1991 Colombia Prehispánica Uribe y Mora

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 62

Pinturas rupestres

de edad y asignación
cultural inciertas.
Parque de La Poma,
Soacha, Cundinamarca.

Colombia prehispánica
Fotografía de Diego Martínez C.

María Victoria Uribe / Santiago Mora Camargo

Los espacios de la ocupación humana


Colombia, ubicada en la esquina noroccidental de Suramérica, puede ser caracte-
rizada por la gran variedad de espacios geográficos que encierra.

Las tierras bajas del Caribe


Al norte del territorio se extienden los áridos desiertos de La Guajira; desde allí, y
viajando en dirección suroeste, es notoria la transformación del paisaje: gradual-
mente, este pasa de desértico a semidesértico. De manera abrupta, la topografía
plana con escasa vegetación arbórea es interrumpida por un macizo montaño-
so: la Sierra Nevada de Santa Marta, que se levanta casi 6.000 m por encima del
desierto.
A partir de este punto, y en dirección suroccidental, se forman las llanuras
costeras del Atlántico, cruzadas por ríos que vienen de la región andina, al sur, a
verter sus aguas al Caribe. La región meridional de estas llanuras es estrecha, para
terminar en el golfo de Urabá cerca del límite con la República de Panamá.
Dentro de estas tierras bajas del Caribe podemos distinguir, de nororiente a su- Pectoral muisca
roccidente, varias subregiones geográficas. Diferentes episodios naturales marcan Museo del oro

la península de La Guajira: los cambios en el nivel del mar la separaron, dejándo-


la como una isla, o la incorporaron al continente. Árida y con escasa vegetación
en la actualidad, tuvo un clima aún más seco entre los 11.000 y los 16.000 años
a.C., época durante la cual se desarrollaron dos fases eólicas, que dieron origen
a una buena parte de las dunas que hoy cubren la porción central de la llanura
guajira. Estas últimas, así como aquellas originadas en episodios secos anteriores,
han sido uno de los lugares empleados por los grupos humanos para localizar sus
viviendas. Más al sur, la Ciénaga Grande de Santa Marta, una antigua bahía de
unos 400 km2 que quedó aislada del mar Caribe al formarse una barrera arenosa
que conocemos como isla de Salamanca. Enseguida, está el Bajo Magdalena. Se
12 Gran Enciclopedia de Colombia

trata de una zona plana de clima seco, con muy baja del norte del Perú, toda la parte andina ecuatorial
precipitación pluvial y escasas elevaciones, como la y las cordilleras Occidental y Central en Colombia,
serranía de Piojó y la loma del Caballo. Está surca- separadas por el valle longitudinal del río Cauca.
da por pequeños cauces de agua, que desembocan La cordillera Occidental es la más estrecha de las
en extensas ciénagas, formadas a partir de brazos tres y en su límite con el valle del Cauca presen-
fósiles del río Magdalena. La depresión momposina ta una larga falla; los materiales parentales que la
y cuenca baja del río San Jorge es un delta interior, conforman son del jurásico y del cretácico, dando
donde confluyen las aguas del Magdalena, el Cauca origen a suelos inestables y erosionables; en ella se
y el San Jorge, que inundan el paisaje durante ocho distinguen, de sur a norte, cuatro subregiones con
meses al año. La región está cubierta por vegetación características culturales propias: el valle de Popa-
de sabanas, con bosques de galería, a la orilla de los yán, la región del río Calima, el sector montañoso
caños. En el extremo suroccidental, se encuentra el de los departamentos de Quindío, Risaralda y Cal-
golfo de Urabá y el Alto Sinú. Esta es una zona sel- das, y la cuenca media del río Cauca.
vática y forma parte del cinturón pluvial que separa La cordillera Central es de origen volcánico, de
las llanuras del Caribe de la zona andina. relieve muy quebrado, valles transversales estrechos
y numerosos volcanes; allí se ubican, de sur a norte,
Los Andes colombianos las siguientes subregiones: el altiplano nariñense, la
fosa del río Patía, el Alto Magdalena, que compren-
Al sur se encuentran los Andes colombianos. Son
de la región de San Agustín, los valles de los ríos La
parte de la gran cordillera de los Andes que recorre
Plata y Páez y una larga franja que fuera ocupada
Suramérica, en forma paralela al litoral de la costa
por los grupos quimbaya durante el siglo XVI que
Pacífica, desde el extremo suroccidental del conti-
termina en el macizo antioqueño. Denominamos
nente, hasta la actual República de Venezuela. La
Andes del extremo norte a la cordillera Oriental
parte norte de esta cadena montañosa es conocida
colombiana y su prolongación en Venezuela. Es la
como Andes septentrionales y extremo norte. Los
más ancha de las tres cordilleras y en ella se escalo-
primeros están conformados por la zona montañosa
nan una serie de cuencas planas de suelos fértiles,
ubicadas por encima de los 2.500 metros. Es, por
excelencia, la cordillera de los páramos y, en ella, se
distinguen dos subregiones: el altiplano cundiboya-
cense, del cual forma parte la sabana de Bogotá y la
Cerámica muisca
montaña santandereana. Colindando con las tierras
cálidas, situadas al occidente de la sabana, tenemos

Monolito, San Agustín

Poporo quimbaya

Petroglifo, Cundinamarca
Colombia prehispánica 13

el valle medio del Magdalena; hacia el norte, como


una isla entre pantanos y las tierras bajas de las lla-
nuras del Caribe, se eleva el macizo aislado de la
Sierra Nevada de Santa Marta. La característica de
estas zonas andinas tropicales es la existencia de di-
ferentes cinturones bióticos, distribuidos según la
altitud sobre el nivel del mar, con recursos diversos
de flora, fauna y régimen pluvial.
En la selección para la ocupación de las vertien-
tes interiores de las tres cordilleras, por parte de
diferentes grupos humanos, posiblemente influyó
el hecho de que estas se encuentran protegidas de
los marcados contrastes térmicos y de humedad que
presentan las vertientes externas. Los Andes septen-
trionales y del norte se caracterizan por la presencia
de páramos en su parte más alta. A diferencia de
la extensa planicie de los Andes centrales, conocida
como puna, y habitada por pastores y rebaños de
camélidos americanos, los páramos no fueron lugar
de habitación humana. Estos se encuentran ubica-
dos entre los 3.000 y los 4.300 m, en una zona de Cumbres andinas en
prolongada nubosidad, escasa luz y vientos frecuen- reiterada intervención que el hombre ha practicado Tierradentro, Cauca.
tes; se caracterizan por sus suelos negros, turbosos y en estas regiones desde tiempos inmemoriales, con- Fotografía de
ácidos, que los inhabilitan para las labores agrícolas. tribuyen a generar una multiplicidad de bosques, Germán Montes

A pesar de ello, desempeñaron un papel importante que tienen en común un complejo sistema de apro-
dentro de las cosmogonías indígenas. vechamiento de los nutrientes disponibles.
Al norte se extienden las llanuras tropicales,
Las tierras bajas orientales donde dos estaciones bien marcadas dan forma a
una vegetación compuesta, en su gran mayoría, por
Al oriente de los Andes colombianos se extienden hierbas. También crecen en estas sabanas, en aque-
dos regiones contrastantes. El sur se encuentra cu- llos lugares donde el flujo de agua es permanente
bierto por selvas, con árboles de hasta 40 m, área (caños y ríos), bosques de galería. Semejantes a es-
en la cual las altas precipitaciones se prolongan a tos últimos son las matas de monte, que surgen en
lo largo del año, sin presentar variaciones. Sin em- aquellos lugares donde las raíces de algunos árboles
bargo, no se trata de una región homogénea. Existe, alcanzan las aguas subterráneas y crean un micro-
al interior de este territorio, una gran variedad de ambiente favorable para otras especies vegetales.
ambientes, caracterizados por factores tales como El fuerte contraste en la precipitación, a lo largo
la influencia que ejercen los ríos que nacen en la de las estaciones, es el factor primordial en la diná-
cordillera y transportan sedimentos, la proximidad mica ambiental de esta región. El mismo contribuye
de los Andes, al igual que la historia geológica par- a que el paisaje de las sabanas se transforme rápida-
ticular de cada región. Estos factores, sumados a la mente: allí, donde hace unos meses solamente exis-
tían grandes depósitos de arena con algunas hierbas
y arbustos aparentemente secos, hoy se encuentra
un estero de un verde profundo, lleno de aves, ma-
míferos y reptiles.
Dos factores ambientales resultan extremada-
mente importantes para comprender la historia de
la ocupación humana de esta región: la prolonga-
ción de la estación seca, de acuerdo con el aumento
en la latitud y las características geomorfológicas.
Cerámica, Tumaco En efecto, la existencia de las terrazas en varios ni-
veles, terrazas disectadas, la altillanura disectada,
los conos de deyección, colinas y glacis recientes,
llanuras bajas, altas y disectadas, actuaron y actúan
sobre la selección que el hombre realiza de estos
espacios para su utilización.
14 Gran Enciclopedia de Colombia

Adicionalmente, la Amazonia y la Orinoquia obligado a las comunidades a desarrollar nuevas es-


pueden diferenciarse por pertenecer a dos cuencas trategias. De tal modo que la historia del territorio
hidrográficas. En efecto, la punta meridional de la ocupado es el resultado de la dinámica del medio,
sierra de la Macarena marca un punto de divergen- los procesos humanos que transforman el ámbito y
cia entre aquellos ríos que son parte de la cuenca la historia sociopolítica y simbólica de las comuni-
del Orinoco y aquellos del Amazonas. dades que desarrollaron nuevas estrategias para la
En el costado occidental de los Andes, y limitan- utilización del espacio. Estos factores han evolucio-
do con el océano Pacífico, se encuentra una planicie nado simultáneamente, nutriéndose unos de otros,
alargada que, al igual que la Amazonia colombiana, para crear una historia compartida. La multiplici-
está cubierta por un espeso bosque. Esta área tiene dad de respuestas culturales, junto con la variedad
una costa escarpada hacia el norte, en tanto que al ambiental, le han imprimido al desarrollo histórico
sur es baja y anegadiza; en esta región las condicio- precolombino un carácter muy diverso.
nes ambientales varían de acuerdo con la proximi- A pesar de la diversidad mencionada, ha sido
dad del océano o de la cordillera. posible identificar áreas culturales históricamente
significativas. Con ellas nos referimos a regiones,
Pisos térmicos dentro de las cuales se dieron procesos que le im-
primieron un carácter específico a los diferentes
En el territorio colombiano actual se reconocen cua-
conjuntos humanos que las ocuparon durante una
tro pisos térmicos. El más bajo de ellos, la tierra ca-
determinada época.
liente, abarca desde el nivel del mar hasta los 1.000
m y cubre cerca del 80% del territorio. Dentro de
este alto porcentaje, se encuentran las costas y las Esquema de referencia
llanuras del Caribe y del Pacífico, las partes bajas de la arqueología colombiana
y medias de los valles del Cauca y el Magdalena, y
las selvas y sabanas situadas al este de la cordillera Etapas de la historia precolombina
Oriental. Le sigue la tierra templada, de vegetación Tradicionalmente, la historia precolombina ha sido
exuberante y alta precipitación pluvial y, por enci- dividida en cuatro grandes etapas. La más antigua,
ma de esta, la tierra fría conformada por los altipla- de cazadores y recolectores tempranos, es llamada
nos andinos. El piso más alto está constituido por Paleoindia y sólo se conoce a cabalidad en la alti-
páramos y picos nevados. planicie central de la cordillera Oriental. A esta le
sigue el Formativo, caracterizado por el inicio de
Áreas culturales la vida aldeana y la presencia de la agricultura y la
La historia del ámbito y de los grupos prehispáni- cerámica. Esta etapa se encuentra extensamente do-
cos colombianos se ha desarrollado de forma pa- cumentada en el litoral Caribe y vagamente definida
ralela; cada sociedad ha transformado su entorno, para la zona andina. La secuencia continúa con la
extrayendo los materiales que le son etapa de los cacicazgos o socieda-
necesarios para su mantenimiento y des de rango, presente
reproducción. Consecuentemente,
los disturbios así introducidos,
más aquellos ocasionados por
fenómenos naturales, han

Piedrapintada de Aipe.
Acuarela del álbum
de la Comisión
Corográfica, s. XIX
Colombia prehispánica 15

en buena parte de la zona Cerámica muisca.


andina a partir del primer Acuarela del álbum de dibujos de
Liborio Zerda, ca. 1892.
milenio de nuestra era y
Museo Nacional de Colombia
que culmina con las fe-
deraciones o estados inci-
pientes. Esta periodización
fue elaborada por Gerardo llos que han sido definidos
Reichel-Dolmatoff, en sus con criterios tecnológicos,
investigaciones y trabajos referentes a la manufactu-
sobre arqueología colom- ra de la cerámica y de la
biana. metalurgia. Por ejemplo,
El anterior esquema ha Clemencia Plazas y Ana
sido propuesto sobre la María Falchetti definieron
base de los cambios cuali- la presencia en Colombia
tativos y cuantitativos que de dos tradiciones meta-
se registran en la organi- lúrgicas tecnológicamente
zación política y social de diferentes: la del surocci-
los grupos, reflejados en dente y la del norte.
las variaciones de la eco- Una innovación im-
nomía –producción, distribución, intercambio y portante, en las recientes investigaciones, ha sido
consumo de bienes–, del patrón de asentamiento, el abandono del término «culturas arqueológicas»
del control territorial y de la organización del espa- para dar paso a la noción de procesos regionales.
cio, así como en las diferentes manifestaciones de la Así, por ejemplo, lo que se conocía como cultura
cultura material. Sin embargo, los estudios, en su Calima se ha convertido en una secuencia del desa-
gran mayoría, se han reducido a verificar la presen- rrollo del valle del río Calima, compuesta por tres
cia de ciertos rasgos, tecnologías y productos, como fases: Llama, Yotoco y Sonso. En ausencia de inves-
indicadores de la dinámica social, con una perspec- tigaciones sistemáticas en algunas regiones, como el
tiva difusionista, que involucra la totalidad del te- Tolima y el Viejo Caldas, se continúa utilizando el
Expedición arqueológica
rritorio. Consecuentemente, el registro y análisis de término cultura para referirse a conjuntos de obje- a San Agustín, llevada a
los elementos considerados como significativos en tos de orfebrería y cerámica procedentes del saqueo cabo en 1938.
la historia de las organizaciones sociales y políticas, de tumbas y carentes de contextos arqueológicos Archivo fotográfico
Gregorio Hernández de Alba
que existieron en Colombia antes del siglo XVI, no asociados.
han sido exhaustivos. En efecto, para algunas regio-
nes se limita a la documentación de las variaciones Regiones más estudiadas
o permanencias de los estilos decorativos de la cerá-
Además de estos problemas, exis-
mica o de otros conjuntos materiales.
te un sesgo en la escogencia de
De este modo, en el estado actual de la investi-
ciertas áreas de estudio, ocasio-
gación, las secuencias regionales presentan rupturas
nado por la construcción de
y discontinuidades y sus nomenclaturas no son ho-
nuestra propia historia. En
mogéneas, pues han sido establecidas con criterios
efecto, a partir del siglo XVI,
muy diversos. Para aquellas zonas investigadas sis-
durante el Descubrimiento
temáticamente, como en el caso de la zona andina
y la Conquista, el territo-
suroccidental, se han definido períodos regionales
rio que hoy ocupa la Re-
subdivididos en fases locales. Ellos nos permiten es-
pública de Colombia se
cribir su historia general por milenios y por siglos.
definió exclusivamente
Otras pobremente estudiadas, como la región mon-
como parte de un país
tañosa antioqueña, carecen de marcos temporales
andino; sobre las cor-
de referencia.
dilleras se edificaron las
más importantes ciuda-
Tradiciones, horizontes des, mientras que en las
y procesos regionales costas y en los valles de
Reichel-Dolmatoff habla de tradiciones y horizon- los grandes ríos florecieron
tes, conceptos que hacen alusión a ciertos rasgos aquellos poblados que vin-
culturales de larga duración y de amplia dispersión cularon los asentamientos
espacial; entre estos han resultado de utilidad aque- andinos con la distante
16 Gran Enciclopedia de Colombia

Roca con pinturas rupestres


en Facatativá. Acuarela del álbum de dibujos
de Liborio Zerda, ca. 1892.
Museo Nacional de Colombia

rado como un fenómeno autocontenido, necesitaba


de las áreas vecinas para explicar, al menos en for-
ma tentativa, algunos elementos que no parecían
concordar dentro de los esquemas establecidos.
Esta nueva actitud no era, en modo alguno, resul-
tado del manejo de datos provenientes de los llanos
y selvas, áreas de las cuales se conocían únicamente
algunas descripciones de petroglifos. Por el con-
trario, tal actitud partía de una suposición o, en el
mejor de los casos, de una hipótesis que resultaba
imposible comprobar dada la cantidad y calidad de
las informaciones disponibles; solamente se inten-
taba plantear soluciones alternas para cuestiones
metrópoli. Los valles de los ríos Magdalena y Cauca que resultaban poco claras en la arqueología andi-
se consideraron, al igual que la costa Atlántica, ex- na. Fue así como los petroglifos encontrados en El
clusivamente como vías de penetración y puertos, Encanto, en el piedemonte amazónico, permitieron
en una ruta hacia los Andes. Las tierras bajas, juz- que Silva Celis diseñara una ruta de migración a
gadas como malsanas, fueron colocadas en un se- través de la cual algunos de los pobladores habían
gundo plano; desde entonces, comenzó a destruirse penetrado al macizo colombiano y, posiblemente,
una mentalidad que estableció modelos a partir del algunos grupos chibchas habían descendido a la
mundo andino. Amazonia. Posteriormente, Reichel-Dolmatoff in-
No obstante esta historia, Colombia no es un país dicó cómo ciertos elementos escultóricos agusti-
exclusivamente andino. En efecto, algo más del 80% nianos, tales como la vestimenta de algunas de las
de su territorio comprende tierras que se encuen- estatuas, las coronas de plumas, el uso de máscaras
tran ubicadas por debajo de 500 m sobre el nivel del y los animales representados –jaguares, caimanes,
mar. Estas son desconocidas para los arqueólogos peces y culebras grandes– podían obedecer a una
con excepción de los solitarios y pioneros esfuer- estrecha vinculación de la zona andina con la cuen-
zos de Gerardo Reichel-Dolmatoff y Alicia Dussán ca amazónica. Para este autor, todo lo anterior hacía
de Reichel, cuyas investigaciones sistemáticas en las necesario buscar el origen de la vida sedentaria en
tierras bajas suramericanas, específicamente en las esta región selvática.
llanuras del Caribe, adelantadas a mediados de este La preferencia de los investigadores por
siglo, constituyen la mayor parte de la información algunas regiones, al igual que los obje-
que tenemos sobre la historia prehispánica de este tivos y metodologías empleadas por
vasto territorio. Posteriormente,
autores como Carlos Angulo Val-
dés han contribuido con nuevos
datos.
A pesar de la imagen fantásti-
ca que se tenía de las tierras ba-
jas orientales, proveniente de las
crónicas españolas del siglo XVI,
los arqueólogos sólo se ocuparon
de ellas hacia los años sesenta. El
universo prehispánico andino, que
hasta entonces se había conside-

Gregorio Hernández de Alba (izq.) y Eliécer


Silva Celis (der., junto a la estatua) en
Moscopán, durante la expedición del
Instituto Etnológico Nacional, 1942.
Archivo fotográfico Gregorio Hernández de Alba
Colombia prehispánica 17

ellos, le han imprimido un carácter particular a los Estos son administrados evitando, siempre, agotar
datos disponibles. Esto lleva a que la imagen que aquellos recursos localizados en el área económi-
presentemos de la época prehispánica en Colombia camente activa de un campamento, para contar,
sea parcial y que, en muchos casos, presente dis- en los futuros asentamientos, con la posibilidad
continuidades ocasionadas por los vacíos existentes de retornar a un sitio que contenga los elementos
en la información. necesarios para la subsistencia. Otra estrategia es
la fusión o fisión de las bandas, en función de los
Aspectos generales recursos disponibles y en coordinación con la ac-
tividad social que permite la reproducción de los
Nuestra aproximación a la historia prehispánica es-
grupos. De vital importancia, en este tipo de orga-
tará organizada siguiendo un esquema de tres eta-
nización social y económica nómada, es la identifi-
pas cronológicas: etapa Lítica, Formativo y Desa-
cación y apropiación de un territorio.
rrollos regionales, y tomará en cuenta las siguientes
Los agricultores aseguran sus cosechas a través
premisas.
del empleo del espacio a corto plazo, o durante un
En primera instancia, cada unidad social busca,
tiempo considerable; en muchas ocasiones, los gru-
ante todo, garantizar el abastecimiento de materias
pos sólo logran garantizar la producción durante
primas y alimentos. En segundo lugar, pretende ob-
períodos de tiempo reducido, ya que con la prácti-
tener el mayor rendimiento posible de la inversión
ca agrícola introducen cambios que contribuyen al
realizada, en tiempo y esfuerzo, para procurarse los
deterioro de las condiciones ambientales. Este es el
elementos que le son necesarios. Para ello, seleccio-
caso de la agricultura de roza y quema, considerada
na espacios con recursos y potencialidades especí-
en forma errónea como el sistema «propio» para el
ficas, desarrolla una tecnología y crea una organiza-
cultivo en las zonas selváticas.
ción particular que intenta optimizar las ganancias,
Los aspectos anteriormente mencionados, res-
así como sostener y reproducir el sistema.
pecto a los grupos productores de alimentos, pre-
Los grupos de cazadores y recolectores logran
sentan ciertas contradicciones. En muchas
esto mediante un conocimiento detallado Piedra pintada de
ocasiones, la disminución de los Pandi. Acuarela del
de los ciclos naturales, que les permite
riesgos puede requerir de álbum de la Comisión
el aprovechamiento de materias pri- Corográfica. s. XIX
una mayor inversión
mas y alimentos, a medida que se
suceden en el espacio y el tiempo.
18 Gran Enciclopedia de Colombia

de trabajo, o la búsqueda de una alta producción,


generar el fracaso de las cosechas. De cualquier for-
ma, en cada caso particular, las decisiones que se
toman se encuentran íntimamente relacionadas con
los procesos sociopolíticos, demográficos y ecológi-
cos, que durante un tiempo particular afectan a un
conjunto humano.
Desde esta perspectiva, el patrón de asentamien-
to –entendido este como el uso total del espacio
en términos económicos, áreas de recursos, y no
económicos, jerarquización y utilización simbólica–
constituye una función histórica en las variaciones
de los procesos adaptativos y sociopolíticos de las
comunidades.
Este enfoque, que considera los grupos huma-
nos desde una perspectiva materialista, posibilita el
análisis de la organización sociopolítica y el ámbito
dentro del cual se encuentra inmersa, junto con los
cambios verificados en uno y otro sistema, a partir
del estudio de los vestigios y rastros dejados por la
actividad humana. De este modo, esperamos pa- Los restos, estudiados por los arqueólogos pione-
sar más allá de los objetos y sus fabricantes, para ros, fueron atribuidos a las tribus históricas locales
aproximarnos a la historia de las sociedades prehis- que habitaban en el lugar de los hallazgos a la llega-
pánicas. da de los conquistadores; de allí surgió la termino-
logía que habla de «culturas arqueológicas» como la
Las sociedades prehispánicas Tairona, Calima, Quimbaya, Tolima y Tumaco, no-
de los Andes colombianos menclatura que por su anacronismo tiende a desa-
parecer. A partir de 1930, comenzaron a estudiarse
La investigación arqueológica en los Andes colom- la sabana de Bogotá, el valle medio del río Cauca,
bianos se inicia a comienzos del siglo XX, en aque- San Agustín y Tierradentro; estas investigaciones
llas regiones donde existen vestigios en piedra de permitieron delinear unos marcos de referencia obli-
las sociedades prehispánicas. Entre estas, tenemos gados para estudios posteriores. Entre 1960 y 1980
el sitio de San Agustín, en el Alto Magdalena, el cual aparecieron las primeras secuencias regionales para
fue objeto de numerosas expediciones científicas la sabana de Bogotá, para la cordillera Central, para
patrocinadas por museos europeos interesados en el valle del Cauca y para la costa Caribe; y en 1965
el estudio de los monumentos megalíticos y de la Reichel-Dolmatoff publica su primera visión de con-
estatuaria. Lo mismo sucedió con las aldeas Tairona junto de la arqueología colombiana.
de las vertientes bajas de la Sierra Nevada de Santa Durante la década de 1980 se consolidan las in-
Marta. De estas investigaciones quedaron valiosas vestigaciones de carácter regional; se destacan las
descripciones de los vestigios arqui- del valle del río La Plata, en el Alto Magdalena, las
tectónicos y de la cultura de la región del río Calima, en la cordillera Occi-
material. dental, las de la etapa Lítica, en la sabana de Bogo-
tá y las de la cuenca media del río Caquetá, entre
Colombia prehispánica 19

Pinturas rupestres en Mongua, Boyacá.


Las representaciones de fauna en el arte ruprestre
son escasas en el altiplano cundiboyacense,
cuyos diseños suelen ser más abstractos.
Fotografía de Diego Martínez C.

hallazgos ocasionales, carentes de un contexto cul-


tural asociado; por ello no se les puede asignar nin-
guna cronología.
Las excavaciones de restos pertenecientes a caza-
dores-recolectores se han concentrado en los abri-
gos rocosos de la sabana de Bogotá. Allí, dos indus-
trias líticas prehistóricas han sido identificadas: la
tequendamiense, que está constituida por artefactos
unifaciales, tallados por presión y ubicados tempo-
ralmente en el Pleistoceno tardío; los materiales uti-
lizados son liditas, dioritas y basaltos, procedentes
de la cordillera Central, y predominan los raspado-
res plano-convexos. La otra industria es la abriense,
otras. Se caracterizan por la presencia de un equipo compuesta por raspadores, cuchillos y lascas, de ni-
multidisciplinario de investigadores y una marcada vel tecnológico pobre, tallados por percusión sim-
preferencia por datos provenientes de la arqueología ple y sin retoque, con una ubicación temporal que
y ciencias afines, con un paulatino abandono de los va desde el Pleistoceno hasta tiempos históricos.
modelos interpretativos apoyados, exclusivamente, A pesar de los frecuentes hallazgos superficiales
en datos etnohistóricos del siglo XVI. de fauna pleistocénica, hechos por viajeros y cientí-
ficos desde comienzos del siglo, solamente se cono-
Los primeros pobladores cen los resultados de la excavación de una estación
de matanza, que data del año 11.740 a.C., conocida
Los primeros habitantes del territorio colombiano
como Tibitó. Sobre depósitos lacustres del antiguo
fueron grupos esparcidos de cazadores-recolecto-
lago de la sabana se encontraron algunos huesos de
res, que hacia el doceavo milenio a.C. entraron por
dos especies de mastodonte (Cuvieroníus hyodon y
el istmo de Panamá hacia la costa Caribe y, desde
Haplomastodon), caballo americano (Equus amerhi-
allí, se internaron por los valles de los ríos Magdale-
ppus), venado cola blanca (Odocoileus virginianus)
na y Cauca hasta las altiplanicies de las cordilleras.
y otras especies menores. Estaban asociados con
Huellas de su largo recorrido han quedado plasma-
artefactos del tipo abriense, como raederas y pun-
das en los escasos vestigios que se encuentran en la
zones, y un raspador aquillado del tipo tequenda-
superficie, diseminados en un extenso territorio.
miense; no se hallaron puntas de proyectil.
Las pocas puntas de proyectil halladas en territo-
rio colombiano tienen forma pedunculada con aca-
naladura y de cola de pez; las primeras están talladas Paisaje andino
en chert y las últimas en obsidiana. Estos objetos en la cordillera Central.
proceden de recolecciones superficiales y de Fotografía de Fabián Alzate
20 Gran Enciclopedia de Colombia

Abrigo rocoso
en el sitio Tequendama,
Cundinamarca.
Fotografía de Diego Martínez C.

Cazadores de mamíferos pequeños


y recolectores
Durante el Pleistoceno, entre el 18000 y el 11000
a.C., la sabana de Bogotá estuvo cubierta por una
vegetación de páramo y el clima era frío y seco. A
finales del Pleistoceno, entre 10500 y 9000 a.C.,
hubo un período de clima benigno, conocido como
el «interestadial de Guantiva», durante el cual la sa-
bana se cubrió de un frondoso bosque andino de
robles y encenillos; con el aumento de la humedad
y el incremento de la temperatura, aparecieron las
primeras evidencias del hombre en los abrigos ro-
cosos de El Abra. Se trata de vestigios dejados por
bandas dispersas de cazadores-recolectores.
Entre el 9000 y el 8000 a.C., período conocido
como «estadial del Abra», una vegetación arbustiva
de subpáramo, alternada con áreas abiertas de pra-
dera, cubrió la sabana y el clima se tornó frío nueva- tividades de recolección se incrementan y el curí se
mente. Los cazadores ocuparon los abrigos rocosos convierte en la principal fuente de proteínas; hay
de Tequendama, El Abra y Sueva. evidencias de su domesticación durante esta etapa.
En estos sitios, los restos óseos de venados (Odo- El patrón de asentamiento en abrigos y las activida-
coileus virginianus y Mazama sp.) comprenden el des de cacería y recolección continúan sin mayores
40% de los residuos totales de fauna, y el curí (Ca- modificaciones hasta el cuarto milenio a.C.
via porcellus) y otros roedores, el 30%; el resto lo Investigaciones recientes sobre cazadores-reco-
ocupan mamíferos menores y caracoles terrestres. lectores también se han llevado a cabo en la cor-
Esta proporción comienza a cambiar a partir del año dillera Occidental. Allí, sobre las terrazas del valle
8000 a.C., hacia comienzos del Holoceno, período alto del río Calima, y con una adaptación al bos-
durante el cual la proporción se invierte: los vena- que subtropical, se asentaron pequeñas bandas de
dos representan el 15% y los roedores el 75% del cazadores-recolectores hacia el octavo milenio a.C.
total de fauna cazada. Con excepción de la zona II Entre los sitios más representativos se encuentran
de Tequendama, donde aparecen artefactos bifacia- Sausalito, el Recreo y el Pital.
les con retoques a presión, toda la industria lítica de La industria lítica es diferente a la ya descrita
esta etapa temprana pertenece a la clase abriense. para la sabana de Bogotá; predominan los percu-
Durante el Holoceno continúa la ocupación de tores y machacadores, hechos de cantos rodados,
El Abra, Sueva y Tequendama, y nuevos abrigos, lascas, yunques y azadas talladas por percusión sim-
como Gachalá y Nemocón, son utilizados. Las ac- ple; no hay puntas de proyectil. Estos campamen-
tos presentan una historia continua de abandono y
reocupación, por parte de los pobladores, debido
a los frecuentes deslizamientos y movimientos en
masa de los suelos, ocasionados por las intensas
lluvias de ceniza volcánica, procedentes de la
cordillera Central.

Petroglifo en Tibacuy (Cundinamarca).


Fotografía de Diego Martínez C.
Colombia prehispánica 21

Recolectores y horticultores del cuarto al ocupaciones que van desde el año 3045 hasta el 755
primer milenio a.C. a.C.
Hacia el año 3000 a.C. se produce en la sabana de Los artefactos líticos pertenecientes a las diferen-
Bogotá un cambio en las pautas de asentamiento tes ocupaciones son de percusión simple, la misma
y alimentación de las bandas de cazadores-reco- técnica empleada por los cazadores-recolectores de
lectores. Los abrigos rocosos son definitivamente El Abra, Tequendama y de más sitios anteriores, y la
abandonados y reemplazados por campamentos materia prima utilizada para fabricarlos es un chert
rudimentarios a cielo abierto; hay evidencias de do- local. Hay artefactos de molienda como percuto-
mesticación de raíces y tubérculos y una marcada res, molinos planos y yunques, hechos de arenis-
tendencia al establecimiento de una vida semise- cas duras y gran cantidad de desechos de talla. Esta
dentaria. Los sitios de asentamiento de estas bandas pobre industria lítica contrasta con una de hueso,
son Chía III, Vistahermosa, Aguazuque y Galindo, en muy compleja y bien elaborada, cuya frecuencia es
la sabana de Bogotá, y Zipacón en las estribaciones menor. Entre los animales predominan el venado
occidentales de la cordillera Oriental; éstas desarro- cola blanca, el curí y otros mamíferos menores; hay
llan sus actividades entre el año 3000 y el 700 a. C. tortugas y caimanes de clima medio y cálido, peces
A pesar de las evidencias locales de actividades de río y de laguna, moluscos y crustáceos terrestres.
hortícolas en la sabana, la agricultura y la alfarería Estas bandas habitaron pequeños cobertizos circu-
no fueron resultado de un proceso endógeno sino lares en forma de colmena, reemplazados, durante
que, al parecer, fueron introducidas por grupos pro- la última ocupación precerámica, por viviendas cir-
venientes del valle del Magdalena. A las dos indus- culares de un diámetro mayor.
trias líticas anotadas, la de la Sabana y la del valle En lo que hace referencia a tecnología y patrón
del Calima, podemos adicionar una tercera proce- de asentamiento, el sitio de Aguazuque es similar
dente del valle alto del río Cauca, cerca a Popayán. a otros sitios contemporáneos como Vistahermosa,
Allí se ubican dos sitios de cazadores-recolectores Chía y Zipacón; presenta, sin embargo, marcadas
correspondientes al segundo y primer milenio a.C.: diferencias respecto a costumbres funerarias, ex-
los Árboles, caracterizado por una economía prefe- traordinariamente variadas y complejas.
rencial de caza, y La Balsa con una economía mixta En el piso correspondiente a la segunda ocu-
de apropiación y producción de alimentos. Dichos pación, fechada en 1870 a.C, aparece un entierro
asentamientos se identifican por una tecnología líti- colectivo de veintitrés individuos, dispuestos en
ca simple, compuesta por microlitos tallados en obsi- círculo, acompañados por una ofrenda de huesos
diana, asociados a implementos de molienda como de venado y de curí, morteros, lascas, raspadores y
machacadores, martillos y manos. algunos instrumentos de hueso. En este mismo piso
Con relación a las evidencias de agricultura tem- también hay inhumaciones secundarias, aisladas y
prana entre estas bandas, hay que mencionar los calcinadas, de huesos craneales y largos. Los huesos
restos orgánicos del estrato I de Zipacón, de bata- del cráneo están cuidadosamente biselados y
ta (Ipomea batata), aguacate (Persea americana), decorados con pintura nacarada, extraída
totumo (Crescentia cujete) y maíz (Zea mays), los de un molusco de agua dulce; los bordes
cuales tienen una fecha de 1320 a.C.; en este mismo presentan incisiones rellenas de pintura
sitio se asentaron posteriormente grupos agrícolas, blanca; los huesos largos tie-
lo que se deduce de la presencia, en los estratos su- nen las epífisis cortadas, por
periores, de restos de cerámica perteneciente al pe- donde se extrajo la médula.
ríodo premuisca. En la cordillera Occidental, en el Estos rasgos y la disposi-
valle El Dorado de la región calima, hay evidencias ción desarticulada de los
más tempranas aún de cultivo de algunas varieda- cadáveres permiten suge-
des de maíz, ubicadas entre el quinto y el cuarto rir la presencia de prácti-
milenio a.C. cas antropofágicas.

Aguazuque
Entre los sitios pertenecientes a horticultores tem-
pranos de la sabana de Bogotá, Aguazuque merece
un análisis detallado pues ejemplifica de manera
consistente, el establecimiento de un modo seden-
tario de vida por parte de bandas de recolectores y Enterramiento del sitio
cazadores. Se trata de un campamento a cielo abier- Tequendama, datado
en alrededor de 5.000 años.
to, localizado sobre una antigua terraza de la extinta
Museo de Historia Natural,
laguna de la sabana de Bogotá, que presenta cinco Universidad Nacional, Bogotá
22

El estado de salud de estos individuos era muy Etapa formativa de


precario. El 73,58% de la muestra examinada pre- las sociedades complejas
senta osteoartritis en las vértebras lumbares, los La cerámica temprana de la zona andina colombia-
codos, las rodillas y los hombros, como respuesta na ha sido llamada tradición Zambrano, o segundo
a condiciones de vida muy duras; también se en- horizonte inciso, y se considera derivada del For-
contraron evidencias de la enfermedad de Paget en mativo de la costa Caribe. Sin embargo, determi-
una tibia y espongio-hiperostosis. Hay lesiones óseas nadas investigaciones permiten definir dos focos
avanzadas de treponematosis (sífilis) en tres adultos formativos independientes en los Andes: el del su-
jóvenes, fechados en 3045 a.C. y 2050 a.C., dos de roccidente, originado a partir de las fases cerámicas
los cuales podrían corresponder a Pian o Frambesia; tempranas de la costa ecuatoriana, y el del norte,
asimismo, hay evidencias de osteomielitis. relacionado con el Formativo de la costa Caribe de
El 96% de los individuos presenta severa atrición Colombia.
dental, lesión muy común entre los grupos de caza-
dores-recolectores; contrario a lo sucedido con las
Los cacicazgos tempranos
poblaciones anteriores, el 20% de los individuos de
del suroccidente colombiano
Aguazuque sí presenta caries dentales.
La ocupación de la sabana de Bogotá y del al- Con el fin de referirnos a la formación de sociedades
tiplano cundiboyacense por parte de poblaciones complejas, podemos apelar al uso de ciertas catego-
agro-alfareras no presenta, hasta el momento, nin- rías como «fase de desarrollo», la cual nos permite
guna solución de continuidad con estas bandas englobar algunas manifestaciones culturales que
de recolectores y horticultores. Existe un cambio presentan consistencia histórica. En tal sentido, nos
abrupto entre éstas y los cacicazgos agrícolas que se referiremos a cuatro fases tempranas que podrían
desarrollarán en esa zona posteriormente; hacia el conformar un período formativo en los Andes sep-
siglo III a.C. es evidente la colonización del altiplano tentrionales:
por parte de grupos procedentes del valle del río 1. La fase Inguapi de la bahía de Tumaco, en la
Magdalena. costa pacífica sur. Se encuentra ubicada del 300 a.C.
Colombia prehispánica 23

Piedra del palco en


Tibacuy (Cundinamarca).
Grandes paneles con
grabados (petroglifos)
y pinturas rupestres
(pictografías) se encuen-
tran en todo el territorio
colombiano.
Fotografía de Diego
Martínez C.

al 50 d.C. y es equiparable, morfológica y tempo- jas de piedra y decoradas con motivos geométricos
ralmente, con la fase Mataje. Entre los elementos pintados. En esta región se desarrolló una estatuaria
diagnósticos se encuentran las vasijas con soportes lítica de gran tamaño. Tales asentamientos tienen
huecos, las alcarrazas con doble vertedera, las figu- una cronología que va del año 1000 al 200 a.C.
rillas humanas y animales huecas, los silbatos, los 3. La fase llamada del valle medio del río Calima.
sellos o pintaderas y los moldes para la cerámica. Mil años la separan de las últimas ocupaciones pre-
Los asentamientos correspondientes se ubicaron cerámicas del área. Corresponde a una sociedad con
directamente sobre el piso natural de las terrazas una base agrícola estable y una incipiente estratifi-
cercanas a los esteros, siendo reemplazados poste- cación social. Los sitios tipo son el Pital y el
riormente por montículos artificiales; el sitio más Topacio. Como ocurre con la cerámica de
importante de este sistema es La Tolita, localizado la fase Horqueta, la decoración es incisa
en la provincia de Esmeraldas, en el Ecuador. La me- fina; predominan las vasijas
talurgia que corresponde a esta fase utilizó oro y antropomorfas, llamadas
platino de aluvión, abundante en los ríos que bajan «canasteros», «las alca-
de la cordillera Occidental; el oro prehispánico más rrazas» y los «patones».
antiguo de Colombia proviene de Tumaco y tiene Sus orígenes son poco cla-
una fecha de 325 a.C. ros, al igual que la extensión
2. La fase Horqueta del Alto Magdalena coincide, precisa de su territorio, y
en parte, con el Formativo inferior y se caracteriza tiene una cronología que
por la presencia de grupos estratificados, organiza- va desde el año 1590
dos en asentamientos dispersos, con una cerámica a.C. hasta el siglo
marrón decorada con incisiones geométricas. Los primero d.C.
poblados, ubicados en ambas márgenes del alto río
Magdalena, se agrupan en la periferia de algunos Alcarraza mamiforme
centros ceremoniales compuestos por montículos de la región Calima.
funerarios y tumbas; estas últimas revestidas con la- Museo Nacional de Colombia
24 Gran Enciclopedia de Colombia

por la costa Pacífica colombiana, a través de algunos


pasos bajos de la cordillera Occidental. Su influjo
se percibe claramente en las fases tempranas de la
bahía de Tumaco, del Alto Magdalena y del valle
del Calima.

Grupos agrícolas
iniciales de la cordillera Oriental
De manera independiente a los desarrollos surocci-
dentales y seis siglos más tarde, el Formativo de los
Andes del norte está representado por algunos sitios
arqueológicos dispersos en un amplio territorio; su
hallazgo es el resultado de investigaciones esporá-
dicas, individuales y a corto plazo, debido a lo cual
no han podido ser agrupados en fases. Estos sitios
se encuentran ubicados sobre terrazas aluviales del
valle medio del río Magdalena, extendiéndose hacia
las tierras altas de la cordillera Oriental.
Este horizonte cerámico temprano parece co-
rresponder a influencias que penetraron desde las
llanuras del Caribe, a través del valle del río Mag-
dalena, personificando una conducta circumcaribe
que se articuló, siglos más tarde, con la del suro-
ccidente, de características andinas, dando lugar a
algunos desarrollos regionales en el centro del país.
Lo caracteriza la presencia de asentamientos disper-
sos de agricultores itinerantes, ubicados entre los
siglos III a.C. y IV d.C., para quienes la cacería de
roedores y la recolección de caracoles terrestres fue
significativa.
La cerámica, decorada con incisiones, no pre-
senta homogeneidad morfológica ni decorativa. Los
sitios más representativos del valle del Magdalena
son Cerro Coloma, Pubenza, Guaduero, Guaduas,
El Guamo, Arrancaplumas, Puerto Antioquia y El
Espinal, entre otros. Las fases Herrera o Premuis-
ca del altiplano cundiboyacense, y Preguane de la
montaña santandereana, podrían representar una
Orfebrería quimbaya. 4. La fase Quimbaya temprana del valle medio prolongación hacia el piso frío de este horizonte
Museo del Oro, Bogotá
del río Cauca. Su inclusión dentro de este grupo temprano. Aunque este período Formativo no ha
se hace de manera provisional, pues su existencia sido investigado sistemáticamente, su existencia se
ha sido propuesta hipotéticamente con base en ha- propone sobre la base de excavaciones de sitio dis-
llazgos aislados de orfebrería y cerámica hechos por persas llevadas a cabo por varios investigadores en
guaqueros, y carece de cronología absoluta. Aunque el Magdalena Medio y en la sabana de Bogotá.
su cerámica se asemeja mucho a las anteriormente De acuerdo a los resultados de las excavaciones
descritas, su orfebrería, en cambio, está emparenta- llevadas a cabo en Tunja y en las salinas de Zipa-
da con los desarrollos norteños. quirá, la ocupación premuisca o fase Herrera de la
Todas las fases anteriores comparten una alfarería sabana data del siglo IV d.C. A pesar de su amplia
fina, de formas aquilladas y pasta marrón, decorada distribución en el altiplano cundiboyacense, la ce-
con incisiones en el hombro y cuello de las vasijas; rámica de esta fase es homogénea. Los sitios corres-
entre las formas representativas se destacan las vasi- pondientes se encuentran ubicados en varios pisos
jas con doble vertedera y asa de estribo y los cuen- térmicos y sus portadores explotaron, en pequeña
cos. Presenta rasgos distintivos de las fases Chorrera escala, las salinas de Zipaquirá; estos, a diferencia
y Machalilla de la costa ecuatoriana, influencias que de los muiscas, no se agruparon en aldeas ni fabri-
parecen haber ingresado al suroccidente del país caron tejidos ni tuvieron orfebrería.
Colombia prehispánica 25

Hacia el siglo II a.C. comienzan a configurarse se- de tiempo completo) colocado en el vértice de la pi-
cuencias regionales correspondientes a desarrollos rámide social y que representa, con mayor o menor
cacicales complejos, con rasgos distintivos y dife- énfasis, la riqueza social de la comunidad; en ese
renciales en las dos zonas andinas colombianas. Es- sentido, es un emblema de identidad de la misma.
tas formaciones histórico-sociales perdurarán, con Acapara la mayor cantidad de elementos intercam-
algunos cambios, hasta la llegada de los españoles biados con otros grupos y tiene privilegios traduci-
en el siglo XVI. dos en la posesión de algunos valores de uso, como
mujeres y esclavos, pero sus privilegios no derivan
Rasgos de los cacicazgos
ni de la propiedad de la tierra ni de los recursos.
según los etnohistoriadores
La organización de la producción estuvo enfo-
La interpretación de los datos arqueológicos de so-
cada al abastecimiento estable de alimentos, y los
ciedades estratificadas estuvo basada, independien-
excedentes generados contribuyeron a la reproduc-
temente de su temporalidad, en datos etnológicos
ción de la diferenciación social existente.
y etnohistóricos. Sólo hasta hace muy poco, la ar-
Hay contradicciones entre los investigadores res-
queología ha venido a contradecir lo que afirmaban
pecto a la capacidad expansiva de estas sociedades.
las crónicas españolas y a cuestionar lo ahistórico de
Algunos autores sugieren que la guerra endémica
la metodología.
fue un factor importante de estatus, motivada por la
No existe consenso entre los etnohistoriadores
necesidad de apoderarse de las tierras y cosechas de
respecto al carácter de las sociedades cacicales de
grupos favorecidos por mayores índices de pluviosi-
los Andes colombianos. Según algunos, se trata de
dad. Otros, por el contrario, afirman que la imposi-
grupos basados en el parentesco y en la identidad
bilidad de consolidar territorios contiguos convertía
étnica, con una propiedad comunal sobre los me- las zonas fronterizas en áreas de conflicto perma-
dios de producción. Otros piensan que su estruc- nente, donde había que defender parcelas ubicadas
tura social es desigual y que están organizados en en otros pisos térmicos y rutas de acceso a estas. La
federaciones de aldeas, agrupadas alrededor de jefes ausencia de un monopolio de las armas por parte de
territoriales; también se habla de una jerarquización uno de los grupos, convertía las guerras en actos de
social piramidal y de una redistribución suprafami- pillaje y saqueo al grupo enemigo, nunca en episo-
liar, donde las posiciones son hereditarias y están dios de conquista.
relacionadas con una determinada parafernalia. Algunas investigaciones arqueológicas se han in-
Siguiendo a algunos de estos etnohistoriadores, teresado en corroborar las hipótesis que, acerca de
sabemos que el cacique es un especialista (se llama la economía y la organización del espacio cacical,
«especialista» a aquel que tiene un oficio definido y han sido sugeridas por los etnohistoriadores. Entre

Templete funerario.
Parque arqueológico de
San Agustín, Huila.
26 Gran Enciclopedia de Colombia

Estatua policroma
en el Alto de Purutal.
San Agustín, Huila
Fotografía de Oscar Martínez C.

En general, las herramientas de trabajo indican


un bajo nivel tecnológico, mientras que las técnicas
agrícolas, como construcción de camellones eleva-
dos y zanjas de drenaje, suponen la existencia de
formas comunales y fuerza de trabajo considerable.
Es factible suponer la existencia de una centraliza-
ción supracomunal, encargada de las obras de uso
y valor comunitario como fueron los caminos, las
terrazas habitacionales, los camellones, las tumbas
de los caciques y la estatuaria. Dicha esfera sería
la encargada de actividades como las alianzas con
otras comunidades y el manejo del intercambio y
de la guerra.

Desarrollos regionales
de las sociedades complejas
La hipótesis acerca de un origen común de los caci-
cazgos de los Andes septentrionales, a partir de mi-
graciones de la cultura Chorrera de la costa ecuato-
éstas cabe mencionar el proyecto Valle de La Plata,
riana, toma cada día más fuerza. El área donde estas
que estudia el comportamiento demográfico de los
influencias presentan mayor consistencia es la costa
cacicazgos del Alto Magdalena. La excavación sis-
Pacífica sur, el Alto Magdalena, el valle del Calima y
temática de los poblados y de los cementerios ha
el valle medio del Cauca.
permitido definir algunos indicadores de posición
Un rasgo que apunta a la existencia de un sus-
social y, por lo menos, tres sectores sociales: el del
trato cultural común, para toda esta zona suroc-
cacique y sus allegados, el de los especialistas y el
cidental del país, es la presencia de una tradición
del común; sus huellas son evidentes en la organiza-
metalúrgica, con características tecnológicas y for-
ción del espacio habitacional y funerario.
males propias, que se origina hacia el siglo V a.C.
De los tres sectores, el primero tuvo privilegios
y comienza a decaer hacia el año 1.000 d.C. Esta
con respecto a los otros dos a juzgar por el mayor
tradición orfebre utiliza oro de alta pureza en gran
número de personas y de bienes suntuarios que re-
escala y, en menores proporciones, plata y platino
posan en las tumbas pertenecientes a este. La dis-
de aluvión, con una orientación tecnológica hacia
tribución restringida de los textiles, los objetos me-
el trabajo directo del metal por medio de técnicas
tálicos, la cerámica funeraria y los objetos de lejana
como el martillado, el repujado y el ensamblaje.
procedencia, como caracoles y conchas, pone en
evidencia que no todo el mundo tenía acceso a los
productos de los especialistas. Los objetos demos- Cambios acumulativos de
trativos de riqueza no se heredaban, de tal manera los cacicazgos del suroccidente
que a ese nivel no hubo acumulación. Hacia los últimos siglos del primer milenio
Estas sociedades complejas desarrollaron diversos a.C., las sociedades aborígenes del Alto Mag-
mecanismos, conocidos con el nombre genérico de dalena y del valle del Calima estaban bajo
microverticalidad, para procurarse el acceso directo la esfera de influencias mutuas. Duran-
a recursos de diferentes cinturones bióticos sin ne- te las fases Yotoco del valle del Calima,
cesidad de recorrer grandes distancias y sin depen- ubicada entre los siglos II a.C., a XI d.C.,
der del intercambio para su supervivencia. Dichos e Isnos o Clásico regional de San Agustín,
mecanismos presuponen una sola residencia, con con fechas entre los siglos IV a IX d.C., exis-
desplazamientos cortos de uno o dos días, hacia los ten evidencias de una notable complejidad
otros pisos térmicos. Por lo tanto, el intercambio se social.
llevaba a cabo con productos ligados a otras esferas, Estas fases representan un aumento demo-
que no eran la de estricta supervivencia. gráfico, alteraciones en los patrones de asen-
Colombia prehispánica 27

Fuente de Lavapatas en
el Parque Arqueológico de
San Agustín, Huila.

tamiento, surgimiento de especialistas y presencia bresaturación de las cenizas volcánicas de los sue-
de tecnologías de adecuación de la topografía con los, la cual produce movimientos en masa como de
fines agrícolas. Estas alteraciones parecen obedecer hecho ocurrió con la terraza El Pital.
a cambios acumulativos, traducidos en modificacio- Estos agricultores de la cordillera Occidental ba-
nes graduales en la organización de la producción y saban su subsistencia en el cultivo de, por lo me-
en el tamaño de la población, con un énfasis social nos, dos especies diferentes de maíz: una relacio-
en aspectos inmateriales de la cultura. nada con la línea Pollo/Nal Tel/ Chapalote y otra de
Entre las técnicas de adecuación cabe mencionar granos más grandes, posible antecesora de la raza
los canales o zanjas verticales, pertenecientes a la colombiana Cabuya. Tenían sus casas sobre plata-
fase Yotoco, excavados en el sentido de la pendiente formas artificiales, ubicadas en las laderas, llamadas
de las laderas y utilizados en una localmente tambos. Este sistema de adaptación a
amplia zona del suroccidente las condiciones topográficas tiene una distribución
con el fin de evitar la so- tardía, generalizada en los Andes septentrionales en
asentamientos ubicados entre los 1.000 y los 3.000
m de altura.
Los cacicazgos del Alto Magdalena presentan
diferentes grados de complejidad social. Durante
el Clásico regional, fase que agrupa las manifesta-
ciones arquitectónicas y escultóricas más notables
en San Agustín y el valle de La Plata, la topografía
ondulada de origen volcánico, que caracteriza la re-
gión, fue modificada sustancialmente por medio de
rellenos artificiales de hondonadas, construcción de
terraplenes, caminos y montículos. Los monumen-
tos funerarios del Alto Magdalena están disemina-
dos en una extensa zona, con concentraciones
en lo que parecen haber sido grandes centros
cacicales el Alto de los Ídolos y las Mesitas, en

Relieve escultórico en
el Alto de La chaquira.
San Agustín, Huila.
Fotografía de Oscar Martínez C.
28 Gran Enciclopedia de Colombia

Máscara de oro de Tierradentro.


Museo del Oro, Bogotá.

San Agustín, Moscopán y Aguabonita, Diversificación cultural


en el valle de La Plata e Inzá, en Tierra- en los Andes septentrionales
dentro. En San Agustín, estos centros se carac- En toda esta zona del suroccidente del país,
terizan por la presencia de tumbas megalíticas, con hacia el siglo VII d.C., comienzan a manifestarse
sarcófagos de piedra, techadas con grandes lajas y cambios que se expresan en la alteración de los pa-
en cuya entrada se encuentran estatuas de piedra trones de asentamiento anteriores, las costumbres
tallada. La iconografía tiene los siguientes rasgos: funerarias, la alfarería y la metalurgia, configurán-
colmillos afilados y salientes, cabezas-trofeo, toca- dose un período tardío de características regionales.
dos con aves suspendidas y figuras duales, en una Este se distingue por la proliferación de unidades
abigarrada simbiosis de elementos animales y hu- sociales independientes y la consiguiente fragmen-
manos. Se desconocen las viviendas correspondien- tación política, rasgos que perdurarán hasta la llega-
tes a este período. da de los españoles.
Hacia el siglo IV d.C., en la costa Pacífica, se dis- Tardío I
tingue una serie de fases locales, de cobertura muy Este período tardío puede dividirse temporalmente
restringida, cuyos asentamientos continúan ubi- en dos: el Tardío I, de los siglos VII al XIII d.C., está
cándose directamente sobre el piso natural, con un integrado por:
abandono gradual de las figurillas y un cambio no- 1. La fase Píartal de los altiplanos nariñense, en
torio en la cerámica. Entre estas fases se encuentran Colombia, y carchense, en el Ecuador; conforma-
El Balsal y El Morro, y la fase Imbilí, de la bahía de da por asentamientos nucleados de agricultores de
Tumaco; las fases Buenavista y Maina, del bajo río tubérculos andinos, con una jerarquización social
Patía, y San Miguel, del bajo río Timbiquí. muy marcada. Entre los rasgos más notables está la
orfebrería de tumbaga, los textiles de pelo de ca-
mélido y la presencia de grandes cantidades de
cuentas de Spondylus en las tumbas de los
principales, quienes dominaron una
extensa red de intercambio con
zonas selváticas y con el
litoral pacífico.

Interior del hipogeo No. 1


de Segovia, Tierradentro.
Grabado de Colombia de
norte a sur, originalmente
publicado en la
Revista de indias, dirigida
por Germán Arciniegas.
2. La fase Patía, del valle del mismo nombre, se Ecuador; atribuida a
inicia hacia el siglo XI d.C. y se caracteriza por una los Pastos históricos y
cerámica incisa-impresa de formas carenadas, que caracterizada por asen-
comparte algunos rasgos con la fase Bucheli de la tamientos nucleados de
bahía de Tumaco. agricultores de tubércu-
En la costa Pacífica se diversifican aún más las los andinos, con una alta
unidades sociales, dando origen a numerosas fases densidad de población. Entre
locales. los rasgos que caracterizan este
3. La fase Bucheli de la bahía de Tumaco marca grupo está la presencia de minda-
una ruptura muy drástica con respecto a la fase an- laes o indios mercaderes, encargados
terior; desaparece la pintura en la decoración de las del intercambio de bienes suntuarios con otras
vasijas y las formas de las vasijas se simplifican; los comunidades.
asentamientos se hacen sobre montículos artificia- 2. La fase Guachicono del valle del Patía, caracte- Fondos de vasos
les y hay presencia de orfebrería. Además de esta rizada por una cerámica pintada, asociada con ce- cerámicos pintados de
última, están las fases Minguimalo y Murillo del menterios jerarquizados esparcidos en el medio río la necrópolis prehispánica
de Pun, en La Victoria,
bajo río San Juan. Otro tanto sucede en el valle del Guachicono, la cual tiene semejanzas con el com- Ipiales.
Cauca, donde el panorama cultural y político se en- plejo Piartal-Tuza del altiplano nariñense. Colombia de Norte a Sur,
cuentra fragmentado. 3. La fase Sonso II, del valle del Calima, corres- de José Pérez de Barradas.
Madrid, 1943.
4. La fase Sonso va del siglo XIII al siglo XVI d.C. en ponde al desarrollo tardío local en ese valle.
el valle del Calima. Hacia finales del primer milenio 4. La fase Reciente o período Sombrerillos de San
d.C., grupos portadores de la tradición Sonsoide, Agustín, la cual presenta un cambio abrupto con
perteneciente al valle medio del río Cauca, se intro- respecto a los desarrollos anteriores, caracterizán-
ducen hasta la región calima. En Calima, la mani- dose por un patrón de asentamiento disperso en
festación local de esta tradición se caracteriza por la tambos, una cerámica corrugada y viviendas cir-
presencia de tumbas profundas, con amplias cáma- culares; sus portadores no fueron talladores de
ras y sarcófagos de madera, grandes plataformas de estatuas ni enterraron a su muertos bajo
vivienda y una cerámica y orfebrería disminuidas y montículos, como sus antecesores.
empobrecidas con respecto a las de la fase Yotoco, Pertenecientes a la tradición
su antecesora. Vestigios Sonso se encuentran tam- Sonsoide del valle del Cauca
bién sobre la vertiente del Pacífico, en ambas már- tenemos, entre otros, los si-
genes del río Calima, hasta su desembocadura en el guientes estilos locales que
San Juan. pueden asignarse a las tri-
5. La fase La Llanada, ubicada en la vertiente bus históricas que pobla-
oriental de la cordillera Occidental, pertenece a la ban la región a la llegada
tradición Sonsoide; está caracterizada por dos ocu- de los españoles: Tinajas,
paciones: la primera, pertenece al siglo VIII d.C. y es Pichindé y Quebradaseca,
desconocida en lo que se refiere a sitios de vivienda y el Complejo Caldas de la
y base productiva; la segunda, con fechas del siglo hoya del Quindío.
X d.C., tiene estrechas relaciones con los complejos
Cauca Medio y Caldas de la región quimbaya y con
los materiales de la fase Sonso de la región calima.
Esta segunda ocupación presenta plataformas artifi-
ciales para vivienda, eras de cultivo y zanjas de dre-
naje en el sentido de la pendiente de la loma.
A las fases locales anteriores hay que añadir
otras, cuyas manifestaciones se encuentran en
ambas riberas del Cauca. Estas son: las fases
Río Bolo, Sachamate, Guabas-Buga y, fi-
nalmente, el Complejo Cauca Medio de la
hoya del Quindío.
Tardío II
El tardío II está ubicado entre los siglos
XIII y XVII d.C. y conformado por:
1. La fase Tuza de los altiplanos nari-
ñense, en Colombia, y carchense, en el
30 Gran Enciclopedia de Colombia

Desarrollos complejos f. Manufactura y utilización masiva de textiles de


de la cordillera Oriental algodón pintados.
Los cacicazgos de la cordillera Oriental, al igual que g. Entierros de cuerpos momificados, en cuevas
lo sucedido durante el período Formativo, son tar- de difícil acceso o en tumbas superficiales en los
díos con respecto a los del suroccidente, iniciándo- pisos de las casas.
se hacia el siglo VII d.C. y prolongándose hasta la h. Una población que, en general, presenta pato-
Conquista. En su devenir histórico presentan dis- logías óseas y alta mortalidad infantil.
continuidades y marcados contrastes con las fases i. Una industria de concha y hueso de bajo nivel
Múcura muisca tecnológico, con énfasis en la manufactura de ador-
procedente de Guasca,
formativas anteriores; y han sido objeto de numero-
sas investigaciones, lo que se traduce en secuencias nos personales.
Cundinamarca.
Colección particular. cronológicas muy completas. j. Ofrendas propiciatorias realizadas en lugares
La cordillera Oriental estuvo poblada, antes inhóspitos.
de la llegada de los españoles, por grupos de k. Deformación craneana, como indicador de di-
filiación Chibcha, como los muiscas, guanes ferenciación social.
y laches, los cuales podemos agrupar con La metalurgia de la región presenta rasgos forma-
base en los siguientes rasgos comunes: les y estilísticos homogéneos, lo que permite agru-
a. Un dominio efectivo de los páramos, parla bajo la provincia metalúrgica del norte.
con fines religiosos y rituales, y de los al- Hay un uso generalizado de la tumbaga, aleación
tiplanos y sus vertientes, con propósitos de oro con una proporción mayor de cobre, posible
agrícolas. indicio de la escasez de materia prima en estas re-
b. La base de subsistencia centra- giones y, entre las técnicas utilizadas para trabajar el
da en torno al cultivo del maíz. metal, predomina la fundición a la cera perdida.
c. Una dieta suplementa-
ria de pequeños mamíferos, Agricultores avanzados
caracoles terrestres y aves. en el altiplano cundiboyacense
d. Un patrón de asenta- Los estudios etnohistóricos acerca de los muiscas
miento que va cambiando son numerosos y han estado centrados, ante todo,
de disperso, en el cañón en la organización social y política y, en algunos as-
del Chicamocha, a densa- pectos, de la economía. Comparativamente, los es-
mente nucleado, en regio- tudios arqueológicos no han tenido un enfoque re-
nes del altiplano cundibo- gional a pesar de aportes locales muy importantes.
yacense con mayor o menor Hacia el siglo VIII d.C., en el altiplano, se producen
grado de desarrollo arquitectóni- cambios en la cerámica incisa pre-muisca, la cual es
co y presencia de terrazas y platafor- reemplazada por la alfarería pintada asignada a los
mas artificiales. muiscas.
e. Una industria lítica poco desarrollada, Las investigaciones recientes sobre la fase Muisca
a partir de materiales locales, trabajada por permiten apreciar diferencias regionales marcadas
percusión simple. entre los diferentes grupos de filiación, reflejadas
ante todo, en las costumbres funerarias. A manera
de ejemplo, en la localidad de Soacha, en la sa-
bana de Bogotá, las tumbas son rectangulares,
de poca profundidad, y los cadáveres están
extendidos; muy pocas están cubiertas
por lajas y sólo algunas tienen ajuar fu-
nerario. En cambio, en el valle de La
Laguna, en Boyacá, los cadáveres es-
tán sentados, envueltos en mantas
y cubiertos con una capa de ceniza
formando un envoltorio.
En el noroccidente del altipla-
no cundiboyacense se pueden

Paisaje característico del altiplano


cundiboyacense.
Fotografía de Germán Montes
Colombia prehispánica 31

identificar dos oleadas migratorias, culturalmente


diferenciables, procedentes del norte. La primera
de ellas podría remontarse al siglo VII d.C. y se ca-
racteriza por poblados nucleados, distantes unos de
otros, con una considerable densidad demográfica
y estructura de poder centralizada; las relaciones
entre esta fase y su antecesora, la fase Herrera, per-
manecen oscuras.
La segunda migración muisca, parece datar del
siglo X d.C.; se caracteriza por asentamientos de ex-
tensión variable, ubicados muy cerca unos de otros.
Hay especialización en la producción alfarera y alta
densidad demográfica. La desaparición de los tipos
cerámicas que caracterizan a la primera migración
coincide con la expansión de los tipos pertenecien-
tes a la última oleada migratoria.

Los grupos de la montaña santandereana y


las vertientes del valle del Magdalena
La parte sur de la montaña santandereana, confor-
mada por las cuencas de los ríos Suárez, Fonce y
Chicamocha, fue ocupada, a partir del siglo IX d.C.,
por la etnia guane. Recientes investigaciones reco-
gen las anteriores y unifican la tipología para toda el
área guane, definiendo dos fases:
1. La fase Guane temprano, que va del siglo IX al
XII d.C., está integrada por cuatro tipos cerámicas y
distribuida en las partes bajas y medias del cañón
del Chicamocha y sobre las mesetas de Barichara,
Los Santos y Bucaramanga. Los materiales perte-
necientes a esta fase muestran un parentesco con
la cerámica del patrón andino venezolano y con el
complejo Ranchoide de La Guajira; esto parece su-
gerir una migración de norte a sur de grupos chib-
chas, procedentes de la región del Caribe hacia la
cordillera Oriental.
2. La fase Guane Tardío, ubicada entre los siglos Momia muisca con su ajuar.
nen un nivel de desarrollo de menor complejidad, Museo del Oro, Bogotá
XIII y XVI d.C., está compuesta por dos tipos cerá-
en relación con el altiplano. Las evidencias de una
micos distribuidos en la parte alta del cañón del
tradición de urnas funerarias se registran a partir del
Chicamocha, cañón del río Suárez, valle del Fonce
siglo IX d.C. De ella forman parte los sitios y valles
y serranía de los Cobardes.
de Tamalameque, Mosquito, la margen derecha del
Algunos rasgos de esta fase
río Lebrija, el río La Miel, Puerto Niño, Pescaderías,
muestran una relación es-
Guarinó, Ricaurte y El Espinal.
trecha con el valle del Mag-
Los elementos diagnósticos que caracterizan esta
dalena y el altiplano cundi-
cadena de culturas, esparcidas a lo largo de las ver-
boyacense, al sur, ocupado
tientes del valle del Magdalena, son los entierros
por los muiscas.
secundarios en urnas funerarias y un patrón de
Sobre las vertientes bajas
asentamiento disperso sobre las terrazas y lomas
de la cordillera Oriental, que
cercanas al río.
caen al valle del Magdalena,
En uno de los sitios estudiados se definió la fase
los asentamientos tardíos tie-
Colorados del río La Miel, integrada por asenta-
mientos ribereños conformados por viviendas con
planta elíptica de 60 a 70 m2, similares a las malocas
Estatuilla de la región guane. amazónicas y pertenecientes a sociedades tribales
Museo Nacional de Colombia igualitarias de los siglos X a XII d.C.
32 Gran Enciclopedia de Colombia

Bohíos indígenas
construidos sobre antiguas
terrazas precolombinas.
Pueblito, en el Parque Tayrona
(Magdalena).
Fotografía de
Oscar Martínez C.

Confederaciones de aldeas presenta cierto grado de complejidad arquitectónica


de la Sierra Nevada a partir del siglo VII d.C.
de Santa Marta 2. La fase Tayrona, de desarrollo tardío en las
La Sierra Nevada de Santa Marta no forma parte vertientes de la Sierra, se prolonga hasta la llegada
de la cordillera de los Andes; se trata de un macizo de los españoles. Pertenecientes a esta, se han loca-
montañoso aislado, de forma triangular, que se le- lizado más de doscientos sitios arqueológicos con
vanta abruptamente, a orillas del mar Caribe, hasta infraestructura en piedra, entre los cuales se destaca
alcanzar alturas nevadas de 5.800 m. Los ríos que Buritaca 200 o Ciudad Perdida, construida sobre el
la recorren son cortos y de caudal abundante, y la filo de un cerro, con una densa estratificación social
zona presenta una gran diversidad ecológica. Los y un complejo sistema vial.
grupos que la poblaron presentan una adaptación Las interpretaciones acerca de los antiguos habi-
microvertical a zonas montañosas, comparable con tantes postulan hipótesis contradictorias, entre las
la de la zona andina. que se destacan la presencia de federaciones de al-
Es la única zona del país donde existió, en época deas sometidas a la autoridad de los jefes de linaje,
prehispánica, un desarrollo urbano complejo. Las con una incipiente organización estatal; la existen-
investigaciones arqueológicas se han concentrado cia de un particularismo local acompañado por una
en las vertientes norte y occidental, las más densa- política hegemónica independiente; y la posesión,
mente pobladas antes de la Conquis- por parte de sus pobladores, de un desarro-
ta. Las secuencias estable- llo cultural diferencial.
cidas por los diferentes Las excavaciones llevadas
investigadores para a cabo en Buritaca 200
el litoral y la Sierra distinguen varios sec-
carecen de homo- tores urbanos, corres-
geneidad y la crono- pondientes a talleres
logía se ubica entre los siglos IV y artesanales, depósitos, vi-
XVI d.C. Se han definido dos fases de
viendas unifamiliares y espacios públicos
desarrollo: como plazas y recintos ceremoniales; las
1. La fase pre Tayrona, llamada tumbas dejan ver un tratamiento dife-
por algunos investigadores Ne-
guanje, está presente en las tierras Ocarina antropozoomorfa tayrona,
bajas únicamente y sus materiales procedente de Minca, Magdalena.
Museo Nacional de Colombia
muestran la existencia de estre-
chas relaciones con algunos de-
sarrollos de la llanura del Caribe;
Colombia prehispánica 33

rencial de los muertos. Existe una red de caminos


de circulación interna entre las unidades de vivien-
da, complementada por caminos externos, que evi-
dencian la gran importancia que tuvo, para los abo-
rígenes de la Sierra, la movilidad entre los diferentes
pisos térmicos.

Regionalismo y fragmentación política


antes de la Conquista
El proceso de incorporación de los Andes colombia-
nos a la economía mundial se dio a partir de la entra-
da de los conquistadores y colonizadores españoles
a la sabana de Bogotá, lugar que encontraron densa-
mente poblado por las confederaciones muiscas.
Como parte de sus políticas de colonización, los
españoles impusieron un tributo a los indígenas de
los Andes y, con el objeto de someterlos, implan-
taron la encomienda, institución que no tuvo el
mismo desarrollo en todas las regiones. Durante los
primeros años de la Conquista, el tributo lo paga-
ban los indígenas en oro, pero, a partir de 1560, y
ante el agotamiento del producto debido al saqueo
y al pillaje, los españoles se contentaron con recibir
de los indígenas mantas de algodón y alimentos. La
encomienda, el tributo y la prestación personal de
servicios por parte de la población nativa serían los
factores determinantes en los procesos de acumu-
lación y enriquecimiento de España en la segunda
mitad del siglo XVI.
En sus apuntes acerca de la zona andina neogra- En su avance colonizador hacia el norte, fueron Pectoral tolima
nadina, las crónicas españolas describen un mo- encontrando las sociedades indígenas que habitan Museo del Oro, Bogotá

saico de cacicazgos locales disímiles con diferentes el valle alto y medio del Cauca, las cuales tenían
niveles de complejidad social, diversidad lingüística una cultura guerrera que combinaba rasgos tribales
y fragmentación política regional. Este abigarrado con formas sociales complejas, caracterizadas por la
mosaico de etnias estaba articulado por un inter- presencia de prácticas antropofágicas.
cambio generalizado de productos, materias primas La conquista y colonización de los Andes del nor-
y servicios, cuyo manejo dependía del cacique y de te tuvo otras características. La cordillera Oriental,
su séquito, y por guerras continuas entre los habi- la Sierra Nevada de Santa Marta y los Andes vene-
tantes de los altiplanos y los grupos de vertiente. zolanos estaban densamente poblados por grupos
La conquista y colonización de la zona sur andina como los muiscas, laches, guanes, chitareros, suta-
fue llevada a cabo por algunos lugartenientes de Be- gaos y tunebos, pertenecientes a la familia lingüísti-
lalcázar y Pizarro, procedentes del Perú y del Ecua- ca Chibcha. Compartían formas de organización so-
dor, respectivamente. En su avance hacia el norte, cial, patrón de asentamiento y tradiciones alfareras
éstos fueron conquistando y colonizando los Andes y metalúrgicas emparentadas con un posible origen
septentrionales, los cuales se encontraban poblados común y un desarrollo local muy marcado.
por grupos de agricultores avanzados, asentados en Estos grupos chibchas fueron conquistados por
las partes altas, y nómadas guerreros dispersos en españoles procedentes de la costa Caribe, que re-
las tierras bajas. montaron el río Magdalena hasta llegar al altiplano.
Estos primeros colonizadores venían acompaña- Allí, al igual que en épocas anteriores, la población
dos por yanaconas, indios quechuas al servicio per- aborigen anterior a la Conquista poseía característi-
sonal de los conquistadores, quienes se fueron que- cas culturales diversas: eran andinos en la medida
dando en los territorios recién conquistados. A ellos de su adaptación microvertical al entorno físico cor-
se debe la gran cantidad de quechuismos presentes dillerano, pero poseían rasgos de origen circuncari-
en el habla popular, los cuales se fueron mezclando be por sus vínculos económicos y estilísticos con la
con las lenguas aborígenes locales. costa Caribe y con Centroamérica.
34 Gran Enciclopedia de Colombia

La zona cálida del Magdalena Medio, al igual DRENNAN, R. Y C. A. URIBE (EDS.), Chiefdoms in the Americas,
que otras tierras bajas, fue lugar de asentamiento Nueva York, Londres, University Press of America Inc.,
tardío de grupos seminómadas y guerreros de filia- 1987.
ción Karib, como los pijaos, panches, colimas, mu- OSBORN, ANN, El vuelo de las tijeretas, Fundación de Inves-
zos y otros, con quienes los habitantes del altiplano tigaciones Arqueológicas Nacionales, Bogotá, Banco de la
sostenían guerras continuas. La conquista de estos República, 1985.
territorios bajos, por parte de la Corona, fue una PREUSS, K. THEODOR, Arte monumental prehistórico, Bogotá,
empresa riesgosa y ardua de alcances muy limitados Universidad Nacional, 1974.
y muy pocas veces coronada por el éxito. REICHEL-DOLMATOFF, GERARDO, Arqueología de Colombia. Un
M.V.U.A. texto introductorio, Fundación Segunda Expedición Botá-
nica, Bogotá, Litografía Arco, 1986.
Bibliografía
VARIOS, Colombia prehispánica. Regiones arqueológicas, Bo-
BROADBENT, SILVIA, Los chibchas: organización sociopolítica, gotá, Instituto Colombiano de Antropología, Colcultura y
Serie Latinoamericana 5, Bogotá, Universidad Nacional, Universidad Nacional, 1989.
1964.
VARIOS, Parques arqueológicos de Colombia, Bogotá, Institu-
CARDALE DE SCHRIMPFF, MARIANNE, Las salinas de Zipaquirá. to Colombiano de Antropología y Colcultura, 1990.
Su explotación indígena, Fundación de Investigaciones Ar-
queológicas Nacionales, Bogotá, Banco de la República, Revistas
1981.
Revista Colombiana de Antropología, Instituto Colombiano
CORREAL, GONZALO, Aguazuque. Evidencias de cazadores
de Antropología, Bogotá (1946-).
recolectores y plantadores en la altiplanicie de la cordillera
Oriental, Fundación de Investigaciones Arqueológicas Boletín del Museo del Oro, Museo del Oro, Bogotá (1978-).
Nacionales, Bogotá, Banco de la República, 1990. Pro-Calima, Archaologisches Projekt im westlichen Kolum-
bien / Sudamerika, Basel (1980-).
Revista de Antropología, Departamento de Antropología,
Universidad de los Andes, Bogotá (1985-).

Laguna de Guatavita. Página opuesta.


Grabado de Bouquet sobre Balsa muisca
un boceto de Alexander encontrada en Pasca,
von Humboldt, publicado Cundinamarca.
por Thibaut en Vue des Museo del Oro, Bogotá
cordillères et monuments
des peuples indigenes de
L´amerique.
36 Gran Enciclopedia de Colombia

Las sociedades prehispánicas de las Un primer modelo basado en la teoría de la ar-


queología norteamericana, según la cual las formas
tierras bajas orientales
culturales son determinadas por el ámbito que
Los arqueólogos que han trabajado en estas regio- ocupan, sugería que algunos grupos cordilleranos
nes han centrado sus esfuerzos en la recuperación habían penetrado en la Amazonia, pero las dificul-
de fragmentos cerámicas, con los cuales crean con- tades encontradas dentro del bosque tropical para
juntos. Estos últimos representan grupos étnicos. su subsistencia los habían conducido por el camino
El uso de criterios provenientes exclusivamente del de la deculturación y el empobrecimiento progre-
análisis de estos utensilios, a través de rasgos como sivo. Otro suponía que en algún lugar ubicado en
la decoración, las técnicas de manufactura y las for- la hoya del Amazonas se había dado un proceso de
mas elaboradas, que si bien representan de una ma- centralización y complejización social, gracias al
nera pobre las diversas culturas, permiten rellenar adecuado manejo de los mejores suelos de la región.
rápidamente áreas inexploradas al trazar vías que Sin embargo, la lucha por este recurso escaso había
dan cuenta de la distribución de los elementos en determinado que se dieran guerras, que generaron
el espacio. Este procedimiento ya había sido em- grandes desplazamientos humanos. De este modo, se
pleado, con éxito, en las cordilleras y constituía la establecía el motor para el cambio y distribución de
base sobre la cual se edificaba la historia prehispá- los conjuntos cerámicos y las familias lingüísticas.
nica de las áreas más estudiadas en el país. En efecto, Los dos modelos propuestos recalcaban las difi-
las comparaciones estilísticas tentativas permitieron cultades para el manejo del área, desde la perspecti-
avanzar hacia secuencias y complejos comparables va del uso del espacio por parte de grupos agricul-
ubicados en el tiempo por escalas cronológicas y en tores; desde entonces, la subsistencia ha sido una
el espacio por la difusión, según Reichel-Dolmatoff. preocupación constante de los investigadores que
En los llanos y selvas de la Amazonia, esta estra- han trabajado en las tierras bajas, tanto en antropo-
tegia fue complementada con el uso de la glotocro- logía como en arqueología.
nología, a partir de la cual se calculaba el tiempo en Hoy, más allá de la imaginación, empezamos a
el cual una lengua se había separado de otra, permi- dar los primeros pasos en la búsqueda de la historia
Sabanas inundadas tiendo proponer un punto de origen común. de estas regiones. Las piezas de un inmenso rom-
características de los El empleo sistemático de esta concepción llevó a pecabezas, en forma de datos provenientes de múl-
llanos y tierras tiples ramas que se complementan en una misma
bajas orientales
crear dos centros, a partir de los cuales se dio origen
Fotografía de a las formas culturales agroalfareras, hasta entonces investigación, empiezan a mostrar un mundo que,
Oscar Martínez C. registradas y potencialmente identificables. lejos de contener seres fantásticos, o pobremente
representados en artefactos, nos habla de la historia
de gentes que desarrollaron ingeniosas estrategias
adaptativas. Adicionalmente, estas informaciones
han demostrado que muchos de los procesos que
se dieron en Colombia, y que hasta el presente se
habían atribuido de forma exclusiva a la región an-
dina, fueron comunes en las tierras bajas.
No obstante los nuevos enfoques y técnicas em-
pleadas, aún estamos lejos de poder dar una imagen
completa de la historia prehispánica de toda la re-
gión; grandes vacíos de información nos limitan a lo
largo del tiempo y el espacio. Estos serán notorios
en la lectura de estas páginas: para algunas regiones
se podrá seguir una secuencia de desarrollo; para
otras, solamente obtendremos la imagen de un gru-
po detenido en el tiempo; en algunas más, la ubica-
ción cronológica de artefactos y sus descripciones Pinturas rupestres
será todo. El énfasis, en todos los casos, será marca- de Chiribiquete, en la
Amazonia colombiana.
do por los datos disponibles. Fragmento del «Mural de
los jaguares». En más
Las selvas: los primeros habitantes de treinta y seis murales,
Sobre los primeros pobladores de la Amazonia hasta ahora registrados
en la serranía, se han
colombiana no sabemos casi nada; los rastros de- encontrado miles de motivos pictóricos que representan animales,
jados por estos indígenas, así como el hallazgo de vegetales, escenas rituales, de caza y signos geométricos de difícil
sus herramientas son prácticamente inexistentes. interpretación. La ocupación en la zona está datada desde el 17000 a.C.
Solamente en un punto se han encontrado algu- hasta después de la conquista española.
Transcripción de Diego Martínez C.
nos depósitos arqueológicos, que presumiblemente
fueron áreas ocupadas por antiguos cazadores-re-
colectores. A juzgar por las fechas de radio car-
sedentarios que tenían un rudimentario sistema de
bón obtenidas allí, esta ocupación no tiene una
cultivo. Este consistía en talar el bosque en un área
profundidad cronológica semejante a aquella do-
reducida, quemar los desechos de la vegetación una
cumentada para los cazadores-recolectores de las
vez estos se secaban y sembrar sobre las cenizas. La
cordilleras o dentro de la panamazonia. En efecto,
producción de estos campos de cultivo –chagras– se
en proximidades de San José del Guaviare fueron
limitaba a unos pocos años, ya que rápidamente se
recolectados algunos restos de carbón vegetal, aso-
agotaban los nutrientes del suelo. Adicionalmente,
ciados a materiales líticos, que ubican la ocupación
la necesidad de efectuar continuos desyerbes deter-
del lugar hacia el 3000 a.C., aproximadamente. De
minaba que se tuvieran que realizar grandes inver-
cualquier manera, se trata de grupos nómadas que,
siones de trabajo para obtener un rendimiento cada
para entonces, correspondían a la forma de orga-
vez más bajo.
nización social y económica más común dentro de
El desarrollo de la ecología, desde mediados de
las selvas. El investigador Gonzalo Correal adelan-
este siglo, así como una cuidadosa observación de
tó hace algunos años los primeros trabajos en rela-
los sistemas agrícolas indígenas, han demostrado
ción con los grupos de cazadores-recolectores pre-
que las técnicas y procedimientos empleados en las
hispánicos, en diferentes puntos de la Amazonia.
faenas agrícolas son mucho más complejos de lo
que se pensaba; estos incluyen la experimentación
Los productores de alimentos amazónicos
y conservación de una gran diversidad de plantas
La historia de la agricultura dentro de la selva tro-
que, lejos de limitar el bosque, han participado en
pical es un problema básico para comprender los
su composición. Adicionalmente, los datos arqueo-
desarrollos culturales en el área. En este tópico se
lógicos demuestran que, en el pasado, existieron
conjugan las más importantes divergencias de los
sistemas aún más complejos.
enfoques que han intentado explicar la dinámica
regional.
Cuando, a finales del siglo pasado y principios Los agricultores de Araracuara
de éste, una avalancha de viajeros –naturalistas, La historia de la tecnología agrícola, junto con la de
geógrafos y botánicos– se internó en los bosques las sociedades que la crearon, ha sido especialmente
amazónicos, se encontró con grupos de agricultores documentada en la región del río Caquetá medio,
38 Gran Enciclopedia de Colombia

Sitio de Angostura sobre el


río Caquetá.
Archivo de la Corporación
Araracuara

son algunos de los cambios que pudieron influir,


directamente, en las plantas que se cultivaban sobre
la meseta, obligando a la reubicación de los cam-
pos agrícolas. Una nueva transformación climática,
que afectó la región de Araracuara, contribuye a que
se dé un proceso de recuperación del bosque y se
implanten nuevamente cultivos de maíz sobre la
colina estructural, en esta oportunidad acompaña-
dos de cultivos de yuca. Esta reutilización del lugar,
como zona de cultivo, si bien obedece a un proce-
so semejante al registrado durante el inicio de esta
ocupación, involucra el despeje de zonas extensas.
Surgen aquí importantes cuestiones relativas al
cultivo temprano del maíz en la región amazónica.
Hasta el presente, se había considerado que el uso
de la yuca, pobre en proteínas y rica en almidones,
era, en parte, causante de la baja cohesión sociopo-
lítica del área, al no permitir un adecuado almace-
namiento de excedentes ni una nutrición apropia-
da. Sin embargo, los análisis de polen adelantados
en Araracuara revelan una aparición temprana del
maíz, en tanto que no ha sido posible obtener una
evidencia directa de la presencia de yuca con una
antigüedad comparable.
No sabemos con precisión en qué momento y
por qué razones estos grupos abandonan definitiva-
en la Amazonia colombiana. En efecto, los primeros mente el área de la colina estructural de Araracuara.
grupos agrícolas de las tierras bajas orientales co- Lo cierto es que existe un vacío, de al menos dos mi-
lombianas se detectaron sobre la colina estructural lenios, en el registro de las ocupaciones en la zona.
de Araracuara, ubicada al suroriente de San José del En efecto, solamente hacia los inicios de nuestra era
Guaviare. Allí fue estudiado un yacimiento que con- se ve nuevamente una intensa actividad humana en
tiene claros indicios de la producción de alimentos. la región. En esta ocasión, se trata de nuevos gru-
El lugar corresponde a un gran macizo rocoso pos de agricultores que establecen pequeñas aldeas
que rompe abruptamente la continuidad del paisaje en torno y sobre la colina estructural. La ocupación
selvático, levantándose sobre él e impidiendo la na- por parte de estos pobladores se encuentra dividida
vegación en el río Caquetá, al formar un rápido de en dos fases: Méidote I y Méidote II. Las diferencias
más de 1.000 m. En este punto, con anterioridad al entre una y otra reflejan cambios en la economía
año 2700 a.C., hace su aparición una comunidad de de subsistencia, que incluyeron el patrón de asen-
agricultores. En ese entonces la zona se encontraba tamiento, la organización del trabajo comunal, la
cubierta por un bosque tropical, que crecía en un aparición de especialistas, las técnicas agrícolas, los
clima húmedo y cálido. Sobre la parte media de esta estilos y procedimientos en la manufactura cerámi-
estructura, estos primeros agricultores establecieron ca, la selección de materias primas y el intercambio.
sus cultivos de maíz. Para ello, talaron y quemaron Estas transformaciones se realizan de forma gradual
pequeñas áreas dentro de los bosques. y, en sus diferentes aspectos, revelan un proceso que
Este período ha sido denominado Tubaboniba da como resultado una nueva respuesta a las cam-
y no tiene una delimitación temporal precisa; sin biantes necesidades sociales y requisitos ambienta-
embargo, se encuentra asociado a dos eventos de les. Por ejemplo, los primeros estudios arqueológi-
cultivo que se han relacionado con transformacio- cos adelantados en la región indicaban la existencia
nes climáticas cuyo efecto fue, durante el primer de dos conjuntos humanos que fueron identificados
evento de cultivo, una progresiva disminución del a partir de materiales cerámicas. El más antiguo de
bosque tropical y una baja en la humedad ambiental ellos –Carnani– se caracterizaba por una cerámica
Colombia prehispánica 39

poco decorada, mientras que el segundo –Nofu- desde cuando ha sido empleada esta técnica en la
rei– se encontraba representado por una cerámica Amazonia, pero es probable que no sobrepase el
profusamente decorada. Esta interpretación su- primer milenio antes de nuestra era.
ponía que los grupos portadores de los elementos La creación de suelos con una mayor aptitud
Nofurei habían penetrado en la región y, después de agrícola ofreció otras posibilidades organizativas a
un tiempo, predominaron sobre los fabricantes de los habitantes, hecho que se refleja en el registro
la cerámica Camani. Los recientes estudios, adelan- arqueológico. Una mayor estabilidad de los asen-
tados por la Fundación Erigaie, consideran que los tamientos, que ya no tienen que ser trasladados a
estilos cerámicos Camani y Nofurei pertenecen a un varios kilómetros de distancia cuando se agotan los
mismo grupo que cambia a lo largo del tiempo. nutrientes disponibles para los cultivos, contribuyó
Durante Méidote I, es ocupada la región de Ara- a la cohesión social, marcando un fuerte contraste
racuara por un grupo de agricultores que despejan con aquella registrada durante el período Tubabo-
grandes áreas, quemando el bosque. Estas comuni- niba. En efecto, las inversiones en trabajo y los re-
dades llevan consigo los conocimientos necesarios querimientos organizativos del mismo, durante uno
para crear suelos capaces de permitir una mayor y otro período, son cuantitativa y cualitativamente
producción agrícola. Se trata de una técnica me- contrastantes. En la primera época Tubaboniba so-
diante la cual, en un área restringida y, a través de lamente se requería del trabajo comunitario durante
un prolongado y complejo sistema de mejora de los las faenas de tala del bosque, labor dispendiosa que
suelos se obtienen mayores beneficios. No sabemos era realizada por grupos de hombres equipados con
rudimentarias hachas de piedra. La cosecha
y los desyerbes, en caso de que fue-
ran necesarios, podían ser reali-

Indios guaques en el territorio del


Caquetá. Acuarela del Álbum de la
Comisión Corográfica.
Biblioteca Nacional, Bogotá
40 Gran Enciclopedia de Colombia

zados individualmente. Por el contrario, la adición tamientos, se formaran suelos negros y pardos y, en
de materia orgánica a los suelos, en forma de de- otros, suelos pardos exclusivamente. Las diferencias
sechos de otras actividades humanas, así como los entre uno y otro tipo de suelo se calculan en térmi-
procesos de reubicación de las viviendas dentro de nos de cantidad de tiempo invertido en la mejora,
un perímetro delimitado, con la finalidad de contri- junto con el tipo de actividades asociadas a esta, en
buir de forma intensa a la mejora de áreas dedicadas sectores específicos; en cualquier caso, estas dife-
a la agricultura, tuvieron que involucrar una mayor rencias son cuantitativas y no cualitativas.
proporción de actividades comunitarias y planea- El manejo del espacio con fines agrícolas, duran-
ción. Adicionalmente, este sistema debió requerir te esta primera fase, involucró, en un principio, el
de la creación de estrategias tendientes al control despeje de un amplio sector en el cual, con poste-
de las plagas, que afectan más fácilmente a aquellos rioridad, fueron ubicados algunos árboles frutales
cultivos que son realizados de forma constante en y cultivos cíclicos, disminuyendo la frecuencia de
áreas reducidas. las quemas. Dentro de las plantas cultivadas se des-
El carácter de cada uno de los asentamientos de tacan dos variedades de yuca, ají y maíz y se hace
esta época, que incluye aspectos como posición den- notoria una diversificación en la selección de las
tro del paisaje, densidad demográfica, participación plantas cultivadas.
dentro de una red y dinámica interna de la rotación Adicionalmente, estas prácticas de manejo del
de las viviendas, contribuyó a que, en algunos asen- ámbito y patrón de asentamiento tuvieron que in-
fluir en la fauna silvestre de la región, marcando otro
contraste con el uso de los recursos, entre el período
Tubaboniba y la fase Méidote I. En efecto, ha sido
posible demostrar cómo las alteraciones introduci-
das en el paisaje, por los sistemas agrícolas de tala y
quema, redundan en un aumento de las potenciales
presas de cacería, al acrecentarse la producción de
los frutos consumidos por ellas. Este proceso no se
daría durante las fases Méidote, al quedar las vivien-
das ubicadas en medio de los campos de cultivo.
Durante la fase Méidote II, continúa la progresiva
diversificación de los cultivos que se había iniciado
a finales de Méidote I. Y si bien este es un rasgo im-
portante, la característica más sobresaliente de esta
fase es un drástico cambio en el patrón de asenta-
miento, que tiene que ver con el proceso de concen-
tración de la población. Este fenómeno determina
que hacia el año 1200 d.C., se produzca un aban-
dono de puntos ubicados sobre la colina estructural
y en inmediaciones de ella.
Un cambio fuerte en la densidad de la población
que ocupa una zona específica significa un mayor
impacto ambiental, así como la necesidad de au-
mentar y garantizar la producción de alimentos.
Este problema fue resuelto a través de la regulariza-
ción de una práctica de adición de materia orgánica
a los suelos, que se había venido experimentando
desde el año 800 d.C., y que consistía en la adición
de limos procedentes de zonas inundables lo que
contribuía a mejorar la estructura de los suelos y a
fijar los nutrientes adicionados. Este procedimien-
to era realizado, posiblemente, en conjunto con la
protección de árboles, especialmente frutales, exis-
tentes en el área.

Indígenas procesando la yuca brava, grabado de la Historia


natural, civil y geográfica de las naciones situadas en el Orinoco,
de Joseph Gumilla, 1791.
Colombia prehispánica 41

Por supuesto, la aplicación de esta nueva técnica que contenían las mejores arcillas, las cuales fueron Indios coreguajes
con sus adornos.
implicó nuevas formas organizativas, razón por la distribuidas a lo largo de una extensa región. Un
Comisión Corográfica, siglo XIX.
cual es durante este período que se alcanza la mayor proceso semejante se dio a nivel de los materiales
especialización en el trabajo. El transporte de limos empleados para la manufactura de instrumentos
requería de conjuntos coordinados de cargadores líticos, que empezaron a ser importados desde dis-
que realizaban continuos viajes entre los campos tancias considerables.
de cultivo y las zonas inundables del río Caquetá, Todos estos cambios se relacionan, y también de-
localizadas 140 m por debajo de estos. Recientes bieron contribuir a que se diera una especialización
experimentos han permitido establecer que, para la en los asentamientos. Probablemente la importancia
formación de un centímetro de suelo en una hec- de los poblados de la fase Méidote II en Araracuara
tárea, siguiendo este procedimiento de adición de se deba a que desde allí era posible controlar la na-
limos, se requieren 245 toneladas de los mismos. Si vegación a lo largo del río Caquetá, que es, sin lugar
pensamos que algunos perfiles arqueológicos tienen a dudas, la principal vía comercial.
más de 150 centímetros, con una extensión de hasta Es aún difícil precisar por qué y cómo esta so-
32 hectáreas, podemos concluir que la inversión de ciedad, poderosa y bien organizada, declinó; no
tiempo y esfuerzo para la construcción y manteni- existen relatos de la época de la Conquista que per-
miento del sistema agrícola debió ser inmensa. mitan ubicar su situación en los siglos XVI y XVII. Lo
La calidad del trabajo de algunos de los especia- que sí resulta evidente es que, para el siglo XVIII, los
listas de esta sociedad durante Méidote II es sobresa- naturalistas y viajeros que transitaron por el medio
liente; ejemplo de ello es la cerámica. El florecimien- río Caquetá nunca mencionaron un grupo con ta-
to de un estilo alfarero caracterizado por complejos les características, registradas arqueológicamente.
diseños decorativos, realizados en pintura roja, Tal vez, las comunidades que tuvieron el control de
blanca y negra, así lo testifican. Pero no solamen- esta zona ya habían desaparecido antes del contacto
te se trató de un cambio en la decoración, también entre el viejo y el nuevo mundo. Hoy, después de
las materias primas, empleadas en la elaboración de quinientos años del descubrimiento de América, al
utensilios de uso corriente y otros objetos en este excavar en la región en compañía de los indígenas
material, fueron seleccionadas cuidadosamente. En que allí habitan, la cerámica más elaborada y profu-
efecto, los nuevos requerimientos sociopolíticos de samente decorada es atribuida por estos a un grupo
estas comunidades en transformación determinaron que en el pasado invadió la región, destruyendo los
un mayor aprovechamiento de los escasos depósitos asentamientos de los más antiguos habitantes.
42 Gran Enciclopedia de Colombia

Mapa piedemonte -rio meta humbolt

Carta del curso del río


Meta, por Alexander von
Humboldt, grabado por P. Los alfareros del trapecio amazónico y en la cual no se encontró decoración; tal vez esta
A. F. Tardico en Vues del y el Bajo Caquetá desapareció a consecuencia de la erosión sufrida por
cordilléres et monuments
El énfasis de la investigación en estas regiones se ha los fragmentos.
des peuples indigenes de
L`Ámérique. puesto sobre la identificación de grupos migrantes, Otras fechas de carbono 14 indican que este sitio
a través de la decoración cerámica. De este modo, fue reiteradamente empleado hasta principios del
se ha obtenido un mayor cubrimiento espacial, aun- segundo milenio d.C. A orillas del río Amazonas, en
que un menor detalle en las historias locales. Este el actual límite oriental del parque natural Amaca-
enfoque se inserta dentro de una problemática ge- yacú, existió otra área de asentamiento importante.
neral que supone la existencia de cuatro diferentes Charles Bolian, quien investigara el área en 1968, no
«eventos» migratorios, que afectaron la casi tota- está seguro sobre si se trata de un solo asentamiento
lidad de las tierras bajas suramericanas. En térmi- de considerables dimensiones o si, por el contra-
nos de los objetos producidos en alfarería los dos rio, son tres sitios diferentes. El punto de referencia
enfoques son equiparables, aunque corresponden que emplea Bolian para localizar los yacimientos ar-
a diferentes concepciones del manejo del espacio. queológicos es el antiguo poblado de Loreto Yacú.
Así, aquellos investigadores que consideran que los En la actualidad, en esta zona se ubica un resguardo
desplazamientos se efectuaron desde la zona andina indígena de la comunidad Tikuna. Los vestigios re-
hacia las selvas, hablan de Horizontes (hachurado cuperados en este lugar y las deducciones realizadas
zoneado, bordes incisos, policromo e inciso pun- sobre su ubicación en el tiempo parecen indicar que
teado). Quienes creen que los conjuntos humanos allí se dio una constante intervención del ámbito.
partieron del medio Amazonas y que es posible Bolian considera que pudo estar habitado al menos
detectarlos como conjuntos cerámicas, tanto como desde el 300 d.C., hasta la época del conflicto co-
por lenguas, hablan de Tradiciones (Proto Arawak, lomboperuano. Algunos de los materiales cerámicos
Proto Maipure, Proto Tupi-Guaraní y Proto Karib). encontrados en este punto se pueden asimilar a la
Los fragmentos cerámicas recobrados en el sector tradición Barrancoide. Esta también fue identificada
colombiano del río Amazonas, así como en algunos en Santa Sofía, un poblado que se encuentra en el
de sus tributarios, permiten afirmar que esta región trapecio amazónico, a 40 km de Leticia, donde se
fue intensamente poblada en tiempos precolombi- obtuvo la fecha de 1040 d.C. En el Bajo Caquetá, en
nos. Los datos revelan cómo diferentes conjuntos los sitios de La Pedrera, Puerto Córdoba y El Inter-
humanos habían ocupado la región desde una épo- nado, también se recuperó una alfarería que tiene
ca temprana. En efecto, hacia el año 160 d.C., en las claros rasgos Barrancoides.
márgenes del río Loreto Yacú, se estableció una co- Sin embargo, el interés central de quienes han
munidad de ceramistas que elaboró artefactos em- trabajado en la región del trapecio amazónico ha
pleando como atemperante algunas fibras vegetales. sido la documentación de la tradición Policroma.
Se trata de una alfarería que tiene formas sencillas Esta se define como un conjunto alfarero que sigue
Colombia prehispánica 43

complejos diseños geométricos, demarcados por planos de la cordillera Oriental consolidó la impor-
el uso de colores tales como el rojo, el blanco y el tancia de este piedemonte y, particularmente, la de
negro y se asocia con los grupos Tupi-Guaraní. Un los llanos de San Juan y San Martín, hoy sector occi-
sitio arqueológico que contenía materiales cerámi- dental del departamento del Meta. Allí se realizaron
cas con estas características fue localizado en vecin- las más antiguas fundaciones españolas y se estable-
dades de Santa Sofía. Los fragmentos encontrados ció la base para adelantar campañas descubridoras
habían sido manufacturados empleando una amplia sobre los llanos y selvas, en busca de El Dorado. Las
gama de atemperantes, que incluye carbón, caraipe, comunidades indígenas de esta región no resistie-
conchas y arena. Tres fechas de carbono 14 ubican ron por mucho tiempo el impacto de la penetración
la ocupación hacia la primera mitad del segundo europea y desaparecieron. Para finales del siglo XVII,
milenio d.C. (las fechas obtenidas son 1030±90 en aquellos lugares en los cuales habían habitado
d.C., 1265±90 y 1515±90). importantes comunidades agrícolas, solamente res-
Recientemente, Elizabeth Reichel, basándose en taban algunos campamentos de nómadas. La geo-
su experiencia como etnóloga, propuso un sistema grafía de un antiguo mundo se había transformado
de ocupación para la Amazonia dentro del cual se radicalmente.
relacionan los conjuntos humanos con sistemas de
organización y producción. El territorio Guayupe
Para los cronistas del siglo XVI, los llanos de San Juan
Las sociedades complejas y San Martín se encontraban ocupados por diferen-
del piedemonte llanero tes grupos: saes, eperiguas y guayupes. Estos se
Los Llanos no escapan al esquema que supone la diferenciaban en algunos usos, según los relatores,
existencia de diferentes migraciones. En efecto, los aunque compartían un origen mítico y muchos ri-
primeros resultados arqueológicos obtenidos allí tuales. Las diferencias existentes han sido atribuidas
identifican conjuntos cerámicas que bien podían re- más a la riqueza acumulada por algunos sec-
lacionarse con el Policromo. En vecindades de Gra- tores de la población que a diferencias
nada, Puerto Caldas y Puerto Lleras se recolectaron étnicas. Es por ello que la totalidad
restos de alfarería que, para algunos investigadores, del área ocupada por estos gru-
señalaban la migración de grupos Tupi-Guaraní. pos se ha considerado como
John P. Marwitt, quien realizó la investigación, una unidad que denomi-
consideró que los restos cerámicos encontrados en naremos territorio Gua-
las proximidades del río Ariari eran prueba de que yupe, y que compren-
hasta allí habían llegado los grupos portadores del de las vegas del río
horizonte Policromo. Así fue posible atribuirles una Ariari, la sierra de la
posición cronológica hacia la mitad del primer mi- Macarena, los cursos
lenio de nuestra era. Esta idea se apoyaba, además, de los ríos Duda, Pa-
en los resultados obtenidos por C-14 en algunas pamene, Guayabero
muestras de carbón. Marwitt estableció dos fases de y parte del Guaviare,
ocupación para el departamento del Meta: Granada,
relacionada con el horizonte Policromo, y Puerto
Caldas, que aparentemente no tenía ninguna rela-
ción con otros conjuntos.
Con posterioridad, fueron datados otros contex-
tos que permitieron determinar que estos materiales
arqueológicos habían sido manufacturados tanto en
los siglos inmediatamente anteriores a la Conquista
como con posterioridad a ésta. Por ello, la búsque-
da partió de la documentación escrita durante los
primeros años del contacto y se amplió a través del
trabajo arqueológico.
Durante la Conquista, se estableció una impor-
tante ruta a través del piedemonte llanero. Desde
Venezuela, los conquistadores alemanes penetraron
viajando con la cordillera a su derecha hasta inter- Pictografías del bajo río
Guayabero, cerca a San José
narse en las selvas. El descubrimiento por parte de del Guaviare.
Nicolás de Federmán de un camino hacia los alti- fotografía de Álvaro Botiva C.
44 Gran Enciclopedia de Colombia

del piedemonte como la zona cordillerana.


Esto último se encuentra reforzado por el
análisis de los procedimientos seguidos
en la sucesión de los caciques, los cuales
indican relaciones de poder que van más
allá del perímetro de un asentamiento. La
estratificación social también es notoria
en la sucesión del oficio de «curandero»;
a diferencia del cacique, este es reempla-
zado por un descendiente consanguíneo;
sus funciones se encuentran claramente
diferenciadas de las del jefe político y, pro-
bablemente, reafirman un poder central.
Otro indicativo de la compleja organiza-
ción que habían alcanzado los guayupes
fue la forma en que hicieron frente a la
invasión española. Para ello, formaron
ejércitos con escuadras especializadas en
el manejo de ciertas armas y regidos por
una rigurosa disciplina.
Las investigaciones arqueológicas, por
su parte, han permitido realizar algunas
Indios correguajes
cazando con bodoquera. precisiones sobre la organización del es-
Acuarela de Manuel María pacio dentro del territorio Guayupe con
Paz, 1857. Álbum de la fines sociopolíticos y para su aprovecha-
Comisión Corográfica.
miento. Estos revelan particularidades de
Biblioteca Nacional, Bogotá
los asentamientos, tanto en su localización
geográfica como en relación con los mate-
así como el piedemonte cordillerano hasta un lugar riales contenidos en ellos.
próximo al río Upía. Este inmenso territorio no sólo El estudio de algunos asentamientos prehispáni-
abarca áreas de sabana, también comprende zonas cos sobre las terrazas altas del río Acacías reveló un
selváticas y bosques cordilleranos hasta una altura conjunto de materiales, entre los cuales se destaca-
de 1200 m. sobre el nivel del mar. ban una colección de semillas carbonizadas, líticos
La economía de los guayupes se basaba en la y cerámica, en diversas asociaciones. Se trata de los
agricultura de productos tales como el maíz y la componentes de una planta de habitación, en la
yuca, esta última empleada para la fabricación de cual se excavó la sección destinada a la preparación
un pan. Además, tomaban «vino» elaborado a partir de los alimentos. De esta forma, fue posible identi-
de estos productos. Entre los saes, se mencionan las ficar conjuntos cerámicas y líticos empleados en las
batatas, el maní y los fríjoles. Esta dieta era comple- actividades culinarias, así como otros que no tenían
mentada con la pesca y la caza de venados y puer- relación con ellas. Los restos vegetales carbonizados
cos de monte. Otros productos vegetales empleados permitieron establecer que allí se había consumido
fueron el ají, el yopo, el tabaco, la alma de chonta maíz (Zea mays), yopo (Anaderantera peregrina), frí-
o pipire, para la fabricación de macanas y lanzas, y jol (Phaseolus), y que se emplearon algunas Palmas
la jagua, para la pintura corporal negra. Aunque no (Guilielma gasipaes). Todo ello fechado hacia el año
contamos con datos que demuestren que el algodón 1570 d.C.
fue cultivado por los indígenas del río Ariari, este Sobre el abanico del piedemonte se localizó el
tuvo una gran importancia en el comercio realizado sitio de Upín. Los materiales cerámicas allí recupe-
con los muiscas; además, sirvió para la elaboración rados comparten a nivel estilístico las característi-
de hamacas en las cuales dormían los guayupes. cas que fueran registradas en aquellos de Acacías;
Otros productos posiblemente involucrados en el a nivel técnico, es necesario resaltar que existe un
intercambio pudieron ser la sal y el oro. predominio del atemperante de arena lo cual po-
Esta base económica contribuyó a dar forma a siblemente indica que la alfarería de Upín fue pro-
una organización social y política que refleja cier- ducida localmente. La muestra incluye, además, un
to nivel de complejidad. Las crónicas mencionaron pequeño conjunto cerámico que presentaba patro-
varios jefes, a los cuales se encuentran sujetos ex- nes hasta entonces desconocidos para los Llanos, así
tensos territorios que incluyen tanto la parte plana como fragmentos de cerámica muisca. En oposición
Colombia prehispánica 45

a lo observado en Acacías, los poblados de la re- vasijas. Es importante resaltar cómo esta cerámica,
gión de Upín tuvieron dimensiones considerables; que participa en la ceremonia fúnebre, se encuentra
otros sitios ubicados en proximidades de la planta decorada con figuras antropomorfas, desconocidas
de purificación de aguas de Restrepo también corro- en objetos recuperados en otros contextos.
boran la existencia de asentamientos grandes. Estos En la banda opuesta del río Ariari fueron detec-
poblados, además, se encontraban fortificados y te- tados otros yacimientos. Se trata de un área que está
nían hasta cien casas, según los cronistas. Aparen- siendo erodada por el río y en la cual fueron recu-
temente, se ubican cerca de la frontera con otros peradas varias vasijas. Si bien se trata de los mismos
grupos separados por un espacio despoblado. De materiales cerámicos encontrados en otras partes,
momento, no se cuenta con fechas de radio carbón sus dimensiones hacen pensar en un uso posible-
para este sector de la ocupación guayupe, aunque mente relacionado con el almacenamiento de líqui-
probablemente estos poblados fortificados tuvieron dos y granos, sin descartar que, en algún momento,
cierta estabilidad en el tiempo. Los intentos de los hubieran podido ser empleadas como urnas fune-
españoles por tomar uno de estos asentamientos rarias.
fueron infructuosos. A pocos kilómetros del poblado de Puerto Caldas,
La importancia del sitio de Upín radicó en la se halló y excavó una planta de habitación. Dentro
explotación de los afloramientos salinos del piede- de los materiales cerámicas recobrados se incluyen
monte, que constituyen un recurso escaso en la re- grandes platos (budares), semejantes a aquellos usa-
gión llanera. Adicionalmente, pudo tratarse de una dos por los grupos indígenas de las tierras bajas en
aldea en la cual confluyeron diferentes grupos para el procesamiento de la yuca, factor que sugiere el
intercambiar productos. consumo de este producto. Este tipo de plato es co-
En cercanías de Fuente de Oro, en el caño Irique, mún en aquellos yacimientos que han sido reporta-
fue localizado un extenso asentamiento. Este com- dos sobre el plano aluvial del río Ariari. Entre tanto,
binaba algunas estructuras y materiales cerámicos su registro en aquellos yacimientos localizados en
que indicaban que se trató de un poblado guayupe, otras formas del paisaje es menos frecuente.
con algunos basureros asociados. Una fecha de C- En la margen sur del río Güejar, en las vecinda-
14 obtenida allí dio como resultado el año de 1630 des del actual poblado de Puerto Lucas, en una te-
d.C., haciendo de este yacimiento el sitio más re- rraza alta, se ubicó un gran asentamiento indígena.
cientemente ocupado por estos indígenas. Con pos- Del mismo quedan de diez a doce montículos, que
terioridad, y a algunos kilómetros de distancia, se forman un círculo y testimonian la existencia de an-
descubrió un área de entierros en la cual las cenizas tiguas plantas de habitación circulares o ligeramen-
de los individuos fueron depositadas en urnas cerá- te ovaladas. Otros asentamientos con características
micas, algunas de las cuales fueron tapadas con otras y materiales similares han sido registrados; baste

Río Upía en el Casanare


Fotografía de Oscar Martínez C.
46 Gran Enciclopedia de Colombia

Indios guahibos de la provincia de Casanare.


Acuarela de Manuel María Paz, 1856.
Álbum de la Comisión Corográfica.
Biblioteca Nacional, Bogotá

se trataba de sitios estratificados: los restos habían


sido depositados en una franja regular. Fuera de es-
tas características, los sitios comparten otros rasgos:
se encuentran en los puntos más altos del terreno,
evitando de esta manera que durante la temporada
invernal las aguas los afecten; se ubican próximos
a caños que no se secan durante el verano; están
cubiertos por una densa vegetación y en ninguno de
ellos se encontraron restos que evidencien el con-
tacto con los europeos. Además, comprenden ex-
tensiones que varían entre los 300 y los 100 m2 y se
encuentran separados, unos de otros, por distancias
que oscilan entre 1 y 5 kilómetros.

Los achaguas
La excavación del basurero de uno de estos asenta-
nombrar aquellos próximos al poblado de Puerto
mientos, en los llanos del Casanare, aportó una bue-
Lleras, Mesetas, caño Cunimia, Puerto Caldas, en
na muestra de material cerámico y lítico, así como
vecindades de Villavicencio, en Guayabetal y en el
algunos restos óseos de aves, mamíferos y humanos,
río Guaviare. En este último sitio fue reportada la
al tiempo que permitió la realización de una fecha
presencia de suelos antrópicos asociados a la ocu-
de C-14. Esta última ubica la ocupación hacia el año
pación guayupe.
1650 d.C., época en la cual la región se encontraba
Todos estos datos demuestran cómo al interior
poblada por los indígenas achaguas. Por ello, las in-
del territorio que fuera controlado por los guayu-
formaciones arqueológicas fueron complementadas
pes se dio una especialización en el carácter de los
con el análisis de los recuentos escritos en ese en-
asentamientos. Esta se relacionó con la producción,
tonces; particularmente aquellos de los jesuitas.
que involucró áreas de recursos específicas, la posi-
La subsistencia de estos grupos se basó en la
ción del asentamiento, respecto de las fronteras, y
agricultura y la recolección de algunos productos
la especialización en funciones religiosas. Sobre el
vegetales, así como en la caza y la pesca. Además,
piedemonte se explotó la sal y se participó en una
participaron en una red comercial que se extendía
red comercial que involucraba a los grupos del alti-
por la totalidad de los llanos e involucraba a algu-
plano, así como a otros del piedemonte. En las ve-
nos grupos de la cordillera.
gas del río Ariari, la calidad de los suelos contribu-
Dentro de los productos cultivados se destacan la
yó a la formación de asentamientos especializados
yuca y el maíz, que tenía una importancia secunda-
en la producción agrícola. En las diferentes zonas
ria en algunas regiones del territorio Achagua. Otros
de terrazas altas, el énfasis se marcó en el aprove-
productos fueron el ají o pimentón, el tabaco, las
chamiento de recursos propios del bosque. Sobre
papayas, las guavas, las cañas para fabricar cuchi-
el área central del territorio, al menos un asenta-
llas de afeitar, algunas variedades de piñas, palmas,
miento, según las crónicas, se encontraba dedicado
pimientas, el yopo (Anadenanthera peregrina), el
al culto religioso.
quitebe, del cual se extraían fibras para tejer, así
como caña de azúcar y el achiote, empleado para la
Los agricultores, pescadores y recolectores pintura corporal. Todos estos cultivos se plantaban
del piedemonte casanareño en los bosques de galería, empleando el sistema de
En los llanos del Casanare, en el municipio de Yo- tumba y quema, o en pequeñas áreas dentro de las
pal, se identificaron una veintena de asentamientos sabanas. Además se usaron con fines agrícolas aque-
arqueológicos. Todos ellos contenían materiales llas zonas que eran periódicamente inundadas en la
cerámicas y líticos que podían ser incluidos en un estación de lluvias, empleándolas cuando el nivel
mismo conjunto relativamente homogéneo. Adi- de las aguas lo permitía. Solamente la yuca requirió
cionalmente, ninguno de estos sitios arqueológicos de cuidados adicionales para su cultivo: era planta-
presentaba evidencias que pudieran sugerir que da sobre pequeños montículos para garantizar que
Colombia prehispánica 47

contara con un buen drenaje. Estructuras destina- Bibliografía


das para este tipo de agricultura han sido reportadas
BOLIAN, CHARLES, Archaeological Excavations in the Trapecio
en los llanos de manacacías y en la región de Huma- of Amazonas. The Polychrome Tradition: University of Illi-
po, en el departamento del Meta. nois, 1975.
Los productos así obtenidos se complementaban
CARNEIRO, ROBERt, «Slash-and-Burn Cultivation among the
con aquellos de la pesca, realizada como actividad
Kuikuru and its Implications for Cultural Development in
comunal durante la estación seca. La recolección de
the Amazon Basin, en Native South Americans», en Eth-
frutos y tubérculos silvestres y la cacería, como lo
nology of the Least Known Continent, Patricia J. Lyon (Ed.):
corroboran los datos arqueológicos, fueron impor- Berkeley, Boston, University of California, Little Brown
tantes actividades en la economía de los achaguas. and Co., 1974, pp. 73-91.
Los asentamientos estaban conformados por pe-
CORREAL, GONZALO, Aguazuqúe. Evidencias de cazadores,
queños bohíos cuidadosamente construidos, con
recolectores y plantadores en la altiplanicie de la cordillera
techos en hojas de palma, muy próximos unos de
Oriental: Bogotá, Fundación de Investigaciones Arqueoló-
otros. Además existían casas comunales para las ce- gicas Nacionales, Banco de la República, 1990.
remonias, localizadas en aquellos poblados donde
LATHRAP, DONALD, The Upper Amazon: Londres, Thames
residía un jefe local; estas permanecían cerradas con
and Hudson, 1970.
el fin de evitar que las mujeres se enteraran de lo
que pasaba allí. Los distintos asentamientos se ubi- PARKER, E., “Resource Explotation in Amazonia: Ethnolo-
caban muy próximos unos de otros, separados por gical Examples from Four populations”, en Annals of the
1 o 2 kilómetros de distancia, como lo indican los Carnegie Museum 52 (S), 1983, pp. 163-203.
datos etnohistóricos y arqueológicos. La antigüedad REICHEL-DOLMATOFF, GERARDO, Arqueología de Colombia. Un
de esta ocupación es incierta; los datos disponibles texto introductorio: Bogotá, Fundación Segunda Expedi-
no permiten ir más allá del siglo XVI. ción Botánica, Litografía Arco, 1986.
En otros puntos de los Llanos han sido identifi- ROOSEVELT, A. Parmana, Prehistoric Maize and Manioc Sub-
cados sitios arqueológicos; sin embargo, las infor- sistence along the Amazon and Orinoco: Academic Press,
maciones sobre los mismos son fragmentarias. En 1980.
efecto, en las márgenes del río Muco se localizaron VARIOS, Colombia Amazónica: Universidad Nacional de Co-
algunos asentamientos, tanto de cazadores-recolec- lombia, FEN, Colombia, 1987.
tores tardíos como de agricultores. En Arauca, se
pudo constatar que en la zona próxima al río Cravo
Norte habitó una comunidad con una alta concen-
tración de población, que posiblemente basaba su
economía en el cultivo del maíz.

Pinturas rupestres de Chiribiquete en la Amazonia colombiana.


Fragmento de un mural con improntas de manos, diversas
representaciones de fauna y figuras humanas
en posible actitud de caza.
48 Gran Enciclopedia de Colombia

Pieza cerámica
quimbaya.
Fotografía de
Fabian Alzate
Colombia prehispánica 49

Esquema de poblamiento y cronologías

A.C. 14.000 13.000 12.000 11.000 10.000 9.000 8.000 7.000 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 0 1.000 2.000 d.C.

P L E I S T O C E N O H O L O C E N O

Fragmento cerámico Pto. Hormiga

Loma Horno Portacelli


Costa Caribe La Guajira y Cesar

Zenú
Cazadores recolectores San Jacinto Zenú Tardío Malibues
Llanuras del Caribe
Primera cerámica Sociedad hidráulica
Máscara tairona

Nehuange Tairona
Si e rr a N ev a da de Sa nt a M ar t a

Cerámica quimbaya

Valle m e d i o d e l r í o C a u c a Quimbaya Quimbaya


Cazadores recolectores (precerámico) temprano tardío
Maciz o a n t i o q u e ñ o y v a l l e d e l r í o C a u c a

Valle medio r í o M a g d a l e n a Cazadores recolectores (precerámico)


Tolima Tolima
tardío
temprano

To l i m a Urna funeraria Magdalena medio Copa muisca

Cordillera O ri en ta l Premuisca
Cazadores recolectores (precerámico) Herrera Muisca

Altiplano cu nd i bo ya ce ns e Cráneo decorado, Aguazuque


Guane / Chitareros
Lache
Norte de Boyacá / Santander

Alto Magdalena
Temprano Medio Tardío
Sa n A gu s t í n

Escultura de San Agustín


Temprano Medio Tardío
Ti e r r a d e n t r o

Sur o cc id en te
Cazadores recolectores (precerámico) Cauca - Sonso
C ab ec er a s r í o C au ca
Alcarraza calima

Al t o va l l e d el C a uc a
Cazadores recolectores (precerámico) Ilama Yotoco Sonso
y c or d i l l er a oc ci d en t al
Malagana
( R eg i ón C al i m a )

Costa pacífica Mataje/Inguapi El morro Bucheli


Tu m a c o - L a To l i t a

Cerámica de Nariño Estatuilla tumaco


Altiplano nariñense Temprano Medio Tardío
Arte rupestre de Chiribiquete
Pastos y Quillancingas

Llanos orientales y amazonia


Cazadores recolectores (precerámico)

A.C. 14.000 13.000 12.000 11.000 10.000 9.000 8.000 7.000 6.000 5.000 4.000 3.000 2.000 1.000 0 1.000 D.C.
50 Gran Enciclopedia de Colombia

Las sociedades prehispánicas de las culturales y no de uno solo; por ello, los desarro-
llos costeros serán analizados de la misma forma en
llanuras del Caribe
que lo hicimos con la zona andina y las tierras bajas
La historia de los desarrollos caribeños se inicia orientales, con un enfoque regional.
a partir de un período llamado Formativo, cuyos
antecedentes inmediatos permanecen aún oscuros. Los primeros pobladores
Contrario a lo sucedido con la región andina, ex- Son pocos los datos que tenemos acerca de los
tensamente documentada respecto a las bandas de grupos de la etapa Lítica en las llanuras del Cari-
cazadores de la etapa Lítica, en la costa son pocos be. Estos han permitido identificar una veintena de
los datos anteriores al cuarto milenio a.C. En sus estaciones superficiales pertenecientes a grupos de
inicios, el Formativo se considera ligado a campa- cazadores-recolectores, ubicadas en la serranía de
mentos dispersos de recolectores que habitan una Cosinas, en la península de La Guajira, en el Alto
amplia zona del litoral, los cuales, con el tiempo, Sinú y en la serranía de San Jacinto; y son la evi-
tienden a desplazarse hacia el sur remontando el dencia de un poblamiento disperso consistente en
curso bajo de los ríos hacia las cordilleras. refugios temporales.
Dentro de este esquema general de desarrollo se Los vestigios superficiales de material lítico en-
considera la costa Caribe como el escenario de una contrados en el Alto Sinú están constituidos por
serie de procesos civilizatorios que de allí fueron di- algunos raspadores, lascas y navajas triangulares,
fundidos a otras regiones del país. Según lo anterior, talladas en flint por grupos de cazadores y pescado-
la costa fue lugar de origen del arte alfarero en Amé- res. El patrón general de poblamiento de estas pe-
rica; asimismo, se considera que en las llanuras ca- queñas bandas parece corresponder a campamentos
ribeñas se utilizó, por primera vez, tanto la pintura a cielo abierto, ubicados en las tierras bajas, cerca a
positiva como la negativa para decorar la cerámica. las ciénagas o sobre terrazas fluviales. Según lo an-
En lo que hace relación al desarrollo de la agri- terior resulta evidente que el período Lítico, en las
cultura se presume que el llanuras del Caribe, permanece prácticamente des-
cultivo de una especie de conocido; lo mismo sucede con el proceso que llevó
yuca silvestre (Manihot a los grupos de cazadores-recolectores a domesticar
carthagenensis) sirvió de plantas y a convertirse en agricultores sedentarios.
base al proceso de sedenta-
rización, al permitir la exis-
Ceramistas tempranos, recolectores
tencia de una vida aldeana
y horticultores
ribereña. Con el transcurso
de los siglos, este cultivo La historia de las sociedades caribeñas se inicia con
fue reemplazado por el maíz, el período Formativo temprano, ubicado entre el
dando lugar a la colonización tardía cuarto y el segundo milenio a.C. e identificado por
de los Andes por parte de estas co- la presencia de sitios conocidos como concheros,
munidades maiceras costeñas. formados por acumulaciones de conchas, fragmen-
Respecto a los anteriores plan- tos de cerámica y restos de fauna fluvial y marina.
teamientos son varios los cambios Son, por lo tanto, el resultado de las actividades es-
que se introducen aquí. Ante todo, tacionales de pescadores, recolectores de moluscos
se abandona por completo y horticultores tempranos. Los grupos que integran
la explicación basada este período temprano utilizaron ampliamente los
en el modelo difu- recursos procedentes del litoral, de las ciénagas y
sionista; pensamos de los ríos.
que los diferentes El Formativo se definió a partir de la excavación
procesos de trans- de concheros ubicados en la zona del canal del Di-
formación de las que, en la región aledaña a Cartagena y en el Bajo
sociedades prehis- Magdalena; fue subdividido en tres fases: temprana,
pánicas se generaron media y tardía. Los elementos diagnósticos que lo
a partir de varios focos caracterizan son:
1. La presencia de campamentos estacionales uti-
lizados para la extracción de moluscos y ubicados
muy cerca al litoral. (Sin embargo, la recolección
de moluscos ha sido una actitud económica de los
Cerámica zenú. grupos costeros desde el cuarto milenio a.C. hasta
Museo del Oro, Bogotá nuestros días, por ello no puede tomarse como ele-
Colombia prehispánica 51

mento diagnóstico para definir períodos históricos Jacinto. La cerámica acumulada allí fue fabricada
u horizontes temporales de desarrollo). con desgrasante de fibra vegetal en su totalidad y el
2. La fabricación de una cerámica cuya forma instrumental lítico presenta escasas modificaciones.
más difundida es el cuenco o tecomate decorado, Se destacan las manos, los yunques y las micro-las-
con incisiones y figuras humanas, y animales a ma- cas triangulares de flint. Los desechos de fauna in-
nera de asas. En su fabricación fueron utilizados dos dican una economía de caza, con un predominio de
tipos de desgrasante: fibra vegetal y arena, siendo tortugas y mamíferos y, en menor proporción, pe-
reemplazado el más antiguo de fibra vegetal por el ces y cangrejos. El sitio tiene una fecha de 3750xx+
-
de arena. 430 a.C.
3. Un instrumental lítico poco diferenciado, con Otro sitio con fechas muy antiguas es el montícu-
un predominio de yunques, golpeadores y martillos, lo de Monsú, ubicado sobre una terraza marina en
para el procesamiento de raíces y otros vegetales.
terrenos anegadizos, a sólo tres kilómetros de la ac-
4. La utilización de la yuca como alimento com-
tual línea costera; su desarrollo temporal fue subdi-
plementario a la recolección y cuya evidencia estaría
vidido en cinco períodos: Turbana, el más antiguo,
en la presencia de platos pandos o budares en algu-
Monsú, Pangola, Macaví y, finalmente, Barlovento,
nas de las capas de los concheros.
los cuales cubren un lapso de tiempo comprendido
Esta visión del Formativo, como un período que
caracteriza exclusivamente a grupos recolectores entre 3350 y 1300 a.C. Toda la cerámica procedente
costeros, se ha modificado a raíz de investigaciones de las excavaciones de este montículo tiene desgra-
e interpretaciones recientes. Estas últimas indican sante de arena y una decoración incisa ancha. Los
que los concheros podrían pertenecer a grupos de restos de fauna pertenecientes a las diferentes ca-
la serranía de San Jacinto, que bajaban al litoral en pas presentan sensibles variaciones: durante las fa-
busca de recursos estacionales. ses más antiguas hay restos de mamíferos terrestres
y felinos, propios de las sabanas circundantes, los
El Formativo temprano en las cuales son reemplazados hacia el final de la secuen-
llanuras del Caribe cia por recursos marinos.
Muy cerca de allí, hacia el sur, en dirección al
Los inicios del Formativo están representados por
canal del Dique, se encuentra el conchero de Puer-
dos sitios localizados en la serranía de San Jacinto:
por el montículo de Monsú, ubicado cerca a la costa to Hormiga, de unos 80 m de diámetro. Tiene una
de Barú, y por los concheros de Puerto Hormiga y cerámica con desgrasante de fibra vegetal y la deco-
Puerto Chacho, situados sobre una antigua terraza ración es incisa y dentada, hecha con el borde de un
fluvial formada por un brazo fósil del río Magdale- bivalvo; las formas más comunes son los cuencos
na, sobre cuyo lecho fue trazado posteriormente el con bases redondeadas y con figuras de animales
canal del Dique. modeladas sobre el borde de las vasijas, a manera
Hasta el momento, el sitio más antiguo es San de asas. Los restos de fauna procedentes de este
Jacinto I, un montículo de posible forma circular, conchero corresponden a moluscos de aguas poco
ubicado en las estribaciones de la serranía de San profundas y a presas menores, como aves, reptiles y

Cardonal con arbustos espinosos,


paisaje característico de La Guajira.
Fotografía de Oscar Martínez C.
52 Gran Enciclopedia de Colombia

roedores. Dentro del instrumental lítico se destacan asentamientos tienen una fecha inicial de 2210 a.C.
los yunques, golpeadores, martillos y piedras planas y la cerámica presenta similitudes estilísticas con la
por ambas caras, utilizadas para triturar semillas y de Monsú.
raíces; utillaje propio de los grupos recolectores- Dos concheros excavados cerca a Cartagena tie-
horticultores. Las fechas de este sitio se ubican entre nen una cerámica que carece de desgrasante de fibra
3100 y 2500 a.C. vegetal. El primero de ellos es Canapote, ubicado a
El conchero de Puerto Chacho también está ubi- unos 300 m de la laguna de Tesca, en una zona de
Vasija del sitio
cado sobre una terraza aluvial, cerca al canal del manglares y cuyos materiales no han sido publica-
Puerto Chacho, Bolívar.
Data del 3100 a.C. Dique; entre los restos de fauna se destacan los de dos; tiene una fecha de 1940-100 a.C. El otro es el
Museo Nacional de Colombia peces marinos y de manglar; los conchero de Barlovento, localizado cerca al anterior
moluscos más abundan- y ubicado entre los años 1500 y 1000 a.C. Los mo-
tes provienen de aguas luscos que fueron consumidos por sus pobladores
poco profundas semi- provienen de aguas poco profundas y la cerámica
salobres y es notable que tipifica este sitio se encuentra diseminada en la
la pobreza de especies región de Barú, Tierrabomba y golfo de Morrosqui-
terrestres. La cerámica llo, conformando un horizonte cultural.
de este sitio presenta Tierra adentro, en las sabanas de San Marcos,
tres tipos de desgrasan- se encuentra un sitio llamado El Pozón, localizado
te: de fibra vegetal, de sobre una antigua playa de río, que tiene una fe-
arena y mixto; la decoración cha de 1700 a.C. Las formas predominantes son los
es incisa y las formas se aseme- cuencos o tecomates y las vasijas pandas. Uno de los
jan a las de Puerto Hormiga. Tiene una fe- tipos cerámicas establecidos tiene desgrasante de fi-
cha de 3270 a.C. bra vegetal y animales modelados sobre el borde de
En la región del Bajo Magdalena se encuentra la las vasijas, características propias de la cerámica de
Indígenas con ciénaga del Guájaro, comunicada con el canal del Puerto Hormiga.
peces y frutos, Dique; allí se identificó el período Rotinet, que pa- Del análisis de los datos anteriores podemos
grabado de Americae
moralis indiae de
rece corresponder a grupos de recolectores de cié- deducir que existen dos tradiciones alfareras tem-
Th. de Bry, 1594-1602. naga y pescadores de algunas especies marinas; los pranas. La de desgrasante de fibras vegetales, que
Colombia prehispánica 53

parece ser la más antigua, está representada por Aunque esta última ha sido discutida, la idea de una
los sitios de Puerto Hormiga, San Jacinto I y Puerto ocupación temprana del área se encuentra reforza-
Chacho, los cuales presentan características estilís- da por los hallazgos realizados en El Jobo, Muaco,
ticas y tecnológicas comparables; la otra tradición Taima-Taima y Monte Cano, que tiene
es la de desgrasantes minerales y de concha, repre- una cronología semejante o aún más
sentada por los sitios de Monsú, Rotinet, Canapote temprana.
y Barlovento. Ambas comparten las formas básicas, La documentación sobre los primeros
la decoración incisa y de los diseños. agricultores en la región no presenta la

Los desarrollos regionales


en las llanuras del Caribe
Los sitios del Formativo ponen en evidencia la exis-
tencia de un sustrato cultural caracterizado por
procesos de sedentarización, poblamiento en aldeas
semi-estacionales, fabricación de cerámica, presu-
mible cultivo de plantas y explotación intensiva de Hoja de yuca brava
los recursos lacustres, fluviales y marinos y, en me-
nores proporciones, terrestres. A partir de este sus-
trato se originaron hacia el siglo IV a.C. una serie de
sociedades complejas o cacicazgos, con característi-
cas regionales, cuyo desarrollo presenta un mayor o
menor grado de profundidad temporal, a lo largo de
la cual comparten un buen número de rasgos. Los
escenarios de estos desarrollos van a ser de oriente a
profundidad cronológica observada para
occidente: la península de La Guajira y la cuenca del
otras zonas de la costa Caribe. Se trata de
río Ranchería; la Ciénaga Grande de Santa Marta;
grupos que habitaron en el área, a partir
el bajo río Magdalena; la depresión momposina y
del siglo v a.C., en una época en la cual
cuencas bajas del San Jorge y el Sinú y, finalmente,
la región no presentaba las marcadas
el golfo de Urabá y el alto río Sinú.
características desérticas de hoy. En proximidades
del río Ranchería son notorios los lechos de antiguas
Los agricultores de quebradas y zonas que bien pudieron corresponder
la península de La Guajira a lagunas y pantanos; idea que parece estar corro-
Los primeros habitantes de la península de Guajira borada por el hallazgo en los sitios arqueológicos de
fueron cazadores-recolectores. Aunque la informa- restos de fauna propia de climas más húmedos.
ción sobre estos antiguos ocupantes de Colombia es El estudio de las diferentes ocupaciones en La
fragmentaria y se encuentra referida a unos pocos Guajira ha girado en torno a las características de la
hallazgos, probablemente se remonte a una época cerámica. De este modo ha sido posible identificar
tan temprana como el 10000 a.C., a juzgar por las dos horizontes pintados. (Por «horizonte pintado» se
fechas obtenidas en Venezuela. entiende un estilo cerámico que en corto tiempo se
En efecto, en el sector colombiano de la penín- distribuye ampliamente en el espacio). Del primer
sula de La Guajira solamente se conoce el hallazgo horizonte pintado es propio el uso de pintura bicro-
de instrumentos líticos en sitios como Carrizal y Ka- ma y policroma en tonos fuertes, con los cuales se
muchisain, donde se identificaron algunos artefac- dibujaron figuras geométricas en las que predomina
tos en superficie, o en Aremasanahu y Machaboyo, el uso de motivos curvilineales.
donde se recuperaron lascas y raspadores. En otras El modelado fue empleado usualmente en la ma-
partes, la recolección superficial o el hallazgo oca- nufactura de los objetos de alfarería de este primer
sional de artefactos, casi siempre en contextos ar- horizonte. Los períodos a los cuales corresponde
queológicos poco claros, son el único registro para son Loma y El Horno que, aunque se encuentran
esta etapa. separados por un lapso considerable de tiempo,
En Venezuela, por el contrario, estos grupos tem- comparten elementos estilísticos. Otra característica
pranos han sido estudiados con detenimiento. En que los asemeja es el hecho de tener un patrón de
la ciudad de Maracaibo fueron encontrados imple- asentamiento claramente ribereño: las terrazas altas,
mentos cortantes hechos de madera fósil; en Rancho aledañas al río Ranchería, fueron empleadas para la
Peludo, la datación de una estación de cazadores y ubicación de aldeas, con los cementerios localiza-
recolectores arrojó una fecha de 10000 años a.C. dos muy cerca a estas.
54 Gran Enciclopedia de Colombia

Mapa general
de la provincia de
indios goajiros que Hacia el siglo VIII los portadores de la cerámica desde finales del primer milenio d.C. hasta media-
llaman del Río del Hacha perteneciente al primer horizonte pintado se replie- dos de la primera mitad del segundo milenio. Se
Archivo Nacional, Bogotá gan y abandonan las márgenes del río Ranchería; trata de agricultores que, posiblemente, cultivaron
poco tiempo después, son reemplazados por los la yuca y el maíz.
portadores del segundo horizonte policromo. Además de estos dos grandes conjuntos cerámi-
En términos generales, la alfarería agrupada bajo cas, identificados en La Guajira, existen otros ma-
el primer horizonte representa una ruptura con los teriales. En la zona occidental y central de la pe-
estilos que se habían venido desarrollando en la re- nínsula, en las dunas consolidadas, se encuentran
gión del Caribe colombiano con anterioridad. Este dispersos algunos materiales que se pueden incluir
hecho ha permitido a los investigadores plantear su dentro del Tayrona clásico. Estos no han sido objeto
origen en la combinación de elementos del Forma- de estudios detallados; sin embargo, las informacio-
tivo colombiano y de algunos conjuntos cerámicas nes etnohistóricas testimonian la presencia tayrona
venezolanos. (En 1986, Reichel-Dolmatoff veía se- en el área.
mejanzas entre la cerámica pintada de Momil y la
del primer horizonte pintado y, por ello, planteaba
Recolectores tardíos de la
una posible relación entre una y otra. Posteriormen-
Ciénaga Grande de Santa Marta
te, se propuso un origen venezolano para este hori-
zonte cuyas fuentes se encontrarían en la cerámica La Ciénaga Grande de Santa Marta y la ciénaga de
Tocuyanoide. En la actualidad, se acepta, como hi- Pajaral se encuentran conectadas a través de nume-
pótesis, que se haya dado una combinación de estos rosos canales y forman una unidad lacustre de agua
dos conjuntos). salobre; tanto esta, como la isla de Salamanca, estu-
El segundo horizonte pintado se caracteriza por vieron ocupadas por grupos tardíos cuya cronología
el uso de la pintura bicroma, que es empleada en abarca del siglo IV al XI d.C. Se presume que todos
una decoración en la cual predomina la línea recta. los sitios prehispánicos de esta región son conche-
En Colombia a este horizonte pertenecen los perío- ros estacionales, debido a que ninguno presenta
dos Portacelli y Los Cocos, que han sido fechados huellas de vivienda.
Colombia prehispánica 55

En la isla de Salamanca se exploraron cuatro con- el cementerio de la isla Tía María que, se supone,
cheros: Palmira, Tasajeras, Los Jagüeyes y Cangarú. perteneció a la misma ocupación.
El más antiguo es el de Tasajeras, con una fecha del A partir de los datos disponibles, se puede con-
siglo IV d.C. La economía de sus pobladores estuvo cluir que la Ciénaga Grande de Santa Marta fue
enfocada hacia los recursos marinos y basada en la ocupada de forma continua, desde el siglo IV hasta
recolección de almejas de varios tipos, la pesca de el siglo VI d.C., por grupos emparentados con las
especies de agua dulce, como bagres, róbalos y mo- tradiciones del Bajo Magdalena; entre los siglos VI y
jarras, y la cacería de tortugas, iguanas, ranas, roe- IX d.C., se presenta un período sin evidencias cul-
dores y pájaros. En el conchero de Los Jagüeyes se turales al que le sigue una nueva ocupación que se
encontró cerámica tayrona, indicando la existencia prolonga hasta el siglo XII d.C., representada en los
de relaciones entre las sociedades complejas de la concheros de la isla de Salamanca, como Tasajeras y
Sierra Nevada y las de la isla de Salamanca; el tipo Cangarú, y en los de Mina de Oro, Loma de López
de moluscos explotados y el material cultural ha- y Cecilio. A partir del siglo XII d.C. hasta la llegada
llado en este conchero se asemeja al de Tasajeras y de los conquistadores, no hay evidencias culturales
al de Palmira, de tal manera que es presumible que que indiquen una ocupación de la zona.
sean producto de las actividades del mismo grupo.
Otro conchero de la isla de Salamanca es el de Los pescadores del Bajo Magdalena
Cangarú, que fue utilizado como campamento para
La región donde se han concentrado las investiga-
pesca y recolección de moluscos; los restos de cul-
ciones arqueológicas es un triángulo comprendido
tura material se asemejan a los de Mina de Oro y
por la ribera izquierda del río Magdalena hasta su
Loma de López, dos concheros ubicados en el cos-
desembocadura, el canal del Dique, y la llanura li-
tado suroriental de la Ciénaga Grande.
toral de la costa Caribe. En ella se distinguen tres
En Loma de López se han definido dos períodos
áreas arqueológicas diferentes: el valle de Santiago,
de ocupación: el primero se inicia hacia el año 1000
el Bajo Magdalena y el embalse del Guájaro. En ge-
d.C. y corresponde a un grupo con tradición agrí-
neral, los sitios del Bajo Magdalena se encuentran
cola, rasgo que fue deducido a partir de la presencia
ubicados sobre antiguas terrazas aluviales con una
de budares y otros artefactos; por las característi-
tradición cerámica local, una industria lítica muy
cas de su cerámica, se presume que sus portadores
simple y una dependencia de los recursos fluviales.
tuvieron relaciones estrechas con grupos del Bajo
Los primeros reconocimientos a la zona fueron
Magdalena.
llevados a cabo en 1953 por los Reichel-Dolmatoff,
La segunda ocupación corresponde a grupos de
quienes recogieron varias colecciones de material
tradición pesquera, relacionados con los habitantes
cultural en superficie. Este fue agrupado en com-
de la Sierra Nevada de Santa Marta. El material cul-
plejos tardíos del Bajo Magdalena, como son Plato,
tural procedente de Loma de López es similar al de
Zambrano y Saloa.
Cangarú, mientras que aquel perteneciente a Mina
de Oro tiene semejanzas con Malambo y con la ce-
rámica Neguanje o pretayrona de la Sierra Neva-
da de Santa Marta.
En la ciénaga de Pajaral se excavó el
conchero de Cecilio, cuyos artefactos
de piedra y cerámica guardan estre-
chas relaciones con los comple-
jos culturales tardíos del Bajo
Magdalena; a escasos metros
de este conchero se encuentra

Pescadores en Ciénaga, Magdalena


Fotografía de Oscar Martínez C.
56 Gran Enciclopedia de Colombia

La tradición Malambo fue definida a partir de la dencias de la presencia del maíz. La fase más tardía
excavación de dos pequeñas aldeas llamadas Ma- es La Isla; corresponde a grupos que se desplazaron
lambo y Los Mangos, ubicadas entre la ribera del hacia la costa y explotaron los recursos del litoral
río y algunas ciénagas aledañas. La etapa más an- hasta bien entrada la Colonia.
tigua de la tradición Malambo, con fechas entre el En la ciénaga del Guájaro, muy cerca al canal
segundo milenio a.C. y el siglo VII d.C., corresponde del Dique, fue hallada cerámica del Formativo tem-
a la fase Los Mangos; a ésta le sigue la fase Malam- prano, denominada localmente período Rotinet.
bo. Angulo supone que fue durante la fase Malambo Muchos siglos después, y al parecer sin ninguna
que se domesticó la yuca y de allí se difundió hacia solución de continuidad, aparece el período Carri-
otros lugares de Suramérica. La anterior aseveración zal, con una fecha inicial del siglo IX d.C. y que se
es hipotética y no está respaldada por análisis de prolonga hasta la Conquista; sus portadores fueron
ningún tipo; se trata de una deducción a partir de grupos aldeanos cultivadores de maíz, con un po-
la presencia de budares, cuyo empleo de forma ex- blamiento disperso y enterramientos que carecen
clusiva para el proceso de la yuca amarga ha sido de ofrenda, lo que parece indicar que se trataba de
cuestionado por los etnógrafos. grupos igualitarios.
Los elementos diagnósticos de esta tradición,
ubicada dentro del período Formativo tardío, son Agricultores avanzados de las llanuras del
el modelado inciso, la pintura roja aplicada por zo- San Jorge y el Sinú
nas y las incisiones anchas y pandas de la cerámica;
La extensa región cubierta de ciénagas, por donde
rasgos que llevaron a comparar la cerámica de Ma-
corren los ríos San Jorge y Sinú, ha sido estudiada
lambo con la de la tradición Barrancoide del bajo
por algunos investigadores con perspectivas y sis-
Orinoco. Algo que caracteriza esta sociedad es que
temas de clasificación diferentes. Por ello, las dos
los individuos eran enterrados en sitios indiferen-
zonas serán tratadas por separado, sin perder de
ciados, acompañados siempre por una ofrenda de
vista su enorme parentesco y similitud. Las secuen-
alimentos.
cias establecidas están constituidas por tradiciones
El valle de Santiago fue lugar de asentamiento de
alfareras que cubren varios siglos, algunas de las
pequeños grupos independientes, diferenciados en
cuales presentan discontinuidades a lo largo de su
tres fases contemporáneas, que coexistieron duran-
desarrollo.
te el siglo XVII. La más antigua se llama Tocahagua,
data del siglo X y se prolonga hasta el siglo XVII d.C.; Las sociedades hidráulicas de la
se caracteriza por una cerámica fabricada con des- depresión momposina
grasante de concha molida. La depresión momposina es un delta interior de una
Un poco más tardía, la fase Palmar está ubica- extensión aproximada de 600 km2, que es inundado
da entre el siglo XIII y el siglo XVII d.C.; la cerámica por las aguas de los ríos Magdalena, Cauca y San
carece del desgrasante de concha de la fase Tocaha- Jorge durante ocho meses al año. El desborde de es-
gua, pero tiene semejanzas estilísticas con esta y los tos ríos se produce a partir del mes de junio: inicial-
siguientes rasgos diagnósticos: bases altas de apoyo mente, las aguas corren por un gran número de ca-
circular en vasijas y platos, figurinas, decoración ños, tributarios de los grandes ríos; después, cubren
modelada incisa para adornar asas y bordes y evi- la totalidad de las partes bajas y cenagosas. Esto úl-
timo genera una rápida sedimentación en el área de
la depresión, que se encuentra delimitada por fallas
geológicas activas que contribuyen a que se dé un
Metate y piedra
de moler tayronas.
proceso de hundimiento generalizado. Estos hechos
Museo del Oro, Bogotá
tienen una gran importancia para comprender la
dinámica de la ocupación humana en el área
y sus características.
Los datos arqueológicos indican que las
sabanas que bordean la depresión mompo-
sina fueron ocupadas por comunidades tan
tempranas como aquellas del Formativo
temprano. En efecto, en el sitio El Pozón
se recolectaron algunos fragmentos cerá-
micos manufacturados con desgrasante de
fibras vegetales, los cuales tienen una es-
trecha similitud con las cerámicas arcaicas de
la costa Caribe. Sin embargo, la primera ocupación
Colombia prehispánica 57

Alegoría de la
alimentación indígena.
Theodoro de Bry, 1594-1602

de la depresión momposina sólo se registra hacia el res de esta cerámica se asientan en el caño Rabón,
primer milenio a.C. Se trata de los portadores de la donde concentran una alta densidad de población.
tradición Granulosa-Incisa, alfarería que cuenta con En el cauce Carate-Pajaral, también se encuentra
claros antecedentes en la región de la costa Caribe asociada con asentamientos de ocupación densa,
como lo demuestran sus semejanzas con aquella de fechados entre los siglos III y x d.C. Durante seis si-
Momil y Ciénaga de Oro. (En el sitio El Papayo, so- glos, este conjunto cerámico se mantuvo constante,
bre el caño Pajaral, se obtuvieron fechas asociadas a testimoniando la unidad de sus productores.
cerámica Granulosa-Incisa de 810 a 330 a.C. Otras Durante este lapso se dan los más importantes
dotaciones tempranas para este conjunto cerámico cambios en el paisaje, que tienen que ver con su
se obtuvieron en Pimienta 5, Carate 19 y Los Ne- manejo: la transformación de una extensa área ane-
gritos). gadiza en un importante distrito agrícola. En efecto,
Para el año 130 a.C., ya se habían establecido las llanuras inundables fueron drenadas por medio
en la región algunos poblados y continuaban con la de canales que se adecuaron a las características es-
construcción de canales de desagüe; estas primeras pecíficas de cada región, se levantaron plataformas
obras de ingeniería se encuentran hoy parcialmente para localizar viviendas y cultivos y se construyeron
sepultadas, tanto por los procesos de hundimiento montículos para enterrar a los muertos, a quienes
como por la construcción de canales sobrepuestos. se acompañó con piezas de orfebrería y recipientes
Hacia el año 150 d.C., algunas comunidades se en- cerámicas. (La orfebrería de esta región se encuen-
cuentran controlando el Bajo San Jorge donde cons- tra clasificada dentro de la provincia del norte, en
truyen asentamientos nucleados; para esta época, la cual predominó como técnica de fabricación el
se hacen notorios algunos cambios en la cerámica. martillado de láminas que luego eran repujadas por
Estos tienen que ver con la aparición de un nue- ambas caras. Con esta técnica y otras se representó
vo estilo: la tradición Modelada-Pintada. En ella es con gran realismo la fauna de la región).
notoria la existencia de un conjunto cerámico de- En el interior de la región inundable se dio, ade-
dicado exclusivamente a las labores domésticas y más, una dinámica íntimamente relacionada con los
otro empleado como ajuar funerario. La difusión y cambios climáticos que, en una u otra época, con-
popularización de esta alfarería, a lo largo y ancho tribuyeron a determinar un mayor volumen en las
de la depresión momposina, fue gradual durante los aguas, así como los cauces seguidos por estas. Esto,
siguientes siglos. Para el año 500 d.C., los portado- combinado con el constante proceso de hundimien-
58 Gran Enciclopedia de Colombia

Pieza de orfebrería
sinú hallada en to, permitió que en muchos sectores se construye- dalena están penetrando en la zona. Los rastros de-
San Marcos, Sucre. ran canales sobre áreas que anteriormente habían jados por estos ocupantes se encuentran en caños
Museo del Oro, Bogotá
sido empleadas, y que se concentrara la población como el San Matías. Se trata de sitios de habitación
en determinados sectores y se abandonaran otros. dispersos, a orillas de meandros recientes y caños,
A partir del siglo VII d.C., se inicia un lento proce- en los cuales se aprovecharon las partes más altas.
so de abandono de la región. Algunos de los puntos Allí se encuentra cerámica de la tradición Incisa-Ali-
más densamente poblados son desocupados y se sada, común en el curso bajo del Magdalena. No
descuida el mantenimiento del sistema hidráulico. obstante los estudios adelantados en la región, es
Hacia el siglo X, en el curso medio de San Jorge, se aún difícil determinar las causas y el proceso que
encuentran vestigios de los portadores de la tradi- culminó con el colapso de estas sociedades com-
ción Modelada-Pintada que parecen indicar el mo- plejas en el siglo XVI. Resulta evidente el progresivo
vimiento de la población río arriba. debilitamiento político iniciado en el siglo VII, que
Para la época del Descubrimiento y la Conquis- obligó a las comunidades a replegarse, abandonan-
ta, solamente quedaban algunos remanentes de este do áreas que habían logrado una alta producción
complejo cultural. En efecto, los datos etnohistó- como consecuencia de la adecuación agrícola.
ricos señalan a los cacicazgos Finzenú, Panzenú y
Zenufana como reductos de la antigua organización
sociopolítica que controlara la región unos siglos Agricultores y pescadores de ciénaga
antes. El primero de ellos estaba ubicado en la hoya del Bajo Sinú
del río Sinú, el segundo en la hoya del San Jorge y El valle medio y bajo del río Sinú difiere notable-
el tercero, y más importante durante la época de la mente del curso alto; son terrenos planos inunda-
Conquista española, estaba cerca de los ricos yaci- bles con algunas ciénagas, como las de Betancí y
mientos auríferos del Cauca y del Nechí. Momil, conectadas con el río a través de algunos
En el Bajo San Jorge, a partir del siglo XIV se hace caños; estas se encuentran rodeadas de pequeñas
evidente que otros grupos procedentes del río Mag- colinas, a salvo de las inundaciones, y en ellas exis-
Colombia prehispánica 59

ten numerosos vestigios de ocupaciones prehispá- cuentran los restos de antiguas aldeas prehispánicas
nicas que datan del Formativo y se prolongan hasta cuyos vestigios materiales han sido agrupados bajo
la Conquista. la denominación de Complejo Ciénaga de Oro. Se
El curso bajo del río atraviesa una zona plana y trata de grupos agrícolas con una cerámica de ca-
anegadiza que forma la depresión de Lorica-Momil. racterísticas locales, integrada por objetos como sil-
Los asentamientos están ubicados sobre las peque- batos, figurillas humanas y rodillos. El material de
ñas lomas cercanas a la playa, en el litoral y en los este complejo tiene similitudes con el de Momil II;
alrededores de la ciénaga de Momil; la mayoría de desconocemos su posición cronológica exacta, pero
ellos carecen de una cronología absoluta y su anti- se presume que es posterior a este último.
güedad ha sido deducida a partir de rasgos estilísti- Los asentamientos de la ciénaga de Betancí tie-
cos de la cerámica únicamente. nen características similares a las del Bajo San Jorge,
El complejo Momil corresponde a los restos más con túmulos funerarios de tierra roja, de planta cir-
antiguos de sociedades agrícolas y alfareras de la re- cular y elíptica, y un diámetro promedio de 8 m.;
gión y es, al mismo tiempo, un horizonte cultural están ubicados en las partes altas no inundables. Un
con una distribución geográfica muy amplia que poco más bajos, cerca a los caños, se encuentra gran
abarca las hoyas de los ríos San Jorge y Bajo Sinú, cantidad de montículos alargados, aplanados en su
así como las riberas bajas del río Magdalena. parte alta, compuestos de tierra negra; se trata de
El sitio de Momil comprende depósitos de líti- plataformas para vivienda.
cos, cerámica, huesos y concha, que forman una El material cultural de estos asentamientos perte-
secuencia evolutiva continua; estos basureros al- nece al Complejo Betancí, un desarrollo local defi-
canzan hasta tres metros de altura, cubren un área nido a partir de las características formales, decora-
de unos 10.000 m2 y tienen fechas de los primeros tivas y técnicas de la cerámica. Probablemente, esta
siglos a.C. La secuencia ha sido subdividida en dos alfarería sea la misma de la región del Bajo San Jorge.
fases: la más temprana, Momil I, está caracterizada La metalurgia Sinú está asociada con este complejo,
por la presencia de cerámica con pintura bicroma y que tiene una amplia distribución en las hoyas del
policroma, decoración negativa, incisa y estampada, San Jorge y el Bajo Magdalena. Por sus característi-
y figurinas humanas, con la base en forma de he- cas, se le asigna a las tribus históricas encontradas
rradura; hay una industria de sílex compuesta por por los españoles en esta región.
golpeadores, martillos y ausencia de metates.
Momil II presenta cambios notables con respecto
a su antecesora; tiene grandes tinajas para líquidos, Enterramiento de un cacique con el ajuar funerario que los cronistas
vasijas trípodes, figurinas huecas con piernas grue- describen en las tumbas de la tierra Zenú. Grabado de Americae
sas, sellos, pintaderas, rodillos, ocarinas, pendien- de Theodoro de Bry.
tes, volantes de huso, objetos en
concha, artefactos tallados en hue-
so y adornos en forma de ave. Hay
gran cantidad de metates y ausencia
de budares, lo que sugiere un culti-
vo intensivo del maíz con el consi-
guiente abandono de la yuca.
Momil ha sido considerado como
el punto de partida del Formativo
de los Andes colombianos, deno-
minado tradición Zambrano, que
penetra por el valle del Magdalena
hasta el macizo colombiano, dando
origen a la fase temprana del Alto
Magdalena. Esta tradición perso-
nifica una colonización de las ver-
tientes andinas por parte de grupos
costeños cultivadores de maíz del
Formativo tardío.
A orillas del curso medio del río
Sinú, en un estrecho valle rodeado
por las últimas estribaciones de la
serranía de San Jerónimo, se en-
60 Gran Enciclopedia de Colombia

Comunidades del Alto Sinú basada exclusivamente en la consideración de ma-


y del golfo de Urabá teriales cerámicas que, lejos de explicar la dinámica
Investigaciones recientes permiten agrupar dentro social, homogeneizan los asentamientos al incluir-
de un mismo complejo cultural a los grupos pre- los dentro de sistemas alfareros globales llamados
hispánicos que habitaron el golfo de Urabá y el Alto tradiciones y horizontes.
Sinú. En esta zona boscosa y de extrema humedad De este modo se obtiene una visión aparente-
han sido identificados poblados permanentes, per- mente coherente pero conformada por datos es-
tenecientes a grupos de agricultores y pescadores. tructuralmente débiles. La discusión ha quedado
En las márgenes del alto río Sinú fueron excava- reducida a rasgos puntuales de la cerámica con el
dos los sitios de Frasquillo y El Cabrero, pertene- consiguiente descuido de aspectos tan importantes
cientes al Complejo Tierralta, el cual se considera como el desarrollo de respuestas adaptativas en ám-
derivado del Complejo Ciénaga de Oro, es decir, bitos cambiantes.
M. V. U. A.
contemporáneo a Momil II. Con una fecha inicial
S. M. C.
del siglo IV d.C., se ubica entre los siglos IV y IX d.C.
El patrón de asentamiento de estas comunidades es
ribereño, con una adaptación al entorno fluvial bos-
coso y la cerámica guarda estrechas relaciones con
el Complejo Golfo de Urabá. En la misma región,
a orillas del río Verde, se excavó el sitio Quebrada Bibliografía
de Mulas cuya cerámica también se asemeja a la del
Golfo. PLAZAS, CLEMENCIA Y ANA MARÍA FALCHETTI, Asentamientos
prehispánicos en el bajo río San Jorge, Fundación de Inves-
El litoral de Urabá estuvo poblado por gentes
tigaciones Arqueológicas Nacionales: Bogotá, Banco de la
portadoras de cerámica, perteneciente al Complejo
República, 1981.
Golfo de Urabá. Este complejo fue definido a raíz
de las excavaciones de El Estorbo, un conchero PLAZAS, CLEMENCIA Y ANA MARÍA FALCHETTI, «Patrones cul-
turales en la orfebrería prehispánica de Colombia», en
cuyo material muestra relaciones estrechas con el
Metalurgia de América precolombina, 45 Congreso Interna-
de Tierralta perteneciente a los siglos III a VI d.C. Al
cional de Americanistas: Bogotá, 1986, pp. 201-227.
igual que en Momil, allí también se presenta una
transición del cultivo de la yuca al maíz, con asenta- REICHEL-DOLMATOFF, GERARDO, «Colombia indígena perío-
mientos cuyas viviendas se movían según el nivel de do prehispánico», en Manual de historia de Colombia, Vol.
1, Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pp.
las aguas. El Complejo cubre una extensión gran-
33-115. Reed. Nueva historia de Colombia, T. 1, Bogotá,
de, desde el golfo de Urabá, pasando por Arboletes,
Planeta, 1989.
hasta el Alto Sinú, y está compuesto por dos tipos
cerámicas, uno de uso doméstico y otro de uso ri- REICHEL-DOLMATOFF, GERARDO, Arqueología de Colombia. Un
tual-funerario; los agricultores y pescadores que lo texto introductorio, Fundación Segunda Expedición Botá-
nica: Bogotá, Litografía Arco, 1986.
caracterizan explotaron varios microambientes con
una optimización de los recursos marinos y fluvia- REICHEL-DOLMATOFF, GERARDO, Orfebrería y chamanismo: un
les disponibles. estudio iconográfico del Museo del Oro: Medellín, Compañía
En el istmo de Panamá, en la localidad de Capur- Litográfica Nacional, 1988.
ganá, se definieron dos ocupaciones de pescadores.
La más antigua es llamada Capurganá, su desarrollo
es local y se caracteriza por una cerámica incisa, de-
corada con motivos simples, y la presencia de pesas
de red; al parecer tuvo relaciones con Momil I y los
inicios de Momil II. La ocupación más reciente, lla-
mada El Estorbo, tuvo una cobertura más amplia
pues se extendió por todo el golfo de Urabá; la ce-
rámica que la identifica es de la tradición modela-
da incisa y está acompañada por pesas de red. Los
datos anteriores nos permiten concluir que entre
los siglos IV y IX, el Alto Sinú, el golfo de Urabá y
la región del Darién estuvieron habitados por una
misma etnia.
Los datos aquí expuestos demuestran que la con-
tinuidad supuesta para toda la región caribeña está
Colombia prehispánica 61

Petroglifo en
Albán, Cundinamarca
Fotografía de
Álvaro Botiva C.
62 Gran Enciclopedia de Colombia

Las últimas décadas de investigación agua y de tierra, cangrejos y tortugas. En ese lugar
se hallaron evidencias de la primera presencia del
sobre la prehistoria colombiana
hombre en Colombia, durante el pleniglacial supe-
por Leonor Herrera rior, además de ser el segundo caso documentado
de una asociación entre el hombre y la megafauna
El auge entre las décadas de los ochenta y los no- (Tibitó, mencionado atrás, es el primero).
venta) de la arqueología de rescate (o preventiva) en En esa época el clima era notablemente más frío
grandes obras de infraestructura, conforma –junto y seco que ahora y la vegetación no era de bosque
con el patrocinio de fundaciones e instituciones andino sino de matorrales que dejaban amplias
académicas– un significativo aporte a la investiga- áreas abiertas, a las cuales estaba adaptada la mega-
ción y preservación del patrimonio prehistórico co- fauna. Estas sabanas conectaban el valle del Magda-
lombiano. Aun así, en este campo de estudio toda- lena con el altiplano de Bogotá y, desde allí, con los
vía tenemos un panorama salpicado de lagunas de páramos de la cordillera Oriental facilitando, tanto
diversa magnitud. a los mastodontes como a los grupos humanos, mo-
vimientos dentro de un hábitat muy amplio. Estos
grupos llegaron hasta los llanos orientales en este
A finales del pleistoceno período, como lo indican los hallazgos en la serra-
La etapa más antigua de ocupación humana de te- nía del Chiribiquete, en el Guaviare.
rritorio colombiano se ha corrido atrás varios mile- Por muchos años se denominó «paleoindio» a
nios hasta quedar firmemente anclada en el pleisto- esta primera etapa de ocupación humana, término
ceno; en Pubenza, sitio localizado entre Tocaima y que se había acuñado inicialmente para hallazgos
Girardot (conjunción de los valles del río Bogotá y en otras regiones de América, como las puntas de
el río Magdalena), existía un pantano entre el 17000 proyectil que se supone indican una economía es-
y el 13000 a.C. Muy cerca de los restos fósiles de pecializada en la caza de grandes mamíferos y me-
tres mastodontes que quedaron allí atrapados (se- gafauna extinta. Sin embargo, en Colombia los des-
guramente el alto contenido mineral de esas aguas cubrimientos de esta clase han sido relativamente
lodosas atraía a diversos animales), se encontraron escasos y se ha pensado que la explicación podría
evidencias de la presencia humana en forma de ar- encontrarse en una explotación más generaliza-
tefactos líticos y de hueso; sus dueños quizá ocu- da del medio ambiente; sin embargo
paron campamentos temporales en los bordes del en los últimos años ha habido una
pantano; sitio especialmente atractivo por la mega- buena cantidad
fauna (que incluía una especie de armadillo gigante de hallazgos
llamado gliptodonte) y los mamíferos que lo visita-
ban, así como por fauna menor como caracoles de

Sector del panel rupestre


del yacimiento de los jaguares en
la serranía de Chiribiquete. La variada
iconografía y la compleja distribución de los
motivos signados en abruptos paredones, dejan
entrever diversas fases de elaboración.
Transcripción de Diego Martínez C.
Colombia prehispánica 63

de puntas de proyectil bifaciales en el valle del Mag- valles interandinos, como parece indicarlo la con-
dalena medio antioqueño, tanto superficiales como centración de hallazgos en las cordilleras Occiden-
en excavaciones controladas. Las puntas están casi tal y Central, desde la penillanura de Popayán hasta
siempre acompañadas de otros artefactos bifaciales el norte de Antioquia. En esta amplia zona se han
y por raspadores plano convexos finamente reto- registrado ventiséís yacimientos precerámicos. El
cados. Esta industria lítica está fechada en el 9000 sitio llamado La Mikela (en los alrededores de Pe-
a.C., es decir, durante la parte final del pleistoceno, reira, en una terraza aledaña al río Consota), una
momento en el cual se inició (con avances y retroce- planicie natural con excelente visibilidad sobre los
sos) un cambio significativo en el clima: aumentaron alrededores, es un buen ejemplo de la clase de lu-
la temperatura y la humedad y la vegetación se tor- gar que estas gentes escogían para vivir en forma
nó más cerrada; las sabanas se redujeron a parches cada vez más estable. Condiciones similares se ob-
aislados lo que incidió en la extinción de la mega- servan en Checua, una colina por encima del nivel
fauna (también es posible que la cacería efectuada de inundación de la Sabana de Bogotá. Es posible,
por el hombre hubiera acelerado ese proceso). El sin embargo, que los abrigos rocosos se siguieran
cambio tan marcado, aunque gradual, que señaló la utilizando ocasionalmente (si cumplían las anterio-
transición entre el pleistoceno y el holoceno, tuvo res condiciones) como es el caso de un enclave con
que ser afrontado por las poblaciones humanas con pintura rupestre en San José del Guaviare.
nuevas e ingeniosas adaptaciones. El final de esta Durante la etapa más temprana del precerámico
etapa, para la cual muchos prefieren ahora la deno- hubo una constante actividad volcánica en la cor-
minación «estadio de cazadores recolectores» se dio dillera Central y sus efectos tuvieron que sentirse
entre el 9000 y el 8000 a.C., con la iniciación de con diversos grados de intensidad en zonas muy
una etapa nueva: el precerámico. extensas, incluso en las cordilleras Occidental y
Oriental. De hecho, en el departamento del Tolima
El precerámico se descubrieron varios yacimientos precerámicos en
los municipios de Roncesvalles, Chaparral, Fresno y
Durante este período, que abarca desde el 9000
Cajamarca, en los cuales la influencia de la alta ac-
hasta el 3500 o 2500 a.C., la agricultura alcanzó un
tividad volcánica –especialmente en aquellos loca-
crucial desarrollo, de acuerdo con los más recien-
lizados entre Cajamarca y La Línea, dentro del área
tes descubrimientos. Para el precerámico se regis-
directa de afectación de los volcanes Tolima y Cerro
tra no sólo un cambio en los hábitats disponibles
Machín– es evidente. Allí se ha estudiado la corre-
para estas poblaciones tempranas sino también
en las preferencias de los grupos humanos que
pasaron a ocupar las laderas de los pequeños
64 Gran Enciclopedia de Colombia

lación entre las erupciones, sus marcados efectos de aumentar su fertilidad, los hace más flojos, más
sobre el hábitat y los episodios de abandono y redo- fáciles de cavar y revolcar.
blamiento de la zona, en una secuencia que cubre La azada de piedra es el instrumento emblemáti-
desde el precerámico hasta el siglo XVI. El material co del precerámico temprano. Se ha encontrado en
piroclástico, los gases tóxicos y la lava, así como las la mayoría de los yacimientos, sobre todo en los del
altas temperaturas y la ceniza volcánica, impactaron suroccidente, en algunos casos en número sorpren-
el paisaje de varias maneras: pendientes colapsadas, dente como en el sitio de El Jazmín (en Santa Rosa de
erosión, represamientos, flujos de lodo y gran canti- Cabal, Risaralda) donde se recolectaron veintisiete.
dad de vegetación perdida a causa de la ceniza (que Se cree que estas herramientas se usaban para escar-
además genera serios problemas respiratorios y di- bar el suelo en busca de raíces y rizomas, así como
gestivos e incluso la muerte). Teniendo en cuenta para prepararlo antes de transplantar y sembrar. El
efectos tan catastróficos, no deja de sorprender que utillaje lítico de las ocupaciones precerámicas com-
estos lugares fuesen reocupados una y otra vez; la prende además una variedad de instrumentos que
explicación se podría encontrar en dos de las secue- sirvieron para procesar raíces, tubérculos, rizomas,
las que a largo plazo produce la actividad volcánica: semillas, frutos diversos y nueces de palma.
formación de claros en el bosque andino y efectos Las investigaciones en el sitio Peña Roja (cuenca
de la ceniza volcánica en los suelos; pues además media del río Caquetá), cuya ocupación más tem-
Colombia prehispánica 65

prana se remonta al 7000 a.C., proveen información Petroglifo conocido como Piedra de Sasaima,
clave sobre la temprana utilización y manipulación Cundinamarca.
de plantas. Allí, en el borde del río y en la proxi- Recientes aportes metodológicos han posibilidato la
inclusión del arte rupestre como parte de los estudios
midad de zonas pantanosas, se tenía acceso a va-
arqueológicos en Colombia.
riados recursos, desde frutos comestibles de palmas
A la derecha se observa el nivel que alcanzan las aguas
(canangucho o seje y milpeso) hasta mamíferos y de la quebrada Talauta, que en época de invierno
peces que se alimentaban de estos y otros frutos. alcanza a cubrir un grupo de petroglifos.
Uno de los primeros pasos pudo haber sido el de Diego Martínez C. (Manual de arte rupestre de
Cundinamarca, ICANH - Gobernación de Cundinamarca,
promover, mediante diversas estrategias, una mayor 2002).
concentración de estos recursos; en el caso de al-
gunas palmas para cosechar los frutos es necesario
tumbarlas, con lo cual se impulsa su regeneración.
La reproducción de otras palmas se incrementa al
procesar el fruto para consumir la pulpa, puesto
que deja descubierta la pepa, quedando preparada
así para su rápida germinación en el punto donde se
desecha. Otras formas de intervención consisten en
66 Gran Enciclopedia de Colombia

cuidar especialmente las plantas favorecidas (des- tas de las plantas que fueron usadas o determinar
yerbe, poda, transplante). Inclusive el uso contro- si se trata de especies ya domesticadas; tal duda se
lado del fuego puede aumentar la concentración de presenta en la aparición del aguacate y el balú (o
algunos recursos de flora. chachafruto) en el sitio San Isidro (Morales, Cau-
El sitio de Peña Roja reúne las condiciones teó- ca) cuya ocupación precerámica está fechada ente
ricamente apropiadas para un desarrollo de la hor- el 8000 y 7500 a.C. Pero en especies como la yuca
ticultura temprana: ambiente fluvio-lacustre con (domesticada en el sur-suroeste de la cuenca ama-
abundancia de recursos que permite un grado de zónica hacia el 5000 a.C.), y del maíz, presente en el
permanencia de las ocupaciones humanas y una lo- páramo de Peña Negra (sabana de Bogotá) desde el
calización en el límite entre el bosque, otra fuente 6000 a.C., no existe duda de que se trata de plantas
de recursos, y un hábitat abierto (muy conveniente ya domesticadas. Ambas especies aparecen ya en el
para experimentar con plantas). Estas condiciones 4000 a.C. en el sitio Porce II (norte de Antioquia).
se encontraban también en los sitios cordilleranos En niveles más tempranos de éste, hacia el 7000
del suroccidente. Contando para el estudio de la a.C. aparecen evidencias de chontaduro y otras pal-
horticultura incipiente apenas con restos carboni- mas del género Attalea.
Monolitos fálicos en
El Infiernito, Boyacá.
zados, polen fósil o esqueletos de sílice (fitolitos) Ya para el 2500 a.C. no habitaban el suroccidente
Fotografía de es con frecuencia difícil hacer identificaciones exac- estas gentes. Su desaparición es todavía un misterio.
Oscar Martínez C. En el estado actual de nuestros conocimientos, la re-
gión aparece como deshabitada durante el siguiente
milenio, hasta cuando se reinicia el record arqueoló-
gico con poblaciones agroalfareras estables, cuyos
antecedentes en muchos casos son otro misterio a
medio develar.

Las sociedades cerámicas tempranas


En la región de Antioquia se ha recuperado nume-
rosa información sobre ocupaciones tempranas, tan-
to del precerámico, como de las primeras poblacio-
nes agroalfareras. En las cuencas media y baja del
río Porce el inicio de esta etapa se produjo hacia el
3500 a.C. En uno de estos sitios, La Cancana, las
evidencias indican que hubo una continuidad social
y cultural entre los pobladores precerámicos y cerá-
micos que habitaban el sitio –en forma cada vez más
sedentaria– por un período que se extendió entre el
7000 y el 1500 a.C. Las evidencias de los cultivos
de yuca y maíz anteceden a las de la adopción de la
cerámica. Esta técnica aparece hacia el 3000 a.C., lo
que ubica a este complejo cerámico entre los más
antiguos de Colombia. Surgió de manera abrupta y
desde el principio en gran cantidad, sin una fase ex-
perimental, como un elemento foráneo que se sumó
a la tecnología de piedra de largo desarrollo en el lu-
gar. De esta cerámica se han encontrado numerosos
cuencos pequeños con paredes delgadas y vasijas de
boca estrecha y cuerpo redondeado, con decoración
incisa; también se presenta la poco común técnica
de utilizar en una misma vasija rollos de arcillas dis-
tintas, que al quemar la pieza adquieren tonalidades
diferentes. Otro rasgo para resaltar de este conjun-
to cerámico es la presencia de fragmentos típicos
de los complejos cerámicos de la costa Atlántica en
época contemporánea (Rotinet, Barlovento y Cana-
pote), evidencia de un estrecho contacto entre las
poblaciones costeras y andinas.
Colombia prehispánica 67

La cultura La Cancana perdura hasta el 1500 no se han datado directamente por la técnica del
a.C., sin que hasta el momento se conozca la razón radiocarbono, los restos cerámicos asociados a es-
de su discontinuidad en el registro arqueológico. tos campos corresponden a la fase Inguapi II (300
Sin embargo, es para esta época que se han fecha- a.C.- 600 d.C.) o de florecimiento de la cultura Tu-
do en Antioquia las evidencias más tempranas del maco-La Tolita. En las excavaciones de estas obras
complejo cerámico marrón inciso, relacionado con de adecuación agrícola se ha rescatado valiosa in-
el estilo orfebre Quimbaya clásico, conocido desde formación sobre la base económica de esta cultura:
hace décadas en la zona del eje cafetero y el norte maíz, calabaza, arruruz (o sagú), palma chunga y
del departamento del Valle del Cauca, pero con fe- otros productos.
chas menos antiguas. Es de destacar, por un lado, la Pero, ¿cómo se desarrolló y mantuvo esta so-
ampliación hacia el norte de la zona de dispersión ciedad compleja, de tipo cacicazgo, con su con-
de esta cerámica y, por otro, el que en esta zona comitante aumento de densidad de población? El
perdure –aunque ya reducida a sólo algunos encla- estudio de estos camellones y del medio ambiente
ves– hasta el siglo XVI d.C. De manera que en Antio- asociado permiten vislumbrar la respuesta: la zona
quia el «marrón inciso», un desarrollo típico de la costera de manglares, con su abundancia de recur-
etapa denominada por algunos arqueólogos clásico sos de fauna figuró en forma preponderante en el
regional (0-500 d.C.), se prolonga más allá de los sustento de esta sociedad, pero no fue suficiente. Cerámica tumaco.
límites temporales de esta. Finalmente, se puede Fotografía de Fabián Alzate
anotar que la vida de las gentes portadoras de este
complejo cerámico se orientaba a la explotación de
la sal y el oro, lo cual se refleja en su escogencia de
lugares de habitación.
Para la región de Antioquia otra novedad den-
tro del clásico regional es la definición de la cultura
Ferrería. Se presenta tanto en el valle medio del río
Porce, como en el valle de Aburrá, con fechas entre
el 450 a.C. y la Conquista española. Pero en la etapa
tardía de la secuencia cultural en Antioquia coexis-
ten estas dos tradiciones de origen antiguo con una
más reciente, y más típica de esta época, conocida
como Quimbaya tardío. En resumen, el panorama
de las poblaciones agroalfareras en la región antio-
queña es de considerable complejidad. Si bien esta
zona se considera a veces como parte del surocci-
dente, por la afinidad con los desarrollos de la cuen-
ca media del Cauca, es evidente que a lo largo del
tiempo presente un perfil diferente, idiosincrático.
Hacia el extremo opuesto del suroccidente co-
lombiano, en la costa pacífica sur, para la cultura
Tumaco-La Tolita –cuya cerámica figurativa es tan
familiar– se ha puesto en evidencia algo que has-
ta hace poco no se conocía: la existencia de exten-
sos campos de cultivo en áreas de la llanura aluvial
próximas a la costa y a los manglares. Están con-
formados por camellones paralelos separados por
zanjas, en tramos largos (hasta de 1 km o más) y
cortos, orientados en diferentes direcciones en un
patrón básico que se asemeja a un peine; desaguan
en cursos de agua naturales o en otros canales prin-
cipales. Algunos de estos conjuntos abarcan más de
100 hectáreas. Tratándose de una zona tan lluviosa,
con niveles freáticos altos y, por supuesto, propen-
sa a inundaciones, estas obras se construyeron para
intensificar la producción agrícola al incorporar
suelos formados por sedimentos aluviales, y por lo
tanto fértiles, pero sobresaturados de agua. Aunque
68 Gran Enciclopedia de Colombia

Ajuar tayrona.
Fotografía
de Fabián Alzate

Ahora se sabe cómo se logró incorporar la llanura Este ejemplo de ingeniería prehispánica se apre-
aluvial, mucho menos rica en recursos e inundable. cia en toda su magnitud en fotografías aéreas to-
Otro interrogante que plantea la cultura Tumaco es madas entre 1958 y 1987. Se levantaba sobre la
su desaparición hacia el 500 d.C. La respuesta po- planicie, en forma de un intrincado conjunto de
dría estar en el efecto que el recurrente «fenómeno terraplenes de entre 7 y 30 m de ancho, construidos
del niño» pudo tener sobre este sistema agrícola. en tierra y bordeados por zanjas. Un sector de este
Una dramática disminución del régimen de lluvias se aprecia con más claridad y consiste en una com-
habría afectado tanto la producción de los camello- binación de estos dos elementos que rodea un espa-
nes que causaron su abandono; en forma similar a cio aproximadamente rectangular de 600 x 400 m,
lo sucedido en la región del bajo río San Jorge, en dividido en dos por otro terraplén/zanja; dentro de
las llanuras inundables del norte del país. cada mitad a su vez había una especie de montícu-
los. En una de estas mitades y bajo algunos de estos
Malagana montículos se concentraban las tumbas más ricas,
En la hacienda Malagana, localizada en Palmira (Va- que dieron fama a la hacienda Malagana. Este recin-
lle del Cauca), se llevó a cabo el hallazgo arqueo- to está a su vez circundado por otro terraplén/zanja
lógico más espectacular de la última década del más angosto pero más extenso. Hacia el oriente se
siglo xx, pero también el más lamentable caso de extienden otras construcciones similares.
destrucción e irreparable pérdida de un patrimonio Siglos de erosión redujeron la altura de los terra-
cultural arqueológico que le pertenecía a la nación plenes a un metro y medio en promedio, que parece
entera. No me refiero sólo a la fabulosa cantidad de poco, pero que en la planicie representaba un serio
piezas de cerámica y orfebrería que, producto del obstáculo para el óptimo funcionamiento del rega-
saqueo, en su mayor parte fue a enriquecer colec- dío en los cultivos de caña de azúcar; de manera
ciones particulares, sino también al asentamiento que en 1992 –y sin que nadie se percatara de su
prehispánico en sí mismo, ejemplo de una obra pú- presencia e importancia– este sector de la hacienda
blica de grandes dimensiones. Malagana (unas 11 hectáreas), fue nivelado. Al ha-
Colombia prehispánica 69

cerlo algunas tumbas quedaron a medio destapar y tes del gran centro ubicado en Malagana, en la cual
se inició el saqueo. Estas desdichadas circunstancias se concentraba el poder y las funciones religiosas.
han impedido dar respuestas adecuadas a los diver- Esta cultura tuvo su clímax en los dos primeros
sos interrogantes que este lugar suscitó; a pesar de siglos de la era cristiana, con la construcción de las
todo las investigaciones arqueológicas consiguieron grandes estructuras de tierra y la producción de una
rescatar información valiosa y permitieron detectar cerámica y orfebrería sobresalientes por su calidad
la existencia –bajo la superficie actual– de las zan- estética y técnica, que además evidencian influen-
jas, conservadas bajo sedimentos. Gracias a estos cias estilísticas Calima, Tolima, Tumaco-La Tolita,
estudios es posible plantear que las construcciones el Viejo Caldas y San Agustín; también se encon-
fueron utilizadas para dirigir y controlar las aguas traron objetos provenientes de estas áreas, posible-
del río Bolo y otros cursos de agua que presentaban mente por intercambio. Todo indica, entonces, que
riesgos de desborde en las épocas lluviosas, así como esta sociedad mantenía importantes contactos con
para desecar áreas de habitación, lo que les permitía otras culturas, algunas de ellas muy lejanas, lo que
aprovechar un hábitat pantanoso pero muy fértil y no es extraño si se tiene en cuenta la existencia de
rico en recursos de fauna. caminos que cubrían extensos trayectos como los
Los terrenos donde hoy se encuentra la hacien- estudiados en Calima.
da Malagana fueron ocupados al comienzo de la era Las influencias eran obviamente de doble vía. Un
cristiana por portadores de la cultura Ilama; la mis- caso ilustrativo es el de unos vasos antropomorfos
ma que caracteriza por la época a la vecina región que representan mujeres acuclilladas, que como
de Calima. A partir de Ilama se dan dos desarrollos piezas raras, habían aparecido en las regiones del
paralelos: la cultura Yotoco (conocida desde hace Viejo Caldas y Calima. Excepto por la temática, es-
más de tres décadas) que se extiende por la cordi- taban fabricadas dentro de los estilos típicos de estas
llera Occidental y el norte del plan del Valle; y ha- regiones para la época (marrón inciso por un lado,
cia el sur de la planicie la recién descubierta cultura Ilama por el otro); este tipo de vasos antropomorfos
Malagana. De esta última han ido apareciendo re- abunda en la hacienda Malagana y, de hecho, entre
cientemente otros yacimientos como el cementerio la variedad de representaciones, tanto antropomor-
de Coronado, el sitio Estadio del Deportivo Cali y fas como zoomorfas de la cerámica Malagana, esta
Santa Bárbara, ambos muy cercanos al casco urbano es la que con más frecuencia se encuentra. Por algu-
de la ciudad de Palmira y hacia el norte la finca La nos ejemplares que se encontraron en las excavacio-
Cristalina, en el municipio de Cerrito. Ninguno de nes arqueológicas se sabe que –a diferencia de otras
ellos rivaliza con la hacienda Malagana en eviden- vasijas finas y figurativas que se habían depositado
cias de densidad de población o riqueza de las tum- en las tumbas como parte del ajuar funerario– los
bas, como tampoco tienen obras de ingeniería; son vasos femeninos se utilizaron como ofrendas en la
sitios más pequeños y modestos, poblaciones satéli- superficie o en pozos especiales, a veces con escalas,

Petroglifo en Risaralda.
Fotografía de
Álvaro Botiva C.
70 Gran Enciclopedia de Colombia

como si hubieran permanecido abiertos por algún la resolución de problemas bien definidos. La ex-
tiempo. Los vasos en sí constituyen ofrendatarios, cepción es el hallazgo accidental, en los alrededores
ya que con mucha frecuencia se halló en su interior de la población de Madrid (Cundinamarca), de un
una cuenta de cuarzo o de piedra verde. Estas vasi- yacimiento con características que no se conocían
jas representan mujeres jóvenes sin joyas ni vestido, para esta ni para ninguna otra región del país. Las
aunque el baño rojo que es muy frecuente y los dise- excavaciones de un área extensa del sitio determi-
ños en pintura negra pueden sugerir algo de pintura naron que, durante el período Herrera, se constru-
corporal. De estos vasos femeninos, tan abundantes yó primero un amplio montículo, usado para fines
en la hacienda Malagana, sólo ocasionalmente se funerarios, y posteriormente en éste se cavaron hi-
han encontrado fragmentos en otros lugares. leras de pozos orientados norte-sur. En una hilera
Así como el inicio de la cultura Malagana está los pozos son de forma piramidal invertida (con la
todavía sujeto a conjeturas, su ocaso tampoco está punta hacia el fondo) y rellenos de tierra oscura y
claramente definido. Posiblemente ocurrió después en la siguiente tienen la misma forma, pero contie-
del 400 d.C. No se sabe con claridad si la llegada nen una amalgama de arcilla blanca. Separada de
de nuevos pobladores de la cultura Bolo-Quebra- las anteriores por un canal hay otra hilera de pozos
da Seca (de la tardía tradición Sonsoide) incidió en de forma redondeada, mamiforme tal vez. Aún se
el abandono del sitio. Los estratos de ocupación de ignora cuál pudo ser el uso de estas estructuras pero
estos habitantes tardíos ya no existen pero, gracias lo más probable es que tuvieran un carácter astro-
a los sedimentos que rellenaron las zanjas, sabemos nómico y un significado ritual.
de esta última ocupación prehispánica que no se Desde una perspectiva regional, son varios los
ocupó de mantener las zanjas en funcionamiento temas que suscitan interés y controversia. En el al-
y que probablemente las utilizó como depósitos de tiplano cundiboyacense (de forma similar a como
basura. ocurre en la región Calima y muy distinta a como
se percibe el desarrollo cultural en la región de An-
El altiplano cundiboyacense tioquia) no queda claro si hubo continuidad entre
las poblaciones precerámicas y las primeras con ce-
Para esta región central del país diversas investiga-
rámica y agricultura ya plenamente desarrolladas.
ciones han ampliado enormemente el panorama del
Se piensa que la cultura Herrera corresponde a una
conocimiento, no sólo de la etapa paleoindia y pre-
población que llegó al altiplano procedente tal vez
cerámica, sino de las posteriores ocupaciones cerá-
del valle del Magdalena; población que pasados los
micas Herrera y Muisca; pero hay poco de sensacio-
siglos habría sido a su vez suplantada o asimilada
nal en estos trabajos cuyo mérito consiste en aplicar
por grupos migrantes de habla chibcha procedentes
una serie de enfoques teóricos y metodológicos a
del foco de dispersión de esta familia lingüística en
América Central, o sea, los muiscas. Sin embargo,
una mayor disponibilidad de restos óseos ha per-
mitido plantear una hipótesis divergente: una con-
tinuidad entre portadores de la cultura Herrera y
los muiscas, o dicho de otra manera, que desde
un punto de vista genético serían la misma
gente.
Por otro lado, el tema de las mi-
graciones de hablantes de la familia
lingüística chibcha ha tomado nue-
vos aires. Se sabe que hubo por lo
menos dos oleadas migratorias de
estos grupos que penetraron a Sur
América y en Colombia llegaron hasta
el extremo sur. Sus representantes con-
temporáneos son los u’was y los koguis.
La importancia de la lingüística para la
arqueología radica en que la estructura de
una lengua es también la matriz que moldea el pen-
Máscara
antropomorfa samiento y la cultura de sus hablantes. Combina-
de la región da con la etnohistoria, permite proponer interpre-
arqueológica tumaco. taciones sobre aspectos desconocidos de culturas
Museo del Oro, Bogotá desaparecidas. Un caso muy ilustrativo es cómo el
Colombia prehispánica 71

estudio de la ideología, economía y organización Paradójicamente, el desarrollo de técnicas de in- Grabados rupestres
tensificación de la producción agrícola no siempre de la quebrada Perico,
social de los u’was ha enriquecido las interpretacio-
cerca a Honda, Tolima.
nes arqueológicas, en el tema, por ejemplo, de la llevó a un mejoramiento de las condiciones alimen- Fotografía de
comprensión de la orfebrería prehispánica. Más allá ticias de la gente del común; por el contrario, las Diego Martínez C.
de conjuntos estética y técnicamente sobresalientes, tendencias fueron más bien hacia el desequilibrio.
los estilos orfebres son las expresiones materiales de Mientras en las comunidades precerámicas la oferta
complejos sistemas de pensamiento que han perdu- alimenticia pudo ser más variada y la repartición de
rado por siglos, cuando ya muchos de sus elementos productos más equitativa, en las posteriores socie-
(como la misma orfebrería) son cosa del pasado. dades cacicales el desarrollo de rangos y jerarquías
Volviendo al asunto de los restos óseos humanos, –en general de la desigualdad social– habría impli-
tanto del altiplano cundiboyacense como de otras cado el acaparamiento, por parte de los individuos
regiones, se ha avanzado mucho en el estudio de del tope de la pirámide social, de los productos ali-
las características físicas, demográficas, de salud menticios más codiciados y escasos, en detrimento
entre las poblaciones prehispánicas, a pesar de que de aquellos que ocupaban la base de la pirámide.
el territorio colombiano no es muy propicio para Estas circunstancias, sin embargo, no impiden reco-
la conservación de los restos humanos que estudia nocer que la capacidad de aumentar la población y
la antropología física. El tema de la alimentación, lograr su sostenimiento representa, en general para
sobre todo, ha servido para promover un intercam- cualquier sociedad, un logro extraordinario.
bio de conocimientos entre antropólogos físicos, No es posible terminar este artículo sin celebrar
odontólogos y médicos forenses. La comparación el estudio que se llevó a cabo para la sabana de Bo-
de este aspecto en poblaciones del precerámico (de gotá en torno a los vestigios de adecuaciones agrí-
unidades sociales pequeñas e independientes) con colas en forma de conjuntos de camellones, otrora
las sociedades grandes y complejas (tipo cacicazgo) muy extensos; por supuesto, nos hemos tardado
permite dar una mirada distinta sobre la evolución muchos años en emprender esta investigación y va-
social, el progreso y otros aspectos relacionados. liosísima información se ha perdido por cuenta de
72 Gran Enciclopedia de Colombia

la vertiginosa urbanización de la sabana, de manera Bibliografía


que apenas si sobreviven en contados reductos.
CARDALE DE SCHRIMPFF, MARIANNE, Calima and Malagana:Bo-
Por otro lado, se han aplicado en sectores de- gotá, Asociación Procalima, 2006.
finidos, como el valle de Fúquene, las técnicas del
CAVELIR, INÉS Y SANTIAGO MORA, (eds.), Ámbito y ocupaciones
reconocimiento regional sistemático que permiten
tempranas de la América tropical: Bogotá, Fundación Eri-
un análisis de los cambios en la demografía y en la
gaie e Instituto Colombiano de Antropología, 1995.
distribución espacial de la población como reflejo
de las modificaciones en la estructura social. GNECCO, CRISTÓBAL (ed.), Perspectivas regionales en la ar-
queología del suroccidente de Colombia y norte del Ecuador.
Por último, se debe mencionar que la arqueolo-
Popayán, Editorial Universidad del Cauca, 1995.
gía dedicada al período del contacto con los españo-
les y de la época colonial ha permitido vislumbrar MORCOTE, GASPAR (ed.), Memorias del simposio Pueblos y
cómo, pasados los años traumáticos de la Conquista ambientes: una mirada al pasado precolombino: Bogotá,
y a pesar de la guerra frontal contra las creencias e Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Na-
instituciones indígenas, sobre todo las religiosas, el turales, colección de memorias No. 10 y Universidad de
los Andes, 2001.
indígena y su cultura persistieron en el corazón de
Tunja y de Bogotá. RODRÍGUEZ, CARLOS ARMANDO, El Valle del Cauca prehispáni-
co: Cali, Universidad del Valle y Fundación Taraxacum,
2001.
RODRÍGUEZ, JOSÉ VICENTE (ed.)., Los chibchas. Adaptación y
diversidad en los Andes orientales de Colombia: Bogotá, Col-
ciencias y Universidad Nacional de Colombia, 2001.

Templete funerario con estatua policroma.


Alto del Purutal, San Agustín, Huila.
Fotografía de Oscar Martínez C.

También podría gustarte