Entrevista
Entrevista
Entrevista
Este primer capítulo del Manual de intervenciones en psicología clínica y herramientas para la evaluación y el
diagnóstico corresponde al tema entrevista, y se inaugura con él uno de los instrumentos prínceps del quehacer
psicológico. Desde que se ha tenido uso de ella, ha venido siendo conceptualizada con el propósito de aumentar su
confianza y validez como instrumento. Importada por la psicología a un marco teórico cualitativo, debió tener
respaldo en la práctica clínica para fortalecerse como instrumento de exploración de la psicología. En este capítulo se
presentan trabajos que hacen referencia a esas prácticas clínicas en las que se ha desarrollado, distintos tipos de
entrevista según el ámbito y la población con la que se realiza, si bien todas parten del concepto general de entrevista,
entre-ver a otro que demanda. El primer trabajo que se presenta, «La primera entrevista clínica psicológica en
servicios de salud», realiza un recorrido sobre la conceptualización del instrumento como primera entrevista en un
proceso que puede tener diferentes caminos y que justamente por ser la primera abre el campo de la escucha a la
comprensión y posibilita la intervención psicológica. El segundo trabajo, «La primera entrevista como producción
vincular», va a enfocar la entrevista como generadora del vínculo psicólogo-consultante, poniendo en juego todos los
constituyentes de la entrevista: motivos de consultas, demandas, transferencias. A continuación, «La entrevista de
juego», la técnica por excelencia en el trabajo con niños, presenta conceptos propios como el de la importancia del
juego en el desarrollo psicológico y en la formación del psiquismo, generando así una modalidad de comprensión de la
conflictiva infantil y por lo tanto de intervenir sobre ella. Se ha tenido que adecuar además a los diferentes momentos,
dado que los requerimientos epocales llevan consigo distintos tipos de juegos y juguetes. «La entrevista con
adolescentes», por su parte, también ha tenido que acompañar estos cambios y rápidamente incluir las innovaciones
tecnológicas en el manejo del instrumento: las problemáticas adolescentes, así como las modalidades de sufrimiento
de los jóvenes, de sus padres son también diferentes, los contextos históricos familiares así lo determinan. Por último,
«La entrevista con padres», en la que estos pasan a ser portavoces del consultante, así como protagonistas de la
consulta por ese niño que denuncia a través de su síntoma un funcionamiento familiar que produce sufrimiento. Las
características de la técnica de la entrevista con padres representan para el clínico un desafío ético y técnico que
merece un recorrido especial.
La primera entrevista clínica psicológica en servicios de salud Mag. Ps. Ana Luz Protesoni1 entrevoir:
verse el uno al otro La entrevista psicológica en un sentido amplio implica un encuentro entre un sujeto (uno o
muchos) y un psicólogo. Es esta una de las herramientas privilegiadas de la psicología, que se utiliza en diversos
ámbitos (laboral, educacional, social, comunitario) y muy especialmente en el de la clínica psicológica, al cual se
referirá este capítulo. El surgimiento de la clínica psicológica es inmanente al desarrollo disciplinar, aparece
entrelazada con el método clínico y este a su vez con la entrevista. Emerge una clínica vinculada al ámbito del
diagnóstico, de la evaluación, de la psicoterapia, aplicada a áreas tales como el fracaso escolar o los desvíos
psicológicos (la psicopatología). Las nuevas políticas desarrolladas a partir del Sistema Nacional Integrado de Salud
(snis) y concretamente del Plan Nacional de Salud Mental (2012) tienden a ampliar la asistencia en sus diferentes
niveles y a promover la implementación de: … intervenciones psicosociales y abordajes psicoterapéuticos, en el
entendido [de] que estos se basan en la relación profesional y humana de uno o varios usuarios con uno o varios
técnicos, utilizando determinados procedimientos psicológicos y conocimientos sobre el psiquismo para promover
cambios, buscando aliviar un sufrimiento o favorecer el desarrollo de la persona y de sus vínculos. (p. 2) La entrevista
psicológica vuelve a quedar colocada en un lugar privilegiado dentro de los «procedimientos». Específicamente a
través de la entrevista clínica se apunta a recepcionar el o los padecimientos, comprender qué le pasa al sujeto que
consulta, elaborar hipótesis sobre la etiopatogenia de la problemática, definir cuál es la mejor estrategia de
tratamiento para su resolución, generando una orientación. Pero para que todo esto sea posible, se debe construir en
la instancia de entrevista un vínculo apropiado. En un contexto creciente de los servicios de salud mental, de
ampliación de la población que accede a primeras entrevistas psicológicas y por lo tanto de planteamiento de nuevas
problemáticas y modos de intervención psicológica, cabe preguntarse sobre la adecuación de ese instrumento
prínceps: la entrevista. Este artículo plantea una revisión bibliográfica sobre los desarrollos con relación a la entrevista
psicológica en servicios de salud, tomando como eje los fundamentos teóricos y las características técnicas de la
primera entrevista psicológica.
Herencias constitutivas de la entrevista clínica Como se refería en el apartado anterior, la entrevista clínica psicológica
nace en el contexto de la evaluación, el diagnóstico y los tratamientos, y posteriormente va ganando especificidad
adaptándose a ámbitos y problemáticas determinados. Su desarrollo tiene dos vertientes, una vinculada al
diagnóstico, con una fuerte incidencia de la entrevista exploratoria, originada en la psiquiatría de orientación
biológica. Otra vertiente se vincula al campo del tratamiento psicológico-psicoanalítico, en la que se busca a partir de
la entrevista reconstruir escenarios en los cuales se actualizan relaciones objétales a partir de los juegos
transferenciales entre paciente y psicoterapeuta. Kraepelin (1999) inaugura la entrevista clínica diagnóstica en su
interés por explorar minuciosamente los síntomas de los pacientes, clasificar los trastornos mentales, apuntando a
reconstruir la historia clínica del consultante. Para Freud (1980) y el psicoanálisis, la entrevista es un medio para
fomentar la comunicación espontánea, la asociación libre, recabar información y, por, sobre todo, «curar». Los
aportes de la entrevista diagnóstica exploratoria psiquiátrica se entrelazan con los desarrollos del psicoanálisis y
viceversa. La entrevista se va nutriendo y conformando tomando de fuentes diversas, la «anamnesis» de Deutsch
(1939), la entrevista biográfica de Sullivan (1954). En los años 70, el conductismo acentúa la valoración de la entrevista
como instrumento para el análisis funcional de la conducta y propone un manejo metodológico que garantice
fiabilidad y validez (Kanfer y Saslow, 1965). Aparecen las entrevistas estandarizadas con propósitos diagnósticos, como
la scid (Structured Clinical Interview for dsm-iv Axis I Disorders, scid-i) (First, Spitzer, Robert, Gibbon y Williams, 1996),
con el fin de asegurar que el entrevistador pueda, a través de su técnica, llegar a conclusiones diagnósticas fiables o
formular hipótesis de intervención válidas. Por su parte, desde el psicoanálisis (en sus diversas perspectivas) se
continuó generando aportes al campo de la entrevista. Balint (1961) aporta el análisis de la contratransferencia.
Janssen (1994) aporta una técnica psicoanalítica de primera entrevista que combina la entrevista psicoanalítica, la
anamnesis biográfica y un diagnóstico de desarrollo psicoanalítico. Laimbock (2000) diferencia entre conducir
psicoanalíticamente una entrevista y diagnosticar. Doering y Schussler (2004) describen una primera entrevista
psicodinámica como una secuencia de la primera entrevista psicoanalítica, la evaluación psicopatológica exploratoria y
la anamnesis biográfica. Kernberg (1981) elabora una entrevista estructural para pacientes limítrofes cuyo objetivo es
comprender el nivel estructural del paciente; en ella intercala secciones estructuradas exploratorias y otras no
estructuradas, y pone el foco en las relaciones interpersonales y la transferencia.
Para dar cuenta del estado actual con relación a la entrevista clínica psicológica, se procedió a una revisión de artículos
y libros de habla hispana y portuguesa del año 2000 al 2015 en los cuales se hiciera referencia a la entrevista
psicológica y las herramientas teóricas y técnicas. Se encontraron tres manuales de entrevistas con fines didácticos. El
manual del Diagnóstico psicodinámico operacionalizado (Cierpka y grupo de trabajo opd2, 2008) tiene un apartado
referido a la entrevista inicial. Esta tiene un claro objetivo diferencial que es determinar qué tipo de terapia es
apropiada para un paciente en particular. La entrevista opd pertenece a la cuarta generación de entrevistas
psicodinámicas (Dahlbender, 2004) y tiene la cualidad de ser una entrevista cíclica, multiaxial y multimodal. Cíclica
porque pasa del formato no estructurado al estructurado con alternancia. Comienza con un formato abierto y
propone una actitud básica psicoanalítica cuyo fin es activar las relaciones objétales infantiles en la transferencia-
contratransferencia. Va promoviendo la circulación entre momentos exploratorios y estructurados con el fin de ir
obteniendo elementos de la anamnesis biográfica y detectando síntomas psicopatológicos a los efectos de recabar
información sobre los sistemas diagnósticos de los ejes del opd2, dsm iv y cie - 10.2 Es una entrevista multiaxial en
tanto toma como referencia para la escucha, el análisis y las intervenciones los cinco ejes del opd2: I) vivencia de
enfermedad, II) patrón relacional central, III) conflicto, IV) estructura y V) diagnóstico sindromático. Se la considera
una entrevista multimodal en tanto integra el modelo psicodinámico y el modelo biológico. Propone la utilización de
intervenciones de tipo aclaratorias, confrontativas o interpretaciones con un fin exploratorio de las posibilidades
estructurales del paciente. Finaliza con una devolución en la que se resume la problemática, se construye una
hipótesis y se define una estrategia de intervención que se considera adecuada para ese momento en ese paciente. El
manual coordinado por Perpiñá Tordera (2012), elaborado por psicólogos clínicos de diversas universidades de
España, pretende generar un ordenamiento con relación a la entrevista. Esta es considerada una herramienta de alta
«complejidad y versatilidad en tanto no solo se limita al campo de la evaluación y el diagnóstico, sino que cumple
otras muchas finalidades» (p. 5). Parte de una definición amplia y genérica de la entrevista psicológica como
instrumento que persigue fines de diagnóstico, evaluación, derivación, orientación e intervenciones. Toma autores de
diversas procedencias teórico-técnicas, pero básicamente de teorías dinámicas, fenomenológicas y cognitivo-
comportamentales. Sintetiza algunos elementos del encuadre tales como el espacio físico y el mobiliario de la
entrevista, el manejo del tiempo y las modalidades de registro. Plantea los juegos de roles en la entrevista, de
interacciones psicólogo-paciente como aquello que posibilita generar empatía y rapport, elementos sustanciales junto
con la comunicación verbal y no verbal. Detalla de las herramientas técnicas de la entrevista la escucha activa y el
saber intervenir. Clasifica las intervenciones en no directivas (paráfrasis, reflejo de emociones, recapitulación,
clarificación, autor revelación) y directivas (indagación, interpretación, confrontación, afirmación, información,
orientación). Los objetivos que plantea para la entrevista clínica refieren a la evaluación, el diagnóstico, la resolución
de un problema y una función terapéutica. Finaliza el manual con los diferentes tipos de entrevista según ámbitos:
salud, selección de personal, marketing, educación. El manual sobre entrevista inicial de la Asociación Mexicana de
Alternativas en Psicología (amapsi) (Cabrera, Rojas, Vargas y Díaz, 2006) tiene la finalidad de desarrollar competencias
(habilidades, conocimientos y destrezas) en torno a la entrevista, pautando una guía para su entrenamiento. Plantea
que la entrevista clínica tiene por objetivo explorar la problemática del paciente y los recursos con los que cuenta para
identificar los factores que generaron el problema y aquellos que lo mantienen. La finalidad de la entrevista es crear
alternativas de solución y generar estrategias de intervención. El manual provee fichas que van pautando y
secuenciando la información a recabar: datos personales; motivo de consulta; anamnesis; cuadro clínico; factores
desencadenantes; soporte familiar, social, laboral; conclusiones (descriptivas e hipotéticas); pronóstico (con y sin
psicoterapia); análisis semiótico. En la búsqueda realizada se encontraron seis artículos que trabajan sobre la
entrevista centrándose en algún aspecto conceptual. Cinco de ellos refieren a la entrevista inicial de tratamientos y
uno a la entrevista como herramienta de evaluación no tipificada, entre otras herramientas como la observación. El
artículo de Silveira, Silvares y Marton (2005) se centra en la alianza terapéutica como elemento fundante de cualquier
otra intervención posterior. La construcción de una alianza terapéutica requiere entrenamiento, según constatan en la
investigación realizada, en la que analizan los resultados obtenidos de entrevistas hechas por estudiantes de inicio de
la formación y aquellas realizadas por profesionales con experiencia. Constataron una mayor adhesión a los
tratamientos en los pacientes atendidos por profesionales experientes en su primera entrevista. Maffiol y Mateus
(2008) destacan y profundizan sobre la comunicación y la relación interpersonal que se establece entre los sujetos de
la consulta como elemento sustancial. Definen un modelo meta posicional a tener en cuenta en las entrevistas. Otros
artículos refieren a la entrevista psicodinámica, tales como el de Yasky (2005), el de Figueroa (2003) o el de Vieira de
Almeida (2004), que sistematizan autores fundantes de orientación psicoanalítica destacando aspectos relevantes de
la entrevista a los efectos de garantizar el éxito en el inicio de una psicoterapia. Yasky destaca la importancia de
trabajar sobre el motivo de consulta y valorar si están dadas las condiciones para que el paciente inicie un
tratamiento. Figueroa revaloriza la entrevista inicial destacando que en ella se genera un material original e irrepetible
al que hay que estar atento a los efectos de no perder la oportunidad de entender los conflictos ocultos más decisivos.
Se encontró un solo artículo referido a la entrevista como herramienta de evaluación no tipificada (Piacente, 2009). Se
encontraron diez artículos referidos a la entrevista clínica psicológica como herramienta utilizada ya sea en ámbitos
específicos (forense, salud mental, hospitales, perinatal), ante problemáticas particulares (drogodependencia,
tartamudez), o en función de la población objetivo (pareja, familia, niños). Cada uno de los artículos desarrolla alguna
herramienta específica vinculada con el ámbito, la problemática o la población asistida, que integra a un marco
referencial básico de entrevista clínica psicológica. Vilariño Vázquez, Arce Fernández y Fariña Rivera (2013) proponen
un ajuste en la entrevista clínica a los efectos de cumplir con los objetivos de la evaluación forense. Estos son:
diagnosticar el daño psicológico (trastorno de estrés postraumático, tep), realizar un diagnóstico diferencial de
simulación y establecer una relación causa-efecto entre los hechos denunciados y el daño. Para tales fines incluyen
dos herramientas: la reinstauración de contextos y el recuerdo libre, y un sistema categorial metódico de análisis de
contenido para el diagnóstico del daño psicológico y diferencial de simulación. Para el ámbito de la salud mental,
Pereyra (2010) revaloriza el arte del interrogatorio, proponiendo elasticidad al tiempo que un ordenamiento
elemental de las preguntas destinadas a conocer la orientación auto psíquica del paciente, su orientación en tiempo y
lugar, su conciencia de la situación y la noción que posee de su enfermedad Salamero Baró, Peri Nogués y Gutiérrez
Ponce de León (2003) desarrollan las particularidades de la entrevista en el ámbito hospitalario. Oiberman (2000)
reformula la entrevista psicológica incluyendo un diseño óptico para el diagnóstico en situaciones perinatales. Con
diseño óptico pone especial énfasis en la observación pautada del vínculo madre-hijo en las primeras horas. Ferreira y
Barbieri (2009) plantean, ante la problemática de un paciente afásico (niño), incluir en la entrevista inicial recursos
para la evaluación tales como relatos de historias y dibujos que son analizados a partir de referentes psicoanalíticos.
Maganto Mateo y Cruz Sáez (2003) también incluyen en la entrevista inicial técnicas específicas para valoración en la
atención a pacientes con consumo problemático de sustancias. Otro grupo de artículos refieren a la especificidad de la
entrevista clínica con parejas, familias o niños. Tapia-Villanueva y Molina (2014) plantean la construcción de un vínculo
empático como un elemento central en la entrevista clínica con parejas. Fundamenta que es a través de este que se
puede favorecer la formación de un sistema terapéutico intersubjetivo y tríadico. Otro de los aspectos que destacan
es la coconstrucción del motivo de consulta, la definición en conjunto con la pareja del problema que viven desde una
perspectiva relacional, lo cual implica la identificación de las pautas interacciónales. Nonato Machado, Féres-Carneiro
y Seixas Magalhães publican dos artículos (2005 y 2011) en los que trabajan sobre la entrevista clínica familiar. En uno
describen la aplicación del arte-diagnóstico familiar (adf) como un instrumento de evaluación y construcción de la
demanda familiar, aproximando las motivaciones individuales de cada integrante, con el fin de crear una demanda
conjunta. En el otro artículo profundizan en la noción de demanda familiar compartida y su construcción a partir de la
queja explícita con la que llegan a la consulta. Silva (2002) sistematiza en su artículo los fundamentos de la entrevista
de juego en el niño y los sistemas de análisis en el psicoanálisis.
Conclusiones
La entrevista es la herramienta principal del psicólogo clínico, pues tiene la cualidad de ser versátil y flexible, se
moldea según la finalidad, se adapta a las necesidades del entrevistado y al estilo personal del entrevistador. La
entrevista clínica psicológica conjuga herencias divergentes y se nutre de múltiples fuentes. El rastreo bibliográfico da
cuenta de que los objetivos con los cuales se utiliza la entrevista desde el año 2000 siguen siendo afines a aquellos que
dieron lugar a su origen: evaluación, diagnóstico y tratamiento. Pero su campo de aplicación no solo se ha
multiplicado en cantidad, sino también en multiplicidad, requiriendo desarrollos ajustados a las especificidades
conquistadas de acuerdo a las problemáticas y los ámbitos de inserción de la clínica psicológica. La entrevista aparece
como una herramienta para conocer quién es ese sujeto que consulta: qué le pasa (diagnóstico) y a qué se debe su
sufrimiento (etiopatogenia), pero también se la plantea como un instrumento que permite discernir qué tipo de
intervención es la más ajustada. Por otro lado, se constata que la entrevista ha ganado en especificidad, adosando al
marco general instrumentos cada vez más precisos Universidad de la República 16 según la población a atender, las
problemáticas que plantean los consultantes y el ámbito clínico. Parecería que la primera entrevista clínica psicológica,
la entrevista inicial, se ha constituido en sí misma en un recurso de resolución que no necesariamente conduce a
procesos diagnósticos o terapéuticos. Estas transformaciones podrían estar dando cuenta de requerimientos de
resolución de problemáticas clínicas en la puerta de entrada misma de la consulta. Indagar sobre estas cuestiones que
interpelan al instrumento en sus aspectos teóricos y técnicos será el objetivo del trabajo de campo que se propone
esta investigación que está en curso. Objetivos del artículo
• Dar cuenta del estado del arte con respecto a la entrevista clínica. Luego de leer este capítulo, usted podrá contestar
estas preguntas: ¿Por qué se puede considerar la entrevista como la herramienta prínceps del psicólogo clínico?
¿Cuáles son las dos herencias que diagraman los tipos de entrevistas clínicas? ¿Qué indica el estado del arte con
respecto a la entrevista clínica?
Mag. Ps. Sandra Sena Una situación vincular tiene algo de imprevisible y cada uno deberá enfrentar sus vicisitudes. I.
Berenstein, Del ser al hacer, 2007. La entrevista clínica es una técnica ampliamente reconocida tanto para la consulta
psicológica en sus diferentes ámbitos como para la investigación. Mucho se ha escrito sobre ella, las modalidades
posibles, sus diferentes usos, su encuadre, los roles durante su desarrollo, los fenómenos transferenciales y
contratransferenciales. Con referencia al ámbito clínico es un instrumento de gran versatilidad y plasticidad, que
puede ser adaptado a una variedad de situaciones clínicas. Se utiliza en general como primera aproximación a una
consulta, ya que es la técnica elegida para el primer encuentro con un consultante. Con respecto a este primer
encuentro y en el marco de una consulta psicológica tal como la define Abel Fernández (1994), los estilos posibles para
llevarla adelante se relacionarán con los contenidos a explorar, así como con los objetivos atribuidos a ella. Dos
aspectos que parecen ineludibles serían el motivo de consulta y la demanda; son las características del consultante,
sea este una persona o un grupo, lo que definirá los aspectos técnicos a emplear. La forma que adquiera esa primera
entrevista promoverá un tipo de vínculo consultante psicólogo, lo que permitirá una mayor o menor expresión del
primero de las ansiedades despertadas por su padecer a la vez que por el primer encuentro con el profesional. Las
características del vínculo que se inaugura serán uno de los aspectos que incidirán en la concreción de los objetivos a
plantearse para el proceso de consulta, ya sea como un facilitador o como un obstáculo. Fernández Ballesteros (2011)
entiende que el primer encuentro puede tener la característica de ser más o menos estructurado, de acuerdo con los
objetivos y el contexto en el que se desarrolla, así como con la forma en que se busca configurar ese espacio y la
participación de quien consulta. Considera que la calidad de la información obtenida, refiriéndose a la información a
recabar sobre la situación de consulta, variará de acuerdo al nivel de estructuración de la entrevista, y establece que la
entrevista estructurada será la que realizará un mayor aporte en este sentido. ¿Cuál será entonces el objetivo de una
primera entrevista? ¿Recopilar información? ¿Qué tipo de información? La utilización de este formato estructurado
implica un determinado posicionamiento epistemológico del profesional respecto de su lugar en ese espacio y por
ende del espacio «cedido» al consultante. Predispone una escucha determinada, pautada, restringida y seguramente
preestablecida con anterioridad al encuentro. Deja por fuera, recorta desde un antes, condiciona desde la escucha y
puede ser utilizada por el psicólogo como una forma de ampararse en su campo de saber.
• Denominaremos consultante a la o las personas que participan en una consulta psicológica, diferenciándolo de
denominaciones como paciente, analizado, que corresponden a otros encuadres de trabajo.
• La noción de vínculo ha sido ampliamente trabajada en las teorizaciones del psicoanálisis vincular. En este marco se
atribuye particular importancia al espacio intersubjetivo, diferenciándolo de las relaciones de objeto o espacio
intersubjetivo. Lo vincular requiere del «efecto de presencia», ya que la imposición que surge de él obliga a un hacer.
• Para profundizar en este tema, se sugieren Pachuk y Friedler (1998), y Berenstein (2004).
Adhiero a un modelo de entrevista inicial menos estructurado, es decir, abierto. La entrevista abierta ofrece un
espacio que pretende ser maleable, plástico, y se acompaña de una escucha también flexible, que promueve el
despliegue del sufrimiento a la vez que las explicaciones que ha construido quien consulta respecto al origen de sus
malestares. Nos permitirá aproximarnos a los recursos intelectuales y emocionales con que cuenta, así como
reposicionar el motivo de consulta manifiesto, aportando a la comprensión de los aspectos menos manifiestos de la
problemática presentada, además del acceso a otros niveles para la comprensión del malestar. Un aspecto central de
este primer encuentro es el referido a la producción vincular que allí se gesta. La producción de un vínculo es una
instancia «singular e irrepetible» (Berenstein, 2007: 118). Se jugarán aspectos del consultante, área esta que ha sido
bastante estudiada, proponiéndose desde la literatura científica distintas formas de abordar los diferentes
funcionamientos psíquicos, diferentes momentos vitales y evolutivos. Sin embargo, suele atribuirse menos
importancia a los aspectos aportados por el psicólogo. Se jerarquizan el marco teórico, la formación específica, la
psicoterapia personal, y quedan en segundo plano algunos aspectos más subjetivos, tales como las fantasías respecto
de la consulta y el consultante que se despliegan desde la derivación o la llamada, los estilos personales, las
circunstancias vitales por las que transita. Históricamente los estudiosos (Bleger, 1984; Siquier de Ocampo, 1987;
Lunazzi, 1992) que han teorizado sobre la entrevista abierta han jerarquizado que esta permite que el consultante
configure el campo, como si la participación del psicólogo se limitara a un rol de mero «observador» o «evaluador»
cuya presencia no tuviera incidencia. Algunos otros le otorgan un lugar de observador participante (Veccia, 2008) e
indican que su presencia introduce modificaciones, las que influyen «en el campo de observación» (p. 26). En esta
línea de reflexión expresa Hornstein (2012): «La iniciación de un análisis supone la interrelación de dos historias. Es
obvio que el analizado trae la suya. En cambio, suele escabullirse que el analista la trae. Una historia personal, teórica,
analítica, práctica, institucional y social» (p. 8). Reflexión pertinente y aplicable al inicio del vínculo consultante-
psicólogo, que podrá constituirse en una instancia inaugural o inscribirse como una mera repetición que se incluya en
una continuidad para ambos. Este último aspecto se relacionaría con la utilización de una estrategia formateada, que
no considere las particularidades de ese consultante y para Comisión Sectorial de Enseñanza 21 esa situación de
consulta con un psicólogo que anteponga un marco teórico de referencia al encuentro posible. Continuando con las
expresiones de Luis Hornstein (2012): «Las teorías, cuando se las congela para conservar la identidad, son solo
contraseñas» (p. 10). Vale la pena preguntarse si de esta forma sería posible constituir una instancia con potencial
subjetivante, o si iríamos en la línea de la destitución de la subjetividad promoviendo un lugar objetalizado. Marcelo
Viñar (2001), quien trabaja sobre la construcción de la narrativa histórica, resalta la importancia para esta del
encuentro, de lo intersubjetivo, en la determinación de la producción de ese relato, y señala que este variará de
acuerdo con a quién vaya dirigido, a quién sea el interlocutor. Este es un aspecto para tener en cuenta cuando
problematizamos el encuentro consultante-profesional, en el que adquiere significación el otro concreto que participa
en la configuración de esa situación particular, variando la potencia del encuentro, que será influenciado por el estilo
personal de cada psicólogo, además de por el género, la edad, entre otros. La historización del padecer, o cuando
menos de la preocupación que trae a una persona a una situación de consulta, se configura en un espacio, un tiempo y
una relación con un determinado profesional. Se construye con un otro y para un otro. La escena que se desarrolla
toma cuerpo en ese «entre» y es inseparable de él. Este «entre», tal como lo piensa Tortorelli (2006), solo existe y
puede ser construido por la presencia de esos actores, y es exclusivo de ese vínculo, de ese espacio, de ese encuentro
y sus vicisitudes. Este «entre» une y separa a la vez y se establece en encuentro y diferencia. La situación de consulta
configura un borde donde uno no existe sin el otro. Esta autora propone «pensar no lo vincular sino desde lo vincular»
(Tortorelli, 2006: 185). Continúa diciendo sobre el final de su desarrollo que debemos pensar «lo vincular como
producción y no como relación» (p. 192). Y concluye: Devenir o diferir —por tomar dos propuestas diferentes— no
implican elementos previos o ya constituidos puestos luego en movimiento o en relación. Esta es la razón por la cual lo
vincular no parece poder asimilarse ni a lo inter-subjetivo ni a lo relacional. Devenir o diferir —este ir y venir
irreductible— constituye, a la vez que destituye, «aquello» que, se supone, difiere. Así, uno nunca será el término de
una relación sino el efecto de un proceso de diferenciación, perpetuo, polémico y por siempre hospitalario. (p. 193) Lo
vincular no tiene lugar por fuera del sujeto, no lo rodea o lo envuelve; dado que el sujeto es producción del vínculo,
este es constituido y destituido en él y no frente a él o por fuera de él, ya que «los vínculos son simbolizaciones
abiertas que en el choque de repetición y diferencia permiten la emergencia de lo nuevo» (Hornstein, 2012: 11).
Pensar el encuentro consultante-psicólogo desde una perspectiva vincular reposiciona el lugar del profesional
respecto de la forma en que históricamente se ha pensado, trayendo al foco que su presencia produce efectos en el
consultante, ya que la presencia «impone»; al decir de Berenstein (2007), se necesita hacer algo con eso, requiriendo
de un trabajo que considera bidireccional. Expresa en ese sentido: «Al encontrarse se desencadena un “hacer” desde
el Dos» (p. 31), lo que conduce a una incertidumbre, ya que lo que se producirá es desconocido e inédito. Esta
incertidumbre también afecta al psicólogo, es una situación que impone un trabajo, lo que constituirá condición de
oportunidad para el surgimiento de algo nuevo, y destaca como fundamental la posibilidad de producir algo novedoso
en un encuentro clínico
¿Quiénes deben venir a ese primer encuentro? Es posible que nos consulten quiénes deben participar en ese primer
encuentro, desde el primer contacto, que puede ser a través de una llamada telefónica, aspectos que algunos autores
conceptualizan como pre-texto (Fernández Ferman, 1994). ¿Definimos quiénes llegan a una primera entrevista? Esto
es posible. Puede definirlo el profesional, o podemos devolver el nivel de decisión al consultante. Cualquiera de estas
opciones puede ser válida, siempre que se fundamente en una hipótesis y/o una metodología de trabajo. Lo
importante es que cualquiera sea el posicionamiento elegido por el psicólogo, este generará efectos. En general
prefiero dejar en el terreno del consultante la definición de quiénes llegan a un primer encuentro. Quiénes lleguen y
cómo lleguen a una primera entrevista configura una escena única e irrepetible que permitirá visibilizar algunos
aspectos del nudo problemático que los convoca a la consulta. Me parece interesante ejemplificar este punto con una
viñeta: En un servicio oficial abierto a la comunidad y relacionado con el Instituto de Niño y el Adolescente del
Uruguay, donde generalmente se atiende con horas previamente agendadas, recibo el siguiente planteo: «Viene un
papá joven con su hijo, un niño que debe tener unos cinco años, el niño viene llorando a mares, el padre dice que no
puede con él, que no le hace caso, que lo trajo para que vea que existen lugares como este. ¿Los podés atender?».
Accedo a la solicitud y entonces se me pregunta: «¿Los hago pasar a los dos?». Esta pregunta se inscribe en el hábito
de que generalmente hago pasar a todos los que se sienten convocados al encuentro, como indicaba unos párrafos
más atrás. Sin embargo, en esta situación elijo responder que pase solo el padre. Esta decisión se fundamenta en una
reflexión: un padre desbordado posiblemente comenzará la entrevista con una catarsis; un niño angustiado y pequeño
que no debe recibir todo ese desborde que podría incluir expresiones negativas respecto de él. Por otra parte, no sé si
podré contener a ese padre (en la medida en que no lo conozco), o cuánto tiempo me llevará lograrlo, así que decido
evitar al niño esa situación. El recorte que se realizó de la situación produjo una escena que permitió visibilizar algunos
aspectos al tiempo que invisibilizó otros. Tuvo que ver con lo que disparó la escena descrita, que operó como pre-
texto, y la escucha que como profesional se pudo realizar de ella. Estos aspectos que se jugaron, ligados a una
determinada posibilidad de escucha, posibilitaron la configuración de un particular escenario. Otra y desconocida es la
escena que podría haberse desarrollado de haber sido otro el profesional, otra la escucha posible. Quizás otro
profesional habría resuelto atender a ambos, o solo al niño, o incluso pedir que se les diera una hora para otro
momento. Lo que se pretende resaltar con esta viñeta es el hecho de que toda decisión o acción que se realice tiene
efectos, que debemos detectar e intentar comprender, como también que no existe un modelo único para resolver
una situación de consulta, sino que cada situación exige una reflexión y la elección de la estrategia que pueda parecer
más oportuna, y que eso demanda un «pienso» del psicólogo. Siempre hay más de una mirada posible, más de una
visión posible, según qué aspecto sea jerarquizado desde la escucha, en cuál arista se Comisión Sectorial de Enseñanza
23 focalice. Esto abre un área de incertidumbre que abarca también al psicólogo, no solo desde la duda de si la
decisión estratégica tomada será la más apropiada, sino también respecto del devenir de ese espacio de encuentro-
desencuentro. «La disponibilidad para la escucha no consiste meramente en quedarse callado. Consiste en no
prejuzgar, cosificar, diagnosticar, antes de tiempo. Es colocarse al servicio de la experiencia del otro, otro único,
singular. Es abrirse a lo desconocido» (Hornstein, 2012: 8). Agrega: «Su experiencia [refiriéndose al profesional], su
orientación teórica entre otros factores, facilitarán o trabarán la escucha de este «analizado» Y continúa diciendo: «el
analista clásico es alérgico o fóbico a cualquier implicación subjetiva, sin advertir que ella es precisamente la que,
multiplicando potencialidades y disponibilidades en la escucha, proporciona una caja de resonancia (historizada e
historizante) a la escucha» (p. 10), desde una postura que destaca la subjetividad como algo abierto donde se cruzan
encuentros, tramas y vínculos. En esta concepción la primera entrevista podría conceptualizarse como una posibilidad
de construir encuentro y novedad tanto para el psicólogo como para el consultante, como instancia fundante en la
búsqueda de resolver un padecer, en tanto posibilidad «de advenimiento de lo nuevo» (Berenstein, 2007). En este
sentido puede pensarse desde el lugar de lo suplementario como posibilidad de construir algo que no existía. Desde
este posicionamiento las certezas profesionales disminuyen, la comodidad de los marcos teóricos y el resguardo de los
y las profesionales en estos resulta interpelado, pero promete conducirnos a un movimiento que permita trascender
lógicas de repetición en la búsqueda de otra mirada, otra escucha que afecte y subjetive
El término suplemento o suplementario es desarrollado por Berenstein en su libro Devenir otro con otros (2004). Lo
utiliza para referirse a una pieza que es agregada a una estructura a la que aporta estabilidad, pero no forma parte de
ella, utilizando el ejemplo de una cuña bajo la pata de una mesa.
• Aplica esta conceptualización a las distintas formas en que las personas se vinculan, y propone que corresponden a
lógicas de suplementariedad, diferenciándolas de la complementariedad.
Ejercicio
• Describa las ventajas que ofrece la utilización de la entrevista abierta para un primer encuentro consultante-
psicólogo/a.
• Desarrolle tres posturas teóricas referidas al lugar del psicólogo en el primer encuentro y sus efectos sobre la
producción vincular en ese encuentro.
La entrevista de juego
Mag. Ps. Elika Capnikas La entrevista de juego es la técnica privilegiada en la clínica con niños para la comprensión del
psiquismo infantil, usada tanto en diagnóstico como en tratamientos psicológicos. Es una herramienta valiosa tanto
para psicólogos, psiquiatras infantiles y psicoanalistas. Se complementa con las entrevistas de padres, y con otras
técnicas cuando se trata de un proceso diagnóstico. La entrevista de juego, es la técnica que valora el juego como
forma de comunicación, así como la palabra en el adulto. El juego y el accionar del niño es un lenguaje, hacer es una
manera de decir. El niño expresa sus vivencias, su sentir, sus conflictos, fantasías y deseos a través del lenguaje
gestual, de los actos o de los juegos. El juego le permite repetir a voluntad situaciones penosas o difíciles, hacer activo
aquello que vivió pasivamente, a la vez que intentar elaborarlo. El niño habla con su jugar, pero no sabe qué está
diciendo, es por eso que en el encuentro con el otro, en un encuadre clínico, es donde se van dando sentidos y donde
se van poniendo palabras a esos juegos. La privilegiada vía para atisbar el sentido inconsciente que hay detrás del
síntoma. En la entrevista, el niño va a estructurar el campo de acuerdo a sus variables internas, y a través del vínculo
transferencial3 , se va aproximando a la comprensión de la conflictiva.
El juego es una actividad espontánea que se inicia desde los primeros meses del niño y dura toda la vida. Dice Flesler
(2007, pág. 93): “El juego, para el ser humano, es uno de los máximos goces de la existencia” “El juego es la ocupación
más intensa del niño, donde invierte grandes cantidades de afecto. El niño toma muy seriamente su juego” (Freud,
1908) Los niños juegan para aprender, para comunicarse, para elaborar conflictos emocionales o simplemente porque
es una actividad gratificante y placentera. Los niños necesitan jugar porque es saludable. El juego es un «trabajo»
placentero, trabajo psíquico que reúne el penar con el gozar, el esfuerzo con la satisfacción. Para Freud (1920), el
juego se relaciona con el principio de placer4 y con la compulsión a la repetición5 , con la tendencia a gozo y a la
reducción de las tensiones. La actividad lúdica es efecto de un pensamiento inconsciente y que responde a leyes del
proceso primario como los sueños y los actos fallidos. (Freire de G., 1986) El juego es parte de la estructuración
psíquica del niño. Casas de Pereda (1999) plantea que el niño a través del juego, que es su modo de ser siendo, se va
haciendo con el otro, que lo mira ser y hacerse. Imitar, disfrazarse de otro, jugar a ser otros en las variables de cada
cultura, son formas de trabajo de estructuración psíquica. Press (2010), plantea que el niño en su desamparo inicial,
necesita de otro para ir constituyéndose como sujeto psíquico. La mirada, la voz, el sostén, acompañan las
necesidades básicas de alimentación, cuidado, abrigo, envolviendo al bebe en un manto protector, que le va
devolviendo como en espejo, su ser humano en el mundo. Intuitivamente los padres lo hacen jugando. Para eso, es
necesario de otro madre-padre que esté disponible pero no avasalle, que ponga un tiempo, un ritmo, para que pueda
empezar a representarse la ausencia, germen del pensamiento y juego simbólico. El vínculo madre-bebé es
imprescindible para pensar la construcción psíquica del individuo. Casas de Pereda (1992a) entiende que
generalmente la primera persona que juega con el niño es la madre, quien le enseña (sin ser consciente de ello) a
jugar el juego de presencia-ausencia. Este juego pone en marcha el deseo promoviendo mecanismos de defensa y
también generando marcas y simbolizaciones. Este tipo de juegos inaugura una larga serie de los cuales forman parte
el fort-da y la escondida entre otros. El juego es también un modo de aprendizaje, el niño realiza una puesta en
escena, jugando, y a la vez que va estructurándose, va creando el mundo. Dice Winnicott (1971) que el niño pasará de
la ilusión omnipotente de crear el mundo a poder lograr una adaptación lo más creativa posible, por lo que es esa
adaptación progresiva lo que le permitirá apropiarse del mundo que lo rodea. El niño va a poder aprehender el mundo
representándolo, simbolizándolo, y el proceso de pensar se va dando desde el poder representar. Jugando el niño va a
la vez que representando, haciendo propio los conocimientos del otro. Por otro lado, el niño estructura su
coordinación perceptivo-motriz y las nociones de tiempo y espacio a través de la actividad lúdica. El juego cumple
también una función elaborativa, al jugar el niño puede elaborar conflictos, hacer activo lo que vivió pasivamente, a la
vez que va produciendo nuevos sentidos. “El juguete por su tamaño, por ser algo propio y permitido, le da la
posibilidad al niño de ejercer dominio sobre él, convirtiéndose por esto en el instrumento más adecuado para revivir
los objetos reales y poder allí dominar situaciones penosas o difíciles para él. (...) al jugar desplaza al exterior miedos y
angustias internas, situaciones que por lo general resultan intolerables para su yo, débil aún por no estar aun
totalmente estructurado” (Freire de G., 1986, pág. 6)
Es el psicoanálisis el que desarrolla el juego como técnica de abordaje psicoterapéutica. Melanie Klein y Anna Freud,
con sus convergencias y discrepancias, son pioneras en el psicoanálisis infantil, marcado un hito fundamental en la
historia del psicoanálisis. Previamente, Hermine von Hug-Hellmuth en Viena, y Sophie Mongastern en Francia, figuran
como antecesoras del psicoanálisis infantil, si bien no desarrollaron la técnica de la entrevista de juego. El “Análisis de
la Fobia de un niño de 5 años”, más conocido como el caso Juanito (Hans), descrito por Freud (1909) fue tomado como
punto de partida del psicoanálisis infantil, y marcó la piedra angular de la subsiguiente clínica infantil. En 1920, Freud
en su artículo «más allá del principio de placer», analiza el juego de su nieto de un año y medio, conocido como el
juego del carretel o fort-da. También autores como Aberastury en el Rio de la Plata, Dolto y Manonni en Francia,
realizaron grandes aportes en el tema. En la entrevista de juego debemos tener en cuenta aspectos como el encuadre,
la consigna, los materiales, y la interpretación. El encuadre, es el dispositivo formal en el cual se desarrolla la
intervención, donde están las variables del tiempo y el espacio, la asociación libre (el juego libre), la abstinencia del
psicólogo. El consultorio debe ser un espacio seguro, donde el niño pueda desplazarse sin temor al peligro. Es
conveniente contar con una mesa y sillas acordes a la edad del niño, una pileta, así como una caja donde se coloquen
juguetes y materiales que faciliten el despliegue del juego. La consigna propuesta sería: “Traje esta caja con algunos
juguetes y materiales para que tú puedas usarlos como quieras, mientras yo observaré para tratar de entender lo que
te pasa y poder ayudarte” Y la técnica implicaría dejar que el guión lo realice el niño, acompañarlo en el juego, no
imponer ni proponer juegos, intervenir si éste lo solicita, preguntar cuando no está claro, señalar, interpretar,
escuchar lo transferencial.
• Consigna: Traje esta caja con algunos juguetes y materiales para que tú puedas usarlos como quieras, mientras yo
observaré para tratar de entender lo que te pasa y poder ayudarte
Acerca de los juguetes a incluir, es conveniente brindar por un lado material poco figurativo, como las maderitas de
Esther Bick, y elementos de expresión: hojas, lápices negros, de colores, goma de borrar, tijera de punta roma,
plasticina, goma de pegar, sacapuntas, papel glacé, cuerda, trapito. A su vez, contar con elementos más estructurados
como dos o tres muñecos, familia de animales salvajes, domésticos, autitos, avioncitos, elementos de cocina (platitos,
tacitas, cucharitas, cuchillitos), pelota, maso de cartas. Los materiales deben estar en buen estado y calidad, para que
el niño pueda utilizarlos con confianza y evitar el “sentimiento de culpa” que produce si rompen alguno de ellos.
Universidad de la República 28 Los diferentes juegos y juguetes que usa el niño van cambiando con la edad,
acompañando el desarrollo del mismo, las necesidades de cada momento y las fantasías predominantes en cada
período de la vida del niño. Pero estos juegos no están desprendidos del contexto cultural en donde está inserto el
mismo. En la actualidad, internet, los juegos interactivos y otros medios electrónicos, constituyen una parte esencial
de la cotidianeidad en niños y adolescentes. Es por eso que se pueden incluir como material de juego en el contexto
de la entrevista, ampliando de esta manera el abordaje diagnóstico-terapéutico adaptado al universo lúdico más
actual.
Materiales: de expresión gráfica, de cocina, maderitas, muñecos, animales domésticos, salvajes, de transporte,
trapito, cartas, títeres, disfraces o telas.
En cuanto al modo y al contenido del juego, se pueden observar ciertos aspectos que hacen pensar en una “patología
del juego”. Algunos de estos ejemplos podrían ser entre otros: la inhibición, no mostrarse en el juego, una gran
represión, síntoma de no querer saber, (porque saber es peligroso); el abandono del juego, pérdida de interés
(evidenciando una baja tolerancia a la frustración); el juego repetitivo, estereotipado, sin la posibilidad de encontrar
soluciones nuevas; el juego compulsivo; la pobreza de juego (donde podría estar lo cognitivo en menos, y/o lo
emocional en la dificultad de simbolizar); el juego más como descarga, sin representación (propia del psicótico); el uso
de tecnología como evasión de la realidad (que nos mostraría la dificultad en establecer vínculos, el reiniciar el juego
porque no se tolera las pérdidas, y presentaría baja tolerancia a la frustración) También el juego nos permite ver
ciertos indicadores de maltrato: los contenidos agresivos y violentos en el juego como recreaciones de situaciones
vividas que se expresan de forma catártica con manifestaciones físicas y/o verbales, auto agresivas y/o
heteroagresivas. Los sentimientos de vulnerabilidad, desprotección, miedo, bronca y enojo son detectados cuando los
personajes más pequeños del juego son matados, lastimados, dejados de lado, descuidados, castigados, insultados y/o
puestos en penitencia bajo condiciones de violencia. Estos juegos no se caracterizan por tener un final feliz o
conciliador, sino que por lo contrario existe una resistencia a los finales felices, pacíficos y armoniosos. El sentimiento
de culpa que sienten los niños maltratados se puede ver en el castigo o los constantes pedidos de perdón. El juego con
alimentos, dado que estos simbolizan el afecto, suele aparecer en donde las fallas maternas y la falta de cuidados
caracterizan el vínculo. En otra vertiente, los juegos sexualizados pueden develar situaciones sexuales explícitas y
contundentes, aludiendo al conocimiento prematuro que el niño puede tener sobre la sexualidad y el sexo, en muchos
casos inadecuado para su edad. Para finalizar, debemos destacar que estos aspectos de por sí aislados, nos pueden
llevar a un diagnóstico apresurado; es por eso que es fundamental la integración de lo observado, a través de la
evolución de las entrevistas de juego, con nuestras vivencias contratransferenciales y la historia que tenemos de los
encuentros con los padres.
Mag. Ps. Paula Achard La entrevista con adolescentes implica el manejo de una técnica particular. Ella supone un
conocimiento específico de la teoría y la técnica de la entrevista psicológica en esta etapa. Henos aquí ante una trama
compleja que iremos hilando juntos y cuyas hebras componen la clínica con adolescentes. Comenzamos este tejido
con una de sus principales características: el peso que tiene en esta etapa el desarrollo madurativo, el arduo trabajo
de crecimiento. Si bien no nos convoca en este momento profundizar en ella, es imprescindible tener claras la fuerza y
las exigencias que imponen los cambios psíquicos y físicos como elementos fundamentales para la comprensión cabal
del joven. La segunda hebra a considerar serán los cambios generados a nivel global (avances de la tecnología,
consumismo exacerbado, nuevos modos de establecer vínculos, inestabilidad en el mercado laboral, etc.), que pautan
nuevas formas de ser y de estar en el mundo, y que, por ende, intervienen en los modos de producción de
subjetividad (Velásquez, 2006). La adolescencia se construye de acuerdo con la época y el contexto, por esto se hace
necesario para la comprensión del adolescente el análisis de los modos de producción de subjetividad que responden
a las lógicas del contexto histórico, ideológico, económico y político. Hace entonces a la postura ética del profesional
el incluir en el análisis el contexto social en el que emerge y se desarrolla el adolescente. Se hace imprescindible para
comprender lo relevante de esta etapa el planteo que hace Kancyper (2003) en cuanto a considerar la adolescencia
como un punto de llegada y de partida a la vez. Punto de llegada que permite sopesar las inscripciones y los traumas
de etapas anteriores, lo que ha sido silenciado y se mantiene latente. Y punto de partida en tanto se abren diversas
posibilidades y nuevas significaciones, logros que conquistar. Esta es otra de las hebras que se integran para la
comprensión de la complejidad que implica el trabajo clínico con adolescentes. No olvidemos que Freud consideraba
esta etapa como el «segundo apogeo del desarrollo» (Freud, 1926), es decir, un período privilegiado para el re
significación y la transformación novedosa de su identidad. El modo en que el adolescente transita esta etapa permite
al profesional dilucidar elementos profundos del sujeto, los que, si son trabajados adecuadamente, permitirán
catapultar saludablemente al joven. Es una etapa que habilita a la re significación de traumas anteriores, en la que se
desatan cambios a nivel estructural en todas las instancias del aparato psíquico: el reordenamiento identifica torio en
el yo, en el superyó, incluyendo el ideal del yo y el yo ideal, acompañado de la elaboración de intensas angustias que
deberán tramitar el adolescente y sus padres para posibilitar, entre otras cosas, el tránsito hacia el camino exogámico
(Kancyper, 2003). La familia es una de las hebras que más complejizarán nuestra labor. Sabemos que ella es la que
sostiene la constitución subjetiva habilitando la individuación, la que introduce la ley de prohibición del incesto, la que
organiza el psiquismo y genera el sentimiento de pertenencia, la que permitirá en definitiva el desarrollo de un
individuo autónomo (Pazos, Ulriksen y Goodson, 2007).
• Aquello que se silencia en la infancia suele manifestarse a gritos durante la adolescencia. (Kancyper, 2003)
Cuando recibimos una solicitud de atención de un adolescente sabemos que detrás hay un núcleo familiar que sufre;
por esto el trabajo del clínico consiste no solo en escuchar el sufrimiento del joven, sino en hacerlo en su contexto. El
análisis que hace el profesional debe integrar al joven y su familia, comprender qué sucede, cómo se presenta el
adolescente, cómo lo viven los padres, escuchar cómo se pone en juego el narcisismo herido de los progenitores. Con
relación al encuadre para las primeras entrevistas, en el momento de decidir a quién citamos —específicamente para
la primera— tendremos en cuenta el caso a caso, es decir, analizaremos elementos fundamentales como la edad del
joven, quién lo envía (institución educativa, médico, familia), quién realiza la demanda (padre, madre, otro familiar o
el propio joven) y el motivo de la consulta. La decisión de con quién llevar adelante la primera entrevista siempre
generará consecuencias en el curso de la intervención, esto es algo que no debemos olvidar en nuestra práctica
profesional. La presencia del joven desde el primer encuentro favorece la alianza terapéutica, ya que alejará las
posibles fantasías en torno a las entrevistas de los adultos «a solas». Integrar a todos los participantes a la primera
entrevista genera mejores condiciones para el futuro del trabajo psicológico. Salvo excepciones, solicito desde la
primera entrevista la presencia del joven junto con sus padres (o tutores). En la entrevista familiar conjunta nos
interesa particularmente observar la dinámica vincular, la modalidad comunicacional, los roles, el funcionamiento de
cada uno de los padres, sus expectativas, el modo de resolución de los problemas. De esta forma tendremos además
la posibilidad de observar y confrontar sus discursos. La escucha que debemos hacer de la capacidad y la
disponibilidad que tienen los padres de captar el sufrimiento de su hijo, con qué recursos cuentan a la hora de
enfrentar los problemas y de comprender el porqué de la conducta de su hijo es un elemento esencial para establecer
qué estrategia seguir
El relato espontáneo y directo que cada pareja de padres hace de los problemas de sus hijos es la fuente de
información más importante sobre el sistema de representaciones, valoraciones y afectos que constituyen el vínculo
que cada uno de ellos tiene con el niño. (Dio Bleichmar, 2007: 428)
El objetivo de la entrevista conjunta (adolescente y sus padres) va más allá de la obtención de datos. Es la experiencia
del clínico lo que permitirá afinar la escucha, leer entre líneas, ir más allá del discurso verbal. El clínico debe tener la
capacidad para escuchar y sostener el sufrimiento del otro. En nuestro trabajo es fundamental el manejo de los
movimientos transferenciales. Los elementos técnicos y teóricos serán la base para comprender el sufrimiento que
padece el núcleo familiar en su conjunto; es claro que ser empáticos y no culpabilizar a los padres no es suficiente para
lograr una alianza de trabajo que sostenga las vicisitudes de una consulta psicológica. En los primeros encuentros es
recomendable utilizar la técnica de la entrevista abierta, permitir que sean ellos los que estructuren el campo, que
espontáneamente planteen qué los lleva a consultar. Al observar cómo presentan su historia, debemos ser muy
sagaces y escuchar cuáles son los elementos que omiten, que resaltan, sus deseos, etc. Al atender a su relato con
relación a cuándo consideran ellos que surgieron los problemas, lo que ha sucedido a partir de esto, obtendremos los
elementos necesarios para conformar, junto con ellos, un equipo de trabajo. La actitud del entrevistador es de
escucha activa, observamos con atención el lenguaje verbal y para verbal, la forma de comunicarse entre ellos, el
manejo de la impulsividad, la agresión, las alianzas entre los miembros de la familia, la demanda individual y la del
grupo, la capacidad de pedir y aceptar ayuda, el modo de posicionamiento frente a la consulta, la posibilidad de que el
grupo esté abierto a los movimientos transferenciales. En la consulta con adolescentes uno de los grandes desafíos es
el trabajo con el joven y sus padres, ya que en ocasiones los conflictos entre ambas partes pueden generar resistencias
que dificultan la continuidad del proceso. Un modo de trabajar con estos conflictos es comprender su origen, y qué
mejor para esto que integrar a los adultos como parte del equipo, es decir, encuadrar con ellos un trabajo en conjunto
con el fin de brindarles no solo herramientas que les permitan ayudar a su hijo, sino también elementos que
favorezcan la mejor comprensión de la situación de la familia en su conjunto. La integración de los padres al proceso
exige una formación específica del técnico, ya que junto con ellos se suman su propia historia, sus propios
funcionamientos psíquicos, sus conflictos, sus defensas, con movimientos transferenciales particulares, que se darán
con el terapeuta
• Trabajar desde la unidad de la relación sortea el obstáculo inevitable de hacer alianza inconsciente con el niño y
situar a los padres por fuera del tratamiento, ajenos al proceso de cambio, hecho que se convierte en una verdadera
usina generadora de celos, rivalidad y ataques inconscientes al tratamiento por parte de los padres. (Dio Bleichmar,
2007: 465)
Cuando hablamos de encuadre mencionamos la importancia de la alianza terapéutica, ya que es una herramienta
fundamental para el trabajo clínico. Denominar equipo al trabajo conjunto con los padres refiere a darles una
participación activa. Cuando se plantea conformar equipo con los padres nos referimos a otorgarles esa participación
activa en el tratamiento de su hijo, a trabajar con ellos. Más aún: incluyendo a los padres en el equipo de trabajo
abrimos la posibilidad de que ellos mismos se transformen en agentes terapéuticos para sus hijos (Dio Bleichmar,
2007). El trabajo con adolescentes es muy complejo, por lo que los profesionales debemos conocer en profundidad las
herramientas técnicas y las conceptualizaciones que nos permitan operar de tal forma que podamos intervenir
exitosamente. Si la inclusión de los padres en la intervención clínica es posible y beneficia al adolescente potenciando
nuestro trabajo, bienvenida sea. Algunos de los elementos que observamos al iniciar una consulta psicológica son cuál
es la demanda, qué función se espera de nosotros, cuál es el motivo de consulta —en los planos manifiesto y latente
—, y podríamos agregar, para el caso de los adolescentes, cuáles son los movimientos transferenciales que se generan
con los padres y con el joven desde los primeros encuentros. Estos elementos, si son bien observados, no solo
permitirán la adecuada comprensión del caso, sino que favorecerán el posterior trabajo terapéutico.
Desde su formulación por parte de E. Zetzel (1956) y luego rebautizada por Greenson (1965) la alianza terapéutica es
un concepto que designa la parte de la transferencia del paciente que no es usada como formación de compromiso,
sino como sostén del trabajo analítico, el acuerdo para entrar en una nueva clase de experiencia con aspectos
emocionales, imaginarios, simbólicos, obteniendo un atisbo del funcionamiento mental diferente que incluye la
posibilidad y la esperanza de entender los síntomas y el sufrimiento. Se considera que se trata de un acuerdo entre el
terapeuta y la parte adulta, la parte sin conflicto o más racional del paciente, en el caso de los padres, con los aspectos
conscientes, racionales y colaboradores de la tarea de trabajo terapéutico por la que acuden. De forma creciente los
psicoanalistas de niños que trabajan con los padres consideran esencial esta alianza. (Badoni, 2002, en Dio Bleichmar,
2007: 425)
La clínica con adolescentes nos permite acercarnos a su sufrimiento, a lo difícil que es para estos jóvenes atravesar
esta etapa hoy. Las problemáticas adolescentes que vemos más frecuentemente en la clínica (conductas sexuales de
riesgo, embarazo adolescente, adicciones, cortes, violencia, conductas de aislamiento, desvinculación educativa y
laboral) implican en su totalidad un riesgo altísimo para los jóvenes. Ya hemos visto lo que implica técnicamente el
trabajo en conjunto con los padres y el joven, y la importancia que esto tiene en el fortalecimiento de la alianza de
trabajo, y por lo tanto en la protección del espacio terapéutico. Pero cabe ahora preguntarse qué sucede en el trabajo
«a solas» con el joven, qué elementos teóricos y técnicos serán necesarios para llevar adelante el trabajo. En primer
lugar, debemos tener en cuenta las características particulares de esta etapa. Si bien hay elementos que podríamos
denominar comunes a todas las adolescencias (empuje puberal que desencadena fuertes modificaciones a niveles
físicos y psíquicos), en la actualidad encontramos nuevos elementos que complejizan su comprensión. Hacemos
referencia aquí a la globalización y a las nuevas tecnologías que impactan directamente en los modos de relacionarse
con uno mismo y con el mundo (nuevas modalidades vinculares, nuevas exigencias y deseos, nuevos padecimientos,
etc.). La velocidad con la que vivimos hoy lleva muchas veces a que no exista espacio para el encuentro. Este es uno de
los motivos que causan mayor sufrimiento en los jóvenes, la poca disponibilidad que tiene el mundo adulto; se pierde
de vista lo necesaria que es para el desarrollo de los jóvenes la presencia del adulto, que implica el interjuego de dos
tareas fundamentales, la confrontación (del lado del joven) y la puesta de límites (del lado de los padres) como sostén
de esta confrontación. Acordamos con De Mello y Ponzoni (2013) en que lo que se ha perdido es el lugar simbólico de
los referentes adultos. Uno de los objetivos que nos trazamos al iniciar nuestro trabajo es el acercamiento a un
diagnóstico situacional que nos habilite a operar adecuadamente estableciendo estrategias que profundicen la
comprensión del motivo por el cual se consulta. En el caso de los adolescentes, hacer diagnósticos psicopatológicos
requiere especial cuidado, por la plasticidad del psiquismo en esta etapa debemos ser muy cautos para no cerrar un
diagnóstico apresuradamente. Es menester priorizar la escucha y la singularidad de cada caso y la lectura de la
situación en la que se encuentran el joven y su familia. No olvidemos que el daño que puede significar el «etiquetado»
es terrible para el futuro del joven, podríamos estar ocasionando un dolor aún mayor.
Con relación al manejo de la transferencia, diría que en el trabajo con adolescentes hay generalmente interés en
establecer una relación nueva y diferente, por lo que esta suele ser intensa e inmediata, y esa energía servirá de
motor para impulsar y sostener el posterior trabajo. Por último, diremos que los adolescentes son hoy un foco de
atención para la sociedad. Estudiados desde distintos saberes —ámbito psi, medicina, sociología, educación, por
nombrar solo algunos— y por diversos motivos —la idealización de la juventud, el combate contra el joven
«delincuente», etc.—, generan cierta fascinación que los ha vuelto una preocupación creciente para el mundo. Como
profesionales de la salud debemos cuestionar algunas posiciones que responden a los discursos sociales y culturales
imperantes que estigmatizan la adolescencia a la luz de las modalidades adultas. Hace al posicionamiento ético del
profesional buscar el modo de fomentar y fortalecer el potencial de los jóvenes. Creemos que el camino para lograrlo
es darles la palabra, escuchar lo que tienen para decir.
Hacen falta adultos si se quiere que los adolescentes tengan vida y vivacidad. (Winnicott, 1972)
El objetivo de este apartado es guiar al estudiante ante una entrevista con padres. Se deberá tener en cuenta que no
consultan por ellos sino por el niño, lo que nos lleva a entender la entrevista con padres como un diagnóstico de una
relación entre padres e hijo. Por lo tanto, el formato de la entrevista es abierto y no estructurado. Es necesario tener
en cuenta que no tiene que ser una sola entrevista con los padres, pueden ser varias. Quizás sea pertinente tratar de
entender la situación por la que pasan padres e hijo y manejarse con libertad en cuanto a la cantidad de encuentros,
de manera que el profesional pueda trabajar más a gusto. Obviamente, si se está en un ámbito institucional se deben
tener presentes los lineamientos institucionales para no ir en contra de normas estipuladas.
Pre entrevista
Llamamos pre entrevista al llamado telefónico; el psicólogo/a deberá decidir de acuerdo a lo que escucha del
problema. Se considera quién los manda, quién realiza la demanda, si la madre o el padre, la edad del niño, el motivo
de consulta, y a partir de estos elementos se plantea el encuentro. 1. Indagar quién los envía a consultar, si fue la
escuela, el doctor, si vienen por un informe o si se trata de una decisión familiar, eventualmente porque el niño o el
adolescente lo solicitó. 2. Quién realiza la demanda: madre, padre o algún familiar. 3. Tener en cuenta la edad del
niño. 4. Tener algún lineamiento de por qué consultan. Con estos cuatro elementos el psicólogo podrá determinar
cómo encuadra el primer encuentro.
Primera entrevista
¿Por qué empezar por la entrevista con los padres antes de conocer al niño? Porque ellos son parte del mundo interno
del niño. Primero debemos apostar a lograr una relación de alianza y colaboración. Cuando los padres consultan
debemos tener en cuenta que lo viven como una herida narcisista, sienten que fallaron. Por lo tanto, no se los debe
culpabilizar, sino que se deben tener una relación empática y una actitud comprensiva. Universidad de la República 40
Se deberá apostar a tener herramientas a lo largo de los encuentros que permitan comprender sus motivaciones y
sufrimientos como padres. Se debe tomar a la pareja como una unidad de análisis. Es una relación parento-filial, pero
debemos tener siempre presente que nuestro paciente es el niño. Consolidar la alianza terapéutica e ir
involucrándolos en el proceso, aclarar que estamos todos trabajando juntos por el niño, lo que provocará que se
desplieguen los aspectos transferenciales a lo largo del proceso. Transferencia =Al.: Übertragung. — Fr.: transfert. —
Ing.: transference. — It.: traslazione o transfert. — Por.: transferéncia. Designa, en psicoanálisis, el proceso en virtud
del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación
establecida con ellos y, de un modo especial, dentro de la relación analítica. Se trata de una repetición de prototipos
infantiles, vivida con un marcado sentimiento de actualidad. Casi siempre lo que los psicoanalistas denominan
transferencia, sin otro calificativo, es la transferencia en la cura. La transferencia se reconoce clásicamente como el
terreno en el que se desarrolla la problemática de una cura psicoanalítica, caracterizándose esta por la instauración,
modalidades, interpretación y resolución de la transferencia. (Laplanche y Pontalis, 1996)
Los padres por lo general ubican al psicólogo en un lugar de experto que los puede ayudar en un momento en que
ellos sienten que no están pudiendo con algunos temas. Será necesario ubicarnos como comprensivos, realizar
movimientos de apertura que los ayude a reflexionar sobre los temas que los preocupan. Es necesario desentrañar el
sufrimiento de ambos padres, en sus diferentes manifestaciones, tratar de aproximarnos a sus deseos y motivaciones
y a los deseos y motivaciones del niño. (Véase el concepto de ansiedades en la entrevista psicológica en E. Rolla, La
entrevista en psiquiatría, psicoanálisis y psicodiagnóstico, Buenos Aires: Galerna, 1981.) Establecer la alianza
terapéutica con los padres es un tema que fue desarrollado por Greenson en 1965. Da cuenta de los aspectos
transferenciales que sostienen el proceso, en el que emergen aspectos emocionales, imaginativos, simbólicos que
apuestan a una posibilidad de esperanza para entender los síntomas y el sufrimiento de los padres y del niño. Se
apuesta a una colaboración de los padres, a implicarlos en el conflicto del niño y a que colaboren con el psicólogo en
el proceso. Es pertinente que nos preguntemos sobre el lugar en que nos dejan los padres con relación al niño; si la
postura es que el psicólogo solucione el problema estamos ante una gran equivocación. Se irán desplegando
diferentes ansiedades a lo largo de la entrevista y sobre todo es preciso detectar la transferencia parental que se
despliega desde los primeros contactos. Hay que considerar si la demanda manifiesta se condice con los aspectos
latentes, y de lo contrario trabajar este aspecto. El psicólogo/a deberá ser consciente de los diferentes sentimientos
que se van desplegando a lo largo de los encuentros, tanto propios como de los padres. El registro de la
contratransferencia puede ser una buena guía si el profesional ha realizado un análisis, elemento que tiene que ver
con la ética profesional.
a) Preguntar cuándo surgieron los problemas y en qué momento se encontraban ellos como pareja parental.
c) Si el niño padece alguna enfermedad, y en caso de que así sea cuál es, cómo lo han manejado ellos, qué implica
esto en la familia. Si alguno de los padres ha tenido alguna enfermedad que lo haya ausentado del hogar durante
algún tiempo.
d) Conductas del niño y de ellos con relación al síntoma, qué hacen ellos y qué hace el niño con cada uno de ellos
cuando se presenta la situación de conflicto. Qué hacen ellos ante dichas conductas, si las toleran o las limitan, si se
angustian o se enojan.
e) Desencuentros a nivel de pareja, mudanzas, cambios de trabajo, problemas en la pareja, diferentes situaciones por
las que hayan pasado en que se hayan angustiado. Nos vamos introduciendo en un mundo representacional del adulto
que va tomando forma entre presencia y ausencia.
f) Considerar si la concepción fue planeada o no y cómo lo vivió cada uno de ellos, cómo lo fue manejando la pareja y
qué vivencias recuerdan al respecto.
g) Si el nacimiento fue por parto natural o no y cómo vivieron ellos ese momento, si estaban solos o acompañados y
qué recuerdan o evocan ahora de ese momento.
h) Pensar el lugar que ocupa el niño en la familia y el que ocupan ellos en sus respectivas familias de origen, para ver si
se identifican con el niño, con el síntoma o con el conflicto. Por ejemplo, un padre expresa: «Yo me hice pis hasta los
diez y no pasó nada».
Angustias predominantes o miedos del niño y de los padres. Indagar expresiones que no quedan del todo claras, como
«Pedro tiene mucho carácter», que ejemplifiquen alguna situación y expresen qué hacen ellos ante dicha situación.
j) Evaluar la historia de los distintos procesos de separación del niño (destete, cambio de alimentación, control de los
esfínteres y caminar). Cómo se sintieron ellos ante estos movimientos de separación, si hubo angustia, apoyo o
descontrol, etc.
k) Cómo fue el pasaje de la alimentación líquida a la sólida, qué hábitos de alimentación tiene el niño; indagar cómo
son los momentos en que se comparte la comida.
l) Cómo es el dormir ahora y cómo fue en los comienzos, si duerme solo/a, desde cuándo.
m) Que nos cuenten un día entre semana y un fin de semana, ver qué actividades tienen el chico y los grandes, qué
comparten juntos y qué no.
n) En caso de que el niño esté bajo el cuidado de otra persona que no sean los padres, que la describan y describan el
vínculo del niño con esa persona.
o) Acceder a la emotividad de los padres con relación al niño y ver con qué palabras lo describen. Se les puede pedir
que describan tres aspectos positivos del niño y tres aspectos negativos.
p) Si el niño tiene amigos, si ha socializado, si se queda a dormir en la casa de algún pariente cercano o de amigos y
cómo se sienten ellos cuando el niño no está.
q) La emotividad de los padres y del niño son aspectos importantes en los que indagar, preguntando cómo describiría
cada uno el vínculo con su hijo. Si podemos acercarnos a la modalidad de apego predominante sería de gran utilidad
para mostrarnos el tipo de vínculo que tiene el niño con cada padre.
r) Informar al niño que va a venir a trabajar con un/a psicólogo/a, que le den el nombre del profesional, que le digan
que ellos ya lo conocieron y que van a tener algunos encuentros en los que principalmente van a jugar para poder
entender qué le pasa a él, porque los padres quieren ayudarlo a salir de la situación actual y quizás entre todos
puedan encontrar la forma de ayudarlo/a.
s) Informar a los padres que trabajaremos algunas entrevistas con el niño, pero que probablemente nos volvamos a
encontrar para seguir pensando juntos sobre el niño y que iremos pautando dichos encuentros paulatinamente, que
cuentan con el psicólogo/a y que cualquier tema que quieran tratar lo iremos viendo en sucesivas entrevistas. Evitar
los contactos delante del niño al iniciar o finalizar los encuentros, porque generan malos entendidos; en la medida de
lo posible, tratar de encuadrar siempre los encuentros con los padres.
t) Es importante explicitar que quizás se hagan algunas entrevistas madre e hijo o padre e hijo o toda la familia junta,
mantener la posibilidad que nos brinda el encuadre móvil para ampliar la modalidad vincular.
• Acceder a la fantasmática de ambos padres es un objetivo elevado que todo psicólogo clínico debería intentar lograr
a lo largo del proceso diagnóstico, pero requiere de mucha experiencia clínica, formación adecuada para el trabajo
con niños y haber transitado por un espacio de análisis para poder tener un adecuado posicionamiento ético
profesional. Excepciones
• Cuando los padres están separados, se pregunta si el otro padre está de acuerdo en hacer la consulta y se pregunta
si consideran que pueden venir a una primera entrevista juntos o no. En el caso de que no tengan buena
comunicación, el psicólogo deberá hacer el contacto con el padre que no concurrió e indagar si no estaba enterado, si
estaba en desacuerdo, etc.
• En casos de adopción, se debe tener en cuenta que la historia es algo que moviliza mucho a los padres, pero es
necesario indagar cómo se dio el vínculo entre ellos desde el comienzo. Indagar si el niño sabe que es adoptado. Si
tiene información de su familia biológica. Referencias bibliográficas Dio Bleichmar, E. (2005). Manual de psicoterapia
de la relación padres e hijos. España: Paidós. Laplanche, J y Pontalis, J.-B. (1996). Diccionario de psicoanálisis. Buenos
Aires: Paidós. Rolla, E. (1981). La entrevista en psiquiatría, psicoanálisis y psicodiagnóstico. Buenos Aires: Galerna.
Comisión Sectorial de Enseñanza 43 t) Es importante explicitar que quizás se hagan algunas entrevistas madre e hijo o
padre e hijo o toda la familia junta, mantener la posibilidad que nos brinda el encuadre móvil para ampliar la
modalidad vincular.
• Acceder a la fantasmática de ambos padres es un objetivo elevado que todo psicólogo clínico debería intentar lograr
a lo largo del proceso diagnóstico, pero requiere de mucha experiencia clínica, formación adecuada para el trabajo
con niños y haber transitado por un espacio de análisis para poder tener un adecuado posicionamiento ético
profesional.
Excepciones
• Cuando los padres están separados, se pregunta si el otro padre está de acuerdo en hacer la consulta y se pregunta
si consideran que pueden venir a una primera entrevista juntos o no. En el caso de que no tengan buena
comunicación, el psicólogo deberá hacer el contacto con el padre que no concurrió e indagar si no estaba enterado, si
estaba en desacuerdo, etc.
• En casos de adopción, se debe tener en cuenta que la historia es algo que moviliza mucho a los padres, pero es
necesario indagar cómo se dio el vínculo entre ellos desde el comienzo. Indagar si el niño sabe que es adoptado. Si
tiene información de su familia biológica.