NEUROMITOS

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Neurociencia y educación: 7 neuromitos en los que aún creen los docentes

1. Neuromito: Los Hemisferios cerebrales son independientes (Cerebro Derecho vs Izquierdo)

Alrededor del 70% de los docentes encuestados aún considera que los hemisferios cerebrales
pueden funcionar independientemente. Esta creencia se puede evidenciar en frases tales
como: “hoy trabajaremos con el hemisferio derecho.”

Este popular neuromito ha sido desmentido por el análisis de la evidencia de miles de


escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional (fMRR),  que muestran como el
cerebro funciona como un todo, desmiente la creencia sobre que algunas personas tienen
personalidades que son más creativas ya que su hemisferio derecho es más activo, mientas
otras al tener dominancia del hemisferio izquierdo son más analíticas y lógicas.  

2. Neuromito: Solo usamos el 10% de nuestro cerebro

Cerca de la mitad de los que fueron encuestados creían que las personas sólo utilizan el 10%
de su cerebro.

Aunque pensar que tan solo usamos una pequeña porción de nuestra capacidad cerebral
puede parecer reconfortante, al fomentar la creencia que poseemos un gran potencial oculto
aun por desarrollar, un 90%  de nuestra mente sin utilizar, el cual podría ser utilizado en caso
de una lesión cerebral u ofrecer una milagrosa posibilidad de superación mental inimaginable,
tal creencia resulta no ser más que un mito.

Este neuromito solo ha servido para vender productos para mejorar el rendimiento cerebral,
así como por psíquicos como Yuri Geller para explicar sus extraordinarios poderes ocultos para
doblar cucharas.

Este neuromito puede ser controvertido por los siguientes hechos:

La investigación en neurociencia ha mostrado a través de imágenes de CAT, PET y fMRR que


incluso cuando dormimos no existen áreas de nuestro cerebro que se apaguen.

No tendría sentido evolutivo desarrollar un órgano de alto consumo energético para tan solo
usar el 10%.

El no utilizar ese 90% del cerebro implicaría que esas neuronas que no se usan pronto se
atrofiarían y morirían.

3. Neuromito: El Azúcar reduce la atención

Cerca de la mitad de los profesores considera que los niños pierden su capacidad de atención
después de consumir alimentos o bebidas azucaradas.

El origen de este neuromito se ubica en las investigaciones iniciales sobre consumo de azúcar y
el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH).

Las investigaciones que han intentado comprobar esta relación no han logrado resultados y su
vínculo aun es débil.

4. Neuromito: Estilos de Aprendizaje

Más del 90% de los maestros cree que los estudiantes aprenden mejor si se les enseña de
acuerdo a su estilo de aprendizajes preferido: auditivo, cinestésico o visual.
Sin embargo dicha creencia no se basa en ninguna evidencia neurocientifica y no se puede
afirmar que el aprendizaje mejora mediante la enseñanza acorde a los estilos individuales de
aprendizaje.

5. Neuromito: El cerebro se encoge por falta de agua

Una cuarta parte de los docentes consideraba que si no se bebe de seis a ocho vasos de agua al
día el cerebro se podía encoger, lo cual no es cierto.

6. Neuromito: El ejercicio mejora la comunicación entre los hemisferios cerebrales

Dos tercios de los profesores creían que una corta sesión de ejercicio ayudaba a mejorar de
alguna manera la comunicación entre ambos hemisferios cerebrales.

Aunque el ejercicio puede resultar benéfico para el cerebro, no hay evidencia que éste pueda
ayudar a mejorar la comunicación inter-hemisférica, por lo cual dicha afirmación carece de
fundamento.

7. Neuromito: Los Períodos críticos para el aprendizaje

Alrededor de un tercio de los profesores creen que existen períodos críticos en los cuales
deben ocurrir ciertos tipos de aprendizajes.

Aunque es cierto que los niños son especialmente sensibles al aprendizaje en determinados
periodos, esto no implica que no puedan seguir aprendiendo a lo largo de la vida, nuestro
cerebro posee la capacidad de cambiar, lo que se denomina “plasticidad neuronal”.

Un mito al respecto es que de 0 a 3 años es un periodo crítico durante el cual la gran mayoría
del aprendizaje ocurre y luego el desarrollo del cerebro se lentifica.   Esta idea ha generado
ansiedad en cientos de padres y ha creado una carrera contra el tiempo para proporcionar una
gran cantidad de estimulación a los niños antes de que sus sinapsis se detengan,  además ha
sido explotado por algunos fabricantes que ofrecen juguetes y productos para estimular el
cerebro.

Ni la investigación en desarrollo neurológico o neurociencia apoyan la idea de que solo la


primera infancia pueda ser considerada como una época especial de aprendizaje, las
investigaciones al contrario sugieren que el éxito de las intervenciones educativas dirigidas a
mejorar el aprendizaje exigen de la atención sobre las necesidades y características especificas
de los niños y el tipo de intervención.

Las explicaciones fáciles a menudo resultan más atractivas aunque sean erróneas, además
pueden ser utilizadas por gran cantidad de comerciantes para ofrecer productos que
pretenden estimular el cerebro, en otras palabras proporcionar mensajes simples sobre las
edades criticas de aprendizajes maximiza rentabilidad de algunos a la vez que genera un
neuromito.

Neuromito 1: Usamos apenas el 10% del cerebro

“La naturaleza es sabia. ¿Crearía un órgano que pesa aproximadamente kilo y medio solo para
tenerlo casi de adorno en la cabeza? Utilizamos el 100 por cien del cerebro. Otra cosa es que
unos lo utilicen mejor que otros”, indicó García Moreno.

Neuromito 2: El hemisferio izquierdo y el derecho, cada uno ‘a lo suyo’


Siempre se ha dicho que el hemisferio izquierdo del cerebro es el lógico analítico, y que el
derecho es holístico y ‘global’.  Hay “argumentos contundentes” para cuestionar esta
afirmación, según el experto. Ambos hemisferios están conectados por cientos de miles de
axones (que son las prolongaciones que comunican las neuronas entre sí).

El cerebro, entonces, trabaja de manera integrada. Sí es verdad que, en algunos procesos, hay
cierta predominancia de uno de los hemisferios sobre el otro. “Pero no es tan categórica como
para considerar que cada hemisferio tiene atribuciones totalmente distintas a las del otro”,
afirmó.

Neuromito 3: Hay ‘solo’ un hemisferio cerebral que controla el lenguaje

No. Hay muchos circuitos cerebrales que participan en el lenguaje. “Al fin y al cabo, cuando
escuchamos una palabra en el oído izquierdo o en el derecho, se ‘procesan’ en el hemisferio
contrario.  No hay solo un hemisferio para el lenguaje. Hay uno que trabaja un poco más y otro
un poco menos”, explicó el profesor de la UCM.

Neuromito 4: Hay alumnos de ‘hemisferio izquierdo’, y otros de ‘derecho’

Falso. Es un planteamiento erróneo. Aprendemos con todo el cerebro. La capacidad de


aprender de cada persona está relacionada con las redes neurales. En el momento en que se
conectan dos neuronas entre sí, ya hay posibilidad de aprendizaje. “Esa posibilidad se
distribuye por todo el cerebro. Un alumno no utiliza más un hemisferio cerebral que otro para
aprender, siempre que no padezca una lesión cerebral o alteración estructural”, indicó.

Neuromito 5: El ‘efecto Mozart’ mejora la atención


“Eso llegó a estar de moda. Alguien publicó una vez un estudio asegurando que si poníamos
una sonata concreta de Mozart a nuestros hijos, mejoraba su atención”, recordó el académico
de la UCM. El efecto es el mismo que el rock.

Escuchar música provoca un efecto atencional positivo. “Incrementa la atención y la


concentración. Son dos cualidades fundamentales para resolver una tarea. Pero tiene una
duración muy breve, de apenas unos minutos”.

Neuromito 6: La importancia de los 3 primeros años para el aprendizaje

Cada región, cada circuito del cerebro, tiene sus propias etapas. Tomando el desarrollo de este
órgano de un modo global, sí es cierto que hay períodos más acelerados de aprendizaje. “El
potencial de aprendizaje es algo mayor para determinados procesos y actividades. Pero esto
no es matemático. No existe un calendario concreto para decir: ‘de 0 a 3 años, esto; de tres a
seis, esto otro’. Cuando hablamos de neuroeducación no debemos hablar de los primeros tres
años de vida, sino de todo el ciclo vital”, manifestó el especialista.

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