La Importancia de Padrinos en La Confirmación

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La importancia de padrinos en la Confirmación

Si estás pensando en entrar a confirmaciones o acabas de empezar, uno de los puntos


más importantes para pensar es en tu padrino (o madrina) de Confirmación. Pero ¿sabes
qué es, para qué sirve o cómo elegir a uno? Te compartimos una breve guía.

¿QUÉ ES UN PADRINO?
En pocas palabras, es aquella persona que te acompañará en tu camino de fe, durante y
más importante, después de tu Confirmación.

En nuestra cultura, es más común escuchar del padrino de bautizo, aquel que pone la
carne asada y arma toda la fiesta para celebrar con toda la familia tu bautizo. Sin
embargo, va mucho más allá que solo «el amigo de la familia que pone la fiesta»

En el aprendizaje los chicos han tenido coordinadores que estan a cargo de vayan por el
camino correcto de conocer su fe y lo que Dios tiene preparado para ellos, sin embargo,
tarde o temprano, llegará el día de la confirmación y necesitarás de otra persona que les
siga ayudando a crecer en su fe, para eso se elige al padrino.

ES MEJOR CAMINAR ACOMPAÑADO


Podrías preguntarte ¿y si no tengo padrino, importa? ¡Si! Importa bastante.

Nuestra vida apenas comienza a los 18 años, vendrán cientos y cientos de experiencias,
algunas buenas algunas no tan buenas donde sus ahijados se verán en aprietos o
querrán compartir lo bien que les va en nuestro camino de fe, para eso están los
padrino, para acompañales en las buenas y en las malas. Pero ¿qué para eso no están
sus padres? Así es. Sin embargo, un padrino está para brindar apoyo extra, será esa
persona/mejor amigo con el que podrás contar para apoyarse en tu crecimiento en la fe.
LOS REQUISITOS BÁSICOS DE UN PADRINO
Para ser elegido como padrino de la Confirmación, se necesita:

 Tener por lo menos 18 años


 Haber iniciado su fe en la Iglesia Católica a través de los tres sacramentos de
iniciación: Bautismo,
 Confirmación y Eucaristía.
 Debe mostrarte que tiene un compromiso visible de vivir la fe católica y tener la
capacidad y La intención de llevar a cabo su responsabilidad como guía espiritual
en su vida.

CONSIDERACIONES AL SELECCIONAR UN PADRINO


 El Padrino NO PUEDE ser ninguno de tus padres.
 Puedes escoger a dos padrinos (hombre y mujer) o a uno solo (madrina o
padrino).
 Debido a que los Sacramentos del Bautismo y la Confirmación están tan
estrechamente conectados, la enseñanza de la Iglesia nos dice que es «deseable
que el padrino del Bautismo sea también el patrocinador en la Confirmación»,
 Sin embargo, también puedes elegir a uno diferente.
 La elección de quién debe ser tu patrocinador es ¡TU decisión!

COSAS QUE DEBES TENER EN CUENTA ANTES DE PEDIR A ALGUIEN QUE SEA TU PADRINO
 Tu padrino debe estar dispuesto y capaz de participar en tu formación para la
Confirmación, apoyándote y estando al pendiente de tu crecimiento en la fe.
 La persona que elijas como padrino debe ser alguien que admiras y respetas y
que vive activamente su fe católica.
 Tu padrino debe ser alguien en quien confíes y te sientas cómodo al solicitar
ayuda, consejo y guía, especialmente con respecto a tu vida espiritual.
 Tu padrino debe ser alguien que, a través de su ejemplo, te muestre lo que
significa ser católico y que tomará un papel activo en tu preparación para la
Confirmación.

SER PADRINO UN HONOR Y UN COMPROMISO


La primera definición de padrino es: mujer u hombre que presenta y acompaña a otro
que recibe algún honor, grado, etc. Padrino es también hombre que asiste a otro para
sostener sus derechos, en certámenes literarios, torneos, desafíos, etc.

La palabra padrino viene del latín vulgar patrinus, y este de pater, -tris, (padre) y del
sufijo latino -inus (procedencia). El padrino debemos entenderlo como una persona que
presenta a otra que recibe algún sacramento o un honor. En los orígenes de la Iglesia,
antes del Edicto de Milán (313), el padrino era un fiel católico, conocido del sacerdote,
que garantizaba que al que se iba a bautizar no era un traidor que hiciera luego matar a
los cristianos por parte de las autoridades del Imperio romano, sino que era un
verdadero convertido que además estaba dispuesto a ser testigo fiel del Evangelio.

En el Código de Derecho Canónico de 1983, la Iglesia determina el “Padrino” o los


“Padrinos” únicamente en relación a los sacramentos de la Iniciación Cristiana (cfr.
canon 842 § 2), es decir para el Bautismo, Confirmación y Eucaristía del adulto que se
Bautiza; en el caso que sea un niño quien recibe el bautismo tiene la función de
presentarlo juntamente con sus padres, y procurar que después lleve una vida cristiana
acorde con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo.

El Derecho Canónico instituye al padrino en guía del nuevo bautizado, pretende que sea
en cierto modo su modelo de vida cristiana. El padrino ha de velar por el crecimiento
espiritual del recién bautizado -niño o adulto-, acompañarle en sus primeros pasos en la
fe, que aprenda, como de su mano, los fundamentos doctrinales y morales de la fe
cristiana. Ya se ve que estas funciones son tan graves que en absoluto se pueden
considerar de suplencia de los padres, en el caso de los niños que se bautizan: más bien
se complementan con las funciones de los padres, por supuesto sin sustituirles.

REQUISITOS PARA SER PADRINO

Parafraseando los cánones 873 y 874 de extraen los siguientes:

Que haya un padrino, o una madrina, o un padrino y una madrina:


Que haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan
su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga capacidad para esta
misión e intención de desempeñarla;
Que haya cumplido dieciséis años, a no ser que el Obispo diocesano establezca otra
edad, o que, por justa causa, el párroco o el ministro consideren admisible una
excepción;
Que sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento de la
Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va
a asumir;
Que no esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada;
Que no sea el padre o la madre de quien se ha de bautizar.
El bautizado que pertenece a una comunidad eclesial no católica sólo puede ser
admitido junto con un padrino católico, y exclusivamente en calidad de testigo del
bautismo.

Quien pensaba que ser padrino o madrina es algo sencillo, con la indicación de estas
funciones comprobará que no es así. Las mismas funciones requieren a una persona que
tenga la calidad de vida cristiana de acuerdo al compromiso que asume, pues, aunque
no se expresa como tal en el Código de Derecho, es un verdadero representante de la
Comunidad que de manera especial “vigila” y “acompaña” en el crecimiento de la fe.
En muchas ocasiones el padrino del niño recibe posteriormente el encargo de ser
padrino de la confirmación. El canon 893 § 2 lo recomienda. Por esta razón, las
exigencias para el padrino de confirmación, son las mismas que para el sacramento del
Bautismo.

¿CUÁNDO SE ES PADRINO Y CUANDO SE ES TESTIGO?

Estrictamente hablando, el padrino es el de Iniciación cristiana, y generalmente se


reduce al de Bautismo y Confirmación, porque para la primera comunión no en todas
partes se asignan padrinos. Y, si bien es cierto, se habla de Padrinos en el matrimonio o
en la Ordenación sacerdotal, en la profesión religiosa, u otros momentos, esos en
realidad son testigos, y no es apropiado llamarles padrinos, sin embargo, dada la
importancia de su papel en la vida cristiana, se les debe exigir los mismos requisitos del
canon 874. En el caso del padrino éste puede ejercer la función de testigo, pero no
siempre todo testigo es padrino.

La norma canónica no define qué es un testigo, pero encontramos diversidad de


personas que pueden ejercer la función de testigos en el caso de la administración del
bautismo (cfr. cánones 875, 876 y 877), o del consentimiento matrimonial (cfr. cánones
1108 y 1109), así como los testigos en el trámite judicial (cfr. cánones 1548 y 1549 entre
otros). En todo caso, es una persona que habiendo estado presente en un lugar
presenció una acción como las anteriormente señaladas, y verifica la certeza o falsedad
de un acto jurídico; es la persona a quien le consta que se realizó o no una acción. El
ordenamiento canónico no exige que sea hombre o mujer, bautizado o no, simplemente
que sea capaz de dar su testimonio de aquello que sabe, sea por experiencia propia o
por medio de otra fuente.

¿PUEDE REVOCARSE LA TAREA DEL PADRINO?


La designación de padrinos por parte del catecúmeno adulto o de los padres del niño es
de duración indefinida. El derecho canónico no prevé la revocación del encargo. Se
recomienda por lo tanto que el catecúmeno o los padres piensen bien las personas a las
que piensan designar para un encargo tan delicado. Deben tener en cuenta no solo
consideraciones sociales o familiares, sino sobre todo que los designados sean
verdaderos modelos de vida cristiana para los que se van a bautizar.

Si a pesar de la atención puesta para escoger bien al padrino, este no corresponde con
las expectativas puestas en él, no se puede revocar o anular su nombramiento. Cuando
llegue la confirmación sí es posible escoger un padrino o una madrina distintos, pero
esto no anula el nombramiento de padrinos de bautismo. Son padrinos que se añaden a
los de bautismo sin sustituirlos.

Si el padrino o madrina incurre en censura de excomunión, se debe entender que queda


prohibido el ejercicio del oficio de padrino de acuerdo con el canon 1331. A tenor del §
2, 4 del mismo canon, sería inválido nombrar padrino o madrina a una persona cuya
excomunión ha sido declarada o impuesta.

Catequesis de Confirmación
“Dios no elige a los preparados; prepara a los elegidos”

La Confirmación se entiende en continuidad con el Bautismo, al cual está vinculado de


modo inseparable. Estos dos sacramentos, juntamente con la Eucaristía, forman un
único evento salvífico, que se llama «iniciación cristiana», en el que somos introducidos
en Jesucristo muerto y resucitado, y nos convertimos en nuevas creaturas y miembros
de la Iglesia.

Comúnmente se habla de sacramento de la «Cresima», palabra que significa «unción».


Y, en efecto, a través del óleo llamado «sagrado Crisma» somos conformados, con el
poder del Espíritu, a Jesucristo, quien es el único auténtico «ungido», el «Mesías», el
Santo de Dios. El término «Confirmación» nos recuerda luego que este sacramento
aporta un crecimiento de la gracia bautismal: nos une más firmemente a Cristo; conduce
a su realización nuestro vínculo con la Iglesia; nos concede una fuerza especial del
Espíritu Santo para difundir y defender la fe, para confesar el nombre de Cristo y para no
avergonzarnos nunca de su cruz.

CATEQUESIS PARA PADRES Y PADRINOS


RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES Y PADRINOS FRENTE AL SACRAMENTO DE LA
CONFIRMACIÓN.

Los padres de familia son los primeros y principales responsables de "formar a sus hijos
en la fe y en la práctica de la vida cristiana, mediante la palabra y el ejemplo" (CDC
774.2), y es tarea de ambos "alimentar la vida que Dios les ha confiado" (CIC 1251); en
este sentido se podría decir que la celebración de los sacramentos tiene una dimensión
marcadamente familiar, y es que la familia es la comunidad privilegiada para la
transmisión y la educación de la fe (ver CT62).

Los papás deben facilitar el "despertar religioso" de sus hijos, iniciarlos en la oración
personal y comunitaria, educarlos en la conciencia moral, acompañarlos en el desarrollo
del sentido del amor humano, del trabajo, de la convivencia y del compromiso en el
mundo, dentro de una perspectiva cristiana. Los papás, más que transmitir contenidos,
introducen a sus hijos, y en especial a los más pequeños, en un ambiente de vida propio
de una familia cristiana. Lamentablemente, en nuestro ambiente, muchos padres de
familia piden los sacramentos para sus hijos sólo por tradición, porque se acostumbra,
pero no por una decisión de seguir a Jesucristo en sus vidas.
Es muy recomendable que quien se va a confirmar tenga un padrino a quien le
corresponde procurar que su ahijado: "Se comporte como un verdadero testigo de
Cristo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al sacramento" (CDC 892). Es
conveniente que se escoja como padrino de la confirmación a quien continúe formando
a el ahijado según como lo ha hecho los padrinos de bautismo (ver CDC 893.2; CIC 1311).
El padrino o madrina comparten responsablemente con los papás todos los
compromisos y exigencias que de la Confirmación surgen (ver CDC 774.2),
especialmente, son invitados a preocuparse y actuar, junto con los papás, por la
educación cristiana de su ahijado. Pueden verse obligados, en ciertos casos, a
reemplazar a los papás en esta tarea. Ocupan un lugar importante en el espíritu y
ambiente familiar.

Tristemente, los padrinos o madrinas han perdido mucho del sentido de ser
representantes de la comunidad cristiana que garantizan, junto con los papás, la
educación e iniciación progresiva del ahijado en la vivencia de la fe dentro de la
comunidad eclesial. Con frecuencia notamos que se da más importancia al "compadre"
o la "comadre" por las relaciones, apoyo económico o influencia que al mismo ahijado
en la tarea de educarlo cristianamente. De ahí que la Iglesia pide ciertas cualidades o
características para que alguien pueda ser invitado de padrino o madrina. Cualidades
que se pueden sintetizar así:

Ser elegido por los papás del niño, a quienes faltando éstos ocupan su lugar (ver CDC
874.1).
Debe tener la suficiente madurez para cumplir esta responsabilidad (ver CDC 874.2).
Ser católico y haber recibido los tres sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo,
Confirmación y Eucaristía (ver Código de Derecho Canónico 874.3).
No estar impedido por el derecho canónico para cumplir con esta obligación (ver CDC
874.4).
No ser el papá o la mamá de quien se confirmará (ver CDC 874.5).
Ser invitado a ser padrino de alguien, además de ser motivo de alegría implica un
replantear la manera como asumo en la vida diaria mi fe, un hacer una pausa en el
camino, para avanzar con nuevos bríos decididamente hacia la construcción del Reino
de Dios en nuestro tiempo y lugar.
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO EN LA FAMILIA.

"La familia cristiana es una comunión de personas, signo e imagen de la comunión del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo" (CIC 2205). El Espíritu que une al Padre y al Hijo en
una relación de amor, también une en el sacramento del matrimonio a los esposos y los
hace participar del amor divino.

Es el Espíritu Santo quien, a través del sacramento del matrimonio, da a los esposos
como regalo "el corazón nuevo y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como
Cristo nos ha amado" (FC 1 3).

El amor que viene del Espíritu Santo hace posible la verdadera unidad entre los esposos
y en las familias. Es el Espíritu quien prepara y conduce a los novios hacia el matrimonio
y acompaña a los esposos y a la familia durante toda su vida. Hace crecer el amor día a
día y nos transforma en una familia de verdaderos testigos dentro de la sociedad,
haciéndonos familia "evangelizadora y misionera" (CIC 2205). Lamentablemente, en
ocasiones, nuestra familia se encierra en prácticas religiosas estériles, frías y rutinarias,
ya que sólo queremos evitar el reproche divino. A esto, podemos llamarlo egoísmo (ver
Gal 5, 1-12). Quien ha recibido al Espíritu Santo no se preocupa por no pecar, sino por
amar.

La familia de creyentes ha de considerarse "esclava de Cristo". Y, en la vida diaria


solucionarlo todo pensando que somos de Cristo y estamos al servicio de nuestro
prójimo. Es ahí donde se manifiestan en nuestra familia los dones del Espíritu Santo, que
son verdaderos regalos que nos invitan a caminar en nuestra vida hacia Dios, siguiendo
las huellas de Jesús.

La sabiduría, que da el gusto por las cosas divinas.


La inteligencia, que ayuda a la familia a descubrir el designio de Dios sobre si y sobre
cada uno de sus miembros.
El consejo, que ilumina a los padres de familia en las decisiones que se deben de tomar
para el bien de todos, para vivir según el plan de Dios la paternidad y la maternidad
responsables, para la educación de los hijos, etc.
La fortaleza, para afrontar las inevitables pruebas de la vida, en un camino de ascender
hacia la santidad.
La ciencia, para que Dios sea puesto siempre en primer lugar en la familia y se valoren
las cosas y los acontecimientos a su luz.
La piedad, que conduce a la oración, a la unión con Dios y al amor hacia el prójimo.
El temor de Dios, que ayuda a creer en su amor misericordioso.
Los siete dones del Espíritu Santo, pertenecen en plenitud a Cristo, y, en nosotros
completan y llevan a su perfección nuestra disposición habitual y firme por hacer el bien
y nos hacen dóciles a obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas (ver CIC1831,
1833).
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Padrinos
Proporcionan ayuda espiritual a lo largo del crecimiento del ahijado.
Tienen el compromiso de dar especial atención al niño procurando que lleve una
vida cristiana congruente, vigilando su crecimiento tanto espiritual como de ser
humano.
A falta de los padres, son los responsables de la educación cristiana del niño.
Deben ser personas capaces de realizar la misión de guiar y tener la intención de
desempeñarla.
Deben ser personas con una vida congruente con la fe y con la misión que van
asumir.
Al ser padrino se adquiere un compromiso para toda la vida, este no se rompe…

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