Historia General Del Derecho y Del Common Law

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HISTORIA GENERAL DEL DERECHO Y DEL

COMMON LAW

Bolilla II
Punto Uno: La Historia del Derecho Romano. Concepto. Características
Generales. Su importancia y utilidad en los estudios del Derecho. Las corrientes
sobre la enseñanza del Derecho Romano.

Punto Dos: Derecho Pre-clásico y Post-clásico: concepto, fuentes,


características y granes doctrinarios.

Punto Tres: Justiniano la compilación; el CORPUS IURIS CIVILE, análisis.

Punto Cuatro: La Romanización de la Península Ibérica. El Derecho Romano


Vulgar. La presencia visigoda en la Península y el aporte Germánico. El sistema
jurídico visigótico: fuentes romanas y derecho consuetudinario germánico.

 Punto Uno
El Derecho español—que iba a imperar en nuestro territorio a partir del siglo
XVI—fue el producto de múltiples influencias exteriores y de creaciones
propias, cuyos orígenes deben buscarse en la filosofía griega y en el Derecho
Romano. “Mientras los pensadores griegos fueron los iniciadores de la
especulación filosófica, los juristas de Roma elaboraron un sistema de derecho
que en gran parte inspira todavía el desarrollo jurídico universal”. A partir de
esto es dable reafirmar que: “El presente no puede comprenderse sin el
conocimiento del pasado el cual revive y perdura en las normas tradicionales
y en las ideas de los filósofos y juristas”.
El primer régimen jurídico que debe ocuparnos es el de Roma, ya que hubo
naturalmente otros derechos anteriores entre los demás pueblos de la
antigüedad, pero el romano sobresale por su perfección científica y su carácter
orgánico.
La historia de Roma comienza con la fundación de esa ciudad en el año 753 a.C.
A la monarquía primitiva sucedió bien pronto la República 509 a.C. presidida
por dos Cónsules, que ejercían una magistratura anual. Si bien se convierte en
la primera potencia del Mediterráneo, las constantes luchas y crisis políticas
conducen a la formación del Imperio, Año 27 a.C.; durante los primeros dos
siglos de la era cristiana alcanza Roma su mayor esplendor y desarrollo cultural.
En el año 395 el imperio se divide; Roma continúa siendo la capital del Imperio
de Occidente mientras que el de Oriente se instala en Constantinopla, en el año
476 Los Bárbaros destronan el último Emperador de Occidente, a partir de ello
solo continúa el de Oriente hasta 1453, cuando fue invadido por los Turcos.
La evolución del Derecho Romano puede sintetizarse de la siguiente manera: El
derecho primitivo que estaba constituido por un conjunto de reglas
consuetudinarias que imponían formas estrictas y solemnidades que a veces
tenían origen sagrado. Las Leyes solo tuvieron importancia secundaria como
fuente del derecho y tendían casi siempre a precisar aquellas costumbres, a
corregir los abusos que podían originar y a dar nuevas formas al régimen
gubernativo. Tales costumbres y Leyes formaron el JUS CIVILE es decir el
derecho que se aplicaba y podía ser invocado solamente por los ciudadanos
romanos.
Por otra parte las conquistas romanas y las crecientes relaciones con otros
pueblos dieron lugar a la aparición de un nuevo sistema menos formalista y
más amplio llamado JUS GENTIUM que llego a regir las relaciones entre
ciudadanos y extranjeros. El contenido de éste Jus Gentium todo el sistema de
derecho sino que estaba limitado a la solución de los conflictos más frecuentes
en el orden de las relaciones civiles y comerciales.
Los dos Pretores que en Roma aplicaban ambos sistemas (pretor urbanus) que
juzgaba a los ciudadanos y el (pretor peregrinus) que intervenía en los juicios
que era parte un extranjero, comenzaron en los siglos III y II a.C. a introducir
nuevos procedimientos y a conceder acciones destinadas a suavizar el rigor del
estricto derecho civil, de tal manera que por vía indirecta el “jus praetorium u
honorarium” vino a suplir y a modificar el sistema primitivo. Estos pretores y
otros magistrados tanto en Roma como en las Provincias publicaban
anualmente un edicto al comenzar el desempeño de sus funciones, en el cual
señalaban las normas que iban a inspirar sus decisiones. Esos edictos,
reproducidos por los sucesivos magistrados, adquirieron carácter permanente
convirtiéndose en la fuente de derecho privado mas importante en el siglo
“Uno” de la era Cristiana.
La creación del Imperio (año 27 a.C.) no modifico el sistema jurídico. El derecho
surgió entonces de las sanciones del Senado (senadoconsultos) y más tarde de
las decisiones del Emperador (constituciones) Pero continuó en vigor el “jus
praetorium” que en la época de Adriano fue codificado. Y además adquirieron
categoría de fuentes del derecho las doctrinas de los jurisconsultos, a algunos
de los cuales Augusto dio el “jus publice respondendi” o sea la facultad de
presentar sus opiniones a los jueces, para que estos las tuvieran en cuenta al
sentenciar.
La época de mayor esplendor del derecho romano y de la doctrina que a él se
aplicaba “iurisprudentia” fue la de los siglos II y III de nuestra era. Llego a tan
alto grado el desarrollo de esta “iurisprudentia” que el Emperador Adriano
declaro obligatorias para los jueces las opiniones de los juristas cuando
estuvieran de acuerdo. Y más tarde “La Ley de Citas” dispuso que los jueces
debían atenerse a las doctrinas expuestas en sus libros por los más grandes de
los jurisconsultos clásicos: Gayo; Papiniano; Paulo; Ulpiano; y Modestino,
debiendo prevalecer el criterio de Papiniano cuando hubiera discordancia.
Ya sea por la invasión de los Barbaros o por las luchas civiles, los Emperadores
de Occidente y de Oriente fueron legislando mediante la sanción de
constituciones, que se convirtieron en la única fuente de nuevo derecho. Su
abundancia, y la necesidad de conocerlas movieron a dos compiladores
oficiosos a redactar los Códigos Gregoriano y Hermogeniano, el último
complementario del primero.
Pero mucha mayor trascendencia ulterior tuvieron las grandes compilaciones
que el emperador Justiniano, de Oriente, encargo al jurista Triboniano. Como
resultado de esa orden se compusieron sucesivamente las cuatro partes que
luego reunidas formaron el “Corpus Juris Civilis”, a saber: el Digesto (o las
Pandectas), que reúne con cierto orden las opiniones del jurisconsultos
clásicos; las Institutas, breve compendio de todo el derecho privado, que en los
siglos posteriores sirvió como texto de enseñanza; el Código, que reproduce las
constituciones imperiales entonces vigentes; y las Novelas, agregadas
posteriormente, que incluyen las constituciones sancionadas después del año
534.
Esa larga evolución pone en evidencia que el primitivo “jus civile”, formado por
las costumbres ancestrales de raigambre religiosa y por las leyes sancionadas
en los comicios, se fue perfeccionando gradualmente por obra de los peritos en
esas ciencias, que eran los jueces, y los jurisconsultos. Unos y otros,
influenciados a la vez por las reglas jurídicas extranjeras y por las ideas
filosóficas de los estoicos, supieron adoptar las mejores soluciones universales
que formaron el jus gentium, y corregir el rigor del jus civile hasta asimilar
ambos sistemas y confundirlos en uno solo.
Generalizando esta formación del derecho, el jurisconsulto Gayo pudo afirmar
en el siglo II que todos los pueblos utilizan en parte un derecho propio y en
parte uno común al género humano. El primero es el jus civile, propio de cada
Ciudad o Estado y el segundo el jus gentium, “que la razón natural establece
entre todos los hombres” Esta naturalis ratio significaba que existe un orden
natural de las cosas que debe inspirar también las soluciones jurídicas; y ese
orden origina un sistema jurídico universal.
A esa división bipartita se agrego luego el jus naturale, de la raíz más profunda,
que los filósofos griegos (especialmente Aristóteles y los estoicos) y que
Cicerón difundió en su patria. Para el pensamiento Greco-Romano, el derecho
natural consistía en una serie de principios superiores permanentes e
inmutables de origen divino y adecuado a la recta razón, que constituyen el
fundamento de todo el orden jurídico.
Otra división importante des sistema romano distinguía el derecho público y el
privado “Derecho Público (según Ulpiano) es el que se refiere al Estado
Romano; Privado; el que mira a la utilidad de los individuos”.
Mucha importancia tuvieron también las especulaciones relativas a la justicia;
Platón distinguía tres partes o potencias en el alma: “la parte racional hace
posible el conocimiento de las ideas y se rige por la virtud de sabiduría o
prudencia; la parte irascible corresponde a los impulsos y afectos y engendra
la fortaleza; y la parte concupiscible, propia de las necesidades primarias del
hombre, tiene como virtud la moderación o templanza”. La justicia, en efecto
es la virtud universal por excelencia, pues se aplica a todos los hombres por
igual. El acto justo consiste esencialmente en el cumplimiento del propio deber;
y así la justicia consigue establecer el orden y la armonía en la sociedad.
Por su parte Aristóteles, con un sentido más realista, vio en esa virtud un
principio regulador no de todos los actos humanos, sino solamente de aquellos
que cumplen en relación con los demás, y son regidos generalmente por el
derecho.
Aprovechando las enseñanzas de los pensadores que le habían precedido,
Aristóteles construyó un sistema que abarcaba todas las ramas del saber y
estaba llamado a tener una inmensa trascendencia. Su filosofía moral (expuesta
en la Ética a Nicómaco ) se funda en que el fin del hombre consiste en la
felicidad, la cual se obtiene manteniendo en la conducta de cada uno la
jerarquía de los bienes ( del alma, del cuerpo, y exteriores) de que se puede
gozar. La vida perfecta es la vida virtuosa, porque conduce a la grandeza del
alma y da el predominio a los bienes espirituales. Entre todas las virtudes, la
justicia es la más completa porque no es puramente individual sino relativa a
otra persona, y su observancia no solo perfecciona a quien la practica, sino
que también contribuye al bien de los demás.
Los romanos vinculaban estrechamente lo jurídico con lo moral y religioso. No
solo muchas instituciones importantes estaban organizadas partiendo de
principios religiosos sino que también toda su concepción del derecho estaba
impregnada de moral. Así se explican los tres famosos preceptos
fundamentales “vivir honestamente, no dañar a otro, dar a cada uno lo suyo”.
Por eso la única definición del derecho que nos legaron considera al derecho,
no una ciencia, sino un arte, una actividad práctica destinada a alcanzar lo
bueno. Celso lo define así: “El derecho es el arte de lo bueno y lo equitativo”.
ESCUELA DE SABINIANOS Y PROCULEYANOS

En los últimos periodos de la Republica se había evidenciado en Roma una fuerte


oposición entre dos juristas de la época y sus discípulos. Este enfrentamiento se
reprodujo durante los primeros siglos de nuestra era a partir de la existencia de un
enfrentamiento entre las llamadas "escuelas" Sabiniana y Proculeyana. La
verdadera diferencia entre sabinianos y proculeyanos estaba mayormente referida
a una cuestión de orgullo de pertenencia y reivindicación de la personalidad de los
fundadores de las respectivas escuelas que a una verdadera razón científica. En la
práctica lo que existía eran dos conjuntos de juristas, cuyo enfrentamiento se
evidenciaba por sostener sobre algunas cuestiones, opiniones opuestas al otro.
El digesto de Justiniano dice que "estos dos fueron los que por vez primera
formaron escuelas diferentes, pues Ateyo (Capiton) perseveraba en la tradición en
tanto Labeon por la calidad de su ingenio y la confianza de su doctrinaria dado que
se había dedicado también a las demás obras de la sabiduría, comenzó a innovar
muchas cosas."
El moderado enfrentamiento de Labeon con el Emperador, tiene que haber atraído
a su escuela a los espíritus más independientes y audaces. También resulta un dato
objetivo que los Proculeyanos tienen una marcada preferencia por la casuística,
mientras que los sabinianos prefirieron un desarrollo más sistemático en sus obras.
Capiton fue sucedido en la "jefatura" de su escuela por uno de sus discípulos.

 Punto Dos

Hay también tres formas de derecho:


1-      Derecho antiguo o quiritario  753 ac al 130 ac

2-      Derecho romano clásico 130ac al  230dc

3-      Derecho romano postclásico 230dc al 530

Derecho antiguo o Quiritario

Quiritario porque así se llamaban los romanos entre sí “Quirites”

Predominan las Mores Maiorum (las costumbres de los antepasados). Los


romanos estaban convencidos que debían practicarlas. Había que cumplir
ciertos ritos, si estos no se cumplían se perdía el derecho.
Estaban las Leges Regias (las Leyes de los Reyes)
Hay conflictos entre patricios y plebeyos.
Aparece la Ley de las XII Tablas. Los romanos van a ver en esta ley
fundamentado el derecho que los regía.
La ley se interpretaba por el colegio de los pontífices, estos eran los únicos que
sabían interpretar el derecho. Auguraban con estrellas y vientre de animales.
Eran los encargados de manejar el calendario. Establecían cuales iban a ser los
días factos para ejercer el derecho.
Nace la Lex, era una disposición jurídica aprobada por el pueblo reunido en
comicios. Esta Lex la proponía un magistrado, hacia un rogatio (exponía su
proyecto de ley) y el pueblo la aprobaba. El magistrado nunca iba a proponer
algo que no se lo aprobara el pueblo.

Derecho Romano Clásico

Dentro de este periodo se subdivide en tres


Preclásico – Clásico Central – Clásico Tardío
Es el de mayor envergadura. El mayor florecimiento del derecho. Se desarrolla la
labor de los jurisconsultos. Se logra superar el derecho antiguo.
Ius Quirite: el derecho que usaban los romanos.
La magistratura: carrera de honores con distintos cargos que tenían que pasar
los políticos de esa época.
El Pretor. Había dos pretores; un pretor urbano y un pretor peregrino. El urbano
dirimía las cuestiones entre los propios romanos usaba el derecho civil (Ius
Civile). El peregrino era el encargado de solucionar los conflictos entre
extranjeros y entre extranjeros y romanos. Usaba el derecho de pueblos (Ius
Gentium)

130 ac al 30 ac Preclásico
Fuentes del derecho en esa época: el edicto del Pretor. Posibilidad que tenían
ciertos magistrados de dirigirse en forma general a todo el pueblo. Daba su
Edictum. Lo publicaba cuando accedía al cargo. Duraba un año y podía ser
prorrogable si el pretor que lo sucedía así lo quería. Estos edictos contenían las
fórmulas de las acciones con las que tenían que desarrollar los litigantes en los
juicios.
Se establece la Ley Aebutia: hace hincapié en el procedimiento escrito, el
procedimiento formulario.
El pretor ya no tiene tanta libertad de dictar edictos ya que había antecedentes
escritos. Pero el pretor peregrino va a saber interpretar este antecedente y lo va
a poder hacer más justo. Ius Pretorianun.
También aparece la respuesta de los prudentes. Son estudiosos del derecho.
Van a buscar soluciones, van a redactar clausulas, van a responder a las
consultas de los magistrados. Actuaban con prudencia.

30ac hasta 130dc Clásico Central


Nueva forma de gobernar: El Principado
Las fórmulas para reclamar el derecho ahora eran escritas.
Están los Senadoconsultos: Lo que el senado ordena y establece. El emperador
se dirige al senado y hace un Oratio, el Senado Consulto se mostraba muy
complaciente de lo que el emperador propone. Era más que nada un Aclamatio
por parte del senado, aclamaba lo que el emperador proponía y lo aprobaba.
Esto fue mal visto por el pueblo.
Nacen las Constituciones Imperiales: Ordenes de los Emperadores
Octavio Augusto hace una reforma. Ahora las decisiones de los juicios las da el
emperador  a través de los jurisprudentes esto se va a llamar Ius Publice
Respondere.
Nacen dos escuelas que van a estudiar el derecho pero con distintas formas de
interpretarlo en ciertos casos. Los Sabinianos y Los Procureyanos.

Derecho Clásico Tardío 130 al 230


Llega al poder Adriano. Muy burocrático el poder. Todo pasa por el emperador.
Se establece el Edicto Perpetuo: Compilación que hace Salvio Juniano de todos
los edictos de los pretores y se deja uno solo como obligatorio. Los pretores
deben seguir este edicto.
El emperador legislaba directamente. Aparecen los grandes jurisconsultos de la
época: Papiniano – Ulpiano – Paulo – Marciano – Modestino.  El “Rey” de la
jurisprudencia va a ser Papiniano.

Derecho Romano Post-clásico  230 al 530


Dioclesiano en el poder. Monarquia Absoluta. Jurisprudencia en declive. No se
producen grandes obras. Se dice que es una época de derecho vulgar. Se trataba
de simplificar todo, se cometían grandes errores. Se le da importancia a la
voluntad de los contratos.
Siglo IV aparecen las grandes universidades: Roma, Beirut, Constantinopla
Se intenta redescubrir los textos de los grandes.
Se dicta la Ley de Citas: Los magistrados a la hora de decidir tenían que atender
solo a las respuestas de los grandes jurisconsultos: Papiniano, Ulpiano, Paulo,
Modestino y Gayo.
El magistrado debía sentenciar de acuerdo a como se había pronunciado la
mayoría. Si había empate (porque en ciertos casos algún jurisconsulto no había
opinado) por la decisión de Papiniano y si Papiniano no había opinado sobre ese
tema entonces recién ahí tenia libre albedrio para decidir por su cuenta.
La Ley de Citas se la conoció también como la ley de los muertos. Ya todos los
jurisconsultos a los cuales se obedecía habían fallecido.
Se llega a la etapa de la codificación. Se quería compilar todas las constituciones
imperiales y toda la jurisprudencia.
Hubo dos iniciativas privadas de hacer esta compilación, la gregoriana y la
hermogeniana pero ambas fracasaron, también hubo una pública, el código
Teodesiano.
Aparecen las leyes Romano-Barbarás.  Lex Romana Wicegodorum, Lex Romana
Burgundiorum, Edicto de Teodorico.
Finalmente Justiniano es el que logra la compilación definitiva. Se va a llamar
Corpus Iuris Civiles va a estar dividido en cuatro partes:
CODEX: Compilación de las constituciones imperiales
DIGESTO: Compilación de la jurisprudencia
INSTITUTAS: Tiene un fin didáctico, es para que se aprenda derecho en las
universidades
NOVELAS: Todas las Constituciones Imperiales que se dictaron después de la
compilación.
 Punto Tres

LA OBRA DE JUSTINIANO: EL CORPUS IURIS CIVILE

Hoy sabemos que la compilación que elaboro Justiniano fue la única que se hizo en
relación al derecho romano y que dicho derecho a lo largo de su existencia sufrió
numerosos cambios.
Los juristas del medioevo que encontraron la obra, la encontraron tan perfecta que
intentar hacerle alguna modificación sonaba a herejía.
Justiniano gobernó el Imperio Romano de Oriente entre 527 y 565 de nuestra era.
Accedió al trono cuando murió su tío y padre adoptivo Justino en 527.

EL CÓDIGO: PRIMERA Y SEGUNDA VERSIÓN


Gran parte de la obra jurídica de Justiniano, no era más que la continuación de
emprendimiento anteriores, apareciendo solo como autentica novedad, el Digesto.
Cuando Justiniano accedió al poder se contaba con la recopilación oficial de
Constituciones Imperiales, que se encontraba, lógicamente, desactualizada.
En el año 528 dicto una Constitución conocida como "Haec quae necesario" por la que
designo a un ex colaborador de su predecesor para que procediera a la redacción de
un nuevo Código que actualizara los anteriores incluyendo todas las Constituciones
dictadas desde aquellos. Mediante la Constitución "Summa Republicae" se publico que
obra anterior. Su redacción presento zonas oscuras y esto obligo a que se fueran
dictando una serie de aclaraciones que no hacían otra cosa que modificar el contenido
del Código.

EL DIGESTO
Digesto, significa, ordenamiento distribuido. Luego de efectuada la primera edición de
su Código, dicta la Constitución Deo Auctore, por la que encarga a Triboniano que
forme una comisión integrada por "los más elocuentes profesores de Derecho" y "los
más famosos abogados del foro" para que procedan a "leer y corregir los libros
pertenecientes al derecho romano de los antiguos jurisconsultos".
Posteriormente se publica, mediante la Constitución Tanta, el texto definitivo del
Digesto que entraría en vigencia mismo año.
Para la totalidad de la obra se consultaron unos 1.300 libros, de los que se extrajeron
9.142 fragmentos que son los que integran el Digesto. Las dos terceras partes de la
obra corresponden a Papiniano, Paulo, Gayo, Modestino y Ulpiano y el resto se divide
entre otros 34 juristas.
El propio Justiniano dividió el Digesto en siete partes:
1. Libros 1 a 4 (principios generales del Derecho y protección de la jurisdicción).
2. Libros 5 a 11 (doctrina general de la acción y protección de derechos reales).
3. Libros 12 a 19 (obligaciones y contratos)
4. Libros 20 a 27 (instituciones complementarias de contratos y derechos reales).
5. Libros 28 a 36 (herencia, legado y fideicomisos).
6. Libros 37 a 44 (sistema sucesorio pretoriano, derecho de propiedad y posesión)
7. Libros 45 a 50 (temas muy variados incluyendo la "significación de las palabras
dudosas).
LAS INSTITUTAS
Cuando aun no se había terminado la compilación del Digesto, Justiniano encargo a
Triboniano, Teófilo, y Doroteo la creación de unas Institutas adecuadas a la nueva
normativa que surgía de su obra jurídica.
Sobre la base de las Institutas de Gayo, pero consultando también otras obras del
mismo y las Institutas de los otros autores, como así también partes del Digesto y del
Código, se redacto el nuevo manual de estudios que se publico en 533 mediante la
Constitución Imperatoriam.

LAS NOVELAS
Terminada su obra con la recopilación de Constituciones en el Código, la de Iuras en el
Digesto y el manual de estudios que llamo Institutas; Justiniano continuo durante todo
su reinado dictando Constituciones Imperiales. Estas Constituciones, en las que se
aprecia la fuerte influencia de la religión cristiana, fueron llamadas genéricamente
Novellae ("nuevas") y tratan fundamentalmente de cuestiones referentes al
matrimonio y a la sucesión legítima.

EL CORPUS IURIUS CIVILIS – SU VIGENCIA – MODOS DE CITAR


El corpus iuris civile rigió como fuente formal de derecho en el territorio
correspondiente al Imperio Romano de Oriente y, cuando el Conde Belisario recupero
Sicilia e Italia, el Papa Virgilio le pidió a Justiniano que extendiera a esos territorios la
vigencia de sus leyes. Casi toda la obra estaba redactada en Latín.
Las bases del Derecho Romano, por obra de la fuerza unificadora de la Iglesia,
siguieron teniendo vigencia en occidente casi siempre como derecho consuetudinario.
Las formas de citar:
1. El código se cita en todos los idiomas con la letra C incluyendo luego el numero del
Libro, luego el titulo, luego del fragmento y luego del párrafo.
2. El Digesto se cita de la misma forma que el Código, aunque reemplazando la letra C
por la D.
3. Las instituciones se citan con la letra I
4. Las Novelas se citan con la abreviación Nov.

 Punto Cuatro

LA ROMANIZACION DE LA PENINSULA IBERICA


Dentro del imperio romano, la Hispania ocupo un lugar destacado. Su población
se componía en el siglo III (a.C.) de los íberos, los celtas, los celtiberos y otros
pueblos cántabros y vascones, que habían recibido sucesivas influencias
fenicias, griegas y cartaginesas. La península entra en la historia propiamente
dicha con motivo de las guerras púnicas que enfrentaron a Roma y a Cartago.
Aníbal llevo sus tropas por tierra hasta Italia en donde fue derrotado. Esto
permitió a Publio Escipión iniciar la conquista, en el año 210 (a.C.) a pesar de la
resistencia de los pueblos aborígenes, los romanos fueron dominando la
península.
A lo largo de estos siglos y durante los cuatro siguientes, se produce la
romanización de Hispania , cuyos habitantes aceptan las creencias, las leyes y la
cultura superior del Imperio identificándose con este.
La organización de las ciudades se va adaptando a los modelos romanos, estos
no impusieron su derecho a los pobladores vernáculos: éstos siguieron
rigiéndose por sus antiguas costumbres, pero la progresiva romanización de
Hispana y la cultura superior del Imperio fueron transformando las formas de
vida primitivas que habían existido hasta entonces. Hubo por lo tanto, durante
varios siglos un doble sistema jurídico, pues los romanos utilizaban el propio.
Pero cuando Caracalla otorga la ciudadanía a todos los habitantes del imperio,
el derecho romano comienza a ser aplicado en toda la península. Sin embargo,
surgen también normas locales, procedentes de unas de las decisiones de los
gobernantes provinciales y otras de costumbres especiales que se forman, con
lo cual surge un derecho romano vulgar algo diferente del clásico que regía en
Italia.
La España Visigótica
Los pueblos germánicos, establecidos fuera y dentro de las fronteras del Imperio
y especialmente sobre los ríos Rhin y Danubio, comenzaron a sufrir desde
principios del siglo IV la presión de otros bárbaros que buscaban nuevas tierras
en donde establecerse. Unos y otros comienzan entonces las invasiones sin
encontrar mayor resistencia por parte del Imperio decadente. Y así penetran en
las Galias, en Italia y en España, provocando a su paso inmensas destrucciones.
En el año 476 los ostrogodos ocupan a Roma y desaparece el Imperio de
Occidente.
En España se suceden desde el año 409 las invasiones: suevos, vándalos, alanos
y visigodos, recorren la península hasta que ya en la segunda mitad del siglo,
quedan los suevos en Galicia y se forma el nuevo Reino Visigótico, bajo la
Los pueblos Germánicos, se regían por un derecho consuetudinario no escrito.
Pero al tomar contacto con la civilización romana se dejaron influenciar por ese
orden superior y más perfecto. Abandonaron entonces muchas costumbres
bárbaras y hasta comenzaron a utilizar el idioma latino. Y para organizar mejor
las relaciones de su pueblo, Eurico comprendió que era necesario redactar leyes
escritas según el modelo romano. Sanciono entonces hacia el año 475 el Código
que lleva su nombre, mezcla de soluciones germánicas y romanas aunque con
predominio de estas últimas, las cuales se tomaron del código Teodosiano y de
algunas obras de juristas. El código de Eurico aparece redactado en latín y su
contenido se refiere principalmente al derecho privado. Tuvo una gran
influencia en su época, pues inspiró las leyes de los borgoñes (lex bárbara
Burgundiorum, de fines del siglo V ) y de los francos (lex sálica, de principios del
siglo VI).
Casi de inmediato el sucesor de aquel rey, Alarico II hizo redactar otro código
llamado Lex Romana Wisigothorum o Breviario de Alarico II, que fue
promulgado en el año 506. Esta ley destinada a ordenar mejor el derecho
romano que hasta entonces se aplicaba entre los hispanos-romanos, contiene
normas tomadas del Código Teodosiano y de constituciones posteriores, asi
como doctrinas de los juristas Gayo y Paulo. Se impuso no solo en el reino
Visigodo, sino también en otras regiones de Occidente, en donde fue la gran
compilación de derecho romano anterior a la de Justiniano y más difundida que
la de éste.
La doctrina tradicional respecto de estos Códigos era la de que el de Eurico fue
sancionado sólo para los visigodos, y la Lex Romana Wisigothorum para los
romanos que seguían utilizando el derecho imperial.
Más tarde se llego a la unificación jurídica. El Rey Leovigildo sanciono un nuevo
Código en el cual permitía los casamientos entre godos y romanos y suprimía la
diferencia de jurisdicciones. Los sucesivos monarcas siguieron legislando, y
Recesvinto, reunió todo ese derecho en un código que llamó Liber judiciorum,
promulgado en 654. Una segunda redacción del mismo Liber se hizo en el año
681, bajo el patrocinio del Concilio XII de Toledo, y más tarde todavía se publicó
otra edición, llamada vulgata porque no tuvo carácter oficial, en la cual se
incluyeron principios de derecho público tomados de los concilios toledanos y
de las obras de San Isidoro de Sevilla. Fue esta última, traducida al romance a
principios del siglo XIII, la que se conocerá con el nombre de Fuero Juzgo.

Bolilla IV
1 El derecho musulmán en España. La reconquista española. El derecho castellano en
la Alta Edad Media. La dispersión normativa. Los fueros.

Derecho Musulmán en España

Es un Derecho religioso y por ello sólo aplicable a los propios musulmanes.


Los mozárabes (población hispano-visigoda que permanece bajo dominio árabe) se
regían en cuanto al derecho privado por el Derecho Romano que pervivía en las
diferentes compilaciones visigodas pero debían acatar el derecho público musulmán,
como los mudéjares (musulmanes que siguieron viviendo en zona cristiana) tuvieron
normas especiales para ellos como el Fuero del Arrabal de Játiva, de Jaime I, y los
Fueros de Moros, de Alfonso I el Batallador.

Como Derecho religioso, es inmutable (pues la voluntad divina se entiende inmutable,


a salvo la labor humana de precisarlo y aclararlo), personal (es decir, extraterritorial), y
se expresa a través de ejemplos concretos (más que de normas abstractas); es lógico,
pues, que los juristas se consideraran a ellos mismos más como gente de religión que
legisladores (juristas-teólogos).
Sus fuentes principales son el Corán (libro a la vez religioso y jurídico, constituido por
las revelaciones de Alá), la Sunna (tradición conservada de lo dicho y hecho por su
profeta Mahoma), el Ijma (consenso de los doctores en la ley islámica) y
el qiyas (razonamiento jurídico por analogía para los casos de laguna legal).
A lo largo de su historia el Derecho Musulmán se ha ido estructurando en
distintas escuelas jurídicas, siendo la escuela ortodoxa Maliki la predominante en la
España musulmana.
La llegada de los musulmanes a España se produce apenas un siglo después de
Mahoma, por lo que es fácil inferir que el Derecho Musulmán se encontraba todavía
en proceso de formación, no se tardó en aportar desde la Península conocidos juristas,
el más importante de los cuales, fue el cordobés Averroes, 1126-1198, cuya
obra “Bidaya” cabría reconocer como cumbre de la ciencia jurídica islámica en España.
La toma de Granada en 1492 no significó la desaparición del Derecho Musulmán,
destinada a regular la condición jurídica y social de los moriscos hasta la expulsión
definitiva de éstos.
La aplicación en España del derecho musulmán duró ocho siglos, único país europeo
que experimentó una fuerte presencia musulmana en su territorio en el que se aplicó
un derecho distinto del romano-visigótico que encontraron los musulmanes al invadir
España en el 711, significó un acontecimiento que pudo haber cambiado el rumbo de
su derecho no sólo en España sino también en Europa, donde la presencia musulmana
no pudo ser mas profunda al ser vencidos en la batalla de Poitiers en el año 732. Su
estancia en España duró hasta 1492 en que fue abatido el último reino musulmán de
Granada por obra de los Reyes Católicos.
Sin duda la invasión musulmana representó un hecho fundamental en la historia de
España hasta que fue eliminada la presencia política islámica en España en 1492, y
consumado en 1609 el apartamiento musulmán de España con la expulsión de los
moriscos.
Hay 5 características, y las que mas destacan son:
Religiosidad del derecho: esta a su vez se divide en cinco manifestaciones que son:
Lo religioso y lo jurídico es todo un bloque unitario.
El Derecho es esencialmente la voluntad divina.
Cuando se viola una norma supone un pecado.
El califa se considera jefe político y religioso
La finalidad del Derecho es la salvación espiritual del musulmán.
Se trata de un derecho personalista, se aplica a los musulmanes solamente.
Es un derecho inmutable, no cambia porque la voluntad divina no lo hace.
Es casuístico ya que encontramos ejemplos concretos que van ocurriendo, nunca una
norma abstracta.
Es un derecho hibrido, que recoge normas muy diferentes, de otros lugares, otras
culturas…hay influencia del derecho romano de occidente, del derecho canónico, del
derecho judicial.
La única fuente o lo único esencial es la voluntad divina, esta voluntad se conoce por
medio de las revelaciones.
Las diferentes formas de revelación son las raíces del derecho musulmán, que tendrán
diferentes rasgos jerárquicos.
EL CORAN: contiene la predicación de Mahoma, predica es lo que le ha sido revelado
por un ángel y que consiste en el contenido de un libro que se encuentra en la
eternidad, que contiene la voluntad divina. Mahoma predicaba oralmente, nunca por
escrito y sus discípulos tomaban notas de las predicaciones, las aprendían de memoria
y las trasmitían nuevamente de forma oral. A la muerte de Mahoma, hacia el tercer
califa, no se aprobó oficialmente la redacción oficial del Coran, en el siglo VII.
LA SUNNAH: es la conducta del profeta Mahoma. Esta conducta se conoce a través de
la tradición o el Hadit, y consistía en que la Sunnah del profeta era verdadera cuando
había constancia de todas las personas que habían intervenido en las predicaciones
orales de este. Y empezó a ponerse por escrito como “la colección de los VI libros” y
exactamente una que se llama “las II auténticos” escritos por Bujari y Mushim.
IYMA´A: revelación indirecta. No es una revelación a Mahoma, sino a la conciencia de
la comunidad. Luego este se traduciría en la opinión unánime de los doctores de la Ley.
QIYÁS: sirve para adaptar el resto de las tres raíces anteriores a los nuevos problemas
y para suplir las lagunas de la ley.
CIENCIA DEL FIQH: esta ciencia la elaboraban los juristas-teólogos a los que se
conocían con el nombre de alfaquíes. Había un grupo de alfaquíes con un cierto
prestigio a los que se les solicitaban informes (fatwas) que se les conocían con el
nombre de Muftí. 
La reconquista española
La principal característica es la formación de una serie de unidades políticas, dando
lugar a una pluralidad política y jurídica, es decir cada reino va a tener su derecho
diferente. Surgieron una serie de reinos:
* Reino Astur-Leones.
* Condado de Cataluña.
* Reino de Navarra.
* Reino de Aragón, se independizo de Navarra.
* El Condado de Portugal, se independizó del reino de Aragón.
* Condado de Castilla.
RECONQUISTA Y REPOBLACION
La organización política de los núcleos cristianos
La conquista de la Península por los musulmanes no fue completa. Pequeños núcleos
urbanos y, sobre todo rurales, especialmente en las zonas habitadas por los astures,
cantabros y por la población pirenaica, de difícil acceso quedaron exentos de la
presencia militar de los invasores. En esos reductos libres de la ocupación musulmana
buscaron amparo los fugitivos visigodos en los años inmediatos al 711, y ellos fueron
quienes protagonizaron el primer movimiento de abierta resistencia al Islam, como
ocurrió en el enfrentamiento de Covadonga.
Castilla
El sector oriental de reino de León, la demarcación más peligrosa por constituir el
objetivo preferente de los ataques musulmanes, progresa también hacia el sur bajo la
dirección de los condes designados por el rey para ejercer en su nombre las funciones
de defensa y gobierno.
La expansión militar se realiza con cierta autonomía respecto del poder central, y ello
facilita la aparición en la comarca de una conciencia de la propia identidad frente al
resto del territorio leones. En la persona de Alfonso III había recaído la titularidad de
varios condados y desde su posición fomenta la consolidación de la idiosincrasia
nacional, y asume una política de independencia de hecho culminara en la cesión de
toda la tierra.
Navarra y Aragón
El dominio musulmán de los territorios del valle del Ebro resulto inicialmente facilitado
por la conversión al Islam de los más importantes jefes visigodos. Los territorios de la
montaña no fueron ocupados físicamente y esto les permitió mantener una situación
de relativa independencia, en la línea de la que habían mantenido frente al dominio
visigodo y, antes aún, frente al romano. En el Pirineo occidental, la resistencia contra
los musulmanes se organiza pronto, y alterna con la que oponen frente a los francos,
encontrando apoyo para este doble enfrentamiento en los muladíes tudelanos, que
desde el primer momento se muestran reacios a admitir la autoridad de los emires
cordobeses.
Los movimientos de la repoblación
La repoblación de las áreas rurales.
Podemos definirla como la retención efectiva en manos cristianas de los territorios
previamente ganados con las armas al Islam, mediante el establecimiento permanente
de grupos humanos que se instalan en ellos.
Alcance de la repoblación de tierras en los primeros siglos medievales
En los primeros siglos el esfuerzo repoblador se centro con preferencia casi absoluta
en la repoblación de tierras en su mayor parte desiertas y faltas de cultivo.
b) La dinámica repobladora de los primeros siglos.
Castilla
A comienzos del s. IX se inicia la repoblación de la Castilla primitiva, al amparo de
monasterios espontáneamente erigidos, como el de Taranco, cuyos monjes dirigen la
roturación del valle del Mena, con una población compuesta de cantabros, vascones y
visigodos, y alguna presencia de elementos mozárabes.
Aragón y Cataluña
Experimento en los comienzos del s. IX un movimiento de repoblación de tierras
desiertas muy localizado en la comarca del Pirineo, que fomentaron los condes y fue
respaldado por la iniciativa monacal. En el Pirineo oriental, la actividad repobladora fue
potenciada por los monarcas francos.
Los condes, los monasterios y la iniciativa popular contribuyeron después a reforzar
esta corriente, como consecuencia de la cual se afianzaran importantes núcleos de
colonizadores.
c) Modalidades de la repoblación de tierras.
La ocupación del suelo a lo largo del dilatado periodo durante el cual predomino la
conquista de tierras incultas se organizo unas veces de forma planificada y metódica,
mediante una repoblación oficial que los reyes dirigen en persona, o que encomiendan
a una alta jerarquía de la administración territorial, un conde o un magnate a quien
responsabilizan de la organización de la zona. Otras veces la repoblación se realiza de
forma particular y espontánea.
La repoblación señorial
En la repoblación dirigida u oficial se procedía a la restauración de las construcciones y
fortalezas ruinosas existentes en la región, a la división de la tierra en parcelas y al
señalamiento de los lotes que habían de ser distribuidos entre los colonos, en
proporción a los medios de trabajo que cada uno dispusiera, todo ello de forma
manifiesta y solemne, con suficiente publicidad. Todas estas operaciones se
efectuaban bajo la supervisión del señor que con frecuencia, se reservaba
considerables extensiones de tierra, poniendo con ello las bases para consolidación de
un régimen de propiedad latifundista.
Las cartas de población
Correspondió a los señores la función de articular jurídicamente a las comunidades
recién formadas, y para ello utilizaron las Cartas pueblas o cartas de población:
documentos que contenían una elemental y sucinta regulación de las condiciones que
debía presidir el desarrollo de la convivencia en la zona. En ella quedaban reseñados
los límites geográficos dentro de los cuales tenía vigencia su contenido, y reflejaba las
facultades reconocidas a los colonos en orden a la explotación pacifica de sus parcelas,
que el señor les aseguraban y se hacía mención también de las obligaciones que
debían asumir; entre ellas, la de satisfacer una renta por el aprovechamiento de la
tierra de labranza que habían recibido, con frecuencia pagada en especies (censo, foro,
parata, pectum) a veces alusivas a la época del año en que solía cobrarse o al
porcentaje de la cosecha en que había sido tasada (novena). Estas cartas de población
son contratos agrarios de carácter colectivo propuestos por los señores, ofertas de
contrato a las que los aspirantes a colonos debían adherirse como único medio de
recibir tierras de cultivo.
Contenido de las cartas de población
A partir del siglo X, los señores asumen funciones jurisdiccionales que los reyes les
ceden, a la sumisión económica de los colonos vendrá a añadirse la sumisión jurídica,
generalizándose con ello el llamado “régimen señorial”. Este se caracteriza porque el
señor además de los derechos que tiene sobre los cultivadores, adquiere otros de
naturaleza jurídico-publica, como la administración de justicia y una cierta facultad
normativa.
Aparece un Derecho señorial cuyas manifestaciones afloran en un modelo de cartas de
población más complejas en la que los campesinos quedan sujetos a una serie de
obligaciones que van más allá de las debidas por la simple cesión de tierras:
prestaciones de tipo personal que han de rendir al señor, como la de trabajar
gratuitamente en los campos de éste, aportando los propios aperos y animales, a
cambio de la manutención; la de reparar los caminos y puentes del señorío; la de
vigilar las fronteras del territorio; la de albergar al señor y sustentarle cuando pasa por
las tierras del colono.
Estas cartas de población señoriales incluyen otras prescripciones en materia
matrimonial (así la obligación de que las mujeres soliciten la licencia del señor para
casarse, y el pago de una cantidad de dinero para poseerla: ossas); en régimen de
sucesiones (como el derecho del señor a suceder en los bienes del colono que muere
sin descendencia); o la obligación que tienen los descendientes del campesino muerto
de entregar al señor determinados bienes cuando heredan el dominio de la tierra.
La implantación de monopolios o regadíos (molino, horno, fragua, sal) referidos a
bienes y servicios de cotidiana necesidad, por cuyo uso o adquisición era preciso
satisfacer al señor la correspondiente cuota, y el establecimiento de otras
contribuciones debidas a él por el aprovechamiento de los bosques, ríos y prados del
señorío perfilan el panorama jurídico de los grandes dominios territoriales en los que
se instala sólidamente el Derecho señorial.
La repoblación real
Reyes y condes desarrollaron una política de encauzamiento de repobladores hacia las
zonas fronterizas y, por ello, peligrosas, permitiendo y fomentando el establecimiento
en ellas a través de cartas pueblas que garantizaban el libre disfrute de la tierra a
quienes vinieran a establecerse allí. Presentan un ordenamiento privilegiado y muy
elemental en el que se incluyen exenciones y franquicias de amplio espectro: fiscales,
penales, procesales, administrativas, etc. Se va formando un Derecho libre y popular,
manifiestamente contrapuesto al Derecho vigente en las zonas de repoblación
señorial.
La repoblación espontánea
Otras veces el proceso repoblador tiene lugar la sola iniciativa privada, cuando grupos
de colonos se desplazan hasta las tierras despobladas y se instalan en ellas por su
cuenta, careciendo de un marco jurídico inicial, que solicitarán de los reyes cuando con
el paso del tiempo, la comunidad se haya consolidado. Estos tipos de repoblación
espontánea, se articularon sobre la base de dos instituciones: la presura o aprissio por
una parte y, por otra, el escalio. La presura constituye un ágil mecanismo en virtud del
cual se considera que el colono, por el simple hecho de acotar una determinada
extensión de tierra, adquiere sobre ella unas amplias facultades de naturaleza
posesoria.

El derecho castellano en la Alta Edad Media


España sometida a dominación cristiana, por una diversidad jurídica que constituye la
contrapartida de la diversidad política. La aparición de distintos Estados
independientes entre sí (León, Castilla, Navarra, Aragón y Cataluña) determinó el
desarrollo de órdenes jurídicos diferentes.
Es precisamente durante la Alta Edad Media, en particular en el período que va desde
el siglo XI al XIII, cuando se configuran las peculiaridades jurídicas regionales
de España. Los Derechos medievales españoles, podrían clasificarse en 4 grandes
grupos: el castellano-leonés, el levantino (catalán-valenciano-balear) y
el pirenaico (vasco-navarro-aragonés). En ellos podemos encontrar tres tipos de
fuentes: fueros municipales, las territoriales (ordenamientos regionales extensos), y las
generales, de carácter territorial extenso, dictadas para la totalidad de un reino.

El Derecho local fue la base de la formación jurídica: la fragmentación política fue


acompañada de una auténtica pulverización legislativa.
Los "fueros" eran básicamente los Derechos locales de una región o de una ciudad. En
su formación se distinguen dos etapas: la primera es anterior al siglo XII, y en ella los
"fueros" regulan principalmente materias de Derecho político (relaciones de los
súbditos con el Rey y los señores), de Derecho penal y de Derecho procesal.
La segunda, iniciada a mediados del siglo XII, contempla un formidable desarrollo de
los "fueros" locales que regulan, además de las instituciones de Derecho público, las
relaciones privadas de Derecho civil.
Los "fueros" municipales tuvieron un carácter espontáneo y de adaptación a las
necesidades inmediatas de cada localidad. 
Pero al lado de este Derecho de carácter local, se desarrolló una legislación de tipo
territorial, nacida con la vocación de convertirse en un Derecho general unificado. Su
manifestación más antigua son las leyes promulgadas por Alfonso V de León de 1017 a
1020. Esta aspiración unitaria se expresa posteriormente en Castilla, por medio de un
esfuerzo por extender algunos fueros locales, como el de Sepúlveda y su derivado, el
de Cuenca, a vastos territorios. 
Pero fue Fernando III, en el siglo XIII, el primero que inició una labor "oficial" en este
sentido al mandar traducir el "Liber ludiciorum" (que recibió entonces el nombre de
"Fuero Juzgo") al romance y otorgarlo como fuero a varias poblaciones. 
El proceso de unificación del Derecho, paralelo a la afirmación del poder real sobre los
señoriales y locales, alcanzó nuevos impulsos en el reinado de Alfonso X; en su época
se publican el "Fuero Real", el "Espéculo" y "Las Partidas", cuya aspiración común es
dar unidad y fijeza a todo el Derecho. Se observan, dos criterios diferentes en orden a
la obtención de este fin: según uno, el Derecho nuevo se tendía a edificar sobre la
tradición romana, como en el "Espéculo" y "Las Partidas"; el otro tendía a
fundamentarlo sobre la tradición germánica, como era el caso del "Fuero Real". En
todos los casos, la aspiración de unidad resultó fallida.
El "Fuero Real" no fue promulgado con carácter general, limitándose Alfonso X a
otorgarlo como fuero municipal a algunas localidades. "Las Partidas", por su lado, fruto
de la "recepción" del Derecho romano que se produce durante esta época como
augurio de la recuperación de la tradición clásica que había de efectuarse en el
Renacimiento, eran un claro exponente del intento de crear un Derecho territorial
unitario. Otorgan una importancia fundamental a la ley, relegando los usos y las
costumbres a un lugar secundario, como Derecho supletorio, siguiendo el punto de
vista romano-canónico. Su carácter fue más bien doctrinal, no constituyendo nunca un
verdadero Código destinado a regir relaciones humanas efectivas: no tuvo jamás
verdadera vigencia y, quizá, nunca fue promulgado como ley por Alfonso X.
En el siglo XIV, el "Ordenamiento de Alcalá" promulgado por Alfonso XI en 1348,
recoge la tradición de "Las Partidas", que aparecen por primera vez como Derecho
supletorio, con el fin de proporcionar unos criterios de carácter general, válidos para
todo el reino, en orden a la administración de justicia. En su articulado, se establece el
orden de prelación de las fuentes del Derecho castellano, disponiendo que, después
del propio "Ordenamiento", se apliquen los fueros municipales y el "Fuero Real", y sólo
en último término, significativamente, "Las Partidas"; de esta forma, el Derecho
romano aparecería como subsidiario del germánico, inspirador principal del "Fuero
Real" y de los ordenamientos locales. 
No se logra, una unificación jurídica, ni siquiera aproximada, en ninguno de los reinos
que integran la comunidad hispánica durante la Edad Media. La consecución de este
objetivo había de ser tarea a realizar durante los siglos posteriores y nunca sin
tensiones, ni tampoco enteramente. El final de la Edad Media ofrecía un panorama
fragmentario, en el que el Derecho no sólo se atomizaba en múltiples fueros locales,
sino que además constituía un mosaico de Derechos generales de carácter nacional en
los distintos reinos peninsulares: León y Castilla, Cataluña, Aragón, Valencia, Baleares,
Navarra y Vascongadas. 
Los Fueros
Los fueros locales, fueros municipales o fueros eran los estatutos jurídicos aplicables
en una determinada localidad, cuya finalidad era, regular la vida local, estableciendo
un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la
tierra o el propio concejo. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península
Ibérica a partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho
alto medieval español.
Reconquista y Repoblación.
La conquista musulmana de la península ibérica supuso, en el plano jurídico, la ruptura
de la unidad que, mediante el Liber Iudiciorum, se había conseguido en el reino
visigodo, sin perjuicio de la eventual práctica de algunas costumbres diversas a las
señaladas en dicho texto legal.
El inicio de la reconquista del territorio peninsular dio lugar a la formación de diversos
reinos cristianos y la formulación en ellos de un nuevo Derecho, plural y diverso,
caracterizado por tratarse, de un derecho esencialmente local.
La empresa de la reconquista no significaba sólo derrotar militarmente a
los musulmanes, sino repoblar las zonas conquistadas. En aquellas áreas que, por su
valor económico o estratégico, interesaba repoblar, los reyes cristianos
y señores laicos y eclesiásticos de la Península Ibérica comenzaron a otorgar una serie
de privilegios con el fin de atraer pobladores para que se asentaran allí, de modo de
asegurar fundamentalmente las zonas fronterizas y revitalizarlas económicamente.
Los documentos en que constaban tales privilegios y exenciones se
denominaron cartas pueblas o también llamadas cartas de población (chartae
populationis).
Los otorgantes de las cartas pueblas eran los señores del territorio –rey cristiano o
señor laico o eclesiástico, que actuaban por propia iniciativa (o como delegados del
rey) o a solicitud de los propios súbditos. En este último caso, les daba a estos
acuerdos un cierto carácter de pacto.
Las cartas más antiguas, que se conservaran, datan del siglo IX; siendo concedidas
hasta mediados del siglo XII.
A partir de finales del siglo X, el derecho local comenzó a fijarse por escrito,
recogiéndose normas de diversas procedencias, atribuyéndose por lo general al
otorgante de la primera carta de población. Este proceso derivó en nuevas cartas que
poseían la forma de privilegios reales y que se presentaban bajo una
diversa nomenclatura –chartae fori, chartae libertatis, confirmationis, privilegii; éstas
se han denominado por los investigadores como fueros breves, por su extensión
limitada al diploma que los contenía.

Los fueros recogían las costumbres de cada localidad, además de los privilegios
otorgados por los reyes a las mismas, así como el conjunto de disposiciones que
preservaban la nobleza, el clero y el vasallaje de una zona.
Era un pacto solemne entre los pobladores y el rey, y también eran las leyes que regían
determinada comarca o localidad.
En un comienzo las pretensiones de los pobladores era la de incluir en el pacto
derechos de carácter público. El Derecho privado primeramente estuvo casi excluido.
Luego fue progresivamente incorporado en la legislación foral. La razón se debía a que
aquellos derechos que estaban en discusión no eran éstos, sino los relacionados con
reivindicaciones que los pobladores anhelaban; con su status jurídico. Para la
constitución del referido pacto era siempre necesaria la firma real, porque por más
que se hubiesen tratado tales reivindicaciones con un noble de rango inferior, era el
rey quien juraba respetar y hacer cumplir esos derechos reclamados.
Los fueros como Cartas Pueblas son el conjunto de leyes y libertades entregados a los
repobladores de una villa, una población sin señorío o cuyo señorío correspondía al
rey. En estas leyes se detallan las libertades, como la elección de alcalde, tributos a la
corona, la obligación de prestar auxilio a la mesnada real con peones y caballeros
villanos, y muchas prerrogativas que hacían al hombre de la ciudad más libre que el
campesino de régimen feudal (aunque el feudalismo en España es mínimo a excepción
de Cataluña y en menor medida, León). A cada fuero le correspondía, aparte de la
ciudad o villa, un alfoz o territorio, que contaba con varias aldeas y municipios,
dependientes de la villa principal. La población tenía un concejo, que gobernaba y
representaba a la ciudad en las Cortes. El concejo tenía gran poder sobre el alfoz y la
ciudad. Sin embargo, no podía conceder cartas pueblas, es decir, dar título de villa a
cualquier aldea (eso era potestad real, como la carta puebla de Añover de Tajo). Cabe
aclarar que una villa es aquella población con capacidad de hacer justicia (juzgar,
detener y ajusticiar e imponer penas), y se simboliza en los rollos o picotas de piedra
(columnas donde se hacía justicia, e.g. ejecuciones).
Aunque siguieron otorgándose fueros en el siglo XIII, con el desplazamiento de
la reconquista hacia el sur dejaron de tener su función original de estimular
la repoblación de las tierras fronterizas más o menos despobladas del desierto del
Duero o de las extremaduras. Las zonas reconquistadas a partir de entonces (el valle
del Guadalquivir y las llanuras litorales de Valencia y Murcia) eran zonas con alto
desarrollo urbano y gran densidad de población; y los instrumentos políticos ya eran
otros (órdenes militares y huestes aristocráticas y concejiles de las ciudades de
amplios alfoces ya desarrolladas del norte y centro peninsular), a los que había que
compensar con repartimientos en los nuevos territorios conquistados.
Fueros generales
Todos los fueros locales tenían su raíz en el derecho consuetudinario (también se
denominaban costumbres) y de su conjunto, unidos a las normas romanas y visigodas,
se obtuvieron recopilaciones de ámbito territorial supra municipal, dando lugar a
distintos fueros generales en cada uno de los reinos cristianos peninsulares: Fuero de
Aragón (compilado en el Vidal Mayor), Fuero General de Navarra, los fueros generales
castellanos (Fuero Juzgo, Fuero Real y Fuero Viejo de Castilla.
Trascendencia en la historia posterior
La importancia de los fueros traspasa el ámbito medieval, siendo una constante el
poder movilizador del particularismo y los privilegios locales, en radical contradicción
con el centralismo que suponía la construcción de la monarquía autoritaria a partir de
la crisis bajo medieval.
Ya en la Edad Moderna, la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1522) tuvo en
la defensa de los derechos forales por parte de los comuneros su primera causa de
levantamiento, y su derrota a manos de los imperiales implicó que Castilla fuera a
partir de entonces el territorio más sometido al poder de la Monarquía Hispánica. 
Navarra y el País Vasco, territorios forales[editar · editar fuente]
Únicamente los territorios vascos y el reino de Navarra (fieles a Felipe V, de la
nueva dinastía Borbón, precisamente de origen navarro) continuaron manteniendo su
particularidad foral (régimen fiscal y monetario propio, aduanas, exención del servicio
militar, etc.), que volvió a suscitar conflictos en la Edad Contemporánea como
consecuencia de las guerras carlistas, y se mantuvieron con distintas alternativas hasta
su reformulación como autonomías según la Constitución de 1978 (Comunidad Foral
de Navarra y el País Vasco).
Tras la Tercera Guerra Carlista, mediante la ley de Madrid de 21 de julio de 1876
firmada por el rey Alfonso XII, los fueros quedaron derogados unilateralmente,
excepto en lo referente a especialidades fiscales y tributarias, aunque este monarca
nunca los había jurado para ser su Señor.
2 La Formación del derecho común europeo; la ciencia jurídica medieval. Glosadores
y los comentaristas. La evolución del derecho canónico y su relación con el derecho
secular.

La Formación del derecho común europeo; la ciencia jurídica medieval

Ocurre durante el Renacimiento cultural europeo (s. XI) que da fin a la alta Edad
Media, donde se había perdido la tradición de estudio sobre el Derecho y sólo se
conservó en monasterios una actividad mínima, principalmente de copia de obras
jurídicas que permite que esas obras no se pierdan.
A mediados del s. XI nacen nuevos centros de estudio: catedrales, centros municipales
y universidades.
Las universidades, encabezadas por Bolonia son los centros donde se desarrolla la
nueva cultura jurídica europea hasta la Revolución Burguesa.
Esta nueva cultura jurídica arranca con el enlace con el Derecho Romano gracias a la
recuperación y estudio de la colección más ambiciosa de Derecho Romano: la
compilación promovida por Justiniano I (528 - 533).
Esta compilación se conocerá luego en Europa como Corpus Iuris Civilis, es la base de
lo que luego conoceremos como derecho común.
El Corpus Iuris Civilis está integrado por cuatro elementos:
1. Instituta (Instituciones). Colección en cuatro libros promulgada en el 533 que
constituía una especie de manual de introducción para el estudio del Derecho. Era un
texto didáctico dedicado a la enseñanza del derecho, sin valor normativo. Fue
confeccionado por una comisión de juristas entre los que destaca Triboniano; el
modelo para la redacción fueron las Instituciones de Gallo (s. II).
2. Digesto o Pandectae. Promulgada en el 533, era una ambiciosa colección de la
jurisprudencia clásica integrada por 50 libros actualizados y adaptados al Imperio de
Oriente del s. VI.
3. Codex (Código). Inicialmente redactado en un texto promulgado en el año 530; no
se conserva esta versión pero sí la definitiva (534). Era una colección de leges:
constituciones imperiales desde Adriano (principios del s. II) hasta el 534, distribuidas
en doce libros.
4. Novelae (Novelas). Incorpora las constituciones de Justiniano posteriores al 534 y
hasta el 564.
Esta compilación fue promulgada por Justiniano en el s. VI en los territorios italianos
que permanecían fuera del dominio bárbaro (sur de Italia) y Levante mediterráneo
peninsular (554 - 629) donde se mantuvo un enclave bizantino en plena monarquía
visigoda.
Con excepción de los dos territorios mencionados, en Europa occidental se había
perdido la tradición del Corpus Iuris, con excepción de los ámbitos eclesiásticos, donde
se siguió copiando este texto.
A mediados del s. XI tiene lugar en las universidades, principalmente en la Escuela de
Artes Liberales fundada por el Ayuntamiento de Bolonia (es la futura universidad) un
proceso de recopilación, recuperación y reconstrucción del Corpus Iuris Civilis.
Es un movimiento de recuperación de la tradición jurídica romana que será el germen
del derecho común.

Una de ellas es la propia naturaleza del Corpus Iuris Civilis, que es ante todo una
compilación imperial, donde se recoge el Derecho de lo que quedaba del Imperio
Romano de Oriente. Esta naturaleza imperial del Derecho interesa en momentos en
que en Europa se intenta construir una unidad política (Sacro Imperio Romano
Germánico) para hacer frente al Islam.
El imperio europeo había sido un intento que arrancaba de principios del s. IX (bajo el
reinado de Carlomagno - monarca franco).
En el año 800 tiene lugar la coronación de Carlomagno en Roma por el papa León. Este
imperio se fragmentó rápidamente en diversos reinos feudales.
A mediados del s. X la idea imperial europea es restaurada por los monarcas
germánicos. Otón I es coronado emperador por el papa en Roma (962).
El proyecto imperial abarca algunos reinos germánicos e Italia, pero a mediados del s.
XI se agregan Borgoña, Polonia y Hungría. 
Cuando el resurgimiento del Corpus Iuris Civilis, el Sacro Imperio Romano es una
realidad, y con este texto se pretende conseguir la unidad jurídica que fortaleciese y
consolidase la formación imperial europea. Hay diversos factores que influyeron en la
recuperación del Corpus Iuris Civilis:
• Superioridad técnica del Derecho Romano, lo que hace que se imponga rápidamente
a los derechos de la alta Edad Media, de raíz consuetudinaria y técnicos, en un
momento de resurgimiento cultural.
• Causas económicas: el Derecho Romano se adapta mejor a las necesidades
económicas de la época: desarrollo de las ciudades, comercio, circulación monetaria,
etc.
• Razones culturales: afán de saber, un interés puramente intelectual.
Este Derecho Común será fruto de la confluencia del Derecho Canónico medieval que
se desarrollaba en esa época. De esta confluencia surge el Derecho Romano Canónico.
Se integra también un tercer elemento: el Derecho Feudal Lombardo.
La cultura europea está marcada desde sus inicios por el afán universal, unitario. Se
desarrolla en las universidades y se transmite en latín, la lengua del mundo culto del
Derecho europeo hasta el s. XVIII.
En todas las universidades europeas se enseña el mismo Derecho en el mismo idioma.
Este Derecho Común es obra de juristas que tienen como dedicación específica el
estudio del derecho en forma profesional.
Glosadores y los comentaristas
Escuela de los Glosadores (finales s. XI - mediados s. XIII)
Son los primeros que se enfrentan al estudio del Corpus Iuris Justiniano. Surge en la
ciudad de Bolonia. Sus principales exponentes fueron:
• Pepo
• Irnerio. Considerado el fundador de esta escuela. Era un monje que enseñó en la
universidad desde 1055 en adelante. Dotó de autonomía los estudios de Derecho;
anteriormente el Derecho no se estudiaba de forma independiente sino dentro de la
Retórica. Ocurría así desde la Reforma de Carlomagno (7 artes liberales). Utilizó los
textos originales del Corpus Iuris Justiniano, abandonando las síntesis, extractos, etc.
que circulaban en la Edad Media. Emprendió una tarea de reconstrucción Corpus Iuris
Justiniano en su versión original. Fueron discípulos suyos: Martin, Hugo, Bulgaro y
Jacobo.
En esta tarea de reconstrucción, los glosadores estuvieron condicionados por el
descubrimiento fragmentado del Corpus Iuris Justiniano, que llevó varias generaciones.
( no )Fue sencilla la reconstrucción de las Instituta, el Codex y las Novelas. Pero más
complicado fue hallar los manuscritos del Digesta y hacer una redacción final, ya que la
tradición se había roto durante la alta Edad Media.
Estas dificultades tuvieron como consecuencia una estructura diferente del Corpus
Iuris Justiniano en esta recomposición medieval, fruto del orden de los hallazgos; es
una división tripartita del Digesto, ajena a la versión original del s. VI:
1 Digesto Viejo (Digestum Vetus). Fue la primera parte en ser reconstruida, y estaba
integrada por los 24 primeros libros del Digesta original.
2 Digesto Nuevo (Digestum Novus). Comprende los libros 39 al 50.
3 Digesto Encerrado (Digestum Infortiatum). Abarca los libros 25 al 38, y su nombre
indica que esta parte quedaba “encerrada” entre las otras dos.
4 Nueve primeros libros del Codex (de un total de doce) que versaban sobre Derecho
Privado.
5 Este volumen era de contenido heterogéneo:
• últimos libros del Codex, que versaban sobre Derecho Público y eran conocidos como
“los tres libri”.
• Instituta
• Novelas de Justiniano es una de sus versiones, que no coleccionaba todas las
constituciones (authenticum).
• Se incluyeron textos medievales del momento de la reconstrucción: Derecho Feudal
Lombardo (Libri Feudorum).
• Algunas constituciones del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
El quinto volumen no se terminó hasta mediados del s. XIV.
Los glosadores estudiaron el Corpus Iuris Justiniano según el “método de Bolonia”:
• Respeto y fidelidad máxima al texto original, que estudian con actitud reverencial y
carente de crítica.
• Carácter analítico y casuístico de las obras de la Escuela de Bolonia: no les interesaba
hacer sistematizaciones ni abstracciones.
Desarrollan este método a través de las “glosas”: sobre el mismo texto manuscrito del
Corpus Iuris Justiniano, donde aclaraban y explicaban el texto para utilizarlo en la
solución de conflictos. Había dos tipos de glosas: interlineales y marginales.
Los glosadores son docentes, lo que explica la técnica utilizada y los géneros literarios
que cultivaron, principalmente la lección magistral, de una estructura muy rígida:
constaba de siete partes, la primera de las cuales era un extracto del pasaje del Corpus
que iba a analizarse.
Obras jurídicas cultivadas por los glosadores
• Summulae: obras pequeñas que resultaban de los comentarios a la rúbrica de los
títulos de alguna de las partes del Corpus.
• Summae: obras más amplias, que resultaban de la glosa a una parte completa del
Codex, y -en una etapa más avanzada- comentarios a una materia concreta. Desde
mediados del s. XII son muy importantes las Summae al Codex, entre las que destacan
las realizadas por Rogelio, Placentino y -especialmente- las realizadas por Azzo.
• Brocardos o reglas jurídicas: eran obras pequeñas donde se extractaban las reglas,
principios, etc. que los glosadores iban deduciendo en su trabajo.
• Notabilia: donde se agrupaban los aspectos más destacados de cada tema.
• Lecturae Reportatae: apuntes de clase tomados en algunos casos por los estudiantes
con supervisión del profesor.
El método de los glosadores se caracterizó por su aislamiento y el considerar al Corpus
como único Derecho. Fue un método que se agotó pronto, pudiéndose considerarse
finalizado a mediados del s. XIII con la obra de Accursio, quien en la primera mitad del
s. XIII publicó la obra que se considera “cierre” de la Escuela de Bolonia: Magna Glosa.
Era una recopilación de todas las glosas escritas hasta el momento (90.000).

Los Comentaristas
La Escuela de Orléans es la que continuará y renovará el método de los glosadores. Se
los conoce también como “Posglosadores”, “Los Conciliatores”, “Los Prácticos” y “Los
Ultramontanos” (fuera de Italia). Los Comentaristas es el nombre más utilizado.
Esta escuela surge en la Universidad de Orléans durante la segunda mitad del s. XIII.
Allí enseñaron dos juristas a quienes se considera fundadores de este nuevo método:
• Pierre de Belleperche - Petrus Bellapertica 
• Jacques Ravanis - Jacopus Ravanis
Con ellos estudió Ciro de Pistoia, que llevó el método a Italia.
Las principales características de esta escuela son:
• Interés por la realidad jurídica de su tiempo e intención de convertir el Corpus no en
el texto único europeo sino en el elemento aglutinante para compaginar el Derecho
Común con los derechos particulares de cada país (iura propia). Salen del aislamiento
cultural en que se hallaban los glosadores.
• Desarrollan su labor en la época de consolidación de los derechos municipales y
emergencia de un derecho del rey. Por todo ello tuvieron desde el principio una
preocupación eminentemente práctica, buscando soluciones a los problemas jurídicos
de su tiempo.
• No sólo son docentes sino también abogados, jueces, juristas. Esta actividad
profesional los lleva a extraer conclusiones prácticas del Corpus.
En las universidades italianas trabajaron los dos juristas más importantes de la Escuela
de los Comentaristas:
• Bartolo de Sassoferrato
• Baldo de Ubaldi (discípulo del anterior).
Desarrollaron su actividad en la segunda mitad del s. XIV. A ellos se debe que el
método de los comentaristas sea conocido como mos italicus.
Los comentaristas -desde su preocupación práctica- desarrollaron un método
dialéctico y argumentativo. Utilizan los razonamientos propios de la época: esquemas
lógicos de Aristóteles, divulgados por la escolástica.
Para el comentario del Corpus siguen un esquema tripartito:
1. Leges, donde el comentarista exponía el texto que era objeto de estudio.
2. Rationen, donde se exponían argumentos.
3. Auctoritates, donde el jurista acude a opiniones ajenas que refuerzan la propia.
Obras jurídicas cultivadas por los comentaristas
• Comentario
• Tratados, monografías sobre determinada materia, con una finalidad práctica.
• Disputationes/controversias, donde los juristas se enfrentaban en torno a
determinada argumentación.
• Concilia, son colecciones de dictámenes dados por el autor a lo largo de su ejercicio
profesional. Muchos de ellos en el marco de un proceso.
Los comentaristas convirtieron el Corpus en el elemento común de la cultura jurídica
europea y lo llevaron fuera de las universidades.
El derecho justinianeo va quedando más alejado con la obra de los comentaristas, ya
que el Derecho Común se va construyendo sobre la doctrina y no sobre el texto
propiamente dicho. El alejamiento del texto original es una característica de esta
escuela.

La evolución del derecho canónico y su relación con el derecho secular


El Derecho Canónico “clásico”
Se planteó como tarea inicial la fijación del propio cuerpo del Derecho Canónico. Esta
tarea no podía partir de la reconstrucción de un texto histórico, ya que no existía una
colección única en esta etapa (mediados s. XII) sino que el Derecho Canónico se había
desarrollado de manera fragmentada.
Este texto surge impulsado por la pretensión de unificar y centralizar la creación de
Derecho Canónico en la persona del Papa.
Su origen es la reforma llevada a cabo por Gregorio VII (finales s. XI), que no tuvo
efectos inmediatos. Se pretendía hacer del Derecho Canónico un ordenamiento
universal, completo, sistemático y técnico, que superara la tosquedad característica
del Derecho Canónico altomedieval.

El Decreto de Graciano
Es la obra de arranque del Corpus Iuris Canonici. Se publica entre los años 1140 - 1142.
No era una obra oficial sino de iniciativa privada. Graciano era un monje profesor de
Teología en la Universidad de Bolonia. La obra apareció con el nombre de
Concordantia Discordantium Canonum; también se la conoce como Decreta y Decreta
Gratiani.
La intención fue la de armonizar la tradición canónica existente hasta el momento; no
se limita a recoger material, sino que depura, elimina, selecciona y vuelve a redactar,
dotando de un carácter uniforme a la variada normativa.
Elementos del Decreto
• Cánones de concilios ecuménicos, provinciales y universales.
• Decretales Pontificias: respuestas del Papa a consultas concretas que adquirían
carácter normativo.
• Textos doctrinales, escritos de los Padres de la Iglesia.
• Disposiciones de viejos libros penitenciales, algunas no son de origen eclesiástico.
Graciano añadió al material recopilado análisis doctrinales de las disposiciones, que
estaban a continuación de los textos (“dicta gratiani”). Trata en ellos la doctrina de la
Iglesia, principios morales, etc.
Esta obra nunca fue promulgada oficialmente por el pontífice, a pesar de lo cual fue
muy divulgada y aceptada por los estudiosos.
El Derecho Canónico no incluido en el Decreto quedó en desuso.
Tuvo varias ediciones, y se fue añadiendo material nuevo al texto original. En el año
1170 aparece la edición definitiva de esta obra.
A partir del Decreto de Graciano el Derecho Canónico se modernizó, principalmente
luego de las decretales, que se convierten prácticamente en la única fuente de
Derecho Canónico.
Se produce luego un exceso de decretales, lo que dificulta su conocimiento. Este
problema se afrontó con el surgimiento de colecciones de decretales, tanto públicas
como privadas, que inicialmente se limitaban a recogerlas sin ninguna sistematización.
Entre los años 1188 - 1191 aparece la primera colección sistematizada, realizada por
Bernardo de Pavía. Se recogen aquí las decretales posteriores a la obra de Graciano.
Estructura:
Se dividía el contenido en cinco partes:
1. Iudex. Se refiere a los jueces.
2. Iudicium. Se refiere a los juicios.
3. Clerus. Se refiere al clero.
4. Connubia. Se refiere al matrimonio.
5. Crimen. Contiene normas de derecho penal y procesal penal.
Esta estructura se mantendrá en colecciones futuras.
Por la misma época aparecieron otras colecciones canónicas (dos oficiales y dos
privadas) que se conocieron con el nombre de “Cinco Compilaciones Antiguas”
(incluyendo la de Bernardo de Pavía).
Las Decretales
En 1234 aparece la colección canónica más importante de la historia, realizada por San
Raimundo de Peñafort siguiendo un encargo del papa Gregorio IX. La obra se conoce
como “Las Decretales”. Fue promulgada oficialmente mediante bula del papa Gregorio
IX.
En ámbitos cultos se la conoció como Liber Extra porque recogía el material que
quedaba fuera del Decreto de Graciano por ser posterior al mismo. cada uno de los
libros se dividía a su vez en títulos y capítulos.
El contenido básico son decretales de los papas desde mediados del s. XII hasta la
fecha de promulgación de la obra. Se incluyen también concilios y -residualmente-
algunos textos previos a Graciano y de los Padres de la Iglesia.
La obra no se limita a recopilar sino que San Raimundo hizo una nueva redacción,
abrevió las decretales (dejando sólo la parte dispositiva) y las ajustó a la práctica. 

Para facilitar el manejo de la obra, se respetaron las palabras iniciales de las


decretales, que era la manera en que citaban en la época.
En la bula de promulgación de Las Decretales se declaraba esta obra como el texto
auténtico de Derecho Canónico vigente.
Desde esa fecha el Derecho Canónico siguió creciendo por la vía de nuevas decretales
pontificias, que fueron recogidas inicialmente por colecciones privadas. Estas
colecciones diferían entre si en la redacción, lo que provocaba inseguridad jurídica.
Liber Sextus
A finales del s. XIII (1298) aparece una nueva compilación original impulsada por el
Bonifacio VIII y promulgada mediante bula papal. Se la conoció como Liber Sextus, ya
que se la consideraba el complemento de la colección de Gregorio. Recogía decretales
y cánones posteriores a 1234 y hasta el momento de su promulgación.
La principal característica de esta obra es que extrae de las decretales sólo la norma,
por lo que tiene un carácter mucho menos casuístico. Contiene un epígrafe final sobre
reglas de Derecho, donde se recogen 88 principios jurídicos (brocardos) que son
representativos de una tendencia que ya era marcada: el Derecho Canónico como
modelo a seguir, inspiración del Derecho Común. Son máximas que incluso continúan
vigentes en la dogmática del Derecho.
Liber Septimus
Para recoger las decretales posteriores al Liber Sextus se publicó una nueva colección
oficial que había preparado el papa Clemente V pero fue promulgada por Juan XII en
1317. A diferencia de las anteriores colecciones, no se presenta como texto exclusivo,
por lo que las decretales no incluidas no perdían su valor.
Con posterioridad se publicaron numerosas colecciones privadas, pero ya ninguna
oficial:
• Extravagantes de Juan XXII. Son dos colecciones que recogen decretales de este papa
posteriores al Liber Septimus.
• Extravagantes Comunes. Recogían decretales de los siglos XIV y XV.
Todas estas colecciones se editaron conjuntamente por vez primera como Corpus Iuris
Canonici en el año 1500. En el año 1582 se realizó una depuración de estas colecciones
en un texto auténtico: Editio Romana, que a partir de entonces se convirtió en la
versión oficial del Corpus Iuris Canonici.
El Corpus Iuris Canonici se integra en el Derecho Común no sólo como el Derecho de la
Iglesia sino como inspirador donde se fijan los principios del Derecho Común. el
Derecho Romano era la materia del Derecho Común. Hay una cierta sumisión del
Derecho Romano al Derecho Canónico.
Esto era así porque el Derecho Canónico respetaba más fielmente el orden natural.
Los estudiosos eran legistas (Derecho Romano) y canonistas (Derecho Canónico).
Juntos se los conoce como Utrumque Jus.
Los canonistas estudian el Derecho Canónico con los métodos de los glosadores. Son
los Decretistas; desarrollan su trabajo desde mediados del s. XIII. Son muy numerosos;
el más importante de todos ellos es Juan Teutónico (de nacionalidad alemana) quien al
final de este período realiza un trabajo similar al de Accursio; una glosa al decreto de
Graciano.
Decretalistas
Surgen en los años centrales del s. XIII. Siguen los métodos de los comentaristas y
realizan su labor hasta mediados del s. XV. Son Raimundo de Peñafort, Bernardo de
Compostelano y Lorenzo, Juan y Vicente Hispano. Los dos más importantes
decretalistas son posteriores:
• Juan Andrés (s. XIV)
• Nicolás Tudeschi - el Abad
Todos ellos contribuyeron a comentar el Corpus Iuris Canonici.

3 El derecho castellano en la Baja Edad Media (1150 – 1474). El proceso de


unificación normativa. El Fuero Juzgo y el Fuero real. La Recepción del derecho
común en el derecho castellano. La obra legislativa de Alfonso el Sabio. Las Siete
Partidas. El Ordenamiento de Alcalá de 1348. La obra de los Reyes Católicos.

El derecho castellano en la Baja Edad Media (1150 – 1474)


Hacia 1150, el territorio peninsular se hallaba dividido entre varios reinos.
Aparte los musulmanes, se contaban el de Portugal, desde 1140; León y Castilla,
separados desde 1157 a 1229 y desde esa fecha definitivamente unidos; Navarra,
primero bajo una dinastía española, luego unida al reino de Francia desde 1286 a 1328,
de nuevo independiente bajo la casa de Evreux de 1328 a 1425, y más tarde vinculada
a la Corona de Aragón desde 1425 a 1479; y la Corona de Aragón, que unía bajo un
mismo rey a Aragón y Cataluña.
Fernando III unió a Castilla los reinos de Córdoba (1236), Murcia (1241) y Sevilla
(1248), y sus sucesores conquistaron el resto de Andalucía, salvo Málaga y Granada.
Terminada la reconquista, los reyes de Aragón buscaron nuevos dominios en el
Mediterráneo: Sicilia, Cerdeña y Nápoles.
Castilla, conquistó varias de las islas Canarias a lo largo del siglo XV.
Esta situación fue la vigencia de diversos ordenamientos jurídicos en la península y su
expansión a otros países.
También, el fortalecimiento de los diferentes reinos y de la realeza.
La vida económica y social.
Desde el 1100 hubo en España, una gran prosperidad económica, especialmente en
ganadería lanar, industria y comercio.
El comercio, produjo enormes riquezas que imprimieron a la actividad económica un
sello capitalista.
Por otra parte, el comercio exterior, ahora activísimo, provocó el desarrollo del
crédito.
Este florecimiento repercutió en las ciudades, que ahora aumentaron su población y
bienestar.
Las clases mercantiles y artesanas de las ciudades, más ricas e influyentes, se
adueñaron de su gobierno.
Esta burguesía se preocupó entonces de invertir sus capitales en tierras, con lo que la
población y el campo vinieron a depender de ella; tanto en lo económico, en lo político
y administrativo, la ciudad se alzó sobre el territorio circundante, supeditando los
intereses del campo a los suyos.
Estas pretensiones de hegemonía, la burguesía chocó con la nobleza, cuya riqueza era
territorial y cuyo poder efectivo descansaba en la sumisión de la población rural.

Frente a la riqueza monetaria de la burguesía, de fácil manejo y multiplicación por el


comercio, la riqueza de la nobleza consistía en tierras y ganados, que sólo producían
rentas fijas y limitadas.
Aunque la repoblación de Levante y del Sur aumentó sus propiedades, la nobleza se
esforzó en mantenerlas unidas (mayorazgos, heredamientos), sin dividirlas entre sus
herederos y obtener de ellas mayores rendimientos a costa de la población campesina.
Con lo que los campesinos, explotados por nobles y burgueses y faltos de órganos
adecuados para la defensa de sus intereses, vieron empeorada su situación en una
época en que se producía una elevación de la del resto de la sociedad.
El renacimiento cultural.
Por el bienestar alcanzado la burguesía pudo permitirse el lujo de no pensar tan sólo
en sus necesidades más apremiantes.
Trató de ilustrarse fundando escuelas, y fomentó las ciencias, la literatura y el arte.
De esta forma, las ciudades fueron la cuna de un renacer cultural, que ahondó más su
divorcio con el campo.
Frente al arcaísmo conservador del mundo rural, la burguesía, junto con los
eclesiásticos y algunos nobles, se sintió crítica y renovadora, aspirando a crear nuevas
formas de vida.
Filósofos y moralistas clásicos, como Aristóteles y Séneca, fueron divulgados y sus
doctrinas influyeron poderosamente en la mentalidad de la minoría rectora.
La dirección de la sociedad, hasta entonces en manos de la nobleza y del clero, pasó
también a las de esta minoría burguesa ilustrada.

El FLORECIMIENTO DEL DERECHO ALTO-MEDIEVAL (1150 A 1240) Y POSTERIOR


DECLIVE.
El Derecho constituido a fines de la época anterior no sólo continuó viviendo y
desarrollándose sin dificultad, sino que ganó nuevo ámbito territorial al extenderse a
los nuevos territorios entonces reconquistados: el Derecho leonés a Extremadura, el
castellano a Murcia y Andalucía, el aragonés al Bajo Aragón y zona montañosa de
Valencia, y el catalán a Baleares.
El Derecho continuó siendo en su mayor parte, consuetudinario y de creación popular,
aunque su fijación fue obra de juristas prácticos.
Era el Derecho no sólo diferente en cada reino, sino dentro de uno mismo en cada
región, y aun en cada ciudad: aunque esta situación se atenuaba por la acción
unificadora de algunas leyes reales y por la imitación del Derecho de unas ciudades a
otras.
La recepción del Derecho romano justinianeo, iniciada hacia 1150, no trastornó, de
momento, el desarrollo del español e incluso lo fomentó al estimular a los juristas
prácticos a fijar por escrito las costumbres y recopilar leyes y sentencias judiciales.
Los reyes –especialmente Alfonso VIII en Castilla, en 1212- confirmaron la vigencia de
los Derechos por que se regían las ciudades y la nobleza.
Los distintos Derechos y fueros locales no desaparecieron radicalmente, sino que
pervivieron varios siglos después aun cuando lentamente pierden el primer lugar entre
las nuevas fuentes del Derecho y acaben siendo progresivamente desplazados y
recortados.
LUCHA POR EL NUEVO DERECHO FORÁNEO (DE 1200 A 1400): EN CASTILLA Y LEÓN;
EN NAVARRA; EN CATALUÑA; EN BALEARES; EN ARAGÓN; EN VALENCIA. 
Muy pronto, sin embargo, el antiguo Derecho alto-medieval hubo de tropezar con el
influjo cada vez mayor del Derecho romano justinianeo y del canónico, proveniente de
Italia y Francia.
Hacia 1210, el Derecho romano se había divulgado de tal manera en Cataluña que en
muchas ciudades regía en competencia con las costumbres populares y las leyes godas.
Pero en el resto de la Península, el nuevo Derecho constituía solo un ideal de una
minoría de juristas formados en las nuevas tendencias.
Éstos, aun siendo minoría ocupaban una posición destacada, pues asesoraban a los
príncipes, intervenían en la redacción de las leyes, y ocupaban los cargos judiciales más
importantes.
Por sus concepciones políticas, basadas en el absolutismo romano, que halagaba las
pretensiones de los reyes, gozaban de la protección de éstos.
Estos juristas o “letrados” lucharon sin desmayo para imponer sus concepciones,
tratando de vencer el espíritu conservador del pueblo y aun la resistencia de los
príncipes, (que veían en el Derecho del Imperio romano el sistema jurídico del nuevo
Imperio alemán y, con ello, cierto reconocimiento de la supremacía de éste, que
trataban de negar.)
El resultado de la lucha entre el Derecho viejo alto-medieval hispano y el nuevo
Derecho romano-canónico fue distinto en cada reino; pero en todo caso, determinó la
formación de un Derecho nuevo.
Como la lucha se zanjó por una decisión del rey y de las Cortes con fuerza en todo el
reino, la misma afectó por igual a todas las áreas jurídicas de un mismo reino, con lo
cual se produjo la unificación de todos los Derechos vigentes dentro del mismo y la
diferenciación de los Derechos de los diferentes reinos.
De esta manera desaparecieron las antiguas áreas jurídicas formadas en la Alta Edad
Media y quedaron constituidas otras cuyos límites coincidieron con las fronteras
políticas de los distintos reinos:
- EN CASTILLA Y LEÓN (incluidas Galicia, Andalucía, Asturias, Extremadura y Murcia) la
lucha entre el Derecho viejo y el nuevo fue larga y porfiada.
Fernando III el Santo (1217-1252) comenzó, prudentemente, otorgando como ley a las
ciudades que reconquistó por Murcia y por Andalucía el viejo “Liber Iudiciorum
visigodo” –ahora llamado “Fuero Juzgo”, pero ya antes conocido y aplicado-, que en
gran parte se inspiraba en el Derecho romano teodosiano del siglo IV.
Su hijo, Alfonso X el Sabio (1252-1284), comenzó refundiendo el “Fuero Juzgo” con
algún otro texto consuetudinario y con preceptos romanos, formando así el “Fuero
real” que quiso conceder a cada una de las ciudades para lograr, indirectamente, la
unidad jurídica en su reino.
Pero luego, ya porque quisiese formar una enciclopedia del Derecho –como la que hizo
de la Astronomía o de la Historia- o ya porque quisiese ser proclamado emperador y
quisiese dar validez al nuevo Derecho romano y canónico, o, simplemente, porque
desease promulgar un Código de suma perfección, redactó el “Libro de las Leyes o
Partidas” recogiendo en él, en sucesivas revisiones, íntegramente, con olvido casi
absoluto del viejo Derecho castellano, el sistema jurídico de los glosadores y
canonistas.
La reacción de la nobleza y de las ciudades en contra del nuevo código fue general y
violenta y, en 1272, Alfonso X tuvo que derogar sus leyes y reconocer la vigencia del
Derecho “viejo”.
Desde entonces y hasta 1348, el viejo Derecho popular de fueros locales rigió en toda
su plenitud junto a las leyes dictadas por el rey y las Cortes.
Pero “las Partidas”, aun sin fuerza legal, inspiraron las decisiones del tribunal supremo
del rey y formaron la mentalidad de los nuevos juristas.
Por ello, aunque en 1348 en el “Ordenamiento de Alcalá” se proclamó la vigencia de
“las Partidas” sólo como subsidiarias de la legislación real y popular, en la práctica se
impusieron sus principios y sus normas en la mayor parte de las cuestiones.
La recepción del “Derecho común” fue aún más favorecida por la pragmática de Juan
II, de 1427, que permitió la alegación en los tribunales de las opiniones de los antiguos
glosadores y comentaristas, prohibiendo, en cambio, la de los posteriores a Bártolo y
Juan Andrés.
CARACTERES DEL NUEVO DERECHO; SU EXPANSIÓN A NUEVAS ZONAS.
Por el carácter científico del nuevo “Derecho común” y su falta de arraigo en el país, su
recepción en España fue obra de los reyes y de los juristas, o incluso de éstos solos.
Al reflejar los principios del Derecho romano justinianeo y como obra de juristas
pertenecientes, en su mayor parte, a la clase ciudadana, el nuevo Derecho sirvió más a
los intereses de la burguesía, que a los de la población rural.
Por ello, al nuevo sistema le faltó la adhesión y el favor del pueblo; críticas al mismo y
a los hombres de leyes fueron frecuentes; el divorcio entre lo que ordenaba la ley y lo
que practicaba el común de las gentes se manifestó a menudo.
El Derecho viejo no fue tanto desplazado por el “Derecho común” sino completado; los
principios de mayor arraigo de aquél prevalecieron sobre éste.
Su tendencia a la territorialidad.
La recepción del “Derecho común” acabó creando en la casi totalidad de los Derechos
peninsulares un fondo de identidad en todos ellos.
Así, hacia 1400, ya sólo existían el Derecho castellano, el navarro, el aragonés, el
catalán, el valenciano y el balear; y ya no podía hablarse –salvo acaso en Cataluña y
Vascongadas- de los Derechos locales –de Cuenca, de Soria, de Jaca, etc.- como de
ordenamientos jurídicos completos; de ellos sólo subsistían especialidades locales en
concretas instituciones.
La transformación de las instituciones.
Aunque la vida española continuó descansando en la agricultura y todavía el régimen
señorial condicionaba la estructura política, el Derecho nuevo se basó en dos
fenómenos: el desarrollo de la economía y de la sociedad burguesa, pasando a
regularse el Derecho comercial, y el fortalecimiento del Estado.
Las uniones de Reinos, el fortalecimiento del poder real, el despertar de la conciencia
nacional y la intervención de la burguesía junto a la nobleza y el alto clero hicieron
nacer el nuevo Derecho sobre bases totalmente distintas de las de la anterior época
alto-medieval.
Los Municipios alcanzaron su época de esplendor y mayor autonomía.
Surgieron las Cortes como órgano de gobierno de cada Reino; se reorganizaron la
Corte real y la Administración central para dar entrada a una clase técnica de
funcionarios.
La extensión territorial de cada reino hizo aparecer un nuevo sistema de grandes
divisiones administrativas.
Aparte de la recepción de unas mismas corrientes jurídicas en los diversos territorios,
contribuyó a una aproximación del Derecho de éstos, la expansión de alguno de ellos
en otros territorios.
Así, el Derecho castellano se extendió a las siguientes zonas:
- El “Fuero Real” de Alfonso X se aplicó en el reino de Portugal donde se tradujo al
idioma vulgar.
- Las “Partidas” de Alfonso X fueron traducidas dos veces al portugués, y otra al
catalán; además fueron aplicadas también en Cataluña y Aragón en materia de feudos.

PODER LEGISLADOR ABSOLUTO DE LOS MONARCAS BASADO EN EL DERECHO


ROMANO: PUGNA Y DIFERENTES SOLUCIONES EN CADA REINO.
El principio de que ‘toda disposición normativa de carácter general para todo el Reino
ha de ser establecida por el rey de acuerdo con la curia y el pueblo’, se mantiene desde
el siglo XIII al XVIII.
Sin embargo, al mismo tiempo, esa norma choca con el principio romano, que con la
recepción del “Derecho común” se divulga, de que “lo que el príncipe quiere, tiene
fuerza de ley” (“quod principi placuit legis habet vigorem”), y que lleva a los reyes a
pretender legislar por sí solos, en virtud de su “poderío real absoluto”.
La pugna que con este motivo se entabla hace que hasta se proclame abiertamente
que: ‘el poder dictar leyes normativas corresponde al rey con las Cortes’; lo que no
impide que los reyes traten de imponer sus pretensiones.
El juego político hace que en este punto en los distintos reinos hispanos se llegue a
soluciones diferentes.
Las leyes de Cortes.
Las leyes dictadas por las “Cortes”, como en este tiempo se pasa a llamar a la antigua
asamblea de la “Curia”, en la que ahora están presentes los estamentos o brazos de la
nobleza, eclesiásticos y de las ciudades, presentan características y nombres distintos
en cada reino.
En Castilla (Corona de Castilla) reciben el nombre genérico de “Ordenamientos de
Cortes”, pero en ellos se pueden distinguir dos tipos: los “cuadernos de leyes”, que a
iniciativa real o de las Cortes elaboran los consejeros reales y que con aprobación de
las Cortes sanciona el rey; y los “cuadernos de peticiones” formuladas por todos o
algún estamento o miembro de Cortes y a las que el rey da la respuesta oportuna.
Las “Reales Pragmáticas”.
A imitación de los emperadores romanos, los reyes bajomedievales pretenden legislar
libremente y sin limitación, con el solo asesoramiento de su consejo.
De esta manera promulga Alfonso X en Castilla el “Libro de las leyes” en su primera
redacción; pero él, lo mismo que otros reyes se ve obligado a requerir el
consentimiento del reino.
Desde el siglo XIV y en especial en Castilla, los reyes comienzan a legislar por medio de
“Reales Pragmáticas”, a imitación de los emperadores sobre materias de interés
general, alegando en ellas su “poder absoluto”, y dándolas “la misma fuerza de ley que
si fuesen hechas y ordenadas en Cortes”; por tanto con fuerza para derogar las hechas
en Cortes si fuesen contrarias.
La protesta de los estamentos de los reinos reclamando contra el hecho de que sus
leyes de Cortes puedan ser derogadas por Pragmáticas Reales es general y constante.
Las “Cartas reales” y “Pragmáticas” se suelen admitir sin dificultad cuando no se
oponen a las leyes de Cortes; pero no así cuando se oponen a ellas.
Los resultados de la lucha difieren en cada reino:
En Castilla –y por consiguiente, posteriormente, en las Indias- la tenacidad de los reyes
y la debilidad de las Cortes hacen que hacia fines del siglo XVI se reconozca a las
Pragmáticas la “fuerza y vigor de las leyes hechas en Cortes” y, por tanto, poder
derogar éstas.
Desde entonces la legislación de Cortes decae en Castilla (Corona de Castilla) , hasta
desaparecer.
Sistemas vigentes en la Corona de Castilla hacia 1250.
La sustitución de los viejos sistemas de fuentes castellanos se inicia pronto, hacia 1250,
pero tropieza con grandes dificultades que retrasan su aplicación casi un siglo.
En 1252, cuando Alfonso X sube al trono se encuentra en sus reinos con la mayor
diversidad de Derechos: el sistema visigótico dominaba en León, en Toledo, Córdoba,
Sevilla y Murcia; el del derecho libremente formulado, en las comarcas de Burgos y
Rioja; el de fueros breves en Galicia, Asturias y parte de Castilla la Vieja; el de fueros
extensos en la Extremadura castellana, zona de Cuenca y de Jaén.
Política jurídica de Alfonso X:
Para reducir la caótica diversidad legislativa, ya Alfonso VIII había favorecido la
expansión del fuero de Cuenca hacia el Sur; y Fernando III había concedido el fuero de
Cuenca a pueblos de Jaén, así como el “Fuero Juzgo” a Córdoba y Sevilla.
Éste último había intentado reunificar el Derecho por un libro de “leyes”, pero no pudo
redactar la obra; 
Su hijo, Alfonso X, en un principio, intentó dar uniformidad a las leyes de las distintas
ciudades del reino; y por otro, redactó el ‘Setenario’ -obra concebida por su padre,
Fernando III- para instruir a los monarcas y formarles una conciencia jurídica.
Para tender a que todos los pueblos de su Corona se rigieran por un mismo Derecho, y
para que los jueces locales aplicaran unas mismas normas redactó Alfonso X dos obras
jurídicas principales: El “Fuero real” y “Las Partidas”:
- El “Fuero real” (1252-1255) –basado en el “Liber Iudiciorum” y otros textos locales- se
concedió a las poblaciones que carecían de fuero o que no les satisfacía el que tenían:
así se concedió a Aguilar de Campóo y Sahagún (en 1255), Burgos, Soria, Alarcón y
Peñafiel (1256); Talavera (1257); Escalona (1261); Madrid y Guadalajara (1262); Niebla
(1263); concejos de Extremadura (1264) etc.
- Llamado, desde el siglo XVI, “Las Siete Partidas”, el “Libro del Fuero” –conocido
durante el siglo XIV como “Espéculo” (“Espejo del Derecho”)- fue redactado por
Alfonso para servir de Ley al rey (aunque lo que conocemos por “Las Partidas” en
realidad, fueron obra de juristas anónimos posteriores a Alfonso que refundieron el
“Espéculo” alfonsí).
Ante la novedad que un texto de este tipo suponía en la Castilla del siglo XIII, Alfonso
justificaba la potestad legislativa del rey, alegando que Las Partidas solo eran aplicables
por el propio rey y por los jueces nombrados por él. 
Este sistema resultaba sumamente perturbador, dada la inseguridad debida a las
interferencias entre el “Espéculo” y los diversísimos fueros locales.
Por ello, el descontento social en Castilla estalló en 1270, y Alfonso hubo de rectificar.
Pero no por ello se volvió al sistema antiguo sino que se pasó a distinguir entre los
llamados pleitos “foreros” y pleitos “del rey”; en los primeros siempre se aplicaba el
fuero local y en su defecto el “Fuero Juzgo”; en los segundos se aplicaba la ley de la
Corte del rey (los casos se fijaron en las Cortes de Zamora de 1274).
Una colección de respuestas dadas por el rey a consultas de alcaldes y jueces locales se
recopiló hacia el 1300, y se difundieron como “Leyes del estilo”.
La tercera redacción del “Libro del Fuero” ( “Las Siete Partidas”) se llevó a cabo, en la
corte real, por juristas de gran cultura bajo el reinado de Fernando IV (1295-1312).
En ella se insistía en que el libro pretendía solamente enseñar el Derecho, sin aludir a
que tuviera fuerza legal.
Esta nueva redacción se inspiraba en el Derecho romano justinianeo y en el canónico
así como en la Teología y en la Filosofía
Se dividía la obra en Siete partes (Partidas), bajo la influencia de las virtudes esotéricas
atribuidas por Alfonso al número siete.
Se acentuaba en ella el papel de la razón y de la Filosofía; acudiendo como modelos a
Aristóteles, Séneca, Boecio, y en Teología a Santo Tomás de Aquino.
Las “Partidas” resultaron una obra sin paralelo en el Derecho europeo, en la que se
fundían a cada paso la fundamentación doctrinal del Derecho y la regulación
normativa de las instituciones, tal como aparece en las obras de los juristas formados
en el “Derecho común”
En todo caso, en esta nueva redacción aparece todo como expresado por el propio
Alfonso X, omitiendo indicar en qué fecha hizo la obra.
A partir de 1300, “Las Partidas” constituirán ya un tratado completo de todo el
Derecho, fundamentalmente del “común”, como no hay otro en todo el mundo; por su
intención, su magnitud, su perfección y conocimiento de la materia, pueden, en cierto
modo, compararse en el campo del Derecho con lo que representa la “Summa” de
Santo Tomás en Teología.
Las 7 partidas hay que enumerar solamente???
El sistema castellano de fuentes desde el Ordenamiento de Alcalá (1348).
Aunque desde 1272 se distinguía una doble esfera de aplicación del Derecho, la de los
pleitos “foreros” y la de los del rey –con fuentes distintas-, de hecho esta distinción se
desvanecía, porque las Cortes o el rey legislaban con carácter general; porque el
tribunal de la corte interpretaba libremente los fueros municipales , y porque éstos
iban quedando anticuados o eran olvidados por los juristas, que en cambio se basaban
en el “Derecho común” y en “Las Partidas”.
Todo ello creaba una gran confusión respecto de las fuentes jurídicas que debían
aplicarse.
A esto trató de poner remedio el rey Alfonso XI (1311-1350) mediante una Ley
promulgada en las Cortes de Alcalá de Henares de 1348.
El Libro u “Ordenamiento” de leyes de Alcalá refundía, de un lado, lo dispuesto en
otros Ordenamientos de Cortes anteriores –Burgos de 1348, Segovia de 1347- y una
colección privada de Derecho territorial castellano referente a los nobles y sus vasallos;
y, además de eso –lo principal- establecía un orden de prelación de fuentes a aplicar
desde entonces en Castilla.
El orden de prelación de fuentes establecido en el Ordenamiento de Alcalá se
mantendrá inalterado hasta el siglo XIX y la ley que lo establece se reproduce y
confirma en otras varias, (en la primera de las “Leyes de Toro” de 1505) y en las
recopilaciones legales:
-Según el “Ordenamiento de Alcalá” debía aplicarse en primer lugar el propio
Ordenamiento de Alcalá -esto se modificará más tarde en el sentido de que lo que se
aplica son las leyes o recopilaciones en que esa ley se inserta.
De hecho, prevalece la norma de que las Pragmáticas reales pueden derogar leyes de
Cortes.
-En defecto de las leyes deberán aplicarse los Fueros municipales..
En todo caso, el rey tiene potestad de mejorar o enmendar los fueros.
-En defecto de las leyes y fueros se aplican “las Partidas”.
-Finalmente, los jueces deben recurrir al rey para que éste dicte una ley que aclare o
resuelva una cuestión.
-En el siglo XV a estas fuentes se añade también, en último lugar, la doctrina de ciertos
juristas.
En Castilla (Corona de Castilla) las leyes medievales de Cortes recibirán el nombre
genérico de “Ordenamientos de Cortes”. 
También, desde el siglo XIV, en base al nuevo Derecho común los reyes castellanos
comienzan a legislar por medio de “Pragmáticas”; y dándolas “la misma fuerza de ley
que si fuesen hechas y ordenadas en Cortes”.
Por tanto con fuerza para derogar incluso leyes de Cortes, si fuese necesario.
Estas son las principales leyes de Castilla (Ordenamientos de Cortes y pragmáticas
reales) dadas con carácter general, y avaladas por lo dispuesto en el Ordenamiento de
Alcalá de 1348:
- Bajo Alfonso XI:
Las disposiciones bajo su reinado son principalmente Ordenamientos de Cortes; se
puede reseñar el Ordenamiento de 1328 conteniendo normas sobre hacienda, la
organización judicial, donaciones reales y privilegios locales, así como deudas entre
cristianos y judíos.
Ordenamiento de 1329 sobre cría caballar.
Ordenamiento a Valladolid, de 1332 sobre provisión de oficios judiciales.
Ordenamientos sobre régimen local de 1337 a Burgos y Sevilla, modificado éste último
en 1341 y 1344.
Ordenamiento de Algeciras de 1345 sobre organización judicial y mantenimiento del
orden público.
Ordenamiento de Segovia de 1347 de carácter general y que en parte concuerda con el
de Alcalá de 1348.
- De Pedro I:
Confección de uno de los primeros textos catastrales de nuestra Historia, el llamado
“Becerro de las Behetrías”.
- Enrique II:
Ordenamiento de 1373 en Toro sobre reformas monetarias.
Numerosos privilegios locales, destacando la aprobación de una concordia hecha entre
los nobles y vecinos de Segovia sobre régimen local.
De Juan I:
Ordenamiento de 1383 a Sevilla sobre régimen judicial.
Ordenamiento de Burgos de 1388 sobre organización monetaria.
Ordenamiento de Segovia de 1390 regulando el Consejo Real.
Ordenamiento de 1390 regulando la Audiencia Real y fijando su residencia en Segovia.
- Bajo Enrique III:
Pragmática de 1398 regulando las exenciones tributarias.
Ordenamiento de 1401 sobre arriendo de las llamadas “penas de Cámara”.
Ordenamiento de 1404 sobre cría caballar.
Ordenamiento de 1406 confirmando modificaciones anteriores sobre el Consejo Real.
- Bajo Juan II:
En este período es preciso tomar en cuenta la actuación como Regente del Infante don
Fernando de Antequera:
Pragmática de 1419 sobre la organización judicial.
Pragmática de 1431 prohibiendo la exención tributaria.
Pragmática de 1421 sobre transmisión fraudulenta de bienes raíces
Ordenamiento de 1432 sobre organización del Consejo Real.
Ordenamiento de Segovia de 1433 sobre aranceles y demás tasas que percibían los
funcionarios reales.
Ordenamiento de Alcalá de Henares de 1436 sobre organización judicial.
Pragmática de 1436 sobre régimen municipal.
Pragmática de 1436 sobre organización judicial.
Ordenamiento de 1437 de Valladolid sobre contadores reales.
Ordenamiento de 1439 sobre organización monetaria.
Ordenamiento de 1442 de Valladolid sobre organización del Consejo Real.
Pragmática de 1442 sobre provisión de beneficios eclesiásticos.
Pragmática de Arévalo de 1443 sobre relaciones entre cristianos y judíos.
Pragmática de 1454 para la extinción de las behetrías.
Pragmática de 1427 sobre la alegación de romanistas y canonistas en los pleitos;
admitiéndose solamente Juan Andrés y Bártolo. Se le puede considerar una “ley de
citas” para los territorios castellanos.
- De Enrique IV:
Ordenanzas de 1457 relativas a las aduanas con los territorios de Aragón y Navarra.
Ordenamiento para el Consejo Real de 1459
Pragmática de 1461 para los contadores mayores.
Las leyes de Cortes, desde el Ordenamiento de Alcalá, se recopilan con carácter
privado en los siglos XIV y XV.
Aunque durante el siglo XV, las Cortes piden varias veces que se recopilen las leyes y
ordenanzas, cosa que no se llevará a cabo hasta que habiéndose acordado por las de
Toledo, en 1480, los Reyes Católicos encargarán a Alonso de Montalvo la recopilación
conocida como “Ordenamiento de Montalvo”.
Situación en que quedaron los fueros castellanos desde 1348.
El problema que la aplicación de los fueros planteaba era el de su vigencia.
Tanto la ley de Alcalá (1348) y la de Toro (1505) disponían que los fueros sólo se
aplicaran, en defecto de ley, y solo en aquello que se usaban.
La dificultad de esa prueba y la difusión entre juristas del nuevo “derecho común”
restringía mucho la alegación y aplicación de los fueros.
Dada esa restricción, los fueros medievales castellanos acaban convertidos en
costumbre, y el Derecho local, desde el siglo XV en adelante, se reducirá a algunas
prácticas de régimen agrario o pastoril de la vida interna de los pueblos.
Los comentaristas de esta época rara vez aluden a los fueros.
Los Fueros locales en los territorios castellanos no fueron derogados en este periodo
sino que, en la medida que no contradecían o eran supletorios del ‘Derecho común’
continuaron vigentes para materias concretas.
Mediante una serie de disposiciones se limitó la aplicación de los Fueros locales a
aquello que verdaderamente hubiese constituido práctica habitual.
En el siglo XVIII el Consejo de Castilla realizó una encuesta sobre la vigencia que en
cada lugar alcanzaba su Fuero municipal y las respuestas de las ciudades afectadas
señalaban algunas materias muy aisladas y concretas, que en algún caso (Fuero del
Baylío en Badajoz) fueron confirmados por el monarca.
Situación en que quedan el “Fuero Juzgo” y el “Fuero Real” desde 1348.
Del “Fuero Juzgo” nada dicen ni el Ordenamiento de Alcalá ni las Leyes de Toro.
Algunos juristas lo creían vigente a menos que sus disposiciones hubieran sido
expresamente derogadas (opinión del Consejo de Castilla, c. 1800).
Otros creían necesario probar en cada caso su uso concreto, como el de otros fueros.
El “Fuero real”, durante la Baja Edad media se aplica siempre como fuero local, incluso
desplazando otros fueros.
Sin embargo, las Leyes de Toro (1505) le equiparan a otros fueros en cuanto a la
necesidad de probar su uso.
Esto mismo ocurrió con las “Leyes de Estilo".
La doctrina de los doctores.
Contra lo dispuesto en la ley de prelación de Alcalá de 1348, antes de acudir al rey, los
jueces y abogados acudían a la doctrina de los jurisconsultos, tanto de los nacionales
como los foráneos adscritos al “Derecho común”.
El deseo de atajar la alegación inmoderada de doctrina de prestigiosos juristas
recientes, que chocaban con la doctrina jurídica recibida más de antiguo, movió a Juan
II, en 1427, a prohibir la alegación de jurisconsultos posteriores a Juan Andrés (+1348)
y Bártolo (+1357).
Entre los comentarios de los textos legales hay que notar, sobre el Ordenamiento de
Alcalá, las glosas del obispo Vicente Arias Balboa, en el siglo XIV.
Ordenamiento de Alcalá de 1348
A pesar del aparente triunfo de los derechos señoriales y municipales, la primacía
política y jurídica de los reyes castellanos resultó afianzada en los años siguientes. La
insuficiencia de los derechos municipales obligaba a consultar con frecuencia al
monarca, que resolvía en la línea de responder proponiendo soluciones afines a los
principios del Derecho común. Y, por otra parte, la legislación de Cortes, cada vez más
abundante, se inclina en la misma dirección, por cuanto los cuadernos de leyes,
aprobados por los estamentos, reflejan las concepciones de los juristas que aconsejan
al rey.
Y su contenido prevalece sobre el de los Fueros, bajo la ficción de que todo el pueblo,
representado por los procuradores que prestan su asentimiento, accede a ello.
La situación se despeja claramente en este sentido, de una manera que resultaría ya
definitiva, en las Cortes de Alcalá de 1348, donde se aprueba un Ordenamiento que
sanciona ya de manera inequívoca y tajante el predominio del Derecho general sobre
los ordenamientos municipales.
El orden de prelación o sistema de fuentes del Ordenamiento de Alcalá
El Ordenamiento de Alcalá de 1348 inserta en la ley primera del título 28 un orden de
prelación de fuentes que, recogido más tarde (con leves retoques) en las Leyes de Toro
de 1505 (ley I), Nueva Recopilación de 1567 (II, 1, 3) y Novísima Recopilación de 1805
(III, 2, 3), se mantendría formalmente en vigor hasta la misma promulgación del
vigente Código civil.
Según dicha ley, en primer lugar  había de aplicarse el propio Ordenamiento de Alcalá,
entendiéndose desde la ley I de las de Toro que lo que realmente había que aplicar
eran todas las leyes dadas por el rey y las Cortes o por aquél sólo: es decir, el Derecho
general.
En segundo lugar, en defecto de aquéllas, debían aplicarse los Fueros municipales,
pero con una serie de restricciones que limitaban drásticamente su posibilidad de
aplicación. Eran éstas: que no fueran contra Dios, contra la razón o contra el derecho
real y que pudiera probarse que tales derechos locales estaban en uso. Aunque el
Fuero Juzgo no se menciona aquí, se entiende que seguía rigiendo en los lugares a los
que se había dado, aunque desaparece su vigencia como derecho territorial leonés.
Respecto del Fuero Real quedó confirmada de modo implícito su vigencia, no sólo en la
corte sino incluso en las villas donde se venía aplicando. Al mismo tiempo se reconoce
la vigencia de los derechos señoriales, en aquello que estuvieran en uso.
En tercer lugar, en caso de no poderse resolver el pleito por los medios anteriores, se
ordena recurrir a las Partidas que de este modo adquieren, por fin, carácter oficial. Su
utilización en la práctica se realizará de acuerdo con una revisión que el propio Alfonso
XI manda hacer. Según esto, la penetración del Derecho común en Castilla es ya un
hecho, pero entendiendo que no lo es como un ordenamiento aplicable en sí mismo,
sino a través de un texto o código (las propias Partidas) que recogían su contenido
junto con elementos del derecho tradicional, como ya sabemos. Así se explica que este
texto sirviese simultáneamente de medio de difusión del ius commune y de freno a la
aplicación indiscriminada del mismo.
Por último, se establece que en defecto de las anteriores fuentes, los jueces han de
acudir al rey para que éste corrija, interprete o resuelva contradicciones existentes en
el ordenamiento jurídico a través de una ley nueva. En definitiva, se reactiva la vieja
solución del Liber, también recogida en el Fuero Real.
El Ordenamiento de Alcalá es un conjunto de 131 leyes, divididas en 32 títulos,
promulgadas con ocasión de las Cortes reunidas por Alfonso XI en Alcalá de
Henares (1348). Son consideradas parte importante del corpus legislativo principal de
la Corona de Castilla de la Baja Edad Media, desde entonces hasta 1505 (Leyes de
Toro). El último título, comupesto de 58 leyes, se conoce con el nombre de Pseudo-
Ordenamiento de Nájera.
La obra significó el éxito de los letrados (de orientación romanista), quienes
representaban el interés del rey por aumentar el poder de la monarquía (en el sentido
de definir una precozmonarquía autoritaria). Debido a la dispersión legislativa y la
indefinición de muchas situaciones jurisdiccionales (locales y estamentales), era
necesaria la creación de un cuerpo normativo que ordenara la situación jurídica.
Además de sancionar nuevas leyes (entre las disposiciones de esas leyes se incluían
muchas otras cuestiones puntuales, por ejemplo, sobre contratos y testamentos), se
estableció un orden de prelación legal para la aplicación de distintos cuerpos
legislativos existentes. De esta manera quedó establecido que debían aplicarse: las
leyes sancionadas en Alcalá, en segundo lugar, el Fuero Juzgo y los fueros locales o
estamentales que se mantuvieran uso, y en tercer lugar el Código de las Siete Partidas.
Por último se estaría a la interpretación que diera el rey en caso de duda o silencio de
las disposiciones citadas.
El ordenamiento de Alcalá pasó a aplicarse a las zonas con fueros locales, como
Sahagún, Cuenca, León o Castilla, que paulatinamente irían adoptando el Fuero Real al
serles "otorgado" éste.
Sin embargo el rey tuvo que ceder a las presiones nobiliarias que deseaban ver
reconocidas diferentes concesiones de tierras yprivilegios durante las continuas
revueltas y guerras civiles bajomedievales, especialmente en los turbulentos años bajo
la regencia de su abuela María de Molina, durante su minoría de edad y la de su
padre Fernando IV.
Los nobles argumentaron precedentes en una asamblea en Nájera con Alfonso
VII en 1138, y consiguieron finalmente disfrutar de privilegios fiscales y judiciales,
conservar las tierras antes de señorío bajo determinadas condiciones, y sobre todo
afianzarse comoricoshomes, nobles poderosos, que ya se distinguen claramente de los
nobles caballeros y por supuesto del resto de hombres libres.
En adelante se distinguirán claramente en la Corona de Castilla las tierras de realengo,
bajo jurisdicción real, y las de señorío, bajo jurisdicción señorial (de un noble laico
o eclesiástico).
Lo dispuesto en el ordenamiento de Alcalá tuvo una dilatadísima vigencia, sobre todo
el sistema de prelación de fuentes (Título XVII, Ley I del Ordenamiento), habida cuenta
que su texto fue recogido luego por las recopilaciones de la Edad Moderna (Leyes de
Toro,Nueva Recopilación, Novísima Recopilación) y se mantuvo vigente hasta la
adopción del sistema constitucional a lo largo del siglo XIX; y en algunos aspectos,
hasta la promulgación del Código Civil en 1889.

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