Este resumen proporciona la información fundamental del documento en 3 oraciones:
La empresa Industria Sulfúrica S.A. demandó la anulación de una resolución de la Dirección General Impositiva que determinó obligaciones tributarias por IVA e IRAE. La empresa alegó que realiza un proceso de elaboración de fertilizantes que le permite recuperar el IVA de los insumos, mientras que la Administración considera que solo realiza un acondicionamiento cosmético. El documento detalla los argumentos de ambas partes sobre si el proceso cu
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
37 vistas43 páginas
Este resumen proporciona la información fundamental del documento en 3 oraciones:
La empresa Industria Sulfúrica S.A. demandó la anulación de una resolución de la Dirección General Impositiva que determinó obligaciones tributarias por IVA e IRAE. La empresa alegó que realiza un proceso de elaboración de fertilizantes que le permite recuperar el IVA de los insumos, mientras que la Administración considera que solo realiza un acondicionamiento cosmético. El documento detalla los argumentos de ambas partes sobre si el proceso cu
Este resumen proporciona la información fundamental del documento en 3 oraciones:
La empresa Industria Sulfúrica S.A. demandó la anulación de una resolución de la Dirección General Impositiva que determinó obligaciones tributarias por IVA e IRAE. La empresa alegó que realiza un proceso de elaboración de fertilizantes que le permite recuperar el IVA de los insumos, mientras que la Administración considera que solo realiza un acondicionamiento cosmético. El documento detalla los argumentos de ambas partes sobre si el proceso cu
Este resumen proporciona la información fundamental del documento en 3 oraciones:
La empresa Industria Sulfúrica S.A. demandó la anulación de una resolución de la Dirección General Impositiva que determinó obligaciones tributarias por IVA e IRAE. La empresa alegó que realiza un proceso de elaboración de fertilizantes que le permite recuperar el IVA de los insumos, mientras que la Administración considera que solo realiza un acondicionamiento cosmético. El documento detalla los argumentos de ambas partes sobre si el proceso cu
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 43
DECRETERO DE SENTENCIAS
//tevideo, 23 de mayo de 2017.
No. 369 VISTOS: Para sentencia definitiva, estos autos caratulados: “INDUSTRIA SULFÚRICA S.A. con ESTADO. MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS. Acción de Nulidad” (Ficha No. 594/14). RESULTANDO: I) Que, con fecha 22/8/2014, compareció la promotora (fs. 19/37 vta.) a demandar la anulación de la resolución No. 8/018/2013 de fecha 19/9/2013, dictada por la Directora de la División Grandes Contribuyentes, en ejercicio de atribuciones delegadas, mediante la cual se determinaron en cabeza de la actora obligaciones tributarias por IVA en el período 1/2008 al 12/2008 y 2/2009 al 9/2012 así como obligaciones por concepto de IRAE anticipo por el período 12/2008. Por igual, se tipificó la infracción de mora, por las obligaciones no extinguidas en plazo, aplicándose la multa y recargos consiguientes (fs. 556/557 Pieza II A.A.). Precisó que, desde el año 1996, todos los vendedores uruguayos de fertilizantes recuperaron pacíficamente el “IVA compras” de los insumos necesarios para la elaboración de los fertilizantes, amparados en la normativa vigente y con el acuerdo de la Dirección General Impositiva, que siempre aceptó en sus inspecciones esa recuperación del impuesto. Pese a ello, en agosto de 2011, y sin que hubiera mediado un cambio normativo, el equipo inspectivo actuante cuestionó la recuperación del “IVA compras” de los fertilizantes elaborados en Uruguay, con fundamento en la exigencia de un proceso industrial que había sido derogada en el año 1992 a través del Decreto No. 411/992. Añadió que, en setiembre de 2012, el Poder Ejecutivo dictó el Decreto No. 310/2012 que confirmó la pertinencia de la devolución del IVA de los bienes y servicios adquiridos para elaborar fertilizantes, ratificando el posicionamiento de los contribuyentes y de la Administración Tributaria (sostenido durante casi 20 años). Sin embargo, la Administración Fiscal sostuvo que el acto regla apuntado “creó una exoneración” y que, en consecuencia, solamente desplegaba efectos hacia el futuro. Indicó que la Dirección General Impositiva condiciona el beneficio de la recuperación del IVA compras, a que exista una industria nacional de fertilizantes; entendida la industria como el ingreso por una punta de la línea de producción de determinada materia prima y la salida, por otra punta, de un nuevo y diferente producto. Según la Administración, materia prima y producto final deben tener diferente número de nomenclatura para que haya devolución de IVA. En el caso de los fertilizantes, el proceso de elaboración realizado por ISUSA no lleva a que la materia prima utilizada y el producto terminado cambien su número de nomenclatura ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca. El cuestionamiento, puntualmente, refiere al IVA directo e indirecto aplicado al acondicionamiento de los siguientes fertilizantes: urea, fosfato de amonio, monoamónico, superfosfato triple, cloruro de potasio y fosforita de aplicación directa. Alegó que el Fisco contradice el tenor literal de la norma, ya que la misma refiere a elaboración, no a fabricación ni la industrialización de fertilizantes. Esa sola circunstancia debería bastar para no exigir un proceso que supusiera cambios sustanciales de naturaleza en la materia prima o cambios en la nomenclatura de los productos. Precisó que, elaborar significa tanto transformar una cosa, como obtener un producto, en ambos casos mediante un trabajo adecuado. En la especie, el proceso de elaboración de fertilizantes desarrollado por ISUSA y por el resto de los productores uruguayos lleva a que se obtengan productos que de otra forma no servirían para fertilizar. Antes de llevarse adelante dicho proceso, las materias primas no son aplicables al terreno. Luego del proceso de elaboración de ISUSA, el producto obtenido puede ser aplicado al terreno por mérito de tal complejo trabajo técnico que resulta adecuado e indispensable para obtener el producto que se conoce como fertilizante. Puntualizó que, entre los años 1996 a 2012, la Dirección General Impositiva, devolvió pacíficamente el IVA de sus insumos a los productores de fertilizantes uruguayos mediante el procedimiento previsto para los exportadores. Esta conducta del órgano público, inveterada, generó la confianza legítima en el fuero del administrado de que la posición sustentada por la contribuyente era la correcta. La Administración asumió frente a la contribuyente durante años, mediante manifestaciones expresas e implícitas que generaban la convicción legítima de que se había actuado adecuadamente –al acceder a la devolución de IVA solicitada por ISUSA- y luego cambió de posición sin que existiera cambio fáctico o normativo alguno. Manifestó que el Fisco contradice una política fiscal estable que libera totalmente del IVA a los insumos agropecuarios. Los fertilizantes son el principal insumo agropecuario, razón por la cual la normativa no se limita a exonerar de IVA a la venta de fertilizantes, sino que permite además la recuperación del IVA incluido en las compras de los bienes y servicios necesarios para elaborar esos fertilizantes, evitando que ese “IVA compras” de los insumos se incorpore al precio final del fertilizante y, con ello, finalmente al precio de los productos agropecuarios. Además, la normativa trata de evitar que resulte más conveniente importar fertilizantes que elaborarlos en Uruguay. Precisamente, porque el fertilizante importado no trae incorporados impuestos en su precio. Si no se permite que el fertilizante elaborado en Uruguay se libere del IVA de sus insumos, resultaría más conveniente comprar el fertilizante elaborado y embolsado importado que elaborarlo y embolsarlo localmente. Expresó que, en Uruguay no resulta posible “fabricar” fertilizantes, entendiendo fabricar o industrializar como someter a la materia prima a un proceso que la transforme en un producto diferente. Y ello, habida cuenta que nuestro país no posee yacimientos naturales indispensables para poder industrializar los fertilizantes, como pretende exigirlo la Administración Tributaria desde el año 2012. Por tanto, si se exige como condición para recuperar el IVA, la existencia de un proceso industrial, entonces, el beneficio se transformaría en letra muerta. Destacó que, en el Uruguay se puede mezclar fertilizantes, se puede someter a los mismos a procesos físicos o químicos como el de granulación. El único proceso industrial relacionado con fertilizantes que puede darse en Uruguay es la obtención de superfosfato simple mediante la aplicación de ácido sulfúrico a la roca fosfórica molida. Pero, está claro que la norma que consagra la devolución del IVA a la elaboración de fertilizantes no puede haber nacido para quedar restringida exclusivamente a ese proceso industrial específico. Explicó que, ISUSA importa fertilizante a granel que luego somete a un proceso de zarandeo, pesado y separación magnética. En algunos casos el fertilizante es sometido a un recubrimiento de control de polvo mediante fuel oil. Dicho proceso de acondicionamiento es absolutamente indispensable para poder ser aplicados a los suelos mediante modernas tecnologías que desde hace años ya se han incorporado al agro uruguayo. Sostuvo que, la materia prima adquirida por ISUSA no puede ser utilizada para fertilizar. Por el contrario, la que vende sí puede ser utilizada para fertilizar luego de haberla elaborado. Es por ello, que tratar al proceso de acondicionamiento -que la empresa realiza- como un proceso cosmético, innecesario, prescindible y no merecedor del beneficio de devolución de IVA constituye un verdadero contrasentido. Particularmente, porque la utilización en la actualidad de maquinaria con precisión para fertilizar, aumenta las exigencias de calidad y condiciones físicas del producto a ser aplicado, tanto para lograr una dosificación óptima como para no dañar la maquinaria en cuestión. Afirmó que, comúnmente, la materia prima importada que llega al Uruguay a granel es común que incorporen cuerpos extraños como tornillos, tapas de plástico, envases, tuercas, clavos y trozos de cuerda. Dichos cuerpos extraños pueden frustrar un proceso de fertilización o incluso dañar la delicada maquinaria utilizada. Por otra parte, señaló que el Decreto No. 310/012 es interpretativo de la ley que establece el derecho a obtener la recuperación del IVA. La definición establecida en el Decreto referido es interpretativa y, en consecuencia, aplicable al pedido de devoluciones anteriores a su dictado. Por último, se agravió porque la Dirección General Impositiva, consideró que ISUSA en forma incorrecta realizó la deducción incrementada a los efectos de la liquidación del IRAE de gastos incurridos por ISUSA en materia de certificación de calidad. Para la Administración – indicó- pese a que la Ley prevé la deducción incrementada de tales gastos, igualmente la actora no estaba autorizada a tal deducción, ya que no corresponde la aplicación de tal beneficio hasta que dicha norma no fuera reglamentada por el Poder Ejecutivo. La Ley estableció todos los elementos necesarios para proceder a la aplicación del beneficio, siendo por tanto obligatoria desde el momento de su promulgación y sin necesidad de reglamentación alguna. En definitiva, solicitó la anulación del acto administrativo encausado. II) Conferido traslado de la demanda, la Administración lo evacuó a fs. 43/52 vta., bregó por el rechazo del accionamiento en base a los siguientes fundamentos. Expresó que, la irregularidad constatada refiere al tratamiento tributario conferido al IVA compras asociados a fertilizantes de reventa, que son aquellos que la empresa vende tal como los adquiere realizando simplemente un mero acondicionamiento (tamizado y embolsado), recuperando ilegítimamente en su totalidad el impuesto correspondiente a gastos de embolsado, depósito y flete de los mismos. Destacó que, ISUSA S.A. se dedica a la elaboración y comercialización de fertilizantes y productos químicos. Concretamente, la empresa importa fertilizantes que, en algunos casos, son utilizados como materia prima para elaborar otros fertilizantes, o bien acondiciona y revende sin someterlos a ningún proceso de transformación física ni química. Indicó que, de acuerdo a lo manifestado por el Sr. Gerardo MARTÍNEZ ante los inspectores en su calidad de Contador General y Director de la empresa, respecto de la operativa: “…puede haber venta a granel de productos importados en el mismo estado en que fueron adquiridos…Pero puede pasar que se venda en el mismo estado (a granel), sin agregarle valor.”. Alegó que, a la luz de la operativa descrita y constataciones efectuadas por los funcionarios actuantes, la contribuyente realiza dos actividades netamente diferenciables, una comprendida en el beneficio fiscal y otra no. Precisó que, el punto a dilucidar consiste en determinar qué se entiende por elaboración de fertilizantes a los efectos de determinar la procedencia o improcedencia de la recuperación total del IVA compras de acuerdo al régimen de los exportadores. Apeló a la definición de “elaborar” dada por el Diccionario de la Real Academia Española, que supone: “Transformar una cosa u obtener un producto por medio de un trabajo adecuado. Idear o inventar algo complejo.” A su vez, elaborar es el tercer significado de la palabra “fabricar”, con lo cual, debe concluirse que los conceptos de elaboración y fabricación cabe reputarlos como sinónimos, por lo que resulta de rechazo el argumento de la actora de que la Administración exige un proceso de fabricación no previsto en el beneficio legal. Particularmente, porque la interpretación formulada por el órgano público no introduce un requisito no previsto en el enunciado normativo. Asimismo, afirmó que el art. 39 del Decreto No. 220/998 refiere a elaboración en su sentido natural y obvio, por lo que no cabe desatender su tenor literal so pretexto de consultar su espíritu. La actora acude en su razonamiento a la definición dada por el Diccionario de la Real Academia Española, pero fuerza el significado para llegar a una conclusión diversa. Añadió que, no ha sido objeto de cuestionamiento, el hecho de que ISUSA comercializa fertilizantes en el mismo estado en que los adquiere realizando simplemente un proceso de acondicionamiento, consistente en el tamizado y embolsado de los mismos. No realiza producción, modificación ni transformación que pudiera encuadrar dentro del concepto de elaboración, reclamada para acceder al beneficio de recuperación del IVA. Manifestó que, no puede válidamente pretenderse que pasar el producto por una zaranda o tamiz a fin de eliminar posibles objetos extraños y evitar con ello el reclamo de clientes, implique un trabajo técnico. Si así lo fuera, en la medida que no supone elaboración, tampoco cumple con las exigencias normativas para la recuperación del IVA. Incluso, en algunos casos, ni siquiera se realiza el zarandeo o tamizado. Alegó que, el tratamiento de “IVA compras” realizado por la propia empresa, aplicando para un mismo fertilizante distintos criterios según se trate de gastos de producción o comercialización, es una inconsistencia que demuestra que ISUSA considera que no hay elaboración propia en los fertilizantes de reventa. Sostuvo que, el equipo inspectivo en su informe refirió que la empresa distingue entre fertilizantes elaborados y de reventa a la hora de asociar el IVA de los gastos de comercialización. Por lo tanto recupera la porción del IVA de gastos de comercialización correspondientes a fertilizantes elaborados y no recupera la proporción correspondiente a fertilizantes de reventa, siendo un costo para la empresa. En cambio, dentro de los gastos de producción se detectó que hay servicios, tales como embolsado, depósito y flete de importación y/o movimientos internos de mercaderías (servicios tercerizados) cuyo “IVA compras” es recuperado en su totalidad como asimilado al exterior, cuando en realidad, una parte de dichos servicios es realizada para los fertilizantes elaborados y otra parte para los fertilizantes de reventa. En cuanto al carácter interpretativo del Decreto No. 310/002, la actora pretende su aplicación retroactiva a solicitudes de devolución de IVA anteriores a su dictado. Sin embargo, surge de los resultandos y considerandos del acto regla precitado, que se consideraba conveniente el dictado de una norma reglamentaria que “ampliara” el concepto fiscal de elaboración. En base a ello, afirmó que no cabe duda el carácter innovativo del Decreto. El concepto fiscal de elaboración, con anterioridad, era otro. Justamente, si se amplió el concepto a procesos de tratamiento, mezclado y envasado, es precisamente porque antes de la vigencia de la norma, tales procedimientos no se encontraban comprendidos en el concepto de elaboración requerido para la recuperación del IVA. Por otra parte, en relación con la deducción incrementada prevista en el art. 23 lit. E) del Título IV del T.O. 1996 en la redacción vigente, requiere imprescindiblemente que la reglamentación complete aspectos del régimen que no están establecidos en la Ley. En particular, se deberían precisar elementos tales como las normas de calidad internacional que corresponde considerar, cuáles son los organismos de acreditación a los que se debería acudir. La reglamentación aún no ha sido dictada, razón por la cual el régimen no se encuentra operativo. En otro orden de cosas, la accionada descartó la aplicación a su respecto de la teoría de los actos propios, habida cuenta que no existió contradicción alguna con su obrar precedente. La contribuyente ISUSA nunca había sido auditada y tampoco ésta había formulado consulta vinculante al amparo del art. 71 del Código Tributario en cuanto al criterio aplicable para la recuperación del IVA. En el ejercicio de las facultades legalmente conferidas, la Administración procedió a realizar una auditoría parcial a la contribuyente, oportunidad en la que constató la improcedencia de la aplicación de los beneficios establecidos en la normativa vigente. La propia actora reconoció que comercializa fertilizantes no elaborados por ella y, no obstante ello, recupera íntegramente el “IVA compras”, excediendo el texto legal. En suma, solicitó la confirmación del acto administrativo resistido. III) Abierto el juicio a prueba (fs. 54), se diligenció la que obra certificada a fs. 73 y alegaron las partes por su orden (la actora a fs. 77/88 y la demandada a fs. 93/102). IV) Oído el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo (Dictamen No. 781/15 glosado a fs. 105/106), aconsejó la anulación del acto administrativo encausado. V) Se citó a las partes para sentencia (fs. 108), la que, previo pasaje a estudio de los Sres. Ministros, se acordó dictar en legal y oportuna forma. CONSIDERANDO: I) Que, en la especie, se han cumplido los requisitos establecidos en la Constitución de la República y normas concordantes, para el útil inicio de la presente acción (ex arts. 317 y 319 de la Constitución de la República, arts. 4 y 9 de la Ley 15.869). II) En autos se promueve la anulación de la resolución No. 8/018/2013 de fecha 19/9/2013 dictada por la Directora de la División Grandes Contribuyentes, en ejercicio de atribuciones delegadas, mediante la cual se determinaron en cabeza de la actora obligaciones tributarias por IVA en el período 1/2008 al 12/2008 y 2/2009 al 9/2012; así como obligaciones por concepto de IRAE anticipo por el período 12/2008. Por igual, se tipificó la infracción de mora, por las obligaciones no extinguidas en plazo, aplicándose la multa y recargos consiguientes (fs. 556/557 Pieza II A.A.). III) Que, el Tribunal, por mayoría, y compartiendo contextualmente el dictamen del Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso, anulará el acto administrativo encausado por los fundamentos que se intentarán explicitar a continuación. Actuaciones administrativas relevantes para el correcto entendimiento de la controversia. IV) En lo inicial, debe de verse que de las actuaciones administrativas aportadas al proceso, surge que con fecha 4/1/2011, funcionarios de la División Grandes Contribuyentes de la DGI iniciaron un procedimiento de fiscalización a la contribuyente INDUSTRIA SULFÚRICA S.A. (fs. 1 Pieza I A.A.). Interrogado el Contador General y Director de la empresa, Cr. Gerardo MARTÍNEZ acerca de la actividad desarrollada en cada sucursal de ISUSA, expresó que: “Al día de hoy, Agraciada produce ácido sulfúrico, superfosfato, granulación de fertilizantes y fertilizantes líquidos. No vende mercadería en el mismo estado en que fue adquirida. Puede haber alguna producción de ácido que se vende en plaza gravado. En Nueva Palmira hay dos sectores: fertilizantes y servicios de silos. Respecto a los fertilizantes, produce mezclas y se embolsa mezclas y productos importados (mercadería de reventa). También se puede vender mercadería en el mismo estado en que fue adquirida. En Ruta 1 hay producción de ácido sulfúrico, sulfato de aluminio tanto sólido como líquido, superfosfato de calcio, granulación de fertilizantes, fertilizantes líquidos, mezclas de fertilizantes y embolsado de fertilizantes. También hay un producto de reventa gravado que es anhídrido sulfuroso. Además puede haber venta a granel de productos importados en el mismo estado en que fueron adquiridos.” (fs. 27 Pieza I A.A.). Posteriormente, en acta de fecha 13/7/2011, el Cr. Gerardo MARTÍNEZ y la Cra. Patricia SALABERRY, consultados acerca de cuál era el procedimiento del proceso de embolsado de fertilizantes, indicaron que: “los productos que vienen en el barco pueden venir con objetos extraños, por lo que se les pasa por una zaranda para quitar impurezas. Además pueden venir desgranulados, por lo que puede ser que se los pase por un proceso de recubrimiento donde se utiliza fuel oil. El proceso se zaranda es para sacarle impurezas y dejarlo en un tamaño de grano entre 1 y 4 milímetros que es lo que nosotros comercializamos.” Asimismo, consultados en relación con cuál era la diferencia entre el producto que se vende a granel en el mismo estado en que fue adquirido, precisaron que: “el producto que se vende a granel no pasa por la planta embolsadora, pero si es vendido desde nuestros depósitos pasa por el proceso de tamizado. El que se entrega directo desde el puerto es vendido en las condiciones de que el estado en que se encuentre, el mismo queda bajo responsabilidad del cliente.” (fs. 30 Pieza I A.A.). Y añadieron respecto al porcentaje de las ventas de mercadería de reventa que son a granel: “la mercadería entregada en el puerto es excepcional, mientras que el resto de mercadería de reventa vendida a granel se hace desde los depósitos de la empresa pasando por un proceso de tamizado.” (fs. 30 Pieza I A.A.). Seguidamente, en acta de fecha 29/7/2011, los representantes y asesores técnicos de ISUSA preguntados acerca de qué productos se vendían en el mismo estado en que fueron adquiridos (mercadería de reventa) afirmaron: “Desde que comenzó la siembra directa, todos los fertilizantes, deben ser acondicionados para ser vendidos, aunque se los venda como tal. Su número de registro en el MGAP no cambia. Si hay un cambio de número de registro entre compra y venta implica que hay mezcla (cambio física) o granulación (cambio químico), si no hubo cambio de registro implica que hay solamente un acondicionamiento. En todas las sucursales hay procesos de zarandeo, pesado, y separación magnética. Los únicos productos que se han vendido en el mismo estado son los que vienen embolsados, ya se adquieren así. Los mismos pueden ser Nitrato de Potasio que vienen en partidas chicas y en algún momento se trajo Urea desde Polonia.” (fs. 32 Pieza I A.A.). Luego, consultados acerca de si la empresa le hacía algún tipo de tratamiento a la mercadería de reventa que llega a la empresa, contestaron que: “Siempre se los pasa por la zaranda. Todos los productos pasan por la zaranda para evitar que haya reclamos por parte de los clientes. Tanto los que se cargan a granel como los que se embolsan se los tamiza y se les hace una separación magnética. Eventualmente se les hacer un recubrimiento para control de polvo cuando el producto lo requiere. Un mismo producto puede pasar al principio que no tenga polvo pero se forma después, por lo que previamente no se sabe si un producto va a requerir recubrimiento o no, pero sí ex post.” (fs. 32/33 Pieza I A.A.). Interrogados sobre el detalle de los procesos que se realizan a los fertilizantes que se venden como tales, indicaron que: “una vez que se llega a los depósitos de la empresa, si se entrega a granel siempre pasará por un tamizado y una separación magnética. Si se vende embolsado, además de estos 2 procesos, se embolsa. Puede tener agregado de fuel oil si eventualmente contiene polvo.” (fs. 33 Pieza I A.A.). Posteriormente, se labró y notificó el acta final de inspección y adendas a la misma (ver fs. 337/341, 418/420, 527/529 Pieza II A.A.). Seguidamente, con fecha 10/2/2012, los inspectores actuantes emitieron su informe en el que destacaron que: “El principal producto que comercializa [ISUSA], por nivel de facturación, es el fertilizante, tanto sólido como líquido, en sus distintos tipos según las necesidades del cliente. A tales efectos, la empresa importa fertilizantes que tanto: a) pueden ser utilizados como materia prima para elaborar otros fertilizantes como, b) pueden ser solamente acondicionados, embolsados y vendidos en el mismo estado. El fertilizante sólido puede ser elaborado por la empresa o vendido en el mismo estado físico o químico en que se lo adquirió, en cambio, el fertilizante líquido es en su totalidad elaborado por ISUSA. …esta auditoría profundizó el análisis de la deducción del IVA Compras asociado a estas ventas [ventas de fertilizantes] haciendo hincapié en aquellos que son elaborados en contraposición con aquellos que son vendidos en el mismo estado en que se compraron. (…) Se determinó una diferencia en la asignación del IVA Compras correspondiente a los gastos de embolsado, depósito y flete de fertilizantes de reventa ya que la empresa lo recupera en su totalidad de acuerdo al procedimiento establecido a los exportadores por considerar que los procesos realizados a los fertilizantes de reventa constituyen elaboración. En cambio, la posición de la DGI es que los fertilizantes que son solamente acondicionados, embolsados y vendidos en el mismo estado (mercadería de reventa) no son elaborados por la empresa y por tanto el IVA Compras no es pasible de ser recuperado de acuerdo a lo establecido por la normativa vigente. (…) La posición de la DGI es que el acondicionamiento realizado a los fertilizantes de reventa es un proceso indispensable o necesario para la conservación del fertilizante y para quedar apto para la venta, por lo que no implica una transformación del bien, sino que el producto mantiene su estado original. De hecho, ante el MGAP el fertilizante de reventa conserva el mismo número de registro entre la compra y la venta porque no hay un cambio físico ni químico del producto.” (fs. 342/369, especialmente fs. 346, 354 y 356 Pieza II A.A.). Dentro de las irregularidades detectadas, a juicio de los inspectores, la empresa no realizó correctamente la liquidación de IRAE, ya que hizo uso del beneficio de la deducción incremental establecido en el literal E del artículo 23 del Título 4 del TO 1996, pero el mismo no correspondía porque era necesaria la reglamentación para poder hacer la deducción (ver fs. 362 Pieza II A.A.). Con posterioridad, se giró el expediente administrativo al Departamento Jurídico Tributario de la División Grandes Contribuyentes, el que se expidió a través del informe suscrito por la Dra. Betiana QUINTANA. La citada profesional, en relación al IVA compras asociado a fertilizantes que la empresa vende en el mismo estado físico y químico que los adquiere (fertilizantes de reventa) precisó que: “Los fertilizantes denominados de reventa, son aquellos que una vez que llegan a los depósitos de la empresa, son sometidos a un proceso de acondicionamiento, previo a su posterior venta. Estos pueden ser vendidos a granel o luego ser embolsados en los depósitos de ISUSA… En cuanto al tratamiento tributario conferido en relación con el IVA Compras asociado a los citados fertilizantes de reventa, la empresa lo descuenta en su totalidad, como asimilado a exportador. En este sentido, recupera en su totalidad el IVA correspondiente a los gastos de embolsado, depósito y fletes de los citados fertilizantes. Además, entiende que el proceso de acondicionamiento que les imparte a los granos, conforma un proceso de elaboración de los mismos, y por tanto pasible de la recuperación del impuesto conforme el procedimiento dispuesto para los exportadores. (…) Empero, es condición necesaria -a efectos de descontar todo el IVA compras que la contribuyente elabore dichos productos, pero si no los elabora, el citado impuesto conformará un costo para la empresa, en virtud que no se verificarán los extremos legales requeridos a tales efectos. (…) Surge de las actas realizadas que lo que la empresa le aplica a los fertilizantes de reventa encuadra en un proceso tendiente a la conservación, preservación del producto, con la finalidad de que los mismos queden más aptos para la venta, según lo solicitan los clientes y a los efectos de evitar sus reclamos. El Diccionario de la Real Academia Española define elaboración como: “Acción y efecto de elaborar” y elaborar como: “Transformar una cosa u obtener un producto por medio de un trabajo adecuado.” Y define acondicionamiento como: “Acción y efecto de acondicionar” y acondicionar, en su segunda acepción, como: “Disponer o preparar algo de manera adecuada a determinado fin, o al contrario. Acondicionar bien, o mal, las calzadas”. Parece más atinado sostener entonces que el proceso impartido a los fertilizantes de reventa responde a conseguir el mismo producto o sustancia, ajustado, proporcionado, preparado o refinado, pero sin que se afecte sustancialmente su composición químicas o física. O sea, lo que la empresa realiza es el acondicionamiento del producto y no su elaboración.” (fs. 426 vta. /429 Pieza II A.A.). En cuanto a la deducción incrementada de los gastos de calidad efectuada por ISUSA, señaló la Dra. Betiana QUINTANA en su informe que: “…es criterio de esta Administración, sostenido por Consulta N° 5542 de 30.11.11, entender que a efectos de implementar la citada deducción incrementada se requiere la definición de los aspectos fundamentales a efectos de hacer operativo el citado beneficio tributario. En este sentido es necesario establecer cuáles serían las normas de calidad referenciadas, las entidades reconocidas, etc.” (Ver fs. 430 Pieza II A.A.). Análisis sustancial: ilegitimidad del criterio técnico empleado por la DGI. Puntos objeto de la controversia y normativa aplicable. V.I.) En la emergencia, los puntos objeto de la controversia planteada por las partes giran en torno a: i) la recuperación del IVA Compras asociado de los insumos asociados para la “elaboración” de fertilizantes y ii) la posibilidad o no de realizar por parte del contribuyente deducciones incrementadas de gastos a efectos de la liquidación del IRAE. En cuanto a lo primero, debe tenerse presente que en el Uruguay, la enajenación de bienes a emplearse en la producción agropecuaria y materias primas para su elaboración se encuentra exonerada de IVA (literal G del art. 19 del Título 10 del T.O. 1996 vigente). La Ley cometió al Poder Ejecutivo la determinación de los bienes comprendidos en la exoneración. Fue así que, el art. 39 del Decreto No. 220/998 dispuso: “Insumos agropecuarios.- Quedan incluidos en la exoneración del literal G), numeral 1), artículo 19 del Título 10 del Texto Ordenado 1996, los siguientes bienes: 1. Fertilizantes registrados de acuerdo al artículo 18 de Ley Nº 13.663 de 14 de junio de 1968. Debe tenerse especialmente en cuenta que la Ley al disponer la exoneración del IVA a la enajenación de determinados bienes, determina que el enajenante no genere, por tal efecto, IVA Ventas, lo que impide por vía consecuencial que el IVA Compras asociado pueda deducirlo. Como señala BORBA la existencia de una exoneración interrumpe la cadena de arrastre del impuesto, prevista por la técnica de liquidación del mismo, originando -por ejemplo- la imposibilidad de deducir el impuesto de los insumos afectados a la producción de los bienes o servicios exentos, el que se transforma en un costo (BORBA, Carlos Alberto: “El impuesto al valor agregado. Curso básico”, FCU, 1ª Edición, 2001, pág. 119). Por este motivo, es que el citado art. 19 del Título 10 del T.O. 1996 facultó al Poder Ejecutivo a disponer de un régimen de devolución del IVA incluido en las adquisiciones de plaza e importaciones. De esta forma, explica BLANCO puede concebirse que la ley consagre la posibilidad de que el sujeto que realiza operaciones desgravadas recupere de alguna forma el “IVA compras” se deduzca del “IVA ventas” devengado por ese mismo sujeto, bien reconociéndole por tal concepto un crédito que pueda utilizar para el pago de sus obligaciones por concepto de IVA u otros tributos, o bien mediante una combinación de ambos mecanismos (Cfe. BLANCO, Andrés: “El Impuesto al Valor Agregado”, Tomo II, FCU, 1ª Edición, Montevideo, 2004, pág. 230). Por Decreto No. 364/996, el Poder Ejecutivo autorizó la devolución del IVA Compras de: “Las adquisiciones de bienes y servicios destinados a la elaboración de los bienes mencionados en el literal A) de este artículo [los fertilizantes] deberán incluir el IVA. El citado tributo será devuelto por la DGI de acuerdo al procedimiento establecido en el artículo 83.” Con posterioridad, por Decreto No. 310/012 se agregó un inciso final al art. 39 del Decreto No. 220/998 disponiéndose que: “En relación a los bienes mencionados en el numeral 1, se considera que existe elaboración cuando los fertilizantes son fabricados o se someten a procesos de mezclado, tratamiento físico o químico, envasado o cualquier otra operación u operaciones, en tanto estas últimas permitan obtener fertilizantes destinados a la venta.” La actora entendió que el IVA Compras asociado a fertilizantes que la empresa vende es íntegramente recuperable. Para ello, consideró que el término “elaboración” al que alude el art. 39 del Decreto No. 220/998 no solamente comprende la fabricación de fertilizantes sino la implementación de procesos de acondicionamiento (zarandeo, tamizado, separación magnética y tratamiento eventualmente contra el polvo con fuel oil). Ambas partes, en sus respectivos actos de proposición, interpretan literalmente la formulación normativa, con fundamento en las definiciones consignadas en el Diccionario de la Real Academia Española. Así, la reclamante sostuvo que el término elaboración no comprende únicamente la transformación de una cosa sino también la obtención de un producto por medio de un trabajo adecuado. Mientras que, la Administración, considera que la promotora compartimenta la definición presentando dos variantes, cuando aquélla exige siempre la transformación de un bien. Como se adelantara, el segundo punto objeto de diferendo entre las partes refiere a la reliquidación de IRAE efectuada por el Fisco al objetarse las deducciones incrementadas realizadas por la actora respecto de gastos por certificaciones de calidad. La controversia finca, en esta fase de cuestionamiento, sobre si es necesaria o no la reglamentación que prevé el art. 23 del Título IV del T.O. 1996 vigente, para acceder al beneficio. V.II) Pues bien, en cuanto al primer punto objeto de cuestionamiento, a juicio del Cuerpo, le asiste parcialmente la razón a la accionante. En primer término, cabe consignar que ambas partes apelan a las definiciones de la Real Academia Española en relación al término “elaboración”, dándole preeminencia y, en su caso, una suerte de efecto decisivo en cuanto a la interpretación de la formulación normativa. Como destaca el Prof. Andrés BLANCO en la fundada consulta agregada por la actora en estos autos: “Es una creencia difundida que ciertos catálogos de acepciones tienen un valor superior a otros en la determinación del significado de una palabra o grupo de palabras; por ejemplo, esa es una opinión muy arraigada respecto de la Real Academia Española y su Diccionario, a quienes se suele otorgar un lugar preeminente a la hora de “definir” un término (es decir, establecer uno o más términos equivalentes). No obstante, las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española no tienen más valor que el prestigio tradicional de esa organización en cuestiones atinentes a la lengua española, y no son normas en el sentido propio del término (esto es, no hay sanción alguna por el incumplimiento de las definiciones de la mencionada Academia).” (fs. 5 Carpeta Rosada en 69 fs.). Esta ha sido, por otra parte, la postura de este Tribunal en cuanto: “… ha advertido recientemente de las limitaciones que tiene esta forma de interpretar el Derecho. Entre nosotros, Guzmán RODRÍGUEZ CARRAU, en un excelente trabajo, ha expresado lo siguiente en torno al valor de las definiciones de la RAE para la dilucidación de los problemas jurídicos, que por su claridad, vale reproducir textualmente: “El diccionario de la RAE puede ser muchas veces valioso, de eso no hay duda. La cuestión es si el significado de una palabra debe ser necesariamente el prescripto por la RAE. El inconveniente con esta forma de aproximación a un concepto es que el significado indicado en un diccionario no es más que una definición lexicográfica que nunca debería ser determinante jurídicamente, salvo que se acepte que lo siguiente es verdadero: que la RAE es la autoridad legítima para estipular cuál es el significado de las palabras y que esa autoridad es vinculante para los Jueces y que logra por tanto desplazar la autoridad del legislador de prescribir el uso de una definición. Ahora bien, aceptar que la RAE tiene autoridad a ese respecto, más allá del hecho de que la RAE pretenda o no tener esa autoridad sobre los hablantes de la lengua castellana, pone a quien lo afirma en una dura instancia.” (RODRÍGUEZ CARRAU, Guzmán: “No tirarás la moneda: términos jurídicos, vaguedad y el deber de los jueces de juzgar pase lo que pase”, RUPTURA, N° 3, Agosto, 2012, pág. 123 el destacado pertenece a la redacción; la remisión obligada en jurisprudencia es la Sentencia Nº 657/2013 redactada por el Sr. Ministro Dr. Ricardo HARRIGUE). El empleo acrítico e indiscriminado del diccionario de la RAE, o peor aún, su empleo como única herramienta hermenéutica, puede llevar -como ocurre en la emergencia- a interpretaciones que, enfrentadas a casos concretos, carezcan de razonabilidad. Si bien la definición lexicográfica de los vocablos incluidos en las disposiciones normativas, es un elemento a considerar, resulta una mira demasiado estrecha para interpretar y aplicar el Derecho siempre y en todos los casos.” (Sentencia No. 485/2014; véase, por otra parte, el fundado trabajo de DELGADO, Serrana: “Algunas cuestiones sobre interpretación en materia tributaria: acerca de libertad interpretativa, principio de legalidad, interpretación extensiva e integración analógica” en Revista de Impuestos & Fiscalidad, CADE, Tomo I, Montevideo, agosto 2012, con cita a TECLA MAZZARESE sobre la preferencia que los juristas tienen por el significado literal y el apoyo de los diccionarios en sus argumentos). Sin perjuicio de ello, aun dando por buena la convocatoria de las definiciones de la RAE, igualmente, se estima que el término elaboración comprende la acción y efecto tanto de transformar una cosa (un bien) como la obtención de un producto, mediante trabajo aplicado. De acuerdo a lo que surge de los antecedentes administrativos agregados y citados en el CONSIDERANDO IV), la actora adquiere la materia prima (fertilizantes) en estado bruto a granel y a la misma le aplica una serie de procedimientos: zaranda, tamizado, separación magnética y tratamiento contra el polvo con fuel oil, granulación, en su caso, para la obtención final de un producto comercializable (ver registro fotográfico a fs. 43/48 de la Carpeta Rosada en 69 fs.). ISUSA no realiza un mero “acondicionamiento” del fertilizante para su reventa -al menos en su mayor magnitud-, sino que la labor realizada, es indispensable para que el producto pueda ser aplicado por los clientes. Incluso, reconoce la propia reclamante, que los fertilizantes adquiridos y que luego son depositados en las instalaciones de ISUSA y que son vendidos a “granel” también son sometidos al procedimiento de zarandeo, tamizado, tratamiento contra el polvo, granulación, de modo que el producto quede libre de cuerpos extraños y en condiciones de tamaño para ser aplicado por las máquinas fertilizadoras que se utilizan. En este supuesto, también el trabajo aplicado por ISUSA es relevante e imprescindible para que el producto pueda ser aprovechado y utilizable por parte de los clientes adquirentes de fertilizantes. En tal sentido, resultan sumamente ilustrativas las explicaciones brindadas por la Ing. Agr. Adriana García LAMOTHE en el informe agregado por la actora en tanto postula que: “La materia prima importada a granel debe recibir un procesamiento físico en el caso que la misma fuese a ser utilizada como fertilizante. La experiencia indica que no puede ser aplicada sin ese proceso previo, no sólo porque pueda presentar impurezas sino porque también puede carecer de otras condiciones físicas requeridas para asegurar una buena aplicación en cuanto a dosificación y distribución uniforme en el campo. Es probable que en este sentido que la granulometría tenga una relevancia tal que por sí sólo lo justifique pues tiene un efecto importante sobre la calidad de flujo. La calidad de flujo del material a través de mecanismos de distribución es esencial para que la dosificación del fertilizante sea la correcta.” (fs. 35 de Carpeta Rosada en 69 fs.). Sin perjuicio de lo expuesto, vale anotar que no todos los fertilizantes objeto de reventa por parte de ISUSA cabe reputarlos como “elaborados” por la empresa. Véase que los representantes de la actora en vía administrativa, con total claridad, reconocieron que existen fertilizantes para reventa que son entregados desde el puerto en el mismo estado “bruto” en el que se los adquirió, por lo que no se les somete al procedimiento de tamizado, zarandeo, granulación, tratamiento contra el polvo, sino que el cliente los adquiere en las condiciones en las que ISUSA los recibió. Así, los representantes de la empresa expresaron que: “la mercadería entregada en el puerto es excepcional, mientras que el resto de mercadería de reventa vendida a granel se hace desde los depósitos de la empresa pasando por un proceso de tamizado.” (fs. 30 Pieza I A.A., destacado no está en el original). Por igual, señalaron que: “el producto que se vende a granel no pasa por la planta embolsadora, pero si es vendido desde nuestros depósitos pasa por el proceso de tamizado. El que se entrega directo desde el puerto es vendido en las condiciones de que el estado en que se encuentre, el mismo queda bajo responsabilidad del cliente.” (fs. 30 Pieza I A.A., el destacado no está en el original). Debe de verse que, el argumento ensayado por el Fisco relativo a que los fertilizantes de reventa no son elaborados porque no cambia la nomenclatura (número de registro) ante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, no es en absoluto definitorio. El art. 18 de la Ley 13.663 simplemente dispone que: “El Ministerio de Ganadería y Agricultura llevará Registros especiales, en la forma que establezca la reglamentación donde se inscribirán: a) Quienes importen, exporten, procesen, almacenen, distribuyan o vendan fertilizantes o sus materias primas; b) Los fertilizantes. C A D E 5082. Queda prohibida la comercialización sin el previo cumplimiento de dichos requisitos.”. C A D E 5082. El nombre, valga la licencia, no hace a la elaboración del producto. Y ello, porque como se vio, la Administración parte como premisa que la elaboración exclusivamente consiste en la transformación de la materia prima y obtención de un nuevo producto, de ahí que insista en que no cambió el número de registro ante el MGAP y que se trata del mismo producto. Sin embargo, se estima que la normativa tributaria no exige un proceso de industrialización para acceder al recupero del IVA compras asociado a la elaboración. Ello, es plenamente consistente con la política pública fiscal del Estado que ha sido la de dar un tratamiento preferente respecto de la adquisición de bienes y servicios utilizados para la elaboración de insumos agropecuarios. Precisamente, con la evidente finalidad de evitar que el peso del IVA compras sea trasladado al precio final del producto. Por consecuencia, no puede compartirse por razonabilidad, la interpretación formulada por la Administración Tributaria, ya que de seguirse su postura sería más conveniente, como anota la actora, importar fertilizante elaborado y embolsado sin peso del IVA, que hacerlo localmente (argumento “ad absurdum”). Esa disparidad de trato que la interpretación formulada por el Fisco, en definitiva, provocaría en la actividad de “elaboración” de fertilizantes no resulta razonable, porque lejos de estimular la elaboración de insumos agropecuarios sin carga impositiva trasladada a los productores, determinaría que el IVA Compras asociado a la elaboración de los insumos pasaría a integrar el costo del producto. Justamente, la exoneración de IVA a la elaboración de fertilizantes, con el consiguiente sistema de devolución del tributo respecto de las adquisiciones de bienes y servicios utilizados para esa actividad, sería una quimera de exigirse un proceso industrial que la normativa no previó. Desde esta óptica, en términos compartibles, señala el Prof. Andrés BLANCO en la consulta glosada en autos que: “No obstante, lo realmente importante recordar [es] que la discusión sobre el alcance de “elaborar” o “elaboración” no es genérica, sino en un contexto sumamente específico: las disposiciones del IVA uruguayo que establecen un tratamiento preferencial para los bienes destinados a la producción agropecuaria.” (fs. 6 de la Carpeta Rosada en 69 fs.). La incidencia del Decreto No. 310/012: ¿carácter interpretativo o innovativo? V.III) La reclamante -con apoyo en la consulta al Prof. Andrés BLANCO, ver fs. 7/8 de la Carpeta Rosada en 69 fojas-, sostuvo que el Decreto No. 310/012 vino a zanjar definitivamente el diferendo entre las partes. Particularmente, porque a través de dicha regulación se brinda una definición amplia del término elaboración, comprendiendo la fabricación o sometimiento a procesos de mezclado, tratamiento físico o químico, envasado o cualquier otra operación u operaciones, en tanto estas últimas permitan obtener fertilizantes destinados a la venta. D E 5082. En base a ello, afirmó que el acto reglamentario es interpretativo del término contenido en el art. 39 del Decreto No. 220/998 y, en consecuencia, sus efectos rigen hacia el pasado (efecto ex tunc). Pues bien, examinado el Decreto No. 310/012, a juicio del Tribunal, no cabe categorizar a aquél como interpretativo de otra precedente disposición reglamentaria. Primero, porque como solución general cabe reafirmar que los actos administrativos (incluidos los reglamentos) no son retroactivos, como corolario del principio general de irretroactividad de los actos administrativos. En términos plenamente trasladables, ha dicho el Tribunal que: “… no se puede soslayar que de acuerdo a los principios generales, esa norma, solo puede ser aplicado hacia el futuro en virtud del principio de la irretroactividad de las normas reglamentarias, pues no existe facultad legal expresa que autorice a darle efectos hacia el pasado, máxime cuando las modificaciones puedan afectar derechos adquiridos, o violentar el principio de seguridad o bien constituir un ataque al principio de libertad de los funcionarios, que se inscribe también en el de legalidad En efecto, en nuestro ordenamiento jurídico la regla de principio es que los actos reglamentarios no son retroactivos. Así, en doctrina SAYAGUÉS expresa que “las normas reglamentarias no tienen efecto retroactivo, salvo que la ley expresamente faculte a la administración para darle ese alcance, lo cual el legislador puede disponer ya que el principio de la irretroactividad tiene únicamente origen legal” (Cfme. SAYAGUÉS LASO, Enrique. Tratado de Derecho Administrativo. Tomo I. FCU. 7ª Edición. Montevideo. 1998. Pág. 112). Al respecto tiene particular destaque doctrinario, el trabajo realizado por el Profesor Constancio LEVRERO BOCAGE (“Los fundamentos del principio de no retroactividad de los actos administrativos”, AA. VV. “Cuadernos de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales N° 22 (1ª.Serie). Estudios de Derecho Administrativo”, Montevideo, 1968) en el que expone que el principio de la no retroactividad de los actos reglamentarios, -dado el alcance limitado del art. 7 del C. Civil-, puede considerarse incluido en las garantías a que hace referencia el artículo 72 de la Constitución o resulta un corolario ineludible de algunos de los principios consagrados a texto expreso en aquella, como ocurre con el art.10 que consagra el principio de legalidad en cuanto constituye una garantía de la libertad de los individuos. El autor reconoce que es concebible la hipótesis -excepcional- en que el cumplimiento de otro principio o la satisfacción de un derecho reconocido en la Constitución sólo pueda lograrse a través de cierta retroactividad del nuevo derecho, lo que es admitido por el art. 332 de la Constitución, pero limita esa actuación de la administración, al igual que la del legislador, al dominio que sobre la misma ejercen los principios de libertad y legalidad, estando sujeta esa actuación discrecional de la administración, a los controles de mérito y a las limitaciones que establezca la legislación vigente. Y concluye que “En la medida en que la regla de no retroactividad constituye la garantía mínima de la seguridad de los individuos -o sea, en cuanto constituye un corolario de los principios de libertad y legalidad- la misma debe considerarse en nuestro derecho como integrando el ordenamiento constitucional, imponiéndose, por lo tanto, a todas las manifestaciones de la actuación administrativa” (ver especialmente, págs. 263-264, 274-275, 279-283 y 286; en jurisprudencia, por todas véanse las Sentencias Nos. 964/2011 y 349/2008. Para la jurisprudencia más antigua del Tribunal cabe la remisión a los fallos que cita LEVRERO en la nota al pie No. 50 de su trabajo, en la pág. 277).” (Sentencia No. 419/2014, Cfe. Sentencia No. 712/2016). Cierto es, que existe consenso de la dogmática y la jurisprudencia a reconocer efecto retroactivo a la revocación por razones de legalidad, pero como medio o vehículo con que cuenta la Administración para volver sobre sus pasos. En la emergencia, a diferencia de ello, el Decreto No. 310/012 en sus partes expositiva (RESULTANDOS Y CONSIDERANDOS) y dispositiva (RESOLUTIVA) no prevé, en modo alguno, dotar a la norma creada por el acto el carácter retroactivo. Precisamente, en los RESULTANDOS se hace especial hincapié que: “… la asimilación del concepto de elaboración al de fabricación, determina una importante restricción a la franquicia, en perjuicio de los productores agropecuarios que terminan soportando el costo incremental consecuente.” Y, por otra parte, en el CONSIDERANDO se indica que se cree: “Conveniente el dictado de una norma reglamentaria que amplíe el concepto fiscal de elaboración exclusivamente en el caso de los fertilizantes, de modo de alcanzar el objetivo de reducir el costo financiero de los productores agropecuarios que utilizan tan importante insumo.”. De lo que viene de verse, se estima que la norma creada por el acto regla no cabe categorizarla como interpretativa del art. 39 del Decreto No. 220/998, ya que justamente lo que hizo -bien o mal- el Poder Ejecutivo fue ampliar el concepto fiscal de elaboración, al menos así lo concibió el Sistema Orgánico al dictar el Decreto No. 310/012. No existe, por tanto, texto concluyente en el acto reglamentario que permita razonablemente dotar del efecto retroactivo que se le procura adjudicar, máxime si se advierte que el art. 7 del Código Tributario establece que los Decretos y demás disposiciones administrativas se aplicarán desde la fecha de su publicación en el Diario Oficial (en este caso a partir del 19/9/2012) o en dos diarios de circulación nacional. Tampoco, se considera, se dan los supuestos para dotar a la norma creada por el acto del carácter interpretativo del art. 39 del Decreto No. 220/998. Directamente, el Poder Ejecutivo, en uso de sus potestades reglamentarias, lo que procuró fue innovar, esto es, modificar el art. 39 del Decreto No. 220/998; harina de otro costal es si, en realidad, estaba innovando o si el alcance del término elaboración, ya desde antes comprendía otras operaciones como el envasado, granulado, tamizado, etc. Como enseña GUASTINI a propósito de las leyes interpretativas, pero extensible a las normas reglamentarias -en la posición de la actora y del distinguido consultante- el legislador puede llevar a cabo tres operaciones sensiblemente distintas: (i) En primer lugar, puede suceder que exista un marco de múltiples interpretaciones jurisprudenciales preexistentes y divergentes y que el legislador escoja un significado en el ámbito de ese marco. (ii) En segundo lugar, puede suceder que exista un marco de múltiples interpretaciones jurisprudenciales preexistentes y que, sin embargo, el legislador escoja un significado que esté más allá de este marco. (iii) En tercer lugar, puede suceder que no haya en absoluto una multiplicidad de interpretaciones jurisprudenciales divergentes y que, haya, en cambio, derecho “viviente”, es decir, una interpretación (judicial) determinada ya consolidada y que el legislador imponga un significado distinto a ese ya aceptado (GUASTINI, Riccardo: “Interpretar y argumentar”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2014, pág. 98). En nuestro caso, no consta al Tribunal, que existan interpretaciones preexistentes y divergentes entre Administración y contribuyentes sobre este punto. Por un lado, la actora señaló en su demanda que cada vez que solicitó el certificado de crédito para la recuperación del IVA compras asociado a la “elaboración” de los fertilizantes, fue auditada por el Fisco y no mereció observaciones. Empero, la demandada controvirtió tales hechos, señalando que esta fue la primera vez que fue auditada. Quiere decir que, ante la controversia sobre tales hechos, la carga de la prueba residía en la actora, que incumplió. Por ello, no puede partirse como premisa que existían contrapuntos con interpretaciones previas sobre la devolución del IVA compras asociado a la elaboración de los fertilizantes. Menos aún, se da el supuesto de que existiesen divergentes interpretaciones sobre el punto y que el Decreto No. 310/012 optara por otra interpretación diversa a aquéllas; ni que el Fisco tuviera una posición consolidada en relación a la temática. Teoría de los actos propios y la inobservancia del principio de confianza legítima. VI) La actora, como se adelantara, relacionó como causal de nulidad la inobservancia de la teoría de los actos propios y la violación del principio de confianza legítima. A juicio del Tribunal, con los elementos de juicio a la vista, el agravio articulado no merece ser recepcionado. En primer lugar, porque los hechos tal y como han sido puestos de manifiesto por la reclamante, esto es, que la propia DGI autorizó con anterioridad la devolución del IVA sin cuestionamientos y que en auditorías anteriores con la misma información concedió la devolución del IVA sin cuestionamientos, han sido enfáticamente controvertidos por la demandada. En efecto, la Administración en su contestación de la demanda, precisó que la contribuyente nunca había sido auditada. Frente a la controversia de los hechos, entonces, correspondía que la actora hubiera cumplida con el onus probandi de su cargo. En tal sentido, gravaba a quien sostiene la aplicación de la teoría de los actos propios, la prueba de los extremos constitutivos que permite razonablemente la aplicación de tal teoría con fundamento en el principio de buena fe. En la especie, la actora en la etapa procesal oportuna, no ofreció -como le era exigible-, por ejemplo, prueba por intimación, con individualización precisa de las actuaciones administrativas en las que ella había solicitado con anterioridad la devolución de los tributos y, por igual, las auditorías que dijo le fueron practicadas sin cuestionamiento alguno sobre el recupero del IVA compras para la elaboración de fertilizantes. Razón por la cual, ni siquiera corresponde incursionar sobre la viabilidad sustancial del planteo de la promotora y ello, en excluyente medida, debido a la carencia de los elementos de juicio que permitan dar por buenas las proposiciones sobre los hechos que la actora estructuró en su demanda anulatoria. Mal puede examinarse la materialidad del agravio si se carece del soporte probatorio adecuado para saber, a ciencia cierta, si existió un criterio consolidado de la Administración bajo el mismo espectro normativo que, con posterioridad, se señala como apartado. La teoría de los actos propios con fundamento en el principio de buena fe, en particular, constituye una causal de nulidad que bien puede identificarse como “relacional”, que requiere la existencia de una plataforma fáctica monocorde bajo el mismo asiento normativo por parte del Fisco, para que el órgano jurisdiccional pueda analizar la viabilidad de su invocación. Para ello, ciertamente, era imprescindible para poder compulsar el criterio técnico controvertido, conocer las bases fácticas supuestamente que acreditaban otro criterio anterior, reiteradamente exteriorizado que le generara una expectativa razonable y plausible en torno al recupero del IVA Compras. Empero, la ausencia de tales bases fácticas es manifiesta en estos obrados. Sin perjuicio de anotarse que el Tribunal ha señalado que no cualquier obrar precedente de la Administración Fiscal es susceptible de despertar la confianza legítima que pueda -eventualmente- hacer aplicable la regla del acto propio. No es lo mismo el temperamento que la Administración exteriorice en una auditoría exhaustiva de una empresa que el que pueda manifestar en contralores más laxos. En tal sentido, en términos trasladables se sostuvo en la Sentencia No. 790/2012: “…no resulta compartible, en cambio, el argumento esgrimido por la actora que se funda en el criterio sostenido por la Administración Tributaria durante una inspección en la inmobiliaria en cuestión durante 2005.- Como surge del acta de fs. 385/386 A.A., durante enero de 2005, no se practicó una inspección en la inmobiliaria multicitada, sino una solicitud de garantías de establecimiento de temporada, que no implica una auditoría ni una fiscalización o verificación, y sí en cambio una declaración del contribuyente, en la que es éste quien declara los tributos que considera que adeuda, en ejercicio de su deber de iniciativa consagrado en el art. 61 del C.T.- De igual forma, véase el informe que obra a fs. 771 A.A., en el que la División Fiscalización de la DGI, a solicitud del Departamento Jurídico de aquélla, precisó los detalles y alcances de la actuación cumplida en enero de 2005, señalándose que el acta que luce a fs. 385/386 A.A. es una declaración presentada por el contribuyente, y no la documentación de una inspección o auditoría en la inmobiliaria.- Como expresa Jonás BERGSTEIN en su trabajo sobre la regla del acto propio en materia tributaria, el silencio ante la presentación de declaraciones juradas por el contribuyente no puede leerse como una tácita aceptación de aquellas. Señala el autor, con total razón, que resulta un exceso pretender inferir una manifestación de voluntad de la Administración cuando es sabido que se cuentan por miles las declaraciones que casi a diario se presentan en las oficinas recaudadoras (Cfe. Bergstein, Jonás; “Algunas reflexiones a propósito de la vigencia de la regla del acto propio en materia tributaria”, Revista Tributaria, T. XXXV, No. 205, pág. 491). En el caso, como surge de fs. 385/386 A.A. y de la explicación dada por la División Fiscalización a fs. 771 A.A., lo que existió en 2005 fue la presentación de una declaración ante los funcionarios que se constituyeron a solicitar una garantía por temporada, pero no una actuación inspectiva o fiscalizadora en la inmobiliaria del co- actor, por lo que no cabe derivar del silencio de DGI en esa ocasión los efectos que la parte actora pretende atribuirle.”. En base a ello, habrá de desestimarse la causal de nulidad invocada, teniendo presente que si bien el distinguido consultante de la parte actora, argumenta que la Administración violentó el principio de buena fe, acto seguido, aclara: “En el caso consultado, la Administración desarrolló -de acuerdo a lo informado por ustedes- una conducta coherente de admitir la devolución del IVA compras a ISUSA a lo largo de los años, por las ventas de fertilizantes envasados por la empresa” (ver fs. 12 de la Carpeta Rosada en 69 fojas, el destacado no está en el original). El contexto en que el especialista evacuó la consulta -con los elementos probatorios sobre los hechos proporcionados por la parte interesada- no resulta indiferente (ver en tal sentido lo señalado en Sentencia No. 628/2014). Con lo cual, en buena medida la argumentación jurídica ensayada por el consultante se derivó de la información sobre “lo acontecido” en cuanto al criterio técnico plasmado por el órgano público. Aplicabilidad del beneficio de la deducción incrementada a efectos del IRAE VII) La actora en su acto de proposición objetó el criterio seguido por la DGI de reliquidar el IRAE por el período abarcado, en base al criterio general de deducción de gastos previsto en el art. 19 del Título IV Texto Ordenado 1996, desconociéndose la deducción incrementada practicada por la empresa (ver fs. 430 Pieza II A.A.). Pues bien, a juicio de la Sede, en mayoría, no le asiste razón a la pretensora en su planteo. Para ello debe partirse de lo dispuesto en el acápite del art. 23 del Título IV del Texto Ordenado 1996 en la redacción vigente en cuanto establece que: “Los gastos que se mencionan a continuación, serán computables por una vez y media su monto real, de acuerdo a las condiciones que fije la reglamentación”. La demandante señala que, al encontrarse en la Ley todos los elementos necesarios para que pueda procederse a la deducción, no resulta posible obturar el acceso al beneficio en ausencia de la reglamentación respectiva. Tal ha sido, por otra parte, la posición asumida por la dogmática tributaria y, en caso análogo, sustentada por el Tribunal en la Sentencia No. 145/2005 (caso relativo a gastos y remuneraciones para mejorar las condiciones y medio ambiente de trabajo a través de la prevención y su tratamiento en el IRIC). En tal sentido, PÉREZ PÉREZ postula que si bien la norma agrega “de acuerdo a las condiciones que establezca el Poder Ejecutivo”, el hecho de que la Administración no haya reglamentado esta disposición, ésta no debería quedar supeditada a la reglamentación (Cfe. PÉREZ PÉREZ, Juan Antonio: “Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas (IRAE)”, Volumen II, LA LEY URUGUAY, Montevideo, 2016, pág. 136). En idéntica orientación conceptual, expresan PEREIRA y RIBA que respecto de los gastos incrementados es importante mencionar que algunos de ellos aún no han sido reglamentados y esto puede representar un problema al momento de pretender su deducción. Esta consideración se realiza en atención a que la DGI mantiene la posición que tenía durante la vigencia del anterior IRIC, y en consecuencia ha entendido en algunas consultas que para poder aplicar el beneficio de la deducción incrementada, es necesario que los gastos incluidos en el artículo 23 del Título 4 se encuentren reglamentados. La doctrina, por su parte ha sostenido que cuando las condiciones para que se aplique el beneficio estén establecidas en la ley -el tipo de gasto y el monto de la deducción- no es necesaria su reglamentación y por tanto debe aplicarse la deducción incrementada aun en los casos en que la misma no haya sido dictada. Entienden los autores, que pueden darse dos situaciones: gastos que requieren de la reglamentación para poder deducirse en forma incrementada, como por ejemplo los gastos de capacitación en áreas prioritarias; y gastos que no requieren de la reglamentación, en virtud de que surgen de la propia ley todos los elementos necesarios para proceder a su deducción incrementada, como surge por ejemplo con los gastos por certificación de calidad. En consecuencia, el criterio correcto sería que siempre que se cuente con una disposición legal clara, que contenga todos los elementos relativos a los aspectos sustantivos de la determinación de la cuantía, cabría efectuar la deducción incrementada (PEREIRA, Domingo y RIBA, Ana Carla: “La deducibilidad de los gastos en el IRAE” en AA.VV.: “Estudios sobre imposición a la renta”, coordinador: Andrés BLANCO, Grupo de Investigación de Finanzas Públicas, Instituto de Finanzas Públicas-Facultad de Derecho-Universidad de la República, FCU, 2ª Edición, Montevideo, 2015, págs. 386 y 387). Pese a las precitadas opiniones fundadas, a juicio de la Sede, en mayoría, en el caso, se está ante uno de los supuestos que la Teoría General del Derecho, denomina como “lagunas técnicas”, esto es, aquellos casos en los que una norma no puede desplegar eficacia por ausencia de otra norma de inferior rango que la concreta. Como indica GUASTINI se dice que un ordenamiento presenta una laguna técnica cuando falta en él una norma cuya existencia es condición necesaria para la eficacia (y/o para la efectividad) de otra norma. Sucede por tanto que una norma no puede producir efectos jurídicos (y/o no puede ser obedecida o aplicada) en ausencia de otras normas que, digámoslo así, la concreten (GUASTINI, Ricardo: “Interpretar y argumentar”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2014, pág. 145; Cfe. PRIETO SANCHÍS, Luis: “Apuntes de teoría del Derecho”, Trotta, Madrid, 2ª Edición, 2007, pág. 129 y KELSEN, Hans: “Teoría Pura del Derecho”, FCU, Montevideo, s/f, págs. 257/258). En la emergencia, no se estaría impidiendo el acceso a un beneficio disciplinado por el legislador, por omisión del Poder Ejecutivo en dictar la reglamentación. Por el contrario, el “programa” previsto en el art. 23 del Título IV del T.O. 1996, supedita la eficacia y materialización del beneficio de la deducción incrementada a que el Poder Ejecutivo fije las condiciones en que se hará operativo. Es cierto que la Ley fijó la determinación de la cuantía del gasto -aspecto sustantivo- pero ciertamente “encorsetó” la eficacia material del beneficio al dictado de la reglamentación del Poder Ejecutivo. Y, por otra parte, esa supeditación de la eficacia de la norma legal al dictado de otra ulterior de inferior rango que la “realice”, no constituyó explícita ni implícitamente un “mandato” o “deber” normativo en cabeza del Poder Ejecutivo. Antes bien, la norma al dejar librado al Poder Administrador la valoración concreta de las condiciones en que operaría la deducción incrementada, no fue consagrada. En modo alguno puede calificarse como autoejecutable con prescindencia del dictado de otras normas de igual o inferior rango que la concreten. Por el contrario, la norma consagra para el órgano público una facultad de reglamentar que podrá o no llevar a cabo, pero que, en la actualidad, al no existir, impide que el contribuyente sorteé por sí mismo la inercia u omisión de la Administración, procediendo a realizar la deducción incrementada. En criterio de la Sede, debe recalcarse que la crítica formulada en cuanto a que la norma legal no puede quedar librada al dictado de un acto regla por parte del Poder Ejecutivo, parte de una premisa que no resulta compartible como la de considerar que la norma legal es plenamente realizable con absoluta prescindencia de la reglamentación que, en puridad, ha de ser su necesario acople. Sin perjuicio de anotarse, que la propia redacción de la norma, descarta que la solución implementada sea autoejecutable toda vez que subordina su eficacia jurídica y material a la determinación de las condiciones que considere del caso el Poder Ejecutivo. Con tales entendimientos, en criterio de los integrantes de este Tribunal, el criterio técnico asumido por la DGI en la Consulta No. 5542 de fecha 30/11/2011 (fs. 190 Pieza I A.A.), resulta enteramente compartible al señalarse que: “La normativa del IRAE introduce dos modificaciones en relación al mencionado beneficio. Por un lado se elimina la participación del MIEM; y adicionalmente se faculta al Poder Ejecutivo para fijar las condiciones que vuelvan operativo el beneficio. De manera que resulta imprescindible que la reglamentación complete aspectos del régimen no establecidos en la ley. En particular, se debería precisar elementos tales como las normas de calidad internacional que corresponde considerar, o a qué organismo de acreditación se debería acudir.” (El destacado no está en el original). No se desconoce, vale señalarlo, el esfuerzo argumentativo de la promotora, en punto a defender la viabilidad operacional de la deducción incrementada, pero lo cierto es que no basta con que la Ley haya determinado la cuantía de la deducción ni cuáles gastos han de computarse a tales efectos, porque de igual forma la norma previó que tales deducciones podrían concretarse de acuerdo al criterio condicional que defina el Poder Ejecutivo. Con lo cual, podrá o no compartirse la técnica legislativa adoptada, pero la interpretación de la formulación normativa que patrocina la demandante (y apoyada por la doctrina tributarista) licua, en definitiva, el alcance de la norma. Precisamente, porque la voluntad del Poder Legislativo fue la de dotar al Poder Administrador, de la herramienta jurídica necesaria para delimitar la eficacia práctica del beneficio. A juicio del Tribunal, la única vía procedimental idónea de la contribuyente ISUSA era la de formular una petición administrativa dirigida al Poder Ejecutivo para que procediera a dictar la reglamentación y hacer operativo el beneficio apuntado. Y, en caso de obtener un pronunciamiento denegatorio expreso o ficto, resistirlo en la vía jurisdiccional anulatoria, lo que no aconteció, y por el contrario, la reclamante, en su lugar, objetó la reliquidación efectuada por la DGI en la que se prescindió de las deducciones incrementadas de gastos realizadas por el sujeto pasivo. En definitiva, por los fundamentos expuestos, los arts. 309 y 310 de la Constitución de la República y, compartiendo el temperamento anulatorio del Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo, por otros fundamentos, el Tribunal, en mayoría, FALLA: Ampárase la demanda entablada y, en su mérito, anúlase la resolución en la fase cuestionada objeto de acogimiento de acuerdo a los fundamentos consignados en el CONSIDERANDO V.II). Sin sanción procesal específica. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios del abogado de la parte actora en la cantidad de $28.000 (pesos uruguayos veintiocho mil). Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese. Dra. Castro (d.), Dr. Gómez Tedeschi, Dr. Tobía (r.), Dr. Echeveste, Dr. Vázquez Cruz. Dr. Marquisio (Sec. Letrado).
Discordia de la Dra. Castro. DISCORDE PARCIALMENTE: Por
entender que, contrariamente a lo que decide la mayoría, asiste razón a la actora en que es correcta la deducción incrementada practicada a efectos de liquidar el IRAE. De acuerdo con la mayoría -considerando VII de la sentencia- esa deducción sería improcedente porque el Poder Ejecutivo no ha dictado aún la reglamentación a que refirió la ley Nº 18.083 del 27.12.2006 en la nueva redacción del art. 23, literal E, del Texto Ordenado 1996. Considero, discrepando con el argumento de la mayoría que en este supuesto, la reglamentación del Poder Ejecutivo -prevista por el acápite y otros literales del texto legal- no es necesaria para que pueda aplicarse la norma legal, desde que el texto legal contiene una determinación muy precisa de lo que puede ser descontado: son los "gastos en que hayan incurrido las empresas para obtener la certificación bajo las normas de calidad internacionalmente admitidas" y, a tal efecto, indica que "los gastos a computar comprenderán la contratación de servicios de certificación de calidad con entidades reconocidas por los organismos uruguayos de acreditación, así como los gastos en que se incurra para la obtención de tal certificación y su mantenimiento posterior". Nada hay allí que recuerde la noción de "laguna técnica" que menciona Hans Kelsen para negar su existencia (KELSEN, Hans. Teoría pura del derecho, 2a. ed. 1960, trad. Roberto J. Vernengo, B. Aires, 1979 p. 257)., ni nada exige el dictado de otra norma para poder ejecutar lo dispuesto en la ley. La disposición legal establece claramente todos los elementos necesarios para la aplicación inmediata de la deducción incrementada, sin necesidad de esperar su reglamentación y, por demás, como ha dicho el Tribunal, la falta de reglamentación no es excusa ni fundamento válido para que la Administración rehúse conceder beneficios que la norma legal establece claramente sin requerir otro acto normativo (Sentencia Nº 145/2005). Surge acreditado que UNIT se encuentra habilitado como organismo de certificación de las normas internacionales de calidad y a tal organismo fue que recurrió ISUSA para certificar sus procesos de calidad desde fines de 1999 en adelante.