Resume Ned I
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Unidad 3: TRATAMIENTO
Los alumnos y el
contenido resultan la
Docente base que sostiene el
espacio escolar.
La escuela resulta
atractiva cuando se
alcanza un ámbito de
aprendizajes
Contenidos Alumnos significativos para
que cada NNA pueda
crear y disfrutar de
aquello que produce.
Espacio escolar
La escuela representa un espacio de placer y sufrimiento, de discriminación y de
transformaciones psíquicas donde se juegan oportunidades de posibles enriquecimientos.
Problemas de aprendizaje: los niños con pda se posicionan con modalidades restrictivas en
cualquier área del conocimiento (no lee, no escribe, no piensa, no juega), no siente deseo de
relacionarse con el mundo y conocerlo.
Para que los alumnos puedan calzar en el espacio escolar como sitio habilitante de sus pareceres
y competencias, tienen que poder encontrar allí un lugar de consonancia entre sus
disponibilidades psíquicas y los requerimientos institucionales. Los niños que logran generar en la
escuela un espacio de pertenencia significativa son aquellos que pueden ser respetados en sus
características de época, de origen y de sus razgos subjetivos.
Los maestros deberían respetar sus raíces subjetivas e históricas, la escuela se convertiría así en
un espacio psíquico de despliegue potencial en el cual se puede establecer un entrecruzamiento
fructífero entre las experiencias psíquicas primarias y la calidad de los objetos y formas de
relaciones sociales propuestas por la institución.
Los aspectos subjetivos comprometidos en la dinámica de aprendizaje del alumno no son
voluntarios ni externos, sino que son parte de experiencias afectivas diferentes que marcaron el
psiquismo de cada niño con modalidades de interacción con la sociedad que no son intencionales
sino históricas.
Como sugerencia se debe tener en cuenta
- No transformar las particularidades psíquicas de los alumnos
- No existen formas ideales, sino estrategias para conocer aspectos de la subjetividad
- Aula: espacio de participación, espacio protegido en el cual hay lugar para las diferencias.
Espacio flexible.
La virtualidad se constituye en el nuevo lugar contemporáneo, en el cual se puede desplegar,
confrontar, modificar y, crear representaciones complejas de un mundo en transformación
permanente. Cada vez importan menos las informaciones y mucho más el deseo de conocer y
conquistar los cambios del mundo. El siglo xxi marca un nuevo modo de ingresar a los
conocimientos y consigue realzar el afecto y el deseo de cada sujeto por relacionarse
exclusivamente con aquello que lo atrae, como uno de los elementos que definen el eje alrededor
del cual circula el aprendizaje.
Es importante pensar que los dispositivos tecnológicos se constituyen como herramientas
imprescindibles para potenciar los procesos de subjetivación y el conocimiento. Se han
transformado en herramientas privilegiadas para el aprendizaje. No se tratará entonces de obligar
a apagar los celulares sino de crear en la escuela un intercambio teletecno mediático que
intensifique la calidad de las propuestas entre los jóvenes.
La modalidad de producción simbólica que cada sujeto concreta con la herramienta informática
que le entregan tiene que ver con las características singulares y subjetivas con las cuales se
relaciona con el mundo. La computadora en sí misma no produce subjetividad, sino que oferta la
oportunidad de mayor relevancia social para contactar, desplegar creatividad e incluirse en el
mundo.
El aprendizaje, desde el punto de vista psicológico, es un trabajo complejo que incluye la curiosidad por
aquello que se ignora y el deseo de búsqueda y conquista de novedades atractivas, responde a un
movimiento de la energía psíquica en búsqueda de satisfacción, en el cual el niño se relaciona con
algunos objetos en forma preferencial y evita inconscientemente otros. La evitación de un sufrimiento
conocido o la búsqueda de reedición del placer habido se transforman entonces en el tipo de movimientos
alrededor del cual se organiza el aprendizaje humano. La disponibilidad psíquica para aprender revela la
existencia de un deseo que activa y dinamiza los procesos de construcción y apropiación de
conocimientos. El aprendizaje no compromete exclusivamente aspectos cognitivos sino que define un tipo
de trabajo subjetivo en cuya dinámica singular cada sujeto interpreta y conoce el mundo de acuerdo con
las experiencias afectivas que le resultaron históricamente cercanas y emotivas. Aprender es mucho más
que saber porque se intuye como una forma de abrirse hacia el mundo, participar de sus novedades,
progresar y enriquecerse. El ser humano construye su aprendizaje en forma reflexiva, se cuestiona, se
modifica y no necesita de extensas ejercitaciones para concretar sus novedades.
Los problemas de aprendizaje, desde el punto de vista psíquico, son aquellos que muestran un modo
rígido de aprender y relacionarse con el campo social, que no da cabida a la circulación del afecto y el
deseo por buscar el conocimiento.
La calidad del aprendizaje parecería estar determinada por la disponibilidad psíquica para concretarlo, más
que por el caudal intelectual genéticamente heredado. La falta de ductilidad es uno de los problemas de
aprendizaje que se establece en niños que, siendo inteligentes, tienen pocos recursos psíquicos para
incorporar novedades a sus modalidades de comportamiento.
Respetar las modalidades particulares de producción de cada sujeto en la escuela podría ser considerada
desde el punto de vista psíquico como un elemento altamente significativo en la constitución y
profundización del deseo de aprendizaje. El proceso de simbolización característico de los niños y
adolescentes requiere de docentes que puedan respetarlo, abriendo, ligando, desentrañando sentidos,
acompañando las situaciones de aprendizaje con interés y afecto. Serán adultos estables, psíquicamente
coherentes y afectivos, que resguarden sin invadir, el psiquismo de los sujetos a su cargo, ofreciendo
espacios de autonomía para construir intimidad y novedades sin ser avasallados ni permanentemente
sancionados. El docente entonces será quien realce las diferencias individuales que orienten y promueven
la expresión de las singularidades para que la actividad psíquica de cada sujeto pueda encontrar en la
escuela nuevas oportunidades para transformarse. Por lo cual la escuela es uno de los espacios de
oportunidad para modificar las tendencias originarias siempre que el maestro las respete cuando intente
conocerlas.
El tipo de relaciones primarias de cada sujeto condiciona la calidad de las relaciones con el conocimiento
que este despliega posteriormente en la escuela. Piera Aulagnier considera que los orígenes marcan, pero
dichas marcas tienen sucesivas oportunidades afectivas y sociales de transformarse y enriquecerse.
Podríamos pensar, que la escuela sería un nuevo espacio de oportunidades para la complejización y
enriquecimiento del psiquismo en el cual inciden los docentes y el tipo de relaciones que se establecen
con los semejantes. Castoriadis y Bleichman consideran que las formas con las cuales los adultos tratan a
los niños marcan, pero encuentran a su vez en la sociedad nuevas oportunidades para su transformación.
En otras palabras, La calidad de las relaciones de origen encuentra en la escuela multiplicidad de sentidos
y oportunidades para su transformación y enriquecimiento.
Las diferencias individuales en la modalidad y deseo de aprendizaje de un sujeto marcan las formas
predominantemente satisfactorias o evitativas que potencian o restringen la relación del afecto con el
mundo y el conocimiento. El modo de escribir o de pensar se transforman en los referentes que le
permiten al docente hipotetizar sobre las particularidades que tiene el proceso de aprendizaje para cada
sujeto e inferir a partir de ellas aspectos distintivos de la subjetividad de los niños que inciden en sus
modalidades actuales de comportarse en la escuela.
La capacidad de pensar no surge en la escuela ni se circunscribe a los aprendizajes escolares, sino que
tiene su origen en la calidad de las relaciones primarias y el legado de la riqueza simbólica recibida. La
producción simbólica es el conjunto de marcas que cada sujeto deja cuando trabaja intelectualmente, en
las cuales se pueden reconocer modalidades predominantes de expresarse, operar e interpretar el mundo.
Estas marcas de origen no determinan destinos sino modalidades y tendencias en las formas distintivas de
expresión de las particularidades psíquicas de un sujeto.
Las características representativas que adquiere la producción simbólica de un sujeto están condicionadas
por la intensidad de sus relaciones parentales de origen, por lo que vamos a prestar atención a las
maneras de interpretar el mundo que le fueron legadas por sus progenitores, constituyéndose en los
límites posibles para relacionarse satisfactoriamente con el afuera. Cuando son excesivamente estrictas,
fuerzan repeticiones o actuaciones en su contra. Cuando están atravesadas por la ternura abren la
confianza psíquica necesaria para poder circular por los caminos de la simbolización. Transferir
expectativas es un modo de abrir caminos, sin que sean considerados como únicos posibles.
En cada momento de constitución del psiquismo, existen y confluyen distintas experiencias que siendo
felices o complicadas enriquecen el psiquismo. Aquellas que resultan difíciles de atravesar, son parte de la
vida y preparan al niño para conocerlas desde la seguridad de su casa y el regazo de sus progenitores. Lo
importante es que haya marcas, deseos, expectativas de los adultos hacia los niños, que sus progenitores
se comprometan con ellos intensamente y los promuevan a contactarse con el mundo, que no los
abandonen. A lo largo de la constitución psíquica de un sujeto, todo es elaborable y puede aportar a la
complejización del psiquismo en la medida en que haya espacios de prueba lúdica en un “afuera” que este
cariñosamente protegido. Investir la realidad y la intimidad de cada niño, confiando en ambas, es parte del
trabajo psíquico necesario en este difícil trayecto de constitución subjetiva en el cual se entraman
realidades e ilusiones en forma difícilmente diferenciables.
Las relaciones de sostén resultan satisfactorias cuando transmiten ternura y cultura. Dichas modalidades
no son lineales ni intencionales sino denotativas de maneras inconscientes de transmitir las experiencias
que a los adultos les pudieron resultar atractivas. Al nacer un niño se consolida a su alrededor una cuna
psíquica de personas que le otorgan desde los inicios una herencia simbólica, a través de la cual marcan
los rumbos potenciales para que dicho niño circule por el mundo de manera singular.
El único riesgo en los orígenes del psiquismo es el de la falta de resguardo y cariño de parte de los adultos
a cargo del niño. La ausencia, sin embargo, es un requisito necesario para propulsar en el psiquismo del
niño, la búsqueda de objetos intermediarios con los cuales satisfacerse.
Cuanto más afectivas, atentas y pasionales, desde afectos positivos y negativos, son las modalidades
legadas por los adultos a los niños, mayor será la riqueza potencial de su psiquismo. La riqueza afectiva
con la cual se tratan a un niño es uno de los antecedentes históricos más significativos para inscribir en el
psiquismo confianza en el mundo. Las maneras de circulación del afecto que los padres legan en sus hijo
cuando los atienden, transfieren inconscientemente formas satisfactorias de circulación de la energía
psíquica en los pequeños que reproducen y transforman hasta el final de su vida.
La inclusión de los niños en la escuela impone la existencia de otros espacios, posiciones y razones que
diversifican el psiquismo y lo ponen a trabajar de manera productiva, rompiendo los lazos primarios como
únicos referentes afectivos significativos e incorporando los sujetos con el mundo a partir de las
experiencias escolares con pares. Los semejantes suelen poner en duda los mundos de fantasías de cada
sujeto, generando los limites necesarios para motivar el atractivo de la descarga del afecto en situaciones
de mayor proyección y posibilidades que las ilusiones propuestas alrededor de la parentalidad. La
posibilidad de la otredad que imponen los compañeros, los conocimientos, los distintos modos de
comunicación o las nuevas reglas existentes pueden inscribirse placenteramente en el psiquismo, cuando
los adultos de la familia dejan lugar a nuevos referentes.
El docente puede ser quien ofrece oportunidades para recuperar en cada niño la diversidad de sus
modalidades y realzar alrededor de ellas el placer por el encuentro de situaciones significativas que
pivotean en los orígenes e ilusionan a los sujetos con el conocimiento-desconocimiento de lo posible. El
pensamiento y deseo de producción de conocimientos esta antecedido por la frustración por lo que se
carece y la oportunidad de ilusionar lo posible para modificarlo.
La diversión, la risa y el deseo de encontrar situaciones diferentes organizan la actividad de los niños
aunque sus padres ya no estén presentes en forma permanente. El modo de funcionamiento psíquico
característico del proceso primario es el de la incorporación de un potencial simbólico que posibilita
elaborar las situaciones difíciles mediante la fantasía, el juego, el chiste, las travesuras, los inventos y los
relatos. La fantasía es la actividad representativa alrededor de la cual circula el afecto en sus maneras
satisfactorias cuando un sujeto comienza a relacionarse con objetos que desconoce. Fantasías e ilusiones
serán requerimientos imprescindibles para la complejización de la actividad psíquica de un sujeto quien
busca en el afuera diferentes maneras de descarga y trasmisión de ellas, acuñadas en los momentos
iniciales.
Prólogo:
Lenguaje como oportunidad de subjetivación en la clínica de niños con PDA. Lenguaje como vía
de intervención e ingreso en los procesos de subjetivación de los niños para profundizar en las
particularidades de la actividad narrativa que los posibilita.
El dialogo y la narración como géneros lingüísticos que favorecen el despliegue de los procesos
de simbolización en los niños. El análisis especifico de los procesos de simbolización de cada una
de las formas de producción de un sujeto permite construir hipótesis diagnosticas sobre sus
obstáculos y restricciones simbólicas. El dialogo, la narración y las habilidades de lectura y
escritura como modos de apropiación del lenguaje, en tanto herramienta simbólica de apertura
hacia otros y hacia los conocimientos.
Las diferentes producciones narrativas de los niños permiten inferir aspectos sobresalientes del
entramado de representaciones que cada uno construye para enlazar sus referencias primarias
con las ofertas sociales que organizan su producción discursiva. En ellas, la dinámica de la trama,
el lugar de los personajes, el uso de las distintas predicaciones y modos verbales, permiten inferir
el tipo de compromiso psíquico que las condiciona.
La escritura como una marca subjetiva y subjetivante que abre oportunidades de intervenciones
psicopedagógicas específicas para acceder a la dinámica de sentidos que la atraviesan y la
condicionan.
El espacio escolar como lugar de encuentro significativo que incide en la complejizacion de la
potencialidad psíquica de un individuo. En donde niños y adultos dialogan, narran y leen, pueblan
ese espacio de voces. Así reescriben una historia cuya prehistoria ha comenzado mucho antes,
con otras voces antiguas. Cada encuentro es una polifonía que entrelaza lo histórico con lo
actual, en donde se genera una oportunidad de enriquecimiento psíquico, de expansión
representativa, de revuelta a partir del lenguaje.
La escuela como potencial espacio significativo en la constitución del psiquismo infantil cuando
apela a la actividad discursiva y narrativa como forma de intervención y promoción de la
productividad simbólica en las aulas.
El grupo psicopedagógico como espacio de revuelta y entrecruzamiento de alteridades en el
intercambio que pone en escena las diferencias y la enunciación de novedades y en donde el
dolor por las carencias abre el camino a la actividad imaginativa (entendida como una modalidad
representativa que augura estabilidad psíquica en satisfacciones futuras).
Enriquecer la producción simbólica es establecer lazos de reelaboración entre lo ya inscripto y lo
nuevo: es tender puentes entre voces presentes y pasadas. Lo conocido y lo extraño pasan a ser
parte de lo cotidiano en el intercambio con los otros, quienes ocupan un nuevo espacio
significativo en la constitución del psiquismo a partir de la confrontación y el realce de las
diferencias que motivan el proceso reflexivo y el deseo de transformación y cambio en cada uno
de los participantes de estas nuevas unidades subjetivantes: el espacio escolar y/o el pequeño
grupo psicopedagógico.
Cap 1: pensar, imaginar, crear: desafíos del siglo que se inicia
La relación entre la constitución psíquica y la producción simbólica.
El papel de la imagen y de los avances tecnológicos al servicio de la escuela y del
conocimiento
La productividad simbólica a través de la interpretación en la época actual (agilidad
interpretativa).
El lenguaje es la vía de ingreso a los procesos de subjetivación. El diálogo y la
narración favorecen el despliegue de los procesos de simbolización en el niño.
La vida en la actualidad coloca al sujeto en una permanente toma de decisiones que lo
obligan a inventar procesos reflexivos.
Existe una búsqueda de estrategias personales para sortear dificultades.
Existe una demanda psíquica para el sujeto entre el legado fliar y social.
Cuando un niño ingresa a la escuela el sistema le exige que haya accedido a una
complejidad simbólica para producir y compartir conocimientos.
La escuela se transforma en un espacio para potenciar la expansión de la actividad
representativa en los niños.
En los grupos terapéuticos se genera una rivalidad y deseo de poseer lo ajeno, de lo
que el otro posee. Esto activa el intercambio y motiva la búsqueda de lo novedoso a
través del otro.
Así, se habla de los conceptos de extranjero y nativo.
La rivalidad que se establece entre ellos produce interrogantes, rememoraciones,
retornos y el pensamiento. Proceso conceptualizado como “revuelta” por Kristeva
Poner en diálogo a los niños entre sí, contraponer sus narrativas, trabajar la
narratividad dialógica, son propuestas que suponen el enriquecimiento simbólico de un
sujeto.