Coleccion Multidisciplinaria Víctimas Del Delito
Coleccion Multidisciplinaria Víctimas Del Delito
Coleccion Multidisciplinaria Víctimas Del Delito
Colección Multidisciplinaria
sobre Víctimas del Delito
volumen i
México, 2010
Primera edición: noviembre, 2010
ISBN: 978-607-7888-63-5 (obra completa)
ISBN: 978-607-7888-64-2 (volumen 1)
D. R. © Comisión Nacional
de los Derechos Humanos
Periférico Sur 3469,
Colonia San Jerónimo Lídice,
Delegación Magdalena Contreras,
C. P. 10200, México, D. F.
Diseño de portada:
Flavio López Alcocer
Impreso en México
Contenido
Presentación 7
Atrapados en el secuestro
José Antonio Ortega Sánchez 29
Bibliografía 125
[5]
Presentación
[7]
8 comisión nacional de los derechos humanos
[11]
12 comisión nacional de los derechos humanos
creía que deberían hacer. ¡Sí!, con su actitud nuevamente, desde ese
penal, me seguía dando instrucciones, indicándome que sólo yo tenía
la decisión de dejar de ser una más de las víctimas de Daniel Arizmendi.
“¡Se lo juro por mis hijos”, dijo en varias ocasiones. Ese juramento
para mí en esos momentos no era válido, y armándome de valor o,
más bien, dejando aflorar el instinto de conservación, le dije que yo
estaba cumpliendo con lo que él hasta ese momento me estaba solici-
tando, que ya era tiempo de que me dejara hablar con mi hijo, saber
que se encontraba bien. Porque en la segunda llamada en la que ne-
gociamos su libertad, solicité y pude escuchar la voz de mi hijo dicien-
do que me quería mucho y que no diera aviso a la Policía, a lo que yo
respondí: “Te amo, hijo. No tengas miedo, todo va a estar bien”, con
cluí, y a partir de ahí todo tendría que ser como se había acordado; de
no ser así, el que pagaría el precio sería mi hijo.
18 comisión nacional de los derechos humanos
Después, otra vez la voz de Arizmendi indicando: “No debe dar avi
so a las autoridades. El dinero tiene que ser repartido en dos bolsas de
manta; lo debe llevar entre sus piernas y debe manejar rápidamente;
debe llevar suficientes pilas como para ocho horas de camino. Tome
la calzada Ignacio Zaragoza hacia la carretera a Puebla; al llegar a Ca
beza de Juárez, espere nuevamente mi llamada”. En ese momento
tenía que seguir las instrucciones al pie de la letra y ahora también.
Recuerdo la carita de mis hijos, sus ojitos llenos de lágrimas, la an
gustia, el sufrimiento y el dolor, síntomas conocidos como la angustia
de la separación. Cuando se enteraron que sería yo quien tendría que ir
con un rumbo desconocido a entregar el dinero, uno de ellos dijo: “Ma
mi, no vayas tú. Mami, mejor voy yo. Esos desgraciados me arrebata-
ron a mi hermanito y ahora te quieren a ti”. “No, mami. ¡Por favor, no
vayas!”, volvió a decir. “¿Qué sucederá con nosotros si algo te pasa, si
te perdiéramos a ti también y yo sin poder hacer nada por ti como no
pude hacer nada por evitar que se llevaran a mi hermanito?, recordán-
dome cuando vivieron el secuestro de su hermano. Fueron intercep-
tados por varios vehículos, mismos que eran conducidos por unos
sujetos que dijeron ser policías y que se identificaron con credenciales
oficiales que los acreditaban como tal, cerrándoles el paso e indicán-
doles que se tenían que detener para ser revisados.
Describía que, incrédulo, el chofer que conducía el vehículo en el
que había recogido a mi hijo del colegio con dirección a mi domicilio
y que en ese entonces cursaba la secundaria, privándolo de libertad de
la forma vil, dejándolo en estado de indefensión, “y yo sin poder hacer
nada por defenderlo”, repetía, cargando con una culpa infundada.
¿Qué podría hacer un adolecente, en ese entonces de escasos 16 años,
ante un grupo de personas fuertemente armadas? Pero él no lo com-
prendía. Me abrazó como sólo un hijo que está sufriendo puede abra
zar a su madre, acto al que se unió mi pequeña hija en ese tiempo; al
hacerlo, lo hizo de tal forma que con ese abrazo no sólo abrió sus bra
zos para unirse a su hermano y a mí, sino que unía su fuerza para que
yo continuara, al tiempo que exclamó: ¡Mami, tú sabes cómo hacerlo!
Sólo tú y con la ayuda de Dios puedes ir por mi hermanito. Sólo tú
puedes darlo todo por nosotros. Cuídate mucho, que Dios te cuide y
no te preocupes por nosotros; mi hermanito y yo estaremos bien.
¡Cuídate!”, repitió con voz baja a punto de ser ahogada por el llanto.
Soltándolos suavemente y tomando las bolsas con el dinero que daría
por el rescate, me dispuse a partir y a dar el todo por el todo, incluso
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 19
Reaccioné con impulso violento y les grité. “¡Bájense!”, les dije, pero
uno de ellos me dijo que no: “Acaso no te das cuenta que tu dolor es
nuestro, que, al igual que tú, nosotros también sufrimos; que si bien
es cierto que no es mi hijo, tu dolor me duele en el alma. Déjanos
acompañarte. Lo peor ya pasó, ahora vamos por él”.
Sin esperar la respuesta, tomó el control del vehículo y con el papel
en la mano encendió el auto con rumbo hacia el Cerro del Peñón,
según el dato escrito. Habíamos avanzado algunos minutos (no sé
cuántos) cuando sonó teléfono. En ese momento se volvió a paralizar
mi respiración, sentí un vacío en el estómago y la sensación de que el
corazón se me iba a salir. Volví a experimentar el miedo, pensé que
sería otra vez Daniel Arizmendi, por lo que me esforcé para recupe-
rarme y tomar el control de la situación.
Otra vez más todas las emociones habidas y por haber se me agol-
paron en mi pecho. Por primera vez reconocí la desilusión al escuchar
que no era la voz de Daniel Arizmendi sino la de mi ahijada que me
decía: “¡Madrina, que no!, que no va a dejar al niño en esa dirección,
que ya es noche y le puede pasar algo, que mejor lo va a dejar más
cerca”. No pude reaccionar.
Acto seguido, mi familiar tomó el teléfono y anotó algo al tiempo
que tomaba otro rumbo. En esos momentos aumentó mi sufrimien
to, el martirio continuaba, me surgieron mil un dudas que pasaron
como remolino por mi cabeza, aunque el tiempo pareció detenerse
cuando la marcha del coche se detuvo y a unos metros de distancia
pude ver el cuerpo semidesnudo de mi hijo intentando quitarse la cin
ta canela que le cubría los ojos. En ese momento se acercaron dos per
sonas a ver qué pasaba. Me bajé atropelladamente, quería salir y llegar
lo más pronto posible; corrí hacía él arrodillándome para poderlo
abrazar.
Ahora puedo recordar que lo único que quería era esconderlo con
mi abrazo. Él respondió a mi caricia de la misma forma, llorando de
alegría como cuando nació. Reviví el momento de cuando el médico
me informó que había sido un varón fuerte de tres kilos novecientos
setenta y cinco gramos. En esos momentos di gracias a Dios por dar-
me la oportunidad de volverlo a tener cerca de mí.
Con la ayuda de los familiares que me acompañaban lo subimos al
auto. No recuerdo de lo que hablamos en el trayecto de regreso a casa,
pero sí de cuando entramos en ella. Nunca olvidaré los rostros de mis
otros dos hijos cubiertos de lágrimas, pero, a diferencia de tiempo atrás,
22 comisión nacional de los derechos humanos
Buttafa
la vida tan infame que les tocó, creen que ésta ha sido injusta con ellos
y buscan la compasión de los demás, por lo que cada uno toma el papel
que cree que le corresponde en ese momento. Uno se identifica como
víctima resentida y el otro como víctima sumisa.
Estoy segura que mi hijo pudo atravesar el cautiverio con más o
menos calma, en los momentos de mayor soledad y sin posibilidad de
ver la luz del día, porque justo ahí su mente pudo brillar. Cada vez
que tenía oportunidad se narraba a sí mismo y trasladaba, desde su
corazón hacia la mente, escenas en las que compartíamos momentos
felices, los mismos que acompañaba de oraciones que le permitían, en
ocasiones, dormir un poco.
Así transcurrió el tiempo y los cambios, hasta que un día fuertes
dolores de cabeza me imposibilitaron hacer cualquier cosa debido al
estrés; ése fue el diagnóstico del médico, que me indicó que necesitaba
ponerme en manos de especialistas de la salud mental, por lo que de-
diqué muchas horas, días y meses a contactarme con todo aquello rela
cionado con la psicología y la psiquiatría. Mi malestar fue el resultado
de las fuertes presiones emocionales por las que estaba pasando.
Fue así que me dediqué a estudiar, y en alguna ocasión, en el salón de
clases escuché a alguien referir que el corazón era el guardián de la men
te. Recapacité y comprendí que mi mente y mi corazón estaban en otro
lugar, pues un día decidí que mis hijos se fueran a vivir por un tiempo
a otro país, por su seguridad; quería protegerlos a toda costa de cualquier
cosa que pudiera lastimarlos. Por supuesto, yo me quedé debido a que
tenía que seguir trabajando para cubrir los gastos y las deudas que se
incrementaban a diario.
No fue fácil, lo confieso, aceptar que necesitaba asistir al psiquiatra,
todo por los mitos que existen en relación a este tipo de tratamientos,
es decir, las drogas permitidas. Pero como estaba dispuesta a ir por
todo con tal de conseguir mi libertad, concerté una cita con el esposo
de una compañera de clases, de profesión psicólogo con maestría en
adicciones y además ejercía su profesión en el Instituto Nacional de
Psiquiatría; en ese tiempo realizaba un diplomado en Violencia Fami-
liar y Adicciones en Centros de Integración Juvenil.
Trabajé arduamente en mi recuperación y, tiempo después, como
parte de mi ejercicio terapéutico (así lo llamé), me diplomé con el en-
sayo titulado “La vida de un secuestrador Daniel Arizmendi”. Ahí
descubrí lo que hizo la diferencia entre los padres de Daniel Arizmendi
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 25
y los míos, porque quizá la vida de Daniel no fue tan dura como la de
mi madre.
La base emocional de las actitudes no es el coraje natural que fluye
y se va cuando se explota, sino los sentimientos robustecidos que apren
didos en la infancia y que todavía vamos cargando; cuando recordamos
las ocasiones en las que recibimos ofensas y humillaciones, es que vol
vemos a sentir el deseo de agredir a quienes nos lastimaron; queremos
golpearlos, maldecirlos, gritarles, desearles un mal a ellos y a sus fami-
lias, desquitar ese enojo frustrado que con el paso del tiempo se trans-
forma en resentimiento y odio.
Naturalmente, cada día estaremos peor si, quienes nos sentimos víc
timas, nos pasamos la vida culpando a los demás, en especial a los niños;
actitud aprendida de nuestros progenitores desde la infancia, proceso
totalmente inconsciente de que no cabe duda de que las palabras de
grandes maestros de la vida hacen la diferencia, y de uno de ellos escu
ché esta frase: “El conocimiento te da poder”.
Sí, “cualquier tipo de experiencia nos deja una enseñanza grande”,
decía mi madre, una mujer maravillosa a la que le tocó perder a sus
padres y su vida transcurrió en un orfanato en el que fue educada con
ciertos valores; dejó claro que la familia no sólo es aquella que está
formada por papá, mamá e hijitos, sino de grandes seres humanos
conscientes de cómo quieren vivir o cómo quieren morir. Ahí estaba
la diferencia.
Tenía la oportunidad de elegir si quería seguir sufriendo con dolor
o sin él; esto haría la diferencia. En ese diplomado me di la oportuni-
dad de conocer hasta dónde puede uno solo y hasta dónde no. Las dos
formas son válidas cuando la decisión es tomada en base a cubrir ne-
cesidades que existen en ese momento; después, como un sediento
que ha dejado de beber agua por varias horas dejando que la sed se
acumule y la necesidad de tomarla crezca, y que al hacerlo no puede
consumirla despacio, así asemejé mi necesidad.
Compré varios libros para leerlos en casa, ya que el miedo aún es-
taba presente; salía de ella por tiempos cortos, pero las necesidades
crecían con cada libro; terminaba de leer, poco a poco, y traté de ins
cribirme en varios cursos, diplomados: el lunes en uno, el martes en
otro, el miércoles otro más, y así quería encontrar respuesta a esa
pregunta que me taladraba mi mente. Con la vanidad por delante, pen
saba “¿por qué Arizmendi le dijo a mi hijo que si hubiera tenido a una
mamá como la de él, quizá no estuviera en dónde estaba?”
26 comisión nacional de los derechos humanos
Agradecimientos
Por siempre,
Cecilia González
Atrapados en el secuestro
José Antonio Ortega Sánchez*
[29]
30 comisión nacional de los derechos humanos
Gráfica 1
Secuestros en México (1970-2009)
Número de secuestros
Años
Cuadro 1
Secuestros en las entidades federativas (2006-2009)
Variación
Entidad 2006 2007 2008 2009
en el periodo (%)
Chihuahua 4 21 55 316 7,800
San Luis Potosí 2 5 2 27 1,250
Aguascalientes 2 28 32 21 950
Zacatecas 4 7 26 40 900
Guanajuato 11 20 20 101 818
Nuevo León 2 2 28 17 750
Oaxaca 9 16 39 51 467
Michoacán 30 59 128 126 320
Chiapas 4 23 13 14 250
Coahuila 8 2 7 22 175
Jalisco 9 23 19 22 144
México 79 85 197 164 108
Puebla 17 8 12 35 106
Querétaro 2 — 3 4 100
Tamaulipas 34 33 30 67 97
Baja California 71 33 165 132 86
Morelos 24 5 0 42 75
Guerrero 40 43 55 66 65
Hidalgo 13 8 23 19 46
Sinaloa 17 25 17 23 35
Nayarit 4 15 5 5 25
Distrito Federal 172 195 200 109 –37
Baja California
Sur 9 2 7 4 –56
Sonora 13 8 12 5 –62
Colima 19 — 6 1 –95
Quintana Roo 8 12 15 8 —
Tlaxcala 4 3 0 4 —
Campeche — 5 0 —
Durango — 3 7 48
32 comisión nacional de los derechos humanos
Variación
Entidad 2006 2007 2008 2009
en el periodo (%)
Tabasco — 16 49 21
Veracruz 4 7 15 —
Yucatán — — 0 —
Nota: cuadro elaborado con datos de las Procuradurías y de la PGR (de esta última,
la distribución por entidad federativa es estimada).
Cuadro 2
Secuestros (comparativo internacional)
2
Idem.
34 comisión nacional de los derechos humanos
Gráfica 2
Secuestrados asesinados entre 1990 y 2009
Cantidad
Años
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 35
Cuadro 3
El secuestro por sexenios gubernamentales
Participación Promedio
Sexenio Asesinados
(%) mensual
Luis Echeverría Álvarez 33 3.25 0.46
Gráfica 3
Secuestrados asesinados por sexenio
36 comisión nacional de los derechos humanos
Primero hay que señalar lo que no se debe hacer. Hay cuando menos
tres estrategias contra el secuestro que son, una insuficiente y dos
erróneas, y que no llevarán a su abatimiento y final erradicación.
La primera estrategia consiste en centrarse en luchar contra el se-
cuestro casi exclusivamente con grupos especializados de la fuerza
pública que tengan los recursos necesarios. Esto, por supuesto, debe
hacerse, pero no tendrá mayores resultados porque no atiende el pro-
38 comisión nacional de los derechos humanos
3
José Antonio Ortega Sánchez, ¿Pobreza = crimen? Los factores socioeconómicos de
la delincuencia y el derecho humano a la seguridad. México, Comisión de Derechos
Humanos del Estado de México, 2010.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 39
congelar los bienes de las víctimas para tal fin y hasta meter a la cárcel
a los familiares que no denuncien los plagios o, sin importar si lo
hacen, que negocien con los plagiarios para tratar de salvar a sus seres
queridos secuestrados.
Los promotores de la criminalización de las víctimas no lo dicen
abiertamente, pero para que la fórmula que promueven funcione es
necesario dejar que los plagiarios asesinen a algunos cientos o miles de
víctimas, hasta que se convenzan de que el plagio ya no es negocio.
Los promotores de semejante atrocidad alegan que, gracias a una me
dida así, Colombia tuvo un espectacular éxito para reducir al secuestro;
dicen que lo mismo funcionó en Italia. Ambas afirmaciones son com-
pletamente falsas.
En Colombia, la medida solamente estuvo vigente 11 meses en
1993 y no hubo una baja sino un alza en los secuestros (gráfica 4).
Gráfica 4
Secuestros en Colombia (1989-2009)
Es falso que la ley que prohíbe el pago de rescates haya hecho bajar
el secuestro en Italia: ocurrió exactamente lo contrario (gráfica 5).
En un reportaje de The Independent, de 1998, titulado “Kidnap
makes an ass of Italy’s ransom law” (algo así como “Secuestro hace
burla de la ley italiana del pago de rescates”), se utiliza el caso del
plagio de Giuseppe Soffiantini para demostrar el fraude de la reforma
legal de 1991 que dispone “congelar” los bienes de los secuestrados.
40 comisión nacional de los derechos humanos
Gráfica 5
Total de secuestros denunciados en Italia
Introducción
[45]
46 comisión nacional de los derechos humanos
I. Definiciones
Y agrega:
III. El cortejo
Artículo 262. Al que tenga cópula con persona mayor de doce años y
menor de dieciocho, obteniendo su consentimiento por medio de
engaño, se le aplicará de tres meses a cuatro años de prisión.
I. Al que sin violencia realice cópula con persona menor de doce años
de edad;
II. Al que sin violencia realice cópula con persona que no tenga la ca
pacidad de comprender el significado del hecho o por cualquier cau
sa no pueda resistirlo.
52 comisión nacional de los derechos humanos
• Redes sociales
• Foros (chats)
• Mensajería instantánea
• Blogs (bitácoras o diarios digitales)
• Su fotografía.
• Descripciones de sus gustos y preferencias deportivas, musicales,
sociales y literarias.
• Descripciones de sus propias personas y de sus familias que
podrían facilitar su ubicación en el mundo real, como es el
nombre de su escuela y la colonia donde viven.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 53
3. Ganar confianza. Una vez que se han establecido los lazos de inte-
reses en común, esta etapa busca robustecer la nueva “amistad” ganán-
dose la confianza del menor, lo que el acosador consigue apoyando
sus ideas y reforzando constantemente su autoestima. Por ejemplo, si
en un blog el menor publicó que está en contra del trabajo forzado
para otros niños en el mundo, el acosador lo felicita y le ofrece su
ayuda para cosas complejas como “formar una asociación juvenil” que
luche contra esa injusticia.
El objeto de esta etapa es lograr que el menor se sienta valioso y que
vaya asimilando que esa sensación de bienestar la recibe mayormente
cuando está en contacto con su nuevo “amigo”.
Cabe resaltar que en esta etapa el acosador le hace ver reiterada-
mente al menor que “confía mucho en él” y le expresa ideas como la
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 55
4. Obtener secretos. Ésta es una etapa muy delicada, pues toda la infor-
mación confidencial que el acosador logra obtener del menor puede ser
usada en su contra para forzar el encuentro físico posteriormente.
Los secretos son obtenidos en forma por demás sutil; el acosador
nunca recurre a pedirle abiertamente al menor que le cuente un se-
creto, sino que emplea el recurso opuesto. Él mismo le pregunta al
menor si “de amigo a amigo” le puede contar “algo que lo tiene muy
preocupado”, pero que es secreto, y le pide que no lo comparta con
nadie. Cuando el menor acepta escucharlo, su nuevo “gran amigo” le
cuenta alguna historia de su colección sobre “problemas en la escuela”,
que rompió la ventana de la casa de los vecinos y sabe cómo ocultar-
lo, o algo más complicado como que “robó algún artículo del centro
comercial” y la policía lo descubrió. Logra que el menor de edad le
dé consejos sobre cómo actuar, lo que agradece sobremanera para, en
comunicación posterior, hacerle ver que sus consejos lo ayudaron a
resolver su gran problema y que le estará eternamente agradecido por
su amistad y apoyo. Esto, como podemos imaginar, robustece aún
más la autoestima del menor y afianza sus lazos afectivos hacia su
“amigo”.
A continuación, le ofrece al menor el valor de la reciprocidad, y se
pone a su disposición para ayudarlo con cualquier problema o nece-
sidad de apoyo que requiera. Es en esta situación de amplia confianza
que el menor habla de sus secretos, que pueden ser tan sencillos como
haber copiado en un examen escolar, haber sacado el carro sin permi-
so de sus padres, o bien, haber tenido relaciones sexuales igualmente
sin el conocimiento de ellos. Pueden ser cosas pequeñas o enormes,
pero son siempre temas que le preocupan y que, por eso, ha mantenido
ocultos.
56 comisión nacional de los derechos humanos
2008 2009
Edades 10-18 años, 5o. de Primaria a 3o. de Preparatoria Variación
5o. Preparatoria 5o. Preparatoria
10. ¿Qué tan seguro es compartir tu información como nombre, dirección o teléfono
en interne?
Peligroso 31.0 % 55.1 % 24.2 %
Cada vez es mayor el número de menores que comprende los riesgos de no cuidar
su privacidad en internet.
16. ¿Alguna vez te han molestado/acosado en internet o te han hecho sentir mal?
Sí 16.3 % 15.2 % –1.1 %
El parámetro se mantiene estable en un nivel razonable, logrando una disminución
mínima.
19. Si te llegas a meter en problemas con alguien en internet, ¿a quién debes pedir
ayuda?
A nadie, yo lo resuelvo 37.0 % 13.3 % –23.7 %
A mis padres o profesores 41.0 % 66.2 % 25.2 %
Ambos resultados confirman que los menores han asimilado la importancia de
evitar enfrentarse ellos mismos con los problemas con terceros y acudir con sus
padres para obtener apoyo.
comisión nacional de los derechos humanos
20. ¿Te has encontrado en el mundo real con alguien que conociste en internet?
Sí 26.3 % 11.0 % –15.3 %
Se logró una notable reducción de incidentes en que el menor se expone al riesgo
de encontrarse con extraños que conoció por primera vez en internet.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 59
V. Prevención
Introducción
* Directora General del Centro de Atención a Víctimas del Delito de San Luis
Potosí.
[61]
62 comisión nacional de los derechos humanos
1
Hilda Marchiori, Criminología. La víctima del delito. México, Porrúa, 2009.
64 comisión nacional de los derechos humanos
espacios seguros como los refugios, pero no se debe ignorar que los
varones requieren a su vez de espacios de protección, ya que son sus-
ceptibles de encontrarse en situación de vulnerabilidad, según se re-
fleja en la incidencia de delitos cometidos en agravio de hombres y
niños.
Aunado a ello, es importante difundir e informar a la población
que el objeto primordial del CAVID no consiste únicamente en pro-
porcionar apoyo legal y psicológico a favor de un solo sector de la
población, sino que sus alcances y ámbitos de competencia, conforme
a la ley aplicable, son ampliamente eficaces para cualquier persona en
situación crítica, ya que este Centro puede considerarse asimismo
como una entidad de asistencia social que brinda auxilio inmediato,
al margen de la existencia de algún procedimiento judicial. Posterior-
mente, analiza la situación para definir la estrategia a seguir en caso
de tratarse de un asunto de su competencia; en caso contrario, cana-
liza y acompaña a la persona en el proceso adecuado para evitar la
revictimización, informándole de los servicios que prestan las institu-
ciones que tendrán a su cargo la solución del problema.
En el presente se realiza un trabajo en estrecha relación con el Ins-
tituto de Atención a Migrantes para proporcionar atención psicológi-
ca y social a los familiares que han perdido a sus seres queridos en
condiciones de abuso de poder fuera del territorio nacional, con la
finalidad de brindarles herramientas para la elaboración del duelo.
Con la Coordinación Estatal para la Atención de los Pueblos Indí-
genas hemos entendido que debemos atenderlos a partir de fortalecer
el cuidado de los integrantes de los grupos naturales mediante la eje-
cución de mayor número de acciones, en el marco del franco recono-
cimiento a sus derechos establecidos en la Constitución Política del
estado, así como en la Ley de Cultura de San Luis Potosí, donde se
reconoce la diversidad de las sociedades originarias y se establece la
importancia de preservar sus costumbres, promoverlas y procurar su
desarrollo integral. En este sentido, la difusión de los derechos indí-
genas constituye el eje central para elevar el bienestar de los grupos
naturales a partir del conocimiento de los mismos y su aplicación,
todo ello para alcanzar una impartición de la procuración de justicia
eficiente y una atención oportuna integral.
Los alcances de estas acciones permiten que los grupos nahuas,
tének y xi’oi (pames) cuenten con mayor atención gubernamental, en
74 comisión nacional de los derechos humanos
Conclusiones
Hoy en día tenemos un reto que se cristaliza día a día: tener el primer
Centro de Atención a las Víctimas del Delito con apego a la ley de San
Luis Potosí. A nueve meses de la presente administración, el Presidente
Municipal de Mexquitic de Carmona, municipio cercano a la capital
del estado, donó un terreno para sede del CAVID con una extensión
de 5,000 metros cuadrados y cuyo proyecto arquitectónico cumple con
las especificaciones estipuladas en la Ley de Atención a las Víctimas del
Delito, pues cuenta con áreas de atención específica, estancia infantil,
ludoteca, comedor y albergue para la protección a la víctima del de
lito, de acuerdo con las disposiciones ergonómicas y de seguridad
necesarias.
Día con día hemos posicionado al Centro de Atención a las Vícti-
mas del Delito y para el último semestre de 2010 tendremos ya ofici-
nas en los municipios de Matehuala y de Ciudad Valles, en la zona
Altiplano y en la Huasteca, respectivamente. De este modo, con ac-
ciones reales y tangibles cumplimos con los retos propuestos en nues-
tra gestión.
El trabajo de atención a víctimas del delito tiene hoy en San Luis
Potosí una perspectiva más humana, que asume las disposiciones in-
ternacionales, nacionales y estatales, y las plasma en sus acciones; que
reconoce la importancia de cada uno de los miembros de su equipo
interdisciplinario de intervención integral; que asume con responsa-
bilidad el tema y que, en consecuencia, pondera en primer lugar la
integridad emocional y física de su personal operativo, ya que reco-
noce que ser escucha, coadyuvante y gestor del ofendido, aunque
apasionante, es muy desgastante. Por ello, trabaja en un clima de ple-
no respeto de las necesidades de los psicólogos, abogados, trabajadores
sociales, sociólogo y personal administrativo. Sin este plus, es imposi-
ble brindar atención de calidad y, mucho menos, calidez.
Con esta breve exposición, deseo insistir en la relevancia de no te
ner conflictos de intereses, de velar por el reconocimiento de la per-
sona más olvidada en los procesos penales; de que nuestra mayor
fortaleza es ser un organismo descentralizado que posiciona, por sobre
todas las cosas, al principal sujeto de su creación: la víctima del delito,
pues la incidencia de delitos necesariamente impide el progreso del
Estado, ya que es un factor de desestabilización económica y social, no
76 comisión nacional de los derechos humanos
sólo del ofendido sino del agresor y los integrantes de su núcleo familiar
y social, lo cual se refleja en las pocas probabilidades de bienestar para
los grupos que conforman nuestra población. Con dicha premisa, enten
demos que la incidencia delictiva es un fenómeno que inhibe el desarro
llo social y económico, que lo posiciona como un problema de derechos
humanos y de salud pública.
Asumo y reitero, el liderazgo participativo es vital en el tema de la
atención a las víctimas del delito, y la construcción de redes de atención
interdisciplinaria, fundamentales para garantizar el acceso expedito en el
auxilio real de la víctima del delito.
Implementación de Centros de Atención
a Víctimas como parte del Sistema Penal
Acusatorio en Colombia
Virna L. Santos*
Jacqueline Rodríguez G.**
I. Resumen
* Fiscal Federal Adjunta, Distrito del Este de California; Asesora Legal Residente,
Departamento de Justicia, Embajada de los Estados Unidos de América en Colombia.
** Especialista en Asistencia a Víctimas, Departamento de Justicia, Embajada de
los Estados Unidos de América en Colombia.
[77]
78 comisión nacional de los derechos humanos
II. Introducción
1
El artículo 20, apartado C, de la Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos dicta que parte del papel de las víctimas es:
Coadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los datos o ele-
mentos de prueba con los que cuente, tanto en la investigación como en el pro-
ceso, a que se desahoguen las diligencias correspondientes, y a intervenir en el
juicio e imponer los recursos en los términos que prevea la ley.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 79
2
Código de Procedimiento Penal de Colombia (CPP), artículo 137.
3
CPP, artículo 136.
4
Estos artículos modifican tanto la competencia de la Fiscalía General de la Nación
como del Fiscal General de la Nación en Colombia en el nuevo sistema.
5
Técnicas del proceso oral en el sistema penal acusatorio. Agencia de los Estados
Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) – Colombia, marzo de 2009.
80 comisión nacional de los derechos humanos
Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma
protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos,
libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de
sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión políti-
ca o filosófica.9
6
Artículo 1, título I, Constitución Política de Colombia.
7
Constitución Política de Colombia, artículo 2, título I.
8
Ibidem, artículo 5.
9
Ibid., artículo 13, capítulo I, título II.
10
Ibid., artículo 29.
11
Ley 600 del año 2000 que reglamentó hasta 2004 el Código de Procedimiento
Penal anterior en Colombia.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 81
IV. Antecedentes
12
Estos principios fueron adoptados mediante la Resolución 60/147, aprobada
por la Asamblea General de Naciones Unidas el 16 de diciembre de 2005.
13
Esta declaración fue adoptada por la Asamblea General de Naciones Unidas en
su Resolución 40/34, de fecha 29 de noviembre de 1985.
82 comisión nacional de los derechos humanos
14
Centros de Atención a Víctimas en Colombia.
15
18 U.S.C. § 3771 Victims of Crime Act of 1984.
16
18 U.S.C. §3771(a).
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 83
Este fondo fue creado como parte de la Ley de Víctimas del Delito de 1984.
17
84 comisión nacional de los derechos humanos
1. Expansión de servicios
18
Justice for All Act of 2004, 18 U.S.C. §3771(a)(6).
19
Véase 42 U.S.C. 10607(b)(1).
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 85
V. Retos
VI. Objetivos
VII. Funcionamiento
1. Personal
2. Infraestructura
A. Tecnología
B. Adecuación de espacios
20
Artículo 250 de la Constitución Política de Colombia, modificado mediante
Acto Legislativo 03 de 2002.
21
Ver capítulo IV, título II, Ley 906 de 2004, por medio de la cual se expide el
Código de Procedimiento Penal de Colombia (CPP).
88 comisión nacional de los derechos humanos
A. Redes de servicios
4. Capacitación
Judicial y las etapas del proceso penal, con el fin de empoderarlas como
intervinientes activas. Este programa de formación se ha llevado a cabo
con la participación de docentes y conferencistas nacionales e inter-
nacionales, culminando con el I Simposio Internacional de Atención
a Víctimas en Colombia. En el futuro, se realizarán talleres y semina-
rios regionales para humanizar el servicio y propagar el mensaje sobre
el deber de un trato digno y respetuoso a las víctimas.
A. Materiales
IX. Logros
22
Testimonios de diferentes víctimas beneficiadas con los Centros de Atención a
Víctimas.
Sensibilizar y prevenir,
el verdadero reto frente a las víctimas del delito
Néstor Armando Novoa Velásquez*
[91]
92 comisión nacional de los derechos humanos
lombia.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 93
II
sólo dos: quien acusa y quien es acusado; se olvida y se peca por omi-
sión, abriéndose la puerta para la futura responsabilidad penal, porque
la víctima tiene el derecho a ser oída y a que se le facilite el aporte de
pruebas. Por supuesto que el término prueba debe entenderse de for-
ma omnicomprensiva, es decir, no sólo abarcando la prueba propia-
mente dicha, que sólo se produce durante el juicio oral, público y
concentrado, ante el Juez de Conocimiento, sino los elementos ma-
teriales de prueba, la evidencia física y la información legalmente
obtenida, medios de conocimiento probatorio que la víctima puede
entregarle al Fiscal para que realice mejor su trabajo de investigación.
La pregunta es apenas obvia: ¿cuál es el problema que la víctima le ge
nera al Fiscal si le suministra elementos de prueba que mejoren o for
talezcan su caso? Es que la víctima no pretende ser parte, tampoco piensa
desplazar al Fiscal; lo único que la mueve es su interés en que los valo
res de verdad, justicia y reparación tengan real reconocimiento. ¿Quién
mejor que la víctima para orientar al Fiscal en el hallazgo de algunos
elementos materiales de prueba?
Obviamente, el Fiscal no debe recibir esas fuentes de prueba de
manos de la víctima, porque esa labor la debe cumplir quien ejer
ce funciones de policía judicial, con el fin de que las someta, si fuere
necesario, a las reglas de la cadena de custodia, para preservarla y
mantenerla incólume mientras llega el día del juicio oral, garantizan-
do la mismidad y permitiendo luego la identificación, autenticación
e introducción como prueba.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 95
III
2
Sin embargo, el médico que trabaja en la Clínica Pediátrica de Cafam podrá seguir
laborando con el fin de garantizar la cuota mensual que les pasa a las niñas. “La medi
da es indefinida, sin embargo, lo que nosotros buscamos es que este hombre sea re-
cluido en la cárcel La Modelo”, aseguró a elespectador.com Ricardo Bejarano, fiscal que
lleva el caso. Según Bejarano, es importante que este hombre sea encarcelado porque re
presenta un peligro para la sociedad. “El riesgo aumenta si este hombre labora en una
clínica especializada en niños”, afirmó.
El médico se declaró inocente de los cargos imputados por la Fiscalía; no obstan-
te, la decisión del Juez ratificó que el médico es un peligro para la comunidad. Entre
las pruebas entregadas por la Fiscalía se presentó un peritazgo judicial que compro-
baba que las menores fueron víctimas de abuso sexual por parte de su progenitor.
La demanda fue interpuesta por Patricia Rodríguez, madre de las niñas y quien
asegura que el padre abusó sexualmente de ellas en mayo de 2006, cuando las peque-
ñas tenían tres años de edad. A los Juzgados de Paloquemao llegaron las concejales
Gilma Jiménez y Martha Ordóñez, promotoras de la cadena perpetua para violadores,
quienes con carteles llenaron los pasillos del Juzgado.
96 comisión nacional de los derechos humanos
IV
3
Estos dibujos y la siguiente foto no son nuestros, los tomamos de internet.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 97
lombia.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 99
5
Idem.
100 comisión nacional de los derechos humanos
se dirigen estas cortas líneas, porque deben saber que el simple hecho
de no atender a una víctima o no recibirle un documento puede hacer
que se presente una denuncia en su contra por un delito de omisión.
En comunicaciones con no abogados que tratan a diario con vícti-
mas del delito, encuentro con sorpresa que esta clase de profesionales
ignoran que puedan incurrir en responsabilidad por omisión; desco-
nocen que en ocasiones, por cumplir de manera transitoria funciones
públicas, se convierten en servidores públicos y les son exigibles los
mayores deberes; por ende, pueden llegar a estar incursos en violacio-
nes a la ley penal por infracción al deber jurídico, en particular cuan-
do se les genera una posición de garante.
La pregunta del no abogado suele ser: ¿cómo así, posición de ga-
rante?, y se les responde que cuando una víctima llega a su área o radio
de acción en busca de orientación profesional, no existe posibilidad
para no atenderla, so pena de violar normas que sancionan la omisión,
bien de orden penal o disciplinario, según la normativa contemplada
en el Código Penal o en el código de ética que rige cada profesión, y
que en ocasiones la víctima “queda por cuenta”, “bajo la responsabi-
lidad” del profesional, quien no puede abandonarla, dejarla a su
suerte, so pena de incurrir en una conducta delictiva por omisión, en
concreto, por omisión al deber jurídico que le impone asistirla, vigi-
larla, orientarla y protegerla, entre otras opciones, ya sea el médico, el
enfermero o el psiquiatra que abandona a la víctima.
La posición de garante tiene su fundamento en las funciones de vigi
lancia y protección. De acuerdo con la función protectora, el omiten-
te debe proteger o defender el bien jurídico contra todos los ataques que
pudiera sufrir la víctima, cualquiera que sea el origen de ellos, y según
la función de vigilancia del omitente, éste debe vigilar toda fuente de
peligro que, puesta a su cuidado y custodia, pueda lesionar o amenazar
cualquier bien jurídico ajeno, incluida la propia víctima, en aquellos luga
res en donde las autolesiones son punibles.6
Actitudes y respuestas como las mostradas en los letreros son co-
munes entre quienes, sin ser abogados, tienen el deber legal de atender
víctimas; en los dos primeros casos y en el cuarto podría tratarse de
una conducta omisiva (que es competente, pero omite el cumplimien-
to del deber y engaña a la víctima), y en el tercero, de una falsedad en
6
www.monografias.com/
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 101
7
Decreto Reglamentario.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 103
VI
10
“La actuación procesal será pública. Tendrán acceso a ella, además de los inter-
vinientes, los medios de comunicación y la comunidad en general. Se exceptúan los
casos en los cuales el juez considere que la publicidad de los procedimientos pone en
peligro a las víctimas, jurados, testigos, peritos y demás intervinientes; se afecte la se-
guridad nacional; se exponga a un daño psicológico a los menores de edad que deban
intervenir; se menoscabe el derecho del acusado a un juicio justo; o se comprometa
seriamente el éxito de la investigación.”
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 105
responsabilidad
frente
a la víctima
particulares
servidores públicos función pública particulares
trasitoria
policía judicial
fgn-Fiscales
Psicólogos
Servidores oficina
Sociólogos Médicos
Protección víctimas y
Trabajadores sociales Enfermeros
testigos
Otros
Medicina legal
Jueces
11
En adelante FGN.
106 comisión nacional de los derechos humanos
12
Es el plan de trabajo que regirá la investigación.
13
En adelante PJ.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 107
[109]
110 comisión nacional de los derechos humanos
defensa social que no incluye ni protege a las víctimas, sino que las ex
cluye. El Derecho Penal de la modernidad no olvidó a la víctima, la
excluyó a propósito,4 le expropió el conflicto y lo asumió como suyo en
pro de los intereses colectivos.
La función declarada de este modelo de defensa social es la pro
tección de la sociedad misma. Por ello, la reacción punitiva ocurre por
la violación al derecho que mantiene los vínculos de los integrantes
de la sociedad y no por la afectación de los derechos individuales de las
víctimas; la víctima, en cuanto tal, para entonces no interesó.
En las raíces mismas del Derecho Penal moderno encontramos la
razón que determinaría sus procesos evolutivos por décadas, en que
los derechos —también de participación— de la víctima en la justicia
penal serían nulos. La reacción punitiva, sustentada así en la protección
de la sociedad y la exclusión de las víctimas, veló por décadas por los
intereses del Estado en su función protectora de la sociedad; la víctima
tendría derechos de reparación, pero ante las instancias civiles. Por
ende, la nula participación de uno de los actores del drama penal se
traduciría en el ejercicio severo de las potestades punitivas del Estado,
aun en la entonces naciente justicia penal democrática.
Sustentado en la defensa social, el despliegue de la justicia penal,
regido desde entonces —y hasta la fecha— por el principio de la le-
galidad, sentaría las inercias que le caracterizarían en lo subsecuente:
a mayor límite a las libertades de los gobernados, mayor potestad en
el despliegue punitivo estatal, y a mayor límite a las potestades del
Estado, mayor libertad para los gobernados, fórmula —desde enton-
ces y hasta ahora— inversamente proporcional.5
4
En este sentido, en la obra de mi autoría Derecho victimal. La víctima en el nuevo
sistema penal mexicano (2ª ed. México, Inacipe, 2009), la idea central gira en torno a
la afirmación de la exclusión y no del simple olvido de la víctima por el Derecho
Penal de la modernidad.
5
Fórmula que tiene también sus orígenes en el Estado absoluto: las potestades
absolutas de los gobernantes daban total seguridad al Estado en detrimento, por supues
to, de la seguridad de los gobernados. “En sus orígenes el Estado actual es el Estado
de la inseguridad del individuo y, en cambio, el estadio de la seguridad del Estado: su
autonomía y subsistencia se logran mediante la dependencia total del individuo. Qui
zá por eso haya un permanente retorno al Estado originario, o por lo menos una
tendencia; cuando el Estado entra en crisis se vuelve a la posición fetal, esto es, al Es
tado absoluto. Es el caso de las dictaduras y de todos los gobiernos autoritarios”. Juan
Bustos Ramírez, El pensamiento criminológico I. Bogotá, Temis, 1983, p. 12.
112 comisión nacional de los derechos humanos
6
La victimología fue, sin duda, precursora de esta intención; motivó —como
hasta la fecha— una preocupación que, a la postre, se transformaría en una corriente
ideológica que definiría —o al menos propondría— políticas victimológicas en la
atención de la criminalidad.
7
La crítica más radical proviene, sin duda, de la influencia de un modelo crítico
por excelencia: el marxismo, que encontró en el análisis criminológico una fuente
importante para la teoría crítica. A tal tendencia se le reconoce como las teorías del
conflicto, que evidencian lo parcial que puede resultar la justicia penal que sirve a las
clases hegemónicas para mantener y acrecentar su poder, cuando pone el dedo en la
llaga al resaltar la desigualdad social como elemento determinante en el actuar puni-
tivo. Alessandro Barata sostiene que las teorías conflictuales que niegan el principio
del interés social y del delito natural se basan en dos afirmaciones principales: a) los
intereses que están en la base de la formación y aplicación del Derecho Penal son los in
tereses de quienes tienen el poder de influir sobre los procesos de criminalización, y
b) la criminalidad en su conjunto es una realidad social creada a través de los procesos
de criminalización, por lo que la criminalidad y todo el Derecho Penal son siempre
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 115
I. La reforma judicial
de naturaleza política. Criminología crítica y crítica al derecho penal. 4ª. ed. Trad. de
Álvaro Bunster. México, Siglo XXI Editores, 1993, p. 123.
8
De acuerdo con los artículos transitorios, la vigencia de la reforma penal, com-
pleja en su enunciación, ha supuesto desde su publicación, en junio de 2008, un
proceso paulatino que concluirá en el país hacia el año 2016, según la forma en que
las entidades federativas, en ejercicio de su soberanía, adecuen sus legislaciones inter-
nas a las variables de la reformada Constitución Política federal.
116 comisión nacional de los derechos humanos
9
Así, por ejemplo, la acción privada incorporada por la reforma en el artículo 21
de la Constitución federal, que deja a la potestad del legislador decidir en qué supues-
tos ésta procederá. Esto abre la posibilidad de que una o más soberanías decidan,
incluso, no incorporar supuesto alguno.
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 119
10
Sergio García Ramírez, “Comentario al artículo 19”, en Miguel Carbonell,
coord., Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Comentada y concordada.
Tomo I. México, IIJ-UNAM/Porrúa, 2000, pp. 272-301.
120 comisión nacional de los derechos humanos
mente penal o de sus substitutivos de la índole que se antoje”. Joan J. Queralt. “Víc-
colección multidisciplinaria sobre víctimas del delito 121
timas y garantías. Algunos cabos sueltos. A propósito del Proyecto alternativo de re-
paración”, en J. M. Silva Sánchez, ed., Política criminal y nuevo Derecho Penal. Libro
homenaje a Claus Roxin. Barcelona, J. M. Bosch, 1999, p. 168.
122 comisión nacional de los derechos humanos
[125]
Colección Multidisciplinaria sobre Víctimas del De-
lito, volumen I, editado por la Comisión Nacional
de los Derechos Humanos, se terminó de imprimir
en noviembre de 2010 en los talleres de Repro-
ducciones y Materiales, S. A. de C. V., Presi-
dentes núm. 189-A, col. Portales, C. P. 03300,
México, D. F. El cuidado de la edición estuvo a
cargo de la Dirección de Publicaciones de esta
Comisión Nacional. El tiraje consta de 1,000
ejemplares.