El Plan Maestro de Dios
El Plan Maestro de Dios
El Plan Maestro de Dios
Efectivamente. Dios creó el mundo entero según su concepción y su plan. Al igual que un hombre
puede idear un juego, por ejemplo, el tres en raya o el ajedrez, y crear las reglas que lo rigen, de
igual modo creó Dios el mundo y concibió a los seres humanos. El hilo conductor en la creación de
Dios es el amor. Así pues, el plan de Dios es que el ser humano ame y responda al amor de Dios, y
que piense, hable y actúe en conformidad con él amor.
Podemos decir que Dios es el origen de todo lo que existe. Él es el fundamento último y la causa
última de todo, y también su soporte. Desde el punto de vista de la ciencia actual, diríamos que es
aquel que precede al big bang y al origen de todas las leyes de la naturaleza. Sin él, todo cuanto
existe acabaría desmoronandose. Él es también la finalidad de todo lo existente.
Si Dios es el creador de todo el universo,entonces es también la medida de todo lo que debe ser.
Todo comportamiento se mide en conformidad con él y con su plan. Con él llegamos a saber que
es comportarse bien. Dicho brevemente: Dios ha escrito el ADN de nuestra vida. Lo que Dios
quiere para nosotros y con nosotros constituye la norma y la regla de una vida buena y justa. Los
cristianos se comportan solidariamente porque antes Dios los ha amado plenamente.
Al reflexionar sobre ti mismo, enseguida te das cuenta de que tú no te has creado a ti mismo.
Nadie te ha preguntado si querías existir realmente o si hubieras preferido no existir.
Inesperadamente, te encuentras existiendo. Posteriormente llegas a saber que eres un ser finito.
Hoy, mañana o pasado mañana, tú vida terminará. También llegará el momento en el que dejará
de existir todo cuanto te rodea. No obstante, puedes concebir lo infinito, es decir, algo que existe
que y no desaparece. Aún cuando estás únicamente rodeado por cosas efímeras, anhelas, sin
embargo, lo eterno, lo que no es efímero. Deseas que permanezca algo de ti. Que triste sería
también que el mundo hermoso en el que vivimos resplandeciera sin sentido un instante en el
tiempo para deshacerse en la nada. Sólo si Dios existe de verdad, perdurará con él, como también
toda la creación. El anhelo y la nostalgia de Dios forman parte esencial de la vida humana El anhelo
de lo infinito y de lo absoluto se encuentra en todos los pueblos, las culturas y las religiones del
mundo.
6 Si Dios ha creado el mundo por amor, ¿Por qué está tan lleno de injusticia, opresión y
sufrimiento?
Dios creó el mundo como algo bueno en sí mismo, pero éste se separó de Dios, optó por oponerse
a su amor. La Biblia nos cuenta esto en el relato del pecado original cometido por Adán y Eva. Los
seres humanos-véase el relato de la torre de Babel (Gn 11-quisieron ser como Dios. Desde
entonces hay un fallo de tejido en el mundo, un principio de destrucción. Y a partir de aquí ya nada
fue como Dios había planeado. También con nuestras decisiones actuales provocamos injusticia y
sufrimiento a nuestro mundo. Muchas decisiones erróneas aumentan a menudo las estructuras
del mal y del pecado De hecho, el individuo actúa en un sistema que, en su conjunto, es malo e
injusto, y no le resulta nada fácil salirse de él como cuando, por ejemplo, un soldado es obligado a
participar en una guerra criminal.
Dios creó a los seres humanos para amar. Pero él amor no puede imponerse. El ser humano debe
ser libre para poder amar de verdad. Si existe la libertad auténtica, también existe la posibilidad de
tomar decisiones totalmente errónea. Los seres humanos pueden incluso destruir su libertad.
8 ¿Deja Dios al ser humano solo después de que éste se haya apartado de él?
En modo alguno. El amor de Dios <<no pasará jamás >> (1 Cor 13, 8). Él nos sigue los pasos, nos
busca en nuestros huecos y recovecos, quiere contactar con nosotros. Desea mostrarnos quién es
realmente.
Dios no solo se deja encontrar, sino que, es más, se nos manifiesta o (por decirlo con otras
palabras)se nos revela. Por naturaleza tenemos una cierta idea de Dios y podemos conocer
también mediante la razón que existe. Pero cómo es precisamente, cuáles son sus pensamientos y
sus planes, es algo que no logramos explicar con nuestros intelecto. Por eso es Dios mismo quien
tiene que comunicarnos cómo es. Y no lo hace enviándonos una idea, un libro o un sistema
político, sino haciéndose un ser humano. En Jesucristo, Dios se ha revelado plenamente y
definitivamente: Dios se hace hombre para que el hombre entienda quién es Dios. Jesús es el
lenguaje de Dios.
Una vez que se conoce a Dios, nada puede seguir como antes. El pueblo de Israel lo expresa
claramente mediante la alianza que Dios hace con él. Los signos de esta alianza son los diez
mandamientos, que Dios entregó a moisés en el monte Sinaí (Ex
19-24).Correspondemos al amor de Dios cuando nos orientamos por los mandamientos e
intentamos así comportarnos de forma justa. Por consiguiente, tenemos la posibilidad de cooperar
en el plan maestro de Dios para el mundo y la historia.
12. ¿Qué importancia tienen los diez mandamientos para nuestra vida en común?
Dios nos entrega en los diez mandamientos los principios imperecedero de la vida buena. Con ellos
podemos orientarnos de modo que surja el mundo que Dios tenía en su mente. Aprendemos
además cuales son nuestros deberes-por ejemplo, no podemos robar a nadie-y también nuestros
derechos, a saber, nadie puede robarnos. El contenido de los diez mandamientos se parece al
derecho actual, es decir, a lo que cada ser humano tiene inscrito en su corazón sobre qué es una
acción buena. Son modos de actuar universales que vinculan a todos los hombres y todas las
culturas. De aquí que los diez mandamientos constituyan la regla fundamental para la convivencia
social.
LA propia revelación de Dios llega a su punto culminante en Jesucristo. En su persona, como ser
humano y divino, se manifiesta de una forma absoluta e insuperable. Como nos dice el prólogo del
evangelio de Juan, en él la palabra de Dios se hace carne. En Jesucristo se hace visible, e incluso
corporalmente tangible, la identidad de Dios y como él se encuentra con las personas. Por eso
puede decir Jesús: <<El que me ha visto, ha visto al padre >>(Jn 14,9). Cristo fue en todo semejante
a nosotros, menos en el pecado. Por eso es Jesús el ser humano ejemplar, el ser humano
modelado según el plan maestro de Dios. Jesús vivió lo que quiere Dios: el amor. Ser cristiano
significa intimar lo más posible con Jesús. Mediante los sacramentos nos unimos profundamente
con Jesús; nos convertimos en <<Cuerpo de Cristo >>.
Efectivamente, amar y ser amado pertenece a lo más profundo de la esencia humana. Dios mismo
nos sirve de modelo. Jesús nos mostró que Dios no es en sí mismo nada más que amor Entre el
padre, el Hijo y el Espíritu Santo acontece un intercambio eterno de amor. El ser humano que ama
también participa en esta comunión de amor. Solo podemos realizar plenamente nuestra vida si
no nos cerramos a esta corriente del amor divino y nos abrimos a ella. El amor nos permite estar
abiertos a las necesidades del prójimo y nos capacita para entregarnos. Jesucristo, que por amor a
los seres humanos se sacrificó libremente en la cruz, realizó con la entrega de su vida humana el
máximo acto de amor.
Si. Además, es muy importante. El amor no es solo un sentimiento. El amor es también una
<<Virtud >>, una fuerza, que puede entrenarse. Ser más valiente, más osado, más justo y más
afectuosos, constituye un verdadero desafío para todo cristiano. Debemos formarnos para mirar el
mundo desde la perspectiva del otro. Aquellos que son tratados con benevolencia sincera se
sienten valorados como persona y pueden realizarse. Si practicamos el amor en los gestos más
sencillos, con la ayuda de Dios estaremos en mejor posición para amar también allí donde se hace
daño y donde no seamos recíprocamente amados >>. Tal es el caso cuando nos ocupamos de los
más pobres tenemos que recurrir a un modo de tratar a nuestros enemigos, renunciando a la
venganza, la represalia y la violencia.
La salvación (=realización personal definitiva, felicidad perfecta), que nos ha sido dada en
Jesucristo, no está solo al alcance de unas pocas personas. Dios quiere la salvación para todos. Esta
salvación libera a las personas en todas sus dimensiones: como cuerpo y espíritu, personal y
socialmente, en su historia terrenal y para siempre en el cielo.
En la historia, por consiguiente, en el tiempo, se realiza ya está salvación, pero solo se completara
en la eternidad. Por eso debemos criticar todas las ideologías políticas que prometen la salvación
en la tierra. El hecho de que solo encontremos el paraíso en el cielo no implica un rechazo ni un
menosprecio del mundo. Más bien, gracias a la esperanza en la vida eterna, desarrollamos con
justicia y amor nuestra vida aquí y ahora. Nada de cuanto agamos en la tierra se perdieron, sino
que será asumido en la perfección de la eternidad
El mensaje bíblico,la autorrevelación de Dios, nos canbia en todos los sentidos. Recibimos otra
mirada sobre el mundo y nuestra sociedad. El comienzo del cambio se inicia en el corazón
humano: solo cuando el ser humano cambia interiormente pensando y viviendo el mensaje de
Dios, puede también actuar exteriormente. La conversión del corazón, a la que constantemente
debe aspirarse, constituye el inicio verdadero de un mundo mejor. Solo así entendemos cómo
deben cambiarse y mejorarse las instituciones y los sistemas
19 ¿Porque en el fondo de todo pecado se encuentra la alienación del ser humano con respecto
a sí mismo?
El ser humano que solo se centra en sí mismo de forma egoísta, acaba atrofiàndonse. No estamos
hechos para ser autosuficiente; necesitamos la comunidad humana, necesitamos la liberadora
orientación hacia el sentido y el origen de nuestro ser, en definitiva, hacia Dios. Debemos salir de
nosotros mismos, pues hemos sido creados para amar. Amando a los demás y a Dios nos
transcendemos a nosotros mismos. Centrarse y encerrarse en uno mismo equivale a pecar. Quien
no ama (o no puede amar), vive autoalienado. Lo mismo cabe decir de todas las sociedades.
Donde el primer plano es ocupado solamente por el consumo, la producción y la tecnología, se
produce un déficit de solidaridad y auténtica humanidad. Esta sociedad,así estructurada, ya no
está al servicio del ser humano, sino que, al contrario, el ser humano está sometido a ella.
El plan maestro del amor de Dios es la salvación y la liberación de todos los seres humanos
mediante su Hijo Jesucristo. La Iglesia existe porque Jesús nos ha invitado a formar con él una
comunidad profundamente salvifica. Esta comunidad, el <<cuerpo de Cristo >>, es la Iglesia.
Mediante el bautismo y los demás sacramento llegamos a ser parte de Cristo, recibiendo, gracias a
él, una vida nueva y eterna. Obedecemos su voluntad al escuchar la palabra de Dios. La Iglesia es el
lugar en el que los seres humanos pueden desarrollarse en el amor de Dios. La Iglesia no es un fin
en sí misma. Es responsable del ser humano y de la sociedad, y con su actividad debe contribuir a
la salvación, a la paz y al desarrollo de la familia humana.
La Iglesia existe para <<que en el mundo haya un espacio para Dios, para que en él pueda habitar,
y de este modo el mundo se convierta en su “”Reino “”>> (Joseph Ratzinger). El Reino de Dios ha
llegado realmente al mundo con Jesucristo. En todo lugar donde se administren los sacramentos,
es vencido y transformado de raíz el antiguo mundo del pecado y de la muerte. Acontece una
nueva creación;el Reino de Dios se hace visible. Sin embargo, los sacramentos son signos vacíos
cuando los cristianos no traducen en acción auténtica la vida nueva que han recibido. No se puede
recibir la comunión y negar al mismo tiempo el pan a los demás. Los sacramentos exigen un amor
que esté dispuesto << a salir de si mismo y a dirigirse a las periferias. No solo a las periferias
geográfica, sino también a las fronteras de la existencia humana: las del misterio del pecado, del
dolor, de la injusticia, de la ignorancia, de la praxis religiosa deficiente, del pensamiento y de
cualquier tipo de miseria >> (Discurso del cardenal Bergoglio en las secciones previas al cónclave
de 2013).