Isaías y Su Mensaje

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Isaías y su mensaje

Para comprender el mensaje de este libro, es necesario estar familiarizado con la


situación histórica del profeta y del pueblo a quien entregó su mensaje. Muchas de
las alusiones, referencias y advertencias pueden malinterpretarse a menos que los
acontecimientos políticos en Judá, sean cuidadosamente considerados, en
relación con las naciones circundantes.

Con el profeta en Jerusalén

Se conoce muy poco respecto al linaje de Isaías, su nacimiento, juventud o


educación, más allá del hecho de que fue hijo de Amos. Aparentemente, nació y
se educó en Jerusalén. Puesto que su llamada al ministerio pro-fético está
definitivamente fechado en el año que murió Uzías (740 a. C.), es razonable
fechar su nacimiento entre el 765 y 760 a. C.

Isaías nació en días de prosperidad. Judá estaba volviendo a ganar su fuerza


militar y económica bajo el competente liderazgo de Uzías. Previamente, la
absurda política llevada a cabo por Amasias, había llevado a Judá a la invasión y
a la opresión por Israel y posiblemente el reproche del encarcelamiento de
Amasias. Este último acontecimiento pudo haber promovido el reconocimiento de
Uzías como corregente allá por el año 792-91 a. C. Con el cambio de reyes en
Israel, Amasias fue restaurado en el trono (782-81) sólo para ser asesinado (768).
Esto dio a Uzías el control único de Judá Y la oportunidad de afirmar su efectivo
caudillaje.

Ominosos acontecimientos pronto sembraron amenazantes sombras a través de


las futuras esperanzas de Judá. En Samaría, Jeroboam al mori r en el 753, siguió
la revolución y la efusión de sangre hasta que Manahem se apoderó del trono. En
Judá, Uzías fue tocado por la lepra como un Juicio divino por asumir
responsabilidades sacerdotales. Aunque Jotán fue hecho corregente en aquel
tiempo (ca. 750 a. C.), Uzías continuó en el gobierno activo. La prosperidad
económica prevaleció en Judá conforme se extendía hacia el sur con sus
fronteras, incluyendo a Elat en el golfo de Acaba. Hacia el este, los amonitas eran
tributarios de Judá.

Más portentosa fue el acceso al trono de Tiglat-pileser III, o Pul en, Asiría, en el
745 a. C. La subsiguiente conquista de Babilonia por los asirios, precipitó una
preparación unificada de los gobernantes palestinos para la agresión asiría. En el
743-738, esta expectación se convirtió en realidad, cuando el ejército asirio
avanzó hacia el oeste en diversas campañas. El rey asirio informa en sus anales
que derrotó a la fuerza palestina bajo el mandato de Azarías o Uzías de Judá.
Thiele fecha este hecho en el primer año de este período. Manahem, el rey de
Israel, también tuvo que realizar un fuerte tributo a! rey de Asiría (II Reyes 15:19).

Bajo la amenaza pendiente de la agresión asiría, ocurrieron rápidos cambios en


Israel y los mismos tuvieron sus repercusiones en Judá. Cuando murió Manahem,
fue sucedido por su hijo Pekaía, que fue asesinado por Peka tras dos años de
gobierno. El último tomó el trono de Samaría en el 740-39 y comenzó una agresiva
política anti-asiria. La muerte de Uzías, el notable rey de Judá y el más
sobresaliente desde los días de David y Salomón, ocurrió el mismo año.

Durante este año de tensión en el país y en el exterior, el joven Isaías recibió su


llamada profética. Es verosímil que hubiese observado los desarrollos
internacionales con profundo interés cuando las esperanzas de Judá por la
supervivencia nacional se desvanecieron ante los avances de los ejércitos de
Asiría. No está indicado cual fue la actitud religiosa de Isaías en aquel tiempo.
Pudo haber estado familiarizado con Amos y Oseas, que se mostraban activos en
el Reino del Norte. Como hombre joven, pudo haber estado en contacto con
Zacarías, el profeta que tuvo tan favorable influencia sobre Uzías. En este año
crucial, el joven fue llamado a ser el portavoz de la palabra de Dios, para entregar
el mensaje de Dios a una generación encarada con acontecimientos históricos sin
precedentes.

Mientras que Peka resistía firmemente a los asirios, un grupo pro-asirio fue
ganando poder en Judá. Aparentemente, este movimiento fue el responsable de la
elevación de Acaz al trono en el 736-35 a. C., cuando los ejércitos asirios se
hallaban activos en. Nal y Urartu. Acaz pudo haber precipitado la invasión asiría
de los filisteos en el 734. Al menos, tras de su retirada, Peka de Samaría y Rezín
de Damasco, lanzaron un. ultimátum a Acaz para unirse a ellos en oposición a
Asiría. En este momento, Isaías quedó implicado en la marcha de los
acontecimientos. Fue específicamente comisionado para avisar al rey de confiar
en Dios (Is. 7:lss.). Ignorando el aviso del profeta, Acaz hizo un tratado con Tiglat-
pileser III. Aunque Judá fue invadida por los ejércitos sirio-efraimíticos y perdió a
Edom como tributaria, Acaz sobrevivió con el avance del ejército asirio. Las
sucesivas campañas asirías dieron por resultado la conquista y capitulación de
Siria en el 732 a. C. Simultáneamente, Peka fue ejecutado y substituido por
Oseas, que aseguró el tributo de Israel al rey de Asiría. Acaz se encontró con
Tiglat-pileser en Damasco y selló su pacto introduciendo el culto de adoración
asirio en el templo de Jerusalén.

La actividad de Isaías durante el resto del reinado de Acaz es obscura. Tuvo que
haber compartido el profundo interés y ansiedad de los ciudadanos de Judá
concernientes a las luchas de Samaría, a unos sesenta kms., al norte de
Jerusalén. Cuando Salmanasar sucedió a Tiglat-pileser sobre el trono de Asiría,
Oseas terminó su servidumbre. Siguiendo un asedio de tres años por los asirios,
Oseas fue muerto, y Samaría conquistada por el invasor en el 722.
Aparentemente, Acaz fue capaz de mantener favorables relaciones diplomáticas
con Asiria, evitando así la invasión de Judá en aquel tiempo. No hay indicación de
que Acaz pudiese haber conocido a Isaías como un verdadero profeta.

Amaneció un nuevo día para Isaías con el acceso al trono de Ezequías (716-15 a.
C.). Acaz había desafiado al profeta soportando el culto idolátrico en el templo,
pero Ezequías persiguió un radical y diferente curso de acción. Con todo
entusiasmo introdujo reformas, reparaciones y purificación del templo, enviando
invitaciones a los israelitas desde Beerseba hasta Dan para unirse a las religiosas
actividades de Jerusalén. Mientras que Isaías no hace mención a estas reformas
en su libro, la celebración nacional de la pascua y la conformidad con la ley de
Moisés, tuvieron que haberle alentado por lo que concernía al futuro de Judá.

El conocimiento que se tiene hoy de las relaciones judo-asirias durante el reinado


de Sargón II (722-705 a. C.) es muy limitado. En el relato bíblico, Sargón sólo se
menciona una sola vez (Is. 20:1). Se conoce que Asdod fue conquistado por los
asirios en el 711 a. C. Isaías finalmente advirtió a su pueblo que no deberían
buscar en Egipto ningún apoyo, incluso aunque Sabako, el etíope, había
establecido con éxito la XXV dinastía el año anterior. Durante tres años, Isaías
caminó con los pies desnudos y vestido como un esclavo, explicando su acción
como simbólica del hado de Egipto y Etiopía. ¡Qué estúpido era su pueblo
buscando ayuda egipcia rebelándose contra Asiria. Aparentemente, Ezequías
mantuvo favorables relaciones con Asiria durante este período, pagando tributos.
De acuerdo con un prisma fragmentario, Sargón se jactó de recibir "regalos"
procedentes de Judá. De acuerdo con esto, Jerusalén estuvo segura de un ataque
durante aquel tiempo.

Mientras tanto, Ezequías estaba construyendo sus defensas. El túnel de Siloé fue
construido de forma que Jerusalén estuviese asegurada de un adecuado
suministro de agua en caso de sufrir un prolongado asedio. Mucho tiempo antes
de esto, en los días de Acaz, Isaías había declarado valientemente que Asiria
extendería sus conquistas y su control sobre el reino de Judá.

En los acontecimientos cruciales que siguieron a la subida al poder de Senaquerib


en Asiria (705 a. C.), Isaías había advertido de forma vital y anticipada lo que
sucedería a Ezequías. El nacionalismo emergió en rebeliones por todo el Imperio
Asirio. El éxito de Senaquerib en suprimir tales levantamientos fue el reemplazo de
Merodac-baladán por Bel-Ibni sobre el trono de Babilonia en el 702. Al año
siguiente, los asirios dirigían su avance hacia el oeste. Mediante una milagrosa
intervención, Ezequías sobrevivió.

Cual fue la duración de la vida de Isaías, es algo desconocido de los registros


existentes. Aparte de su asociación con Ezequías por el 700 a. C, hay poca
evidencia disponible concerniente a sus últimos años. Sin ninguna evidencia
escriturística en contra, es razonable concluir con las sugerencias indicadas, que
Isaías continuó su ministerio en el reino de Manases. Si el registro de la muerte de
Senaquerib es conocido como de Isaías en origen, entonces el profeta todavía
vivía en el 680 a. C., para indicar lo que finalmente ocurrió al rey asirio quien habló
tan despectivamente y con desdoro del Dios en quien Ezequías había puesto su
fe. La tradición acredita a Manases con el martirio de Isaías; el profeta fue serrado
en dos cuando fue descubierto escondido en el hueco del tronco de un árbol.
Desde el punto de vista de su longevidad, es válido proyectar su ministerio hasta
los días de Manases. El hecho de que Isaías tuviese unos veinte años cuando
recibió su llamada profética en el 740 a. C. es una lógica suposición. Su edad en
el momento de su muerte, tras el 680 a. C. no debería sobrepasar los ochenta
años aproximadamente.

Los escritos de Isaías

¿Escribió Isaías el libro que lleva su nombre? Ningún erudito competente duda de
la historicidad de Isaías ni el hecho de que parte del libro fuese escrito por él.
Algunos limitan la construcción de Isaías a porciones escogidas desde 1 al 32,
mientras que otros le acreditan con 66 capítulos completos.

El análisis más popular de este libro es su división tripartita. Aunque existe falta de
unanimidad entre los expertos en detalles, el siguiente análisis representa un
acuerdo general entre aquellos que no apoyan la unidad de Isaías.

El Primer Isaías consiste del 1 al 39. Dentro de esta división, solo selecciones
limitadas desde el 1 al 11, 13 al 23 y 28 al 32, son realmente adscritas al profeta
del siglo VIII. La mayor parte de esta sección tiene su origen en subsiguientes
períodos. El Segundo Isaías, o Deutero-isaías, 40-55, es atribuido a un autor
anónimo que vivió después del 580 a. C. Este escritor vivió entre los cautivos de
Babilonia y refleja las condiciones del exilio en sus escritos. A pesar del hecho de
que numerosos eruditos le reputan como uno de los más notables profetas del
Antiguo Testamento, ni su nombre real ni cualquier clase de hechos atestiguan su
existencia. El Tercer Isaías, o Trito-isaías, 56-66, es atribuido a un escritor que
describe las condiciones existentes en Judá durante el siglo V; los eruditos fechan
a su autor con anterioridad al retorno de Nehemías en el 444 a. C. La mayor parte
de aquellos que apoyan este análisis no limitan el libro de Isaías a íres autores.
Numerosos escritores, muchos de los cuales vivieron después del exilio, ya tarde
en el siglo II a. C., hicieron contribuciones fragmentarias.

La opinión de que Isaías escribió la totalidad del libro con su nombre, data con
anterioridad de al menos el siglo II a. C. Aunque escritores modernos puedan
afirmar que hay "un acuerdo universal entre los eruditos por una diversidad de
autores, la unidad de Isaías ha sido capazmente defendida. La popularidad de la
moderna teoría ha tendido a eclipsar los argumentos de aquellos que han estado
convencidos de que Isaías, el profeta del siglo VIII, fue el responsable de la
totalidad del libro.

Defendiendo la unidad de Isaías, un escritor ha resaltado que la moderna teoría no


puede ser considerada como completamente satisfactoria en tanto en que no
explica la tradición del origen de Isaías. Las declaraciones de los judíos en el
segundo siglo II a. C., atribuyen a Isaías la totalidad del libro. Él reciente
descubrimiento de los rollos del mar Muerto, fechándolos en el mismo período
anterior, verifica el hecho de que el libro entero fue considerado como una unidad
en aquel tiempo.

Análisis de este libro
El libro de Isaías es uno de los más comprensivos de todos los libros del Antiguo
Testamento. En el texto hebreo, Isaías se coloca en quinto lugar en extensión tras
del de Jeremías, Salmos, Génesis y Ezequiel. En el Nuevo Testamento, Isaías es
citado por su nombre veinte veces, que excede del número total de referencias de
todos los otros profetas en los libros del Nuevo Testamento.

Varios temas pueden ser rastreados a todo lo largo del libro. Los atributos y
características de Dios, el remanente, el Mesías, el reino mesiánico, las
esperanzas de la restauración, el uso de Dios de las naciones extranjeras y
muchas otras ideas se encuentran frecuentemente en los mensajes del profeta.

La siguiente perspectiva abarca el contenido de Isaías:

I. El mensaje y el mensajero

II. Los proyectos del reino: contemporáneos y futuros

III. Panorama de las naciones

IV. Israel en un mundo de creación

V. Esperanzas verdaderas y falsas en Sión

VI. El juicio de Jerusalén demorado

VII La promesa de la divina liberación

VIII. El reinado universal de Dios establecido

Con esta perspectiva como guía, el libro de Isaías puede ser analizado
completamente considerando cada división por separado.

I. El mensaje y el mensajero

Este pasaje puede ser considerado muy bien como una introducción. Casi todos
los temas de mayor importancia, desarrollados más tarde, están inicialmente
mencionados aquí. Una lectura cuidadosa y el análisis de estos capítulos
introductorios proporcionan una base para la mejor comprensión del resto del libro.

¿Recibió Isaías su llamada al servicio profético tras haber entregado el mensaje


en 1-5? ¿Por qué registra esa llamada en cap. 6 en vez de 1 como es el caso en
Jeremías y Ezequiel? Tal vez él quisiera retratar la gravedad pecadora de su
generación y así proporcionar al lector una mejor comprensión de la reserva en
aceptar la responsabilidad recaída sobre él en este ministerio profético.
Isaías 1 revela y expone las condiciones extremadamente graves en el pecado y
en la moral. Israel ha olvidado a su Dios y es peor que el buey que, por lo menos,
vuelve a su dueño para que le alimente con el pienso. Las gentes son peores que
las de Sodoma y Gomorra en su formalidad religiosa. Los sacrificios que fielmente
se hacían de conformidad con la ley, desagradan al Señor mientras prevalece la
injusticia social. El sacrificio y la oración son una abominación para Dios si no se
ofrecen en un espíritu de contrición, humildad y obediencia. La condenación pesa
sobre el pecador pueblo de Judá. Sión, que representa la colina del capitolio, está
para ser "redimida por la justicia" significando que el juicio vendrá sobre todo
pecador (Is. 1:27-31). La sola esperanza expresada en este capítulo de apertura,
se otorga al obediente (vss. 18-21).

En directo contraste a esta condenación de Jerusalén, Isaías anuncia y sostiene la


más grande esperanza de restauración. Sin ninguna incertidumbre, anuncia que
en el futuro Sión será destruido y arado como un campo, pero en un subsiguiente
período será restaurado como el centro que gobierne todas las naciones. La paz y
la justicia saldrán de Sión para todos los pueblos. Prevalecerá la paz universal
cuando Sión haya sido restablecida como el gobierno central de todas las
naciones.

Amonestando a su pueblo para que se vuelva a Dios en la obediencia (2:5), Isaías


atrae la atención a los problemas contemporáneos. Mientras que tengan fe en los
ídolos y vivan en el pecado, esta esperanza no les sera aplicada. Les espera el
juicio, pero se promete la salvación a aquellos que pongan su confianza en Dios
(2:6-4:1). A través del proceso de purificación y juicio, todos gozarán de la
protección de Dios y de sus bendiciones. Ellos compartirán la gloria de la
restaurada Sión (4:2-6).

Isaías ilustra vividamente su mensaje en el cap. 5. La parábola de la viña ha sido


considerada como una de las más perfectas en su clase, en la Biblia. Israel es la
viña del Señor. Tras agotar todas las posibilidades de hacerla productiva, el
propietario decide destruir esta viña. Consecuentemente, los votos y juicios
pronunciados sobre Judá son justos y razonables, puesto que Dios ha ejercido su
amor y misericordia sin percibir los frutos de un vivir recto en su pueblo elegido.

Para esta generación pecadora, Isaías es llamado a ser un portavoz de Dios. No


es de extrañar que se halle temeroso y tiemble cuando se hace consciente de la
gloria de un Dios santo cuya justicia requiere el juicio sobre el pecado. Asegurado
de la limpieza y el perdón de su pecado, Isaías en voluntaria obediencia está de
acuerdo en ser el mensajero de Dios. No tiene la respuesta de toda la ciudad a su
ministerio. El hecho de que tiene que advertir al pueblo hasta que las ciudades
queden destruidas y sin habitantes, le habría sugerido que pocos, relativamente,
habrían escuchado su advertencia; sin embargo, no desespera. Se le proporciona
un rayo de esperanza, que cuando el bosque sea destruido, aún quedará un
tronco, significando con ello un remanente en la destrucción de Judá.
La llamada de Isaías representa un clímax que encaja con esta sección
introductoria. Aunque la mayor parte de este pasaje recarga el énfasis sobre la
situación pecadora contemporánea del pueblo y de que el juicio les espera, la
llamada de un profeta indica la preocupación de Dios por su pueblo. En el
ministerio de Isaías, la misericordia de Dios está expresada a Judá antes de que el
juicio sea ejecutado.

II. Los proyectos del reino

La crisis que hizo surgir la cuestión de los proyectos del reino, era la guerra siro-
efraimítica del 734. Siguiendo a la invasión asiría de los filisteos, a principios de
aquel año, Peka y Rezín formaron un pacto para detener a los asirios. Cuando
Acaz rehusó unirse a ellos, Israel y Siria declararon la guerra en Judá.

En el preciso momento, cuando Acaz y su pueblo están aterrados por los


propósitos de invasión, Isaías llega con un mensaje de Dios. Acaz está
inspeccionando su suministro de agua al exterior de Jerusalén en preparación por
el ataque que se avecina, y el posible asedio. La simple advertencia de Isaías en
este momento crucial, es que Acaz no debería tomar acción alguna, los dos reyes
a quien él teme no son sino dos estacas humeantes prontas a ser extinguidas.
Asiría es la amenaza real para Judá (5:26). Conse-centemente, Isaías advierte a
Acaz de confiar en Dios para la liberación.

Asiría se convierte en el punto focal del mensaje de Isaías conforme discute los
proyectos del reino de Judá. Las consecuencias de la alianza de Acaz con Pul
será peor que cualquiera de las que hayan ocurrido en Judá desde la muerte de
Salomón y la división del reino. Como un hombre, cuyos cabellos son
completamente separados de su cabeza al ser afeitados con una navaja, así Judá
será esquilado por Asiría (7:20). En el cap. 8, Asiria tiene la similitud de un río que
pasa rugiendo sobre Palestina y absorbiendo a Judá hasta el cuello. Es notable y
digno de mención que Isaías no predice la terminación de la existencia nacional de
Judá, una suerte nefasta que seguramente se abatirá para Israel y Siria.

El avance y éxito de Asiria como una nación pagana, indudablemente plantea


serios problemas para el pueblo de Judá. ¿Permitirá Dios que su pueblo elegido
sea absorbido por un poder pagano? Isaías indica claramente que Dios toma en
alquiler la navaja de afeitar y causa el hecho de que las aguas de Asiria pudiesen
ahogar a Judá. Puesto que el pueblo ignora al profeta y vuelve a sus espíritus
familiares (Is. 8:19), una práctica que fue prohibida por la ley (Deut. 18:14-22),
Dios tiene que castigarle.

Asiria es como una vara en la mano de Dios (Is. 10:5): ¿Serían los asi-rios tan
poderosos que pudieran destruir a Jerusalén? ¿Encontrará Jerusalén la misma
suerte, ante el avance enemigo de los ejércitos de Asiria, que Calno, Carquemis,
Hamat, Arpad, Damasco y Samaría? El profeta presenta claramente la verdad
básica de un Dios omnipotente que utiliza a Asiria como una vara en su mano.
Tras de que haya cumplido su propósito de llevar el juicio sobre su pueblo en el
monte Sión y Jerusalén, Dios tratará con Asiria. Así como el hacha o la sierra que
es manejada por el artesano, así Asiria está sujeta a Dios y a su control. La vara
no puede utilizar a su dueño, ni tampoco Asiría a Dios. Isaías, valientemente,
asegura al pueblo de Sión (10:24) que no deberían temer la invasión de Asiria. El
juicio de Dios sobre Jerusalén será cumplido. Asiria asestará su puño a Jerusalén
pero Dios detendrá al rey en sus planes para destruir la ciudad. La seguridad de
que la nación pagana está bajo el control de Dios, proporciona la base de
esperanza y tranquilidad para aquellos que depositan su confianza en el Dios de
los ejércitos.

Los proyectos del futuro reino ofrecen la contrapartida al desaliento y


desmoralización temporal en, el tiempo de Isaías. Su generación tiene que
encararse con días difíciles y obscuros. Con un rey impío sobre el trono de David y
el culto religioso asirio prevaleciendo en Jerusalén, los impíos que quedan tienen
que haber sido descorazonados al anticipar la amenazante invasión asiría. Con la
seguridad de la liberación de este enemigo, Isaías ofrece una renovada confianza
en el futuro.

Las esperanzas para el futuro reino previamente mencionado (2:1-5), se clarifican


en este pasaje. En él se entremezclan con problemas contemporáneos. En
contraste con gobernantes impíos, Isaías manifiesta los proyectos de un remado
piadoso y un rey creyente sobre el trono de David. En contraste con el reino
temporal de Judá, elabora la promesa de un reino universal que durará siempre.

Él gobernante justo es presentado en 7:14 como Emmanuel, que significa "Dios


con nosotros". Ciertamente, el malvado Acaz, que rehusó preguntar por un signo,
no comprende el completo significado de esta promesa, el cumplimiento de la cual
no tiene fecha. Indudablemente esta simple promesa es vaga y ambigua para
aquellos que oyen a Isaías darla en un tiempo de crisis nacional; ellos pudieron
fácilmente haberla confundido con el nacimiento del hijo de Isaías, llamado Maher-
salal-hasbaz. Aunque el país de Emanuel (8:5-10) tiene que ser dominado por los
asirlos y pronto liberado, la promesa de un futuro de grandeza y liberación, queda
asegurada en 9:1-7. Esto se cumplirá con el nacimiento de un hijo que es
identificado como "Dios fuerte" que establecerá un gobierno y la paz sin fin. En 11,
su origen davídico queda indicado, pero sus características van más allá de lo
humano. El es divino en el ejercicio del juicio justo mediante su omnipotencia.

El reinado será universal. El conocimiento del Señor prevalecerá por todo el


mundo. Los malvados serán destruidos por la palabra hablada del gobernante
justo, mientras que una absoluta justicia quedará asentada entre el género
humano. Incluso el reino animal será afectado en el establecimiento de este
reinado. Sión, ya no será más objeto de ataque y conquista, sino que será el
centro del gobierno universal y de la paz, ya indicado en 2. El capítulo 12 expresa
la alabanza y la gratitud de los ciudadanos del futuro reino. Dios —no el hombre—
ha establecido su morada en Sión, la sede del Santo de Israel.

III. Panorama de las naciones


La visión panorámica de las naciones, es vitalmente relacionada al reino Y sus
proyectos en los precedentes capítulos. Durante el último siglo y la mitad de la
existencia nacional de Judá, desde el tiempo de Isaías hasta la caída de
Jerusalén, reyes y reinos caen y surgen. Para el pueblo de Judá y Jerusalén, que
tuvo la conciencia de que eran el pueblo elegido por Dios, mediante el cual Sión
sería definitivamente restablecido, al final, esas Profecías que implicaban a otras
naciones eran vitalmente significativas.

Varios temas básicos se hacen aparentes en los mensajes concernientes a las


naciones. Aunque presentados en los precedentes doce capítulos, están más
totalmente desarrollados e interrelacionados en este pasaje. Asiria, que fue el
problema numero uno para Judá, en Isaías y subsiguientes períodos recibe poca
consideración en este pasaje. La atención queda enfocada sobre las naciones
prominentes.

La soberanía y la supremacía de Dios son básicas a través de la totalidad de este


pasaje. El título de "Dios de los Ejércitos" se da por lo menos 23 veces en estos 11
capítulos. Isaías reconoce a Dios como tal cuando vio al "Rey, Jehová de los
Ejércitos" al tiempo de su llamada para el ministerio profético (6:5). En el Señor de
los ejércitos, que utiliza a Asiría corno una vara para el juicio, descansa la
seguridad del establecimiento de un reino que durará para siempre (9:7).

Los propósitos y planes de este Señor están frecuentemente expresados en todos


los mensajes que conciernen a las naciones. El juicio procedente de Dios, no
caerá sobre las naciones por accidente, sino de acuerdo con un plan divino.

El orgullo y la arrogancia son castigados cuando Dios es olvidado, sin importar


que ello ocurra en naciones paganas, en Israel, en Judá o en cualquier individuo
como Sebna el mayordomo (22:15-25). Ninguna persona altanera ni orgullosa, ni
ninguna nación con este pecado podrá escapar al juicio divino.

El ejemplo más gráfico está en los capítulos iniciales de este pasaje (13:1-14:27).
Babilonia, con su rey será también enjuiciada. Aunque el apogeo de su fuerza en
Babilonia estaba todavía en el futuro, Isaías predijo en los días de Ezequías (39)
que Babilonia sería responsable del cautiverio de luda. Para la gente que
sobreviviese a la destrucción de Jerusalén, bajo el poder de Babilonia, esos
capítulos tuvieron que haber tenido una vital y especial importancia. El juicio
aguardaba a este reino que fue temporalmente utilizado en el plan de Dios para
purgar a Judá de sus pecados. Por aquel tiempo, el pueblo ya había sido testigo
de la caída de Asiría y este pasaje les aseguraba de que Babilonia sería
igualmente juzgada.

Aunque Babilonia está específicamente mencionada, el rey de Babilonia no está


identificado. Los comentarios difieren ampliamente en relacionar esto, a varios
reinos y numerosos reyes de Babilonia o Asiría. El principio básico, no obstante,
es que cualquier nación o individuo que se exalte a sí mismo por encima de Dios,
será destronado más pronto o más tarde por el Señor de los Ejércitos. Las
dificultades de relacionar los detalles de este pasaje a Babilonia históricamente, y
la falta de acuerdo en identificar este rey en la historia, puede sugerir que lo que
se implica es mucho más que un poder temporal o un gobernante determinado.
Este rey arrogante puede representar las fuerzas del mal que se oponen a Dios,
aparentes en la raza humana desde la caída del hombre (Gen. 3.). Este poder de]
mal implicará a individuos o naciones en oposición al Omnipotente hasta el juicio
final, cuando Dios actúe de una vez por todas. La destrucción de la nación del mal,
representada por Babilonia, es igualada a la suerte corrida por Sodoma y
Gomorra, que nunca volvieron a ser repobladas. La deposición del tirano o del
malo, representado por el rey de Babilonia, indica que todos aquellos que están
asociados con él serán destruidos, suprimiendo asi toda oposición. La finalidad de
la destrucción es significativa.

Por contraste, el tema de la restauración de Israel y las esperanzas de su reino,


aparece por todo este pasaje. La seguridad de que Israel tendrá un reino universal
con Sión como capital, presentado en 2, era el tema principal en 7-12, donde un
énfasis especial se enfoca sobre el gobernante justo. En esos capítulos el tema de
las últimas esperanzas de Israel, no se olvidan. Es el Señor de los ejércitos quien
decretó la caída de Babilonia (21:10). Israel es todavía la herencia de Dios (19:25)
aunque tenga que ser temporalmente juzgada. No solamente será restaurada la
nación de Israel (14:1-2) sino que permitirá a los extranjeros que se refugien en
ella. Sión fue fundado por el Señor (14:32) y será el recipiente de ofrendas (18:7).
Mientras otras naciones y reyes son juzgados, un gobernante justo será
establecido sobre el trono de David (16:5). Tales fueron las promesas sin paralelo
de restauración repetidamente dadas a Israel para tranquilidad y esperanza en los
períodos en que los israelitas fueron sometidos a los juicios de Dios.

IV. Israel en un puesto mundi al

En esos capítulos, el remanente se convierte en el punto focal de interés. Por toda


la extensión de los períodos de juicio un remanente justo recibe la seguridad de
supervivencia y se promete la restauración; podrá una vez más gozar de las
bendiciones de Dios bajo el gobernante justo sobre monte Sión.

Los mensajes de Isaías fueron con frecuencia relacionados con acontecimientos


contemporáneos. La condenación de Jerusalén había sido claramente anunciada
en su capítulo de apertura y repetida enfáticamente en subsiguientes mensajes.
En 24:1-13a, Isaías dibuja la ruina que espera a la amada ciudad de Judá.
Jerusalén será desolada y sus puertas reducidas a ruinas. Esto se convirtió en una
vivida realidad en el 586 a. C.

El remanente, sin embargo, es reunido desde distantes tierras de la costa y de los


fines de la tierra (24:13ss.), mientras que el malvado es castigado por el Señor de
los ejércitos. Las maravillas del cielo que contienen al sol y a la luna se hallan
asociadas aquí al igual que en otros pasajes, con este gran juicio así que el Señor
reine en Sión. [17] El contexto de este pasaje parece indicar un alcance a escala
mundial. Lo que ocurra a aquellos que se opongan a Dios y el establecimiento del
remanente en Sión, en un reino universal que no tiene fin, difícilmente puede
quedar limitado a una local o nacional situación.

Es muy apropiado el canto de los redimidos que sigue en 25:1-26:6, en que ellos
responden con acción de gracias y alabanza mientras que se gozan de su
salvación y disfrutan de las bendiciones del Señor. El reproche, el sufrimiento y la
vergüenza desaparecerán conforme Dios haga desaparecer todas las lágrimas y
elimine la muerte.

La oración en 26:7-19, expresa el vehemente deseo del pueblo en tiempos de


gran tribulación y sufrimiento antes de que sean vueltos a reunir.

Israel anhela la esperanza mientras está presa de la angustia y espera su


liberación. Bajo gobierno de los malvados como víctimas de injusticias
prevalecientes, ellos expresan su fe en Dios y su esperanza, apelando a El para
Su divina intervención.

La liberación está prometida en la réplica (26:20-27:13). Israel, la viña del Señor,


será una vez más fructífera. Purgada de sus pecados, la gente será reunida, uno
por uno, como el remanente para rendir culto al Señor en Jerusalén.

V. Esperanzas falsas y verdaderas en Sión

Las alianzas con, extranjeros eran un constante problema en Jerusalén durante


los días del ministerio de Isaías. Por intrigas políticas y la diplomacia, los jefes de
Judá esperaban asegurar su supervivencia como nación al alinearse con los
victoriosos. Acaz reemplaza a su padre Jotam sobre el trono de David cuando el
grupo pro-asirio gana el control sobre luda en el 735. Desafía las advertencias de
Isaías y hace una alianza con Tiglat-pileser en los primeros años de su reinado.
Ezequías, el próximo rey, se une en alianza con Edom, Moab y Asdod para resistir
a Asiría. Esta coalición anticipa el apoyo de Egipto; pero Asdod cae en el 711,
mientras que las otras naciones ofrecen tributo a Asiría para impedir la invasión.

Isaías advierte constantemente contra la locura estúpida de confiar en otras


naciones. El profeta denomina a esas alianzas un "acuerdo para la muerte". Por
contraste, su consejo es que deberían colocar su fe en Dios, el verdadero Rey de
Israel. Tanto si es Acaz, el rey impío, o Ezequías el gobernante creyente, quien
responde con amistosas promesas a la embajada babilónica, el profeta Isaías no
deja de llamar la atención a los jefes de Judá por depender de otras naciones en
lugar de buscar a Dios para su liberación.

Ninguno de estos capítulos en esta sección, está específicamente fechado. Puesto


que la alianza con Egipto recibe tan prominente consideración en 30-31, este
pasaje entero puede estar fechado en los días de Ezequías cuando Judá tenía
esperanzas de liberarse a sí mismo de la dominación asiría. En los primeros años
de Senaquerib este interés en la ayuda egipcia indudablemente planteó un grave
problema en Jerusalén.
¿Refleja 28-29 el mismo fondo histórico? ¿Se refiere el "pacto con la muerte" en
28:15 a una alianza con Egipto en los días de Ezequías o podía referirse
posiblemente a la hecha por Acaz con Tiglat-pileser en el 734 a. C.? La última
opinión merece alguna consideración. Acaz, en vez de colocar su fe en Dios,
ignora a Isaías haciendo una alianza con los asirlos. El paso de la crisis de la
guerra siroefraimítica y la suerte aparentemente venturosa de una unión judo-
asiria en el 732, cuando Acaz, personalmente, se encuentra con Tiglat-pileser en
Damasco, puede haber sido la ocasión de una excesiva celebración en Jerusalén.
Acaz y sus impíos asociados, que están apoyados por sacerdotes y profetas en la
introducción del culto asirio en Jerusalén, probablemente constituye el auditorio de
Isaías a quienes dirige las severas palabras de advertencia y de reproche en 28-
29. Acaz y Jos que le apoyan, indudablemente, llegan a la conclusión de que el
sobre-cogedor azote de la invasión asiría (28:15) no afectará a Judá porque ha
hecho un tratado con aquella poderosa nación.

Tanto si los primeros capítulos de este pasaje reflejan una alianza con Asiría o con
Egipto, la advertencia es clara, de que tales propósitos acabarán en el fracaso.
Donde Egipto está específicamente identificado (30:2), la advertencia
explícitamente establece que la dependencia de la ayuda egipcia no está en los
planes de Dios. La humillación y la vergüenza serán su destino. En 31:1-3, se
hace un vivido contraste entre los egipcios, con sus caballos y carros de combate
y el Señor, a quien Judá debería consultar. Cuando el Señor extienda su mano
contra ellos, tanto los egipcios como aquellos a quienes ayuden, perecerán. Asiría,
igualmente, será sacudida por el terror (30:31) y aplastada (31:8-9). Esto no se
cumplirá por los esfuerzos del hombre, ni por la espada, sino por el decreto de!
Señor de Sión. Los fieros asirlos serán destruidos y se convertirán en las víctimas
de la traición (33: 1). Por último, la ira y la venganza de Dios se ejecutará sobre
todas las naciones del mundo (34:1 ss.). En consecuencia, la confianza en
cualquier nación mediante una alianza no puede nunca servir como adecuado
substituto de una simple fe en Dios.

La antítesis a esta advertencia contra las alianzas políticas, es la admonición para


confiar en Dios. La provisión está hecha en Sión y la promesa relacionada con su
establecimiento de tal forma, que aquellos que ejerciten la fe, no tienen necesidad
de estar ansiosos (28:16) El plan de Dios para Sión, como está desarrollado en
esos capítulos, permite una base razonable para la fe de los demás, quienes
desean poner su fe en el Señor.

Dos simples ilustraciones sugieren que Dios tenía un propósito eterno en sus
acciones con su pueblo (28:23-39). Un granjero no debe arar su campo
repetidamente sin tener un propósito. Lo labra con objeto de sembrar, para que a
su debido tiempo pueda recoger la cosecha. Tampoco el grano es trillado ni batido
en una acción sin fin. El propósito del trillado es separar el grano de la paja. El
propósito de Dios no es destruir Israel, sino evitar el juicio para la purificación de
su pueblo, separando a las personas justas de las malvadas. Jerusalén, llamada
Ariel, estará sujeta a juicio, pero el Señor de los ejércitos intervendrá y
proporcionará su pronta liberación (29:1-8).
Aunque Israel sólo tiene una religión formal, honrando a Dios con los labios más
bien que con el corazón (29:9-24), Dios traerá una transformación. Como un
alfarero, Dios cumplirá su propósito. Israel será una vez más bendecido, volviendo
a ganar prestigio, prosperando y multiplicándose, entre todas las naciones.
Aunque es un pueblo rebelde (30:8-14), tiene la seguridad de la restauración de la
fe en Dios (30:15-26).

La justicia prevalecerá bajo el justo rey de Sión (32:1-8) y esta futura esperanza no
ofrece excusa para la complacencia. El pueblo de Jerusalén, esta, advertido de
que el juicio y la destrucción precederán a esas bendiciones hasta que el Espíritu
se manifieste desde lo Alto (32:9-20). La oración del sufrimiento y la de los
afligidos (33:2-9) no quedará sin recompensa. Los pecadores serán juzgados,
mientras que el remanente justo gozará de las bendiciones del Señor (33:10-24).

A su debido tiempo se producirá la reunión de todas las naciones para un juicio del
mundo y la restauración de Sión (34-35). Previamente ya fue indicado que Dios
cernería las naciones en el cedazo de la destrucción (30: 27-28). Incluso los
ejércitos de los cielos responderán cuando el juicio sea ejecutado. Edom, que
representaba una avanzada civilización desde el siglo XIII al VI a. C. , y era
extremadamente rica en los tiempos de Isaías , es presentada tras todas las
naciones del mundo que están sujetas al juicio. Sión y Edom representan
respectivamente el lugar geográfico para las bendiciones de Dios y sus juicios.
Puesto que el día de la venganza es un tiempo de recompensa para la causa de
Sión, este juicio podría ser difícilmente restringido a Edom. Muchas otras naciones
fueron y han sido culpables de ofender a Sión.

La gloria de Sión, como está dibujada en 35, permite un esperanzador contraste a


los horribles juicios de Dios sobre las naciones pecadoras. Los que queden
volverán a la tierra prometida, que ha sido transformada de un desierto en un país
de abundancia. Dios ha redimido a sus justos de las garras de los opresores y los
retornará a Sión para gozar de una felicidad imperecedera. Sión triunfará sobre
todas las naciones.

VI. El juicio de Jerusalén demorado

Estos capítulos han sido varias veces etiquetados con el nombre de "El libro de
Ezequías". El rey de Judá es confrontado con el ultimátum de rendir Jerusalén a
los asirlos. Oralmente al igual que por escrito, Senaquerib intenta desconcertar a
Ezequías y a su pueblo, acosándolos respecto a confiar en Egipto o confiar en
Dios para su liberación. Sarcásticamente, el rey asirio incluso ofrece a Ezequías
dos mil caballos si él tiene jinetes para montarlos. Haciendo una lista con la serie
de ciudades conquistadas cuyos dioses no han ayudado en nada, Senaquerib
afirma que él está enviado por Dios y que la oración por el remanente de Judá es
ridicula. Ezequías se refugia en la oración, extendiendo literalmente la carta ante
él, conforme apela a Dios para su liberación.
Isaías anuncia decididamente y con valentía la seguridad de Jerusalén. Incluso
aunque la presencia de los asirios haya entorpecido la siega de las cosechas para
la próxima recolección, los invasores serán expulsados a tiempo para segar lo que
haya crecido de la siembra.

La grave enfermedad de Ezequías ocurre, aparentemente, durante este período


de presión internacional. Cuando Isaías le advierte de que se prepare para la
muerte, Ezequías ora seriamente, recibiendo la seguridad de parte de Isaías de
que su vida será extendida a quince años más. La liberación de la amenaza asiría
llega simultáneamente. La señal confirmatoria es el milagroso retorno de la
sombra sobre el reloj de sol que Acaz había obtenido probablemente de Asiría
mediante sus contactos personales con Tiglat-pile-ser. En señal de gratitud por su
liberación personal y la recuperación de la salud, Ezequías responde con un salmo
de alabanza. Las felicitaciones por su restablecimiento, le llegan desde su
embajada en Babilonia, enviadas por Merodac-baladán. La cordial recepción de
Ezequías de los babilonios, es la ocasión para una significativa predicción. La
indagación de Isaías implica esperanzas de que los babilonios ayudarían a Judá a
desprenderse de la supremacía asiría. En simples aunque firmes palabras, el
profeta advierte a Ezequías que los tesoros serán llevados a Babilonia y que sus
hijos servirán como eunucos en el palacio babilónicos. Incluso en el apogeo del
poder de Asiria, Isaías predice el cautiverio de Babilonia para Judá, 75 años antes
de los días de la supremacía de Babilonia. Aunque la situación inter-
nacional (ca. 700 a. C.) pudo haber garantizado un pronóstico de la capitulación
de Judá al poder de Asiría. Isaías específicamente predice el exilio de Judá en
Babilonia. Su cumplimiento no está fechado más allá de la declaración de que
ocurriría subsiguientemente al reinado de Ezequías.

VII. La promesa de la liberación divina

La promesa de la liberación divina en 40-56 no está necesariamente relacionada a


cualquier particular incidente del tiempo de Ezequías. La perspectiva de este
pasaje es el exilio de Israel en Babilonia En los últimos años de su ministerio,
Isaías pudo muy bien haber estado preocupado con las necesidades del pueblo
que iba a ser llevado al exilio cuando Jerusalén fuese dejado en ruinas y la
existencia nacional de Judá terminada, a manos de los babilonios. La ascendencia
del malvado Manases al trono de David, indudablemente, obscurece los proyectos
inmediatos de los justos que quedan en el pueblo. Seguramente con Isaías ellos
anticiparon la inminencia de la condenación de Judá al ser testigos del
derramamiento de sangre inocente en Jerusalén.

Para Isaías, el exilio que ha de producirse es cierto. Que Babilonia sea el destino
de su exilio final es igualmente cierto, puesto que él, específicamente indica esto
en su mensaje a Ezequías (39). Las condiciones del exilio son bien conocidas
para Isaías y su pueblo en Jerusalén. Los asirios no solamente se llevan el pueblo
de Samaría al exilio en el 722, sino en las conquistas de las ciudades en Judá por
Senaquerib en el 701, e indudablemente, muchos de los conocidos por Isaías
fueron llevados cautivos. Cartas e informes procedentes de aquellos exiliados
retratan las condiciones prevalecientes entre ellos.

Con hechos históricos y las predicciones de 1-39 como fondo, Isaías tiene un
mensaje más apropiado de esperanza y tranquilidad para aquellos que anticiparon
el exilio de Babilonia. Muchos detalles se hacen significativos como algunas
predicciones se convierten en históricas en subsiguientes períodos. En todas las
ocasiones, no obstante, es un mensaje de seguridad y esperanza para aquellos
que han puesto su confianza y su fe en Dios.

Varios temas se entremezclan a todo lo largo de este magnífico pasaje. Con la


liberación como tema básico, no solamente están la seguridad y la esperanza
dadas, sino la provisión para el cumplimiento de estas promesas, que se
encuentran vividamente descritas. En alcance y magnitud, lo mismo que en
excelencia literaria, este gran mensaje es insuperable. Sin duda, fue una fuente de
tranquilidad y bendición para el auditorio inmediato de Isaías al igual que para
aquellos que fueron al exilio de Babilonia.

La liberación y restauración se desarrollan en tres aspectos: el retorno de Israel


del cautiverio bajo Ciro, la liberación del pecado, y el definitivo establecimiento de
la justicia cuando Israel y los extranjeros gozarán para siempre de las bendiciones
de Dios. El alcance del cumplimiento cubre un largo período de tiempo. El
cumplimiento inicial llena en, parte con el retorno de la cautividad bajo Zorobabel,
Esdras y Nehemías; la expiación por el pecado se produjo históricamente en
tiempos del Nuevo Testamento, y el establecimiento del reino universal está
todavía pendiente.

La garantía de esta gran liberación, descansa en Dios que puede realizar todas las
cosas. Como cautivos buscando socorro y ayuda, el pueblo no necesitó un
mensaje de condenación. Aquellos que estuvieron sujetos a la realidad del exilio,
fueron conscientes de su pasado pecado por el que estaban sufriendo de acuerdo
con las advertencias del profeta Isaías. Para inspirar la fe y asegurar la
tranquilidad Isaías, recarga el énfasis sobre los atributos y características de Dios.

El capítulo de apertura presenta esta promesa de liberación con.un magnífico


estilo. Mientras que sufre en el exilio, Israel recibe la seguridad de la paz y el
perdón por su iniquidad en preparación para la revelación de la gloria de Dios que
será revelada ante todo el género humano, según Dios establece su gobierno en
Sión. Omnipotente, eterno, e infinito en sabiduría, Dios creó todas las cosas, dirige
y controla todas las naciones y tiene un perfecto conocimiento y comprensión de
Israel en sus sufrimientos. Aquellos que esperan en Dios, prosperarán. La fe en el
Omnipotente, que no puede ser comparado a los ídolos, proporciona paz y
esperanza.

Este gráfico retrato de los infinitos recursos de Dios, es un apropiado preludio al


majestuoso desarrollo del tema de la liberación. Las frecuentes referencias a Dios
a todo lo largo de los siguientes capítulos, están basadas en la realización de que
El no tiene limitaciones en el cumplimiento de sus promesas hechas a su pueblo.
A todo lo largo del pasaje, los planes y propósitos de Dios están entremezclados
con la seguridad de la liberación. Las palabras de tranquilidad tienen un seguro
fundamento. El Señor Dios de Israel es único, incomparablemente grande, y
trasciende en todas las obras de sus manos. Con frecuencia, se presentan
contrastes entre Dios y los paganos, dibujados vividamente. El confiar en un dios
hecho por el hombre (46:5-13) se hace irónicamente ridículo en contraste con la fe
en el único Dios de Israel, el Señor de los ejércitos. [26]

El tema del sirviente es fascinante e intrigantemente interesante. Se repite veinte


veces la palabra "siervo", presentado en 41:8 y mencionado finalmente en 53:11.
La identidad del siervo puede ser ambigua en algunos aspectos. En un número de
usos, el siervo es identificado en el contexto. Para una introductoria consideración
de este pasaje, nótese que el siervo puede referirse a Israel o al siervo ideal que
tiene un papel significativo en la liberación prometida.

El uso inicial de la palabra "siervo" está específicamente identificado con Israel


(41:8-9). Dios eligió a Israel cuando llamó a Abraham y aseguró a su pueblo que
serían restaurados y exaltado a la categoría de nación, por encima de todas las
demás naciones. Sin embargo, Israel como siervo de Dios se muestra ciego, sordo
y desobediente (42:19). Esto ya estaba indicado para Isaías en su llamada, de tal
forma que el juicio fue anunciado sobre Judá pecador (1-6). Puesto que Dios creó
y eligió esta nación, no la abandonará (44:1-2,21). Se asegura la liberación del
exilio. Jerusalén será restaurada en los días de Ciro. Israel será devuelto del
cautiverio de Babilonia (48:20).

Al principio de este pasaje el siervo ideal está identificado como un individuo


mediante el cual Dios traerá la justicia a las naciones (42:1-4). Este siervo,
también elegido por Dios, será dotado por el Señor con el Espíritu de tal forma que
no fallará en cumplir el propósito de establecer la justicia en la tierra y extender Su
ley en tierras distantes (Is. 2:1-5 y 11: 1-16). En contraste con la nación que fue
elegida, pero que falló, el siervo ideal cumplirá el propósito de Dios.

Israel, en su fracaso, se encuentra en la necesidad de la salvación. Se ha de


proveer la expiación por el pecado de Israel, el cual Dios prometió borrar. Para
lograr esto, el siervo ideal (49:1-6) ha sido elegido, no sólo Para llevar la salvación
a Israel sino para ser la luz de los gentiles. Por ultimo, este siervo tendrá todas las
naciones postradas ante él (49:7 y ";2-7). Antes de que esto se cumpla, no
obstante, hay que hacer un sacrificio por el pecado. Este sirviente que tiene que
ser exaltado (52:13) tiene Primeramente que hacer expiación por el pecado,
mediante el sufrimiento y a muerte. Así, el siervo ideal está identificado con el siervo
del sufrimiento.

El siervo del sufrimiento está dramáticamente retratado en 52:13, 53:12.


Básicamente significativo es el hecho de que este siervo es inocente y justo. En
contraste con Israel, que sufrió por su pecado en doble medida (40:2), este
sirviente sufre solamente por el pecado de los demás. Mediante este sufrimiento,
se proporciona la expiación.

El especial uso de la palabra "siervo" en 53:11, provee la imputación de justicia a


aquellos cuyas iniquidades y pecados son perdonados mediante el sacrificio. Este
siervo no vacilará ni fallará en el propósito para el que ha sido elegido. La
redención está prometida con su muerte.

La inmediata preocupación de los exiliados en Babilonia es el proyecto de


hacerlos volver a Jerusalén. Esto estaba prometido para el tiempo de Ciro, a quien
Dios designó como un pastor. Mientras que Dios se sirvió de Asiría como de una
vara en su mano para hacer el juicio (7-12), el gobernante Ciro será usado para
llevar a los cautivos de vuelta a Jerusalén. Se promete una gran restauración
mediante este siervo en la final exaltación de Sión por encima de todas las
naciones (49:1-26). Esto ya había sido frecuentemente mencionado en
precedentes capítulos. La sobresaliente y significativa liberación, sin embargo, es
la provisión para la expiación por el pecado, hecha posible solamente mediante la
muerte del siervo que sufre.

Esta salvación es tan única y diferente que Israel es alertada, en un magnífico


lenguaje, de tomar nota del sufrimiento y la muerte del siervo ideal. Por tres veces
Israel es amonestado a escuchar, en preparación para la liberación que va a llegar
(51:1-8). Como Dios eligió a Abraham y le multiplicó para convertirle en una gran
nación, así Sión será confortada con bendiciones universales y un triunfo
imperecedero. En tres cantos siguientes, Israel es llamado a salir del sueño en
que está inmersa (51:9-52:6). Los mensajeros son alertados para proclamar la paz
y el bien en anticipación del retorno del Señor a Sión (52:7-12). Pero el mensaje
de paz presentado en el siguiente pasaje, no es la liberación del exilio, sino la
provisión para la liberación del pecado mediante el siervo que sufre (52:13-53:12).

Cuando el siervo retorna a Sión en triunfo, las naciones y reyes quedarán


asombrados de que el exaltado siervo es el que no reconocieron en su
sufrimiento. Como una raíz en tierra seca, ha prosperado. Despreciado y
desechado, este hombre de dolores fue tratado con iniquidad y llevado como un
cordero a la muerte. Desprovisto de justicia y de juicio fue condenado a la muerte
por su misma generación. Pero Dios aceptó a este siervo en su muerte como
sacrificio por el pecado, mediante el cual muchos obtuvieron la justicia. Por llevar
sobre sí los pecados de muchos, a este siervo se le asegura una herencia y un
despojo con el grande y el fuerte.

De una nación árida y sin frutos, Dios obtendrá un pueblo próspero (54: 1-17).
Israel es temporalmente juzgado y abandonado. De la misma forma que Dios
permitió al destructor que llevase la destrucción y el juicio, asi asegura también la
prosperidad a su pueblo, personas que están identificadas como sus siervos. Ellos
no serán puestos en la vergüenza y no serán derrotados, sino que poseerán las
naciones y será establecida la justicia y la rectitud.
El mensaje de perdón y de esperanza, se expresa para uno y para todos en 55:1-
56:8. La respuesta a esta gratuita invitación trae vida y -ciones. Como el malvado
abandona su camino y el hombre injusto pensamientos, puede gozar de la
misericordia del Señor y obtener el perdón de Dios, ya que la explicación está
provista en la muerte del siervo que sufre. La salvación es ofrecida al que se
vuelve hacia Dios, al abandonar sus caminos del pecado. La disposición universal
es aparente en el hecho de que los extranjeros y los eunucos se conformarán a
los caminos del Señor. Las naciones extrañas y el pueblo lejano se asociarán por
sí mismo con el Señor. El templo será la casa de oración para todos los pueblos.
Los sufrimientos del alma serán satisfechos por la acción del hombre de dolores, y
muchos individuos procedentes de todas las naciones se convertirán en justos
servidores del Señor.

VIII. El reino universal de Dios establecido

Habiendo desarrollado el tema de la liberación tan adecuadamente, Isaías revierte


a las condiciones contemporáneas de su pueblo. La gloria de Sión en su último
estado, tiene significación solo como el individuo tiene la seguridad de la
participación, de aquí la comparación entre lo justo y lo injusto.

En los capítulos de apertura, se ponen de manifiesto de forma aguda, las


distinciones (56:9-59:21) entre las prácticas religiosas como las observaba Isaías y
los requerimientos de Dios. La resquebrajadura entre lo dispuesto por Dios y lo
que hacen los hombres son tan obvias, que este pasaje representa un
llamamiento al individuo para que se aparte de la práctica corriente y se conforme
a los requerimientos de la verdadera religión.

La idolatría y la opresión del pobre prevalecen entre el laicado al igual que entre
los jefes, quienes están considerados como guardianes ciegos (56:9-57:13).
Simultáneamente, oran y ayunan esperando que Dios les favorezca con juicios
justos (58:1-5). El pecado y la iniquidad en la forma de injusticia social, opresión,
actos de violencia y derramamiento de sangre continua en abierta práctica (59:1-
8). Dios está disgustado con tales acciones — el juicio y la condenación esperan,
al culpable (ver también capítulos

Por contraste, Dios se deleita en la persona que es contrita y humilde de corazón


(57:15). Los ayunos verdaderos que placen al Señor implican la práctica del
evangelio social: apartarse de los malvados, alimentar al hambriento, y aliviar al
oprimido (58:6 ss. Ver también cap. 1). Esas personas tienen la seguridad de
recibir respuesta de sus oraciones, de guía y abundantes bendiciones (v. 11).
Aquellos que substituyen el placer y los negocios en el día santo de Dios con una
genuina y sincera complacencia en Dios, «enen asegurada la promesa de Su
favor (vss. 13-14). La conformidad y « práctica ritualística no reúnen los
requerimientos de Dios para la verdadera religión.

Puesto que los pecados nacionales e iniquidades separaron al hombre de Dios


(59:l-15a), El asegura al pueblo justo la divina intervención y la liberación enviando
un redentor a Sión. Cuando El no encuentra a ninguno de la raza humana que
pueda intervenir adecuadamente, envía al redentor vestido con ropas de
venganza, portante el peto de la justicia y el yelmo de la salvación. Este vindicará
al justo (59:15b-21).

La gloriosa perspectiva de Sión, está dibujada una vez más con la venida del
redentor para establecer a Israel como el centro y el deleite de todas las naciones
(60:1-22). Esta capital será conocida como la cuidad del Señor y el Sión del Santo
de Israel. La gloria de Dios se extenderá tan universalmente que el sol y la luna no
serán precisos ya más. Este reinado continuará para siempre, como está
previamente indicado por Isaías 9:2-7 y otros pasajes similares. La fecha del
cumplimiento de todo ello, no está indicada más allá de la simple y conclusiva
promesa de que Dios la aportará a su debido tiempo.

En preparación por la gloria venidera que será revelada, Dios envía a Su


mensajero a Sión, ungido por el Espíritu del Señor (61:1-11). Este mensajero
vendrá con buenas nuevas para proclamar el tiempo del favor de Dios, cuando el
desgraciado sea aliviado, los cautivos pueden ser dejados en libertad, los
doloridos sean confortados y la desesperación se convierta en alabanza. El pueblo
de Dios será conocido como los sacerdotes del Señor mientras que otros
conocerán las bendiciones divinas con su ministerio. La justicia y la alabanza se
elevarán desde todas las naciones.

La vindicación y restauración de Sión sigue en orden natural (62:1-63:6). Sión, que


ha sido olvidado y desolado, se convertirá en la delicia de Dios al gozar en su
pueblo, como un novio lo hace con su novia. Los que aguardan, son alentados a
apelar a Dios día y noche hasta que Jerusalén sea establecida como la alabanza
de las naciones.

Una vez más, las líneas de demarcación están claramente establecidas en los
capítulos siguientes (63:7-65:16) entre los que recibirán las bendiciones del Señor
y los ofensores que estarán sujetos a la maldición de Dios. El pasaje inicial (63:7-
64:12), representa un llamamiento a Dios en solicitud de ayuda y socorro. Sobre la
base del favor de Dios, para Israel en el pasado, la oración expresa una demanda
para la divina intervención. Dios es vituperado por ser la causa de los errores del
pueblo y del endurecimiento de su corazón (63:17), entregándoles al poder de la
iniquidad (64: 7), y haciendo de ellos lo que son. La respuesta de Dios a su
oración (65: 1-7) refleja su actitud hacia el que es justo por sí mismo quien le ha
ignorado durante el tiempo que estuvo disponible. Ellos han menospreciado sus
llamamientos y fracasaron en volver a él en el día de la misericordia — su
apelación de justicia propia llega demasiado tarde.

El día del juicio está sobre ellos (65:8-16). Aquellos que no respondieron al
llamamiento de Dios ni escucharon cuando El habló de que estaban condenados,
ignoraron la misericordia de Dios que antecede al juicio. Por contraste, los siervos
de Dios, mencionados siete veces en estos nueve versos, son los receptores de
sus eternas bendiciones.
Finalmente, Isaías describe las últimas bendiciones para los justos en Sión en
términos de un nuevo cielo y una nueva tierra (65:17-66:24). Jerusalén de nuevo
es el punto focal desde donde tales bendiciones se extenderán umversalmente.
Las condiciones de paz prevalecerán incluso entre los animales. Incluso aunque el
cielo es trono de Dios y la tierra su escabel, El se deleita en los hombres que han
sido humildes y contritos en espíritu. Aunque hayan estado sujetos al desprecio y
el ridículo, triunfarán en el establecimiento de Sión, mientras que los ofensores
estarán todos sujetos la condenación. Conforme sean juzgados los enemigos, se
hará aparente que Dios tiene sus manos extendidas sobre sus siervos.. Los
redimidos procedentes de todas las naciones, compartirán las bendiciones de
Sión, mientras aquellos que se rebelaron estarán sujetos a un castigo que no
tendrá fin (66:24).

Esquema VI tiempos de isaías

787-81. Amasias probablemente puesto en libertad de su prisión, cuando


Jeroboam II asume solo el gobierno de Israel tras la muerte de Joás.

768. Uzías asume solo el gobierno en Judá. Muerte de Amasias.

760. Fecha aproximada del nacimiento de Isaías.

753. Fin del reinado de Jeroboam en Israel.

750. Uzías enfermo de la lepra.

745. Tiglat-pileser III comienza su gobierno en Asiria.

743. Los asirios derrotan a Sarduris III, rey de Urartu. Uzías y sus aliados
derrotados por los asirios en la batalla de Arpad.

740. Jotam asume solo el gobierno. Muerte de Uzías.

736-35. Los ejércitos asirios en Nal y Urartu.

Comienzo del gobierno de Peka en Israel.

735. Acaz hecho rey por un grupo pro-sirio en Judá.

734. Los ejércitos asirios invaden a los filisteos. Guerra siro-efraimítica tras la
retirada de los asirios.

733. La invasión asiría de Siria.

732. Damasco conquistado por los asirios, terminando el gobierno sirio. Peka
reemplazado por Oseas en Samaría.
727. Salmanasar V comienza a gobernar en Asiria.

722. Caída de Samaría. Acceso de Sargón II al trono de Asiria.

716-15. Ezequías comienza a reinar en judá. Reforma religiosa. Purificación del


Templo.

711. Tropas asirías en Asdod.

709-8. Nacimiento de Manases.

705. Senaquerib comienza a gobernar en Asiria.

702. Bel-Ibni reemplaza a Merodac-baladán en el trono de Babilonia.

702-1. La enfermedad de Ezequías. Amenaza de Senaquerib. Isaías afirma la


seguridad. La embajada babilónica de Merodac-baladán en el exilio visita
Jerusalén.

697-6. Manases hecho corregente.

688. La segunda amenaza de Senaquerib a Ezequías.

687-6. Ezequías muere. Manases gobierna solo.

680. Isaías pudo haber sido martirizado por Manases.

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