Holocausto - Wikipedia, La Enciclopedia Libre
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El Holocausto[1] —también conocido por su término hebreo, Shoá (traducido como «La
Catástrofe»)— es el genocidio que tuvo lugar en Europa contra los judíos durante el transcurso
de la Segunda Guerra Mundial bajo el régimen de la Alemania nazi.[2] Los asesinatos tuvieron
lugar a lo largo de todos los territorios ocupados por Alemania en Europa.[3] Fue el desenlace de
un concepto racista alemán puesto en práctica por los nazis, conocido por ellos como la
solución final de la cuestión judía, o sencillamente la «solución final» (en alemán, Endlösung).[4]
Holocausto
Desde arriba. 1.ª fila: Fosas comunes de Bergen-Belsen tras su liberación en abril de 1945. 2.ª fila: Prisioneros judíos
procedentes de Hungría recién llegados a Auschwitz en mayo de 1944; imagen izquierda, chimeneas de los crematorios II y
III de Birkenau. 3.ª fila: cadáveres en abril de 1945 en el ya liberado campo de concentración de Nordhausen (izquierda).
Hornos crematorios en Buchenwald con huesos de mujeres alemanas contrarias a los nazis, abril de 1945 (derecha). 4.ª y
última fila: Auschwitz en 2009.
Ubicación Europa
La decisión nazi de llevar a la práctica el genocidio fue tomada entre finales del verano y
principios del otoño de 1941[5] y el programa genocida alcanzó su punto culminante en la
primavera de 1942 —desde finales de 1942, las víctimas eran transportadas regularmente en
trenes de carga, especialmente conducidos a campos de exterminio donde, si sobrevivían al
viaje, la mayoría eran asesinados sistemáticamente en las cámaras de gas—.[6] A cargo de su
planificación, organización administrativa y supervisión estuvo Heinrich Himmler.[7] Por lo
demás, fue la repetida retórica antisemita de Adolf Hitler la que incentivó la ejecución de las
matanzas, que además contaron directamente con su aprobación.[8] De esta forma, entre 1941
y 1945, la población judía de Europa fue perseguida y asesinada sistemáticamente, en el mayor
genocidio del siglo XX. Sin embargo, este exterminio no se limitó sólo a los judíos, sino que los
actos de opresión y asesinato se extendieron a otros grupos étnicos y políticos.[9] Cada brazo
del aparato del Estado alemán participó en la logística del genocidio, convirtiendo al Tercer
Reich en un «Estado genocida».[10] Las víctimas no judías de los nazis incluyeron a millones de
polacos, comunistas y otros sectores de la izquierda política, homosexuales, gitanos,
discapacitados físicos y mentales y prisioneros de guerra soviéticos.
Dada la dificultad para establecer cifras certeras, se ha tomado la cifra simbólica de seis
millones de muertos en torno a la comunidad judía.[11] [12]
Se estima que, en total, un mínimo de
once millones de personas murieron, de ellas, un millón habrían sido niños. Asimismo, de los
judíos residentes en Europa antes del Holocausto, aproximadamente dos tercios fueron
asesinados.[13] La maquinaria del Holocausto tenía una red de aproximadamente 42 500
instalaciones por toda Europa para confinar y matar a sus víctimas y contó con la participación
directa de entre 100 000 y 500 000 personas para su planificación y ejecución.[14] Entre los
métodos utilizados estuvieron la asfixia por gas venenoso (Zyklon B), los disparos, el
ahorcamiento, los trabajos forzados, el hambre, los experimentos pseudocientíficos, la tortura
médica y los golpes.[15]
Por otro lado, a lo largo del Holocausto se produjeron episodios de resistencia armada contra
los nazis. El ejemplo más notable fue el Levantamiento del Gueto de Varsovia de 1943, cuando
miles de combatientes judíos mal armados se enfrentaron durante cuatro semanas a las SS. Se
estima que entre 20 000 y 30 000 judíos participaron en Europa del Este en los movimientos
partisanos creados durante la Segunda Guerra Mundial en los países ocupados por Alemania,
que contaron con millones de guerrilleros.[16] Los judíos franceses también tuvieron gran
actividad en la Resistencia francesa. En total, se produjeron alrededor de un centenar de
levantamientos judíos armados.
La Unión Europea sancionó una ley que entró en vigor a finales de 2007 penando el
negacionismo del Holocausto y de todos los demás crímenes nazis;[17] además, creó en 2010 la
base de datos Infraestructura europea para la investigación del Holocausto (EHRI), destinada a
reunir y unificar toda la documentación y archivos que conciernen al genocidio.[18] Por otro lado
la ONU rinde homenaje a las víctimas del Holocausto desde 2005, habiendo fijado el 27 de enero
como Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto, dado que ese día de 1945,
el Ejército Rojo de la Unión Soviética liberó el campo de concentración de Auschwitz.[19]
Terminología
El concepto de genocidio, como pena judicial, no entra en vigor hasta 1954; de hecho en los
Juicios de Núremberg no fue reconocido como delito.[20] La Convención para la prevención y la
sanción del delito de genocidio es un documento de Naciones Unidas aprobado en 1948.[21] Su
principal impulsor fue el jurista polaco Raphael Lemkin que fue el primero en utilizar y definir el
delito de genocidio en un libro publicado en 1946, en el que denunció los crímenes nazis
cometidos en la Europa ocupada.[21]
Los primeros en usar el término «Holocausto» fueron los historiadores judíos de finales de la
década de 1950; la generalización de dicho término se produjo a finales de los años sesenta.[22]
La palabra «holocausto» proviene de la traducción griega del texto masorético conocida como
Versión de los setenta, en la que el término olokaustos (ὁλόκαυστος: de ὁλον, ‘completamente’, y
καυστος, ‘quemado’) traduce una palabra hebrea que se refiere a un sacrificio consumido por el
fuego.[23]
También se utiliza para nombrarlo el término Shoá (Shoah o Sho'ah),[24] término proveniente del
hebreo שואהy cuyo significado es «catástrofe».[25] La palabra forma parte de la expresión Yom
ha-Sho'ah, con la que se nombra en Israel al día oficial de la Memoria del Holocausto.
En yidis para referirse al Holocausto se emplea la expresión hurb'n eiropa,[26] y ella posee el
significado de «Destrucción [de las comunidades judías] de Europa», incluyendo esto también la
cultura de las mismas.[27]
En cuanto a la historia del uso del término «holocausto», desde el siglo xvi se empleó la
expresión holocaust en el idioma inglés para catástrofes extraordinarias de incendios con gran
cifra de víctimas. En el siglo xviii la palabra adquiere un significado más general de muerte
violenta de gran número de personas.[28]
Antes del genocidio judío perpetrado por los nazis, Winston Churchill usó la expresión holocaust
en su publicación El mundo en crisis en referencia al genocidio armenio en Turquía.[29] En
relación al uso de la palabra holocausto para referirse al genocidio de aproximadamente seis
millones de judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial,[30] en la entrada «Holocaust»
de la Encyclopaedia Britannica (2007), la definición es la siguiente:
En la posguerra y en la década de 1950 no hubo una toma de conciencia del hecho mismo del
Holocausto. Los judíos eran considerados unas víctimas más de la Segunda Guerra Mundial, por
lo que el Holocausto «está poco presente en el debate público, y los propios judíos no intentan
introducirlo. Los sobrevivientes a menudo querían hablar, pero no se les escuchaba
demasiado...», comenta Michel Wieviorka. Cuando se empieza a hablar en Occidente de la
destrucción de los judíos de Europa es en la década de 1960 a raíz del proceso a Adolf
Eichmann y es entonces cuando empieza difundirse el término Holocausto, aunque este no
alcanzará a todas las capas de la población hasta la emisión en 1978 de la serie televisiva
norteamericana Holocausto. Por su parte el término Shoah, utilizado en Israel, no se populariza
en Occidente hasta la década de 1980, especialmente tras el estreno en 1985 del monumental
documental de Claude Lanzmann Shoah. Después películas —como La lista de Schindler— y
libros contribuyen a que el Holocausto esté presente en la conciencia colectiva. Según Michel
Wieviorka, la toma de conciencia del Holocausto constituye «un gran escudo, aporta una barrera
a toda expresión fuerte de antisemitismo».[33]
la Solución Final, tal y como surgió, era una unidad dentro de un número
concreto de «programas» organizativamente distintos, uno de los cuales,
surgiendo de las condiciones específicas del Warthegau y permaneciendo en
todo momento bajo la dirección del mando de la provincia más que bajo el
control central de la oficina principal de la Seguridad del Reich, fue el
programa de exterminio de Chelmno.[35]
En cuanto al grado de responsabilidad directa de Hitler, Adolf Eichmann recordó, años después
de terminada la guerra, que Heydrich le había comunicado que tenía una orden de Hitler para
exterminar físicamente a los judíos.[36] En esta línea, hasta la década de 1970[37] se aceptaba
que la «solución final» se había puesto en marcha a partir de una orden directa de Hitler. Sin
embargo, en 1977 el historiador Martin Broszat dio un giro a esta visión de los hechos notando
que Hitler no había dado ninguna «orden exhaustiva de exterminio general», sino que habían
sido los «problemas para aplicar la deportación general», tras la invasión de la URSS, los que
habían llevado a los dirigentes nazis a iniciar los asesinatos en masa de judíos en las regiones
que estuviesen bajo su mandato. Solo retrospectivamente, esos asesinatos habrían sido
notados por la dirección nazi y reconvertidos en un programa de exterminio más general y
concienzudo.[38] En concreto,
Esta línea de interpretación sería respaldada desde 1983 por otro historiador, Hans Mommsen,
quien ha insistido en la idea de que la Solución Final surgió a partir de los fragmentados
procesos de toma de decisiones del nazismo, los cuales permitirían las iniciativas particulares
al respecto y la acumulación de la radicalización de las mismas. Para él, está claro que Hitler
conocía y aprobaba todo lo que sucedía, pero la improbabilidad de que pudiese haber una orden
formal suya en relación al genocidio se compadece perfectamente con sus intentos explícitos
de ocultar su responsabilidad personal y, subconscientemente, de suprimir la realidad
circundante.[40]
Con todo, ha habido historiadores, como Christopher R. Browning, que han mantenido la idea de
una decisión concreta de Hitler, que habría tenido lugar durante el verano de 1941 y cuyo reflejo
habría sido la orden de Göring a Heydrich por la que le instaba a preparar una solución total a la
«cuestión judía» (otros historiadores, como Philippe Burrin, no veían detrás de este mandato la
orden de Hitler). La aprobación del plan de exterminio por parte de Hitler habría ocurrido a
finales de octubre o noviembre de ese año, una vez paralizada la invasión a la URSS.[41]
Otras hipótesis al respecto han apuntado a enero de 1941 como fecha para una decisión de
Hitler de exterminar a los judíos (Richard Breitman); a agosto de 1941, justo al conocerse la
declaración de la Carta del Atlántico firmada por Roosevelt y Churchill (Tobías Jersak); a
diciembre de ese mismo año (Christian Gerlach); e, incluso, a junio de 1942, justo después del
asesinato de Reinhard Heydrich en Praga (Florent Brayard).
Son seguras, sin embargo, sus declaraciones justificativas del genocidio, especialmente
concentradas durante los primeros meses de 1942, y con referencias directas que demuestran
su conocimiento del mismo.[42]
En las dos últimas décadas, y dado que además de que no se ha encontrado ninguna orden de
Hitler relacionada con el Holocausto, «parece improbable que Hitler diera una orden única y
explícita para ejecutar la Solución Final»,[43] la historiografía se ha decantado por la idea de que
nunca se tomó una decisión única y específica de matar a los judíos de Europa.[44] Con todo,
durante su proceso en Jerusalén en 1961, Adolf Eichmann confesó que durante la Conferencia
de Wannsee (1942) «se estudiaron con rigor los [más efectivos] métodos para exterminar a todo
el pueblo judío que vivía en Europa».[45]
En relación a Hitler, cuyo papel principal habría sido el de una especie de árbitro entre los líderes
nazis que fueron tomando las decisiones que desembocaron en el genocidio, el historiador Ian
Kershaw ha hablado de su «autoridad carismática» como fuente del mecanismo psicológico
mediante el cual sus subordinados trabajaban con
Así las cosas, su papel al respecto es menos evidente de lo que puede parecer a simple vista.
Los historiadores no han llegado a ningún acuerdo claro en relación al grado de intervención
directa de Hitler para dirigir la política de exterminio, lo que incluye el debate acerca de si hubo
por su parte una orden o, incluso, si hubo necesidad de la misma.[47] Las dificultades al
respecto radican, al parecer, en el estilo de liderazgo de Hitler, muy poco burocrático y que,
desde que comenzó la guerra, fomentó el secretismo y el encubrimiento transmitiendo sus
órdenes y deseos solo de forma verbal y en aquellos casos, sobre todo los más sensibles, en
que era algo estrictamente necesario.[48]
En lo que se considera "un punto de inflexión" y "un antes y un después en la vida judía en
Europa", el discurso de Hitler en el Congreso alemán en el año 1939 (sobre el futuro de Europa y
en particular sobre el destino del judaísmo europeo) parece despejar toda duda sobre quién
ordenó el exterminio del pueblo judío: “Si los financieros judíos internacionales de dentro o fuera
de Europa vuelven a llevar a las naciones a una guerra mundial…el resultado no será el triunfo
del bolchevismo en el mundo y con ellos el triunfo del judaísmo, sino la aniquilación total de la
raza judía en Europa”.[49]
Sustrato ideológico
El Tercer Reich se impuso como uno de sus objetivos prioritarios la reestructuración racial de
Europa. En ella, desempeñó un papel fundamental el antisemitismo, que se incardinó en
una ideología o Weltanschauung [concepción del mundo] milenarista que
proclamaba que «el judío» constituía el origen de todos los males, en especial
del internacionalismo, el pacifismo, la democracia y el marxismo, y que era el
responsable del surgimiento del cristianismo, la Ilustración y la masonería. Se
estigmatizaba a los judíos como «un fermento de descomposición», desorden,
caos y «degeneración racial», y se los identificaba con la fragmentación interna
de la civilización urbana, el ácido disolvente del racionalismo crítico y la
relajación moral; se hallaban detrás del «cosmopolitismo desarraigado» del
capital internacional y de la amenaza de la revolución mundial. Eran el
Weltfeind (el «enemigo mundial») contra el cual el nacionalsocialismo definió
su propia y grandiosa utopía racista de un Reich que duraría mil años.[50]
Además de esta ideología, la ejecución del genocidio tuvo como soporte a la sociedad alemana,
la más moderna y con más nivel de desarrollo técnico de Europa, y que contaba con una
burocracia organizada y eficiente.[51]
El Partido nazi, que tomó el poder en Alemania en 1933, tenía entre sus bases ideológicas la del
antisemitismo, profesado por una parte del movimiento nacionalista alemán desde mediados
del siglo XIX. El antisemitismo moderno se diferenciaba del odio clásico hacia los judíos en que
no tenía una base religiosa, sino presuntamente racial. Los nacionalistas alemanes, a pesar de
que recuperaron bastantes aspectos del discurso judeófobo tradicional, particularmente del de
Lutero, consideraban que ser judío era una condición innata, racial, que no desaparecía por
mucho que uno intentara asimilarse en la sociedad cristiana. En palabras de Hannah Arendt, se
cambió el concepto de judaísmo por el de judeidad.[53] Por otro lado, el nacionalismo sólo creía
en el Estado nación caracterizado por la homogeneidad cultural y lingüística de su población.
Considerados como nación perteneciente a otra raza, extranjera, inferior e inasimilable a la
cultura alemana, los judíos solo podían ser segregados y excluidos del cuerpo social. Frente a la
raza judía, extraña al pueblo germánico, colocaban los nazis a la raza aria, sosteniendo que solo
esta última constituía la nación alemana, la única llamada a dominar Europa.[54]
La primera cuestión era determinar quién era judío. Los nacionalistas alemanes no habían
logrado establecer una línea divisoria clara entre judíos y no judíos; había en Alemania
numerosas personas descendientes de judíos conversos que no tenían ya ninguna relación con
la cultura judía, así como numerosas familias mixtas y sus descendientes. En este sentido, la
primera preocupación de los nazis fue crear un criterio para basar la posterior segregación.
Las primeras leyes dirigidas contra los judíos no incorporaban todavía una definición del ser
judío y se hablaba en general de «no arios». La definición finalmente adoptada fue la siguiente:
judío era quien tuviera al menos tres abuelos judíos, fuera cual fuera la religión de la persona
interesada. Quienes tuvieran dos o un solo abuelo judío, eran Mischlinge, es decir, medio judíos.
Los primeros, con dos abuelos judíos, eran «Mischlinge de segundo grado» y podían ser
reclasificados como judíos en función de complejas consideraciones (su religión o la de su
cónyuge, por ejemplo). Podían también ser «liberados» de su condición y convertirse en arios en
pago a los servicios prestados al régimen, o podían seguir siendo Mischlinge, con lo que
estaban sometidos a ciertas restricciones en tanto que «no arios», pero no a las persecuciones
dirigidas contra los judíos. Los Mischlinge de primer grado eran los que tenían un único abuelo
judío y en general eran tratados como arios plenos. Los Mischlinge de uno u otro grado
abundaban en Alemania y a menudo lograban ocultar su condición. El dirigente de las SS
Reinhard Heydrich, El Carnicero de Praga, era Mischlinge de segundo grado, dato que fue
ocultado celosamente por sus superiores nazis.[cita requerida]
Para el psicólogo social Harald Welzer, estudioso del comportamiento de las sociedades ante
las catástrofes sociales, la irracionalidad de los motivos no influye en la racionalidad de la
acción, cosa que se verificó en el Holocausto y también corrobora un enunciado de William
Thomas: «Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus
consecuencias».[55]
La República de Weimar
Tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio alemán (Deutsches Reich) se dotó de una
Constitución que lo definía como una República, de ahí el nombre de República de Weimar con el
que habitualmente se conoce a Alemania en el periodo que va de 1919 a 1933.[56]
A lo anterior hay que añadir un considerable caos económico y político, todo lo cual repercutió
en que la derecha nacionalista empezase a perfilarse como enemiga de un régimen al que hacía
responsable de la situación, incidiendo especialmente en determinadas consecuencias del
tratado, como el reconocimiento por parte de Alemania de su culpabilidad de guerra, la pérdida
de territorios, la reducción del ejército y la dependencia de préstamos extranjeros. Una inflación
masiva en 1923 y el consecuente colapso monetario, que afectaron duramente a las clases
trabajadora y media, redondearon un contexto ideal para el surgimiento de una oposición radical
al régimen.
En el contexto del interés global europeo por diversas teorías de raza seudocientíficas,
desarrolladas mucho antes de la Primera Guerra Mundial y con el objeto de justificar la
exclusión y represión de determinados sectores de la sociedad,[60] en 1923 se creó la primera
cátedra de higiene racial en la Universidad de Múnich y en 1927, en Berlín, el Instituto Emperador
Guillermo de Antropología, Herencia Humana y Eugenesia.[61]
En general, los sentimientos antijudíos se recrudecieron con las crisis económicas y políticas
que se desarrollaron entre 1918 y 1923. Por un lado, se empezó a asociar a los judíos con
actividades subversivas por el papel desempeñado por diversos socialistas y comunistas judíos
(Rosa Luxemburg, Kurt Eisner, Gustav Landauer, Eugen Leviné, Hugo Haase, etc.) en las
frustradas revoluciones de 1918-1919. La mayoría de ellos terminarían siendo asesinados por
miembros de la derecha nacionalista, incluido Walter Rathenau, el primer judío que había llegado
al cargo de ministro de Asuntos Exteriores de Alemania.
Por otro lado, desde 1920 se experimentó una inmigración masiva de judíos polacos en Berlín.
Sin trabajo y con dificultades para adaptarse por el idioma, se convirtieron en objetivo para las
quejas xenófobas de muchos.
Así, el nuevo nacionalismo adoptó la violencia como un modo de alcanzar la salvación nacional.
Desde principios de la década de 1920, una nueva generación de estudiantes universitarios bien
preparados de clase media asimiló las ideas völkisch de nacionalismo racista extremo; ideas
que, diez o quince años después de terminar sus estudios, cuando llegaron a los puestos más
altos de las SS y la Policía de Seguridad, y a los puestos estratégicos del Estado y del partido,
pondrían en práctica.[62]
El recrudecimiento en Alemania del sentir antijudío, una constante histórica en Europa desde el
origen del cristianismo, se hizo notar ya a finales del siglo XIX, cuando degeneró en
antisemitismo. Fue durante ese siglo cuando algunos judíos intentaron resolver la marginalidad
a la que les llevaba la observancia de las normas de su religión por medio bien de la asimilación
al cristianismo, bien transformándose en una nueva clase de judíos.[64] La consecuencia fue
una presencia social entre los no judíos que no pasó inadvertida para muchos de estos, lo que
posibilitó la aparición de reacciones antisemitas incluso en medios intelectuales. Así, por
ejemplo, en unos artículos de 1879 y 1880, el historiador nacionalista alemán Heinrich von
Treitschke llegó a escribir que «los judíos son nuestra desgracia» (Die Juden sind unser Unglück),
una frase que sería retomada más adelante como eslogan por parte de los nazis.[65] Y fue
también en esos años cuando Wilhelm Marr acuñó los términos «antisemita» y «antisemitismo»
y se hizo muy conocido con su ensayo La victoria del judaísmo frente al germanismo: desde un
punto de vista confesional, en donde insistía en la peculiaridad racial, y no tanto religiosa, de los
judíos, además de crear una organización llamada «Liga Antisemita», cuyo ideario era
esencialmente antijudío.[66]
Por su parte, los nacionalistas de derecha, los monárquicos conservadores y las viejas élites,
atemorizados por la revolución de Octubre, asociaban el bolchevismo con el judaísmo y creían
en la posibilidad de una conspiración judía. En cuanto a las clases medias y bajas, la creencia en
que los judíos habían obtenido ganancias económicas a costa de la guerra y las reparaciones
posteriores era también frecuentes. En general, existía un cierto malestar por la inmigración de
judíos desde el Este (entre 1918 y 1933 la política antisemita del gobierno de Polonia había
llevado a 60 000 judíos a emigrar a Alemania) y por la convicción de que el capital estaba en
manos de judíos (aun así, en 1925 los judíos constituían apenas un 0,9 % de la población
alemana, 564 379 personas).[67]
Así las cosas, y teniendo en cuenta que justo tras la guerra ya se había convertido en un éxito de
ventas el panfleto antisemita ruso Protocolos de los sabios de Sion,
En 1923 empezó a circular en Núremberg (donde entre 1922 y 1933 se profanaron alrededor de
200 tumbas judías, profanación que fue generalizada en todo el país en 1927) el periódico
pronazi y antisemita Der Stürmer (El asaltante), que retomó la frase «Los judíos son nuestra
desgracia» como eslogan. El 4 de julio de 1927, Goebbels publicó el número uno del también
antisemita Der Angriff («El ataque»), con el objeto de mantener vivo el espíritu del partido nazi
los años en que fue ilegal en Berlín. Constituido en órgano oficial del partido nazi, incitaba a la
violencia contra los judíos.
En 1929 se creó, por un lado, la Liga de Médicos Alemanes Nacional-Socialistas, con el objeto
de centralizar el interés en la eugenesia, y, por otro, la Liga para Luchar por la Cultura Alemana,
una asociación antisemita y antibolchevique dirigida por Alfred Rosenberg que centró sus
acciones en la lucha contra lo que él llamaba «arte degenerado».
En 1935 se inició la publicación de las revistas antisemitas Deutsche Wochenschau für Politik
Wirtschaft, Kultur und Technik (Semanario alemán de política, economía, cultura y tecnología) y
Zeitschrift für Rassenkunde (Revista de ciencia racial»), una publicación seudocientífica. En 1936,
Goebbels fundó el Instituto del NSDAP para el Estudio del Tema Judío y se publicó la primera
tirada de la revista Forschungen zur Judenfrage (Investigación sobre el Tema Judío), también de
carácter seudocientífico. En julio de 1937, se inauguró en Múnich la exposición Entartete Kunst
(Arte degenerado), una muestra de obras de arte consideradas inaceptables de autores judíos y
no judíos, y en noviembre otra exposición titulada Der Ewige Jude (El eterno judío), en la que se
asociaba a los judíos con el bolchevismo, además de mostrar sus características raciales
tópicas: nariz ganchuda, labios grandes y frente inclinada.[70]
Las zonas de mayor antisemitismo (en el siglo XIX, la violencia antijudía era habitual en
ellas)[71] y, por tanto, más receptivas a las ideas nazis al respecto fueron Franconia, Hesse,
Westfalia y otras partes de Baviera. Allí, los elementos de hostilidad arcaica hacia los judíos, se
fusionaron a finales del XIX con las nuevas corrientes ideológicas del nacionalismo völkisch, el
antisemitismo racial que fue la base del racismo nazi.
Con todo,
cuando los no judíos se vieron confrontados, ante sus propios ojos, con la
brutalidad y el salvajismo nazi contra la minoría judía, o sintieron sus
intereses económicos o incluso su medio de vida amenazado por el estrecho
boicot sobre los negocios judíos, reaccionaron a menudo de forma negativa,
incluso con rabia y repugnancia (aunque pocas veces, al parecer, por
compasión humanitaria hacia las víctimas).[72]
Posteriormente, cuando se vieron obligados a evitar el contacto social y económico con ellos,
los alemanes desarrollaron, según la interpretación del historiador Ian Kershaw, una
«indiferencia fatídica» hacia el destino de los judíos. Así, pues, la política antijudía llevada a cabo
en los años previos al comienzo de la guerra contó con una amplia aprobación social por cuanto
no afectaba a las experiencias diarias de la gran mayoría de la población.[73] Desde otro punto
de vista, los historiadores Otto Dov Kulba y Aaron Rodrigue han preferido calificar de
«complicidad pasiva» a la actitud de la ciudadanía alemana ante el trato dado a los judíos por
parte del nazismo.
En general, la historiografía distingue entre la actitud durante los años anteriores a la guerra y la
actitud durante la misma. Así, en la época previa la sociedad alemana mantuvo una amplia
diversidad de puntos de vista sobre los distintos asuntos que la afectaban, fiel reflejo de la
pluralidad de influencias de muy diversa índole que la afectaban. En este sentido, hubo variados
obstáculos a la penetración ideológica nazi generalizada, sobre todo en asuntos relacionados
con las esferas de interés de las iglesias de confesión cristiana y en las preocupaciones
económicas del día a día, especialmente las relaciones laborales, respecto de las cuales se
produjeron protestas colectivas y acciones de desobediencia civil. Respecto de la cuestión judía,
se han señalado cuatro actitudes básicas:[74] violenta y agresiva, sobre todo por parte de los
radicales nazis; de aceptación de las normas legales de discriminación y exclusión; crítica, por
motivos morales, religiosos, humanistas, éticos, económicos e ideológicos, por parte de
diversos sectores sociales; y de indiferencia.
Con todo, un periódico como Der Stürmer (El atacante), que recordaba las acusaciones
medievales contra los judíos de asesinos rituales de niños cristianos y de utilizar la sangre de
estos para ritos religiosos, llegó a tener unos 600 000 lectores.[75]
estuvo sujeta a la derrota reciente de Alemania en la primera guerra mundial, la inestabilidad del
gobierno, el temor al comunismo, la persecución política y el terror desencadenados por los
nazis y a la actitud ambivalente de algunos de sus líderes ante el racismo, dada la tradición
cristiana de antijudaísmo que aún conservaba fuerzas a comienzos del siglo XX, por lo que las
declaraciones públicas tajantes contra el antisemitismo no fueron unánimes como debieron y
las declaraciones explícitas sobre los judíos fueron excepcionales. Así, en enero de 1933 el
obispo de Linz, Gfollner, que consideraba que no se podía ser un buen católico siendo nazi,[77]
indicaba en una de sus pastorales que era deber de los católicos el adoptar una «forma moral de
antisemitismo».[78] Esta consideración antisemita fue rechazada el mismo año por la totalidad
del episcopado católico austriaco, denunciando esa carta por despertar el odio y el conflicto.[79]
En agosto de 1935 un pastor protestante conocido por su antinazismo, Martin Niemöller,
afirmaba que la historia judía era siniestra y que los judíos llevarían por siempre una maldición
por haber sido responsables de la muerte de Jesús;[80] el mismo pastor, recordaría en abril de
1937 la desgracia que suponía el que Jesús hubiera nacido como judío. A pesar de su
antisemitismo, fue detenido el 1 de julio por su oposición al nazismo.
El rechazo de los nazis al origen semítico del cristianismo llevó a un choque con el cristianismo
y dentro de este, la mayor oposición surgió en el catolicismo. Los católicos correspondían al
30 % de los habitantes de Alemania.[81] Su posición ante los gobiernos germanos no era
favorable, incluyendo durante el Imperio Alemán que había caído al perder la primera guerra
mundial en 1918 y no existía ningún concordato que diera estabilidad a las relaciones con el
estado alemán. Las relaciones entre la Iglesia católica y los nazis eran muy malas, pero esto iba
más allá de una preocupación nazi sobre la lealtad de los católicos al estado alemán que
deseaban los nazis. El antisemitismo nazi chocaba inevitablemente con un Jesús judío y en el
caso de los católicos con el papel de la Virgen María también judía, de los apóstoles, el primer
papa y los primeros santos, todos judíos.
Representados en imágenes por los católicos, Jesús, María, Pablo de Tarso, Pedro y los
apóstoles se convertían en un problema práctico para la idea nazi de que la raza judía era
maligna por sí misma y debía ser eliminada. Existía una contradicción entre la idea de la
supremacía de la raza aria y la enseñanza de que Israel es el pueblo de las promesas y que
Abraham (un judío) es el padre de la fe de todos los cristianos, peor aún decir que un judío es el
salvador del mundo y que su madre judía, es madre de Dios, madre de los cristianos, intercesora
ante su hijo, asunta al cielo y reina universal. Esto llevó a los nazis a buscar una adaptación del
cristianismo que pudiera ser temporalmente tolerable para su ideología, por eso Hitler usó el
término «cristianismo positivo» en el artículo 24 de la Plataforma del Partido Nazi en 1920,
afirmando que:
El ideólogo nazi Alfred Rosenberg jugó un papel importante en el desarrollo del cristianismo
positivo para enfrentar al origen semítico del cristianismo tradicional. Rosenberg era neopagano
y notoriamente anticatólico. Para él, el catolicismo y el judaísmo estaban fuertemente
relacionados.[83] Siguiendo a los teóricos del movimiento racista völkisch, Rosenberg afirmaba
que Jesús era un ario (específicamente un amorreo o hitita) y que el cristianismo original era
una religión aria, pero que había sido corrompida y alterada (judaizada) por los seguidores de
Pablo de Tarso y el catolicismo.[84] Enfatizaba que las enseñanzas antijudías de los
marcionistas, maniqueistas y cátaros eran las verdaderas enseñanzas del Jesús original, ario,
antijudío y sin la humildad que los católicos supuestamente le añadieron. Rosenberg escribió:
De acuerdo a los nazis existía un dualismo entre la raza aria nórdica divina (con su sangre,
cultura y tierra) y la raza judía supuestamente maligna y opuesta a la raza aria.[86] Rosenberg
escribió "el Mito del Siglo XX" (1930), donde como consecuencia de ese dualismo, describió a la
Iglesia Católica como uno de los principales enemigos del nazismo[87] y proponía sustituir el
cristianismo tradicional con el "mito de la sangre" neopagana.[88] El libro es antisemita radical y
en consecuencia al cuestionar el origen semita del cristianismo se torna anticristiano en general
y particularmente anticatólico, al considerar la universalidad del catolicismo y su «versión
judaizada» del cristianismo como uno de los factores en la esclavitud espiritual de Alemania y
de la contaminación semítica del mundo:
En su ideología antisemita, los partidarios del cristianismo positivo afirmaban que las antiguas
invasiones germánicas del imperio romano habían venido a «salvar» la civilización romana, que
se había corrompido por la mezcla de razas y por el cristianismo «judaizado y cosmopolita».
Pensaban que las persecuciones contra los protestantes en Francia y en otras áreas
representaron la aniquilación de los últimos restos de la raza aria en esas zonas. Igualmente
veían en las zonas del norte de Europa que abrazaron el protestantismo lo más cercano al ideal
racial y espiritual ario, aunque no lo habían alcanzado al no haber roto totalmente el vínculo
semítico. Rosenberg escribió:
Otro aspecto doctrinal del cristianismo positivo, consecuencia de la idea de superioridad aria,
fue lograr la unidad nacional, para superar las diferencias confesionales, para eliminar el
catolicismo y unir el protestantismo en una única iglesia nacional socialista cristiana que fue
llamada Iglesia Evangélica Germánica.[91]
Como consecuencia ocurrió una reacción del cristianismo, que provino especialmente de los
católicos. El cardenal Michael von Faulhaber estaba consternado por el totalitarismo, el
neopaganismo y el racismo del movimiento nazi y como arzobispo de Múnich y Freising,
contribuyó al fracaso en 1923 del intento de golpe de estado de la cervecería de Múnich
organizado por los nazis.[92]
Hitler fue a la cárcel por el fallido intento golpista de Múnich y escogió a Rosenberg en 1924
para dirigir el movimiento nazi en su ausencia.[93] En prisión, Hitler escribió Mein Kampf (Mi
lucha), libro en el que sostenía que la ética judeocristiana «afeminada» había debilitando a
Europa y que Alemania necesitaba un hombre de hierro para su restauración y entonces
construir un imperio.[94] Así para el nazismo el vínculo judeo-cristiano planteaba un dilema a ser
superado y el catolicismo era el más importante desafío.
Durante los años de 1920 a 1937, los líderes católicos hicieron diversos ataques francos contra
la ideología nazi y la principal oposición cristiana al nazismo y sus ideas de la superioridad de la
sangre surgieron de la Iglesia católica.[95] Antes de la llegada de Hitler al poder, los obispos
alemanes advirtieron los católicos contra el racismo nazi. Algunas diócesis prohibieron a los
fieles la pertenencia al Partido Nazi y la prensa católica condenó el nazismo.[96]
Este choque llevó a John Cornwell a escribir sobre el período nazi temprano:
Con la hostilidad permanente hacia los nazis por parte de la prensa católica y el partido del
Centro católico, pocos católicos votaron por los nazis en las elecciones de julio de 1932 que
llevaron a la toma del poder por el partido nazi en Alemania. Las ciudades de mayoría católica
como Colonia, Düsseldorf y Múnich y las zona rurales católicas fueron inmunes al nazismo y el
nacionalsocialismo logró sus votos fuera de las áreas geográficas de mayor población católica
como en las ciudades de Hanover, Wuppertal, Chemnitz y Königsberg (votos de 40 % o más por
los nazis).[101] [102]
La sensación de que la concepción antisemita y racista de los nazis llegaba a la locura fue
expresada por Konrad von Preysing obispo de Eichstät y uno de los mayores adversarios del
nazismo, que al saber que Hitler había sido nombrado canciller dijo: «Hemos caído en las manos
de los criminales y los locos».[103] Después del incendio del Reichstag o parlamento alemán el
27 de febrero de 1933, Hitler suspendió la mayoría de los derechos civiles (habeas corpus,
libertad de expresión, de prensa, de asociación, a reuniones públicas y de la reserva de las
comunicaciones), arrestó a los opositores e inició un proselitismo forzado con los paramilitares
nazis para la elección parlamentaria del 5 de marzo de 1933[104] y el 23 de ese mes logró la
aprobación de la ley habilitante (Ermächtigungsgesetz) que le daba poderes dictatoriales totales.
En enero de 1934, Hitler nombró a Alfred Rosenberg como líder cultural y educativo del Reich. El
7 de febrero, el Vaticano prohibió el libro de Rosenberg El mito del siglo XX dando como razones
que: «El libro desdeña todos los dogmas de la Iglesia católica…» argumenta la necesidad de
fundar una nueva religión o una iglesia germánica y el libro proclama el principio: «hoy está
surgiendo una nueva fe, el mito de la sangre, la fe en defender con sangre el divino ser del
hombre: esta fe encarna el absoluto conocimiento de que la sangre norteña representa ese
misterio que ha remplazado y superado los viejos sacramentos».[110] [111]
En la llamada «noche de los cuchillos largos», del 30 de junio al 2 de julio de 1934, los nazis
asesinaron a los líderes de la acción católica, de la asociación católica de jóvenes y del
semanario católico de Múnich entre otros.[112] Esto tuvo un enorme efecto intimidatorio sobre la
oposición política.
En julio de 1935 fue nombrado obispo de Berlín, Konrad von Preysing, uno de los mayores
adversarios del nazismo. Hitler decía de él: «lo más sucio de la carroña son los que vienen
vestidos con el manto de la humildad y el más sucio de estos es von Presying».[113] Von
Preysing fue un decidido defensor de los judíos y algunos de sus más cercanos colaboradores
en esta tarea murieron a manos de los nazis durante la segunda guerra mundial.[114] [115]
Von
Preysing apoyó francamente a la resistencia clandestina alemana y el intento de golpe de
estado contra Hitler de julio de 1944 que fracasó y terminó con la ejecución de 4980 de los
implicados.[116]
En septiembre de 1935 los nazis promulgan las leyes de Núremberg con medidas
discriminatorias sin precedentes contra los judíos, retirándoles la ciudadanía, prohibiéndoles
usar los símbolos patrios y casarse con personas no judías, entre otras medidas terribles. La
población y los clérigos católicos se mostraron descontentos. Un reporte de la época trascribe:
Aachen, septiembre de 1935. «Las nuevas leyes aprobadas en Núremberg no fueron recibidos
con entusiasmo por el público... Como era de esperar conociendo la mentalidad de la población
católica de la región, no hubo reacción de simpatía por parte de la iglesia. La única parte que fue
bienvenida es que la legislación sobre la cuestión judía evitará las acciones ofensivas y la
violenta propaganda antisemita. Sería deseable que a partir de ahora estas acciones
antisemitas, a las que una gran parte de la población se opone, lleguen a su fin».[117]
En 1937, Hans Kerrl, el ministro nazi de Asuntos para la Iglesia, explicó que el "cristianismo
positivo" no "depende del Credo de los Apóstoles", ni de "la fe en Cristo como el hijo de Dios", en
los que el cristianismo se basó, sino más bien, siendo representado por el Partido nazi: "El
Führer es el heraldo de una nueva revelación". Con lo cual reforzaba la idea de desligar el
cristianismo de su origen judío.[119]
Sin embargo, tras cuatro años de acoso constante contra los católicos en forma de detenciones
de curas y monjas, cierre de conventos, monasterios y escuelas parroquiales, el papa Pío XI
publicó el 14 de marzo de 1937 la encíclica Mit brennender Sorge («Con intensa ansiedad»), en la
que expresaba su queja por estos hechos y lo que de ruptura del concordato suponían, y
alertaba contra la deificación de conceptos como la raza, la nación y el estado. Difundida
clandestinamente en Alemania, se leyó en las iglesias de todo el país el 21 de marzo, domingo
de Ramos.[120]
En la encíclica, en cuya redacción participó el obispo de Berlín von Preysing, Pio XI compara a
los líderes nazis con Judas (artículo 21): «Si el opresor ofrece el trato de apostasía que solo
Judas puede, a costa de cualquier sacrificio mundano, respondan con Nuestro Señor: "Vete,
Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás"».[121]
En el artículo 30 de la encíclica Mit brennender Sorge refiriéndose al daño social y humano que
las doctrinas nazis provocan y al derecho irrevocable de cada individuo independiente de su
raza, dice: "Pero el antiguo paganismo reconoció que el axioma… "Nada puede ser útil, si no es a
la vez moralmente bueno" (Cicerón, De Off. ii 30). Emancipado de esta regla oral, en el derecho
internacional, el principio llevaría a un perpetuo estado de guerra entre las naciones; por ignorar
en la vida nacional, por confusión del derecho y utilidad, el hecho básico de que el hombre como
persona tiene derechos que recibe de Dios y que toda colectividad debe proteger contra la
denegación, supresión o negligencia. Pasar por alto esta verdad es olvidar que el verdadero bien
común, en última instancia, lleva a su medida la naturaleza del hombre, equilibrando los
derechos personales y las obligaciones sociales, desde el propósito de la sociedad, establecida
para el beneficio de la naturaleza humana. La sociedad, fue la intención del Creador para el
pleno desarrollo de las posibilidades individuales y para los beneficios sociales, que por un
proceso de dar y recibir, cada uno puede reclamar por su propio bien y el de los demás. Los
valores más altos y más generales, que solo puede proporcionar colectivamente, también se
derivan del Creador para el bien del hombre y para el pleno desarrollo, natural y sobrenatural y la
realización de su perfección. Descuidar este orden es sacudir los pilares sobre los que descansa
la sociedad y comprometer la paz social, la seguridad y la existencia."[121]
Los nazis reaccionaron con furia, Hitler juró “venganza contra la Iglesia” por su apoyo al
"sionismo" y tomaron severas represalias por esta encíclica.[122] Thomas Bokenkotter escribe:
"los nazis estaban furiosos. Como venganza cerraron y sellaron todas las imprentas que
imprimen la encíclica. Ellos tomaron numerosas medidas vengativas contra la Iglesia,
incluyendo la organización de una larga serie de juicios de inmoralidad del clero católico”.[123]
Por su parte Shirer informó que "durante los siguientes años, miles de sacerdotes católicos,
monjas y líderes laicos fueron arrestados, muchos de ellos por cargos falsos de "inmoralidad" o
"contrabando de moneda extranjera” ".[124]
El 9 y 10 de noviembre de 1938 los nazis usando sus fuerzas paramilitares realizaron una serie
de ataques masivos coordinados contra los judíos en Alemania y parte de Austria llamados en
su conjunto «la noche de los cristales rotos», con el saqueo y destrucción de sus hogares,
negocios, escuelas y el incendio de más de 1000 sinagogas. 91 judíos fueron asesinados y
30 000 arrestados y enviados a campos de concentración.[125] Esta acción fue condenada al día
siguiente por Pio XI junto con los líderes de occidente.[126] Como respuesta a la crítica católica,
Adolf Wagner, el líder nazi de Baviera, dijo ante 5000 nazis: «Cada expresión que el papa hace en
Roma es una incitación de los judíos en todo el mundo para agitar contra Alemania».[126]
El 21 de noviembre de 1938, el papa insistió en que «existe una sola raza humana», a lo que
Robert Ley, ministro de trabajo nazi respondió al día siguiente: «No se tolerará la compasión
para los judíos. Negamos la afirmación del papa de que no hay más que una sola raza humana.
Los judíos son parásitos».[127] El Vaticano envió mensajes a los arzobispos del mundo para
iniciar trámites para dar visas a los alemanes no arios para salir del país. Se estima que unos
200 000 judíos lograron usar estas visas para huir del tercer Reich.[128]
Pero cuando se fue aproximando la guerra, las actitudes generales se fueron endureciendo,
incluso entre el amplio sector de la población que mantenían cierta apatía al respecto. Además,
la propia idiosincrasia del nazismo permitió la aparición de denuncias como forma de control
social, de modo que vecinos y compañeros de trabajo de los judíos colaboraron activamente
para construir un clima de represión y terror.
El primero de septiembre de 1939, Alemania nazi invadió a Polonia en conjunto con la Unión
Soviética iniciando así la segunda guerra mundial. La población civil y el clero católico de
Polonia fueron masacrados. A los judíos que vivían en Polonia se les trató de forma salvaje. En
20 de octubre de 1939 el sucesor de Pio XI, el papa Pio XII promulgó la encíclica Summi
Pontificatus, sobre las limitaciones de la autoridad del estado, desaprobando la guerra, el
racismo, el antisemitismo, la invasión a Polonia y la persecución a los católicos. Escribió acerca
de la necesidad de traer de vuelta a la Iglesia los que habían acogido las ideas nazis y que
estaban siguiendo «un falso estándar... engañados por el error, la pasión, la tentación y el
prejuicio, [que] se han desviado lejos de la fe en el Dios verdadero». Escribió sobre «Los
cristianos, por desgracia más de nombre que de hecho» que han mostrado «cobardía» de cara a
la persecución y apoyó la resistencia.[129] También reiteró la condena al antisemitismo y la
igualdad entre el judío y el no judío: «el hombre "no es ni gentil, ni Judío, circunciso ni
incircunciso, bárbaro ni escita, siervo ni libre. Pero Cristo es todo y en todos"».[130]
En 1940, el ministro de Relaciones Exteriores nazi Joachim von Ribbentrop dirigió la única
delegación nazi de alto nivel a la que se le permitió una audiencia con Pío XII y le preguntó por
qué el papa se había puesto del lado de los Aliados. Pío XII respondió con una lista de las
recientes atrocidades nazis y las persecuciones religiosas cometidas contra los cristianos y los
Judíos, en Alemania y en Polonia, lo que llevó al New York Times de esa época a encabezar la
noticia sobre la reunión "Derechos de los judíos defendidos" y a escribir de las «ardientes
palabras que el papa pronunció a herr Ribbentrop sobre la persecución religiosa».[132]
En Alemania durante la guerra, el clero católico, con el argumento de que los nazis aumentarían
la agresión antisemita de forma paradójica, tendió a evitó dar condenas públicas sobre la
situación de los judíos, quienes habían sido sacados de Alemania y trasferidos a los campos de
concentración en la conquistada y devastada Polonia. Esta tendencia se vio reforzada cuando el
beneficio de dar declaraciones contundentes nombrando directamente a los judíos quedó en
entredicho en uno de los episodios más estremecedores de la persecución nazi contra los
judíos. El hecho ocurrió en Holanda, país vecino de Alemania, invadido al inicio de la guerra por
el ejército alemán por la venganza devastadora e inesperada de los nazis ante la reacción
enérgica y pública de las iglesias contra el antisemitismo y la violencia contra los judíos. El
arzobispo de Utrecht en Holanda, Johannes de Jong se opuso firmemente a los nazis que
habían invadido su país y la iglesia católica en Holanda creó una importante red de apoyo a los
judíos.[133]
En 11 de julio de 1942, los obispos holandeses junto con las demás iglesias del país enviaron
una carta de protesta al general nazi Friedrich Christiansen por el trato dado a los judíos y su
texto fue leído en todas las iglesias católicas del país. En la carta decía:
La respuesta de los nazis fue arreciar la persecución contra los judíos, revocar la excepción de
persecución contra los judíos bautizados y la Gestapo asaltó las instituciones religiosas
católicas capturando cerca de 300 católicos monjes, monjas o sacerdotes de raza judía y los
enviaron a Auschwitz donde inmediatamente fueron ejecutados en cámaras de gas. Dentro de
estas víctimas estaba Edith Stein posteriormente proclamada santa por la Iglesia católica.[135]
El vocero de los obispos holandeses, Titus Brandsma, fue arrestado en enero de 1942, enviado
al campo de concentración de Dachau sujeto a experimentos médicos y ejecutado con
inyección letal el 26 de julio de 1942.[136] La situación de los judíos en Holanda empeoró
sensiblemente y esto influyó en la jerarquía católica y en las demás Iglesias cristianas para
seguir restringiendo las declaraciones públicas mencionado a los judíos por temor a un efecto
contraproducente como el del caso neerlandés. Consideraron que la ayuda debería ser
preferiblemente discreta.[137]
En conclusión,
En este contexto fue en el que surgió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP), el
partido nazi, fundado en Múnich en 1919, cuyo programa oficial de 1920 proponía la unión de
todos los alemanes dentro de una Gran Alemania y que solo las personas de sangre o raza
alemana pudiesen ser nacionales (ciudadanas del Estado) y directores de medios de
comunicación. Explícitamente, además, el NSDAP propugnaba un cristianismo constructivo y
luchaba contra el espíritu judeomaterialista en el interior y el exterior del país.[139]
La primera declaración política conocida de su principal líder, el ex cabo del ejército alemán
Adolf Hitler, expuesta en una carta del 16 de septiembre de 1919, incidía sobre la cuestión judía
partiendo de la base de que la comunidad judía era un grupo estrictamente racial y no religioso.
Además,
Con sus fundamentos nacionalistas y antisemitas, el partido nazi se fue desarrollando poco a
poco sobre la base de una intensa y llamativa actividad casi diaria de sus militantes. Entre 1919
y 1924 su zona de acción se reducía a Baviera, donde captó a una heterogénea masa de
alemanes compuesta de antiguos soldados, de anticomunistas y antisemitas y, en general, de
desclasados atraídos por la idea de una revolución nacional. Sus ideas antisemitas eran
expuestas con frecuencia en diversos discursos pronunciados tanto por Hitler como por otros
nazis, como Alfred Rosenberg, Julius Streicher o Hermann Esser, e insistían en la necesidad de
tomar medidas contundentes contra los judíos de forma que su influencia sobre la sociedad
alemana se eliminase por completo.
En noviembre de 1923, el NSDAP intentó hacerse con el poder para marchar, a continuación,
sobre Berlín con el objeto de derrocar a la República de Weimar. El conocido como putsch de
Múnich fracasó con la simple intervención de la policía, y Hitler fue detenido.
Sin embargo, el juicio subsiguiente se convirtió en una plataforma publicitaria para Hitler y su
partido, y durante los nueve meses que pasó en la cárcel en 1924 tuvo tiempo para escribir su
autobiografía política, titulada Mein Kampf (Mi Lucha), que terminaría por convertirse en el libro
de cabecera del movimiento nazi y en un texto esencial del antisemitismo, que el autor, según su
propia confesión, había aprendido de personajes como el compositor Richard Wagner, Karl
Lueger, alcalde de Viena, y el nacionalista extremista Georg von Schönerer.
Wagner, a quien musicalmente admiraba Hitler por encima de cualquier otro músico, había
expuesto en numerosas ocasiones auténticas diatribas contra el papel corruptor de los judíos en
el arte en general, a quienes consideraba la conciencia maligna de nuestra civilización moderna o
el versátil genio corruptor de la humanidad.[141]
Y en cuanto a von Schönerer, Hitler había asumido íntegramente sus postulados radicales
Además de estas influencias, determinadas experiencias personales del propio Hitler relatadas
en Mi lucha, le llevaron a convertirse en un antisemita fríamente racional, comprendiendo,
además, la naturaleza judaica de la socialdemocracia internacionalista austríaca.[143]
Hitler llamó, desde principios de la década de 1920, a una guerra sin cuartel
contra "la doctrina judaica del marxismo", que impugnaba "la relevancia de la
nacionalidad y la raza", negaba el valor de la personalidad y se oponía a las
"leyes eternas de la naturaleza" con sus doctrinas igualitarias.[144]
Hasta 1924, la demagogia global antisemita era el tema principal en casi todos los discursos de
Hitler y se dirigía, especialmente, contra los judíos por su supuesto papel como financieros,
capitalistas, responsables del mercado negro y aprovechados. Sin embargo, el impacto de la
guerra civil rusa modificó esta línea discursiva hacia la identificación de los judíos con el
bolchevismo y hacia un explícito antimarxismo (que Hitler igualaba a la lucha contra los
judíos).[145]
Así, pues,
hacia 1924 el núcleo central de la visión del mundo de Hitler -la historia como
lucha racial y la aniquilación tanto del judaísmo (lo que quiera que eso pudiese
significar en términos concretos), como de su más peligrosa manifestación
política e ideológica, el marxismo -era una concepción firmemente instaurada
en su pensamiento.[146]
También en Mi lucha (1925-1926) habla de lo oportuno que hubiese sido gasear de doce mil a
quince mil judíos o "hebreos corruptores" durante la Primera Guerra Mundial, convencido como
estaba, al igual que otros muchos exsoldados, de que Alemania había sufrido en esa guerra la
traición de pacifistas y marxistas, todos ellos incitados por los judíos. La fijación de esta culpa
haría que a principios de 1939 le expresase al Ministro de Asuntos Exteriores checo su
pretensión de destruir a los judíos como castigo por lo que habían hecho el 9 de noviembre de
1918 (fecha de la rendición de Alemania y de la consecuente instauración de la República de
Weimar).[147] A través de su identificación del judío con el marxismo y el bolchevismo, también
responsabilizaba a los judíos de lo que denominaba genocidio judeobolchevique durante la
Revolución rusa.
Todo este antisemitismo tuvo, además, diversas publicaciones como herramientas para llegar al
gran público. Destacó entre ellas Der Stürmer, donde se acusaba habitualmente a los judíos de
violar a jóvenes alemanas y explotarlas como prostitutas, de raptar a niños y luego asesinarlos
ritualmente, y de pretender empozoñar la sangre alemana a través de las relaciones sexuales
para destruir la familia y el Volk (pueblo) alemanes.
También entre 1926 y 1928 Hitler se fue interesando cada vez más por la cuestión del territorio,
cuya escasez por parte de Alemania se habría de solventar sustentándose en su creencia en el
darwinismo social y en su teoría de la historia racial, por lo cual el más débil debía caer en
beneficio del más fuerte. Así las cosas,
Con todo, solo una minoría del partido nazi consideraba el antisemitismo como la cuestión
principal, siendo un tema menos atractivo a la hora de conseguir seguidores como lo podían ser
el anticomunismo, el nacionalismo o el desempleo. Aun así, constituyó un elemento clave en el
reclutamiento entre los jóvenes, hasta el punto de convertirse en el trampolín para que los nazis
pudiesen llegar a dominar las universidades alemanas ya hacia 1930, y fue relativamente fácil
propagarlo entre las clases médicas y profesorales, donde se fomentó la competitividad con los
numerosos judíos presentes en ellas.
No obstante, fue empleado con gran efectividad para exacerbar los agravios
locales, para satisfacer los afanes anticapitalistas radicales de las bases de las
SA y para reforzar las campañas callejeras contra los partidos marxistas.[151]
En este contexto, en 1931 el jefe de las SS Heinrich Himmler y Richard Darré fundaron la «Oficina
General de la Raza y la Repoblación» (conocida por sus siglas RuSHA, de Rasse-und
Siedlungshauptamt) y en 1932 un grupo de nazis fundó el «Movimiento de la Fe» de los
alemanes cristianos, para radicalizar los ideales antisemitas, anticatólicos y antimarxistas en el
nacionalismo alemán.
Entre 1933 y 1939 se aprobaron en Alemania más de 1400 leyes contra los judíos.[153]
En todo el país las Tropas de Asalto nazis y las SS colgaron carteles con los
siguientes avisos: «No compréis a los judíos» y «Los judíos son nuestra
desgracia». Escribieron la palabra Jude (judío) y pintaron la estrella de seis
puntas de David en amarillo y negro en miles de puertas y ventanas. Se
apostaban de forma amenazante delante de las casas de abogados y médicos y
en las entradas de las tiendas. Se «animaba» a los alemanes a que no entraran
mientras los judíos eran arrestados, golpeados, hostigados y humillados.[154]
La reacción de la población alemana fue desigual, pero la impresión causada en los judíos fue
demoledora.
El 4 de abril, el periódico Jüdische Rundschau incitó a los judíos alemanes a portar la estrella
amarilla identificativa, como una forma de reivindicar con orgullo su identidad judía.
Pocos días después, el 7 de abril, se aprobó la «Ley para la Renovación de la Función Pública
Profesional», que, en virtud de su párrafo tres o, como fue conocido después, su «Párrafo ario»,
desplazó al retiro a todos los funcionarios de origen no ario (exceptuando a los veteranos de
guerra), esto es, cualquier persona que tuviera un padre o abuelo judío. Siguieron diversas leyes
que excluyeron del ejercicio profesional a multitud de abogados, jueces, fiscales, notarios y
médicos judíos (estos, desde el 3 de marzo de 1936 perdieron el derecho de ejercer en
hospitales públicos), y diversas medidas contra intelectuales judíos (universitarios, artistas,
escritores, etc.), muchos de los cuales (en 1933, unos 2000), entre ellos Albert Einstein,
emigraron. También hubo otro tipo de leyes encaminadas a entorpecer la vida social de los
judíos: una ley que prohibía la preparación ritual judía de la carne; una ley que, pretendiendo
reducir la masificación en las escuelas y universidades, limitaba la admisión de nuevos alumnos
judíos, dejando obligatoriamente su número global por debajo del 5 %;[156] una ley que prohibía
a los médicos judíos trabajar en hospitales y clínicos públicos; una ley que impedía a los judíos
optar a licencias para farmacias, etc. En cuanto a la ley que excluyó a los judíos de las
asociaciones deportivas, impidió finalmente la participación de la casi totalidad de los atletas
judíos alemanes en los Juegos Olímpicos de 1936, con la excepción de Helena Mayer, que vivía
en California y que estaba categorizada como Mischlinge (además de ser, físicamente, alta y
rubia).
La iglesia luterana se opuso a las sanciones de empleo y económicas contra los judíos.[157]
Obviamente, este tipo de leyes implicaba algún tipo de mecanismo para certificar el carácter
ario, o no, de la población. A tal efecto, se desarrolló una red de oficinas de investigación y de
gestión del proceso. Por lo demás, alrededor de 37 000 judíos emigraron de Alemania en
1933.[158]
A finales de abril, Hitler se reunió con los representantes de la iglesia católica en Alemania y les
explicó que sus acciones contra los judíos remedaban las realizadas por el catolicismo a lo
largo de la historia y que con ellas se hacía un gran servicio al cristianismo.[159]
Durante la noche del 10 de mayo se produjo una quema pública de más de 20 000 libros,
muchos de ellos de autores judíos, en las plazas de ciudades de todo el país, lo que pretendía
simbolizar el fin de la influencia intelectual del judaísmo en Alemania.
Como consecuencia de todo lo anterior, y con el respaldo del Acuerdo Haavara, el primer año de
Hitler en el poder provocó la marcha de unos 40 000 judíos de Alemania, casi el 10 % de los que
había; tras seis años de gobierno nazi, a finales de 1938 se habían marchado del país 200 000
judíos.
Paralelamente, durante 1933 se crearon más asociaciones antisemitas y anticomunistas como
la Asociación General de Sociedades Alemanas Anticomunistas y el Movimiento de Creyentes
Cristianos Alemanes.
En julio, después de que el Partido Nazi se convirtiese en el único partido legal de Alemania, se
despojó de la ciudadanía a los judíos del este que vivían en el país y se aprobó la ley para la
Prevención de Descendencia con Enfermedades Hereditarias, que estipulaba la esterilización,
por un lado, para aquellas personas que pudiesen transmitir a su descendencia algún tipo de
defecto (en consecuencia, antes de 1937 200 000 personas fueron esterilizadas), y, por otro, la
eutanasia para los «defectuosos» y las «bocas inútiles»,[160] a los que se representaba en
ocasiones como bajo el lema de «idiotas» o de «vida sin esperanza».[161] En junio de 1935 se
modificaría la ley para incluir la obligatoriedad del aborto en el caso de fetos «incapacitados» de
hasta seis meses.
En octubre, una ley de Edición obligó a todo judío vinculado al periodismo a dimitir, en virtud de
la necesidad de un periodismo racialmente puro.
Aunque la experiencia del boicot de principios de 1933, no muy seguido por la sociedad
alemana, llevó a que la legislación incidiese en minar a los pequeños comerciantes y
profesionales judíos, por provocar menos perjuicios a la economía en general, en 1935 la cuarta
parte de las empresas judías se habían ya "arinizado". Y a partir de junio de 1938, cuando la
economía estaba recuperada, se inició el expolio y la expropiación de las propiedades judías, lo
cual implicó la emigración de unos 120 000 judíos.
El 1 de enero de 1934 se eliminaron oficialmente las fiestas judías del calendario alemán.
En mayo, Rudolph Hess creó la «Oficina de política racial del Partido Nacional-Socialista Alemán
de Trabajadores».
En 1934 se publicó también el libro de Ernst Bergmann titulado Veinticinco puntos de la religión
alemana, en el que se afirma que Jesús no era judío sino un guerrero nórdico asesinado por los
judíos; por otro lado, se fundó el «Instituto de Biología Hereditaria e Investigación sobre las
Razas» en la Universidad de Frankfurt del Meno.
Tras prohibir en abril que los judíos se pudiesen exhibir con la bandera de Alemania y
expulsarlos en mayo del ejército, la mala imagen exterior que generaba todo este tipo de
acciones, y la convicción de que se promovían desde el gobierno actos de vandalismo contra los
judíos, se resolvió con la promulgación en septiembre de 1935 de las leyes raciales de
Núremberg,[164] con las que se intentó contentar tanto a la burocracia del partido nazi como a
sus elementos más radicales.
Como comentario a las mismas, Hitler utilizó por primera vez expresiones tajantes respecto al
futuro que les podría esperar a los judíos, si las leyes no llegasen a ser suficientes para
controlarlos; en concreto, habló de la posibilidad de dejar el problema en manos del Partido
Nacionalsocialista para que le buscase una solución definitiva (zur endgültigen Lösung).
Las leyes de Núremberg y la celebración de los Juegos Olímpicos en Berlín hicieron posible un
periodo de tranquilidad física para los judíos, que duraría hasta 1938; en agosto de 1935, Hitler y
Hess habían llegado incluso a prohibir las acciones individuales contras los judíos.[166] Sin
embargo, los proyectos de recrudecimiento de la actitud de los nazis respecto de los judíos
siguieron adelante.
En esta línea, se emitió ese mismo mes de septiembre la primera orden de aplicación de la ley
de Ciudadanía del Reich por la que ningún judío podía ser ya ciudadano del mismo, lo que
implicaba que no podían votar sobre asuntos políticos, ni ejercer cargos públicos. Además, se
distinguía a los judíos completos (lo que tenían tres abuelos judíos, como mínimo) de los
parciales (dos abuelos judíos y que no fuese practicante ni tuviese cónyuge judío), esto es, la
categoría del mestizo o Mischlinge, categoría en la que entraron entre 250 000 y 500 000
ciudadanos. A su vez, el mestizo podía ser de primer y segundo grado (un abuelo judío y ser
practicante o tener cónyuge judío).[167]
El 7 de septiembre de 1936 se creó un impuesto del 25 % sobre todos los bienes judíos de
Alemania.
En 1937 Hitler declaró que durante los dos o tres años siguientes la cuestión judía se habría de
arreglar de un modo u otro, y a finales de ese año, con la consecución del pleno empleo en
Alemania, la intención de expropiar y eliminar a los judíos de la economía alemana se hizo clara.
Consecuentemente,
El 28 de octubre Alemania expulsó a los 17 000 judíos con ciudadanía polaca, que quedaron
abandonados en la frontera, en Zbaszyn, al no aceptarlos Polonia. El 15 de noviembre todos los
alumnos judíos fueron expulsados de las escuelas alemanas.
El Holocausto
En marzo de 1938 Alemania se anexionó Austria, y con ellos incorporó a su población a los
cerca de 200 000 judíos austriacos. Como herramienta para alcanzar la aspiración nazi de
liberar a Alemania de la población judía, Viena se convirtió en el primer lugar en el que se
pondría en práctica la que sería, a partir de entonces, una constante política nazi: la deportación
de la comunidad judía de su territorio. Previamente, hubo
El antisemitismo ya presente en Austria sirvió para desbordar las medidas antijudías, hasta el
punto de que llegaron a servir de modelo para las tomadas en la propia Alemania. Una campaña
de detenciones provocó el traslado de unos mil judíos a campos de concentración, entre ellos el
de Mauthausen.
Entre las medidas y acciones tomadas contra los judíos de Austria más destacables, estuvieron
que se les privó de la ciudadanía, que sus organizaciones y congregaciones perdieron toda
financiación gubernamental y que, además, en los primeros meses de anexión, los bancos
vieneses de propiedad judía pasaron a manos de los nazis.
La consecuencia inmediata de ello fue una oleada de emigración judía tanto de Alemania como
de Austria (el 4 de junio, por ejemplo, emigró de Viena Sigmund Freud, con 82 años). La
Conferencia internacional de Evian, promovida por Estados Unidos en Francia con el objeto de
tratar el tema de los refugiados judíos, se resolvió con pretextos generales por parte de todos
los países presentes, los que terminaron por no acoger a un número sustancial de judíos que
solicitaban refugio.
Al frente de la gestión del procedimiento industrial para la emigración forzada de los judíos de
Viena, se situó desde la misma primavera de 1938 a Adolf Eichmann. En seis meses, expulsó a
cerca de 45 000 judíos y antes de mayo de 1939 más del 50 % de la población judía (unos
100 000) se había ido de Austria.[171] En octubre de 1939, invadida ya Polonia, se inició la
deportación de los judíos austriacos hacia campos de trabajos forzados en ese país. En febrero
de 1941 se inició la deportación a guetos en Polonia ocupada, como los de Kielce y Lublin,
adonde se fueron enviando unos 1000 judíos de Viena cada semana.[172]
La primera deportación en masa se produjo en octubre de 1938, cuando 16 000 judíos de origen
polaco fueron expulsados de Alemania, siendo abandonados en la frontera con Polonia, que les
negó la entrada. El hijo de uno de ellos, Herschel Grynszpan, que residía en París, reaccionó
asesinando al tercer secretario de la embajada alemana en París. La propaganda nazi calificó la
acción como declaración de guerra y como un acto más de la conspiración judeomasónica
mundial. Así, un día después de la muerte del diplomático, el 10 de noviembre, tuvo lugar la
Noche de los cristales rotos (Kristallnacht), pogromo instigado por el ministro de propaganda
Joseph Goebbels, pero con la expresa aprobación de Hitler, que constituyó la exhibición pública
de antisemitismo más violenta en Alemania desde la época de las cruzadas y marca el inicio del
Holocausto.[173]
Otra consecuencia directa del pogromo fue que Reinhard Heydrich asumió la coordinación
centralizada de la Cuestión Judía.
Las agresiones no solo fueron realizadas por los fanáticos ideológicos del partido nazi, sino
también por alemanes corrientes. No hubo esta vez protestas públicas significativas por parte
de las iglesias.
Dos días después, el gobierno alemán reforzó las consecuencias del pogromo imponiendo una
multa de mil millones de marcos alemanes a la comunidad judía alemana por lo que se calificó
como una "actitud hostil" hacia el Reich y su pueblo. Durante la reunión en la que se decidió la
medida, se sugirieron diversas medidas discriminatorias muchas de las cuales serían
aprobadas por Hitler el mes siguiente. Mediante ellas se puso prácticamente fin a la actividad
empresarial de los judíos, a su libertad de movimiento y a sus relaciones con el resto de la
población alemana.
Además, 30 000 judíos fueron detenidos y llevados a campos de concentración, donde llegaron
a morir unos 10 000.[175]
La radicalización de la actitud hacia los judíos fue reflejada por un artículo del 24 de noviembre
de 1938 en el periódico de las SS, Das Schwarze Korps, en el que se afirmaba que
Dos meses después, en el plazo de una semana, haría dos declaraciones explícitas sobre sus
intenciones respecto de los judíos: por un lado, el 21 de enero de 1939, en palabras dirigidas al
ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Hitler indicó que los judíos serían destruidos y que
su provocación del 9 de noviembre de 1918 no les habría de salir gratis, sino que sería
vengada;[177] por otro lado, el 30 de enero, pronunció un discurso en el Parlamento alemán que
habría de gravitar sobre todas las decisiones que en adelante se tomarían sobre la cuestión
judía. Alardeando de una aptitud profética, afirmó:
Durante la época de mi lucha por el poder, fue en primer lugar la raza judía la
que no hizo sino recibir a carcajadas mis profecías cuando dije que algún día
asumiría la dirección del Estado y, con ella, la de toda la nación, y que
entonces, entre muchas otras cosas, resolvería el problema judío. Sus
carcajadas fueron escandalosas, pero creo que, de un tiempo a esta parte, ya
solo ríen por dentro. Hoy seré profeta una vez más: si los financieros judíos
internacionales de Europa y de fuera de ella logran sumir de nuevo a las
naciones en una guerra mundial, ¡el resultado no será la bolchevización de la
tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza
judía en Europa.[178]
Hitler recordaría su profecía dos veces en 1942 y tres en 1943, aunque asociándola a una fecha
equivocada, el 1 de septiembre de 1939, como forma de vincular el inicio de la guerra a los
judíos.
Insignia amarilla. Introducida en Polonia ocupada desde 1939, a partir de 1941 fue obligatorio para los judíos alemanes y
austríacos portar una estrella amarilla con la inscripción Jude ("judío" en alemán) expresada en caracteres pseudo-
hebreos.[180]
A partir del 21 de febrero de 1939, los judíos de Alemania se vieron obligados a entregar a las
autoridades todo el oro y la plata que tuviesen en posesión.
El 15 de marzo de 1939 Alemania
inició la ocupación de Checoslovaquia; las SS hubieron de ocuparse de unos 120 000 judíos. En
menos de seis meses, más de 30 000 emigraron y 19 000 dejaron Europa, tras haber sido
hacinados en Praga. Al final, del total restante solo sobrevivirían 10 000.[181]
El 30 de abril de 1939 se promulgó una ley que prohibía a judíos y no judíos compartir el mismo
bloque de pisos; como consecuencia de ello, se crearon casas judías y guetos en las grandes
ciudades que hicieron aumentar el aislamiento social de la población judía. La obligatoriedad de
portar la insignia amarilla que entró en vigor en 1939, asentó definitivamente ese aislamiento y
condujo a la segregación de los judíos de un modo drástico.[182]
En 1939, 78 000 judíos abandonaron Alemania y se confiscó por todo el país objetos de valor
pertenecientes a los judíos. Finalmente, el 12 y 13 de febrero de 1940 comenzaron las
deportaciones de los judíos de Alemania, especialmente desde Pomerania. Los pocos que
fueron quedando vieron como se deterioraba completamente su vida civil en el país: prohibición
de la emigración (octubre de 1941), disolución de la Liga Cultural Judía (septiembre de 1941),
leyes que prácticamente condenaban a la pena de muerte por cualquier infracción (diciembre de
1941) y marcado con una estrella de papel blanco de todo hogar judío (marzo de 1942).[183]
Estos trabajadores esclavos soviéticos, polacos y holandeses, internados en el campo de concentración de Buchenwald,
ingresaron en el campamento con un promedio de 73 kg cada uno. Después de 11 meses, su peso promedio era de 31
kg (16 de marzo de 1945).[184]
Tras las distintas anexiones e invasiones de países y otros territorios durante la guerra, el
principal objetivo de Hitler fue el genocidio racial de los mismos, en tanto que habían pasado a
formar parte de la Gran Alemania. Como corolario de este objetivo y de las consecuencias
naturales de una guerra, dos fueron los grandes problemas con lo que se encontró el nazismo: el
reasentamiento de los deportados y de los prisioneros de guerra, y la manutención de los
mismos. Y aunque, en parte, la política de exterminio fue una salida a ambos problemas, ya en
septiembre de 1939 había constancia de las ideas de Hitler sobre la administración de Polonia:
Esto quiere decir que durante el periodo 1939-1941, los nazis no llegaron a elaborar una política
clara y coherente sobre qué hacer con los judíos, los polacos y el medio millón de germanos de
pura cepa que fueron «repatriados» a territorios anexionados por Alemania. Solo cuando el
Warthegau empezó a colapsarse con los judíos llegados de Alemania y cuando la invasión de la
URSS multiplicó el problema del movimiento y la manutención de personas, se empezó a pensar
más seriamente en la elaboración de planes más o menos precisos para solucionar tales
problemas.
En este sentido,
Fue Himmler quien, por medio de incesantes órdenes verbales dictadas a sus
subordinados, llevó a cabo la transición hasta el asesinato indiscriminado de
los judíos de uno y otro sexo y todas las edades en julio y agosto de 1941. (...)
No obstante, está claro que el asesinato en masa de los judíos de Europa
oriental que empezó en ese entonces fue por encima de todo un reflejo de los
propios deseos y creencias personales de Hitler, repetidamente formulados
tanto en público como en privado durante esos meses.[188]
Al poco de ser nombrado ministro de los Territorios Ocupados del Este, en noviembre de 1941,
Rosemberg explicitó estas ideas declarando que esos territorios estaban llamados a ser el lugar
de resolución de la cuestión judía; en su opinión, tal cuestión solo podía resolverse mediante la
erradicación biológica de todos los judíos de Europa, expulsándolos al otro lado de los Urales o
erradicándolos de alguna otra manera.[189]
Vaciamiento del Gueto de Cracovia. Familias judías se dirigen en dirección a la estación ferroviaria de Prokocim para su
"reasentamiento". Destino de las mismas: Auschwitz, marzo de 1943.
Mapa del Holocausto en Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, con seis campos de exterminio:
Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibór y Treblinka. Marcados en rojo figuran tres sitios remotos donde
se perpetuaron matanzas en masa: Bronna Gora, Ponary y Polonka. La estrella de seis puntas indica veinte ciudades
polacas con guetos. Con cuadrados negros figuran seis de los principales campos de concentración.
Los planes nazis para la reformulación racial de Europa encontraron en los 3 300 000 judíos de
Polonia un campo de experimentación para el genocidio en masa. Para el nazismo, los polacos
eran seres inferiores y los judíos polacos lo eran aún más.[190] La mayoría de los judíos
europeos vivía en Polonia y Europa Oriental. El Gobierno General (Polonia ocupada) fue el país
donde se establecieron los principales campos de exterminio: Auschwitz-Birkenau, Chelmno,
Belzec, Treblinka, Sobibór y Majdanek. A Auschwitz-Birkenau los primeros prisioneros no judíos
llegaron el 14 de junio de 1940.
Por lo demás, en el área ocupada por el Ejército Rojo desde el 17 de septiembre, la suerte de los
judíos (tanto los residentes como los refugiados ante el avance alemán) fue también mala:
100 000 de ellos murieron en los procesos de deportación a Siberia y muchos se hubieron de
resignar a regresar a la zona ocupada por los alemanes, debido a la situación insostenible con
los soviéticos.[191]
El 11 de septiembre, en una reunión en Cracovia, se le comunicó a Udo von Woyrsch, jefe del
mencionado Grupo Operativo, una orden de Himmler por la cual instaba a tomar las medidas
más duras posibles contra los judíos para que, movidos por el terror, se desplazasen hacia el
este abandonando la zona controlada por los alemanes.[194] El 21 de septiembre, Reinhard
Heydrich, jefe de las SS, ordenó a los Einsatztruppen que, en colaboración con las autoridades
civiles y militares, iniciasen una serie de concentraciones de los judíos en guetos y
deportaciones masivas de ciudadanos hacia el Este (desde el 29 de noviembre, la pena de
muerte era el castigo para quien no se presentase a la deportación). Toda comunidad judía por
debajo de los 500 individuos quedó disuelta y enviada a guetos y campos de concentración.
En resumen, con la invasión de Polonia en septiembre de 1939, los nazis se encontraron con que
el imperio alemán había incorporado a su población a dos millones de judíos polacos
(posteriormente, un millón de ellos, de la Polonia oriental, como resultado del pacto nazi-
soviético pasarían a formar parte de la Rusia comunista). Esta situación, que se repitió en
menor medida con cada conquista alemana (120 000 judíos más de los territorios checos, por
ejemplo, etc.), puso a los nazis ante el problema de cómo lograr territorios judenrein, esto es,
«libres de judíos».
Entre septiembre y diciembre se establecieron las divisiones administrativas para Europa del
este, de donde se intentaría expulsar a la fuerza a los judíos: la Gran Danzig (norte de Polonia),
Prusia Occidental (norte de Europa en el Báltico), la Gran Prusia Oriental (norte de Europa en el
Báltico) y la zona del oeste de Polonia anexionada, que los nazis denominaron «Warthegau»
(«Reichsgau Wartheland»), cuya capital era Posen (Poznan), y que desempeñaría un papel
crucial en la génesis de la Solución Final. Se creó también el conocido como Gobierno General
en Polonia, zona administrativa que no quedó incorporada a la Gran Alemania y donde los nazis
situarían sus campos de concentración y exterminio; fue nombrado jefe Hans Frank y Cracovia,
importante comunidad judía, sería designada como su capital. De acuerdo con las indicaciones
expresas de Hitler,[198] el Gobierno General se constituyó como un territorio autónomo con
respecto del Reich, y en él, lugar de destino del resto de judíos de Polonia, se puso en práctica
una lucha étnica sin límites.
En líneas generales,
Las figuras más importantes en la administración del territorio fueron Arthur Greiser, gobernador
del Reich y gauleiter del partido nazi, y Wilhelm Koppe, jefe de las SS y la policía de la región, que
sería, probablemente, quien tomara la iniciativa de empezar el genocidio en la zona.[200]
Hitler era quien marcaba las pautas y era asimismo la autoridad final en
cuanto a decidir el grado de brutalidad de la política racial; y dejan claro
también que tenía ideas de gran repercusión, aunque imprecisas, sobre pasos
futuros, utilizando al menos en parte las iniciativas sugeridas por Himmler,
que rápidamente demostraron ser irrealizables e impracticables. Fue
precisamente debido a que los crueles imperativos de Hitler no ofrecía más
que unos objetivos amplios, pero débilmente formulados, y sancionaban
acciones de lo más brutales, por lo que se abrió la puerta a iniciativas salvajes
de los organismos del partido y del Estado y, por encima de todo,
naturalmente, de las SS.[202]
Sin embargo, avanzado 1940, Hans Frank recibió una petición, a la que se negó, para albergar en
la zona de su jurisdicción a un cuarto de millón de judíos provenientes del gueto de Lodz, de los
que quería librarse el Warthegau. A su vez, Göring tuvo que prohibir en marzo del mismo año
que los judíos de las zonas orientales del Reich fuesen deportados sin más a la Polonia
anexionada. La imposibilidad de hacerse cargo de ellos, tanto en uno como en otro caso, hizo
pensar ya que la solución al problema judío tendría que ser otra. En este sentido, en junio,
Heydrich informó a Ribbentrop de que la solución para los tres millones y cuarto de judíos bajo
dominio de Alemania habría de ser «territorial».[204]
Entre las soluciones alternativas, que les fueron presentadas a los representantes judíos tras la
crisis en el proceso de deportaciones materializada en una reunión celebrada el 31 de julio de
1940 en Cracovia donde, ante la evidencia expuesta por parte de Greiser de la masificación en el
Warthegau (en el gueto de Litzmannstadt-Lodz había ya 250000 judíos), se sugirió la posibilidad
de la emigración a Palestina o la de enviarlos a Madagascar. Esta última idea estaba en el aire
desde que en 1937 el gobierno polaco había tratado de llegar a un acuerdo con franceses y
británicos para enviar allí a un millón de judíos polacos. Tras la capitulación de Francia, Franz
Rademacher, responsable alemán de asuntos judíos en la Cancillería, elaboró un memorándum
que preveía la deportación de cuatro millones de judíos de Europa a la isla. La idea quedó
descartada a principios de 1942.[204]
Entre mayo y diciembre de 1940, miles de judíos de Polonia fueron enviados a la nueva frontera
soviética para construir fortificaciones.
Los guetos
Puente que unía los dos sectores del Gueto de Varsovia
Los alemanes comenzaron a levantar guetos nada más invadir Polonia. Su finalidad inicial era la
de concentrar transitoriamente a los judíos, antes de o bien deportarlos hacia el este, o bien
recluirlos en campos de concentración de trabajos forzados o de exterminio de la misma
Polonia. Sin embargo, dadas las terribles condiciones en que se desarrollaba la vida en ellos
(hacinamiento extremo, carencia de servicios sanitarios adecuados y proliferación de
enfermedades), supusieron también una muerte lenta para muchos de sus habitantes.
Los principales guetos en la Polonia ocupada, en funcionamiento entre 1939 y 1941, fueron los
de Varsovia, Minsk, Lodz, Radom, Piotrkow, Lublin, Kielce, Czestochowa, Bedzin (con 27 000
judíos, un 45 % de la población, tras diversas muertes y deportaciones, el gueto fue liquidado en
agosto de 1943), Sosnowiec, Tarnow y Cracovia (donde había 60 000 judíos, el 25 % de la
población total).[206]
El mayor de todos los guetos en la Polonia ocupada por Alemania fue el de Varsovia, con una
superpoblación que llegó a alcanzar el medio millón de judíos en un espacio de 3,3 kilómetros
cuadrados. En octubre de 1940 se terminó de recluir en él a todos los judíos de la ciudad y fue
aislado del resto de la misma en noviembre. En abril de 1941 llegaron más de 40 000 judíos
deportados desde Alemania y Bélgica. Tanto en Varsovia como en Lodz, cerca de una cuarta
parte de los judíos murieron a causa de las enfermedades, el hambre y la crueldad a la que eran
sometidos.
En la primavera de 1941 se establecieron los guetos de Cracovia, Lublin (ambos en marzo) y el
de Kielce. En abril se establecieron dos guetos separados en Radom y uno en Czestochowa.
A finales de 1940, ya existía la percepción de que los guetos no tenían visos de disolverse a
través de las deportaciones, aún a pesar de que las condiciones de vida en su interior estaban
empeorando dramáticamente. En marzo de 1941, el que había sido responsable de la acción de
eutanasia que entre 1939 y 1941 había asesinado a 70 000 enfermos mentales en Alemania,
Victor Brack, propuso aplicar métodos de esterilización a entre 3000 y 4000 judíos por día.[207]
Cuando en el otoño de 1941 empezaron a llegar al Warthegau los primeros judíos deportados de
Alemania, las posibles salidas empezaron a buscarse de forma clara en otros métodos. De
hecho,
Con todo, hubo numerosas dudas acerca de cómo tratar exactamente a los judíos por parte de
quienes se tenían que enfrentar a la gestión directa de las deportaciones y a la aplicación de
determinadas medidas. En concreto, hubo dudas acerca de cómo tratar a los judíos alemanes,
como lo demostró, por ejemplo, la indecisión a la hora de gestionar el futuro de los judíos que
había en Minsk, sobre muchos de los cuales se tenían dudas acerca de su grado de
ascendencia aria y que, por tanto, podrían ser susceptibles de un trato radicalmente diferente
del dedicado a los judíos rusos. Simultáneamente, había dudas también en relación a la
aplicación de la estrella amarilla como distintivo de los judíos del Reich (Alemania, Austria y el
protectorado checo). En todo caso, la estrella (llamada por los nazis Pour le Sémite, en relación
irónica con la condecoración Pour le Mérite) se convirtió en un distintivo obligatorio (bajo pena
de muerte) para todos los judíos de una edad superior a los diez años en todos los territorios
ocupados. En Polonia, la estrella, de color azul sobre fondo blanco, fue obligada para los judíos
que apareciesen en público desde el 23 de noviembre de 1939.
En general, la cautelas del nazismo venían provocadas por las dificultades de ocultar a la
opinión pública alemana determinadas acciones y decisiones aplicadas sobre esos ciudadanos
alemanes; así las cosas, el Reich no fue declarado judenrein hasta junio de 1943.
Estos meses del otoño de 1941 serían decisivos en el diseño y plasmación del Holocausto, por
cuanto las autoridades regionales nazis, a falta de directrices claras desde Berlín, se vieron
obligadas a recurrir a una toma de decisiones por propia iniciativa para liberar sus áreas de
judíos. Fue en esas fechas cuando se iniciaron algunos programas locales de exterminio, aún
con el conocimiento de Berlín.[209]
Hacia noviembre de 1941, se planteó también si los judíos del Este deberían ser respetados en
el caso de que fuesen útiles como trabajadores para la industria armamentística. A la pregunta
de Heinrich Lohse (comisario del Reich para Ostland) si debían ser liquidados sin tener en
cuenta consideraciones prácticas, el Ministerio del Reich para los Territorios Ocupados
respondió que las consideraciones de tipo económico no debían tenerse en cuenta. Por lo
demás, remitió la resolución de otras dudas al jefe superior de las SS y la policía.[210]
Entre las primeras soluciones locales estuvo el fusilamiento de judíos a su llegada al Báltico
desde Alemania. Asimismo, en noviembre, bajo órdenes del jefe de la policía de las SS de la
zona, se comenzó a construir un pequeño campo de exterminio en Belzec (municipio de Lublin)
con el fin de matar a los judíos no aptos para el trabajo.[209]
El 26 de febrero de 1942, una carta dirigida al diplomático alemán Martin Luther, fue redactada por Reinhard Heydrich
durante la Conferencia de Wannsee para solicitar a Luther asistencia administrativa para la implantación de la "Solución
final a la cuestión judía" (Endlösung der Judenfrage). Memorial House of the Wannsee Conference
Después, tras el comienzo de la invasión de la Unión Soviética, antes del final de 1941, dos
millones de prisioneros soviéticos habían muerto ya de hambre en campos de concentración
alemanes.
Ion Antonescu, dictador rumano que se había hecho con el poder en septiembre de 1940, recibió
en junio de 1941 una serie de directrices de parte de Hitler con las que se le instruía acerca de
cómo tratar a los judíos en su territorio (aun cuando Antonescu ya había aprobado previamente
numerosas leyes antijudías): reclusión en guetos a los que vivían en ciudades y exterminio
inmediato de los que fuesen localizados en el campo. Desde ese mismo mes, se empezaron a
desarrollar masacres en distintas localidad (Iaşi: probablemente, 10 000 víctimas; Besarabia y
Bucovina: miles de judíos fusilados y muchos encerrados en guetos; Odesa: cientos fusilados o
ahorcados, 19 000 ametrallados y luego quemados; Bogdanovka: 5000 judíos quemados vivos y
43 000 fusilados; Domanovka: 18 000 fusilados; etc.).[212]
En Yugoslavia, parte de Serbia quedó bajo ocupación alemana. La lucha contra la resistencia
incluía en esta a los judíos y comunistas. A los judíos, además de asesinárseles, se les impuso
en algunos lugar el uso de la estrella judía, se le excluyó de diversas ocupaciones y se les
expropió parte de sus propiedades sin compensación por ello.
Antes de la Segunda Guerra Mundial vivían en Bulgaria unos 48 000 judíos; al terminar la guerra,
su número llegaba casi a 50 000.[217]
La presencia del antisemitismo en Europa, reforzada por la actuación de los nazis, se hizo
patente incluso en zonas donde no había un dominio directo de estos. Así, por ejemplo, en la
Francia de Vichy, donde el triunfo de Pétain y de los nacionalistas de extrema derecha hicieron
que en el régimen hubiese un núcleo antisemita que sería responsable de distintas medidas
discriminatorias: prohibición de poseer o dirigir empresas, expulsión de profesores
universitarios, internamiento de los inmigrantes judíos... Más tarde, en octubre y noviembre de
1941, se empezarían los preparativos para la deportación de los judíos extranjeros, y, finalmente,
tras la ocupación de la zona en noviembre de 1942 por parte de los alemanes, la deportación de
los judíos franceses. En total, fueron asesinados 80 000 de los 350 000 que había.[218]
En otro orden de cosas, la decisión de Stalin de deportar a centenares de miles de alemanes del
Volga, como consecuencia de la entrada de Alemania en Ucrania, convenció a Hitler a hacer uso
también de la deportación hacia los territorios del Este de los judíos de Europa central. Una idea
a la que era en principio reacio, mientras hubiese guerra,[222] y que, una vez aceptada, hizo
abandonar definitivamente la posibilidad de enviarlos a Madagascar, plan además inviable en
aquellos momentos en que Gran Bretaña mantenía su dominio marítimo.
Esas deportaciones plantearon el problema de dónde colocar a los judíos y qué hacer con ellos.
En aquellos momentos ya era un problema para el ejército alemán el retener y alimentar a los
tres millones de prisioneros de guerra soviéticos. Consecuentemente, se decidió no usar los
campos de prisioneros y optar por los guetos masificados que ya había en Minsk, Riga y, sobre
todo, Lódz.
Unidades de matanza nazi (Einsatzgruppen) ejecutan familias judías de Kiev en Ivangorod, Ucrania, 1942.
En septiembre, Himmler (que desde julio tenía un control absoluto sobre las medidas de
seguridad que hubiesen de adoptarse en los territorios conquistados en el este, incluida la
eliminación de cualquier amenaza de subversión) avisó a Arthur Greiser de que unos 70 000
judíos (alemanes y checos) iban a ser enviados al gueto de Lodz; 20 000 fueron enviados al mes
siguiente.
La imposibilidad material de sostener los guetos tan llenos de gente incentivó la maquinación
del asesinato en masa como una respuesta nazi ante esa situación. El hambre y el frío mataron
a muchos judíos, y desde enero de 1942 empezó a usarse el gaseamiento en Chelmno.[223]
La "solución final"
El eufemismo con el que los nazis identificaron en sus documentos y declaraciones sus planes
genocidas respecto de la población judía europea fue «Solución final a la cuestión judía»
(Endlösung der Judenfrage, en alemán). El primer uso del término se dio en una circular de Adolf
Eichmann, de 20 de mayo de 1941, en la que aludía a esa solución como una futura vía en el
tratamiento de los judíos europeos, tras comunicar que Göring prohibía la emigración de judíos
de Francia y Bélgica.
Con la aprobación y sanción por parte de Hitler de las distintas fases de intensificación, la
Solución Final, como proceso, arrancó en la primavera de 1941 con la planificación de la
«Operación Barbarroja» y la propaganda para persuadir al pueblo alemán acerca de la
conspiración judeo-anglosajona (Estados Unidos ya incluidos) contra Alemania;[225] se amplió
durante el verano con el paso a un genocidio a gran escala en la Unión Soviética recién invadida
(radicalizado en otoño por la deportación masiva hacia el este ordenada por Hitler de los judíos
del Reich, Bohemia y Moravia) y se encaminó hacia su pleno desarrollo entre diciembre (una vez
declarada la guerra a Estados Unidos) y la primavera de 1942, cuando surgió definitivamente un
programa coordinado de exterminio que se materializaría en la matanza perpetrada en los
distintos campos.[226]
El 16 de julio de 1941, el jefe del Servicio de Seguridad (SD) en Posen, Rolf-Heinz Höppner envió
a Adolf Eichmann, de la Oficina Principal de Seguridad del Reich en Berlín, un informe titulado
Solución a la cuestión judía, en el que recogía las conclusiones de diversas discusiones al
respecto entre distintos organismos del Reich. La idea principal que se exponía en el informe era
la de concentrar a todos los judíos del Warthegau en un campo para 300 000 personas situado
cerca del centro de la producción de carbón, para que los judíos aptos para el trabajo pudiesen
ser explotados. Además, se señalaba, en relación con los judíos que no pudiesen trabajar y con
aquellos a los que no fuese posible alimentar, que habría que considerar seriamente si la
solución más humana no sería terminar con ellos mediante algún tipo de preparado de efecto
rápido. Por lo demás, se sugería la esterilización de todas las judías para solventar el problema
judío en esa misma generación. Así, pues, el informe destacaba la idea de genocidio en una fase
embrionaria.[227]
Esa solución territorial dependía, por un lado, de una victoria rápida de Alemania sobre la Unión
Soviética y, por otro, de un cambio en los planes de Hitler, que todavía tenía en mente usar a los
judíos alemanes como rehenes y que no quería que fuesen deportados al Este. Sin embargo, en
septiembre las ideas empezaron a cambiar, cuando, probablemente, Rosemberg convenció a
Hitler de utilizar la deportación de judíos como forma de represalia por las deportaciones de
alemanes del Volga a Siberia por parte de los soviéticos.[229] Hitler ordenó en septiembre,
cuando los Einsatzgruppen habían emprendido el genocidio total en la Unión Soviética, la
deportación inmediata de los judíos de Alemania, Austria y Checoslovaquia.
En el otoño de 1941, Heinrich Himmler, encargado principal de llevar a cabo el plan que
conducía a exterminar a las tres cuartas partes de todos los judíos europeos, dio la orden al
General de las SS Odilo Globocnik (jefe de las SS para el distrito de Lublin) de aplicar un plan
para matar sistemáticamente a los judíos residentes en el Gobierno General.[231] “Aktion
Reinhard” fue el nombre en clave dado a la operación por Heydrich (que había sido el encargado
de preparar la "Solución final" y que fue asesinado por partisanos checos en mayo de 1942).[231]
Contexto inmediato
A finales de 1940, la Alemania nazi había asesinado ya a unos 100 000 judíos en toda Europa.
En Rumania, por ejemplo, uno de los países más antisemitas antes de la guerra, fue eliminada la
mitad de su población judía tras el estallido de esta: más de 350 000 judíos fueron asesinados
por parte de los Einsatzgruppen y de las propias tropas nacionales rumanas.[232]
Es probable, por tanto, que en esas reuniones informativas hubiese habido ya indicaciones
indirectas de aniquilar a los judíos, de forma que pudiesen ser comprendidas de distintas
maneras.
Un mes después, en una conferencia de planificación, Hitler afirmó que había que aniquilar a
cualquiera que se interpusiese en el camino de Alemania.[237]
Un mensaje del 1 de agosto de Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, indicaba que había que
presentar informes continuos a Hitler acerca de los trabajos de los Einsatzgruppen en el
Este.[238] También, a mediados del verano determinados elementos radicales del nazismo
habían convencido a Goebbels de la necesidad de eliminar a los judíos de la retaguardia, de las
ciudades alemanas; el primer paso fue marcarlos con una estrella amarilla, algo que Hitler
aceptó a mediados de agosto.[239]
A mediados de agosto, con la invasión de la Unión Soviética ya en marcha, Hitler no solo insistía
en la relación entre una nueva guerra mundial y la aniquilación de los judíos, sino que aceptó la
deportación hacia el este de los judíos que aún quedaban en Alemania. La situación de estos,
como se refleja en los testimonios de Victor Klemperer, se había ido deteriorando con celeridad,
hasta el punto de que una ley de diciembre de 1941 imponía la pena de muerte como castigo
para prácticamente cualquier infracción cometida por un judío.[242] A los no deportados (por
ejemplo, aquellos que formaban parte de matrimonios mixtos), se les sometía a trabajos
forzados.
En octubre, Heydrich precisó todavía más que la deportación tenía que afectar a todos los judíos
de los territorios ocupados por Alemania.
Simultáneamente, las declaraciones genocidas por parte de los jerarcas del nazismo eran
frecuentes: por ejemplo, en noviembre, Alfred Rosenberg afirmaba que el objetivo de los
asesinatos en masa que ya se estaban produciendo era el «exterminio biológico de toda la
judería de Europa» y en diciembre Goebbels recordaba que la compasión o el arrepentimiento
respecto de los judíos estaban fuera de lugar y que la guerra, desecadenada por ellos, los había
sumido en «un proceso gradual de aniquilación».[243]
Himmler aprobó en octubre la construcción en Belzec de un campo que sirviese de base para
las camionetas de gas; también en Chelmno se estableció otro centro similar, de donde salían
las tres camionetas que se utilizaban para asesinar a los judíos (y gitanos, también)
transportados desde el gueto de Lódź, con el objeto de ir dejando sitio, como en otros guetos,
para los judíos que iban llegando desde todas partes de Europa. Estas camionetas podían matar
a 50 personas a la vez durante el trayecto de 16 km entre el gueto y el campo, donde eran
enterradas en zanjas. Por este procedimiento, en Chelmno fueron asesinadas 360 000
personas.[246] A finales de 1941 los cuatro grupos operativos estaban empleando un total de
unas 30 camionetas. También en Serbia se hizo uso de una camioneta de gas; a principios de
mayo de 1942, más de 7500 judíos habían muerto en ella.
En diciembre de ese mismo año, los dos millones y medio de judíos del Gobierno General eran
ya una preocupación real para los dirigentes nazis. Y, en este sentido, alguno de ellos, como
Hans Frank ya hablaba de la «necesidad de tomar medidas que de algún modo conduzcan a
lograr su aniquilación en sintonía con otras medidas» que habrían de tomarse desde el
Reich.[247]
La Conferencia de Wannsee
Villa de Wannsee, donde tuvo lugar la conferencia
Durante esos primeros meses de 1942 quien estuvo supervisando las matanzas de judíos fue
Himmler, que se reunía con frecuencia con Hitler de forma confidencial, y del que decía haber
recibido directamente el encargo. Estuvo en Cracovia a mediados de marzo, cuando el uso de
gas venenoso ya se había empezado a utilizar para asesinar judíos. En abril, ordenó en Varsovia
el asesinato de los judíos de Europa occidental que habían llegado para entrar en el gueto de
Lódz. En julio, apremió en el este el programa de matanzas. Mientras, intentaba acelerar el
exterminio de los judíos que quedaban en el Gobierno General, que esperaba concluir a finales
de año, y el de los judíos de Ucrania, que había comenzado en mayo.[251]
La Conferencia de Wannsee supuso también que Adolf Eichmann, desde la Oficina Central de
Seguridad del Reich, reiniciase en marzo los transportes en tren para deportar a los judíos que
quedaban en Alemania, el Protectorado y la antigua Austria, hacia los guetos de Europa oriental.
Esta decisión, junto con la situación ya insoportable para ellos, indujo al suicidio a numerosos
judíos. Igualmente, el programa de deportaciones se amplió a otros lugares de Europa: Países
Bajos, Bélgica y Francia, entre ellos.
Unas semanas antes de que se celebrase la Conferencia de Wannsee, Himmler había encargado
a Odilo Globocnik, jefe de la policía y las SS en Lublin, que organizara el exterminio de los judíos
del Gobierno General. Con el nombre de «operación Reinhard», el objetivo del plan era liberar
espacio en los guetos para dejar sitio a los judíos deportados del oeste. Para ello Globocnik se
rodeó de varios de los participantes en la operación T-4, que quedaron empleados en los tres
campos que se crearían dentro de la operación; se trataba de oficiales y suboficiales de las SS,
ayudados por un personal básico compuesto de auxiliares ucranianos reclutados en campos
para prisioneros de guerra.
Los campos se situaron al oeste del río Bug, con buenas conexiones por ferrocarril con otras
zonas de Polonia y con los principales guetos. El primer campo, el de Belzec, se empezó a
construir el 1 de noviembre de 1941, a partir de las instalaciones de un campo de trabajo. Su
comandante era Christian Wirth, al que prestó ayuda uno de los especialistas en eutanasia.
Contaba con cámaras de gas fabricadas con madera, aunque herméticamente cerradas; el gas
se bombeaba al interior desde unos vehículos y no haciendo uso de botes de monóxido de
carbono puro, como se había hecho en el plan de eutanasia, debido a la dificultad de hacerse
con grandes cantidades de ellos. El campo empezó a funcionar en febrero de 1942. Se probó
primero el gaseamiento de grupos pequeños de judíos, incluidos los que habían ayudado a
construir el campo. A partir del 17 de marzo, se empezó el gaseamiento de los judíos
deportados. En un mes, se asesinó a 75 000 judíos, 30 000 de los cuales provenían del gueto de
Lublin (que contaba con 37 000 habitantes), siendo los demás de otras zonas del Gobierno
General.
La disposición de algunos elementos del campo buscaba no levantar sospechas entre los
judíos: se les decía que era un centro de tránsito, que iban a ser desinfectados antes de recibir
ropa limpia y que sus objetos de valor les serían devueltos. Las cámaras de gas parecían
habitaciones con duchas.
Entre junio y julio, las cámaras de madera fueron sustituidas por una construcción de hormigón
con capacidad para seis cámaras de gas, que podían albergar al mismo tiempo a un total de
2000 personas. Hasta 600 000 judíos, tanto de la Polonia ocupada como de otros lugares de
Centroeuropa, fueron allí asesinados antes de finales de año.
Durante el calor del verano, los cuerpos sepultados empezaron a generar problemas de
salubridad. Se tomó entonces la decisión de incinerarlos, haciendo para uso de un grupo
especial de judíos, el llamado Sonderkommando, que fue asesinado después.
El tercer campo estuvo en Treblinka. Construido al lado de una vieja cantera, sus orígenes
estaban en un campo de trabajo abierto en la primavera de 1941, con el objeto de conseguir
materiales para las fortificaciones de la frontera germano-soviética de Polonia. Un año después,
en junio de 1942, se empezó a reconvertir en campo de exterminio por parte de las SS,
siguiendo las indicaciones del constructor de Sobibor, Richard Thomalla. Contó con tres
cámaras de gas, que estaban situadas en una edificación oculta en la zona más elevada del
campo, a la que se llegaba desde una estación por una vereda, llamada por las SS «el camino
hacia el cielo». Los gases provenían de motores diésel. En la parte de atrás, había un grupo de
zanjas para sepultar los cadáveres.
Los gaseamientos se iniciaron el 23 de julio. Una media de 5000 judíos llegaron al día a
Treblinka durante las primeras semanas; sin embargo, desde agosto el número aumentó
considerablemente, de forma que a finales de mes ya habían sido gaseados un total de 312 000
judíos. Por otro lado, miles de judíos murieron durante los transportes en tren, sin ventilación,
sin agua y sin servicios sanitarios, y con un tiempo caluroso. Además, y según el testimonio de
un superviviente, Oskar Berger, que llegó al campo el 22 de agosto,
los soldados de las SS, los alemanes y los ucranianos se situaban en los techos
de los barracones y disparaban contra la multitud indiscriminadamente.
Hombres, mujeres y niños caían sangrando. El aire se llenaba de gritos y
llanto.[253]
En los casos de grandes cantidades de judíos llegados, muchos eran fusilados en la zona de
recepción; en ocasiones, los trenes debían esperar llenos durante días, hasta que los judíos
podían ser llevados a las cámaras de gas, que o bien no daban a basto, o bien se habían
estropeado. En el mismo sentido, la excavación de zanjas no podía seguir el ritmo de los
asesinatos, y los cuerpos quedaban habitualmente sin enterrar.
Ese mismo mes de agosto, se nombró a Christian Wirth inspector general de los tres campos
para que se encargase de racionalizar las operaciones de matanza. Wirth entregó, a su vez, a
Franz Stangl, comandante ya en Sobibor, el mando de Treblinka en septiembre. La apariencia
externa del campo mejoró, pero las escenas de sadismo y crueldad continuaron.
Cantidad aprox. de asesinatos en los campos de exterminio
Los cálculos modernos cifran el número de asesinados en los tres campos de la operación
Reinhard en 1 700 000.
Auschwitz
La creación de campos de concentración por parte de los alemanes desde septiembre de 1939
fue algo habitual en los territorios ocupados. Uno de ellos, cerca de la localidad de Oswiecim, en
alemán «Auschwitz», se creó en abril de 1940 con el objetivo de albergar presos políticos
polacos. En mayo, se nombró a Rudolf Höss comandante del mismo, quien colocaría a la
entrada un cartel con el lema Arbeit macht frei, «el trabajo libera». Tras un periodo en que el
campo constituía un lugar para reclutar trabajadores, finalmente se convirtió en un centro
permanente para presos políticos polacos. Posteriormente, a partir de septiembre de 1941, tras
el inicio de la operación Barbarroja, se le fueron añadiendo nuevos campos asociados, como por
ejemplo el situado en Birkenau, para prisioneros de guerra soviéticos, que terminaría siendo el
más grande, pues era también un campo de concentración y de trabajo industrial.[265]
Probablemente a principios de 1942, Himmler anunció a Höss que el campo debía convertirse
en un centro adicional a los de la operación Reinhard, que no eran suficientes para completar la
«solución final»; Auschwitz estaba bien comunicado y, al tiempo, suficientemente alejado de
núcleos de población importantes. Según indicaciones posteriores de Eichmann, la función de
Auschwitz habría de ser la de matar a los judíos del resto de Europa. Los primeros deportados,
llegados en marzo, provenían de Eslovaquia y Francia.
Los métodos empleados fueron desde el principio diferentes a los de otros campos. En julio de
1941 se había descubierto casualmente (durante una desinfección de ropa) que el pesticida
químico conocido como Zyklon-B había sido capaz de matar rápidamente a un gato. En
septiembre se probó con 600 prisioneros de guerra soviéticos (clasificados como «fanáticos
comunistas») y 250 enfermos del campo, que fueron gaseados en un sótano del campo. El
mismo mes, otros 900 prisioneros soviéticos fueron gaseados en el depósito de cadáveres. Tras
una visita de Einchmann, se decidió usar el gas de forma sistemática.
Dado que los gritos de los gaseados podían ser oídos por el personal del campo, se decidió
realizar las matanzas en Auschwitz-Birkenau. Allí se construyeron dos cámaras de gas (para
800 y 1200 personas) que empezaron a funcionar el 20 de marzo de 1942. A ellas se enviaba
directamente a los menores de 16 años, las madres con hijos, los enfermos, los ancianos y los
físícamente débiles. El resto pasaba al campo, tatuados todos con un número de serie en el
brazo izquierdo y registrados. Posteriormente, selecciones periódicas iban decidiendo la muerte
de los que ya no estaban en condiciones de trabajar.
Desde julio, empezaron a llegar judíos de Alemania; después, desde casi todos los países
europeos: Rumanía, Croacia, Finlandia, Noruega, Bulgaria, Italia, Hungría, Serbia, Dinamarca,
Grecia y el sur de Francia. En este contexto, entre 1942 y 1943 se ampliaron y perfeccionaron las
instalaciones para gasear en Auschwitz. En junio de 1943 había una cámara más y se había
ampliado a 4 el número de crematorios, conforme a los planes de la empresa Hoch-und Tiefbau
AG Kattowitz; los hornos crematorios y las instalaciones de gaseamiento habían sido fabricados
por la empresa J. A. Topf & Söhne de Erfurt.
En Auschwitz murieron entre 1 100 000 y 1 500 000 personas. Alrededor del 90 % (cerca del
millón) eran judías, lo que supone entre una quinta y una cuarta parte de los judíos que murieron
durante la guerra. Por lo menos, la mitad de los muertos lo fueron por desnutrición,
enfermedades, agotamiento e hipotermia.
Auschwitz recibía a muchos de sus judíos desde el campo de Theresienstadt. Construido desde
noviembre de 1941 al norte de Terezin (en alemán, Theresienstadt), en Checoslovaquia, este
campo constituía la prisión central de la Gestapo en el Protectorado. Recibió a 10 000 judíos
checos durante los primeros días del año siguiente y se trataba inicialmente de un centro de
reagrupamiento organizado como un gueto. De las 140 000 personas que llegaron deportadas al
campo, al final de la guerra solo seguían con vida menos de 17 000.
Otros campos
Cadáveres hallados en una fosa común del "campo de tránsito" nazi Janowska en la Polonia oriental, actualmente
Ucrania
Otro campo, el de Majdanek, se construyó en la parte oriental de Lublin; desde julio de 1942 se
construyeron en él hasta siete cámaras de gas. Al final, habrían muerto en él unas 180 000
personas; 120 000 de ellas, judíos.
En octubre de 1942, Heinrich Himmler determinó que todos los judíos debían ser trasladados a
Auschwitz o Majdanek. Ejecuciones masivas tuvieron lugar entre el 8 de mayo y el 29 de julio de
1944. Rudolf Höss, por orden de Heinrich Himmler, debía gasear a más de 400 000 judíos
húngaros en Auschwitz. En determinados días fueron asesinadas cerca de 24 000 personas,
muchas de las cuales fueron quemadas en hogueras al aire libre por la escasa capacidad de los
crematorios.[265]
Rudolf Höss cuenta en sus memorias que en el verano de 1941 fue recibido personalmente por
Himmler y este le dijo:
"El Führer ha dado la orden de proceder a la solución final del problema judío.
Nosotros, los SS, somos los encargados de llevar a cabo esta orden. A usted le
incumbe esta tarea dura y penosa".
Las víctimas
Centenares de cuerpos de prisioneros muertos por inanición o por disparos de la Gestapo yacen en el suelo tras la
liberación del campo de concentración de Nordhausen (12 de abril de 1945).
Cementerio de Buchenwald.
Junto con los judíos, otros grupos humanos como gitanos, soviéticos (especialmente, los
prisioneros de guerra), comunistas, Testigos de Jehová, polacos étnicos, pueblos eslavos,
discapacitados, hombres homosexuales y disidentes políticos y religiosos, fueron también
objeto de persecución y asesinato durante el nazismo.[272]
Según el criterio más o menos restringido que se adopte para definir el Holocausto, la cifra de
víctimas varía. Algunos historiadores lo circunscriben al genocidio de judíos a manos del Tercer
Reich (algo más de 6 millones de víctimas).[270] [271]
[273]
[274]
Otros estudiosos consideran que
debe aplicarse asimismo a las víctimas polacas y a otros pueblos eslavos y gitanos. Un tercer
grupo amplía el término para que abarque igualmente a los homosexuales, los disminuidos
físicos y mentales y los Testigos de Jehová, de modo que se estiman en 11 o 12 millones las
víctimas del Holocausto, de las cuales más de la mitad eran judíos.[275]
Se calcula que murieron víctimas de este exterminio algo más de seis millones de
judíos,[270] [271]
aparte de unos 800 000 gitanos, cuatro millones de prisioneros de guerra
soviéticos o víctimas de la ocupación (fueron también objeto de exterminio sistemático),
polacos e individuos calificados de asociales de varias nacionalidades (presos políticos,
homosexuales, discapacitados físicos o psíquicos, delincuentes comunes, etc.). Las
aproximaciones oficiales son las siguientes:
eslavos ( 26,66 %)
gitanos ( 3,56 %)
discapacitados (1,34 %)
homosexuales (1,12 %)
negros[276]
De acuerdo con lo anterior, ni el decreto que impuso a los judíos la estrella amarilla, ni las
primeras deportaciones efectuadas en el otoño de 1941 (e invierno de 1941-1942), fueron
hechos respondidos por la población alemana de manera significativa. Sin embargo, fue la
respuesta popular contraria la que consiguió parar la retirada de crucifijos en Baviera y evitar la
gasificación de miles de enfermos mentales.[278]
En cuanto a las gasificaciones, fueron llevadas mucho más en secreto y tuvieron poco eco
dentro de Alemania.
Con todo, mucha gente de Alemania consideró en su momento que los bombardeos aliados
sobre sus poblaciones eran una venganza y un desquite por el trato dado a los judíos.
Los rumores en Alemania sobre el destino de los judíos fueron generalizados y contenían datos
suficientes como para entender que en el este se estaba produciendo un asesinato masivo de
judíos. Incluso, el conocimiento de las gasificaciones y del exterminio en los campos fue
relativamente limitado.[280]
Y aunque la planificación y ejecución de la "solución final" se llevó con un grado muy elevado de
secretismo, lo que probablemente demuestra que los jerarcas nazis eran conscientes de que no
podían contar para ello con el respaldo popular, la misma no
La exacta valoración de la actitud de los alemanes ante el destino de los judíos ha provocado
divergencias entre algunos historiadores. Ian Kershaw ha insistido en el concepto de
«indiferencia moral», que se reflejó en el hecho de que los alemanes apartaron la vista
deliberadamente eximiéndose de cualquier responsabilidad personal. La razón principal habría
sido que la población aceptó con naturalidad el derecho del Estado a decidir sobre la Cuestión
Judía, un asunto que para ellos tendría poca relevancia personal.[282] Por su parte,
Sin embargo, debe profundizarse todavía el estudio sobre la actitud de la población europea y
alemana en particular. Muchos partidarios de los nazis se enriquecieron por la persecución a los
judíos, recibiendo beneficios, bienes y propiedades. (puede consultarse Los verdugos voluntarios
de Hitler).
Los judíos
Respecto de los propios judíos, fueron varios los impedimentos con los que se encontraron para
planificar o idear una resistencia ante las acciones genocidas de los nazis: en primer lugar, su
subestimación del peligro que éstos suponían cuando Hitler llegó al poder, es decir, no
reaccionaron a tiempo ante la propagación del terror;[284] en segundo lugar, el nazismo se
esforzó constantemente en alentar falsas expectativas, ilusionando muchas veces a sus
víctimas con la idea de que la sumisión y el trabajo podía ser causa de su salvación; en tercer
lugar, que la idea misma del exterminio total resultaba más bien producto de una imaginación
enferma que de un plan con alguna posibilidad de hacerse realidad; en cuarto lugar, que la
aplicación sistemática de castigos terribles e indiscriminados por parte de los alemanes ante
cualquier amago de rebelión ejercía un serio efecto de intimidación; en quinto lugar, que el
ambiente antisemita y colaboracionista de muchos de los países europeos (sobre todo de
Europa oriental) durante la guerra, hacían muy dificultosa una escapatoria a través de ellos para
cualquier judío; y, en sexto lugar, que el grado de agotamiento físico y psicologíco de los judíos,
en guetos, campos, etc., era de tal envergadura, que dificultaba enormemente cualquier
expectativa que fuese más allá de garantizar la supervivencia del día a día.
Con todo, y a pesar de esta situación de enorme desventaja en la que se encontraron, hubo
diversos casos de resistencia.
Durante los años previos a la guerra, hubo judíos que intentaron organizar grupos para hacer
frente a la catarata legislativa antijudía. Destacó entre ellos el conocido como «Grupo Baum»,
liderado por Herbert Baum, que durante 1937 se reunió semanalmente en Berlín y que llegó a
realizar sabotajes contra el nazismo.
También a través de la Conferencia de Evian, en julio de 1938, hubo un intento por dar una
solución a la población judía migrante de Alemania y Austria.
Ya en plena época de exterminio, el joven líder de la resistencia judía Abba Kovner lanzó en la
noche del 31 de diciembre de 1941 un manifiesto en el que proclamaba que Hitler planificaba la
destrucción de todos los judíos de Europa; se trata de la primera llamada pública a la
resistencia.[285] Desde el día siguiente, quedó organizada la resistencia en el interior del gueto
de Vilna, que sería el primero en sublevarse. En este sentido, los judíos se sublevaron en unos
veinte guetos de Europa oriental, primero el de Vilna en Lituania en enero de 1942, y luego en
guetos como los de Varsovia (entre el 19 de abril y el 15 de mayo de 1943) y Bialystok y, más
tarde, en diversos campos de exterminio.
De Vilna lograron escapar algunos combatientes judíos en el verano de 1943, tras lo cual
formaron unidades partisanas para ayudar a la liberación de la ciudad.
La revuelta más conocida fue la sublevación del gueto de Varsovia, que duró casi un mes, entre
el 19 de abril y el 15 de mayo de 1943 y que estuvo protagonizada por la Organización Judía
Combatiente, compuesta por unos 600 miembros y dirigida por Mordechai Anielewicz, de 24
años de edad, y la Organización Militar Nacional, con 400 miembros. El gueto fue finalmente
arrasado por las fuerzas alemanas, muriendo unos 15 000 judíos y siendo enviados
posteriormente a campos de exterminio más de 50 000.
En Alemania, a pesar de las extraordinarias limitaciones, probablemente unos dos o tres mil
judíos se involucraron activamente en el movimiento antinazi clandestino alemán.
En conclusión,
Por otro lado, la creencia generalizada en ellos era que estaban cumpliendo órdenes de Hitler, y
que el objetivo era acabar con los enemigos no solo presentes, sino futuros, de la raza alemana.
En este sentido, la característica de los dirigentes nazis era que compartían un antisemitismo
exacerbado, no menor que el de sus subordinados. Así,
Ello no quiere decir necesariamente que el Holocausto tuviera un plan definido desde el
principio: precisamente este es uno de los puntos que divide a los estudiosos, entre
intencionalistas y funcionalistas:
Niños supervivientes del campo de concentración de Buchenwald. Están vestidos con uniformes alemanes debido a la
escasez de ropa.
Los funcionalistas sostienen, por el contrario, que cuando el partido nazi llegó al poder
ninguno de los dirigentes del Tercer Reich tenían una idea clara de cómo actuar con respecto
a los judíos. En su opinión, la idea de la liquidación en masa se fue desarrollando sobre la
marcha. Los historiadores que defienden esta postura suelen presentar el asesinato en masa
como un proceso de "radicalización acumulativa", a partir de iniciativas individuales de
funcionarios del partido, del gobierno y del ejército y en las que Hitler tuvo poca intervención
directa, limitándose a trazar las líneas generales sobre el "peligro" que representaban los
judíos, pero sin decirles qué hacer para afrontarlo. Eso habría dado lugar a distintas
estrategias, a veces incoherentes entre sí, antes de que desembocaran en el exterminio.
Primero, se creó el concepto de judío de acuerdo a unos criterios muy distintos de los
utilizados hasta entonces. Una parte de la población europea quedó así marcada como
enemiga según el ideario nazi.
la raza aria, superior al resto de las razas y destinada a dominar el mundo (y los arios que no
estuvieran de acuerdo deberían ser eliminados);
El principal elemento de dicha «solución» fueron los campos de exterminio, los cuales
funcionaban como auténticas fábricas de muerte, cuya materia prima era la población a ser
exterminada.
Mapa del Holocausto judío en Europa, 1939-1945. Muestra el porcentaje de muertos judíos de cada país al terminar la
Segunda Guerra Mundial en relación a la población existente al inicio de las hostilidades.
Durante el Holocausto, unos seis millones de judíos (alrededor de dos tercios de la población
judía mundial de la época) fueron exterminados. En algunos casos desaparecieron
comunidades enteras, entre ellas la floreciente comunidad judía de Polonia (de más de tres
millones de miembros) y la comunidad sefardí de Salónica (en Grecia).
En total las víctimas suman una cifra de 15 510 000 a 22 450 000 (quince a veinte millones de
personas, aproximadamente).[cita requerida]
El Holocausto dio el empuje final a la creación del Estado de Israel, ubicado sobre parte del
territorio del Mandato Británico de Palestina, que acogió a los judíos supervivientes del
exterminio.
Algunos sectores minoritarios sostienen que la «solución final» no suponía el exterminio de los
judíos, sino que era un plan que pretendía deportar a los judíos de Alemania y de los países
ocupados y aliados de Alemania,[289] y que a largo plazo suponía la creación de un Estado judío
en la isla de Madagascar (Plan Madagascar), territorio en dominio de Francia y poco poblado en
esos momentos[290]
La idea de que para los nazis la «solución final» no significaba el asesinato sistemático de los
judíos,[291] sino su desplazamiento hacia el este de Europa, se basa en la reinterpretación de
documentos tales como la carta del 31 de julio de 1941 donde Hermann Göring escribió a
Reinhard Heydrich lo siguiente:
Sin embargo, de acuerdo a la versión mayoritaria con respecto al Holocausto, los términos
"evacuación", "desplazamiento", "emigración", "reinstalación", etc. eran palabras clave para
ocultar la masacre.[294]
Éstas y otras razones son esgrimidas por los negacionistas del holocausto, quienes niegan la
existencia de Holocausto, llegando a afirmar que se trata de un medio propagandístico del
sionismo y de una supuesta conspiración judía.[295]
La persecución y el genocidio se llevó a cabo por etapas. Las leyes de Núremberg fueron
promulgadas años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Los campos de
concentración nazis fueron creados como lugares donde los reclusos eran utilizados como
mano de obra esclava hasta que morían por agotamiento o enfermedad. Allí donde la Alemania
Nazi conquistaba nuevos territorios al este de Europa, escuadrones especializados llamados
Einsatzgruppen asesinaban judíos y oponentes políticos en fusilamientos masivos. Los judíos y
los gitanos fueron encerrados en guetos antes de ser transportados por centenas o millares en
trenes de carga hacia campos de exterminio donde, si sobrevivían al viaje, la mayoría de ellos
era asesinada en cámaras de gas. Todo el aparato burocrático alemán estuvo involucrado en la
logística del asesinato masivo, convirtiendo al país en lo que un académico ha llamado "un
Estado genocida".[297]
A continuación se muestra una lista de los campos de concentración nazis. Estos campos
fueron establecidos dentro de Alemania poco después de la ascensión al poder del partido nazi
en 1933. Posteriormente se crearían otros campos en aquellos países anexionados o invadidos
por Alemania antes y durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, como Países Bajos y
Polonia. Mientras que algunos campos tuvieron una existencia más bien efímera, otros
permanecieron en activo hasta la definitiva derrota alemana en la guerra.
Los campos de exterminio se encuentran marcados en color rosa, mientras que los mayores
campos de otros tipos están señalados con color azul.
Número Número
País Tiempo de
Nombre del campo Tipo de campo estimado de estimado de Subcampos We
(actual) funcionamiento
prisioneros muertos
8 de abril de
Campo de 1942 - 11 de
Arbeitsdorf Alemania min. 600
trabajo octubre de
1942
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Auschwitz1940
003
Campo de
Abril de 1940- 1 100 000- Birkenau1941
04
Auschwitz Polonia trabajo y 400 000
enero de 1945 1 500 000[298] Buna- 02
exterminio
Monowitz1941 48/
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z.o
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Campo de Marzo de 1944
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Belzec Polonia Campo de Marzo de 1942- 600 000 [3]
exterminio junio de 1943 (ht
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Diciembre de
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Prisioneros famosos
En Buchenwald:
Mafalda María Isabela de Saboya, hija del rey italiano Víctor Manuel III, muerta en
Buchenwald.
En Auschwitz:
Anne Frank, fue internada en Auschwitz-Birkenau entre septiembre y octubre de 1944; luego
fue trasladada a Bergen-Belsen donde murió de tifus (no debe confundirse con fiebre
tifoidea).
Maximilian Kolbe, santo polaco, fue prisionero en Auschwitz I. Fue voluntario para morir de
hambre en lugar de otro prisionero en 1941.
Witold Pilecki, soldado polaco del Armia Krajowa, voluntario para internarse en Auschwitz,
organizó la resistencia en Auschwitz (Związek Organizacji Wojskowej, o ZOW) e informó a los
aliados sobre las atrocidades que allí ocurrían. Luego formó parte del levantamiento de
Varsovia.
Edith Stein, monja católica de origen judío que murió en las cámaras de gas de Auschwitz II.
Elie Wiesel, sobrevivió a su reclusión en Auschwitz III Monowitz y escribió sobre sus
experiencias.
Petr Ginz (1928–1944), joven editor de Vedem, conocido por el diario escrito antes de su
deportación, descubierto solo recientemente, y editado por su hermana Chava Pressburger.
Primo Levi escritor italiano de origen judío. Capturado y deportado a Auschwitz en el invierno
de 1944, sobrevivió y escribió Si esto es un hombre, estremecedor relato de la vida diaria del
campo y de la cruel lucha por la supervivencia.
Władysław Bartoszewski
Olga Lengyel, habitó el campo para mujeres en Auschwitz- Birkenau, colaboró en la resistencia
en la cual fue destruido uno de los hornos crematorios de dicho campo y escribió el célebre
libro Los hornos de Hitler.
Violeta Friedman, a los catorce años de edad ingresó en Auschwitz junto a su hermana.
Violeta Friedman sobrevivió a las selecciones alemanas debido a que dentro del campo se
sentía segura y decidió no salir de él, escapándose día tras día cuando era elegida para morir
debido a su incapacidad de realizar trabajos forzados. Después fue ingresada en el campo de
Bergen-Belsen. Destacan sus memorias.
En Mauthausen-Gusen:
Simon Wiesenthal, cazador de criminales de guerra nazis y autor. En 1946 publicó el libro KZ
Mauthausen, Bild und Wort (Campo de concentración de Mauthausen, escenas y palabras).
Joaquim Amat-Piniella, escritor español que escribió en 1946 K.L. Reich, relato novelado de su
experiencia en los campos nazis.
Peter Van Pels (Peter van Daan, en libro de Anne Frank), joven que murió el 5 de mayo de 1945
en Mauthausen, y que convivió junto a Anne Frank en su escondite en Ámsterdam (Países
Bajos).
Francisco Boix, fotógrafo; autor de algunas de las más impactantes imágenes sobre el
cautiverio y la liberación de este campo. Fue el único testigo español en los juicios de
Núremberg.
José Ester, miembro del Grupo Ponzán y secretario general de la Federación Española de
Deportados e Internados Políticos en Toulouse.
El Holocausto en el arte
Cine y televisión
El gran dictador (1940). Dir.: Charles Chaplin
Hermanos de Sangre, episodio 9 Por qué combatimos (miniserie de televisión en HBO, 2000).
Dir.: David Frankel
Los falsificadores
El libro negro
Guetto (2006)
Eichmann (2007)
Una voz para la memoria de Miguel Kertész (2012). Testimonio de la madre del autor.
Véase también
Insignia amarilla
Anne Frank
Conferencia de Evian
Conferencia de Wannsee
Genocidio - Genocidios
ODESSA
Ratlines (rutas de escape que tomaron algunos nazis participantes en el Holocausto tras la
derrota del Eje)
Notas y referencias
4. Roudinesco, Élisabeth. A vueltas con la cuestión judía (Retour sur la question juive, 2009),
Barcelona: Anagrama, 2011, capítulo 2: «La sombra de los campos y el humo de los hornos»
(49-87).
6. Kershaw, «Hitler y el Holocausto» (2000), en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 431.
11. Hasta la apertura de los archivos de la antigua Unión Soviética en la década de 1990, la cifra
considerada por los historiadores era de por lo menos 5,5 millones; Adolf Eichmann, por su
parte, había señalado a 6 millones como una probable cantidad (cf. Evans, Richard J. El
Tercer Reich en guerra, pág. 409). Según las investigaciones de Michael Brenner, durante la
Segunda Guerra mundial los nazis asesinaron entre 5,6 y 6,3 millones de judíos (Kleine
Jüdische Gechichte, Múnich: Beck, C. H. 2008; Breve historia de los judíos, Buenos Aires: La
Marca y Goethe Institut, 2011, pp. 299-300); Timothy Snyder habla de unos cinco millones
cuatrocientos mil (cf. Tierras de sangre. Europa entre Hitler y Stalin, Galaxia Gutenberg-
Círculo de Lectores, Barcelona, 2011 (or. 2010), pág. 303.
14. Radcliff, Pamela. «Interpreting the 20th Century: The Struggle Over Democracy» (https://we
b.archive.org/web/20140714184534/http://anon.eastbaymediac.m7z.net/anon.eastbaymedi
ac.m7z.net/teachingco/CourseGuideBooks/DG8090_EFF59C.PDF) (en inglés). pp. 104-
107. Archivado desde el original (http://anon.eastbaymediac.m7z.net/anon.eastbaymediac.
m7z.net/teachingco/CourseGuideBooks/DG8090_EFF59C.PDF) el 14 de julio de 2014.
Consultado el 22 de noviembre de 2014.
15. Véanse los textos de Andrés Ciudad y María Josefa Iglesias: El Holocausto (https://web.archi
ve.org/web/20131101082532/http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4277.htm) , El
ejército del crimen (https://web.archive.org/web/20131101082443/http://www.artehistoria.jc
yl.es/v2/contextos/4278.htm) , La moderna clase de esclavos (https://web.archive.org/we
b/20131101081828/http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4279.htm) , El exterminio
por el trabajo (https://web.archive.org/web/20131101082622/http://www.artehistoria.jcyl.e
s/v2/contextos/4280.htm) , La "«solución final». (https://web.archive.org/web/2014011412
1526/http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4281.htm) Geografía del infierno
concentratorio (https://web.archive.org/web/20131101081547/http://www.artehistoria.jcyl.e
s/v2/contextos/4282.htm) , Auschwitz (https://web.archive.org/web/20131101081018/htt
p://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4283.htm) , Treblinka (https://web.archive.org/we
b/20131101081339/http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/contextos/4284.htm) , Experimentos
nazis (https://web.archive.org/web/20131101081627/http://www.artehistoria.jcyl.es/v2/cont
extos/4285.htm) , ArteHistoria, Junta de Castilla y León (accedido 30 de octubre de 2013).
Sobre los experimentos supuestamente científicos con humanos vivos llevados a cabo por
los nazis, Ciudad e Iglesias notan que «A partir de mayo de 1941, los experimentos
pseudocientíficos con los deportados se convirtieron en norma»; y, por otra parte, entre
marzo de 1944 y enero de 1945, los nazis
16. United States Holocaust Memorial Museum. «Resistance During the Holocaust» (http://www.
ushmm.org/learn/holocaust-encyclopedia) . Holocaust Encyclopedia (en inglés).
Consultado el 22 de noviembre de 2014.
19. «UN marks Holocaust memorial day with exhibitions and pledges of 'never again' » (http://ww
w.un.org/apps/news/story.asp?NewsID=37397&Cr=holocaust&Cr1=) (en inglés). 27 de
enero de 2011. Consultado el 11 de marzo de 2012.
22. Por ejemplo, en su informe sobre el juicio a Eichmann, Eichmann en Jerusalén, de 1963-64,
Hannah Arendt aún utiliza la expresión «solución final».
23. Crónica del Holocausto, pág. 57; en ocasiones, se puede encontrar citado como término
griego la forma ὁλοκαύτωμα (holokáutoma), compuesta de ὅλος (hólos) «todo»,
«totalmente», y de καῦσις (káusis), «cremación».
Hay quienes suponen además que
Holocausto podría también remitir al «ascendente» u ofrenda sacrificada y completamente
quemada de algún antiguo sacrificio ritual bíblico. Para una discusión, ver Tracey R. Rich,
"Qorbanot: Sacrifices and Offerings" (http://www.jewfaq.org/qorbanot.htm) , Judaism 101,
"Olah: Burnt Offering", 1998-2011; y "Burnt Offering" (http://www.jewishencyclopedia.com/arti
cles/3847-burnt-offering) , Jewish Encyclopedia, 1906 (accedidos 24 de octubre de 2013).
Con todo, ello implicaría aplicar la acaso no muy oportuna asociación de que una vez
retirados de la cámara de gas, los cadáveres de las víctimas usualmente se incineraban en
hornos crematorios: tamaña asociación ha sido en general abandonada a raíz de que el
Holocausto perpretrado por los nazis nada tuvo que ver con alguna ofrenda ritual ígnea de
los tiempos bíblicos, sino que lisa y llanamente fue una enorme masacre étnica llevada a
cabo en pleno siglo XX.
25. El término apareció por primera vez en un folleto publicado en Jerusalén en 1940 por el
«Comité Unido de Ayuda a los Judíos en Polonia» (Louis Weber, «Crónica del Holocausto», en
Crónica del Holocausto, s. p.).
27. En su versión en inglés, la Crónica del Holocausto hace simplemente referencia a "churb'n",
término al que atribuye el significado de «destrucción» (pág. 57); así, la idea de ruina
tampoco es ajena al mismo.
28. En el siglo XII el monje y cronista inglés Richard of Devizes utilizó la expresión holocaust en
su narración de la coronación de Ricardo I de Inglaterra (Ricardo Corazón de León),
refiriéndose a matanzas de judíos en Londres iniciadas a partir del rumor de que habían sido
ordenadas por el rey.
29. The World in Crisis, vol. 4: The Aftermath, Nueva York, 1923, p. 158.
30. Donald L. Niewyk, en The Columbia Guide to the Holocaust, Columbia University Press, 2000,
pág. 45, lo define así: «El Holocausto es comúnmente definido como el asesinato de más de
5 millones de judíos por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial».
31. Michael Berenbaum, «Holocaust.» (http://www.britannica.com/EBchecked/topic/269548/Hol
ocaust) Encyclopaedia Britannica Online, 2007: «the systematic state-sponsored killing of
six million Jewish men, women, and children and millions of others by Nazi Germany and its
collaborators during World War II. The Germans called this 'the final solution to the Jewish
question».
33. Wieviorka, Michel (2018) [2014]. El antisemitismo explicado a los jóvenes [L'Antisémitisme
expliqué aux jeunes]. Buenos Aires: Libros del Zorzal. pp. 87-89. ISBN 978-84-17318-16-1.
34. Kershaw, «Hitler y el Holocausto» (2000), en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs.
418; para un repaso general a las distintas interpretaciones sobre el asunto y un balance del
autor, ver págs. 418 y ss.
37. Durante esta década, la investigación sobre el Tercer Reich fue poco a poco cambiando de
enfoque: se pasó del llamado «enfoque intencionalista», centrado en los individuos, al
conocido como «enfoque estructuralista» o «funcionalista», más centrado en las estructuras
y sistema de gobierno.
38. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
págs. 163-164.
39. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 394.
40. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 393-394.
43. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 197.
48. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 162.
53. Según Arendt, judaísmo se refiere a la religión judía, mientras que judeidad hace referencia a
la condición política del pueblo judío en la Diaspóra. Rita M. Novo, "Hannah Arendt: narrar la
acción, la responsabilidad política del narrador" (http://www.derhuman.jus.gov.ar/conti/201
0/10/mesa-31/novo_mesa_31.pdf) , Seminario Internacional "Políticas de la Memoria",
Buenos Aires, octubre de 2000. Véase también Julia Urabayen, "Hannah Arendt" (http://www.
philosophica.info/voces/arendt/Arendt.html) , Philosophica, 2011.
54. Élisabeth Roudinesco, A vueltas con la cuestión judía (2009), Barcelona, 2011, capítulo 2: "La
sombra de los campos y el humo de los hornos" (49-87).
55. Harald Welzer, Guerras climáticas: por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI (http://
books.google.es/books?id=nKGUalEPvlwC&pg=PA77&dq=si+las+personas+definen+las+situ
aciones+como+reales&hl=es&ei=wCiPTePqE8yRswaA5N2YCg&sa=X&oi=book_result&ct=res
ult&resnum=3&ved=0CDgQ6AEwAg#v=snippet&q=%22si%20las%20personas%20definen%20
las%20situaciones%20como%20reales%2C%20%C3%A9stas%20son%20reales%20en%20su
s%20consecuencias%22&f=false) (Klimakriege: wofür im 21. Jahrhundert getötet wird,
2008), trad. A. Obermeier, Buenos Aires y Madrid: Katz, 2010, p. 77. Welzer sostiene que «el
Holocausto constituye la prueba más apabullante de lo acertado del teorema de William
Thomas» (Guerras climáticas, p. 77).
56. La referencia a Weimar se debe a que fue la ciudad donde se redactó la Constitución.
60. Cf. Kershaw, Ian. «Guerra y violencia política en la Europa del siglo XX», en Hitler, los
alemanes y la Solución Final, pág. 577.
61. Cf. Götz Aly, ¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos? Las causas del Holocausto, Crítica,
Barcelona, 2012, pág. 186.
62. Kershaw, «Hitler y la singularidad del nazismo», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 558.
64. Rodney Stark, La expansión del cristianismo. Un estudio sociológico, Trotta, Madrid, 2009,
pág. 58.
71. Kershaw, «Reacciones a la persecución de los judíos», en Hitler, los alemanes y la Solución
Final, pág. 257.
72. Kershaw, «El "día a día" y lo "excepcional": la conformación de la opinión popular, 1933-1939»,
en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 222.
73. Kershaw, «El "día a día" y lo "excepcional": la conformación de la opinión popular, 1933-1939»,
en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 223.
74. Otto Dov Kulka y Aaron Rodrigue, citados por Kershaw, ver «La opinión popular alemana y la
Cuestión Judía, 1939-1943: algunas reflexiones más» (Hitler, los alemanes y la Solución
Final, págs. 346 y ss).
77. Herbert A. Strauss, Current Research on Anti-Semitism: Hostages of Modernization (1993), Volumes 2-3, pp.
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81. Lewy Guenter. The Catholic Church and Nazi Germany 1964, pp 342-45.
82. Programa del partido nacionalsocialista obrero alemán (NSDAP). 24 de febrero 1920, punto
24: «Exigimos la libertad de culto para todas las denominaciones religiosas dentro del
Estado, siempre y cuando no pongan en peligro su existencia o se opongan a los
sentimientos morales de la raza germánica. El partido, como tal, defiende el punto de vista
de un cristianismo positivo sin unirse él mismo de forma confesional a ninguna
denominación. Combate el espíritujudeo-materialista dentro y alrededor de nosotros, y está
convencido de que una recuperación duradera de nuestra nación sólo puede tener éxito
desde el interior del sistema: El bien del Estado antes que el bien del individuo». Citado en
Robert Michael y Philip Rosen (2007). Dictionary of Antisemitism from the Earliest Times to
the Present. Lanham: Scarecrow Press, p. 321.
83. Sir Charles Petrie, A Historian Looks at His World (London, Sidgwick & Jackson, 1972), p.
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138. Kershaw, «Reacciones a la persecución de los judíos», en Hitler, los alemanes y la Solución
Final, págs. 318-319.
148. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 179.
150. Kershaw, "Ideólogo y propagandista: Hitler según sus discursos, escritos y órdenes, 1925-
1928", en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 100-101.
156. Existían ya en Estados Unidos, en algunas zonas, leyes discriminatorias similares contra
negros y judíos.
161. Crónica del Holocausto, pág. 70. Por lo demás, en noviembre se aprobaría la ley contra
Criminales Peligrosos y Habituales que permitía la castración de los que fuesen
«hereditarios».
162. Kershaw, «Reacciones a la persecución de los judíos», en Hitler, los alemanes y la Solución
Final, pág. 263.
164. De las que quedaron exentos, desde enero de 1939, los judíos caraitas.
168. Kershaw, «Reacciones a la persecución de los judíos», en Hitler, los alemanes y la Solución
Final, pág. 279.
173. Wistrich, op. cit., pág. 117; Martin Gilbert, Kristallnacht: Prelude to Destruction, Estados
Unidos: Harper Collins, 2006.
177. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 182.
180. Debido a su color amarillo intenso o harto saturado y por llevar la inscripción "judío" en
lengua alemana pero expresada en caracteres pseudo-hebreos, la insignia amarilla no es
exactamente una estrella de David: el nazismo usa al antiguo símbolo judío (que
unívocamente simboliza la Alianza de Yavé con el pueblo hebreo), para un propósito distinto
al del símbolo religioso original, y que es el de segregar a los judíos. Cargada de
ambigüedad, la insignia amarilla sólo tiene la apariencia de una estrella de David; de hecho,
es un símbolo racista, concebido con el propósito de discriminar.
182. En Baviera, por ejemplo, tras la Noche de los cristales rotos, se desencadenó el Holocausto.
A finales de noviembre de ese mismo año, 1.820 judíos fueron deportados a Riga (y serían
fusilados por los Einsatzkommandos de la Sicherheitspolizei entre febrero y agosto de 1942)
desde distintos puntos de concentración situados en Múnich, Núremberg y Wurzburbo; 3000
más fueron deportados hacia la zona de Lublin, Polonia, en la primavera de 1942 (y morirían
en las cámaras de gas de Sobibor y Belzec), y hasta la primera mitad del año siguiente 3500
judíos fueron transportados a Auschwitz y Theresienstadt. De Baviera, serían deportados
8376 judíos a diversos campos, casi todos en septiembre de 1943; cf. Kershaw, «La opinión
popular y el exterminio de los judíos», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 321-
323.
187. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 413.
203. Este gueto sería utilizado como argumento de la película antisemita Der ewige Jude (El judío
eterno), estrenada en 1940.
204. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 416.
207. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 417.
209. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 170.
215. La salvación de los judíos búlgaros durante la Segunda Guerra Mundial (https://web.archive.
org/web/20131113113439/http://bnr.bg/sites/es/Lifestyle/HistoryAndReligion/Pages/Lasal
vaci%C3%B3ndelosjud%C3%ADosb%C3%BAlgaros_10_03_11.aspx) , Radio Bulgaria, 10 de
marzo de 2011 (accedido 12 de noviembre de 2013).
220. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 424.
221. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 417-418. A
finales de 1939, el comandante en jefe del sector este de la Gran Alemania, Blaskowitz,
protestó por la brutalidad de estos «escuadrones de la muerte», por su amenaza para la
disciplina del ejército.
226. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 447.
230. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 430.
232. Solo entre julio y agosto de 1941, fueron asesinados 150 000 judíos en Besarabia, al este de
Rumania; Crónica del Holocausto, págs. 216 y 242.
236. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 425.
239. Kershaw, «El papel de Hitler en la Solución Final», en Hitler, los alemanes y la Solución Final,
pág. 185.
240. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 427-428.
241. Kershaw, «Hitler y el Holocausto», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 431.
252. La información y datos de toda esta sección proviene principalmente del capítulo 3 («La
solución final») del libro de Evans, El Tercer Reich en guerra (págs. 365-409).
264. Hacia agosto, se desarrolló también la «operación Festival de la Cosecha», que supuso el
asesinato de unas 42 000 personas que había en tres campos de trabajo de la región de
Lublin, y que estaban a cargo de miembros de la operación Reinhard.
265. «Institut für Sozial- und Wirtschaftsgeschichte Johannes Kepler Universität Linz - Auschwitz y
la Solución Final del problema Judío» (http://www.wsg-hist.uni-linz.ac.at/Auschwitz/htmles
p/Endloesung.html) .
271. Aracil, Rafael (1998) El mundo actual: de la Segunda Guerra Mundial a nuestros días (http://b
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272. Michael Berembaum, The World Must Know, The United States Holocaust Memorial Museum,
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273. Montenegro, Santiago (2006) Sociedad abierta, geografía y desarrollo: ensayos de economía
política (http://books.google.es/books?id=XrSyja1uXcIC&pg=PA69&dq=%22m%C3%A1s+de+
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274. Keyes, Anna (2005) Los Números de la Segunda Guerra Mundial (http://books.google.es/boo
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280. Kershaw, «La opinión popular alemana durante la Solución Final: información, asimilación,
reacciones», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, págs. 238 y ss.
281. Kershaw, «La opinión popular y el exterminio de los judíos», en Hitler, los alemanes y la
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282. Kershaw, «La opinión popular alemana y la Cuestión Judía, 1939-1943: algunas reflexiones
más», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 375.
283. Kershaw, «La opinión popular alemana y la Cuestión Judía, 1939-1943: algunas reflexiones
más», en Hitler, los alemanes y la Solución Final, pág. 368.
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judíos europeos), Ed. Fischer, 1990, p. 420.
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Bibliografía complementaria
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Desclée de Brouwer, S.A. ISBN 84-330-0922-2
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(Buenos Aires). ISBN 987-96277-8-4
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2006 (original en inglés: The Holocaust. The Third Reich and jews, publicado en 2000). ISBN
950-602-532-0
(en inglés)Dean, Martin: Robbing the Jews - The Cofiscation of Jewish Property in the
Holocaust, 1935 - 1945, Cambridge University Press, 2008.
Hancock, Ian F. (2005). Los romaníes y el Holocausto. Una nueva perspectiva. Buenos Aires:
Fundación Memoria del Holocausto.
Enlaces externos
La película que filmaron los nazis dentro del gueto (Varsovia 1942) (http://www.elcultural.es/v
ideos/video/838/CINE/La_pelicula_que_filmaron_los_nazis_dentro_del_gueto)
The IRemember Wall (https://www.yadvashem.org/IRemember/index.aspx?p=205) , un muro
de Facebook para rememorar a las víctimas del Holocausto (https://elpais.com/internacional/
2019/01/27/actualidad/1548595881_717787.html)
Historia de la Shoá – Clase 1 - “Mil años de historia judía en Polonia (Europa)” (https://www.yo
utube.com/watch?v=gaZIL0SRScw)
Datos: Q2763
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title=Holocausto&oldid=145731274»
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