Discurso
Discurso
Discurso
El presidente Henry B. Eyring dijo: “[El Salvador] nos ha llamado a servir a los demás para que fortalezcamos tanto nuestra fe
como la de ellos. Él sabe que mediante el servicio llegaremos a conocerle” (“Velar y fortalecer”, Liahona, julio de 2000, pág. 79).
Indíqueles que anoten los talentos y los bienes que poseen y la forma en que podrían usarlos para ayudar en la edificación del
Reino de Dios sobre la tierra.
‘Yo y mi casa serviremos a Jehová’ (Josué 24:15)”.
Uno de los atributos más importantes que un líder con un llamamiento de la Iglesia puede adquirir es prestar servicio a los
demás como el Salvador lo hizo, con humildad y caridad. El Salvador enseñó: “El que quiera hacerse grande entre vosotros
será vuestro servidor; y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo” (Mateo 20:26–27).
El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, aconsejó a los padres y a los líderes: “Los miembros adultos de la
Iglesia deben comprender que los requisitos del Progreso Personal… no son sólo una larga lista de tareas a realizar y firmar.
Son metas personales que cada… mujer joven se fija para llegar a ser digna de recibir las ordenanzas del templo, servir en
misiones, contraer matrimonio eterno y disfrutar de la exaltación” (”Nuestro deber a Dios: La misión de padres y líderes para
con la nueva generación”, Liahona, de mayo de 2010). El élder Hales enfáticamente instó a las madres y a los líderes a
participar en el Progreso Personal con sus jovencitas, para que puedan crecer juntas en los lazos de la fe y la amistad y
fortalecerse unas a otras a lo largo del sendero del Evangelio.
Por Cheryl A. Esplin (Primera Consejera de la Presidencia General de la Primaria - Reunión General de Mujeres, abril de 2016)
Tema….Él nos pide que seamos Sus manos
El presidente Thomas S. Monson, quien ha entendido y vivido la admonición de amar, dijo: “Creo que el Salvador nos está
diciendo que a menos que nos perdamos en dar servicio a los demás, nuestra vida no tiene mayor propósito. Aquellos que
viven únicamente para sí mismos, al final, se marchitan y… pierden la vida, mientras que aquellos que se pierden a sí mismos
en prestar servicio a los demás progresan y florecen… y en efecto salvan su vida”.
En un devocional de BYU, la hermana Sondra D. Heaston preguntó: “¿Qué pasaría si pudiésemos realmente ver lo que hay
dentro del corazón de los demás? ¿Nos entenderíamos mejor? Al sentir lo que los demás sienten, ver lo que otros ven y oír lo
que otros oyen, ¿nos haríamos tiempo y tomaríamos el tiempo para prestar servicio a otros? ¿Los trataríamos diferente? ¿Los
trataríamos con más paciencia, más bondad y más tolerancia?”.
La hermana Heaston compartió una experiencia que tuvo cuando prestó servicio en un campamento de las Mujeres Jóvenes.
Ella dijo:
“Una de las… oradoras del devocional… nos enseñó acerca de cómo ‘llegar a ser’. Una de sus declaraciones… fue: ‘Sean de las
personas que se acercan a otros para conocerlos y brindarles servicio; desháganse de los espejos y miren por la ventana’.
“Para demostrar esto, llamó a una de las jovencitas y le pidió que se pusiera frente a ella; tras lo cual sacó un espejo y lo
colocó entre ella y la jovencita, de modo que [la oradora] estaba mirando al espejo mientras trataba de hablar con la joven.
Como era de esperar, ni siquiera se acercaba a ser una conversación eficaz ni sincera. Esa fue una poderosa lección práctica
que ejemplificó cuán difícil es comunicarse y servir a otros si estamos demasiado preocupados por nosotros mismos y sólo nos
vemos a nosotros mismos y nuestras necesidades. Entonces ella dejó el espejo, sacó un marco para una ventana y lo colocó
entre su cara y la de la jovencita… Pudimos darnos cuenta que la joven había pasado a ser [su] foco de atención y que el
verdadero servicio requiere que nos centremos en las necesidades y los sentimientos de los demás. A menudo estamos tan
preocupados por nosotros y nuestra vida ocupada, mirando al espejo mientras tratamos de encontrar oportunidades de servir,
que no vemos con claridad a través de las ventanas del servicio”8.
El presidente Monson muchas veces nos recordó que “estamos rodeados de personas que necesitan nuestra atención, nuestro
estímulo, apoyo, consuelo y bondad, ya sean familiares, amigos, conocidos o extraños”. Él dijo: “Nosotros somos las manos del
Señor aquí sobre la tierra, con el mandato de prestar servicio y edificar a Sus hijos. Él depende de cada uno de nosotros”9.
Al mostrar amor y prestar servicio, por más pequeño que parezca, se produce un cambio en el corazón y éste se ablanda
cuando las personas sienten el amor del Señor.
Todos podemos incorporar un poco de servicio en nuestra vida diaria. Vivimos en un mundo contencioso. Brindamos servicio
al no criticar, al negarnos a chismear, al no juzgar, al sonreír, al decir gracias, y al ser pacientes y amables.
Otros tipos de servicio requieren tiempo, planificación deliberada y energía extra; aunque cada esfuerzo vale la pena. Quizás
podríamos empezar haciéndonos estas preguntas:
¿A quién conozco que podría ayudar hoy?
¿De cuánto tiempo y recursos dispongo?
¿De qué manera puedo usar mis talentos y habilidades para bendecir a otros?
¿Qué podríamos hacer como familia?
Por el momento, Él nos pide que seamos Sus manos.
Me he dado cuenta de que es el amor hacia Dios y hacia nuestros semejantes lo que le da sentido a la vida. Ruego que sigamos
el ejemplo del Salvador y Su admonición de tender la mano a los demás con amor.
Testifico de la realidad de la promesa del presidente Henry B. Eyring de que “si [usamos nuestros] dones para prestar servicio
a otra persona, [sentiremos] el amor del Señor por esa persona. Además [sentiremos] Su amor por [nosotros]”