Batalla de Ayacucho
Batalla de Ayacucho
Batalla de Ayacucho
Índice
1Antecedentes
o 1.1Los sucesos de 1824
1.1.1Tregua en Buenos Aires y motín en el Callao
1.1.2Retirada de Bolívar y rebelión de Olañeta
2La Campaña de Ayacucho
o 2.1Orden de batalla
2.1.1Ejército Libertador
2.1.2Ejército Real del Perú
2.1.2.1Europeos en el ejército del Virrey La Serna
o 2.2La batalla
o 2.3La capitulación de Ayacucho
o 2.4Teorías conspirativas sobre la batalla de Ayacucho
3El Alto Perú tras la batalla de Ayacucho
o 3.1El nacimiento de Bolivia
o 3.2Declaración de la independencia de Bolivia
4Reconocimiento a los combatientes
o 4.1Reconocimientos a Sucre
5Notas al pie
6Bibliografía
7Enlaces externos
Antecedentes[editar]
En el año 1820 España entró en una crisis política por el pronunciamiento contra el
rey Fernando VII y la restauración de la Constitución Liberal, apoyada por el
general Rafael del Riego, quien sublevó la expedición de 20.000 soldados para auxiliar a
los realistas de América. Esto acabó para siempre con las expediciones de refuerzos
de España, que desde entonces no se aprestaron para ningún lugar de América, y motivó
que los dos grandes virreinatos, del Perú y de Nueva España, que hasta el momento
habían contenido el avance de la revolución hispanoamericana tomasen el camino de la
independencia.
En América del norte, el virreinato de México, tras derrotar a la insurgencia, se constituye
en una monarquía independiente mediante el Plan de Iguala y el pacto de las tres
garantías. Los trigarantes tras derrotar al virrey Apodaca, pretenden acordar la separación
pacífica de la España Liberal mediante los Tratados de Córdoba , pero no se llega a un
acuerdo y se suceden los Intentos españoles de reconquista de México hasta 1829. En
América del sur, la sublevación de Rafael del Riego había hecho desaparecer la amenaza
de invasión de Venezuela y del Río de la Plata, y esto permitió el avance de las Corrientes
Libertadoras de América del sur hacia el Perú. El virrey Joaquín de la Pezuela había
quedado desacreditado por la derrota de la expedición de Mariano Osorio en Chile, por el
aislamiento marítimo, y por la invasión de la Expedición Libertadora del Perú de José de
San Martín, que consigue cercar Lima en la campaña de Cerro de Pasco y provoca
la deserción del Numancia. Esta sucesión de derrotas determinan que Pezuela sea
derrocado por el general español José de la Serna el 29 de enero de 1821 en el golpe
militar de Aznapuquio. La Serna abandonó Lima con un ejército en plena desintegración
sin ser apenas molestado para refugiarse en la sierra peruana.
Pero el Ejército Real del Perú, bajo una sólida subordinación militar, se rearma y consigue
destruir sucesivos ejércitos independientes. El primero en la batalla de Ica, mandado por
los patriotas Domingo Tristán y Agustín Gamarra. Un año después, tras la retirada de José
de San Martín por la Entrevista de Guayaquil, los realistas consiguen aniquilar
la Expedición Libertadora dirigida por Rudecindo Alvarado en las campañas
de Torata y Moquegua. El año 1823 terminaba con la destrucción de otro ejército patriota
comandado por Andrés de Santa Cruz y Agustín Gamarra, en otra campaña abierta sobre
los Puertos Intermedios, que comenzó con la batalla de Zepita en Puno, y la ocupación de
la ciudad de La Paz el 8 de agosto, consiguiendo llegar a Oruro en el Alto Perú. Pero el
virrey La Serna, en una campaña apodada "del Talón", persiguió las tropas de Santa Cruz
que acaban desbandadas y recuperó Arequipa tras batir a Antonio José de Sucre, quien
reembarcó a los colombianos el 10 de octubre de 1823.
Finalmente, lo que restaba de optimismo se apagaba por las acusaciones de traición
contra los presidentes peruanos José de la Riva Agüero y José Bernardo de Tagle. Riva
Agüero deportó diputados del Congreso del Perú y organizó un congreso paralelo
en Trujillo, y luego de ser declarado reo de alta traición por el Congreso del Perú18 fue
desterrado a Chile. En cambio Torre Tagle buscaba firmar una paz sin batallas con el
virrey La Serna, por lo cual fue a entrevistarse con los realistas. Este acto fue considerado
por Simón Bolívar como traición. Tagle dispuso que todas las fuerzas a su mando
apoyaran a Bolívar para hacer frente al enemigo, mientras este buscaba capturarlo para
fusilarlo.19 José Bernardo de Tagle encontró refugio con los realistas en la asediada
fortaleza del Callao.
Fue así como al culminar el año 1823, a pesar de sus contundentes triunfos realistas en
los anteriores hechos de armas y mientras el recién llegado Bolívar escribía solicitando
refuerzos de Colombia, y preparaba activamente la que sería la campaña final contra el
Ejército Real del Perú, la situación empezaba a tornarse crítica para los sostenedores de la
causa del rey:
"..El virrey la Serna por su parte, sin comunicaciones directas con la Península, con las más
melancólicas noticias del estado de la metrópoli... y reducido por lo tanto a sus propios y exclusivos
recursos pero confiando notablemente en la decisión, en la unión, en la lealtad y en la fortuna de
sus subordinados, aceleraba también la reorganización de sus tropas y se aprestaba a la lucha que
miraba próxima con el coloso de Costa-firme. Un triunfo más para las armas españolas en aquella
situación, haría ondear de nuevo el pabellón castellano con inmarcesible gloria hasta el mismo
Ecuador; pero otra suerte muy distinta estaba ya irrevocablemente escrita en los libros del
destino. .."
Gnrl. Andrés García Camba.20
Una semana después del motín del Callao, Bolívar ordenó abandonar Lima, y
desde Huaraz, se pone en marcha la retirada general del ejército de Colombia en dirección
hacia el norte,30 enviando órdenes para reagruparse en Huamachuco (en la sierra) y
Trujillo (en la costa). Ordenó que el repliegue general se hiciera devastando el territorio
peruano, talando los campos, secuestrando el ganado, y bajo una política general
de Tierra quemada, destruyendo cualquier recurso de los pueblos peruanos para que no
pudiera servir de sustento al Ejército Real del Perú. Lo que Tomás de Heres había venido
a llamar “guerra a la colombiana”. A los departamentos libres del Perú, además de la
contribución sangre, se les exigió el dinero hasta pagar el sueldo íntegro del ejército
colombiano. 31 Respecto a la marina peruana, Bolívar desde Trujillo ordenaba al jefe de la
escuadra Martín Guise, echar a pique los buques patriotas del Callao que no pudieran
abandonarlo, entre ellos se perdió la fragata Venganza o Guayas, y cambiar por
colombianos los capitanes de los buques peruanos Limeña y Macedonia que se
encontraban en el puerto de Guayaquil.32
Bolívar sabía que la división de Canterac se hallaba asentada en Jauja, aparcada a la
espera de la llegada de la división de Jerónimo Valdés. Y que reunidas iniciarian la
ofensiva en la sierra, lo que obligaría a Bolívar a una retirada, y esto produciría la
desaparción del ejército de Colombia en el Perú, y haría peligrar el sur de Colombia, hasta
las región de Pasto, favorable todavía a la monarquía española.33 Bolívar se puso en
contacto con sus generales en Quito y con su vicepresidente en Colombia advirtiéndoles
de la irremediable pérdida del Perú. Se puso en ejecución el plan de retirada,34 con Bolívar
en Trujillo y con el ejército colombiano en retirada general hacía el norte, cuando
felizmente el bando independentista recibió la noticias de la Rebelión de Olañeta.
El mapa estratégico había cambiado decisivamente a favor de Bolívar. Sorpresivamente, al
comenzar el año 1824, todo el ejército realista del Alto Perú se sublevó junto al caudillo
absolutista español Pedro Antonio Olañeta contra el Virrey del Perú, tras saberse que en
España había caído el gobierno Constitucional. Efectivamente, el monarca Fernando VII
de España y sus partidarios absolutistas, recuperaban el gobierno apoyados por 132.000
soldados franceses del ejército de la Santa Alianza, que ocuparán España hasta el
año 1828. Rafael del Riego moría ahorcado el 7 de noviembre de 1823 y los propulsores
del movimiento liberal fueron ajusticiados, marginados o exiliados de España. El 1 de
octubre de 1823 el monarca decretaba la abolición de todo lo aprobado durante los tres
años de gobierno constitucional, lo que anulaba el nombramiento de La Serna como Virrey
del Perú. El alcance de la purga sobre los constitucionales de Virreinato del Perú parecía
infalible.
La Campaña de Ayacucho[editar]
Orden de batalla[editar]
Orden de batalla
Patriotas Realistas
Comandante en Jefe Comandante en Jefe
División Valdés
División del Perú (Izquierda), jefe de
división José de La Mar
Batallón del Centro (ex-Azángaro); jefe: Felipe
Rivero
Batallón de Línea número 1, jefe Francisco de Batallón Cantabria; jefe: Antonio Tur
Paula Otero
Batallón Voluntarios de Castro; jefe: José
Batallón de Línea número 2 (Trujillo), jefe Huguet
Ramón Gonzales
Batallón 1.º del Imperial Alejandro (ex-
Batallón de Línea número 3 (Callao), jefe Extremadura); jefe: Francisco Palomares †
Miguel Benavides
Batallón de la Legión Peruana, jefe José María
Plaza
División González Villalobos
División 1º de Colombia (Reserva),
jefe de división Jacinto Lara
Batallón 1.º del regimiento del Cuzco;
jefe: Joaquín Rubín de Celis †
Batallón Vencedores, jefe Ignacio Luque
Batallón 2.º del Imperial Alejandro; jefe:
Batallón Batalla Pantano de Vargas, jefe José
Domingo Alonso †
Trinidad Moran
Batallones 1.º y 2.º del Gerona; jefe: Domingo
Batallón Rifles, jefe Arthur Sandes Echezarraga
Batallón Fernando VII; jefe: José Carratala
División 2º de Colombia (Derecha),
jefe de división José María Córdova
División Monet
Batallón Bogotá, jefe León Galindo
Batallón Voltígeros, jefe Pedro Guash Batallón Guías del General (del Alto Perú);
Batallón Pichincha, jefe Manuel León. jefe: Joaquín Bolívar
Batallón Caracas, jefe José Leal Batallón 2.º del regimiento del Cusco; jefe:
Francisco Villabase †
División de Caballería, jefe de división William
Miller Batallón Burgos; jefe: Juan A. Pardo
Batallón Victoria (ex-Talavera); jefe: Manuel
Sánchez
2 escuadrones de Húsares de Batallón Infante don Carlos (ex-Real de
Junín, jefe Isodoro Suárez Lima); jefe: Mariano Cucalón †
mostrar
origen de las tropas
Existe un debate en torno a las cifras de combatientes ya que la cifra de realistas del parte
de batalla de Sucre se tomó en realidad del listado militar español capturado con el
número de hombres al salir del Cuzco. Pero hay que tener presente que unos y otros
comenzaron la campaña con un estado inicial de fuerza de ejércitos (8500 independientes
vs. 9310 realistas) que disminuyeron su número en las semanas siguientes de campaña,
hasta el mismo día de la batalla (5780 independientes vs. 6906 leales) por las razones
expuestas anteriormente. En el campo de batalla los realistas sumaban 5876 infantes y
1030 de caballería.
Ejército Libertador[editar]
Comandante: general Antonio José de Sucre
Jefe del Estado Mayor - general Agustín Gamarra
Caballería – general Guillermo Miller
Primera División - general José María Córdova (2300 hombres)
Segunda División - general José de La Mar (1600 hombres)
Reserva - general Jacinto Lara (1700 hombres)
Antes del inicio de la batalla, el general Sucre arengó a sus tropas:
"¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria va a
coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del
Perú!."
Antonio José de Sucre
Nuestra linea formaba un ángulo; la derecha, compuesta de los batallones Bogotá, Boltijeros,
Pichincha y Caracas, de la primera division de Colombia, al mando del señor general Córdova. La
izquierda de los batallones 1.° 2.° 3.° y legion peruana, con los húsares de Junin, bajo el ilustrisimo
señor general La Mar. Al centro, los granaderos y húsares de Colombia, con el señor general Miller;
y en reserva los batallones Rifles, Vencedor y Bargas, de la primera division de Colombia, al mando
del señor general Lara.
Parte de la batalla de Ayacucho
Nótese que el mariscal Sucre omite mencionar en el parte a los Granaderos a Caballo del
Río de la Plata. El general Miller en su Memoirs of General Miller: in the service of the
republic of Peru da la composición completa de las fuerzas al mando de Sucre:
División Cordova (en la derecha): Bogota, Caracas, Voltigeros, Pichincha.
Caballeria, Miller (al centro): Regimientos Husares de Junín, Granaderos de Colombia, Husares de
Colombia, Granaderos a Caballo de Buenos Aires.
Division La Mar (flanco izquierdo): Legión, N° 1, N° 2, N° 3.
Division Lara (en reserva): Vargas, Vencedores, Cazadores.50
Comandante: virrey José de la Serna
Comandante de Caballería – brigadier Valentín Ferraz
Jefe del Estado Mayor – teniente general José de Canterac
División de Vanguardia - general Gerónimo Valdés (2006 hombres)
Primera División - general Juan Antonio Monet (2000 hombres)
Segunda División - general Alejandro González Villalobos (1700 hombres)
División de Reserva - general José Carratalá (1200 hombres)
Los Españoles bajaron velozmente sus columnas, pasando á las quebradas de nuestra izquierda los
batallones Cantabria, Centro, Castro, 1° Imperial y dos escuadrones de húsares con una batería de
seis piezas, formando demasiadamente su ataque por esa parte. Sobre el centro formaban los
batallones Burgos, Infante, Victoria, Guias y 2° del primer Regimiento, apoyando la izquierda de éste
con los tres escuadrones de la Unión, el de San Carlos, los cuatro de los Granaderos de la Guardia
y las cinco piezas de artillería ya situadas; y en la altura de nuestra izquierda los batallones 1 y 2 de
Gerona, 2° Imperial, 1° del primer Regimiento, el de Fernandinos, y el escuadrón de Granaderos de
Alabarderos del Virrey.52
La batalla[editar]
El dispositivo organizado por los planes de Canterac preveía que la división de vanguardia
de Valdés rodease en solitario la agrupación enemiga, cruzó el río Pampas para fijar en el
terreno a las unidades de la izquierda de Sucre, lo que se realizaba en la primera fase de
la batalla. Mientras, el resto del ejército realista descendía frontalmente desde el cerro
Condorcunca, abandonó sus posiciones defensivas y cargó contra el grueso del enemigo
al que esperaba encontrar desorganizado, quedarían en reserva los batallones Gerona y
Fernando VII dispuestos en segunda línea para ser enviados a donde fueran requeridos.
Sucre se dio cuenta inmediatamente de la arriesgada maniobra, que resultaba evidente en
la medida que los realistas se encontraban en una pendiente, imposibilitados de camuflar
sus movimientos. El coronel español Joaquín Rubín de Celis, que mandaba el Regimiento
primero del Cuzco, y que debía proteger el emplazamiento de la artillería, que aún se
encontraba despiezada y cargada en sus mulas, se adelantó impetuosamente al llano muy
prematuramente, interpretó defectuosamente órdenes directas del Virrey "se arrojó solo y
del modo más temerario al ataque" donde su unidad fue destrozada y él mismo muerto en
el decisivo contraataque de la división de Córdova, que entonces avanza en compactas
formaciones de línea, y que con un fuego eficaz también empuja atrás a los dispersos
tiradores de la división de Villalobos, acabados de descender en formaciones de Guerrilla.
La división de Córdova, apoyada por la caballería de Miller, acometió directamente a la
masa desorganizada de tropas realistas que sin poder formar para la batalla descendían
en hileras de las montañas, fue en este ataque cuando el general José María
Córdova pronunció su famosa frase "División, armas a discreción, de frente, paso de
vencedores".
Viendo el descalabro que había sufrido su izquierda, el general Monet, sin esperar que su
caballería formara en el llano, cruzó el barranco y a la cabeza de su división se lanzó sobre
la de Córdova logró formar en batalla a dos de sus batallones pero prontamente atacado
por la división independentista fue envuelto antes que el resto de sus tropas pudieran
formar también en batalla. Durante estas acciones Monet fue herido y tres de sus jefes
muertos. Los dispersos de su línea arrastraron en su retirada a las masas de milicianos. La
caballería realista al mando de Ferraz cargó sobre los escuadrones enemigos que
acosaban la izquierda de Monet, pero que apoyados por el vivo fuego de su infantería
causaron una enorme cantidad de bajas en los jinetes de Ferraz cuyos sobrevivientes
fueron obligados a volver grupas y retirarse del campo de batalla.
En el otro extremo de la línea, la segunda división de José de La Mar apoyada por el
batallón Vargas de la tercera división de Jacinto Lara detuvieron juntas la acometida de los
veteranos de la vanguardia de Valdés que se habían lanzado a tomar la solitaria casa
ocupada por algunas compañías independentistas, las cuales fueron arrolladas en
principio y obligadas a retroceder, y serían reforzadas por la carga de los Húsares de
Junín bajo la dirección de Miller y luego por los granaderos a caballo volvieron al ataque,60
al que se sumaría luego la victoriosa división de Córdova.
El Virrey La Serna y demás oficiales intentaron restablecer la batalla y reorganizar a los
dispersos que huían y el mismo general Canterac dirigió la división de reserva sobre la
llanura. Sin embargo los reclutados de los batallones Gerona no eran los mismos que
habían vencido en las batallas de Torata y Moquegua, pues durante la rebelión de Olañeta
habían perdido a casi todos sus veteranos e incluso a su antiguo comandante Cayetano
Ameller. Esta tropa compuesta por soldados forzados a combatir se dispersó antes de
enfrentar al enemigo siguiéndole luego tras una débil resistencia el disminuido batallón
Fernando VII. A la una de la tarde el virrey había sido herido y hecho prisionero junto a
gran número de sus oficiales, y aunque la división de Valdés seguía combatiendo en la
derecha de su línea, la batalla estaba ganada para los independentistas. Las bajas
confesadas por Sucre fueron 370 muertos y 609 heridos mientras que las realistas fueron
estimadas en 1800 muertos y 700 heridos, lo que representa una elevada mortandad en
combate.
Denis Auguste Marie Raffet - Memorable y decisiva batalla de Ayacucho en el Perú. 1926
Con los diezmados restos de su división Valdés logró retirarse a las alturas de su
retaguardia donde se unió a 200 jinetes que se habían agrupado en torno al general
Canterac y a algunos pocos dispersos de las derrotadas divisiones realistas cuyos
desmoralizados soldados en fuga llegaron incluso a disparar contra los oficiales que
intentaban reagruparlos. Con el grueso del ejército real destruido, el mismo virrey en poder
de los patriotas, y su enemigo Pedro Antonio Olañeta ocupó la retaguardia, los jefes
realistas optaron por la capitulación tras la batalla.
La capitulación de Ayacucho[editar]
Artículo principal: Capitulación de Ayacucho
Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor realista, Canterac, y el general Sucre al
concluir la batalla de Ayacucho, el mismo 9 de diciembre de 1824. Sus principales
consecuencias fueron varias:
El ejército realista bajo el mando del virrey La Serna renunciaba a seguir la lucha.
La permanencia de los últimos soldados realistas en las fortalezas del Callao.
La República del Perú debió saldar la deuda económica y política a los países que
contribuyeron militarmente a su independencia.
Bolívar convocó desde Lima al Congreso de Panamá, el 7 de diciembre, para la unidad de
los nuevos países independientes. El proyecto fue ratificado únicamente por la Gran
Colombia. Cuatro años más tarde la Gran Colombia, a causa del deseo personal de
muchos de sus generales y de la ausencia de una visión unitaria, terminaría dividiéndose
en las naciones que forman actualmente.
La ciudad de Cuzco, sería tomada por las tropas de Agustín Gamarra el 24 de diciembre.
Se rendían los tenientes generales, virrey José de la Serna y José de Canterac,
mariscales Gerónimo Valdés, José Carratalá, Juan Antonio Monet y Alejandro González
Villalobos, brigadieres Ramón Gómez de Bedoya, Valentín Ferraz, Andrés García Camba,
Martín de Somocurcio, Fernando Cacho, Miguel María Atero,
1. Ignacio Landázuria, Antonio Vigil y Antonio Tur y Berrueta, 16 coroneles, 68
tenientes coroneles, 484 mayores u otros oficiales y 2.000 soldados.11
Teorías conspirativas sobre la batalla de Ayacucho[editar]
Escudo honorífico otorgado a los oficiales que participaron en la Campaña de Perú en 1823-24.
La capitulación ha sido llamada por el historiador español Juan Carlos Losada como "la
traición de Ayacucho" y en su obra Batallas decisivas de la Historia de España (Ed.
Aguilar, 2004), afirma que el resultado de la batalla estaba pactado de antemano. El
historiador señala a Juan Antonio Monet como el encargado del acuerdo: “los
protagonistas guardaron siempre un escrupuloso pacto de silencio y, por tanto, solo
podemos especular, aunque con poco riesgo de equivocarnos” (Pág. 254). Una
capitulación sin batalla se habría juzgado indudablemente como traición. Los jefes
españoles, de ideas liberales, y acusados de pertenecer a la masonería al igual que otros
líderes militares independentistas, no siempre compartían las ideas del rey
español Fernando VII, un monarca firme sostenedor del absolutismo.
Por el contrario el comandante español Andrés García Camba refiere en sus memorias
como, los oficiales españoles apodados más tarde "ayacuchos", fueron injustamente
acusados a su llegada a España: "señores, con aquello se perdió masónicamente" se les
dijo acusatoriamente, -"Aquello se perdió, mi general, como se pierden las batallas",
respondieron los veteranos de la batalla.
El nacimiento de Bolivia[editar]
Simón Bolívar, con la aprobación del congreso peruano el 23 de febrero de 1825 y
del congreso argentino el 9 de mayo de 1825, ratificó la decisión de Antonio José de
Sucre de convocar un congreso soberano del Alto Perú que manifestó en su declaración
de independencia su deseo de no unirse al Perú o a las Provincias Unidas de Río de la
Plata.
Mediante un decreto la Asamblea determinó que el nuevo estado nacido en el Alto Perú
llevaría el nombre de «República Bolívar», en homenaje al Libertador, designado «Padre
de la República». Se le concede también el supremo poder ejecutivo en forma vitalicia, con
los honores de Protector y Presidente.61 Bolívar agradeció estos honores, pero declinó la
aceptación del cargo y designó al mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.