Candidaturas Independientes

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Tema 1.

Representación política y candidaturas independientes

Introducción

En las democracias modernas, la ciudadanía se encuentra imposibilitada para gobernarse a sí


misma, es decir, le es imposible tomar decisiones de forma directa debido al número elevado de
personas que integran el Estado y los inconvenientes que supone dedicarse de tiempo completo a la
vida pública. A diferencia de la democracia clásica, en la democracia representativa existen los
partidos políticos, que tienen entre sus funciones materializar la representación de los intereses de
las personas; con lo cual se han convertido en actores clave de la democracia.

El vínculo entre los partidos y la ciudadanía son las y los candidatos que postulan, ya que ellos
enarbolan la ideología y plataforma política de los partidos, que, a su vez, recogen los intereses y
demandas de diversos sectores de la ciudadanía. Sin embargo, la organización actual de los partidos
políticos ha generado cierto descontento en la ciudadanía porque se considera que sus intereses ya
no están representados adecuadamente, ello, aunado a la diversificación para canalizar demandas
sociales y participar en la vida pública, ha impulsado la introducción de la figura de las candidaturas
ciudadanas o independientes.

En este apartado estudiarás el papel de los partidos políticos en la representación política y las
dificultades que afrontan actualmente, cómo surgieron las candidaturas independientes y los
elementos básicos para su conceptualización.

Tema 1. Representación política y candidaturas independientes

1.1 Representación y partidos políticos

La democracia tiene sus orígenes en la Grecia clásica, pero la noción de ciudadanía excluía la
participación de mujeres, esclavos, personas con discapacidad y a quienes no vivían en la ciudad
o polis, es decir, solo los hombres libres con nacionalidad griega estaban en condiciones para
formar parte de las asambleas en las que se tomaban decisiones a través del voto directo (Borea
2003, 347; Prud’homme 2016, 17-18). En Atenas, las actividades que no llevaba a cabo la asamblea
eran sorteadas entre todos los integrantes para su atención; la democracia directa era una tarea de
tiempo completo que era posible porque la mayoría de las ciudades griegas tenían entre dos mil y
cinco mil habitantes (Manin 1997; Sartori 2009, 59).

Debido a la gran cantidad de personas que integran los Estados modernos, la noción de democracia,
fruto del Liberalismo, no se concibió como directa, sino como representativa: un régimen en el cual
el poder se encuentra dividido en Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en el que los gobernantes y
representantes son elegidos de forma periódica por el voto de la mayoría de la ciudadanía —
personas que cumplen con los requisitos de edad y nacionalidad que la ley respectiva determina, y
que no son discriminadas por sexo, raza, nivel educativo, clase social o religión— (Schumpeter
2003, 250-251; Przeworski et al. 2002, 19).
En la democracia representativa, el pueblo o comunidad política delega su poder a los gobernantes y
representantes para que sean estos quienes tomen las decisiones, por lo que contar con un sistema
eficiente que tome en cuenta la mayoría de los intereses es fundamental (Salazar y Woldenberg
2016, 17). En este contexto es que surgieron los partidos políticos: estructuras que permiten la libre
asociación de personas con ideas afines cuyo objetivo es obtener el poder político (Bartolini 1995;
Sartori 2005; Cotarelo 1985).

Los partidos políticos son los mediadores por excelencia entre el gobierno y la ciudadanía al
representar los intereses de esta última. Aunque actualmente gozan de plena aceptación, en sus
orígenes —entre el siglo XVII y mediados del XVIII— su surgimiento fue considerado un hecho
negativo por la concepción organicista de la época: “el pueblo era un cuerpo, y ‘ningún cuerpo,
corpóreo o político, podría sobrevivir si sus miembros trabajan con propósitos opuestos’ […] ‘El
espíritu de partido […] sirve para debilitar la administración pública. Agita la comunidad con celos
infundados y falsas alarmas, enciende la animosidad de una parte con la otra, fomenta
ocasionalmente revueltas e insurrecciones” (Przeworski 2010, 60-61). Por ello, estuvieron
prohibidos en algunos lugares, como Francia (1791), Uruguay (1830) y los principados alemanes
(1842), pero continuaron organizándose hasta que fueron reconocidos por la ley (Przeworski 2010,
62-3 y 66).

No obstante, algunos intelectuales de la época reconocían su valía, como Burke, quien los
consideraba un cuerpo de hombres que promovían el interés nacional a partir del acuerdo (2002,
40). La principal razón por la cual se les reconoció, en principio como “males necesarios”, fue que
se vislumbró su poder para contrarrestar la tiranía mediante la pluralidad y la competencia política.

A continuación, se esquematizan las características de los cinco tipos de partidos políticos, según
las clasificaciones más aceptadas en la ciencia política:
Elaboración propia con base en Duverger 2012; Kirchheimer 1966 y Panebianco 1995

Los partidos materializan la representación política de formas distintas (ACE Project 2013, 7):

o Al articular las demandas sociales: recopilan, procesan y canalizan las demandas


y opiniones de la sociedad.
o Al proyectar políticas públicas. Son responsables de impulsar políticas públicas
para atender las demandas, además de fungir como contrapesos para la gestión
responsable de los grupos en el poder.
o Al preparar y reclutar al personal político. Las democracias modernas necesitan
personal político preparado para desempeñar las funciones en los parlamentos,
ministerios y burocracias. El reclutamiento y preparación de las personas para
ocupar los cargos está en manos de los partidos políticos. Estos usan dos
estrategias principales de reclutamiento: forman a sus líderes dentro de las
estructuras partidarias, o bien, buscan integrar a las personas más preparadas. El
reclutamiento implica: el nombramiento de personas a puestos y cargos políticos,
la designación de candidatos a cargos públicos electivos y la formación adecuada
del personal político.
o Al movilizar a la ciudadanía. Tienen la tarea de convencer a la ciudadanía para
participar en la vida política de un lugar. Una amplia participación en diferentes
aspectos de la vida política aumenta la legitimación del sistema y de los partidos,
tanto en el gobierno como en la oposición.
o Al socializar la cultura política y formar ciudadanos. La socialización política
es un proceso en el que las personas adquieren determinados patrones y valores de
comportamiento político. Entre sus funciones se encuentra la formación y
fortalecimiento de la cultura política para mantener el statu quo o para la
transformación social.

De acuerdo con Adam Przeworski, para que sea posible considerar adecuado el sistema de
representación, cada participante debe tener la misma influencia en la toma de decisiones colectiva,
esta debe ser efectiva, las decisiones deben implementarse y el orden legal debe permitir la
cooperación sin interferencias indebidas (2010, 19). Un aspecto que se debe enfatizar es que los
gobernantes y representantes, una vez en el cargo, deben velar por el interés común, lo cual implica
que deben contar con cierto grado de libertad para actuar en relación con los intereses de las
personas que votaron por ellos (Pitkin 1985, 157-184).

Existen dos tipos de democracia: la directa, en la que se toman decisiones mediante el voto directo,
y la representativa, en la cual los partidos políticos tienen un papel fundamental. Los partidos son
estructuras que buscan el poder político y están integrados por personas con ideas e intereses afines.
Para materializar la representación, los partidos articulan las demandas sociales, proyectan políticas
públicas, preparan al personal político y postulan candidatas/os, movilizan a la ciudadanía, además
formar y fortalecer la cultura política.

Crisis de la representación política

De acuerdo con Bernard Manin, la crisis de la representación política tiene su inicio con el paso de
la democracia de partidos a la de audiencias; es decir, de la representación de ideologías a la de
intereses específicos, segmentados de forma similar al consumo de medios de comunicación (1997).

Los partidos políticos que agruparon históricamente las identidades políticas y las opciones
electorales se vieron obligados a ajustar sus estrategias y plataformas para mantenerse en las
preferencias de las personas; ello se muestra en la transición de los partidos de militantes a
los catch all party o profesionales. Pero la adecuación de las estructuras partidarias no se presenta al
mismo ritmo que la volatilidad o intermitencia de los intereses y valores de la ciudadanía, por lo que
la percepción de la representación inadecuada se hace más evidente, y viceversa, el cambio en los
temas afines, objetivos y valores de los institutos políticos debe comunicarse de forma eficaz y
eficiente ya de otro modo la ciudadanía puede sentirse timada tras emitir su voto.

En los países que aún no han consolidado su democracia, los partidos suelen actuar con base en sus
propios intereses o representar únicamente los de las personas con poder político o económico,
además de legitimar a los líderes políticos que han sido encumbrados a través de su personalización;
en consecuencia, la ciudadanía ha buscado otras opciones para canalizar sus demandas y alcanzar
soluciones a sus problemas y necesidades (Hernández 2012, 11 y 43; Cain et al. 2003, 59).

Entre los factores que han contribuido a desgastar el reconocimiento de los partidos se encuentra la
expansión de la burocracia del Poder Ejecutivo y de la estatal; la popularidad de nuevas formas de
representación, como movimientos sociales u otro tipo de estructuras corporativas; la creciente
independencia de la ciudadanía del poder o la influencia de los partidos políticos; el impacto de los
medios de comunicación, y un bajo grado de institucionalización (Mejía 2002, 290-291). Así, es
posible afirmar que la desconfianza en los partidos políticos es producto, entre otros elementos, de
(ACE Project 2013, 15; Hernández 2012, 43; PNUD 2008, 240; Mora 2006, 6; Hernández 2014,
324):

o Que quienes los integran son considerados una élite adinerada que no representa a
la mayoría de la ciudadanía.
o La percepción de que cuentan con estructuras corruptas.
o Su lejanía en relación con la ciudadanía.
o La falta de preparación y trayectoria política de sus candidatas/os.
o La mejora en el nivel educativo y acceso a la información de la ciudadanía.
o La intermitencia en sus valores, intereses e ideología.

Marcha de miles de hondureños en contra de corrupción en áreas gubernamentales, 26 de junio de


2015

Para cubrir los espacios que han dejado los partidos políticos, la ciudadanía se ha organizado en
asociaciones o movimientos sociales, pero también ha generado espacios o figuras para la
participación institucional, como las candidaturas independientes o ciudadanas, que estudiarás en el
siguiente apartado.
La crisis de los partidos políticos, causada básicamente por una brecha percibida entre los intereses
que promueven sus candidatos y los intereses de los ciudadanos, ha tenido como consecuencia la
necesidad de crear espacios alternativos de participación política como la organización en
asociaciones o movimientos sociales, así como la aparición de la figura de las candidaturas
ciudadanas o independientes.

Tema 1. Representación política y candidaturas independientes

1.2 Conceptualización de las candidaturas independientes

En una democracia plena debe existir la competencia real, lo que implica la necesidad de que los
votantes puedan elegir entre distintas opciones y candidatos políticos para determinar a quién los
represente mejor (ACE Project 2013, 8). El monopolio de los partidos políticos en la postulación de
candidatos puede ser considerado por algunos como inconstitucional debido a que es contrario al
derecho de participación política y de acceso a cargos públicos de elección popular por condicionar
la posibilidad de acceder a un cargo al hecho de haber sido propuesto por un instituto político
debidamente inscrito (Mora 2006, 8). También existen opiniones contrastantes que estiman que la
inclusión de las candidaturas independientes no implica la eliminación de la representación política
a través de los partidos, al contrario, propicia mayor igualdad, libertades políticas y mejora la
calidad de la democracia al incentivar el pluralismo (Hernández 2012, 19, 43-4).

Existen dos definiciones de candidaturas independientes: en la primera se les concibe como


personas que cumplen con los requisitos de la ley, sin registro o afiliación partidista que son
postuladas con firmas de apoyo de integrantes de la ciudadanía, o bien, por los mismos partidos
políticos. Sin embargo, se puede argumentar que es incorrecto considerar a las personas sin filiación
partidaria que son postuladas por un partido como independientes ya que, al ser nominadas por un
partido se infiere que se identifican con él y que, de resultar electos, promoverán sus políticas y
planes. En cambio, existe una segunda definición —que se ajusta al marco normativo mexicano y
que será la que se use en este curso—: las candidaturas independientes son aquellas postulaciones a
cargos públicos en las que los partidos políticos no toman parte de ninguna naturaleza, y con ellas la
ciudadanía ejerce sus derechos políticos (Hernández 2012, 19; Hernández 2014, 328-9). Esto
significa que las personas postuladas por la vía independiente no deben pertenecer a un partido
político, ni representar sus intereses, y que su registro tiene sustento en el apoyo de la ciudadanía y
no en la infraestructura de algún partido.
Angus King con su familia el 9 de noviembre de 1994, el día después de que ganó la elección de
gobernador del estado de Maine como candidato independiente

Es importante no confundir a los candidatos independientes con los candidatos no registrados. Los
candidatos independientes o ciudadanos, como ya fue mencionado, son aquellos a quienes se les
permite participar en las elecciones según las disposiciones electorales, siempre que cumplan con
los requisitos de elegibilidad establecidos en las leyes electorales. En cambio, los candidatos no
registrados son todos aquellos inscritos por los electores en los espacios en blanco de las boletas, a
pesar de no haber sido registrados o postulados (González y del Rosario 2014, 19).

Si bien las candidaturas independientes pueden hacer aportaciones valiosas a un régimen


democrático, también es importante reconocer que son numerosos los riesgos percibidos que se
relacionan con las candidaturas independientes, entre los que se encuentran que (Hernández 2014,
344-5):

o Algunos candidatos con influencia económica importante podrían tener un peso


político ilimitado.
o Se podrían postular candidatos solamente para recibir financiamiento público.
o Podría favorecerse el caudillismo[1] y caciquismo[2] por acopio de clientelas
electorales.
o El sistema representativo y las instituciones electorales podrían resultar debilitadas.
o Podrían resultar electas personas carismáticas sin experiencia.
o Podría generar la fraccionalización de los órganos legislativos.
o Podrían ganar candidatos independientes aislados con poca posibilidad de impactar
cambios.
Sin embargo, también existen diversos argumentos a favor de las candidaturas independientes
(Hernández 2014, 345; Aragón 1999, 20):

o La posibilidad de que el ciudadano se sienta parte de los procesos de toma de


decisiones.
o La posibilidad de representantes que están más cerca de su base social.
o La presencia de legisladores independientes que no votan en bloque, lo que podría
permitir tener presencia a regiones, etnias, géneros o generaciones que de otra
manera tal vez no contarían con representación política.
o La amplitud en la pluralidad de la oferta política.
o La generación de una mayor competitividad, ya que los partidos tendrían que
buscar mejores argumentos para adquirir mayores votantes.
o El fortalecimiento de la democracia al acercar el poder a todos los ciudadanos y al
revitalizar a los propios partidos.
o El pleno ejercicio de los derechos políticos.

El sufragio se divide en dos dimensiones interrelacionadas: el voto activo, que es el derecho a


elegir, y el voto pasivo, que es el derecho a postularse en una elección y a ser elegido ( Hernández
2012, 18). Si no se garantizara el general y libre acceso del pueblo al sufragio pasivo, los
ciudadanos solo elegirían, pero no tendrían posibilidades reales de ejercer el poder público. En este
sentido, los partidos no deben ser los únicos instrumentos de participación política de los
ciudadanos, ya que el monopolio de los partidos para la presentación de candidaturas supone una
muy fuerte limitación del derecho de sufragio pasivo para los ciudadanos y parece difícilmente
conciliable con el principio de igualdad (Aragón 1999, 17, 19 y 22). De esta manera, la figura de las
candidaturas independientes permite que los ciudadanos ejerzan el derecho humano al sufragio de
forma integral (Hernández 2012, 14).

Las y los candidatos independientes son aquellos que no pertenecen o son apoyados por un partido
político y que obtienen su registro a través del apoyo ciudadano. Su inclusión en el sistema electoral
implica la mayor protección de las libertades políticas, el ejercicio pleno de los derechos políticos y
se relaciona con la calidad de la democracia.

Requisitos para ser candidata/o independiente

Para poder ejercer el derecho a ser votado es necesario que se satisfagan diversos requisitos y
condiciones, en tanto que el sufragio pasivo se encuentra condicionado a los requisitos de
elegibilidad establecidos en la normatividad de cada Estado (Hernández 2012, 18). Estos requisitos,
al restringir un derecho fundamental de los individuos, deben basarse en los principios de no
discriminación, relevancia, racionalidad y objetividad (ACE Project 2013, 11).

Entre los requisitos de elegibilidad, se distinguen los que se expresan en términos positivos y
generalmente se refieren al estatus jurídico, la edad, la capacidad o la oriundez, vecindad o
residencia que debe reunir la persona; en contraste, las causas de inelegibilidad se expresan en
términos negativos y generalmente se refieren a los cargos, vínculos o antecedentes que no deberá
poseer quien aspire a ser candidato (González y del Rosario 2014, 17-8).

De tal manera, los requisitos legales para ser registrado como candidato pueden incluir (ACE
Project 2013, 79-80; González y del Rosario 2014, 18):

o Neutralidad y compromiso con el país. Por lo cual el estatus de ciudadanía es


uno de los principales requisitos de quien aspira a ser candidato. También se puede
requerir que la o el aspirantes tenga la ciudadanía por nacimiento, que no tenga
ciudadanía de otro país y/o que lleve cierto periodo de tiempo viviendo en el país
antes de la elección. Asimismo, como prueba de compromiso, se puede requerir
que haya presento el servicio militar y/o que sea un elector registrado.
o Madurez. Se relaciona con el requisito de tener determinada edad para votar. La
edad mínima puede depender de la importancia del cargo, así, mientras más
importante sea; más alta será la edad mínima para la candidatura.
o Competencia personal. Supone el requisito de tener cierto nivel educativo,
conocimiento del idioma oficial, y/o salud mental.
o Ausencia de conflictos de interés. Es la prohibición de que se postulen como
personas que trabajen y/o tengan vínculos que puedan afectar su imparcialidad o
que en fechas próximas a la elección hayan desempeñado un cargo político
importante, religioso, en las fuerzas armadas o la judicatura, entre otros.
o Aptitud moral. Con base en este requisito, quedan descalificadas las personas que
hayan sido condenadas por ciertos tipos de delitos, por ejemplo, los relacionados
con el proceso electoral y la corrupción.
o Capacidad de asumir el cargo. Se puede descalificar a las personas encarceladas
por cualquier crimen, dada su imposibilidad de asumir el cargo.
o Adhesión a ciertas normas sociales. Es el requisito de manifestar su fidelidad a
normas sociales como la democracia, la competencia pacífica y el apoyo para a las
minorías.

Asimismo, se puede incluir la obligación de pagar un depósito para desalentar el registro de


candidatos y partidos que no tengan intenciones serias para competir en la elección. Estos depósitos
no deben ser de montos muy altos porque se podría obstaculizar la participación de competidores
legítimos y deben ser reembolsables para los candidatos que obtienen cierto porcentaje de votos en
la elección (IDEA 2002, 51; ACE Project 2013, 77).

Todos los requisitos antes mencionados aplican tanto para los candidatos postulados por los
partidos políticos, como para los candidatos independientes. Adicionalmente, para los candidatos de
los partidos se requiere que quienes los postulan hayan obtenido un porcentaje mínimo de votos en
las elecciones previas o que tengan representación en el Poder Legislativo del país ( IDEA 2002,
51; ACE Project 2013, 79). Ya que estos requisitos no se pueden aplicar a los candidatos
independientes, a estos normalmente se les requiere un número mínimo de firmas válidas de
electores registrados como muestra del respaldo ciudadano que ostentan. Al respecto se debe tomar
en cuenta que (IDEA 2002, 51-2; Hernández 2014, 346):

o El porcentaje de firmas exigido no sea demasiado alto.


o Las reglas sobre las limitaciones a la recopilación de firmas sean claras para evitar
abusos en el procedimiento de registro, por ejemplo, al respecto de las veces que
una persona puede mostrar su apoyo por un candidato independientes o sobre el
apoyo emitido por afiliados o militantes de un partido político.
o La legislación señale claramente el procedimiento de verificación de las firmas
obtenidas por los candidatos independientes, el cual debe basarse en criterios
objetivos.
o En el caso de incluir reglas sobre la distribución territorial de las firmas de apoyo,
tales reglas no deben discriminar intereses regionales, étnicos o a pueblos o
comunidades indígenas.
o Los candidatos independientes deben ser informados de deficiencias en los trámites
para su registro, con el fin de estar en condiciones de corregirlas antes de que la
autoridad rechace de plano su registro.
o Los candidatos independientes deben tener la oportunidad de presentar denuncias o
impugnaciones sobre la decisión de la autoridad al respecto de su registro.

Para poder ser registrado como candidata/o independiente un ciudadano tiene que cumplir con los
requisitos establecidos en la legislación correspondiente y que respeten los principios de no
discriminación, relevancia, racionalidad y objetividad. Uno de los requisitos más común es contar
con determinado porcentaje de apoyo ciudadano, que se comprueba mediante firmas.

[1] El caudillismo es un fenómeno político y social que consiste en la llegada de líderes carismáticos cuya
forma de acceder al poder y llegar al gobierno está basada en mecanismos informales y difusos de
reconocimiento del liderazgo por parte de las multitudes (RAE 2019).

[2] El caciquismo es una forma distorsionada de gobierno local donde un líder político tiene un dominio total
de una sociedad del ámbito rural expresada como un clientelismo político (RAE 2019).
Tema 2. Evolución histórica en México

Introducción

En este apartado estudiarás el desarrollo histórico de la figura de las candidaturas


independientes en México, desde el periodo post independentista hasta la reforma
constitucional de 2012. A lo largo de la unidad se mostrará el desarrollo de las
distintas etapas por las que pasaron los candidatos independientes para lograr su
reconocimiento constitucional, a pesar de haber estado presentes en varios
periodos de la historia comicial de México.

La evolución histórica de esta figura, puede ser estudiada a partir de cuatro


etapas, que se describirán a detalle:

o Candidaturas ciudadanas. Comprende los primeros años


posteriores a la independencia de México hasta la promulgación de
la Ley Electoral de 1911.
o Reconocimiento institucional de las candidaturas
independientes. Comprende el periodo desde la promulgación de
la Ley Electoral de 1911 hasta 1946.
o Ausencia de las candidaturas independientes. Comprende el
periodo desde 1946 hasta el año 2011.
o Reconocimiento constitucional y legal de las candidaturas
independientes. Comprende el periodo que va de la reforma de
2012 a la fecha.
Antes de comenzar, haz clic en el siguiente recurso para tener un panorama
general de las etapas de la regulación de las candidaturas independientes.

Recurso 1. Las etapas de la regulación de las candidaturas independientes

ema 2. Evolución histórica en México

2.1 Candidaturas ciudadanas (1811-1911)

El primer periodo de las candidaturas independientes en México que


estudiaremos es el comprendido entre 1810 y 1911. Durante esta etapa, la figura
de las candidaturas independientes no estuvo reglamentada, sin embargo, las
candidaturas de este carácter existieron siempre de facto puesto que no existían
los partidos políticos y, por lo tanto, tampoco su monopolio en el registro de las
candidaturas: las/os candidatos eran postulados por pequeños grupos políticos o
de manera independiente. Vázquez Gaspar (2009) considera que: “a partir de la
independencia en 1810 y hasta la Revolución mexicana en 1910, las candidaturas
individuales estaban reguladas en la plataforma ideológica; se les puede asimilar
con partidos políticos, estos existían en la realidad, mas no en las leyes”.
Además, destaca que durante ese siglo los protagonistas siempre fueron los
individuos y no los partidos hasta 1911, año en el que se reconoce legalmente la
existencia de los partidos políticos. No obstante, incluso en ese momento, por la
conformación de los partidos con hombres ilustres y caudillos, los partidos
dependían de los candidatos y no estos de los partidos políticos (Vázquez 2009).

Durante esta época, los partidos políticos, a pesar de poseer plataformas


ideológicas, eran entidades inorgánicas, no reconocidas legalmente, por lo que
carecían de militancia y personalidad jurídica. Además, eran vistos con
desconfianza, pues eran considerados como una amenaza para la integridad
política del Estado. Por consiguiente, tenían existencia de hecho, no de derecho.

Aun así, entre 1810 y 1910 existieron dos facciones principales a los que se les
suele referir como partidos, el Liberal y el Conservador, los cuales se subdividían
en distintos grupos. Sin embargo, la Guerra de Reforma (1857-1860) y la lucha
contra la Intervención Francesa (1862-1867), desencadenadas por el Partido
Conservador, ocasionaron su disolución al haber perdido ambas, quedando
entonces como única fuerza política el partido Liberal. En consecuencia, la
manera de acceder al poder se centró únicamente en arreglos entre los altos
mandos de dicho partido, dejando a un lado las contiendas electorales y cualquier
vestigio de democracia partidaria. No obstante, a pesar de la existencia de
liberales y conservadores, los candidatos individuales fueron siempre los
protagonistas de las contiendas políticas y electorales (Pérez de los Reyes 1998,
695-716). Esto es así, porque en cada uno de los ordenamientos legales
publicados desde la Constitución de Cádiz de 1812 hasta la Constitución de 1857
se establecía como principal requisito para obtener un puesto de elección popular
ser originario o, en su caso, vecino del distrito por el que se pretendiera
contender. En este sentido, cualquier ciudadano originario o vecino del distrito
que cumpliera también con el requisito de edad mínima establecida, se
encontraba en posibilidades de acceder al cargo, con independencia de
pertenecer, o no, a alguna de las fuerzas políticas existentes (Pérez de los Reyes
1998, 695-716).

Constitución de Cádiz de 1812 y parte de mural de Diego Rivera en el Palacio


Nacional

Una revisión exhaustiva de los ordenamientos constitucionales y electorales que


estuvieron vigentes durante el primer siglo del México independiente demuestra
que legalmente no existió una regulación de los partidos políticos como
organizaciones o instituciones ciudadanas, y tampoco de los candidatos
independientes como figuras electorales mediante las cuales se pudiera ejercer el
derecho al voto pasivo. Sin embargo, de los hechos se desprende que ambas
figuras se encontraron presentes durante esa época y jugaron un papel de vital
importancia en las elecciones a los distintos cargos. Por esta razón, se habla de la
existencia de candidatos independientes desde los primeros años del México
independiente, pues no solo existieron de facto, sino que fueron los protagonistas
de las elecciones llevadas a cabo durante esos años. Sin embargo, no contaban
con una regulación específica que estableciera sus derechos y obligaciones como
candidatos, porque no existían las campañas electorales y, en numerosas
ocasiones, los cargos terminaban siendo elegidos al azar o por designación
directa de quien estuviera en el poder (Pérez de los Reyes 1998, 695-716).

Aunque en el periodo de 1810 a 1911 las candidaturas independientes no


estuvieron reguladas de forma explícita, existieron de facto, pues no existían los
partidos políticos y, por lo tanto, tampoco monopolizaban las candidaturas.

2.2 Reconocimiento institucional de las candidaturas independientes (1911-1946)

La Constitución de 1857 introdujo los derechos del hombre al contexto


mexicano: la libertad de asociación, expresión, educación, a la propiedad y a la
igualdad ante la ley, entre otras, por lo que no fue fácil de aceptar por los
conservadores, lo que dio paso a diversos conflictos por dos décadas, en las que
se suscitaron eventos como: las Leyes de Reforma, el Imperio de Maximiliano, la
lucha por el poder entre liberales y el gobierno de Benito Juárez.

En 1877 Porfirio Díaz asumió la presidencia del país, mandato que se extendería
por un periodo de 30 años, en el que la violación y manipulación de la ley fue
latente: “Al igual que intervenía en el nombramiento de gobernadores, don
Porfirio manipulaba las elecciones de diputados, senadores y magistrados
federales” (Speckman 2008, 348).

Elisa Speckman también asegura que, pese a que en pocas ocasiones los electores
acudían a emitir su voto, los procesos electorales siguieron organizándose de
forma expedita en un intento de legitimar el sistema electoral y los gobiernos:
“existía un interés por brindar una apariencia de legalidad o de respetar, al
menos, las formas” (2008, 348).
En razón de lo anterior, se gestó un movimiento antireeleccionista, encabezado
por Francisco I. Madero, que pasó de ser una oposición electoral a un conflicto
armado. Tras el mandato de Díaz, aunado a las dificultades de gobernabilidad en
el país por la Revolución, resulta comprensible la considerable desconfianza
hacia las instituciones y en los procesos de renovación de los cargos en México.
Así, el 19 de diciembre Madero publicó la Ley Electoral de 1911 para la
renovación de los poderes federales: Presidente de la República, Diputados y
Senadores (Arreola 2012, 16-17), cuyo objetivo era comenzar a construir un
régimen democrático donde primara la legalidad y legitimidad.

Esta ley constituye el primer ordenamiento electoral en regular tanto a los


partidos políticos como a los candidatos sin partido, anteponiendo la igualdad de
derechos para ser votado y sentando las bases para la organización de las
elecciones por más de treinta años. A pesar de no contener un capítulo específico
en el que se hiciera referencia a los requisitos para ser candidato independiente o
a los términos para su incursión en los procesos electorales, se les nombra por
primera vez (Ley Electoral 1911, artículos 12 y 22) y se les reconoce
expresamente su derecho a participar en las elecciones, en condiciones de
igualdad frente a los partidos políticos.

Francisco I. Madero votando y Venustiano Carranza en la promulgación de la


Ley Electoral de 1918
Asimismo, en dicha ley quedó establecido el derecho de los candidatos
independientes a impugnar imprecisiones en el padrón electoral y a registrar
representantes ante las mesas directivas de casilla (Castro 2013).

Posteriormente, la Ley Electoral para la Formación del Congreso Constituyente,


promulgada por Venustiano Carranza en septiembre de 1916, reconoció el
derecho de los candidatos independientes a nombrar representantes, al igual que
la consecuente Ley Electoral de 1917, la cual contenía similitudes con la de 1916
en cuanto a la regulación de candidaturas independientes, pues en ambas leyes se
preservó el derecho de los candidatos independientes a solicitar impugnaciones
relacionadas con los datos contenidos en el padrón electoral, con la instalación de
las casillas y con las violaciones cometidas durante la elección (Hernández 2012,
20-25).

Con la aprobación y posterior publicación de la Ley para la Elección de los


Poderes Federales de 1918, además de mantenerse los preceptos de las leyes
anteriores, se establecieron requisitos para impulsar las candidaturas
independientes con el fin de equiparar su postulación a la de los candidatos
propuestos por partidos políticos. En materia de registro, para postularse al cargo
de Diputado se solicitaba el apoyo de cincuenta ciudadanos pertenecientes al
distrito, en tanto que para contender a Senador o Presidente de la República se
solicitaba también el apoyo de cincuenta ciudadanos, pero estos podían
pertenecer a cualquier distrito. De igual forma, se exigía a los candidatos contar
con un programa político y difundirlo entre la ciudadanía (Hernández 2012, 20-
25).

Las subsecuentes reformas de los años 1920, 1921, 1933, 1934 y 1942 no
presentaron modificaciones o adiciones relevantes en materia de candidaturas
independientes, pues las bases ya estaban sentadas, además de que, con el paso
del tiempo, los partidos políticos fueron beneficiados con las reformas político-
electorales, lo que implicó que ganaran espacios en detrimento de los candidatos
independientes.

La Ley Electoral de 1911 reconoció por primera vez las candidaturas


independientes y su derecho a participar en las elecciones en condiciones de
igualdad frente a los partidos políticos. En 1916 se les reconoce el derecho de
nombrar representantes y de hacer observaciones al padrón electoral, preceptos
que se mantuvieron hasta 1946.
.3 Ausencia de las candidaturas independientes (1946-2011)

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que obtuvo dicho nombre en 1946,


tiene su antecedente histórico en 1929 con el Partido Nacional Revolucionario
(PNR), que surgió con el fin de regular el acceso a los cargos públicos y terminar
con el caudillismo (Nacif 2007, 47), en voz de Plutarco Elías Calles:

Yo creo que la organización de un Partido de carácter nacional servirá para


constituir un frente revolucionario ante el cual se estrellen los intentos de la
reacción. Se lograría a la vez encauzar las ambiciones de nuestros políticos,
disciplinándonos al programa que de antemano se aprobara. Con tal organismo,
se evitarán los desórdenes que se provocan en cada elección y poco a poco, con
el ejercicio democrático que se vaya realizando, nuestras instituciones irán
fortaleciéndose hasta llegar a la implementación de la democracia (Camacho
2013, 144).

El PNR consiguió unir a los caudillos triunfantes de la Revolución Mexicana y,


con ello, fomentar el nacionalismo revolucionario. En 1937 Lázaro Cárdenas
propuso arropar a otros sectores en el partido mediante la modificación de sus
documentos con el fin de integrar principios como el apoyo a agricultores y
obreros, entre otros (Camacho 2013, 149). Así, el PNR pasó a ser el Partido de la
Revolución Mexicana y, el 19 de enero de 1946, se convirtió en el PRI.

Durante esos 17 años, el partido se consolidó como la primera fuerza en el país,


la monopolización del poder fue evidente. Como consecuencia del
fortalecimiento al régimen de partidos, la Ley Electoral de 1946, promulgada por
Manuel Ávila Camacho, con su artículo 60 puso fin al reconocimiento y
regulación de las candidaturas independientes, limitando exclusivamente a los
partidos políticos el derecho a registrar candidaturas para acceder a los cargos de
elección popular (Hernández 2012, 20-25).

Asimismo, esta ley representó un cambio en las condiciones de ingreso para los
nuevos partidos políticos que querían contender en los procesos electorales, al
establecer como requisito esencial que las organizaciones ciudadanas que
buscaran postular candidatos a los distintos cargos de elección popular debían
solicitar su registro ante la Secretaría de Gobernación y acreditar la afiliación de
por lo menos 30,000 ciudadanos, distribuidos en dos terceras partes de las
entidades federativas, cada una de las cuales debía contar al menos con 2,000
afiliados. Por lo tanto, la Ley Electoral de 1946 no solo terminó con la figura de
las candidaturas independientes, sino que impuso nuevos obstáculos a las
organizaciones ciudadanas que buscaban postular candidatos (Becerra 2014,
205).
En este sentido, es necesario mencionar que únicamente el PRI logró la cantidad
de afiliados solicitada durante los primeros comicios celebrados después de la
entrada en vigor de esta ley. No obstante, el artículo XII transitorio de la ley
establecía que, para la elección de ese año, bastaría con acreditar la afiliación de
10,000 ciudadanos distribuidos en dos terceras partes de la entidad, con no menos
de trescientos ciudadanos en cada una, por lo cual, diez partidos más lograron su
registro (Becerra 2014, 205).

A partir del año 1952 el número de partidos políticos registrados decreció de


manera significativa y constante; aunado a esto, la reforma electoral de 1954
elevó el número de ciudadanos afiliados que los partidos debían registrar,
pasando de 30,000 a 75,000. Esta situación generó que durante el periodo
comprendido entre 1952 y 1958 existieran únicamente cinco partidos políticos
registrados: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Nacionalista
Mexicano (PNM), la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM),
Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Popular (PP). Esto fue el inicio de lo
que se conoce como la etapa del partido hegemónico, ya que aunque existía
pluralidad numérica, no había una competencia política real.

En las elecciones de 1958 y 1976 el Partido Comunista Mexicano (PCM), que no


contaba con registro legal, decidió postular de manera simbólica como
candidatos sin registro a la Presidencia de la República a Miguel Mendoza López
y a Valentín Campa,[1] respectivamente (Becerra 2014, 206-7).
Valentín Campa, candidato sin registro del PCM a la Presidencia de la
República en 1976

Durante los años de 1964 a 1976 solo existieron cuatro partidos políticos
registrados: Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional
(PAN), Partido Popular Socialista (PPS) y Partido Auténtico de la Revolución
Mexicana (PARM). Sin embargo, para la elección presidencial de 1964
nuevamente una organización ciudadana sin registro como partido,[2] el Frente
Electoral del Pueblo, decidió presentar como candidato presidencial sin registro a
un dirigente campesino llamado Ramón Danzós Palomino (Becerra 2014, 206-7).

Estas situaciones constituían una estrategia política para mostrar, tanto al


gobierno como a la ciudadanía, la necesidad de eliminar los obstáculos que
mantenían al sistema electoral estricto y cerrado, ya que no permitía la
participación equitativa de todos aquellos que aspiraban a obtener una
candidatura. El hecho de que en 1976 hubiera solo un candidato legal a la
Presidencia, así como el incremento de los votos en favor de candidatos no
registrados —pasó de los 22,815 obtenidos en los comicios de 1970 a 212,064—
evidenció no solo que existía un amplio sector de la población interesado en
votar por opciones distintas a las impuestas por los partidos políticos, sino
también que era necesaria una reforma político-electoral.

Así, durante el mandato de José López Portillo (1976-1982) inició un cambio en


el sistema político que resultó en la apertura del sistema de partidos a través de
una serie de modificaciones en los requisitos a las agrupaciones que pretendían
constituirse como partidos:

o Acreditar cuatro años de actividad política.


o Presentar sus documentos básicos.
o Representar una corriente ideológica definida.

Al cubrir estos tres requisitos, obtenían un registro condicionado que podía


convertirse en definitivo si obtenían por lo menos el 1.5% de las votaciones en
alguna de las elecciones, ya fuera en la presidencial, en la de diputados o en la de
senadores (Becerra 2014, 207).

Estas modificaciones en materia de registro permitieron que el número de


partidos políticos aumentara, lo que implicó más opciones para los ciudadanos
para elegir a sus representantes. Fue así como en el año de 1988, en un contexto
que se distinguió por la ruptura de la unidad y la estabilidad interna del PRI,
mayor pluralidad política, urbanización, un nivel educativo en ascenso, así como
por coincidir con la tercera ola de democratización en el ámbito internacional,
surgieron nuevos partidos políticos,[3] con lo cual comenzó una reconfiguración
del sistema electoral mexicano.

A pesar del aumento en las opciones para los ciudadanos, parecían no sentirse
identificados o representados por ninguna de las fuerzas políticas existentes,
aunado a la complejidad y heterogeneidad de la sociedad mexicana, lo que
generó un incremento en la demanda de candidaturas independientes. Así, por
primera vez, en el año de 1998 la ciudadana María del Rosario Elizondo Salinas
se postuló como candidata sin registro a la presidencia municipal de Santander
Jiménez en Tamaulipas obteniendo el triunfo avalado por el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), cuyo argumento fue que, al existir
la figura del candidato no registrado en la legislación de Tamaulipas, su triunfo
era posible (Becerra 2014, 208).

Posteriormente, en agosto de 2001, el ciudadano Manuel Guillén Monzón solicitó


su registro como candidato independiente por la gubernatura de Michoacán, pero
el instituto electoral local lo rechazó por no haber regulación al respecto. Guillén
Monzón interpuso el juicio SUP-JDC-037/2001 ante la Sala Superior del TEPJF,
que resolvió que, si bien “ninguna disposición constitucional ni la interpretación
sistemática o funcional del conjunto de preceptos constitucionales aplicables
establecen, en forma alguna, que los partidos políticos tengan el monopolio de la
postulación de candidaturas (por mayoría relativa) para cargos de elección
popular ni, mucho menos, que al efecto estén prohibidas las candidaturas
independientes o no partidistas (con la excepción clara de las elecciones de
diputados y senadores por representación proporcional, según se explica a
continuación” (SUP-JDC-037/2001), aceptar que un candidato independiente
contendiera sin haber regulación al respecto implicaría una violación al principio
de igualdad, porque mientras a ciertos ciudadanos se les exige el cumplimiento
de la ley, otros podrían optar por reglas especiales.

Con estos precedentes, varios ciudadanos más solicitaron su registro como


candidatos independientes en años ulteriores. A continuación, se muestra una
relación de algunos de ellos:

AÑO CIUDADANA(O) ELECCIÓN


José Hernández Mendoza y León Autoridades municipales en
2004
Ignacio Ruíz Ponce Veracruz
2005 Jorge Castañeda Gutman   Presidente de la República
Víctor González Torres y Jorge
2006 Presidente de la República
Castañeda Gutman
Presidente municipal de
2007 Adonai Avilés Sierra
Yobaín, Yucatán
Diputado local en Quintana
2008 Fernando Cristóbal Mendoza Espino
Roo
Elisa de Anda Madrazo y
2009 Diputados federales
Parménides Ortiz Cano
2012 Manuel Jesús Clouthier Carrillo Presidente de la República
2012 Rafael Acosta Ángeles Presidente de la República
Elaboración propia

Como se mencionó con anterioridad, si bien en el ámbito federal se establecía


claramente que los partidos políticos eran los únicos que podían postular
candidatos a cargos de elección popular, no existía disposición constitucional
alguna que obligara a los estados a seguir con este modelo.

El tema cobró especial relevancia cuando, en octubre de 2005, Jorge Castañeda


Gutman solicitó su registro como candidato independiente a la Presidencia de la
República y, ante la negativa y después de haber agotado los medios internos,
presentó una queja ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Hernández 2013, 27-29; Santiago 2013). La Corte, en su sentencia (Castañeda
Gutman vs. México), determinó que los Estados gozan de amplia libertad en la
configuración del derecho al sufragio pasivo, aunque obligó al Estado mexicano
a crear un medio efectivo para la protección de los derechos políticos de los
ciudadanos.

En este contexto, en 2005 y 2006 los congresos locales de Sonora y Yucatán,


respectivamente, incorporaron a sus legislaciones la figura de las candidaturas
independientes. No obstante, tres partidos políticos impugnaron la adopción de la
figura en la legislación de Yucatán mediante acciones de inconstitucionalidad. La
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) confirmó la constitucionalidad de
las candidaturas independientes, argumentando que la Constitución no establecía
la exclusividad de los partidos políticos para postular candidatos (AI 28/2006 y
sus acumuladas 29/2006 y 30/2006). En consecuencia, en las elecciones locales
de 2007 participaron candidatos independientes y uno de ellos, Adonai Avilés
Sierra, candidato independiente a presidente municipal de Yobaín en Yucatán,
resultó electo (Becerra 2014, 209).

A partir de 1946 se estableció en la ley que solo los partidos políticos podían
postular candidatos para ocupar cargos de elección popular. Sin embargo, en
1998 María del Rosario Elizondo Salinas se convirtió en la primera candidata sin
partido en obtener un cargo a nivel local. A partir de ese triunfo varios
ciudadanos se mostraron atraídos por contender por esta vía y el caso de Jorge
Castañeda Gutman cobró relevancia, pues la Corte Interamericana de Derechos
Humanos se pronunció al respecto.

La reforma constitucional de 2007 y la iniciativa de FCH en 2009


El triunfo de un candidato independiente en Yucatán y la incorporación de esta
figura a las legislaciones locales de dos estados parecía ser el inicio de una oleada
de candidatos que buscarían postularse con base en el criterio emitido por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que confirmaba su
constitucionalidad, sin embargo, no fue así. Ese mismo año, una reforma
constitucional en materia electoral frenó abruptamente su avance, al regular en el
artículo 116 de la CPEUM la obligación consistente en que tanto las leyes
electorales locales como las constituciones locales establecieran que los partidos
políticos tenían reconocido el derecho exclusivo para solicitar el registro de
candidatos a cargos de elección popular, situación que eliminó la posibilidad de
que los estados pudieran contemplar dicha figura en sus legislaciones.

No obstante, esta nueva obligación que excluía la posibilidad de contar con


candidatos independientes, no fue adicionada al artículo 41 constitucional, el cual
establece las bases para la renovación de los poderes, quedando abierta la
posibilidad de regularlas en el ámbito federal. Sin embargo, la reforma electoral
de 2007 al entonces Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (Cofipe), mantuvo la redacción del artículo 218 que establecía
“corresponde exclusivamente a los partidos políticos nacionales el derecho de
solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular”, es decir que
continuó el rechazo a la implementación de la figura (Becerra 2014, 210).

En diciembre de 2009, el entonces presidente de la República, Felipe Calderón


Hinojosa, presentó una iniciativa de reforma a la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) en materia política, la cual contenía en su
artículo 35 las siguientes adiciones:

Artículo 35. Son derechos del ciudadano:

I (…)
II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, teniendo las
calidades que establezca la ley. El derecho de solicitar el registro de candidatos
ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos, así como a los
ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los
requisitos, condiciones y términos que determine la legislación;

Asimismo, proponía agregar una base V al artículo 41 para especificar las


características que tendrían este tipo de candidaturas, con el claro objetivo de
“fortalecer a la ciudadanía con una nueva dimensión de participación política y
reforzar el derecho fundamental de todos los ciudadanos mexicanos a ser
votados”, tal y como quedó especificado en su exposición de motivos.
Nota periodística de La Jornada sobre las propuestas de Felipe Calderón
Hinojosa para la reforma político-electoral

Entre los requisitos que se proponía regular se encontraba la presentación de


respaldo ciudadano, equivalente al menos al 1% de los ciudadanos inscritos en el
padrón electoral de la demarcación que correspondiera (Becerra 2014, 212-3).

Los partidos políticos tuvieron distintas reacciones; por un lado, el PAN, partido
al que pertenecía Felipe Calderón, apoyó su propuesta. El PRD, el Partido del
Trabajo y Convergencia asumieron la importancia de introducir la figura del
candidato independiente, pero no estuvieron de acuerdo con el contenido de la
iniciativa del Presidente, así que presentaron otra propuesta. Por otro lado, el
PRI, mediante su representante Beatriz Paredes, quien en ese momento era la
presidenta nacional del partido, rechazó categóricamente la apertura hacia las
candidaturas independientes, argumentando que eran los “poderes fácticos”
quienes se encontraban detrás de la iniciativa presentada y no la voluntad
popular.

Por lo tanto, la iniciativa presentada por el Presidente fue rebatida y hasta el año
2011 el rechazo por el reconocimiento constitucional de esta figura se mantuvo
intacto, a pesar de los esfuerzos de los integrantes del PAN y el PRD (Becerra
2014, 212-213).

La reforma constitucional de 2007 frenó el avance de las candidaturas


independientes en el ámbito local al establecer en el artículo 116 la obligación
consistente en que tanto las leyes electorales locales como las constituciones
locales establecieran que los partidos políticos tenían reconocido el derecho
exclusivo para solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular.

[1] Ex preso político y ex dirigente ferrocarrilero.

[2] A la FEP le había sido negado su registro como partido político un año previo a la elección por no cumplir con el
mínimo de ciudadanos afiliados requerido. Contaba con el apoyo de militantes del Partido Comunista Mexicano (PCM).

[3] Partido de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT), Parido Verde Ecologista de México (PVEM),
Partido Convergencia (PC), Partido Nueva Alianza (PANAL) y otros que ya perdieron su registro.

2.4 Reconocimiento constitucional y legal de las candidaturas independientes


(2012 a la fecha)

En abril del 2011, después de un largo proceso de discusión en el Congreso, la


Cámara de Senadores envió a la Cámara de Diputados una iniciativa de reforma
constitucional en materia político-electoral, que fue aprobada en noviembre del
mismo año y remitida a los congresos locales. Finalmente, en agosto de 2012, la
mayoría de los congresos locales la aprobó y fue publicada en el Diario Oficial
de la Federación como Decreto por el que se reforman y adicionan diversas
disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en
materia política (DOF, 9 de agosto de 2012).

Nota de Expansión CNN sobre la aprobación de las candidaturas independientes


en la reforma político-electoral

De la lectura del dictamen original de la reforma se desprende que su eje rector


fue incentivar la participación ciudadana, es decir, reconocer constitucionalmente
el derecho de la sociedad civil a participar de manera directa y activa en los
asuntos de interés público.

Por esta razón, entre muchas otras modificaciones, se reformó el artículo 35 de la


CPEUM con la finalidad de reconocer el derecho de los ciudadanos a postularse
como candidatos independientes. Al respecto, en el dictamen inicial[4] se expuso
que:

“Las candidaturas independientes, no partidistas, han sido implantadas en


muchas naciones democráticas, México ha sido hasta ahora una de las
excepciones, aunque el tema ha sido ampliamente abordado desde los más
diversos enfoques y con diferentes objetivos. El que estas comisiones unidas
recuperan y hacen suyo es el que postula que el derecho de los ciudadanos al
voto pasivo, es decir a la postulación como candidato a un cargo de elección
popular, debe ser uno de los derechos ciudadanos que nuestra Constitución
reconozca, para que sobre esa base el legislador ordinario establezca los
requisitos y procedimientos, derechos y obligaciones, que deberán cumplir y
podrán ejercer quienes aspiren a un cargo de elección popular por fuera del
sistema de partidos.”

Así, el contenido del mencionado artículo, en lo referente a las candidaturas


independientes, quedó de la siguiente manera:

“Artículo 35. Son derechos del ciudadano:

I. (...)
II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular, teniendo las
calidades que establezca la ley. El derecho de solicitar el registro de candidatos
ante la autoridad electoral corresponde a los partidos políticos así como a los
ciudadanos que soliciten su registro de manera independiente y cumplan con los
requisitos, condiciones y términos que determine la legislación; III. (…)”

Antes de las modificaciones, en este artículo se reconocía el derecho de los


ciudadanos a ser votados, pero precisando que los partidos políticos eran los
únicos facultados para solicitar el registro de candidatos. Con la reforma, se
protege y reconoce el derecho de los ciudadanos a solicitar su registro de manera
independiente a los partidos políticos. De la misma forma, quedó establecido en
el artículo Segundo Transitorio un plazo de un año[5] para que el Congreso de la
Unión realizara las adecuaciones legales y reglamentarias necesarias para
implementar la figura en el sistema electoral mexicano. Sin embargo, no se
modificó el artículo 116 de la CPEUM en lo relativo a la organización de los
poderes estatales para armonizarlo con las adiciones hechas al artículo 35. Esta
situación generó que la redacción de la fracción IV del citado artículo 116
continuara estableciendo que las constituciones y leyes electorales de los estados
debían garantizar que los partidos políticos tuvieran reconocido el derecho
exclusivo para solicitar el registro de candidatos a cargos de elección popular,
cuando en el artículo 35 ya se reconocía que ese derecho también le pertenecía a
los candidatos independientes.

La contradicción generada por la falta de armonización entre las dos


disposiciones constitucionales tuvo que ser dirimida por la Suprema Corte de
Justicia de la Nación mediante la resolución de acciones de inconstitucionalidad,
a través de las cuales tomó la decisión de aplicar el criterio del ámbito temporal
de validez de la norma, consistente en que la norma más reciente tiene
prevalencia sobre la anterior (AI 50/2012; 57/2012 y sus acumuladas 58/2012,
59/2012 y 60/2012; 67/2012 y sus acumuladas 68/2012 y 69/2012; 71/2012 y su
acumulada 72/2012). Así, al ser la disposición contenida en la fracción segunda
del artículo 35 constitucional más reciente que la del artículo 116, se resolvió que
los congresos locales sí podían legislar la figura de las candidaturas
independientes en el ámbito territorial de su competencia.

Meses después, en septiembre del año siguiente, la Cámara de Diputados aprobó


por unanimidad la minuta enviada por la Cámara de Senadores con la
modificación a los artículos 116 y 122 constitucionales en aras de armonizarlos
con las reformas al artículo 35.

Se modificó el inciso e) de la fracción IV del artículo 116, eliminando la


exclusividad de los partidos políticos para postular candidatos a cargos de
elección popular, pero manteniendo el reconocimiento de su derecho a hacerlo.
Se agregó también un inciso o) a la misma fracción, en el que se estableció que
las leyes electorales debían fijar las bases y requisitos para que en las elecciones
los ciudadanos soliciten su registro como candidatos para poder ser votados en
forma independiente a todos los cargos de elección popular, en los términos del
artículo 35 constitucional (Becerra 2014, 215).

De la misma forma, se hicieron cambios al artículo 122 apartado C, base primera,


fracción V, inciso f), con la finalidad de establecer que las leyes electorales de la
Ciudad de México debían contemplar las disposiciones reformadas contenidas en
el artículo 116 constitucional, en materia de candidaturas independientes.

En el proceso electoral federal 2011-2012, Manuel Jesús Clouthier Carrillo y


otros ciudadanos solicitaron su registro como candidatos independientes a la
presidencia de la República, solicitud que fue negada por el Consejo General del
Instituto Federal Electoral. En respuesta a tal negativa, promovieron diversos
juicios para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano ante
la Sala Superior del TEPJF, donde se determinó —aunque por mayoría de
solamente cuatro votos— que el derecho exclusivo de los partidos políticos a
postular candidatos “no afecta el contenido esencial del derecho a ser votado,
dado que se limita a establecer una condición legal, razonable y proporcional
para ejercer el derecho de acceso a los cargos de elección popular en condiciones
de igualdad” (SUP-JDC-494/2012, SUP-JDC-597/2012 y acumulados, y SUP-
JDC-612/2012 y acumulados).

Manuel Jesús Clouthier Carrillo y Rafael Acosta, aspirantes a candidatos


independientes por la Presidencia de la República

Con la reforma constitucional y teniendo como fundamento los criterios emitidos


por el TEPJF, cada uno de los estados ha tenido que armonizar tanto su
Constitución como sus leyes electorales, de conformidad con la reciente
regulación en materia de candidaturas independientes.

En 2012 se reconoció la figura de “candidatura independiente” con rango


constitucional, pero no fue sino hasta 2014, con la reforma legal, que se
establecieron reglas claras para su funcionamiento.
[4] Dictamen de fecha 14 de abril del 2011.

[5] El plazo venció el 10 de agosto de 2013.

Introducción

Como aprendiste en el Tema 1, las y los aspirantes a una candidatura


independiente deben cubrir ciertos requisitos para estar en condiciones de
participar mediante esta figura, además de cumplir con lo establecido por la ley
para ocupar determinado cargo de elección popular.

En este apartado conocerás cuáles son los requisitos previos al proceso de


registro con base en el modelo federal, así como lo relativo a las primera dos
etapas: la emisión de la convocatoria y la manifestación de la intención de
participar como candidato independiente en el ámbito federal, aunque rescatando
algunos elementos característicos de las regulaciones locales.

Tema 3. Proceso de registro: parte 1

3.1 Consideraciones para la participación

Antes de estudiar las primeras dos etapas del proceso de registro a una
candidatura independiente, se describirán algunos elementos a considerar que son
aplicables también a los candidatos de partidos: los requisitos generales para que
una persona sea considerada elegible, la forma en la que deben integrarse las
fórmulas con el fin de competir por un espacio en el Poder Legislativo y la
descripción básica de las etapas del proceso.

Requisitos para ser candidata/o

En el ámbito federal la ley permite que las y los ciudadanos se postulen como
candidatos independientes para ocupar el cargo de presidente de los Estados
Unidos Mexicanos, diputados y senadores, aunque solo por el principio de
mayoría relativa (LEGIPE, artículo 362). El Consejo General del Instituto
Nacional Electoral (INE) es responsable de emitir las reglas de operación
respectivas para la organización y desarrollo de la elección de las y los
candidatos independientes (LEGIPE, artículo 360.2).
Los requisitos que cualquier persona debe cumplir para ocupar el cargo de
presidente de la República son los siguientes (CPEUM, artículo 82):

o Tener la ciudadanía mexicana por nacimiento y haber residido en el


país al menos por 20 años.
o Tener 35 años cumplidos el día de la elección.
o Haber residido en el país durante todo el año anterior al día de la
elección, aunque la ausencia del país hasta por 30 días no
interrumpe la residencia.
o No pertenecer al estado eclesiástico ni ser ministro de algún culto.
o No estar en servicio activo, en caso de pertenecer al Ejército, seis
meses antes del día de la elección.
o No ser Secretario o subsecretario de Estado, Fiscal General de la
República, ni titular del Poder Ejecutivo de alguna entidad
federativa, a menos de que se separe de su puesto seis meses antes
del día de la elección.

En cambio, los aspirantes a una diputación federal o senaduría deben (CPEUM,


artículos 55 y 58):

o Tener la ciudadanía mexicana por nacimiento.


o Tener 21 años cumplidos el día de la elección para diputaciones y
25 años para una senaduría.
o Ser originario de la entidad federativa en que se haga la elección o
vecino con residencia efectiva de más de seis meses.
o No estar en servicio activo en el Ejército ni tener mando en la
policía o gendarmería rural donde se haga la elección, al menos 90
días antes.
o No ser titular, entre otros, de alguno de los organismos a los que la
Constitución otorga autonomía; secretario o subsecretario de
Estado; ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación;
consejero electoral de ningún nivel; secretario/director ejecutivo o
profesional del INE; gobernador en las entidades de sus respectivas
jurisdicciones durante su encargo; secretarios de gobierno de las
entidades; magistrados y jueces federales y locales, y ministro de
culto.

En el ámbito local, la ciudadanía puede participar mediante esta figura para


renovar el Poder Ejecutivo (gubernatura), los ayuntamientos (presidencias
municipales, sindicaturas y regidurías) y contender a una diputación por el
principio de mayoría relativa. Cabe precisar que el legislador local, en el marco
de su libertad de configuración legislativa, y conforme al principio de reserva de
ley, tiene derecho a no incluir la asignación de diputaciones de representación
proporcional (RP), pero debe permitir que las candidaturas independientes
participen en la asignación de regidurías por dicho principio (SUP-JDC-
1236/2015; SM-JDC-535/2015 y Jurisprudencia 4/2016 (CANDIDATURAS
INDEPENDIENTES. LAS RELACIONADAS CON LA INTEGRACIÓN DE
AYUNTAMIENTOS, TIENEN DERECHO A QUE SE LES ASIGNEN
REGIDURÍAS POR EL PRINCIPIO DE REPRESENTACIÓN
PROPORCIONAL).

Aunque inicialmente la mayoría de las entidades establecieron que las y los


candidatos independientes no podían participar en la distribución de regidurías
por RP, en el marco del proceso electoral 2014-2015 se presentó el caso de la
planilla encabezada por Lorena Canavati Von Borstel, quien obtuvo el segundo
lugar en la contienda por la presidencia municipal de San Pedro Garza García,
Nuevo León, con el 17.4% de la votación, en función de lo cual se le asignaron
dos regidurías por mandato judicial: María del Carmen Elosúa González y
Graciela Josefina Reyes Pérez (SM-JDC-535/2015). En su análisis, la Sala
Regional Monterrey del TEPJF señaló que, independientemente del sentido
gramatical de los artículos 191, 270, 271 y 272 de la Ley Electoral para el Estado
de Nuevo León, las disposiciones en cuestión debían aplicarse de forma tal que
se permitiera participar en la asignación tanto a partidos como a independientes.
A partir de dicho criterio, que fue confirmado por la Sala Superior del TEPJF,
algunos congresos locales incorporaron tal determinación en sus marcos legales.

Integración de fórmulas

En cuanto a la conformación de las fórmulas para diputaciones (federales o


locales) y senadurías, los candidatos independientes deben registrar una fórmula
de propietario y suplente, y para senadores una lista con dos fórmulas, colocadas
en orden de prelación (LEGIPE, artículo 363.1). Las fórmulas deben respetar el
principio de paridad establecido en la Constitución federal, por lo que deben
integrarse por personas del mismo género (LEGIPE, artículo 14.5).

En el caso de las diputaciones, en la sentencia SG-JDC-10932/2015, la Sala


Regional Guadalajara (SRG) del TEPJF determinó la inaplicación para el caso
específico del artículo 14.5 de la LEGIPE, según el cual el propietario y el
suplente deben ser del mismo género. Esto en razón de que la Sala permitió a
Manuel Jesús Clouthier Carrillo (propietario) integrar una fórmula al cargo de
diputado federal junto con María del Rocío Zazueta (suplente). La SRG basó su
decisión en la distinción entre los candidatos independientes y los partidos
políticos, argumentando que "la naturaleza y la postulación de candidatos
respecto a los partidos políticos con relación a los candidatos independientes, es
distinta" (SG-JDC-10932/2015). Al sostener ese criterio, la Sala pretendió lograr
que las mujeres "a través de la suplencia de candidatos independientes hombres,
pueden alcanzar una curul en beneficio del empoderamiento de su género" (SG-
JDC-10932/2015).

Aunque este caso no llegó a la Sala Superior, en el SUP-RAP-71/2016 y


acumulados, al respecto del proceso electoral para la Asamblea Constituyente de
la Ciudad de México, la Sala estableció que las fórmulas mixtas que tienen
mujeres como suplentes no violan la paridad de género pues permiten que, en
caso de que el hombre propietario deje su lugar, la mujer suplente ejerza el cargo,
con lo cual se maximiza su participación; regla que el INE incorporó en el
artículo 286.1 de su Reglamento de Elecciones.

Al respecto de las senadurías, es necesario registrar una lista de dos fórmulas, una
debe quedar integrada por dos mujeres y la otra por dos hombres, sin importar el
orden. Para conocer más sobre la integración de las fórmulas, observa el
siguiente recurso:

Recurso 1 . Integración de las fórmulas de diputados y senadores

Haz clic en la imagen para ver el recurso


Las fórmulas de candidatos independientes interesados en contender por una
diputación (federales o locales) o senaduría deben estar integradas por personas
del mismo género para respetar la paridad, establecida con rango constitucional
(LEGIPE, artículo 14.5). Como fortalecimiento de esta regla, el TEPJF ha
permitido que mujeres sean suplentes de propietarios hombres en las fórmulas,
porque ello permitiría su participación, en caso de que estos renunciaran al cargo.

Proceso de registro

Es importante señalar que el esquema adoptado no limita el número de


candidatos independientes que pueden registrarse a cada cargo de elección
popular, pero condiciona la obtención del registro al cumplimiento del proceso
que se describe a continuación:

Elaboración propia

Debido a que el proceso electoral 2014-2015 fue el primer ejercicio que


incorporó esta figura después de su regulación con la reforma del 10 de febrero
de 2014, algunas entidades no habían legislado al respecto, por lo que la Sala
Superior del TEPJF se pronunció y reconoció que las autoridades electorales
administrativas debían asegurar el derecho a ser votado cuando no hubiese
disposiciones al respecto, por lo cual están facultadas para adoptar medidas que
permitan la participación por esta vía (SUP-JDC-357/2014; Tesis V/2015
CANDIDATURAS INDEPENDIENTES. LA AUSENCIA DE LEY
SECUNDARIA, OBLIGA A LAS AUTORIDADES ADMINISTRATIVAS-
ELECTORALES A ADOPTAR LAS MEDIDAS PARA CONTENDER EN
LAS ELECCIONES).

En México las y los ciudadanos pueden postularse, en el ámbito federal, como


candidatos independientes a presidente de la República, diputados y senadores;
mientras que en el ámbito de las entidades federativas pueden ser diputados
locales o miembros del ayuntamiento. El proceso de registro está compuesto por
cuatro etapas: la emisión de la convocatoria, la manifestación de la intención, la
obtención de apoyo ciudadano y la solicitud de registro ante la autoridad
correspondiente.

3.2 Etapa 1: emisión de convocatoria

En la etapa inicial, el Consejo General del INE o de los organismos públicos


locales electorales (Ople) emite una convocatoria dirigida a la ciudadanía
interesada en postularse a una candidatura independiente. En el ámbito federal no
existe un plazo específico para la emisión de la convocatoria, pero la ley
establece que el Consejo General del INE es el encargado de emitir el acuerdo
correspondiente para cada elección, en el que deberá señalar las fechas de su
emisión y difusión (LEGIPE, artículo 367.1). En cambio, los plazos para la
emisión de la convocatoria en las entidades federativas van desde septiembre del
año antes de la elección a febrero del año de la elección. Para saber más al
respecto, haz clic en el siguiente recurso.

Recurso 2. Plazos para la emisión de la convocatoria

MAPA DE LA REPUBLICA MESES

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En los estados de Campeche, Chiapas, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nayarit,
San Luis Potosí, Veracruz, Zacatecas y la Ciudad de México las leyes electorales
no especifican una fecha para la emisión de la convocatoria. En Nuevo León y
Yucatán se establece que la convocatoria se publicará dentro de los 30 días
posteriores al inicio formal del proceso electoral.

La convocatoria especifica los cargos de elección popular a los que pueden


aspirar, los requisitos que deben cumplir (respetando los parámetros de
constitucionalidad), la documentación comprobatoria requerida, los plazos para
recabar el apoyo ciudadano correspondiente, los topes de gastos que pueden
erogar y los formatos necesarios (LEGIPE, artículo 367.1).

Algunos de los requisitos de la convocatoria, o en su totalidad, pueden ser


declarados inconstitucionales, como ocurrió en el proceso electoral local de
Aguascalientes en 2015 cuando la Sala Superior del TEPJF consideró excesivo
que las y los aspirantes (SUP-JDC-33/2016):

o Debieran contar con apoyo ciudadano equivalente al 5 % del


registro federal electoral, presentaran comprobantes de domicilio de
cada persona y un consentimiento para publicar sus datos
personales.
o No hubieran sido militantes o afiliados a un partido político en los
últimos 6 años.
o No hubieran contendido en algún procedimiento interno de
selección de candidatos de un partido político en dos procesos
previos anteriores a su solicitud de registro.
o Presentar el domicilio de los ciudadanos que apoyen la candidatura.

La convocatoria para participar en el proceso de registro de candidatos


independientes es emitida por el Consejo General del INE o de los organismos
públicos locales electorales.

3.3 Etapa 2: manifestación de intención

En esta etapa las y los aspirantes a candidatos independientes deben manifestar


ante el Consejo General del INE o del Ople respectivo su interés en participar en
el proceso de selección, utilizando para ello un formato determinado. Esa
manifestación de la intención se puede realizar a partir del día siguiente al en que
se emita la convocatoria y hasta que dé inicio el periodo para recabar el apoyo
ciudadano correspondiente, conforme a las siguientes reglas (LEGIPE, artículo
368.2):

o Los aspirantes al cargo de presidente de la República, ante el


Secretario Ejecutivo del Instituto.
o Los aspirantes al cargo de senador por el principio de mayoría
relativa, ante el Vocal Ejecutivo de la Junta Local correspondiente.
o Los aspirantes al cargo de diputado por el principio de mayoría
relativa, ante el Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital
correspondiente.

El formato de intención debe estar acompañado por documentación que acredite


la creación de una asociación civil, así como datos de una cuenta bancaria que
será en la cual se depositen los recursos públicos que le sean asignados en caso
de que se obtenga el registro como candidato independiente. A partir de la
entrega de esta documentación los ciudadanos adquieren la calidad de aspirantes
(LEGIPE, artículo 368).

Cabe destacar que, en la sentencia ST-JDC-271/2017, la Sala Regional Toluca


del TEPJF determinó en el caso de una persona interesada en obtener su
constancia como aspirante a candidato independiente a diputado federal en
Michoacán, que el incumplimiento de la obligación de presentar una copia del
contrato de la cuenta bancaria a nombre de la asociación civil, junto con la
manifestación de intención, no es motivo para negar la constancia como
aspirante, cuando el atraso de la apertura de la cuenta bancaria es responsabilidad
del banco y no del actor.

En la convocatoria emitida para el proceso electoral federal 2014-2015 se indicó


que la manifestación de intención debía acompañarse de la siguiente
documentación:

o Copia certificada del Acta Constitutiva de la Asociación Civil


integrada, al menos, por el aspirante, su representante legal y el
encargado de la administración de los recursos de la candidatura. El
acta debe contener sus Estatutos, los cuales deberán apegarse al
modelo único que apruebe el Consejo General.
o Copia simple de cualquier documento emitido por el SAT en el que
conste el Registro Federal del Contribuyente de la Asociación Civil.
o Copia simple de la cuenta bancaria aperturada a nombre de la
Asociación Civil en la que se recibirá el financiamiento
correspondiente.
o Copia simple de la credencial para votar del ciudadano interesado,
del representante legal y del encargado de la administración de los
recursos.

La constitución de la asociación civil consta de algunos trámites que se deben


realizar conforme a la siguiente ilustración (Código Civil Federal, artículos 2670-
2687):

Ilustración 2. Pasos para la constitución de una asociación civil

Elaboración propia

La Sala Superior del TEPJF determinó que la asociación civil constituida por la
persona aspirante a una candidatura independiente carece de legitimación para
promover medios de impugnación porque, para acreditar la procedencia de
alguno, el acto o resolución debe repercutir de forma clara y suficiente en los
derechos de quien presenta la demanda, a menos de que la A. C. acredite tener la
representación legal del aspirante (Jurisprudencia 5/2018 CANDIDATURAS
INDEPENDIENTES. LA ASOCIACIÓN CIVIL CONSTITUIDA POR EL
ASPIRANTE CARECE DE INTERÉS JURÍDICO PARA PROMOVER
MEDIOS DE IMPUGNACIÓN EN MATERIA ELECTORAL EN DEFENSA
DE ÉSTE y Jurisprudencia 6/2018 CANDIDATURAS INDEPENDIENTES. LA
ASOCIACIÓN CIVIL CONSTITUIDA POR EL ASPIRANTE CARECE DE
LEGITIMACIÓN PARA PROMOVER JUICIO CIUDADANO).

Asimismo, el TEPJF determinó que cuando la manifestación de intención para


participar en el procedimiento correspondiente incumple los requisitos exigidos,
la autoridad electoral debe requerir al interesado para que subsane las
deficiencias dentro de las 48 horas siguientes al requerimiento, incluso cuando la
presentación del escrito sea próxima a la culminación del plazo de registro y no
sea dable su desahogo en la fecha límite conforme a las disposiciones normativas
(Jurisprudencia 2/2015 CANDIDATOS INDEPENDIENTES. EL PLAZO
PARA SUBSANAR IRREGULARIDADES EN LA MANIFESTACIÓN DE
INTENCIÓN DEBE OTORGARSE EN TODOS LOS CASOS).

En el ámbito local, los aspirantes a candidatos independientes deben manifestar


su interés ante diversos órganos, según cada legislación. En la siguiente tabla
puedes consultar una sistematización:
Tabla 1. ¿Ante qué autoridad se presenta la manifestación de intención?

Estados Cargo Autoridad


Campeche, Coahuila, Gobernador
Secretario Ejecutivo del Instituto
Veracruz, Guanajuato y Diputado
Electoral Local
Tabasco Ayuntamiento
Gobernador
Consejo General del Instituto
Tamaulipas y Yucatán Diputado
Electoral Local
Ayuntamiento
Consejo General del Instituto
Gobernador
Hidalgo, Sinaloa y Electoral Local
Zacatecas Diputado Consejo Distrital
Ayuntamiento Consejo Municipal
Secretario Ejecutivo del Instituto
Gobernador
Electoral Local
Durango y Tlaxcala
Diputado
Consejos Municipales
Ayuntamiento
Secretario Ejecutivo del Instituto
Gobernador
Electoral Local
Chihuahua
Diputado Asamblea Distrital
Ayuntamiento Asamblea Municipal
Secretario Ejecutivo del Instituto
Gobernador
Electoral Local
Estado de México
Diputado Junta Distrital
Ayuntamiento Junta Municipal
Secretario Ejecutivo del Instituto
Gobernador
Electoral Local
Guerrero
Diputado Consejo Distrital
Ayuntamiento Consejo Municipal
Gobernador y Secretario Ejecutivo del Instituto
Ayuntamiento Electoral Local
Baja California Consejero presidente y Secretario
Diputado Fedatario del consejo distrital
electoral respectivo
Elaboración propia con base en la LEGIPE y las leyes electorales locales
En los estados de Quintana Roo, San Luis Potosí, Colima, Querétaro,
Aguascalientes y la Ciudad de México, el órgano para presentar la manifestación
de intención se define en la convocatoria correspondiente. La legislación
electoral de Sonora no especifica el lugar.

En cuanto a la documentación que debe acompañar la manifestación de


intención, generalmente es la misma que se exige en el ámbito federal. En
Campeche, Nuevo León, Quintana Roo y San Luis Potosí se debe anexar desde
esta etapa la plataforma política que el candidato independiente impulsará en
caso de obtener el registro. En Nayarit la ley no asocia explícitamente la entrega
de la plataforma electoral con esta etapa, pero especifica que debe entregarse los
primeros 10 días de febrero del año de la elección, por lo cual puede deducirse
que es en esta etapa. En Campeche, Michoacán y la Ciudad de México, se debe
incluir el emblema que se utilizará para la compaña política. En Guanajuato,
Quintana Roo y San Luis Potosí es obligatorio entregar una constancia de
residencia en el estado, distrito o municipio correspondiente al cargo por el que
se pretende postular. Por último, en San Luis Potosí, se establece como requisito
entregar una constancia de no antecedentes penales expedida por el
Departamento de Criminalística y Archivos Periciales del Estado o, en su caso,
por el Director del Centro de Readaptación Social del Distrito Judicial que
corresponda.

Dependiendo de la legislación electoral, las y los ciudadanos interesados en


participar como candidatos independientes deben presentar su manifestación de
intención entre septiembre del año previo a la elección y febrero del año de la
elección. Para saber más al respecto, haz clic en el siguiente recurso.

Recurso 3. Plazos para la presentación de la manifestación de intención


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En los casos de Baja California, Chiapas, Durango, Guerrero, Hidalgo, Estado de


México, Morelos, Baja California Sur, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y
Zacatecas la legislación local indica que la manifestación de intención se deberá
entregar a partir de la publicación de la convocatoria hasta que inicie la etapa
para recabar apoyo ciudadano. En Campeche, Chihuahua, Michoacán, San Luis
Potosí, Nuevo León y Yucatán los plazos para manifestar la intención se
establecerán en la convocatoria respectiva, y en Querétaro será 111 días antes de
la jornada electoral. Únicamente en Nayarit, Puebla y la Ciudad de México las
leyes no mencionan los plazos.

Además de la manifestación de intención, el aspirante a candidato independiente


debe presentar la documentación que acredite la constitución de una Asociación
Civil —por parte del aspirante, su representante legal y el encargado de la
administración de los recursos de la candidatura— la cual deberá estar dada de
alta ante el Sistema de Administración Tributaria (SAT), así como los datos de la
cuenta bancaria aperturada a nombre de la persona moral que recibirá el
financiamiento público para la candidatura independiente.

En la segunda etapa la o el ciudadano debe manifestar su intención de participar


como candidato independiente al Consejo General de la autoridad administrativa
electoral correspondiente (INE u Ople) mediante un formato específico, para lo
cual debe haber formado previamente una asociación civil y contar con una
cuenta bancaria a nombre de tal A. C.

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