Tema 26

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TEMA 26. ORÍGENES Y DESARROLLO DEL FEUDALISMO.

LA ECONOMÍA
SEÑORIAL. DEBATE HISTORIOGRÁFICO.

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
1. CONCEPTOS
1.1. Señorío y feudo
2. MARCO CRONOLÓGICO Y GEOGRÁFICO
3. ORÍGENES DEL FEUDALISMO: DINÁMICAS E INSTITUCIONES
3.1. Origen de las instituciones
4. ESTRATIFICACIÓN SOCIAL
4.1. Campesinos
4.2. Nobleza
4.3. Clérigos
4.4. Burgueses
5. EL DEBATE ACERCA DE LA ECONOMÍA SEÑORIAL
6. FEUDALISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
CONCLUSIÓN

INTRODUCCIÓN
La cuestión histórica de la génesis del feudalismo en la Antigüedad es análoga a la del capitalismo;
preguntémonos: ¿en qué punto la economía deja de ser feudal y se convierte en capitalista? ¿En qué
punto el feudalismo sustituye al esclavismo? En realidad estas cuestiones son espurias, puesto que
la realidad nos muestra que en todas las épocas se encuentran trazas de unos sistemas y de otros.
Entonces, lo verdaderamente importante es la generalización de estas prácticas y su viabilidad con
sistemas sociales, culturales y políticos más amplios. No obtendremos una respuesta a estos
interrogantes (puesto que son incorrectos en sí mismos), pero sí tendremos una visión más veraz de
los acontecimientos que nos proponemos estudiar.

1. CONCEPTOS
El concepto de FEUDALISMO ha estado continuamente en disputa y no existe consenso científico
al respecto de una definición operativa. Los primeros usos del término se remontan al siglo XVI por
parte de juristas ingleses, y fue en el XVIII cuando se empieza se extiende el uso peyorativo entre
los revolucionarios.
La elección de una definición u otra por parte de los historiadores se ha orientado por los aspectos
que quería ilustrar de la sociedad medieval. Así, para BOUTRUCHE el feudalismo ha sido la
estructura social y jurídica propia de una sociedad en la que se habían desintegrado los poderes
públicos. Para autores de mayor o menor filiación marxista como HILTON, el feudalismo es ante
todo un modo de producción, entendido como un conjunto de relaciones sociales de producción que
constituyen la base material de unos epifenómenos como las leyes y las instituciones.
GANSHOF ha dividido los abordajes teóricos del feudalismo en las siguientes visiones: una visión
“estrecha”, que considera el feudalismo únicamente en oposición a los Imperios y a la monarquía,
tratándolo como un fenómeno marginal y transitorio. Una visión “amplia”, que considera el feudo
como expresión de un conjunto de relaciones sociales y económicas amplias y complejas,
considerando el feudalismo base de la historia occidental del siglo V al XIV. Otra visión marxista
que, si bien se ha alejado de la rigidez conceptual propia, se centra en la evolución de las relaciones
sociales de producción durante la Edad Media y considera el feudalismo una categoría
eminentemente político-económica.
A esto podemos añadirle la visión de la escuela de los ANNALES, que si bien no ofrece una
definición operativa y excluyente, se centra en abordar la Edad Media y el feudalismo desde puntos
de vista integradores que tienen en cuenta la historia de las mentalidades y la antropología.
1.1. Señorío y feudo
Debemos diferenciar estos dos términos a nivel conceptual: el feudo es la tierra que el señor
proporciona al vasallo, entendida en su conjunto o en su particularidad, considerada idealmente “el
salario del caballero”. El señorío viene a ser el conjunto de relaciones sociales de estratificación o
de derecho que imperan en un feudo, y más ampliamente el conjunto de relaciones sociales que se
daban durante el feudalismo.
Coloquialmente los dos términos se usan de manera indistinta. Esto se debe a que con la concesión
de muchos feudos venían incluidos los vasallos y los derechos jurisdiccionales sobre ellos, por lo
que no era extraño que las dos realidades se dieran de manera simultánea.
La historiografía muestra opiniones divididas en torno al comportamiento de estas variables. Entre
los historiadores marxistas, como HILTON, estas dos realidades vienen a ser distintas caras de la
misma moneda, que en última instancia contribuyen a mantener el dominio de la clase feudataria.
Para BOUTRUCHE, por ejemplo, se trata de dos realidades contemporáneas pero independientes.
Destaca la particularidad europea del fenómeno del señorío, frente a la relativa universalidad del
feudo. Para Boutruche, esto se explica en que el señorío tiene su origen en el DERECHO DE
INMUNIDAD carolingio, sin el cual no se puede entender el concepto de SEÑORÍO
JURISDICCIONAL tan dado en la Francia medieval.

2. MARCO CRONOLÓGICO Y GEOFRÁFICO


La historiografía tradicional fecha la generalización del feudalismo en el 476 dC, caído el Imperio
de Occidente, en el marco de las invasiones bárbaras y la generalización de prácticas como el
COLONATO y el decaimiento de la esclavitud. Sin embargo, autores como PYRENNE, BLOCH y
G. DUBY, dentro de la escuela de los ANNALES, introdujeron un cambio de perspectiva al afirmar
que la generalización de las estructuras feudales se produjo en torno al 900-1000, en estrecha
relación con la caída del Imperio Carolingio. Tomaremos partido por esta posición, entendiendo el
feudalismo como el marco fundamental en el que se desarrollan los siglos X-XV en el Occidente
cristiano, aunque sería imposible explicarlos sin retrotraernos a fenómenos de origen muy anterior.
Restringir el ámbito geográfico al Occidente cristiano también puede ser problemático, dado que la
mayoría de las investigaciones se centran en Francia y los resultados son difícilmente extrapolables
a realidades como las Islas Británicas, Alemania o la España medieval. Nos centraremos en estas
investigaciones para hablar de generalidades, y posteriormente comentaremos el caso de Castilla.

3. ORIGEN DEL FEUDALISMO: DINÁMICAS E INSTITUCIONES


Desde un punto de vista amplio, las prácticas feudales datan de la Antigüedad tardía
(encomendaciones, patronazgo, colonato...), fundidas en un orden Imperial y esclavista mucho más
significativo. Desde un punto de vista estricto, las prácticas feudales comienzan a ganar terreno
desde el siglo V al siglo IX, en el marco del Imperio Carolingio. BOUTRUCHE considera el
imperio franco una formación estatal demasiado precaria (“gigante con pies de barro”) como para
considerarse un continuador de los imperios de la antigüedad, por lo que lo lógico es pensar que,
ante la falta de cohesión institucional, se favorecieran las dinámicas de señorío y vasallaje.
Precisamente esta sería la principal causa de su caída, impotente ante sus pretensiones territoriales.
Las RELACIONES FEUDALES proliferan allá donde la inseguridad no se puede solventar con las
instituciones y allá donde la falta de estabilidad amenaza el comercio, llevando a la población a una
ruralización creciente. La Europa de los siglos V-X, con las sucesivas oleadas de invasiones
“bárbaras” y con los estados y los imperios agotados por conflictos internos, fue entonces el caldo
de cultivo perfecto para el surgimiento del feudalismo.
Al parecer el origen del feudalismo como sistema social dominante estaría en dos factores
principales: las MARCAS carolingias, gobernadas por marqueses y otros cargos militares, y en lo
que la historiografía tradicional ha llamado SEGUNDAS INVASIONES. El caos, la inseguridad y
la falta de cohesión institucional llevan a la generalización de unas prácticas bien conocidas desde
hacía siglos.
Si bien en el territorio carolingio se fomentaban las relaciones de vasallaje dada su debilidad
institucional, las invasiones de los siglos IX-X (vikingos en el norte, húngaros por el este y
musulmanes en el sur) constituyeron el factor de inseguridad que hicieron a los campesinos libres
encomendarse a los poderosos.
El proceso puede resumirse de la siguiente manera: las zonas inestables tales como las marcas o los
condados eran administradas por funcionarios o militares, que asumieron la soberanía fáctica de
estos terrenos ante la debilidad institucional. Con el tiempo, se establecieron como señores, dando
lugar a las DINASTÍAS NOBILIARIAS.
Esto se hizo posible gracias al ejercicio del BAN, una forma de gobernanza de origen germánico
que da lugar al SEÑORÍO BANAL. El administrador de este sistema se da cuenta que ejercer el
Ban en forma de protección, justicia o fiscalidad es más rentable y efectivo que la mera explotación
de la tierra. Así, el campesino libre, se veía obligado a entrar al servicio del señor del lugar y
someterse tanto a la TALLA (un impuesto arbitrario) como al derecho local, en forma de
CONSUETUDINES o USATGES (pago por el uso del molino común, por ejemplo). Este estado de
las cosas fue el causante de la desaparición de la esclavitud, ya que no tenía ninguna cabida en este
marco, que necesitaba de hombres técnicamente libres para funcionar.

3.1. Origen de las instituciones feudales


En la Roma de los siglos IV y V se hicieron comunes prácticas como el SE COMENDARE o el
SERVITIUM, que no eran reconocidos por el derecho pero se practicaron ampliamente en las zonas
rurales de las provincias casi abandonadas. Algo análogo sucedía, de manera consuetudinaria y
variable, entre grupos como los germanos o los celtas de forma muy anterior, pero más parecido a
un clientelismo rudimentario que a un feudalismo propiamente dicho.
Estas formas de servicio y patronazgo no eran de ninguna manera el eje de la vida económica y
social. Los primeros registros de leyes basadas en el vasallaje los encontramos entre los carolingios.
Con la caída de su precario imperio, estas formas dejaron de servir al poder central y se
configuraron de manera espontánea para responder a las necesidades de la época: disturbios,
invasiones y caos institucional, lo que hacía cada vez más necesario encomendarse a la protección
de un señor.
Ya consolidadas las relaciones de vasallaje, estas consistían en un contrato temporal, de
obligaciones recíprocas y entre hombres libres, consideradas algo incluso honorable para ambas
partes. Aunque como es de esperar, en muchos casos perpetuaron situaciones hereditarias de
dependencia y pobreza.
En este contrato, las dos principales obligaciones del vasallo eran el CONCILIUM y el
AUXILIUM, respectivamente el consejo y la ayuda militar, entendiendo esto de manera muy
amplia y variada. Además, por supuesto, de la ayuda PECUNIARIA. En contrapartida, el señor
debía prestarles protección y mantenerlos económicamente (es decir, otorgándoles tierras), además
de comprometerse a tratarlos conforme al DERECHO.
Esto es solo así en términos ideales, ya que la aplicación de estas normas dependía de la situación
particular de cada lugar. Igualmente se daban señoríos que encubrían situaciones de verdadera
esclavitud, mientras que otros señores, especialmente en torno al siglo XIII-XIV, competían por
obtener los mejores vasallos otorgándoles generosos bienes materiales. Los vasallos podían ser
paupérrimos u hombres verdaderamente libres que buscaban entregarse al mejor postor.

4. ESTRATIFICACIÓN SOCIAL EN EL FEUDALISMO


4.1. Campesinos
Es difícil establecer unos criterios comunes para este estrato debido a que fue heterogéneo y
cambiante a lo largo del tiempo. Como mínimo, dentro de los que se dedicaban directamente a la
actividad agraria, podemos distinguir entre HOMBRES LIBRES y SERVI.
En la Alta Edad Media el término servi (siervo) indicaba relación de esclavitud, pero al desaparecer
en el desarrollo del Imperio Carolingio la esclavitud como institución, se comenzó a emplear para
designar de manera más o menos ambigua una situación a caballo entre la libertad plena y la
servidumbre.
Sería erróneo identificar la LIBERTAD JURÍDICA con la INDEPENDENCIA ECONÓMICA. Si
bien al principio era frecuente la figura del campesino libre propietario de las tierras y del
excedente, esta situación cambió con el avance del feudalismo. En cierto momento,
presumiblemente entre los siglos IX y X, la masa de descendientes de siervos no libres se funden
entre los campesinos libres que entran bajo la protección de un señor. Progresivamente y a merced
de la nueva situación jurídica, el término SERVI se usa para designar a todos los campesinos
dependientes, en torno al siglo XII.
Haciendo balance de esta situación, puede decirse que las condiciones de vida del esclavo y de los
estratos más bajos mejoraron con el avance del feudalismo. Al alcanzar el estatus jurídico de
PERSONA, su vida, aunque onerosa, no estaba tan sujeta a la arbitrariedad de sus dueños.
BLOCH nos ofrece un balance de la vida del campesino a través del tiempo muy elocuente. Puede
decirse que a las puertas de la ALTA EDAD MEDIA, se había consolidado cierto nivel de vida en el
campo, y de esto es muestra los continuados esfuerzos de los señores franceses e ingleses por
mejorar la vida de sus siervos, llegando a fijar CENSOS MONETARIOS por actividades,
incluyendo al campesinado en la circulación monetaria. Esta situación, indicativa de un periodo de
bonanza generalizada, se rompe con el advenimiento de la crisis del siglo XIV, en el marco de las
revueltas campesinas contra los MALOS USOS de los señores, que querían rescatar privilegios
anteriores. Como podemos ver, ni la categoría de campesino ni sus condiciones de vida fueron
invariables a lo largo del tiempo.

4.2. Nobleza
El debate historiográfico en torno a este concepto también nos ofrece una visión “amplia” y otra
“estrecha”. Para POLY y BOURNAZEL, que estudiaron los usos históricos del concepto
NOBILITAS, el término ha hecho referencia a realidades históricas distintas e incluso
contradictorias. Para BLOCH, de manera mucho más concreta, acota la nobleza en torno al
significante de clase social, y postula a partir de aquí que la nobleza como tal no existió hasta el
siglo XII.
La realidad histórica parece dar la razón a ambas posturas. Por un lado, la existencia de un
estamento social, de origen heterogéneo, que vivía de las rentas de los hombres que trabajaban la
tierra, y no de su explotación, ha sido casi una constante en la historia. Incluso en la Alta Edad
Media el ejercicio del señorío no estuvo ligado a una clase social concreta, siendo el origen de los
señores variable (funcionarios, clérigos, campesinos enriquecidos…), si bien es verdad que por
regla general el derecho de señorío se obtenía MANU MILITARI.
Pero por otro lado, BLOCH nos recuerda una interesante paradoja: solo cuando la oligarquía
nobiliaria bajomedieval vio sus privilegios amenazados por la nueva burguesía, se comenzó a hablar
de nobleza como CATEGORÍA JURÍDICA. Entonces, para Bloch, la nobleza como clase social
organizada solo existiría desde, como mucho, el siglo XII.

4.3. Clérigos
El clero ya gozaba de un estatus jurídico propio con anterioridad al feudalismo, aunque este grupo
se componía de miembros de distintos niveles económicos, culturales y sociales. El proceso más
reseñable desde el punto de vista histórico es la FEUDALIZACIÓN de la Iglesia: todos sus
miembros, tanto el alto como el bajo claro, debieron entrar en el circuito de relaciones sociales y
económicas propio de la época.
Parece ser que en un principio fue normal que los grandes DOMINIOS FUNDIARIOS de la Iglesia
se explotaran de manera señorial, con excepción de las órdenes regulares, que mantuvieron un
comunitarismo empapado de maneras señoriales. El clero seglar, por su parte, se vio obligado a
entrar en las redes de VASALLAJE.
Desde el siglo V se reconocía el derecho a los obispos y abades de formar iglesias propias como
extensión de una Diócesis concreta. Pero a partir del siglo VIII, con el CONCILIO DE TROSLY,
cuando se reconoció que la iglesia formaba parte del DOMINIUM del señor feudal, aunque la
responsabilidad de su mantenimiento y ejercicio fuera del clérigo en cuestión.
Esto en la práctico significó una alianza muy fecunda entre señores y alto clero para mantener los
privilegios de ambos, lo que explica la profusión de movimientos heréticos, revueltas, acusaciones
de corrupción y tentativas de reforma durante toda la Edad Media. El mayor problema fue el de las
INVESTIDURAS, en las que los laicos, como reyes y nobles, acababan por investir cargos
religiosos, como resultado de esta simbiosis perfecta. Esto alcanzó su paroxismo en Inglaterra,
donde la ley del ADVOWSON permitía a los señores feudales nombrar directamente a los clérigos
de sus dominios.
Quizá una de las mayores contribuciones del clero fue la ideología feudal, destacando el
TRIESTAMENTALISMO, basado en el pensamiento de San Agustín, aunque no fue el único. La
división de la sociedad en Oratores, Pugnatores y Laboratores se empieza a encontrar enunciada de
forma explícita en el siglo IX en Wessex en el marco de la lucha contra los vikingos, y para el siglo
XI se halla extendido por toda Europa.

4.4. Burgueses
Al comienzo de la Edad Media “burgués” designaba al mero habitante del burgo, pero con el tiempo
acabó por designar a los sectores más económicamente activos, enriquecidos por el PRÉSTAMO y
el COMERCIO. Paradójicamente y como veremos adelante, estos sectores activos comenzaron a
proliferar en torno a los siglos XII-XIII como consecuencia de la mejora generalizada de la
economía agraria que trajo el FEUDALISMO PLENO. Las relaciones de la oligarquía señorial con
estos sectores fue ambigua, ya que por un lado era frecuente que pusieran trabas a su actividad, y
por otro se codearon con los más adinerados.
La vida social en las ciudades del siglo IX-XIII se organizaba tratando de desvincularse del poder
señorial, creando para ello las CARTAS COMUNALES DE FRANQUICIAS URBANAS. En
esencia, se trataba de contratos de “juramento mutuo”, que reproducían el esquema del vasallaje si
bien, al menos de iure, las relaciones eran entre iguales.
Los historiadores han visto en estos hechos distintas realidades. Para BLOCH, por ejemplo, estas
ciudades representaron en su apogeo un contrapoder a la nobleza y la contradicción principal que
haría caer a la nobleza como clase social. Pero si empleamos una clave de interpretación micro, nos
damos cuenta de que sería un error considerar las ciudades como “islas” ajenas o superadoras del
feudalismo, debido a que de facto, que no de iure, se acababan imponiendo las mismas dinámicas.
POLY y BOURNAZEL han señalado esto, además de los vínculos entre la burguesía, los señores
cercanos y el alto clero, dando como resultado un esquema feudal que impregnaba la vida cotidiana.
Por ello, ellos proponen el término de SEÑORÍO COLECTIVO para referirse al burgo
altomedieval.

5. EL DEBATE ACERCA DE LA ECONOMÍA SEÑORIAL


Hemos señalado sucintamente los debates existentes entre distintas corrientes acerca de cuestiones
conceptuales, de génesis, de extensión del fenómeno e incluso acerca de su propia naturaleza. Pero
quizá uno de los debates más candentes sea la cuestión del “inmovilismo económico” que se asocia
al feudalismo, habiendo configurado una imagen de edad oscura, que al parecer no se corresponde
del todo a la realidad.
La historiografía marxista ha ofrecido una visión de la economía feudal inmovilista. Se acepta, en
primer término, que el feudo es una explotación agraria intensiva de baja productividad
administrada por los señores. Los señores de estas tierras no encuentran ningún incentivo en la
actividad comercial que, aunque existe, no es para nada determinante. Por ello, el principal
incentivo sería muy básico: la simple presión demográfica y la competencia con otros señores. Esto
hace que predominen los VALORES DE USO sobre los VALORES DE CAMBIO y que, por lo
tanto, se trataría de un sistema meramente orientado a mantener sus propias estructuras de
producción y de dominio.
El decaimiento del orden feudal estaría, entonces, condicionado por el ascenso de los burgos, el
desarrollo del comercio y el creciente uso de la moneda fiduciaria. El campesino demandaba cada
vez más prestaciones económicas por sus servicios, algo que muchos señores no pudieron mantener.
Al prosperar estos campesinos, algunos comenzaron a adquirir tierras y a destinar partes de la
producción al mercado, haciendo el orden feudal obsoleto ya en torno al siglo XIV.
Pero la escuela de los ANNALES, en particular BOUTRUCHE y más recientemente G. DUBY, se
han preguntado que cómo fue posible un crecimiento demográfico en la Europa de los siglos X-XII
en una economía inmovilista. Y que cómo fue posible la fundación de nuevas aldeas, la roturación
de campos y la introducción de mejoras hidráulicas en estos tiempos si teóricamente no existía
ningún incentivo. Esto nos debe hacer pensar, como mínimo, en que los incentivos de los señores no
representarían un papel tan marginal como tradicionalmente se ha pensado, ya que estos cambios
requieren de importantes inversiones económicas.
G. DUBY ha propuesto un modelo explicativo para esto, más ligado a zonas concretas como
Francia e Inglaterra que generalizable, pero relativamente satisfactorio. Al parecer, en tiempos de
paz, la guerra dejó de ser la principal actividad económica de la nobleza. Y por eso mismo, los
señores se vieron obligados a prestar atención a la explotación de sus terrenos, llegando para ello a
la presión sobre los campesinos dependientes. Esto, que en el feudalismo pleno alcanzó un nivel
peligroso, hizo que muchos señores invirtieran en mejoras que redundaron en mayor calidad de vida
para el campesinado para aumentar su productividad.
Se trata de una cuestión demasiado compleja como para desarrollarla en un espacio tan pequeño,
pero concluyamos en que la economía del FEUDALISMO PLENO era más COMPLEJA y
DIVERSIFICADA de lo que se tiende a pensar. La economía feudal no solo se reducía a la
explotación de los feudos, y ni todos los señores ni todos los campesinos tenían una mentalidad
antieconómica.

6. FEUDALISMO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA


La consideración de si el régimen social, político y económico de la España de los siglos IX-XIV
puede considerarse propiamente feudal, va a depender del concepto de feudalismo del que partan
los historiadores. De nuevo, entre los más destacados historiadores se reproduce la visión estrecha,
la visión amplia y otra más o menos marxista.
Los hechos son los siguientes: parece haber consenso en torno a que la invasión musulmana y la
expansión de los reinos cristianos pusieron freno al proceso de feudalización de la sociedad
hispano-visigoda. La dinámica general de la Alta Edad Media ibérica consistió en la guerra, la
repoblación y la roturación de nuevas tierras, para que en la Baja Edad Media se introdujera una
economía agroganadera y una actividad comercial que, aunque residual en términos absolutos, fue
capital para el desarrollo de ciertas zonas.
Las influencias europeizantes, y por tanto feudales, entraron por los Pirineos en torno al siglo XI,
más como un sistema de relaciones sociales que como una economía feudal propiamente dicha. Se
acepta de manera casi unánime que en la Península Ibérica se produjo el RÉGIMEN SEÑORIAL de
manera mucho más dilatada que la ECONOMÍA FEUDAL PROPIAMENTE DICHA. A partir de
aquí empezaría la discusión conceptual.
Como representante de la visión estrecha tendríamos a SÁNCHEZ ALBORNOZ. Albornoz
defiende que, excepto en Cataluña, no puede hablarse de feudalismo por la evidente falta de
infraestructura económica, a pesar de que el régimen señorial impregnara todas las facetas de la
vida social y cultural. Como vemos, se trata de una visión del feudalismo basada en la ECONOMÍA
POLÍTICA, en la que es imprescindible una correspondencia entre la base y la superestructura.
SALVADOR DE MOXÓ señaló la insuficiencia de esta visión, que al poseer tantos requisitos hacía
difícil abordar los fenómenos específicos. Varios autores posteriores insistieron en la necesidad de
adoptar un concepto más amplio de feudalismo. Tras haber estudiado en profundidad este periodo,
MOXÓ concluye en que el feudalismo pleno se dio en torno a la Baja Edad Media, presente en un
entramado institucional particular que configura un “feudalismo ibérico” casi endémico. Esto es
porque, ante todo, él y sus seguidores parten de la premisa de considerar al feudalismo como un
fenómeno sobre todo SOCIAL.
Para los historiadores de raigambre marxista como PIERRE VILAR, se les acusa de emplear el
feudalismo como un término paraguas que abarca casi todas las realidades inmediatamente pre-
capitalistas. Pero su visión ha demostrado ser más o menos justa: entendiendo el feudalismo como
un modo de producción dilucidado en dinámicas fundamentales de tenencia y explotación de la
tierra, sostiene que el feudalismo en España se consolidó de manera tardía, pero que tuvo mucha
dilatación en el tiempo. Entiende que durante la Edad Media se dieron las dinámicas de
consolidación de un régimen feudal con muchas dificultades, hasta que en los siglos XVI-XVIII, en
el Reino de Castilla perduraron estructuras económicas y sociales propias de la Edad Media.
La consolidación tardía del régimen feudal explicaría su particular fuerza y persistencia en el
tiempo. El orden feudal no sería derrocado por una revolución, como en Francia, sino que su
aniquilación vendría por las leyes del siglo XIX, culminando en la Constitución de Cádiz, que
arremete contra la Mesta, la Inquisición, el pago de diezmos y el régimen señorial.

CONCLUSIÓN
Nos hemos dejado en el tintero otros debates importantes como la cuestión del fin del feudalismo, o
el fenómeno de la transición al capitalismo. A este respecto, Santiago Armesilla, desde una visión
marxista, ofrece en sus obras de historia económica una hipótesis sugerente. En todas las épocas se
encuentran trazas de todos los modos de producción, siendo prácticamente imposible establecer el
momento en el que se pasa del dominio de uno a otro. Así, en el marco del dominio de las
relaciones feudales, persistían relaciones esclavistas y las relaciones capitalistas luchaban por
abrirse paso en pequeños núcleos desde muy temprano. Incluso en el capitalismo pleno se dan
interesantes persistencias de formas sociales que pueden relacionarse con el feudalismo.
Podemos concluir en que la época de los siglos V-XV, en la que se produce el nacimiento, el
dominio y la caída de las relaciones feudales, es demasiado compleja como para reducirla a una
“edad oscura” o a una época de “inmovilismo” y decadencia respecto al mundo clásico. La
historiografía de los últimos siglos ha ayudado a esclarecer este complejo e interesante fenómeno
que es la Edad Media, a pesar de que en la cultura popular predomine aún una visión evolucionista.

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