Como Cerrar Brechas Con La Familia
Como Cerrar Brechas Con La Familia
Como Cerrar Brechas Con La Familia
En relación al tema de la oración, es importante que oremos junto con nuestros padres.
Suele suceder que uno de los padres esté más débil en la fe que el otro. En esa situación, a
veces, los hijos se unen al cónyuge que está más fortalecido espiritualmente y critican al
que está debilitado. Y los resultados son desastrosos. Aun siendo críticas «ocultas», sólo
generan intriga y raíces de amargura que no traen la presencia del Señor.
Pero, cuando oramos por aquellos que están más débiles, el Señor se complace. Tus
sentimientos por tu papá o tu mamá comienzan a cambiar (Pv. 26:20), y ves que lo que está
ocurriendo no es sólo culpa de la persona que está débil, «porque no tenemos lucha contra
carne y sangre, sino contra principados y potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales»
(Efesios 6: 12). La persona está debilitada por cuestiones personales, humanas y
espirituales -nuestros padres también pasan por guerra espirituales-. Así que orar con
nuestros padres nos ayuda a tapar las brechas personales, humanas y espirituales, y
nos ayuda a superar nuestros desafíos.
Así que ora con tus padres, ora por las dificultades personales, humanas y espirituales que
puedan llegar a tener. Colócalo delante de Dios, pídele una salida, una alternativa y para
que te conceda la sabiduría que viene de los cielos para superar las dificultades. Créeme,
¡Dios escuchará! Y mantente firme en oración, porque las oraciones son como flechas.
Otro elemento importante, del cual siempre debemos preocuparnos, es cubrir la «desnudez»
de nuestros padres. Esto significa que tenemos que saber cómo lidiar con los fracasos de
nuestros padres.
En el Antiguo Testamento vemos que Noé plantó una viña, bebió del vino, se embriagó y se
desnudó en la tienda. Uno de sus tres hijos a ver la desnudez de su padre, fue a contarle a
sus hermanos. La actitud de los dos hermanos fue de ir a su padre, de forma sabia,
caminando hacia atrás con los rostros desviados, y, así, cubrían la desnudez de su padre sin
verla (Gn. 9: 20-23).Cuando Noé volvió a estar sobrio y supo lo que había ocurrido,
maldijo a su hijo que lo había expuesto y bendijo a los otros dos que lo cubrieron.
Esta es una gran lección para nosotros. La moraleja de esta historia es que ciertas cosas
deben permanecer dentro de la tienda. Algunos eventos deben permanecer en
privado. Joven, tu casa debe ser una ambiente privado. El problema descrito en el
texto, fue el hecho de que el hijo había entrado en la tienda de su padre y luego quiso
traer a sus hermanos también para que sean testigos de la desnudez del padre, lo cual
era algo muy privado. Mira, el hijo no sólo excedió los límites, sino que también quiso
hacer público algo que era privado.
En esta historia, la desnudez es algo muy íntimo que debe permanecer dentro de la tienda,
debe permanecer en privado. El hijo chismoso quería que los otros hermanos violasen la
intimidad de su padre. Ese hijo no entendió que la casa es un ambiente privado.
Cuando te das cuenta de que tus padres fallan y/o pecan, la mejor que puedes hacer es
orar por ellos. Contar la situación a otros jóvenes que no pueden ayudarte y/o dan
testimonio público hablando de las fallas de tus padres, es una mala salida y que hasta
puede hacerles daño. Si deseas obtener más ayuda, busca al hermano responsable
(presbítero) o a un hermano del servicio de jóvenes (diácono) de la iglesia. Ellos tienen
experiencia y evitarán que la situación se haga pública. Esto guardará a tus padres ¡y te
traerá bendición!
Nuestros padres nos enseñan que el Señor es bueno; nuestro ejemplo positivo de
santificación lo refuerza y crear una mayor seguridad en nuestros hermanos. Si tus padres
dicen que el Señor es bueno, pero pruebas y aún sigues probando el sabor del mundo, tu
ejemplo contradice lo que tus padres enseñan. En esa situación, ¿cómo tus hermanitos
creerán que el Señor es verdaderamente bueno? En ese momento eres como una piedra de
tropiezo y obstaculizas la fe de los más jóvenes (Rm.14: 13). Se un ejemplo positivo de
santificación, refuerza lo que tus padres enseñan y ¡ve cómo crecer la fe de tu familia!
¿Y si mis hermanos ya tienen un vivir de disfrute con el Señor? Aun así, también es
necesario santificarse. Eso asegurará que tus hermanos siempre sean alentados por tu
testimonio.
Joven, cultiva amistad con tus padres. Debemos cultivar la amistad con nuestros padres
para que nos ayudan en las diferentes dificultades que se encuentran en esta fase de la
juventud y durante toda la vida. Ellos son consejeros maravillosos porque buscan al Señor y
tratan de mostrarnos cuál es Su voluntad. Cuando los oímos, el Señor nos bendice.
«Los pensamientos con el consejo se ordenan; y con dirección sabia se hace la guerra»
(Prov. 22:18).
Jóvenes, tengan el valor para hablar con sus padres porque ellos sirven al Señor y
tienen mucha experiencia con Él para ayudarnos. Ellos pueden orar, leer la Biblia, el
Alimento Diario o un libro espiritual con nosotros y más allá de pedir ayuda, podemos
hablar con ellos sobre otros asuntos. ¡Eso los aproximará más y les dará una vida
mucho más saludable! (¿Recuerdas cuándo fue la última vez que saliste con sus padres a
caminar? ¿Qué tal si le invitas tú la próxima vez? Incluso si en tu casa todos están muy
atareados, seguramente ellos se alegrarán de que te preocupas por eso. Toma el primer
paso).
También hay casos en que los jóvenes, a pesar de estar en una familia que se reúne, casi no
tienen diálogo con los padres. Es necesario buscar acercarse a ellos. Puedes iniciar, por
ejemplo, preguntándoles cómo fue su día, cómo están… Aunque parezca difícil al
principio, crea el hábito de hablar con ellos. Te sentirás más feliz y más cómodo en tu casa,
teniendo a tus padres como amigos (¡que realmente son!). Tendrás libertad.
Por otra parte, hay que cultivar amistad con nuestros hermanos mayores o menores,
ya que ¡están de nuestro lado en el campo de batalla! Si no estamos unidos, las peleas
traerán dificultades a nuestros padres, y no nos dejarán contentos.
En la mayoría de los casos, nuestros hermanos tienen diferentes gustos de los nuestros, pero
son únicos y especiales. Quizás no lo notes mucho por causa de siempre ver sus actitudes
negativas. Si te detienes un momento y tratas de entender a tus hermanos, verás que tienen
mucho que ofrecer, pero primero tienes que abrirles tu corazón. Si eres amigo de tus
hermanos en los momentos difíciles, juntos buscarán al Señor y eso les traerá bendiciones.
Hay una gran fuente de brechas que se puede evitar: la zona de conflicto. Antes de
explicarte lo que es una zona de conflicto, vamos a ver un ejemplo.
Nuestras madres se quedan muy, muy, muy, muy enojadas cuando ponemos la toalla
mojada sobre la cama. Es cierto que no lo hacemos a propósito, ¿verdad? Es que, quizás,
mientras hacemos otras cosas, dejamos la toalla allí y nos olvidamos de que a mamá no le
gusta. ¿Y cuándo nos acordamos que dejamos la toalla encima de la cama? ¡Cuando nuestra
madre se enoja!
Mira, esto parece algo muy insignificante como para pensar que puede llegar a abrir una
brecha en tu relación con tu familia. Sin embargo, con el tiempo, al continuar haciéndolo,
nuestros padres se quedan muy infelices con nuestras actitudes y los regaños merecidos
vienen. Esto trae un desgaste innecesario para ellos y para nosotros mismos.
Siendo así, la zona de conflicto es un momento que nosotros mismos lo creamos y hace que
las probabilidades de conflictos sean más altas. Por lo general, ese momento se crea cuando
ignoramos las órdenes que nos dan nuestros padres sobre lo que consideran bueno y
correcto. ¿Y cómo huyo de la zona de conflicto? La salida está en 1 Pedro 3:11, que
dice: «Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala”.
¿Quieres tener días felices? Debes esforzarte. ¡Tener actitud! Aquí dice que tenemos
que buscar la paz y seguirla; esforzarnos por alcanzarla. ¿Has pasado por esa situación en la
que tus padres te dicen algo bueno y correcto para hacer, y lo terminas ignorando? Bueno…
es el momento de prestar atención, esforzarse por hacer aquello que consideran bueno
y correcto para tener derecho paz con ellos. Eso es lo que significa el cerrar de la brecha
de la zona de conflicto.
¡Si cierras los huecos en las zonas de conflicto ni bien los identificas, con el tiempo, tus
prácticas cambiarán y las orientaciones de tus padres, que antes te parecían imposibles, se
volverán posible! Tus problemas y conflictos van a terminar, ya que has buscado y luchado
por la paz en tu hogar. ¡Gracias al Señor!
Debemos ser comprensivos y conformarnos con lo que nuestros padres y el Señor nos dan.
A veces nuestros padres no tienen condición financiera para darnos ropa de marca o lo
último en tecnología. Quizás no sea muy caro pero, en ese momento, para tu padres, no les
es posible comprar. Cuando sabemos que la situación financiera no está bien en casa,
no debemos poner más presión sobre nuestros padres.
En primer lugar porque ya sufren esa presión por los medios de comunicación día a día. En
segundo lugar, podemos aprovechar este momento para tener una experiencia con el
Señor en oración. El Señor viste los lirios del campo de la mejor manera y es Él quien
alimenta a las aves del cielo. ¡Nosotros somos Sus hijos! ¿¡Cuánto más cuidará de
nosotros!? Sólo basta orar que Dios puede hasta superabundar.
Es importante recordar todo eso para animar a nuestros padres. Para satisfacer
económicamente lo que queremos -y que va más allá de nuestras necesidades-, nuestros
padres tienen que trabajar el doble, perder energía física, disfrute espiritual y, además, pasar
poco tiempo con nosotros.
Nuestros padres tienen limitaciones financieras, pero nos dan lo mejor. Es importante
saberlo para no obligarlos a comprometerse de más con el mundo del trabajo sólo para
satisfacer nuestros deseos egoístas. Además, al entenderlo, desarrollamos el valor de ir
al Señor y pedir que superabunden los recursos que nuestros padres ya tienen.
Además de no hacer lo que a nuestros padres no les gusta que hagamos, también debemos
hacer lo que les gusta. «¿Ese ítem incluye, lavar los platos, por ejemplo?» ¡Exacto! Es un
ítem muy práctico sobre la obediencia, del cual hablamos en el post anterior, que moldea
nuestro carácter.
Querido joven, somos instrumentos que el Señor desea usar. Somos como un vaso en el
cual cabe un contenido maravilloso, ¡Cristo! Pero, ¿cómo la gente va a beber de ese «vaso»
si está sucio o mordido en los bordes? Por más de que el contenido sea puro, ¿cómo podrá
la gente tocar en ese Cristo que está en nosotros, si humanamente no tenemos un carácter
adecuado? Si no podemos obedecer a nuestros padres para hacer las tareas de la casa,
nuestro testimonio se ve afectado.
Tal vez te sientas que es un poco injusto tener que obedecer y hacer muchas cosas que no
quieres, pero podemos ver en el ejemplo de José (historia de un joven muy especial del
Antiguo Testamento, que buscó al Señor), que sufrió mucho. Fue vendido por sus propios
hermanos a los egipcios como esclavo y hasta fue encarcelado injustamente. Pero ¡todas las
situaciones que parecían ser negativas lo prepararon para reinar!
Todo cambia cuando vemos las cosas de otra manera. Por eso, si queremos ser
vencedores, debemos aprovechar las oportunidades para que el Señor trabaje Señor en
nuestro carácter. Ya sea, por ejemplo, lavando platos, o el baño, ordenando el armario, o
barriendo… ¡todo esto ayuda a moldear nuestro carácter. Si tenemos un carácter
adecuado, ¡seremos útiles al Señor!
¡Que podamos buscar, delante del Señor, ser personas con un carácter trabajando y una
humanidad adecuada! Joven, recuerda: la mejor manera de predicar el Evangelio y ser
ayuda espiritual proviene de aquellos que son seres humanos adecuados. Por lo tanto,
busca a Dios y deja que trabaje en ti, para que puedas tener un testimonio que refleje un
carácter y una humanidad adecuada. Esto fortalecerá la manera en que predicas el
Evangelio y fortalecerá la calidad de ayuda espiritual.
Hablamos mucho de cómo debería ser nuestra actitud para con nuestros padres. Y sabemos
que, a veces, en un momento difícil, atareado o triste, ellos pueden decir cosas que nos
entristecen. Por ejemplo, si tus padres te dicen, «¡NUNCA ordenas tu cuarto!» o
«SIEMPRE se te olvida la luz encendida», no debes concentrarte en palabras fuertes. El
hecho de que hayan utilizado las palabras «siempre» o «nunca» no significa que
literalmente sea así. Es más como una expresión…
Cuando ellos repitieren esas palabras nuevamente, -si realmente te preocupas por cumplir
tus obligaciones como hijo- recuerda que fue la situación quien los llevó a usar esas
palabras. Nuestros padres se expresan mal a veces, pero ante esos comentarios
debemos reconocer nuestro valor y concentrarnos en las palabras positivas.
Esos detalles son los que hacen la diferencia. Cuando son para cosas positivas, marcan
positivamente. Pero cuando son cosas negativas, generan tristeza y raíces de amargura, que
pueden crecer en nosotros si alimentamos esos pensamientos negativos. Es por eso que
debes enfocarte en lo positivo. Debes extraer una lección positiva de las cosas
negativas. Por ejemplo, cuando tus padres te dicen que SIEMPRE se te olvida la luz
encendida, en realidad quieren decir que se te olvidó apagarla EN ESE MOMENTO. La
lección aquí es: apagar la luz en ese momento.
Es por eso que no te debes enfocar en lo negativo. Joven reconoce tu valor y enfócate en lo
positivo, entiende que tus padres se expresan mal a veces. Utiliza el espíritu que Dios te
dio, deja de lado los sofismas de los pensamientos negativos. Lleva tus pensamientos a ser
positivos y a someterse a la obediencia a Cristo (2 Co.10: 3-5). Eso revolucionará tu
relación con tus padres.