En 3 oraciones o menos:
El autor expresa que siente que se acerca el final de su vida, como un avión que comienza el descenso, y desea dejar algunas enseñanzas a su familia antes de partir: que sean trabajadores, honestos y eficientes; que cuiden de su madre; y que siempre amen a su país, Venezuela.
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En 3 oraciones o menos:
El autor expresa que siente que se acerca el final de su vida, como un avión que comienza el descenso, y desea dejar algunas enseñanzas a su familia antes de partir: que sean trabajadores, honestos y eficientes; que cuiden de su madre; y que siempre amen a su país, Venezuela.
En 3 oraciones o menos:
El autor expresa que siente que se acerca el final de su vida, como un avión que comienza el descenso, y desea dejar algunas enseñanzas a su familia antes de partir: que sean trabajadores, honestos y eficientes; que cuiden de su madre; y que siempre amen a su país, Venezuela.
En 3 oraciones o menos:
El autor expresa que siente que se acerca el final de su vida, como un avión que comienza el descenso, y desea dejar algunas enseñanzas a su familia antes de partir: que sean trabajadores, honestos y eficientes; que cuiden de su madre; y que siempre amen a su país, Venezuela.
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CUANDO YO ME VAYA
En los vuelos largos los viajeros veteranos o muy
sensibles advierten, cuando más o menos falta una hora para llegar, que algo está pasando.
Se ha iniciado el descenso que obliga a calibrar la
presión interior con la altura.
Un rato más tarde el descenso es evidente y se
observan previsiones para preparar el fin.
Cuando falta poco el Capitán, con la pista enfrente,
lo anuncia. En poco tiempo todo terminará.
La vida humana es similar. En determinado
momento se siente que algo está pasando. Nada es igual que antes. Por más esfuerzos que quieran hacerse es inútil. Pronto se acelerará el proceso hasta que llegue el final.
No tengo en estos momentos, según dicen Luis
Enrique e Isturiz, ningún problema especial pero el descenso se ha iniciado y quiero, antes de formar parte de mi querido Avila, hablarles de unas cuantas cosas de las cuales solamente se hablará después que yo me vaya.
Los he querido mucho. A ustedes y a sus hijos, mis
nietos. Son diferentes pero forman el mejor regalo que Dios me hizo, es un conjunto maravilloso y bello por el cual doy gracias todos los días.
Quizá fui seco con ustedes. Era la forma de ser de
mi tiempo. No tuve la cara sonriente de mi papá ni el tono siempre afectuoso de mis tías pero los quise con toda mi Tomás Polanco Alcántara
alma. Con mis nietos traté de reparar ese error y les di
abrazos y besos cada vez que quise.
Tomás me hizo un comentario, en el cual
seguramente tiene razón, acerca de cómo la intensidad de la vida que he llevado me permitió lograr hacer lo que hice pero que a la vez me alejó, me impidió o hizo menos frecuente, que pudiera deleitarme o gozar de otras cosas que la vida tiene: vacaciones largas, descansos, comodidad, etc.
Si bien es verdad que fue así y no me arrepiento de
ello, también es verdad que tal forma de vivir quizá fue agotando mis energías. Ahora, que tengo setenta y cinco, mis energías vitales no son tan amplias aunque si lo es mi optimismo aunque a veces parezca lo contrario.
Quiero que ustedes, que forman una familia tan
grande, sean respetuosos los unos de los otros, no pretendan nunca interferirse, entrometerse uno con los demás. Deben siempre apoyarse los unos a los otros pero nunca lleven a cabo ningún negocio juntos.
Pero lo que más me importa es que ustedes traten y
enseñen a sus hijos a vivir dentro de tres normas permanentes: el trabajo, la honestidad y la eficiencia.
El trabajo no es una maldición ni un castigo. Nunca
dejen de trabajar. Es el precio de la vida: ganarás el pan con el sudor de tu frente. Todo trabajo es bueno, es digno, es honesto.
Recuerden siempre que el trabajo tiene dos
modalidades, una la de servir de instrumento para alcanzar los medios materiales que necesita la vida. El otro cumplir Tomás Polanco Alcántara
con la obligación de contribuir a la fortaleza de la
colectividad.
Pero nunca entiendan al trabajo como un fin sino
como un medio. Como fin es un disparate. Como medio es la forma legítima de vivir.
La honestidad resulta fundamental para la vida. La
aprendí de mi padre y de mi abuelo. Es no tomar lo que no es de uno, es hacer lo que se debe hacer y no hacer lo que no se debe hacer.
La eficiencia requiere hacer bien lo que se debe
hacer o al menos procurarlo.
Nunca duden en trabajar, en ser honestos, en ser
eficientes.
Crean siempre en Dios. A él nunca se le puede ver
pero siempre lo sentirán sobre todo en caso de necesidad. Hablen con Dios. Eso es orar. Decirle lo que uno quiere, lo que se necesita y pedirle ayuda, no la que uno quiere sino la que él le dé. Rezar no es recitar una oración formal que no se entiende, rezar es eso, hablar con Dios. Sin embargo, de las oraciones formales el Padre Nuestro lo abarca todo, el Credo señala nuestras creencias como Cristianos, el Ave María, el ruego a la Santísima Virgen para que ella ruegue por nosotros en el momento de impetrarla y en la hora de la muerte.
Les pido que procuren ser católicos con todo lo que
ello significa. Nunca dejen de practicar esa Religión a la que hemos pertenecido todos. Respeten a sus Sacerdotes y ayúdenlos en sus obras en cuanto sea posible. Todo sin perder de vista la tolerancia, el respeto por las creencias y conductas de los demás y la solidaridad humana. Tomás Polanco Alcántara
No le guarden rencor a nadie. No odien a nadie.
Esos sentimientos hacen mucho daño a quien los experimenta.
Procuren siempre hacer el bien, incluso a quienes le
hubiesen causado algún daño o sean personas desconocidas.
No causen, voluntariamente, daño a nadie. No
olviden que se trata de una norma cristiana que tiene un profundo contenido práctico: quien recibe un daño puede que no lo cobre pero es muy probable que sí lo lleguen a hacer sus hijos, sus nietos, sus parientes. Hacer un daño es tener, por tanto, una espada sobre la cabeza que no sabemos cuándo nos va a herir.
No discrimen a nadie por su raza, su nacionalidad,
su idioma, sus costumbres, el color de su piel. Por nada. La discriminación es una forma cruel de dañar a gente inocente. Por eso es abominable.
Respeten su hogar, pase lo que pase. Cada hogar
tiene su forma de ser respetado, la de uno no es la de otro, pero en todos ese respeto es indispensable.
Atiendan a ese hogar. Educar un niño es una seria
tarea. Lo que ustedes hagan el niño lo verá cuidadosamente y será su guía. Manejar bien el hogar, con un profundo respeto, es la mejor educación para los hijos.
Sean generosos nunca avaros. Es mejor tener menos
y dar más que tener más y dar menos o nada.
Procuren leer constantemente para así conocer
nuevas ideas y mejorar las existentes, para estar al tanto de los avances de la cultura, para una continua superación Tomás Polanco Alcántara
de sí mismos. Por parecidas razones escuchen música, no
cualquier tipo de música sino la que eleva el alma.
Ojalá siempre los anime, a ustedes y a mis nietos,
un fervoroso amor por Venezuela. Debemos querer, amar y venerar a la Patria. No hay que ocuparse tanto de morir por ella, que casi siempre es inútil, sino de vivir por ella y para ella. Así decía don Augusto Mijares.
Sean siempre venezolanos, orgullosos de su país.
Este es el nuestro. Hay que darse cuenta que cada ser humano para poder existir supone, desde los tatarabuelos, treinta otros detrás de él. Y de los que corresponden a ustedes, casi el noventa por ciento, nacieron, vivieron y murieron en Caracas. Aquí están sus restos, sus costumbres. Afuera hay que comenzar de nuevo. No crean que eso es sencillo y que se justifica. Sólo se puede hacer en casos muy extremos y con plena conciencia de no ir al Paraíso sino al Purgatorio.
Los demás no son mejores que nosotros. Puede que
se alimenten mejor, que tengan mejor salud, que vivan más tranquilos. La verdad es que solamente son distintos.
Mi último encargo es: siempre cuiden a su madre.
Es casi seguro que yo me iré antes de ella y ella no debe quedar sola, debe quedar con ustedes. No le causen mortificaciones, no la usen, no la olviden.
Ella fue una inadvertencia en la administración de
las huestes celestiales, pues en lugar de enviar un ser humano enviaron un ángel.
Siempre la he querido profundamente y para mí fue
mi vida, mi conductora, mi ayuda. Supo conocerme Tomás Polanco Alcántara
apenas viendo mi cara. Interpretar mis sentimientos sin oír
nada.
Ha estado siempre a mi lado, nunca me falló,
siempre fiel, precisa, digna. Ha sido una mujer pura, insigne, incapaz de pensar mal, de hacer daño.
Si yo tuviera que pagar por ella jamás llegaría a
tener suficiente.
De ningún modo le causen dolor. Nunca la
abandonen. Ustedes deben protegerla porque ella nunca ha conocido el mundo externo, ni la maldad, ni la intriga. Protegerla para que no le pase nada, para que viva lo mejor posible.
Contribuyan a que el nuestro sea un país donde
exista libertad, tolerancia, progreso. Cada uno debe hacer lo suyo sin creerse redentor de la Patria.
Les ruego ocuparse de mis libros. La Biblioteca la
pueden regalar a la Institución que estimen conveniente. Pero los libros que escribí, procuren que, al ser ofrecidos al público, el modesto beneficio que produzcan sea utilizado en beneficio de estudiantes que necesiten ayuda para seguir estudiando.
No se olviden nunca de rezar por mí para que
alcance la vida eterna.
De mí quedarán unas cenizas y cuando observen el
Avila recuerden que allá está su padre, contento de verlos y siempre bendiciéndolos.