Sistemas de Referencias y Textos Científicos
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científicos
Matrícula 22210386-2
Grupo 110
El pequeño gran ignorado
Cuantos de nosotros usuarios del metro de la CDMX hemos transitado por el
cruce de las líneas 1 y 2, miles de personas pasan a su costado todos los días, sin
embargo, pocos se detienen a admirarla y a preguntarse por su origen. Es la
pirámide de Ehécatl en la estación de Metro Pino Suárez. De acuerdo con el
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), es la zona arqueológica más
pequeña de México, pero también la más transitada. Se encuentra justo en el
cruce de las dos líneas más antiguas del Metro, así como las más transitadas. Sin
embargo, suele ser ignorada debido a su obviedad.
La pirámide de Ehécatl puede ser admirada por 54 millones de personas al año,
cifra 21 veces mayor que el número de visitantes que recibe la zona arqueológica
de Teotihuacán. El edificio prehispánico se asienta en un predio de 88 metros
cuadrados y sus proporciones apenas alcanzan 10.7 m x 7.6 m x 3.7 m.
Lamentablemente, la mayor parte de la estructura se vio afectada con la
construcción del Sistema de Transporte Colectivo Metro, que no reparó en
cambiar la planificación para salvaguardar los vestigios. Sin embargo, se pudo
proteger la parte exhibida en la estación Pino Suárez, la cual data del año 1,400 d.
C. y resguardaba algunas piezas de alfarería colocadas con fines rituales.
Además, sería importante conocer acerca de a quien estaba dirigido esta
construcción, para ayudarnos a entender a un mas la importancia y crear un poco
de identidad. Ehécatl es considerada una manifestación del dios Quetzalcóatl y se
le representaba como una figura masculina con una máscara con pico
sobresaliente. Era precursor de la lluvia y su misión era movilizar los vientos,
preparando la tierra para dejarla lista para ser fecundada por la lluvia.
Aunque la pirámide de Ehécatl en metro Pino Suárez está en exhibición al público
desde 1969, esta pieza solo ha pasado por un par de restauraciones importantes.
La primera de ellas fue en abril de 2009 y estuvo a cargo de Raúl Arana Álvarez,
arqueólogo que también fue parte del equipo de excavación cuando se encontró
en 1968. En aquel entonces, se le hizo una limpieza general, restauración y
sustitución de estucos.
El segundo gran trabajo de rehabilitación estuvo listo a inicios de 2018. La
colaboración entre el INAH con el STC se realizó un enorme trabajo de
conservación para recuperar el aspecto que debió tener el templo en tiempos
mexicas.
Además, fue hasta entonces que se instalaron cédulas informativas y fotografías
para que los pasajeros del metro pudieran conocer más de este adoratorio. Lo
más sorprendente fue la proyección de un video mapping que se realizaba todos
los jueves en la que se daba a conocer la historia y el mito detrás de esta pieza.