Tema 1. La Adolescencia
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Tema 1. La Adolescencia
TEMA 1
DESARROLLO
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS| 3
ÍNDICE
APARTADO PÁGINAS
7. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................... 34
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1. UN CEREBRO EN FORMACIÓN
En los últimos años, la comunidad científica ha desarrollado la tecnología para visualizar
el cerebro, permitiendo estudiarlo como hasta la fecha no se había podido lograr. Estas nuevas
tecnologías han confirmado muchas de las cosas que ya se preveían anteriormente, sin embargo,
una de las sorpresas que han encontrado es el descubrimiento de que el cerebro es moldeable,
es decir, cambia físicamente a lo largo de toda la vida, y no solo en la infancia, como antes se
creía.
Pero ¿qué moldea nuestro cerebro? La experiencia. Incluso en la vejez, las experiencias
que vivimos cambian físicamente nuestros cerebros. Cuando una persona vive una experiencia,
las células del cerebro (neuronas) se activan, y éstas a su vez están conectadas a otras neuronas.
La manera en que ciertos circuitos del cerebro se activan marcarán la naturaleza de la actividad
mental (ya sea la percepción de un olor hasta el razonamiento). Cuando las neuronas se activan
juntas, desarrollan nuevas conexiones entre sí, reconfigurando el cerebro a lo largo de toda
nuestra vida. Esto es una noticia maravillosa.
Pero esto no significa que el cerebro pueda ser cambiado de manera drástica. La
naturaleza se ha ocupado de que su arquitectura básica se haya desarrollado a partir de los
genes, una alimentación, unas horas de sueño y una estimulación adecuadas. Lo único que todo
lo que nos sucede a lo largo de la vida (lo que leemos, la educación que recibimos, las amistades
que tenemos, etc.) tiene gran influencia en la formación de nuestro cerebro.
potenciar su desarrollo posterior, sobre todo si se hace antes del final de la adolescencia. El
cerebro responde según se haya dirigido la atención en las actividades realizadas. La atención a
su vez dirige la energía y la información a través de circuitos específicos y los activa. Cuanto
más utilices un circuito, más fuerte se hará. Cuanto menos lo utilices, más probable será que
acabe podado durante la adolescencia.
El área límbica se ocupa de diferentes cosas, entre ellas de lo que nos motiva, cómo
centramos la atención y cómo recordamos las cosas. La zona más profunda y antigua del
cerebro, el tronco del encéfalo, se encarga, entre otras cosas, de mantenernos despiertas y
despiertos y es la parte del cerebro que puede interactuar con el área límbica para crear estados
de ánimo (estar enfadado o triste, por ejemplo). Las áreas límbicas y el tronco del encéfalo
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(debajo todo de la corteza), forman las “áreas subcorticales”, sobre las que se asienta
(literalmente) la corteza.
El cerebelo, que se encuentra detrás del área límbica, tiene un papel fundamental en el
equilibrio de los movimientos corporales y equilibra también las interacciones entre nuestros
pensamientos y nuestros sentimientos.
Un conjunto de neuronas, llamado cuerpo calloso, enlaza los lóbulos derecho e izquierdo
del cerebro y coordina y equilibra sus actividades.
La corteza nos ayuda a ser conscientes de nuestra vida, a pensar las cosas, evaluar las
situaciones, recordar y pararnos a reflexionar sobre lo que está pasando antes de actuar o
decidir algo. Al área que se encarga de estas importantes funciones (la zona frontal de la corteza)
se le llama “Área ejecutiva”. Es el “centro de mando”, ahí se coordina y equilibra todo el cerebro
y el cuerpo entero.
1
Fuente: “Tormenta Cerebral” (Siegel, 2014)
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Por todo ello, en la adolescencia, la zona prefrontal es clave ya que coordina y equilibra
la energía y la información de la corteza, de las áreas subcorticales (sistema límbico y tronco del
encéfalo) y del mundo social.
El ritmo del desarrollo del cerebro lo marcan tanto la activación neuronal inducida por
la experiencia como la información genérica. La experiencia da forma a las conexiones del
cerebro aun cuando no afecte al ritmo general de dicha maduración.
Cómo organicen sus vidas las y los adolescentes y los contextos en los que vivan, lo que
hagan y con quiénes se relacionen, pueden condicionar no solo la forma de activar sus cerebros,
sino también cómo éste va a desarrollar los circuitos integrados. Var el siguiente vídeo
divulgativo sobre el cerebro adolescente de la Universidad de Navarra.
https://www.youtube.com/watch?v=DAOdnS39HiQ
El ser humano tiene un cerebro con muchas partes distintas y diferentes funciones cada
una. Por ejemplo, un lado izquierdo que nos ayuda a pensar de manera lógica y a organizar el
pensamiento (hemisferio izquierdo), y un lado derecho (hemisferio derecho) que nos hace
experimentar las emociones e interpretar el lenguaje no verbal. Esto hace que en algunas
ocasiones parezca que tengamos diferentes personalidades, porque uno de nuestros lados
predomine a la hora de actuar ante una determinada situación.
El cerebro izquierdo desea y disfruta del orden. Es lógico, lingüístico, literal y lineal
(coloca las cosas de manera secuencial).
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El cerebro derecho, sin embargo, no es verbal, envía y recibe señales como las
expresiones faciales, el contacto visual, los gestos y el tono de voz. Se hace una impresión
general, se centra en las sensaciones de una experiencia, y está especializado en las emociones
y en los recuerdos personales. Es la parte “visceral” del ser humano. Es intuitivo y
completamente emocional.
La arquitectura del cerebro está hecha para que ambos hemisferios puedan actuar
conjuntamente. Por ejemplo, el cuerpo calloso es un haz de fibras que discurre por el centro
del cerebro, conectándolos y permitiéndoles que trabajen en equipo, dejando que nuestras y
nuestros adolescentes puedan valorar tanto su lógica como sus emociones pudiendo entenderse
a sí mismos y al mundo en general.
Es fácil ver cuando una o un adolescente no está integrada/o ya que las emociones le
superan, siente confusión y actúa de manera caótica, siendo frecuentes las reacciones agresivas.
No es capaz de responder de manera tranquila a las situaciones que se le presentan, o por el
contrario se aísla de su entorno. Cuando los dos lados del cerebro no están integrados, surgen
problemas ya que accede a sus experiencias más desde un lado que desde otro, y es igual de
negativo vivir en un aluvión como en un desierto emocional…
Es importante que sus recuerdos y sus emociones desempeñen su papel, pero también que sean
integrados en esa parte de ellas y ellos mismos que les de orden y
estructura.
En estas situaciones es deseable ayudarles a que estén más integrados para que puedan
usar todo su cerebro de una manera coordinada (integrada), para que su lógica del hemisferio
izquierdo pueda trabajar adecuadamente con sus emociones del hemisferio derecho. Para que
las partes situadas en la parte superior de sus cerebros les permitan ver sus propias acciones
de una manera reflexiva, trabajando bien con las partes inferiores, más relacionadas con las
reacciones instintivas (más emocionales).
Esta técnica se suele utilizar ante los aluviones emocionales, y consiste en responder con
el cerebro derecho con el objetivo de conectar con las emociones de la o el adolescente
alterado para una vez tranquilizado puedan ser abordados los temas que le han hecho estar en
ese estado (de enfado, tristeza o lo que sea) desde el cerebro izquierdo.
En algunas ocasiones, como personas adultas es útil usar nuestro propio cerebro
derecho en lugar de emplear la lógica del cerebro izquierdo, ya que de lo contrario las
emociones por ambas partes hubieran retrasado la resolución de la situación.
En este caso, en lugar de luchar contra las enormes olas del aluvión emocional, nos
podemos deslizar sobre ellas respondiendo primero al cerebro derecho de las y los
adolescentes para luego sentarnos a dialogar con su parte izquierda. Cuando una o un
adolescente (y si lo pensamos también cualquier persona adulta), está alterado, la lógica no suele
surtir efecto hasta que no se haya respondido a sus necesidades emocionales del cerebro
derecho, hasta que no se haya “sintonizado” con él.
Una vez logrado esto se puede empezar a apelar al cerebro izquierdo y abordar las
cuestiones concretas que llevaron a la o el adolescente a ese aluvión emocional (redirigir al lado
izquierdo) con el objetivo de resolver o plantear qué se puede mejorar para que se sienta mejor.
Pero ante esto es importante indicar que, las reglas o determinados aspectos marcados relativos
a la conducta de la o el adolescente no deben cambiarse o modificarse solo porque el hemisferio
izquierdo esté desconectado.
Es posible que no quieran contar algo que les ha ocurrido cuando se les pida, y esto
habrá que respetarlo, esperando a que elijan cómo y cuándo quieren hablar.
Contar lo que les ha ocurrido les ayuda a entenderse a ellas y a ellos mismos, y a
entender el mundo usando los hemisferios derecho e izquierdo simultáneamente formando una
impresión general que les permitirá comunicar la experiencia vivida. Esta es la explicación
científica de por qué es interesante que tanto en la niñez como en la adolescencia se verbalicen
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las vivencias como un elemento más para superar experiencias dolorosas. Cuando cuesta
verbalizar esas experiencias, otra opción puede ser escribirlas, por ejemplo, a través de un diario
personal, donde las y los adolescentes puedan plasmar de manera ordenada aquellas situaciones
que les generan emociones y sentimientos intensos.
Ayudar a las y los adolescentes a poner nombre a sus temores y sufrimiento, les ayuda
a gestionarlos.
Imaginemos que el cerebro es una casa con tres plantas. Las plantas inferiores serían el
tronco cerebral y el sistema límbico (zonas más primitivas ocupadas de funciones básicas como
la respiración y el parpadeo, de reacciones innatas e impulsos como la lucha y la huida, y de las
emociones fuertes como la ira y el miedo).
El cerebro superior es muy distinto (la planta alta de la casa). Se compone de la corteza
cerebral y sus distintas partes situadas justos detrás de la frente, incluida la corteza prefrontal.
Esta parte superior del cerebro está más evolucionada y puede ofrecer a la persona una
perspectiva más amplia del mundo. Aquí tienen lugar los procesos mentales como el
pensamiento, la imaginación y la planificación. Es responsable de:
La toma de decisiones responsable (planteándose las consecuencias posibles)
Pensar antes de actuar
El control/regulación emocional
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La empatía
Comprensión de una y uno mismo
La ética/moral
Como es de esperar, el cerebro de una persona funciona mejor cuando la parte inferior
y la parte superior están integradas, así pues, el objetivo es conseguir ayudar a las y los
adolescentes a construir una escalera metafórica que comunique el cerebro superior y el
inferior (las tres plantas de la casa) consiguiendo que ambos trabajen en equipo. De este modo,
la parte superior podrá supervisar las acciones de la inferior y contribuir a aplacar las reacciones
extremas, los impulsos y las emociones originadas en la inferior.
Pero la integración vertical también actúa en dirección contraria, pues el cerebro inferior
y el cuerpo también realizan importantes contribuciones desde abajo hacia arriba. Al fin y al
cabo, las decisiones importantes también requieren de un poquito de emoción. Los buenos
planes de acción se crean a partir de la integración de los cerebros inferior y superior ya que
contribuye a que las distintas partes del cerebro puedan coordinarse y trabajar juntas como un
todo.
Pero, aunque queramos ayudar a las y los adolescentes a construir esta “escalera”, hay
que tener en cuenta tres cuestiones:
1. Aunque el cerebro inferior está plenamente desarrollado ya al nacer, el superior no
alcanza su madurez hasta pasados los veinte años. Esto significa que no se podrá lograr
la integración por mucho que intentemos que este objetivo sea posible, y esto se
traducirá en que en muchas ocasiones las y los adolescentes no podrán recurrir al
cerebro superior, lo que los llevará a perder los nervios y no controlar sus emociones,
tomando decisiones no muy acertadas.
2. La amígdala. Forma parte del sistema límbico y está situada en el cerebro inferior. Su
función es procesar y expresar rápidamente las emociones, sobre todo la ira y el miedo.
Permanece siempre alerta a posibles amenazas y cuando intuye peligro, puede asumir
el control completo o adueñarse de la parte superior del cerebro, por lo que lleva a la
persona a actuar antes de pensar. En algunos momentos de peligro real, este impulso
es muy útil (como cuando reaccionamos rápido ante un coche que viene a toda prisa
y gritamos a alguien que pare para no ser atropellado), pero en otras ocasiones puede
meternos en verdaderos líos (puede llevarnos a perder los papeles, la amígdala asume
el control y releva al cerebro superior de sus obligaciones). Es como si al activarse
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Algo curioso que las investigaciones han demostrado es que el movimiento corporal
afecta directamente a las sustancias químicas del cerebro (Siegel y Paynel, 2012). Por ello, parece
que una práctica que pudiera resultar eficaz cuando la/el adolescente ha perdido el contacto
con su cerebro superior es ayudarlo a recuperar el equilibrio a través del movimiento de su
cuerpo. En algunas ocasiones en las que se sienten desbordadas/os y su cerebro inferior se ha
adueñado de su cerebro superior, una pequeña (o grande, según se mire o necesite) dosis de
movimiento/ejercicio físico puede ser un remedio rápido y eficaz. Puede ser una manera de
apaciguar a la amígdala y devolver el mando al cerebro superior. De este modo el flujo de
energía que ha podido quedar bloqueado generando la desintegración, puede ser liberado a
través del movimiento vigoroso que también permite soltar tensión, pudiendo relajarse. Parece
que cuando se altera nuestro estado físico a través del movimiento o de la relajación, podemos
cambiar nuestro estado emocional volviendo al equilibrio emocional y la integración. Un
ejemplo de ello es que podamos probar qué ocurre cuando realizamos una respiración rápida
y poco profunda… es posible que podamos sentir algo parecido a la angustia. O si respiramos
despacio y profundamente, es probable que la sensación que sintamos sea muy diferente
sintiéndonos más tranquilas/os. El cuerpo contiene gran parte de la información que es la enviada
al cerebro. De hecho, muchas de las emociones que sentimos empiezan en el cuerpo (cuando
se nos contrae el estómago y tensamos los hombros, el cerebro recibe mensajes físicos de
angustia antes de que seamos conscientes de que estamos nerviosos).
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importancia emocional (Frances E. Jensen, 2019). El sueño da tiempo y energía para que el
cerebro escoja la información más importante obtenida durante el día, la consolide en recuerdos
y deseche el resto. El cerebro tiene una capacidad limitada, por lo que es comprensible que, si
no dejara de añadir sinapsis, pronto llegaría a su límite y cesaría cualquier tipo de aprendizaje.
Así que parece que cuanto más aprendamos, más necesitaremos dormir. Por ello, que en la
adolescencia no se duerma lo suficiente no es bueno, ya que se inhibe la necesaria poda sináptica,
la priorización de la información.
El cerebro adolescente aprende muy rápido, pero en otras cosas es todavía ineficaz, por
ejemplo, en la atención, la finalización de las tareas, la autodisciplina y las emociones. Dar muchas
instrucciones a las y los adolescentes no es lo más aconsejable (lo ideal no más de dos), ya que
por mucho que parezca que pueden hacer varias cosas a la vez, en realidad no se les da bien la
“multitarea”. Los lóbulos parietales situados justo detrás de los frontales contienen zonas de
asociación que son fundamentales para poder pasar de una tarea a otra, algo que también
madura tardíamente en la adolescencia. Hablar por el móvil y conducir a la vez, o estudiar
mientras están pendiente del WhatsApp, requiere de concentración cognitiva. En estas
situaciones el cerebro tiene que ir y venir de forma constante entre una y otra tarea, y cuando
lo hace, no realiza bien ninguna de ellas (o al menos no tan bien como lo haría si se centrase
solo en una de ellas). El mundo actual está caracterizado por la sobrecarga de información,
cambiar continuamente de tarea es casi una necesidad, y parece que personas adultas y
adolescentes se enorgullecen de su capacidad para realizar muchas cosas a la vez, pero ¿qué
riesgo puede tener esto? Como ya se ha dicho, no solo no realizar bien ninguna de las tareas
implicadas, sino también estados de ansiedad que no todo el mundo gestionará de manera
adecuada.
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Una de las funciones ejecutivas de los lóbulos frontales es la “memoria prospectiva”, que
permite acordarse de algo que se dijo que se iba a hacer (por ejemplo, escribir un WhatsApp a
una amiga al día siguiente, o llamar a un amigo para preguntarle por un examen importante).
Los investigadores han descubierto no solo que esta memoria está asociada a los lóbulos
frontales (inmaduros en la adolescencia), sino que sigue desarrollándose y adquiriendo mayor
eficacia entre los 6 y los 10 años concretamente, y después de nuevo, a partir de los 20. Sin
embargo, en los estudios no se encontró ninguna mejoría de esta memoria entre los 10 y los
14 años. Es como si esa parte encargada de acordarse de hacer algo, no fuera al mismo tiempo
que el resto del crecimiento y el desarrollo del cerebro adolescente.
Terminemos el apartado con una paradoja: la adolescencia es una etapa del desarrollo
en la que la persona tiene extraordinarias capacidades cognitivas para aprender y memorizar ya
que todavía se encuentra en lo más alto de la plasticidad sináptica de la infancia. Pero esta
capacidad de aprendizaje no solo puede llevarla a aprender cosas buenas, también malas, ya que
en este periodo se da una importante necesidad de recompensa y el propio cerebro puede
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interpretar como recompensa cualquier cosa que se aprenda, adecuada o inadecuada, pero que
estimule la producción de dopamina (ver el siguiente vídeo)
http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-adolescencia-hizo-humanos/1615249/
No se puede afirmar que los cambios en el cerebro tengan que ver con los cambios
sexuales, pero sí que el aumento de circulación de las hormonas sexuales que se producen con
la llegada de la pubertad crea nuevos e intensos impulsos sexuales, sentimientos de atracción y
excitación erótica. De este modo nos encontramos con un aumento de la sexualidad en un
contexto de maduración cerebral que a veces es posterior y las funciones cognitivas y ejecutivas
retrasadas.
En la adolescencia empiezan a ver el mundo con patrones conceptuales más allá de los
hechos concretos, y ese pensamiento y razonamiento abstracto incluye verse a sí mismas y
mismos y las y los otros con cierta distancia. La noción de identidad personal (quiénes somos y
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qué nos interesa realmente) empieza a convertirse en el tema central de sus pensamientos
internos, de las conversaciones con sus amistades. También en esas edades pueden actuar de
distintas maneras según dónde se encuentren. Durante la adolescencia temprana, existe poca
percepción de estas diferentes maneras de ser, parece que una o un mismo adolescente puede
tener muchos estados diferenciados de los que ni siquiera es consciente (Daniel J. Siegel, 2014).
https://www.youtube.com/watch?v=cxg9sNZRJMI
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Los cambios cerebrales que se dan durante los primeros años de la juventud establecen
durante la adolescencia cuatro cualidades en la mente:
1. Búsqueda de novedades
2. Implicación social
3. Aumento de la intensidad emocional
4. Experimentación creativa
Se dan cambios en los circuitos fundamentales del cerebro que hacen que el periodo de
la adolescencia sea diferente al de la infancia. Estos cambios afectan a la forma en que las y los
adolescentes buscan la gratificación en probar cosas nuevas, conectar con sus iguales, sentir
emociones intensas y rechazar las normas establecidas para relacionarse con el mundo.
Parece que cada uno de estos cambios es necesario para crear las transformaciones que
ocurren en su forma de pensar, sentir, interactuar y tomar decisiones durante la adolescencia.
Pero esto cambios, pueden aportar ventajas (oportunidades), pero también desventajas
(riesgos-vulnerabilidad).
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BÚSQUEDA DE NOVEDADES
IMPLICACIÓN SOCIAL
Ventaja/oportunidad: Creación de relaciones de apoyo, amistad que son el mejor
indicador de bienestar y felicidad en una persona.
Desventaja/riesgo: las y los adolescentes con malas relaciones con personas
adultas que solo se relacionan con iguales suelen tener comportamientos de riesgo
cada vez mayores, y el rechazo a atender razonamientos planteados por esas
personas adultas, aumentan dicho riesgo.
EL AUMENTO DE LA INTENSIDAD EMOCIONAL
Ventaja/oportunidad: Dar sentido e impulso vital a las cosas y a los objetivos que
se planteen.
Desventaja/riesgo: La emoción puede tomar las riendas y provocar impulsividad,
cambios de humor y una reactividad excesiva poco aconsejable muchas veces.
LA EXPLORACIÓN CREATIVA
Ventaja/oportunidad: el no vivir en el mundo adulto y a la vez ser capaces de
mantener el pensamiento, la imaginación y la percepción del mundo de formas
nuevas, puede permitir la creación de nuevas ideas innovadoras que se salgan de lo
ordinario viviéndolo como algo extraordinario.
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A continuación, os animamos que veáis el siguiente vídeo sobre la plasticidad del cerebro
adolescente.
https://www.youtube.com/watch?v=2MeZ83Lr6AA
https://www.youtube.com/watch?v=v4KplEgXI9c
NECESIDAD DE IDENTIDAD
NECESIDAD DE AFECTO
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Ser adolescente conlleva un comportamiento cada vez más autónomo que las y los
coloca en situaciones de éxito o fracaso. El éxito alimenta el autoconcepto positivo y eleva la
autoestima, en cambio el fracaso produce desaliento, culpabilidad. Todo ello predispone
también a la ansiedad.
NECESIDAD DE INDEPENDENCIA
Como ser social, en la adolescencia se necesita el contacto social, sobre todo con el
grupo de iguales. Cuando no lo consigue, pueden aparecen estados de resentimiento, melancolía
y agresividad.
Aunque se produzca la poda normal, lo que quede puede ser insuficiente para conseguir
un estado de ánimo estable (relacionado con posibles trastornos del estado de ánimo como la
depresión o el trastorno bipolar) o para que el pensamiento esté en sintonía con la realidad
(como en los casos de esquizofrenia). Si además el nivel de estrés es alto, puede que el proceso
de poda llegue a ser incluso más intenso reduciéndose en número o efectividad los circuitos
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Obviamente, con una integración dañada en el cerebro, la mente no puede ser flexible
ni resistente. Esa falta de integración puede responder muy bien a terapia, a medicación, o a
ambas cosas, pero, sobre todo, la persona debe pasar por una buena evaluación. El que la mente
de una persona deje de funcionar correctamente puede resultar angustioso tanto para esa
persona como para las que la rodean, y esto a su vez generar un elevado nivel de estrés que es
contraproducente en sí mismo (incluso en relación a la poda neuronal). Por ello, buscar ayuda
profesional lo más tempranamente posible es fundamental para reducir el estrés y evitar la poda
excesiva. En la actualidad se está investigando cómo el proceso de poda, intensificada por el
estrés, puede producir formas erróneas de funcionamiento de las conexiones cerebrales.
Los recuerdos implícitos pueden ser positivos y negativos, y estos recuerdos nos
predisponen a actuar o a esperar algo de las y los demás en relación a nosotras y nosotros.
Pero ¿cómo se puede ayudar a las y los adolescentes cuando sufren los efectos de
experiencias negativas del pasado? Una manera es hacer esos recuerdos implícitos conscientes
para que se conviertan en explícitos y puedan manejarlos de una manera intencionada. Existe
una parte de nuestro cerebro cuya función es precisamente esa, integrar los recuerdos
implícitos y explícitos para que podamos entender mejor el mundo y a nosotras y nosotros
mismos, esa parte es el Hipocampo, también encargado de buscar los recuerdos en nuestra
memoria. El hipocampo actúa junto con distintas partes del cerebro para coger todas las
imágenes, emociones y sensaciones de la memoria implícita y juntarlas para formar “la
comprensión explícita” de nuestras experiencias del pasado. Cuando las imágenes y las
sensaciones de la experiencia solo existen de manera implícita y no han sido integradas en el
hipocampo, permanecen aisladas unas de otras, sin orden en el cerebro. Esto no nos ofrece
claridad en lo que somos en realidad e influye en nuestra manera de interactuar con el mundo
y comportarnos, todo ello sin ser conscientes.
Por lo tanto, es fundamental integrar los recuerdos implícitos y explícitos lo que nos
permitirá reflexionar acerca del impacto que todo ello tiene en nuestras vidas y convirtiéndonos
en los principales protagonistas de nuestra historia. Y para que esto pueda ser posible, es
fundamental el papel del hipocampo.
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Puede que no siempre sea posible relacionar una reacción extrema de una o un
adolescente con un hecho concreto del pasado, por lo que tampoco hay que forzar la conexión
si no existe. Pero si se piensa que cabe esa posibilidad, a continuación, se presentan unas
herramientas sencillas para ayudarlos a integrar sus recuerdos implícitos y explícitos y conseguir
un mayor control sobre la manera en que responden a determinadas situaciones:
LA VISIÓN DE LA MENTE
La importancia de integrar las distintas partes de una y uno mismo ayudado del aro (o
“Rueda de la conciencia”) puede ser un ejercicio sencillo a poner en práctica por las y los
adolescentes para situar los diferentes aspectos importantes de sus vidas e integrarlos dándoles
a cada uno su lugar y su tiempo.
Con la visión de la mente, las y los adolescentes pueden ver lo que ocurre en su propia
cabeza y comprender que son ellas y ellos los que conceden más o menos tiempo y energía a
unos u otros aspectos del aro, y que, si lo desean, pueden cambiar esa situación. Cuando se
centran demasiado en aspectos desagradables o tristes de su aro, pueden estar excluyendo
otros que les pueden ayudar a ver el mundo de otra manera. Aquí tiene mucha importancia la
atención focalizada ya que el cerebro es plástico y cambia en función de lo que experimentamos,
así como de aquello en lo que fijamos nuestra atención. Cuando fijamos la atención en algo, se
crean nuevas conexiones neurales que alteran la manera en que respondemos al mundo e
interactuamos con él. Por eso, la práctica repetida de algo puede convertirse en una aptitud y
un estado puede convertirse en un rasgo, tanto para bien como para mal. Podemos desplazar
nuestra atención hacia otros aspectos en el aro de la conciencia de modo que dejemos de ser
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Fuente: Figuras y ejemplo sacado del libro “El cerebro del niño” de Siegel y Paynel, 2012
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Pero también es muy importante que las y los adolescentes conozcan y entiendan sus
sentimientos, pero para que esto se dé, éstos antes tienen que ser reconocidos, y reconocidos
como algo temporal, cambiante. Son estados, no rasgos. No se sentirán tristes o con enfado
siempre, pasará, aunque en ese momento les cueste creerlo. Una manera de conseguir que
entiendan eso y que puedan influir en los distintos pensamientos, deseos y emociones que se
mueven dentro de ellas y ellos es a través del reconocimiento/criba de todas las sensaciones,
imágenes, sentimientos y pensamientos que les afectan. Por ejemplo, sensaciones físicas que les
indican a través de un nudo en el estómago que tienen ansiedad, el deseo de pegar como señal
de ira o frustración, la posición retraída del cuerpo como muestra de tristeza, la tensión en el
cuerpo cuando están nerviosas o nerviosos, etc. El simple hecho de reconocer sensaciones les
puede hacer comprender lo que les pasa y como último paso incidir en sus sentimientos.
También deben aprender a cribar las imágenes que les afecta a su manera de ver el
mundo e interactuar con él. Algunas pertenecen al pasado, otras pueden ser fruto de la
imaginación o del miedo a que algo pueda suceder. Cuando toman conciencia de las imágenes
que están activas en su mente, puede ser más sencillo controlarlas y reducir en gran medida el
poder que ejercen sobre ellas y ellos.
Cribar los sentimientos y emociones es otra de las tareas fundamentales de las y los
adolescentes para poder ajustarse mejor a las situaciones diarias. Si dedicamos un tiempo a
preguntarles cómo se sienten y los ayudamos a ser precisas y precisos, pueden pasar de
descriptores emocionales “simples” con respuestas del tipo “bien/mal” a otros más específicos,
donde no solo nos definan con conceptos más claros sus emociones (“angustiado”, “agobiado”)
sino que incluso nos relaten ese sentimiento.
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7. BIBLIOGRAFÍA
Becoña Iglesias, E.; Cortés Tomás, M. (coords.), et al. (2008). “GUÍA CLÍNICA DE
libros, S.A.
RIALP S.A.