El Médico A Palos Corto

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“EL MÉDICO A PALOS”

Personajes
Martina
Juanón
Lucas
Ginés
Andrea
Leandro
Paula
Don Jerónimo
Juanón: (Entra con un haz de leña y se sienta en el suelo) Duro trabajo el de leñador. Y
con este calor... ¡No puedo más!
Martina: (Entra malhumorada) ¿Qué haces ahí sentado, holgazán? Debes partir
más leña.
Juanón: Si no es hoy, mañana será.
Martina: ¡Bonita respuesta! ¿Cómo puedo aguantar a un marido tan vago y
perezoso? (Tirando del brazo a Juanón) ¡Levántate y trabaja!
Juanón: No quiero.
Martina: ¡Desdichada de mí! En mala hora me casé contigo. ¡Haragán, más que
haragán!
Juanón: ¡No insultes, que te casco!
Martina: ¡Borracho! ¡Infame! ¡Bueno para nada!
Juanón: (Amenaza a Martina con un palo) ¡Ojo que no te tiente las costillas!
Martina: ¿A mí, bribón?
Juanón: ¡Toma, toma, toma! (Da de palos a Martina)
Martina: ¡Ayayay!
Juanón: Aprende a respetar a tu marido. (Sale con su haz de leña)
Martina: ¡Así revientes! ¡Ya me las pagarás!
Lucas: (Entra con Ginés) Buena mujer, ¿vive por aquí un médico famoso?
Martina: Sí, sí, ¿Para qué lo buscan?
Ginés: Para curar a una señorita que ha perdido el habla.
Martina: ¡Qué lástima, la pobre! Si señor ese medico es una eminencia; un
médico muy sabio que cura en un plisplás los casos más atroces. Sin embargo,
les debo advertir que es algo lunático. Va vestido lo mismo que un patán y no
admite ser médico a menos que lo muelan a trancazos.
Lucas: ¡Qué locura más rara!
Martina: Por allá viene. No olviden que se llama Juanón y que le deben dar de
garrotazos. (Sale) (Entra Juanón con su haz de leña)
Ginés: ¿Es usted Juanón?
Juanón: No y sí; según lo que pretendan.
Lucas: Queremos obsequiarle y pagarle muy bien.
Juanón: Entonces... soy Juanón. ¿Qué he de hacer para que ustedes me
obsequien y me paguen?
Ginés: Curar a una muchacha con sus artes de médico.
Juanón: ¿Médico yo? ¿Quién se lo dijo?
Lucas: Lo sabemos y en paz.
Juanón: ¡Qué disparate!
Lucas: Admítalo, que no estamos de chanza.
Juanón: Estén como estén, no soy médico.
Lucas: Confiéselo, que es por su bien. De lo contrario...
Juanón: ¡Que no, que no y que no!
Ginés: ¿Conque no, en? (Ginés y Lucas, con unos palos le pegan a Juanón)
Juanón: ¡Ayayay! ¡Basta! Si, soy médico y lo que ustedes quieran.
Lucas: Me alegro de que se muestre razonable.
Juanón: (Para sí) (¿Seré médico y no me he dado cuenta?) Ahora, ¿qué he de hacer?
Lucas: Curar a una señorita que ha perdido el habla.
Juanón: Vamos allá. (Ginés y Lucas, salen con Juanón, que lleva su haz de leña) (Breves
instantes de música) (Entran don Jerónimo, Andrea, Lucas y Ginés)
Don Jerónimo: ¿Os han asegurado que es muy sabio?
Lucas: ¡Con decir que resucita muertos!
Ginés: Solo tiene un defecto. Es un poco estrambótico.
Don Jerónimo: Ansioso estoy por verle;
Andrea: ¡Ay don Jerónimo! Ese médico no curará a Paulita.
Don Jerónimo: ¿Qué quieres insinuar?
Andrea: Su hija necesita un marido. ¿Ignora que Leandro la quiere?
Don Jerónimo: ¿Leandro, ese que no tiene ni un céntimo?
Juanón: (Entra) ¡A los buenos días!
Lucas: (A don Jerónimo) Aquí tiene al eminente doctor; pasmo del mundo.
Don Jerónimo: ¡Cuánto me alegro! (Paula entra)
Don Jerónimo: (A Paula) Anímate, hija mía. Confía en la sapiencia del doctor.
Juanón: (A Paula) Dígame qué le duele.
Paula: Ba, ba, ba.
Juanón: ¿Qué dice?
Paula: Ba, ba, ba.
Juanón: No entiendo una palabra.
Don Jerónimo: Ése es su mal. Se ha quedado muda sin que logremos averiguar
la causa. ¡Qué desconsuelo!
Juanón: ¿Desconsuelo? ¡Qué va! Una mujer que no habla es un tesoro. Si la mía
padeciese la misma enfermedad, procuraría no curarla.
Don Jerónimo: Yo le suplico...
Juanón: Se aliviará. Pierda cuidado. ¿Come bien?
Andrea: Con bastante apetito.
Juanón: ¿Le duele la cabeza?
Andrea: Dice que no.
Juanón: A ver la lengua. (Paula enseña la lengua a Juanón)
Juanón: (Observando la lengua) ¡Humm! Aquí hay gato encerrado.
Don Jerónimo: ¿Qué debemos hacer?
Juanón: Denle sopas de vino.
Don Jerónimo: ¿Para qué es bueno el vino?
Juanón: Para hacerla hablar. Dentro de poco parecerá un papagayo.
Andrea: Vamos, Paulita. (Todos salen, excepto Juanón)
Juanón: ¡En mi vida me vi en semejante apuro!
Leandro: (Entra) Señor doctor, vengo a implorar su auxilio.
Juanón: ¿Qué le duele?
Leandro: Estoy enamorado de Paulita y busco algún pretexto para poderle hablar.
Juanón: ¿Me está pidiendo que haga de alcahuete? ¡Habrase visto igual
temeridad! (Leandro: (Da a Juanón una bolsita con dinero)
Juanón: Bueno... en ese caso...
Leandro: Paula es infeliz porque su padre impide nuestra boda. Por eso decidió
fingirse muda.
Juanón: Lograré que se casen, ya verá. Diré que es boticario. Pero márchese
hasta que yo lo llame. (Leandro sale)
Don Jerónimo: (Entra) Desde que tomó esas sopas de vino está peor.
Juanón: Llamaré al boticario. ¡¡Señor boticario!!
Leandro: (Entra) ¿Qué ordena, doctor?
Juanón: Aplíquele a la enferma una cataplasma.
Paula: (Entra y se sorprende al ver a Leandro) ¡Ay amor mío!
Don Jerónimo: ¡Ha hablado! ¡Oh médico admirable! Hija, dime alguna cosa.
Juanón: No la importune y déjela pasear por el jardín. (Paula y Leandro salen)
Ginés: (Entra corriendo) ¡Señor, que se la lleva!
Don Jerónimo: ¿Quién se lleva a quién?
Ginés: ¡El boticario, que ha resultado ser el novio de Paulita!
Don Jerónimo: (Refiriéndose a Juanón) ¡Este bribón ha sido el alcahuete! ¡Trae una
cuerda y átalo, que mañana ha de morir ahorcado!
(Ginés sale corriendo, entra con una cuerda y ata a Juanón) (Martina entra y se sorprende
al ver atado a Juanón)
Martina: ¡Qué le han hecho a mi pobre marido!
Juanón: ¡Ay Martina, que mañana me quieren ahorcar!
Martina: ¿Que te ahorcan? ¿Por qué?
Juanón: Porque curé a una muda.
Paula: (Entra con Leandro) Padre, perdónanos.
Leandro: (A don Jerónimo) No pretendo robarle a su hija. Démela usted por propia
voluntad.
Don Jerónimo: Te la doy, te la doy. ¡Venga un abrazo! (Se abrazan don Jerónimo y
Leandro)
Juanón: ¿Es que nadie me piensa desatar? (Ginés desata a Juanón)
Martina: ¡Alégrate, marido, que ya no te ahorcan! Y te pido perdón por decirles
que eres un genio de la medicina.
Ginés: Yo lo creí porque lo dijo ella.
Juanón: Y yo porque vosotros lo dijisteis.
Don Jerónimo: Por la misma razón lo creí yo.
Leandro: ¡Así va el mundo! Muchos adquieren fama de ser sabios solo por la
ignorancia de todos los demás.
Fin
“EL BURGUÉS GENTILHOMBRE”

Personajes
Monsieur Jourdain
Madame Jourdain
Lucila (hija de los anteriores)
Cleonte (enamorado de Lucila)
Covielle (amigo de Cleonte)
Maestro de música
Maestro de filosofía
Lacayos

(Monsieur Jourdain entra con el Maestro de música, que lleva algún instrumento musical)
Monsieur Jourdain: Perdón si os hice esperar. Me he vestido como la gente
elegante. (Llamando) ¡Lacayos! ¡Lacayos!
Lacayos: (Entran) ¿Qué desea, señor?
Monsieur Jourdain: Quería comprobar si me escuchabais. Os podéis retirar.
(Lacayos Salen)
Monsieur Jourdain: ¿Afirmáis, pues, que la gente más fina sabe de música?
Maestro de música: Naturalmente. Estudian danza, música, esgrima...
Monsieur Jourdain: Siendo así, aprenderé. ¿Podríais enseñarme cómo se hace
una reverencia? Dentro de poco deberé saludar a una marquesa.
Maestro de música: (Gesticulando según lo que va diciendo) Si queréis saludarla con
respeto, habréis de hacerle una reverencia. Después camináis hacia ella mientras
lleváis a cabo otras tres, y, en una última, agachaos hasta sus rodillas.
Monsieur Jourdain: ¿Lo hago bien? (Repite los gestos que ha hecho el Maestro de
música) (Entra el Maestro de filosofía) ¡Señor filósofo!, llega oportunamente.
Maestro de filosofía: Estoy a su servicio. ¿Por dónde comenzamos?
Monsieur Jourdain: Ayudadme a escribir una carta.
Maestro de filosofía: ¿La preferís en verso?
Monsieur Jourdain: No, no. En verso no.
Maestro de filosofía: Pues entonces, en prosa.
Monsieur Jourdain: No, no. En prosa no.
Maestro de filosofía: Es necesario que sea verso o prosa. No existe otra manera.
Monsieur Jourdain: Y, al hablar, ¿qué usamos?
Maestro de filosofía: Prosa nada más.
Monsieur Jourdain: Así, cuando digo: Traedme las pantuflas', ¿estoy hablando
en prosa?
Maestro de filosofía: Sí señor.
Monsieur Jourdain: ¡Vaya! ¡Hace años que hablo en prosa y me entero hoy!
Todos: (Salen) (Breves instantes de música)
Madame Jourdain: (Entra con Cleonte) Os aconsejo que no perdáis el tiempo y
pidáis a mi hija en matrimonio. Ahí llega mi marido, aprovechad.
Monsieur Jourdain: (Entra)
Cleonte: Señor, ¿puedo deciros algo que llevo meditando largo tiempo?
Monsieur Jourdain: Decid, joven, decid.
Cleonte: Sería un gran honor que me hagáis vuestro yerno.
Monsieur Jourdain: ¿Sois gentilhombre?
Cleonte: No.
Monsieur Jourdain: Entonces, olvidaos de vuestra pretensión.
Madame Jourdain: Marido mío, ¿por qué le preguntáis si es gentilhombre?
Monsieur Jourdain: Callad, esposa mía, que os veo venir.
Madame Jourdain: ¿Descendemos nosotros de la alta burguesía? ¿No era
vuestro padre comerciante?
Monsieur Jourdain: ¡Qué peste de mujer! Solamente aceptaré por yerno a un
gentilhombre. Deseo que mi hija sea marquesa.
Madame Jourdain: ¿Marquesa? ¡Dios me guarde! No quiero que mis nietos se
avergüencen de mí.
Monsieur Jourdain: ¡Le pese a quien le pese, he de hacerla marquesa!
Madame Jourdain: (A Cleonte) No desesperéis.
Todos: (Salen) (Breves instantes de música)
Covielle: (Entra con Cleonte) No toméis en serio cuanto dijo. ¿Ignoráis que está
loco? Debemos pensar algo acorde a sus quimeras.
Cleonte: ¿Qué pretendéis hacer?
Covielle: Me viene a la memoria una comedia... Vos seréis el actor. Vayamos,
que os lo cuento. (Sale con Cleonte) (Breves instantes de música)
Covielle: (Entra con Monsieur Jourdain) ¿Estáis seguro de no reconocerme? Amigo
fui de su señor padre; aquel gentilhombre al que tanto aprecié.
Monsieur Jourdain: ¿Gentilhombre mi padre? ¡Y los necios se empeñan en decir
que era comerciante!
Covielle: ¡Cuánta maldad!
Monsieur Jourdain: ¿Querréis testificar que era gentilhombre?
Covielle: Donde convenga lo testificaré.
Monsieur Jourdain: Pero ¿qué asunto os ha traído aquí?
Covielle: Anunciaros una importante nueva. El hijo del Gran Turco está
enamorado de vuestra hermosa hija.
Monsieur Jourdain: ¿El hijo del Gran Turco? ¡Qué inmensísimo honor!
Covielle: Y para que podáis estar a su altura, ha decidido nombraros Mamamuchi.
Monsieur Jourdain: ¿Qué es eso, si se puede saber?
Covielle: Una gran dignidad. Equivale a Paladín.
Monsieur Jourdain: ¿Vendrá pronto a pedirme la mano de mi hija?
Covielle: Cuando esté seguro de que va a aceptar.
Monsieur Jourdain: Lo hará, aunque está empeñada en casarse con Cleonte.
Covielle: ¿Con Cleonte? Su majestad aquí llega el hijo del Gran Turco.
Cleonte: (Entra disfrazado con parafernalia oriental)
Monsieur Jourdain: (Inclinándose) Consideradme vuestro humilde servidor.
Cleonte: (Deformando su acento) Que el cielo os dé la fuerza del león y la extrema
prudencia que tiene la serpiente.
Madame Jourdain: (Entra) ¿Qué está pasando?
Monsieur Jourdain: Estoy a punto de ser nombrado Mamamuuchi.
Madame Jourdain: ¡Ay Dios! ¡Mi marido está loco! (Lucila entra)
Monsieur Jourdain: Venid aquí, hija mía, que el hijo del Gran Turco nos ha hecho
el honor de pedir vuestra mano.
Lucila: No me quiero casar. (Para sí) (¡Pero si es Cleonte!) Sin embargo... como os
debo obediencia...
Madame Jourdain: (Para sí) (¿Es quien creo que es?) Yo consiento también.
Monsieur Jourdain: ¡Qué feliz soy! Vayamos a llamar al notario.
Todos: (Salen) (Música y telón)
FIN

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