Síntesis Sinodal de La Fase Diocesana - DIÓCESIS DE CHICLAYO

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SÍNTESIS

SINODAL DE
LA FASE
DIOCESANA
Síntesis Sinodal Diocesana
“Para vino nuevo odres nuevos” (Mc: 2, 22)

Introducción
1. En octubre de 2021 el Papa Francisco convocó al Sínodo de la Sinodalidad
con el objetivo de reflexionar sobre cómo caminamos como Iglesia, hecho
que determina la vida y misión de la misma, de ahí que este sínodo se
exprese en comunión, participación y misión.

2. La Iglesia del tercer milenio, en palabras citadas hace 56 años en el Concilio


Vaticano II, necesita discernir los signos de los tiempos, lo cual implica crear
y recrear métodos para hacerse cercana a los diversos grupos humanos que
por costumbre e indiferencia hemos dejado al margen: los pobres, las
mujeres, jóvenes, migrantes, desadaptados sociales, divorciados,
discapacitados, etc.; un desafío que nos rompe el esquema de la costumbre
religiosa, de solo ser hermanos dentro de la comunidad, cuando también el
Dios de la historia nos exige y reclama salir al encuentro de las periferias
existenciales, porque a ese son lograremos ser discípulos misioneros en
salida.

3. Es un hecho que la novedad del sínodo de la sinodalidad, próximo a


celebrarse en 2023, será inédito, porque por primera vez recoge el sentir de
todo el pueblo de Dios, nuestras voces plasmadas en los documentos de
síntesis llegarán hasta la mesa de la secretaría del Sínodo, a fin de que
dichos aportes y sugerencias susciten un viento fresco y nuevo para la
Iglesia.
4. Es ese marco sinodal, nuestra iglesia en Chiclayo parte del evangelio de San
Marcos en que muestra la novedad del estilo de Jesús que revela el rostro
misericordioso del Padre, el vino nuevo exige la capacidad de ir más allá de
los modelos heredados para apreciar las novedades que el Espíritu suscita,
acogerlas con gratitud, y custodiarlas hasta que fermente.

5. El estilo del que Jesús se sirve para anunciar el Reino de Dios, tiene el color
y sabor del vino nuevo, y como tal, está fundamentado en la ley de la libertad,
que permite una manera nueva de entrar en relación con las personas y las
situaciones concretas. Esto indica un tiempo de madurez y de entereza, que
no puede ponerse en peligro con combinaciones imprudentes o compromisos
tácticos; no hay que mezclar lo pasado y lo nuevo, se trata simplemente de
recoger lo que lo vivido aportó, conservar lo genuino de ellos y estar abiertos
a que la novedad nos sorprenda para tejer nuevos caminos donde todos
somos uno con el Señor.

6. No obstante, esta novedad desestabiliza a quiénes están acostumbrados a


la simple repetición o un esquema, donde todo está previsto y no hay más
qué decir, donde solo uno es el dueño de la verdad; es una novedad que
desgarra nuestros odres, y en ese sentido ¿Cómo dejar que la novedad
irrumpa en nosotros y nos haga ese buen vino con el cual cierra la boda?

El proceso de escucha sinodal


7. Sin lugar a dudas, el proceso de escucha sinodal es el signo del vino nuevo
que reclama odres nuevos para volver a apropiarnos de esa sinodalidad que
se vivió en las primeras comunidades cristianas, y desde esta perspectiva la
diócesis de Chiclayo ha tenido a bien responder al llamado del Papa
Francisco, suscitando los diversos espacios en los que el pueblo de Dios ha
podido expresar su anhelo y necesidad de una Iglesia más cercana a él.

8. Una de las cosas que queremos aplaudir de nuestra diócesis es su vida de


oración y sacramentos. Nuestra comunidad es eminentemente eucarística,
es la comunidad viva que sabe abandonarse a los brazos de su Dios en la
hora de la tribulación y que también sabe agradecer los favores concedidos;
muchas prácticas devocionales como el rezo del Rosario, la procesión del
Señor de los Milagros, la devoción a la Cruz de Chalpón, letanías,
adoraciones al Santísimo, etc. vivifican y fortalecen la comunidad diocesana.

9. El reto que ahora debemos forjar, es tomar la fuerza de esa oración profunda
para dar el salto a la acción que nos lleve a iluminar las realidades temporales
en las que nos toca actuar. La experiencia vivida en la liturgia tiene necesidad
de verse reflejada en la vida misma, de ahí la importancia de que las homilías,
la palabra de Dios meditada se encarne en la realidad y cuestione la vida
misma. También debe haber equipos de acogida al ingreso y salida de las
misas, pues dichos gestos pueden ser una muestra de amistad hacia quienes
están alejados y asisten por compromiso.

10. En el caminar sinodal se recogió el sentir de las comunidades educativas


católicas, públicas y privadas de educación básica regular, las cuales se
conforman por directores, docentes, religiosas y religiosos, sacerdotes,
estudiantes, y padres de familia, quienes compartieron la emoción de sentirse
en algunos momentos acompañados por nuestro Obispo, por algunos
sacerdotes y grupos parroquiales.
11. Dijeron haber encontrado a Jesucristo y sentirlo como compañero de camino,
y en ese sentido, su pertenencia y participación en la fe, se ven reflejadas en
la vida sacramental y las celebraciones. No obstante, asumen que muchas
veces es importante abrirse a quienes están en las periferias existenciales:
migrantes y familias pobres, y en función de esta demanda humana, les
resulta clave abordarlo en sus proyectos educativos institucionales, convocar
a sus comunidades a ser discípulos y familias misioneras en salida, capaces
de hermanarse con quienes son menos afortunados.

12. Otro aporte que específicamente los colegios católicos del Consorcio deben
considerar, es la importancia de que el mensaje cristiano que se transmite
sea coherente y que invite a las familias a una vida sencilla, pues algunos
consideran que a veces se corren riesgos de quedarnos solo en lo religioso
y con gestos a veces materialistas para algunos (costos de pensiones,
sectores pudientes, etc.). Sería interesante tomar iniciativas que busquen
subvencionar a familias de bajos recursos, tener una propuesta curricular que
tenga en cuenta una salida a las periferias, pero no basada en proyecciones
sociales, sino en la verdadera solidaridad que ayuda a los menos afortunados
a ser protagonistas de su destino.

13. De otra parte, si bien es cierto, se ha iniciado una escucha en estos espacios,
pero al mismo tiempo sería interesante poder incorporar todo cuanto se dijo
en las diversas reuniones de este proceso, ya que podrían haberse omitido
las voces y el sentir de diversos actores educativos que hicieron hincapié en
aquello que debe corregirse para construir una pastoral educativa más
sinodal. Todos tienen algo importante qué decir.
14. Por otro lado, la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo mantiene
un itinerario formativo en valores y principios católicos que pretenden inculcar
en sus estudiantes, algo totalmente coherente, ya que parte de su plana
catedrática está integrada por sacerdotes y laicos profesionales con
formación cristiana, que de algún modo procuran que esta sea dada a
profundidad; y por otra parte, algunos de sus miembros señalan que sus
habilidades investigativas como docentes podrían ser aprovechadas para
crear proyectos en beneficio de la sociedad.

15. Sugieren incluso, empezar a trabajar con comunidades cristianas para


enriquecer la labor evangelizadora, consideran que como casa formadora del
saber deben reconocer los cambios de época para poder dialogar con las
jóvenes generaciones, y ello incluye en algunas ocasiones que laicos y
sacerdotes tengan una mayor apertura, abrirse más a la realidad para
contemplarla objetivamente y hacer algo por transformarla.

16. En cuanto a la formación permanente y talleres bíblicos, sus miembros


expresaron realizar la misión evangelizadora de redescubrir la palabra de
Dios que acompaña a conocerlo para discernir y vivir la espiritualidad de la
Iglesia junto a los hermanos en el proceso de escucha sinodal, guiados por
el Espíritu Santo, y su vez, proponen que estos talleres sean descentralizados
en las zonas de periferia, a fin de llegar a quienes están lejos, piden que haya
un equipo teológico de formación permanente de la localidad, en el cual estén
considerados ponentes que conocen y viven la realidad y demanda de ellos
como tal.
17. Asimismo, hicieron mención que en este proceso de sinodalidad se está
trabajando con los EPAP, formando grupos de escucha y asambleas
parroquiales, haciendo extensivo ese diálogo a quienes no participan
activamente como migrantes, marginados, discapacitados, alcohólicos y
drogadictos, dándoles un mensaje de esperanza; resaltaron la importancia
de seguir formándose en las parroquias, arciprestazgos, fortalecer los
equipos sinodales, de escucha, EPAP con talleres de formación y la
celebración litúrgica.

18. CONFER Chiclayo también abrió el proceso de escucha sinodal entre sus
miembros, resaltando la importancia de caminar juntos para conocerse,
compartir, participar y soñar, valorando la diversidad de los carismas. Entre
las luces encontradas se destaca el haber creado espacios para compartir,
convocados para animar la escucha, se pudo conocer la misión que realizan
las Congregaciones en nuestra Diócesis fortaleciendo la fraternidad.

19. Entre los desafíos encontrados se consideró que faltan muchos ámbitos y
necesidades en el entorno para atender. Que se deben seguir creando
puentes para continuar caminando juntos, sacerdotes, religiosas y laicos,
aportando ideas, compartiendo experiencias, trabajando por una pastoral
vocacional que se convierta en una riqueza para la Iglesia y así ir
fortaleciendo los espacios y tiempos en la vida diocesana.

20. Un servicio pastoral importante que es transversal a todo cuanto se va


logrando es la comunicación. En este tiempo de la interconectividad y de las
redes; donde los espacios virtuales son mayores que los reales, se nos invita
a una mejor promoción de los medios clásicos de comunicación social.
Muchos utilizamos la radio, la prensa, la televisión, que aún llegan a miles de
hogares y que hoy desconocen el servicio que hace nuestra Iglesia. Se
demanda una mejor organización y atención de la comunicación.

21. Las comunidades parroquiales en los arciprestazgos que conforman la


diócesis reconocieron que quisieran ser atendidos a través de esta escucha,
ya que pasan situaciones difíciles, necesitan espacios, atenciones, tiempo,
paciencia para seguir fortaleciéndose en valores y principios a través de
encuentros, asambleas, retiros y jornadas donde todos participemos como
Iglesia: sacerdotes, religiosas y laicos. Desean continuar vivenciando la
eucaristía y los sacramentos con amor, alegría y responsabilidad; pero
también buscan encontrase con sus hermanos sacerdotes y religiosos por lo
menos en dos reuniones arciprestales al año.

22. También expresan que necesitan sentir más cerca a sus sacerdotes, que les
permitan participar en la toma de decisiones en la comunidad parroquial, les
duele percibir a sus hermanos sacerdotes como funcionarios religiosos y no
como acompañantes de camino, y sin embargo, asumen que ellos como
laicos también forman parte de ese problema, refieren que como cristianos
se van “enfriando” y que el servicio no lo hacen como lo haría Jesús; desean
pasar del temor a la confianza, buscando así destrabarse de los
individualismos y egocentrismos que los hace sentirse superiores de unos a
otros y que por ende, no fomenta comunidad sino sectarismos.

23. Hay otras parroquias, sobre todo, las que pertenecen a los distritos más
alejados y rurales, que expresan su deseo de tener una Iglesia más cercana
a sus problemas sociales ante abusos de empresas y el cómo ser un laico
que actúa coherentemente en la sociedad; necesitan formarse para saber
anunciar el evangelio en sus centros de trabajo; y también para tener el valor
de denunciar la corrupción sistematizada en tantos lugares.

24. Ante esta problemática precisamente otras parroquias, de zonas urbanas en


especial, piden que haya formación para que los laicos y laicas participen en
la vida política y económica, prepararse para abordar problemas tan álgidos
como la violencia contra la mujer, seguridad ciudadana, contaminación
ambiental y la trata, etc. En una sola frase, estas comunidades buscan una
Iglesia que sepa dialogar e intervenir en los problemas actuales, lo que
llamaríamos hoy: discernir los signos de los tiempos.

25. Otro tema importante que muchas parroquias y arciprestazgos sugieren es la


preparación litúrgica de los laicos, hombres y mujeres, sobre todo en las
zonas alejadas donde no llega el sacerdote, al no darse abasto, porque en
esa medida podrán vivenciar una fe más profunda que los lleve a iluminar su
realidad; también consideran importante empezar a oír las voces silenciadas
de los ancianos, discapacitados, quienes están resentidos con la Iglesia, las
mujeres, niños y jóvenes.
En ese sentido, es imperioso arriesgarse a ser una iglesia más decidida, a
dejar comodidades y ser una Iglesia en salida hacia las personas
abandonadas y excluidas, hacia a aquellos que hoy viven el duelo y no son
acompañados pastoralmente, solo así se entiende ser seguidores de
Jesucristo.

26. No menos imperioso es el recojo de conclusiones y aportes de la pastoral


social de nuestra diócesis, en el rostro de Cáritas y Movilidad humana,
quienes refieren que es importante iniciar un trabajo más articulado entre
ellos y las parroquias, en la que los párrocos participen activamente desde
luego, porque se ha hecho evidente que la comunidad desconoce la
existencia de estas instancias, y en ese sentido, dicha articulación permitiría
activar Cáritas parroquiales y dispensarios, ferias de emprendimiento laboral,
entre diversas acciones que ayuden a dichos grupos vulnerables, además de
la formación espiritual que los mismos necesitan para que sus dificultades
cobren un verdadero sentido a la luz del evangelio. También consideran
necesario entablar alianzas con instituciones civiles que permitan promover
a los menos favorecidos en aspectos importantes: salud mental, situaciones
de violencia, reinserción laboral, entre otros.

27. Los diversos movimientos eclesiales como la Renovación Carismática


Católica, Cursillos de Cristiandad y los Neocatecumenales aportaron ideas
muy interesantes que, al ser leídas con detenimiento, abrirían puertas a
nuevas iniciativas pastorales. Mencionaron temas que por mucho tiempo han
sido censurados en nuestras comunidades y que hoy asumirlas sería signo
de oír las voces alejadas: consideran importante atender a personas
divorciadas, homosexuales, así como la articulación de todos los
movimientos existentes para la creación y promoción de una pastoral
orgánica o de conjunto. Resulta fundamental para algunos de estos
movimientos tener una formación profunda en Doctrina Social de la Iglesia,
ya que esto les permitiría hacer una verdadera misión en la periferia.

28. La pastoral de familia es otra instancia que hizo eco de su voz, pidiendo a las
parroquias que acompañen y acojan a las familias, generando espacios de
escucha y encuentro que les ayude a crecer en la fe; para ser aquellas
iglesias domésticas en las que se suscita la verdadera evangelización.
No obstante, es necesario profundizar en el proceso de escucha de esta
comisión diocesana, o en todo caso, hacer un recojo de lo que dicen las
familias de las parroquias (en algunas han referido priorizar el trabajo con
familias en cuanto como célula básica de la sociedad que hoy por hoy se
quiere vulnerar con ideologías) que componen la diócesis, puesto que
muchos aportes de su síntesis eran similares a los de una comunidad
parroquial. Es importante tener claro que cada comunidad e instancia habló
de sus propias demandas y necesidades.

29. Los jóvenes son un punto clave que casi todas las comunidades han
expresado. Muchos consideran que el joven debe tener un rol más activo
dentro de la toma de decisiones y resolución de problemas dentro de la
Iglesia y sociedad. Los adultos reconocen que necesitan nuevas estrategias
y formas para dialogar con ellos, abrir una escucha horizontal que permita
que estos se apropien de sus habilidades y anhelos que les permita
transformar la realidad, tanto eclesial como social. Más allá de que nos
acostumbremos a verlos “cargar las sillas para un evento de la parroquia”, se
trata de verlos liderar y aportar en todo evento que construya un verdadero
caminar juntos.

30. Cuando los jóvenes son escuchados, emerge una nueva manera de mirar los
problemas, ya no como crisis sino como oportunidades para crecer y seguir
valorando la vida; muchos de ellos viven en soledad y superficialidad por un
mundo convulsionado que solo los utiliza. Está en nuestras manos
acompañarlos y formarlos en el camino del amor, no olvidemos que ellos en
este tiempo son protagonistas de los destinos del país y de la Iglesia.
31. A la formación doctrinal que muy bien se ofrece a muchos niños, jóvenes y
adultos, gracias a la catequesis, en las escuelas y parroquias, se le presentan
mayores retos en este tiempo. Los padres, educadores y antiguos
catequistas manifiestan que estos espacios de formación se han reducido a
clases de religión que hoy por hoy no expresan la vida del evangelio. Los
padres de familia observan que los catequistas no están preparados, que sus
reflexiones o temáticas redundan en contenido de pecado e infierno y no
presentan la salvación en Jesucristo, la misericordia en Dios Padre y el amor
derramado a todos nosotros por el Espíritu Santo.

32. Finalmente, la necesidad de articular esfuerzos, trabajar juntos y darnos


tiempo para coordinar nuestros servicios pastorales, es un eco de las
comisiones diocesanas, del Consorcio, de los Movimientos y Hermandades
que participaron en este proceso de escucha. Es tiempo de compartir
nuestros talentos y ponernos al servicio del hermano y hermana que al igual
que yo tiene la misión de evangelizar.

Concluyendo
Tras haber llevado a cabo este proceso de escucha en diversos momentos, se
pueden concluir los siguientes aspectos:
33. Las celebraciones, eventos y acciones pastorales se ha de comunicar, no
solo por las redes sociales, sino también por los medios clásicos de
comunicación social: radio, prensa, televisión.
34. La fe de la comunidad expresada en la liturgia reclama hacerse concreta en
el entorno donde cada uno cumple distintos roles sociales.
35. Las comunidades educativas católicas deben estar abiertas a suscitar una
pastoral más viva y en salida hacia las periferias existenciales que subsisten
entre nosotros.
36. La comunidad universitaria debe responder al desafío del cambio de época y
crear otras formas para dialogar con las nuevas generaciones, sin descuidar
la formación cristiana que brindan.
37. Los laicos y laicas necesitan una formación permanente, social, litúrgica y
eclesial, la cual debe ser impulsada por sus sacerdotes y desarrollada por
toda la comunidad parroquial, a fin de que ellos sean fermento de vida
cristiana en la sociedad.
38. Ante la ausencia de sacerdotes en las zonas o comunidades alejadas se pide
preparar a los laicos, hombres y mujeres, para acompañar la vida de fe de
tantas comunidades cristianas.
39. Los hermanos consagrados al crear puentes de diálogo entre ellos y sus
hermanos sacerdotes diocesanos, suscitarán nuevas formas de acompañar
al pueblo de Dios.
40. Hay necesidad de que los párrocos y vicarios sean más acompañantes de
camino de sus hermanos laicos, con un trato asertivo, fraterno y abierto. Esto,
ante el reto de ser una comunidad corresponsable de la vida y misión de la
Iglesia.
41. En este tiempo de incertidumbre, de ideologías, de una cultura que descarta
la vida y no promueve el diálogo, las parroquias deben bajar al llano de los
problemas sociales de sus habitantes y acompañar sus “gozos y esperanzas,
sus angustias y tristezas”.
42. El clericalismo existente en algunas comunidades reclama ser reflexionado
por los propios laicos.
43. Existe la necesidad de continuar acompañando y promoviendo acciones
pastorales para quienes siguen en las periferias: personas divorciadas,
homosexuales, discapacitados, mujeres, delincuentes, entre otros.

44. La pastoral con migrantes y trata de personas tiene que ser reforzada, de tal
modo que todas las parroquias participen de ella. La Caritas diocesana,
necesita la participación activa de todas las parroquias y las instituciones
civiles para que sus beneficiarios logren ser los artífices de su propio destino.

45. Los jóvenes necesitan pasar de una actitud pasiva a una que sea dinámica,
en la que participen en la toma de decisiones y resolución de problemas de
la Iglesia y sociedad.

46. La pastoral familiar está llamada a incorporar las necesidades de las diversas
familias que integran la diócesis, abrir más espacios de escucha.

47. El reto de coordinar y planificar entre las distintas comisiones diocesanas,


Movimientos y Hermandades es un tema pendiente.

48. Dejamos este “vino nuevo” en la mesa del “banquete” que se nos llama a
celebrar y pedimos a nuestra Madre, la primera discípula, no deje de
exhortarnos con aquellas palabras que nos motiva: “hagan lo que Él del diga”.

Comisión Diocesana Sinodal


Julio 2022

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