Benedito (1982) - El Problema de La Medida en Psicología

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CAPÍTULO 7

EL PROBLEMA DE LA MEDIDA EN PSICOLOGÍA

GLORfA BENEDITO

Reflexionar para medir y no medir para reflexionar.


GASTÓN BACHEtARD, La formación del espíritu científico.

Comenzaremos por puntualizar las cuestiones que tratamos de


desarrollar y responder a lo largo de este capítulo:
La cuestión central se refiere a la relación que existe entre la
cuantificación de los fenómenos de los que se ocupa la psicología
académica y su status como ciencia. Cuestión de fondo que he-
mos visto impregnando los anteriores capítulos sobre el problema
del método, donde ha sido ampliamente debatido. Cuestión crí-
tica porque el hecho mismo de la discusión parece una herejía:
las matemáticas son indiscutiblemente científicas y su utilización
como "método" es, para algunos, una conquista irrenunciable al
par que una prueba de la cientificidad de lo que se estudia.
La cuestión más específica, íntimamente relacionada con la
anterior, se refiere a la posibilidad y legitimidad de cuantificar
en psicología y acerca del lugar teórico que ocupan las conclu-
siones basadas en mediciones.
La formulación de los objetivos de este capítulo deja clara-
mente fuera de los mismos el examen de la cientificidad del
método matemático en sí. Partiendo de la aceptación de las mate-
máticas como continente científico constituido, nos interesa la
legitimidad de la importación de las matemáticas al campo de la
psicología y si basta esa importación para decir que la psicología
ha adquirido cientificidad o luce ya hábitos científicos.

CUANTIFICACIÓN Y CIENCIA

La postulación de que el problema de la ciencia es una cuestión


de método, la aceptación de que existiría una relación directa
[156]
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 157

y proporcional entre cuantificación y ciencia, entre el uso de este


método privilegiado que sería el matemático y la cientificidad
de las conclusiones a que se arribe, es solidaria con una determi-
nada concepción de la ciencia y de las características diferencia-
les del conocimiento científico: la que sustenta el positivismo,
movimiento filosófico surgido en la primera mitad del siglo xix
con Augusto Comte, de quien puede consultarse su Discurso so-
bre el espíritu positivo (1844), que intentaremos caracterizar en
sus aspectos más importantes. No se nos escapa el carácter esque-
mático de este resumen, pero es necesario explicitar de alguna
manera sus aspectos centrales para comprender la ideología que
impregna a muchos desarrollos y racionalizaciones de la psicolo-
gía académica, para tomar lo que a nosotros nos interesa:
En primer lugar, el conocimiento científico es caracterizado se-
gún un modelo acumulativo. La ciencia se constituiría por un
progreso lineal, continuo, sin saltos, desde las primeras etapas,
vacilantes y precientíficas, hasta etapas más avanzadas de la mis-
ma; a las que se habría arribado por simple acumulación de he-
chos, observaciones, experiencias y verificaciones que habrían
permitido "acercarse" más al objeto en cuestión y a la "verdad"
oculta del mismo. De allí la importancia que se le concede al
método matemático para expresar experiencias y verificaciones
que son así consideradas más precisas. Concepción del conocimien-
to científico que desconoce que él mismo procede a partir de una
ruptura, la ruptura epistemológica, la ruptura con las eviden-
cias, con las exjjeriencias cotidianas, con el sentido común, en
síntesis, con lo ideológico y no en continuidad con ellos, según lo
desarrollado ya en los capítulos 1, 2 y 5.
En segundo lugar, consecuente con la concepción del conocimien-
to científico que acabamos de exponer, el positivismo privilegia
la observación de hechos. ¿Qué es observar? En el cap. 6 sobre
método experimental y clínico en psicología, ya se adelantó la
siguiente proposición: "es la comprobación de los hechos tal y
íomo se presentan espontáneamente". ¿Y qué son los hechos?; las
cosas o acontecimientos abordables por la observación, son fenó-
menos u objetos de la experiencia. Se trata de la regla fundamen-
tal de Comte: "que toda proposición que no es estrictamente
reducible al simple enunciado de un hecho, particular o general,
lio puede tener ningún sentido real e inteligible". "La pura ima-
ginación pierde así irrevocablemente su antigua supremacía men-
tal y se subordina necesariamente a la observación." ^
' Comte, Augusto, Discurso sobre el espíritu positivo, Buenos Aires, Aguilar,
\'.m, p. 54.
158 LOS MÍTOOOS DE LA PSU;OLO(.ÍA

El positivismo quedaría caracterizado como un empirismo (véa-j


se cap. 10).
En tercer lugar: ¿para qué observar hechos?, para tormular
leyes a partir de ellos. Escuchemos a Comte: "la revolución fun-
damentai que caracteriza la virilidad de nuestra inteligencia con-
siste esencialmente en sustituir en todo la inaccesible determina-
ción de las causas propiamente dichas, por la simple averiguación
de leyes, o sea, de las relaciones constantes que existen entre los
fenómenos observados".'-^
No se trata ile una simple observación ocasional y ociosa, sino
de una observación cuidada y controlada, que nos permitiría
hablar de experimentación, para establecer precisamente regula
ridades en Jos /lechos, regularidades que no abren juicios sol)re
las causas, ya que éstas, para Comte, nos remiten a problemas
metatísicos extraños a la ciencia. La deducción de esas regulari
dades, la formulación de esas leyes deducidas ile los hechos, per-
mitiría volver sobre los mismos para explicarlos (círculo vicioso
del positivismo) (cap. 5).
En cuarto lugar: ¿cuál es el objetivo, el "destino de las leyes
positivas" para usar las palabras de Comte?: la "previsión racio-
nal". "En estas leyes sobre los fenómenos consiste realmente la
ciencia para la que los hechos propiamente dichos, por muy exac
tos y numerosos que pudieran ser, no significan jamás otra cosa
que materiales indispensables"; "el verdadero espíritu positivo
consiste, sobre todo, en ver para prever, en estudiar lo que es
para deducir lo que será".-'
Poder prever y predecir hechos y acontecimientos, permití
también aumentar el margen de eficacia en el control de los mis-
mos; de allí la "utilidad" de la ciencia, de allí el "poder" de la
ciencia. Esto nos permite señalar cómo esta concepción de h
ciencia responde a una determinada demanda social en un mo
mentó histórico preciso: ascenso de la burguesía como clase do-
minante que necesita de un saber "útil", un saber que sirva a su
lucha por el control y el dominio de la naturale'za y de los hom-
bres. Por ello, el positivismo representa algo más que una con-
cepción sobre el quehacer científico, se inscribe en el marco ck
una ideología de clase, la ideología de la burguesía, en lucha, pol
aquel entonces, con los restos de la ideología feudal.
En quinto lugar, y para terminar esta breve y esquemática ca
racterización del positivismo, nos referiremos al dogma que l¿

' C;omte, op. cit., p. S.'i.


' Comle, .\., op. cit., p. 59-60.
EL PROBLEMA DE l.A MEDIDA 159

unificaba: el dogma del progreso. Durante el feudalismo domina-


ba la creencia en la inmutabilidad del orden establecido, frente a
ello la burguesía opuso la creencia en el progreso, donde progreso
científico, tecnológico y social, eran considerados indisolubles.
"Por su naturaleza absoluta, y, por consiguiente, esencialmente
inmóvil, la metafísica y la teología no podrían significar, ni la
una ni la otra, un verdadero progreso, o sea im avance continuo
hacia una meta determinada".' El lugar de la metafísica y la
teología dominantes en la Edad Media, será ocupado por el "es-
píritu" positivo. Pero a esa formulación del progreso podríamos
preguntarle: ¿avance continuo de quién? Augusto Comte nos di-
ría de la "humanidad". Respuesta que enmascara algo: la di-
visión y la lucha de clases que caracteriza la "humanidad". ¿Cuá-
les son esas metas a alcanzar? ¿Metas absolutas establecidas tie
una vez para siempre como objetivos indiscutibles de la "humani-
dad"? ¿Quién las estableció, cuantío, por qué, para qué?

Volviendo a la cuestión que nos llevó a hacer una sintética carac-


terización de la ideología positivista, para especificar las condi-
ciones y concepción que determinan la creencia en una relación
directa y proporcional entre cuantificación y ciencia, podemos
ahora avanzar un poco más sobre otros aspectos implícitos en esa
postulación:
La ciencia es concebida como la representación formal del ob-
jeto dado empíricamente. Representación formal que haría ne-
cesario el código matemático para que pueda iiablarse de ciencia.
Por este camino se desemboca en la distinción entre ciencias for-
males y ciencias tácticas. Estas últimas solo podrían alcanzar el
rango de las primeras al expresarse en el lenguaje de lo formal,
esto es, cuantificando sus resultados y estableciendo leyes o regu-
laridades entre los mismos.
Se considera que la dimensión cuantitativa es inherente a la
esencia de los fenómenos y hechos que se ofrecen a nuestra obser-
vación, tlimensión que puede "extraerse" de ellos aplicando el
método cuantitativo a las observaciones y datos obtenidos por
experimentación. Se desconoce que la cuantificación es posible
cuando se dispone de ese objeto formal y abstracto que es el
número, producto de la práctica científica de las matemáticas. Es
decir, tpie el número no surge por un proceso de abstracción-ex-
tracción de una dimensión cuantitativa que estaría en la esencia
o como escondida en las cosas. La creencia pitagórica en la pre-

' Comte, A., op. cit., p. 111.


160 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

existencia de lo cuantitativo lleva incluso a suponer que el mun-


do estaría estructurado matemáticamente. Antes de los números
decimos "mucho" o "poco", después de los números, de la produc-
ción de ese objeto formal abstracto, decimos "cien" o "cincuenta".
Si la ciencia es un proceso de acumulación de datos sobre un
objeto observado, hay ciencia en la medida que aumenta la
precisión, precisión que sería solidaria del método cuantitativo.
La expresión numérica de un fenómeno o una relación sería ga-
rantía de exactitud en la observación, de rigor en la formulación
de la ley y de precisión en los límites de la predictibilidad. De
este modo se reduce el problema de la ciencia a una cuestión
de método. Es notoria la distancia entre esta posición y la concep-
ción discontinuista materialista explicitada y fundamentada en
capítulos anteriores.

CUANTIFICACIÓN EN PSICOLOGÍA

Al comenzar nuestro siglo la psicología necesitaba transformarse


en un saber "útil" y también mostrarse como ciencia. ¿Cómo ha-
cer para transformar esa disciplina, menospreciada por la "gente
de ciencia", considerada mera especulación filosófica, metafísica,
cuando no obra de charlatanes que no merecían crédito ni aten-
ción o que, a lo sumo, era vista como una extensión de la fisio-
logía de los sentidos? El status científico alcanzado por otras dis-
ciplinas y, en particular, la misma fisiología, ponía de relieve su
método, el uso de la experimentación y la cuantificación de los
datos. Autores como Marx y Hillix manifiestan: "No debe sor-
prender que la psicología, que había sido una suerte de prima
segunda de la ciencia, se vuelque cada vez más hacia las mate-
máticas buscando una puerta de acceso a la respetabilidad".^
George Politzer refiriéndose a la misma situación destaca que esta
"pariente lejana" recibía las matemáticas de tercera mano, luego
de su amistad con la fisiología quien a su vez la tomó de la
física, única ciencia que la recibió directamente.
Es decir, la psicología de la conciencia, impregnada por la ideo-
logía positivista dominante a fines del siglo xix y comienzos del
XX, condicionada por una demanda en cuyo centro está la ne-
cesidad de observar hechos y sus regularidades, para poder pre-

' Marx, Melvin y Hillix William, Sistemas y teoría psicológicos contempo-


ráneos, Buenos Aires, Paidos, 1969, p. 387.
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 161

ver, para poder controlar, introduce el método cuantitativo en


su campo de acción que, en adelante, y en forma solidaria con el
cambio metodológico, será el de la conducta como manifestacio-
nes observables, tratando así de alcanzar el rango de ciencia. Se
trataba de cambiar de hábito, en vez de especular había que
experimentar, calcular y medir, para lograr respetabilidad, pero,
sobre todo, buscando esa "eficacia" que la ideología positivista
espera de la ciencia. En el caso de la psicología para el control
de la conducta, la meta soñada por ese "revolucionario" de la
psicología que fue John Watson.
En términos más inocentes y para aquéllos que no intenten
leer entre líneas los únicos objetivos perseguidos serían:
objetividad, prescindiendo al máximo en los juicios y observa-
ciones del punto de vista del observador.
comparabilidad de los datos obtenidos en distintos momentos
y por distintos observadores.
comunicabilidad de los mismos usando ese "lenguaje" univer-
sal que serían los números.
y, sobre todo, verificabilidad de las conclusiones elaboradas.
Volveremos más adelante sobre el significado de esa palabra "ve-
rificabilidad".

¿QUÉ ES MEDIR?

La definición más sencilla nos dice que medir es asignar números


a objetos o acontecimientos de acuerdo con ciertas leyes. El pro-
ceso según el cuál "el hecho se vuelve número" según A. Ba-
diou.*
Es comparar un objeto o acontecimiento con una escala o uni-
dad de medida, el metro por ej., que es arbitraria y convencio-
nal. La comparación debe respetar ciertas reglas y de ese proceso
fie medición se obtiene un resuludo, un número que expresa cuán-
tas veces el objeto o acontecimiento contiene la unidad de medida.
Así, los elementos distinguibles en el proceso de la medición
son:
Un instrumento o escala de medida. Ejemplo el metro. En el
caso de la psicología, los tests mentales (sus haremos) a los que
dedicamos un capítulo aparte.

" Badiou, Alain, El concepto de modelo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972,
t>- 25.
162 LOS MÉTODOS DE LA PSICÓLOGO

Una técnica de medición que está en función del instrumentoj


y de las propiedades del objeto a medir. Así, no se puede mediij
la altura de una persona con una balanza, es necesario el metrúj
y el sistema decimal, y es preciso usarlo correctamente, por ej-í
ponerlo vertical a partir del punto de apoyo en que está eí
sujeto en cuestión parado y paralelo al mismo. En el caso de
la psicología los manuales de los tests mentales son fundamen-í
talmente el conjunto de técnicas o procedimientos para su us6
correcto.
El sistema de los números, sobre cuyo concepto aclararemos algo
más en el párrafo siguiente.
Establecimiento y justificación a priori del cumplimiento de l^
regla del isomorfismo, sobre la que también volveremos enseguir
da, sin la cual no hay medición aunque se haya procedido a asig*
nar números a objetos o acontecimientos. É
Análisis y reflexión en torno a los datos numéricos que aporta
nueva información al permitir la interpretación de los datos obteí
nidos sobre el fenómeno en cuestión. Para ello, se opera sobre e|
sistema de los números y se usan modelos matemáticos que, graciaá
al isomorfismo o correspondencia previamente definido, hace poJ
sible obtener nueva información sobre el fenómeno en estudio
por el método hipotético-deductivo.

¿Qui SON LOS NÚMEROS?

Una exposición amplia de este tema nos alejaría de la problemái


tica que nos ocupa y tendría que encuadrarse en el marco del
una reflexión epistemológica sobre las matemáticas y de una
consideración de la historia de dicha ciencia.
Sólo nos interesa aquí precisar lo siguiente: los números son ob-
jetos formales abstractos, productos de una práctica científica.
Esa práctica fija sus propiedades y los designa con signos que en
nuestro idioma son uno, dos, tres, etc. Es decir, el número no
es una abstracción de la cosa contada, no es un atributo de la
cosa contada a la cuál estaría estrechamente ligado; es lo que
permite contar las cosas, lo que abre la dimensión de la mag-
nitud. U n "montón de piedras" es un "concreto real"; "cien
piedras" es el concreto de pensamiento que me permite dar cuenta
de ese concreto real, pero que no es ni está oculto en ese con-
creto real, "cien piedras" no es el "montón de piedras". Es inútil
buscar el número "100" entre las piedras. El número es aportado
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 163

por la actividad científica de los matemáticos que está ya incor-


porada al patrimonio cultural de los sujetos individuales que
cuentan objetos. Tampoco es una entidad mágica o metafísica
que ordene el caos de lo fenoménico. Por ser una producción
científica integra un verdadero sistema conceptual que elimina la
arbitrariedad en la utilización de esos signos.

LA REGLA DEL ISOMORFISMO

Medir es asignar números de acuerdo a ciertas reglas. La más im-


portante de estas reglas es la del isomorfismo. Según ella, para
que la medición tenga validez debe haber una correspondencia
entre las propiedades del fenómeno a medir y las propiedades del
número que, como ya hemos planteado, están determinadas por
una ciencia, las matemáticas, que eliminan la arbitrariedad en
el uso de los mismos si se quiere que el signo del número siga
significando un número.
Veamos con un ejemplo sencillo la importancia del punto que
estamos desarrollando: supongamos que queremos medir la al-
tura de dos personas (Juan y Pedro). Para ello usamos como
escala de medida el sistema métrico decimal y, colocando una
varilla graduada en función del mismo (llamada metro), en for-
ma vertical a partir del piso, contamos cuántas veces está con-
tenida en cada una de las personas hasta el límite superior de la
cabeza (porque hasta allí llega el intervalo llamado altura de una
persona). Producto de esta simple operación son medidas: Juan
mide un metro y Pedro dos metros. ¿Para qué nos ha servido
esto? ¿Para qué medir y asignar números? Bueno, por ejemplo,
para decir qué relación hay entre Juan y Pedro en cuanto a sus
estaturas, no hace falta proceder a ver cuántas veces Juan está
contenido en Pedro (superponiéndolos), pero además, dispone-
mos de números y operando con las propiedades de los mismos
podemos prescindir de esos objetos concretos reales que son
Juan y Pedro, pero para volver sobre ellos con nuevas conclu-
siones. Por ej., las propiedades del número nos permiten realizar
la siguiente operación: 2:1 = 2, y esto nos proporciona un co-
nocimiento de esos concretos reales, Pedro es el doble que Juan.
Hasta aquí respetamos las propiedades del concepto número.
Pero introduzcamos una variante en el ejemplo: supongamos
<)ue nuestros dos sujetos de experimentación están detrás de una
lortina de modo que el observador sólo percibe sus cabezas sobre-
164 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍjS

saliendo por arriba de ella. El observador que, supongamos, IM


puede correr la cortina, decide medir lo mismo la estatura di
ambos; parte de la presunción que deben estar parados sobre é\
piso y realiza la misma operación que hemos descrito en la pri;j
mera parte del ejemplo, llegando incluso a la misma conclusióna
Pedro es el doble de alto que Juan. Supongamos ahora que el
observador sí está en condiciones de correr la cortina y conoceij
las propiedades de lo que estuvo midiendo y se encuentra cort
que Pedro no está parado sobre el piso sino arriba de una meJ
sita de un metro de altura; entonces, la operación ha arrojadoj
resultados no válidos porque dos es el doble que uno siempre
y cuando se cumpla el requisito que permite usar el sistema dq
los números enteros, que tiene como origen común el cero. Es
decir, por haberse dejado de lado ciertas propiedades del íenój
meno no se ha cumplido la regla del isomorfismo que restringe!
la validez y el sentido de las mediciones. Podríamos aún supoi
ner una tercera posibilidad para este experimentador: luego dé
correr la cortina, de despejar el obstáculo, puede rectificar ej
error y usar, ahora sí con propiedad, los números; en ese caso
está en condiciones de descontar de la altura de Pedro el metrol
que corresponde a la mesita y, operando con los resultados^
llegar a la conclusión que Juan y Pedro miden igual.
Podemos entonces apreciar lo que ocurre cuando no se cumple
con el isomorfismo: aunque tengamos números, aunque hayamos
asignado números en el proceso de la supuesta medición, no hay
medición; no hay tampoco números, hay en todo caso el signo
del número; pero además, hemos enmascarado con el número,
con el método de la cuantificación, el desconocimiento de la
estructura que determina los fenómenos de la que no puede dar
cuenta un método, aunque sea el tan prestigiado de la cuanti-
ficación, sino una práctica científica.

ANÁLISIS CRÍTICO DEL PROBLEMA DE LA MEDIDA EN PSICOLOGÍA

Dos cuestiones principales nos habíamos propuesto abordar en


este capítulo: ¿Determinan los métodos la cientificidad de un pro-
ducto teórico? El concepto de ciencia que se ha desarrollado y
aplicado en este texto y el tratamiento de dicha cuestión en el cap.
5, nos permitía, desde el comienzo, dar una respuesta negativa a
esa presuposición. Pese a ello, insistimos haciendo un análisis, en
los párrafos con que comenzamos, de la concepción de ciencia que
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 165

hace depender la cientificidad del producto de la metodología


usada y, sobre todo, de una metodología experimental que permita
la cuantificación y formulamos en términos más específicos esa
cuestión: ¿el uso del método cuantitativo da a la psicología el
status de ciencia?
Para abordar ese tema retomaremos el problema del isomor-
fismo o determinación de la correspondencia entre las propieda-
des del número, que es tarea de la matemática, y las propiedades
del fenómeno a medir, que es tarea de la disciplina que ha rea-
lizado la importación del método cuantitativo, en nuestro caso,
la psicología. La psicología enfrenta, por tanto, una doble res-
ponsabilidad: por una parte, fijar las características del fenóme-
no a medir y, por otra, fundamentar la posibilidad y legitimidad
de la importación de un método que tiene pleno rigor en el
continente de la ciencia que lo produjo a otro campo donde tal
rigor debe quedar, automáticamente, puesto en tela de juicio
hasta que se demuestre lo contrario.
Con frecuencia se observa en la abigarrada literatura psico-
lógica que se recurre al uso de los números mientras que, al
mismo tiempo, se desconoce lo esencial de sus propiedades. Para
ejemplificar esto recurriremos al uso que se hace de las llamadas
escalas nominales: los internados en un hospital tienen un nú-
mero que los identifica, el de la cama que ocupan; supongamos
que Juan tiene el número 25 y Pedro el 50, olvidemos que aquí el
número no es número sino una simple etiqueta y juguemos
con las propiedades del mismo que nos permite por ej. decir
50:25 = 2, sigamos adelante con el juego propuesto y saquemos
conclusiones, como ser, que Pedro tiene el doble que Juan; pero
¿el doble de qué? ¿de camas?, ¿de alguna enfermedad? La res-
puesta dependerá de la hipótesis de que se partió y que se pre-
tende "verificar" con el uso del método cuantitativo. La trampa
está en que no se ha respetado el concepto de número y se
operó con sus propiedades. El ejemplo dado es de las llamadas
escalas "nominales", el número está allí en función de simple
etiqueta, se las considera un nivel inferior de medida pero
medida al fin, por muchos autores que no se resignan a que no
están midiendo nada en realidad y que están haciendo un uso
abusivo del método cuantitativo. Incluso algunos matemáticos
han denunciado que la escala nominal no proporciona medidas
ni permite operar con las propiedades del número. Existen otras
escalas de medida en las que no entraremos porque no hacen
al objetivo del presente análisis y que pueden consultarse en
las obras específicas.
166 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOCfA|j

Estos son ejemplos de un uso inapropiado y bastardo del mé-ij


todo cuantitativo. Nuestra intención, sin embargo, va más alláj
de la crítica del "buen" o "mal" uso del instrumento matemático.;!
Queremos cuestionar la legitimidad misma de su utilización conj
vistas a obtener productos científicos en psicología. i
En lo que hace al manejo de las propiedades del fenómenoi
a medir ¿qué se mide en psicología? En el capítulo donde se tratóf
el problema del objeto de esa disciplina, se vio, en primer tér-,
mino, que no había sido propuesto a lo largo de su desarrollo,
un objeto sino múltiples: la mente, la conciencia, la conducta, la,
personalidad, etc. La posibilidad de usar el método de cuanti-,
ficación en psicología se da en forma paralela y solidaria al:
viraje producido a comienzos del siglo xx acerca de ese objeto.*
Nos estamos refiriendo a la tendencia objetivista en psicología,)
fundamentalmente al conductismo que, fiel a la ideología positi-.
vista que lo impregna, declara la muerte de la conciencia como?
objeto de estudio de algo que quiere llegar a ser ciencia; parajj
ello su objeto debe ser "objetivo", observable, positivo; sólo hayl
ciencia de hechos observables y, en cuanto al método, no puede!;
seguir siendo la introspección sino que debe recurrirse a la obser-a
vación y la experimentación. Es sobre lo observable y experi-
mentable que pueden hacerse mediciones, sobre las manifesta-:
ciones conductales. Muchos manuales de la psicología académica
se limitan a justificar la posibilidad de cuantificar en esta disci-
plina y se asevera la cientificidad de los resultados porque previa-
mente se asignó a la psicología un objeto que hacía posible el i
uso del "método propio de la ciencia". Limitémosnos acá a;
recordar algo ya desarrollado con amplitud en el capítulo "¿Quéj
entienden los psicólogos por Psicología?": que ese objeto es el
propio de una práctica ideológica.
Con respecto al conocimiento sobre las propiedades del fenó-|
meno a medir en psicología, las manifestaciones conductales, po-i
demos imaginar distintas posibilidades;
Ignorancia total. Posibilidad mitológica en cuánto el solo he-
cho de vivir con otros nos asegura una representación de qué>
es eso de conducta y algunas de sus propiedades, por ejemplo, ser
el resultado de cambios producidos en el medio ambiente o en el
organismo.
Un "conocimiento" o, más propiamente, un saber llamado "vul-
gar", es decir, esa representación que todos tenemos de lo que
es la conducta y de alguna de sus propiedades, basada en la ob-
servación y vivencia de los hechos que nos rodean y de los nues-
tros propios, en las evidencias, en el sentido común, que lleva
I L PROBLEMA DE LA MEDIDA 167

II esa creencia bastante generalizada: "todos somos un poco


I)sicólogos". A partir de esta posibilidad cabe describir dos
actitudes que podrían darse: a] la del psicólogo tildado de "no
(ientífico", cuando no de charlatán, que a partir de esas evidencias
lotidianas de manifestaciones conductales, especula tratando de
sacar conclusiones que vayan más allá de lo meramente evidente.
I)] la del psicólogo que, partidario de esa tendencia positivista
(on sus implicaciones metodológicas y objetivistas, sostiene que
solo podrán considerarse conclusiones científicas aquéllas que ha-
yan usado el método experimental y aplicado la cuantificación
a las manifestaciones conductuales observables por todos, evidentes.
Esto último precisamente es lo que nos interesa desarrollar
para poder responder a esa pregunta que hemos fijado como
meta: ¿el uso del método cuantitativo determina la cientificidad
(le la psicología? Vamos a esquematizar el procedimiento que se
seguiría en una investigación que, partiendo de evidencias, expe-
rimentando y cuantificando, sostiene que llega a conclusiones
científicas. Damos por descontado que se trata de investiga-
dores que conocen qué es número y sus propiedades y qué es
medir, es decir, capaces de hacer un "buen uso".
El primer paso, antes de efectuar la medición, es saber qué
se quiere medir. Supongamos que se quiere medir inteligencia,
lo primero será explicitar qué se entiende por inteligencia y
;iquí debemos marcar el primer problema que surge: al recurrir
a la psicología (¿o las psicologías?), suponiendo que existe un
concepto de esta "facultad mental" que sea claro y preciso, el
investigador se encuentra con un espectáculo que muy bien
¡juede ser llamado de torre de Babel: la palabra inteligencia
está usada multitud de veces con significados distintos. Fren-
te a ello, los más optimistas esperan que algún día surgirá
un gran acuerdo entre las diferentes escuelas y autores, de modo
incluso de poder elaborar un diccionario aceptado por todos.
Aún cuando esto pudiera concretarse tampoco implicaría "solu-
ción", ya que la falta de acuerdo conceptual es precisamente el
síntoma de falta de "conceptos", es decir, de un trabajo cien-
tífico que los haya producido. Y sigue en pie el problema de
nuestro investigador que quiere medir inteligencia, o, para ser
más precisos, lo que la inteligencia permite hacer (ya que solo
pueden cuantificarse "manifestaciones" conductales). Nuestro in-
vestigador no se amilana frente a esta torre de Babel y dando
la espalda a sus cultores que tratan de llegar al cielo, prefiere
mantener los pies en tierar y da el siguiente paso:
El segundo paso será tener en claro para sí y explicitar
168 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

qué es eso que pretende medir elaborando una definición ope->


racional o funcional. Por ej., en el caso de la inteligencia, esa
definición no abre juicio, al menos explícitamente, sobre lo
que tal facultad o capacidad es, sino que es un acuerdo o con-
vención sobre lo que ella permite hacer, cómo se manifiesta,
para medir entonces sus rendimientos y, en todo caso, inferir
luego sobre la capacidad que los haría posible. Así, puede par-
tirse del supuesto que inteligencia es la capacidad de adquirir
conocimientos (una definición posible), en cuyo caso se la podrá
medir construyendo un test que permita una especie de catastro
sobre los distintos conocimientos apropiados por una persona y
que se suponen "indicadores" de esa capacidad". Aquí tene-
mos que señalar el segundo problema: ¿de dónde parte esa
definición operacional?; ¿cuál es su status epistemológico? La defi-
nición operacional, también llamada funcional, sintetiza experien-
cias, hechos cotidianos, apariencias, sentido común; es una abs-
tracción razonada; es el producto de una práctica ideológica;
Veremos si los pasos posteriores justifican hablar de una práctica
científica o si se persiste en el plano de una práctica ideológica.'
El tercer paso que daría el investigador sería construir una e»í
cala, un instrumento de medición, un test por ej., a partir del
que se obtienen cuantificaciones, datos expresados numérica-i
mente, sobre la manifestación conductual que se quiere medir eni
los sujetos a los que se aplica dicha escala. Aquí dejamos señalado
el tercer problema, que desarrollaremos en el capítulo dedicado
a los tests mentales: tampoco la presencia de estos instrumentos
garantizan un producto científico, sino la reproducción de la!
materia prima de que se partió: abstracciones razonadas de la prác-
tica ideológica.
El cuarto paso será sacar conclusiones elaborando matemáticaJ
mente los datos numéricos obtenidos. Conclusiones que se refieren
a los individuos en cuestión y a la naturaleza del fenómenoi
medido. Marcamos aquí el cuarto problema, el raÁs importante: al
terminar el ciclo de la investigación, el experimento y la aiantifi^
cación, estamos en el mismo plano del que se partió: una prác-
tica ideológica. De ninguna manera se ha conquistado, por eí
simple uso de un método, un producto científico que permita daf
cuenta de ias manifestaciones conductuales en cuestión. Tenemos,^
sí, abstracciones razonadas con precisiones cuantitativas, producto
de práctica ideológica o bien materia prima para una práctica;
científica. Así, para seguir con nuestro ejemplo, se partió de la
definición operacional que acuerda que "inteligencia" es la capa-
cidad de adquirir conocimientos; al terminar, lo único que pode-
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 169

mos concluir es que los que tienen más conocimientos son los
más inteligentes. Hemos llegado a saber cómo se presentan las
cosas ante una indagación que presumimos objetiva. Esto no es,
en sí, desdeñable. El problema es que pretendemos tener u n
conocimiento científico cuando, en realidad, este último impli-
caría saber por qué las cosas se nos presentan con la apariencia
que tienen; cuál es el mecanismo de producción de los resul-
tados que hemos alcanzado.

En síntesis: la aplicación del método cuantitativo en psicología


no es lo que puede permitir a ésta lograr un status científico.
¿Por qué? Porque se ha permanecido en el plano de una prác-
tica ideológica:
Porque no se ha producido un objeto formal abstracto que
permita dar cuenta, explicar, los hechos observados, las manifes-
taciones conductuales. Por eso comenzamos el capítulo con una
frase de Bachelard que sintetiza muy bien esta situación: "refle-
xionar para medir", es decir, medir, cuando es posible la cuanti-
ficación, luego de haber producido ese objeto teórico que es el
objeto formal abstracto, porque en este caso sí estamos realizando
una práctica de verificación científica. La práctica teórica se
compone de dos momentos fundamentales: el primero, momento
de trabajo teórico conceptual en donde se produce el objeto de
conocimiento; el segundo, que es el momento de la reproduc-
ción metódica del objeto, que es un trabajo conceptual-experi-
mental en el que habrá de determinar si el método cuantitativo,
como cualquier otro, tiene o no posibilidad de ser apropiado a
los objetivos, condiciones de aplicación, e t c . . . ; "y no medir para
reflexionar", es decir, pretender llegar a la teoría por simple acu-
mulación de datos, aunque tengan precisiones cuantitativas. Po-
demos muy bien retomar aquí la sentencia de Bourdieu que sirve
de epígrafe al capítulo 5": "El hecho científico debe ser conquis-
tado, construido y comprobado."
Porque el producto es una reproducción de las evidencias de
las cuáles se partió. La diferencia está en que al comenzar
eran evidencias vagas, imprecisas, y al terminar el ciclo experi-
mental son evidencias con precisiones propias de la cuantificación.
Pero permanecemos en el plano del reconocimiento — descono-
cimiento: reconocemos las evidencias, podemos aportar precisio-
nes; desconocemos la estructura que determina esas evidencias, esas
manifestaciones conductales, y que permitiría explicarlas y dar
cuenta también del por qué de esa evidencia. Es, usando la ex-
170 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

presión de Thomas Herbert, una "realización de lo real".^ Se


arriba a respuestas que estaban ya presupuestas en la pregunta
como lo hemos visto en el ejemplo que usamos anteriormente.
Asi, el lugar del método cuantitativo, su valor, depende de la
práctica en que esté integrado. En una práctica ideológica, antes
de tener teoría científica, es verificación, precisión, reproducción
de evidencias, de abstracciones razonadas. En el marco de una
práctica científica puede estar:
a] Aportando precisiones sobre esas abstracciones razonadas pro-
ducto de la práctica ideológica, que pueden estar en el punto de
partida, como materia prima, de la práctica científica en el mo-
mento de la ruptura, de la producción del objeto de conoci-
miento.
b] Integrando, si es pertinente la importación del método a la
nueva ciencia constituida, un trabajo conceptual-experimental que
intenta la reproducción metódica de efectos de conocimiento pro-
ducido en la primera etapa, de fundación de la ciencia.

Podríamos acá formularnos otra cuestión: si hemos hablado de


ruptura epistemológica en el caso del psicoanálisis freudiano, si
hemos hablado de práctica científica: ¿qué lugar tiene y tuvo la
cuantificación en este espacio teórico? Podemos decir al respecto:
Freud no requirió cuantificaciones para producir el objeto teó-
rico de su ciencia. Tampoco le fue algo totalmente ajeno; así, en
una carta a Fliess, de 1893, el manuscrito B, dice: "Como intento
preliminar, he comenzado una serie de cien casos de neurosis
de angustia, y me agradaría reunir series similares de neurastenias
masculinas y femeninas, así como de las distimias periódicas, más
raras. Naturalmente, el término de comparación necesario sería una
segunda serie de cien casos nerviosos",^ pero no conocemos que
haya continuado ni dispuesto nunca de esas estadísticas que hubie-
sen permitido aportar "precisión" en ciertas comparaciones, y no
sabemos si terminar la frase con un "por desgracia" o "por suerte".
Después de la ruptura, sabemos que Freud expresó en muchas
oportunidades que esa "energía libidinal" que postulaba debía
ser susceptible de algún tipo de cuantificación, de medición, en la
medida que se postulaban transformaciones cuantitativas y un
principio de conservación, pero no conocemos intentos al respecto.

' Miller, Jacques-Alain, y Herbert, Thomas, Ciencias sociales: ideología y


conocimiento, Buenos Aires, Siglo XXI, 1971, p. 52.
' Freud, Sigmund, Los orígenes del psicoanálisis, t. ni de las Obras com-
pletas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1968, p. 649.
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 171

EL USO DE MODELOS Y EL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Podríamos caracterizar como posición extrema la de aquéllos in-


vestigadores que se limitan a una acumulación de datos mate-
matizados obtenidos por el proceso de observación experimental
de hechos. Se trata de una posición infrecuente ya que la nece-
sidad de poner a prueba las hipótesis previamente formuladas so-
bre los hechos, que pueden ser ya aquéllas definiciones operacio-
nacionales que mencionamos, y la necesidad de llegar a formu-
lar una ley, hace preciso el uso de modelos. Modelos matemá-
ticos cuando se han aplicado métodos cuantitativos en el estudio
de la conducta humana.
El modelo, considerado una representación simplificada de los
atributos del objeto o situación real a estudiar es supuesto como un
momento importante para llegar a la teoría científica. La aplicación
de un modelo es lo que permitiría describir y analizar los hechos
observados y realizar predicciones, en ausencia de los mismos,
gracias a la regularidad de su acontecer.
Como representación simbólica, el modelo es un objeto artifi-
cial, construido y, por ello, controlable. Según los objetos que
abarquen pueden ser "abstractos", modelos teóricos o mate-
máticos, conjunto de enunciados hipotéticos "cuya coherencia y
cuyo posterior desarrollo deductivo quedan garantizados por una
codificación generalmente matemática"» o montajes materiales di-
versos, tales como la maqueta de un edificio, etc.
Veamos cómo se alcanzaría el conocimiento científico con la
intervención de esa herramienta que sería el modelo:
debe realizarse una observación de los hechos en cuestión. Ob-
servación que debería ser "objetiva", "neutral".
formular el modelo adecuado que permita "informar" sobre
los hechos observados. Formulación que es una verdadera "inter-
vención teórica".
confrontar el modelo con la realidad para permitir la descrip-
ción, análisis y previsión en esta última, lo cuál remite al pro-
blema de la confiabilidad y adecuación del modelo.
Ahora bien: ¿cuál es el modelo confiable? Dos respuestas nos
serán dadas desde una posición positivista:
aquél que esté construido según la realidad empírica;
aquél que pueda informar sobre la realidad empírica.
Se trata del círculo vicioso del empirismo, donde está vigente
el dualismo de la concepción positivista de la ciencia que con-

" Badiou, Alain, op. cit., p. 15.


172 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

sidera a ésta como representación formal de los hechos. Porque


¿cómo saber si el modelo está construido según la realidad si
hace falta el modelo para informar sobre ella?
Llegados a este punto deberemos limitar nuestra exposición
sobre el concepto de modelo ya que no es el objetivo del pre-
sente trabajo y el tema sería material para indagar extensa y pro-
fundamente. Sólo queremos dejar puntualizados los aspectos que
hacen al desarrollo de nuestra temática específica:
Los modelos matemáticos son un resultado de la práctica cien-
tífica, su producto, un producto de las matemáticas en este caso
y no una representación del concreto real.
Esos productos pueden luego pasar a ser utilizados, en los mon-
tajes experimentales, como medios de producción de nuevos
conocimientos y también como medios de reproducción de las
condiciones de producción. Es decir, pasarán a ser herramientas
de trabajo.
Como herramientas de trabajo podrán ser usadas dentro del
mismo campo científico que los produjo o bien fuera de ese
campo específico. En este último caso se abre la problemática
de probar la validez y pertinencia de dicha exportación.

u s o DEL MODELO ESTADÍSTICO EN PSICOLOGÍA

No vamos a desarrollar acá el tema de la estadística y más especí-


ficamente de la misma aplicada en psicología. Daremos los desa-
rrollos mínimos necesarios para fundamentar nuestras conclu-
siones. Quien desee profundizar el tema puede recurrir al abun-
dante material bibliográfico respectivo." Las cuestiones que
nos interesa abordar son: ¿por qué se usa el modelo estadístico
en psicología?; ¿el uso de este modelo matemático garantiza la
cientificidad de las conclusiones?; ¿qué status epistemológico tie-
nen esas conclusiones?

"• Pueden consultarse al resjjecto: Blalock, Hubert, Estadística social, Mé-


xico, Fondo de Cultura Económica, 1966. Murat, Franco, Estadística. Aplicada
a las ciencias de la conducta, Universidad Nacional de Cuyo, Fac. de Cien-
cias, Argentina, 1965. McCormick, Thomas, Técnica de la estadística social,
México, Fondo de Cultura Económica, 1954. Yule y Kendall, Introducción
a ¡a estadística matemática, Madrid, Aguilar, 1964. Bancroft, Huldah, In-
troducción a la bioestadistica, Buenos Aires, Eudeba, 1961. Estos títulos no
agotan en modo alguno el material respectivo, en ellos podrá consultarse otro
material bibliográfico.
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 173

¿POR QUÉ SE USA DE MODELO ESTADÍSTICO EN PSICOLOGÍA?

La elección del modelo con el cual analizar el fenómeno ob-


servado e incluso cuantificado y efectuar predicciones acerca del
mismo, deberá considerar la suficiente coherencia entre las ma-
nifestaciones del fenómeno en cuestión y las proposiciones del
modelo. Para usar modelos es necesario comprobar que en las
manifestaciones del fenómeno a examinar se da una cierta regu-
laridad.
Ciertos fenómenos exhiben una regularidad de tipo estadís-
tico. Por ejemplo, los fenómenos meteorológicos, los conductua-
les, e t c . . . Los mismos se caracterizan porque son expresión de
multitud de causas, multitud de variables con las cuáles no se
puede proceder de acuerdo a los procedimietos típicos de expe-
rimentación, por ej. de la física. En este caso es posible la re-
producción experimental en laboratorios, bajo condiciones con-
troladas, donde 2>ueden seleccionarse y aislarse variables para ob-
servar efectos y establecer leyes. Cuando se trata de explicar la
conducta de una persona hay que remitirse a una multitud de
variables que se intrincan a lo largo de la historia vital del sujeto
en cuestión pero, además, que hacen a la estructura social en la
cuál ese sujeto está inserto y sujetado; son causas que no sólo
no se pueden controlar experimentalmente (por ejemplo, por-
que son pasado), sino tampoco determinar en qué proporción y
en qué forma inciden en la conducta actual observada como para
usar fórmulas matemáticas del tipo de las ecuaciones algebrai-
cas. Sin embargo, hemos dicho que son fenómenos que exhiben
una regularidad, la regularidad de tipo estadístico. Tendremos
entonces que aclarar un poco más sobre la palabra estadístico.
Es un término usado desde hace tiempo; etimológicamente vie-
ne del latín status, es decir, todo lo referente al estado polí-
tico. "La administración de los estados exigía la recopilación
y análisis de datos relativos a la población y a la riqueza a los
fines de la guerra y de las finanzas. Gradualmente fueron obte-
niéndose datos de índole más variada para uso general del go-
bierno".*^ Aquí se incluirían los métodos estadísticos que se usan
para sintetizar los datos en forma adecuada, adecuada a las ne-
cesidades, a la demanda que determinó la investigación en cues-
tión. Por ej., si se desea conocer la distribución demográfica de
una población, el dato a recolectar será la edad de los inte-

" Croxton, F., y Cowden, D., Estadística general aplicada, México, Fondo
de Cultura Económica, 1962, p . 10.
174 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA I

grantes de la misma y una síntesis adecuada se expresaría en


porcentajes que indiquen qué parte del total constituye cada
edad, o una pirámide, representación gráfica donde figura el
porcentaje de la población dividida en distintos estratos según
intervalos de edad, e t c . . .
Sin embargo, en el momento actual el término se ha amplia-
do y los modelos estadísticos, usados para procesar los datos
que obedecen a multitud de variables que no pueden controlarse
ni se conocen con precisión, se relaciona con otro capítulo im-
portante de las matemáticas: el cálculo de las probabilidades.
Los modelos estadísticos se aplican a los llamados fenómenos es-
tadísticos y los fenómenos estadísticos son fenómenos probabi-
listicos. Tendremos entonces que aclarar brevemente qué signi-
fica esto de probabilístico para seguir adelante. Para ello vamos
a apelar a un ejemplo: si se arroja un dado al aire, el resul-
tado a obtener es un fenómeno aleatorio, al azar, casual (por
diferenciación con causal; si el dado estuviese bastante cargado, el
mayor peso sobre una de las caras sería la "causa" de que caiga
siempre sobre ella). Frente a un fenómeno de este tipo no pode-
mos establecer leyes que nos permitan preveer con exactitud el
resultado. Pero hay ciertos límites dentro de los cuáles puede
ocurrir el fenómeno y a esos límites sí se los puede conocer y
calcular. En el ejemplo dado, al arrojarlo al aire solo tenemos
seis posibilidades, seis posibles resultados: que salga 1, o 2, o 3,
o 4, o 5, o 6; también se puede calcular qué posibilidades tene-í
mos de obtener uno cualquiera de esos resultados, por ej., la
posibilidad de que salga la cara marcada con el 3, es de una
en seis, es decir, i/é (norque son seis las caras del dado, seis los
resultados posibles). Es decir, hay una regularidad y previsibi-
lidad que permite hacer un cálculo y a partir de allí sacar'
conclusiones; por ej., no podría deberse al azar que un dado
caiga siempre de un lado, es algo referido a su construcción o
características o manera de tirarlo, etc., que determina ese resul-
tado y se puede, a partir de allí, seguir investigando.
Pero ¿qué tiene que ver el modelo estadístico con la psicolo-
gía?, ¿por qué es ése el modelo usado? Y esto es muy importante:
en psicología se usa el modelo estadístico a partir de la consi-
deración de que la conducta humana es un fenómeno de tipo
probabilístico. "Considerando que la conducta es un fenómeno
estadístico, por lo menos desde un punto de vista macroscópico,
es lógico intentar descubrir las tendencias de las reacciones por
medio de un conjunto de variables probabilísticas"... "Si la
conducta es un fenómeno estadístico por su naturaleza real o si
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 175

aparece tal a raíz de condiciones no controladas o no controlables


no nos interesa. En ambos casos, sostenemos que un modelo pro-
babilistico es adecuado para describir una variedad de resultados
experimentales a nuestra disposición." ^^ Respecto a estos fenó-
menos, tendrían cabida no sólo los métodos estadísticos que se
refieren a la recolección y síntesis adecuadas de los datos, sino
también aquellos que permitan, a partir de los datos que ha sido
posible obtener (generalmente una "muestra" del total), ciertas
conclusiones generales (abstracciones razonadas) basándose en el
cálculo de probabilidades. Las conclusiones serán estimaciones
probables y se expresan en esos términos; por ej., existen 20 posi-
bilidades sobre 100 que los pobladores de una ciudad crucen la
calle con el semáforo en rojo y 80 posibilidades en 100 que
lo hagan los visitantes que arriban de zonas rurales. Es decir, el
modelo no sólo fija las reglas para extraer conclusiones sino tam-
bién, las condiciones experimentales en que deben obtenerse los
datos (por ej. que esa "muestra" debe ser obtenida en forma
aleatoria, etc.).

¿GARANTIZA EL MODELO ESTADÍSTICO LA CIENTIFICIDAD DE LAS


CONCLUSIONES EN PSICOLOGÍA? STATUS EPISTEMOLÓGICO
DE LAS MISMAS

La pregunta nos pone nuevamente frente a la suposición de que la


cientificidad de un producto depende del método. Sobre este
particular creemos llevar desarrollado lo suficiente como para no
insistir más. Recordemos además que un modelo matemático im-
portado por otra disciplina que no lo produjo es sólo un instru-
mento que reproduce las condiciones de su producción.
La utilización del modelo estadístico en psicología pone en
claro que se parte de evidencias, con todo lo que implica de reco-
nocimiento/desconocimiento. El hecho de aceptar que la con-
ducta es un fenómeno estadístico es la declaración del desconoci-
miento de la estructura que la determina. Desconocimiento del
proceso de sujetación, del aparato psíquico y del conflicto que
puede estar determinando esa conducta con todas sus caracterís-
ticas y apariencias.
Es decir, al no disponerse de la teoría científica que permita
dar cuenta de los hechos observados, las conclusiones basadas

" Bush y Mosteller, citado en Murat, Franco, op. cit., p . 124.


176 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

en tales modelos matemáticos permanecen en el terreno de una


práctica ideológica. Su resultado es una reproducción de las evi-
dencias, en la medida en que el modelo elegido condiciona la
situación experimental y los límites de las conclusiones; por ej-,
que el fenómeno observado se debe o no al azar con tal grado
de probabilidad que se expresa en porcentajes o proporciones.
Pero, frente a esas conclusiones, se adoptan dos actitudes:
a] no se las "explica", se da el dato y nada más.
b] se "explica", es decir, se dan "razones" para explicar esas ma-
nifestaciones conductales, incluso se pueden sugerir "causas". Pero
¿desde dónde? Seguramente no desde los números obtenidos o
del modelo matemático usado, sino desde la teoría científica si
es que existe. Pero como no existe, precisamente se está tratando
de conseguir la "ciencia", se lo hace desde las nociones ideoló-
gicas que maneja el experimentador en cuestión para interpretar
lo concreto real, que pueden tener aspecto de "teorías" (ideolo-
gías teóricas).

Para finalizar este capítulo y mostrar cómo juegan los modelos


matemáticos que, como todo instrumento, no son "neutros" en su
elección y utilización, nos referiremos brevemente a un modelo
estadístico muy usado en psicología: el de la distribución normal
o curva de Laplace y Gauss, nombres de los autores que deter-
minaron sus propiedades. La representación gráfica es la siguiente:

FiG. 1: Representación gráfica de la distribución normal

Como distribución de datos apunta a que los más frecuentes son


los valores medios de una determinada variable, por oposición a
ambos extremos. Fue Quetelet uno de los primeros que aplicó
el modelo en el estudio de un fenómeno concreto: la distribución
EL PROBLEMA DE LA MEDIDA 177

de las estaturas de 10 000 soldados; al ordenar y representar


gráficamente los datos obtuvo una curva simétrica muy similar
a la curva normal. Es decir, que predominaban las estaturas "me-
dias, promedio o normales estadísticamente, que quiere decir lo
más frecuente", y eran escasos los altos o bajos y muy escasos
(extremos de la curva) los enanos y gigantes. ¿Cómo interpretó
estos datos Quetelet?: si las cosas tal como existen, si los fenó-
menos tal como se dan, obedecen a un plan divino y el plan
divino es perfecto, lo perfecto, lo "normal", lo "que debe ser",
son las alturas promedio; los gigantes y enanos son errores de
la naturaleza porque no pueden serlo del plan divino. De paso,
esto nos permite aplicar todo lo desarrollado acerca de cómo el
simple uso del método experimental, de cuantificadones y de
aplicación de modelos matemáticos no garantiza de ninguna ma-
nera conclusiones, productos científicos; y cómo, si no hay teoría
científica que dé cuenta de los hechos se los "explica" desde las
nociones ideológicas en las que está posicionado el investigador.
Las conclusiones actuales en psicología, o en sociología, donde
este modelo es muy usado, estarán por supuesto muy lejos de este
pensamiento metafísico y teológico de Quetelet, aunque pertenez-
can al mismo registro ideológico. ¿Qué significa el uso de ese
modelo para describir los fenómenos de conducta?, ¿el "ajustar"
los datos para poderlo aplicar (usando una metodología de reco-
lección de datos condicionada por el modelo que se piensa usar,
por ej. el uso de determinada técnica de muestreo)? Hay implí-
cito un presupuesto: lo que abunda es el término medio, y el
término medio es aquéllo que es más frecuente; usando termi-
nología estadística: abunda lo normal y lo normal es lo que
abunda. ¿Pero, por qué la mayoría se comporta así, como la ma-
yoría, como los "normales"? El individuo que exhibe un com-
portamiento "normal" es el que cumple con determinadas nor-
mas, las establecidas por la estructura social, la cual dispone de
aparatos (ideológicos como la escuela, de represión, etc.) para
asegurar que los individuos se inserten en el lugar que tienen
asignado en la estructura y cumplan con lo que se espera que
hagan, piensen y digan. La existencia de esa estructura, con sus
aparatos, con su peculiaridad, explica por qué la mayoría de
integrantes de la misma en un determinado momento histórico
"adhiere" a normas y ¡jautas de conducta comunes. Entonces,
"normal" está significando "adaptado" a las normas. ¿Y los extre-
mos de la curva? Son los "anormales", los que no se ajustan
a las normas vigentes y a las pautas de conducta establecidas, el
"error de la naturaleza" de Quetelet, las fallas en el proceso de
178 LOS MÉTODOS DE LA PSICOLOGÍA

sujetación de un individuo a la estructura social. Podríamos pre-j


guntarnos entonces si es tan "neutra" la elección de determinado
instrumental de trabajo, de determinado modelo estadístico. Ei^
este caso, el modelo resulta bastante "útil" para detectar la^
fallas del sistema. ¿Quizás para que el sistema no falle?

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