Hanal Pixán
Hanal Pixán
Hanal Pixán
Para los mayas, la vida humana estaba constituida por el Pixán (el alma),
regalo que los dioses entregaban al hombre desde el momento en que era
engendrado; este fluido vital determinaba el vigor y la energía del individuo. El
elemento que viajaría al inframundo al sobrevenir la muerte física menciona la
investigación Hanal Pixán: Alimento de las Ánimas, publicada por la Universidad
Autónoma de Yucatán (UADY).
A diferencia de los altares del centro del país, donde una de las
características principales son los diferentes niveles, en la tradición maya cada
casa dispone únicamente de una mesa con manteles limpios y bordados.
Las familias colocan una cruz verde que simboliza la ceiba, el árbol
sagrado para los mayas, velas encendidas, el retrato de las personas que
esperan, flores, sal y un vaso de agua, este última para que se refresquen y
descansen tras el largo camino que han seguido.
En la tradición prehispánica se colocaba una vela encendida, jícaras con
atole nuevo, siete montones de trece tortillas cada uno, que recordaban los
numerales del calendario Tsol k’iin; carne de puerco o pavo guisados en achiote
o en chilmole. En total se procuraba colocar en el altar veintidós ofrendas en
honor a los 13 dioses del Óoxlajuntik’uj y a los nueve del Bolontik’uj.
Elementos de un altar:
1er nivel: Aquí se colocan las imágenes y los elementos religiosos para santificar
el altar, en representación del cielo católico.
2do nivel: Se destina a las animas del purgatorio y sirve para que el difunto tenga
permiso para salir de ese lugar.
3er nivel: Se forma una cruz con ceniza o cal. Sirve para que el difunto pueda
expiar sus cupas.
Referencias bibliográficas: