La Importancia de Padrinos en La Confirmación
La Importancia de Padrinos en La Confirmación
La Importancia de Padrinos en La Confirmación
¿QUÉ ES UN PADRINO?
En pocas palabras, es aquella persona que te acompañará en tu camino de fe, durante y
más importante, después de tu Confirmación.
En nuestra cultura, es más común escuchar del padrino de bautizo, aquel que pone la
carne asada y arma toda la fiesta para celebrar con toda la familia tu bautizo. Sin
embargo, va mucho más allá que solo «el amigo de la familia que pone la fiesta»
En el aprendizaje los chicos han tenido coordinadores que estan a cargo de vayan por el
camino correcto de conocer su fe y lo que Dios tiene preparado para ellos, sin embargo,
tarde o temprano, llegará el día de la confirmación y necesitarás de otra persona que les
siga ayudando a crecer en su fe, para eso se elige al padrino.
Nuestra vida apenas comienza a los 18 años, vendrán cientos y cientos de experiencias,
algunas buenas algunas no tan buenas donde sus ahijados se verán en aprietos o
querrán compartir lo bien que les va en nuestro camino de fe, para eso están los
padrino, para acompañales en las buenas y en las malas. Pero ¿qué para eso no están
sus padres? Así es. Sin embargo, un padrino está para brindar apoyo extra, será esa
persona/mejor amigo con el que podrás contar para apoyarse en tu crecimiento en la fe.
LOS REQUISITOS BÁSICOS DE UN PADRINO
Para ser elegido como padrino de la Confirmación, se necesita:
COSAS QUE DEBES TENER EN CUENTA ANTES DE PEDIR A ALGUIEN QUE SEA TU PADRINO
Tu padrino debe estar dispuesto y capaz de participar en tu formación para la
Confirmación, apoyándote y estando al pendiente de tu crecimiento en la fe.
La persona que elijas como padrino debe ser alguien que admiras y respetas y
que vive activamente su fe católica.
Tu padrino debe ser alguien en quien confíes y te sientas cómodo al solicitar
ayuda, consejo y guía, especialmente con respecto a tu vida espiritual.
Tu padrino debe ser alguien que, a través de su ejemplo, te muestre lo que
significa ser católico y que tomará un papel activo en tu preparación para la
Confirmación.
La palabra padrino viene del latín vulgar patrinus, y este de pater, -tris, (padre) y del
sufijo latino -inus (procedencia). El padrino debemos entenderlo como una persona que
presenta a otra que recibe algún sacramento o un honor. En los orígenes de la Iglesia,
antes del Edicto de Milán (313), el padrino era un fiel católico, conocido del sacerdote,
que garantizaba que al que se iba a bautizar no era un traidor que hiciera luego matar a
los cristianos por parte de las autoridades del Imperio romano, sino que era un
verdadero convertido que además estaba dispuesto a ser testigo fiel del Evangelio.
El Derecho Canónico instituye al padrino en guía del nuevo bautizado, pretende que sea
en cierto modo su modelo de vida cristiana. El padrino ha de velar por el crecimiento
espiritual del recién bautizado -niño o adulto-, acompañarle en sus primeros pasos en la
fe, que aprenda, como de su mano, los fundamentos doctrinales y morales de la fe
cristiana. Ya se ve que estas funciones son tan graves que en absoluto se pueden
considerar de suplencia de los padres, en el caso de los niños que se bautizan: más bien
se complementan con las funciones de los padres, por supuesto sin sustituirles.
Quien pensaba que ser padrino o madrina es algo sencillo, con la indicación de estas
funciones comprobará que no es así. Las mismas funciones requieren a una persona que
tenga la calidad de vida cristiana de acuerdo al compromiso que asume, pues, aunque
no se expresa como tal en el Código de Derecho, es un verdadero representante de la
Comunidad que de manera especial “vigila” y “acompaña” en el crecimiento de la fe.
En muchas ocasiones el padrino del niño recibe posteriormente el encargo de ser
padrino de la confirmación. El canon 893 § 2 lo recomienda. Por esta razón, las
exigencias para el padrino de confirmación, son las mismas que para el sacramento del
Bautismo.
Si a pesar de la atención puesta para escoger bien al padrino, este no corresponde con
las expectativas puestas en él, no se puede revocar o anular su nombramiento. Cuando
llegue la confirmación sí es posible escoger un padrino o una madrina distintos, pero
esto no anula el nombramiento de padrinos de bautismo. Son padrinos que se añaden a
los de bautismo sin sustituirlos.
Catequesis de Confirmación
“Dios no elige a los preparados; prepara a los elegidos”
Los padres de familia son los primeros y principales responsables de "formar a sus hijos
en la fe y en la práctica de la vida cristiana, mediante la palabra y el ejemplo" (CDC
774.2), y es tarea de ambos "alimentar la vida que Dios les ha confiado" (CIC 1251); en
este sentido se podría decir que la celebración de los sacramentos tiene una dimensión
marcadamente familiar, y es que la familia es la comunidad privilegiada para la
transmisión y la educación de la fe (ver CT62).
Los papás deben facilitar el "despertar religioso" de sus hijos, iniciarlos en la oración
personal y comunitaria, educarlos en la conciencia moral, acompañarlos en el desarrollo
del sentido del amor humano, del trabajo, de la convivencia y del compromiso en el
mundo, dentro de una perspectiva cristiana. Los papás, más que transmitir contenidos,
introducen a sus hijos, y en especial a los más pequeños, en un ambiente de vida propio
de una familia cristiana. Lamentablemente, en nuestro ambiente, muchos padres de
familia piden los sacramentos para sus hijos sólo por tradición, porque se acostumbra,
pero no por una decisión de seguir a Jesucristo en sus vidas.
Es muy recomendable que quien se va a confirmar tenga un padrino a quien le
corresponde procurar que su ahijado: "Se comporte como un verdadero testigo de
Cristo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al sacramento" (CDC 892). Es
conveniente que se escoja como padrino de la confirmación a quien continúe formando
a el ahijado según como lo ha hecho los padrinos de bautismo (ver CDC 893.2; CIC 1311).
El padrino o madrina comparten responsablemente con los papás todos los
compromisos y exigencias que de la Confirmación surgen (ver CDC 774.2),
especialmente, son invitados a preocuparse y actuar, junto con los papás, por la
educación cristiana de su ahijado. Pueden verse obligados, en ciertos casos, a
reemplazar a los papás en esta tarea. Ocupan un lugar importante en el espíritu y
ambiente familiar.
Tristemente, los padrinos o madrinas han perdido mucho del sentido de ser
representantes de la comunidad cristiana que garantizan, junto con los papás, la
educación e iniciación progresiva del ahijado en la vivencia de la fe dentro de la
comunidad eclesial. Con frecuencia notamos que se da más importancia al "compadre"
o la "comadre" por las relaciones, apoyo económico o influencia que al mismo ahijado
en la tarea de educarlo cristianamente. De ahí que la Iglesia pide ciertas cualidades o
características para que alguien pueda ser invitado de padrino o madrina. Cualidades
que se pueden sintetizar así:
Ser elegido por los papás del niño, a quienes faltando éstos ocupan su lugar (ver CDC
874.1).
Debe tener la suficiente madurez para cumplir esta responsabilidad (ver CDC 874.2).
Ser católico y haber recibido los tres sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo,
Confirmación y Eucaristía (ver Código de Derecho Canónico 874.3).
No estar impedido por el derecho canónico para cumplir con esta obligación (ver CDC
874.4).
No ser el papá o la mamá de quien se confirmará (ver CDC 874.5).
Ser invitado a ser padrino de alguien, además de ser motivo de alegría implica un
replantear la manera como asumo en la vida diaria mi fe, un hacer una pausa en el
camino, para avanzar con nuevos bríos decididamente hacia la construcción del Reino
de Dios en nuestro tiempo y lugar.
LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO EN LA FAMILIA.
"La familia cristiana es una comunión de personas, signo e imagen de la comunión del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo" (CIC 2205). El Espíritu que une al Padre y al Hijo en
una relación de amor, también une en el sacramento del matrimonio a los esposos y los
hace participar del amor divino.
Es el Espíritu Santo quien, a través del sacramento del matrimonio, da a los esposos
como regalo "el corazón nuevo y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como
Cristo nos ha amado" (FC 1 3).
El amor que viene del Espíritu Santo hace posible la verdadera unidad entre los esposos
y en las familias. Es el Espíritu quien prepara y conduce a los novios hacia el matrimonio
y acompaña a los esposos y a la familia durante toda su vida. Hace crecer el amor día a
día y nos transforma en una familia de verdaderos testigos dentro de la sociedad,
haciéndonos familia "evangelizadora y misionera" (CIC 2205). Lamentablemente, en
ocasiones, nuestra familia se encierra en prácticas religiosas estériles, frías y rutinarias,
ya que sólo queremos evitar el reproche divino. A esto, podemos llamarlo egoísmo (ver
Gal 5, 1-12). Quien ha recibido al Espíritu Santo no se preocupa por no pecar, sino por
amar.