Como Romper Con Las Creencias
Como Romper Con Las Creencias
Como Romper Con Las Creencias
Se cuenta que una vez llegaron a una aldea un monje y su discípulo. Les acogió una
familia muy humilde que tenía como única riqueza una vaca de la que tomaban su
leche y con los escasos sobrantes hacían queso que vendían para comprar un poco más
de comida para sobrevivir.
Pasó horas en vela sopesando si era correcto privar a la familia de la vaca. Sin ella, la
familia se sumiría aún más en la hambruna.
Por fin, el discípulo lanzó la vaca por el precipicio y esta murió. Fue tal su sentimiento
de culpa que el discípulo huyó antes de que la familia despertara.
Llamó a la puerta y le abrió uno de los hijos, que iba muy bien vestido. Le invitaron a
cenar y la mesa estaba repleta de comida.
"Hace un año inexplicablemente la vaca de la que vivíamos se cayó ladera abajo y
murió. Pensamos que era el fin, pero entonces fuimos a la aldea vecina y allí nos
dieron enseguida trabajo a todos. La muerte de la vaca nos ha permitido salir de la
pobreza", le contó la familia al discípulo durante la cena.
Como los protagonistas de este cuento alegórico, cada ser humano suele poseer una
"vaca" o varias que favorecen su supervivencia y le brindan seguridad, pero que
también pueden llegar a mermar su potencial.
La vaca equivaldría en este caso a las creencias sobre lo que uno es y no es, sobre lo
que los demás son y no son, y sobre el funcionamiento del mundo y de la vida en
general.
Todos nos hemos quemado alguna vez con la llama de una vela. De ahí deducimos que
las llamas queman y, sin necesidad de comprobarlo nuevamente, aprendemos lo que
ocurre cuando se tocan con los dedos. Las creencias se instauran por impacto, como
en el caso de la llama, o por repetición.
Si unos padres le dicen una y otra vez a su hijo que es torpe, este asume que lo es. Y no
es preciso que esa repetición sea oral: puede llegar a la misma conclusión según la
actitud que los demás tengan con él.
No todas las creencias de que hablamos son limitadoras. De hecho, cada una tiene una
intención positiva y una razón de ser.
Pero estas verdades influyen en la persona de tal forma que se proyectan también en
lo que sucede a su alrededor.
Hoy sabemos que creer que algo es posible es el primer paso para lograrlo, porque
entonces la mente genera incluso nuevas conexiones entre las neuronas para que la
persona esté en disposición de conseguirlo.
Si una persona cree que es capaz de hacer algo, lo hará, mientras que, si cree que es
imposible, ningún argumento le convencerá de lo contrario.
Ser consciente de que un mapa sirve de guía, pero no equivale al territorio y tener
presente que esa carta de navegación debe reajustarse constantemente a lo largo de
la vida es la primera medida que conviene tomar.
Las crisis en que prevalece la duda resultan útiles precisamente porque lo que antes
funcionaba ya no proporciona los mismos resultados satisfactorios.
Y tras ese periodo de incertidumbre, durante el cual el ser humano se cuestiona una
serie de creencias arraigadas, se va construyendo un nuevo marco que
probablemente también tiene una fecha de caducidad.
"Al buscar las causas de un problema solemos hallar una creencia limitadora, dado que
muchos problemas derivan de una forma de construir o vivir las cosas. Cualquier dolor
psicológico tiene relación con el sistema personal de creencias", asegura Vicens
Olivé.
Con frecuencia, ante un problema se da por sentado que la dificultad procede del
exterior y no de una creencia que nos condiciona internamente.
Ayudará investigar si existe alguien que puede vivir esa misma situación de forma
diferente, buscar un ejemplo opuesto a lo que se cree para después observar qué
actitud tomaría esta persona, y qué características y recursos conviene desarrollar para
imitarla.
Será preciso explorar un territorio situado fuera del área de seguridad actual y
atreverse a asumir aquello de si otro ha sido capaz, yo también.
ACEPTAR EN VEZ DE INVALIDAR
Las creencias marcan el camino día a día, determinan en buena medida cómo es
nuestro hoy y cómo puede llegar a ser nuestro mañana, el tipo de personas que nos
acompañarán, los lugares donde estaremos y casi todo lo que rodea nuestra vida.
En la película En busca de la felicidad, un empresario que en los años 1980 superó una
enorme quiebra, le dice a su hijito: "Nunca dejes que nadie te diga que no puedes
hacer algo, ni siquiera yo, y si tienes un sueño, protégelo".