Grimson - Descentramientos Teóricos. Introducción

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Descentramientos teóricos

Introducción

Alejandro Grimson, Silvina Merenson y Gabriel Noel

La alteridad nos constituye como seres humanos y, a la


vez, desafía nuestra imaginación social. Vivimos con otros, y nos
hacemos, entrelazadamente. La cuestión del otro no es un tema
presente sólo en la antropología, pero no hay antropología que
no aborde la cuestión de la otredad.
En tanto disciplina constituida históricamente para compren-
der a "los otros", la antropología acuñó una serie de términos
que condensan algunas de sus contribuciones más significativas
para el conjunto de las ciencias sociales. Sin duda, uno de los
más conocidos es el concepto de "etnocentrismo"; sin embargo,
sus ecos no se agotan en sus formas más evidentes y simples.
En sus variaciones más complejas y sutiles, incrementa sus efec-
tos sobre lo que podríamos denominar la "naturalización del
autocentramiento".
Pensamos, sentimos, percibimos, actuamos desde cierta pers-
pectiva que hemos adquirido en el proceso de hacernos huma-
nos y que nos constituye como tales de modo prerreflexivo, es
decir, sin saber que se trata de una perspectiva. No podemos,
de manera inmediata, sin un trabajo reflexivo, comprender
perspectivas distantes a la nuestra. Cuando ese trabajo de en-
tendimiento está ausente —es decir, casi siempre—, el autocen-
tramiento configura desde las bases del sentido común hasta los
cimientos de las geopolíticas, atravesando diferentes modos de
la acción social.
Antropología ahora reconstruye algunos de los debates cruciales
que la antropología contemporánea ha venido realizando para
apuntalar múltiples descentramientos culturales e históricos. Nues-
tra intención es utilizar estas páginas para introducir al lector no
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especializado en esos debates sobre el descentramiento y la alte- Esto, que así formulado parece simple, está lejos de serlo. La
ridad. Es decir, sobre ciertas tensiones decisivas de la producción comprensión intercultural puede concebirse apenas como un ho-
del conocimiento social. rizonte que guía nuestro trabajo, más que como un lugar de lle-
gada definitivo. Pero sin ese horizonte no sólo será difícil para las
Como forma general del autocentramiento, el etnocentrismo ciencias sociales comprender los sentidos que las acciones tienen
consiste "en el hecho de elevar, indebidamente, a la categoría para las personas y los grupos, sino que también estarán conde-
de universales los valores de la sociedad a la que yo pertenezco" nadas a reproducir el sentido común hegemónico en su propia
(Todorov, 1991: 21). Es decir, considerar que los valores, las sociedad.
creencias y las prácticas de otra comunidad o cultura pueden Un capítulo decisivo de la historia cultural de la humanidad
(o incluso deben) ser evaluados adecuadamente a partir de los es el que implica la propia creación de formas para conocer a
de la propia. Así, de su primera versión, simple y extendida, se otros seres humanos. "¿Conocimiento para qué?", pueden pre-
sigue la cotidiana percepción de la diferencia como un exotis- guntarse los más inquietos. Conocimiento para dominar, ex-
mo incomprensible e irracional. Desde comer con las manos plotar, colonizar, evangelizar, liberar, revolucionar, intervenir,
o alimentarse con hormigas, hasta el uso del velo femenino o o para satisfacer la enorme curiosidad que tenemos algunos
lo que algunos designan como "infanticidio", son considera- seres humanos. Los viajes, las crónicas y otros relatos análogos
das prácticas extrañas, ilógicas, atrasadas, que inmediatamente han sido un instrumento poderosísimo para conocer al otro y
definen como tales a las personas que las llevan a cabo o que continúan siéndolo hasta la actualidad, muchas veces incluso
creen en ellas. Sin embargo, ciertos actos políticos y protestas en su versión tristemente degradada de los estereotipos tele-
sociales de nuestra sociedad suelen ser también objeto de esta visivos. Pero hay que admitir que, cuando desde lugares fuer-
incomprensión. temente contrastantes, tanto la literatura como la televisión
Sobre estas imputaciones se construye la respuesta más con- resquebrajan estereotipos y se dejan llevar por las lógicas de
tundente y conocida de la antropología; ninguna práctica o quienes retratan, pueden constituir herramientas cruciales en
creencia puede comprenderse extirpada del contexto especí- el conocimiento de otras sociedades. En un mundo en el cual
fico en el cual ha sido creada y donde adquiere sentido. Cla- las narraciones simplistas sobre otros mundos se multiplican,
ro que comprender no necesariamente significa concordar y la antropología es cada vez más necesaria como disciplina ri-
explicar no es justificar. Como lo señala de manera magistral gurosa para el conocimiento colectivo de "los otros", que, con-
Norbert Elias: "Aun cuando uno esté completamente orienta- viene explicitarlo, a veces somos nosotros en tanto ciudadanos
do hacia la condenación, se debe, no obstante, procurar una del tercer mundo, o por razones étnicas, políticas, de clase o
explicación, y la tentativa de explicar no es, necesariamente, cualquier otro criterio.
una tentativa de disculpar" (Elias, 1997: 271). Por ello, más Por ello, nos/otros es un lugar construido para pensar. Com-
allá de nuestros propios juicios éticos, metodológicamente se prender al otro, se reconocería después, es una condición
impone una perspectiva relativista que permita reconstruir los necesaria para entendernos a nosotros mismos. Bronislaw Ma-
puntos de vista de los actores sociales. No puede haber cien- linowski mostró que la pregunta acerca de por qué, en un pu-
cias sociales no etnocéntricas sin una "rotación de perspectiva" ñado de archipiélagos de Melanesia, la gente le otorga tanta
( F ernandes, 1975), sin salir de nuestros sentidos comunes para importancia a lo que para los europeos no son más que simples
c omprender los sentidos comunes de los otros: sus lenguajes, collares y brazaletes hechos por ellos mismos es análoga a la
historias, formas del sentir y clasificar el mundo. de por qué, para sus lectores, son tan importantes, valiosas y
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potentes las joyas de la Corona británica. Pocos años después, LOS ETNOCENTRISMOS
Marcel Mauss introdujo, a partir de una sistematización de es-
tudios etnográficos, la conceptualización del acto de donar, y Conviene comprender que hay variantes específicas del etno-
de las obligaciones de recibir y retribuir que ese acto implica. centrismo. Existe en primer lugar un etnocentrismo "científico",
Sobre la base de rituales tan poco inteligibles para los occiden- identificado clásicamente con el evolucionismo, que presupone
tales como el kula o el potlatch, Mauss pudo interpretar las im- que toda sociedad ve reflejado su propio futuro en aquellas más
plicancias en nuestras sociedades de las reformas sociales que avanzadas. No es casual que la economía política haya sido la dis-
generaban lazos sólidos. ciplina en la cual esta visión ha estado, y aún está, más arraigada.
El debate del que participan los textos reunidos en este libro Pero no sólo en ella.
da cuenta de la preocupación de los antropólogos y sus interlo- Bajo este término se condensa una serie de imposibilidades
cutores acerca de cómo puede abordarse hoy la comprensión de descentramientro, una incapacidad para abordar seriamente
de la alteridad. Sobre todo, cuando sabemos que el conoci- la perspectiva del otro. Para los antropológos, el "etno" de "et-
miento es poder, que también es performativo, que es utilizado nocentrismo" no significa, excluyentemente, étnico. Más bien,
por múltiples actores con objetivos disímiles. En ese sentido, aun- lo "etno" aparece como metáfora de todas las diferencias cul-
que los autores reunidos en el libro ofrezcan distintas respuestas, turales, de todos los contrastes entre mundos simbólicos, inclu-
todos ellos parten de ciertas nociones e intenciones compartidas yendo por supuesto las discrepancias múltiples que conviven en
que quisiéramos señalar brevemente en esta introducción. Se tra- las sociedades contemporáneas estratificadas. Sus variantes, que
ta de un debate antiguo pero profundamente renovado. Por un van incrementando su complejidad relativa, son el sociocentris-
lado, prolonga ese intento antropológico de conmover el auto- mo, el androcentrismo, el cronocentrismo, el naciocentrismo.
centramiento. Por otro, desplaza la frontera del cuestionamien- El sociocentrismo (Grignon y Passeron 1991: 26 y ss.) es, bási-
to a otras formas de autocentramiento que pasaban inadvertidas camente, un centramiento basado en la posición de clase. Sufre
poco tiempo atrás. o se enfurece, por ejemplo, por lo mal que hacen política los
Ritualmente, hay que señalar que el relativismo metodológico pobres. A su vez, ese juicio produce dolor o rencor en quienes
no implica ni un relativismo moral ni un nihilismo epistemológi- se saben juzgados e incomprendidos por quienes ni siquiera
co. No resulta tan evidente que, detrás de la exigencia de aclarar imaginan sus vidas reales. Si el sociocen trismo especifica esa in-
esta diferencia una y otra vez, se esconde agazapada una profun- comprensión en relación con los poderes relativos de las clases,
da resistencia a cualquier búsqueda seria de comprensión de la el androcentrismo se vincula a lo instituido, de modo especial-
diferencia. Como mostró Geertz (1996) en un ensayo clásico, el mente potente en el lenguaje, en la relación de sujeción de lo
anti-relativismo no es sino un regocijo en supuestas verdades ca- femenino a lo masculino.'
seras, ciegas a las alteridades. Al obturar al otro como parte de
un diálogo posible, se nos cierra la posibilidad de averiguar a qué
podría aludir cualquiera de las categorías de "nosotros" —occiden-
1 A las críticas al androcentrismo se han agregado en los últimos arios
tales, latinoamericanos, argentinos—, que a veces consideramos las de una serie de autocentramientos relacionados con las cuestiones
tan evidentes. de género y de preferencia sexual, como el heterocentrismo —ligado a
la naturalización de la preferencia sexual heterosexual— y la hetero-
normatividad y el binarismo de género, ligados a la naturalización
de las identidades de género en una oposición taxativa y excluyente
entre lo masculino y lo femenino.
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El cronocentrismo, por su parte, alude a la creencia, amplia- de los extranjeros como "bárbaros", es decir, como seres despro-
mente difundida en nuestros días, de que estamos atravesando vistos del "auténtico" lenguaje. Una diferencia debe establecerse
una época sin precedentes en la historia de la humanidad, carac- cuando esa categorización de los otros no sólo existe en un grupo,
terizada por la globalización, el desarrollo y el alcance de diversas sino que logra imponerse en el sentido común de poblaciones muy
tecnologías. Pero a su vez se relaciona con lo que los historiadores amplias. El poder de la nominación es una de las formas más sedi-
llaman "anacronismo", en el sentido de que los pasados, sus prác- mentadas y ocultas de la imposibilidad del descentramiento. El tér-
ticas y valores, suelen ser analizados sin comprender los contextos mino "indios", que proviene de un error, de la equivocada creen-
específicos de su despliegue. Al proyectar modos de pensamiento cia de un navegante europeo de haber arribado a la India, es un
contemporáneos a épocas pasadas, también se extirpa de las redes equívoco geopolítico sedimentado durante más de cinco siglos en
de relaciones sociales y simbólicas una práctica o una idea en las decenas de lenguajes. Los indios "charcas", y así después la ciudad
cuales producía sentido. Complementariamente, el "alocronis- de Charcas (también Chuquisaca, hoy Sucre), fueron designados
mo" (Fabian, 1983) consiste en proyectar hacia el pasado a buena así porque una lluvia previa al encuentro con los europeos había
parte de la humanidad, quienes se transforman en "primitivos" y dejado en el camino algunas charcas de agua. En un caso el destino
son reinterpretados como si fueran nuestros "ancestros" en lugar deseado pero infructuoso estableció la categoría, mientras en el
de nuestros contemporáneos. otro un rasgo del trayecto hacia la alteridad fue metonímicamente
Por su parte, el naciocentrismo refiere a la naturalización de la señalado como un rasgo de ella.
escala nacional a la hora de observar la producción y legitimación Aunque hoy sorprende que esas nominaciones pudieran sedi-
de categorías y conceptos analíticos aplicados valorativamente a mentar, las disputas por la nominación son realmente complejas.
cualquier espacio-tiempo. Elias (1989) demostró cómo el 'lacio- Aquellos que luchan por la tierra: ¿son "campesinos", "pueblos
centrismo delineó gran parte de la producción de las ciencias originarios", "trabajadores rurales", "desposeídos", "ciudadanos
sociales. Conceptos como "civilización" y "cultura", que siglos de un país"? ¿Qué son, para quién, para qué? Cierto: el análisis de
atrás constituyeron formas de autopercepción para algunos sec- la estructura social puede definir una posición "objetiva" en las re-
tores sociales europeos en ascenso, fueron "estatizándose" para laciones de producción. Pero que alguien ocupe una posición no
pasar a designar la distinción entre las denominadas "sociedades permite inferir que esa persona sea, esencialmente, esa posición.
simples" y el "mundo occidental", conformado por los nacientes Por lo tanto, los datos estructurales no autorizan a definir obje-
Estados-naciones. tivamente quiénes son, qué son ni quiénes somos. ¿Y el color de
piel, el lugar de nacimiento, la identidad de los padres, la lengua
que hablan? Claro, todo ello ofrece indicios objetivos que invitan
a la lectura, y aun así la nominación es básicamente un acto de
FÁBRICAS DE ALTERIDAD
poder, de nombrarse, el poder de nombrar a otro, de designar a
todos los habitantes de un territorio, de autorizar y prohibir ciertas
A las variantes del etnocentrismo, podemos agregar el "etnocentris- identidades o nombres.
mo categorial", que consiste justamente en designar a las personas o Una variación de etnocentrismo poco analizada aún es lo que
los grupos en función de categorías identitarias creadas por los no- podemos llamar "etnocentrismo de interlocución". Los grupos y
a minadores. Ha habido grupos indígenas que se designaban a sí mis- las sociedades tienen sus propios rituales, pero también constru-
mos con un sinónimo de "humanos", lo cual implicaba deshumani- yen discursos y prácticas, mensajes destinados a los otros. Pueden
zar a los otros. También son conocidas las reiteradas designaciones escenificarse con relación a un diálogo, a un otro, a un poder.
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El etnocentrismo de interlocución es aquel que toma esos mismos mejor el lugar que América Latina ocupó y ocupa en la imagina-
mensajes, muchas veces sin reconocerlos como tales, y los inter- ción colonial y poscolonial. Oriente era un otro irreductible, en
preta de un modo completamente autocentrado. Una ofrenda' , el sentido de que su "conquista", incluyendo la conquista cultural,
un silencio, un ritual, muchas veces se prestan a malentendidos, a no era un plan viable. En ese sentido, la percepción de esa distan-
comprensiones sesgadas. Entre los participantes del potlatch, por el cia cultural se vinculaba a una mayor simetría, en el sentido de
contrario, hay tensión, competencia, pero se trata de una tensión que China también era considerada una civilización. América era
o una disputa en el interior de un acuerdo, un sobreentendido, lo opuesto: era el espacio que permitía preguntarse si acaso eran
respecto de por qué se compite y por qué tiene sentido competir. realmente seres humanos aquellos que habitaban las islas; era el
territorio de la naturaleza esplendorosa, de las tierras vírgenes,
Cuando deseamos comprender cómo se han instituido imagina- que aguardaban la llegada de la civilización y el desarrollo. Era un
riamente los grandes contrastes y clasificaciones de áreas cultura- espacio ocupable, evangelizable, un continente cuyas elites pudie-
les del mundo contemporáneo, nos enfrentamos a combinatorias ron creer muchas veces (incluso hoy) que formaban parte de
de diversos tipos de etnocentrismos. Evidentemente, la dicotomía Occidente aunque sus contrapartes europeas no siempre estuvieran
Oriente versus Occidente, las implicancias naturalizadas en las de acuerdo con ello.
referencias a América Latina, a África (o a veces sólo al África Hay una relación entre estos libros que quizá pueda sintetizar-
subsahariana), sintetizan algunas de las simplificaciones más ex- se en el hecho de que analizan —parafraseando a Austin (2008)—
traordinarias en términos de conocimiento, en las cuales estamos cómo Occidente hacía Otros con palabras, y —especialmente en el
inmersos y que rigen, hasta la actualidad, dimensiones clave de la libro de Pratt, pero no sólo allí— el lugar crucial de la mirada, de
geopolítica. los ojos poderosos, en esa hechura de la alteridad. Esa relación
Un punto de inflexión en esta dirección fue la obra de Edward entre saber y poder, la mirada y las palabras, nos confrontó con
Said. Influenciado por la lectura foucaultiana de las relaciones los alcances y las traducciones del imperialismo político en las ins-
entre saber y poder, entre conocimiento y dominación, la publi- tituciones académicas y el campo intelectual. Las afirmaciones de
cación de Orientalismo introdujo una perspectiva fundamental Said nos interpelan por el lugar que ocupa la antropología en la
para observar el modo en que, tras la Ilustración, Occidente ha (re)producción de esta y otras formas históricas de las relaciones
representado a sus otros. Una de sus principales contribuciones asimétricas y las desigualdades. Dicho de otro modo: ¿es la antro-
fue mostrar que Oriente no es una realidad dada y natural, que pología una ciencia de la dominación? Si lo fue, ¿es o puede ser
simplemente está allí, sino que se trata de una entidad tanto geo- alguna otra cosa?
gráfica como cultural e histórica. Debe entenderse, ante todo, Una respuesta que haga justicia a esta pregunta debe consi-
como una invención que permite construir, en el contraste, la derar, al menos, tres puntos. Primero, hay que comprender que
imagen, personalidad y experiencia de Europa, y el orientalismo, hubo importantes trabajos antropológicos que se han hecho y se
como "un discurso que habilita una disciplina sistemática a través de hacen directamente al servicio del imperio. Esto no es sólo el pa-
la cual la cultura europea ha sido capaz de manipular —e incluso de sado, sigue ocurriendo en Afganistán y en múltiples escenarios
dirigir— a Oriente desde un punto de vista político, militar, sociológi- similares. Hasta donde sabemos, no se trata de una peculiaridad
co, ideológico, científico e imaginario" (Said, 1990: 21). de la antropología, porque también hay trabajos físicos, quími-
Si uno compara el análisis de Said con dos libros fundamenta- cos, sociológicos e históricos al servicio del imperio. Segundo, la
les como La conquista de América, de Tzvetan Todorov (1986), y peculiaridad es que para dominar al otro es necesario conocerlo
Ojos imperiales, de Mary Louise Pratt (2010), se puede comprender y comprenderlo, y la antropología es el disciplinamiento —en el
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sentido de rigor metodológico, pero también de saber en tanto esas fórmulas, sino a debilidades o insuficiencias del propio tra-
poder— de los modos de conocimiento de ese otro. Tercero, la bajo sociológico o antropológico. Pero algún día habremos de
antropología puede ser, y de hecho es, muchas otras cosas que no lograr definiciones definitivas sobre sociedad, cultura, política
ingresan en una ciencia de la dominación. Como se verá en este o comunidades establecidas partiendo de estas categorías "uni-
volumen, hay antropologías múltiples en diferentes lugares del versales". Cabe señalar que estas pretensiones de universalidad
planeta y en diversos posicionamientos sociales, culturales y polí- han emergido sobre todo de Europa y más tarde de otros centros
ticos. También los saberes de sectores subalternos o en los países metropolitanos que han recogido su legado. Paradójicamente, la
más periféricos pueden ser fuente de construcción de poderes. globalidad del pensamiento aparece profundamente localizada.
Esto implica, básicamente, que no puede comprenderse abso- Ya volveremos sobre esto.
lutamente nada sin un relativismo metodológico y un combate La segunda respuesta a la pregunta por la universalidad es
contra todas las formas de etnocentrismo. El antropólogo, si bien el nativismo o el nacionalismo. Orgulloso de su carácter parro-
sabe que una completa difuminación del etnocentrismo es invia- quia!, este demanda que aquellas categorías del pensamiento
ble porque es propio de la condición humana, es, no obstante, que no hayan surgido en la propia parroquia no invadan ni in-
alguien que se ha formado para buscar todos los modos en que gresen en el diálogo sobre la propia sociedad. Comenzando por
este se hace presente en su trabajo, sus relaciones, sus interpreta- un legítimo rechazo al pensamiento colonial, acaba por refugiar-
ciones, para intentar, hasta donde sea posible, mantenerlo con- se en un provincialismo que degrada el potencial de su proyecto.
trolado. Dominarlo, para no ser dominado por él, mediante una Afirma que todo lo producido en un contexto sólo sirve para ese
actitud y un procedimiento permanentemente reflexivos. contexto, y encuentra su único sentido en esa afirmación. Exi-
ge un monopolio provincial de conocimiento legítimo sobre su
propio rincón del mundo social. Rechaza, por definición, las "vo-
ces foráneas". Así, los productos en contextos imperiales serán
ETNOCENTRISMO TEÓRICO siempre imperiales y no hay usos en otros contextos que puedan
arrancarlos de esa marca originaria. In limine, esta posición debe
A la luz de este contexto, este libro aborda desde múltiples enfo- renunciar a las clases y a las culturas, pero sobre todo a proyec-
ques uno de los grandes dilemas de las ciencias sociales contem- tos como la antropología y la sociología. Su contextualismo a la
poráneas: ¿hasta qué punto son universales o contextuales las ca- hora de entender el origen de las categorías postula que dichos
tegorías teóricas y las políticas? Esta pregunta ha sido respondida orígenes definen esencias inalterables. En último término, impli-
desde tres posiciones. ca renunciar a la posibilidad misma del diálogo —teóricamente
La primera, característica del Iluminismo y de la ciencia mo- informado o no— entre grupos humanos, incluso ante evidencia
derna, afirma que todas las sociedades pueden ser comprendidas en contrario.
y explicadas a partir de una serie de teorías y métodos preesta- La tercera respuesta es la contextualidad radical (Grossberg, 2009;
blecidos. Nociones como modo de producción, Estado, clase, co- Restrepo, 2010). Es crucial comprender que todas las categorías
munidad y otras tantas pretenden ser universalmente aplicables a teóricas, muchas de las cuales hemos pasado mucho tiempo in-
priori. Los cuestionamientos empíricos a esta pretensión de uni- tentando aplicar a nuestras sociedades, han sido formuladas en
versalidad suelen encontrar la siguiente respuesta estereotipada: contextos teóricos e históricos específicos. Su pretensión de uni-
si no hemos logrado aún la comprensión definitiva, esto no se versalidad muchas veces se deriva de ese mismo contexto. Pero los
debe a determinadas características de lo social, irreductibles a contextos periféricos, coloniales o poscoloniales, están constituidos
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ellos mismos por la actividad de los poderes externos, actividad clásico la sociedad propia es idealizada para despreciar a los otros,
que ha dejado sedimentos profundos en las estructuras socia- en el etnocentrismo invertido una sociedad otra es fabricada
les, las clasificaciones y los modos de imaginación política. No como ideal para despreciar a la propia. Ejemplo de este último es
puede afirmarse que el lema "libertad, igualdad, fraternidad", una Europa que no existe ni siquiera en Europa y que se instituye
por haber nacido en Francia, nada tenga que ver con nuestros como horizonte. Hasta la actualidad una parte nada desdeñable
contextos. Lo que resulta imprescindible no sólo es comprender de los debates políticos y de las políticas públicas del mundo lla-
qué significan o pueden significar estos términos en nuestras mado "en desarrollo" o "subdesarrollado" emanan de esa misma
sociedades, sino también qué han significado en la Francia de definición. ¿Qué hacer para alcanzar el modelo europeo o estado-
fines de siglo XVIII. unidense? Ese evolucionismo se encuentra profundamente arrai-
De allí que el proyecto postulado por Chakrabarty (2008) de gado en la imaginación social y es la base sobre la cual persisten
" provincializar Europa", es decir de evidenciar que el pensamien- clasificaciones de países, de tipos de personas, o se entablan juicios
to y la experiencia del autodenominado Viejo Continente son a sobre políticas económicas o sociales.
la vez fundamentales e inadecuados para pensar espacios e histo- Lo mismo sucede en el plano de la producción teórica. El "et-
rias que escapan a sus límites (territoriales, políticos, culturales nocentrismo teórico invertido" asume desde la periferia el pensa-
y simbólicos), resulta central. "La cuestión", afirma el autor, "no miento europeo o estadounidense como universalista. Además,
es rechazar las categorías de las ciencias sociales, sino introducir presume que las innovaciones teóricas sólo pueden provenir des-
dentro del espacio ocupado por las historias europeas particula- de la avanzada del pensamiento global. Este libro se inscribe en
res sedimentadas en esas categorías otro pensamiento teórico y una vasta producción que muestra que la avanzada del descentra-
normativo consagrado en otras prácticas de vida existentes" (Cha- miento teórico puede localizarse en la India, en América Latina o
crabarty, 2008: 50). Algo análogo sucede hoy con Estados Uni- en otras partes. Y que muchas de las categorías pensadas desde los
dos (véase Lins Ribeiro en este volumen). Provincializar la pro- estudios subalternos, el pensamiento poscolonial o simplemente
ducción de conocimiento implica cuestionar profundamente los arraigadas en contextos locales sumamente particulares pueden
juicios etnocéntricos que hicieron que la teoría social moderna/ tener y tienen un impacto decisivo para cualquier búsqueda de
occidental apareciera como la única gran narración posible, y su comprensión de los seres humanos.
pasado, como "clásicos", es decir, interlocutores de validez peren- No es novedoso que exista un pensamiento central en la peri-
ne, y otras narrativas como simples "datos arqueológicos", capítu- feria. Existen dos formaciones intelectuales complementarias que
los superados o "callejones sin salida" de una "historia del pensa- Lins Ribeiro llama "provincialismo metropolitano" y "cosmopoli-
miento". Esto no significa negar el potencial que esas categorías, tismo provincial". La primera noción enfatiza la "trampa narcisista
teorías y métodos pueden adquirir en otros contextos históricos, del centro", que entiende como globales acontecimientos que son
pero parte del supuesto de que el descentramiento, la reposición locales e interpreta la periferia aun cuando desconoce gran parte
de la contingencia y la contextualización son condiciones nece- de su producción. La segunda, en tanto, alude al consumo de la
sarias para que alguna pretensión de validez pueda proyectarse. literatura producida en distintas partes del mapa antropológico
La validez no surge de un pronunciamiento apriorístico, sino que mundial, proveyendo las bases para nuevos modos de intercambio
debe ser resultado de un proceso de indagación atento a los con- académico. En ese sentido, con frecuencia la periferia ha sido más
textos históricos y culturales. cosmopolita que los centros. El parroquianismo de la metrópoli
Aquí es donde el "etnocentrismo clásico" encuentra su imagen ha sido muchas veces nacional o lingüístico en el sentido de que
especular en un "etnocentrismo invertido". Si en el etnocentrismo no sólo se ignoraba a la periferia, sino que había un escaso diálogo
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entre las diferentes tradiciones nacionales. En cambio, desde las idea de "lucha de clases", sino que señaló que en esas situaciones
periferias debía intentar leerse a las diferentes metrópolis. Y se de frontera se planteaba un escenario de "fricción interétnica".
encontraban en una tensión sin solución que puede verse aquí Cuestiones como los conflictos de intereses y su relación con las
en el análisis de Velho: desarrollar un pensamiento "adecuado" al organizaciones sociales y la etnicidad comenzaban a señalarse en
contexto en el sentido de Dipesh Chakrabarty, pero que no fuera un trabajo de campo y un trabajo teórico contemporáneo al cé-
intraducible a las metrópolis para que no fuera fácilmente provin- lebre texto de Barth (1976) sobre los grupos étnicos y sus fronte-
cializado. El eurocentrismo así parece habitar todos los caminos ras. El mismo problema fue pensado simultáneamente por antro-
del jardín de los senderos que se bifurcan. Sólo que en algunos pólogos nacidos en diferentes regiones del mundo, que hacían
casos es el lugar de partida y de llegada, mientras en otros, un sus estudios en zonas muy distintas. Como señalan en este libro
punto de pasaje. Otávio Velho y Alcida Rita Ramos, la innovación de Cardoso de
Esto se conecta con la hipótesis de Renato Rosaldo de que los Oliveira, que encontró en el trabajo de Barth una legitimación
subalternos imaginan la vida de los sectores dominantes mejor inesperada para una sensibilidad teórica siempre abierta a Eu-
que como estos imaginan la de aquellos. La existencia de este tipo ropa, configuró un programa de investigación con impacto en
de "imaginarios asimétricos" (véase Rosaldo, en este volumen) tie- Brasil y en América Latina. Programa que le dio un carácter dis-
ne una explicación: la subalternidad necesita comprender algo tintivo a buena parte de la investigación antropológica realizada
de la hegemonía, apropiarse de aquello que pueda resultarle útil en esos lugares.
para socavar su propia situación. No se trata de generar, en nin- Son notables los casos de contemporaneidad del pensamiento
gún caso, una imagen idílica de nada. Pero no parece casual que social intercontinental. Alguna vez habrá que hacer estudios acer-
palestinos como Said, indios como Chakrabarty, latinoamericanos ca de Gramsci y Mariátegui, sobre las fabricaciones de alteridad,
como Aníbal Quijano, además de todos los autores incluidos en sobre el trabajo colaborativo entre antropólogos y nativos, sobre
este volumen y muchos otros, estén trabajando en la desestabiliza- el rol de los sujetos sociales en la significación de los mensajes de
ción del etnocentrismo teórico y sean referencia internacional de los medios, sobre los procesos de hibridación cultural, y tantos
ese descentramiento. otros. Un segundo estudio debería preguntarse también cómo se
De hecho, hay una historia, ya que ese cosmopolitismo provin- jerarquizó después la legitimidad relativa de los aportes metropo-
cial redundó en el siglo XX en innumerables innovaciones teóri- litanos y periféricos, porque el resultado parece haber sido siem-
cas propuestas desde "las provincias". En contra de la noción de pre el mismo.
‘`aculturación", que afirmaba que en los procesos de colonización Nuevamente, como propone Chakrabarty: no deseamos y no
las culturas locales perdían sus rasgos tradicionales, Fernando Or- podemos pensar sin Europa, pero no deseamos ni podemos pen-
tiz postuló en 1940 la idea de "transculturación", para enfatizar sar eurocéntricamente.
que, en todo contacto cultural, tanto los dominantes como los Alcida Rita Ramos va más allá cuando retorna los dilemas de
dominados eran transformados, y de manera activa. Cuando dos los diálogos entre los antropólogos y los nativos. Postula que hay
décadas después Roberto Cardoso de Oliveira, con amplia forma- múltiples teorías antropológicas que fueron extraídas del pensa-
ción filosófica y marxista, desarrolló su trabajo de campo en la miento nativo y que las teorías nativas nunca se elevaron a un
Amazonia, encontró una disputa entre los avances de los agentes estatus equivalente a las epistemologías occidentales. Sobre esa
de la sociedad nacional y los pueblos que habitaban históricamen- afirmación, quisiéramos alertar al lector, se despliega una comple-
te la región, una disputa vinculada a los recursos, a procesos pro- ja e intrincada polémica. En ese sentido, Antropología ahora incluye
ductivos y a procesos identitarios. No "aplicó" a la Amazonia la algunos postulados que son cruciales en el debate contemporáneo
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sobre cultura y alteridad, así como otros que señalan algunas de sido considerados "objetos de estudio". Por eso "la legitimidad
las fronteras hacia donde están desplazándose, en estos años, esas del conocimiento adquirido no es ahora sólo objeto de análisis y
controversias. crítica por parte de la comunidad académica, sino también por
El lector podrá percibir un motor clave de todos los desplaza- aquellos que protagonizan la vida que pretendemos exponer en
mientos y, en ese sentido, se trata de la rueda que hace girar el nuestros escritos" (Bartolomé, 2003: 205).
trabajo y la teoría antropológica. Los antropólogos se formaron
inicialmente para comprender sociedades, culturas y experiencias
distantes de la suyas. En segunda instancia, también para com-
prender sus propias sociedades, generando metodológicamente POLÍTICAS, ALTERIDAD, INTERCULTURALIDAD
una distancia imprescindible. Los antropólogos se forman de
modo sistemático y distintivo para evitar el etnocentrismo, en to- Hay políticas explícitas y políticas implícitas en relación con la cues-
das sus variantes. Dos elementos tornan distintiva esta formación: tión del conocimiento. Cuando se presupone el lugar de la neu-
el grado de sistematicidad de esa preocupación contra el etnocen- tralidad, es porque se desconoce la perspectiva propia y su contin-
trismo y la convicción de que no podrá evitárselo por completo, gencia. En esos casos, el investigador no es consciente del carácter
que sólo podrá domesticárselo parcialmente si se está alerta a sus político de toda posición, por lo tanto, no puede controlar el po-
apariciones. Porque todos los seres humanos somos en alguna der implicado en su propia mirada y su escritura. Entonces, las
medida etnocéntricos, y el antropólogo es quien se forma para políticas controlan al investigador.
procurar evitar lo inevitable, para domesticar lo indomesticable. En el extremo opuesto se suele declarar con bastante facilidad
El tiempo histórico, la historia de la teoría y la metodología, hoy en día que se produce conocimiento con relación a (los siem-
los nuevos estudios de campo que cuentan con la enorme ventaja pre muy buenos) compromisos políticos. A veces se presupone
de tener trabajos previos sobre ciertas sociedades, producen una que, si uno tiene un compromiso determinado, es obvio que pro-
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nueva distancia con los textos clásicos, realizados por los autores ducirá conocimientos útiles para ese compromiso. Pero hay una
p más relevantes de la disciplina y por otros de menor renombre. instrumentalización del conocimiento en función de objetivos
En todos ellos, y en sus pequeñas y grandes teorías, podemos de- políticos que suele también ser ruinosa. Es habitual, por ejem-
tectar invisibilidades, incomprensiones y, sobre todo, interpreta- plo, que el compromiso ético con los subalternos se confunda
ciones etnocéntricas. El argumento por la necesidad de descen- con su idealización como sujetos puros, en función de alguna
tramiento moviliza la teoría y los estudios antropológicos desde noción de pureza extraída de manuales de ética descontextualizados
hace décadas, pero hoy otras ciencias sociales encuentran la nece- (Ramos, 1994).
sidad de interrogarse y debatir sus descentramientos. Esa es una En realidad, existen distintas concepciones acerca de las rela-
de las razones por las cuales ahora ha llegado un momento en el ciones entre la investigación cultural y los posicionamientos ético-
cual ya no resulta posible excluir a la antropología del diálogo políticos, pero debemos tener en cuenta que tanto la negación de
interdisciplinario. la relación como su trivialización llevan a mistificaciones simétri-
Otro de los motivos de esta relevancia obedece al alcance de sus cas en su contenido e igualmente perjudiciales (Grimson, 2011).
reflexiones y propuestas. Actualmente los antropólogos ya no ha- Los autores reunidos en este volumen parten del presupues-
blan solamente sobre los otros, sino también con los otros y para esos to de que, cualquiera sea su compromiso político, la producción
111 otros. El público potencial de la escritura antropológica ya no se de conocimiento se basa en el descentramiento del pensamiento,
circunscribe a las universidades, sino que incluye a quienes habían en la confrontación de los eurocentrismos y occidentalismos, así

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como en la deconstrucción de los parroquialismos. Se trata de planeta (véase Lins Ribeiro, en este volumen). Así como hace algu-
un descentramiento en busca de un reconocimiento de diversas nas décadas estos comenzaron a estudiar a las elites (ingenieros nu-
heterogeneidades. Entender la gran narrativa marxista sobre los cleares, empresarios, políticos, científicos), algunos antropólogos
modos de producción como parte del eurocentrismo, tal como de países del "tercer mundo" están haciendo etnografía de las so-
propone aquí Otávio Velho, no significa desconocer el potencial ciedades metropolitanas. Brasil ha sido un caso peculiar en ese sen-
de categorías marxistas, y menos aún el poder performativo de tido, ya que desde Gilberto Freyre, quien estudió con Franz Boas,
los grandes relatos occidentales, sino interrogarlos y cuestionar ha habido una búsqueda de comprensión de la sociedad nacional
una adopción acrítica e irreflexiva para sostener con ellos una re- a partir de comparaciones con Estados Unidos. Esa tradición se ha
lación mucho más autónoma y productiva. Significa, en otras pa- mantenido a través de Roberto DaMatta (2002) y muchos otros au-
labras, "desmonopolizar el pensamiento social" como respuesta a tores. En este libro, Luis R. Cardoso de Oliveira retorna esa tradi-
"las principales operaciones epistémicas por las cuales Occidente ción a partir de sus estudios en Estados Unidos, Canadá y Francia.
se afirma, y se autoconstruye, como la fuente única de los modelos A este respecto, quizás convenga, para el lector no especializa-
culturales generalizables" (véase Pratt, en este volumen). El pun- do, reponer una historia. Entre las categorías teóricas que la an-
to de llegada en ambos casos es similar y consiste en reconocer tropología utilizó para comparar sociedades y sus configuraciones
distintos grados y tipos de asimetría. Ante ellos es que los autores culturales resultó central la oposición entre sociedades igualita-
nos invitan a desarraigarse, a no considerar inevitables las matri- rias y jerárquicas. Louis Dumont (1966, 1977) realizó una compa-
ces y perceptivas teóricas con las que pensamos y actuamos en el ración sistemática de las características de las ideologías predomi-
mundo. Si el occidentalismo puede ser un corral, el desafío de la nantes en la India y en la sociedad moderna de Occidente. De ese
antropología consiste en ser un agente de la "desmonopolización contraste surgen claramente dos grandes perspectivas o conjuntos
del espacio intelectual" (íd.). de ideas y valores diferenciados: el holismo y el individualismo.
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Reclamar hoy una "antropología ecuménica" (véase Ramos, El holismo abarca a la mayor parte de las sociedades —la India es
en este volumen), es decir un trabajo colaborativo y equitativo una de ellas— que valorizan el orden, "la conformidad de cada
no sólo entre los centros académicos sino también respecto de elemento a su papel en el conjunto", la sociedad como un todo.
nuestros interlocutores en el trabajo de campo, refleja una gran El individualismo, por su parte, es propio de las sociedades occi-
transformación: "La teoría antropológica ya no podía (o no de- dentales que valorizan en primer lugar al ser humano individual,
bía) defender un conocimiento que se sustentase en una relación como encarnación de la Humanidad igual a cualquier otro hom-
sujeto/objeto, en la que los parámetros del conocimiento sobre bre y, por lo tanto, libre. En la obra de Dumont, la sociedad de la
el otro [eran] la estética y la ética de una clase dominante que India y la sociedad moderna se presentan en contraste sistemático
se travestía en investigador" (Borges, 2009: 35). En este sentido, desde el punto de vista de los valores. Si el valor supremo de la
tal vez como nunca antes, los escritos antropológicos producidos sociedad de castas es la jerarquía, en el polo opuesto se encuentra
en los márgenes del centro se constituyeron en una voz de enun- el igualitarismo de Occidente.
ciación clara y contundente a la hora de sostener y responder la Roberto DaMatta (2002) incluyó a Brasil (y metonímicamente a
mirada de Occidente. Más allá de que el lector podrá percibir América Latina) en dicha tensión al postular que se trata de socie-
énfasis distintos y ricos en las propuestas de cosmopolíticas, los dades que tienen enredados componentes igualitarios y jerárqui-

C textos reunidos aquí adoptan este posicionamiento.


La antropología nació en las metrópolis como estudio de las so-
ciedades no occidentales, pero hoy hay antropólogos en todo el
cos. DaMatta sostuvo que mientras en el plano de la ley las socieda-
des latinoamericanas tienden a un igualitarismo impersonal, en el
plano de la cultura política se encuentra muy arraigada una perso-
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nalización de las relaciones que obstruye una y otra vez los inten- la lógica fronteriza entre México y los Estados Unidos". Es decir
tos "modernizadores". Así, las fórmulas "a los enemigos la ley, a los como parte de la "estrategia de integración a un mercado laboral
amigos todo" o el estudio de la forma de la jerarquización cotidiana étnicamente segmentado (que predominó en el caso de Texas)
en Brasil expresada en el "voté sabe com quem está falando?" darían y de marginación política (de especial relevancia en el caso del
cuenta de esa tensión. Cardoso de Oliveira retorna aquí ese proble- territorio de Nuevo México)" (véase Lomnitz, en este volumen).
ma analizando formas de lo personal y lo impersonal, lo jerárquico En esas persistencias de formas de la desigualdad social y cultu-
y lo igualitario, rastreando enunciaciones jurídicas en distintos paí- ral es donde sedimentan de un modo difícil de erosionar algunas
ses. Por su parte, Lomnitz retorna la cuestión de la racialización de de las principales consecuencias de los distintos etnocentrismos.
las identidades nacionales para mostrar sus ambivalencias, como Una de las mayores paradojas contemporáneas consiste en cómo
dimensiones defensivas, frente a las pretensiones imperiales, y sus desarmar las jerarquías implicadas en dichas racializaciones sin
coacciones ante otros modos, menos sujetados, de identificación. por ello reproducir los paradigmas políticos diseñados para socie-
Ciertamente, la cuestión de la raza aparece como una problemática dades como la estadounidense. Las tensiones entre etnocentris-
crucial y muy variable en América Latina, donde también la pervi- mos de la práctica y etnocentrismos teóricos no podrán resolverse
vencia de clasificaciones implícitas sobre las personas y los grupos, de modo simplista, excepto que las sociedades y sus antropólogos
en función de características fenotípicas, extendió, mucho más allá se resignen a la aceptación acrítica de uno de ellos.
de la colonia, sociedades de castas que aún perviven en formas de Señalemos, para finalizar esta introducción, que el origen de
imaginación y acción que socavan intentos de democratización los textos aquí reunidos fueron algunas de las conferencias dic-
(Segato, 2007a, 2007b). tadas en la Reunión de Antropología del Mercosur, que se llevó
De esta y otras formas de la asimetría en la periferia derivaron a cabo en Buenos Aires en 2009. Esas exposiciones fueron poste-
nuevas agendas de investigación, teorías y categorías analíticas. riormente revisadas por los autores para darles su forma actual.
Entre estas últimas, "colonialismo", "colonialidad del poder" y Aquella reunión fue el mayor evento antropológico realizado en
"colonialismo interno" aluden a un proyecto tanto político como el país hasta ese momento, pero fue, sobre todo, un espacio de
intelectual. Mientras "colonialismo" refiere al proceso histórico alta intensidad en los debates y en la construcción de agenda. Al
de dominio y explotación en beneficio del colonizador, "colonia- reunir algunos de los trabajos en este volumen, hemos querido
lidad del poder" indica, como señaló Quijano (2000), un patrón contribuir a expandir, más allá de las fronteras nacionales o disci-
o matriz que organiza y jerarquiza a los seres humanos a partir de plinarias, las resonancias de la antropología contemporánea.
su racialización. La colonialidad, entonces, es un tipo de vínculo
específico, supone una serie de problemáticas entre las cuales se
destacan sus efectos "internos". Entre ellos la "formación de la
raza" como signo, es decir "como huella en el cuerpo del paso de REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
una historia que construyó 'raza' para construir 'Europa' como
idea epistémica, económica, tecnológica y jurídico-moral que dis- Austin, John L. (2008), Cómo hacer cosas con palabras.
tribuye valor y significado en nuestro mundo" (Segato, 2007a: 23). Palabras y acciones, Buenos Aires, Paidós.
Así planteada, la "invención de la raza" es incomprensible por fue-
ra del sistema-mundo colonial/moderno. Esto es lo que muestra Bartolomé, Miguel (2003), "En defensa de la etnografía.
Lomnitz al analizar el lugar de la racialización en la formación del El papel contemporáneo de la investigación intercul-
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