cuenta el propio Ulloa en la descripción de


la observación, al explicar por qué no se apreció el instante del comienzo del
eclipse:

«No fue posible, por más que se deseó, observar el instante en que empezó el
Eclipse, porque siendo incierto el cálculo y el movimiento del Navío, aunque
entonces bien pequeño; siempre bastante para no permitir que se mantubiese (sic)
el anteojo fixo por algún rato sobre el Astro, causaba fatiga en la vista, y mucha
penalidad en el cuerpo; siendo preciso sostenerlo en el aire, y corregir con un
movimiento contrario al que hacía el Navío lo que su dirección se apartaba de él: y
solo podía conseguirse en fuerza de la costumbre que se hace en las Navegaciones
con el manejo de los anteojos para mirar a los otros Navíos; pues el que no la
tubiese (sic) no podría usar de ellos para las observaciones de los Astros: Además
de esto, siendo el cuerpo del Sol el que se había de mirar con el anteojo, era preci-
so añadir un vidrio obscuro delante del ocular, cuya addición dificultaba más la
operación, haciéndola más trabajosa» (15).

(15)  ULLOA, p. 3.

105
Resultaron de más utilidad los anteojos pequeños que, aunque con una
óptica peor, eran más adecuados para la precariedad de la observación realiza-
da desde El España. El octante se utilizó para medir las alturas del Sol durante
el desarrollo del eclipse.
Desde el punto de vista astrométrico, la observación realizada por Ulloa
fue poco relevante. Primeramente debido a la incertidumbre en la posición
geográfica desde la que se realizaron las observaciones, cuya causa hay que
buscarla tanto en el andar del buque como en la poca precisión de los métodos
utilizados para el cálculo de la situación en esa época. Pero además, la obser-
vación de los instantes de principio y fin de las fases del eclipse resultó poco
útil, por no disponer de un cronómetro adecuado para datar los contactos de
los limbos. Los relojes de bitácora no disponían de segundero y el que sí lo
tenía estaba averiado:
«… mi relox de segundos estaba descompuesto, y no habiendo tenido con anticipación
la noticia de que el Eclipse podía ser en el modo que se observó, ni menos idea alguna de
que sobreviniese estando la Esquadra en el mar, no fue dable haber tomado con anticipa-
ción providencias para hacerlo con todas las formalidades que se requerían» (16).

La observación desde El España

Además del propio Ulloa, en la observación del eclipse participaron el


capitán de fragata Joaquín de Aranda, el teniente de navío Pedro Winthuysen
y los dos pilotos de El España, que se encargaron de tomar las alturas del Sol
con el octante. Al mediodía del 24 de junio se determinó la latitud del buque
mediante la observación con el octante de la altura del Sol al paso por el meri-
diano superior del lugar, calculándose que el buque se encontraba en 37° 14´
N. Considerando que la situación era adecuada para recalar en el cabo de San
vicente, se decidió navegar al rumbo este hasta que se avistase dicho cabo,
maniobra con que Ulloa pretendía calcular la longitud de este punto, utilizan-
do las medidas que se obtuviesen a partir de la observación del eclipse. La
meridiana del Sol también se utilizó para determinar el instante del mediodía
local y poner en hora los relojes disponibles, probablemente mediante el
método de las alturas correspondientes (17). No obstante, por las característi-

(16)  Ibídem, p. 12. ORTE LLEDó (2006) comenta hasta en tres ocasiones que el reloj con
segundero de Ulloa se utilizó como contador de segundos para medir con precisión la duración
de la fase total o detención; en la Memoria de Ulloa no hemos encontrado mención al respecto,
aunque sí se considera dicho intervalo como preciso sin que se justifique la razón de ello.
(17)  El método de las alturas correspondientes consiste en determinar el mediodía local
observando la misma altura del Sol antes y después de su culminación. La hora que llevaban los
buques era la de «tiempo solar verdadero o aparente», que utilizaba el Sol (astro) como referen-
cia. Esta escala de tiempo está afectada por la falta de uniformidad que se deriva de la excentri-
cidad de la órbita terrestre y de la inclinación de dicha órbita respecto al ecuador de la Tierra,
inclinación que se conoce como oblicuidad de la eclíptica. Hasta el siglo xIx no se utilizó a
bordo el «tiempo solar medio» o «tiempo medio», basado en un sol ideal que recorre el ecuador

106
cas de los cronómetros que se han mencionado anteriormente, la precisión de
la sincronización debió realizarse al minuto de tiempo.
No hemos encontrado datos sobre qué tipo de relojes contaba Ulloa a
bordo de El España para realizar la observación, pero con seguridad que los
dos relojes de bitácora sin segundero carecían de la precesión de los que se
generalizaron a bordo de los buques durante el siglo siguiente (18). Sin la
avería del reloj con segundero del Jefe de Escuadra, la observación del eclipse
hubiese tenido probablemente más utilidad astrométrica que la que tuvo.
Como se acaba de comentar, El España arrumbó al Este antes de que
comenzase el eclipse, con lo que, al estar el Sol en acimuts oeste, éste se
produjo hacia la popa del navío. Las condiciones atmosféricas fueron inmejo-
rables, con cielo despejado y buena visibilidad. Soplaba viento del oesnoroes-
te de intensidad moderada, que impulsaba el buque a tres nudos con poco
balance y una escora soportable. La observación del eclipse se realizó desde la
galería, mientras que desde la toldilla los dos pilotos medían las alturas del
Sol.
El desarrollo del eclipse desde la situación de El España se ilustra en la
figura 7. El primer contacto exterior de los discos del Sol y la Luna (principio
del eclipse) se produjo en la parte inferior derecha del limbo del Sol, supuesto
el cénit arriba; en este instante el Sol se encontraba en acimut 257°, con una
altura de 55°. La Luna se fue desplazando hacia arriba y hacia la izquierda del
Sol ocultándolo cada vez más, hasta que se produjo el primer contacto interior
de los limbos, momento en el que el Sol quedó totalmente oscurecido y
comenzó la fase total del eclipse o, como llama Ulloa, la detención; el acimut
del Sol era 270° y su altura 4°. El Sol permaneció totalmente oculto hasta el
segundo contacto interior, a partir del cual se fue haciendo cada vez más visi-
ble, hasta que el eclipse finalizó por la parte superior izquierda del limbo
solar, con el Sol en acimut 279° y 28° de altura. El eclipse se prolongó duran-
te dos horas y dieciocho minutos y la totalidad o detención duró cuatro minu-
tos, que es un tiempo apreciable en este tipo de fenómenos, como se ha
mencionado al exponer las características de los eclipses de Sol.
Los marinos de El España no sabían la hora a la que se iba a producir el
fenómeno. La Luna no era visible antes del eclipse (fase nueva, muy próxima
al Sol), por lo que no tenían una referencia visual de la separación entre los

a velocidad angular constante (el «sol medio»); esta escala de tiempo corrige la irregularidad
del tiempo solar aparente. Más detalles sobre este tema se pueden consultar, por ejemplo, en
LóPEZ MORATALLA y GALINDO MENDOZA.
(18)  Los primeros cronómetros precisos que adquiere la Armada son los «relojes de
longitud» de Ferdinand Berthoud números 7, 9, 10, 12, 13, 14, 15 y 16, que llegan a Cádiz entre
septiembre de 1775 y mayo de 1776 (GONZáLEZ, 1998). Estos relojes son de los primeros cons-
truidos por Berthoud, que los fabrica después de la visita realizada a Inglaterra para examinar
los cronómetros de Harrison. Por las características de los dos relojes de bitácora de El España
(carecían de segundero), ninguno era uno de los Berthoud anteriores. Es posible que sí lo fuese
el reloj con segundero del Jefe de Escuadra, pero no hemos encontrado documentación al
respecto.

107
Simulación del desarrollo del eclipse desde El España.

astros y no podían estimar el tiempo que faltaba para la tangencia. Para obser-
var el principio del eclipse debían realizar un seguimiento continuo del Sol,
cuya dificultad se ha expuesto en párrafos anteriores, dificultad que se vio
incrementada por los 55° de altura a la que debían apuntar los anteojos. Como
consecuencia, a pesar de los esfuerzos realizados, no se pudo registrar el
primer contacto de los limbos.
Una vez comenzado el eclipse, conforme la Luna iba ocultando cada vez
más al Sol fue posible anticipar el instante de las siguientes fases y la observa-
ción se hizo menos dificultosa, al disminuir la altura del Sol sobre el horizonte
(unos 40° en la totalidad y 28 en el fin del eclipse). Las horas registradas de
las demás fases fueron:
Oscuridad total del disco del Sol................................3h 44m
Principio de la emersión.............................................3h 48m
Fin del Eclipse............................................................4h 48m

De estas horas Ulloa concluye que el medio del eclipse se produjo a las
3h 46m y que la duración de la fase total fue de 4m. Se constata la falta de un
reloj con segundero que hubiese permitido registrar las fases con una mayor
precisión.

108
Tanto por no disponer de unas efemérides lo suficiente precisas como por
la falta de precisión de la situación de El España, Ulloa no sabía que se
encontraba dentro de la zona de totalidad del eclipse y que iba a poder obser-
var el oscurecimiento total del Sol, y así se lo manifiesta al académico francés
Le Monnier en una carta fechada en Cádiz el 6 de octubre de 1778: «… me
sorprendió ver el eclipse total, no me lo esperaba».
Las horas registradas son de tiempo solar verdadero después del mediodía
(19), ajustadas al meridiano donde se encontraba el buque, es decir, hora
local. Tal y como se ha dicho, los relojes se habían sincronizado a la hora del
mediodía y desde entonces el buque había navegado a rumbo este a unos tres
nudos, aproximadamente. En rigor, al depender la hora local de la longitud del
observador, el ajuste de los relojes debía haberse realizado para cada uno de
los instantes observados; pero teniendo en cuenta la poca velocidad el buque,
sólo se tuvo en cuenta la distancia navegada hacia el Este hasta las 3h 30m,
que según Ulloa fueron 3,5 leguas marinas (10,5 millas náuticas); para la lati-
tud que se encontraba El España, esta distancia suponía una diferencia de 53
segundos de tiempo.
En la Memoria de Ulloa llaman la atención ciertas inconsistencias en rela-
ción con las horas registradas de las fases del eclipse. Por un lado, reconoce la
falta de precisión de los relojes, que impiden anotar los segundos de los tiem-
pos en que se producen los contactos de los limbos:

«… no se notaron los segundos por no ser fácil distinguirlos en el minutero,


tomándose el minuto que señalaba, porque de haberse detenido à hacer juicio de
ellos por estimación, se hubieran pasado los intervalos precisos del Eclipse sin
observarlos» (20),

pero al mismo tiempo, como se verá en el apartado siguiente, supone como


precisos los 4 minutos de duración de la totalidad, obtenidos por la diferencia
de horas del principio y fin de la fase total, horas que se habían redondeado al
minuto.
También sorprende el siguiente comentario:

«… también debe tenerse presente que en la 1 hora y 2 minut.s que medió entre
el medio del Eclipse y su fin, el Navío mudó de lugar, pasando al Este algo más de
una legua, por lo que el fin del Eclipse sucedió algunos instantes antes que si
hubiese permanecido en el mismo lugar en donde se empezó la Observación» (21).

Aunque la afirmación de Ulloa puede llegar a ser cierta cuando nos encon-
tramos en latitudes próximas a los polos y muy alejadas de la línea de la

(19)  En esta época, los astrónomos consideraban el mediodía como el comienzo del día y
así lo reflejaban en las efemérides astronómicas. No fue hasta el siglo siguiente cuando empezó
a considerarse el comienzo del día desde la medianoche.
(20)  ULLOA, p. 24.
(21)  Ibídem, 25.

109
centralidad, no es así en la situación desde la que se observó. Al contrario que
pasa con fenómenos como las salidas y puestas del Sol o los pasos por el
meridiano del lugar, que suceden antes cuanto más al este nos encontramos,
un eclipse de Sol se observa primero hacia el oeste, por lo que, al navegar El
España a rumbo este, el fin del eclipse se retrasó en lugar de adelantarse. No
obstante, la velocidad del buque era tal que el error podía despreciarse con los
medios de observación disponibles.
Durante la observación del eclipse, Ulloa tuvo la sensación de que las
horas de ocurrencia de las distintas fases diferían de las deducidas a partir de
los datos de La Connaissance des Temps, con independencia del error que
suponía el desconocimiento de la longitud del lugar de observación. Ulloa
comunicó esta discrepancia a Le Monnier quien, utilizando los datos de las
observaciones realizadas en distintos lugares, determinó que las tablas emple-
adas en la elaboración de dichas efemérides contenían un error en la longitud
eclíptica de la Luna de 3.5 minutos (22). En estos cálculos no se tuvo en cuen-
ta la observación de Ulloa, por la falta de precisión de las horas y la gran
incertidumbre en la posición geográfica.

Longitud del cabo de San Vicente

La observación del eclipse desde la ciudad de México, de cuya preparación


tuvo conocimiento Ulloa antes de iniciar el tornaviaje, buscaba mejorar la
longitud conocida de dicha ciudad. Este mismo objetivo se planteó Ulloa al
organizar la observación desde la mar, pero aplicado al cabo de San vicente.
Tal y como escribe al principio de su Memoria, la observación del eclipse
representaba una oportunidad para obtener:

«… no solo los conocimientos que proporciona para la perfección de la Physi-


ca Celeste, sino tambien la determinacion de la longitud del Cabo de San Vicente,
que no estaba bastantemente asegurada, sin embargo de ser un punto de los más
notables de la tierra, y de los más frecuentados en las navegaciones» (23).

El planteamiento de Ulloa era determinar la longitud de El España a partir


de las medidas realizadas durante la observación y, calculando la distancia
navegada hasta llegar al cabo de San vicente, establecer su longitud. Ulloa
comunica su intención a Le Monnier, pero este no la toma en consideración,

(22)  La Teoría de la Luna era una de las asignaturas pendientes de la astronomía de la


época. Las primeras tablas de Mayer, impresas en 1753, permitieron la aplicación del método
de las distancias lunares para calcular la situación en la mar, pero no tenían la precisión requeri-
da por los astrónomos. La observación precisa de eclipses de Sol fue uno de los métodos utili-
zados para mejorar las teorías del movimiento lunar.
(23)  ULLOA, p. 2. La longitud del cabo de San vicente la había calculado con precisión
una expedición francesa unos años antes, aunque los resultados se publicaron en 1778, por lo
que Ulloa no los conocía.

110
debido a la poca precisión de las horas facilitadas. Convencido de que podía
mejorar la longitud geográfica del cabo de San vicente, Ulloa realiza él
mismo los cálculos, que incluye en las páginas 28 a 31 de su Memoria con el
título de «Comparación de las horas à que se observó este Eclipse en el mar,
con las en que se observó en Salé».
La Marina francesa había desplazado al puerto de Salé, en las proximida-
des del actual Rabat (Marruecos), al oficial de caballería monsieur Dezoteur
para que realizase la observación del eclipse con unos medios adecuados
(telescopio, micrómetro, péndulo, etc.) Ulloa consiguió los resultados del
propio Dezoteur cuando este pasó por Cádiz de regreso a París, y con ellos
pretendió calcular la longitud de El España en el momento del máximo del
eclipse. Al trabajar los datos de Dezoteur, Ulloa descubrió una incompatibili-
dad entre la duración de la totalidad en Salé y las horas registradas de las fases
del eclipse, por lo que corrigió la hora de comienzo de la totalidad, más por
intuición que basándose en datos fehacientes. Además de que se equivocó en
esta conjetura, Ulloa cometió el error de considerar que la diferencia de longi-
tud entre El España y la estación de Salé se correspondía directamente con la
diferencia entre las horas de observación de las mismas fases del eclipse, lo
que es conceptualmente incorrecto, puesto que en lugares distintos las fases
del eclipse se producen a horas diferentes. La longitud del buque que calcula
Ulloa es 16° 36´ 40´´ O, prácticamente al norte del Teide. Evidentemente, este
dato no puede considerarse válido.
La extrapolación de la longitud calculada del lugar de observación, para
obtener la longitud del cabo de San vicente, la realiza Ulloa tras haber medido
con la corredera que había navegado 301 millas náuticas hasta estar norte-sur
con el cabo. Para la latitud por la que se navegaba (37° 14´ N), esta distancia
supone una diferencia en longitud de aproximadamente 6° 16´, con lo que El
España se encontraría alrededor de los 15° 16´ O en el momento del máximo
del eclipse (24). Sin embargo, al realizar los cálculos del eclipse para dichas
coordenadas utilizando efemérides y métodos precisos, se obtiene que las
fases del eclipse se produjeron en dichas coordenadas (37° 14´ N, 15° 16´ O)
unos minutos antes de las horas registradas por Ulloa, por lo que el navío
debía de encontrarse al este de esta longitud. Este error puede achacarse a
poca precisión de la corredera o a haber navegado con corriente en contra.

El «ánulo luminoso» o «corona resplandeciente»

Uno de los aspectos más relevantes de la observación realizada por Ulloa


fue la aparición del «anillo refractario», «ánulo luminoso» o «corona resplan-
deciente», espectáculo ante el que quedó maravillado, como él mismo mani-
fiesta: «… fenómeno muy particular que pocos astrónomos han observado
hasta hoy, como es el anillo luminoso que rodea el disco lunar, fenómeno de

(24)  Esta es la longitud que considera ORTE LLEDó (2006), gráfico vI, p. 168.

111
lo más asombroso y bello a contemplar» (25). Con todo detalle y meticulosi-
dad, Ulloa describe el fenómeno observado:

«Cosa de 5. ù 6. segundos despues que la Inmersión sucedió, empezó à descu-


brirse alrededor de la Luna un círculo de luz mui (sic) brillante, que sin ofender la
vista, se dexaba ver (…) Esta luz aumentó a proporción, que el centro de la Luna
se fue acercando à el [al] del Sol, y en la misma proporción creció su resplandor y
brillantez, hasta que los dos centros coincidieron, ò estubieron (sic) en la mayor
inmediación, que se percibió en toda su fuerza y hermosura (…) Este ánulo lumi-
noso despedía rayos de luz por toda su circunferencia, perceptibles hasta la distan-
cia de un diámetro de la Luna, los unos algo más largos que los otros» (26).

La anterior es una fiel descripción de lo que hoy conocemos como corona


solar, parte externa de la atmósfera del Sol compuesta de plasma (partículas
altamente ionizadas), que se extiende millones de kilómetros sin límite preci-
so y es extremadamente tenue y extremadamente caliente (27). La expansión
de la corona solar constituye el viento solar, flujo continuo de plasma que
llega a la Tierra a unos 400 km/s; sus efectos nocivos impedirían la vida en
nuestro planeta, de no contar con la protección del campo magnético terrestre,
que actúa como escudo frente a las partículas energéticas del viento solar.
El aspecto de la corona solar durante la fase total del eclipse era muy pare-
cido al de otros fenómenos atmosféricos que Ulloa había tenido oportunidad
de observar en numerosas ocasiones desde la mar, como las salidas y puestas
del Sol, los crepúsculos, las distintas coloraciones del cielo, etc. De esta expe-
riencia Ulloa concluyó que la Luna tenía atmósfera, al igual que la Tierra:
«Las particularidades observadas en el ánulo de la Luna parece que no dexan
duda de la existencia de una Atmosphera al rededor (sic) de ella» (28).
A una conclusión similar habían llegado otros astrónomos en el siglo xvIII,
en las pocas ocasiones en las que se había observado un eclipse solar total;
como le ocurrió a Halley al observar desde Londres el eclipse total de Sol el 3
de mayo de 1715. Con los conocimientos de la época, la existencia de una
atmósfera lunar era la única hipótesis factible. Hubo que esperar un siglo para
obtener una prueba científica en contra, prueba que vino de la mano de una
joven disciplina: la espectroscopia. En el eclipse total de 1870 se detectó una
raya verde en el espectro de la luz de la corona solar, descubrimiento al que
siguieron otros similares en años posteriores que desconcertaron a los astróno-
mos de la época (29). No fue hasta mediado el siglo xx cuando se consiguió
llegar a la interpretación correcta sobre la composición de la corona solar.

(25)  ORTE LLEDó (2006), p. 95.


(26)  ULLOA, p. 4.
(27)  La densidad de la corona solar es un billón de veces inferior a la densidad de la atmós-
fera terrestre a una altura de 90 km, y su temperatura es de entre uno y dos millones de grados.
(28)  ULLOA, p. 20.
(29)  A comienzos del siglo xx, las observaciones espectroscópicas realizadas llevaron a
los astrónomos a proponer la existencia de un nuevo elemento químico presente en el Sol, el
«coronio».

112
Tal y como recoge vAQUERO en su estudio sobre la observación de la coro-
na solar realizada por Ulloa, el aspecto de la corona depende del período de
actividad del Sol dentro del ciclo de manchas solares, de aproximadamente
once años. Así, en los máximos de actividad aumenta el número de manchas
solares y la corona muestra rayos distribuidos de forma uniforme por todo el
disco solar. Por el contrario, en períodos de baja actividad el número de
manchas solares disminuye y la corona adopta la forma de un halo alargado,
con los rayos concentrados en las proximidades del ecuador solar.
La descripción de Ulloa de la forma del ánulo, con los rayos de luz por
toda la circunferencia, y el minucioso dibujo que incluye en la Memoria,
presentado en la figura de la página 114, sugieren que el Sol se encontraba en
un período de actividad. A ello también contribuye la información que da de
las manchas solares detectadas:

«En el Sol se reconocieron seis manchas en tres distintos parages (sic), aparea-
das de dos en dos, bastante grandes: dos en la parte del Este de su disco, poco
distantes entre sí; dos hacia el Centro; y las otras dos hacia el Norte, alguna cosa
más para el Noroeste» (30).

Y en efecto, tal y como justifica vAQUERO, en 1778 se produjo el máximo


del ciclo número 3, iniciado en 1775 y finalizado en 1784 (31).
En el minucioso relato que realiza Ulloa de la observación del ánulo lumi-
noso, también se explican las distintas tonalidades observadas, ofreciendo una
clara descripción de lo que hoy conocemos por «cromosfera», capa de la
atmósfera solar de unos 15.000 kilómetros de espesor, situada entre la fotosfe-
ra y la corona. La descripción se ajusta perfectamente al meticuloso dibujo
realizado por Ulloa, presentado en la figura de la página siguiente.

«El color de la luz del anulo no era uno mismo en todo su grosor; pues en la
parte inmediata al disco de la Luna era rosado hermoso, después iba cambiando en
color de caña, el qual desvaneciéndose parecía desde la mitad del grosor hasta la
extremidad exterior del ánulo de un color blanco, pero igualmente brillante en
todo su grosor» (32).

Finalmente, al describir la corona Ulloa también comenta:


«Una de las Observaciones que hubiera sido importante es la de haber medido
lo grueso del anillo por varias partes, y en tiempos distintos, para conocer si era
igual en toda la circunferencia de la Luna» (33).

(30)  ULLOA, p. 22.
(31)  Los ciclos de manchas solares empezaron a numerarse en 1755, año en el que
comenzaron a registrarse de forma sistemática las manchas de actividad solar.
(32)  ULLOA, p. 5.
(33)  Ibídem, p. 23.

113
Explicación de la figura que se encuentra en la página 27 de la Memoria escrita por Ulloa: «La
lámina que en una sola figura dice 1.ª y 2.ª demuestra el Eclipse de Sol, despues de su Inmer-
sion, con el ánulo resplandeciente de refracción, los rayos de luz blancos, y algunas Estrellas.
AB. es el disco de la Luna, obscuro todo él: (ab) es el ánulo resplandeciente: (bc) los rayos de
luz que salían de aquel: (c) las Estrellas que se veian: B. parte Boreal del disco de la Luna: A.
parte Austral o:O. parte Oriental: O. parte Occidental. En esta primera representación se debe
suponer no haber en el disco de la Luna el punto luminoso»

Si Ulloa hubiese retrasado intencionadamente la salida de Tenerife para


observar el eclipse, sin duda que se habría provisto de instrumentos más
adecuados para la observación.

El punto luminoso

Uno de los aspectos más singulares de la observación del eclipse realizada


por Ulloa es, sin duda, la aparición de lo que él denominó «punto luminoso»:
«Antes de que el bordo del disco del Sol empezase à percibirse por el de la
Luna, cerca del Limbo de esta se vio un punto luminoso del cuerpo del Sol, tan
pequeño que la vista no lo percibía, ni aun con el auxilio de un anteogillo (sic) de
teatro (…) no quedó duda en que era el cuerpo del Sol el que se dexaba ver» (34).

(34)  Ibídem, p. 7

114
Ulloa califica el fenómeno como «el más raro y particular que se haya
hasta el presente observado», y no le faltaba razón, pues aún hoy en día se
desconoce con exactitud la causa o causas que producen los conocidos como
Fenómenos Lunares Transitorios.
La observación del punto luminoso sorprendió a Ulloa, que no tenía cono-
cimiento de observaciones similares. Convencido de la importancia del
descubrimiento, con relativa urgencia comunica a las academias científicas
de las que era miembro las circunstancias de la observación del eclipse,
aventurando una explicación sobre la causa del fenómeno observado. Ulloa
se muestra tajante en su informe, en el que asegura que el punto luminoso era
sin duda parte del disco solar y su observación «no pudo tener lugar sino a
través de alguna rendija o desigualdad que se encontrase sobre el limbo de la
Luna».
Tras redactar el informe científico para las academias, Ulloa mantiene
correspondencia con sus colegas extranjeros, en especial con el académico
francés Le Monnier. A través de esta correspondencia, Ulloa obtiene infor-
mación de observaciones que en principio son similares a su punto lumino-
so, como las apariencias estelares observadas en el eclipse del 3 de mayo
de 1715, que Halley atribuye a las desigualdades de la superficie lunar (35),
o la observación por Bianchini en 1725 de un rayo rojizo en la parte oscu-
recida del cráter Platón, cerca del terminador del cuarto creciente de la
Luna.
Con el conocimiento de estos precedentes, Ulloa continúa analizando el
fenómeno observado, cayendo en la cuenta de que había obviado que el punto
luminoso estaba situado en el interior del disco de la Luna, separado por una
zona oscura del borde lunar (ver fig. pág. 117). Este hecho era incompatible
con la teoría de la rendija o cortadura en la superficie lunar, pero no fue
inicialmente tenido en cuenta por Ulloa, debido quizá a la premura con la que
redactó su informe inicial. Tras percatarse de su error, Ulloa sigue intentando
buscar una explicación a lo observado, y en él se afianza otra teoría bastante
singular, que se ajustaba a las circunstancias de la observación y que es la que
expone en su Memoria:

«No es imposible que en la Luna haya un agugero (sic) que la penetre de una
parte à otra en aquel parage (sic), y que por él se comunique la luz desde el Sol à
la tierra: mayormente quando tiene esto alguna semejanza con lo que vio Bianchi-
ni» (36).

Posiblemente hoy nos parezca descabellada o ridícula la hipótesis de


Ulloa, pero no debemos olvidar los muy escasos conocimientos de astronomía

(35)  En realidad, Halley observó las conocidas como «perlas de Baily», que consisten en
una cadena de puntos luminosos debida a la orografía lunar, que aparecen alrededor del borde
la Luna en las proximidades del principio y fin de la fase total.
(36)  ULLOA, p. 12.

115
de aquella época, en la que los científicos estaban poniendo los sillares de la
ciencia actual.
La justificación que realiza Ulloa de esta teoría en su Memoria es exhausti-
va (37). Incide en que parte de la rareza del fenómeno se debe a la alineación
que debe producirse entre la visual del observador y el eje del agujero, lo que
justificaría la escasez de observaciones:

«No será tampoco notable que así como (…) no se había descubierto con la
formalidad que ahora este phenómeno de que se trata, se pasen otros muchos
[siglos] antes de que los dos Astros, y el Observador se hallen en la misma positu-
ra (sic) que estubieron (sic) esta vez» (38).

En línea con este razonamiento, Ulloa también expone el hecho de que el


punto luminoso no fue observado por Dezoteur durante la observación de la
totalidad de este eclipse realizada desde Salé, al no encontrarse correctamente
alineado. Tan convencido está Ulloa de la existencia de la «caverna o tronera»
que, al haber sido observada por primera vez desde el buque insignia de la
flota, propone bautizarla con su nombre: «... le llamaremos la caverna lumino-
sa lunar del navío El España».
Como ya se ha indicado, el punto luminoso observado por Ulloa entra
en la categoría de lo que hoy conocemos como Fenómenos Lunares Tran-
sitorios (TLP, por sus siglas en inglés). Se trata de cambios repentinos de
brillo o luminosidad en la superficie lunar de duración limitada, que puede
ir desde unos pocos segundos a más de una hora. Algunos son especial-
mente brillantes y pueden observarse a simple vista, ya que existen infor-
mes de estos fenómenos en la Edad Media. Con el inicio de las misiones
Apolo, la NASA realizó una observación exhaustiva de nuestro satélite;
uno de los productos resultantes fue la elaboración del NASA Technical
Report R-277 (ver MIDDLEHURST y otros) primer catálogo de TLP con 579
fenómenos registrados, entre los que se encuentra el observado por Ulloa.
Observaciones posteriores realizadas por astrónomos profesionales y
aficionados han llevado a que actualmente haya más de dos mil fenómenos
catalogados.
La causa de estos fenómenos sigue sin estar clara. Se han propuesto diver-
sas teorías que achacan el origen de los TLP a motivos diversos: efectos ópti-
cos debidos a turbulencias atmosféricas terrestres, impactos de meteoritos,
actividad volcánica en la Luna, bombardeo de partículas solares, o erupciones
de gases residuales debidos a la antigua actividad geológica lunar. Hoy en día,
los científicos se inclinan por esta última causa (ver, por ejemplo, CROTTS o
CRUZ), pero el tema sigue abierto.

(37)  Ulloa dedica trece de las 26 páginas del cuerpo principal de su Memoria a describir,
explicar y justificar la observación del punto luminoso.
(38)  ULLOA, p. 15.

116
Detalle del segundo gráfico que Ulloa incluye en su Memoria, en donde se aprecia el punto
luminoso, etiquetado con la letra P, que está separado del borde del disco lunar por una zona de
oscuridad

Los resultados

Tras la feliz llegada a Cádiz el 29 de junio, Ulloa envió al ministro de


Marina, González de Castejón, un informe detallado del viaje desde La Haba-
na, en el que exponía todas las vicisitudes de la travesía, las dificultades que
supuso la derrota impuesta y la necesidad de apartarse de ella para conseguir
arribar a Tenerife. En este informe no se relata la observación del eclipse, por
considerarlo fuera del contexto estrictamente naval en que estaba redactado. A
primeros de agosto es recibido por el rey Carlos III en el Real Sitio de San
Ildefonso, recibiendo del monarca el reconocimiento de su mando como jefe
de escuadra de la última Flota de Nueva España. Poco después, Ulloa es
ascendido a teniente general y nombrado comandante de la segunda división
de la escuadra de Luis de Córdova, mando que ejerció en la campaña de las
Azores de 1779 y que tantos sinsabores le supuso (39).

(39)  Por el fracaso de esta campaña, Ulloa fue sometido a varios procesos de los que salió
finalmente absuelto. Algún autor incluye entre los cargos que se le imputaron que se había

117
Con respecto al eclipse de Sol, Ulloa había preparado una comunicación
científica que envió desde Cádiz a las cuatro academias europeas a las que
pertenecía: Academia Real de Ciencias de París, Real Sociedad de Londres,
Academia de Ciencias y Letras de Berlín y Academia de Ciencias y Letras de
Estocolmo (40). En este informe Ulloa no hace referencia a la naturaleza del
viaje que estaba realizando al observar el eclipse, sino que se limita a indicar
que navegaba entre las islas Terceras y el cabo de San vicente. Como se
comentó anteriormente, en este comunicado Ulloa expone la teoría de la
cortadura de la Luna como explicación inicial al punto luminoso, teoría que
abandonaría para defender la existencia de la caverna luminosa lunar del
navío El España.
Las academias se hicieron eco de la comunicación enviada por Ulloa,
acogiéndola con gran interés. Los resultados son publicados en 1781 en
Philosophical Transactions of the Royal Society of London. En Francia, el
informe es traducido por el astrónomo Auguste Darquier de Pellepoiz, que lo
publica en 1780 con el título Observation de l’eclipse de soleil du 24 de juin
1778 faite en mer sur l’Espagne, vaisseau amiral de la Flotte des Indes, par
don Antonio de Ulloa. Lo mismo sucede en Berlín, donde el informe de
Ulloa se publica en Mémoires de l’Académie Royale des Sciences et Belles
Lettres. Pero con quien Ulloa mantuvo un mayor intercambio de información
fue con el académico francés Le Monnier, que recopiló y comentó las obser-
vaciones junto con su propio análisis en 1781 en Memoires concernant diver-
ses questions dʼAstronomie et de Physique. Lûs a l’Académie Royale des
Sciences.
En 1779 Ulloa paga de su propio bolsillo la impresión de la Memoria a la
que nos hemos referido a lo largo de los párrafos anteriores, que eleva a
Carlos III. En ella incluye, además del cálculo de la longitud del cabo de San
vicente, un anexo con las «Observaciones de la variación de la aguja», que
meticulosamente había anotado a lo largo de toda la campaña.
Es indudable el mérito de la observación del eclipse desde la mar en unas
condiciones y con unos medios nada apropiados. Dicho mérito le corresponde
por completo a Ulloa y a su interés y formación científica, sin los cuales el
fenómeno probablemente hubiese sorprendido a las dotaciones de los buques.
Aunque el fruto astrométrico fue escaso y no se consiguió el objetivo de
mejorar la longitud del Cabo de San vicente, debido a la precariedad de los
instrumentos con que se realizó la observación, la observación del eclipse

entretenido con la observación de un eclipse de Sol. En la bibliografía consultada, no hemos


encontrado mención a dicho cargo; pero, en el caso de que así hubiese sido, era completamente
infundado, ya que en 1779 se produjeron tres eclipses de Sol (el 16 de mayo, el 14 de junio y el
7 de diciembre) y dos eclipses de Luna (el 30 de mayo y el 23 de noviembre), pero ninguno de
ellos durante el tiempo que Ulloa estuvo en la mar.
(40)  SOLANO (1992) también recoge que el informe fue remitido por Ulloa a las corpora-
ciones españolas de las que era miembro activo: Real Academia de Bellas Artes, Real Sociedad
Bascongada de Amigos del País, Real Sociedad Económica de Madrid y Real Academia de
Amigos del País de Sevilla.

118
desde la mar supuso un hito en la astronomía de la época, sirviendo además
como impulso para la mejora de la Teoría de la Luna.
La gran capacidad de observación de Ulloa, su sólida preparación y sus
notables dotes descriptivas aportaron una de las primeras referencias astronó-
micamente fiables de la atmósfera solar, tema por el que empezaban a intere-
sarse los astrónomos. Además, su descubrimiento del punto luminoso fue una
de las primeras observaciones adecuadamente documentadas de lo que hoy
conocemos como Fenómenos Lunares Transitorios. Su Memoria del eclipse
constituye un excelente punto de referencia para la historia de la astronomía.
Con la observación de este eclipse, Ulloa puso un brillante broche a su
trayectoria como astrónomo, constituyéndose, junto con Jorge Juan, en el
paradigma del marino científico ilustrado.

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