Sistemica, Identidades, Familias Y Terapia Jorge Gissi B. ( )
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SISTEMICA, IDENTIDADES,
FAMILIAS Y TERAPIA
bros, y que en la familia aglutinada hay bajas fron- roles" contemporáneo) y para las otras identidades.
teras (Minuchin 1977, Bleger, 1970). La persona mujer se diluye en la identidad -rol
Lo mismo cabe decir de las fronteras inter- "dueña de casa".
sistémicas: puede haber un aglutinamiento con el Todos estos ejemplos son una ampliación de
trabajo, de modo que el sujeto se siente más ligado los problemas que Minuchin ha denominado de
al trabajo que a la familia. En este caso llegará sólo estructuras y fronteras (1984). Ellos son ligados
a dormir a la casa, o se llevará trabajo al hogar y a procesos siempre y sin excepción, de modo que
para los fines de semana. Queda desligado de su fa- la estructura crea y condiciona procesos, y estos
milia y aglutinado con el subsistema laboral. En tienden a consolidar ciertos tipos de estructura.
términos ortodoxos, se trata de una hiperlibidini- Estructura y proceso se condicionan recíproca-
zación del trabajo, compensatoria. En nuestros mente como anatomía y fisiología, como sincronía
términos, la identidad laboral predomina por sobre y diacronía, como lo transversal y longitudinal,
las identidades de esposo y padre. En otros térmi- como el espacio y el tiempo. Toda estructura está
nos aún, el grupo de pertenencia trabajo es para ese siempre en proceso, re-estructurándose en diversos
actor más importante y satisfactorio que el grupo grados más o menos homeostáticos, todo proceso
de pertenencia familia. parte siempre de una estructura. Preguntar "qué
es primero" sería un error, pues son momentos
Un caso opuesto es el de desligamiento con abstractos del sistema.
el trabajo: el sujeto sólo trabaja "para vivir" (mien- La estructura de la familia de procreación
tras que en el caso anterior podría decirse que es fruto de un largo proceso de separación de las
"vivía para trabajar"). En un caso se usa a la familia familias de origen. Pero esto no termina nunca,
como un dormitorio, en el opuesto se trabaja solo pues toda familia de procreación para los padres
para tener el dinero mínimo necesario para vivir. es familia de origen para los hijos.
Análogamente los niños pueden ser desligados o Las familias de origen y de procreación son
aglutinados en la escuela o en el barrio, pudiendo dos (más exactamente tres) subsistemas distintos,
superar o no tales grupos a la familia como "ca- que suelen competir entre sí, que tienen fronteras
texis" de pertenencia y logros. La mujer a su vez, más o menos rígidas -como suele ocurrir en la fami-
frecuentemente es aglutinada con su trabajo hoga- lia nuclear y "moderna" en que se contactan poco
reño, la que "no le deja tiempo para nada", esto y que condicionan el comportamiento y las iden-
es, para los otros roles (el famoso "conflicto de tidades de la nueva pareja en cuanto cada uno de
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ellos tendrá que realizar en si el paso del predomi- 2. Hay fronteras intra e intersistemas, sanas, rígidas
nio de la identidad hijo, al predominio de la iden- o confusas en diversos grados y formas.
tidad marido o pareja, y después padre, mante- 3. Puede haber aglutinamiento y/o desligamiento
niendo no obstante las identidades precedentes, intra e intersistémicos.
pero redefiniéndolas. Semejante tarea no es fácil 4. Lo que se puede redefinir en términos de diversos
para (casi) nadie, como bien nos lo demostró Freud. grupos de pertenencia y referencias, que son defi-
Los conceptos de fijación y regresión se pueden nidos como más o menos positivos o negativos
releer a la luz de conflictos entre dos o tres fami- por los actores.
lias, que a su vez se relaciona centralmente con los 5. Se trata pues de diferentes fuentes de refuerzos,
probables conflictos entre generaciones, que son de sa'tisfacciones y frustraciones, de diferentes
sin duda, un fenómeno sociocultural condicionante necesidades más o menos superpuestas.
de lo precedente. 6. Lo que implica una cierta jerarquía, en los com-
plejos de roles de cada uno de los individuos en
Concluyendo por ahora: acción.
1. Las tres familias, el trabajo, la escuela, las iglesias, 7. Lo que implica un juego de identidades predomi-
el barrio son subsistemas interliqados siempre. nantes para las personas, algunas de las cuales
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son más materiales que otras -la económica más ción a la vez que con la percepción interpersonal, lo
que la religiosa o política-, pero que siempre se que implica un distanciamiento -cognitivo- del
superponen entre sí y con todo lo anterior, ha- mundo" (en el sentido de Binswanger, 1967) en que
ciendo que la persona pueda ser o no lo más se ha vivido normalmente, pero implica también
"prescripciones" de conductas y una sutil interac-
persona posible, cayendo en diversos grados en
las alienaciones que a ninguno nos son ajenas ción de las confirmaciones, rechazos y desconfir-
del todo. maciones del (ocasional) "paciente".
Obviamente, esto significa que toda terapia
que se precie de tal ha de ser "integral" (1), lo que
2. SUBSISTEMAS E IDENTIDADES supone que el terapeuta ha de conocer la teoría y
técnicas de las más escuelas posibles, todas las cuales
ponen énfasis en algunos factores a expensas de
Con los mismos datos objetivos, una persona
otros.
puede verse y ser vista como 800/o padre, 100/o
Todo lo anterior se coloca por la terapia fami-
esposo y 100/o trabajador; o como 800/o trabaja-
liar como una estrategia para modificar las fronteras
dor, 10/o padre y 100/o esposo. La aparente "mis-
("límites"), redistribuir el poder (Haley, 1974),
ma persona" son pues dos personas distintas: dilu-
alterar el sistema y los subsistemas, flexibilizar la
cidar el caso, concreto de los individuos y familias
homeostasis (Jackson), aliándose paradójicamente
es tarea del psicoterapeuta.
Es esperable el predominio unilateralizado de con ella (Selvini Palazzoli, 1975), premiando y re-
chazando conductas, ampliando los límites del yo,
la identidad laboral en los hombres y de las identi-
relajando el super yo (el "padre" de Berne, 1974)
dades familiares en las mujeres, con la consiguiente
dialectizando las puntuaciones (Watzlawick, 1973),
hipotrofía de las identidades complementarias:
etc. En una palabra: todo cambio del sistema impli-
lo "femenino" (Jung, 1964) y expresivo (Parsons,
ca redefinir las identidades.
1974) en los hombres, lo "masculino"- instrumen-
tal" en las mujeres.
3. TERAPIA CON FAMILIAS POPULARES
La terapia consistirá en redefinir la jerarquía
de las identidades ligadas a los criterios de la auto- Ahora más concretamente entraré en la tera-
estima, en redistribuir los grupos de pertenencia y pia de la familia popular.
por tanto las ocasiones de refuerzos positivos y Entre una tercera y una cuarta parte de las fa-
negativos, todo lo cual se vincula con la autopercep- milias populares chilenas son extensas. Es decir, una
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EJEMPLO N 1
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EJEMPLO W'2 (INVERSO)
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porque "los niños son cuestión de faldas". Además sectores populares latinoamericanos, y que tiene
implica inhibición de lo emocional sentido como además condicionantes histórico-culturales(4).
frágil y feminoide, lo que es tanto causa como La alta frontera del hombre adulto lo desliga
consecuencia de lo anterior. El rol instrumental es de su mujer e hijos, la que a su vez se aglutina con
monopolio del hombre, y el expresivo de la mujer. sus hijos. Esto está facilitado por la matrifocalidad.
El "anima" y el "animus" quedan disociadas. Después, desligamiento y aglutinamiento se condi-
cionan recíprocamente.
El adulto autoritario valora la sumisión mez- Pero la matrifocalidad implica una confusión
clada con anarquía en sus hijos: sumisión ante él, de fronteras generacionales, en cuanto el padre
anarquía ante los otros. Esto provoca la mezcla de a ratos se comportará como hijo de su mujer, com-
autoritarismo con rebelión que es tan típica de los pitiendo con sus hijos por la atención de ella. Es
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decir, de pronto parece un hermano más grande, plo sin padre, la cultura machista tiende a facilitar
fuerte y exigente. La madre queda como el eje la crisis de autoridad y la confusión generacional,
de la dinámica, pero también ella se confunde ya que cualquiera de los hijos mayores puede
generacionalmente, cuando el padre la reta o des- asumir un rol paterno precozmente. Esto es, tal
confirma igual que a los hijos: entonces queda tan hijo es "parentalizado" (Boszormenyi-Nagy, 1983)
impotente como ellos. La confusión de fronteras inconscientemente por la madre, por los herma-
incluye confusión de identidades, en la auto y nos y por sí mismo.
alopercepción: madre=hermano, padre=hijo, La alta frontera del padre con los dernás
esposa=madre. Los límites se hacen difusos. miembros de la familia tenderá a que la frontera de
Cuando la familia es incompleta, por ejem- la madre con los hijos sea demasiado baja. Se foren-
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tará la clásica "madre sobreprotectora" de la carac- los vínculos no están rotos por completo. Por su
terología (sin duda funcional sociocultu ralmente), parte, lo que el hombre "pierda" en "independen-
que podría ser edipógena, más probablemente con cia" lo ganará en afecto de su mujer y de sus hijos.
énfasis orales. Y lo que pierda en omnipotencia lo ganará en sentir-
En esta situación diagnóstica caben dos in- se protegido y/o aceptado.
dicaciones terapéuticas y una sociocultural .
Estos cambios en la estructura suponen corre-
La "reestructuración" (Minuchin, 1984) tera-
.péutica de la familia popular típica antes descrita, latos de cambio en los procesos: modificar las "pun-
debería disminuir la frontera del padre con los tuaciones de la secuencia de hechos" (Watzlawick,
demás miembros de la familia, lo que es más fácil 1973). El hombre percibe que la alianza madre-
de comenzar con alguno en particular que pueda hijos lo deja a él solo, y que ellos lo fuerzan a estar
servir de nexo en la apertura de la frontera (y no poco en la casa y más con los amigos, o en el trabajo,
de alianza para mantenerla). Necesariamente esta o con otras mujeres. Peor aún si siente que la rela-
estrategia debe incluir a su mujer, de la cual simul- ción de la madre con los hijos es una coalición contra
táneamente hay que aumentar la frontera con sus él. Es decir, él percibe que su mujer y los niños
hijos. En términos de identidades, se trata de que "tienen la culpa" de su comportamiento. La mujer
ella sea algo más esposa, y algo menos madre. Se e hijos en cambio, perciben que el esposo-padre los
intentará modificar la jerarquía de sus roles, de sus deja solos a ellos, por lo cual el juntarse y apoyarse
actividades y distribuciones de tiempo (y energías). recíprocamente resulta de sentido común. Como él
Lógicamente, esto no será tan fácil, pues si la se desliga, ellos se aglutinan. En cambio, el hombre
familia ha llegado a través de sus procesos a estruc- decodifica: como ellos se aglutinan yo tengo que
turarge así, ahora intentará mantener la homeostasis, desligarme.
autoconservarse, rechazar el cambio. El marido Ambos describen la misma realidad, que pue-
temerá perder independencia o masculinidad, la de ser cierta, pero comenzando la frase en un
mujer e hijos temerán perder el afecto recíproco distinto punto. Cada uno se ve a sí mismo más bien
y no ganar tampoco el del marido-padre. Será posi- como efecto y consecuencia del otro que como
ble vencer la homeostasis si acaso lo que los hijos influyendo en él. Clásicamente se ha llamado esto
pierden en sobreprotección materna lo ganan (com- negación y proyección de la culpa propia. Pero no
pensándose) en protección o diálogo paterno. Si va se trata de que cada uno asuma "culpas", sino que
sucediendo esto, la madre no sentirá que "abando- perciba lo contrario: la importancia que tiene para
na- a sus hijos, ni que el padre es un "tirano"(5). La influir al otro, el grado en que el otro es influído
madre misma se enfrentará flexiblemente a la nueva por él (y no sólo influyente). Cada uno no es sólo
situación, acaso lo que ella pierde en identidad víctima ni efecto de los demás: se transforma el
materna, lo gana en identidad de pareja, lo que la "locus de control externo" (Rotter, 1966) en ten-
compensará a su vez. Naturalmente, esto supone que dencia al "locus interno" o internalidad. Importa
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también el "insight" sobre la comunicación analó- plidas), análogamente las imágenes de "padre
gica en estos fenómenos. que manda" y "madre que da afecto", etc.
Hay algunos correlatos socioculturales que La tendencia democratizante implica pues
pueden ayudar en parte de esta tarea psicotera- cierta disminución del machismo y de algunos
péutica. La familia llamada "moderna" tiende a de los prejuicios, cierto aumento de los reperto-
ser relativamente más democrática, tanto en la rios conductuales de ambos sexos y generaciones,
interacción de los sexos como de las generacio- y procesos que tienden a reestructurar a las famoi-
nes. La disminución del autoritarismo se acompa- .lias. La frontera entre los sexos y las generaciones
puede así verse disminuída, aumentando por tantc
ña con una flexibilización de la división polar y
las posibilidades de intercambios comunicaciona'
rígida de roles entre los sexos. La imagen de "padre
que castiga" y "madre que protege" es heredera les complejos en los varios niveles. El menor desli.
de tales tradiciones prejuiciosas (pero autocum- gamiento del padre permite a éste expresar nece
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sidades en su familia, que en la familia autoritaria ra", pues en la tarea terapéutica ambos se condicio-
tradicional estaban vedadas, y el menor aglutina- nan recíprocamente, ambos son co-responsables y
miento de la madre permite a ella tener intereses ninguno es propiamente culpable.
y actividades extrahogareñas que hace sólo media Se trata nuevamente de un círculo vicioso del
generación no eran permitidas. La sistémica, fron- sistema familiar, asociado con la frecuente aparición
teras V subsistemas podrían expresarse diciendo de frigidez en las mujeres que rechazan a sus parejas
que en tales familias había (y hay aún en muchas) (en muchos casos según Descouviéres, 1971), por-
solamente medio padre, y en cambio una y media que ellos beben en demasía. También Fromm y
madre. Los traspasos de las familias de origen a la de Maccoby (1972) han encontrado una alta correla-
procreación de tales modelos, creaban nexos de com- ción entre machismo y alcoholismo, y una baja
plejos "sistemas trigeneracionales". (Boszormenyi- correlación de ambos con salud mental. Estas rela-
Nagy, 1983), y de "lealtades" (Id.), cómputos y ciones se hacen inteligibles a través de las tesis desa-
exigencias de "justicia" y de "saldamiento de rrolladas.
cuentas- (Boszormenyi-Nagv, 1983), en que se Cabe aún matizar algo más. Tanto el alcoho-
confundían y confunden unas generaciones e iden- lismo como el machismo se han conceptualizado
tidades con otras. El hecho de que todo padre sea como reacciones normales a la frustración en los
a la vez un hijo, lo coloca inevitablemente como un sectores populares (Gissi, 1983). Ello inciden ne-
mediador biológico, psicológico y cultural entre tres gativamente en la familia, aunque ésta los legitime,
generaciones. Las otras dos -la de nuestros padres y y mucho peor cuando no. Pero además hacen círcu-
la de nuestros hijos- nos son parte intrínseca y pe- los viciosos con las frustraciones y nuevas reacciones
rentoriamente. a la frustración que provocan en las demás personas,
de modo que se tienden a establecer frustraciones
El síndrome será semejante al antes descrito
recíprocas en acumulación. Tales relaciones pueden
pero más intenso y patológico, si acaso el padre es
ser "complementarias" o "simétricas" (Watzlawick,
lejano y castigador y no da afecto e instaura su
1973), pero en ambos casos dañan seriamente la
autoridad sobre el terror. Se suele establecer aquí identidad.
una coalición madre-hijos contra el padre, sea activa Por otra parte, el trabajo es casi siempre frus-
(lo atacan) o pasiva (lo sufren como víctimas). Esta
trador para los pobres, tanto económica como psi-
coalición aumenta los celos del padre, sus frustra- cológicamente. Sin embargo, y en aparente parado-
ciones, sentimiento de exclusión y agresiones con- ja, aún más frustradora es la ausencia de trabajo. El
siguientes, lo que a su vez tiende a aumentar la coali- desempleo borra la identidad laboral de los hom-
ción de los "débiles". bres, y borra a la vez la identidad de proveedor ho-
Tal síndrome es frecuente en las clases popu- gareño. Se pierde un grupo de pertenencia, quedan-
lares. El padre habitualmente reacciona a sus frus- do el sujeto más dependiente de la familia. Pero la
traciones con agresión y oscilaciones con depre- caída de su autoestima coincide con una pérdida del
1 sión-dependencia, o mezcla ambas conductas a estatus en su hogar y en el barrio, y con el aumento
través de un comportamiento hiperexigente, que de la dependencia económica de su mujer e hijos.
Abraham (1959) y el psicoanálisis clásico denomina- Las fronteras se trastocan y el sistema entra en crisis
ron oral-agresivo. La confusión de fronteras genera- aguda: aumenta la violencia, el alcoholismo, las se-
cionales y competencia con los hijos como su fueran paraciones, la anomia, y las compensaciones espu-
hermanos, puede aquí verse maximizada, así como rias. El sujeto y su familia están en jaque (Lira, E. y
la envidia y celos frente a ellos. También suele ma- Weinstein, E. 1981; también Reyes, Oiga y Acuña,
ximizarse la exigencia y/o el control sobre la esposa- Eduardo, 1982). Algunos de los mitos familiares se
madre. ven socavados, las reglas usuales de interacción
Este síndrome se puede también conceptuali- entran en crisis. Las metareglas (Laing, 1972) se
zar como una transferencia oral-edípica del padre, pueden hacer explícitas. Sólo para ser también
que a su vez la reproduce en sus hijos al "empujar- cuestionadas, o de otro modo, maximizan la le-
los" (sistémicamente) hacia la fijación materna. janía de la realidad de los actores en caso de que se
La mezcla de estos conflictos con el alcoho- las mantenga, para lo cual se hace perentorio apelar
lismo puede agravarlos, pues el sentimiento de re- a negaciones masivas. La autoridad del hombre se
chazo y frustración del hombre lo lleva a alto ve en la encrucijada de apelar a lo único que le que-
consumo de alcohol, y éste a su vez lo lleva a ser da al que pierde toda autoridad legítima: al poder y
más rechazado en la familia. El ciclo sería: alcoho- a la violencia, a la pura coerción.
lismo - rechazo familiar - mayor alcoholismo - ma-
yor rechazo familiar aún... Se notará que no se sabe La crisis socioeconómica -con o sin desem-
si el ciclo lo "empezó" el marido, o quizá ella con pleo- lleva a una crisis psicosocial, caracterológica y
el rechazo. Nada importa iqinorar tal ',causa prime- familiar. Las frustraciones de las clases populares
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