Lobulo Frontal

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Lóbulo frontal

Situado en el polo anterior del cerebro, es el lóbulo de mayor extensión ya que


comprende todo el territorio delante de la Cisura central y entre las cisuras
centrales y laterales con sus prolongaciones, y regula todas las funciones
cognitivas superiores. En la especie humana el lóbulo frontal constituye la tercera
parte del total del cerebro, y se divide en dos grandes territorios: la corteza motora
y la corteza prefrontal, que ocupan respectivamente la mitad posterior y la mitad
anterior de su superficie. Atendiendo a la estructura histológica de la Capa I del
córtex, se divide en corteza agranular (corresponde a la corteza motora) y corteza
granular (corresponde a la corteza prefrontal). A diferencia de la corteza motora, la
corteza prefrontal no tiene conexiones con las áreas motoras primarias, sino con
las áreas asociativas temporales, parietales y occipitales, por lo que sus lesiones
no producen parálisis. Además, el córtex prefrontal recibe informaciones del
sistema límbico, actuando como interfase entre la cognición y los sentimientos.
Podemos distinguir cuatro áreas funcionales dentro del lóbulo frontal: corteza
motora primaria, corteza premotora, Área de Broca y Área prefrontal (Tabla 3.4).

Corteza motora
Controla las actividades motoras voluntarias como el lenguaje expresivo y la
escritura. Está dividida en tres áreas anatomofuncionales: corteza motora, corteza
premotora y opérculo (Área de Broca). La corteza motora primaria está situada en
la circunvolución frontal ascendente, delante de la Cisura de Rolando (Área 4) y en
ella se origina la vía piramidal que transmitir las órdenes de los movimientos
voluntarios hacia las neuronas localizadas en el tronco cerebral y la médula
espinal del lado opuesto del cuerpo -especialmente sobre las que controlan la
actividad de los dedos de las manos y los pies, los músculos faciales y los
fonatorios-.
La corteza premotora es el territorio adelante de la corteza motora primaria y su
función consiste en automatizar, armonizar y archivar programas de
comportamiento motor de acuerdo a anteriores experiencias, facilitando así
ejecución de los movimientos -con la corteza motora primaria-. Está dividida en
córtex premotor, Área motora suplementaria (AMS) y campos visuales de los ojos.
córtex premotor -cara externa de cada lóbulo frontal que prepara los programas
motores de los movimientos con información del cerebelo a través del tálamo-,
área motora suplementaria – está en la cara medial de los lóbulos frontales y
recibe información de los ganglios basales- y los campos visuales de los ojos -zon
anteromedial del lóbulo frontal que controla los movimientos oculares, tanto los
reflejos sacádicos como los movimientos voluntarios para el seguimiento o
búsqueda visual de objetos, focalizando la mirada-.
También alberga el Homúnculo Motor de Penfield, que representa las eferencias
motoras de cada miembro y órgano del cuerpo, observándose la existencia de un
repertorio mayor de movimientos para las manos, la cara y los músculos fonatorios
que para el tronco. Su lesión produce parálisis contralateral, con pérdida de la
movilidad voluntaria de la zona afectada correspondiente, con la excepción de la
cara, que tiene representación bihemisférica. (TODO ESTE PARRAFO LO
PUEDES OMITIR, NO ES MUY IMPORTANTE)

Área de Broca
El opérculo (área de Broca) es la zona responsable de coordinar los movimientos
de la boca, laringe, faringe y órganos respiratorios, que regulan la expresión del
lenguaje y también los movimientos de la escritura. Está situada sobre la
circunvolución frontal inferior, ocupando las Áreas 44 y parte de la 45 del
hemisferio izquierdo. Es una zona asociativa motora considerada el centro del
lenguaje expresivo, integrando aspectos motivacionales y semánticos
relacionados con la planificación motora del lenguaje.

Corteza Prefrontal
La corteza prefrontal es el mayor desarrollo cerebral del ser humano siendo
responsable del control último de la cognición, la conducta y la actividad
emocional, lo que recibe la denominación de Funciones Ejecutivas. Está dividida
en tres áreas anatomofuncionales: dorsolateral, cingulada y orbital, y ocupa
aproximadamente la mitad anterior del lóbulo frontal. El área dorsolateral -zona
rostral externa del lóbulo frontal conectada con áreas temporales, parietales y
occipitales, que tiene las funciones de memoria de trabajo, organización temporal
del comportamiento, razonamiento, formación de conceptos y generación de
acciones voluntarias- proporciona la plantilla neural para realizar las asociaciones
intermodales necesarias en los procesos cognitivos, facilitando la interacción entre
la información sensorial y los núcleos límbicos.
De este modo, el humor modifica las impresiones sensoriales al tiempo que éstas
pueden influir en el humor de forma coordinada y apropiada. b) Área cingulada Se
localiza en las caras mediales de ambos lóbulos frontales, en la mitad anterior del
fascículo cingulado. Incluye áreas pertenecientes al córtex premotor, córtex,
prefrontal y córtex límbico. Fundamentalmente es una zona implicada en los
procesos motivacionales y en el control de la atención sostenida. c) Área orbitaria
Está situada en la cara basal anterior de cada lóbulo frontal, en la zona situada por
encima de las órbitas oculares). Está implicada activamente en la selección de
objetivos y el control de los procesos emocionales, ya que mantiene estrechas
conexiones con el sistema límbico.
La corteza prefrontal recibe proyecciones de núcleos talámicos, aunque no tiene
conexiones directas con las áreas motoras y sensoriales primarias, por lo que no
tiene comunicación directa con el tronco cerebral ni con la médula espinal.
La importancia histórica de la corteza prefrontal (ÉSTE PÁRRAFO TAMBIEN SE
PUEDE OMITIR)
En 1848 el caso de Phineas Gage resultó paradigmático en la historia de la
Neuropsicología como ejemplo de los efectos que producen las lesiones
prefrontales. Este minero galés sufrió el impacto producido por la explosión de un
barreno que le atravesó la zona orbitofrontal, sin que afectase a sus funciones
sensoriales, vegetativas o motoras. A partir de ese momento pasó de ser un
trabajador responsable y bien adaptado, a convertirse en un sujeto grosero,
caprichoso, inestable y con gran labilidad emocional. Desde entonces, su caso
constituye el primer ejemplo documentado de síndrome disejecutivo en la historia
de la Neuropsicología.
En 1875, Ferrier extirpó el Área orbitofrontal en varios simios, observando que
éstos desarrollaban con normalidad las funciones motoras y sensoriales tras la
operación quirúrgica, aunque manifestaban una conducta excesivamente pasiva,
apaciguada, evitativa y poco inteligente.
Posteriormente los experimentos de leucotomía que realizaron Egas Moniz y su
discípulo Pedro Almeida de Lima con pacientes psicóticos, también facilitaron el
mejor conocimiento del Área prefrontal. El desarrollo de la neurocirugía confirmó
que la lesión prefrontal privaba a las personas de su capacidad para el libre
albedrío, resultaba afectada la capacidad para la programación voluntaria de la
conducta, es decir se alteraban las Funciones Ejecutivas.
Alexander Luria fue el que por vez primera se refirió a esta región terciaria del
lóbulo frontal como una superestructura capaz de controlar las restantes
actividades del córtex, sin embargo el término Funciones Ejecutivas fue acuñado
por Lezak para referirse a la capacidad del ser humano para formular metas,
planificar objetivos y ejecutar conductas de un modo eficaz.
Funciones Ejecutivas: el Área prefrontal gestiona la identidad de la persona, y
gracias a las Funciones Ejecutivas transforma los pensamientos en decisiones,
planes y acciones. La corteza prefrontal se relaciona con funciones jerárquicas de
gran importancia como pensamiento abstracto, predicción, la síntesis intelectual,
comportamiento ético y autoconciencia.
Las Funciones Ejecutivas son una función supramodal que organiza la conducta
humana permitiendo la resolución de problemas complejos. Las Funciones
Ejecutivas incluyen muy variados aspectos que se relacionan con los procesos
cognitivos y emotivos como la capacidad para seleccionar, planificar, anticipar,
modular o inhibir la actividad mental; la capacidad para la monitorización de
tareas; la selección, previsión y anticipación de objetivos; la flexibilidad en los
procesos cognitivos; la fluidez ideatoria; el control de la atención (modulación,
inhibición, selección); la formulación de conceptos abstractos y pensamiento
conceptual; la memoria de trabajo; la organización temporal de la conducta; la
habilidad para participar de manera interactiva con otras personas; la
autoconciencia personal; y la conciencia ética.
Las Funciones Ejecutivas son responsables directas o indirectas de todas las
funciones que realiza el lóbulo frontal, ya que supervisan y coordinan las
actividades relacionadas con inteligencia, atención, memoria, lenguaje, flexibilidad
mental, control motor y regulación de la conducta emocional.

Funciones Ejecutivas
Inteligencia: se relaciona más con los procesos de abstracción, razonamiento e
inteligencia fluida. Las habilidades cognitivas de tipo cultural están menos
relacionadas con el lóbulo frontal, al contrario de la inteligencia fluida que exige un
mayor grado de abstracción, flexibilidad mental y capacidad para generar
estrategias fluidas de razonamiento.
Atención: el Área prefrontal es responsable la atención sostenida y selectiva,
siendo fundamental en los procesos de control voluntario de la atención. A medida
que se desarrolla el proceso de mielinización del lóbulo frontal se incrementa la
capacidad para seleccionar estímulos relevantes, inhibiendo la atención de otros
estímulos del entorno. Las áreas dorsolaterales y cinguladas están más implicadas
en el control y regulación de la atención. Así mismo, el lóbulo frontal derecho tiene
mayor importancia en el control de los procesos atencionales.
Memoria: el lóbulo frontal no es relevante en funciones de archivo del material
mnémico, pero está implicado en cuatro modalidades: Memoria contextual o
memoria de la fuente (situa algún dato o evento en el contexto donde se produjo
su aprendizaje), Memoria temporal (secuenciar de un modo temporal los distintos
acontecimientos de la memoria, de un modo ordenado), Memoria prospectiva
(programar acciones que se van a producir en un futuro), Memoria de trabajo
(modalidad de memoria corto plazo que actúa como un sistema que provee
almacenamiento temporal de la información permitiendo el aprendizaje de nuevas
tareas como aprendizaje y razonamiento, y realizar dos o mas tareas).
Lenguaje: el lóbulo frontal es la sede del lenguaje expresivo. El Área de Broca del
lóbulo frontal izquierdo es el responsable de los aspectos fonológicos del lenguaje
oral y expresión escrita, en cambio el Área homóloga de Broca del hemisferio
derecho controla la prosodia del lenguaje expresivo y los gestos con significado
emocional.
Flexibilidad mental: ligada con las Funciones Ejecutivas, es la capacidad para
adaptar nuestras respuestas a nuevas contingencias o estímulos, generando
nuevos patrones de conducta, al tiempo que realizamos una adecuada inhibición
de aquellas respuestas que resultan inadecuadas. Se ubica en el Área
dorsolateral.
Control motor: el Área prefrontal contiene parte de las áreas premotoras que
programan la articulación de las secuencias motoras y es responsable de la toma
de decisión de las actividades motoras.
Regulación de la actividad emocional: el lóbulo frontal y el lóbulo temporal son los
que tienen mayor implicación con la regulación y el control de las emociones, dado
que son los que establecen mayores conexiones con el sistema límbico. El Área
prefrontal está encargada de la regulación de la conducta emocional, adaptándola
a las exigencias de cada situación. Tanto el sentido de la ética como la
autoconciencia guardan estrecha relación con las conexiones que se establecen
entre el sistema límbico y el Área prefrontal. La zona orbitaria, como zona de paso
entre las áreas límbicas y el córtex prefrontal anterior está fuertemente implicada
en el control de los impulsos y la regulación de las emociones.

Patologías
Síndrome Disejecutivo: lesiones del Área prefrontal que provocan dificultad para el
control del pensamiento, lentificación de los procesos cognitivos, y motores y
alteraciones en la capacidad para regular las respuestas emocionales.
Los efectos genéricos son: a) Pérdida de capacidad para planificar, anticipar,
monitorizar o inhibir la actividad mental. b) Dificultad para realizar tareas de modo
concentrado, con déficit atencional y distractibilidad acusada frente a los estímulos
externos irrelevantes. c) Incapacidad para establecer categorías o abstraer ideas.
d) Pérdida de flexibilidad cognitiva, tendencia a la perseveración y rigidez del
comportamiento. e) Alteraciones en la personalidad, el humor y las emociones,
con incremento de la impulsividad y desinhibición del comportamiento.
Trastornos de la inteligencia: lesiones frontales que no disminuyen el cociente
intelectual, sino que hay una posible pérdida de capacidad de categorización y de
formación de nuevos conceptos. También es frecuente que se presenten
trastornos metacognitivos, caracterizados por la sobrevaloración de sus
posibilidades reales de aprendizaje y memoria, especialmente si no tienen
conciencia de su déficit.
Trastornos de la atención: lesión del lóbulo frontal provoca alteración en muchas
modalidades de atención y especialmente en la atención sostenida y alternante, ya
que el Área prefrontal es el último responsable de concentrar el foco atencional
hacia objetivos concretos. Se experimenta un incremento de la distractibilidad a
estimulos irrelevantes, con dificultad para cambiar su atención de un estímulo a
otro cuando así se lo demanda la situación.
Trastornos de la memoria: las lesiones prefrontales no producen amnesia, ni
dificultades en tareas de memoria implícita o explícita, pero todas las modalidades
de memoria que dependen del área prefrontal pueden verse afectadas
experimentando los siguientes trastornos: a) Amnesia del contexto (no recordar
cuál fue el contexto donde se aprendió algo), b) Alteración en el recuerdo de la
secuencia temporal de los acontecimientos (es posible el recuerdo de los
acontecimientos pero alterando la secuencia temporal o el orden en el que se
produjeron), c) Amnesia prospectiva (incapacidad para acceder a informaciones
que se producirán en un futuro más o menos inmediato, sin poder generar
estrategias para planificar acciones y resolver tareas a corto, medio o largo plazo).
d) Alteraciones en la memoria de trabajo (incapacidad para realizar varias tareas
cognitivas o atencionales de modo simultáneo).
Trastornos del lenguaje: lesiones frontales que producen trastornos afásicos y no
afásicos. La lesión del lóbulo frontal puede producir diversas modalidades de
afasia como Afasia transcortical motora o Afasia de Broca. También son muy
habituales, los trastornos del lenguaje de naturaleza no afásica, en los que no está
alterada la capacidad simbólica pero sí otros parámetros como empobrecimiento
del lenguaje y lenguaje lacónico, (llega al mutismo acinético y/o hipolalia, con
reducción en la expresión verbal); disminución de la fluidez verbal tanto en tareas
de tipo fonológico como en las de tipo semántico, (decir palabras que empiezan
por una determinada letra o que pertenezcan a una determinada categoría);
reducción de la fluidez verbal alternante: (decir dos categorías semánticas
alternadas, como nombres de frutas y nombres de persona); e Incapacidad para
entender el significado de los refranes o de textos de mayor complejidad.
Perseveración: lesiones prefrontales y dorsolaterales que producen rigidez y
pérdida de flexibilidad mental, una persistencia de la misma respuesta a pesar de
que cambie el estímulo. La perseveración provoca fracaso en los procesos de
razonamiento ya que no permite utilizar estrategias flexibles para la resolución de
problemas.
Trastornos motores: lesiones de la corteza premotora y del área prefrontal que
pueden producir diversas modalidades de apraxias (ideatorias, ideomotoras, del
vestir), así como dificultad para la ejecución correcta de los movimientos
voluntarios (con lentitud e incoordinación), trastornos en la ejecución de
movimientos alternantes, prensión motora forzada (fenómeno del grasping) o
marcha magnética.
Como consecuencia de las alteraciones motoras, la expresión facial de los
lesionados prefrontales suele ser inexpresiva con tendencia a la hipomimia.
La lesión de los campos visuales frontales produce deficiencias en el control de la
mirada voluntaria, con dificultad para desplazar los ojos hacia el lado opuesto al
hemisferio lesionado. Hay dificultad para realizar movimientos sacádicos
conjugados así como lentificación en los movimientos de rastreo y búsqueda
visual.
Las lesiones de la corteza motora primaria se asocian con la pérdida crónica de
capacidad para realizar movimientos finos e independientes de los dedos como
consecuencia de la destrucción de las fibras corticoespinales que inician la
activación de las neuronas motoras. También se puede presentar pérdida de
potencia y velocidad en la ejecución de los movimientos de las manos y de las
extremidades.
Es posible que con posterioridad a las lesiones de la corteza motora primaria se
produzca la reaparición de los movimientos gruesos, pero los movimientos finos
quedan definitivamente abolidos. (TODO ESTO SE PUEDE OMITIR)
Trastornos emocionales y de personalidad: alteraciones afectivo-
comportamentales que se producen tras un daño en el lóbulo frontal, pudiendo ser
trastornos pseudopsicopáticos y trastornos pseudodepresivos.
Los trastornos pseudopsicopáticos están causados por lesiones de la zona
orbitaria anterior, siendo característico en estos casos el incremento de la
agresividad, la impulsividad, el comportamiento social poco adaptado y la pérdida
de principios éticos. Estos trastornos reciben la denominación de síndrome
anético. Si las lesiones orbitarias se producen precozmente durante la infancia, el
resultado será un cuadro psicopático a medio o largo plazo. De igual modo,
cuando se produce lesión orbitaria durante la edad adulta existe un alto riesgo de
que se manifieste un trastorno pseudopsicopático. La causa se debe a la pérdida
de capacidad inhibitoria ejercida por el lóbulo frontal, como consecuencia de su
desconexión con el sistema límbico. La moria también es característica en este
tipo de lesiones, pudiendo definirse como un trastorno en el estado emocional y en
el humor, que se caracteriza por la presencia de falsa euforia, pseudohipomanía y
desinhibición.
Los trastornos pseudodepresivos están causados por lesiones del Área cingulada
anterior y con menor frecuencia por lesiones dorsolaterales. Las manifestaciones
de mutismo acinético anteriormente descritas, se pueden ver acompañadas de
sintomatología aparentemente depresiva, con apatía, hiposexualidad,
hipoactividad, pérdida de iniciativa y desinterés hacia el entorno. Sin embargo, a
diferencia de los sujetos depresivos, los pacientes con pseudodepresión frontal, no
muestran tristeza real, ni sentimientos culpabilizatorios o ideas suicidas, existiendo
en ocasiones signos de placidez emocional a pesar de su situación.

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