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Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales

ISSN 1669-1555

Volumen 3, nº 2 (2005)

El sujeto delincuente, ¿génesis o invención?


Diálogo entre Lombroso y Foucault

por María Soledad Kelly


Estudiante de la Escuela Superior de Derecho, de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos
Aires, Argentina. [email protected]
Profesor consultor: Dr. Máximo Sozzo

Resumen
El presente ensayo pretende describir cómo dos autores han abordado al sujeto delincuente desde sus respectivas
tradiciones intelectuales, se intentará señalar los puntos que permiten una comparación y aquellos que los
diferencian.
Los autores seleccionados son Cesar Lombroso, quefue un médico psiquiatra, queha sido el padre de lo que
Garófalo ha dado en llamar Criminología, y Michael Foucault, filósofo del siglo XX, que ha dedicado gran parte de
su obra al estudio del Poder y del Saber, y fundamentalmente de su interacción; su especial interés era por el saber
de los seres humanos y por el poder que actúa sobre los seres humanos. Al saber de los seres humanos Foucault
prefiere llamarlo “las ciencias humanas”, y estas al establecer la verdad, deciden cuestiones que afectan a la gente
en general, todas las ciencias humanas definen a los seres humanos a la vez que los describen. A su vez estas
funcionan de manera conjunta con instituciones tales como, hospitales psiquiátricos, fábricas, escuelas, tribunales y
prisiones; lo que provoca importantes consecuencias sobre las personas.
A simple vista uno podría objetar la asociación de autores tan diferentes en el tiempo y en el espacio, a lo que debo
aclarar que estos autores no han sido seleccionados por las específicas ideas que han desarrollado, sino que lo que
los uneson ideas agrupadas en familias discursivas; y en el presente ensayo lo que liga a estos autores es su interés
por el sujeto delincuente, y el desarrollo que sobre este han hecho.

Palabras clave
Delincuente. Prisión. Lombroso, César. Foucault, Michel.

Title

Abstract
The present work tries to describe how two authors have approached the subject delinquent from their respective
intellectual traditions, will be tried to indicate the points that there allow a comparison and those that differentiate
them. The selected authors are Cesar Lombroso, who was a medical psychiatrist, who has been the father of what
Garófalo has given in to call Criminology, and Michel Foucault, philosopher of the century XX, which has
dedicated great part of his work to the study of the Power and the knowledge , and fundamentally their interaction;
his special interest was for to, but his principal objective was the knowledge of humans and the power who acts
above humans ; also tried to analyse the formation of the subject as he may appear on the other side of a normative
division, becoming an object of knowledge as a madman, a patient or a delinquent, through practices such as those
of psychiatry, clinical medicine and penality (madness and civilization, birth of the clinic, discipline and punish).
Someone might object the association of so different authors in the time and in the space, so I must clarify that
these authors have not been selected by the specific ideas that have developed, but what joins them they are ideas
grouped in discursive families; as well in the present work what ties these authors it is their interest for the subject
delinquent, and the development that on this they have done.

Key words
Delinquent. Prison. Lombroso, César. Foucault, Michel.

I. LA ESCUELA POSITIVA
La Escuela Positiva constituye a fines del siglo XIX una novedad, Alessandro Baratta asevera que “la criminología
como un universo de discurso autónomo (...) no tiene propiamente por objeto el delito considerado como concepto
jurídico, sino al delincuente como un individuo diverso y en cuanto tal, como clínicamente observable”(1).

La Escuela Positiva nace producto de la influencia de diversas causas, una de ellas es desarrollo de las “ciencias
del hombre”, y es así que Rosa del Olmo afirma: “(...) el avance de la ciencia en general a lo largo del siglo XIX y
su creciente prestigio la convirtió en un elemento decisivo del progreso(...), a través de la ciencia, bien se llamase
antropología, psiquiatría o sociología, pero ciencia al fin que se ocupasen del ser humano en sociedad y
contribuyen a impedir (...) las revoluciones que se estaban gestando”(2). “Las ideas evolucionistas de Darwin y
Spencer, la filosofía de Saint Simon y el método positivista de Compte entre otros cumplieron esa funcionalidad,
justificando el orden”(3).

El método que la escuela adopta se encuentra descrito en el siguiente párrafo, “abogando por el método
experimental como lo señalaban las ciencias naturales y considerando a los fenómenos sociales como fenómenos
naturales. El método científico adoptado (...) aborda problemas sociales como objetos neutrales gobernados por
leyes universalmente válidas”(4).

La concepción positivista en el plano de la criminología ha llevado al estudio de las causas del crimen (etiología
criminal), “(...) –con el fin de individualizar las medidas adecuadas para extinguirlas, interviniendo sobre todo en el
sujeto criminal (correccionalismo)-(...)”.(5).

Con relación al sujeto delincuente y su tratamiento la actitud que esta escuela adopta es la de una “ reacción contra
el concepto abstracto del individuo, conduce a la escuela positiva a afirmar la exigencia de una comprensión del
delito que no se detenga en la tesis indemostrable de una causalidad espontánea por medio de un acto libre de
voluntad, sino que se dirige a encontrar todo el complejo de las causas en la totalidad biológica y psicológica del
individuo y en la totalidad social en que la vida del individuo se inserta (...)”(6).

Con relación a la voluntad del individuo en la elección por delinquir o no, la escuela positiva afirmaba el
determinismo por el cual es posible imputar un delito al comportamiento de un sujeto, que actúa bajo la presión de
su propia malformación, el delito es producto de su inferioridad, y es así que Ferri afirma que “una persona que
comete crímenes es un criminal; es decir una persona cuya constitución no es normal”(7). Mientras que la pena es
concebida como un medio de defensa social que “(...) intenta una enmienda del individuo si aún fuere posible, se
propone la reparación de los perturbadores. La defensa social es la base racional de un sistema punitivo científico,
exclusivamente proporcionado a la temibilidad de los delincuentes”(8).

II. CESAR LOMBROSO


a) El hombre(9)
Nació en Verona, Piamonte, el 6 de noviembre de 1835, en el seno de una familia judía, de purísima estirpe
sefardita fue llamado, Ezequías Marco César. Se debatió tres fuertes influencias, la de su profesor, que deseaba que
estudiara historia; su madre, que deseaba que estudiara leyes y la de él mismo, que se decantaba por la Medicina..
En 1852 se matricula en Medicina en la Universidad de Pavía, en 1854 se traslada a Pádova y se licencia en la
Universidad de Viena como médico-cirujano. De regreso en Pavía realiza su tesis doctoral titulada ‘Estudio sobre
Cretinismo en Lombardía’.
En la primavera de 1859, el Piamonte entra en guerra con Austria, por su independencia, y Lombroso se incorpora
al ejército piamontés como médico. Durante su servicio en el campo de batalla, se sorprendió por la gran cantidad
de tatuajes obscenos, que tenían ‘los conscriptos deshonestos en comparación con los honrados’, gestando así su
idea de una personalidad típica criminal.

En 1866, Italia interviene en la Guerra Austro-prusiana, como aliada de Prusia y Lombroso vuelve a prestar
servicios en el ejército. En 1867 funda la Revista Trimestral Psiquiátrica, que fue la primera revista psiquiátrica de
Italia. En 1870 contrae matrimonio con Nina de Benedetti, con la que tiene cuatro hijos: Paola Marzola, que nace
en 1871 y a la que pone el nombre de su maestro fallecido en 1868, Gina, Hugo y Leo.
El 15 de abril de 1876 se puede considerar, como el nacimiento de la Criminología como ciencia, ya que ese día se
publica el “Tratado antropológico experimental del hombre delincuente”, en el cual Lombroso expone su teoría. En
1879, Enrico Ferri se presenta en el curso de Lombroso y, poco después, lo hace Garófalo.
En 1885 se celebra el Primer Congreso de Antropología Criminal, en Roma, donde se presentan los principales
tratadistas en materia de criminales de todo el mundo, el éxito fue rotundo. Sin embargo en 1889 se aprueba el
nuevo Código italiano donde las directrices de la Escuela Clásica son las que prevalecen sin incluir concepto
alguno de la Escuela Positiva.
Muere el 18 de octubre de 1909, a los 75 años de edad, dejando un gran legado a la Historia no sólo de la
Criminología, de la que es considerado el padre, sino de la Medicina y de la Ciencia en general.

b) El autor
Como autor fue muy prolífero y pueden nombrarse entre sus obras:

1. Fragmentos médicos psicológicos. Pavía, 1859.


2. Medicina legal para enajenados mentales. Pavía, 1863.
3. La acción de los astros y los meteoros sobre la mente humana. Pavía, 1865.
4. Memorias sobre los manicomios criminales. Pesaro, 1872.
5. Genio e follia. La Stela Editore. Roma, 1872. Donde expone la teoría de que en realidad todos los genios
están locos y que el genio, por tanto, es un anormal.
6. L'uomo delinquente (El hombre delincuente)1876, primera edición que atrajo mucha atención porque
aparecía demostrar la viabilidad de un estudio científico del comportamiento criminal.
7. La donna delinquente (La mujer delincuente). 1893. Donde expone la teoría de la Criminalidad por
equivalencia: “El hombre comete delito, la mujer se prostituye, la prostitución es ‘su’ delito”.

c) Sus ideas acerca del sujeto delincuente


Demás de compartir en general los postulados de la Escuela Positiva el autor ha formulado las siguientes
aseveraciones con relación al sujeto delincuente: En el año 1871, observando el cráneo del bandolero Villella,
observó una serie de anomalías que le hacen pensar que el criminal, es así por ciertas deformidades craneales, y por
su similitud con ciertas especies animales. Es así que el mismo Lombroso ha descrito ese momento de la siguiente
manera: “al contemplar ese cráneo me pareció ver pronto, iluminado como una vasta llanura bajo un cielo en
llamas el problema de la naturaleza del criminal- ser atávico que reproduce en una persona los instintos feroces de
la humanidad primitiva y de los animales inferiores- así se explican anatómicamente las enormes mandíbulas, los
altos pómulos, los arcos superciliares prominentes, las líneas solitarias en las palmas de las manos, el tamaño
exagerado de las órbitas, las orejas en forma de asas o sesiles que se encuentran en los criminales, en los salvajes, y
en las monos; la insensibilidad al dolor, la vista sumamente aguda, el tatuaje, la excesiva holgazanería, el gusto por
las orgías y el deseo irresistible del mal por sí mismo, el deseo no solo de extinguir la vida en la víctima sino
también de mutilar su cadáver, de desgarrar su carne y de beber su sangre.
Me alentaron también en esta hipótesis atrevida los resultados de mis estudios sobre Versen, criminal convicto de
sadismo y de violación, que mostraba los instintos canibalísticos de los antropófagos primitivos y la ferocidad de
los animales de presa. (...) la clave final me la proporcionó Misdea, joven soldado de unos 21 años, torpe pero no
depravado, aunque sujeto a taques epilépticos, había servido durante algunos años en el ejercito cuando
súbitamente, por alguna causa trivial, atacó y mató a ocho de sus oficiales superiores y camaradas (...) Misdea al
mismo tiempo que representaba el tipo más feroz del animal, manifestaba además, todos los fenómenos de la
epilepsia, que parecían ser hereditarios (...) vislumbro pronto que muchas de las características que no pueden
atribuirse al atavismo (...) eran características mórbidas comunes a la epilepsia, mezcladas con otras debidas al
atavismo” (10). La tendencia de estos individuos a cometer delitos se debe a una organización física y psíquica la
cual es esencialmente diversa de la del hombre normal; por lo que el autor se dedica al estudio del delincuente en
su morfología y en sus varias funciones, comparándolas con las de las personas normales.
La antropología a reconocido en el hombre delincuente una multitud de caracteres anormales, muchos de los cuales
se relacionan con el ser atávico, ya que reproducen las formas del antepasado del hombre como, por ejemplo, entre
los caracteres anatómicos, la fosita occipital, la mandíbula voluminosa, los pómulos y los senos frontales salientes,
la estenocrotafia, etcétera; y entre los caracteres funcionales, la zurdez notoria y sensorial, la hipoestesia, la
analgesia, la sensibilidad meteórica y magnética, este retroceso que muestra el delincuente con estas características
se explican a través de la degeneración
Además el autor no ha dejado de reconocer causas de tipo económico-social, aunque siempre las somete en un
plano de inferioridad en relación a las causas morfológicas.

Cuando el autor se topó con este descubrimiento buscaba encontrar un criterio diferencial entre el delincuente y el
enfermo mental, y al hacerlo encontró más similitudes de las que esperaba. Con respecto al delincuente, para este
autor existen causas que son fisiológicas que hacen que exista un tipo criminal, y es por esto que consideraba al
delincuente como un fenómeno patológico. El criminal nace con diferencias del sujeto “normal”. Es diferente a las
personas normales por causas genético hereditarias

Lombroso clasificó a los criminales en distintos tipos (tipologías)(11):

1. El delincuente atávico o nato: Persona que esta determinada a cometer delitos por causas hereditarias. Se
basa en que la constitución biológica de ciertas personas les lleva inexorablemente a la delincuencia.
2. El delincuente loco: Es aquel en que el delito es la manifestación o revelación de una anomalía mental, de su
individualidad psíquica anormal.

El delincuente por pasión: Aquel en que el delito prorrumpe tempestuosamente, como un huracán psíquico,
anulando la voluntad e impidiendo la sana y normal recepción de los acontecimientos.
El delincuente ocasional: que a su vez se subdivide en; seudo criminal (Persona, casi siempre normal,
aunque de escasa energía volitiva, que delinque por sugestión del ambiente o por motivo pasajero
sentimental o externo), el criminal habitual (Es la persona que observa un género de vida delictiva al
extremo de llegar a constituir un tipo permanente de personalidad criminal) y el criminaloide (era un tipo de
transición entre el delincuente nato y el delincuente de ocasión; no era en realidad, un criminal sino una
persona que se veía empujada a cometer un crimen por circunstancias desgraciadas).

d) Diálogo con Cesar Lombroso

Una buen a forma de conocer acerca de las ideas de los hombres es sometiendo a estos a los interrogantes que son
los motores de cualquier trabajo de investigación, y por esto he osado en entablar un diálogo ficticio con el autor
antes nombrado.

Entrevistador: Señor Lombroso, ¿cómo usted explica la relación entre las características morfológicas de una
persona y su predisposición para el delito?
Lombroso: “(...) conviene saber que hace varios años los alienistas descubrieron un hecho que no había trascendido
aún al mundo profano, a la medicina: el de la degeneración de nuestra raza por influjo de los alcohólicos, la
herencia, etc. Esta degeneración termina por la esterilidad, la locura o el delito, y se conoce al exterior por una
serie de anomalías en las orejas, el cráneo, en los órganos genitales, etc (...)”(12).

Entrevistador: Usted pretende decir que existen personas que son delincuentes mucho antes que se las declaren en
un tribunal, ¿Puede explicar cómo llega a esa afirmación?

Lombroso: “Muchísimos son declarados jurídicamente locos o bribones después que lo habían sido de hecho
mucho tiempo antes, y con frecuencia desde que nacieron (...) para saber esto no hace falta ser alienista; lo saben
todos los hombres del mundo”(13).

Entrevistador: existen autores que han afirmado que su descripción acerca del criminal nato es errónea porque en el
cráneo de los locos nada se ha encontrado de anormal. ¿Cómo explica usted este suceso?

Lombroso: “y aunque nada se hubiese encontrado en el cráneo de los locos, nada tendrá que ver con el criminal
nato, que no está loco, sino que es un cretino en el sentido moral; y por eso como este último tiene anomalías
mucho más numerosas, lo mismo en lo físico que en lo moral”(14).

Entrevistador: ¿Usted niega toda posibilidad de que el individuo que delinque se encuentra en una situación de
libre albedrío capaz de tomar sus propias decisiones?

Lombroso: “¿...quién niega su admiración a la belleza, aun cuando crea... que es un fenómeno enteramente material
e independiente a la voluntad humana? No es virtud del brillante el ser más hermoso que el carbón... aún cuando
sepamos que el ser criminal o héroe depende, como la hermosura, de una condición del organismo”(15).

Entrevistador: con respecto al tipo criminal por usted elaborado, ciertos autores han señalado que si este es alto,
robusto y de cabellos oscuro, no lo pueden relacionar con el hombre primitivo que según Spencer fue pequeño y
rubio?

Lombroso: “... respondo que hay una estratificación en el atavismo criminal, quien no siempre reproduce al salvaje
de los últimos estratos; además que no es cierto que todos los salvajes sean pequeños, rubios y macrocéfalos”(16).

Entrevistador: ¿Cuáles son sus propuestas concretas para resolver el tema del delito?

Lombroso: “El día en que la vana retórica de los defensores sustituya un juicio de especialistas técnicos,
suprimiendo así el jurado, que es una reliquia de la antigua barbarie, previniendo con las leyes acerca del alcohol y
acerca del divorcio muchas causas de delitos de sangre deshonestos, eliminando con los presidios de incorregibles
o con la pena de muerte o con el trabajo forzado en terrenos palúdicos, aquel grupo de individuos que constituyen
la eterna clientela de la justicia penal, quedará extinta de todo peligro (...)”(17).

Entrevistador: ¿Considera usted que la educación es un factor importante para la reforma del delincuente?

Lombroso: declaro que la educación no tiene influencia sobre la criminalidad (...) no es la educación física y moral
en general, la que creo inútil en absoluto o mejor dicho indiferente, contra las causas del crimen o la locura, sino la
instrucción alfabética, acerca de la cual derrochan tanta fraseología los charlatanes del derecho penal y de la
sociología; parafraseando el conocido error de Guizot “a cada escuela que aumente disminuirá una cárcel”(18).

Entrevistador: ¿Usted considera que las cárceles pueden resocializar a los criminales?

Lombroso: “Desde muchos siglos a, el pueblo nos señaló la incorregibilidad de los criminales, especialmente de
los ladrones, y de la ninguna utilidad de las cárceles”(19).
Entrevistador: ¿Usted se ha constituido en enemigo de los códigos penales?

Lombroso: No, aunque “si las medidas adoptadas hasta hoy, fuera en sentido contrario de nuestras conclusiones,
condujesen por lo menos a la seguridad social, que es el supremo objetivo al que todos miramos, pero ¿quién
ignora... y qué todos los pretendidos adminículos sugeridos por las escuelas penalistas modernas, como la libertad
provisional, el jurado, la excarcelación condicional en vez de disminuir el delito no hacen más que aumentarlo o a
lo sumo transformarlo?”(20).

III. MICHEL FOUCAULT

a) El hombre(21)
Nació en Poitiers, Francia, en 1926, fue llamado Paul-Michel Foucault. El padre y su abuelo fueron cirujanos, y
exigían del joven la misma profesión. Cuando Foucault tenia 17 años decidió que no sería médico; con relación a
su carrera escolar en general le gustaba la escuela pero en su octavo año a penas le alcanzaba para aprobar en el
Liceo Enrique IV, por lo que su madre lo envió a al Colegio Jesuita Saint-Stanislaus, desde ese momento anduvo
de colegio en colegio con resultados muy buenos hasta que figuro cuarto entre los mejores alumnos del país, en la
prueba de ingreso de la Escuela Normal Superior de París (escuela de nivel pre-universitario mas exclusiva e
intelectualmente más intensa de Francia), en esta etapa el joven Foucault no era feliz y tuvo su primer contacto con
los psiquiatras.

En la Escuela Normal comenzó a estudiar sicología, además sus maestros lo llevaban a ver pacientes al hospital
psiquiátrico en París.

Se afilio al partido comunista, en el que permaneció desde 1950 a 1953, cuando se comenzó a cuestionar lo
sucedido el la Unión Soviética.

En 1955 se dirigió a Upsalla, Suecia para trabajar como profesor donde descubrió una biblioteca con obras medicas
del siglo XVI al XX, donde luego de estar dos años da a luz su “Historia de la Locura en la época clásica” y “El
nacimiento de la clínica”, la primera constituyo su tesis doctoral.

La vida de Foucault experimentó cambios a finales de los 50 y 60. Si bien no se encontraba presente en Mayo de
1968, en Francia, ya que a partir de 1954 tuvo cargos en Suecia, Polonia y Alemania y en 1966 consiguió un cargo
en Túnez, participó activamente en el reclamo por la liberación de los jóvenes comunistas que en ese país se habían
revelado contra el poder represor y que habían sido encarcelados con penas de prisión de ocho, diez y hasta catorce
años. En la Corte no se le permitió participar además de que los juicios fueron secretos, sin embargo salvo a varios
estudiantes escondiéndolos en su propio departamento.

Cuando volvió a Francia fue nombrado director del Departamento de Filosofía en la Universidad de Paris, eligió a
los filósofos más audaces y genero una gran efervescencia hasta los años 70.

Luego fue designado integrante del Collège de France, designación más prestigiosa del mundo intelectual francés,
la única obligación que tenía era el realizar clases abiertas cada año sobre el desarrollo de su investigación.

Finalmente muere en 1984.

b) El autor
Sus principales obras fueron:

1. Historia de la locura, 1961.


2. El nacimiento de la clínica, 1963.
3. Las palabras y las cosas, 1966.
4. La arqueología del saber, 1969.
5. Yo Pierre Rivière..., 1973.
6. Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, 1975.
7. Historia de la sexualidad, vol. 1, 1976.
8. Historia de la sexualidad, vol. 2, 1984.
9. Historia de la sexualidad, vol. 3, 1984.

c) Sus ideas
Este autor ha desarrollado diferentes temáticas dentro de las ciencias humanas, pero la que ha marcado un hito en
sus obras es la diferenciación de la gente en normal o anormal, y así que dicho autor se aboca a estudiar lo
anormal, la locura, la criminalidad y la enfermedad.

Lo normal se define en contraposición de lo anormal, y son las ciencias humanas las que han realizado estas
distinciones y luego estas definen lo normal y esa definición se utiliza para la normalización de los
comportamientos.

Con relación al tema seleccionado para el presente trabajo Foucault, afirma que el hombre es una gran invención es
otro mito, y “al final de su libro “las palabras y las cosas” él asegura que el hombre, el actor se borra “como un
rostro dibujado en la arena, a orillas del mar” todo lo que nos queda son efectos materiales pero no existe ningún
sujeto esencial detrás de las acciones”(22).

Si el hombre es una invención debe existir un inventor, y este es el discurso, entendiendo como tal a cualquier cosa
comunicada por signos. Este discurso se crea a su vez desde el saber pero como ya se señaló en la introducción no
existe saber sin poder por lo que para definir la noción de sujeto, y más aún de sujeto delincuente desarrollada por
Foucault es importante transcribir ciertas ideas que el ha desarrollado en sus obras:

Como primera idea Foucault señala con respecto al poder que: “Cuando se define el ejercicio del poder como un
modo de acción sobre las acciones de los otros cuando se caracterizan estas acciones a través del gobierno de los
hombres por otros hombres- en el sentido más amplio del término- se incluye un elemento importante: la libertad.
El poder se ejerce solamente sobre sujetos libres que se enfrentan con un campo de posibilidades en el cual pueden
desenvolverse varias formas de conductas, varias reacciones y diversos comportamientos”(23). A lo que agrega
que “... no hay una confrontación cara a cara entre poder y libertad, que sea mutuamente exclusiva ... En este
juego, la libertad puede aparecer como la condición para el ejercicio del poder (y al mismo tiempo su precondición,
dado que la libertad debe existir para que se ejerza, y también como su soporte permanente, dado que sin la
posibilidad de la resistencia, el poder sería equivalente a la determinación física)”(24). Este poder genera Saber y el
saber a su vez objetos y sujetos; en palabras del autor esto significa que: “... las prácticas sociales pueden llegar a
engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que
hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. El mismo sujeto de
conocimiento posee una historia, la relación del sujeto con el objeto; o más claramente, la verdad misma tiene una
historia ...” y “... mostrar en particular cómo puede formarse en el siglo XIX, un cierto saber del hombre, de la
individualidad, del individuo normal o anormal, dentro o fuera de la regla; saber éste que, en verdad, nació de las
prácticas sociales de control y vigilancia. Y cómo, de alguna manera, este saber no se le impuso a un sujeto de
conocimiento, no se le propuso ni se le imprimió, sino que hizo nacer un tipo absolutamente nuevo de sujeto de
conocimiento. Podemos decir entonces que la historia de los dominios de saber en relación con las prácticas
sociales, excluida la preeminencia de un sujeto de conocimiento dado definitivamente, es uno de los temas de
investigación que propongo”(25) y que “... puede decirse que la nueva distribución espacial y social de la riqueza
industrial y agrícola hizo necesarios nuevos controles sociales a fines del siglo XVIII.

Los nuevos sistemas de control social establecidos por el poder, la clase industrial y propietaria, se tomaron de los
controles de origen popular o semi popular y se organizaron en una versión autoritaria y estatal”(26).

“ Los individuos sobre los que se ejerce el poder pueden ser el lugar de donde se extrae el saber que ellos mismos
forman y que será retranscrito y acumulado según nueva forma; o bien puede ser objeto de un saber que permitirá a
su vez nuevas formas de control”(27).

Este sujeto anormal, criminal, va a ser el centro de atención de una sociedad que según Foucault en sus
instituciones reproduce el panóptico de Bentham, y esto es así porque, “el panóptico irrumpe en un momento en
que la burguesía ha llegado a ser en el curso del siglo XVIII la clase políticamente dominante que preserva y pone
a cubierto el proceso en un marco jurídico expreso, formalmente igualitaria a lo que el autor afirma “Pero el
desarrollo y la generalización de los dispositivos disciplinarios ha constituido la otra vertiente oscura, de estos
procesos. Bajo la forma jurídica general que garantizaba un sistema de derechos en principio igualitarios había
subyacentes esos mecanismos menudos, cotidianos y físicos, todos esos sistemas de micropoder esencialmente
igualitarios y disimétricos que constituyen las disciplinas'”(28). Además, “La sociedad contemporánea puede ser
denominada...sociedad disciplinaria”(29).

Dicha sociedad tiene como una de sus principales instituciones a la prisión. El autor nos muestra que la prisión
desde sus propios comienzos como ha sido estructurada es un fracaso. Es atendible el caso de que la prisión y su
crítica comparten una existencia simultánea, y que aún hoy esas objeciones se repiten sin cambios: se han
cristalizado.

Algunas de estas críticas son: que la prisión no disminuye la tasa de criminalidad, que la detención produce la
reincidencia, en este sentido el autor cita a CH Lucas quien afirma lo siguiente: “la prisión no puede dejar de
fabricar delincuentes. Los fabrica por el tipo de existencia que hace llevar a los detenidos: ya se los aísle en celdas,
o se les imponga un trabajo inútil, para el cual no encontrará empleo, es de todos modos no “pensar en el hombre
en sociedad; es crear una existencia contra natura inútil y peligrosa”; se requiere que la prisión eduque a los
detenidos, pero un sistema de educación que se dirige al hombre, puede hombre puede razonablemente tener por
objeto obrara contra lo que pide la naturaleza”(30). Además el autor dirige su mirada hacia los guardianes y los
cataloga como hombres de poca instrucción, sin inteligencia de su función, otra observación que hace es en
relación al trabajo penal, que en las condiciones en las que se realiza no puede ser educativo.

La prisión es asimilada a un club, a una gran asociación que favorece la organización de delincuentes, allí se
conocen, interrelacionan para complicidades futuras.

Los detenidos liberados tampoco escapan a las redes que este sistema teje. Esta persona una vez liberada es
sometida a determinadas condiciones para su vida que lo condenan a la reincidencia.

Estas son algunas de las formas en que la prisión fabrica directamente delincuente, pero también los fabrica
indirectamente al hacer caer a la familia del detenido en la miseria.

La crítica a la prisión se ha llevado en dos direcciones: una que considera que la prisión no es correctora por su
rudimentaria técnica penitenciaria y otros que están en contra de la función correctora afirmad que la técnica
penitenciaria es el rigor. Sin embargo ante todas estas la respuesta ha sido invariablemente el mantenimiento de la
prisión y con ella los principios invariables de la técnica penitenciaria.

“El sistema carcelario reúne en una misma figura unos discursos y unas arquitecturas, unos efectos sociales reales
y unas utopías invencibles, unos programas para corregir a los delincuentes y unos mecanismos que solidifican la
delincuencia (...) si el principio de la detención penal no ha sido sometido jamás seriamente a discusión, se debe sin
duda a que tal sistema carcelario enraizaba profundamente y ejercía funciones precisas”(31) a partir de aquí
Foucault reconoce que el fracaso no es quizás tal, porque en sí ha encerrado alguna utilidad.

La utilidad del fracaso se relaciona con la administración de los ilegalismos. La prisión “los castigos no están
destinados a suprimir las infracciones, sino más bien a distinguirlas, a distribuirlas, a utilizarlas; (...)que tienden a
organizar la trasgresión de las leyes. La pena sería entonces una manera de administrar ilegalismos (...) de dar
cierto campo de libertad a algunos y hacer presión sobre otros , de excluir a una parte y hacer útil a otra (...). En
suma, la penalidad no “reprimiría”pura y simplemente los ilegalismos, los “diferenciaría”, aseguraría su “economía
general””(32).

Si bien el ilegalismo es múltiple no todo ilegalismo puede ser reprimido, la selección de esta represión es definida
por relaciones de poder, “... no en modo alguno(...) porque los cabecillas de la agitación popular fueran criminales,
sino porque las nuevas formas del derecho, los rigores de la reglamentación, las exigencias del Estado, sea de los
propietarios, ya de los patronos, y las técnicas más estrechas de vigilancia, multiplicaban las ocasiones de delito y
hacían caer del otro lado de la ley a muchos individuos que, en otras condiciones, no habrían pasado al campo de la
criminalidad especializada”(33)

A su vez la delincuencia “constituye un medio de vigilancia perpetua sobre la población : un aparato que permite
controlar; a través de los propios delincuentes, todo el campo social”(34). A su vez en otra obra Foucault afirma un
rol de la prisión como límite diferenciador de lo normal y anormal y dice: “ En mi opinión la prisión, se impuso
simplemente porque era la forma concentrada, ejemplar, simbólica, de todas estas instituciones de secuestro
creadas en el siglo XIX. De hecho la prisión es isomorfa a todas estas instituciones. En el gran panoptismo social
cuya función es precisamente la transformación de la vida de los hombres en fuerza productiva, la prisión cumple
un papel mucho más simbólico y ejemplar que económico, penal o correctivo. La prisión es la imagen de la
sociedad, su imagen invertida, una imagen transformada en amenaza. La prisión emite dos discursos: “ he aquí lo
que la sociedad es; vosotros no podéis criticarme puesto que yo hago únicamente aquello que os hacen diariamente
en la fábrica, en la escuela, etc. Yo soy pues, inocente, soy apenas una expresión de un consenso social”. En la
teoría de la penalidad o la criminología se encuentra precisamente esto, la idea de que la prisión no es una ruptura
con lo que sucede todos los días. Pero al mismo tiempo la prisión emite otro discurso: “la mejor prueba de que
vosotros no estáis en prisión es que yo existo como institución particular separada de las demás, destinada sólo a
quienes cometieron una falta contra la ley””(35).

La prisión y las instituciones que la rodean policía y penitenciaría realizan una actividad de vigilancia, acción que
es definida por el autor de la siguiente manera: “ El panoptismo es una forma de saber que se apoya ya no sobre
una indagación sino sobre algo totalmente diferente que yo llamaría examen. La indagación era un procedimiento
por el que se procuraba saber lo que había ocurrido. Se trataba de reactualizar un acontecimiento pasado a través de
los testimonios de personas que por una razón u otra –por su sabiduría o por el hecho de haber presenciado el
acontecimiento-, se consideraban que eran capaces de saber.

En el Panóptico se producirá algo totalmente diferente: ya no hay más indagación sino vigilancia, examen. No se
trata de reconstruir un acontecimiento sino algo, o mejor dicho, se trata de vigilar sin interrupción y totalmente.
Vigilancia permanente sobre los individuos por alguien que ejerce sobre ellos un poder – maestro de escuela, jefe
de oficina, médico, psiquiatra, director de prisión- y que porque ejerce ese poder, tiene la posibilidad no sólo de
vigilar sino también de constituir un saber sobre aquellos a quienes vigila. Es éste un saber que no se caracteriza ya
por determinar si algo ocurrió o no, sino que ahora trata de verificar si un individuo se conduce o no como debe, si
cumple con las reglas, si progresa o no, etc. Este nuevo saber no se organiza en torno a cuestiones tales como “¿se
hizo esto? ¿Quién lo hizo?”; no se ordena en términos de presencia o ausencia, existencia o no existencia, se
organiza alrededor de la norma, establece qué es normal y qué no lo es, qué cosa es incorrecta y qué otra cosa es
correcta, qué se debe o no hacer”(36).

d) Diálogo con Michel Foucault


Por los mismos argumentos ya explicados en el diálogo con Lombroso es que se intenta este diálogo ficticio con
Foucault.

Entrevistador: Sr. Foucault retomando su concepto de anormal usted, ¿afirmaría que el criminal es un degenerado?

Foucault:“ La gran familia indefinida y confusa de los “anormales” que atemoriza de forma obsesiva a la gente de
finales del siglo XIX no señala simplemente una fase de incertidumbre o un episodio un tanto desafortunado de la
historia de la psicopatología, sino que constituye un fenómeno que está íntimamente relacionado con todo un
conjunto de instituciones de control, con todo una serie de mecanismos de vigilancia y de distribución del orden.
Cuando esta gran familia se vea totalmente recubierta por la categoría de la “degeneración”, dará lugar a
elaboraciones teóricas irrisorias cuyos efectos se gravarán sin embargo hondadamente en la realidad social”(37).

Entrevistador: Usted, ¿Comparte las ideas que se han venido desarrollando a través del siglo XIX en relación a la
existencia de una naturaleza criminal?

Foucault: “no hay, pues una naturaleza criminal sino unos juegos de fuerza que según la clase a que pertenecen los
individuos, los conducirán al poder o la prisión”(38) y además, “la existencia del delito manifiesta afortunadamente
una incomprensibilidad de la naturaleza humana”; hay que ver en él más que una flaqueza o una enfermedad, una
energía que se yergue, una “protesta resonante de la individualidad humana””(39).

Entrevistador: ¿Cómo define usted a la relación entre el gobierno, que desde los postulados del siglo XVII,
descansa su soberanía en el pueblo?

Foucault: yo creo que “ la población aparece, pues; más que como potencia del soberano, como fin del gobierno; la
población aparecerá como sujeto de necesidades, de aspiraciones, pero también como objeto de la intervención del
gobierno; conciente frente al gobierno de lo que quiere e inconsciente de quien le hace quererlo. El interés en tanto
que conciencia de todo individuo que constituye la población y el interés en tanto que interés de la población
cualesquiera sean los intereses y las aspiraciones individuales de las que lo componen, he aquí lo constituye el
blanco y el instrumento fundamental del gobierno de la población. Nacida de un arte, y en todo caso de tácticas y
de técnicas absolutamente nuevas”(40).

Entrevistador: el rol de la justicia siempre ha sido el de castigar los delitos primeramente, pero usted en
determinados libros a introducido algo más en este rol ¿puede describirnos, qué otra función realiza la justicia?

Foucault: claro y, “ Es así que se desarrolla en el siglo XIX alrededor de la institución judicial y para permitirle
asumir la función de control de los individuos a nivel de la peligrosidad, una gigantesca maquinaria de
instituciones que encuadrarán a éstos a lo largo de su existencia; instituciones pedagógicas como la escuela,
psicológicas o psiquiátricas como el hospital, el asilo, etc. Esta red de un poder que no es judicial debe desempeñar
una de las funciones que se atribuye la justicia a sí misma en esta etapa: función que ya no es de castigar las
infracciones de los individuos, sino de corregir sus virtualidades”(41).

IV. CONCLUSION
Tanto Lombroso como Foucault han abordado la problemática del sujeto delincuente, aunque desde muy diferentes
miradas, el primero ha abogado por la determinación del sujeto delincuente como un ser que no puede evitar
cometer actos criminales, mientras que el segundo establece que este sujeto delincuente es una invención de un
saber específico que a su vez se funda en relaciones de poder que permiten esa invención, de las que el propio
sujeto es parte. Con esta afirmación se establece una diferencia más; mientras que Lombroso niega toda existencia
de libertad en el sujeto, Foucault dice que es la libertad la base para que existan relaciones de poder, porque de lo
contrario nos encontraríamos en una situación de violencia.

Lombroso es un autor producto de una época en que las ciencias naturales y el método experimental hicieron que,
estudie al sujeto delincuente como un ente sometido a leyes universales y que la sociedad no ejercía casi influencia
en su predisposición para delinquir, debido a que lo realmente determinante era su interioridad predispuesta para el
crimen. Por lo contrario Foucault, es un estudioso de la historia de las sociedades y realiza lo que él ha dado en
llamar una “arqueología” de los saberes y es desde esta posición que denuncia la intervención de la prisión como
una perpetuadora de delincuentes, como una generadora de reincidentes y afirma que en esto radica su triunfo
porque con estas personas puede coadyuvar a realizar la función que debe llevar adelante la justicia, que es el
control de la virtualidad y además estos sujetos son útiles al sistema debido a su rol como informantes y porque de
esta manera en la carrera delictiva se les distrae de otro tipo de pensamientos que podrían ser más peligrosos al
sistema impuesto por la burguesía.

Otro de los puntos que separan a Lombroso de Foucault es que, Lombroso no se pregunta por la definición de lo
que es criminal o no, mientras que para Foucault la conformación del discurso a través de las relaciones de poder
que definen lo anormal, y especialmente la criminalidad es su punto de conexión en sus obras.

Mientras que Lombroso enmarca su teoría en un método que al ser experimental con pretensiones de asemejar las
ciencias sociales a las naturales, obtiene como consecuencia un “discurso” apolítico y ahistórico, que no critica al
orden instaurado. Por su parte Foucault denuncia, desde la historia y con un pensamiento impregnado por sus
ideales políticos, al poder que se esconde tras las instituciones, que nos hace creer que el pueblo quiere, cuando no
se sabe quién nos hace querer y nos hace pensar que lo normal es dado, por tanto inmutable cuando a los ojos de
Foucault es construido y mutable.

Se han encontrado además una similitud entre Lombroso y Foucault, y son que ambos descreen de la función
resocializadora de la prisión, aunque ambos por diversos argumentos. Lombroso porque no da crédito a la
alfabetización y asegura que la criminalidad no se ve influida por la existencia o no de educación en las prisiones y
porque él cree en que las causas que llevan al delincuente a su crimen no son modificables principalmente porque
están dentro de él, y son parte, principalmente, de su estructura morfológica; por su parte Foucault descree de esta
función porque el éxito de la prisión está en el eterno fracaso de su función alegada, que es la posibilidad de
resocializar a quien ha caído en el crimen.

Referencias
1. Baratta Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho penal , Siglo XXI, México, 1986, pp.21.

2. Del Olmo Rosa, América Latina y su criminología, Siglo XXI, México, 1981, pp 22,23.

3. Op. Cit pp 23

4. Del Olmo Rosa, América Latina y su criminología, Siglo XXI, México, 1981, pp 24

5. Baratta Alessandro, Criminología crítica y crítica del derecho penal , Siglo XXI, México, 1986, pp 22

6. Baratta, Alessandro. Criminología crítica y crítica del derecho penal , Siglo XXI, México, 1986, pp 32

7. En Pasquino, Pascuale . Criminology: the Birth of a special kwoledge, en Burchell Graham; Gordon Colin y
Miller, Peter: The Foucault effect. Studies in governmentality, Harvester Wheatsheaf, London, 1991, pp 236

8. Ingenieros, José. Criminología , 1916, pp 375.

9. www.geocities.com/cjr212criminologia/lombroso.htm

10. Gina Lombroso, L´Uomo Delinquente, edición reducida, Turín, 1924, pp XIV, XV. En Abrahamsen David,
Delito y Psique, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1° Edición. 1946 pp 26.

11. Tipología que expone en el Hombre delincuente, pero que su explicación es rescatada de la obra de
Abrahamsen David, Delito y Psique, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1° Edición. 1946 pp 28, 29.

12. Lombroso Cesar y Otros, La Escuela Criminológica Positivista, Editorial la España Moderna, pp 12

13. Op Cit, pp 14

14. Lombroso Cesar y Otros, La Escuela Criminológica Positivista, Editorial la España Moderna, pp 15
15. Op. Cit. 25

16. Lombroso Cesar y Otros, La Escuela Criminológica Positivista, Editorial la España Moderna, pp 41.

17. Op Cit, pp 23

18. Lombroso Cesar y Otros, La Escuela Criminológica Positivista, Editorial la España Moderna, pp 32

19. Op. Cit. 52

20. Lombroso Cesar y Otros, La Escuela Criminológica Positivista, Editorial la España Moderna, pp 55

21. Fillingham, Lidia Alix y Susser , Moshe. Foucault, para principiantes. Era Naciente, documentos
ilustrados.1999.

22. Fillingham, Lidia Alix y Susser , Moshe. Foucault, para principiantes. Era Naciente, documentos
ilustrados.1999. pp. 86

23. Foucault Michel, El sujeto y el poder, en Dreyfus, Herbert y Rabinow, Paul: Michel Foucault: Más allá del
estructuralismo y la hermenéutica, UNAM, México DF, 1998, pp. 254.

24. Op. cit. pp. 254.

25. Foucault Michel, La Verdad y Las Formas Jurídicas, Gedisea Editorial, 4ta reimpresión, 1996, pp. 14

26. Op, Cit , pp. 114

27. Foucault Michel, La Verdad y Las Formas Jurídicas, Gedisea Editorial, 4ta reimpresión, 1996, pp. 135

28. Foucault Michel, En: Marí Enrique Eduardo, La problemática del castigo, el discurso de Jeremy Bentham y
Michel Foucault, HACHETTE, pp 198.

29. Foucault Michel, La Verdad y Las Formas Jurídicas, Gedisea Editorial, 4ta reimpresión, 1996, pp. 91

30. CH Lucaas, de la réforme des prisions, t, 1836 pp. 127 y 130, en Foucault Michel, “Vigilar y Castigar”,Buenos
Aires, SXXI, 1989.

31. Foucault Michel, “Vigilar y Castigar”,Buenos Aires, SXXI, 1989. Pág. 276

32. Foucault Michel, “Vigilar y Castigar”,Buenos Aires, SXXI, 1989. Pág. 277

33. Op. cit Pág. 280

34. Foucault Michel, “Vigilar y Castigar”,Buenos Aires, SXXI, 1989. Pág. 287

35. Foucault Michel, La Verdad y Las Formas Jurídicas, Gedisea Editorial, 4ta reimpresión, 1996, pp. 137

36. Op Cit, pp. 99 y 100.

37. Foucault Michel, La Vida de los Hombres Infames, Colección Caronte Ensayos, Editorial Altamira, Buenos
Aires, 1996, pp 61.

38. Op. cit., pág. 296

39. Foucault Michel, Vigilar y Castigar,Buenos Aires, SXXI, 1989. Pág. 296.
40. Foucault Michel, La Gubernamentalidad, en AAVV: Espacios de Poder, Las ediciones de la Piqueta, Madrid,
1991, pp. 22 y 23.

41. Foucault Michel, La Verdad y Las Formas Jurídicas, Gedisea Editorial, 4ta reimpresión, 1996, pp. 98

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