Rol de Padres Trabajo Práctico

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 7

CICLO III

MAESTROS Y PADRES
LOS MEJORES ALIADOS
PARA EL APRENDIZAJE

Las familias cumplen un rol primordial en el proceso de formación de sus hijas e hijos, el cual
es complementado por el que realiza la escuela. En ese sentido, tanto los docentes como las
familias tenemos que aunar esfuerzos para que las y los estudiantes logren aprendizajes. A su
vez, esta relación necesita ser construida sobre la base de una alianza en la cual ambas partes
asumamos nuestras mutuas responsabilidades, así como nuestros roles complementarios.

¿Qué necesitamos para construir esta alianza? Necesitamos que, desde nuestra labor
docente, apostemos por mejorar los aprendizajes de nuestros estudiantes en colaboración con
sus familias, mostrando hacia ellas una actitud de apertura y acogida, reconociendo y
valorando sus saberes.
Por esta razón, se considera fundamental dotar a las maestras y maestros de herramientas
pedagógicas eficaces para poder acercarse a las familias, estrechar relaciones de confianza y
colaboración, y convertirse en aliados para el aprendizaje la cual ofrece al docente de aula
orientaciones y estrategias para promover la participación activa de las familias en el proceso
de aprendizaje y contribuir a reforzar sus vínculos afectivos a través de actividades cotidianas y
la generación de espacios de interrelación entre madres, padres, familiares, y sus hijas e hijos.
Las familias y su rol en el aprendizaje
La familia es el primer espacio social significativo para niñas y niños, a través del cual
experimentan la satisfacción de sus necesidades básicas, emocionales y de protección.
Asimismo, diversos estudios y mediciones internacionales señalan que el involucramiento de
las familias en el proceso de aprendizaje de las y los estudiantes influye en los logros que estos
alcanzan.

Al respecto, podemos mencionar el análisis realizado sobre los factores asociados al


aprendizaje llevado a cabo en el Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (UNESCO,
2013) y los resultados del Informe PISA 2009 (OECD, 2011). Ambos estudios coinciden en
señalar que los estudiantes, cuyos padres suelen leerles libros, obtienen resultados
significativamente más altos en lectura que los estudiantes cuyos padres informaron que solo
leen un libro con sus hijas e hijos una o dos veces al mes, o que casi nunca lo hacen. En un
estudio realizado por Murillo (2007) con 5600 estudiantes de nueve países de Iberoamérica,
incluyendo al Perú, se encontró que las hijas y los hijos de padres de familia que participan en
actividades curriculares, en actividades extraescolares, así como en la organización y
funcionamiento de las instituciones educativas, presentan mejores rendimientos en
matemática y en comunicación que otros estudiantes.

Por otro lado, además de ser fuente de aprendizajes, el entorno familiar proporciona
vínculos emocionales, expresados a través del interés que manifiestan las madres, padres y
familiares hacia sus hijas e hijos y el afecto que les brindan, los cuales sientan las bases para
hacer frente a las diversas situaciones y retos que el niño enfrentará en su vida, lo que le brinda
seguridad y confianza para explorar, descubrir y aprender (Redding, s/f). Los informes PISA
2009 y 2012 (OECD, 2011 y 2013) señalan que los estudiantes cuyos padres les preguntan cómo
les va en la escuela presentan un mejor rendimiento en lectura y matemática que aquellos
estudiantes cuyos padres no lo hacen.

Asimismo, en el informe del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (UNESCO,


2015a y 2015b), se señala que los estudiantes cuyos padres utilizan información de desempeño
escolar para apoyarlos y felicitarlos por sus calificaciones o notas obtienen logros de aprendizaje
mayores en lectura y matemática que aquellos estudiantes cuyos padres no lo hacen. En el mismo
sentido, en el Perú, los estudiantes de tercer grado obtienen mejores resultados en lectura y
matemática cuando sus padres les preguntan de manera continua sobre sus actividades en la
escuela, la realización de sus tareas y las notas obtenidas.

Estos estudios nos permiten concluir que el


involucramiento e interés de las familias en las actividades
de sus hijas e hijos permite la mejora de sus aprendizajes.
Si a ello le sumamos el esfuerzo conjunto con los
docentes, los resultados serán aún más significativos y de
gran relevancia para su desarrollo integral.
La relación del docente con las familias
La mejora de los aprendizajes de nuestros estudiantes requiere de un trabajo
colaborativo entre docentes y padres de familia. Es decir, en el aula, el docente
acompaña al estudiante mediante la orientación de los procesos pedagógicos y
didácticos; en el hogar, las madres, padres y familiares de las niñas y niños, sin llegar a
ser otros “docentes en casa”, aprovechan situaciones de su vida diaria para generar y
desarrollar aprendizajes. Por ello, es importante que afiancemos los vínculos entre
docentes y padres de familia para lograr ese trabajo conjunto en beneficio del
estudiante.

Es importante recordar que las familias cuentan con un conjunto de estrategias,


prácticas y saberes de comunicación afectiva, orientación, cuidado y educación, propios
de su acervo cultural, los cuales podemos aprovechar para brindar orientaciones y
estrategias que les permitan generar aprendizajes y afianzar sus vínculos afectivos.

En el hogar, las madres, padres y familiares ponen en práctica una serie de recursos
que han aprendido de la experiencia de su vida cotidiana y que han sido transmitidos de
generación en generación. Estas prácticas de crianza suelen variar entre familias y
comunidades dentro de los mismos pueblos y culturas, pero siempre tienen contenidos
educativos de gran impacto y larga duración, independientemente de que se ajusten o
no a las concepciones de aprendizaje de los docentes (MINEDU). Los docentes debemos
conocer, respetar y valorar dichas prácticas y saberes.

A los docentes nos corresponde asegurarnos de que nuestros


estudiantes comprendan los diversos contenidos trabajados en
clase. Esto se complementará con el apoyo, motivación y
acompañamiento de sus familias a través de situaciones de la
vida cotidiana.
Motivando a las familias

Cuando una madre o padre de familia matricula a su hija o hijo en la escuela, inicia
el camino para la realización de varios sueños. Frases como “quiero que mi hijo sea
alguien en la vida”, “quiero que mi hija sea una profesional”, “que llegue lejos” o “que
tenga las oportunidades que yo no tuve” grafican la gran expectativa que toda madre
o padre espera ver cumplida a través del paso de su hija o hijo por la escuela. En ese
sentido, no podemos obviar que para las familias sí es importante que a sus hijas e
hijos les vaya bien en los estudios, pues depositan en la escuela una gran dosis de
responsabilidad frente a lo que ellas y ellos lograrán más adelante como ciudadanas o
ciudadanos.

Por esa razón, es importante apelar a esas motivaciones y expectativas al momento de


establecer el primer contacto con las familias. Hacerles reconocer, en una primera
asamblea, las posibilidades que brinda a las niñas y niños un trabajo conjunto entre las
familias y los docentes en pos de alcanzar mejores oportunidades para sus proyectos de
vida. Al mismo tiempo, esta relación complementaria permitirá que las madres y padres
identifiquen y valoren los conocimientos y estrategias que pueden aplicar de manera
práctica en su vida cotidiana para la mejora de los aprendizajes de sus hijas e hijos.

No perdamos de vista que nuestro compromiso como docentes debe ser el propiciar
espacios de comunicación en los cuales las familias se sientan acogidas, respetadas,
escuchadas, con conocimiento y comprensión de los aprendizajes que desarrolla la escuela,
brindando orientaciones para apoyarlos de mejor manera en el ámbito familiar. En este
sentido, el docente está llamado a generar climas de confianza en los que se promueva la
participación y el diálogo sobre las actividades que comparten en familia (juegos, paseos,
lecturas, actividades del hogar) y cómo, a través de ello, se fortalecen aprendizajes y vínculos
afectivos.

Asumir el rol de mediador entre los saberes, experiencias y conocimientos previos de las
familias y los aprendizajes que se esperan lograr desde la escuela supone que los docentes
vivencien diversas situaciones en la interacción con las madres y padres de familia de sus
estudiantes. A continuación, presentamos un caso:
Durante la hora de salida
Llegada la hora de salida, las niñas y niños formaron como de costumbre y salieron al
encuentro de sus madres y padres.
Al llegar al sitio donde nos corresponde ubicarnos, la señora Luisa, mamá de una estudiante,
se acercó y me dijo lo siguiente: “Señorita, estoy algo preocupada porque quiero ayudar a mi hijita
en la casa repasando lo que hizo en clase, pero a mí me enseñaron de otra manera y sé que ahora
es diferente como usted le enseña. Ayúdeme, por favor”.

Al escucharla, me alegró conocer esa muestra de preocupación de


la madre por apoyar a su hija en casa, pero, a la vez, también imaginé
que, así como ella, cuántas más mamás estarían necesitando mis
orientaciones y, quizás por vergüenza, no me decían o por temor a
acercarse a mí con la idea de que tal vez no las escuche o atienda.
Entonces, rápidamente, le dije a la señora que pronto la invitaría a
participar de un taller dirigido a las madres y padres del aula para
que se enteren sobre cómo pueden apoyar a sus hijas e hijos en
casa.

En el caso descrito, observamos que, ante la preocupación de la madre de familia por el


aprendizaje de su hija, la docente se muestra receptiva y brinda una alternativa de solución para
aclarar sus inquietudes. No podemos desconocer que, para construir una adecuada relación con las
familias, es imprescindible considerar sus expectativas, necesidades e intereses.

Afianzando la relación con las familias


Nuestra actitud para relacionarnos con las familias de nuestros estudiantes y el estilo de
comunicación que empleamos va a permitir su acercamiento hacia nosotros; por eso,
debemos tener en cuenta lo siguiente:

La actitud con las familias de nuestros estudiantes


Asumir un aula implica un gran reto y responsabilidad; así mismo, es inevitable realizarnos
preguntas sobre cómo serán los estudiantes que tendremos a cargo, cómo serán sus madres y
padres, si podremos contar con ellos para que apoyen a sus hijas e hijos en casa, etc. Entonces, si
queremos que asuman su rol, es importante la actitud que tengamos hacia ellos y que evitemos
emitir juicios sin antes conocerlos. Por ello, es preferible partir del propio criterio para iniciar el
contacto con las familias de nuestros estudiantes. Cuando las madres, padres y familiares de
nuestros estudiantes son acogidos, escuchados y recibidos con respeto, existen mayores
posibilidades de crear una estrecha vinculación para el bienestar de sus hijas e hijos. Tenemos que
construir una relación adecuada basada en el diálogo y la mutua confianza.

Para reflexionar:
Si una madre, padre de familia o familiar se nos acerca para solicitar información
sobre el avance de su hija o hijo, ¿cómo es nuestra actitud frente a sus
inquietudes?, ¿logramos generar una relación empática colocándonos en su lugar
desde sus motivaciones y expectativas?
La comunicación entre docentes y las familias
Es importante que nos planteemos desarrollar estilos de comunicación coherentes con
actitudes horizontales y de respeto a las experiencias y conocimientos de las familias, dentro de
los cuales se fomente la escucha activa (atender y escuchar con atención el mensaje que la otra
persona transmite) y una actitud de diálogo frente a los desacuerdos que forman parte de las
relaciones, teniendo en cuenta que podemos aprender mucho de las situaciones conflictivas
cuando las sabemos manejar adecuadamente.

No perdamos de vista que un estilo de relación horizontal implica que estemos alertas
ante los prejuicios y estereotipos que evidenciamos al momento de interactuar con las
madres, padres y familiares de nuestros estudiantes, ya que estos pueden constituirse en
serios obstáculos para generar una comunicación fluida con ellas y ellos.
Para reflexionar:
¿De qué manera dialogamos con las madres, padres y familiares de nuestros
estudiantes?, ¿cómo los percibimos y valoramos?, ¿qué imagen hemos construido de
ellas y ellos?, ¿de qué manera resolvemos los desacuerdos que se pueden presentar
al momento de relacionarnos con ellas y ellos?, ¿nos comunicamos con las madres,
padres y familiares de nuestros estudiantes con relativa frecuencia?

Contribuyendo a mejorar el vínculo entre padres


e hijos
El vínculo afectivo entre las madres y los padres con sus hijas e hijos se inicia en los
primeros años de vida y es esencial en la construcción de su identidad y equilibrio
emocional. Sin embargo, en algunos casos, a medida que la niña o niño va creciendo, se
suele pensar que la influencia de este vínculo ya no es tan importante por considerar que lo
necesita menos porque ya no es un bebé. No obstante, sabemos que es todo lo contrario,
que, a medida que el bebé crece y se convierte en una niña o niño, y, luego, en un
adolescente, requiere de momentos de mayor cercanía con sus padres, lo que le permitirá
cimentar su seguridad y confianza personales. La ausencia de las madres, padres y
familiares en casa debido a las actividades laborales u otras razones, situaciones en las que
cada vez se tiene menos momentos para que las familias compartan significativamente
entre sus miembros, generan distanciamiento y, al mismo tiempo, inseguridades, temores,
desconfianzas, autovaloraciones negativas, entre otros aspectos, en el desarrollo de la
personalidad de las niñas y los niños.
Al respecto, reflexionemos sobre las siguientes situaciones:

Una niña de ocho Un padre habla con su esposa y le dice: “Creo que
años y su papá se castigué injustamente a nuestra hija y me siento muy
abrazan. La niña le mal por ello”.
dice: “Me siento
contenta cuando
me ayudas con mis
tareas; por eso, te Felipe conversa con sus
quiero dar las padres sobre una pelea que
¿Qué
gracias”. tuvo en la escuela con otro
encuentras en
niño. Ellos le preguntan con
común en
tranquilidad: “¿Qué sucedió?
estas familias?
Nos gustaría que nos
contaras y si piensas que lo
que hiciste estuvo bien”.

La mamá de Lucía le da el
pecho a su hermanita, mientras
que ella y su papá ponen los
platos en la mesa. Todos se
sienten muy contentos.

Como podemos evidenciar en las situaciones presentadas, el desarrollo pleno y el


bienestar de las niñas y los niños requiere que las madres, padres y familiares
promuevan el buen trato en las relaciones que mantienen con sus hijas e hijos. Por
tanto, desde nuestro rol docente, necesitamos ejercitar con mayor frecuencia la
observación de las actitudes, mensajes y comportamientos que las familias evidencian
en sus interacciones identificando aquellos que son coherentes con el diálogo, el respeto
y el buen trato en las familias. Algunos de los momentos que podemos aprovechar para
realizar esta observación surgen, por ejemplo, durante la realización de los encuentros
familiares, en las horas de ingreso o salida, en las actuaciones o actividades donde
participen conjuntamente padres e hijos. Esto permitirá tener una referencia de cómo
son las relaciones familiares, así como de otras circunstancias, que pueden afectar al
estudiante y, por ende, el desarrollo de sus aprendizajes.
Debemos recordar que parte de nuestra labor como educadores es orientar
respetuosamente a las familias a fin de contribuir a la generación de mejores
condiciones para el aprendizaje de nuestros estudiantes. Para llevar a cabo esta labor,
tengamos en cuenta que debemos elegir un momento y lugar adecuado en el cual
podamos conversar de manera cordial y asertiva, orientándoles acerca de cómo afrontar
la orientación a sus hijas e hijos desde el diálogo y el afecto, en lugar del castigo y la
agresión física o verbal.

También podría gustarte