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Empatia

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“Perdono, pero no olvido”. ¿Cuántas veces lo has escuchado?

Esta frase es muy


habitual y utilizada por las personas rencorosas. Ellos mismos nos están
adelantando que van a recordar el motivo de la ofensa y/o la persona de la que
vino esa ofensa, y en realidad, ni perdonan ni olvidan, porque si de verdad
perdonaran, también olvidarían. De hecho, si le preguntas a una persona rencorosa
el origen de todo, seguramente te lo relate a la perfección y con todo tipo de
detalles.
Poco tolerantes, intransigentes y muy rígidos. Son personas a las que les cuesta
mucho ceder y dar su brazo a torcer. Cuando alguien no actúa como ellos quieren,
o como ellos creen que deberían actuar, son excesivamente duros y críticos y esto
lo único que provoca son muchas barreras en sus relaciones sociales.
Pensamiento dicotómico. Lo ven todo en blanco o negro. Son personas de
extremos, ellos no entienden de “grises”, ni de matices. O todo o nada, o está bien
o está mal. Esta forma tan rígida de pensar les lleva a situarse en posiciones muy
polarizadas que hace que se distancien y que se alejen de las personas que no
piensan así.
¿Orgullos@ yo? Es habitual que las personas rencorosas también sean orgullosas,
les cuesta mucho asumir sus errores y aceptar sus fallos. Continuamente están a la
defensiva, pensando que los pueden atacar en cualquier momento.
Empatía bajo mínimos. La empatía en las personas rencorosas no es uno de sus
puntos fuertes y es que al no poder ponerse en el lugar del otro con mucha
facilidad, no pueden llegar a entender y comprender los errores ajenos.
"Si te pones en mi lugar, quizá entiendas mi comportamiento"
Di adiós a los prejuicios
Es mucho más fácil y sencillo ponerse en el lugar del otro cuando no has evaluado,
juzgado y prejuzgado a esa persona previamente. Trata de escuchar y ponerte en
su situación antes de dejarte llevar por los prejuicios y juzgarlo.
Adáptate al ritmo de los demás
Hay personas que hablan muy rápido, a toda velocidad y otras sin embargo
necesitan más tiempo para poder llegar a expresar en realidad cómo se sienten.
Puedes mejorar la empatía respetando los tiempos de tu interlocutor. No
interrumpas, respeta sus silencios, no le cortes, amóldate a su ritmo.
Colabora
Si desarrollas alguna activad colaborativa, por ejemplo, como voluntario en una
ONG, en asociaciones, en entidades públicas… tu capacidad empática mejorará. Y
es que hacer esto te aportará una visión global de la situación por la que pasan
otras personas menos favorecidas y te llevará a ser más agradecido por todo lo que
tienes.
Entrena la gratitud
No es la primera vez que os detallamos los beneficios de ser agradecido, en nuestro
artículo y podcast de El poder de la Gratitud os lo explicamos muy bien, hoy de
nuevo apelamos a ella y es que desarrollar nuestra capacidad de agradecimiento,
esto es valorar lo que tenemos y dar las gracias por ello, desarrollará la empatía.
Entrena el optimismo
Una de las características de las personas empáticas es que suelen ser muy
positivas, optimistas y generan buen ambiente y muy buen clima a su alrededor.
Así que es bueno que te alejes del pesimismo y de la negatividad si quieres mejorar
tu capacidad de empatía.
No culpabilizar
Intenta no culpar a los demás por las situaciones que les ha tocado vivir o por las
que están pasando en un momento puntual. No todas las personas son igual de
afortunadas y no todas las personas tienen la misma capacidad para salir adelante.
No culpes al que tienes al lado por las decisiones que para ti pueden ser erróneas o
no que no se haya atrevido a tomar. Trata de entender el “por qué”. Y no dejes de
recordar que todos nos podemos equivocar y de hecho todos nos equivocamos.
No eres el ombligo de mundo
Otro ejercicio para poder ser más empático es dejar de creer que somos el centro
del universo. Todos somos iguales, no hay ni nadie más importante que otros, no
lo olvides. Abandonar el egocentrismo nos hace ser más tolerantes y comprensivos.
😉

Ejercicios prácticos para trabajar la empatía


A continuación, vamos a ir a la parte más práctica, para ello te voy a dejar cuatro
ejemplos de ejercicios que se pueden realizar en grupo para mejorar la empatía.
El ovillo de lana
Los objetivos de este ejercicio son: aprender a reconocer sentimientos y emociones
de otros. Respetar turnos. Reconocer la pertenencia a un grupo. Conseguir
objetivos comunes.
Materiales: un ovillo de lana
Desarrollo: todos los participantes se sientan en círculo. El profesor/moderador
empieza lanzando el ovillo de lana a alguien sin soltar una punta. Al tiempo que
lanza el ovillo dice algo positivo que le guste o valore la persona a la que se lo
lanza. Quien recibe el ovillo, agarra el hilo y lanza el ovillo a otra persona. También
dice algo que le guste. Así sucesivamente, sin soltar el hilo, para que vayamos
tejiendo una telaraña.
¿Cuándo termina el ejercicio? Cuando todos hayan cogido el ovillo. Después
realizamos un debate para ver cómo se han sentido, cómo se han recibido las
valoraciones, y si se han reconocido en ellas.
Soy otro
Los objetivos de este ejercicio son: aprender a reconocer sentimientos y emociones
de los otros. Respetar turnos. Trabajar las diferencias, las similitudes y los
conflictos que pueda haber en el grupo, reforzando actitudes de buena
convivencia, respeto y tolerancia.
Desarrollo: cada participante escogerá una prenda de ropa o complemento (abrigo,
bufanda, bolso, gafas, guantes, pañuelo, gorro, etc.) de otra persona y se lo pondrá
encima.
Con la prenda puesta le pediremos que nos describa lo que siente, qué sensaciones
tiene y que nos hable sobre qué saben de su compañero/a.
Una montaña de conflictos
Los objetivos del ejercicio son: tomar conciencia del malestar del otro cuando se
trabaja en grupo. Aprender a reconocer sentimientos y emociones de otros. Buscar
soluciones a los conflictos.
Materiales: una caja grande de zapatos
Desarrollo: cada participante tendrá que escribir de manera anónima, una
situación de conflicto que le haya generado malestar, incomodidad y que no le
gustaría que se volviese a repetir.
Pondremos todos los papeles en una caja de zapatos y, a continuación, cada
persona sacará uno y lo leerá en alto. Uno por uno se buscará una solución para
que esa situación no se vuelva a repetir.
“Yo” tengo “tu” problema
El objetivo de este ejercicio es poder entender los problemas de la otra persona.
Materiales: papel y lápiz
Desarrollo: cada persona escribe por escrito con el máximo número de detalles un
conflicto que tiene o ha tenido con otra persona. Cada persona escribe su propio
nombre al final del papel. Siempre hay que escribir algo, no vale escaquearse. 😉
Después mezclamos todos los papeles escritos y cada miembro del grupo elige un
papel al azar que no sea el suyo. Tras leerlo en privado puede preguntar todos los
detalles que quiera a la persona que lo escribió.
Posteriormente hay que explicar al grupo el problema que le ha tocado en el papel
como si fuese propio, profundizando en sus sentimientos y sensaciones, ampliando
la situación. Conviene hacer este ejercicio despacio, con tiempo suficiente para
cualquier tipo de comentarios.
¿Cómo crees que está tu capacidad de empatía?, ¿te gustaría mejorarla y
desarrollarla de forma personalizada con nosotros? Para ello no dejes de solicitar
cita con uno de nuestros terapeutas experto en Psicología Positiva y te
acompañaremos en un proceso individual para conseguir el objetivo.

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