Manual - Sociología-Cap. II
Manual - Sociología-Cap. II
Manual - Sociología-Cap. II
Sociología y Modernidad
La sociedad
como DESANCLAJE
representación
Origen de la
sociología
LA IMAGINACIÓN SOCIOLÓGICA
Aspectos positivos y negativos
UNIDAD II
SOCIOLOGÍA CLÁSICA
Conceptos fundamentales
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UNIDAD II
LA SOCIOLOGÍA CLÁSICA:
Si bien de estos tres autores a trabajar sólo uno de ellos se hubiera sentido
reconocido plenamente como sociólogo, hablamos de Emile Durkheim, los otros dos,
Karl Marx y Max Weber, contribuyeron significativamente a la construcción de la
disciplina como materia de análisis e investigación científica de lo social. Escogemos a
estos tres porque cada uno de ellos representa a cada una de las tres perspectivas
metodológicas de la sociología clásica, al menos de las tres más importantes y con
mayor vigencia en la actualidad.
Por esas ironías del destino, la tumba del filósofo y pensador socialista Karl
Marx (1818 – 1883) en Highgate - Londres, se encuentra muy cerca, casi enfrentada, a
la del pensador positivista, y uno de los fundadores de la sociología, Herbert Spencer.
Marx, seguramente hubiera odiado la sola idea de que alguien relacionara sus obras
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con las de la aún naciente sociología, por considerarla, con toda certeza, una ciencia
al servicio de la reproducción del status quo, y por lo tanto de los intereses de la
burguesía y del capitalismo. Para hacerle justicia a su producción científica, es
necesario aclarar que Karl Marx trabajó durante toda su vida intelectual en la
consolidación de lo que él mismo llamaría el “socialismo científico”, esto es, una teoría
de la revolución social basada en leyes sociales científicamente elaboradas. En este
sentido, las pretensiones intelectuales de Marx no se alejaban mucho del clima
positivista imperante, a pesar de haber sido uno de sus principales críticos. Esto es
hasta tal punto cierto, que el día del entierro de Marx, su amigo, mecenas y
colaborador intelectual, Friedrich Engels dijo:
“Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx
descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero
oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar,
comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia,
arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida
inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de
desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han
desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas
artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual
deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido
haciendo” (Engels, 1883. La cursiva es nuestra)
Marx es conocido por ser uno de los pensadores que con mayor lucidez y
rigurosidad logró pensar el fenómeno del capitalismo moderno. Su obra más
importante, El capital, es quizá hasta el día de hoy una de las piezas centrales de la
teoría social moderna, ya que en ella se condensan aportes de distintas disciplinas
sociales y variadas perspectivas teóricas. Marx logró sintetizar en su obra los aportes
de la filosofía dialéctica hegeliana, los enunciados de la ciencia política francesa y el
socialismo europeo, y las contribuciones teóricas de la economía política inglesa. Sin
embargo, aún no hemos explicado el porqué del título de este apartado: ¿por qué
denominar a la teoría de Marx como una sociología del conflicto?
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ciencia política y la historia social, sin embargo, a estos aportes también deberíamos
sumarle contribuciones decisivas del autor en el campo de la sociología, y sobre todo
de la sociología política y económica. Para Marx, el conflicto entre los grupos sociales
es el motor que pone a andar la historia de las sociedades humanas. Ya que según
sus propias palabras:
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la
historia de la lucha de clases. Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos,
señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos
que se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas
veces y, otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación
revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes”
(Marx, 2011: 19) (2)
Es necesario releer con mucha atención esta cita para advertir que Marx no
cree que la sociedad se encuentre en conflicto permanente, ya que una sociedad así
no sería posible como tal. El conflicto, que a veces se expresa directamente, aunque la
mayoría de las veces permanece en estado de latencia, es un fenómeno subyacente a
la constitución de las sociedades, en la medida que estas sociedades organizan su
estructura económica mediante la explotación ejercida por una clase social
(minoritaria) sobre otra (mayoritaria). Pero, ¿explotación de qué? En este sentido Marx
es taxativo, explotación de la fuerza de trabajo.
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sujeto a través de la liberación de su creatividad e imaginación en el proceso
productivo, esto es lo que lo define su humanidad, lo que lo diferencia del resto de los
animales.
Actividad sugerida: explique brevemente, utilizando los conceptos trabajados por el materialismo
histórico, las situaciones laborales reflejadas en cada uno de los videos sugeridos más abajo; luego,
contraste ambas experiencias visualizadas.
“Modern Times” del actor, director y productor inglés Charles Chaplin, especialmente los primeros 20
minutos de la película: https://www.youtube.com/watch?v=HAPilyrEzC4
Mini-documental sobre la construcción del último puente colgante inca, “Q’eswachaka”, por parte de las
comunidades andinas del Perú: https://www.youtube.com/watch?v=qptgIcQebLg.
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otras palabras, las formas mediante las cuales los hombres se vinculan en su trabajo
con las fuerzas productivas, van a mutar en relación a la necesidad misma del nuevo
modelo productivo. En el modo de producción capitalista, estas relaciones de
producción van a estar definidas mediante la forma del trabajo asalariado (Toer, 2011:
13 y 14).
Las personas modernas son libres porque han logrado eliminar todo tipo de
mecanismo de sujeción, excepto una, la del sistema económico. A diferencia de un
esclavo o un siervo de la gleba, un trabajador asalariado no está atado a su empleador
por ningún tipo de restricción a su libertad. Las leyes y las instituciones dicen que es
un individuo libre. Sin embargo, la sujeción sigue existiendo, de manera encubierta,
bajo la forma de trabajo remunerado salarialmente. Ya que es el salario, justamente, lo
que obliga a los trabajadores a concurrir todas las mañanas a la fábrica, aunque ellos
sepan que se trata de un trabajo alienante y explotador. En palabras de Marx:
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jornada laboral que las que se expresan salarialmente. Y es debido, precisamente, a
esta inequidad e injusticia fundamental, que la sociedad se encuentra atravesada por
contradicciones y conflictos insalvables.
Para Marx el capitalismo cosifica las relaciones entre los hombres, ya que los
hombres mismos se vuelven cosas en este sistema económico, objetos necesarios
para la producción de mercancías y la multiplicación de las ganancias de los
empleadores. Si bien, Marx se sentía sorprendido por la enorme y aparentemente
ilimitada capacidad productiva del capitalismo, también su espanto era grande cuando
percibía el nivel de desigualdad y empobrecimiento social que la producción de estas
riquezas traía aparejada. La contradicción no es menor, ya que es intrínseca al
funcionamiento de este modo de producción: ¿cómo un sistema económico capaz de
generar tantas riquezas y bienes puede al mismo tiempo sumir a tantas personas en
condiciones de absoluta desposesión y pobreza? Sin duda alguna, este sigue siendo
el gran dilema actual de nuestras sociedades.
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económico. Es decir, sus conceptos y formulaciones presuponían la presencia a-
temporal del mercado, y por lo tanto del ser humano como productor y comercializador
de mercancías. La eternización del mercado, como institución social que siempre
estuvo y siempre estará, no es sólo un problema de orden histórico/metodológico, sino
y sobre todo, una cuestión de índole ideológica. Para Marx, la ideología debe ser
entendida como una suerte de velo que impide a las personas ver aquello que
efectivamente constituye el sustrato real de las relaciones sociales. Siguiendo esta
lógica, la mercancía representa en sí misma un velo o manto que se coloca en frente
de las personas, y que les impide ver la naturaleza misma de este objeto: el de ser un
producto de la explotación social del trabajo. En otras palabras, en las sociedades
donde predomina el modelo capitalista de producción e intercambio, las mercancías
parecen cobrar “vida propia”, externas a las condiciones objetivas que les dieron
existencia.
Actividad sugerida: en base al video “La historia de las cosas” de Annie Leonard, reflexione sobre lo
trabajado allí por la autora, y establezca vinculaciones conceptuales con la obra de Karl Marx. Luego,
intente buscar ejemplos propios sobre cómo se producen las cosas que se hallan presentes en nuestra
vida cotidiana.
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“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo
circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con
que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el
pasado” (Marx, 2004: 17)
Durkheim creía que los sociólogos debían estudiar los hechos sociales como si
se trataran de cosas, esto quiere decir que debían ser abordados científicamente y con
la misma rigurosidad con la que las ciencias naturales estudian sus respectivos
objetos de estudio. Para Durkheim lo social tiene una entidad real con un origen propio
(sui generis), es decir, los hechos sociales no son el resultado de la sumatoria de
fenómenos individuales, sino el producto de formas de actuar, pensar o sentir,
externas a los individuos, y que poseen una existencia más allá de las percepciones, e
incluso de las existencias de estos individuos. El hecho de que no podamos observar
directamente a estos hechos sociales no significa que no existan, que no tengan una
realidad per se. La sociología de Durkheim invita justamente a poner en evidencia a
estos hechos sociales, mediante las manifestaciones externas o los efectos que estos
tienen sobre la vida de las personas (Giddens, 2009: 34).
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Para la sociología durkhemiana los hechos sociales deben ser tratados como
cosas, pero:
“no decimos que los hechos sociales son cosas materiales, sino que son cosas
como las cosas materiales, aunque de otra manera” Cosa es todo objeto de
conocimiento que no se compenetra con la inteligencia de manera natural, todo
aquello de lo que no podemos hacernos una idea adecuada por un simple
procedimiento de análisis mental, todo lo que el espíritu no puede llegar a
comprender más que con la condición de que salga de sí mismo, por, vía de
observaciones y experimentaciones, pasando progresivamente de los rasgos más
exteriores y más accesibles de manera inmediata, a los menos visibles y más
profundos. Tratar como cosas a los hechos de un cierto orden no es, pues,
clasificarlos en tal o cual categoría de lo real; es mantener frente a ellos una
actitud mental determinada; es abordar su estudio partiendo del principio de que
ignoramos por completo lo que son, y que no podemos descubrir sus propiedades
características, como tampoco las causas desconocidas de las que dependen, ni
siquiera valiéndose de la introspección más atenta. (Durkheim, 2001: 15 y 16).
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Bibliografía complementaria: El suicidio puede ser un libro muy complejo de leer para
aquellas personas que se acercan por primera vez a la sociología, por lo que se
recomienda una primera aproximación mediante los textos introductorios de Bonaldi,
Pablo (2006): “El suicidio: un libro fundacional” y Ramos Torre, Ramón (2006): “Antes
y después de El suicidio: presentación de dos textos de Durkheim” ambos en
Durkheim, Émile (2006 [1897]) El suicidio. Estudio de sociología. Miño y Dávila, Bs.
As.
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Son anteriores: ya que existen por sí mismos, no se puede adjudicar a
ningún individuo particular el origen de estos hechos. En tanto
representaciones colectivas del mundo, estos hechos se heredan de
generación en generación.
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Para Durkheim el desarrollo de las sociedades se explica por la división del
trabajo social, aquí el autor se separa de la postura marxista, por considerarla
demasiado economicista, es decir, por enfocarse solamente en las transformaciones
productivas de la especialización de tareas que esta división social del trabajo genera.
Para el sociólogo francés en cambio, la división del trabajo también tiene un
importante contenido moral, “y su verdadera función [la de la división del trabajo] es
crear entre dos o más personas un sentimiento de solidaridad” (Durkheim, 2001: 73). A
medida que se avanza en la división y la especialización de las sociedades, mayor es
el grado de interdependencia recíproca que los individuos tienen los unos con los
otros. En las sociedades industriales, donde existe un nivel muy elevado de
especialización en las tareas y las funciones sociales específicas que cada persona
realiza, esta interdependencia se ha constituido en el núcleo mismo de la solidaridad
social entre los individuos. Sin embargo, y paradójicamente, es en la sociedad
moderna donde el “culto al individuo” se ha vuelto más fuerte, y la idea de la libertad
individual se ha convertido en una suerte de dogma contemporáneo. Para Durkheim, y
esta no deja de ser una revelación muy interesante, el individualismo como ideología
moderna es en realidad un producto de la sociedad industrial, en tanto los hombres
creen ser menos dependientes y más libres los unos de los otros, cuando en realidad,
esto no es más que una ilusión generada, y hasta alentada, por una cada vez más
intensa división del trabajo social (ídem: 474).
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capítulo I con el concepto de desanclaje) lo suficientemente veloces como para volver
obsoletos los marcos sociales que los individuos tienen como referencia (ídem: 479)
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2.3. LA SOCIOLOGÍA COMPRENSIVA
Una de las críticas más frecuentes al funcionalismo durkhemiano tiene que ver
con el carácter estructuralista de esta teoría. Es cierto que las instituciones sociales
preceden e imponen restricciones a los individuos, sin embargo: ¿puede la sociedad
ser totalmente “externa” a los sujetos?, ¿puede existir acaso más allá de los seres
humanos que necesariamente la conforman? Claramente no, y a esto apuntan las
principales críticas a Durkheim y a sus continuadores. Los hechos sociales pueden
direccionar, o incluso condicionar relativamente las prácticas de las personas, pero
nunca determinarlas completamente. “Como seres humanos, siempre elegimos y no
nos limitamos a responder pasivamente a lo que ocurre a nuestro alrededor” (Giddens,
2009: 835).
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causación débil entre procesos sociales, basada en la noción de “afinidades electivas”
entre determinados fenómenos. En otras palabras, para la sociología comprensiva es
posible sostener un cierto grado de correlación, ni determinista ni determinante, entre
algunos acontecimientos de la sociedad, aunque esto no autoriza a hablar de leyes, en
el sentido que las ciencias naturales suelen darle a esta palabra. Esto no quiere decir
que, por un lado, no exista para el autor cierto nivel sistémico en el análisis
sociológico, ni por el otro, que la sociología deba renunciar a su estatus de ciencia por
no elaborar causalidades con carácter de ley. De hecho, la sociología comprensiva es
una ciencia que toma al individuo como punto de partida, ya que es el único que puede
dotar de sentido al comportamiento que realiza.
Por lo tanto, aquí ya tenemos una primera pista de lo que pretende Weber con
su perspectiva sociológica: comprender el sentido que los sujetos le imprimen a sus
actos, mediante la interpretación de sus desarrollos y sus efectos. Sin embargo, para
la sociología weberiana no se trata de comprender cualquier acción humana, sino y
sólo aquella donde el sentido mentado por el sujeto esté referido a la conducta de
otros (Weber, 2005: 5). En otras palabras, la acción social, unidad mínima de análisis
de la sociología comprensiva, es toda aquella práctica realizada por uno o varios
actores sociales, con el objetivo - explícito o no, consciente o no - de incidir en las
conductas de otro u otros actores.
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determinación, ya que Weber reserva para el sujeto la posibilidad de establecer, con
ciertos niveles de autonomía relativa, cursos diferenciados para cada acción social. La
metáfora ferroviaria, citada arriba, anticipa la propuesta metodológica de Weber: la
construcción de tipos ideales de acción social capaces de dar cuenta del desarrollo de
la acción real de los sujetos.
Los tipos ideales de acción social, son justamente eso, constructos analíticos
ideales, es decir, no reales en términos empíricos/históricos, que expresan, de modo
aproximativo y en base a la experiencia histórica disponible, el curso probable de la
acción social y los motivos ideacionales que la sustentan. Los tipos ideales son tipos-
promedio que intentan expresar alguna generalidad en el accionar social, no obstante,
es muy raro encontrar en la realidad una acción que coincida plenamente con su tipo
ideal. En palabras del autor:
Esta tipología de la acción social que Weber fue construyendo durante toda su
carrera intelectual, resulta fundamental para la explicación que el autor dará, a través
de la metodología de la sociología comprensiva, de los fenómenos de la modernidad y
el capitalismo. Si bien, es necesario aclarar nuevamente, que estos tipos nunca
ocurren de manera pura en la realidad, si es posible dar cuenta, mediante la
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investigación sociológica, de la preponderancia de alguno de ellos en ciertos procesos
o períodos históricos.
Max Weber es reconocido en la teoría social por haber sido uno de los más
brillantes y lúcidos analistas del poder y la dominación. Pocos han sabido dar cuenta
como él, de los fundamentos sociales sobre los cuales descansa la legitimación y el
funcionamiento de determinados tipos de ordenamientos sociales y políticos. Al igual
que Marx y Durkheim, este sociólogo alemán, también supo encontrar una explicación
propia para el origen de la modernidad y el capitalismo. Si para para Marx esta
explicación descansa sobre variables de tipo económicas y para Durkheim sobre
aspectos ligados a la organización institucional y los cambios en las formas de
interacción, para Weber, la modernidad capitalista es el fruto de un cambio en el plano
de las ideas, esto es, de la mentalidad con la cual los sujetos piensan y organizan el
mundo. Es por esto que para Weber fue tan importante el estudio sociológico de los
sistemas religiosos de las grandes civilizaciones históricas. Las religiones, en tanto
conjunto de ideas a las cuales los hombres adscriben, tienen la capacidad de
organizar prácticamente las rutinas cotidianas de sus fieles. Es decir, en tanto marcos
de interpretación del mundo, las ideas ordenan una realidad social determinada (ídem:
11 a 22).
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gran escala - que la acumulación primitiva de recursos se explica en gran parte por la
conquista y la rapiña de Europa a otros pueblos, especialmente a América y a África a
partir del siglo XVI; pero, también – y un poco antes en el tiempo - por la desposesión
de los trabajadores de sus medios de producción, en otras palabras, por la separación
del campesinado de sus tierras de cultivo. Este proceso de expropiación de las tierras
comunales del campesinado independiente derivó, en la Europa occidental del siglo
XV, en niveles desconocidos de concentración de la propiedad rural y las riquezas
productivas, en desmedro de un campesinado sumamente pauperizado y sometido al
vagabundeo y a la venta de su fuerza de trabajo (Marx, 2003: TI - 896).
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ordenadas – al menos de forma dominante – en base a ideas ancladas ni en la
tradición ni en aspectos de carácter afectivo, sino que se organizan bajo el predominio
de la acción racional con arreglo a fines, la cual da lugar a criterios de cálculo (costo-
beneficio) y eficiencia (optimización de recursos en función de objetivos) en la
administración de los asuntos políticos y sociales (Weber, 1998: 18 y 19). Para Weber,
el Estado moderno y la empresa capitalista representan los ejemplos reales que más
se acercan al tipo ideal de esta forma de organización racional de la vida social, por
constituir, ambos, los casos más extremos de predominio de la burocratización en las
organizaciones sociales.
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Son libres, por lo que sólo se deben a las funciones y objetivos de sus
cargos.
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Para la redacción de este apartado sobre Weber nos hemos basado, principalmente, en
su manual de sociología publicado de manera póstuma: Weber, Max (2005) Economía y
sociedad. FCE, México DF. En este libro el autor desarrolla las principales categorías
trabajadas en su único libro publicado, dos meses antes de su muerte: Ensayos sobre
sociología de la religión [1920]. Sin embargo, la lectura de este manual puede ser un
poco difícil para aquellos que recién se inician en esta perspectiva teórica, por lo que se
recomienda comenzar la lectura con: Weber, Max (2003) La ética protestante y el
espíritu del capitalismo. FCE, Bs. As.
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA EN ESTE CAPÍTULO
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