El Decálogo para Una Negociación Eficaz
El Decálogo para Una Negociación Eficaz
El Decálogo para Una Negociación Eficaz
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La vida familiar es un ámbito que también nos reta a negociar a cada momento,
cuando por ejemplo, debemos definir con nuestras esposas los planes para el fin de
semana o "consensuar" con nuestros hijos el horario para irse a dormir.
Si bien es sabido que no hay una fórmula que aplicada correctamente asegure
el éxito en una negociación, existen principios que aplicados con inteligencia y
flexibilidad potencian la obtención de resultados beneficiosos para las partes.
Al encarar una negociación, las partes declaran deseos que por lo general están
contrapuestos. Sin embargo, puede ser que las verdaderas necesidades de ambas no
estén en realidad tan desalineadas. Esto tiene su origen en que los deseos expresados no
son más que una exteriorización incompleta de tres niveles de necesidades: el
relacionado con el tema que se está discutiendo, el referido a los intereses personales de
los individuos que negocian, y finalmente el que tiene que ver con las necesidades de las
partes que el negociador pueda estar representando. Es así que, por citar un ejemplo, en
la negociación entre un cliente y su potencial proveedor, puede haber un desacuerdo
inicial por el precio del insumo, y, sin embargo, ambas empresas quieren entablar una
relación a largo plazo y sus respectivos empleados obtener un bonus adicional como
premio.
Nota Técnica de la División de Investigación del IAE, Pilar, Buenos Aires, Argentina. – Preparada por
el profesor Alejandro Zamprile y por el asistente de investigación Nicolás Luzuriaga, bajo la
supervisión del profesor Roberto Luchi, con fecha noviembre de 2000.
Prohibida la reproducción, total o parcial, sin previa autorización escrita del IAE.
ISBN: 950.893.326.7 Copyright © 2000, IAE.
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Lo que nos puede ayudar a marcar en forma precisa las necesidades que
llevamos a una negociación, es el pensar en cómo vamos a medir el éxito de ésta. Por
otra parte, es imprescindible conocer también las necesidades de la otra parte, para saber
si están efectivamente contrapuestas con las nuestras y cuáles son los márgenes que
tenemos para negociar. Un buen consejo para explorar estas necesidades es escuchar
activamente y formular preguntas adecuadas.
Para reforzar este punto, podemos decir que existen diversas fuentes de poder.
La primera de ellas es el poder personal, que tiene que ver con las características
persuasivas y exploradoras del negociador, así como de su experiencia. Otro tipo de
poder es el de la empresa representada en el proceso, su nivel de desarrollo, su imagen y
su influencia. En tercer lugar, está el poder situacional. El resultado de una negociación
puede variar de acuerdo con el lugar en el que se lleve a cabo ésta, es decir, de acuerdo
a quien oficie de “local”. El tiempo es ocasionalmente otra fuente de poder, cuando no
hay ningún apuro para una de las partes, o cuando la otra está sumamente apremiada.
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Sin embargo, lo importante es saber ser flexible para moverse en toda la gama
de grises de este espectro, de acuerdo a lo requerido por la negociación en cada
momento para llegar a los objetivos planteados.
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Es poco probable que nuestras necesidades sean satisfechas por la otra parte en
su totalidad no más las establezcamos. Lo más usual es escuchar contraargumentos, que
nos obligarán a explorar con inteligencia el camino para llevar nuestras necesidades y
las de la otra parte a una zona de confort, sin tener que hacer concesiones sustanciales.
Es necesario explorar estas concesiones de acuerdo con el valor que tienen para
ambas partes. Es posible que un determinado factor sujeto a negociación no sea de gran
importancia para nosotros, y sin embargo sea esencial para la otra parte. Ceder en este
factor entonces, nos mostrará flexibles y generará confianza.
6. Administrar la información
Uno de los inconvenientes más difíciles que deben afrontar las partes es el
separar el problema de la persona.
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El tiempo disponible para negociar es una variable que, o bien debemos tomar
como fuente de poder, o en su defecto no dejar que nos perjudique.
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Entre los puntos a considerar, uno básico es el resultado que obtuvimos. ¿Fue
éste mejor que nuestra MAAN? En caso negativo, significa que perdimos la objetividad
en busca de cerrar algún acuerdo.
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Bibliografía
Lax, David A.; Sebenius, James K., El Directivo como Negociador. Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid, 1991.
Fisher, Roger; Ury Y., William; Patton, Bruce, Sí... ¡de acuerdo! Cómo Negociar sin
Ceder, Grupo Editorial Norma, 1994.
Raiffa, Howard, The Art & Science of Negotiation. How to resolve conflict and get
the best out of bargaining, Cambridge, Massachusetts, 1982.
Ury, William, ¡Supere el No! Cómo negociar con personas que adoptan posiciones
obstinadas, Grupo Editorial Norma, 1993.