El Pensamiento Moderno y El Pensamiento Contemporáneo-1
El Pensamiento Moderno y El Pensamiento Contemporáneo-1
El Pensamiento Moderno y El Pensamiento Contemporáneo-1
FACULTAD DE HUMANIDADES
JUTIAPA
NATURALES
Y EDUCACIÓN AMBIENTAL
CARNÉ: 202050894
PENSAMIENTO MODERNO
El pensamiento moderno hunde sus raíces en la filosofía griega y esta influenciado por el
Renacimiento, especialmente por Erasmo, pero no empieza en realidad hasta que Descartes
publica su discurso del método, anterior a la Revolución Francesa, el origen de la Modernidad
podemos remontarlo al siglo XVII cuando Galileo sienta las bases de lo que pasará a reconocerse
como la ciencia moderna incluso, podríamos remitirnos al periodo de la Reforma, en el siglo XVI,
cuando el hombre logra la libertad espiritual y de conciencia religiosa, otros prefieren ver su
origen en el siglo XIV y XV tomando como referencias la invención de la imprenta, el reloj
mecánico o el descubrimiento de América. Sin embargo, al margen del hecho histórico que pueda
identificar su origen, lo cierto es que éste viene a representar el punto de quiebre de la sociedad
feudal, tanto en el orden intelectual, social, cultural como en el político.
La Modernidad ha sabido probar que al hombre le ha sido posible gobernarse por sí mismo,
tomar sus propias decisiones, pensar y sentir como mejor lo creyese conveniente los principios
de la democracia política, de la autonomía religiosa, del secularismo, han sabido dar expresión al
anhelo de libertad desde ópticas distintas, prontamente se fueron rompiendo las cadenas que
habían oprimido a los hombres por siglos, siendo este hecho, precisamente, el mayor atributo
logrado por el hombre moderno ciertamente, el hombre había vencido finalmente a las fuerzas
de la naturaleza adueñándose de ella y se había sacudido de la dominación de la Iglesia y del
Estado absolutista, la abolición de la dominación exterior parecía ser no sólo una condición
necesaria, sino también imprescindible para alcanzar el objetivo anhelado por las generaciones
precedentes, vale decir, la libertad plena del individuo.
La Modernidad, en su fundamento esencial, constituye la
visión afirmativa de un proyecto de emancipación
humana bajo esta visión entroniza en los pensamientos
avanzados de la época la necesidad de una igualdad, no
en el sentido de la constitución biológica o en la posesión
de bienes materiales, sino una igualdad como sinónimo
del derecho del hombre a tener una libertad autónoma
para darse sus imperativos categóricos como único
modo posible de lograr alcanzar sus anhelos y sus fines.
Se postula, por tanto, que en toda convivencia bien
organizada hay que colocar como fundamento el
principio de que todo ser humano es persona, es decir,
una naturaleza dotada de inteligencia y de voluntad libre
y que de esa naturaleza nacen al mismo tiempo
derechos y deberes que, al ser universales e inviolables,
son también absolutamente inalienables.
Lo propio de la modernidad será el progreso los hombres se proyectan hacia el mañana y los
pueblos subordinan las preocupaciones de sus orígenes a la búsqueda de una proyección hacia
su nuevo destino la fe en el progreso permite confiar en que el futuro será no sólo diferente, sino
mejor, y que será tarea de los hombres llevar a cabo las transformaciones de las condiciones
presentes. Pero se puede decir que en todas las épocas ha estado presente el progreso, lo cual
es un hecho cierto, pero no es menos cierto que en periodos anteriores este progreso se hacía
perceptible después de varias generaciones.
Los únicos cambios radicales que se conocían antes correspondían a aquellos que se sucedían
por efecto de las guerras y de los fenómenos de la naturaleza, sin embargo, estos cambios no
siempre jugaron en función de un mayor progreso, sino que, por lo general, representaron
distintos grados de decadencia es por ello que el progreso corresponde por entero a un
concepto que debemos asociar al tiempo y al hombre moderno, en la medida que es sólo en esta
época cuando los cambios se caracterizan por un dinamismo siempre creciente.
Los dos criterios pueden ser válidos, pero lo cierto es que se ha caracterizado por el
desarrollo acelerado de la ciencia y la técnica, por el enriquecimiento acelerado de algunos
países a costa del empobrecimiento de otros, por la concentración cada vez mayor de la
propiedad privada en pocas manos, mientras la producción es más social, por las grandes
sacudidas sociales internas y externas como resultado de las contradicciones antes
señaladas, por la utilización irracional de los recursos naturales; por solo mencionar los que
con mayor incidencia han conducido a la crisis general, que sacude a la humanidad desde
que se entró al nuevo milenio y que ha evidenciado el fracaso de las políticas neoliberales y
la urgencia de restablecer el equilibrio con la naturaleza y en la sociedad en general, para
garantizar la vida en el planeta, lo que pasa por lograr la justicia, la libertad y la paz, sobre la
base del respeto a la autodeterminación de los pueblos, a su identidad, la tolerancia, la
solidaridad y el perfeccionamiento de la democracia, entre los principales elementos que
permiten construir un mundo mejor para todos.
Desde finales del siglo XIX el capitalismo entró en su etapa imperialista, la cual propició el
desarrollo acelerado de las grandes potencias a costa del empobrecimiento de los países
coloniales y dependientes, la aparición de los monopolios, la exportación de capitales, la
unión del capital bancario con el financiero, son algunos de sus rasgos, el imperialismo
mantuvo las contradicciones internas características del capitalismo y engendró otras entre
los países más desarrollados, y entre estos y los dependientes y explotados, las dos guerras
mundiales constituyen la expresión más evidente de todo este conflicto.
Así, todos somos seres intelectuales, y así lo postuló el filósofo y teórico italiano Antonio
Gramsci 1891-1937, pero hay quienes que, más allá de lo práctico o instrumental, desarrollan
el pensamiento, ejercen un trabajo intelectual precisamente abocado a la resolución de
problemas, a la investigación de las causas de procesos sociales, en fin, a desentrañar el
comportamiento individual y colectivo de los seres humanos.
Estos son los llamados intelectuales, quienes fundan su tradición en la Grecia antigua el
primero pudo ser Platón, quien en la república proyectó un estado ideal que estuviese
compuesto por tres clases, la clase trabajadora o artesana, la clase de los guerreros, y la clase
dirigente; esta última estaría dirigida por los filósofos, quienes habrían accedido al bien gracias
a su trabajo del pensamiento. Por supuesto, el ideal platónico es casi imposible de cumplir,
pero la tradición del pensamiento se ha mantenido como una constante.
Cada época histórica ha contado con intelectuales que han desarrollado modelos, teorías,
pensamiento puro que sostenga el devenir de los cambios sociales que hemos sufrido como
especie. En la Edad Media, el círculo intelectual estaba restringido a la Iglesia; el analfabetismo
era uno de los tantos obstáculos para que la gente común desarrollase cualquier trabajo
intelectual, además de que los textos clásicos estaban celosamente guardados en bibliotecas
adonde solo podían acceder pocos elegidos.