Punitivismo
Punitivismo
Punitivismo
RESUMEN
Las reflexiones que se presentan tienen por objeto destacar la inadmisibilidad teórica y racional del llamado
punitivismo en materia jurídico-penal, para lo cual se hace referencia a las bases que dan fundamento a una
necesaria visión garantista del Derecho penal, en el que se respeten determinados principios fundamentales
así como los derechos y las garantías de los ciudadanos, evitándose con ello el uso arbitrario y preferente de
la violencia como medio de solución de los conflictos sociales, y abogándose en tal virtud por un uso limitado
de la herramienta punitiva, al tratarse de la que de manera más contundente puede afectar la espera
personal de los particulares, al posibilitar, como es sabido, incluso la limitación de la libertad (mediante la
cárcel), y hasta de la vida (en los sistemas en que es admitida la pena de muerte).
Existe una serie de principios intangibles que han adquirido dicho carácter no por
capricho o simple casualidad, sino en virtud de la evolución de la humanidad, debiendo
subrayarse que tales principios tienen un sustento racional ciertamente irrebatible, lo que
precisamente les confiere su validez reforzada y universal. Tan es así lo antedicho que esos
principios fundamentales incluso se han consagrado expresamente en diversos instrumentos
normativos, tanto en lo interno como en lo internacional.
Las breves reflexiones que siguen tienen por objeto destacar la importancia de
algunos de esos principios en orden a rechazar de manera categórica el denominado
punitivismo en las sociedades de hoy, en virtud del cual se entiende que el Derecho penal
ha de ser configurado como un instrumento de mano dura contra el flagelo de la
criminalidad , exigiéndose el recurso al mismo frente a toda situación indeseable o
incómoda así como el recrudecimiento de las penas ya existentes en la legislación punitiva.
Así, pues, la finalidad de estas líneas no es otra que poner de relieve la imposibilidad de
sustentar y fundamentar una lógica punitivista en el estadio de evolución actual de la
humanidad.
Debe indicarse, desde este mismo momento, que el garantismo (perspectiva que, por
contra, entiende que la violencia penal sólo puede ser empleada restrictivamente y con el
respeto de derechos y garantías fundamentales) no depende ni se encuentra sujeto en modo
alguno, por una parte, a que se llegue a dar cumplimento o no a sus postulados (de hecho, la
realidad actual muestra un balance a favor del punitivismo) y por la otra, tampoco a la
subjetividad de las personas, individualmente consideradas o en su conjunto.
De este modo, está claro que en la práctica, tanto legislativa como judicial se
constatan altas dosis de punitivismo (puede pensarse, por ejemplo, en la reforma del
*
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra filípica significa
invectiva, censura acre , y etimológicamente hace alusión al nombre que recibían los discursos pronunciados
por Demóstenes contra el Rey Filipo II de Macedonia, en los que dirigía una fuerte crítica al mencionado rey.
Código Penal venezolano realizada en el año 2005, en que, entre otras cosas, se aumentaron
considerablemente las penas correspondientes a diversos delitos), pero esto no es más que
la descripción de lo que está ocurriendo en la realidad; ello no quiere decir, no obstante, que
deba aceptarse, conformistamente, dicha realidad; por el contrario; urge valorar la misma y
fijar posición decididamente ante ella.
Es en este propio orden de ideas que debe quedar bien claro que el garantismo no
pretende eliminar o suprimir la ineludible represión penal; los delitos y las penas habrán de
seguir existiendo y no es viable (ni realista) solicitar su extinción (como lo hacen sin
embargo, los defensores del abolicionismo). En consecuencia, pues, debe quedar
evidenciado que el garantismo no es favorecimiento del delincuente así como tampoco es
abolicionismo.
En esa dirección, obviamente, se saben los altos costos que son inherentes a la pena,
y ello en todos los sentidos que quieran conferirse al término costos , tanto porque incide
sin lugar a dudas en el presupuesto del Estado como porque afectan del modo más
contundente a la esfera personal de los ciudadanos; debiendo decirse, no está de más, que la
principal pena que se conoce es la privativa de la libertad, la cárcel, ello sin mencionar la,
afortunadamente inexistente en Venezuela, pena de muerte.
Así, cabe agregar a todo lo anterior que la libertad es un valor fundamental que
resulta imposible negar en la actualidad, pues de hacerlo se impediría la propia existencia
del ser humano reunido en sociedad, por lo que podría decirse que sin libertad no hay
sociedad y se claudicaría en la aspiración de concretar un orden social en que se posibilite
la coexistencia así como la responsabilidad (siendo que ésta y la libertad son caras de una
misma moneda).
Esto enlaza con otro importante principio al que se reconoce pleno valor en las
sociedades de hoy, como lo es el de la proporcionalidad, al que se conoce igualmente como
prohibición de exceso. Ciertamente, de acuerdo con el mencionado principio debe existir
una relación de correspondencia o equilibrio entre las acciones realizadas por los individuos
y las medidas a ser ejercidas frente a las mismas; así, llevando el principio al terreno de lo
punitivo, habrá que indicar que la pena a imponer debe guardar una necesaria correlación
de equilibrio con el delito cometido por el sujeto activo; así, a mayor gravedad del delito,
mayor gravedad de la pena y viceversa, a menor gravedad del delito, también menor
gravedad de la pena. En lo que atañe a este principio fundamental impera observar que una
visión punitivista del Derecho penal no tiene tampoco cabida de acuerdo con el mismo toda
vez que la represión indiscriminada de cualquier conducta puede conllevar en la mayoría de
los casos a recurrir a la pena cuando ello resultaba innecesario, de manera que se está
asignando una pena a un comportamiento que podía ser afrontado con otros medios menos
lesivos (propios del Derecho civil, mercantil o administrativo, por ejemplo).
Finalmente, debe hacerse referencia en este apretado análisis a otro de los principios
fundamentales que decididamente ponen de manifiesto la imposibilidad de sustentar una
ideología punitivista como la que ha venido criticándose en estas reflexiones. A este
respecto se hace preciso hacer mención del principio de respeto a la dignidad humana,
igualmente innegable en la actualidad y con un valor sin duda universal, reflejándose ello
en su consagración expresa en tratados internacionales así como en diversas constituciones
del mundo.