Los Vicios Del Lenguaje Ejercicios 2
Los Vicios Del Lenguaje Ejercicios 2
Los Vicios Del Lenguaje Ejercicios 2
1. BARBARISMOS
a. BARBARISMOS PROSÓDICOS:
b. EXTRANJERISMOS
miss Señorita
fixture Calendario
shock Inconsciente
champagne Champán
boulevard Bulevard
faul Falta
stress Estrés
2. SOLECISMO
Se conoce como solecismo cualquiera de los errores o vicios que se cometen cuando se violan las
reglas de la concordancia y de la dependencia de las palabras en la oración. Es un vicio que atenta
contra la sintaxis de la expresión.
Construcción Construcción
3. ANFIBOLOGÍA Incorrecta Correcta
adelante de delante de
Consiste en usar ciertas frases o giros que originan
adentro de dentro de
confusión en cuanto a lo que se quiere decir.
ante anoche anteanoche
al alumno.
4. MONOTONÍA
Es la repetición constante de una misma modulación de la voz. Este vicio se debe a la desidia o a
la indiferencia del que habla. Por ejemplo, la frase siguiente, pronunciada con un tono igual hasta
la última palabra, da la sensación de monotonía.
Siempre le dice que es conveniente que le diga todo lo que dicen de él, por las razones que te he
dicho.
Siempre dice que es conveniente decirle todo lo que hablan de él, por las razones que he dicho
5. CACOFONÍA
Es el mal sonido que resulta del vicioso encuentro de consonantes. Produce un efecto
desagradable para el oído.
INCORRECTO CORRECTO
la alma por el alma
la área por el área
la aula por el aula
la águila por el águila
la hacha por el hacha
6. REDUNDANCIA
Es el uso de toda palabra innecesaria que no da claridad a la expresión, ni comunica energía o belleza.
BARBARISMOS
3. Tu jefe es un ávaro
Tu jefe es avaro
ANFIBOLOGÍA
MONOTONÍA
Lo hospitalizaron.
Mañana lo despedirán.
CACOFONÍA
1. Guarda tu mochila en la aula.
REDUNDANCIA
2
VICIOS DEL LENGUAJE
I. Corrige las oraciones y señala los vicios del lenguaje en los que se ha incurrido
1. Préstame tu engrampador.
LA CORRECCIÓN IDIOMÁTICA
Todo hablante –más o menos instruido– se preocupa por hablar con “corrección”. Entidad
subjetiva, furtiva, la corrección es la sujeción a un conjunto de normas (reglas o principios)
determinadas en el campo del lenguaje. La violación de las normas provoca un juicio social negativo
en su comunidad lingüística para quien las infringió. Nuestra actuación o performance lingüística
cotidiana provoca, más allá de nuestra voluntad, reacciones de aprobación o de desaprobación.
Las normas (como las de la vestimenta, de la alimentación, del baile, etc.). Se adaptan o modifican
en función de las circunstancias: dar una conferencia, intercambiar ideas con los padres, hablar
con unos “patas”, participar en un partido de fútbol o voleibol. La incapacidad de adaptación a las
situaciones concretas puede percibirse en lo chocante que resulta un giro vulgar en el hablar
cuidado de una persona culta o, viceversa, expresiones rebuscadas o pedantes en un diálogo
informal.
PROPIEDAD Y CORRECCIÓN
La propiedad tiene que ver con la significación. Impropio es, en Lima, llamar “churre” o “chaval” a
un niño; en cambio, la corrección tiene que ver con las formas incorrectas en Lima para quienes
siguen este curso serían “haiga, nadies, pior, fuiste”. La cualidad que asegura la comprensión o
entendimiento de mensajes lingüísticos recibe el nombre de inteligibilidad y depende de la
propiedad; no de la corrección. El error en el lenguaje –o incorrección– es la consecuencia de
haberse desviado de las reglas que forman lo correcto.
Por último, en la evolución de la lengua frecuentemente sucede que formas incorrectas de una
época – que sin embargo logran creciente difusión – terminen sustituyendo a las correctas y tengan
que ser aceptadas como tales por la comunidad.
CRITERIOS DE CORRECCIÓN
1. Criterio de autoridad. En este caso lo correcto es lo aceptado o sancionado por una autoridad
oficial o semioficial: Academias (diccionarios, gramáticas). Ministerio de Educación o cultura,
intelectuales, eruditos. Este criterio, sin embargo, admite ciertas precisiones. La autoridad
académica sólo convalida; es decir. Que acoge y acepta formas ya válidas para la comunidad con
anterioridad. Registra la norma; no la decreta, entonces; sólo se atiende a los cambios que se
operan en la lengua a través del tiempo o del espacio. Además, no faltan intelectuales que se
rebelan contra la autoridad. El título que González Prada puso a una de sus más memorables
libros fue páginas libres. Idéntica actitud tuvieron Andrés Bello (Venezuela), Domingo F.
Sarmiento (Argentino), Miguel de Unamuno y Juan Ramón (España).
2. Criterio regional o geográfico. Fija como formas correctas las empleadas en una zona
determinada grande o pequeña: Castilla, Lima, Oxford, París, Pekín es la norma correcta y la que
se debe enseñar. Se esta convencido de la superioridad indiscutible e intrínseca de ese dialecto.
Una simple reserva a este criterio es que en todas partes hay personas que manejan
excelentemente, muy bien, regular o mal una lengua.
3. Criterio Literario. El patrón normativo se halla en las formas usadas en sus obras por los más
grandes escritores. También, naturalmente, hay reparos a este criterio. ¿Cuál escritor? ¿Palma o
González Prada, Ribeyros o Vargas Llosa, Alegría o Arguedas? ¿Cervantes o Baroja, un clásico o
un moderno? Y un problema más, la lengua literaria es para leer; no para hablar.
4. Criterio Aristocrático. El mejor lenguaje –dicen– es el de las clases superiores. Propio de épocas
pasadas, corresponde a situaciones de honda estratificación social, en donde los usos de las
clases dirigentes en todo aspecto (vestidos, alimentación, educación) eran totalmente distintos a
los de la mayoría olvidada. La nobleza o la corte era el modelo representativo de lo bueno en el
feudalismo y la monarquía. Y en el lenguaje, si alguien tenía deseos de ingresar a ese estrecho
círculo, tenía que “aprender” su elitista comportamiento verbal. Históricamente, este criterio se
batió en retirada en el siglo XVIII con la afirmación de la burguesía como nueva clase dominante.
Visto así el asunto, sólo cabe concluir que todos esos criterios son insuficientes cada uno para
dictar una pauta definitiva y válida de lo correcto. Los lingüistas, en tal sentido, han elaborado un
criterio convergente o ecléctico: el de la aceptabilidad o consenso social.
8. Criterio de aceptabilidad social. Basándose en la naturaleza social del lenguaje, plantea que es la
sociedad hablante de un idioma la que determina lo que es correcto. Este criterio sopesa las
expresiones lingüísticas desde dos ángulos: difusión y aceptación. En otros términos, difusión
simple y difusión calificada. Además, no se trata de un punto de vista absoluto, invariable. Es más
bien flexible. Se basa en la relatividad de lo socialmente aceptable. Nada es correcto o
incorrecto por si mismo. Todo depende de la ocasión, del dialecto regional y del nivel cultural de
los hablantes. Ciertas normas tendrán validez general; otras no.