Landes - La Excepción Europea
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punto que la leyenda popular pretende incluso hoy que algunos habitantes de los
A}pes delatan por su tez y complexión unos origenes magrebíes.
Finalmente, de los confines orientales, lo que no les restaba en modo algu-
no movilidad, procedían las correrlas de los magiares o húngaros, una nueva ola
de invasores procedentes de Asia, paganos que hablaban una lengua uraloaltai-
ca (prima lejana del turco), que asolaban la tierra a su paso año tras año, esco-
giendo sus objetivos en función de las noticias que tuvieran sobre disensiones y
conflictos dinásticos en Europa, raudos y capaces de atacar, en la misma cam-
paña, el este de Francia o la punta de Italia, partiendo d.f'! sus bases en el
Danubio. A diferencia de los nórdicos, que acabaron por fijar residencia én
Capítulo ID cuarteles de campaña varios años seguidos (los más fáciles de rastrear y descu-
brir), o que llegaron a constituirse en soberanos de manera casi permanente_ en
algunas zonas de Inglaterra, en Normandía (que adoptó su nombre) y en Sicilia,
LA EXCEPCIÓN EUROPEA: los húngaros lanzaban ataques y se replegaban acarreando el botín y los escla-
UNA SENDA DIFERENTE vos en carromatos o a lomos de acémilas.
Nadie se resigna a este tipo de ultrajes. Los europeos aprendieron a replicar
a estas acometidas, con o sin la ayuda de sus líderes, que se daban buena prisa
Europa tuvo suerte; pero la suerte es sólo un punto de partida. Nadie que en cerrar tratos directamente con los invasores, a espaldas de sus campesinos.
observara el mundo hace, por ejemplo, mil años, hubiera vaticinado grandes En lugar de tratar de impedir la entrada de los nórdicos, los habitantes los deja-
venturas a ese promontorio del extremo occidental de la masa continental euro- ban pasar, les cortaban la retirada y se abalanzaban sobre ellos desde todas par-
asiática que llamamos continente de Europa. O, dicho en términos populares tes.* Los húngaros, tan raudos atacando desde el exterior, una vez dentro no
hoy entre los nuevos historiadores de la economía, la probabilidad en aquel acertaban a salir. Unas cuantas emboscadas contra sus convoyes exultantes, lle-
momento de un predominio global europeo giraba en tomo a cero. Quinientos nos a rebosar hasta los topes, les acabaron por persuadir de que había mejores
años después, rondaba el uno. formas de ganarse la vida. En cuanto a los sarracenos, adoptaron la solución, al
En el siglo X, Europa estaba dejando atrás grandes calamidades: invasiones, igual que en tierras musulmanas, de poner bajo escolta militar las acémilas y los
saqueos y rapiñas, infligidos por los enemigos que la rodeaban. Lo que hoy cono- convoyes (caravanas). En definitiva, los europeos habían subido el coste de cada
cemos como Escandinavia, los nórdicos o vikingos, bandidos marinos cuyos bar- agresión. En todos los casos, por una ironía de la historia, los europeos conta-
cos ligeros podían hacer frente a los mares más encrespados, remontando al ron con la colaboración de los cuarteles generales del enemigo. Con el tiempo,
mismo tiempo rios de poco calado para efectuar razias y pillajes muchos kiló- las tribus nómadas nórdicas y los invasores húngaros se van asentando y aman-
metros tierra adentro, operaban a lo largo de las costas atlánticas y, en el sando. Los reinos sustituirán a los campamentos de guerra nómadas y sus diri-
Mediterráneo, llegaban hasta Italia y Sicilia. Otros fueron hacia el este, a las tie- gentes mirarán con malos ojos a esos capitanes jactanciosos, con sus ejércitos
rra::¡ eslavas, asentándose en ellas como nueva clase dirigente (los rus, que dieron privados y sus hazañas bélicas, que vuelven de sus razias cargados de botines y
su nombre a Rusia y gobernaron ese territorio sombrio durante aproximadamen- fanfarroneria, poniendo así la paz en peligro. Los reyes no tienen necesidad de
te 700 años), llegando casi a los pies de las murallas de Constantinopla. estos aguafiestas de la promoción personal. Una combinación de amenazas y
Eran tan aterradores estos saqueadores, tan despiadadas sus prácticas (se recompensas lograrla persuadir a estos bellacos y piratas de que les era más
regocijaban tirando a los bebés al aire y atravesándolos con las lanzas o aplas- beneficioso convertirse en señores feudales y trasquilar las ovejas en casa que
tándoles la cabeza contra la pared), que la sola noticia de su.llegada aflojaba seguir de señores de la guerra y degollar las ovejas en casa ajena.
los miembros y los esfínteres de las gentes, y sus líderes, incluidos los espiri-
tuales, echaban a correr como posesos, llevándose consigo cuantas riquezas Se ha sugerido que este fin de las hostilidades y el peligro puso práctica-
podían acarrear. Los clérigos dejaban a sus parroquianos algunas plegarias de mente a Europa en la senda del crecimiento y el desarrollo. Es el clásico punto
.reciente composición para invocar la protección del Todopoderoso, pero el de vista de los economistas: el crecimiento es natural y se producirá en cuanto
altar no era buen refugio, ya que los vikingos sabían dónde estaba el botín y se surja una ocasión propicia e impere un mínimo de seguridad. Suprimid los obs-
dirigían directamente a iglesias y castillos. táculos y el crecimiento se cuidará de sí mismo. Otros opinan que la ausencia
Otros venían del mar, del otro lado del Mediterráneo. Los sarracenos de agresiones es una condición necesaria pero no suficiente. El crecimiento y el
(moros) establecieron cuarteles de campaña en los Alpes y en la Costa Azul; desarrollo precisan espíritus emprendedores, y dicho espíritu no se le puede pre-
puntos de partida para sus incursiones contra las rutas comerciales que unían a
la Europa del norte con la del sur. Estos bastiones, de difícil acceso pese a estar * Es el tema, aunque no la fuente de inspiración, de la película Los siete magnfjicos.
unidos por mar a los territorios musulmanes, eran inexpugnables, hasta tal Situaciones similares llevan a tácticas afines.
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suponer a todo el mundo. Además, la Europa medieval no carecía de trabas al En esas circunstancias, la propia noción de desarrollo económico fue una
espíritu de empresa. invención occidental. Los imperios aristocráticos (despóticos) solían operar
Para hacerse una idea de la evolución de este proceso, hay que ver en la según la técnica característica de la pinza: cuando las élites querían más, no
Edad Media el puente entre un mundo antiguo, enclavado en el Mediterráneo - pensaban en términos de aumento de la productividad. ¿De dónde había de venir
Grecia y, más adelante, Roma- y una Europa moderna, al norte de los Alpes y el superávit? Se limitaban a oprimir (y explotar) con más fuerza, y por lo gene-
los Pirineos. En esos años intermedios nació una nueva sociedad, muy diferen- ral extraían aún un poco de jugo escondido. En ocasiones erraban en el cálculo
te de la que había imperado antes, y se adentró por una senda que la alejó defi- y apretaban demasiado, lo que podía provocar deserciones, motines y ocasiones
nitivamente de las demás civilizaciones. de rebelión. Estas autocracias, aunque se definieran como divinas, no eran
Es indudable que Europa siempre se había visto diferente de las sociedades inffiortales. En aquel entonces, sólo las sociedades que daban cabida a iniciati-
situadas al este. Las grandes guerras médicas -Salarnina, Termópilas- fueron vas múltiples y dispares, procedentes más de abajo que de arriba, podían pensar
recogidas por la leyenda popular e hicieron acto de presencia en las clases de en términos de un pastel que crece.
antaño, como símbolos de la lucha entre el oeste y el este, entre la ciudad libre Los griegos antiguos distinguían entre libres y no libres, no tanto en térmi-
(la polis, origen de la palabra política) y los imperios aristocráticos, 1 entre la nos de beneficios materiales (no les interesaban particularmente los asuntos
soberanía popular (al menos para los hombres libres) y el despotismo oriental económicos, que asociaban con los metecos y otros hombres toscos), ni aun en
(servidumbre universal). Por aquel entonces, a uno le enseñaban que los griegos términos de las ventajas de su propio sistema, como en función de la equivoca-
habían inventado la democracia, la palabra y la idea. Todavía lo cree así la sabi- ción de los demás, que tildaban de tiranía. Y, pese a todo, los griegos sucum-
duría más convencional, aunque el cliché se haya visto sustancialmente modifi- bieron al despotismo, con gran esplendor en el imperio creado por Alejandro y
cado por el conocimiento de la esclavitud en el mundo griego y de la exclusión gobernado por sus sucesores asiáticos y egipcios. Y, más adelante, les ocurrió lo
de las mujeres del proceso político (aunque no del ágora). mismo a los romanos, que, a fin de cuentas, se dejaron llevar con suma facili-
Vmculada al contraste entre democracia griega y despotismo oriental está la dad a la tiranía. En su versión última, el Mediterráneo clásico acabó por ase-
oposición entre la propiedad privada y el principio de que todo pertenece al mejarse políticamente a las civilizaciones orientales: una élite reducida y pode-
soberano. Sin duda era ésa la característica principal del despotismo, que el rosa rodeada de clientes, siervos y esclavos y gobernada por un autócrata. Pero
gobernante, visto como un dios o investido de rasgos divinos, diferente por ello ahí acaban las similitudes. Los disidentes sabían que aquello estaba mal, lo
a sus súbditos y muy por encima de ellos, podía hacer cuanto le pluguiera con decían en público y lo escribían, y sufrían por su arrogancia. El ideal republi-
sus vidas y pertenencias, que ponían a su disposición. Lo que era verdad para el cano murió luchando con las botas puestas.
déspota era verdad para sus seguidores. Por lo común, la aristocracia militar Mientras tanto, los derechos de propiedad debían ser redescubiertos y reim-
solía ostentar el monopolio de las arm.as; y el populacho tenía buen cuidado de plantados tras la caída de la Roma. Aquel mundo, que conocemos como medie-
no ofenderles, incitar su codicia, o incluso atraer su atención: mirarles a los ojos val -Edad Media-, constituía una sociedad de transición, una amalgama del
era un acto de insolencia que reclamaba un severo castigo. legado clásico, de las leyes y costumbres tribales germánicas y lo que se ha dado
Hoy, naturalmente, todo el mundo sabe que esta contingencia de la propie- en llamar tradición judeocristiana. Todos sirvieron de pilar a las instituciones de
dad ahoga a la empresa y entorpece el desarrollo; en efecto, ¿por qué habría la propiedad privada. El uso germánico era el característico de una comunidad
alguien de invertir capital o trabajo en la creación o adquisición de riquezas nómada: cada guerrero era dueño y señor de sus modestas posesiones, modes-
que tal vez no se le permita conservar? Edmund Burke lo expresa así: «una ley tas por los constantes desplazamientos. Nada tenían tan querido y valioso que
contra la propiedad es una ley contra la industria». 2 Sin embargo, en los des- les incitara a la codicia de la propiedad o~á la ambición del poder.*
potismos asiáticos, este régimen se consideraba la raison d'etre misma de la Lo que no equivale a decir que el poder no tuviera otros incentivos, ni que
sociedad humana: ¿para qué vive la gente común, si no es para halagar a su el carácter de esos pueblos nómadas fuera inmutable. En el curso de sus corre-
soberano? rías y conquistas, aquellas ambiciones resurgían a veces. Los estudiantes fran-
Ciertamente no para permitirse una voluntad propia. La experiencia del pue- ceses de primaria solían aprender la historia del jarrón de Soissons, un objeto
blo de Baljash (Asia central) es emblemática. Ocurrió que, estando el soberano precioso robado por los francos de una iglesia cuando guerreaban con los galos.
ausente guerreando con los indios, un pueblo nómada de los alrededores se apro- El jefe Clovis quiso devolverlo, para rendir pleitesía a una mujer cristiana que
vechó de su ausencia para apoderarse de la capital. Los habitantes opusieron una había ganado su estima, pero el soldado que lo había cogido (o a quien se le
resistencia tenaz, defendiendo no~ sólo sus propias casas y familias sino también había adjudicado en el reparto del botín) se negó. Era suyo por derecho, y lo
las del soberano ausente, pero fueron derrotados. Al regresar el soberano, recon-
quistó la ciudad y, al poco de tener noticia del valor de sus súbditos, les echó una * «La adquisición de propiedades valiosas y extensas requiere por consiguiente necesa-
reprimenda. La guerra, pontificó, no era asunto de ellos; sus obligaciones se redu- riamente la creación de un gobierno civil. Si no hay propiedad, o al menós ninguna que reba-
cían a pagar y obedecer a su gobernante, fuera quien fuera. Los líderes del pueblo se el valor de dos o tres días de trabajo, el gobierno civil no resulta tan necesario.»; Adam
presentaron oportunamente sus excusas y prometieron no volver a incurrir en ese Smitb, La riqueza de las naciones, libro V, cap. l, parte 2. Smitb se refería a la protección de
crimen de lesa majestad. 3 la propiedad privada, pero estas consideraciones son también válidas para los usos del poder. .
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* Después de años de relatar este diálogo apócrifo (las versiones varían, pero así es el * Esta disparidad entre Europa oriental y occidental es sólo un aspecto de un profundo
folclore), los profesores franceses no se atrevían a preguntar a sus alumnos quién rompió el abismo aún existente. Y la mayor parte de los habitantes de Europa oriental saben de qué lado
jarrón de Soissons, porque siempre había un sabiondo en la clase que negaba que fuera cierto. de la lfuea quieren estar. De ahí la expansión de Europa «central» al incluir a todos los países
Cf. Bonheur, Qui a cassé, p. 77.
con excepción de Rusia. Así como los planes de ampliación de la Unión Europea y la OThN.
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Ninguna empresa privada ni aspecto de la vida pública escapaba a la regula- centros de intercambio con el mundo rural. La migración a las ciudades hizo
ción oficial. En primer lugar, había una serie de monopolios estatales ... Pero los prosperar la renta y el nivel de vida no sólo de los emigrantes, sino también de
tentáculos del estado de Moloc, la omnipotencia de la burocracia, llegaban mucho quienes quedaban atrás. (Pero no su salud. Las ciudades eran sucias, populosas
más lejos ... Este. estado del bienestar supervisaba hasta el mfuimo detalle cada y proclives a contagios fáciles, de modo que sólo gracias a la inmigración se
paso de sus súbditos, de la cuna al cementerio.6 mantenía estable o crecía el número de habitantes.) La emancipación de los sier-
vos en Europa occidental estuvo directamente vinculada con la proliferación de
También los despotismos eran moneda corriente en Europa, aunque mitiga- pueblos francos y comunas urbanas, y con la densidad y proximidad de estos
dos por la ley, la partición territorial y, dentro de los estados, por la división del accesos. Allí donde las ciudades y poblaciones escaseaban y carecían de liber-
. poder entre el centro (la corona) y la autoridad feudal local. 7 La fragmentación tad, como en Europa oriental, el vasallaje sobrevivió y se endureció.
originó la competencia, y la competencia hizo que se tuviera buen cuidado de ¿Por qué concedieron los gobernantes esos derechos a los rústicos y ciuda-
los súbditos buenos. Mejor no maltratarlos, no fuera que emigraran. danos, abandonando así (delegando) algunas de sus propias facultades? Por dos
Los imperios ecuménicos no temían las deserciones, especialmente cuan- razones ante todo. En primer lugar, las nuevas tierras, cosechas, transacciones
do, como China, se definían como el centro del universo, la cuna y el hogar de comerciales y mercados reportaban ingresos, y los ingresos traían consigo
la civilización y consideraban cuanto les rodeaba tinieblas y barbarie. No había poder. 11 (Y también placer.) .En segundo lugar, paradójicamente, lc3 gobernan-
otro lugar adonde ir, de modo que bastaban esas fronteras simbólicas, como la tes querían reforzar su poder en sus propios reinos: los agricultores libres
«empalizada de sauces», una valla baja que unía la Gran Muralla con el mar y (adviértase que no digo campesinos) y los ciudadanos (bourgeois) eran los ene-
separaba a China de los territorios mongoles y tártaros del norte. En un poema migos naturales de la aristocracia rural y, en caso de conflicto, apoyarían a la
sobre este tema, el emperador Qian Long no deja lugar a dudas: «En nuestra corona y a otros grandes nobles en sus disputas con los señores locales.
creación de las fronteras y reglamentación del pueblo, hemos preservado los Recordemos además que los gobernantes europeos y los nobles con espíri-
usos antiguos, /Ya que basta con atar uria cuerda para indicar lo prohibido ... tu de iniciativa que trataban de engrosar sus rentas de esta forma, tenían que
Construirlo es como no haberlo construido: /En la medida en que existen la atraer a los posibles residentes mediante la concesión de franquicias, fueros y
idea y el entorno, no es necesario elaborarlos»." privilegios: en resumen, cerrando tratos. Tenían que persuadirlos de que vinie-
ran.12 (Muy distinto era el caso de China, donde los gobernantes desplazaban a
La lucha por el poder en las sociedades europeas (adviértase el uso del plu- millares y decenas de millares de cabezas de ganad9 humano y los plantaban en
ral) fue también origen del fenómeno específicamente europeo de la ciudad la tierra, el mejor sistema de cultivo.) Estas exenciones de las cargas materiales
semiautónoma, organizada y conocida como comuna. Como es natural, ciudades y concesiones de privilegios económicos a menudo abrían además la puerta a
había en todo el mundo, allí donde la agricultura producía un superávit suficien- las concesiones políticas y al autogobiemo. En este caso la iniciativa vino desde
te para mantener a una población de gobernantes, artesanos, soldados y otros abajo, un fenómeno a su vez esencialmente europeo. Llevaba implícita la
estamentos no productores de alimentos. Muchos de estos nódulos urbanos lle- noción de derechos y de contratos (el derecho de negociar tanto como el de soli-
garon a tener suma importancia como mercados, por no mencionar su papel de citar), con los consiguientes avances en términos de libertad y seguridad de la
centros administrativos. Pero, fuera de Europa occidental, no surgió un fenóme- actividad económica.
no parecido al de la comuna. 9 Así pues, irónicamente, la fortuna de Europa residió en la caída de Roma y
La esencia de la comuna radica, en primer lugar, en su función económica: el vacío de poder y las secesiones que le siguieron. (Objeto predilecto de las
estas unidades eran «gobiernos de los mercaderes, por los mercaderes y para los lamentaciones de generaciones enteras de clasicistas y profesores de latín.) El
mercaderes»;'º en segundo lugar, en su excepcional poder civil: su capacidad sueño romano de unidad, autoridad y orden (la pax romana) pervivió, ha sobre-
para dar entidad social y derechos políticos a sus residentes, unos derechos de vivido de hecho hasta el día de hoy. Después de todo, se suele ver en la frag-
importancia capital para las transacciones comerciales y la independencia de mentación una gran desventura, terreno abonado al conflicto; no es casual que·
injerencias extranjeras. Un hecho fundamental en una sociedad jerárquica, agra- la Unión Europea se vea como la cura de hogaño para las guerras de antaño. Y,
ria, que tenía a la mayor parte de la población en vasallaje, bien por la servi- con todo, en esos años que median entre lo antiguo y lo moderno, la fragmen-
dumbre de las personas a los señores locales o por los vínculos que les ataban a tación era el freno más eficaz contra conductas veleidosas, opresivas. La rivali-
la ciudad. Hizo de las ciudades puertas abiertas a la libertad, fisuras en el manto dad política y el derecho a desertar y cambiar de residencia fueron determinan-
de esclavitud que cubría la tierra. Stadtluft machtfrei, rezaba el dicho medieval; tes.13
el aire de la ciudad hace libre. Y era así, literalmente: cuando el conde de
F1andes quiso capturar a un siervo fugitivo con quien se tropezó casualmente en Otra fisura contribuyó a ello: la separación entre lo secular y lo religioso. A
el mercado de Brujas, el burgués no tuvo más remedio que sacarles, a él y a sus diferencia de las sociedades islámicas, en donde la religión era en principio
bravucones, de la ciudad. suprema y el gobierno ideal era el de los hombres santos, el cristianismo, año-
Las consecuencias se hicieron sentir en toda la sociedad. Merced a esta dis- rando la tolerancia imperial, realizó pronto la distinción entre Dios y el César.
pensa especial, las ciudades se convirtieron en polos de atracción, refugios o A cada cual lo suyo. Con ello no se erradicaron los malentendidos y conflictos.
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No hay nada tan inestable como una supremacía dual: alguien tiene que ceder. cos, que se habían asentado en Anatolia, empezaron a expandirse hacia Europa,
Al final fue la iglesia, lo que significó dar al César lo que era del César y, por conquistando los Balcanes, el curso inferior del Danubio y llegando por dos
añadidura, una buena parte de lo que era de Dios. Entre los elementos que cedie- veces a las murallas de Viena, capital de la marca oriental de Germanía. En el
ron, cabe destacar la homogeneidad de la ortodoxia: cuando la autoridad está curso de estos avances, sometieron a los serbios, los búlgaros, croatas, eslove-
dividida, florece la disensión. Puede ser malo para quien ama la certeza y aca- nos, albanos, húngaros y varios otros pueblos de este mapa abigarrado y beli-
tar lo establecido, pero es sin duda bueno para el espíritu y las iniciativas popu- coso: Pero eso fue todo: cuando llegaron a Viena, ya habían alcanzado el límite
lares. de sus recursos.*
En este caso también, la fragmentación fue el factor diferenciador clave. La La fragilidad de estos imperios, como es natural, se debía en parte a su
iglesia logró dotarse de poder político en algunos países, en particular del sur de carácter explotador, ávido de superávit, y a la indiferencia de los súbditos con
Europa, pero no en otros; de modo que se crearon en Europa áreas de pensa- respecto a la identidad de sus soberanos: un déspota era idéntico al siguiente; un
miento potencialmente libre. Esta libertad encontró su expresión más adelante, clan extranjero, tan arrogante y depredador como cualquier otro. ¿Por qué les
en la Reforma protestante, pero, incluso antes, Europa no padeció el control habría de preocupar a los habitantes de Persia qué le ocurrió a Darío en manos
sobre el pensamiento que resultaría una maldición para el islam. de Alejandro? ¿O qué sucedió, novecientos años después, a la monarquía sasá-
En cuanto a China, que no tenía una fe establecida y donde sin duda impe- nida en manos de los árabes? ¿Por qué a los agotados y oprimidos ciudadanos
raba una tolerancia religiosa extraordinaria, el mandarinato y la corte imperial romanos de los últimos días del imperio había de preocuparles la caída o no de
hacían las veces de custodios de una moral laica superior y perfeccionada, y Roma? ¿O las tribus súbditas· de México inquietarse por lo que le ocurrió a
como tales fijaban la doctrina, juzgaban el pensamiento y la conducta y sofoca- Moctezuma? Los griegos clásicos (siglo v a.n.e.), que se vieron a sí mismos
ban la disidencia y la innovación, incluso la innovación tecnológica. Era una como los defensores de la libertad frente a la tiranía asiática, vieron en esta indi-
sociedad cultural e intelectualmente homeostática: es decir, se podía vivir con ferencia su arma secreta:
pocos cambios (sin duda,..no se podían ahogar todos por completo), pero en
cuanto el cambio amenazaba el statu quo, el estado hacía su aparición y restau- Allí donde hay reyes, deben encontrarse los mayores cobardes. Ya que las
raba el orden. Fueron precisamente la totalidad y la madurez de este canon y almas humanas están esclavizadas y se niegan a asumir riesgos presta y temera-
riamente para aumentar el poder de otro. Pero las personas independientes, que
ética heredados, la sensación de integridad y superioridad, las que hicieron a
afrontan riesgos en nombre propio y no de otros, están dispuestas y deseosas de
China tan hostil al conocimiento y las formas exteriores, incluso cuando les arrostrar el peligro, pues son ellas las que se benefician del botín de la victoria.
14
* Ya en la Roma tardía, las tribus germánicas lucharon aliadas con las huestes imperia- * Cuando llegaron por segunda vez a Viena, en 1683, los turcos se encontraron enfren-
les para detener a ola5 tardías de invasores, como los francos sálicos, los visigodos y otros, te no sólo a los germanos, sino también a los polacos de Sobieski. Los europeos podían cola-
como el general romano Aetius enfrentándose a los hunos de Atila en la batalla llamada de borar cuando consideraban que afrontaban un enemigo común. El hecho. de que se trataba del
Chfilons (junto a Troyes) en 451. Atila y sus hunos han sido recogidos por la tradición europea último suspiro lo prueba la rápida retirada otomana subsiguiente. En menos de diec~~iS::filíO§!
como lá quintaesencia de la barbarie y el salvajismo. Pero los turcos de hoy no lo ven así: Atila aband~naron H~gría y se retiraro1:1 a Bos~~ y Serbia, renunciando .al vallty:k11!d'i6 ~~t(>
es uno de sus héroes favoritos. Danubio, que cedieron a los asentarmentos cnstlanos (Tratado de Karlow1tz). /:::.."''<- -'1-- "-G\
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parte de la población murió, la mitad si se tienen en cuenta las pérdidas lnfli- mismas, un cultivo más intensivo, en particular un cambio de la rotación de los
gidas por las secuelas. Se trató de una conmoción, no de un punto final. Los cultivos entre dos campos (uno dejado en barbecho cada año) a una rotación
ciento cincuenta años posteriores fueron un periodo de reconstrucción, mayor entre tres campos (sementera de invierno, sementera de primavera y el tercero
avance tecnológico y desarrollo ininterrumpido. En particular, en estos siglos en barbecho). Este sistema produjo un aumento de un 30 por 100 de la pro-
se produjo un nuevo adelanto de una civilización que ahora se sentía más pode- ductividad de la tierra (una sexta parte de la tierra cultivable en total, pero un
rosa que sus vecinos, así como el comienzo de la exploración y la conquista tercio de la tierra anteriormente cultivada), que potenció a su vez la capacidad
ultramarinas. de alimentar el ganado, lo que aumentó el suministro de abono que nutúa los
Esta larga maduración a lo largo de varios siglos (1000-1500) se produjo campos, y así sucesivamente en un ciclo ascendente. Dado el tipo de distribu-
merced a una revolución económica, una transformación de todo el proceso de ción de las tierras y el uso colectivo de los animales de tiro, este cambio fun-
producción, adquisición y gasto que no se había dado en el mundo desde la lla- damental precisaba un liderazgo municipal fuerte y una mayor cooperación,
mada revolución neolítica. Ésta (8000 a.n.e.-3000 a.n.e.) había precisado milla- facilitados ambos por el ejemplo y los resultados obtenidos.
res de años para gestarse. Su contribución radica en la invención de la agricul- Resulta difícil precisar en qué medida se debió este fenómeno a la presión
tura y la domesticación del ganado, factores que incrementaron enormemente la popular y en qué medida a la ambición de medrar. Sin lugar a dudas ambas
energía disponible para el trabajo. (Todas las revoluciones económicas [indus- influyeron. Pero parece ser que, con el tiempo, la población empezó a aspirar a
triales] tienen en su origen una potenciación del suministro de energía, que sus- más que la mera subsistencia, porque en estos siglos también se aprecia un gran
tenta y modifica todos los aspectos de la actividad humana.) Este abandono de esfuerzo por incrementar las tierras cultivables, ya sea talando bosques (rozas),
la caza y la recolección, al propiciar unas mejoras notorias en el suministro de ya ganando tierra al mar, mediante la construcción de diques, el drenaje y bom-
alimentos, permitió un crecimiento sustancial de la población y un nuevo patrón beo del agua. Todas estas labores exigen una energía y un capital enormes, y su
de asentamiento concentrado. Fue la revolución neolítica la que posibilitó la éxito atestigua no sólo el valor de la iniciativa privada y colectiva, sino el genio
aparición de pueblos y ciudades, y de todo lo que aportaron en términos de de una sociedad que estaba aprendiendo a sustituir la fuerza animal y humana
intercambio y enriquecimiento cultural y técnico. por las máquinas. En particular, el molino de viento, infatigable y fiel, resultó
La revolución económica medieval también partió de una mejora de la pro- clave en el bombeo de agua de los pantanos y pólderes. Fue el molino el que
ducción y la utilización de la energía, con los consiguientes aumentos de traba- construyó Holanda.
jo. En primer lugar, estudiemos el suministro alimentario: se trata de un periodo Los historiadores no yerran al poner de relieve la importancia del aumento
de innovación en las técnicas de cultivo. Digo innovación y no invención porque de la productividad de la tierra y las cosechas en una sociedad mayoritariamen-
estas nuevas técnicas ya existían. Así, el arado con ruedas, con una reja cortante te rural, obligada a dedicar la mayor parte de sus recursos a autoalimentarse.
y profunda de hierro, lo habían traído consigo los invasores germanos; pero había Con todo, estos avances se debieron fundamentalmente a la permisividad. Era
tenido un uso limitado en un mundo de escasa implantación de los animales y la minoúa urbana la que detentaba la mayoúa de las semillas y de los secretos
poca densidad poblacional. Ahora se difundió por la Europa situada al norte del técnicos, intelectuales y políticos de esta transformación. Es obvio que las
Loira, surcando las tierras de los ricos valles fluviales, convirtiendo la tierra poblaciones y ciudades estaban a su vez configuradas por el campo: los inmi-
ganada al bosque y al mar en campos fértiles: en pocas palabras, hizo maravillas grantes del medio rural traían consigo valores, costumbres y actitudes que tení-
donde el suelo pesado y arcilloso se resistía al viejo arado dental romano, que an más sentido en el campo, revistiéndolas como una camisa de fuerza en la
había resultado muy útil en los terrenos pedregosos de la cuenca mediterránea. actividad urbana. Así, la agrupación de los comerciantes y artesanos en gremios
El arado con ruedas, para surcar la tierra apelmazada, requeúa animales corporativos era como un juego de suma cero: la suma de las pérdidas y ganan-
apropiados. Ya hemos tenido ocasión de hablar de esos bueyes gruesos, alimen- cias es igual a cero, por lo que la ganancia para un miembro suponía la pérdida
tados en establo, únicos en su especie, y de esos inmensos caballos de tiro, más para otro. Además, la propia configuración de la urbe obligaba a racionar el
resistentes e.incluso poderosos que el buey. Estos motores vivientes y en movi- tiempo, para desalentar una vez más el enriquecimiento personal, de modo que
miento suponían una gran ventaja para una economía caracterizada por la abun- quedaba prohibido anticiparse y vender antes o después de determinadas horas;
dancia de tierras y la escasez de mano de obra. Pues también escaseaba el tiem- no había competencia en los precios; no se trocaban la calidad y la resistencia
po: el trabajo agúcola tiene temporadas de mucha actividad, en la siembra y la de los artículos por unos precios más bajos; no se compraba más barato (<<rega-
cosecha, cuando hay que aprovechar el buen tiempo para injertar la semilla o tear como los judíos», en la jerga popular: las malas costumbres siempre perte-
recoger su fruto. Esto fue especialmente cierto en el caso de la agricultura necen a los demás) para luego vender más caro; en pocas palabras, no había
comunal europea, en la cual la dispersión y el _entremezclamiento de las pro- competencia comercial. Quien ejercía su oficio podía ganarse la vida. Un siste-
piedades y del campo abierto generaban incesantes vaivenes, y la prisa de un ma encomiable pero estático. Su objetivo era una justicia social igualitaria, pero
campesino es la prisa de todos sus vecinos. Unos animales fuertes y rápidos imponía serias limitaciones a las empresas y al crecimiento. Era una red de
podían ser de importancia vital, y los labradores mancomunaban los recursos seguridad tendida a expensas de los ingresos.
para adquirir el ganado idóneo. Ése era el principio. Pero no hay que olvidar que las reglas, ayer como hoy,
Junto a estas técnicas perfeccionadas surgió, como causa y efecto de las se hacen para ser burladas. En los negocios, como en el amor, todo está permi-
54 LA RIQUEZA Y LA POBREZA DE LAS NACIONES LA EXCEPCIÓN EUROPEA: UNA SENDA DIFERENTE 55
tido. Otro tanto ocurrió en la Europa medieval, donde la evolución hacia el con- ban el apoyo de la monarquía a las pretensiones corporativistas (de los gremios)
trol gremial fue tanto una respuesta al comercio libre como la expresión de una de instaurar un monopolio y donde los gremios fueron rápidamente reducidos a
moral antigua. Las ciudades y poblaciones crecieron atestadas y ambiciosas; en ro.eras congregaciones honoríficas. En el siglo XV, más de la mitad de los teji-
Francia, los Países Bajos, Renania, los gobernantes las fomentaban concedién- dos de lana del país se fabricaba en centros rurales. Este recurso a la mano de
doles generosos privilegios. Pero los intentos de defender el monopolio local se obra barata rebajaba los costes con respecto a los de la competencia extranjera,
vieron frustrados por el crecimiento de los suburbios (jaubourgs, falsos burgos), de modo que, en el siglo XVI, un país que antaño había sido principalmente un
donde no se aplicaban las normas de la urbe. En ellos se establecían los foras- exportador de productos básicos, incluida la lana sin desbastar, estaba a punto
teros y los judíos, y los oficiales trabajaban para empresarios cuya tienda había de convertirse en la primera nación manufacturera de Europa
crecido más de lo autorizado. Allí no había restricciones comerciales, lo que La expansión económica de la Europa medieval fye,.12or lQ...~to, ~entada
explica emparejamientos como los de Hamburgo con Altuna o de Nuremberg por ~~~E.?!.i~:!!~~Y.§?,~~s .f~~~P~~~~9.1!:~~..2r_gm~zati.v.as, . 1a-mayoría de
con Fürth: la riqueza antigua frente a la nueva; el decoro frente al desorden; el ·e-nas rmpulsadas desde abajo y di.füildidas mediante el ejemplo. Los soberanos,
acceso restringido frente a la entrada libre. i.iJ.cluso1ós--ñobies-ICíciiles~-na:éími"'1ó~posibfe·por' "iio perder comba, mostrarse
Una consecuencia inevitable del comercio activo era la selección en función hospitalarios, dar trabajo, atraer empresas y los ingresos que éstas generan. Al
del mérito. Esto contradecía el principio de la paridad (igualdad de resultados), propio tiempo, la comunidad empresarial inventaba nuevas formas de asocia-
pero era imposible imponer la uniformidad en el rendimiento. Algunos artesa- ción, contrato e intercambio destinadas a dar garantías a las inversiones y agili-
nos no podían evitar trabajar mejor y atraer a demasiados compradores, cuya zar los pagos. En estas centurias empezó a usarse toda una gama de instrumen-
demanda no lograban satisfacer. Al propio tiempo, el intento de restringir la tos comerciales nuevos; se elaboraron y aplicaron códigos comerciales y se ide-
competencia limitando el acceso al grado de maestro suponía el desperdicio del aron acuerdos de asociación para fomentar las alianzas entre los prestamistas y
talento. No tardaron mucho en agruparse maestros y oficiales. Dado que los ofi- la población activa, entre quienes suministraban los recursos financieros y la
ciales a menudo no podían trabajar en las tiendas de los maestros en la ciudad mercancía, y quienes viajaban a tierras distantes para comprar y vender.
(con objeto de contener el crecimiento), trabajaban en la trastienda o en los Prácticamente la totalidad de esta revolución comercial procedió de la comuni-
suburbios. En este proceso tienen su origen el sistema de putting-out y la divi- dad mercantil, que obvió cuando fue preciso las normas de esta o aquella ciu-
sión del trabajo, que generan aumentos sustanciales de la productividad. dad o estado, inventó e improvisó nuevas vías de encuentro e intercambio (puer-
El obstruccionismo urbano también se vio frustrado por la difusión de los tos y puertos de salida, arrabales, mercados locales, ferias internacionales): en
productos industriales en el campo. La agricultura, caracterizada por sus faenas pocas palabras, creó un mundo diferente, que se superponía al mosaico abiga-
estacionales e irregulares, ofrecía recursos de mano de obra desaprovechados y rrado e inapropiado de las unidades políticas.
más abundantes porque, fuera de las ciudades, no se aplicaban restricciones a la Obtuvieron así una seguridad sustancialmente mayor, una drástica reduc-
contratación laboral de mujeres y niños. Las mujeres y los niños, pagados muy ción de los costes comerciales (lo que un economista llamaría costes de tran-
por debajo de su rendimiento, resultaban más rentables. De suerte que pronto sacción) y_ una ampliación del mercado, que fomentaban la especialización Yla
(en el siglo XIIl), los comerciantes empezaron a contratar a trabajadores del divü¡ión del trabajo. Era el mundo de Adam Smith, que iba tomando forma qui-
campo para realizar algunas de las tareas más tediosas y que requerían menos nientos años antes de su época.
capacitación. En la rama de producción más importante, las manufacturas tex-
tiles, las mujeres campesinas se ocupaban del hilado con arreglo al sistema de
putting-out, o trab~o a domicilio: los comerciantes les daban la materia prima
-la lana y el lino sin desbastar y, más adelante, el algodón- y recogían el hilo
acabado. ·
Este nuevo recurso a fuentes exteriores no tropezó en un principio con
demasiada resistencia por parte de los trabajadores urbanos; pero cuando los
comerciantes empezaron a dar a domicilio las labpres de hilado a los tejedores
rurales, estaban atacando uno de los intereses cre~aos más consolidados de la
época, el de los gremios de tejedores de las ciudades. De modo que la situación
era crítica. En Italia, las ciudades autónomas, que tenían control político sobre
el campo circundante, lograron destruir en buena parte e~ta competencia desle-
al. En los Países Bajos, el otro gran centro medieval de manufactura textil, los
tejedores urbanos hicieron incursiones en los pueblos para destrozar los telares
y, aunque los tejedores rurales se defendieron, el sistema de putting-out estuvo
en jaque durante siglos. El único país en el que el trabajo a domicilio encontró
terreno propicio fue Inglaterra, donde las autonomías políticas locales dificulta-