Bioética Publicación Chile

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LA BIOÉTICA

https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-
569X2008000200002

CHILE.

Acta bioeth. v.14 n.2 Santiago  2008
http://dx.doi.org/10.4067/S1726-569X2008000200002 
Acta Bioethica 2008; 14(2): 135-141
ORIGINALES
 
CIENCIA, TECNOLOGÍA Y BIOÉTICA: UNA RELACIÓN DE
IMPLICACIONES MUTUAS
SCIENCE, TECHNOLOGY AND BIOETHICS: A RELATION OF
MUTUAL IMPLICATIONS
CIÊNCIA, TECNOLOGIA E BIOÉTICA: UMA RELAÇÃO DE
IMPLICAÇÕES MÚTUAS
 
Rolando V. Jiménez Domínguez y Onofre Rojo Asenjo*
* Programa de la Maestría en Bioética de la Escuela Superior de
Medicina, Instituto Politécnico Nacional, México
Correspondencia: [email protected]

Resumen: Este artículo aborda el tema de los valores en la ciencia y


en la tecnología desde la perspectiva tecnocientífica, procurando una
base filosófica para la discusión. Se revisan algunos avances
tecnológicos que afectan la vida de los seres humanos y sus
interrelaciones, así como las posibles formas que estos efectos
puedan adoptar en el futuro. Se plantean algunas preguntas que se
derivan de manera natural de estos y otros desarrollos, y se propone
una política de participación social en las grandes decisiones sobre la
ciencia y la tecnología, enfatizándose la importancia de difundir una
cultura científica en la sociedad. Finalmente, se considera a la ciencia
y tecnología actuales como sistemas no ajenos a valores y las
implicaciones de esta concepción para las actividades de investigación
y la formación de recursos humanos en las áreas científico-técnicas.
Palabras clave: ciencia, tecnología, sociedad, valores, sistemas
tecnocientíficos

Abstract: This article deals with the subject of values in science and
technology from the techno-scientific perspective, providing a
philosophical basis for discussion. Various technological advances
which affect the lives of people and human relations are reviewed as
well as the possible forms these effects can adopt in the future.
Questions which naturally result from these and other technological
developments are considered, and a policy of social participation in the
big decisions about science and technology is proposed, with
emphasis on the importance of spreading a scientific culture in society.
Finally, the article considers science and technology as systems not
devoid of values, and ponders the implications of this concept for
research activities and the formation of human resources in scientific
and technical areas.

Key words: science, technology, society, values, techno-scientific


systems

Resumo: Este artigo aborda o tema dos valores na ciência e na


tecnologia a partir da perspectiva tecnocientífica, procurando uma
base filosófica para a discussão. São revisados alguns avanços
tecnológicos que afetam a vida dos seres humanos e suas inter-
relações, assim como as possíveis formas que estes efeitos podem
adotar no futuro. São propostas algumas questões que derivam de
maneira natural destes e de outros desenvolvimentos, e se propõe
uma política de participação social nas grandes decisões sobre a
ciência e a tecnologia, enfatizando-se a importância de se difundir uma
cultura científica na sociedade. Finalmente, se considera a ciência e a
tecnologia atuais como sistemas não alheios a valores e às
implicações desta concepção para as atividades de pesquisa e
formação de recursos humanos nas áreas científico-técnicas.
Palavras-chave: ciência, tecnologia, sociedade, valores, sistemas
tecnocientíficos

1. Introducción
La ciencia es un cuerpo de conocimiento organizado y sistematizado
acerca del Universo, incluidos nosotros mismos. Hasta este punto no
existen implicaciones éticas, porque el pensamiento es neutro en tanto
no determine acciones; pero el humano, dada su propia naturaleza, no
se detiene nunca en sólo conocer y entender, y ha desarrollado una
extraordinaria habilidad para usar y aplicar el conocimiento para
múltiples propósitos, herramientas, productos y procesos de
modificación de materiales que alteran y afectan la forma de vivir. Esto
es, la tecnología tiene indiscutibles implicaciones éticas, ya que la vida
alterada a la que conduce no puede asegurarse que sea mejor o peor,
y las consecuencias a largo plazo son, en la mayoría de los casos,
imprevisibles.
Bunge(1) considera que la ciencia debe entenderse como un sistema
lógicamente estructurado de conceptos y enunciados verdaderos, y la
actividad científica como una empresa teórica de investigadores que
se rige por la búsqueda de la verdad objetiva.

Para él, la tecnología es el resultado de la aplicación de los


conocimientos científicos en forma de sistemas de acción basados en
leyes científicas y por tanto racionales, de lo que se concluye que el
conocimiento científico y la tecnología, basados en la ciencia y las
humanidades racionalistas, son no sólo valiosos medios de producción
y bienestar, sino también condiciones para el debate democrático y la
solución racional de los conflictos.
Esta posición ultraoptimista de Bunge -quien en este artículo aboga
por una cruzada para expulsar de la Academia, como nuevos caballos
de Troya posmodernos, a los "constructivistas-relativistas"- es
insostenible y resume cinco mitos que Daniel Sarewitz(2) menciona.
Siendo la sociedad la que sostiene al sistema y considerando al
sistema de alto valor estratégico para el desarrollo social y material de
las naciones, es necesario adoptar nuevos puntos de vista, que
Sarewitz considera también mitos pero más adecuados a la situación
actual. El primer grupo de mitos actuales a los que se refiere Sarewitz
es el siguiente:

- El mito del beneficio infinito: más ciencia y más tecnología generarán


mayor bienestar público.
- El mito de la libre investigación: es posible cualquier línea de
investigación, científicamente razonable para producir beneficios
sociales.
- El mito de la responsabilidad (rendición de cuentas): el sistema de
revisión por pares, la reproducibilidad de los resultados y otros
controles expresan las principales responsabilidades éticas del
sistema de investigación.
- El mito de la autoridad: la información científica ofrece una base
objetiva para la resolución de disputas políticas.
- El mito de las fronteras sin límites: el nuevo conocimiento generado
en la frontera de la ciencia es independiente de las consecuencias
morales y prácticas producidas en la sociedad.
La idea de Sarewitz es que estos mitos han sido creados por la propia
comunidad científica, pero suelen fracasar a la hora de servir a los
intereses de la sociedad. Considera que no se puede divorciar lo que
ocurre en el interior del laboratorio del contexto social más amplio en el
que está profundamente inmerso, existiendo la necesidad de crear "un
nivel más realista de expectativas respecto de las promesas sociales
hechas en nombre del sistema de investigación y desarrollo y un
incremento en la capacidad de objetivos sociales". Para esto sugiere
una mitología alternativa sobre la que volveremos al final de este
documento.
En relación con el quinto mito -considerar a la ciencia como
filosóficamente ajena a valores y políticas, movida exclusivamente por
intereses teóricos y verificación de hechos, y como consecuencia
declararla éticamente neutral, al margen de las responsabilidades que
el uso de los resultados de la investigación libremente llevada a cabo
conlleva-, es una posición que no se puede seguir sosteniendo, por
muchas razones. Por una parte, en la creación del conocimiento
intervienen factores sociales, económicos, culturales, ideológicos,
entre otros, situaciones que no pueden quedar al arbitrio de una sola
persona; por otra, los resultados de su aplicación tienen una
trascendencia que puede ser considerada como parte de una
estrategia nacional.

Los estudios de los últimos cincuenta años sobre la interrelación


Ciencia-Tecnología-Sociedad (CTS) han puesto de relieve la compleja
red de agentes, actividades y escenarios que integran la ciencia y la
tecnología contemporáneas y, como consecuencia, conducen a
aceptar que éstas son un resultado de la cultura humana:
realizaciones sociales y culturales(3).

2. Aspectos éticos del desarrollo tecnológico


Un examen somero de la tecnología nos mostraría que tiende siempre
a crecer y renovarse: la creatividad y la innovación son aspectos
destacados de su actividad, de tal modo que cuando se detiene corre
el riesgo de derrumbarse (efecto bicicleta).
Además, se relaciona con otras actividades del quehacer humano,
formando un sistema cuya dinámica compleja se conoce como
"desarrollo tecnológico". La tecnología se relaciona con los propósitos
del ser humano, sus aspiraciones y sus valores; en muchas ocasiones
es el instrumento para su logro(4). El ser humano ha aspirado siempre
a extender y ampliar sus capacidades intrínsecas: ver más, mejor y
más lejos, de donde surgen instrumentos (lentes, anteojos,
telescopios, microscopios); la extensión de su movimiento (caballos,
trenes, aviones); la ampliación de las funciones cerebrales (libros,
calculadoras, computadores); la reducción de los riesgos (defensa
contra el frío, las inundaciones, el hambre, las enfermedades), por
ejemplo. La tecnología, como expresión de creatividad, se relaciona
con propósitos, anhelos y valores: extiende la capacidad humana y
elimina o reduce los riesgos.

La exuberancia y virtuosismo de la tecnología y, por ende, del


desarrollo tecnológico nos lleva a formular algunas cuestiones: ¿para
qué crear? ¿Para qué ampliar y extender las capacidades humanas?
¿Hasta qué punto? ¿Para qué eliminar los riesgos? No siempre es
bueno ni moral el crecimiento. No olvidemos que el cáncer es un
crecimiento celular incontrolado: ¿no podría sucedernos lo mismo con
el crecimiento tecnológico?

Al mismo tiempo que la tecnología amplía las posibilidades de vida,


plantea una serie de responsabilidades y de problemas que están lejos
de haber sido resueltos filosófica, legal o políticamente(5). Como
consecuencia del desarrollo técnico se establece una nueva división
del trabajo y comenzamos a ser expertos en nuestro oficio, piezas
sustituibles en el engranaje social, pero con la obligación de tomar
decisiones que tienen implicaciones bioéticas muy vastas. Al decidir,
casi siempre tenemos un conocimiento experto del problema, pero sin
tiempo ni lugar para reflexionar sobre sus alcances. De aquí la
necesidad de una formación en bioética.
Los juicios de Nürenberg establecieron de forma contundente (aunque
desde el lado vencedor) que el cumplimiento del deber no excluye la
responsabilidad ética. Esta doctrina extendida al trato médico de
poblaciones segregadas, como en el caso Tuskegee(6), llevó a acuñar
el término bioética en 1970(7,8), referido a una preocupación central
acerca del ser humano y su entorno, el cuidado de otras especies,
ecosistemas y el equilibrio de la vida en el planeta. Para Ruy Pérez
Tamayo(9) la bioética nació como un puente entre la biología y la
filosofía, pero incluye también la ecología, la medicina y la
antropología, y busca un lenguaje común entre todas ellas. Con un
alcance más amplio, el mismo Potter concibió a la bioética como un
puente entre la ciencia y las humanidades, concepto cuya fertilidad y
profundo significado lo hacen hoy tan evidente y necesario.
¿Cuántos profesionales de la salud necesitan, antes de emitir un
diagnóstico, una serie de estudios, gráficos y números obtenidos en
equipos de varia complejidad tecnológica, y olvidan la importancia de
la palpación, el ojo clínico o el semblante de los pacientes? Quien
haya estado alguna vez internado en un hospital moderno se habrá
sentido más atendido por aparatos y sensores electrónicos que por
personal médico o paramédico. ¿Ha enfermado la medicina? Estos
hechos deben llevarnos a reflexionar sobre las implicaciones éticas de
la ciencia y de la tecnología.

La tecnología permea e interviene en multitud de actividades


relacionadas con nuestra manera de vivir (desde el momento de la
fecundación hasta la prolongación de la vida, como examinaremos
más adelante) y es importante que su uso -y no su abuso- conduzca a
una mejor vida, objeto de la bioética, pues, como se ha dicho, su razón
de ser es evitar que su avance incontrolado arrase con los principios y
valores del ser humano(10).

3. Biotecnología. Sistemas tecnocientíficos. Transgénicos


La segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por el surgimiento y
crecimiento de los sistemas tecno-científicos: la investigación nuclear,
la espacial, la informática, las telecomunicaciones, la telemática y en
especial la biotecnología(11).Un sistema tecnocientífico se crea
cuando alguien (singular o colectivamente) intencionalmente
(planeación), mediante técnicas apropiadas, transforma un objeto
concreto y produce artefactos(12,13). Siguiendo a Olivé podemos
decir que en todo sistema tecnocientífico cabe distinguir: (a) agentes
intencionales que persiguen un fin, (b) objetos que se transforman, (c)
técnicas de manipulación de los objetos y (d) resultados en forma de
artefactos. Las técnicas son sistemas de habilidades y reglas que
conducen a la solución de problemas y, por tanto, cambian de acuerdo
con el problema propuesto; pueden ser habilidades materiales o
intelectuales, como técnicas matemáticas, de cómputo, etc. Los
artefactos suelen ser el resultado de las transformaciones de otros
objetos concretos, pero no siempre son un resultado previsto y
deliberado. Por ejemplo, el adelgazamiento de la capa de ozono es un
artefacto no intencionalmente buscado, resultado del uso indebido de
compuestos que contienen clorofluorocarburos (CFC) utilizados como
base en aerosoles.

Los transgénicos son organismos modificados genéticamente; son


objetos biotecnológicos, por tanto, son artefactos con vida creados con
técnicas de manipulación biológica. Han existido transgénicos a lo
largo de toda la historia: el cruce de los animales (asno-caballo),
injertos de unas variedades de vegetales en otras para lograr mejor
rendimiento u obtener variedades resistentes. Sin embargo, el caso
reviste características y problemas nuevos cuando las posibilidades de
producción de transgénicos -como consecuencia de la fusión del
conocimiento científico y la tecnología han aumentado casi sin límites
y sus consecuencias no son totalmente previsibles.

La biotecnología es un sistema de espectro muy amplio que va desde


las vacunas hasta la clonación de especies animales. Las variedades
vegetales transgénicas son sólo un aspecto muy pequeño de ese gran
panorama y si se ha suscitado un debate nacional e internacional es
debido a que con un conocimiento incompleto se trata de obtener
leyes universales de comportamiento y aquellas ideologías de los
diferentes grupos involucrados no encuentran un terreno común de
acuerdo. La actitud no puede consistir en oponerse rotundamente al
proceso, pero sí estar alertas a posibles consecuencias desagradables
que pudieran surgir al utilizar transgénicos.
En junio de 2005, un informe de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) señaló que no sólo no se han encontrado indicios de que los
transgénicos sean nocivos para la salud, sino que pueden ayudar a
mejorarla; sugiere que se sigan haciendo evaluaciones desde un
punto de vista social y cultural. Por otra parte, Greenpeace y otras
organizaciones no gubernamentales se aferran al punto de vista
opuesto y abogan contra todo uso de transgénicos, su importación y
hasta su posible ensayo.

¿Cómo evaluar los sistemas biotecnológicos y sus artefactos, y las


consecuencias que generan, cuando éstos afectan intereses de
diversos sectores de la sociedad? ¿Cómo manejar estos problemas en
una sociedad contemporánea que aspira a vivir democráticamente?
(14).

La discusión bioética con relación a los sistemas biotecnológicos debe


hacerse de manera transparente, con abundante información y, hasta
donde ello sea posible, desprejuiciada y al margen de intereses
particulares, de tal modo que los acuerdos sean éticamente
justificables.

4. Las tecnologías de la reproducción


Las técnicas utilizadas en la reproducción humana merecen
consideración especial porque tienen una amplia perspectiva de
aplicación médica, ofrecen facetas bioéticas singulares y se está muy
lejos de un consenso en cuanto a su uso y legitimidad. Nuestra
generación posee un conocimiento que no tuvieron generaciones
anteriores acerca de cómo ocurre la concepción humana y cómo se
interrumpe. Con esta información la humanidad puede intervenir en su
propia reproducción: técnicas simples de fertilización in vitro pueden
evitar muchos de los problemas iniciales de la concepción; los
embriones pueden ser conservados criogénicamente; se pueden
donar gametos y embriones, y existe la posibilidad, a través de la
investigación y el desarrollo de nuevas técnicas, de descubrir y
corregir mal formaciones del nuevo ser en el embrión mismo(15).

El desarrollo de estas tecnologías conduce a situaciones en que una


persona o grupo de personas adquiere un rol que siempre hemos
atribuido a Dios. Los puntos de vista éticos ante la fertilización in vitro
son diferentes entre judíos, musulmanes y cristianos, y aun en un
mismo país y en la misma cultura, entre diferentes asociaciones
científicas y profesionales: se presentan como antagónicos el derecho
a la vida y el derecho a elegir.

Lo cierto es que por primera vez en la historia de la humanidad se


puede, mediante el uso de la ciencia y de la tecnología, resolver el
ancestral problema de infertilidad y satisfacer el anhelo de asegurar la
descendencia que tiene casi todo ser humano. Las situaciones legales
y sociales, sin olvidar las religiosas, que aparecen como consecuencia
del uso y difusión de las tecnologías de la reproducción humana son
muy variadas y singulares.

El solo tema del "parentesco por encargo" suscita otra serie de


cuestiones de carácter legal y ético, que comienzan a plantearse en
las cortes de justicia y para las cuales aún no existe jurisprudencia.
Nos encontramos con que la tecnología extiende las posibilidades
existenciales pero, al mismo tiempo, origina una serie de
responsabilidades que filosófica, legal o políticamente no están
resueltas. El que desarrolla la tecnología y no sólo el que la aplica
debe reflexionar sobre sus implicaciones.

La manipulación del material genético preembriónico crea otros


problemas bioéticos relacionados con el aborto, y ello llevaría al
enfrentamiento con los grupos pro vida. El punto de vista cristiano es
que existe la persona desde el momento mismo de la concepción y
que, por lo tanto, el embrión debe considerarse como sagrado. Paul
Badham(16), clérigo anglicano (Chair of Religión and Ethics de
St.David´s University College de la Universidad de Gales, U.K.) analiza
esta posición frente a la Biblia, la tradición de la Iglesia y los
requerimientos de un razonamiento cristiano, llegando a la conclusión
de que no existe un fundamento adecuado para lo que ha dado en
llamarse "posición cristiana" ante el aborto y la manipulación genética.

5. Neuroética(17, 18)
Se han explorado algunos sistemas tecnocientíficos construidos a
partir de la ingeniería genética y se especula acerca de las
posibilidades terapéuticas que ofrece la manipulación de genes:
prevención de enfermedades asociadas con genes específicos del
código genético, los cuales podrían ser bloqueados en sus efectos y
con ello evitarlas. La fantasía se desborda cuando se asocia la
manipulación con el logro de una descendencia diseñada de acuerdo
con patrones de color, tamaño, inteligencia, etc. En todas estas
especulaciones están ausentes las consideraciones bioéticas y
parecen olvidarse también los fundamentos genéticos de la evolución
humana.
Sin embargo, no paran aquí las tribulaciones. Cuando se considera
posible afectar, como ya empieza a serlo mediante manipulación
genética y neurotecnologías apropiadas, el funcionamiento del cerebro
y con ello la conciencia, último reducto de la personalidad humana, es
razonable que surja un nuevo campo de estudio acerca de las posibles
consecuencias de estos procesos, conocido como "neuroética", y cuyo
propósito es el estudio y consideración de los beneficios y peligros
asociados a la investigación moderna del cerebro y, por extensión, las
implicaciones sociales, legales y éticas que resultan del tratamiento
y/o manipulación de la mente.

Las tecnologías actuales derivadas de las neurociencias, el desarrollo


de nuevos y poderosos fármacos y la utilización de técnicas de
resonancia magnética para la detección y alteración de los estados
neuronales, están dando origen a problemas éticos novedosos que
trascienden el ámbito de la bioética. Estas técnicas de tratamiento y
manipulación del cerebro y los estados mentales asociados
constituyen lo que se conoce como "neurotecnologías".
Las neurociencias traen aparejados nuevos problemas bioéticos, cuya
naturaleza los hace particularmente complejos y dignos de especial
consideración. Sin entrar en el problema de entender cómo nuestros
cerebros llegan a juicios morales y éticos, hay un conjunto de
cuestiones que pertenecen a la neuroética como, por ejemplo, los
planteados por Michael S. Gazzaniga en su libro "The Ethical
Brain"(19). Gazzaniga pregunta ¿es técnicamente posible escoger los
genes de la inteligencia? Y en caso de serlo, ¿determinan estos genes
por sí solos la inteligencia? ¿Es ético este tipo de manipulación? El
autor no descarta una no lejana posibilidad de alterar la personalidad y
la inteligencia a través de la manipulación genética, a pesar de que ser
persona depende también de la influencia de los demás y del azar. Se
necesita no sólo cierta organización genética para ser un profesional
brillante, un atleta o un músico; se requieren muchas horas de práctica
y apoyo social. Sin embargo, ¿seremos lo suficientemente inteligentes
para no manipular los genes de la inteligencia más allá de lo que la
evolución de la especie humana determina?

6. Conclusión
Aunque sólo se han explorado aquí algunos sistemas tecnocientíficos,
puede ya entenderse el tamaño y la complejidad de los problemas
asociados al desarrollo de nuevas tecnologías y al avance científico en
general. El viejo esquema lineal de la relación "ciencia-tecnología-
sociedad-bienestar humano" resulta ser ahora un esquema teórico y
en el mejor de los casos histórico, pues no sirve para describir la
situación actual. De ahí que concebir la ciencia y tecnología actuales
como valorativamente neutras sea no solamente falso sino incluso
peligroso: no puede seguirse educando a las nuevas generaciones de
científicos y tecnólogos al margen de las implicaciones éticas de su
actividad.
No se podrá negar que la ciencia y la tecnología han contribuido
enormemente para mejorar la vida de los seres humanos, pero si se
analizan estos resultados en el sentir y humor de la gente pareciera
que no todo ha sido para felicidad humana. Los valores y metas de la
sociedad postindustrial difieren notablemente de los de hace dos o tres
generaciones, estableciéndose la "brecha generacional" con muy poca
comunicación por lo que respecta a los valores. La nueva cultura con
base tecnológica está para quedarse y avanzar del lado técnico. Los
que han probado alguna vez el desarrollo tecnológico tardan en
reaccionar ante sus otras consecuencias. Lo que se puede es
repensar la tecnología en un mundo centrado en lo humano.
Volviendo a Sarewitz, la mitología alternativa que propone se basa en:
- Tratar de aumentar la diversidad, especialmente en la cúpula, entre
la comunidad que lleva a cabo la investigación científica y el desarrollo
tecnológico.
- Tomar en cuenta el elemento humano al dirigir y controlar el
crecimiento y la productividad.
- Crear mecanismos (brokers) honestos de intermediación entre el
laboratorio y la arena política, que ayuden a crear y mantener armonía,
flujo de información y expectativas.
- Crear vías democráticas amplias para la participación pública en la
toma de decisiones sobre ciencia y tecnología.
- Procurar un enfoque global que se centre en la sustentabilidad más
que en el crecimiento ilimitado.
Esta nueva mitología apunta hacia una política democrática en la toma
de decisiones en relación con la ciencia y la tecnología, controlando el
poder de los expertos que en ocasiones es excesivo y se contrapone
al poder de decisión de los afectados. ¿Se logrará este objetivo?
Hasta ahora los hechos parecen decir lo contrario, pero quizá la
inminencia de la catástrofe obligue a comprenderlo y lograrlo.
 

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Recibido: 8-7-2007 Aceptado: 3-11-2007

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