Sones
Sones
Sones
PRIMAVERA-OTOÑO
2005
The purpose of this paper is to analyze coplas in the musical context of the sones
in which they are sung. To understand coplas’ lyric reality, their transmission and
reception among a specific group of people have to be considered. This study
will also need to consider the particular literary features of different regional
version of the son. This approach will improve our knowledge of this important
lyric genre of popular culture.
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Acta Poetica 26 (1-2)
PRIMAVERA-OTOÑO
2005
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zona del Istmo del estado de Veracruz, así como en una pe-
queña porción de Oaxaca, y los segundos, en la región de don-
de toman su nombre. Por el lado del Pacífico: los sones tixtle-
cos, de la montaña guerrerense; los sones calentanos, propios
de las diversas poblaciones asentadas en las cercanías del río
Balsas en Michoacán y Guerrero; los sones planecos o de “ar-
pa grande” que corresponden a la zona que se ubica en la de-
presión del río Tepalcatepec, en Michoacán, y los sones jalis-
cienses, también llamados “de mariachi”, que abarcan parte
de los estados de Nayarit y de Colima, además del propio Ja-
lisco. Los anteriores, además, están emparentados con otros
muy similares como los sones istmeños de Oaxaca, las chile-
nas, los gustos de la Costa Chica y las jaranas yucatecas.
Cada una de estas expresiones locales denota singularida-
des importantes, no sólo en cuanto al estilo de interpretación y
la dotación instrumental, sino también en relación al reperto-
rio, el ritmo, el tipo de estrofas cantadas, la estructura litera-
rio–musical, así como las principales tonalidades, tipos de afi-
nación y círculos armónicos utilizados, diferencias en las
cuales se ha puesto poca atención.1 En estas líneas trataré de
mostrar un panorama comparativo de tales diferencias, con-
centrándome en el aspecto literario.
402
decir, breves poemas que encierran dentro de sí una idea com-
pleta, terminada, por lo que no requieren de la ilación con
otras coplas para tener sentido.2 El carácter autónomo propio
de las coplas es lo que permite que éstas se asocien de manera
aleatoria en series que suelen variar de una interpretación a
otra; es decir, que del repertorio total —mayor o menor— de
coplas que pueden cantarse en un son particular, los trovado-
res hacen, en cada ejecución musical, una selección a su ente-
ro gusto y sólo cantan algunas de ellas, por lo que las distintas
coplas no tienen un lugar específico dentro de la composición.
Como consecuencia de lo anterior, la letra de un mismo ejem-
plo musical suele ser diferente en cada interpretación (en al-
gunos casos, resulta prácticamente imposible encontrar dos
versiones iguales desde el punto de vista del texto). Esto se
puede ilustrar con las siguientes tres versiones del son jarocho
El buscapiés:3
Don Julián Cruz (F-01) Conjunto Tlacotalpan (F-02) Grupo Mono Blanco (F-03)
403
otro es el que la chiquea: me respondió el afligido:
Hermosa flor de aguacate, no necesita de mí. “Apúntale bien con pausa
centro de mi idolatría, para que no vuelva al nido,
voy a formarte un combate Negrita tú no te acortes, porque la mujer es causa
con toda mi artillería, oye bien lo que te digo, que el hombre se halle perdido”.
y sólo que Dios me mate, que como mal no te portes,
chiquita, no serás mía. y si tú te vas conmigo, Hasta cuándo, luna hermosa,
ni las águilas del norte te dueles de un fino amante
Una vez que a misa fui, van a poder dar contigo. que te quiere y no te goza,
que mis padres me mandaron, y no te olvida un instante.
de lo que en sermón oía, Todos echan la despedida,
y que los curas predicaron: pero como yo ninguno; No digas que es arrogancia
que yo nací para ti, una, dos, tres, cuatro, cinco, desearte, prenda querida,
y a ti para mí te crearon. cinco, cuatro, tres, dos, una, que sólo el verte tendida
cinco por cuatro son veinte, me hará perder la esperanza.
Soy un pobre pajarito siete por tres, veintiuna.
que por el monte gorjeo, Una vela se consume
aunque soy tan pobrecito, a [luego] de tanto arder;
nada del mundo deseo: así se consume el hombre
yo gozo de lo bonito, cuando él quiere a una mujer.
de lo bueno y de lo feo.
Antenoche, a media noche,
Yo enamoré a una mujer me mandastes avisar,
que guardaba un bienestar; que tenías amores nuevos:
me dijo: “Te he de querer, (ay) ¡Dios te los deje gozar!
pero te vas a aguantar,
no te apures por correr Señores, ¿qué son es este?
que piso te va a faltar. Señores, “El buscapiés;
la primera vez que lo oigo,
De los pájaros primeros, pero qué bonito es.
que en este mundo han gorjeado:
el cenzontle y el jilguero,
y de los más apreciados,
el pájaro carpintero.
Ya me voy a despedir
porque mi camino es largo,
sólo les vengo a decir
que me voy para el santuario,
y si me llego a morir,
me rindan un novenario.
404
dole formal ni de orden temático. La siguiente versión del
Pajarillo jilguero de la Costa Chica es un buen ejemplo de
una serie donde no existe unidad temática en lo absoluto:
Pajarillo jilguero
presta tus alas;
llévamele un recuerdo
a mi adorada.
Padres que tienen hijas
y las maltratan;
yo que las quiero mucho,
Dios me las quita.
Pájaro que abandona
su primer nido,
si lo encuentra ocupado,
su merecido. (F-02)
405
participantes y otros elementos, la interpretación de un son pue-
de constar de tres, cuatro o cinco coplas, o bien llegar a incluir
entre 20 o 30. A esto se refería Jas Reuter al hablar de la lon-
gitud variable del son: aunque “la estructura es siempre la
misma […] no hay norma que establezca el número de coplas
que deben intervenir en [la interpretación de] un son junto con
sus correspondientes interludios para zapatear” (1981, 161).
Es importante añadir que, de la misma manera, tampoco exis-
te norma que establezca el número total de coplas que pueden
ser cantadas en cada son, porque, en principio, el repertorio
poético puede crecer libremente con la creación de nuevas co-
plas o la adaptación de otras.4
Pero la complejidad lírica de los sones va más allá aún. El
carácter autónomo típico de las coplas no sólo se da a nivel de
la relación que se establece entre ellas en una serie dada. Mu-
chas veces esa independencia también se da respecto a la mú-
sica misma, es decir, que una determinada copla mexicana
puede ser cantada en distintos sones, incluso de diferentes re-
giones, y aun, puede aparecer en el canto de géneros popula-
res de otros países. Tal es el caso de la siguiente seguidilla que
aparece, con variantes, en los cancioneros folclóricos de Espa-
ña, Argentina y México:
406
cia variaciones importantes como añadir o sustraer algunos
versos de la copla original, como sucede en dos versiones de El
cielito lindo huasteco, donde el ejemplo anterior aparece con un
estribillo para adaptarse a la estrofa característica de este son en
la región huasteca: la seguidilla compuesta:
407
últimos el discurso literario guarda una correspondencia recí-
proca con el discurso musical, las series de coplas cantadas en
los sones no guardan esa misma correspondencia, es decir
que, en principio, a una música dada no le corresponde una
letra determinada (Sánchez García 2003).5
Esta característica estructural de los sones ha sido detectada
y expresada por pocos autores. Thomas Stanford, por ejemplo,
sobre este asunto nos dice:
5 Esta idea ha sido ya expresada en mi artículo “Los sones y sus coplas: una
propuesta para su estudio”.
6 Esto, nuevamente, es una generalización que, como se verá más adelante, no
puede aplicarse por igual a las diferentes regiones donde se cultiva el son. Dicho en
estos términos, se trata de una característica propia de un gran número de sones ja-
rochos y, sobre todo, huastecos, mientras que en la región planeca de Michoacán,
curiosamente la más estudiada por el investigador, resulta no ser tan frecuente.
7 Dentro del término de ‘canciones’ la autora incluye a los sones.
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A partir de las anteriores podemos decir que es un material
lírico, en principio ilimitado, de coplas que van y vienen de
una interpretación a otra, de un son a otro y, en ciertos casos,
de una región a otra. Esta característica particular, y a la vez de
gran complejidad, muy posiblemente esté relacionada con los
criterios utilizados en la recopilación de la lírica tanto de los so-
nes, adoptados por el folclore —después retomados por la mu-
sicología—, como de los seguidos por la filología como se
verá enseguida.
409
textual realizada por algún investigador con la idea de mejo-
rar la poesía, pues, el pueblo “carente de gusto estético y oído
rítmico”, al transmitirla de generación en generación la ha ve-
nido deformando y acaba por despojarla de sus virtudes origi-
nales (Campos 1991, 7 y 110).
En trabajos de recopilación más recientes se observa un
problema diferente: la cantidad limitada de interpretaciones
que han sido recogidas de cada uno de los diferentes ejemplos
musicales resulta insuficiente para poder llevar a cabo un es-
tudio apropiado sobre la relación que las coplas establecen
con la música.10 Por otro lado, estas antologías están enfoca-
das a variantes regionales específicas sin considerar las simili-
tudes y diferencias que se manifiestan entre todas ellas.11
Por su parte, tenemos los aportes que los filólogos han he-
cho en torno a la lírica popular de nuestro país, y dentro de es-
ta corriente sobresale el Cancionero folklórico de México, pu-
blicado entre 1975 y 1985 bajo la coordinación de Margit
Frenk, cuyo enfoque difiere de los trabajos de folcloristas y
musicólogos, entre otras cosas, por la tendencia generalizada
de extraer la letra del contexto musical. Siendo el aspecto lite-
rario el objeto de sus estudios, la unidad poética, en términos
Vázquez Santana (1931), cuyas recopilaciones, a pesar de haber sido una de las
fuentes más valiosas en estudios posteriores, no han podido ser aprovechadas ca-
balmente por esta situación. Este problema también está presente, entre otros, en:
Francisco Quevedo (1980), Hilario Meníndez (1925), José y Germán Fernández
Arámburu (1955), Celedonio Serrano Martínez (1972) y en Cancionero michoa-
cano (2000) de Álvaro Ochoa Serrano y Herón Pérez Martínez (ver bibliografía).
Dicha situación puede deberse a un desinterés en el estudio de las coplas en rela-
ción con las melodías con las que se cantan, pero también existen casos en los
que estas omisiones se deben a que las fuentes primarias de donde fueron toma-
dos los ejemplos no especifican los nombres de los sones.
10 Véanse, por ejemplo, los trabajos de Thomas Stanford, sobre los sones de
Tierra Caliente de Michoacán (1963); Humberto Aguirre Tinoco acerca de los so-
nes jarochos (1983), y Manuel Álvarez Boada (1985), Raúl Guerrero Guerrero
(1990) y René Villanueva (1997) sobre los huapangos de la Huasteca, los cuales
consideran entre una y tres versiones por cada son.
11 Otro problema metodológico es la falta de un sistema único para presentar
las coplas: en unas se considera la estructura original de la estrofa, en otras se
atiende a la forma que resulta de la interpretación musical con repetición de ver-
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prácticos, debe ser reducida a la copla misma. Así tenemos que,
según sea el contenido, existen coplas amorosas, coplas a la tie-
rra, coplas que aluden a la muerte, coplas que nos hablan de la
música y del baile, etc., o bien, según el tono, coplas humorísti-
cas, serias, picarescas, sentenciosas y muchas más.12 En fin, se
trata de una excelente antología de coplas organizadas a partir
de un método riguroso en el que prevalece el aspecto temático.
Este procedimiento, sin embargo —especialmente tratándose de
un trabajo que abarca las diversas expresiones líricas de todo el
país— tampoco resulta de gran ayuda para el estudio de la rela-
ción que se establece entre la música y la poesía o, mejor dicho,
entre los sones de México y sus coplas.13
En esta revisión no pueden omitirse los estudios que el
maestro Vicente T. Mendoza realizó sobre la lírica de México,
y que por sus características pueden ubicarse entre los dos en-
foques ya señalados. En cuanto a la cantidad de ejemplos reu-
nidos y la utilización de una metodología en la recolección y
ordenación de los materiales, su trabajo se acerca al realizado
por la filología, pero difiere de esta disciplina, debido a que la
letra y la música aparecen siempre como dos elementos co-de-
pendientes e inseparables. Mendoza, sin duda, conocía bien el
género que aquí nos ocupa, tal y como lo demuestran varios
de sus escritos en los que hace referencia a la copla, por un la-
do, y a los sones, por el otro.14 Sin embargo, a nivel de géne-
sos y cambio de orden de los mismos, y en otras más se utilizan las dos maneras
indistintamente.
12 Si bien la clasificación temática de coplas es un asunto en el que se ha tra-
bajado desde hace mucho tiempo, en México, queda por hacerse un estudio acer-
ca de los temas en relación con los sones mismos, lo que nos llevaría a conocer
más sobre el carácter monotemático o politemático de los sones, así como de los
diversos motivos que aparecen en las diversas variantes regionales.
13 A pesar de la separación de los textos respecto al discurso musical que se
observa en el Cancionero, el rigor metodológico aplicado en esta obra sí conside-
ra siempre el nombre de las fuentes y el título del ejemplo musical. Cuando esto
no ha sido posible, por no existir en la fuente el título del ejemplo musical especí-
fico, se consigna simplemente como “copla suelta”.
14 Habla sobre el son y las coplas en distintas publicaciones, principalmente
en el capítulo III de El Panorama de la música tradicional mexicana y en el ar-
411
ros musicales su interés se centró en aquellos que aquí he lla-
mado “de estructura lírica limitada”, de los cuales el autor nos
dejó una cuantiosa recopilación de ejemplos, que organizó y
clasificó a partir de diferentes parámetros, siendo el aspecto
temático el predominante.
Una recopilación más a fondo de las coplas cantadas en los
sones, así como su posterior estudio con relación a su contex-
to musical es lo que sigue haciendo falta dentro del campo de
la lírica popular mexicana.
¿Se debe, acaso, al carácter politemático que existe en un
gran número de sones y a la no correspondencia unívoca entre
música y letra lo que ha impedido llevar a cabo un acerca-
miento similar al realizado con otros géneros?
Lo primero que habría que cuestionarse es si la aludida sepa-
ración entre el discurso musical y el poético es una constante en
este género, es decir, si la elección de coplas es completamente
aleatoria en todos y cada uno de los diferentes ejemplos musi-
cales. ¿No será posible que existan algunos (o varios) sones
en los que sí se establece una relación, si no recíproca, sí de-
terminada por ciertos códigos de significación entre música y
letra? En mi opinión, son varios los puntos de avenencia que,
en menor o mayor grado, se dan en la relación que se estable-
ce entre estos dos aspectos, y lo que se intenta en estas pági-
nas es mostrar que así como hay diferentes tipos de canciones,
tículo “La copla musical en México” (1945). Es importante hacer notar que el co-
nocimiento que el maestro Vicente T. Mendoza tuvo acerca de los diferentes gé-
neros cantados en nuestro país fue evolucionando con el paso del tiempo, y aun-
que en general no hace la distinción entre coplas y estrofas como aquí lo hemos
hecho, y llega incluso a decir que “muchas canciones, corridos, sones, huapan-
gos, bolas, gustos o sandungas mexicanas, observadas en su estructura literaria
no son sino series de coplas, es decir, estrofas breves que encierran un pensa-
miento completo y bien definido” (1945, 189), sabemos, a través de escritos pos-
teriores, que llegó a tener una clara noción de la diferencia entre los géneros
mencionados. Véanse, por ejemplo, sus reflexiones sobre la imposibilidad de
confundir los corridos y los romances con las canciones (1982, 28), o la diferen-
ciación que establece entre la canción de metro octosílabo y los géneros líricos
compuestos por coplas, en su mayoría también de ocho sílabas (1982, 43).
412
valonas o corridos, también hay diferentes tipos de sones, y
éstos, además, no se presentan en todas las variantes regiona-
les, o al menos no con la misma frecuencia.
413
La visión generalizadora que encontramos dentro de los tra-
bajos de folcloristas y musicólogos también se observa en al-
gunos estudios realizados dentro del campo de la literatura. Así,
por ejemplo, el ensayo de Martín Sánchez Camargo (2002), en
el que, a pesar de que propone ver a la copla como un reflejo
del ámbito sociocultural donde se genera y, en esos términos,
entender que los recursos estilísticos utilizados en ella funcio-
nan de acuerdo a formas de configuración del mundo de gru-
pos culturales y sociales específicos, los ejemplos que emplea
para su argumentación no reflejan la realidad lírica de las co-
plas mexicanas.
Es el estudio de las diferencias regionales a partir de una
orientación comparativa lo que nos permitirá, en mi opinión,
conocer mejor uno de los géneros líricos más complejos de
nuestra cultura musical popular; esto, si es verdad que se pue-
de decir que se trata de un solo género musical.
En el aspecto literario podemos, en un primer nivel de aná-
lisis comparativo, señalar cinco rasgos que se manifiestan de
diferente manera en los sones de las diversas regiones:
1) Las estrofas. De manera general, se dice que la lírica po-
pular hispánica contemporánea se manifiesta en dos formas
fundamentales: la cuarteta octosilábica romanceada y la segui-
dilla simple. En nuestro país, esto se da de una manera casi
textual en algunas zonas de la región del Pacífico: en los so-
nes de arpa grande de Michoacán y los jaliscienses o sones de
mariachi. En la región de Veracruz, las dos formas están pre-
sentes en un gran número de sones jarochos, aunque las cuar-
tetas aparecen casi siempre en combinación con estrofas de
diferente número de versos, especialmente las sextillas; algo
similar sucede en los sones calentanos, sólo que ahí las sexti-
llas son las que prevalecen. En los sones de la Huasteca, en
cambio, a excepción de unos pocos sones paralelísticos que
veremos más adelante, la cuarteta está ausente por completo,
y en su lugar aparece de manera notoria la quintilla, que con-
414
vive de manera muy cercana con la sextilla. Este gusto peculiar
de los huastecos por la quintilla ha provocado que a ciertas co-
plas que eran originalmente cuartetas se les haya añadido un
quinto verso. Por el contrario, este tipo de estrofa es práctica-
mente desconocida en los sones del Pacífico.16 La seguidilla,
muy presente en todas las variantes regionales, en la Huasteca
tiene la singularidad de aparecer siempre con estribillo. Final-
mente, los sones jarochos son los únicos que incluyen en su
repertorio décimas que consideran también como coplas y se
combinan con otras estrofas.
2) La estructura literario–musical. Las series de coplas inde-
pendientes que alternan con puentes musicales, aunque presen-
tes en todas las variantes regionales, no constituyen en todas
ellas —como se había creído— la estructura más generaliza-
da, a excepción del son de la Huasteca donde esta forma es
prácticamente la única. La forma que combina estrofa y estri-
billo, sea del tipo que sea, es muy común, si no predominante,
tanto en los sones de Occidente como en los sones jarochos.
3) El metro. Las series de coplas sueltas en el son huasteco
son siempre de metro octosílabo. En el resto de las variantes,
debido en gran medida al uso del estribillo, existen, además,
coplas de metros diferentes como el hexasílabo, el heptasíla-
bo, el pentasílabo y, más excepcionalmente, otros de arte ma-
yor como el decasílabo y el dodecasílabo. En consecuencia,
en la región de Occidente y en el estado de Veracruz, son muy
frecuentes los sones cuyas series combinan estrofas de dife-
rente medida, como la siguiente versión de La Cirila de Tix-
tla, Guerrero, cuyas coplas son seguidillas simples y sus estri-
billos son cuartetas pentasilábicas:
16 “En otras regiones se encuentran coplas de cinco versos, que no he encon-
trado en la costa de Michoacán” (Stanford 1963, 233). “Aunque esta forma estró-
fica [la quintilla] no es tan común en Guerrero, suelen encontrarse, sin embargo,
algunas muestras de ella. […] Conviene aclarar aquí, que este tipo estrófico, es el
que predomina en los sones y huapangos que se cantan en las tres huastecas”
(Serrano 1972, 73).
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Copla: De todos los colores
me gusta el verde
porque las esperanzas
nunca se pierden.
Estribillo: Te vas Cirila,
te vas, te vas,
te vas conmigo
a Panamá.
(F-06)
416
La diferencia entre coplas libres y coplas exclusivas
417
La palabra clave equivale al título mismo del son, o está en
estrecha relación con éste. Así tenemos que las palabras “llo-
rar”, “aguanieve”, “rosa” y “caballito” o “caballo”, etc., apare-
cen en coplas destinadas a ser cantadas en los sones que llevan
por título esos mismos nombres, en este caso, huapangos huas-
tecos; lo mismo sucede en otras regiones, por ejemplo, para los
sones jaliscienses El borracho, El cihualteco y El capulinero,
las palabras clave son “borracho”, “Cihuatlán” o “cihualtecas”
y “capulinero” o “capulines”, respectivamente.
Un gran número de este tipo de coplas, quedan, por decirlo
de alguna manera, “selladas” por esta palabra clave, la cual fun-
ciona como un candado que las limita al contexto musical de un
son específico. No obstante, al examinar las coplas de este tipo
hay que tener en cuenta un fenómeno que sucede con frecuen-
cia. La fuerte tendencia de las coplas por mantener su libertad y
poder ser cantadas en diferentes sones provoca que en ciertos
casos la palabra clave sea cambiada por otra para que la copla
pueda, de esta manera, ajustarse a otros contextos musicales. La
siguiente copla huasteca que aparece con mayor frecuencia en
el son La rosa,
Rosita, si tú supieras
las penas que por ti paso,
y de mí te condolieras
y me dieras un abrazo,
aunque amor no me tuvieras
418
Frijolito, frijolito, (Bejuquito, bejuquito)
frijolito enredador, (bejuquito…)
no te vayas a enredar
como se enredó mi amor.17
419
clasificación de las coplas, esto se puede hacer a partir de di-
ferentes parámetros: el o los temas cantados, el tono, las formas
estróficas, la estructura literario-musical, el uso de coplas libres
o exclusivas, las formas de interpretación, según el nivel de
asociación entre las coplas, etc. Si tomamos como criterio, por
ejemplo, los temas cantados en los sones, observamos, en pri-
mer lugar una distinción entre sones monotemáticos y sones
politemáticos, y en un segundo nivel, tendríamos, por un lado,
los sones amorosos, de animales, de vaquería y otros sones di-
rigidos a temas específicos, y por el otro lado, quedarían los
sones de temática limitada y los sones de temática ilimitada.
Si en lugar del criterio temático consideramos las formas es-
tróficas utilizadas, una primera distinción se establecería entre
los sones de series de coplas homogéneas (compuestas por só-
lo un tipo de estrofa) y los sones de series heterogéneas (que
incluyen estrofas diferentes). O si partimos de la estructura li-
terario-musical, los sones se dividirían entre los que no tienen
estribillo y los que sí lo llevan, y dentro de estos últimos, en-
contraríamos que hay unos cuyo estribillo se conforma de una
frase del tipo “ay, la, ra, lá”, otros que elaboran el estribillo a
partir de la copla que le precede, y otros más en los que el es-
tribillo es una estrofa completamente diferente a la copla, la
que, además, puede variar o no. Y así, podríamos continuar.
Ahora bien, si elaboramos una tipología de los sones a par-
tir del uso de las coplas libres y exclusivas, explicadas ante-
riormente, se puede obtener una clasificación más general
que, al abarcar varios de los aspectos mencionados, nos pro-
porciona un panorama más completo de los diferentes tipos de
sones que existen.
La primera gran división consistiría en reunir en un grupo a
los sones que sólo utilizan coplas exclusivas, y en otro, a los
sones cuya lírica incluye, además, coplas libres. Al interior de
cada uno de estos dos grandes grupos, a su vez, es posible es-
tablecer algunas sub-categorías:
420
I. Sones compuestos por coplas exclusivas
I.1 Sones paralelísticos
a. sin estribillo (La acamaya de la Huasteca, El becerrero
de Michoacán y Jalisco)
b. con estribillo (El carretero de Jalisco, El camotal de la
Huasteca, La gallina en Michoacán y la Huasteca)
I.2 Sones con formas estróficas únicas en un repertorio par-
ticular (Las arenitas en Michoacán y Jalisco, La araña en
la Huasteca)
I.3 Sones monotemáticos de tema exclusivo en el repertorio
regional
a. sin estribillo (El dos de Michoacán, El gavilancillo de
Michoacán y Jalisco)
b. con estribillo (El canelo de Veracruz)
I.4 Sones cuya temática gravita alrededor de una palabra cla-
ve en todas o la mayoría de sus coplas
a. sin estribillo (El caballito, El querreque de la Huasteca,
El cihualteco, Las campanitas de Jalisco)
b. con estribillo (Las abajeñas de Jalisco y Michoacán, La
tortolita de Guerrero y Michoacán).
I.5 Sones-canción con coplas fijas que aparecen en todas las
versiones y casi siempre en el mismo orden
a. sin estribillo (Camino real de Colima de Jalisco)
b. con estribillo (El cuervo de Jalisco, El toro rabón de
Tixtla, Guerrero)
II. Sones compuestos por coplas libres y exclusivas
II.1 Sones monotemáticos, cuyo tema se canta también en
otros sones del repertorio y por tanto puede compartir co-
plas (El apasionado, El campechano, La llorona y El
sentimiento de la Huasteca).
II.2 Sones politemáticos limitados que cantan de dos a tres temas
diferentes.
II. 3 Sones politemáticos ilimitados que incluyen todos, o la
mayoría, de los temas que se acostumbran en el reperto-
rio de cada variante regional: el amor feliz, la pasión, la
tristeza, la orfandad, coplas a la tierra, sobre la música y
el baile, a la madre, de saludo y despedida, las que alu-
den a diferentes labores del campo, etc.
421
Por último, si se hiciera un examen comparativo entre las
seis principales variantes regionales del son, considerando to-
dos los tipos presentados en el cuadro anterior, se obtendría un
panorama completamente heterogéneo. Por dar sólo una idea:
el grupo más representativo y numeroso de sones en la región
huasteca está representado por aquellos que por su carácter
politemático tienen un acervo de coplas muy amplio (hasta
más de cien) y un gran número de ellas son coplas libres que
comparten con muchos otros sones. Este tipo de sones, aun-
que de manera más reducida, también se encuentra entre los
sones jarochos; por el contrario, en los sones de las variantes
ubicadas en Guerrero, Michoacán y Jalisco, éstos son más
bien excepcionales. Por otro lado, los sones paralelísticos, co-
munes a todas las variantes del son del Occidente de México y
de Veracruz, aparecen casi como una curiosidad entre los so-
nes de la Huasteca, los que, además, sólo se cantan en ciertas
sub-regiones.
Como puede observarse, desde esta óptica, es mucho lo que
queda por estudiarse y decir acerca de la lírica del son; y algo
similar sucede respecto a los otros dos elementos que lo cons-
tituyen: la música y el baile. Lo escrito aquí es ante todo una
invitación a retomar el tema del son como uno de los principa-
les campos de estudio dentro del panorama de la música po-
pular de México. Por el lado de la filología, los trabajos de
investigación sobre los temas, los símbolos, la rima y otros
elementos más, propios de las coplas, se siguen haciendo.
Pero es claro que sus alcances implican un enfoque parcial al
separar los textos del contexto musical. Es en esa relación en-
tre la poesía y la música de los sones donde persiste un gran
vacío en el estudio de la lírica en México, laguna que corres-
ponde a los musicólogos llenar, y qué mejor si se hace con el
auxilio de las herramientas metodológicas que la filología vie-
ne desarrollando desde hace varios años.
422
REFERENCIAS
423
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