Tango Otoño
Tango Otoño
Tango Otoño
Laura Ana Merello, “Tita”, nació en el barrio porteño de San Telmo, exactamente en la
calle Defensa 715, el 11 de octubre de 1904. Su madre era Ana Gianelli, planchadora, y su
padre, Santiago Merelli, cochero de mateos, murió cuando ella tenía 7 meses de vida.
La infancia de Tita Merello, en sus propias palabras: ¨Yo conocí el hambre. Yo sé lo que es
el miedo y la vergüenza¨. ¨Mi infancia fue breve. La infancia del pobre es más breve que la
del rico. Era triste, pobre y fea. ¨
Cuando tenía quince años, se cruzó con el redactor periodístico del diario La Nación,
Eduardo Borrás, de quien se hizo muy amigo y se volvió su gran maestro. Fue tan lista que
de ser analfabeta pasó a ser parte de la revista Voces en 1931, publicando los artículos que
escribía. Disfrutaba escribir crónicas, poemas, consejos y su historia de vida, que luego
publicaría en su libro La calle y yo que editó en 1972.
Su debut en cine fue en el primer filme sonoro argentino, ¡Tango!, junto a Libertad
Lamarque. Luego de realizar una serie de películas a lo largo de la década de 1930, se
consagró como actriz dramática en La fuga (1937), dirigida por Luis Saslavsky.
A partir de los primeros años de 1960, regresó a Argentina, y la mayoría de sus trabajos
fueron dirigidos por su amigo Enrique Carreras. Fue una asidua partícipe del ciclo televisivo
Sábados circulares y su actuación en La Madre María (1974), dirigida por Lucas Demare,
fue muy elogiada por los críticos y le proporcionó una renovada popularidad. Se retiró en
1985 aunque continuó realizando apariciones públicas y brindando consejos en radio y
televisión. En 1990 fue distinguida como «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires»
por ser un «mito viviente de la iconografía porteña». En 1989 y en 1991 recibió el premio
Podestá a la Trayectoria.
Hay quien dice que no nació para cantar. De joven decía con humor tangos
reos. Más adelante, a medida que su repertorio se fue ampliando, al
intentar sostener las notas, desafinaba. Pero tenía ángel y era aceptada
por su público, tanto es así, que de varios temas realizó creaciones
inolvidables y de tal magnitud, que ninguna otra cantante se atrevió a
incluirlos en su repertorio sin salir mal parada.
Como cancionista llegó al disco en el año 1927, para el sello Odeon, con
dos temas: “Te acordás reo” (de Emilio Fresedo) y “Volvé mi negra” (de
José María Rizzuti y letra de Fernando Diez Gómez). En el año 1929 pasa
a la Victor donde graba 20 temas, destacándose “Tata ievame p'al
centro”, “Che pepinito” y “Te has comprado un automóvil”.
En las décadas del sesenta y del setenta graba más de cuarenta temas,
con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela.
Sobre su histoira de amor han corrido riós de tinta. Junto con Sandrini, protagonizó una
de las grandes historias de amor del espectáculo
argentino, tan "La voz de un hombre me persigue en el
recuerdo, en el recuerdo tormentoso del ayer". Tita
Merello fue la autora de estos versos. Y nunca hizo
falta aclaración para saber que estaban dirigidos a
quien fue el gran -¿acaso único?- amor de su vida: Luis
Sandrini .
Con respecto a “La milonga y yo”, vaya como curiosidad que una parte
de su estribillo fue plagiada por Joan Manuel Serrat, aquella que dice:
«Vamos subiendo la cuesta...», y que las instancias judiciales, después
de treinta años, siguen sin resolver el pleito.
Fue registrada como Laura Ana Merello, nacida en la calle Defensa 715,
el 11 de octubre de 1904. Hija de Santiago Merello de profesión cochero.
Extrañamente no figura en su partida el nombre de su madre. Cuatro
años más tarde una muchacha uruguaya llamada Ana Gianelli o Ganelli,
se reconoce como su madre en la misma partida de nacimiento. Su
padre ya había fallecido con sólo 30 años de edad.
«Mi infancia fue breve. La infancia del pobre es más breve que la del
rico. Era triste, pobre y fea». Ya más grande, declaró sin pudor, «Haber
hecho la calle».
Tiempo más tarde pasó a ser una vedette y la bautizaron La Vedette Rea.
En esta condición estrena la obra Leguisamo solo, creada por el director
musical de la compañía, un italiano acriollado amante del turf, Modesto
Papávero, y resulta un notable éxito.
Un famoso crítico teatral que la conoció antes de los años '30 dijo de
ella: «Es una de las actrices más temperamentales, más fogosas y de
carácter más fuerte de la escena nacional, a la par que es muy pícara,
muy rápida para las réplicas, muy inteligente, e interpreta los tangos
como actriz. Cada tango es una pequeña obrita de teatro».
Todo lo hizo con ímpetu arrollador. Fue mujer de muchos hombres, pero
siempre reconoció un solo amor, el del actor Luis Sandrini (fallecido en
1980), con el que vivió alrededor de una década y quien luego la
abandonara por una actriz más joven, Malvina Pastorino (fallecida en
1994).
Quizás este pequeño extracto de aquella conocida canción compuesta por Cacho Castaña para Tita
Merello nos permita tener un acercamiento a esta gran figura, que con su labor enalteció nuestra música
ciudadana y nuestro cine.
Tita Merello
Tita fue una grande, de eso no hay dudas, y a pesar de los años transcurridos, su imagen icónica sigue
recorriendo el mundo para difundir el esplendor de nuestro cine nacional y llevar a los oídos de todo el
planeta nuestro tango, de una manera atrevida y peculiar, como era ella.
Fue un 11 de octubre de 1904 cuando llegó a este mundo una pequeña bautizada como Laura Ana
Merelli, nacida en un conventillo del tradicional barrio porteño de San Telmo.
Su padre, Santiago Merelli, que se desenvolvía como cochero de mateos, anotó legalmente a su hija ese
mismo día, pero en la partida de nacimiento no existía el nombre de su madre, ya que se trataba de una
uruguaya menor de edad, Ana Ganelli, que años después reconoció a su hija.
Pero no pasó mucho tiempo para que la tragedia llegara a su vida, ya que la pequeña Ana Laura quedó
huérfana de padre, luego de que éste muriera de tuberculosis cuatro meses después del nacimiento de
su hija.
Con el paso de los años, cuando la niña cumplió los cinco años, fue trasladada a un asilo del barrio de
Villa Devoto, donde debió vivir parte de su infancia y donde conoció el hambre y el miedo, que irían
forjando una personalidad avasallante.
En alguna oportunidad, Tita recordó de aquellos años: “No recuerdo si tuve una infancia precoz.
Lo que sé es que fue muy breve. La infancia del pobre siempre es más corta que la del rico.
Poco después fue contratada como sirvienta por una familia acaudalada de Uruguay, hasta que el
destino le permitió rencontrarse con su madre.
La tragedia volvía a su vida, ya que apenas se mudó con ella, la madre de Ana Laura se enfermó de
tuberculosis y murió al poco tiempo. Allí comenzó nuevamente el itinerario de Tita, que deambulaba de
casa de familiares a casa de amigos y viceversa.
Fue a principio de la década del veinte que conoció a Eduardo Borrás, quien se preocupó por el futuro
de la joven y le enseño a leer y a escribir, ya que jamás había podido concurrir a la escuela.
Mientras tanto iba surgiendo con fuerza desde su interior sus grandes vocaciones, las cuales no fueron
formadas en institutos especiales, ya que en definitiva todo lo que aprendió Tita en su vida, lo aprendió
de la calle, a fuerza de talento y voluntad.
Quizás por ello los inicios de su carrera fueron duros, comenzando a trabajar como corista en el Teatro
Avenida, a la par de se dedicaba a trazar sus primeros pasos como cancionista de tango en las
cafeterías de la Avenida de Mayo.
Con el tiempo obtuvo su primer papel protagónico, dentro de la obra El Lazo, que le permitió
inmediatamente ingresar en el circuito de las grandes estrellas, y trabajar en teatros como El Nacional, el
Maipo y otros, junto a figuras de la talla de Elías Alippi y Sofía Bozán.
El cine, que posteriormente la consagró como una de las más importantes actrices dramáticas de su
época, se inició con un pequeño papel realizado en el filme “Tango”, de 1933, hoy considerada la
primera película sonora argentina.
Aquello también le permitió ir forjando su faceta de cancionista, que años más tarde la convertirían en
una de las más grandes exponentes del tango, con registros exitosos como “Tata llevame p’al centro”,
“Que vachaché”, “Se dice de mí”, “Che Bartolo”, “Donde hay un mango”, entre una larga lista de
interpretaciones que le permitieron explorar el tango canción desde un punto de vista gracioso y a la vez
profundo.
Pero si bien desde el punto de vista profesional, Tita alcanzó sus sueños y supo ganarse el cariño de la
gente, que aún hoy recuerda sus entrañables personajes, como aquella luchadora que fue Filomena
Marturano, lo cierto es que su vida personal siempre estuvo plagada de dolor.
Transcurrió si vida vinculándose sentimentalmente a reconocidos actores nacionales, pero como ella
misma siempre lo afirmó, sólo tuvo un gran amor: Luis Sandrini.
La relación con el gran amor de su vida culminó abruptamente, cuando el actor conoció a Malvina
Pastorino, con quien decidió casarse y formar una familia.
Este episodio golpeó duramente a Tita, quien poco después compondría el tango “Llamarada pasional”,
dedicado a Sandrini.
En 1946, siempre detrás de Sandrini, viajo a México, donde el actor había sido contratado para filmar tres
películas.
En México Tita filmó una sola película, Cinco rostros de mujer (dirigida por Gilberto Martínez Solares),
que le valió el premio Ariel a la mejor actriz de aquel año, 1947.
Además comenzó rápidamente a hacei presentaciones como cantante, que no tardaron en zanjarle
popularidad, acompañada por el músico Víctor Buchino.
También el regreso a Buenos Aires fue dictado por los proyectos de Sandrini, que volvía con contrato
para filmar Donjuán Tenorio.
Tita actuó en esta película y, según se dice, ya se podía advertir en el clima del set cierto deterioro de la
relación.
«Yo fui una mujer de muchas pasiones y de un solo amor. Del amor que llevo a todos lados: en mi
cartera tengo una foto de Luis».
En la mañana del 24 de diciembre de 2002, Tita que se encontraba desde hacía meses internada en la
Fundación Favaloro, despertó y dijo: “Me está llegando la hora”.
Poco después, cuando el reloj dio las 12.40 nos dejó para siempre este “cacho de Buenos Aires”, como
ella misma se definía.
Había cumplido 98 años de edad, y en casi un siglo de existencia nos dejó un enorme y hermoso legado.
__________
RECORTES
Fue gran amiga de Victoria Ocampo, y aunque se la conoció como una mujer muy solitaria,
tuvo romances con varios actores con los que trabajó. Probablemente el más importante fue
Luis Sandrini, con quien estuvo durante seis años. Cuando él tuvo que viajar a México, Tita
lo acompañó. Allí surgieron propuestas actorales de considerable importancia. La crítica
mexicana elogio su trabajo de tal manera que ganó el premio Ariel, el más importante del
país. En un viaje a Europa Luis Sandrini conoció a la actriz Malvina Pastorino con quien se
casó y tuvo 2 hijas. Merello, muy dolida, la consideró su gran enemiga durante casi toda su
vida.
La primera letra, si no cronológicamente, al menos por su importancia, es la del tango Lita, rebautizado
Mi noche triste. Aquellos octosílabos memorables comienzan con un vocablo lunfardo, “percanta que
me amuraste”.
Sobre el modelo de Contursi, muchos otros letristas lunfardizaron, sobre todo Celedonio Esteban Flores,
quien lo hizo con gran talento.
Homero Manzi -en cuya genealogía poética se encuentran González Castillo y Borges– prescinde de ese
vocabulario chúcaro, y lo mismo hace Discépolo en sus años postreros.
Homero Expósito tampoco lunfardizó, salvo por excepción. Y el tango moderno, cuyo príncipe es
Horacio Ferrer, acude a él con sabiduría, más que como lenguaje, como toque literario.
A muchos de nosotros nos suenan los vocablos del lunfardo por las letras de los tangos que tan
magistralmente cantara Carlos Gardel, entre otros grandes intérpretes del género. Vamos a conocer un
poco mejor los orígenes y características de este argot surgido en Argentina, que hoy en día se ha
incorporado en buena medida al habla de Argentina, Uruguay y Paraguay. Se considera que cuenta con
más de 6.000 palabras.
El lunfardo es un argot o un repertorio de vocablos originario de los barrios de Buenos Aires (Argentina),
que también se desarrolló en otras ciudades hermanas como Rosario (Argentina) o Montevideo
(Uruguay). En su origen, hacia mediados del siglo XIX, fue un argot hablado por delincuentes, que
incorporó muchos vocablos de inmigrantes españoles, italianos y otras procedencias. Con estas
palabras y expresiones especiales, que no figuraban en los diccionarios, los presos conseguían que los
guardias no los entendieran durante su estancia en prisión y podían planear sus fugas y delitos, etc.
Eran tiempos de inmigración y de incesante actividad portuaria en las tres ciudades citadas. Con el
tiempo, el lunfardo se fue extendiendo a través de todas las clases sociales, de forma que muchas de
estas palabras impregnaron las formas coloquiales del habla española de los argentinos y de otros
muchos países hispanos.
Hay que dejar claro que, a pesar de ciertas reivindicaciones y de su gran implantación, el lunfardo no es
una lengua sino un léxico muy determinado, ya que no contiene todas las partes de la oración. Tiene tres
elementos importantes: el sustantivo, el adjetivo y el verbo, pero carece de artículos, pronombres,
preposiciones y conjunciones. Por lo tanto, carece de sintaxis, utiliza siempre la sintaxis original del
español.
Los sonidos del lunfardo son herederos, principalmente, de las lenguas de Italia. En Argentina la
inmigración italiana fue muy importante y ha influido en su vocabulario. Existen otras palabras
procedentes del francés, del portugués, del inglés e, incluso, del quechua, entre otros. Por ejemplo, una
palabra del lunfardo como Bacan (persona muy adinerada), proviene del genovés. En el mismo caso
encontramos la expresión Engrupir, que significa engañar. Tamango (zapato) proviene del portugués y
Cana (cárcel) del francés, mientras Bichicome (vagabundo) lo hace del inglés.
No se puede hablar del lunfardo sin hacerlo también del tango, que ha sido su mejor embajador en todo
el mundo. El lunfardo es el repertorio de vocablos que se utiliza en la mayoría de los tangos. Un pionero
del tango como el músico y dramaturgo Pascual Contursi fue el gran introductor del lunfardo en este
tipo de música. A partir de entonces, poetas lunfardistas y letristas populares como Celedonio Esteban
Flores desarrollaron más esta vía en colaboración con el cantante Carlos Gardel, que grabó más de 20
canciones con letras de dicho autor. Un buen ejemplo sería el viejo tango “Mano a mano” (1923) con
letra del citado Celedonio Estaban Flores y música de Gardel/Razzano.
Pero, ¿se podría hablar de un tango que tuviese toda la esencia del lunfardo? Es complicado escoger
entre tanto genio; pero digamos que hay uno que fue escogido por el mismísimo Federico García Lorca.
Hablamos de “El Ciruja” (1926), con letra de Alfredo Marino y música de Ernesto de la Cruz. Cuentan que
un porteño preguntó a Lorca qué opinaba sobre el tango, a lo que el poeta respondió sentándose a un
piano cercano y empezó a tocar y a cantar el citado tema.
SOBRE EL CIRUJA:
A partir de 1943 dentro de una campaña iniciada por el gobierno militar que obligó a suprimir el lenguaje
lunfardo, como así también cualquier referencia a la embriaguez o expresiones que en forma arbitraria eran
consideradas inmorales o negativas para el idioma o para el país, Marino debe reescribir la letra para que se
permita su difusión y la nueva versión aprobada en agosto de 1948 que modifica completamente el sentido de la
poesía y se convierte en un texto anodino e insostenible.12
A partir de 1943 dentro de una campaña iniciada por el gobierno militar que obligó a suprimir el lenguaje
lunfardo, como así también cualquier referencia a la embriaguez o expresiones que en forma arbitraria eran
consideradas inmorales o negativas para el idioma o para el país, Marino debe reescribir la letra para que se
permita su difusión y la nueva versión aprobada en agosto de 1948 que modifica completamente el sentido de la
poesía y se convierte en un texto anodino e insostenible.12
Fayando y fayando
Te largue parao...
Ni yerba de ayer
Secándose al sol...
Recién sentirás.
Yira... yira...
Después de cinchar,
Se prueban la ropa
Se puso a ladrar.
RECORDANDOTE LETRA.
de tu alma de mujer.
TANGO Y CINE
Contexto político
Conventillo-Tango
Contexto cultural
Escena-Pelicula-Tango
Contexto cinematográfico
Argentina-Sono-Films
Tango-Cine
Melodrama tanguero
El melodrama tanguero, al igual que el melodrama, tiene una
función moralizante, busca enseñar a la sociedad qué es lo
bueno y que no, y cómo deben comportarse.
Tita-Merello
La obra y el contexto
Actriz-Tango
Por lo dicho anteriormente se puede decir que el film
“¡Tango!”, no cuestiona el paradigma de la época, sino que
por el contrario, lo avala. Esto se justifica con el fin
moralizante que ésta, y las obras sucesivas en la misma
década, tenía. Se busca establecer modelos, determinar que
esta bien y que esta mal, qué debe o no hacer la mujer, entre
otras cosas.
Musicos-Protagonistas-Tango
La ideología utópica
1930_industria-cine
TANGO Y HUMOR:
En 1911, Ricardo Güiraldes escribe en París: “Tango severo y triste. Tango de amenaza. […] Tango fatal,
soberbio y bruto”. Un poco por sus orígenes, un poco por sorda repetición, nos fuimos haciendo la idea
de que el tango es tristeza, melancolía, dolor, frustración.
¿Y la risa?
. Pero lo cierto es que en ese ámbito sórdido y fulero del primer tango, también hubo lugar para notas
alegres sobre un fondo constante de tristeza.
Los versos a veces son “una alegría que ruge y se dilata en carcajadas que huelen a alcohol”, Máximo
Teodoro Sáenz, periodista uruguayo).
Otras veces los poetas del tango usan el lenguaje llevado al límite, en clave de fina ironía o festiva
travesura, describiendo mordazmente su realidad.
. La prehistoria del tango está llena de versos picarescos, muchos de ellos burdos y sin calidad.
Pero las letras de humor marrullero florecieron allá por los años 30.
Los invito a explorar algunas estrofas notorias, eso sí, tal vez necesitemos el el diccionario de
lunfardo para no perder el hilo de la argumentación.
JUSTO EL 31:
Según cuentan, fue escrita en una mesa del café La Jauja de Montevideo, en la calle Andes. La
letra refiere al encuentro que tuvo el personaje del tango con una mujer a la cual conoció en las
penumbras: “me ensarté al oscuro” dice el poeta. ... El tango lleva por título Justo el 31
La fama y relevancia del circo Sarrasani fue tan notoria que quedó plasmada en un tango.
Discépolo compuso la música. La letra también le pertenece, pero en colaboración con Ray Rada
(Raymundo Radaelli) un periodista uruguayo.
Según cuentan, fue escrita en una mesa del café La Jauja de Montevideo, en la calle Andes. La
letra refiere al encuentro que tuvo el personaje del tango con una mujer a la cual conoció en las
penumbras: “me ensarté al oscuro” dice el poeta. Cuando la lleva a la pieza y enciende la vela “para
verla bien” se da cuenta que era muy fulera: "era un mono loco que bajó de un árbol”, al punto que “la
aguanté de pena casi cuatro meses, entre la cachada de todo el café, le tiraban nueces mientras me
gritaban “ahí va Sarrasani con el chimpancé”. El tango lleva por título Justo el 31.
Es llamativo que Discépolo haya incursionado dentro del género de los tangos “festivos”, ya
que sabemos de la acidez de su poesía, la cual lo señala como el “poeta del desencanto”.
HARAGAN:
En su letra amalgama sátira y humor, cuando describe a una mujer “tirándole la bronca” a su
pareja, que no quiere “laburar”:
Les Luthiers. , sus autores toman “en clave de solfa” el vocabulario tanguero y un tema
tradicional como es el de “la mina que se va del bulín”, pero con un desenlace totalmente inesperado.
JUSTO EL 31
loco de contento
vivo en movimiento
como un carrusel...
amurarme el uno,
yo la madrugué...
Me contó un vecino,
sin un alfiler,
se morfó la soga
de colgar la ropa
lo que me olvidé...).
Si ahorca no me paga
me tiró un coquito...
me ensarté al oscuro
y la llevé al bulín!...
y encendí la vela,
sé que me di vuelta
¡Yo, me desmayé!
La aguanté de pena
entre la cachada
de todo el café...
Le tiraban nueces,
mientras me gritaban:
"¡Ahí va Sarrasani
con el chimpancé"!...
le regó el helecho
y la redoblona
de amurarme el uno
se la fui a cortar
VICTORIA
¡Victoria!
¡Saraca, Victoria!
Pianté de la noria:
Si me parece mentira
volver a vivir...
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
desatentao...¡Gracias a Dios
llevando el bacalao
de la Emulsión de Scott..!
Si no nace el marinero
a morir ensartenao,
¡Victoria!
¡Saraca, victoria!
Pianté de la noria:
Me da tristeza el panete,
chicato inocente
que se la llevó...
¡Victoria!
¡Cantemos victoria!
Yo estoy en la gloria:
y enemigo de yugarla!
La esquena se te frunce
Te gusta meditarla
¡Salí de tu letargo!
¡Ganate tu pan!
Si no, yo te largo...
Haragán,
si encontrás al inventor
Haragán,
yo te amuro... ¡Cachafaz!
Grandulón,
despertá,
si dormido estás,
pedazo de haragán...
mantener a su fulana".
Y vos interpretás
¿que yo te mantenga
es lo que querés?
A ver si se entrevera
porque yo ya no te aguanto...
pensás continuar,
"Primero de Mayo"
te van a llamar.
PIEZA EN FORMA DE TANGO
amurado me largas.
TANGO Y OTROSEl
El verano es tiempo de hacer cosas nuevas y refrescantes y por eso esta colaboración y la siguiente
versarán sobre el tango y otros estilos y sobre el intere´s eque esta música despierta incluso hoy en día
en músicos que interpretan otros estílos de música y de otras naciones muy alejadas de argentina.
Tal vez suene extraño oir que cantantes de rock han introducido en su repertorio tangos clásicos.
Javier Calamaro Massel es un cantante y músico argentino, hermano menor del también músico Andrés
Calamaro.
Su música no es solo rock, su repertorio tiene tangos que lo llevan al corazón de su padre y lo hacen
ahondar en las maravillas de la música
Javier cantaba tangos desde los ocho años y escuchaba, sobre todo , a Alberto Castillo porque se
identificaba su voz. Lo aprendió sin que nadie se lo enseñara. El ejemplo de su padre le sirvió para
considererarlo una música arraigada y compleja, cuya interpretación le genera un grado de satisfacción
altísima.
Dice Calamaro: El tango es esas cosas que nos hace pertenecer a un lugar, es eso que me hace
pertenecer a esta cultura argentina, y la cultura es nuestra carne. Es lo que nos hace ser de un lugar, es
lo que nos hace ser lo que somos y como somos. El tango es también terapia para mí, es terapia
profunda, es terapia de la piel para dentro. A diferencia del rock and roll, que es de la piel para afuera y
es muy físico, el tango es sumamente emocional a la hora de hacer terapia .
Cuando canto tango vibro, se me tensan y distienden permanentemente los músculos. Es algo
maravilloso .
El tango, estaba antes, eso era nuestro verdadero rock and roll, en honor a la verdad; porque la forma
de vida del rock en realidad nosotros la mamamos del tango. El tango era súper rockero, en todo
sentido, mentes abiertas, en las sustancias, en los consumos, con los abusos, con la búsqueda, porque
el tango fue la búsqueda más importante de la música argentina .
Haydée Mercedes Sosa Nació en San Miguel de Tucumán, Tucumán, 9 de julio de 1935fue una cantante
de música folclórica argentina, considerada la mayor exponente del folklore argentino. Se la conoció
como la voz de América Latina.3
Fundadora del Movimiento del Nuevo Cancionero y una de las exponentes de la Nueva Canción
Latinoamericana. Incursionó en otros géneros como el tango, el rock y el pop. Se definía a sí misma
como «cantora» antes que «cantante», siendo una distinción fundamental de la nueva canción
latinoamericana de la que ella fue una de las iniciadoras: «Cantante es el que puede y cantor el que
debe» (Facundo Cabral).4
Fue en 1981 cuando Mercedes Sosa descubríó por primera vez el tango. Lo hizo desde el exilio, en
París, incluyendo en su repertorio una original versión de El día que me quieras, de Gardel. Un evento
simbólico, considerando las implicaciones sentimentales hacia una tierra, Argentina, a la que le estaba
prohibido el regreso. A partir de entonces "la negra" Sosa se enamoró de la música ciudadana
rioplatense.
Mercedes Sosa comenzó a cantar en una época, en la que el tango de Buenos Aires, que era la música
popular por excelencia, estaba siendo alcanzado en popularidad por la música de raíz folklórica,
característica de las provincias, en un fenómeno que es conocido como el boom del folklore, producido
de la mano de la industrialización del país y la migración de millones de personas del campo a las
ciudades y de las provincias hacia Buenos Aires. Este proceso conllevaba transformaciones étnicas y
culturales en la población que diferían de las que produjera la inmigración mayoritariamente europea
que se produjo entre 1850 y 1930.
A lo largo der su carrerea, que abarcó muchos génreos, grabó varios tangos uno de los cuales
escuchamos hoy Vuelvo al Sur, en la voz de Mercedes Sosa
EL CIGALA Y EL TANGO
Diego Ramón Jiménez Salazar , más conocido como El Cigala, es un cantaor de flamenco conocido en el
mundo entero.
Su idilio con el tango quedó inmortalizado en Cigala & tango, el disco grabado en directo en el Teatro
Gran Rex porteño.
"El tango me transmite nostalgia, profundidad, hondura, dolor. Es nocturno y arrabalero, como el
flamenco, sus letras también son parecidas, se canta con el alma, me encanta. El argentino no te va a
Tres meses atrás, El Cigala comenzó a escuchar día y noche las antologías de tango que le habían
regalado en la gira de Dos lágrimas, su anterior disco, y también a ver en YouTube a los grandes
cantores. Fue probando canciones como quien se prueba trajes. Algunas no le iban, le holgaban o
apretaban, le resultaban imposibles. Unas pocas le ganaron el alma. El Cigala se apropió de ellas. "Elegí
solo aquellas canciones que hacen daño", confiesa.
Piensa El Cigala que tango y flamenco tratan de lo mismo: pequeñas tragedias humanas que suceden
por la noche. Penas de amor que se desahogan cantando o en la barra de un bar solitario que jamás
cierra. Dicen los especialistas que el flamenco está en los orígenes del tango argentino, que existe un
hilo conductor entre los tonos andaluces y los versos y ritmos criollos. Son parientes que tomaron
distintos caminos, que se alejaron y que hasta hoy parecían antagónicos
Su presentación en sociedad fue en el Festival y Mundial de Tango de Buenos Aires, que culmina este 21
de agosto en la capital Argentina.
Nació hace algo más de un año y cobró la forma de una banda, Argentina Tango Rap (ATR), luego de que
sus integrantes compusieran su primera canción, De Pibes –una suerte de autobiografía musical– como
parte de un proyecto de un libro sobre la historia del rap y el hip-hop en Argentina.
Mariano Rucci, uno de los directores y productor musical de ATR explica que aunque parezcan géneros
distantes, el tango y el rap se encuentran tanto en la lírica como en lo musical.
"Se aportan historias, se aportan vivencias, se aportan musicalidad, tienen cuadraturas del 2x4 al 4x4,
métricas muy similares", le dijo a France. "(Ambos) representan a la masa urbana, representan a la clase
popular; entonces como lenguaje de lo cotidiano los dos géneros son muy similares".
A pesar de esto, no había sido fácil para quienes vienen del rap o el hip hop, como Rucci, su hermano
Alejandro (batería) y Smoler Bazz (voz) dar con esta fusión.
"Es una búsqueda de hace mucho tiempo y muchos hiphoperos y rapperos no han podido samplear al
tango", explica Mariano Rucci. "¿Por qué? Por un montón de cuestiones: los audios no son buenos,
tener al alcance la instrumentación tanguera no es tan fácil".
Ellos lograron resolverlo. Para la instrumentación apelaron a uno de los pilares del tango: el bandoneón.
En ATR lo toca Ricardo Badaracco, que además de esta banda forma parte de una orquesta tradicional
de tango, la Juan D'Arienzo.
¿Cómo ven en el tango más clásico un proyecto que lo mezcla con el rap?
"Hay generaciones de músicos mayores que quizás no entenderían, porque tampoco quizás entienden
tanto el lenguaje del rap", le dice Badaracco a este medio. "De todas formas yo me he encontrado con
músicos, compañeros mayores, que han tocado y disfrutado de todo tipo de mistura, así que no es tan
categórica la diferenciación; por lo menos a los que se los mostré les pareció una muy buena
propuesta", agrega.
Así, el tango sigue expandiéndose más allá de las composiciones clásicas, tradicionales, hacia otros
horizontes musicales que lo renuevan y le suman nuevos públicos.
os hermanos Alejandro y Mariano Rucci, ex integrantes de la banda de rap “9mm” que en los años 90s
participaba en la movida rapera, y Smoler Bazz, ex integrante de la recordada “Sindicato Argentino de
Hip Hop” (premio Grammy Latino 2001, mejor álbum de Hip Hop) y productor en los inicios del grupo FA
Fuerte Apache (nominados mejor artista nuevo sur MTV 2009), se reencontraron para recordar sus
orígenes musicales en el rap e idearon el proyecto ATR (Argentina Tango Rap), banda que fusiona estos
dos estilos y apuesta a la integración educativa.
Una oportunidad
Nunca me rendí
Reviví
Tan destructivo
Me tocó sufrir
En un camino
de intenciones
Toma decisiones
Muchas ambiciones
El juego irreal
De la ostentación
De la auto destrucción
Así es vivir
Y la calle es el medio
Para absorber
Entender
Nuestro mundo
Un pequeño barrio
Malas actitudes
Me tocó sufrir
Quiero agradecerte
La verdad y el amor
Gracias!.
TANGO TSUNAMI
El quinteto fue creado en 2014 por Juan Fracchi con la idea de profundizar en el lenguaje
del tango desde una perspectiva moderna y de amplios horizontes sonoros. El primer
disco del quinteto Río Imaginario resultó seleccionado como uno de los mejores discos
del 2018.
El grupo realizó el concierto de cierre del 9º Festival de Tango de Pehuajó y formó parte
del II Festival de Tango de Almirante Brown. Se presentó en el ciclo Nuevo Baires Tango,
en Café Vinilo, Centro Cultural de la Cooperación- dentro del ciclo Tango de Miércoles-,
Casa Municipal de la Cultura (Almirante Brown), Circe Fábrica de arte, Pista Urbana,
En 1980 Piazzolla escribió las Cinco piezas para guitarra. Laura Escalada Piazzolla señala que estaba
cautivado por el instrumento y quería hacer una obra para flauta y guitarra. Piazzolla había usado la
flauta en sus composiciones desde 1963, por lo que era una opción para la pieza que tenía en mente. La
flauta, junto al violín y la guitarra habían jugado un rol importante en los inicios del tango de la 'Guardia
vieja'.1
En mayo de 1985, Piazzolla compuso Histoire du Tango, y fue grabada por el sello discográfico Carrere
Music en Bélgica en el otoño de 1985 y fue estrenado casi al mismo tiempo por un dúo belga, integrado
por Marc Grauwels a la glauta y Guy Lukowski a la guitarra. La obra fue editada en 1986 por ediciones
Henry Lemoine.1
Cafe 1930
El segundo movimiento es una pieza para escuchar, no para bailar, acentuando que en esa época el
tango se había transformado, y había adquirido un carácter romántico, sensual y lento. El movimiento
tiene melodías sombrías en ambos instrumentos. Comienza la guitarra con una base de arpegios y
adornos. La flauta entra con una melodía expresiva, y la guitarra sigue acompañando. La partitura tiene
indicaciones de accelerando y rallentando, así como secciones ad libitum, para darle cierta libertad a los
intérpretes.2
Así como tantos músicos de todo el mundo viajan a Nashville o a Memphis para encontrarse con los
sonidos del rock, el folk y el blues en su lugar de origen (Palito Ortega grabó su último disco en los
Estados Unidos), desde diferentes latitudes llegan artistas a la Argentina para grabar tango, descubrir su
raíz en el sonido de Buenos Aires y, quizá, llevarse alguna especie de diploma tanguero no escrito (un
ejemplo: grabar en la mesa de mezcla del estudio ION es un diploma en sí mismo, tanto para locales
como para extranjeros).
Pasó y pasa con artistas consagrados: en las últimas décadas Ute Lemper se dio el gusto de tocar con
bandoneonistas porteños y Yo-Yo Ma o Gary Barton compartieron varias sesiones con los músicos del
"club" Piazzolla. Plácido Domingo ha grabado tangos. Arturo Sandoval (publicó el último año Tango,
como yo te siento) y Rubén Blades (con arreglos de su amigo argentino Carlos Franzetti) cerró un
Festival Buenos Aires Tango en el Luna Park. También hay para mencionar casos de cantantes e
instrumentistas menos conocidos que pasaron de manera fugaz por el Río de la Plata para actuar y
grabar.
Durante los últimos años se conocieron los casos de Anna Saeki y Sayaca -dos intérpretes de buen
castellano- y de compositores e instrumentistas que tomaron el tango como algo más que un amor de
verano. La prueba está en el hecho de que ya tienen varios discos en su haber. La chelista sueca Beata
Söderberg publicó en 2004 su primer CD registrado en Buenos Aires, Beatitudes . Hasta 2010, durante
largas estadas en nuestro país compuso, grabó y publicó, al frente de su grupo de músicos argentinos
Justango, otros cuatro álbumes: BeSo, Bailata, Beatas Aires y Tangos románticos para bailar.
Hay otros que están empezando el camino porteño, como el danés Torben Westergaard. Este bajista y
contrabajista de extracción jazzística registró un disco con un elenco argentino -encabezado por Diego
Schissi, encargado de las composiciones y los arreglos- y volvió a Buenos Aires meses atrás para
presentarlo en vivo. La placa se llama Tangofied y participan, además de Westergaad y el pianista
Schissi, Guillermo Rubino (violín), Paula Pomeraniec (chelo), Santiago Segret (bandoneón), Ismael
Grossman (guitarra acústica).
Para muchos, la fórmula funciona: asociarse a un artista local de prestigio que les allane el camino y les
dé un sonido contemporáneo y, al mismo tiempo, de tradición y gesto tangueros.
GARDEL
Más allá de las preferencias, para todos los estudiosos, Gardel es el tango mismo
85 AÑOS DE LA MUERTE
Ni la fecha de nacimiento, ni el país de origen, ni su vida privada ni su final. Nada queda libre de
misterios. Lo único claro es que Gardel “cada día canta mejor”
¿Quién fue verdaderamente Carlos Gardel? “En realidad, no existió”, respondía el especialista en temas
gardelianos Edmundo Eichelbaum en una crónica publicada en 1990 en el diario argentino Clarín. “Fue
un invento nuestro una tarde de domingo en que estábamos tristes...”.
Sobre la vida de Gardel se han tejido innumerables relatos. Durante más de medio siglo, cientos de
investigadores han intentado desgranar su verdadera identidad. Pero los libros no han logrado más que
alimentar un misterio basado en aserciones de difícil o imposible verificación
chenta y cinco años después de su muerte Gardel ya no es él, sino lo que se dice de él. El único espacio
donde no caben las contradicciones es el de su fama. Nadie duda de que Gardel, durante su juventud,
cantaba con su amigo José Razzano en los bares bajos del empobrecido barrio del Abasto de Buenos
Aires. Cuentan que su público se fue acrecentando hasta que ganaron notoriedad.
Y que un buen día de 1913 alguien los escuchó y los llevó al Armenonville, un lujoso cabaré frecuentado
por artistas e intelectuales de la época. Su dueño, nada más oírlos, les ofreció un contrato. Al cabo de un
año actuaban en el Teatro Nacional y habían grabado varios discos. Triunfaron en multitud de
actuaciones.
Con el paso del tiempo, en cambio, Razzano sufrió problemas de garganta y Gardel continuó su carrera
en solitario.
El rey del tango consiguió contratos en todo el mundo, incluido Hollywood. En 1931 interpretaba Luces
de Buenos Aires, su primer filme para Paramount. Rodará ocho películas más, entre ellas, El día que me
quieras y Tango Bar. Con la sensación cinematográfica arrancó una auténtica “gardelmanía”.
Entre las numerosas historias escritas sobre Gardel destacan tres. La primera –la más reconocida entre
los argentinos y la que difunde el pequeño Museo Carlos Gardel de Buenos Aires– dice que nació en
Toulouse (Francia) en 1890 y que es hijo de la planchadora Marie Berthe Gardes y “padre desconocido”.
El padre sería Paul Laserre, un médico de la alta sociedad de Toulouse. Berthe habría emigrado a
Buenos Aires con su hijo de dos años Charles Romuald Gardes para escapar de las habladurías de sus
conciudadanos sobre su condición de madre soltera.
Esta segunda versión, publicada en 1969 por el historiador Tabaré de Paula en la revista argentina Todo
es historia, asegura que Gardel fue un argentino criado en un orfelinato. Y que los malentendidos
respecto a su vida son simplemente una pantalla, creada por él mismo y por quienes lo rodeaban, para
encubrir su verdadera identidad de delincuente común.
El tercer relato, que se difunde desde Uruguay, sostiene que Gardel nació en la localidad uruguaya de
Tacuarembó y que fue hijo del amorío secreto entre el jefe político de la zona, Carlos Escayola, y la
adolescente María Lelia Oliva. Según esta teoría, Gardel fue entregado a Berthe Gardes, quien habría
llegado a Uruguay desde Francia. Ella lo cuidó junto a su hijo natural, Charles Romuald, para partir luego
a Buenos Aires.
Sus orígenes no son el único motivo de confusión. También es grande la opacidad en torno a su
verdadera personalidad y sus amores. Tras su muerte, sus amigos más cercanos recordaban su bondad
y su sentido del humor. Otros calificaban estos rasgos como parte de sus relaciones públicas, y
aseguraban que en la intimidad era un terco malhumorado.
Entre sus conocidos, mientras algunos advertían que era minucioso y disciplinado, otros aseguraban
que siempre llegaba tarde y no sabía lo que era el rigor. Unos decían que no sabía cuidarse con la
comida (llegó a pesar 114 kilos); otros, que luchó siempre contra su tendencia a engordar.
Según sus propias declaraciones, sus únicos amores fueron su madre, el tango, las carreras de caballos
(apoyaba fervorosamente a su amigo jockey Irineo Leguizamo) y Buenos Aires, ciudad que adoraba más
de lejos que de cerca. En Europa tenía especial afición por París y Barcelona (incluso se hizo “hincha”
del Barça).
Como no podía ser de otra manera, su muerte, en un accidente de avión en Medellín, cuando tenía 45
años (48 o 54, según la versión del biógrafo que se consulte), también quedó envuelta en enigmas
«¿Cómo voy a cantar palabras que no entiendo, frases que no siento? Hay algo en mí que vibra al sonido
de las palabras que me son familiares, que están hondamente arraigadas en lo más íntimo de mi ser;
palabras que aprendí en mi niñez, que tienen el significado de cosas muy nuestras, imposibles de
transmitir. Mi idioma, señores, es el español… o mejor aún, el porteño. La pregunta «¿Me quieres?» no
contiene para mí la emoción que se vuelca en la misma pregunta porteña «¿Me querés?» ¡Yo sé cantar
solamente en criollo!»
PRIMER TANGO
Desde el surgimiento del tango anarquista a principios de siglo hasta el auge de las orquestas en el primer
peronismo, los vínculos entre el tango y la clase obrera fueron históricamente objeto de discusiones y debates.
Sin embargo, a partir de la década del 50, la falta de pluralidad en los repertorios a la hora de representar a las
grandes masas trabajadoras generó una ruptura sobre la que se empezarían a disputar nuevos paradigmas
estéticos e ideológicos.
El universo literario de la “música de Buenos Aires” siempre fue más certero en la narración de fenómenos como
el drama del desarraigo y las vicisitudes existenciales de un siglo en transformación permanente -el XX- que en
la indagación sociopolítica explícita de las problemáticas sociales de cada hora.
Eso no quita que haya habido tangos que las abordaran, aunque es cierto que, en general, no han sido los más
memorables. Ya desde comienzos de siglo, bastante antes de la consagración del tango-canción, inmigrantes
anarquistas recurrieron al tango para musicalizar versos
Los llamados tangos anarquistas circularon por fuera de la lógica de la industria del espectáculo y el mercado
masivo de consumo de bienes culturales. De ahí que la importancia de sus versos fuera ideológicamente
instrumental.
Esto no ocurría, en cambio, con los tangos grabados para su venta masiva. En algunos de ellos también se
intentó dar cuenta del universo de los trabajadores, sus problemas cotidianos, y hasta sus luchas, aunque es
cierto que nunca en forma sostenida.
Ya en algunas grabaciones orientadas al consumo masivo en la década de 1920 se reflejan algunas de esas
inquietudes.
Un ejemplo temprano es el de La mina del Ford, escrito por Pascual Contursi en 1924. En él puede observarse
uno de los imaginarios posibles para dar cuenta de la sensibilidad de las clases populares de aquel momento: el
de la movilidad social ascendente. Acaso hasta la exageración, y en el contexto de una prosperidad económica
y un consumo popular de masas creciente que se prolongarían casi hasta el final de la década, el personaje
femenino del tango De Contursi da rienda suelta a sus deseos imaginarios:
SEGUNDO TANGO
“Ya en algunas grabaciones orientadas al consumo masivo en la década de 1920 se empieza a dar cuenta del
universo de los trabajadores, sus problemas cotidianos, y hasta sus luchas en medio del imaginario de la
movilidad social ascendente”
Tres registros posibles para una década, la década de 1920, que terminaría anticipadamente. El mundo abierto
por la crisis económica mundial de 1929 y el retroceso de las democracias liberales coincidirá con la grabación
de tangos en los que la temática social se alejaba del registro satírico o melodramático para ahondar en críticas
más explícitas y en cierta estética del desencanto. Al imaginario del trabajo como vehículo posible para la
movilidad social ascendente o el ocio voluntario del que no quiere trabajar, lo reemplazaron discursos que
ponían el acento en la inmoralidad de las injusticias sociales, o bien en la dura realidad del desempleo.
Para mediados de la década de 1930, la economía argentina empezaba a recuperarse. Sin embargo, la
generalización de esa mejora sería más bien lenta. Por eso, todavía en 1934, resultaba más que pertinente un
cuadro como Desocupados, de Antonio Berni. De esa época es también el tango Al pie de la santa cruz, de
Mario Battistella y Enrique Delfino. La letra restituye en primer plano una problemática cercana al universo de
problemas que había dado origen a los primeros y anónimos tangos anarquistas.
La “venganza” aludida no es otra que la que corresponde a la aplicación de la entonces todavía vigente Ley de
Residencia, que permitía la expulsión del país de aquellos trabajadores extranjeros acusados de “comprometer
la seguridad nacional” o “perturbar el orden público”. En muchos casos, la sanción rompía los vínculos familiares
y afectaba a las familias del obrero expatriado, que debía buscar otros medios de sustento económico. Con
pulso no exento de tintes melodramáticos -una vez más, un elemento constitutivo de buena parte de la lírica
tanguera de la época-, Battistella pone especial énfasis en la descripción de esa situación en la que la mujer
termina desmayada en el puerto ante la partida de la nave que consuma la condena del huelguista caído en
desgracia.
TERCER TANGO
Con la prosperidad económica de la Argentina peronista se materializó el apogeo de las grandes orquestas de
tango.
Sin embargo, los repertorios que cultivaron nunca buscaron encarnar en toda su dimensión a los actores
sociales protagónicos de aquellos años, es decir, las grandes masas trabajadoras.
Sobre todo entre los asalariados oriundos del interior del país, muchos de ellos instalados en las áreas
periféricas de las grandes ciudades, la principal referencia musical de la hora ya no fue la del tango sino la de
las canciones de inspiración folklórica.
Hasta Enrique Santos Discépolo había comenzado a reconocer que el tango ya no daba cuenta de la nueva
sociedad.
En todo caso, ya no serían las de la era dorada del tango de las grandes orquestas, ni la de Aquellos tangos
camperos a los que supo evocar por entonces el modernísimo dúo Salgán-De Elío. que es el tango que vamos
a escuchar a continuación-
La historia del tango que se tocaba en los campos de concentración y de cómo inspiró un estremecedor poema
sobre las matanzas nazis
Por
Matías Bauso
28 de Agosto de 2018
Un cuarteto. Al aire libre, lo único libre que hay allí. Violín, clarinete, saxo y acordeón (para que remede el sonido
original que el hombre a cargo había escuchado en un lujoso salón). Músicos escuálidos que apenas pueden
hacer sonar sus instrumentos. El frío. El hedor. La muerte.
La melodía fluye incómoda con esa letra pueril que alguien canta a viva voz. El sonido seco del alemán le da un
toque marcial. El ritmo se sigue con facilidad. Dos por cuatro. Hay pocos interesados en seguir el ritmo. Son los
que están abrigados, los únicos que sonríen, los que saben que van a sobrevivir. Los asesinos.
El campo de concentración, los prisioneros muertos o a punto de morir. Todavía necesitan que algunos vivan
para que lleven a cabo las tareas desagradables. Cavar tumbas. Tirar los cadáveres dentro de las fosas, por
ejemplo. Sin embargo, ellos –los SS- ejecutan lo atroz. Eso no lo delegan. Ellos matan a quemarropa, a sangre
fría, con un tiro en la nuca. Mientras tararean un tango: el tango de la muerte.
En sus comienzos, Eduardo Bianco había sido violinista clásico. Luego se marchó a Europa. Allí formó una
orquesta típica. El éxito le llegó rápido. Con Bachicha Deambroggio lideró la formación tanguera que mayor éxito
obtuvo en Europa en los años 20 y 30.
Bianco y su orquesta recorrieron todo el continente, tocando para la aristocracia europea. Bianco llegó también a
Alemania. Tocó en la Scala de Berlín y en otros salones alemanes para un público más reducido: reyes,
príncipes, presidentes y ministros. Unos de sus tangos se convirtió en un éxito instantáneo. Plegaria, letra y
música de Eduardo Bianco.
Eduardo Bianco y “Plegaria”, el tango preferido de Goebbles que se tocaba en los campos de concentración
Eduardo Bianco y “Plegaria”, el tango preferido de Goebbles que se tocaba en los campos de concentración
La letra habla de una mujer que muere, una bella penitente que se fue sin quejas. Está cargada de lugares
comunes (El órgano de la capilla embarga a todos de la emoción), pero eso no importaba demasiado: los
franceses y los alemanes no entendían lo que decía el cantor. Plegaria se independizó y, con otra letra escrita
en alemán, se convirtió en un gran éxito.
El que no se independizó fue Bianco. Goebbels, quien repudiaba el jazz por ser música degenerada de negros
(o de negros degenerados), gustaba del tango. Bianco tocó para él. Y para Hitler, Himmler y Speer, entre otros.
Cuando la guerra comenzó a cambiar de rumbo, cuando ya no quedaba espacio para la diversión, Bianco volvió
a Buenos Aires. Fracasó. Troilo, Pugliese y D'Arienzo gobernaban. Y la orquesta de Bianco, al lado de la de
ellos, sonaba a lata. Bianco, en los lugares en que triunfó, era el sonido de lo exótico, de lo lejano. En Buenos
Aires, era otra historia. No bailaban los príncipes. El tango era la respiración de la ciudad, no admitía más que
autenticidad. Los trucos, el sonido neutro, enmudecían.
Joseph Goebbles, amante de la música aplaude en primera fila -el 20 abril 1942- la Novena Sinfonía de
Beethoven ejecutada por la Filarmónica de Berlín
Joseph Goebbles, amante de la música aplaude en primera fila -el 20 abril 1942- la Novena Sinfonía de
Beethoven ejecutada por la Filarmónica de Berlín
Con el pasaporte siempre actualizado, conoció de nuevo el éxito en Medio Oriente. Luego, regresó nuevamente
a la Argentina, donde murió en 1959 disfrutando de lo que había ganado con su orquesta en el exterior.
"¡A bailar, judíos!", gritaban los oficiales de las SS entre risotadas. La música seguía sonando al tiempo que ellos
mataban. Música de fondo para un genocidio. Los músicos, judíos y prisioneros del lager, vivían. Hasta que
llegara otro que tocara mejor su instrumento, hasta que los alemanes se cansaran de ellos. A los músicos
también los mataron. Tocaban un tango. Plegaria. El favorito de los nazis.
"Lo llevo dentro de mí como un injerto", dijo el italiano Primo Levi de este poema:
"… Silba a sus judíos hace cavar una tumba en la tierra/ ordena tocad para la danza".
Es Fuga de muerte de Paul Celan, un rumano hijo de un judío ortodoxo y sionista y de una amante de la lengua
alemana (lengua que impuso en su hogar). En 1942, los deportaron a los dos a un campo de concentración
mientras Paul estudiaba en Francia. El padre murió de tifus, la madre con un tiro en la nuca.
"…Grita cavad unos la tierra más profunda y los otros cantad soñad/ empuña el hierro en la cintura lo blande sus
ojos azules/ Cavad unos más hondo con las palas y los otros tocad para la danza".
En los primeros borradores el poema tenía otro título: Tango de la muerte. Tal vez la escena se la describió
algún sobreviviente, tal vez lo encontró en algún escrito clandestino o le contaron de la orquesta y el tango
fúnebre e inverosímil mientras averiguaba sobre el final de sus padres. Lo que no encontró, lo que no buscó fue
el dolor, la escritura desgarradora. Otra vez, Adorno y la poesía después de Auschwitz. Celan supera esa
discusión. Refuta cualquier argumentación con su poesía.
"Grita sonad más dulcemente la muerte/ la muerte es un maestro venido de Alemania/ grita sonad con más
tristeza sombríos violines y subiréis como humo en el aire/ y tendréis una tumba en las nubes no se yace
estrechamente allí".
Paul Celan
Paul Celan
"La presencia de Celan era, como todo su ser y todos sus gestos, de una extrema discreción, elíptica, borrosa",
dijo Jacques Derrida quien lo conoció en la Ecole Normale Supèrieure. En su silencio expresa su pasión por la
precisión. Por el lenguaje exacto. Él contó el horror en alemán. La lengua materna, la tierna lengua de su
infancia, es la de los asesinos.
George Steiner sostuvo que "la escritura de Celan es a la literatura lo que el Guernica de Picasso es a la
plástica" y también agregó que no se puede penetrar el enigma de Auschwitz más que en alemán, escribiendo
desde dentro de la lengua de la muerte misma.
Y eso hizo Celan. Él, un poeta complejo, que exige al lector, por momentos ilegible, aclaró alguna vez: "En este
poema las tumbas en el aire no son una metáfora".
Cómo escribió él mismo: sólo manos verdaderas escriben verdaderos poemas; vivimos bajo cielos sombríos y
hay pocos seres humanos. Por eso probablemente haya tan pocos poemas.
Play
En 1956, Alain Resnais estrenó Noche y Niebla, su gran documental sobre el holocausto con textos de Jean
Cayrol. Para su estreno en Alemania, Resnais le pidió a Celan que tradujera los textos. El poeta lo hizo.
Además, grabó con su voz el texto final, el que se escucha sobre las imágenes finales, en colores, del estado de
Auschwitz al momento de la filmación de la película:
"Al contemplar estas ruinas, nosotros creemos sinceramente que en ellas yace enterrada para siempre la locura
racial, nosotros que vemos desvanecerse esta imagen y hacemos como si alentáramos nuevas esperanzas,
como si de verdad creyéramos que todo eso perteneciese sólo a una época y a un país, nosotros que pasamos
por alto las cosas que nos rodean y que no oímos que el grito no calla".
Paul Celan se suicidó en abril de 1970. Tenía 50 años y muchas pérdidas sobre sus espaldas. Se arrojó al río
Sena desde el puente Mirabeau, la parte más ancha del Sena.
Lo contó sin filtros y en cámara ante Jorge Rial, con dolor y arrepentimiento. “Le hice caso porque para mí era
Gardel”
Norberto Palese1 (23 de abril de 1932), mejor conocido como Jorge Cacho Fontana, es un locutor de radio y
de televisión y animador argentino de celebridad nacional. Dueño de una voz única y privilegiada, sumando a
eso unas perfectas dicción y modales, entre 1955 y 1980 fue la voz de la radio argentina y uno de los más
apreciados conductores de televisión.
Yo tenía una audición en Mar del Plata, y pasé por donde estaba Olmedo, caído… (Nota: 5 de marzo de 1988).
Y ahora voy a contar algo muy particular. En aquel tiempo era muy lógico que vieras a Pichuco… con una
alegría superior. Tenía un paquetito, y le pregunté qué era. Me contestó: 'Mirá, acá tenés que aspirar, no hay
que soplar"'. Insistí: ¿Para qué es? 'Para que veas las bujías con más potencia'. Y bueno: así empezó una
etapa de mi vida…
Rial: –¿Consumiste alguna vez?
–Sí, en ese momento. Tal vez no se lo perdone nunca a Troilo…
Rial: –¿Él fue el que te hizo entrar?
–Era muy grande como para que yo dijera que no. ¡Era Gardel para mí! Yo tenía que asumir todo lo que él
hiciera. Porque después vinieron otros. Para mí siempre fue una distracción…
Rial: –¿Era recreativo?
–Se acentuó con Marcela…
"Hoy va a tocar como Dios. Siempre toca como Dios cuando más cerca está del Diablo".
En esa carrera de obstáculos que es la vida, Pichuco quemó las velas por las dos puntas, como Charlie Parker,
como Miles Davis, como otros grandes…
Pero nada como la más simple y cruda confesión de Troilo:
–No vivo como debería hacerlo, sino como me sale. El peor enemigo de Troilo soy yo.
Dice que estaba el gordo, el gran Pichuco, peinándose una rayita tras bambalinas y le contó una anécdota
fabulosa a Lucifer. Esto ya después de finao, claro: 'Cuando era más joven, bah, cuando estaba vivo, tomaba
mientras tocaba. ¿Eh? Sí. Tomaba mientras tocaba, calavera -le dice al diablo. Me ponía la frula en el cuello de
la Los contenidos y temáticas son de exclusiva responsabilidad del autor. Todos los Derechos Reservados.
Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor. 11
www.dramaturgiauruguaya.gub.uy camisa. Y mientras se me desperezaba el bandoneón en las gambas, con
retorcimiento sutil, arrimaba la nariz al hombro e inspiraba y seguía tocando los próximos compases y bajaba.
No se ría, diablo. No le voy a decir que la mejor interpretación de Sur que hice tuvo que ver con eso o que se me
ocurrieron las frases de Garúa, pero che, bandoneón, vos bien sabés que sí. Estando en una oportunidad
cargado el cuello y en un escenario, se acerca el Polaco con pasó cortito, y me mira mientras canta "si hasta el
botón se piantó de la esquina..." y me hace una guiñada. Y cuando llega a 'todavía pasa el viento
empujándome', antes de 'Garúa', se me arrima a la oreja, como mimoseando, y yo le digo, disimulando el papo:
"¡Isa, que es caspa!" Pero diablo, ¿no me cree? Se lo juro por Dios'.
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Al escribir Tiempos Viejos, en 1926, Manuel Romero difícilmente sospechara que, por encima de tan patético
tributo al pasado, con dos de sus versos: "Eran otros hombres, más hombres los nuestros / No se conocía cocó
ni morfina", estaba cifrando el epitafio de una sociedad en la que los varones se drogaban exclusivamente con
tabaco y alcohol. En ese tango, el recuerdo de la Gran Aldea recela del Centenario modernista, por cuya mano
enguantada llegaron a la Argentina aquellas drogas sintéticas, entre otras vanidades de ultramar. Sustancias
que ablandaron a los criollos, víctimas de los venenosos refinamientos europeos que los "otros hombres", "los
nuestros", no habían probado. Sólo tabaco y alcohol, cuyo mérito de afianzar las cualidades viriles el tango ha
celebrado copiosamente. Con algunas excepciones, el connubio de tango, alcohol y tabaco se ha mantenido
inalterable desde entonces, mientras que el consumo de drogas ilícitas en sus letras suele estar asociado sólo al
fracaso amoroso y al desamparo social.
No casualmente la primera ley que penaliza el consumo de drogas en Argentina es de 1926. Entonces las ilícitas
pasaron a ser cocaína y morfina, de cuyos paraísos artificiales el tango dio testimonios desde 1916 -con Maldito
tango de Luis Roldán- hasta 1934 con Corrientes y Esmeralda de Celedonio Flores. (1) En el primero de esos
poemas cantados, la empleadita seducida y abandonada por un joven milonguero confiesa que "fui entonces a
la cocaína / mi consuelo a buscar". En el segundo, que cierra el primer período de inspiración dionisíaca del
género, "curdelas de grapa y locas de pris" (cocaína) son emblemas de la famosa esquina porteña.
En los 18 años que median entre aquellos dos títulos, apenas un puñado de tangos abordan ef tema. Entre
ellos, en El taita del arrabal (B. Herrera y Romero), de 1922, se dice que el guapo seductor, ya decadente, "bien
dopado de morfina, / atorraba en una esquina". Belleza trágica la de Griseta (G. Castillo), trasplantada de París
al arrabal porteño, donde en "una noche de champán y de cocó, / al arrullo funeral de un bandoneón, / pobrecita,
se durmió". Lujosa amalgama de cocaína y prostíbulo es la de A media luz (Lenzi): "Hay de todo en la casita: /
almohadones y divanes; / como en botica, cocó".
En Noches de Colón (Cayol), el desengaño amoroso hace del cultivado bacán un adicto: "Los paraísos del
alcaloide / para olvidarla yo paladeé". Paradigma de milonguerita subida del fango al cabaret, la joven de Che,
papusa, oí (Cadícamo), "por raro esnobismo" toma "prissé".
Un matiz relevante del uso de drogas ilegales según el registro tanguero, observado desde la pirámide social, es
el que aporta Aníbal D'Auría (2) sobre letras como ésta: "El hijo de un farabute, / el changarín de la esquina, /
dopado con cocaína, / pero si es para no creer" (Micifuz, de Enrique Maroni). Lo insólito del drama es que el
pobre muchacho consume una droga mucho más cara que las lícitas. La cocó lo forzó a subir un escalón de la
infinita pirámide, de donde un día lo bajará abruptamente, como a cualquier señorón de la noche.
Se nos señala también que en otros tangos, la referencia al consumo de las sustancias ilegales es
metafóricamente peyorativa. Es el caso de Recordándote (José de Grandis): "Indignado por el opio / que me
diste tan fulero". "Opio" aquí es "olivo", "raje", el que se tomó la mujer al dejar el bulín. Otro ejemplo sería
Acquaforte (Marambio Catán), con "pobres milongas dopadas de besos": el amor mercenario acaba siendo tan
dañino como la droga ilegal.
Promediando la década de 1930, los vene nos prohibidos emigraron de la poesía tanguera hasta su fugaz
regreso a comienzos de la década de 1960. Desentrañar los motivos de ese largo paréntesis exige un breve
enfoque del contexto sociopolítico desde la declinación del radicalismo yrigoyenista, pasando por la Década
Infame hasta el golpe de Estado de 1955.
La penalización del consumo de drogas en laArgentina empezó en el gobierno de los radicales "galeritas" de
Marcelo de Alvear (1922-1928). Pese a que la tilinguería culturosa suele rescatar la promoción de las artes y el
amparo a las madres solteras como emblemas del presunto humanismo alvearista, lo cierto es que su gestión
fue un preludio de la Década Infame. En julio de 1924 promulgó la Ley 11.309, reprimiendo con prisión "de seis
meses a dos años" al farmacéutico que "venda o entregue o suministre alcaloides o narcóticos sin receta
médica"; en julio de 1926 promulgó la ley 11.331, poniendo el primer mojón de la incriminación de la tenencia
para consumo: aquella pena comprendía ahora también a quienes "tengan en su poder las drogas a que se
refiere esta ley y que no justifiquen la razón legítima de su posesión".
Con las víctimas de la noche, o sea del tango, de la cocó y de la morfina, el régimen optó por el rigor. El tango
ya había triunfado en París, ¿qué necesidad había pues de hacer demagogia con los sobrevivientes de un
pasado de oscuros bailongos, donde las drogas modernas enviciaron a criollos indolentes?
Tras el golpe de 1930, aquella lógica siniestra hizo escuela entre los campeones del "fraude patriótico", que en
sus postrimerías (abril de 1943) empezó a desterrar al lunfardo de la radio. En la presidencia de Ramón Castillo,
su ministro de Educación Gustavo M. Zuviría aplicó el canon civilizador a la "barbarie" embozada en letras como
De barro (Manzi), censurada por decir "pucho" y no cigarrillo. Tal vez será mi alcohol (Manzi), para salir al aire
debió ser Tal vez será su voz. También fueron censurados Percal, Mano a Mano, Mala junta y Mi dolor, entre
otros.
El radial destierro del lunfardo terminó en 1949. Entonces Manzi encabezó un grupo de poetas y músicos para
una entrevista con Perón, en la que pidieron libertad de difusión para el habla popular. La respuesta de Perón
fue en forma de pregunta, dirigida al también presente Alberto Vaccarezza: "¿Es cierto, maestro, que lo afanaron
en el bondi?" (6).
El borrón de las drogas ilícitas de las letras de tango marcha a la par de la censura del lunfardo en el único
medio masivo de la época. Después, otra arista imposible de soslayar: el paulatino progreso desde la miseria del
país-estancia a la prosperidad con equilibrio social construida entre 1946 y 1955; o sea, la razón de que
Discepolín pasara de la poesía amarga que lo había hecho famoso al micrófono, para explicarle a Mordisquito
las bondades del peronismo.
La década de 1940 entró en la historia del tango como la "de oro" por la plenitud lírica de una poesía ya
despojada tanto de las calamidades sociales de antaño, como de la pintura de ambientes y personajes
originariamente sórdidos. Fue la hora de -entre otros- Hornero Manzi, José María Contursi y Cátulo Castillo; la
de orquestas legendarias y clubes atiborrados de fervientes milongueros. Entonces el tango ya era popular,
dejando atrás la huella marginal de su origen.
El prolongado exilio (25 años) de las letras venenosas del territorio tanguero, está comprendido por la
penalización del consumo de las antaño pintorescas cocó y morfina. El mentado caso de Los dopados
(finalmente, Los mareados) evidencia la presión judicial y clerical ejercida entonces (de la década de 1940 a la
de 1950) sobre la difusión masiva de referencias a drogas ilícitas.
La dictadura que derrocó a Perón ratificó la ilegalidad del consumo con el mismo rigor dedicado a que la gente
se olvidara del "tirano prófugo". En ambos casos, el resultado fue negativo. En 1962, un tango pateó el tablero
hablando de los venenos prohibidos, pero ahora sin bacanes ni milonguitas, cuya esclavitud hubiera que
lamentar. Bronca (Batistella), en versión de Edmundo Rivero, denunciaba: "Se trafica con la droga, la vivienda,
el contrabando". Su versión radial fue censurada por el presidente de facto José María Guido. Pero a partir de la
década de 1960, otros géneros musicales (rock, blues, pop) eran los que solían incursionar en el tema tabú, casi
siempre en clave. Las ilícitas de turno -aparte de cocó y morfina- ahora eran la marihuana y el ácido lisérgico. El
tango, pese a su renovación musical, seguía fiel a la exclusiva celebración de los venenos lícitos (tabaco,
alcohol).
Paradójicamente, fue en la dictadura de Juan Carlos Onganía que la ley (17.567/'68) cambió, penalizando sólo
la tenencia de cantidad superior a la de consumo personal. Entre juristas liberales y curialescos asesores,
convencieron al general golpista de que los adictos eran "enfermos" y por tanto dignos de compasión antes que
de cárcel. En la década de 1970, aquella ley fue reemplazada por la 20.741, que también penalizó el consumo.
En la de 1990, por mandato de George Bush padre, el Congreso argentino aprobó la 23.737, de igual tenor: hija
de las "relaciones carnales" con el Norte, que sigue vigente pese a que ya muy pocos argentinos creen en la
fantasía de que todos seremos rubios de ojos celestes.
Del sueño a la pesadilla hubo algo más de una década (tan infame como la de 1930). El nuevo siglo encontró a
los argentinos en el infierno. Pese a la ley de Bush, la drogadependencia había aumentado sin pausa. Desde
ese reciclado infierno de la Argentina pre-peronista, Discepolín tuvo que interrumpir el diálogo con Mordisquito y
volver a escribir tangos como Yira, vira.
Hasta comienzos de la década de 1990, la poesía tanguera parecía definitivamente divorciada del tema tabú.
Pero la exclusión social impactó fértilmente en la nueva camada de poetas: Un chabón jailaife (Juan Vattuone)
reintroduce a la cocaína, contando que el hombre "Se daba un saque, y encaraba la partida". El personaje de
Sopapa (Acho Estol) sentencia: "Te juro sobre un porrito..." Del mismo autor, Juguete rabioso actualiza el drama
social y personal de las adicciones, en clave mediática: "Soy un yonqui de la tele sin volumen a la noche". En la
jerga inglesa, "yonqui" es el adicto terminal a la heroína.
La televisión, heroína de multitudes, comparte su reinado con los sicofármacos: el personaje de Ciudad de
pobres (Alejandro Szwarcman) acaba "durmiéndose en el frasco de calmantes". El Narigón (Daniel Melingo)
ilustra la siniestra popularidad lograda por la cocó en los '90, con final previsible: "Por lo mucho que aspiraba / y
se piantó nomás, intoxicado". Mientras, en La city porteña (María J. Demare), uno se deleita observando que
"una jeringa pisada se lame el asfalto".
Al cabo de 80 años (1926-2006) de ilegalidad y censura, los nuevos poetas del tango revelan que el consumo de
drogas ilícitas se ha extendido y diversificado. La tecnología hizo posible sustancias de difícil identificación,
última camada de drogas sintéticas que cualquier pibe puede llevar en la mochila sin temor a ser descubierto
(4).
Como la famosa letra de Romero en 1926, Mi generación (Iguanatango) también esgrime aires de despedida,
recelosa y fatalista: "Ya no existe un mismo Dios / mientras el mundo va perdiendo su color / drogas sí, o drogas
no / pastillas, coca, hachís y alcohol".
El tango y la droga contiene más de cien textos de tangos y milongas que refieren a diversas sustancias. Los
hay de las primeras décadas del siglo xx y también los hay de principios del siglo xxi, por lo que podemos decir
que abarca cien años de cultura rioplatense que, directa o metafóricamente, ha dialogado con el consumo desde
la pluma y la voz de artistas populares ampliamente reconocidos. El libro devela con placer y sorpresa, propone
verso lunfardo contemporáneo (Tangos Drogos de Marcel García), además de un glosario que hermana la jerga
de la droga con el lunfardo de todo los tiempos. Un libro revelador y entretenido, fruto de una investigación. En
resumen: el mundo de la poesía narco-tanguera. “Las drogas no pertenecen ni al tango ni al rock, pertenecen a
la miseria del hombre, nada más ni nada menos. Las drogas siempre han acompañado al hombre a lo largo de
la humanidad, y habrá que lidiar con sustancias químicas lo que haga falta.” DanielMelingo
“Era otra ceremonia, en el tango la droga era un medio para poder seguir chupando, porque en realidad la
mayoría de los que murieron fue por el escabio.” Cacho Castaña
COMENTARIOS
Tango y Cocaina
Algunos creen y otros afirman que las drogas, son una parte más del oficio del "rock".Esto puede ser porque en
LAS letras se ven reflejadas algunas de esas adicciones
Sin embargo, las drogas como la cocaína y la morfina, entre otras, están presentes en la sociedad por lo menos
desde 1910 y el tango no fue ajeno a ese acontecimiento
La cocaína tiene más de una expresión en el lunfardo (merlusa, chabona, camerusa, falopa, etc.).
En la década del 20, cuando se iniciaba el esplendor del tango, se prohibió el uso de la cocaína. En realidad en
1919, con Yrigoyen en la presidencia, solo las farmacias y las droguerías podían importar opio, morfina, cáñamo
y cocaína. Pero nadie le hizo caso. En esa misma década, antes y después de su prohibición definitiva, la
Los “cabarets” son los centros indicados para el comercio de esta clase de ‘alegrías’”.y ell cabaret, donde se
un tema público. Sin embargo, a lo largo de la década del 20, el uso de las drogas aparece reflejado en los
.El tema más elocuente y más repetido es el del tango “Los dopados”, con letra de Raúl Doblas y Alberto
Weisbach y música de Juan Carlos Cobián (luego será “Los mareados”, con letra de Enrique Cadícamo).
“Rara/ como encendida te hallé bebiendo linda y fatal/ Bebías y en el fragor del champán, loca, reías por no
llorar/ Pena me dio encontrarte pues al mirarte yo vi brillar tus ojos con un eléctrico ardor, tus bellos ojos que
tanto adoré
La descripción de rara, como encendida tus ojos con un eléctrico ardor, mostrarían que más allá de los efectos
del champán, la mujer esta bajo el efecto de la cocaína
"Los Mareados", de Cobián y Cadícamo. Originalmente, se la llamó "Los Dopados", y fue estrenada en 1922 en
el Teatro Porteño. Su letra distaba bastante de la actual y en una de las estrofas que se guardan decía así:
Pobre piba, entre dos copas / tus amores han logrado. / Triste hazaña de un dopado / que hoy festeja el
Cabaret.
Años más tarde, Troilo la descubrió y la rescató, haciendo la versión actual, junto a Cobián. Sin embargo, por
cuestiones de moral militar, durante la censura de 1943 sufrió el cambio de título, así como tantos otros tangos,
y pasó a titularse "En mi pasado". En ese entonces, se censuró el lunfardo y cualquier mención a excesos de
cualquier tipo. La letra también sufrió varios cambios, que le hacían perder su esencia original, hasta que en
1949 se levantó la censura y se recuperó como se la conoce actualmente.
“Griseta” (J. González Castillo, 1924): “Y una noche de champán y de cocó, al arrullo funeral de un bandoneón,
pobrecita, se durmió…”. “Fanfarrón” (E. Cadícamo, 1928): “Son macanas…que por pura fantasía te dopás con
En el clásico “Griseta”, de José González Castillo y Enrique Delfino, de 1924, la descripción del final de la
heroína es bien demostrativo: “Y una noche de champán y de cocó, / al arrullo funeral, de un bandoneón, /
pobrecita, se durmió / lo mismo que Mimí / lo mismo que Manón…”. El sendero que conduce a las noches de
Todos estos versos son de la década del 20, de los años locos en Buenos Aires. El tango canción se incorpora a
esa nube de extranjerismo y consumo, de caminata por la calle Florida y de amoríos en el Bajo. La modernidad
Las drogas han formado parte de las letras de tango, especialmente en la década de 1920.
Manuel Romero y Francisco Canaro escribieron “Tiempos viejos” en el año 1926 y nos dicen: “Te acordás
hermano, que tiempos aquellos…?/ Eran otros hombres, más hombres los nuestros. / No se conocía coca ni
morfina;/ Los muchachos de antes no usaban gomina”. O sea que la cocaína y la morfina eran las drogas
pesadas de esa época lejana.
Si bien el alcoholismo era una adicción muy difundida, no podemos decir lo mismo de las drogas, ya que el
tango, no fue un fiel registro de lo que verdaderamente ocurría.
En 1926 Manuel Romero escribe los versos de Viejos Tiempos y deja un poco en claro que antes de 1910 los
hombres se drogaban solo con Tabaco y Alcoholcuando dice"Eran otros hombres, más hombres los nuestros /
No se conocía cocó ni morfina"
«Te acordás hermano que tiempos aquellos. Eran otros hombres, más hombres los nuestros. No se conocían
cocó ni morfina. Los muchachos de antes no usaban gomina. Te acordás hermano que tiempos aquellos.
Veinticinco abriles que no volverán, Veinticinco abriles, volver a tenerlos, Si cuando me acuerdo me pongo a
llorar».
Recordemos que la penalización del consumo de drogas en la Argentina empezó en el gobierno de Marcelo de
Alvear (Asumió en 1922) pero en julio de 1924 promulgó la Ley 11.309, reprimiendo con prisión "de seis meses
a dos años" al farmacéutico que "venda o entregue o suministre alcaloides o narcóticos sin receta médica"; en
julio de 1926 promulgó la ley 11.331que comprendía ahora también a quienes "tengan en su poder las drogas a
que se refiere esta ley y que no justifiquen la razón legítima de su posesión".
Después del golpe de estado de 1930 En la presidencia de Ramón Castillo, su ministro de Educación Gustavo
M. Zuviría aplicó el canon civilizador a la "barbarie" entonces la censura del lunfardo fue paralela al de las
drogas en las letras de los tangos.
Esta censura le abrió el camino a la década del cuarenta para que sea la de oro del tango, dándole paso a
Hornero Manzi, José María Contursi y Cátulo Castillo y a las orquestas legendarias y clubes llenos de
milongueros, el tango en ese momento dejo a tras su origen marginal y paso a ser popular
Pero no solo las letras, fueron muchos los cantantes y músicos que lamentablemente padecieron las drogas,
uno de los ejemplos mas significativos es el de Aníbal Troilo y su adicción al alcohol y a la Cocaína.
Pero si bien el tango parecía en los años 20 plagado de alusiones a las drogas, ya en 1927 se señala que «en
los viejos tiempos» estas no existían o no proliferaban tanto.
Hoy sigo comentando sobre algunos tangos que guardan secretos, que tal vez ignores. Como decía en otra
oportunidad hasta los tangos esconden…“OTRA HISTORIA”.
DISCEPOLÍN- “Manzi y Troilo”- Ya te comenté sobre los secretos que ocultaba el tango póstumo de Discépolo,
”FANGAL”, cuya letra no pudo terminar y en secreto lo hicieron sus amigos. El tango DISCEPOLÍN, en plena
vida del insigne maestro y compositor donde dos de sus amigos lo componen para manifestar su admiración.
Sin embargo, como tantas veces la tragedia acompañó al brillante artista.
Homero Manzi y Aníbal Troilo, eran los amigos. Manzi internado se siente morir y una noche llama a Troilo para
que fuera al Hospital donde estaba internado. Una frase cierra el mensaje: ”…no llego a mañana. Traé el
bandoneón. ”Así, casi agonizante le fue pasando la letra a su amigo. Y Troilo sobreponiéndose a su dolor,
compone la música sobre la letra que su defalleciente amigo le pasaba.
Con las primeras luces del amanecer terminó el Tango al mismo tiempo que terminaba la vida de Homero,
ilustre letrista.
Cuando le hicieron escuchar el Tango a Discépolo junto con el relato de las últimas horas, no pudo contener el
llanto. Y cada vez que lo escuchaba entraba en sus típicos estados depresivos.
Pichuco hizo todos los pasos que hacían los jóvenes músicos en aquella Buenos Aires de principios del siglo XX.
Tocaba en cafetines, armaba pequeños conjuntos y hasta tocó en una Orquesta de señoritas. En 1937 logró formar
su primera orquesta, que mantuvo hasta su muerte, aunque después de 1955 comenzó a incursionar en otras
formaciones, como el dúo y el cuarteto con Roberto Grela, y el cuarteto con Osvaldo Berlingieri (luego
reemplazado por José Colángelo), Ubaldo De Lio y Rafael del Bagno.
Por su orquesta pasaron los más grandes cantores: Francisco Fiorentino, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero, Raúl
Berón, Alberto Marino, Roberto Goyeneche (cuando todavía era el original y no una mala copia de lo que fue),
Jorge Casal, y músicos como Orlando Goñi, Kicho Díaz, Osvaldo Berlingieri, Ernesto Baffa, Raúl Garello, Julián
Plaza, Astor Piazzolla…
Uno no se muere de golpe, se va muriendo de a poco con cada amigo que desaparece y así llega un momento en
que de Pichuco ya no queda nada", dijo alguna vez. "El bandoneón mayor de Buenos Aires" -título otorgado por
Julián Centeya en 1967 se fue a los 60 años, madrugado bien temprano, como definió su amigo Osvaldo Pugliese
y nos dejó unos tanguitos que ‘mamma mía’ La trampera, María, Milonguero triste, Responso, Barrio de tango,
Che bandoneón, Toda mi vida, Garúa, Pa’ que bailen los muchachos y Sur, con letra de Homero Manzi, el himno
nacional del tango.
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El 11 de julio de 1914, en la zona porteña del Abasto nació Aníbal Troilo, hijo de Felisa Bagnoli y Aníbal Carmelo
Troilo, el menor de los hermanos que fueron Americo, Nicolás, Arsenio, Carmelo, Anunciación y Ernesta. Su
padre falleció cuando quien sería el "Bandoneón Mayor de Buenos Aires", como lo llamó Julián Centeya, tenía 8
años. fue su padre quien le puso el apodo "Pichuco", una de formación de "picciuco" (llorón), en dialecto
napolitano.
"Pichuco" se crió en el barrio porteño de Palermo, y su primera pasión fue jugar al fútbol, que nunca dejó, aún
cuando en sus épocas de gloria terminaba de tocar a las 4 o 5 de la madrugada, y se iba hasta la cancha de
Chacarita Juniors en Villa Crespo para jugar un picado con otros músicos.
Su infancia fue el fútbol, pero cuando terminó la escuela primaria, uno de sus tíos le presentó a Juan Amendolaro,
profesor de bandoneón, con la idea de alejarlo un poco de la calle y así descubrió la que sería la pasión de su vida:
el "fueye".Después de dar los primeros pasos con el instrumento, quizá el más difícil de tocar de los instrumentos
populares, comenzó a estudiar técnica con Pedro Maffia, después de debutar en un festival benéfico con un grupo
de amigos en el cine Petit Colón, en 1926.
Tuvo una repercusión notable y poco después estaba tocando con un cuarteto de señoritas en el café Ferraro.
Luego integró el conjunto de Eduardo Ferro y más tarde el quinteto de Héctor Lagna Fietta. Todos fueron pasos
importantes, de crecimiento y de buenos comentarios. Así, en 1929, todavía con 15 años, se sumó a la Orquesta de
Juan Maglio, "Pacho", que tocaba en el café Germinal.
El 1 de diciembre de 1930 debutó con el mítico Sexteto de Elvino Vardaro, que tenía a otro joven, mayor que él,
que iba a dejar su sello en la música popular argentina: Osvaldo Pugliese. Ya empezaba a jugar en las grandes
ligas. Pasó por la orquesta de Ciriaco Ortiz, por la formación de Julio de Caro y en 1933 debutó en el cine, en la
película "Los tres berretines. Se podría decir que tocó con todos: Alfredo Gobbi, la Orquesta Típica Víctor, el trío
Irusta- Fugazot- Demare, Angel D'Agostino, Enrique Santos Discépolo, Juan D'Arienzo.
Su propia orquesta no tardó en llegar. Debutó el 1 de junio de 1937 en el Marabú y pasó rápidamente al Germinal.
Tras una primera plata grabada con dos obras, Comme il faut y Tinta verde en Odeón, tuvo que pasar más de un
año, por la falta de materia prima para hacer discos, para poder comenzar a pleno su discografía en la casa Víctor,
donde se publicaron sus más grandes éxitos junto a cantores de excelencia: Francisco Fiorentino, Floreal Ruiz,
Alberto Marino, Edmundo Rivero.
En 1951 se produjeron dos grandes cambios en sus contratos. Dejó Radio El Mundo, que lo tenía contratado
desde hacía una década, y dejó también la casa Víctor. Pasó a Radio Belgrano y a grabar en el sello TK, también
en esos años compuso el sainete lírico "El Patio de la morocha", y formó el cuarteto con Roberto Grela en
guitarra.
En el nuevo sello sus cantores fueron Raúl Berón y Jorge Casal, que si bien no lograron el éxito de Francisco
Fiorentino o la trascendencia de Edmundo Rivero, le aportaron su sello de calidad a la mítica orquesta.
En 1957 Troilo volvió a grabar en Odeón, la compañía de sus dos primeras grabaciones, ya con Angel Cárdenas y
un espléndido Roberto Goyeneche, cuando era más cantor que el mito en que se convirtió desde mediados de los
años ’70.
Finalmente, en 1961 volvió a la casa Víctor, donde permanecería hasta el final de su vida. En estos años, seguía
Roberto Goyeneche como cantor y se había sumado Roberto Rufino, que más tarde fueron reemplazados por
Nelly Vázquez, con Tito Reyes, aunque, ya en tiempos de los Long Plays, grabó dos con Roberto Goyeneche.
En 1962, el cuarteto volvió a grabar diez temas más, pero con Eugenio Pro en contrabajo y Ernesto Báez en
guitarrón. La sociedad musical con Grela permitió a Troilo tocar como en los comienzos del tango, “a la parrilla”,
es decir, sin arreglos escritos, con la vieja costumbre tanguera de probar todo en los ensayos.
Su última actuación fue el 17 de mayo de 1975, de la que reproducimos el audio, como bonus track. Al mediodía
del 18 fue internado en el Hospital Italiano del barrio porteño de Almagro y falleció poco después. Luis Adolfo
Sierra, un estudioso de la música ciudadana, dijo en su homenaje que Troilo no había querido ser primero en
nada y sin embargo, había sido primero en todo.
Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche fueron, acaso, los más grandes cantores de Aníbal Troilo,
junto a quien despuntaron sus carreras. De todas las cosas que los unieron, como de las que los
distinguen, la relación con el afamado bandoneonista y director de orquesta es la más entrañable.
Los cantores de Troilo obedecen a una especie de fatalidad: ni antes ni después de pasar por la
orquesta de Pichuco logran igual repercusión o calidad. Rivero y Goyeneche son diferentes. El
nivel de los cantores de Troilo es siempre muy alto, pero ellos dos llegan a conquistar un estatus
mayor. En cuanto se habla del posible heredero de Gardel aparecen, casi siempre, los apellidos de
Rivero y Goyeneche. Cuando Troilo se despide de un cantor, es raro que vuelva a trabajar con él.
También en este caso Rivero y Goyeneche son distintos: pese a dejar a Pichuco, siguen
colaborando con él.
Rivero se une oficialmente a Troilo en 1947 y se separa tres años después. Pero graba más tarde
“La última curda” y sube al escenario del Colón cuando en agosto de 1972 se organiza una noche
consagrada al tango. El listado de artistas es revelador: Florindo Sassone, Horacio Salgán con
Roberto Goyeneche, el Sexteto Tango, el Noneto de Piazzolla y Aníbal Troilo con Edmundo
Rivero. Si al Colón concurre una especie de seleccionado, los dos cantores son Rivero y
Goyeneche. Goyeneche es símbolo de porteñidad. Rivero es lunfa, reo, barrial, pero también un
“cantor nacional”. “El Gaucho Rivero”, le dice Troilo. Goyeneche, que desde 1956 pasa siete años
junto a Troilo, es menos dado a cantar con guitarra(s), pero lo hace cada tanto y de forma
magistral.
Rivero y Goyeneche comparten un barrio (Saavedra), comparten el gusto por bares y esquinas y
hasta la pasión por el mismo equipo de fútbol (Platense). Comparten el rasgo de haber cantado
en la orquesta de Horacio Salgán antes de ingresar en la de Troilo. Y comparten un repertorio
que hace que muchos melómanos debatan caso por caso quién de ellos dos lo canta mejor.
Rivero y Goyeneche son dos cantores de atributos teóricamente extraños al tango. El primero por
su voz grave, que no responde al linaje de tenores ni tampoco a los barítonos atenorados como
Goyeneche. El segundo (rasgo más anecdótico) por ser rubio: una especie de cowboy, según
Pichuco. Es el Polaco, como lo bautiza otro cantor por ese pelo tan rubio.
ELECCIONES OSADAS
Troilo, al tomar a Rivero, hace que el tango adopte a un cantor que parte del público tanguero no
estaba dispuesto a recibir. El gesto osado de fichar a ese cantor con fama de feo y con voz muy
grave marca un antes y un después en la noción de vocalista de tango. Con Rivero, recluta a un
cantor nada típico para una típica. Alguien que es, además, guitarrista, letrista y compositor.
Así como Troilo ve más allá con la elección de Rivero, algo por el estilo sucede cuando le dice a
Goyeneche que es hora de abrir las alas y hacerse solista. No se equivoca. El Polaco pasa casi dos
años sin trabajar, cavila en abandonar el canto. Hasta que llega su éxito masivo. Rivero y
Goyeneche elogian a Pichuco hasta el final.
Rivero es el cantor que corona la década del 40 de Troilo. Goyeneche, el cantor que sobresale en
la década del 50 de Troilo. Rivero y Goyeneche versionan los tangos con tanta identidad que luego
de sus versiones sus colegas de canto hacen un paréntesis de impotencia y admiración. Homero
Expósito le decía al Polaco: “No me cantés más tangos así, tan bien, poniendo los puntos, las
comas y los silencios, porque después nadie más me los interpreta”. Rivero fascina más a los
tradicionalistas; Goyeneche, a los progresivos y a los jóvenes. Si Mercedes Sosa fue la primera
intérprete masiva y consagrada de música popular que elogió abiertamente a
artistas de rock, el Polaco fue el primer “tanguero de ley” masivo que dio ese paso. En 1988
apareció en la película sur, de Pino Solanas, dándose un abrazo de altísimo simbolismo con Fito
Páez.
Goyeneche ha confesado que Troilo le aconsejaba decir el tango sobre el escenario, en vez de
cantarlo. A los puristas les molesta que Goyeneche no respete el compás a rajatabla. Es adrede:
Goyeneche explora el tiempo para caer con sabia pertinencia en los compases que le importan.
También juega con los hiatos y las sinalefas, lo que alborota un poco los tiempos fuertes y la
métrica. Lo que culmina en su famoso rubato.
El fueye de Troilo tiene ese grano, esa significancia. El fueye de Troilo está tocado con el cuerpo
entero. El grano de la voz del bandoneón de Troilo crece año tras año, disco tras disco,
exponiendo siempre su lado vulnerable, más allá de los vaivenes de su orquesta, de los altibajos
lógicos de una carrera artística donde están en juego, a la vez, ejecución solista, dirección grupal
y composición.
La significancia del fueye es cada vez más definitiva y no parece un azar que sus dos cantores
culminantes (el Gaucho y el Polaco) sean los dos con mayor grano.
La cara de la resistencia era la del Gordo Troilo y la voz de esa resistencia la del Polaco. Entre
1956 y 1963 estuvieron juntos. Goyeneche se hizo Goyeneche ahí, en la orquesta de Pichuco. Eran
dos en la misma vereda y con la misma delicadeza para el tango: los rubatos de Troilo eran los
fraseos del Polaco; el vigor tembloroso de Goyeneche era la fortaleza triste del Gordo. Los dos del
whisky y los dos de la noche larga y sin permisos. Troilo hacía un sonido gutural cuando la
orquesta era una sola, cuando todos eran uno con él; el Polaco tenía un cuerpo que le hablaba,
que lo llevaba a estirar los brazos, a estirar las manos, a cerrar los dedos y convertir su voz en un
puño.