Muestra Temario1 Aux Admtvos AGE
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TEMARIO
AUXILIARES ADMINISTRATIVOS
Bloque I: Organización Pública
ADMINISTRACIÓN GENERAL DEL ESTADO
Ed. 2022
TEMARIO (Primera Parte)
Bloque I - Organización Pública
AUXILIAR ADMINISTRATIVO
Administración General del Estado
Ed. 2022
Tema 4. El Poder Judicial. El Consejo General del Poder Judicial. El Tribunal Supremo. La
organización judicial española.
Tema 8. La Administración General del Estado. Los Ministros. Los Secretarios de Estado.
Los Subsecretarios. La Administración Periférica del Estado. Órganos y competencias. Otros
órganos administrativos.
Tema 15. El presupuesto del Estado en España. Contenido, elaboración y estructura. Fases
del ciclo presupuestario.
Tema 16. Políticas de igualdad de género. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para
la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Políticas contra la violencia de género. La Ley
Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia
de género. Discapacidad y dependencia.
-o-o-o0o-o-o-
TEMA 1.‐ LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA DE 1978: CARACTERÍSTICAS.
LOS PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES Y LOS VALORES SUPERIORES. DERECHOS
Y DEBERES FUNDAMENTALES. SU GARANTÍA Y SUSPENSIÓN.
INTRODUCCIÓN
Tras las Elecciones Generales del 15 de junio de 1977, el Congreso de los Diputados ejerció la iniciativa
constitucional que le otorgaba el art. 3º de la Ley para la Reforma Política y, en la sesión de 26 de julio de
1977, el Pleno aprobó una moción redactada por todos los Grupos Parlamentarios y la Mesa por la que se
creaba una Comisión Constitucional con el encargo de redactar un proyecto de Constitución.
Una vez cerrado el texto de la Constitución por las Cortes Generales el 31 de octubre de 1978, mediante Real
Decreto 2550/1978 se convocó el Referéndum para la aprobación del Proyecto de Constitución, que tuvo
lugar el 6 de diciembre siguiente. Se llevó a cabo de acuerdo con lo prevenido en el Real Decreto 2120/1978.
El Proyecto fue aprobado por el 87,78% de votantes que representaban el 58,97% del censo electoral.
Su Majestad el Rey sancionó la Constitución durante la solemne sesión conjunta del Congreso de los Diputa-
dos y del Senado, celebrada en el Palacio de las Cortes el miércoles 27 de diciembre de 1978. El BOE publicó
la Constitución el 29 de diciembre de 1978, que entró en vigor con la misma fecha. Ese mismo día se publica-
ron, también, las versiones en las restantes lenguas de España.
-En 1992, que consistió en añadir el inciso "y pasivo" en el artículo 13.2, referido al derecho de sufragio
en las elecciones municipales.
-En 2011, que consistió en sustituir íntegramente el artículo 135 para establecer constitucionalmente
el principio de estabilidad presupuestaria, como consecuencia de la crisis económica y financiera.
1.1.- ANTECEDENTES
Las múltiples influencias de una Constitución derivada como la española de 1978 -además de aquellas
recibidas del constitucionalismo histórico español- hay que buscarlas preferentemente dentro de las nuevas
corrientes europeas que aparecen después de la Segunda Guerra Mundial, y en tal sentido ha recibido claras
influencias de otros textos constitucionales europeos, así como de diferentes Tratados de Derecho Interna-
cional:
• De la Constitución italiana de 1947 habría que destacar la configuración del poder judicial y sus
órganos de gobierno, o los antecedentes del Estado Regional Italiano.
1.1.- INTRODUCCIÓN
En España existen dos jurisdicciones: la ordinaria , integrada por los órganos de la jurisdicción ordinaria:
los juzgados y tribunales, y la jurisdicción constitucional, integrada por un solo órgano: el Tribunal Constitu-
cional.
La Constitución Española es la norma jurídica suprema. Se halla en la cúspide del ordenamiento jurídico y
además de vincular a todos los poderes públicos, posee una supralegalidad material que se traduce en la
exigencia de que todas las normas jurídicas deben ajustarse a ella. Y para garantizar esta supralegalidad se
hace necesario articular un mecanismo que determine la adecuación o no de las normas con rango de ley a
la Constitución, de donde surge la institución actual del Tribunal Constitucional, cuyo antecedente nacional
más inmediato es el Tribunal de Garantías establecido por la Constitución de 1931.
Las funciones atribuidas al Tribunal Constitucional como son la protección de la supremacía constitucional
y la consiguiente depuración del ordenamiento de las normas contrarias a los mandatos constitucionales,
se complementan con la protección de derechos fundamentales y la resolución de conflictos territoriales.
El Tribunal Constitucional está regulada en el Título IX de la Constitución (arts. 159 a 165), con el contenido
siguiente.
Los miembros del Tribunal Constitucional deberán ser nombrados entre Magistrados y Fiscales, Profeso-
res de Universidad, funcionarios públicos y Abogados, todos ellos juristas de reconocida competencia
con más de quince años de ejercicio profesional.
Los miembros del Tribunal Constitucional serán designados por un período de nueve años y se renova-
rán por terceras partes cada tres.
“Cortes Generales” es el nombre oficial del Parlamento español, compuesto de dos Cámaras: Congreso de los
Diputados y Senado. Este nombre es el tradicional en España pues las asambleas medievales de diversos
reinos peninsulares ya se denominaban Cortes. Y este es también el nombre que se mantuvo en la mayoría
de las constituciones del siglo XIX y el que han adoptado diversos Parlamentos autonómicos.
La importancia de las Cortes Generales como órgano del Estado deriva de que representan al pueblo español,
tal como establece el artículo 66.1 de la Constitución de 1978, que es el titular de la soberanía (artículo 1.2
de la Constitución).
La Constitución contiene disposiciones comunes para las dos Cámaras que componen las Cortes Generales
y disposiciones específicas para cada una de ellas.
Entre las disposiciones generales deben destacarse, además de su común definición como representantes
del pueblo español, las siguientes:
- la presupuestaria, que se materializa en la aprobación de los ingresos y gastos anuales del Estado;
- el control de la acción del Gobierno y el impulso político, que se instrumentan a través de diversos
procedimientos (preguntas, interpelaciones, mociones, comparecencias) y
-La declaración de ser inviolables las dos Cámaras, lo que impide adoptar medidas coercitivas contra las
mismas (artículo 72 de la Constitución).
-La prohibición de ser miembro de las dos Cámaras simultáneamente (artículo 67.1 de la Constitución).
-La prohibición de mandato imperativo para los miembros de ambas Cámaras, lo que significa que
Diputados y Senadores son libres para expresarse y votar, sin tenerse que someter a ninguna indicación
o instrucción. Lo cual no impide que voluntariamente los Diputados y Senadores acepten la disciplina
de su Grupo Parlamentario (artículo 67.2 de la Constitución).
El Poder Judicial es un poder del Estado que, de conformidad con el ordenamiento jurídico, es el encarga-
do de administrar justicia en la sociedad, mediante la aplicación de las normas jurídicas en la resolución
de conflictos. Por "poder", en el sentido de poder público, se entiende a la organización, institución o
conjunto de órganos del Estado, que en el caso del Poder Judicial son los órganos judiciales o jurisdiccio-
nales: juzgados y tribunales que ejercen la potestad jurisdiccional, y que suelen gozar de imparcialidad
y autonomía. Poder autónomo e independiente que ejercen jueces y tribunales, y cuyo órgano de gobier-
no lo constituye el Consejo General del Poder Judicial.
Este poder es el ámbito en el que se ejercen y dirimen las competencias y facultades del Estado en
materia de enjuiciamiento de las conductas de los ciudadanos y las autoridades que las leyes sancionan
como delitos o faltas, o consideran conforme a derecho. Abarca asimismo la facultad coactiva del Estado
para lograr la aplicación de las normas del derecho positivo.
Los principios básicos de la regulación constitucional respecto del Poder Judicial son:
• Principio de independencia; Los Jueces y Magistrados aplicarán las leyes y dictarán sentencia con
total objetividad, conforme a su conciencia e interpretación personal, sin ser coaccionados y al
margen de toda ideología política.
• Principio de inamovilidad: Los Jueces y Magistrados no podrán ser separados, suspendidos, trasla-
dado ni jubilados, sino por alguna de las causas previstas en la ley (art. 117.2).
• Principio de autonomía: Los Jueces y Magistrados administrarán el derecho con total imparcialidad,
la cual será garantizada por el Consejo General del Poder Judicial como órgano de gobierno.
• Principio de unidad jurisdiccional: Todos los jueces y tribunales constituirán una organización
judicial única, sin que sea lícita la creación de tribunales excepcionales.
• Principio de gratuidad de la Justicia: La Justicia será gratuita cuando así lo disponga la ley y, en todo
caso, respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos para litigar (art. 119).
INTRODUCCIÓN
El Gobierno constituye, junto con la Administración, el Poder Ejecutivo, y equivale al Consejo de Ministros,
y respecto del mismo la Constitución señala que el Gobierno dirige la política interior y exterior, la Adminis-
tración Civil y Militar y la defensa del Estado, ejerciendo la función ejecutiva y la potestad reglamentaria de
acuerdo con la Constitución y las Leyes.
Los principios que configuran su funcionamiento son tres: el principio de dirección presidencial, que otorga
al Presidente del Gobierno la competencia para determinar las directrices políticas que deberá seguir el
Gobierno y cada uno de los Departamentos; la colegialidad y consecuente responsabilidad solidaria de sus
miembros, y el principio de organización departamental que otorga al titular de cada Departamento (Ministe-
rio) una amplia autonomía y responsabilidad en el ámbito de su respectiva gestión.
Por su parte, la Administración Pública puede entenderse básicamente desde una perspectiva funcional o
de actividad y desde una perspectiva orgánica:
-Funcional.- En este sentido administración hace referencia a un concepto dinámico que se contrapone
a otras formas de manifestación del Poder Público, como la función legislativa o la jurisdiccional.
Atendiendo a su sentido etimológico o vocablo Administrar proviene del latín "ad ministrare” que significa
servir. El diccionario de Lengua Española, por su parte emplea el término administrar como equivalente a
gobernar, regir, o cuidar, y el administrador es la persona que administra bienes ajenos.
En consecuencia, Administración, por su raíz etimológica recoge dos ideas fundamentales: las de gestión y
subordinación, pues la función administrativa supone una actividad gestora (esto es, de realización de fines
mediante el empleo de medios pertinentes), y una actividad subordinada, en cuanto que esos fines y esos
medios vienen predeterminados por consideraciones superiores de tipo político. A ello se añade la nota de
alteridad, ya que la acción administrativa se ejerce, normalmente, respecto de bienes o intereses que no son
propios sino, muy al contrario, ajenos: los de la comunidad.
1.1.- CONCEPTO
El Gobierno Abierto es una nueva manera de entender la relación de la Administración con los ciudadanos,
el resto de administraciones públicas y las otras organizaciones de la sociedad (incluyendo las empresas).
Aporta una forma de relacionarse entre la Administración Pública y los ciudadanos que se caracteriza por
el establecimiento de canales de comunicación y contacto directo entre ellos:
-Entabla una constante conversación con los ciudadanos con el fin de oír lo que ellos dicen y solicitan,
toma decisiones basadas en sus necesidades y preferencias.
-Facilita la colaboración de los ciudadanos y funcionarios en el desarrollo de los servicios que presta y
comunica todo lo que decide y hace de forma abierta y transparente.
El Gobierno Abierto tiene como objetivo que los ciudadanos colaboren en la creación y la mejora de los
servicios públicos y en el robustecimiento de la transparencia y la rendición de cuentas.
A continuación se mencionan otras definiciones sobre Gobierno Abierto que ayudarán a comprender su
significado:
“El Gobierno Abierto surge como un nuevo paradigma y modelo de relación entre los gobernan‐
tes, las administraciones y la sociedad: transparente, multidireccional, colaborativo y orientado
a la participación de los ciudadanos tanto en el seguimiento como en la toma de decisiones
públicas, a partir de cuya plataforma o espacio de acción es posible catalizar, articular y crear
valor público desde y más allá de las fronteras de la burocracias estatales”.
"Gobierno Abierto se trata de una nueva cultura de la comunicación, un nuevo modelo organiza‐
tivo y la liberación del talento creativo dentro y fuera de los perímetros de la función pública. No
hablamos solo de tecnología, sino de una tecnología social y relacional que impulsa y estimula
una cultura de cambio en la concepción, gestión y prestación del servicio público".
1.‐ INTRODUCCIÓN
La transparencia, el acceso a la información pública y las normas de buen gobierno deben ser los ejes
fundamentales de toda acción política. Sólo cuando la acción de los responsables públicos se somete a
escrutinio, cuando los ciudadanos pueden conocer cómo se toman las decisiones que les afectan, cómo se
manejan los fondos públicos o bajo qué criterios actúan nuestras instituciones podremos hablar del inicio
de un proceso en el que los poderes públicos comienzan a responder a una sociedad que es crítica, exigente
y que demanda participación de los poderes públicos.
Los países con mayores niveles en materia de transparencia y normas de buen gobierno cuentan con institu-
ciones más fuertes, que favorecen el crecimiento económico y el desarrollo social. En estos países, los
ciudadanos pueden juzgar mejor y con más criterio la capacidad de sus responsables públicos y decidir en
consecuencia. Permitiendo una mejor fiscalización de la actividad pública se contribuye a la necesaria
regeneración democrática, se promueve la eficiencia y eficacia del Estado y se favorece el crecimiento
económico.
La Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno, tiene
un triple alcance: incrementa y refuerza la transparencia en la actividad pública –que se articula a través de
obligaciones de publicidad activa para todas las Administraciones y entidades públicas–, reconoce y garanti-
za el acceso a la información –regulado como un derecho de amplio ámbito subjetivo y objetivo– y establece
las obligaciones de buen gobierno que deben cumplir los responsables públicos así como las consecuencias
jurídicas derivadas de su incumplimiento –lo que se convierte en una exigencia de responsabilidad para
todos los que desarrollan actividades de relevancia pública–.
En estas tres vertientes, la Ley supone un importante avance en la materia y establece unos estándares
homologables al del resto de democracias consolidadas. En definitiva, constituye un paso fundamental y
necesario que se verá acompañado en el futuro con el impulso y adhesión por parte del Estado tanto a
iniciativas multilaterales en este ámbito como con la firma de los instrumentos internacionales ya existentes
en esta materia.
• TÍTULO PRELIMINAR
INTRODUCCIÓN
Desde el advenimiento del Estado de las Autonomías con la Constitución de 1978 conviven en España una
Administración General del Estado y otras tantas Administraciones de cada una de las Comunidades Autóno-
mas reconocidas.
La Administración General del Estado tiene como tarea ejecutar la política administrativa del Gobierno de
la Nación. Con el objeto de llevar a cabo este propósito, está organizada en Ministerios con sede central en
Madrid y con ciertos servicios periféricos a lo largo del territorio nacional, así como de agencias u organis-
mos públicos que poseen autonomía y que dependen de los distintos Ministerios.
En lo que se refiere al sistema de distribución de poderes entre el Estado y las Comunidades Autónomas, la
función actual de la Administración General del Estado está fundamentalmente relacionada con la ejecución
de las competencias exclusivas que le otorga el art. 149 de la Constitución, además de la aplicación de la
legislación y la planificación en distintos sectores de actividad, las relaciones con la Unión Europea, coopera-
ción con las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales, etc.
1.1.- INTRODUCCIÓN
Cada Comunidad Autónoma tiene su Estatuto de Autonomía, aprobado por ley orgánica, que es la norma
institucional básica de la Comunidad, reguladora de aspectos esenciales como la organización y el funciona-
miento de su Parlamento y de su Gobierno, las competencias que la Comunidad asume, su Administración,
las señas de identidad y los hechos diferenciales tales como la lengua o el derecho civil y las relaciones con
el Estado y con otras Comunidades Autónomas.
El reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas está basado en la distinción entre
las competencias exclusivas del Estado o de las Comunidades Autónomas, las competencias compartidas
entre el Estado y las Comunidades Autónomas y las competencias concurrentes, en las cuales tanto el Estado
como las Comunidades Autónomas pueden intervenir. Las competencias exclusivas comprenden la potestad
legislativa y la capacidad de ejecución, mientras que las competencias compartidas pueden implicar una
diferente distribución de la potestad legislativa y reglamentaria entre Estado y Comunidades Autónomas,
las cuales suelen disponer de la capacidad ejecutiva en estos casos. En caso de que se produzca un conflicto
de competencias, corresponde resolverlo al Tribunal Constitucional, como en otros Estados políticamente
descentralizados.
El sistema de gobierno de las Comunidades Autónomas es de naturaleza parlamentaria, siendo sus institucio-
nes básicas el Parlamento, el presidente de la Comunidad y el Gobierno autonómico.
Desde el punto de vista económico y financiero, las Comunidades Autónomas disponen de una gran autono-
mía de gestión, con capacidad para aprobar sus propios presupuestos anuales y para determinar sus recur-
sos propios mediante tributos, tasas y recargos. El sistema general de financiación de las Comunidades
Autónomas, que comprende además los tributos cedidos por el Estado y la participación en los tributos
estatales, se fija de forma multilateral por el Estado y las Comunidades Autónomas, garantizando a través
de diversos mecanismos financieros la solidaridad interterritorial y un nivel mínimo igual en la prestación
de los servicios públicos fundamentales en todo el territorio español. Además, la Comunidad Autónoma del
País Vasco y la Comunidad Foral de Navarra, disponen, en virtud de su régimen foral, de dos regímenes
Las principales instituciones responsables de la toma de decisiones en el seno de la Unión Europea son:
• El Parlamento Europeo, que representa a los ciudadanos de la UE y es elegido directamente por ellos;
• El Consejo de la Unión Europea, que representa a los Estados miembros individuales;
• La Comisión Europea, que defiende los intereses de la Unión en su conjunto.
Este «triángulo institucional» elabora las políticas y leyes que se aplican en la UE. En principio, la Comisión
propone las nuevas normas, pero son el Parlamento y el Consejo quienes las adoptan.
El Tribunal de Justicia vela por el cumplimiento de la legislación europea, y el Tribunal de Cuentas controla
la financiación de las actividades de la Unión.
• El Comité Económico y Social Europeo representa a la sociedad civil, los patronos y los empleados;
• El Defensor del Pueblo Europeo investiga las denuncias de los ciudadanos sobre la mala gestión de las
instituciones y organismos de la UE;
• El Supervisor Europeo de Protección de Datos protege la intimidad de los datos personales de los
ciudadanos.
Además, se han creado agencias especializadas para hacer frente a determinadas tareas técnicas, científicas
o de gestión.
Los poderes y las responsabilidades de las instituciones de la UE, así como las normas y los procedimientos
que deben seguir, se establecen en los Tratados constitutivos de la UE. Los Tratados son acordados por los
Presidentes o los Primeros Ministros de todos los países de la UE, y son ratificados por sus Parlamentos.
El art. 103 de la Constitución dispone que “la Administración Pública sirve con objetividad los intereses
generales y actúa de acuerdo con los principios de eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y
coordinación, con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho”.
Tras más de veinte años de vigencia de la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas
y del Procedimiento Administrativo Común, recientemente el poder legislativo ha llevado a cabo una reforma
del ordenamiento jurídico público articulada en dos ejes fundamentales: las relaciones «ad extra» (hacia
afuera) y «ad intra» (hacia dentro) de las Administraciones Públicas. Para ello se han impulsado simultánea‐
mente dos nuevas leyes que constituirán los pilares sobre los que se asentará en adelante el Derecho admi‐
nistrativo español: la Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, y la
Ley de Régimen Jurídico del Sector Público.
La Ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas constituye el
primero de estos dos ejes, al establecer una regulación completa y sistemática de las relaciones «ad extra»
entre las Administraciones y los administrados, tanto en lo referente al ejercicio de la potestad de autotutela
y en cuya virtud se dictan actos administrativos que inciden directamente en la esfera jurídica de los intere‐
sados, como en lo relativo al ejercicio de la potestad reglamentaria y la iniciativa legislativa. Queda así
reunido en cuerpo legislativo único la regulación de las relaciones «ad extra» de las Administraciones con
los ciudadanos como ley administrativa de referencia que se ha de complementar con todo lo previsto en la
normativa presupuestaria respecto de las actuaciones de las Administraciones Públicas, destacando especial‐
mente lo previsto en la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad
Financiera; la Ley 47/2003, de 26 de noviembre, General Presupuestaria, y la Ley de Presupuestos Generales
del Estado.
El objeto de la Ley 39/2015 es “regular los requisitos de validez y eficacia de los actos administrativos, el
procedimiento administrativo común a todas las Administraciones Públicas, incluyendo el sancionador y el de
reclamación de responsabilidad de las Administraciones Públicas, así como los principios a los que se ha de
ajustar el ejercicio de la iniciativa legislativa y la potestad reglamentaria” (art. 1.1).
1.1.- INTRODUCCIÓN
El nombre y los apellidos, la fecha de nacimiento, la dirección postal o de correo electrónico, el número de
teléfono, el DNI, la matrícula del coche y muchos otros datos que usamos a diario constituyen información
valiosa que podría permitir identificar a una persona, ya sea directa o indirectamente.
Los ejemplos sobre cómo puede tratarse nuestra información en la sociedad digital y los resultados que
ofrece son muy numerosos: algo tan simple como nuestra dirección de correo electrónico del trabajo suele
indicar quienes somos y en qué trabajamos y con ello una primera aproximación a nuestro perfil económico
y nuestros intereses profesionales
El derecho fundamental a la protección de datos es la capacidad que tiene el ciudadano para disponer y
decidir sobre todas las informaciones que se refieran a él. Es un derecho reconocido en la Constitución
Española y en el Derecho Europeo, que ha estado protegido en nuestro país hasta hace poco por la Ley
Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal, y actualmente se
encuentra regulado por el Reglamento General de Protección de Datos, que entró en vigor el 25 de mayo de
2018, y que establece las normas relativas a la protección de las personas físicas en lo que respecta al
tratamiento de los datos personales y las normas relativas a la libre circulación de tales datos. Más en
concreto, la Constitución española establece en su artículo 18 lo siguiente: “Se garantiza el derecho al honor,
a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”, añadiendo en su apartado 4 que “la Ley limitará el
uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno
ejercicio de sus derechos”.
La protección de las personas con respecto al tratamiento automatizado de datos de carácter personal se
desarrolló inicialmente por la Ley Orgánica 5/1992, de 29 de octubre (LORTAD). Con anterioridad a la
aprobación de este texto legal España había firmado el 28 de enero de 1982 el Convenio comunitario sobre
esta materia, aprobado y ratificado, para su entrada en vigor en el ámbito de nuestro país, el 1 de octubre
de 1985.
La Constitución Española de 1978 establece en su artículo 103.3 una reserva de ley para regular:
‐El estatuto de los funcionarios públicos que ha de contener sus derechos y deberes,
‐El acceso a la Función Pública, cuyos sistemas han de responder a los principios de mérito y capacidad,
‐Las peculiaridades del ejercicio del derecho a sindicación de los funcionarios públicos,
‐Sus sistemas de incompatibilidades y las demás garantías para la imparcialidad en el ejercicio de sus
funciones.
Esto significa que todas estas materias han de ser reguladas por norma con rango formal de Ley, sin que
puedan ser reguladas por una norma reglamentaria. Asimismo, el artículo 149.1.18 de la Constitución
establece como competencia exclusiva del Estado la de determinar las bases del régimen jurídico de las
AA.PP. y del régimen estatutario de sus funcionarios, que en todo caso garantizarán a los administrados un
tratamiento común ante ellas. Como consecuencia de lo establecido en este artículo se dictó lal Ley 30/1984,
de 2 de agosto, de medidas para la reforma de la Función Pública, que ha estado vigente en su mayor parte
hasta el Estatuto Básico del Empleado Público, aprobado por Ley 7/2007, de 12 de abril, que contuvo la
normativa común al conjunto de los funcionarios de todas las Administraciones Públicas, más las normas
legales específicas aplicables al personal laboral a su servicio, dando verdadero cumplimiento a lo estableci‐
do en el artículo 103.3 de la Constitución .
Como consecuencia de las diferentes modificaciones posteriores introducidas en el texto original de la citada
Ley, se ha aprobado un texto refundido que unifica e integra en un único texto legal las citadas modificacio‐
nes, derogando ‐entre otras‐ a la propia Ley 7/2007, de 12 de abril, norma que ha sido el Real Decreto
Legislativo 5/2015, de 30 de octubre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto Básico
del Empleado Público (en adelante EBEP).
El EBEP establece los principios generales aplicables al conjunto de las relaciones de empleo público,
empezando por el de servicio a los ciudadanos y al interés general, ya que la finalidad primordial de cual‐
quier reforma en esta materia debe ser mejorar la calidad de los servicios que el ciudadano recibe de la
Administración.
Derechos individuales.‐ Los empleados públicos tienen los siguientes derechos de carácter individual en
correspondencia con la naturaleza jurídica de su relación de servicio:
b) Al desempeño efectivo de las funciones o tareas propias de su condición profesional y de acuerdo con
la progresión alcanzada en su carrera profesional.
e) A participar en la consecución de los objetivos atribuidos a la unidad donde preste sus servicios y a
ser informado por sus superiores de las tareas a desarrollar.
f) A la defensa jurídica y protección de la Administración Pública en los procedimientos que se sigan ante
cualquier orden jurisdiccional como consecuencia del ejercicio legítimo de sus funciones o cargos
públicos.
i) A la no discriminación por razón de nacimiento, origen racial o étnico, género, sexo u orientación
sexual, religión o convicciones, opinión, discapacidad, edad o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social.
1.‐ EL PRESUPUESTO
Históricamente el peso del Sector Público en la economía se ha ido incrementando, surgiendo la necesidad
de intervenir ante los fallos que presentaba el mercado en otras épocas como eficiente asignador de los
recursos. De esta forma nació la necesidad de proveer bienes públicos puros -aquellos que presentan como
característica la no rivalidad en el consumo, o de consumo colectivo, y donde es imposible aplicar el principio
de exclusión (Ej: la defensa)- así como otros bienes con externalidades (Ej.: la sanidad).
El Estado va a desarrollar una serie de actividades, por lo que necesita recursos financieros para hacer frente
a los gastos que las mismas originan. Esta actividad económica del sector público es una actividad financiera,
y con el presupuesto se van a:
La aparición y generalización del presupuesto en las diversas economías estatales tiene lugar entre finales
del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Esta tardía aparición del presupuesto se debe a una serie de razones:
- Políticas: en la época medieval existía un fraccionamiento y dispersión del Estado, con un desconoci-
miento de las actividades económicas públicas.
Así nace el presupuesto a comienzos del siglo XIX con el fin de cumplir una serie de razones o funciones que
justifican su elaboración y ejecución:
a) Racionalizar la ordenación del conjunto de gastos e ingresos de las Administraciones Públicas ante
el volumen, magnitud y diversidad de las actividades públicas en el Estado moderno.
c) Servir de instrumento de la política económica, que se denomina dimensión funcional del presupuesto:
1.1.- INTRODUCCIÓN
La igualdad entre mujeres y hombres es un principio jurídico universal reconocido en diversos textos
internacionales sobre derechos humanos, entre los que destaca la Convención sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en
diciembre de 1979 y ratificada por España en 1983. En este mismo ámbito procede evocar los avances
introducidos por conferencias mundiales monográficas, como la de Nairobi de 1985 y Beijing de 1995.
La igualdad es, asimismo, un principio fundamental en la Unión Europea. Desde la entrada en vigor del
Tratado de Ámsterdam, el 1 de mayo de 1999, la igualdad entre mujeres y hombres y la eliminación de las
desigualdades entre unas y otros son un objetivo que debe integrarse en todas las políticas y acciones de la
Unión y de sus miembros.
Con amparo en el antiguo art. 111 del Tratado de Roma se ha creado un acervo comunitario sobre igualdad
de sexos de gran amplitud e importante calado, a cuya adecuada transposición se dirige, en buena medida,
la presente Ley. En particular, esta Ley incorpora al ordenamiento español dos directivas en materia de
igualdad de trato, la 2002/73/CE, de reforma de la Directiva 76/207/CEE, relativa a la aplicación del princi-
pio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en lo que se refiere al acceso al empleo, a la formación y
a la promoción profesionales, y a las condiciones de trabajo; y la Directiva 2004/113/CE, sobre aplicación
del principio de igualdad de trato entre hombres y mujeres en el acceso a bienes y servicios y su suministro.
El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo supuesto un paso decisivo, ha
resultado ser insuficiente. La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensio-
nes de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de
responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal,
laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, aquella «perfecta
igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros», según dijo John Stuart
Mill hace casi 140 años, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos.
Resultaba necesaria, en efecto, una acción normativa dirigida a combatir todas las manifestaciones aún
subsistentes de discriminación, directa o indirecta, por razón de sexo y a promover la igualdad real entre