2015 - Material para Entregar - PEQUEÑAS VIRTUDES-2
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Segunda Charla:
2.1.2.3 Por ultimo, podemos decir que estas virtudes corresponden a nuestra piedad de
Alianza. Es a traves de ellas precisamente, que yo puedo mostrar mi amor y vivir en la
practica mi Alianza. He sellado una Alianza de amor con la Mater y, a traves de Ella, con
Dios y con los hermanos. Y por medio de estas pequenas virtudes se hace real y efectiva
en la vida concreta, mi Alianza (cf. DD 3, 29-32).
Este respeto nos exige tambien que aceptemos y encaucemos las tensiones creadoras en
el interior del curso y con respecto a otros cursos. Dice el Padre Fundador sobre la ley de
las tensiones creadoras: “En mi actividad organizativa, la que siempre se orientó por la
pedagogía divina, le he dado a esta ley una importancia que no la tuvo ninguna otra”
(1952). Creo que esto es suficiente sobre el respeto. Solo nos queda la pregunta: ¿Somos
respetuosos con cada hermano aunque nos conozcamos demasiado bien? ¿Le dejamos
libertad en el pensar y actuar? Porque Schoenstatt quiere y debe ser un reino de libertad.
2.2.3 Indulgencia
Se trata de la indulgencia con las faltas de los hermanos y que se traduce en perdonarlas,
expiarlas, comprenderlas, ignorarlas. Es una virtud de mucha importancia, pero tambien
bastante difícil para la vida en comunidad. Porque, como explica el Padre, “la comunidad
no es sólo gracia condensada, sino también pecado original condensado. El realismo
cristiano nos indica, entonces, que nuestros cursos y nuestra Federación no son solamente
una “comunidad de santos”, sino también “una comunidad de pecadores”.
Y cuando me entero de la falla de un hermano, la tentacion es muy grande de criticarlo
en seguida o en forma indebida, es decir, a sus espaldas. Es en estos momentos en que
tenemos que cuidar nuestra lengua, nos advierte el Padre. Y agrega: “Si quieren examinar
si han tomado en serio la Alianza entre ustedes, en este punto pueden verificarlo”. Y
entonces nos indica los criterios que debemos tomar en cuenta cuando se trata de
criticar a un hermano ausente:
1. A sus espaldas yo digo sólo aquello que diría también en su presencia.
2. A sus espaldas yo digo solo aquello que quisiera que se diga de mí mismo, en un
caso semejante.
Ahora, ¿como debo actuar, como debo comportarme cuando descubro faltas y
deficiencias en los hermanos? El Padre Fundador propone primero dos actitudes y,
despues, un metodo practico.
Y entonces el Padre hace una comparación y dice: no debemos ser como el escarabajo. El
escarabajo puede pasar por los manjares más ricos y delicados, pero no le interesan.
Busca sólo los desperdicios, lo descompuesto. Nosotros debemos ser como la abeja. Ella
revolotea por todas partes, pero sólo se detiene en el néctar. Y la pregunta es, entonces,
si tenemos mentalidad de escarabajo o de abeja.
2.2.4 Mansedumbre
Es una virtud que tiene cierta semejanza con la anterior, la indulgencia. El Padre la
interpreta como “paciencia con los defectos ajenos, paciencia que está inspirada en un
amor intenso”. Y como tal, la mansedumbre es considerada como nombre colectivo que
comprende en cierto modo a todas las pequenas virtudes. La mansedumbre es todo lo
contrario de la ira. Ya el apostol Santiago nos exhorta: “sed lentos para la ira” (1.19). No
prohibe la ira, sino que le pone límites. Tambien Cristo insiste mucho en la
mansedumbre del corazon: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt
11,29). Pero a la vez da tambien no pocas muestras de santa ira, pero siempre como
expresion del mismo amor. Pensemos p.ej. en aquella oportunidad en que saco del
templo a los cambistas y vendedores (Mt 21,12s.), o las palabras ofensivas que les echo
en cara a los fariseos. De este modo supo encontrar el justo medio entre la
mansedumbre y la ira justificada.
El Padre Kentenich nos invita a vivir la mansedumbre para con los hermanos. Pero
algunas veces, sobre todo cuando se trata del bien comun, p.ej. del bien del curso o del
Movimiento, debemos actuar tambien con estricta justicia. Diferente es el caso de las
ofensas puramente personales: allí la respuesta ideal es el silencio, como fruto de la
mansedumbre y de la grandeza de corazon.
Pequeñas Virtudes 2015
Otro antagonismo es aquel entre la mansedumbre y el amor a la verdad. Habra que salir
en contra del error en determinadas circunstancias. Pero ese amor por la verdad no debe
hacernos faltar al amor fraterno. Lo explica acertadamente San Francisco de Sales, un
gran amigo de esas pequenas virtudes: “Un silencio discreto es siempre mejor que una
verdad sin amor”. Recordemos tambien la famosa palabra de San Agustín: “¡Muerte al
error, pero amor a los que yerran!”
2.2.5 Compasión
Cuando el Padre explicaba la compasion, solía contar un acontecimiento en la vida
del famoso escritor ruso Dostojewski: “Condenado a muerte, está ya en el patíbulo.
Ha llegado el último momento. Abajo, entorno al patíbulo, ve una masa movediza de
pueblo y sobre él, el cielo azul. En ese momento, se desprende de él todo lo terreno.
Vive en la eternidad. Pero antes de morir, le llega el indulto. Su alma padece un
sufrimiento sin nombre; tiene una visión nueva y única del hombre: Todos ellos
están seducidos, son todos ovejas sin pastor. Lo que se mueve y arde en sus
corazones, no es culpa de ellos. Otros son los culpables. Y entonces la visión interior:
Todos los hombres sufren, todos necesitan compasión, necesitan amor. Por eso la
convicción íntima: Hermano, no podrás hacer nada por lo cual yo cese de amarte. Y
Dostojewski cambió su vida a partir de esta visión” (Que surja, 124s., SVD 234s.).
Esta compasion es sentir como propia la realidad del otro para llegar a un “estar en el
otro, con el otro y para el otro”. Es sufrir con las penas, las preocupaciones y los
sufrimientos del hermano para compartirlos. Pero es tambien gozar con las alegrías, la
felicidad y los exitos de el, para acrecentarlos. Exige un interesarme constante por los
demas, por sus seres queridos, por sus cosas, tambien las cosas pequenas, su salud, sus
anhelos, etc. Y, por otra parte, exige que yo haga participar a los hermanos en mis
inquietudes y preocupaciones.
2.2.7 Magnanimidad
Es la bondad del corazon que en todo momento hace lo mas posible para ser util y
complaciente para con los hermanos. El Padre hablo mucho de esa magnanimidad, de
ese amor servicial y generoso. Y tambien nos dio el ejemplo, p.ej. cuando dice en el Acta
de prefundacion: “Me pongo enteramente a su disposición, con todo lo que soy y tengo; con
mi saber y mi ignorancia, con mi poder y mi impotencia, pero, por sobre todo, les pertenece
mi corazón” (N 4). Tambien la Santificacion de la vida diaria nos explica que “el verdadero
amor se siente infeliz cuando no puede ser útil, remediar, consolar, prodigar” (243).
Pequeñas Virtudes 2015
La Afabilidad
La afabilidad es la virtud que nos impulsa “a poner en nuestras palabras y acciones
exteriores cuanto pueda contribuir a hacer amable y placentero el trato con nuestros
semejantes” (1)
Es una virtud social por excelencia y una de las más exquisitas muestra de un espíritu
cristiano, que ayuda mucho a la agradable y sana convivencia en todos los ámbitos,
haciendo agradable, suave, ameno, fácil y dulce el trato y la conversación.
El hombre es un ser sociable por naturaleza. Todos y cada uno estamos obligados a
tratar de ser afables con quienes nos rodean, salvo en el caso de que sea útil corregir y
amonestar a alguno de ellos. En ese caso Santo Tomás nos dice que no
debemos mostrarnos afables con quienes pecan continuamente tratando de serles
agradables y mostrarnos condescendientes con sus vicios, porque los confundiremos y
les daremos ánimo para continuar pecando.
Pero en general es necesario y conveniente que exista entre los hombres, tanto en sus
palabras como en sus obras, un comportamiento como es debido. Este buen trato, afable,
exige autodominio, tacto, (para callarnos lo que puede herir gratuitamente sin hacer el
bien a nadie), y tratar de pronunciar las palabras que resulten más convenientes y
adecuadas para cada circunstancia. Muchas veces un simple saludo, una sonrisa, una
palabra de aliento o un gesto amable puede alegrar el corazón de una persona y
levantarle el ánimo.
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La afabilidad ordena las relaciones de los hombres con sus semejantes, tanto en los
hechos como en las palabras, contribuyendo a hacer la vida más agradable a quienes
vemos todos los días. Una persona afable sonreirá y generará un trato fácil, cálido,
cordial, indulgente con las faltas del prójimo, paciente, afectuoso y amable,
especialmente en las conversaciones, tratando de agradar, ya que a veces las respuestas
cortantes, ásperas y los silencios prolongados producen un ambiente cortante y distante,
que no ayuda a proseguir el diálogo para ninguna de las dos partes.
La conversación afable no es hablar frivolidades para quedar bien, (que es espíritu
mundano y no es virtuoso), sino hablar de lo verdadero con buenas maneras, con
naturalidad, con calidez, con sencillez, que no es lo mismo. Se debe tratar de hacer
comprender la verdad y corregir siempre con dulzura y afabilidad para predisponer al
otro a ser corregido y a aceptarlo.
El elogio oportuno
El elogio oportuno, el ponderar adecuadamente a una persona por un trabajo o una
virtud que haya demostrado es muestra de afabilidad y estimula al bien, siempre y
cuando la alabanza pretenda contentar y ser motivo de aliento para continuar en las
buenas obras. Es bueno y justo esforzarse en destacar lo que otros han hecho bien,
(como dejar el cuarto ordenado, ayudar a un ciego a cruzar la calle, cederle el asiento a
una embarazada, ponerle buena cara a la prima que no se soporta o dejar pasar primero
a una señora mayor), porque además de estimular al otro lo predispone a aceptar una
crítica constructiva.
El espíritu afable y de dulzura es el espíritu de Dios.
Dulzura
La dulzura es una de las llamadas “pequeñas” virtudes que contribuyen a que nuestro
trato y convivencia sea amable, afable y delicado hacia los demás, virtud que también
debemos aplicárnosla a nosotros mismos. Esta pequeña virtud en la convivencia diaria
se agiganta porque el trato se suaviza armoniosamente. Hay en nosotros un poder de
irritación y de reacción que nos permite luchar contra los obstáculos reaccionando
contra los males presentes. Esta pasión en sí misma no es mala, pero rápidamente se
desordena si nos enojamos por cosas de poca importancia o que no valen la pena. Nace
entonces en nuestra alma un pequeño deseo de venganza.
Cuando alguien nos ha contrariado o herido, sufrimos, y porque sufrimos guardamos en
el fondo de nuestro corazón un deseo, (aunque secreto), de devolverle lo mismo en la
primera oportunidad, olvidando aquello de que una gota de miel puede hacer lo que no
hace una tinaja de vinagre. Si bien es razonable que cuando cometemos una falta nos
aflijamos o nos entristezcamos, sin embargo, hemos de procurar no ser víctimas de un
mal humor desagradable y triste, despechado y colérico. Hay que sentir indignación por
el mal y estar resuelto a no transigir con él, pero hay que tratar de
convivir dulcemente con nosotros mismos y afablemente con el prójimo.
Los defectos que se oponen a la dulzura son la impaciencia y el mal humor, la excesiva
severidad, la adulación o lisonja y el espíritu de contradicción.
Pequeñas Virtudes 2015