Tema 1. La Adolescencia

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TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS|

CURSO “CLAVES PARA LA ATENCIÓN AL ADOLESCENTE”


1

TEMA 1

ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE


LAS NEUROCIENCIAS

DESARROLLO
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS| 3

ÍNDICE

APARTADO PÁGINAS

1. UN CEREBRO EN FORMACIÓN ..................................................................................... 5

2. CEREBRO RACIONAL VS. CEREBRO EMOCIONAL.............................................. 11

3. EL TRABAJO DEL CEREBRO ADOLESCENTE: APRENDER.................................. 18

4. LOS RITMOS DE LA PUBERTAD Y LA SEXUALIDAD ADOLESCENTE ........... 23

5. RASGOS DE LA MENTE ADOLESCENTE. OPORTUNIDADES vs RIESGOS ... 24

6. AMBIVALENCIA Y VULNERABILIDAD EN LA ADOLESCENCIA ....................... 26

7. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................................... 34
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1. UN CEREBRO EN FORMACIÓN
En los últimos años, la comunidad científica ha desarrollado la tecnología para visualizar
el cerebro, permitiendo estudiarlo como hasta la fecha no se había podido lograr. Estas nuevas
tecnologías han confirmado muchas de las cosas que ya se preveían anteriormente, sin embargo,
una de las sorpresas que han encontrado es el descubrimiento de que el cerebro es moldeable,
es decir, cambia físicamente a lo largo de toda la vida, y no solo en la infancia, como antes se
creía.

El crecimiento del cerebro, a diferencia del de la mayoría de los otros


órganos del cuerpo, no es un simple proceso cuyo objetivo es hacerse más
grande. El cerebro cambia a medida que crece, pasa por fases especiales que
aprovechan los años de la infancia y la protección de la familia, y después, hacia el final del
periodo adolescente, se lanzan hacia la independencia.

El cerebro es la estructura más incompleta en el momento de nacer, con un tamaño de


solo el 40% del que tendrá en la madurez. Cuando nace un bebé, su cerebro rebosa neuronas,
pero solo están interconectadas (a través de las sinapsis, lugar donde realmente se produce la
acción) un pequeño porcentaje de las mismas. La información entra y es absorbida por ellas,
pero no sabe a dónde ir a continuación. Pero como se indicó anteriormente, no solo cambia el
tamaño con el paso de los años, también “el cableado” interno. El cerebro, cuando llega a la
adolescencia tiene sobreabundancia de neuronas (sustancia gris) y escasez de sinapsis que
facilitan el flujo eficaz de unas partes a otras del cerebro (sustancia blanca). Así, las y los
adolescentes están dispuestos a nivel cerebral, pero no saben muy bien hacia dónde ir. Esto
genera confusión social ya que cuando alguien tiene aspecto adulto, se puede pedir de él, dar
por supuesto, que también lo es mentalmente. Se pueden afeitar, y quedarse embarazadas, pero
neurológicamente no disponen de un cerebro preparado para lo que es el mundo adulto. Los
estímulos, las experiencias, y las sensaciones repetidas contribuirán a la creación de sinapsis.
Más adelante veremos cómo se va construyendo el cerebro (especialmente en el siguiente
apartado del tema).
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Pero ¿qué moldea nuestro cerebro? La experiencia. Incluso en la vejez, las experiencias
que vivimos cambian físicamente nuestros cerebros. Cuando una persona vive una experiencia,
las células del cerebro (neuronas) se activan, y éstas a su vez están conectadas a otras neuronas.
La manera en que ciertos circuitos del cerebro se activan marcarán la naturaleza de la actividad
mental (ya sea la percepción de un olor hasta el razonamiento). Cuando las neuronas se activan
juntas, desarrollan nuevas conexiones entre sí, reconfigurando el cerebro a lo largo de toda
nuestra vida. Esto es una noticia maravillosa.

Pero esto no significa que el cerebro pueda ser cambiado de manera drástica. La
naturaleza se ha ocupado de que su arquitectura básica se haya desarrollado a partir de los
genes, una alimentación, unas horas de sueño y una estimulación adecuadas. Lo único que todo
lo que nos sucede a lo largo de la vida (lo que leemos, la educación que recibimos, las amistades
que tenemos, etc.) tiene gran influencia en la formación de nuestro cerebro.

Dicho esto, además de la arquitectura básica y el temperamento innato con el que


cuenten, todas las personas que rodean al adolescente ejercerán una función fundamental a la
hora de proporcionar experiencias que le ayuden a desarrollar un cerebro integrado.

Durante la adolescencia el cerebro cambia en dos direcciones. La primera se refiere a la


“poda neuronal”, que hace referencia a que se reduce el número de células básicas, las neuronas,
y sus conexiones, las sinapsis. Este fenómeno parece estar controlado genéticamente,
determinado por la experiencia e intensificado por el estrés. Pero ¿cómo puede ser soportado
esto? Puede ser porque durante la infancia hay una superproducción de neuronas y de sus
conexiones sinápticas. El florecimiento de nuestra población neuronal empieza en el útero y se
prolonga hasta el periodo prepuberal, hasta los 11 años más o menos en las chicas y hasta los
12,5 en los chicos. Parte de la poda comienza temprano, cuando aprendemos y desarrollamos
habilidades, pero la desaparición de un número considerable de neuronas y de sus conexiones
alcanza su apogeo durante el periodo de la adolescencia. Aquí eliminamos las conexiones que
nos sobran, conservando las que hemos estado usando y descartando aquellas que no
necesitamos ya.

La experiencia determina qué circuitos neuronales (las neuronas y sus conexiones


sinápticas) deben ser eliminados (los que no se usan). Cuanto más se utilice un circuito, más
fuerte se hará. Por ejemplo, practicar precozmente habilidades musicales será positivo para
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potenciar su desarrollo posterior, sobre todo si se hace antes del final de la adolescencia. El
cerebro responde según se haya dirigido la atención en las actividades realizadas. La atención a
su vez dirige la energía y la información a través de circuitos específicos y los activa. Cuanto
más utilices un circuito, más fuerte se hará. Cuanto menos lo utilices, más probable será que
acabe podado durante la adolescencia.

La segunda dirección en la que se transforma el cerebro se refiere a los cambios en la


mielina, que es una envoltura que recubre las membranas entre las neuronas interconectadas.
Esta envoltura de mielina facilita el paso del flujo eléctrico entre las neuronas conectadas que
quedan para permitir que fluya una información más rápida y mejor sincronizada. Cuando este
flujo es rápido y coordinado, facilita un proceso más efectivo y eficiente. Cuando aprendemos
habilidades específicas y adquirimos conocimientos, creamos nuevas conexiones y hasta
neuronas nuevas. Estos dos cambios, la poda y la mielinización, ayudan al cerebro adolescente
a estar más integrado (conexión entre las diferentes zonas que facilita la coordinación en el
cerebro).

A medida que la poda y la mielinización crean integración en el cerebro (a través de


conexiones más precisas y eficientes), se desarrolla el pensamiento esencial, promoviendo
juicios más sensatos basándose en la esencia general que contempla la situación al completo, y
utilizando la intuición para encaminar las decisiones en base también a los valores positivos,
respetando lo que a la persona le importa.

Con tantas conexiones neuronales de la infancia, la mente de una o un adolescente está


llena de demasiados detalles. Eso es lo que se necesita en la niñez para “absorber” datos y cifras
(por eso se dice que son “esponjas”). Pero en la adolescencia es momento de seleccionar.

Pensamos y reflexionamos, percibimos, recordamos, planificamos y tomamos decisiones


con la corteza. La conciencia es el resultado, en parte, de lo que ocurre en la corteza, y al mismo
tiempo, la conciencia de una y uno mismo proviene de esta área cortical.

El área límbica se ocupa de diferentes cosas, entre ellas de lo que nos motiva, cómo
centramos la atención y cómo recordamos las cosas. La zona más profunda y antigua del
cerebro, el tronco del encéfalo, se encarga, entre otras cosas, de mantenernos despiertas y
despiertos y es la parte del cerebro que puede interactuar con el área límbica para crear estados
de ánimo (estar enfadado o triste, por ejemplo). Las áreas límbicas y el tronco del encéfalo
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(debajo todo de la corteza), forman las “áreas subcorticales”, sobre las que se asienta
(literalmente) la corteza.

El cerebelo, que se encuentra detrás del área límbica, tiene un papel fundamental en el
equilibrio de los movimientos corporales y equilibra también las interacciones entre nuestros
pensamientos y nuestros sentimientos.

Un conjunto de neuronas, llamado cuerpo calloso, enlaza los lóbulos derecho e izquierdo
del cerebro y coordina y equilibra sus actividades.

Y no olvidemos el papel de la amígdala, inmadura todavía en la etapa adolescente, y


responsable en parte, de las respuestas exageradas (histéricas) cuando se les dice que no a algo
que ellas y ellos consideran totalmente razonable. Si esta amígdala inmadura se suma a un lóbulo
frontal débilmente conectado, la explicación, desde un punto de vista biológico, a los arranques
de ira de muchas y muchos adolescentes está dada. Como vemos en la siguiente imagen extraída
de “Tormenta Cerebral” (Siegel, 2014)1.

La corteza nos ayuda a ser conscientes de nuestra vida, a pensar las cosas, evaluar las
situaciones, recordar y pararnos a reflexionar sobre lo que está pasando antes de actuar o
decidir algo. Al área que se encarga de estas importantes funciones (la zona frontal de la corteza)
se le llama “Área ejecutiva”. Es el “centro de mando”, ahí se coordina y equilibra todo el cerebro
y el cuerpo entero.

1
Fuente: “Tormenta Cerebral” (Siegel, 2014)
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El lóbulo frontal se desarrolla enormemente durante la primera etapa de la infancia y


sigue creciendo en la niñez. Cuando empieza la adolescencia se dan cambios drásticos en la
región frontal. Pero el cerebro madura de atrás hacia delante durante la adolescencia, por lo
que los lóbulos frontales, en comparación con otros, son los menos maduros, un hecho de gran
importancia y que explica los motivos de muchas conductas impulsivas en este periodo.

El área frontal no solo interviene a la hora de organizar nuestros procesos mentales


internos como el pensamiento y la toma de decisiones, también lo hace en los procesos sociales,
a través de la empatía y el comportamiento moral.

Cuando hablamos de los cambios que se dan a lo largo de la adolescencia, se ve que


muchos de ellos implican niveles mayores de integración que se tienen que dar, sobre todo, en
la corteza. Esa creciente integración cortical posibilitará que habilidades diferentes como el
control cognitivo, el pensamiento esencial, la regulación emocional, el autoentendimiento y las
funciones sociales, cambien o aparezcan a lo largo de la adolescencia. La conectividad del
cerebro avanza lentamente desde posterior a la anterior del cerebro. Las últimas partes que se
conectan son los lóbulos frontales, de hecho, el cerebro adolescente está solo en el 80% del
proceso de maduración. El 20% restante, explica gran parte de la conducta desconcertante de
las y los adolescentes, por ejemplo, cambios de humor, irritabilidad, impulsividad y su carácter
explosivo, además de su tendencia a las conductas de riesgo (Frances E. Jensen, 2019).

Por todo ello, en la adolescencia, la zona prefrontal es clave ya que coordina y equilibra
la energía y la información de la corteza, de las áreas subcorticales (sistema límbico y tronco del
encéfalo) y del mundo social.

El cerebro es un conjunto de células que se comunican entre sí mediante


productos químicos llamados neurotransmisores. Durante la
adolescencia se da un aumento de la actividad de los circuitos
neurológicos que utilizan la dopamina, un neurotransmisor fundamental
en el circuito de gratificación. El aumento en la liberación de dopamina
provoca que las y los adolescentes sientan atracción por experiencias novedosas, emocionantes
y estimulantes.
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El ritmo del desarrollo del cerebro lo marcan tanto la activación neuronal inducida por
la experiencia como la información genérica. La experiencia da forma a las conexiones del
cerebro aun cuando no afecte al ritmo general de dicha maduración.

Cómo organicen sus vidas las y los adolescentes y los contextos en los que vivan, lo que
hagan y con quiénes se relacionen, pueden condicionar no solo la forma de activar sus cerebros,
sino también cómo éste va a desarrollar los circuitos integrados. Var el siguiente vídeo
divulgativo sobre el cerebro adolescente de la Universidad de Navarra.

https://www.youtube.com/watch?v=DAOdnS39HiQ

2. CEREBRO RACIONAL vs CEREBRO EMOCIONAL

El ser humano tiene un cerebro con muchas partes distintas y diferentes funciones cada
una. Por ejemplo, un lado izquierdo que nos ayuda a pensar de manera lógica y a organizar el
pensamiento (hemisferio izquierdo), y un lado derecho (hemisferio derecho) que nos hace
experimentar las emociones e interpretar el lenguaje no verbal. Esto hace que en algunas
ocasiones parezca que tengamos diferentes personalidades, porque uno de nuestros lados
predomine a la hora de actuar ante una determinada situación.

El cerebro izquierdo desea y disfruta del orden. Es lógico, lingüístico, literal y lineal
(coloca las cosas de manera secuencial).
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El cerebro derecho, sin embargo, no es verbal, envía y recibe señales como las
expresiones faciales, el contacto visual, los gestos y el tono de voz. Se hace una impresión
general, se centra en las sensaciones de una experiencia, y está especializado en las emociones
y en los recuerdos personales. Es la parte “visceral” del ser humano. Es intuitivo y
completamente emocional.

La clave para progresar está en ayudar a estas partes a trabajar coordinadamente,


integrarlas. La integración de las distintas partes del cerebro ayuda a que puedan trabajar como
un todo de manera equilibrada y coordinada, al igual que ocurre en el cuerpo, que tiene distintos
órganos con diferentes funciones que necesitan de una integración para que ese cuerpo crezca
sano.

La arquitectura del cerebro está hecha para que ambos hemisferios puedan actuar
conjuntamente. Por ejemplo, el cuerpo calloso es un haz de fibras que discurre por el centro
del cerebro, conectándolos y permitiéndoles que trabajen en equipo, dejando que nuestras y
nuestros adolescentes puedan valorar tanto su lógica como sus emociones pudiendo entenderse
a sí mismos y al mundo en general.

Es fácil ver cuando una o un adolescente no está integrada/o ya que las emociones le
superan, siente confusión y actúa de manera caótica, siendo frecuentes las reacciones agresivas.
No es capaz de responder de manera tranquila a las situaciones que se le presentan, o por el
contrario se aísla de su entorno. Cuando los dos lados del cerebro no están integrados, surgen
problemas ya que accede a sus experiencias más desde un lado que desde otro, y es igual de
negativo vivir en un aluvión como en un desierto emocional…

Es importante que sus recuerdos y sus emociones desempeñen su papel, pero también que sean
integrados en esa parte de ellas y ellos mismos que les de orden y
estructura.

Apoyarse demasiado en el cerebro izquierdo puede hacerles negar


sus emociones (rigidez), y volverlos demasiado literales perdiendo el sentido de la perspectiva
pasando por alto el significado que se obtiene cuando se contextualizan las cosas (especialidad
del cerebro derecho).
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En estas situaciones es deseable ayudarles a que estén más integrados para que puedan
usar todo su cerebro de una manera coordinada (integrada), para que su lógica del hemisferio
izquierdo pueda trabajar adecuadamente con sus emociones del hemisferio derecho. Para que
las partes situadas en la parte superior de sus cerebros les permitan ver sus propias acciones
de una manera reflexiva, trabajando bien con las partes inferiores, más relacionadas con las
reacciones instintivas (más emocionales).

2.1. TÉCNICAS PARA INTEGRAR EL HEMISFERIO IZQUIERDO Y


EL DERECHO
 “Conectar y redirigir”

Esta técnica se suele utilizar ante los aluviones emocionales, y consiste en responder con
el cerebro derecho con el objetivo de conectar con las emociones de la o el adolescente
alterado para una vez tranquilizado puedan ser abordados los temas que le han hecho estar en
ese estado (de enfado, tristeza o lo que sea) desde el cerebro izquierdo.

En algunas ocasiones, como personas adultas es útil usar nuestro propio cerebro
derecho en lugar de emplear la lógica del cerebro izquierdo, ya que de lo contrario las
emociones por ambas partes hubieran retrasado la resolución de la situación.

En este caso, en lugar de luchar contra las enormes olas del aluvión emocional, nos
podemos deslizar sobre ellas respondiendo primero al cerebro derecho de las y los
adolescentes para luego sentarnos a dialogar con su parte izquierda. Cuando una o un
adolescente (y si lo pensamos también cualquier persona adulta), está alterado, la lógica no suele
surtir efecto hasta que no se haya respondido a sus necesidades emocionales del cerebro
derecho, hasta que no se haya “sintonizado” con él.

Conectar con el cerebro derecho y conseguir que la y el adolescente se sienta sentido


se puede lograr de diferentes maneras. A través del contacto físico, el tono de voz, la expresión
facial, la escucha activa, la compañía. Esto permite equilibrar el cerebro de la y el adolescente,
o lograr un estado más integrado.
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Una vez logrado esto se puede empezar a apelar al cerebro izquierdo y abordar las
cuestiones concretas que llevaron a la o el adolescente a ese aluvión emocional (redirigir al lado
izquierdo) con el objetivo de resolver o plantear qué se puede mejorar para que se sienta mejor.
Pero ante esto es importante indicar que, las reglas o determinados aspectos marcados relativos
a la conducta de la o el adolescente no deben cambiarse o modificarse solo porque el hemisferio
izquierdo esté desconectado.

Cualquier comportamiento que se considere inadecuado (por ejemplo: faltas de respeto,


hacer daño a alguien, actos violentos) deben seguir estando no permitidos incluso en momentos
de emociones intensas. En estos casos habrá que tratar de apartar a la o el adolescente de la
situación para después “conectar y redirigir”.

“Ponle un nombre para gestionarlo: cuenta historias para


aplacar las grandes emociones”

Cuando una o un adolescente experimenta momentos dolorosos o decepcionantes su


cerebro derecho se ve invadido por emociones y sensaciones corporales. En estas situaciones
puede ser útil ayudarlos a que hagan intervenir al hemisferio izquierdo para que puedan
entender qué ha pasado. Una forma es promoviendo la integración, animándolos a que cuenten
la experiencia que les ha generado ese estado. Es una manera de unir sus cerebros (derecho e
izquierdo) para que puedan dar sentido a lo que les pasa. Cuando ellas y ellos explican su
experiencia, sus dos hemisferios actúan juntos de una manera integrada (recurren al cerebro
izquierdo para poner en orden los detalles y expresar la experiencia con palabras, y hacen
intervenir al derecho al evocar las emociones que sintieron), ponen un nombre a lo que
sintieron y pueden gestionarlos de alguna manera.

Es posible que no quieran contar algo que les ha ocurrido cuando se les pida, y esto
habrá que respetarlo, esperando a que elijan cómo y cuándo quieren hablar.

Contar lo que les ha ocurrido les ayuda a entenderse a ellas y a ellos mismos, y a
entender el mundo usando los hemisferios derecho e izquierdo simultáneamente formando una
impresión general que les permitirá comunicar la experiencia vivida. Esta es la explicación
científica de por qué es interesante que tanto en la niñez como en la adolescencia se verbalicen
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las vivencias como un elemento más para superar experiencias dolorosas. Cuando cuesta
verbalizar esas experiencias, otra opción puede ser escribirlas, por ejemplo, a través de un diario
personal, donde las y los adolescentes puedan plasmar de manera ordenada aquellas situaciones
que les generan emociones y sentimientos intensos.

La investigación ha demostrado que simplemente poner un nombre a lo que sentimos


reduce la actividad del circuito emocional en el hemisferio derecho (Siegel y Paynel, 2012). Por
ello, parece interesante que a todas las edades se cuenten sus historias ya que esto los ayuda a
entender sus emociones y los acontecimientos que se producen en sus vidas. A veces las
personas adultas que conviven con ellas y ellos evitan mencionar experiencias dolorosas
pensando que hablar sobre ellas reforzarán el sufrimiento o empeorarán las cosas, cuando
precisamente lo que necesitan es contarlo para dar sentido a lo que pasó y avanzar hacia un
lugar donde puedan sentirse mejor con respecto a lo ocurrido. El impulso de entender la razón
por la que ocurren las cosas es tan fuerte en las personas, que el cerebro seguirá intentando
dar sentido a la experiencia vivida hasta que lo consiga.

Ayudar a las y los adolescentes a poner nombre a sus temores y sufrimiento, les ayuda
a gestionarlos.

2.2. INTEGRACIÓN DEL CEREBRO SUPERIOR Y EL CEREBRO


INFERIOR

Imaginemos que el cerebro es una casa con tres plantas. Las plantas inferiores serían el
tronco cerebral y el sistema límbico (zonas más primitivas ocupadas de funciones básicas como
la respiración y el parpadeo, de reacciones innatas e impulsos como la lucha y la huida, y de las
emociones fuertes como la ira y el miedo).

El cerebro superior es muy distinto (la planta alta de la casa). Se compone de la corteza
cerebral y sus distintas partes situadas justos detrás de la frente, incluida la corteza prefrontal.
Esta parte superior del cerebro está más evolucionada y puede ofrecer a la persona una
perspectiva más amplia del mundo. Aquí tienen lugar los procesos mentales como el
pensamiento, la imaginación y la planificación. Es responsable de:
 La toma de decisiones responsable (planteándose las consecuencias posibles)
 Pensar antes de actuar
 El control/regulación emocional
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 La empatía
 Comprensión de una y uno mismo
 La ética/moral

Como es de esperar, el cerebro de una persona funciona mejor cuando la parte inferior
y la parte superior están integradas, así pues, el objetivo es conseguir ayudar a las y los
adolescentes a construir una escalera metafórica que comunique el cerebro superior y el
inferior (las tres plantas de la casa) consiguiendo que ambos trabajen en equipo. De este modo,
la parte superior podrá supervisar las acciones de la inferior y contribuir a aplacar las reacciones
extremas, los impulsos y las emociones originadas en la inferior.

Pero la integración vertical también actúa en dirección contraria, pues el cerebro inferior
y el cuerpo también realizan importantes contribuciones desde abajo hacia arriba. Al fin y al
cabo, las decisiones importantes también requieren de un poquito de emoción. Los buenos
planes de acción se crean a partir de la integración de los cerebros inferior y superior ya que
contribuye a que las distintas partes del cerebro puedan coordinarse y trabajar juntas como un
todo.

Pero, aunque queramos ayudar a las y los adolescentes a construir esta “escalera”, hay
que tener en cuenta tres cuestiones:
1. Aunque el cerebro inferior está plenamente desarrollado ya al nacer, el superior no
alcanza su madurez hasta pasados los veinte años. Esto significa que no se podrá lograr
la integración por mucho que intentemos que este objetivo sea posible, y esto se
traducirá en que en muchas ocasiones las y los adolescentes no podrán recurrir al
cerebro superior, lo que los llevará a perder los nervios y no controlar sus emociones,
tomando decisiones no muy acertadas.
2. La amígdala. Forma parte del sistema límbico y está situada en el cerebro inferior. Su
función es procesar y expresar rápidamente las emociones, sobre todo la ira y el miedo.
Permanece siempre alerta a posibles amenazas y cuando intuye peligro, puede asumir
el control completo o adueñarse de la parte superior del cerebro, por lo que lleva a la
persona a actuar antes de pensar. En algunos momentos de peligro real, este impulso
es muy útil (como cuando reaccionamos rápido ante un coche que viene a toda prisa
y gritamos a alguien que pare para no ser atropellado), pero en otras ocasiones puede
meternos en verdaderos líos (puede llevarnos a perder los papeles, la amígdala asume
el control y releva al cerebro superior de sus obligaciones). Es como si al activarse
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bloquease el acceso al cerebro superior impidiendo su actividad y agravando aún más


el otro problema anteriormente mencionado (el cerebro superior no solo está en
construcción, sino que en los momentos de emociones intensas o de estrés incluso la
parte que sí puede intervenir de alguna manera se vuelve inaccesible).
3. El tronco cerebral es el responsable de que nuestros órganos funcionen (el pulsar de
nuestro corazón, los intestinos, etc.) y gracias a él tenemos las sensaciones tanto
internas como externas.

 Ejercitar el cerebro superior

Un cerebro superior compensa al inferior y es esencial para la inteligencia social y


emocional, constituyendo los cimientos de la salud mental ¿Cómo se podría ejercitar?
 Dejando espacio a las y los adolescentes para que tomen decisiones por sí mismas/os.
La toma de decisiones requiere del funcionamiento ejecutivo que se produce cuando el
cerebro tiene que sopesar entre diferentes alternativas y elegir valorando las
consecuencias de cada una de ellas. Además, en general, cuando nuestras y nuestros
adolescentes participan activamente en sus decisiones sienten mayor satisfacción y
compromiso con dicha decisión.
 Enseñándoles a controlar las emociones y el cuerpo, por ejemplo, a través de la
respiración o la expresión de sus sentimientos.
 Entenderse a sí mismas/os a través de preguntas que les permitan mirar más allá de la
superficie (¿por qué crees que elegiste esa opción? ¿qué te llevó a sentirte así? ¿Por qué
crees que pasó eso?). Verbalizar o escribir respondiendo a este tipo de preguntas puede
ayudar a desarrollar la capacidad de entender lo que sucede en sus mundos interiores y
en el mundo que les rodea.
 La empatía, como función importante del cerebro superior, también debe ser ejercitada
a través de preguntas sencillas que puedan inducir a pensar en los sentimientos ajenos.
Los científicos están cada vez más convencidos de que la empatía se origina en un sistema
complejo de lo que llaman “neuronas espejo”, por lo que cuantas más ocasiones demos
a niñas, niños y adolescentes para ejercitarse en el acto de pensar en otras personas,
más capaces serán de sentir compasión (Siegel y Paynel, 2012).
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Todo lo anterior bien integrado en un cerebro superior, culmina en un profundo sentido


de la ética. Cuando una o un adolescente puede tomar decisiones sensatas, es capaz de
controlarse y actúa basándose en la empatía, desarrolla un sentido activo de la ética, un sentido
no solo del bien y del mal, sino también de lo que es un bien mayor más allá de sus propias
necesidades individuales. Para poner en práctica todos estos atributos a la vez, son muy útiles
los dilemas morales, donde se les presentan situaciones complejas donde tienen que reflexionar
sobre cómo actuar planteándose las consecuencias de cada una de las alternativas posibles. De
este modo se les ofrece la oportunidad de ejercitar el pensamiento desde una perspectiva de
principios morales y éticos que, con orientación adulta adecuada, se convertirán en los
cimientos de sus decisiones durante el resto de sus vidas.

Algo curioso que las investigaciones han demostrado es que el movimiento corporal
afecta directamente a las sustancias químicas del cerebro (Siegel y Paynel, 2012). Por ello, parece
que una práctica que pudiera resultar eficaz cuando la/el adolescente ha perdido el contacto
con su cerebro superior es ayudarlo a recuperar el equilibrio a través del movimiento de su
cuerpo. En algunas ocasiones en las que se sienten desbordadas/os y su cerebro inferior se ha
adueñado de su cerebro superior, una pequeña (o grande, según se mire o necesite) dosis de
movimiento/ejercicio físico puede ser un remedio rápido y eficaz. Puede ser una manera de
apaciguar a la amígdala y devolver el mando al cerebro superior. De este modo el flujo de
energía que ha podido quedar bloqueado generando la desintegración, puede ser liberado a
través del movimiento vigoroso que también permite soltar tensión, pudiendo relajarse. Parece
que cuando se altera nuestro estado físico a través del movimiento o de la relajación, podemos
cambiar nuestro estado emocional volviendo al equilibrio emocional y la integración. Un
ejemplo de ello es que podamos probar qué ocurre cuando realizamos una respiración rápida
y poco profunda… es posible que podamos sentir algo parecido a la angustia. O si respiramos
despacio y profundamente, es probable que la sensación que sintamos sea muy diferente
sintiéndonos más tranquilas/os. El cuerpo contiene gran parte de la información que es la enviada
al cerebro. De hecho, muchas de las emociones que sentimos empiezan en el cuerpo (cuando
se nos contrae el estómago y tensamos los hombros, el cerebro recibe mensajes físicos de
angustia antes de que seamos conscientes de que estamos nerviosos).
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3. EL TRABAJO DEL CEREBRO ADOLESCENTE: APRENDER


Entre los 12 y los 24 años aproximadamente, se da una explosión de crecimiento y
maduración como no habrá otra en la vida de una persona. Las áreas se van especializando más
y luego se interconectan unas con otras de formas más efectivas. Eso es lo que consiguen la
poda neuronal de las conexiones y la mielinización de las que quedan: una diferenciación de
zonas especializadas y su posterior vinculación. A esta reestructuración de redes del cerebro
se le llama “remodelación”. Pero ¿cuándo se produce la poda neuronal? Mientras la y el
adolescente duerme. Por eso el sueño es tan importante, no solo porque el cuerpo necesite
descansar, sino también porque durante este tiempo las experiencias vividas se unen y a la vez
se recuerdan todas las cosas aprendidas a lo largo del día. Pero el patrón de sueño en la
adolescencia es distinto al que se tiene en otras etapas de la vida, son “búhos”, se despiertan
tarde y se acuestan de madrugada. Los patrones del sueño están controlados por una compleja
red de señales y hormonas del cerebro, unas y otras reguladas por las fases de maduración (en
la etapa adulta el patrón será de acostarse pronto y levantarse pronto). Obligar al adolescente
a que se rija por un patrón adulto, sobre todo en lo que respecta a levantarse pronto (por
ejemplo, para ir al instituto), no significa que luego vayan a acostarse temprano, por lo que al
final tiene un patrón reducido de sueño (perdiendo una media de 2,75 horas de sueño al día).
Luego, en el fin de semana, volverán a levantarse bien entrada la mañana, como le indica su reloj
interior. Las y los científicos calculan que en la adolescencia se necesita nueve horas y cuarto
de sueño (Frances E. Jensen, 2019). Una explicación científica de por qué el adolescente no tiene
sueño por la noche es que la melatonina, una hormona fundamental para inducir el sueño, se
libera en el cerebro adolescente dos horas más tarde que en el adulto, también permanece más
tiempo en su sistema, y por ello les cuesta tanto despertarse temprano para ir al instituto, por
ejemplo. En cambio, las personas adultas casi no tienen melatonina en el sistema cuando se
despiertan y por eso no se sienten tan aturdidas (Frances E. Jensen, 2019).

Vemos como durante el sueño se refuerza lo aprendido durante el día


convirtiéndolo en recuerdos. Pero un equipo de investigación de la
Universidad de Notre Dame y del Boston College descubrió hace poco
que el sueño no solo consolida los recuerdos, sino que también los prioriza,
descomponiéndolos en sus diferentes elementos para después reorganizarlos según sea su
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importancia emocional (Frances E. Jensen, 2019). El sueño da tiempo y energía para que el
cerebro escoja la información más importante obtenida durante el día, la consolide en recuerdos
y deseche el resto. El cerebro tiene una capacidad limitada, por lo que es comprensible que, si
no dejara de añadir sinapsis, pronto llegaría a su límite y cesaría cualquier tipo de aprendizaje.
Así que parece que cuanto más aprendamos, más necesitaremos dormir. Por ello, que en la
adolescencia no se duerma lo suficiente no es bueno, ya que se inhibe la necesaria poda sináptica,
la priorización de la información.

Como ya se adelantaba en anteriores apartados, las y los adolescentes son diferentes


porque sus cerebros lo son. Son a la vez más fuertes y más vulnerables que prácticamente en
cualquier otra época de la vida. Aprenden las cosas con rapidez, pero al mismo tiempo su
cerebro elimina sustancia gris y muda neuronas. El hecho de que puedan ocurrir ambas cosas a
la vez se debe a la llamada “plasticidad neuronal”. El cerebro está programado para prestar
atención a la adquisición de información nueva, y en esto consiste realmente el aprendizaje.
Cuanto mayor es la actividad o la excitación entre un determinado grupo de neuronas, más
fuerte es la sinapsis. Por tanto, el crecimiento del cerebro es consecuencia de la actividad. De
hecho, el cerebro joven tiene más sinapsis excitadoras que inhibidoras. Cuanto más se repite o
reaprende una determinada información y/o acción, más fuertes se hacen las neuronas, y la
conexión se convierte en algo parecido a un camino bien marcado, es decir, más se asienta el
aprendizaje.

La mente adolescente explora consciente y creativamente los significados más profundos


de la vida, de la amistad, de la familia, de futuro, de todo. También la habilidad de reflexionar
sobre nuestra propia personalidad surge en estos años. El crecimiento de los lóbulos frontales
en esta etapa ayudará a experimentar la habilidad de saber sobre el saber (reflexionar sobre
cómo pensamos, cómo nos sentimos, por qué hacemos lo que hacemos y cómo podríamos
hacer las cosas de distinta manera).

Las exploraciones creativas y conscientes del pensamiento conceptual y el razonamiento


abstracto de la o el adolescente permiten enfocar antiguos problemas con puntos de vista
nuevos y variados. Incluso esquemas que se limitan a repetir el conocimiento anterior recibido
de la familia, en la adolescencia el cerebro permite formas nuevas de pensar y cuestionar dichos
esquemas.
20 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

Una persona de 16 años no es una de 10 con 6 años más de experiencia. El desarrollo


cerebral significa que, como adolescentes, pueden pensar de manera conceptual y abstracta
cosas que el niño de 10 años ni siquiera puede imaginar.

La adolescencia es la edad de oro para la innovación porque es durante este periodo


cuando las variaciones del cerebro en los centros de la gratificación y en la corteza estimulan el
pensamiento creativo y empujan a las y los adolescentes a explorar el mundo con otras
perspectivas. La búsqueda de la novedad y la necesidad de gratificación no solo hay que
entenderlas como factores que pueda llevar a conductas de riesgo, también como
oportunidades, como fuentes del pensamiento creativo. Estas capacidades deben ser orientadas
(por ejemplo, a través del estudio o de la experimentación sin riesgo), para lograr que el
conocimiento logrado dé forma a la innovación. La clave es intentar moverse en ese territorio
medio, un espacio en el que se pueda respetar la necesidad de novedades y la creación de nuevas
experiencias y se puedan orientar de la manera más saludable posible.

El cerebro adolescente aprende muy rápido, pero en otras cosas es todavía ineficaz, por
ejemplo, en la atención, la finalización de las tareas, la autodisciplina y las emociones. Dar muchas
instrucciones a las y los adolescentes no es lo más aconsejable (lo ideal no más de dos), ya que
por mucho que parezca que pueden hacer varias cosas a la vez, en realidad no se les da bien la
“multitarea”. Los lóbulos parietales situados justo detrás de los frontales contienen zonas de
asociación que son fundamentales para poder pasar de una tarea a otra, algo que también
madura tardíamente en la adolescencia. Hablar por el móvil y conducir a la vez, o estudiar
mientras están pendiente del WhatsApp, requiere de concentración cognitiva. En estas
situaciones el cerebro tiene que ir y venir de forma constante entre una y otra tarea, y cuando
lo hace, no realiza bien ninguna de ellas (o al menos no tan bien como lo haría si se centrase
solo en una de ellas). El mundo actual está caracterizado por la sobrecarga de información,
cambiar continuamente de tarea es casi una necesidad, y parece que personas adultas y
adolescentes se enorgullecen de su capacidad para realizar muchas cosas a la vez, pero ¿qué
riesgo puede tener esto? Como ya se ha dicho, no solo no realizar bien ninguna de las tareas
implicadas, sino también estados de ansiedad que no todo el mundo gestionará de manera
adecuada.
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 21

Durante este periodo también es fundamental marcar límites a su conducta (por


ejemplo, con el uso del móvil o el ordenador en casa). Sus eufóricos cerebros todavía (al menos
en la mayoría de los casos) no están preparados para autorregularse.

Una de las funciones ejecutivas de los lóbulos frontales es la “memoria prospectiva”, que
permite acordarse de algo que se dijo que se iba a hacer (por ejemplo, escribir un WhatsApp a
una amiga al día siguiente, o llamar a un amigo para preguntarle por un examen importante).
Los investigadores han descubierto no solo que esta memoria está asociada a los lóbulos
frontales (inmaduros en la adolescencia), sino que sigue desarrollándose y adquiriendo mayor
eficacia entre los 6 y los 10 años concretamente, y después de nuevo, a partir de los 20. Sin
embargo, en los estudios no se encontró ninguna mejoría de esta memoria entre los 10 y los
14 años. Es como si esa parte encargada de acordarse de hacer algo, no fuera al mismo tiempo
que el resto del crecimiento y el desarrollo del cerebro adolescente.

Cuando la persona abandona la adolescencia, la plasticidad sináptica y el aprendizaje


requieren de mayor esfuerzo, y si después de esta etapa aquellas neuronas que se utilizaban
para una actividad concreta (por ejemplo: formar parte de un grupo teatral o de música rock)
y estaban en permanente uso, se dejan de utilizar, entran en “un sueño profundo” del que es
difícil salir. A su vez, las personas adultas también tienen menos glutamato (necesario en las
sinapsis) y dopamina y menor disponibilidad de receptores, por lo que tienen menor flexibilidad
cognitiva. Esto no quiere decir que no haya adultas y adultos que hagan muchas y variadas
actividades, por supuesto, simplemente es una explicación de por qué un porcentaje importante
no, y de lo importante que es mantener las aficiones y actividades iniciadas en la adolescencia
para que nuestras neuronas no se queden rezagadas. Porque, aunque la plasticidad del cerebro
alcance su nivel más alto en la infancia y la adolescencia, nunca se detiene, o, al menos, no lo
hace mientras no lo hagamos nosotras y nosotros. Cuanto más se participe en actividades de
aprendizaje, más fácil será seguir aprendiendo cosas nuevas ya que no se habrá perdido el hábito.

Terminemos el apartado con una paradoja: la adolescencia es una etapa del desarrollo
en la que la persona tiene extraordinarias capacidades cognitivas para aprender y memorizar ya
que todavía se encuentra en lo más alto de la plasticidad sináptica de la infancia. Pero esta
capacidad de aprendizaje no solo puede llevarla a aprender cosas buenas, también malas, ya que
en este periodo se da una importante necesidad de recompensa y el propio cerebro puede
22 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

interpretar como recompensa cualquier cosa que se aprenda, adecuada o inadecuada, pero que
estimule la producción de dopamina (ver el siguiente vídeo)

http://www.rtve.es/alacarta/videos/redes/redes-adolescencia-hizo-humanos/1615249/

4. LOS RITMOS DE LA PUBERTAD Y LA SEXUALIDAD ADOLESCENTE

La pubertad está marcada por el desarrollo del cuerpo y la transformación de las


características sexuales secundarias (crecimiento de los genitales y músculos más fuertes en los
chicos; caderas más anchas y desarrollo del pecho en las chicas). Esta maduración sexual está
relacionada con el aumento de elementos químicos que están distribuidos por todo nuestro
cuerpo, hormonas de varios tipos que ayudan a regular el crecimiento y la activación de las
áreas sexuales.

No se puede afirmar que los cambios en el cerebro tengan que ver con los cambios
sexuales, pero sí que el aumento de circulación de las hormonas sexuales que se producen con
la llegada de la pubertad crea nuevos e intensos impulsos sexuales, sentimientos de atracción y
excitación erótica. De este modo nos encontramos con un aumento de la sexualidad en un
contexto de maduración cerebral que a veces es posterior y las funciones cognitivas y ejecutivas
retrasadas.

En la adolescencia empiezan a ver el mundo con patrones conceptuales más allá de los
hechos concretos, y ese pensamiento y razonamiento abstracto incluye verse a sí mismas y
mismos y las y los otros con cierta distancia. La noción de identidad personal (quiénes somos y
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 23

qué nos interesa realmente) empieza a convertirse en el tema central de sus pensamientos
internos, de las conversaciones con sus amistades. También en esas edades pueden actuar de
distintas maneras según dónde se encuentren. Durante la adolescencia temprana, existe poca
percepción de estas diferentes maneras de ser, parece que una o un mismo adolescente puede
tener muchos estados diferenciados de los que ni siquiera es consciente (Daniel J. Siegel, 2014).

Además de estas experiencias de cambio de identidad y sus diversas manifestaciones, el


aumento de los niveles de hormonas sexuales tiene un efecto en las funciones generales
psicológicas y neurológicas del adolescente, como que la atracción sexual y la excitación se
manifiestan sin ser conscientes durante esos años. Por múltiples razones, la adolescencia vemos
que está marcada por un incremento de conciencia de las sensaciones sexuales, y para algunas
y algunos, esta nueva conciencia es emocionante, pero para otras/os, sentir la excitación sexual
en general, o la atracción por una persona en particular, puede resultar incómodo o parecerles
algo que no controlan o que incluso les resulta angustioso (ver el siguiente vídeo).

https://www.youtube.com/watch?v=cxg9sNZRJMI
24 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

5. RASGOS DE LA MENTE ADOLESCENTE. OPORTUNIDADES vs RIESGOS

Durante los años de la adolescencia, nuestra mente cambia en la forma de pensar,


recordar, razonar, centrar la atención, relacionarse con las demás personas y tomar decisiones.

El periodo de la adolescencia, de hecho, es el que acumula más poder para la creatividad,


por lo que no debería ser tratada como una etapa a evitar “a toda costa”, sino al contrario,
tendría que ser estimulada y potenciada. Aunque, cierto es, que son años que no siempre
facilitan la labor educativa a las personas adultas que los acompañan. Cómo se gobiernen los
años adolescentes, tendrá un impacto directo en cómo se vivirán los años que formarán la vida
adulta.

Los cambios cerebrales que se dan durante los primeros años de la juventud establecen
durante la adolescencia cuatro cualidades en la mente:
1. Búsqueda de novedades
2. Implicación social
3. Aumento de la intensidad emocional
4. Experimentación creativa

Se dan cambios en los circuitos fundamentales del cerebro que hacen que el periodo de
la adolescencia sea diferente al de la infancia. Estos cambios afectan a la forma en que las y los
adolescentes buscan la gratificación en probar cosas nuevas, conectar con sus iguales, sentir
emociones intensas y rechazar las normas establecidas para relacionarse con el mundo.

Parece que cada uno de estos cambios es necesario para crear las transformaciones que
ocurren en su forma de pensar, sentir, interactuar y tomar decisiones durante la adolescencia.
Pero esto cambios, pueden aportar ventajas (oportunidades), pero también desventajas
(riesgos-vulnerabilidad).
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 25

 BÚSQUEDA DE NOVEDADES

La búsqueda de novedades surge de un creciente impulso de necesidad de gratificación


en los circuitos del cerebro adolescente que crea la motivación interior de probar algo nuevo
y experimentar.

 Ventaja/oportunidad: Ser una persona abierta al cambio y vivir apasionadamente


puede facilitar el deseo por la búsqueda de nuevas formas de hacer las cosas iniciando
proyectos interesantes.
 Desventaja/riesgo: la aceptación del riesgo concediendo más importancia a las
emociones puede llevar a la persona a comportamientos peligrosos y posibles daños.
La impulsividad puede convertir una idea en acción sin tiempo para reflexionar en
las consecuencias.

 IMPLICACIÓN SOCIAL
 Ventaja/oportunidad: Creación de relaciones de apoyo, amistad que son el mejor
indicador de bienestar y felicidad en una persona.
 Desventaja/riesgo: las y los adolescentes con malas relaciones con personas
adultas que solo se relacionan con iguales suelen tener comportamientos de riesgo
cada vez mayores, y el rechazo a atender razonamientos planteados por esas
personas adultas, aumentan dicho riesgo.
 EL AUMENTO DE LA INTENSIDAD EMOCIONAL
 Ventaja/oportunidad: Dar sentido e impulso vital a las cosas y a los objetivos que
se planteen.
 Desventaja/riesgo: La emoción puede tomar las riendas y provocar impulsividad,
cambios de humor y una reactividad excesiva poco aconsejable muchas veces.
 LA EXPLORACIÓN CREATIVA
 Ventaja/oportunidad: el no vivir en el mundo adulto y a la vez ser capaces de
mantener el pensamiento, la imaginación y la percepción del mundo de formas
nuevas, puede permitir la creación de nuevas ideas innovadoras que se salgan de lo
ordinario viviéndolo como algo extraordinario.
26 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

 Desventaja/riesgo: la búsqueda del significado de la vida durante esta etapa puede


conducir a una crisis de identidad, la falta de dirección y a la vulnerabilidad ante la
presión de las y los iguales.

A continuación, os animamos que veáis el siguiente vídeo sobre la plasticidad del cerebro
adolescente.

https://www.youtube.com/watch?v=2MeZ83Lr6AA

6. AMBIVALENCIA Y VULNERABILIDAD EN LA ADOLESCENCIA

La ambivalencia afectiva está presente en todo ser humano y consiste en la coexistencia


simultánea de dos afectos contrarios en una misma persona ("queriendo y odiando al mismo
tiempo") sin que el uno desplace al otro. Cuando las y los adolescentes se dejan llevar por los
sentimientos pueden comenzar los problemas ya que pueden llegar a odiar a las personas que
más quieren sin saber ni siquiera por qué. Cuando esto ocurre es importante estar ahí para
ayudarlos a que identifiquen sus sentimientos, conseguir que los coloquen en su lugar correcto,
que los canalicen y trabajar el tiempo que sea necesario para que no traten de manera incorrecta
a sus seres queridos.
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 27

Para comprender mejor este fenómeno es útil comparar la afectividad de la adolescencia


con la afectividad de las etapas anteriores. En años anteriores, la afectividad es espontánea y
expresiva, está a flor de piel; en cambio, la del adolescente mayor de 14 años es más “secreta”.
Es mucho más fácil conocer lo que siente un púber o un niño que lo que siente una o un
adolescente. Este último tiene la posibilidad de esconder su afectividad y lo hace, abriendo su
corazón a personas seleccionadas, normalmente amistades.

Estamos en la etapa de los sentimientos, los sentimientos son la verdadera riqueza de


las y los adolescentes. Influyen sobre la personalidad general para bien o para mal. Los
pensamientos positivos como, afecto, ternura, alegría, amistad y amor, refuerzan y enriquecen
los motivos y las conductas, mientras que los sentimientos negativos son autodestructivos.

https://www.youtube.com/watch?v=v4KplEgXI9c

A lo largo de la adolescencia suelen surgir dificultades emocionales ligadas las necesidades de


su personalidad como:

 NECESIDAD DE IDENTIDAD

La y el adolescente busca ser alguien, a lo largo de esta búsqueda siente incertidumbre


sobre quién es, sobre sus futuros roles y responsabilidades Y la incertidumbre se convierte,
algunas veces, en ansiedad.

 NECESIDAD DE AFECTO
28 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

En la adolescencia aparecen sentimiento de inseguridad, incomprensión, culpabilidad,


soledad... Por ello, aunque a veces parezca que lo rechacen necesitan mucho afecto y apoyo
emocional, si no lo obtiene pueden tener respuestas relacionadas con la ansiedad.

 NECESIDAD DE REALIZACIÓN PERSONAL

Ser adolescente conlleva un comportamiento cada vez más autónomo que las y los
coloca en situaciones de éxito o fracaso. El éxito alimenta el autoconcepto positivo y eleva la
autoestima, en cambio el fracaso produce desaliento, culpabilidad. Todo ello predispone
también a la ansiedad.

 NECESIDAD DE INDEPENDENCIA

La y el adolescente necesita cierta libertad, poder tomar algunas decisiones personales,


actuar según sus intereses, tener privacidad, etc. Cuando la familia o la escuela no respetan todo
eso favorecen las conductas agresivas, rebeldes e inadaptadas.

 NECESIDAD DE RELACIÓN SOCIAL

Como ser social, en la adolescencia se necesita el contacto social, sobre todo con el
grupo de iguales. Cuando no lo consigue, pueden aparecen estados de resentimiento, melancolía
y agresividad.

Si se presenta alguna vulnerabilidad en la formación del cerebro durante la infancia, la


adolescencia puede manifestar esas diferencias en el cerebro al ir eliminando el número de
neuronas y sus conexiones, existentes pero insuficientes. Dicha vulnerabilidad puede deberse a
un amplio abanico de causas, desde la genética hasta la exposición a drogas o experiencias
adversas como el abandono. La reactivación de los genes durante la adolescencia, que definen
el crecimiento de las neuronas y cómo van a interactuar con otras, también puede influir en la
vulnerabilidad del cerebro adolescente.

Aunque se produzca la poda normal, lo que quede puede ser insuficiente para conseguir
un estado de ánimo estable (relacionado con posibles trastornos del estado de ánimo como la
depresión o el trastorno bipolar) o para que el pensamiento esté en sintonía con la realidad
(como en los casos de esquizofrenia). Si además el nivel de estrés es alto, puede que el proceso
de poda llegue a ser incluso más intenso reduciéndose en número o efectividad los circuitos
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 29

que ya de por sí puedan estar en peligro. El resultado es la aparición de la vulnerabilidad oculta


durante esa poda.

Cuando el estado de ánimo o el pensamiento se vuelven disfuncionales durante largos


periodos de tiempo, es posible que la o el adolescente no esté simplemente experimentando
las inevitables emociones intensas de la adolescencia, sino algo más. Quizás sea una etapa de
integración dañada temporalmente y un desarrollo posterior pueda corregir esa dificultad, pero
a veces, la aparición de problemas serios de comportamiento es señal de un desorden que
puede estar aflorando y que necesita evaluación y tratamiento.

Obviamente, con una integración dañada en el cerebro, la mente no puede ser flexible
ni resistente. Esa falta de integración puede responder muy bien a terapia, a medicación, o a
ambas cosas, pero, sobre todo, la persona debe pasar por una buena evaluación. El que la mente
de una persona deje de funcionar correctamente puede resultar angustioso tanto para esa
persona como para las que la rodean, y esto a su vez generar un elevado nivel de estrés que es
contraproducente en sí mismo (incluso en relación a la poda neuronal). Por ello, buscar ayuda
profesional lo más tempranamente posible es fundamental para reducir el estrés y evitar la poda
excesiva. En la actualidad se está investigando cómo el proceso de poda, intensificada por el
estrés, puede producir formas erróneas de funcionamiento de las conexiones cerebrales.

Que una vulnerabilidad genética termine en un desorden psiquiátrico no es una hipótesis


que se cumpla siempre. La realidad es más compleja (ni siquiera tiene que ocurrir en los gemelos
idénticos aun compartiendo su constitución genética). La experiencia desempeña un papel
fundamental en el desarrollo del cerebro, incluso frente a la genética y a otros factores de
riesgo. Tener relaciones satisfactorias, sentir que se pertenece a un grupo, estar satisfecho con
una/o mismo, entre otras cosas, influyen en cómo adquiere y mantiene el cerebro su desarrollo
integrador, a la raíz de nuestro camino hacia la salud.

Cuando una o un adolescente vive un estado de integración goza de salud mental y


bienestar. Cuando se bloquea la integración, puede aparecer el caos (las emociones se imponen
a la lógica) y la rigidez. En estos casos es importante intentar que vuelvan de nuevo a un estado
de calma y equilibrio para que pase a un estado más integrado.
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6.1. LA IMPORTANCIA DE INTEGRAR LO IMPLÍCITO Y LO


EXPLÍCITO DE LA MENTE

Los recuerdos implícitos pueden ser positivos y negativos, y estos recuerdos nos
predisponen a actuar o a esperar algo de las y los demás en relación a nosotras y nosotros.

Cuando el recuerdo implícito es de una experiencia dolorosa o negativa y no somos


consciente de su existencia, se convierte en un cuestión limitante y debilitante afectándonos.
Aunque no seamos conscientes de su origen en el pasado, los recuerdos implícitos pueden crear
de la misma manera miedo, evitación, tristeza y otras emociones incapacitantes. Esto explicaría
por qué personas de diferentes edades reaccionan ante distintas situaciones de manera extrema
sin ser conscientes de la razón.

Pero ¿cómo se puede ayudar a las y los adolescentes cuando sufren los efectos de
experiencias negativas del pasado? Una manera es hacer esos recuerdos implícitos conscientes
para que se conviertan en explícitos y puedan manejarlos de una manera intencionada. Existe
una parte de nuestro cerebro cuya función es precisamente esa, integrar los recuerdos
implícitos y explícitos para que podamos entender mejor el mundo y a nosotras y nosotros
mismos, esa parte es el Hipocampo, también encargado de buscar los recuerdos en nuestra
memoria. El hipocampo actúa junto con distintas partes del cerebro para coger todas las
imágenes, emociones y sensaciones de la memoria implícita y juntarlas para formar “la
comprensión explícita” de nuestras experiencias del pasado. Cuando las imágenes y las
sensaciones de la experiencia solo existen de manera implícita y no han sido integradas en el
hipocampo, permanecen aisladas unas de otras, sin orden en el cerebro. Esto no nos ofrece
claridad en lo que somos en realidad e influye en nuestra manera de interactuar con el mundo
y comportarnos, todo ello sin ser conscientes.

Por lo tanto, es fundamental integrar los recuerdos implícitos y explícitos lo que nos
permitirá reflexionar acerca del impacto que todo ello tiene en nuestras vidas y convirtiéndonos
en los principales protagonistas de nuestra historia. Y para que esto pueda ser posible, es
fundamental el papel del hipocampo.
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 31

Puede que no siempre sea posible relacionar una reacción extrema de una o un
adolescente con un hecho concreto del pasado, por lo que tampoco hay que forzar la conexión
si no existe. Pero si se piensa que cabe esa posibilidad, a continuación, se presentan unas
herramientas sencillas para ayudarlos a integrar sus recuerdos implícitos y explícitos y conseguir
un mayor control sobre la manera en que responden a determinadas situaciones:

- Reproducir los recuerdos desagradables. Pero con la posibilidad de hacer pausas,


retroceder, avanzar rápidamente según se sienta la o el adolescente (como si utilizarán
un mando a distancia y su recuerdo verbalizado fuera una película). De esta forma se
consigue que el proceso de la narración de la historia les provoque menos miedo (o la
emoción que sea), porque les ofrece la posibilidad de controlar lo que deben afrontar
permitiéndoles interactuar con la experiencia a su propio ritmo. Así podrán contemplar
una experiencia desagradable (por ejemplo, que les enfadó o frustró) sin tener que
revivirla de manera inmediata escena por escena.
- Dar la oportunidad de que hablen de sus problemas y los describan dando detalles sobre
cómo se sintieron y cómo acontecieron. Esto los ayudará a dar sentido a dichas
experiencias, mejorando la capacidad de comprensión de experiencias pasadas y
presentes.

 LA VISIÓN DE LA MENTE

Con la visión de la mente, la o el adolescente puede ver lo que ocurre en su propia


cabeza permitiéndole comprender a qué concede más energía, pudiendo reconsiderar ese
reparto de atención. Este ejercicio ayuda a la reflexión personal y a la observación detenida que,
con apoyo adecuado, puede orientarlos ya que en muchas ocasiones se puede ver como algunas
y/o algunos adolescentes fijan su atención en aspectos desagradables de sí mismas/os (ver
imagen y ejemplo de aro), excluyendo otros más productivos (su talento musical, su inteligencia
y su deseo de relajarse y divertirse, por ejemplo) que podía integrar en su visión del mundo (y
en el caso del ejemplo a lo mejor no solo preocuparse, ensayar, estudiar o trabajar).
32 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

La importancia de integrar las distintas partes de una y uno mismo ayudado del aro (o
“Rueda de la conciencia”) puede ser un ejercicio sencillo a poner en práctica por las y los
adolescentes para situar los diferentes aspectos importantes de sus vidas e integrarlos dándoles
a cada uno su lugar y su tiempo.

Figura 1: La rueda de la conciencia2

Con la visión de la mente, las y los adolescentes pueden ver lo que ocurre en su propia
cabeza y comprender que son ellas y ellos los que conceden más o menos tiempo y energía a
unos u otros aspectos del aro, y que, si lo desean, pueden cambiar esa situación. Cuando se
centran demasiado en aspectos desagradables o tristes de su aro, pueden estar excluyendo
otros que les pueden ayudar a ver el mundo de otra manera. Aquí tiene mucha importancia la
atención focalizada ya que el cerebro es plástico y cambia en función de lo que experimentamos,
así como de aquello en lo que fijamos nuestra atención. Cuando fijamos la atención en algo, se
crean nuevas conexiones neurales que alteran la manera en que respondemos al mundo e
interactuamos con él. Por eso, la práctica repetida de algo puede convertirse en una aptitud y
un estado puede convertirse en un rasgo, tanto para bien como para mal. Podemos desplazar
nuestra atención hacia otros aspectos en el aro de la conciencia de modo que dejemos de ser

2
Fuente: Figuras y ejemplo sacado del libro “El cerebro del niño” de Siegel y Paynel, 2012
TEMA 1- ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS | 33

“víctimas” de “fuerzas” que escapan a nuestro control, para convertirnos en participantes


activas y activos en el proceso decidir e influir en nuestra manera de pensar y sentir.

Pero también es muy importante que las y los adolescentes conozcan y entiendan sus
sentimientos, pero para que esto se dé, éstos antes tienen que ser reconocidos, y reconocidos
como algo temporal, cambiante. Son estados, no rasgos. No se sentirán tristes o con enfado
siempre, pasará, aunque en ese momento les cueste creerlo. Una manera de conseguir que
entiendan eso y que puedan influir en los distintos pensamientos, deseos y emociones que se
mueven dentro de ellas y ellos es a través del reconocimiento/criba de todas las sensaciones,
imágenes, sentimientos y pensamientos que les afectan. Por ejemplo, sensaciones físicas que les
indican a través de un nudo en el estómago que tienen ansiedad, el deseo de pegar como señal
de ira o frustración, la posición retraída del cuerpo como muestra de tristeza, la tensión en el
cuerpo cuando están nerviosas o nerviosos, etc. El simple hecho de reconocer sensaciones les
puede hacer comprender lo que les pasa y como último paso incidir en sus sentimientos.

También deben aprender a cribar las imágenes que les afecta a su manera de ver el
mundo e interactuar con él. Algunas pertenecen al pasado, otras pueden ser fruto de la
imaginación o del miedo a que algo pueda suceder. Cuando toman conciencia de las imágenes
que están activas en su mente, puede ser más sencillo controlarlas y reducir en gran medida el
poder que ejercen sobre ellas y ellos.

Cribar los sentimientos y emociones es otra de las tareas fundamentales de las y los
adolescentes para poder ajustarse mejor a las situaciones diarias. Si dedicamos un tiempo a
preguntarles cómo se sienten y los ayudamos a ser precisas y precisos, pueden pasar de
descriptores emocionales “simples” con respuestas del tipo “bien/mal” a otros más específicos,
donde no solo nos definan con conceptos más claros sus emociones (“angustiado”, “agobiado”)
sino que incluso nos relaten ese sentimiento.
34 | ADOLESCENCIA, UNA VISIÓN DESDE LAS NEUROCIENCIAS

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