Sueños y Esperanzas
Sueños y Esperanzas
Sueños y Esperanzas
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Con este pensamiento va dedicado el tesoro de mi vida, con todo el
cariño del mundo para mis amiguitos:
Xtabay y Tonatiuh
De corazón les agradezco por su amistad sin que las distancias nos
separen.
¡Gracias mil!!!
Atte.:
SUEÑOS
Y
ESPERANZAS
CUENTOS
Queda prohibida, bajo las sanciones previstas por las leyes, sin autorización
escrita del titular del Copyright, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el
tratamiento informático.
Dedicatoria:
A todos los niños huérfanos del mundo.
A todos los niños de la calle.
A todos los niños trabajadores de
Latinoamérica.
A todos los niños cuyos padres los maltratan.
A todos los niños que sueñan con corazón de
adulto.
7
Agradecimientos:
A Dios, por haberme regalado este talento
maravilloso en su infinita misericordia;
A mi familia, en especial a mi madre, por su
constancia en la lucha para sacar adelante a sus
hijos.
A todos mis amigos, aquellos que creyeron
en mi arte de escribir y me fortalecieron con sus
palabras para que pueda seguir en este camino.
Estimados amigos, querida mamita ¡Muchas,
muchísimas gracias, juntos seguiremos luchando
y forjando horizontes para seguir construyendo
un mejor mañana!
9
ÍNDICE
Título Pág.
Presentación................................................................... 11
Comentario.................................................................... 13
Cuentos de Sueños y Esperanzas............................... 15
1.- Pastorcito con mirada diferente................................ 17
2.- El rapto inesperado..................................................... 23
3.- En áridas pampas de mi horizonte.......................... 35
4.- La comida envenenada............................................... 45
5.- Dos niños frente a la lluvia........................................ 51
6.- Tres refrescos de cola.................................................. 61
7.- Con el don de pescar.................................................. 71
8.- Un regalo en la noche de tempestad........................ 79
9.- Entre lamentos............................................................ 87
10.- El observador a orillas del río................................ 93
11.- En la orfandad........................................................... 101
12.- El mensajero............................................................. 119
13.- Las travesuras de José............................................ 129
14.- Como las palomas en libertad.............................. 137
15.- El sufrimiento hasta de las piedras...................... 143
16.- ¿Caldo de pollo?..................................................... 149
17.- Los milagros de Jhufay.......................................... 155
17.- Sueños y esperanzas.............................................. 169
11
PRESENTACIÓN
El autor
13
COMENTARIO
Pastorcito
con mirada
diferente
18 E f r aín Muyur ic o A l a k a
pampas de mi
horizonte
36 E f r aín Muyur ic o A l a k a
La
comida
envenenada
46 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Dos niños
frente a la
lluvia
52 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Tres refrescos
de cola
62 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Juan pide.
A lo cual Julián se opone rechazando la ga-
seosa y más bien pide un refresco natural:
—Para mí, refresco natural por favor, mejor
si es un mate de hierbas; Mate Cola ¿sí? Discul-
pen que les decepcione pero no me gusta ni la
Pepsi ni la Coca Cola.
Los otros dos se sorprenden preguntándo-
le:
—¿Por qué un mate, acaso estás enfermo?
—No, no estoy enfermo.
—Bueno ¿Y entonces qué? No me digas que
es pecado tomar una soda para ti —comienzan a
burlarse los dos compañeros.
Los dos niños con asombro escuchaban esta
conversación.
—No sé tomar soda, nunca la probé y sé que
no me gusta ¡uy…, sabe feo! —se defiende Ju-
lián al oír los pitorreos de sus amigos. A pesar
de dicho argumento la insistencia de sus amigos
seguía en hacerle tomar una soda fría.
—Vamos, amigo, sírvete una Pepsi, ¡te gus-
tará!
—O una Coca Cola, ¡te encantará!
—Les ruego, por amor de Dios que no… es
que no me gusta, ¿entienden eso? —Medio que
se enoja Julián.
Sueño s y E sp er anzas 65
—Bueno, si así lo quieres, que así sea pero
no te enojes. ¡Mesero!, para mi amigo un mate de
hierbas por favor, o como él lo llama, Mate Cola.
El mesero trae sus respectivos tres diferen-
tes refrescos solicitados. Se veía una gran dife-
rencia de los dos primeros con el tercero, del
cual su característica era muy ordinaria, pero
que significaba más que los dos primeros para el
que iba a tomárselo. Y los dos otros mostraban
apariencia exquisita, sin embrago súper dañinas
al mismo tiempo estas gaseosas.
De ese modo se servían los refrescos al tiem-
po que conversaban; entonces, Joaquín pregunta
otra vez a Julián:
—¿Y tú, Julián, acaso nunca tomaste gaseo-
sa como dijiste hace rato?
—No, nunca —responde él.
—¿Pero por qué? —pregunta Juan al mo-
mento de poner su vaso de refresco en la mesa y
mascar un pedazo de empanada.
Entonces Julián le invade con una serie de
preguntas:
—Bueno, Juan, a ver dime ¿cuántos años tie-
nes eh?
—¿Y eso qué importa eh?
—Yo te estoy preguntando, quiero saber
—Julián habla con más autoridad porque sabía
66 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Con el don de
pescar
72 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Un regalo en
la noche de
tempestad
80 E f r aín Muyur ic o A l a k a
Entre lamentos
88 E f r aín Muyur ic o A l a k a
El observador a
orillas del río
94 E f r aín Muyur ic o A l a k a
rador.
Al transcurrir algunas horas, por fin suce-
dió algo diferente; aquel observador consigo te-
nía esta vez una rosa muy hermosa, la observó
a aquella ya también con detalle minucioso y co-
menzó a arrancar pétalo a pétalo para luego ha-
cer llevar con las aguas de aquel río, uno a uno;
aquello que aquel mirador miraba con asombro
y se preguntaba para sí: —¿Por qué hace eso?
¿Cuál sería el significado de soltar pétalos de ro-
sas al agua, para que a éstas se los lleve por des-
tinos infinitos? ¿Acaso era un rito o sólo sería un
despertar repentino?
Después de todo, se levanta de la orilla para
retornar a su hogar y buscar encontrarse con el
mismo ambiente de siempre ya no.
—¿Sabes por qué hago eso, querido herma-
no? ¿Te imaginas? —dijo al momento de dar los
primeros pasos.
El mirador se asustó al escuchar aquello y
salió de su escondite algo confuso.
—¿Qué? ¿Cómo supiste que me encontraba
ahí? —Entonces preguntó el mirador en su con-
fusión al observador.
—Desde el primer momento en que llegaste
supe que estabas aquí, como no hay nada ni nadie
más que haga ruido, sabía que tú lo hacías.
Sueño s y E sp er anzas 99
Ante esas palabras se quedó sin más que de-
cir aquel mirador al observador.
—¿Sabes por qué soltaba los pétalos de ro-
sas a las aguas de aquel río? —preguntó otra vez
el observador al mirador.
—No —respondió el mirador algo asusta-
do—. Supuse en un momento que lo hacías por-
que te gustaba, pero ahora miro que es por algo
más. ¿Qué es?
—Es para que se sane nuestra madre, y aho-
ra que tú me acompañaste, sé que ella ya está
sana, porque pude sentir esa energía de sanidad
desde el inicio cuando tú te hallabas escondido
mirándome —respondió el observador.
Regresaron a casa los dos, agarrados de las
manos como buenos hermanitos, cargados de esa
energía. Y evidentemente cuando llegaron, el
mirador se quedó sorprendido al ver que la ma-
dre se encontraba en estado perfecto con respec-
to a su salud. El mirador se quedó boquiabierto
y, el observador sólo dijo algunas palabras bien
específicas referentes al caso, con algo de triste-
za en su alma, lamento en su corazón, y los ojos
llorosos.
—Ustedes, hermanos míos, no hacían otra
cosa sino solo preocuparse, solo eso sentían, pero
aquello ¿En qué ayuda? ¿De qué sirve solo ver y
100 E f r aín Muyur ic o A l a k a
En la orfandad
102 E f r aín Muyur ic o A l a k a
“Querida amiga:
El mensajero
120 E f r aín Muyur ic o A l a k a
el hermano mayor.
—¿Acaso no te acuerdas de lo que sucedió
cuando aún eras un niño? —Con otra pregunta
contestó aquella ave mensajera.
—No, no me acuerdo para nada.
—Tenías un hermano mayor y, éste lamen-
tablemente falleció tras la enfermedad del den-
gue, de aquello que no pudieron curarlo y por eso
murió. Antes de que falleciera, yo me presentaba
para cantar mi triste melodía todas las tardes,
hasta el día en que murió. Tú también te enfer-
maste con el mismo mal y, tus padres temían que
también fallecieras; por eso vendieron la casa y,
se mudaron para la ciudad y te salvaron.
—Ahora comprendo la situación —Enton-
ces dijo la niña ensimismada.
—Muchas veces es así la vida, en unos lados
acertados, y en otros, incierto.
—¡Ya llegamos a casa! —dijo alegre el her-
mano menor.
—Es verdad —contestó el ave mensajera—.
Ahora que están seguros, les dejo, yo tengo mu-
chos otros mensajes que ir a entregar a otros ni-
ños. ¡Adiós!, cuídense, queridos amiguitos.
Los niños entraron en casa y, al entrar, vie-
ron a su madre afligida.
—Mamá, ya no estés triste, no nos enferma-
Sueño s y E sp er anzas 127
remos de dengue, todo estará bien ¿Sí?
—¡Ay… hijos! ¿Dónde anduvieron? ¿Por
qué dicen eso? —Exaltada de alegría, la madre
contestó con otras preguntas.
—Porque nos enteramos que teníamos un
hermano mayor, más mayor que él. ¡Tu primo-
génito mamá!
—Y también nos enteramos que ese herma-
no mayor murió con esa enfermedad.
—¿Qué? ¿Quién les dijo eso?
—Un mensajero, mamá, decía que es el men-
sajero de este pueblo.
—A ver, explícate mejor, que no te entiendo
bien, ¿un mensajero dices?
—Sí, mami, un mensajero, más bien un ave,
que nos dijo que se llamaba Pájaro Martín, y de-
cía que es el mensajero de este pueblo —comentó
también la niña, complementando a las palabras
de su hermano.
—¡Qué estás diciendo, hijita!, ¡los pájaros no
hablan!
—Qué raro, éste sí hablaba, y nos contó
todo. ¡Sí, mamita, me tienes que creer! —replicó
la niña con alegría—. También dijo que… mejor
no digo, porque te vuelves a apenar y tal vez te
puedes enojar conmigo, y no quiero eso yo.
—Sí, ya sé que te dijo, y es triste recordar
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¿Caldo de pollo?
150 E f r aín Muyur ic o A l a k a
·
en talleres gráficos “EDISELTA”
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