La familia de Isabel ha arreglado su compromiso matrimonial con Ignacio sin su consentimiento. Isabel desea elegir a su propio esposo por amor, mientras que sus padres y la sociedad insisten en que debe casarse para asegurar su futuro económico. Sus padres amenazan con desheredarla si no accede al compromiso con Ignacio tal como ellos lo han planeado para el sábado.
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La familia de Isabel ha arreglado su compromiso matrimonial con Ignacio sin su consentimiento. Isabel desea elegir a su propio esposo por amor, mientras que sus padres y la sociedad insisten en que debe casarse para asegurar su futuro económico. Sus padres amenazan con desheredarla si no accede al compromiso con Ignacio tal como ellos lo han planeado para el sábado.
La familia de Isabel ha arreglado su compromiso matrimonial con Ignacio sin su consentimiento. Isabel desea elegir a su propio esposo por amor, mientras que sus padres y la sociedad insisten en que debe casarse para asegurar su futuro económico. Sus padres amenazan con desheredarla si no accede al compromiso con Ignacio tal como ellos lo han planeado para el sábado.
La familia de Isabel ha arreglado su compromiso matrimonial con Ignacio sin su consentimiento. Isabel desea elegir a su propio esposo por amor, mientras que sus padres y la sociedad insisten en que debe casarse para asegurar su futuro económico. Sus padres amenazan con desheredarla si no accede al compromiso con Ignacio tal como ellos lo han planeado para el sábado.
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Gloria: ¿Qué haces indio?
Tláloc: estoy cortando las plantas.
Gloria: esta servidumbre cada día está peor, estuvo a punto de echar a perder mis rosales. Dianita: ni me digas, me echaron a perder mi huerto, ¿Qué van a saber estos mugrosos del cuidado de plantas tan delicadas? Gloria: hay dianita discúlpame es que estoy nerviosa con la fiesta de isabelita. Dianita: hay de verdad que ya es pronto. Gloria: es este sábado, ¡no se te olvide!, apenas pude enviar todas las invitaciones. Dianita: ¡hay esta tan linda tu hija! y todavía no tiene novio verdad? Gloria: para eso precisamente es la fiesta, estoy empeñada en que mi hija tenga un buen marido y no un pelafustán como los que abundan por aquí. (Entran a escena Ignacio y Don Felipe) Don Felipe: ¡Muchacho que gusto me da recibirte en esta casa ¡ ¿cómo se encuentra tu padre? Ignacio: mucho mejor recuperándose de la gota que no lo deja. Don Felipe: ¡hombre! Pues espero que estén con nosotros en la fiesta de Isabelita. Ignacio: seguro que si, no nos la perderemos para nada, y aprovechando quisiera pedirle su consentimiento para tratar a su hija, esperaba un mejor momento, pero creo que la fiesta de Isabel será una magnífica oportunidad, para dar a conocer ante la sociedad, mi intención de relacionarme con ella, si usted lo autoriza. Don Felipe: Amigo mío, no pudiste darme mejor noticia, que tu familia y la nuestra emparenten, me complace totalmente, sin embargo, he de decirte que no tengo intención de forzar a mi hija a ninguna relación, es una muchacha muy joven y aún no conoce nada de la vida. Ignacio: le aseguro que a mi lado tendrá la mejor vida, que ninguna joven puede esperar, además a su edad su esposa era madre ya. Don Felipe: está bien no me opondré, trátala y que sea ella quien decida. Ignacio: Muchas gracias Don Felipe. (Entran la amiga Dianita y Gloria) Don Felipe: Querida mía no pudiste llegar en un mejor momento, date cuenta de la distinguida visita que tenemos, el joven Ignacio Castillos, que ha venido a presentar sus respetos y a pedir nuestro consentimiento para tratar a nuestra hija. Gloria: Bueno no puede recibir mejor noticia, y esto cambia el motivo de las cosas justo platicaba, con Dianita del motivo de la dieta de este sábado, pero ahora esto cambia las cosas, anunciaremos con bombo y platillo y compromiso de nuestra querida hija y el joven Ignacio. Don Felipe: Mujer no te precipites, apenas del di mi consentimiento para tratarla. Gloria: ¿Hay por favor dejemos de por menores, estoy segura que mi hija estará contenta con tan buena noticia, o tú qué piensas nana? Nana: Uy mi señora, yo creo que la niña se pondrá feliz, no hay en todos los alrededores de estas tierras un marido mejor que el joven Ignacio, si yo hubiera tenido una hija habría querido para ella un marido como el, tan guapo, tan gallardo y joven. Gloria: ¡Y rico nana!, que no se te olvide, espero que para entonces esté listo ya el anillo de compromiso, quiero para mi hija el diamante más grande y vulgarmente caro que encuentres en la mejor y joyería de México, quiero que se mueran de envidia con tan solo verlo. Don Felipe: Bueno, bueno, eso ya se verá, si es que la muchacha acepta los galanteos. Gloria: ¿Hay por favor Felipe de eso nos encargamos nosotras verdad nana?, pierde cuidado Ignacio, cuenta con total aceptación de tu propuesta, bienvenido a nuestra familia querido yerno, y no te olvides de tu suegra cuando andes perdido ante las joyerías, a mí también me van bien los diamantes. Ignacio: No se diga más doña Gloria, buscare para su hija el diamante más grande y obsceno que encuentre, no reparare en gastos. Gloria: Eso era todo lo que quería oír (Isabel lee un libro, se le caen las hojas por el balcón) Tláloc: Señorita que está haciendo. Isabel: Es que se me cayeron mis hojas. Tláloc: mire aquí tiene. (entra la nana) Nana: ¡Isabel, Isabel!, te busca tu madre, y tú qué haces junto de ella. Isabel: nada nana me ayuda a recoger unas hojas que se han caído. ¿Qué buscabas nana? Nana: tu sigue con tu trabajo. Hay hija estoy tan emocionada, que apenas me cabe en el corazón dentro del pecho. Isabel: hay nana, cálmate y dime que pasa. Nana: ay niña no tienes consideración de esta pobre vieja. Isabel: me vuelves loca, ya diem de una vez que te pasa. Nana: ay que niña tan desconsiderada, yo aquí ahogándome con el peso de los años y tú con tus impaciencias, en fin, siéntate, te traigo una noticia que te hará brincar de alegría. Isabel: Ay nana eres muy exagerada no acostumbro a dar brincos ni saltos. Nana: Bueno escúchame bien, han venido a tomar tu mano, ¿no tienes ni idea de quién verdad? Isabel: no se me ocurre ni pensarlo. Nana: pues no has podido tener mejor suerte, es un hombre gallardo y apuesto. Isabel: Ay nana ya por dios dime quien es. Nana: pues nada menos que Don Ignacio de Castillo. Isabel: AAHH (tono de desagrado) Nana: Ay niña parece que no te diera gusto. Isabel: Te advertí que no me gusta dar brincos y saltos. Nana: Pues tampoco esperaba que fueras tan seca, en fin que te ha pedido tu mano y que te aliente, anunciaran tu compromiso el sábado, en tu fiesta de cumpleaños. Isabel: podrían al menos haberme preguntado.} Nana: ¿para qué? Es el mejor marido que ningún padre puedo conseguirte, y alístate por favor que tu madre a ordenado ya que te sirva la mesa. (La nana sale e Isabel se queda pensando) Isabel: No esperaba que nadie tomara por m esa decisión, lo menos que te podría hacer es elegir yo misma con quien quiero casarme. (escena del comedor con la familia) Don Felipe: está contenta ya, no pudimos encontrar mejor marido para ella. Gloria: Pues te diré, yo quisiera para ella un conde, pero bueno no está mal. Don Felipe: por favor mujer, Ignacio es de las mejores familias, su padre es deño de cuatro minas y un extenso terreno tabacalero. Nana ve a ver que está haciendo esa niña que no llega. Nana: si mi señor, ya mandé a llamarla, pero ya sabe, quien sabe dónde tiene la cabeza. Don Felipe: ¿Se lo dices tú o se lo digo yo? Gloria: déjame hacerlo a mí, yo soy la madre. Nana: Ay me señor, espero que no se moleste, pero ya me adelante un poquito. Don Felipe: pero que impotencia como te has atrevido. Nana: disculpe usted, pero como la quiero tanto. (Isabel entra) Nana: pero mire ya está aquí la niña. Don Felipe: siéntate Isabel tenemos algo que decirte, aunque las lenguas chismosas ya se adelantaron Isabel: si papá ya estoy enterada. Don Felipe: y bueno que te parece, no te veo tan emocionada. Isabel: no conozco a este pretendiente y la verdad, me hubiera gustado elegirlo yo misma. Don Felipe: y en qué ley o costumbre rara dices que debe ser tu quien lo elija, no puedes tener mejor suerte, la fortuna y tocado a tus pies sin tu buscarla. Isabel: y estoy agradecida, me siento afortunada pero no me une ningún tipo de lazo ante este hombre, y he soñado casarme siempre por amor. Gloria: por amor, que tontería el amor no asegura el fututo tuyo ni de tus hijos, quien te mete esas ideas en la cabeza. Don Felipe: es el resultado de esas historias tontas que lees, que te llenan de malas ideas y pensamientos tu cabeza. Isabel: me ayudan aprender y a ver las cosas de otra manera. Don Felipe: pues desde hoy quedan prohibidas esas lecturas en esta casa. Isabel: es injusto, no puedes impedirme, que yo intente aprender más. Gloria: eso tiene ser mujer, somos educadas para servir a tu padre y a tu esposo, no para pensar, lo único que debe de importarte es asegurar un buen futuro para ti. Don Felipe: y no se diga más, aceptaras el cortejo de don Ignacio y se anunciara el compromiso formal el próximo sábado. Isabel: hare todo lo que mi corazón me dicte. Don Felipe: me voy antes de que mi paciencia se agote, no quiero ser violento contigo, pero lo hare si es de preciso, habla tú con ella mujer y trata de convencer esa cabeza testaruda. Isabel: mamá por favor ayúdame tu eres mujer tienes que entenderme. Gloria: haz lo que quieras, pero no me metas a mí en tus problemas. Isabel: solo te pido un tiempo déjenme por lo menos conocerlo, no anuncien ningún compromiso el sábado, no quiero traer vergüenza en esta casa. Gloria: una hija rebelde y desobediente, siempre será una vergüenza para sus padres, si en verdad te importa lo que pase a esta familia, haz lo que te pide tu padre. Isabel: pero es injusto que solo sea quien tiene que sacrificarse en función de esta familia. Gloria: eso tiene ser mujer, acaso piensas que yo amaba a tu padre cuando me casé, yo tampoco tuve la oportunidad de elegir, pero al haber obedecido, te trajo grandes beneficios, nunca has sabido lo que es una necesidad o una pena. Isabel: hasta ahora. Gloria: eso te pasa porque eres una chiquilla malcriada, rebelde y egoísta, solo piensas en ti y en tus tontas historias románticas, el amor el amor, que sabes tú del amor para que sirve eso, no te da de comer si asegura el futuro de una familia, quieres terminar tirada en el arroyo miserable y abandonada, quiere hacerte vieja y que ningún hombre se fije en ti mientras esperas el príncipe que te enamore, pues hazlo si es que quieres, pro no esperes ver ni un peso de esta casa y prepárate porque tu padre seguro te echara y yo voy apoyarlo. (sale Gloria y entra la Nana) Nana: ¿mi niña que te pasa? No te entiendes con tus padres, no lo hagas enojar, ellos piensan por ti, por lo que mejor te conviene, con el tiempo el hombre se dedica al alcohol, a los negocios y a las mujeres de la calle y es entonces cuando el dinero y la comodidad lo suple todo, mírame a mí. Soy una vieja, me duelen los huesos, pero soy una sirvienta y solo estoy para servirle a los amos y de nada me sirvió amar tanto a mi marido si el muy sin vergüenza se largó con la primera que le paso por enfrente y luego otra y otra, y ahora que esta viejo ha regresado a mí y yo como buena cristiana lo he recibido para aliviar las penas. Isabel: pues por eso no quiero terminar como una vieja como tú, no quiero vivir enclaustrada fingiendo una felicidad que no tengo y fingiendo amar a un hombre al que en verdad aborrezco. Nana: pues haya tú, yo te lo digo aprovecha ahora que tienes todo en su lugar porque cuando se te aflojen las carnes no tendrás quien te voltee a ver, no tendrás a un niño que cargues en brazos y terminaras sola y seca. (escena del sábado en la fiesta) Gloria: nana que tal van los preparativos para la fiesta de isabelita. Nana: ya está casi terminado mi señora, ya solamente faltan unos pequeños detalles. Gloria: nana, quiero que quede todo impecable para ese día tan especial. Nana: eso se lo aseguro mi señora. (Isabel la están arreglando) Gloria: mi niña por favor deja esa cara porque parece que es velorio. Dianita: el vestido esta precioso y le ha quedado muy bien es lo mejor que ha cortado doña Fulgencia. Gloria: ¿esperas a alguien? Isabel: no mamá no espero a nadie. (tocan la puerta) Gloria: nana abre la puerta (tocan la puerta) Nana: señora ya llegaron los invitados. Gloria: y por favor no vayas a echar a perder las cosas ya conoces a tu padre. Isabel: si mama hare lo que este en mi hacer. (sale la mamá) Isabel: me siento como cordero al matadero, no sé porque no pedo elegir por mí misma, e ser mujer es una maldición que yo no sé si seré capaz de llevar a cabo. (escena de la fiesta) Don Felipe: distinguido concurrencia les pido por favor que tengan por un momento su amena charla y alcen sus copas para brindar por la felicidad de mi hija Isabel, quien el día de hoy cumple 15 años y para dar comienzo a la fiesta de la solicitud del noble caballero don Ignacio de Castillo para acortejar a mi hija, con lo que mi amada esposa y yo estamos totalmente de acuerdo, ¡¡¡un brindis por ello!!! (Empieza el baile y Tláloc aparece por las escaleras) Los invitados: ¿Quién es él? Gloria: ¡nana! ¿Quién es ese caballero que está en las escaleras? Nana: no lo sé mi señora déjeme preguntar (habla con Tláloc). Mi señora dice ostentar el título del Márquez del Valle y Guzmán. Gloria: que dices nana una persona noble en mi casa y nosotros sin recibirlo apropiadamente. Esposo mío porque no me avisaste que atendamos a un caballero, con título nobiliario. Don Felipe: ¿Qué dices mujer? De que me hablas. Gloria: el caballero que está entrando dice ser el Márquez del Valle y Guzmán. Don Felipe: pues no tenía idea, pero hay que recibirlo como se debe. Bienvenido, esta es su casa distinguido Márquez. Tláloc: perdón por mi improvisada visita sin avisar, estoy de paso hacia la capital y quise descansar un momento, pregunté quién era la familia más noble de estos lugares, y me dijeron que la de usted. Gloria: pues no te mintieron, es la verdad, y nos sentimos honrados de contar con usted en esta casa. Nana trae Isabel, quiero presentarle al capullo más hermoso de esta noche. Aquí l atienes, a mi hija. Tláloc: es un placer conocerla, luce verdaderamente hermosa, me sentiría muy complacido si me permite cruzar con usted algunas palabras. Gloria: por supuesto que sí, mi hija estará encantada de platicar con un hombre de mundo y conocimiento como usted. Don Felipe: pero mujer recuerda que don Ignacio está presente. Gloria: déjamelo a mí, yo me encargo de Ignacio, ustedes vallan a platicar. Antes de retirarnos quisiera retirar el gusto de nuestra familia de recibir una persona con nobleza como usted. Tláloc: señora no tan noble como usted que ha recibido sin saber quién soy y sin reconocerme. Don Felipe: no se diga más, no hay más que verlo para darse cuenta ve linaje de su persona. Tláloc: no le confié todo a sus ojos que suelen ser engañosos nos dejan ver aquello que queremos ver y a veces nos dejan ante lo que si debemos ver. Dianita: ay que palabras tan nobles y elegantes utiliza se nota en seguida su nota educación, su familia debe ser muy importante yo casi ni le entiendo lo que dice. Tláloc: no conocí a mis padres, me separaron de ellos desde que nací, pero viviendo cerca de la gente de abajo he aprendido lo que se y créame señora, las apariencias no son importantes para mí. Gloria: bueno, bueno dejemos ya a los dos jóvenes que hablen tendrán muchas cosas por contarse. Y vamos todo para afuera. Ignacio: no señora yo quiero quedarme a saber que tiene que hablar mi prometida con ese hombre. Gloria: Ignacio por favor no hay que ser impertinentes y hay que demostrar nuestra buena educación, acompáñame por favor. (salen). Tláloc: espero que mi presencia no sea molesta para usted. Isabel: eso dependerá de la razón de su presencia. Tláloc: pues debe reconocer que lo primero que me atrajo de usted fue su gran belleza, sin embargo, al notar que usted no está contenta en medio de este circo me hace pensar que no está usted de acuerdo con estas ideas. Isabel: no pretenda conocerme tan pronto, no sabe nada de mí, y no creo que sea capaz de conocer mis verdaderos conocimientos. Tláloc: sé que es inteligente y asusta, y que no está de acuerdo con el destino que tengo con usted, aspira tener una vida alejada a las costumbres domésticas, sueñe con ser libre, correr a caballo y conocer un hombre que la haga vivir aventuras y disfrutar de una tarde de poesía, que su mano sea apretada por la mano de un hombre fuerte y de trabajo, que sepa a que huela tierra mojada y disfrutar el sol poniéndose detrás de las montañas. Isabel: y todo eso lo sabe con tan solo verme? Como puede estar tan seguro de lo que quiero. Tláloc: déjeme adivinar algo más le gusta la poesía de Shakespeare. Isabel: ¿me tiene impresionada quien eres tú en verdad? Pareciera que me conoces de todo el tiempo o que espías, quiero saber quien eres. Tláloc: estoy seguro que si me ves con los ojos del alma sabrás quien soy. Isabel: haz logrado en unos cuantos minutos lo que ningún otro hombre había hecho en tanto tiempo estoy aterrorizada de mí y de lo que siento, te pido por favor que descubras el rostro, quiero saber quien eres. Tláloc: si eso es lo que quieres eso es lo que tendrás. (se quita la máscara) Isabel: ¿eres tú? ¿Qué clase de broma absurda es esta? Qué manera tan ordinaria de entrar en mi intimidad, estoy avergonzada de mi misma de no haberte reconocido. Tláloc: te avergüenza porque soy un criado. Isabel: no, porque me ha dejado engañar, porque yo igual habría podido ver lo que hay en ti lo mismo sin que me hubiera engañado. Tláloc: no es ningún engaño, solo fue una forma de llegar a ti, tus padres jamás lo habrían permitido. Isabel: ni lo permitirán. Don Felipe: como va todo muchachos. Gloria: espero que la estén pasando genial, pero que es esto, que hace este indio en la fiesta y con la ropa del señor Márquez. Dianita: que escándalo que susto la hija de mi comadre enredada en amoríos con el indio mugroso. Gloria: cállese la boca o se la cierro de un bofetón. Don Felipe: exijo una explicación inmediatamente, como te haz atrevido a burlarte así de nosotros y en mi propia casa llamare a los guardias y pediré 30 azotes. Gloria: ¿30 azotes?, este indio merece la muerte cumple con tu obligación de padre y lave esta ofensa a tu hija.