Obra Dino Armas

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uy

“DIA LIBRE”

de Dino Armas

Personajes: MARTA
SEÑORA
VIEJA
SUSI

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Prohibida su reproducción total o parcial, sin expresa autorización del autor.
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MARTA - (escribiendo, muy inclinada sobre el papel, algo encorvada. De tanto en tanto,
no escribe y dice al público su texto.) ...es por eso que estoy tan contenta. Tengo
un cuarto muy lindo. Chiquito pero lindo. Y una cama para mí sola. Y un ropero
que fue de la señora antes de casarse, con un espejo precioso... y es tan grande
que la ropa me baila adentro. Acá sí mamá, que podrías poner toda tu ropa y la
de Braulio, y la de Rosina y la de Martincito... y todavía sobraría lugar. El
ropero es de una madera muy fina. Finísima. Da gusto verla y tocarla. Y la
señora lo quiere tanto... Cuando entré lo que más me recomendó ella, fue que no
lo rayara y que siempre lo tuviera en condiciones. Y sabés? Los días que tengo
libres, me quedo acá y me dedico a limpiar y lustrar el ropero... el espejo me
queda ni que soñado. Le paso una franela con alcohol. El otro día me animé y le
pedí a la señora que subiera a verlo. Me felicitó por lo bien que lo tenía. Que ni
ella, de soltera, lo cuidaba tanto como yo. Y en eso de cuidar y limpiar salí a
vos, no? (Un foco ilumina a Señora, se oye su tema musical.)
SEÑORA - (imperativa.) Marta... ?
MARTA - Sí, señora …
SEÑORA - Marta... (se oye hablar a la vieja) Está ocupada? Puede venir un momento?
MARTA - (bajo.) Sí, voy... voy... Y el baño, un chiche. Está al lado de mi cuarto.
También es chiquito. Pero para mí sola está bien. Tiene azulejos blancos y...
(marca pausa y con un tono entusiasmado)... y un termofón. Y tengo agua
caliente cuando quiero. Hasta me baño de gusto. (otro tono.) Hoy no salí. Por
eso te estoy haciendo esta carta tan larga. Pero el jueves me veo con la Susi. No
sé si te acordás; es aquella muchacha que vivía cerca de casa. También está
empleada, pero con retiro, no con cama como yo. Susi dice que lo de ella es
mejor. Yo no sé. Yo estoy bien así. Al final quedamos en vernos. Ya le avisé a
la señora. (cambia el tono.) Acá el tiempo está horrible. Allá cómo está? Se
sigue inundando el puente? Cada vez que llueve me acuerdo de las veces que
tenía que andar por el barro. Me sacaba las alpargatas porque sino después se
me quedaban duras como piedras... Qué cosa rara son los recuerdos, no? Antes
no me gustaba andar por el barro y rabiaba como loca... y ahora, cuando veo
llover, me acuerdo de eso y me da gusto recordarlo. Por qué será así? (Se
ilumina a Señora que ahora se mueve.)

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SEÑORA - Marta, trate de no llegar muy tarde.


MARTA - Sí señora. (En un pantallazo se ilumina a Susi, en otro extremo del escenario,
que prepara una mesa. Marta se desplaza y queda frente a Señora.)
SEÑORA - Ah; ya que sale, no sacaría la basura? Florencia ya se fue y no sé porque no la
sacó. No sé dónde tiene la cabeza esa muchacha. (Marta toma un paquete
grande envuelto en nylon negro.) Marta, recuerde lo de la hora. No me gustan
las muchachas que trasnochan. No rinden lo que deben. Se les pegan las sábanas
y después andan de mal humor. Y yo no voy a pagarles para que duerman y
trabajen mal no? Mire que muchachas con cama se consiguen muy fácil. Lo
difícil es dar con gente como nosotros. Usted no piensa como yo? (antes de que
Marta conteste, se escucha: )
VIEJA - Florita, vení a tomar la leche, Florita.
SEÑORA - (se adelanta y cambia el tono y la actitud; al mismo tiempo, como un flash, se
ilumina a Vieja.) Esa vieja otra vez ahí. Casi en la puerta de la casa. Es como
una pesadilla. Si hasta la he visto hacer sus necesidades en la vereda. Un
verdadero asco. Por qué no se va a otro barrio? Hay tanto cantegril por ahí. Pero
no, ella, día y noche está echada ahí... Hay veces en que se queda parada, quieta,
sin moverse y mirando fijo las ventanas. Es como que vigila el movimiento de la
casa, como si quisiera meterse adentro. Y si le da por robar algo? El otro día el
hibisco apareció con unas ramas arrancadas... Y si me envenena a los perros? Se
ve que es capaz de todo. Es de lo peor. Si la muy atrevida hasta hace fuego en la
vereda y calienta no sé que porquerías...Mirá si en un arranque tira un palo y
prende fuego a la casa? Hum. debe ser una loca; una de esas que se escapan; o
de las que echan los propios familiares porque ya no las aguantan más. Ah, no,
no; yo no tengo porque soportarla casi, casi frente a mis narices. Si hasta puedo
sentir, desde acá, ese olor agrio que debe tener. Ya mismo llamo a los bomberos
o al 911 para que vengan a llevársela.
MARTA - No quiere que yo le hable? No me cuesta nada. A lo mejor le digo que salga y
se va...
SEÑORA - (se ha detenido y mira fijo a Marta y con aire desconfiado.) No me va a salir
ahora con que es amiga suya? Capaz que cuando mira y mira es porque la anda
buscando...

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MARTA - No, señora. Yo no la conozco. Pero ya que voy a salir, al pasar puedo decir que
se vaya.
SEÑORA - Yo, igual, voy a llamar. (Marta comienza su mutis. La Señora la detiene con
su parlamento.) Ah, Marta, no le deje la bolsa de basura al alcance de la mano.
(sin mirarla, gira y sigue hablando. Marta, mutis.) No vaya a ser que todavía,
encima se malacostumbre. Que vaya a buscar la basura de los pobres no la de
nosotros. (la luz baja sobre ella. En la oscuridad, Señora repite la última frase
mientras Marta deposita la bolsa de basura. Las acciones que siguen en
silencio: Susi sigue aprontando la mesa; Vieja respira fuerte y deja rodar una
botella que tenía en la mano. Señora hace mutis y observa detrás del telón.
Marta se detiene al lado de Vieja.)
MARTA - (suave.) Señora...doña...(Vieja no reacciona. Marta da unos pasos como para
retirarse, se arrepiente y se vuelve. Toca suavemente a la otra.) Soy yo...
VIEJA - (se despierta alterada, en su movimiento hace rodar la botella más lejos.) No, no
me lleven...no me encierren con las otras...son malas...
MARTA - Soy yo: Marta.
VIEJA - Ah...Eh...? Ah, nena...vos... Dame la basura. (se la saca bruscamente) Estaba
soñando...
MARTA - (sin saber que decir.) Si...
VIEJA - Vos soñás?
MARTA - Sí. Pero nunca me acuerdo de lo que sueño.
VIEJA - Uff...La basura de los ricos no sirve para nada. Pura caja de remedios. Yo sueño
tantas cosas...y en colores...
MARTA - Yo sueño con monstruos? Esos son los únicos sueños que yo recuerdo. Y
después me despierto toda transpirada y sin saber dónde estoy. Si en mi casa, si
en lo de mi patrona o en medio de la película …
VIEJA - (ríe bajo. Como para ella.) Yo sueño con gente de verdad...(sombría.)...que, a
veces, son peores que los monstruos tuyos... a veces sueño con mi marido que
me pegaba tanto...o con mi hija...la Florita...que se fue no sé a dónde...La
Florita...(la mira con atención y cambia de tono.) Qué pinta, che...Hoy no te
obligaron a ponerte el uniforme? Parecés otra; no sé, más chiquilina...

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MARTA - Hoy es mi día libre. Y voy a la casa de una amiga. (le estira un paquete.)
Tome.
VIEJA - (aferrándose al paquete.) Qué es?
MARTA - Unos sándwiches. La patrona me dio que estaba harta de comerlos y que los
tirara. Y yo, sin que ella se diera cuenta, los guardé para usted...Son pocos...
VIEJA - Y por qué no te los comiste vos?
MARTA - Yo, allá, siempre tengo algo de comida. Usted acá, con el frío...le van a venir
bien.
VIEJA - Frío? ( riendo gatea hasta la botella y toma por el pico.) Con esto no hay frío que
valga para mí. (se limpia la boca con la manga.) Ahh...(limpia el pico de la
botella usando otra vez la manga y se la estira a Marta.) Querés un traguito?
MARTA - No, gracias. (de tanto en tanto “marca” un lugar con la vista como si supiera
el lugar donde Señora la mira. Vieja abre el paquete.)
VIEJA - Así que me trajiste sándwiches? Serán finísimos porque tu patrona es de paladar
negro. (va a comer, se detiene.) Tomá, comete uno. Estás flaquita...
MARTA - No, no. Ya me tengo que ir...
VIEJA - Te miro y me hacés acordar a mi hija la Laurita. La Laurita era flaca, flaca como
un palo de escoba. Pero linda, lindísima...
MARTA - Recién dijo que se llamaba Flora...
VIEJA - Flora...? Flora...? No, mi hija se llamaba Laura y se fue un día con un tipo alto y
con bigotes... Vos no la viste por ahí? Yo siempre la ando buscando. A veces
paro a alguna muchacha en la calle, pero no es mi Laurita... sí, sí; mi hija se
llama Laura...(muy bajo, casi no se la oye.)...creo...
MARTA - Sabe...? Mi patrona dijo que se fuera de acá...sino ella...
VIEJA - (alterada.) Tu patrona no sabe que la vereda es de todos y de nadie? Es mía, tuya,
de Laura...
MARTA - Dijo que iba a llamar a la policía.
VIEJA - Y que la llame. Por el caso que le van a hacer. Y si me llevan, mañana vuelvo a
ponerme aquí y chau. Y este lugar me lo gané. Es mío. Y no puede venir nadie
más. Mirá lo que encontré hoy. (revuelve en un bolsón.) Es linda, no? (le
muestra una muñeca sin cabeza o sin cara.)Es linda, verdad? Yo nunca tiraría
una muñeca. Y vos?

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MARTA - Seguro que mi Señora nos está mirando...


VIEJA - Y que nos mire. Por qué no baja ella y me dice en mi cara que me vaya? Já, qué va
a venir. Te manda a vos. Ella no se anima...
MARTA - Yo le dije que usted, capaz, que a mí me hacía caso...
VIEJA - Hacerte caso a vos? No le hice caso a mi marido que era un vasco cabezón que ni
te cuento. Por qué te tengo que dar corte a vos? Vos que sos la sirvienta de ella...
(se va poniendo cada vez más agresiva. Forcejea con Marta. Le quita el saco
que lleva ésta en los brazos) Yo nunca fui sirviente de nadie. Capaz que vos
estás de acuerdo con ella. A lo mejor a vos también te molesta que yo esté aquí.
MARTA - No. A mí, no. Le juro que no.
VIEJA - Vos sos una mosquita muerta. (le tira bruscamente el saco a los pies) Sos igual a
la Florita. Nadie daba un cobre por ella y se mandó a mudar sola a Buenos
Aires, sin importarle nada de mí... (Marta camina) Tenés miedo. Vos Tenés
miedo. Tu patrona tiene miedo. Pero yo no le tengo miedo a nadie. (Vieja da un
trago a su botella y vuelve a ovillarse repitiendo todo el parlamento anterior
pero ahora en forma desordenada. Marta se desplaza por escena hasta quedar
frente a Susi. Cuando Vieja termina de repetir su parlamento la luz sube fuerte
sobre Susi y Marta.)
SUSI - Che...al fin. Pensé que me ibas a hacer la pera otra vez.
MARTA - Te dije que iba a venir, no?
SUSI - Pero demoraste tanto que pensé que a último momento tus patrones...
MARTA - Es que aproveché a pasar por el correo.
SUSI - Qué suerte que viniste. Te costó dar con la casa?
MARTA - Un poco, pero le pregunté a un señor y di lo más bien.
SUSI - Yo te expliqué claro como llegar. Hasta lo apuntaste y, creo que te lo hice leer
como tres veces; no?
MARTA - Sí; pero yo que sé. No me doy cuenta de las cosas. Y no salgo tanto como vos.
Porque vos, sí, que conocés Montevideo, no?
SUSI - De arriba abajo. También tantos años viviendo aquí.
MARTA - Sí...(pausa corta donde las dos se miran, paradas, casi sin saber qué hacer o
de qué hablar. Reacciona Susi y se desplaza con movimientos rápidos y habla
en voz más alta que hasta ahora.)

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SUSI - Sentate, che. (le indica la silla.) O nos vamos a quedar paradas como dos pavas
todo el día? (lo hace Marta.) A vos te gusta el mate? O ya te contagiaste de tu
patrona y tomás té con sacarina?
MARTA - Cómo sabés que ella toma el té con esa cosa?
SUSI - La sacarina?
MARTA - Sí, el primer día, cuando empecé con ella, me dijo alcánceme la sacarina. Y yo
la miré con una cara. Le había entendido harina y pensé: una de las dos está
loca. Porque ponerle harina al té no pega, no?
SUSI - Ni con cola.
MARTA - Entonces, la señora, al ver que yo no reaccionaba, dio un suspiro. De esos que
da ella y me llevó hasta el botiquín del baño. Lo abrió y allí estaba la dichosa
cosa esa. Cuatro frascos tenía...
SUSI - (filosófica) Tu patrona, mi patrona, todas las patronas como la gente tienen frascos
y frascos de sacarina para sus tecitos, como dicen ellas. Sí, toman té; por lo
menos delante de nosotras. Capaz que en los días que nos dan libres se
empachan de mate.
MARTA - Capaz...
SUSI - Total no me contestaste, nena. Tomás mate, sí o no?
MARTA - Si es dulce, sí.
SUSI - Menos mal. Porque si decías que no...Mirá, tengo todo pronto. Mate, bizcochos
rellenos, servilletas...Estoy contenta de verte. De veras, eh? Y eso que allá no
éramos amigas. Conocidas de vista, sí; como todo el mundo. Pero amigas, lo
que se dice amigas; no. Tomá. (le alcanza el plato.) Probá uno.
MARTA - Después...
SUSI - No estarás haciendo cumplidos, no?
MARTA - Después como.
SUSI - Vos perdoname; yo me voy a comer uno. (mira y elige.) Este. Hace rato que te
estoy esperando m´ijita. (come con ganas.)
MARTA - Cómo supiste dónde trabajaba?
SUSI - (con la boca llena.) Por la Tita. Ella me dio tu teléfono.
MARTA - Ah...la Tita. Se casó y dejó de trabajar.
SUSI - (cáustica.) Sí, me dijo. Ahora es la sirvienta del marido.

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MARTA - Pero, no...


SUSI - Cómo qué no? Se metió con un viudo, mayor que ella y con tres hijos. Ahora tiene
que cuidarlo a él, porque siempre está enfermo; y lavar y cocinar para cinco,
contándola a ella. Y todo ese trabajo, gratis.
MARTA - La Tita estaba muy contenta...
SUSI - Hum; bien dicen que sarna con gusto, no pica. Yo la encontré de casualidad y no
sé cómo salió la conversación de vos y me dio tu teléfono. Ah, che, dónde estás,
te dijeron algo porque te llamé tantas veces?
MARTA - No. Como a mi no me llama nadie...
SUSI - Y te tratan bien?
MARTA - Sí...Y a vos cómo te tratan?
SUSI - (suficiente.) Hace años que estoy en la misma casa. Me conocen y los conozco.
MARTA - Y no pensás cambiar?
SUSI - Para qué? Más vale malo conocido que bueno por conocer. (se apoya en su
televisor y lo señala) Ta, ta, ta, tan. Mirá que tele que tengo!!!
MARTA - Te compraste televisión?
SUSI - No. Es de mis patrones. La tenían los chiquilines arruinada. Fijate, ellos tienen dos
televisores color y uno en blanco y negro. Esta la tenían para jugar. Entonces un
día se las pedí.
MARTA - Y te la regalaron...?
SUSI - Tas mal? Me la prestaron. Y el arreglo lo tuve que pagar yo. (insistente con el
plato.) Tomá. Servite uno. Me da no sé que comer sola. (Marta se sirve.) Son
riquísimos. Los hacen con manteca. Son de esa panadería grande que está en la
esquina. Hay rellenos de dulce de leche y con membrillo. (comienza a servir el
mate, cantando. Se lo toma ella. En el medio se detiene.) Ay, perdoná che! No te
doy el primero porque, a lo mejor, te me ofendés. No dicen que el primer mate
es el de los bobos?
MARTA - Bobo es el que no se lo toma. Así decía siempre mi mamá...(Vieja tararea una
canción de cuna. Cambia la luz.) Mamá, qué estará haciendo ahora? (tema de
Señora. Susi queda en pose fija y Marta se desplaza hacia Señora. Luz sobre
ellas.)

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SEÑORA - Ay, Marta. Pensar que en esta época hay gente tan boba todavía. Que se
buscan las cosas solas. Vio Marta, que a la muchacha de enfrente, la señora no
tuvo más remedio que echarla?
MARTA - No, no sabía...Por qué?
SEÑORA - Porque se le embarazó. No podía presentarla así, de ese modo, delante de los
conocidos. Todo el mundo sabe que la chinita era soltera... ( otro tono.) Ustedes
a veces hablaban...
MARTA - Sí, a veces...pero, yo, de verdad...
SEÑORA - Usted no será de esas, no? De esas que en los días libres salen por ahí y
después se aparecen con una panza llena que les llega hasta la boca?
MARTA - No, yo no.
SEÑORA - Sepa, que tanto el señor como yo, le prohibimos que se embarace; si es que
quiere seguir en esta casa. Por suerte, y toco madera sin patas, de todas las
muchachas que han pasado por aquí-que han sido bastantes- ninguna nos dio ese
disgusto. No vaya a ser que usted, ahora, sea la primera. (cambia la luz. Hora la
Señora en pose fija y se retoma acción en la casa de Susi, escuchándose además
algún murmullo de Vieja. Susi le ofrece el mate a Marta)
MARTA - Susi, sabés que mi madre se embarazó otra vez?
SUSI - Tu vieja? Vos disculpame por lo que te voy a decir, pero tu vieja no está un poco
bellota para andar de encargue?
MARTA - Sí...no está en edad. En la carta me puso que fue un descuido. Pobre...
SUSI - Un descuido al que va a tener que alimentar, cuidar, vestir...
MARTA - Por eso mismo yo le compré unos pañales preciosos y hoy ya se los mandé.
Después pienso comprarle un conjunto que vi en...
SUSI - Vos no estás en condiciones de gastar; o sí?
MARTA - Y, no. Mucho no puedo. Pero descuido o no, va a ser mi hermano y la tengo
que ayudar de alguna manera. (le da el mate.) Gracias, no quiero más.
SUSI - Buen provecho.
MARTA - Estaba muy rico.
SUSI - (alcanzándole el plato.) Queda el último. El cumplimiento. Comelo.
MARTA - Yo estoy llena.

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SUSI - Y yo también. Mirá (lo parte en dos.) Lo comemos las dos y chau. Servite. (le da
un trozo.) Prendo la tele?
MARTA - Si vos querés... (Susi lo hace. Cambio de luz. Se repite juego anterior. Tanto
los televisores de Señora y Susi pasan el mismo programa en vos muy baja. Se
oye a Vieja gritando: Florita!)
SEÑORA - (exageradamente alterada.) Marta...Marta vio esa noticia tremenda de la
televisión? Creo que a usted le va a interesar.
MARTA - Todavía no terminé de planchar...
SEÑORA - Iba a llamarla para que la viera. Pero estaba tan interesante que no me quería
perder ningún detalle. Mostraron todo. Todo. La casa donde trabajaba.
Entrevistaron al almacenero, al portero y hasta a la madre de la infeliz. Lloraba
tanto la pobre mujer que partía el alma...Y también mostraron cuando la ladrona
bajaba del patrullero. Se tapaba la cara con un saquito...Claro, ahora tenía
vergüenza. La tendría que haber tenido mucho antes. No le parece? Antes,
cuando se animó a robar lo que no era de ella. Robar en la casa donde le daban
de comer. Es de no creer...
MARTA - La que robó era de la familia?
SEÑORA - (sentenciosa.) Era la sirvienta. Hizo entrar al amigo y entre los dos
desvalijaron la casa.
MARTA - (bajo.) Ay, señora...qué horrible...
SEÑORA - Por suerte la agarraron en seguida. Ni tiempo tuvieron de gastar nada. Quién
sino una sirvienta podría ser la autora de algo así? No existe otra posibilidad en
una casa decente. Porque, digo yo, un hijo no les va a robar a sus padres? O una
mujer a su esposo, no?
MARTA - En mi pueblo, el hijo de doña Martina, le robó todo lo que tenía...
SEÑORA - (sin atenderla sigue con el tema.) Por ese tipo de cosas es que no le doy la
llave de casa. No digo que usted pueda ser una ladrona; pero...A usted le consta
que, tanto al señor como a mí, nos costó mucho poner esta casa. Cada uno de
nuestros muebles, cada uno de los cuadros; es una inversión. Podríamos haber
gastado esa plata en ropa o en viajes; pero, no. Todo nuestro capital está metido
entre estas paredes. Bueno...tenemos otros valores, pero lo de la casa es sagrado.
Usted me entiende no, Marta?

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MARTA - Sí, la entiendo. (en los dos televisores la misma propaganda comercial. Un
poco más fuerte que el ruido anterior. Marta se desplaza hacia Susi. La luz
bajando sobre Señora, mientras se escuchan risas de Vieja.)
SEÑORA - Usted me entiende no, Marta? (queda en las sombras. Luz sobre Susi y Marta.)
SUSI - (señalando el televisor.) Ah, Miami...qué divino...Todo lleno de palmeras. Cómo
me gustaría vivir allí. Se ve que en Miami no hay pobres como acá. La gente va
y viene en auto. El otro día, en un programa dijeron que las sirvientas van a sus
trabajos en auto. Así mismo como lo oís. Te imaginás yendo a tu laburo en un
“colachata” de color rojo-rojo... Además decían que todas las domésticas andan
con un celular enganchado en el delantal para comunicarse con su patrona desde
su trabajo. (otro tono) Lo malo es que en Miami hay muchas negras que son
millonarias...y a mí, ser sirvienta de una parda no me gustaría nada. Pero si
alguna yankee rubia de Miami me dice: “Venga Susi, que la contrato”, yo largo
todo esto y me voy. Ah, los reclames. Ahora podemos hablar...
MARTA - Si...por suerte.
SUSI - Vos no me contaste todo. Vos me estás ocultando algo.
MARTA - Yo...?
SUSI - No puede ser que para ir al correo hayas demorado tanto. Seguro que te quedaste
mirando vidrieras. A mí me encanta. Me puedo pasar el día entero mirando y
preguntando precios. Comprando, no. Me entretiene. Prefiero pasear por la
Ocho de Octubre, por el Paso Molino o por un “Shopin” y no encerrarme en un
cine por ejemplo. Fue eso lo que hiciste?
MARTA - No...
SUSI - Entonces te viste con algún muchacho. No me digas que estás de novia?
MARTA - (como que se le escapa, más fuerte que ella.) No, no puedo. La señora no me
deja.
SUSI - No estuviste paseando, no estás de novia...tenés una cara. No habrás ido a algún
velorio?
MARTA - Fui a ver a la Fermina...
SUSI - La Fermina...? Qué Fermina?
MARTA - Vos no la conocés. Hoy se la podía ver.
SUSI - Qué...? Está en un hospital?

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MARTA - Peor. Está en la cárcel.


SUSI - Qué amistades que tenés, nenita. (afirmando.) Robó en la casa en que estaba.
Porque si es amiga tuya es otra sirvienta, no?
MARTA - Sacó un prendedor y un collar de la patrona. Inventó que se habían perdido.
Hicieron la denuncia y la policía le encontró todo en la pieza.
SUSI - Yo, antes de robar algo, te juro que me corto las manos. Y mirá que he tenido
oportunidades, eh?
MARTA - Salió en los diarios y todo. Una foto grandísima. “Doméstica infiel”; decía el
diario. Y era la primera vez que robaba. La Fermina declaró que no las quería
para vender, que después las iba a devolver, que quería tenerlas en la pieza para
verse en el espejo, que no supo porque lo hizo...Sabés que no le creyeron?
SUSI - Y yo, menos. En esta época robar algo sólo por mirarlo...
MARTA - Hace meses que está. Yo no me animaba a ir. Me daba miedo entrar y que
pensaran que yo...
SUSI - Que vos eras como ella.
MARTA - Sí, eso. Pero Fermina fue buena conmigo. Muy buena. Entonces hoy me decidí
y fui. Temblaba cuando entré y cuando dejé los documentos. (mientras Marta
habla, Susi mira la televisión, ignorándola y molesta por la conversación de la
otra) Y después cuando la vi...tiene una cara la pobre...no sabes. Yo le hablaba y
le hablaba y ella, ahí, enfrente mío, sin mirarme. Cruzaba y descruzaba las
manos. Después no supe más de que hablarle y me quedé callada. Las dos nos
quedamos sin decir nada. Quietas hasta que terminó la visita. Cuando le fui a dar
un beso retiró la cara. Antes de salir me di vuelta para saludarla y la Fermina
seguía igual. Mirándose las manos o al suelo, no sé; pero quieta en el lugar.
Quieta...
SUSI - Ah, ya empieza la comedia. Qué suerte.
MARTA - Y me dio pena. Porque la Fermina es buena como el pan. Qué va a ser una
ladrona. Conmigo fue muy buena; ella...
SUSI - (la corta brusca.) Vas a hablar, o a mirar la comedia?
MARTA - La comedia...(cambia la luz. Marta se mueve sobre un fondo azulado que da el
televisor. Cuando llega al lado de Señora cambia la luz. Se escucha voz de
Vieja)

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SEÑORA - Y, Marta? Le gustó el uniforme? Le quedó bien, verdad?


MARTA - Bien, sí...
SUSI - Nadie diría que era de la muchacha anterior. Y eso que ella era más gorda y alta.
Con los arreglos que le hizo, el uniforme, parece que hubiera sido hecho para
usted. Se da maña para coser.
MARTA - Siempre me gustó. De chica, en vez de muñecas, me entretenía más tener un
costurero...
SEÑORA - (la corta, sin escucharla mucho.) Es bueno saberlo. A lo mejor tengo algunos
trabajitos para usted. Hacer algunos dobladillos. Vio que ahora se usa la pollera
corta otra vez? Yo soy enemiga de tirar la ropa. El señor siempre me alaba esa
condición Esos arreglos se los pagaría aparte de su sueldo. Claro, no piense que
le voy a pagar millones. Le voy a pagar lo justo. Y a usted ese dinero extra le va
a venir bien, no?
MARTA - Sí, señora.
SEÑORA - Entonces, luego, le alcanzo alguna ropa y ya puede empezar esta misma noche.
(Marta, lentamente, va hacia Susi. Señora hacia delante.) Además le va a venir
bien el trabajo. Va a estar ocupada, entretenida. Y la gente cuando esa haciendo
cosas no piensa. No pierde el tiempo en pavadas. No cree que tengo razón? Ah,
me olvidaba, al señor también le gustó como arregló el uniforme. Dijo que era
usted muy prolija y responsable. Y eso, viniendo de alguien como el señor, es
un gran cumplido. El es de pocas palabras. Pocas, pero justas. (se apaga luz
sobre ella. Luz sobre Susi y Marta, escuchándose nuevamente voces, risas o
murmullo de Vieja.)
SUSI - (Mostrando su uniforme.) Y, qué te parece? Te quedaste muda, eh? Tocá la tela.
Es importada. De Buenos Aires. Acá no hay. Se nota que es una tela buena, fina.
Viste qué suave que es? Da gusto tocarla. Y el color? Precioso, verdad? Los
miércoles lo traigo y lo lavo. Lo cuelgo con toda el agua y queda perfecto. Y se
me seca siempre. Hasta en los días de tanta humedad como el de ayer y el de
hoy... (pausa a propósito, lo deja caer.) Yo tengo tres uniformes.
MARTA - Tres...?
SUSI - Sí. Y vos, cuántos tenés?

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MARTA - Uno. Y no lo puedo lavar tan seguido como vos; aunque me gustaría. Pero
tener tres uniformes me parece una exageración.
SUSI - No es una exageración como vos decís; es algo necesario. Eso, necesario. Fijate
sino; dos son para la casa. Uno, que es para todos los días, y éste que me pongo
cuando hay invitados. Lo uso con un delantal blanco arriba, chiquititito, lo más
mono. Y a veces, como dice la señora: cuando la ocasión lo requiere, me hacen
poner una cofia. Blanca también. Bueno van las dos. Y el tercero es para ir a la
feria con la señora. Es lindo también. Más sencillo claro. Es con rayitas bien
finitas...Es un lujo tener tres uniformes. Me parece que ahora, yo, no podría
trabajar –así como vos- en casas de un solo uniforme. No sé...tener tres me hace
sentir más importante; como que me dan mi lugar. Te digo más: hace años que
estoy en esta casa y estoy segura que no la cambiaría por ninguna. Tendrían que
pagarme muy bien. Y así y todo, lo pensaría mucho. Antes de entrar a trabajar
en esta casa de ahora, estaba con un matrimonio y un hijo. Los dos: profesores.
El era de ésos que van a dar clases de vaquero y de barba y que los fines de
semana anda por el centro con el termo y el mate. (otro tono.) Vos me entendés
lo que te quiero decir, no? (más en chisme y en un tono acusatorio.) Los dos
hablan mal del gobierno a cada rato y decían que me iban a cambiar Fijate, qué
locos, querían cambiar mi forma de ser y de pensar. Como si yo fuera un ente.
Yo les decía a todo que sí. Les seguía la corriente, como a los locos. Pero, por
dentro, pensaba para mí: lambete que estás de huevo. Y eran de raros, já.
MARTA - Por qué?
SUSI - Me hacían hasta comer con ellos. Todos en la misma mesa. A mí se me
atragantaba la comida. Y eso no es nada, Marta: a veces la señora o él, me
ayudaban a lavar los platos o a barrer.
MARTA - Qué buenos, no?
SUSI - Má qué buenos. Se querían hacer los modernos conmigo, los buenos. En el fondo
eran maniobras para convencerme, para que yo pensara como ellos.
MARTA - Y vos?
SUSI - Yo: nada de nada. Haciéndome la boba siempre. Y mientras tanto iba mirando
avisos y llamando a otras casas hasta que conseguí este empleo. Cuando le dije a
la profesora que me iba; podrás creer que casi se puso a llorar?

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MARTA - Pobre …
SUSI - Qué pobre, era puro teatro de ella. Ahí le chanté lo que me iban a pagar los otros,
sólo para ver que me decía. Si me querían tanto, como decían, que me
aumentaran; no?
MARTA - Y … capaz que no podían …
SUSI - Ah, si conoceré a la gente...qué me iban a aumentar...Muchas ideas zurdas, mucho
blablablá de igualdad, pero cuando les tocás el bolsillo: chau, ideas; chau,
igualdad. Me dijo que ellos, nunca, con los sueldos que tenían, me podían pagar
esa cantidad y que si era para mi bien; que me fuera. En el momento en que me
fui me besó y me abrazó como si yo fuese de la familia y hasta me puso plata en
la mano. Y a cada rato me decía llamame, Susi; llamame para saber como te
va...Y la llamé, sí. Cuatro semanas después. Y ya tenían otra muchacha –otra
infeliz- . Para hacerla sentir bien mal le conté lo de los tres uniformes. Y para
dejarla chata del todo, le dije lo de la campanilla. Ahí se quedó muda del todo.
No supo que decirme.
MARTA - Lo de la campanilla?
SUSI - Claro, la señora nunca me llama por mi nombre. Hace sonar una campanilla y yo
voy porque sé que el precisa algo. Ves? Eso de darle el lugar a una. No que te
digan che, Susi esto; che Susi lo otro. Que te llamen con una campanilla es más
distinguido. Te hace sentir importante. Tu patrona no usa campanilla?
MARTA - No, Ella me llama por mi nombre.
SUSI - (con desdén.) Ah...Pero si es una señora fina, ya te va a llamar con campanilla.
Vas a ver, como Susi que me llamo, que pronto la va a usar. (Al mismo tiempo
se mueven Marta y Señora. Al encontrarse comienza la acción.)
SEÑORA - Marta, tengo una gran noticia para usted.
MARTA - Compró una campanilla?
SEÑORA - No, criatura; por favor. Cómo va a ser eso la gran noticia.
MARTA - Entonces no sé.
SEÑORA - Nos vamos a Punta a pasar la temporada.
MARTA - A Punta...?
SEÑORA - (casi ofendida.) A Punta del Este, muchacha. O no sabe que es Punta del Este?
MARTA - Sí, se. Pero lo que pasa es que yo tengo que ir a ver a mi mamá, porque ella...

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SEÑORA - La vamos a llevar con nosotros. Esa era la buena noticia. Sé que le va a gustar
mucho. Punta, es única. Ese sol, el mar, la gente, las fiestas...Lo único es que no
va a poder irse para afuera como me había pedido...
MARTA - No voy a poder ir?
SEÑORA - Ay, Marta, eso se cae de maduro. Nadie puede estar en dos sitios a la vez. Sólo
que quieras dejarnos...Y ya le digo: si es eso lo que tiene en la cabeza, avíseme
con tiempo; así voy buscando a otra. Hoy es su día libre. Piénselo. No me diga
nada todavía. Mañana me contesta. Es fácil. No hay mucho para elegir. O sigue
con nosotros y va a Punta; o sino deja la casa. (mientras Marta va hacia Susi,
Señora repite su parlamento y la luz va bajando sobre sus palabras y se vuelve
a escuchar a Vieja.) O sigue con nosotros y va a Punta; o, sino, deja la casa...
SUSI - Y todavía lo tenés que pensar?
MARTA - Es que había quedado con mi madre que la iba a acompañar...
SUSI - No me digas que vas a ir al parto de tu vieja? Ni que fuera a tener el primer hijo.
Ella debe de estar de vuelta en esas cosas. Y de qué vas a servir allá? Para
estorbar. Aquí, por lo menos, ganás plata y se la podés mandar. Le va a ser de
más utilidad. Además, tu vieja, no está sola; está tu hermana, el marido...
MARTA - Tenía ganas de volver por un tiempo. No por el parto. O, sí. No sé. Pero quería
volver con ellos. Volver a ver todo; la gente, el pueblo...
SUSI - Ajj...qué gustos que tenés, nena. Mirá que dejar de ir a Punta para volver a aquel
“agujero”. Quién te puede entender?
MARTA - Vos conocés Punta del Este?
SUSI - Claro que la conozco. Vamos todas las temporadas.
MARTA - Y es lindo? A vos te gusta?
SUSI - Es bárbaro. Me encanta.
MARTA - Y qué hacés en Punta?
SUSI - Vos sos o te hacés? Allá hacés lo mismo que acá. Trabajar. Y te diría que hasta
más. No sabés cómo se cambian de ropa. Y todos los días hay visitas. Gente en
la casa a cualquier hora. Claro, hay que cocinar más y siempre estás lavando o
limpiando algo. Pero...(se encoge de hombros.)...no vas a comparar a Punta con
Montevideo. Y lo mejor de todo es que siempre te ponen a alguna muchacha de

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Maldonado para que ayude. Y como una es la más vieja en la casa la podés
mandonear a tu gusto. Las pobres son tan burras...
MARTA - Y te dan días libres como acá?
SUSI - Sí...y no. Depende del trabajo que haya. Pero decime, quién te quita lo bailado? No
todo el mundo puede ir a Punta del Este. Y yo voy cada verano. Y vos si tenés
dos dedos de frente, también vas a ir. (tema musical de Señora. Marta y ella
dialogan sin mirarse, de frente al público. Marta, tal vez, desde su lugar. Vieja
ríe fuerte y revuelve violentamente sus cosas)
SEÑORA - Marta, lavó estos vidrios?
MARTA - Sí, señora.
SEÑORA - Con bastante alcohol como le dije?
MARTA - Claro.
SEÑORA - Y después pasó papel de diario varias veces?
MARTA - Sí, señora.
SEÑORA - No lo hizo a lo bruto, no? No sea cosa que los vidrios se rayen.
MARTA - No.
SEÑORA - Mucho alcohol, mucho diario; pero la verdad es que la limpieza no se nota.
Mire esta parte. Fíjese acá. Y esto? Marta va a ser mejor que los vuelva a lavar.
MARTA - Ahora, señora?
SEÑORA - Claro. No terminó con la cocina?
MARTA - Recién.
SEÑORA - Bueno, entonces qué problema hay? Vuelva a empezar con los vidrios. Y
repáselos bien. Ah, use la escalerita nueva. Para algo se la compramos la semana
pasada, no? Para tenerla de adorno no es.
MARTA - (irónica.) No, debe ser otra inversión del señor; otro valor para la casa...
SEÑORA - Qué dice?
MARTA - Nada, nada. (Señora en sombras. Se escucha algún jingle conocido sobre
artículos de limpieza. Carcajada de Susi.)
SUSI - Los avisos de la tele me dan risa. Este no. Viste? Mirá que lindo uniforme que
tiene la muchacha. A mí me gustaría tener uno como ese … pero mirá lo que le
dice a la patrona: que la anote en el BPS …
MARTA - Y qué es el BPS, Susi?

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SUSI - La Caja de Jubilaciones, nena. Pero mirá, además que los patrones le dan un
sueldo, la tienen en la casa, le dan de comer y ese precioso uniforme, ésta tiene
el “tupé” de pedirles que la anoten en el BPS. (Sigue mirando la televisión y
vuelve a reir) Ah, mirá este. Los avisos de limpieza también me hacen reír. Son
de no creer. Quién se los puede creer? Nadie. Esas mujeres que lavan la ropa, las
paredes, los pisos; están siempre impecables, bien arregladitas, el pelo ordenado,
las caras frescas y las manos...las manos con uñas largas y pintadas...Hum, me
gustaría ver a una de éstas en donde estoy yo. Las pintitas no les durarían ni
cinco minutos. Ni las ves transpirar siquiera. Yo empiezo a darle a las ollas, a
los aparatos del baño, a lo que sea; y enseguida quedo toda colorada de cara. Y
siento “una” calor...Por qué será eso, che?
MARTA - No sé. A lo mejor cosas de la sangre. No? O capaz que es la edad … ¿No será
la menopausia?
SUSI - Menopausia, tu abuela, nena. Yo todavía estoy en carrera!!
MARTA - Yo lo que más siento con las manos. Mirá como las tengo. (se las estira. La
otra se las aparta con cara y tono de asco.)
SUSIA- Ay, m´ija, las tenés llenas de sabañones. Vos no usás guantes de goma?
MARTA - No, no me hallo. No puedo lavar bien las cosas si no las siento con las manos.
Con los guantes, no hay caso. No puedo darme cuenta si está bien lavado.
SUSI - Ah, lo que es yo, nena, entro a trabajar y lo primero que hago es ponerme los
guantes y no me los saco ni para cagar... (ella misma se festeja.) Ves las
barbaridades que me hacés decir? Pero no podés andar con las manos así. Sabés
lo que es buenísimo para los sabañones? El querosén. Te lo ponés de noche con
un algodón y lo dejás así hasta el otro día. Con dos o tres veces que te lo hagas,
los sabañones desaparecen...aunque si no usás guantes es como perder tiempo
pasándote el querosén.
MARTA - Podría usar guantes, sí. La señora me dio un par. Pero sabés lo que me pasa?
(la mira antes de seguir.) No te rías, Susi, eh?
SUSI - Depende. Vos decime.
MARTA - Pasa que me gusta sentir en los dedos que me pica el alambre de las esponjas,
esa cosa áspera que tiene el pulidor, el hundir los brazos hasta el codo en el agua
con jabón en polvo y que se me llenen de esas cositas blancas y azules...

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SUSI - Vos perdoname que te lo diga. Por todas las cosas que hablamos hoy parece como
que a vos te fallara algún tornillo. Mirá que gustarte el pulidor, las esponjas y el
jabón en polvo...
MARTA - Y, sí. Me gustan. Yo que sé... (mirando hacia la televisión, entusiasmada) Ah,
mirá, el informativo!
SUSI - (violentamente.) Ah, mejor apago. Se pasan hablando de política. Pudren a la gente
con eso. (lo hace, luego se vuelve a la otra.) Capaz que vos lo querías ver?
MARTA - No. Si vos no lo ves...
SUSI - A mí dame las comedias que quieras, seriales con muchos tiros; pero informativos,
no. Para amargarme ya tengo bastante con lo mío. La televisión sería perfecta
sin informativos...y si arreglaran los avisos de limpieza. (la luz baja sobre ellas
y se ilumina a Señora. Marta sentada en el mismo lugar, Susi congelada en su
último movimiento.)
SEÑORA - Marta acá tiene la lista semanal de tareas. Pienso que no me olvidé de nada.
Pero como tengo tantas cosas en la cabeza controle por si se me pasa algo. Lavar
la ropa de invierno para ir guardándola...
MARTA - (va repitiendo, sin tono, y desde su lugar.) ...ropa de invierno...
SEÑORA - Limpieza a fondo de los baños...
MARTA - ...de los baños...
SEÑORA - ...incluyendo el suyo. Poner paradicloro en todos los cajones y placares...
MARTA - ...cajones y placares...
SEÑORA - ...sacudir las alfombras y orearlas...
MARTA - ...alfombras...
SEÑORA - ...hacer las compras para toda la semana... (ahora Marta repite algunas
palabras claves en el discurso de la patrona y ésta sigue sobre el parlamento
repetido de Marta.) ...pagar los gastos comunes al portero, ir al supermercado a
pagar la luz y el teléfono, llamar a la agencia para confirmar.... (la voz sigue
enumerando tareas sobre la escena que sigue hasta convertirse en un murmullo
molesto. Cambia la luz y el ritmo de la obra.)
MARTA - ...a la agencia para...
SUSI - Prendo la luz o dejo así?
MARTA - Como quieras.

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SUSI - Dejo así. Me da pereza levantarme


MARTA - Ya se hizo de noche...
SUSI - Si...
MARTA - Dentro de un rato me voy...
SUSI - Si. Mañana hay que madrugar...ah, me quedaría toda la vida así. Tirada. Sin hacer
nada de nada. Si se pudiera...
MARTA - Parece mentira parar un poco. No ir de un lado a otro. Dejar de hacer mil cosas
a la vez. No controlar esto o aquello. No estar pendiente de la comida, del
teléfono, de lo que te manden hacer...Una no puede ni pensar. Hay que correr y
hacer, hacer y correr...siempre igual. Ayer y hoy. Y mañana volver a hacer y
correr...siempre igual, siempre; sin poder pensar...
SUSI - Y para qué querés pensar? Es mejor no pensar.
MARTA - El otro día estaba lavando y no podía saber si era lunes o martes. Hacía fuerzas
para saber y no hubo caso. Seguí lavando sin ver la ropa. Y me di cuenta que yo
seguía para adelante viendo pasar otro día, otra semana, otro mes... (muy bajo.)
Al final la vida se te va en nada, como el agua de la canilla, sin sentir...y me dio
como rabia...yo estaba, ese lunes o martes, igual que los otros días. Lavando la
mugre de los demás, cocinando para otros, atendiendo gente y llamadas para
otros...
SUSI - Y, sí. Así tiene que ser, no?
MARTA - Si...tendrá que ser así.
SUSI - Por qué te metiste en esto, Marta?
MARTA - Porque no había otra cosa para hacer. Mi madre fue sirvienta y yo también salí
sirvienta. Qué otra cosa podía hacer? (pausa corta, sonido de lluvia que casi
tapa las palabras que siguen.) Todo igual, allá afuera y acá en
Montevideo...igual...
SUSI - (sin tono.) Se puso a llover... (Vieja tararea “La vie en rose” y baila y se va
colocando en el lugar, de tal manera que cuando llegue Marta hacia ella no la
vea.)
MARTA - (igual.) Como ayer...
SUSI - Prendo la luz, o dejo así?
MARTA - (se encoge de hombros.) No sé...

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SUSI - (parándose.) Mañana hay que madrugar...


MARTA - (igual.) Sí...ya me voy...sino...sino la patrona se enoja si llego tarde (va
tomando sus cosas, y se acerca a Susi como para saludarla) Susi, yo … (Susi
bruscamente se da vuelta, dándole la espalda y dice bruscamente: )
SUSI - Mañana hay que madrugar … (La oscuridad sobre ellas es total. Como si la
iluminara un relámpago, aparece la figura de Señora que también se mueve. Su
figura y su sombra tienen que ocupar todo el escenario. Vieja, comienza a
separarse del panorama y se para. Los cuatro personajes están en movimiento
a la vez. Susi, muy lentamente, se desviste y se va poniendo casi
ceremonialmente su uniforme. Su acción tiene que durar hasta casi el final del
texto. Sonido de la lluvia muy fuerte. Vieja de pie, gira con los brazos muy
abiertos como si gozara con la lluvia. Marta pasa rápido a su lado. Vieja la
toma de un brazo. Marta ahoga un grito.)
VIEJA - Dónde vas tan apurada? Ya no querés hablar conmigo?
MARTA - Se me hizo muy tarde. La patrona me va a rezongar...
VIEJA - (ríe.) Y que te rezongue. Y si se pone muy loca, te vas. La dejás. Yo nunca permití
que nadie me levantara la voz, que nadie me mandara. Por qué no te quedás
conmigo? No sabés lo lindo que es no tener horarios, no estar atado a nadie, a
nada. Hacer lo que se le cante a una. Mirame... (gira.) yo recién estaba bailando
(la toma de una mano y tira con fuerza.) Vení a bailar conmigo... (la hace girar
bruscamente y después la suelta.) Si quiero bailar, bailo. Si quiero dormir,
duermo. Si quiero caminar, camino ... (la vuelve a tomar a Marta y la lleva casi
abrazada) El otro día llegué hasta la rambla y me quedé horas mirando el sol
hasta que se hizo chiquitito y se hundió en el agua...y no lo vi más...(cambia de
tono, agresiva.) Vos sabés a dónde se va el sol...?
MARTA - Estoy apurada. Mañana hablamos...
VIEJA - (Vieja la toma por la ropa. Marta hace fuerzas para desprenderse, se aferra más
a ella. Agresiva en su decir.) No sé dónde voy a estar mañana. Vos tampoco.
Quién puede saber dónde va a estar mañana? (otro tono.) Un día, mi único hijo,
el Adrián, se levantó de la cama, me dio un beso y me dijo: hasta mañana. Hasta
mañana...y nunca más lo vi...En la rambla lo busqué, miré y miré hasta que el
sol me dejó; pero ahí tampoco estaba...Vos no lo viste a mi hijo?

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MARTA - No. (soltándose.) Me tengo que ir ya.


VIEJA - (siguiéndola.) Ese que vive en tu casa, ese que anda de lentes negros y que tiene
una gorra y un traje azul oscuro, no será mi Adrián?
MARTA - Es el chofer y se llama Miguel.
VIEJA - (corre y se le para adelante, deteniéndola) A lo mejor miente y no se llama
Miguel y es Adrián. Vos, vos lo vas a ver a él?
MARTA - (tratando de pasar.) Y sí...
VIEJA - Cuándo...?
MARTA - No sé, mañana capaz. (comienza a separarse caminando hacia atrás. Durante
el siguiente parlamento de Vieja, Marta se colocará su uniforme.)
VIEJA - (como olvidando a Marta, en un trance.) Entonces mañana preguntale si él no es
mi hijo. El nenito que tuve. Y se fue sin decirme nada. Pero el otro día; ese que
vive en tu casa a estaba parado al lado del auto, pateó una de las ruedas y
después, de repente, levantó la cabeza y me miró y yo lo miré y él como que se
sonrió y me hizo así; así. (levanta la mano como un saludo. Suelta a Marta y
ésta comienza a separarse de la otra caminando hacia atrás.) Y yo te juro, te
juro que por la sonrisa, por como me saludó él era mi Adrián. Vos preguntale.
Capaz que te miente y te dice que no es mi hijo. Yo, una vez, tuve una linda
casa, un marido...o no tenía marido...? Se me enredan acá los recuerdos y se me
entreveran tanto que me parece que la cabeza se me va a romper en mil
pedazos... Preguntale a ese muchacho si es mi Adrián..Preguntale y decile que
me venga a buscar... (comienza a girar como antes con los brazos muy
extendidos, hasta ovillarse en su lugar.)...decile que me lleve en ese auto tan
nuevo, tan brillante, lejos...bien lejos...más lejos que la rambla todavía...más
lejos que a donde se va el sol...preguntale...preguntale...( Marta ocupa el lugar
donde comenzó la obra. Susi sigue con su ceremonial. Señora en su extremo,
mirando al público.)
SEÑORA - (su voz va en aumento hasta llegar a un timbre chillón y molesto.)...lavar la
ropa de invierno. Limpiar a fondo los baños, incluyendo el tuyo. Poner
paradicloro en todos los cajones y placares. Sacudir las alfombras y orearlas.
Hacer las compras para toda la semana. Pagar los gastos comunes al portero. Ir

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al supermercado y pagar la luz y el teléfono...(sigue en un murmullo, repitiendo


lo mismo sobre la carta que está escribiendo Marta.)
MARTA - ...acá llueve como si el verano estuviera lejísimos y sólo falta un mes para que
me vaya a Punta del Este con los patrones. Estoy enloquecida con los aprontes.
Ni puedo salir más los jueves con tantas cosas que hay que hacer. Tampoco sé
seguro cuando te voy a volver a escribir... (deja el papel y termina diciendo su
monólogo a público. Vuelve el tema inicial de fondo musical, muy suave.) Allá
voy a tener mucho trabajo. La señora me dijo que el chalé es muy grande. Pero
si trabajo más, más plata te voy a poder mandar; no? Puse otra encomienda con
ropa para el bebé. Toda de color azul. Sabés por qué? Porque quiero que sea un
varón, que no tengas otra nena. Un varón, cuando es grande, puede tener otras
posibilidades. Si sale nena; qué puede ser cuando crezca? Sirvienta...otra
sirvienta...Por eso te mando todo el azul para hacer fuerza para que nazca un
varón. (casi sonríe.) No te enojás por lo que te escribo, no? A lo mejor; vos,
mamá... (cambia la luz, puede ser blanca solamente. Susi ya tiene puesto su
uniforme.)
SEÑORA - Marta, puede venir un momento? Marta...?
MARTA - (en su lugar, bajo.) Sí, señora, sí... (Señora hace sonar una campanilla.)
SUSI - (en su lugar.) Sí, señora, sí...
SEÑORA - (junto a la campanilla.) Me oyó?
MARTA Y SUSI - (más alto) Sí. La oí. La oí. (Vieja desde su lugar repite al mismo
tiempo que ellas los nombres de los hijos que ha dado.)
SEÑORA - (junto a la campanilla, los dos sonidos al mayor volumen posible) Qué le pasa
que demora tanto? La necesito enseguida. Ya. Ahora mismo.
MARTA Y SUSI - (llegan al grito.) Sí, señora. Voy. Sí, señora, sí. Sí, señora, voy. Sí,
señora, sí. (ahora se confunden la voz de la señora, las respuestas de ellas, las
palabras de Vieja y el sonido de la campanilla. Todo al mismo tiempo hasta
llegar al apagón final.)

F I N

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